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LOS MUERTOS:
Sánchez, con estentórea jarana, anunció la venia del Tribunal Supremo español a la
profanación de los restos del ex Jefe de Estado español Generalísimo Francisco
Franco Bahamonde, tragedia y parodia al cuadro de odio representado por Pietro
Pajetta en 1896.
Parodia de una tragedia que ya hemos vivido en Argentina (y que demuestran a las
claras que jamás los restos de Francisco Franco estarán cabalmente seguros en el
cementerio de Mingorrubio). Veamos algunas experiencias en Argentina:
- El colmo de las profanaciones se dio hacia junio de 1987: hacia 1976 tras un
nuevo fatídico golpe de estado contra la Señora María Estela de Perón, el
cadáver de su esposo, el ex Presidente Juan Domingo Perón fue exhumado
de la Capilla de la Quinta de Olivos donde reposaba para ser trasladado manu
militari al panteón familiar sito en el Cementerio de la Chacarita. Allí, en 1987,
un grupo comando de tareas ingresó clandestinamente y destruyendo el
blindex de una tonelada que cubría el féretro del General Perón, accedieron al
mismo y cercenaron ambas manos del cadáver, en un truculento episodio que
aun continúa impune y en la que murieron un sinnúmero de personas
asesinadas entre ellas el juez que investigaba la causa. La profanación, tuvo
connotaciones de un complot político – esotérico y conllevó decenas de
homicidios para que el hecho macabro jamás se esclarezca. (Ver foto del
cadáver profanado infra).
El desgobierno de Sánchez y
de la inane de Carmen Calvo,
pondera discursivamente el tan
mentado discurso democrático,
siendo en rigor de verdad un
modelo cabal de la peor de las
dictaduras: la del pensamiento
único y de lo políticamente correcto.
Sánchez, pretende hacerle creer a “magoya”, que con el traslado de los restos del
Generalísmo la seguridad del cadáver estará garantizada, situación falsa atento a
que tal promesa no pudo ser asegurada ni siquiera en la Basílica del Valle de los
Caídos, puesto que el año pasado la tumba del ex jefe de estado español fue
profanada por un indocto pendenciero rojo.
Por su parte, mal puede ser baluarte del civismo y la democracia, un burócrata de
overol y levita que desdeña la libertad de la familia de un difunto, ataca abiertamente
a la religión católica, y procede en deyección de los monjes benedictinos que
honrosamente custodian la basílica.
El colmo de este “resurreccionismo político”, entendido como aquella práctica de
desenterrar cadáveres en vendetta política o ideológica, se da cuando
dantescamente el Jefe de gobierno español en vez de velar por el progreso de su
pueblo e intentar superar con obras y realizaciones palpables a la inmensa obra
social, económica y política del gobierno de Francisco Franco Bahamonde, osa sin
embargo distraer a la población con palabrerías, galimatías y sofismas, además de
dirigir un dantesco y falso discurso proselitista en Naciones Unidas, fundado
nuevamente en la existencia de un cadáver, a quien involuntariamente está
resucitando políticamente en la reivindicación de los buenos españoles
colateralmente.
Así mismo, ulteriormente Sánchez en la ONU dijo acabar con un período oscuro de
España, y con el reposo “inmoral” del cadáver de Franco en un lugar de culto. Lo
cierto, es que lo único oscuro son las prácticas oscurantistas de profanación de
cadáveres, la reivindicación permanente a un sanguinario pasado de la que su
ideología es plenamente responsable, amén de reavivar una herida ya cerrada en la
transición española en pos de intereses proselitistas e inconfesables de división civil
siempre en beneficio de imperialismos foráneos para el sojuzgamiento y la
humillación de España, que otrora fuera un gran y ejemplar imperio y que
ulteriormente fuera socavado por las fuerzas de la usura y de la Albión que hoy
ocupa parte de su territorio aviesamente en el Peñón de Gibraltar.
España, por el bien de su porvenir, no puede permitir que los seguidores de Lenin y
Stalin haciendo gala de la incultura cabal osen dar lecciones de moralidad cívica. La
dictadura del pensamiento único se consolidará aun más si pasiblemente nuestra
Madre Patria asiste al grotesco acto de las exhumaciones de Franco y José Antonio.
Los valores morales del poeta, distan mucho a la imputación de “inmoralidad” con
que Sánchez imputó hacia el falangismo.