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LECCIÓN X:

Obligaciones
1. Nacimiento y desarrollo de las obligaciones: la obligación u obligitio es una relación jurídica en virtud de la cual una persona
llamada creditor tiene la facultad de exigir de otra denominada deudor (debitor) un determinado comportamiento positivo o
negativo.

D’Ors define a la obligación como el vínculo jurídico que impone la necesidad de satisfacer o pagar a otra una cosa según el
derecho.

En las instituciones del Justiniano dice que la obligación como el vínculo jurídico por el que se está constreñido a realizar una
determinada prestación según el ordenamiento de la ciudad.

En los orígenes de las obligaciones as encontramos en el Sponsio y el Nexum.


La sponcio era un rito muy antiguo que en principio se fundó de la fuerza religiosa de un juramento realizado por el prominente o
sponsor ante los dioses.
El nexum fue una figura jurídica por cuya virtud el deudor se encontraba materialmente sujeto y obligado al acreedor mientras no
pagase la deuda o no pagase otra persona por él.

El termino obligatio fue utilizado desde la primera etapa clásica y desde tal época tuvo como característica principal que su
cumplimiento era reclamable mediante acciones personales.

2. Contenido de las obligaciones:


a) Dar o dare: dirigido a la constitución o transmisión de un derecho real o a la transmisión de la posesión de la cosa.
b) Hacer o facere: comprendía cualquier actividad que el deudor debía realizar a favor del acreedor e incluía una
abstención.
c) Non facere: es la observancia de un comportamiento consistente en no hacer, abstenerse de algo.

2.1. Extinción de las obligaciones: en general las obligaciones se extinguían cuando tenía lugar alguno de los actos jurídicos a
los que la ley atribuía la virtud de hacer desaparecer el vínculo que ligaba al acreedor y al deudor, es decir se cumplía con el
dar o hacer.
Como termino general que indicaba la extinción de las obligaciones en el derecho romano se utilizó el termino solutio con el
que se alude al pago entendido como cumplimiento de la obligación.
2.1.1. Diversos medios de extinción: pueden distinguirse los siguientes modos de extinción de las obligaciones:
a) Ipso iure y ope exceptionis: los modos ipso iure eran aquellos que hacían desaparecer la obligación total Los
modos ope exceptionis eran aquellos modos de extinción de las obligaciones que se hacían valer mediante una
excepción (caso de pago parcial);
b) Modos voluntarios y no voluntarios: los modos voluntarios eran aquellos que se extinguían por voluntad de las
partes, por medio de actos jurídicos. Los modos no voluntarios extinguían la obligación, por hechos naturales sin
intervención de la voluntad de las partes, como en el caso de la muerte del deudor.
2.2. Sujetos de pago: la común y ordinario era que el pago lo efectuara el deudor mediante el dar o hacer a favor del acreedor;
el derecho romano admitió el pago de la obligación por un extraño o tercero.

La excepción a lo interior lo constituía las obligaciones intuitu personae en que el pago debía ser efectuado exclusivamente
por el deudor en atención a sus particulares personales.

El pago podía realizarse válidamente al acreedor a su representante legal (tutor) o voluntario, que era el procurator o bien el
estipulador.
2.2.1. Lugar del pago o locus solutionis: era el lugar de pago acordado por las partes al constituir la obligación; en
defecto de dicho acuerdo el pago se debía efectuar en la casa de habitación del deudor, salvo que se tratara de una
obligación de entrega de cosas inmuebles, que debía pagarse en el lugar en que estas se encontraran.
2.2.2. Momento del pago: como regla general las partes elegían el momento en que la obligación debía ser pagada. Al
lapso que media para cumplimiento de las obligaciones pagaderas por partes (divisibles) se le denominaba plazo.
2.2.3. Forma de pago: como regla general, el pago debía realizarse cumpliendo el dare o facere convenidos. En ciertas
ocasiones esta regla sufría ciertas modificaciones.
2.3. Otros modos de extinguir las obligaciones: además del pago, que era el modo más común de extinguir las obligaciones,
estas podían extinguirse por otros modos.
2.3.1. Novación: era el acto por el que se extinguía un obligación precedente, surtiéndola o reemplazándola por otra nueva,
en términos sencillos la novación es la sustitución de una obligación por otra.
2.3.2. Compensación: Consistía en la extinción simultanea de dos obligaciones (generalmente deudas) hasta por su
diferencia.
El derecho romano distinguió tres tipos de compensación:
a) Convencional: que era la libremente acordada por los acreedores y deudores.
b) Judicial: que era la que el juez podía aplicar al resolver la solicitud de unas de las partes.
c) Legal: que se producía por ministerio de ley, quedando extinguidos los créditos en forma inmediata o ipso
iure, precediendo de la voluntad de las partes.
2.3.3. Concurso de causas lucrativas: se daba cuando el acreedor adquiría, por diferente causa, el objeto especifico de
la obligación.
2.3.4. Confusión: también llamada consolidación, ocurría cuando las calidades de acreedor y deudor recaían en la misma
persona.
2.3.5. La muerte: aunque era norma general del derecho romano que la muerte no era causa de extinción de las
obligaciones, porque estas pasaban tanto activa como pasivamente a los herederos. Existían algunas obligaciones
como las procedentes del delito que no eran transmisibles y respecto de las cuales la muerte era un modo de
extinción.
3. Transmisión de las obligaciones: en el derecho romano la primitiva concepción de la obligatio como un vínculo personal que
sujetaba al deudor con respecto al acreedor, determino que en principio las obligaciones se considerasen intransmutables, pero
con el transcurrir del tiempo las exigencias del tráfico comercial fueron creando diversas formas de transmisión como la delegatio
nominis u la cognitio procuratio in rem suam.

En roma la transmisión de las obligaciones se encontraba sujeta a limites muy estrictos, en cambio en las provincias su transmisión
en ocasiones se efectuaba con la simple entrega del título justificativo de la obligación.
3.1. La delegatio nominis: presentaba una novación, por medio de la cual los acreedores cedentes y cesionario (quien cedía el
crédito y quien lo recibía respectivamente), así como el deudor, estipulaban la extinción de la obligación preexistente entre el
acreedor cedente y el deudor y la creación de una nueva obligación, que tenía el mismo objeto, pero cuyas características
propias variaban ostensiblemente.
3.1.1. La cognitio procuratio in rem suam: ocurría cuando el acreedor nombraba a un tercero (cognitor o procurator) a
fin de que actuase contra el deudor, reclamándole el cumplimiento de la obligación, volviéndose un representante
procesal, a quien el acreedor la eximia de rendir cuentas de su gestión.
3.2. Fraude a acreedores (fraus creditorum): comprendía aquellos actos realizados intencionalmente por el deudor para caer
en insolvencia y no pagar a sus acreedores.

4. Fuentes de las obligaciones: son fuentes aquellos hechos o actos jurídicos a los que el ordenamiento romano atribuía la eficacia
de hacer surgir una obligación entre dos o más personas.
Las fuentes de las obligaciones son los delitos, prestamos, estipulaciones y contratos.
4.1. Los delitos: los delitos o delicta eran actos perseguibles en virtud de una ley o edito pretorio por medio de un juicio penal
ordinario que obligaban obligaciones.
4.1.1. Delitos de hurto o furtum: consistían en el apoderamiento ilícito y clandestino (furtum proviene de furtivo) de una
cosa mueble ajena, en contra de la voluntad del propietario; también se consideró hurto el abusa sobre una cosa
confiada a otra cosa (furtum usus).
4.1.2. Delitos de daño:
a) el dueño o domnum era la perdida que sufría un propietario por detrimento de un bien que le pertenecía, la
ley romana (lex aquilia de damno) distingue dos tipos de delitos por daño.
b) La muerte de esclavos o ganado grandes (vacas, toros) ajenos, cuya pena se fijaba en el valor máximo que
tuvieran dichos bienes en el ultimo año.
c) Toda clase de daños, cuya pena se fijaba en el valor máximo de la cosa dañada durante los trinta días
anteriores al daño.
4.1.3. Delito de lesiones: son aquellos en que un persona causa daño físico o moral a otra persona.
4.1.4. Delitos del derecho romano: además de las acciones creadas para sancionar los delitos de hurto, daño y lesiones,
los pretores mediante sus edictos decretaban acciones in factum dirigidas a la represión de conductas ilícitas que no
se encontraban sancionadas por el ius civile.
Las acciones in factum se daban específicamente para sancionar delitos regulados en distintas materias jurídicas,
que se clasificaban en dos tipos importantes de delitos:
a) La intimidación: que se daba cuando alguna persona adquiría y retenía alguna cosa derivado de una
amenaza violenta.
b) El dolo (dolus malus): era el engaño malicioso de una persona en contra de otra para obtener algún
beneficio a su favor.
4.2. Los prestamos: los prestamos eran relaciones en las que un persona (solvere) se comprometía a cumplir una obligación de
dar a favor de otra persona.

Dentro del derecho romano, cuando el solvere retenía injustamente la cosa y el cedere trataba de recuperarla, se daba la
condictio o actio certi.
El cumplimiento de la obligación crediticia se denominaba pago o solutio.
Cuando el deudor no podía interponer excepción alguna, se consideraba que había incurrido en mora pero dicho retraso no
constituía un aumento de la deuda.

La mora podía ser de dos tipos:


a) Mora debitoris (mora del deudor): era un retraso imputable al deudor en el cumplimiento de la obligación. Para
que el deudor incurriese en estado de morosidad era necesario que se tratase de una obligación valida y exigible y
se requería además, tratándose de obligaciones puras (las que no estaban sujetas ni a condición ni a término) la
previa notificación del acreedor al deudor de su situación de mora.

La mora o retraso en el pago producía como efecto general la responsabilidad por daños. La situación de morosidad
se extinguía cuando el deudor ofrecía al acreedor el cumplimiento de la prestación debida con los eventuales
intereses moratorios.
b) Mora creditoris (mora del acreedor): se producía cuando el acreedor no negaba a recibir la prestación debida, en
cuyo supuesto si la cosa entre tanto perecía en manos del deudor, el riesgo de perecimiento lo soportaba el acreedor
a menos que el deudor hubiese actuado con dolo.
Esta mora producía la perdida de las garantías reales o personales a favor del acreedor y que el deudor tuviera
derecho al reembolso de los gastos que le hubiese ocasionado la custodia de la cosa desde que el acreedor incurrio
en estado de morosidad. Esta mora se extinguía cuando el acreedor se ofreciera a aceptar el pago de los gastos
que le hubiese ocasionado al deudor de su mora. El deudor podía hacer el pago mediante el depósito de lo debido.

Dentro de los prestamos debemos distinguir dos clases: las donaciones crediticias y los prestamos pretorios.
4.3. Daciones crediticias o dationes: eran aquellos prestamos que se consideran de carácter civiles, es decir que se dan por
consentimiento pleno de las partes sin intervención de autoridad alguna (magistrados o pretores).
Tipos de daciones crediticias:
c) Mutuo o mutui datio: era el préstamo propiamente dicho y consistía en la entrega o dación de una cantidad de
dinero por parte de un mutuante otra persona que asumía la obligación de restituir igual cantidad del mismo género
recibido.
d) Dationes Ob Rem: eran daciones o préstamos destinados a obtener algo del deudor o accipiente, basadas en un
compromiso de este en realizar un acto futuro e incierto que fundamentada la entrega de los bienes por parte del
creditor, pero al no existir propiamente un contrato, el deudor no adquiría la obligación de dar o hacer algo a favor
del acreedor.
e) Dationes ob causam: son casos en que por cualquier razón el deudor no tenía justa causa para retener la propiedad
de la cosa dada por el acreedor , lo que conllevaba una condictio cuando se da algo por un convenio ilícito o inmoral
para devolver la cosa, aunque ni es una restitución propiamente dicha, si tiene los mismos efectos.
f) También procedía la condictio cuando se entregaba algo por convenio ilícito o inmoral, en este caso no opera la
condictio sino la exceptio doli, igual que en el caso del dolus malus antes referido.
g) Dationes ex evento: eran una serie de casos en los que no había un crédito propiamente dicho o una entrega formal
inicial de la cosa, pero si existían una adquisición del bien por otra persona.
El más común de los casos de las dationes ex eventu era llamada condictio furtiva que asistía al propietario en contra
de quien hurtara un bien suyo, para que el ladrón le restituyera el valor de la cosa hurtada.

4.4. Prestamos pretorios: eran convenios de retención temporal de una cosa ajena, que daban lugar a una acción cuando la
retención se prolongaba excesivamente y perdían su causa.
Se refieren específicamente a tres tipos de convenios de préstamos no contemplados por el ius civile.
4.4.1. Constitutum (constituere debitum): era el convenio de retención del pago por un plazo determinado,
convirtiéndose, por tanto en un préstamo sujeto a un plazo.
4.4.2. Comodato o commodatum: era el convenio de retención del uso de una cosa mueble no consumible prestada
gratuitamente. En términos sencillos era un préstamo con derecho a uso. Al que presentaba la cosa se le llamaba
comodante y a quien la recibía para usarla se le denominaba comodatario.
El comodatario no podía usar la cosa excediéndose de lo pactado con el comandatario, si ello sucedía se daba la
furtum usus. El comodato era de carácter real, bilateral, imperfecto y, como ya acotamos, gratuito.

4.4.3. Pignus y garantía real: el pignus era el convenio de retención de la cosa mueble o inmueble que se daba en garantía
para garantizar el cumplimiento de una obligación, tomando la forma de un préstamo de garantía. La cosa sobre la
que recaía la garantía se denominaba prenda.

El acreedor pignoraticio (quien recibía la cosa) estaba obligado a conservar la prenda sin usarla, salvo en el caso de
antieresis, que era el pacto por el que el deudor pignorante (quien entregaba la cosa) le autorizaba expresamente a
usar la cosa prendada, asumiendo el primero la responsabilidad de custodiar la prenda.

Del pignus nacen dos acciones personales: la acción pignoraticia directa, ejercitablemente contra el acreedor
pignoraticio para reclamarle el exceso del precio obtenido en la venta de la cosa pignorada y respecto al importe de
la deuda garantizada. Y la acción pignoraticia contraria, ejercitada contra el deudor para demandarle los gastos
efectuados en el resguardo y cuidado en la cosa pignorada.
4.4.4. La hipoteca (hypotheca): la hipoteca, que se basaba en que los bienes del deudor pueden servir de garantía
mediante un simple acuerdo o convención y sin necesidad de traspasar ni su condominio ni su posesión.

El origen de la hipoteca reside los arrendamientos rústicos en los que era costumbre que el acreedor conviniera con
el arrendamiento que los apegos de labranza propiedad de este último garanticen el pago de las rentas.

El pignus especialmente a las cosas muebles y la hipoteca a los bienes inmuebles, distinción que prevalece en la
actualidad.

4.5. Las estipulaciones o stipulatio: constituyen la forma más ordinaria de crear una obligación entre un acreedor y un deudor.
Tuvo auge en la clásica y su ámbito de aplicación se extendió a peregrinos y extranjeros, siendo de carácter oral.
4.5.1. Forma promisoria: consistía en una pregunta solemne hecha por el estipulante a otra persona, que responde
congruentemente, quedando obligada por su promesa.

La estructura de la estipulación era la de un acto de adhesión del promitente al estipulante, quien era el que fijaba el
objeto y modalidades de la obligación; el promitente asentía o aceptaba la declaración formulada como pregunta por
el estipulante. De la estipulación se dejaba constancia en un documento denominado testatio, que ya en la época
post-clásica sustituye a la estipulación misma.
Como la estipulación se constituía de forma verbal, las deudas que conllevaba se extinguían de la misma forma, en
lo que se denominaba acceptilatio.

El carácter fundamental de la stipulatio era la oralidad.


4.5.2. Estipulaciones invalidas e indeterminadas: las estipulaciones podían ser invalidas por nulidad del acto o por
ineficacia de la misma estipulación. Las estipulaciones, aunque llenaran todos los requisitos formales que requería
la forma promisoria podían ser ineficaces o invalidas, en los casos siguientes:
4.5.3. Estipulaciones indeterminadas: la estipulación se considera indeterminada cuando se refiere a una cantidad que
deberá especificar el prominente dentro de un género limitado o ilimitado y cuando se estipula una alternativa entre
dos objetos, en cuyo caso puede regir el prominente.
4.5.4. Estipulación inexistente: se considera que la estipulación jurídicamente no existía, aunque hubiere llenado todos
los requisitos formales, en los casos en que el estipulante se consideraba inhábil para obligarse, es decir aquellas
personas que el derecho romano consideraba incapaces como los mudos, sordos y locos.

También se consideraban inexistentes aquellas estipulaciones en que no existía congruencia entre la pregunta del
estipulante y la respuesta del promitente o aquellas estipulaciones que llevaban por objeto la realización de un acto
inmoral o en contra de las buenas costumbres.
4.5.5. Estipulación ineficaz: se consideraban ineficaces las estipulaciones que adolecían de algún defecto que les
impedía producir todos o algunos de sus efectos, no existiendo, por lo tanto obligación alguna. Claro ejemplo son
aquellos que conllevaban la realización de algo imposible, como por la estipulación de convertir la plata en oro.
4.5.6. Superposición de estipulaciones: son casos especiales en que un objeto que ya se debe por una obligación
anterior, es debido por una estipulación posterior.
4.6. Pluralidad de personas y garantía personal:
4.6.1. Pluralidad de personas: como consecuencia de la sucesión hereditaria por la muerte del acreedor o del deudor,
puede darse pluralidad de acreedores o de deudores en una misma obligación.

Si la obligación era divisible se dividía en las correspondientes cuotas ideales, de modo que cada acreedor pudiera
exigir tan solo su parte del crédito y cada deudor debía pagar tan solo parte correspondiente a su deuda.
En caso la obligación fuera indivisible, cada acreedor podía exigir el cumplimiento entero de la obligación, pero solo
lo podía haber un acreedor; en el caso de los deudores, podía un deudor pagar la totalidad de la deuda y exigir a los
demás el pago parcial que le correspondía a cada uno.

La misma solidaridad de deudores y acreedores antes señalada, se producía cuando , aunque la obligación fuera
indivisible, la estipulación se constituyera como única para un pluralidad de estipulantes (solidaridad activa) o una
pluralidad de promitentes (solidaridad pasiva).

La solidaridad activa se configuraba cuando varios estipulante realizaban su pregunta, conjunta o sucesivamente;
en este sentido, la solidaridad pasiva ocurría cuando siendo carios los promitentes, respondían con una única
respuesta a uno o varios estipulantes.
4.6.2. Garantía personal: adpromisor, fideiusso y adstipulatio:
Este fiador era el adpromisor y constituyo una forma de garantizar personalmente la obligación ante el acreedor o
acreedores.
Posterior la adopción (final de la república) surgió otro tipo de garantía personal que la sustituyo llamada fideiusso,
mediante la cual una persona llamada fideussor promete mediante una forma oral similar al sponsio el mismo objeto
que debe el deudor principal.

Era un acto similar al de la adpromisión, pero de parte activa, es decir consistía en la inclusión de un nuevo acreedor
en la obligación principal. El nuevo acreedor o adstipulante es presentado ante el deudor como persona de confianza
del acreedor original, considerándose que le debía lo mismo o menos que le debía al deudor primigenio, pero nunca
más.

El adstipulante era un nuevo acreedor que gozaba de todas las condiciones y garantías con las que gozaba el
acreedor original, encontrándose el deudor frente a dos acreedores, pero el pago a uno de ellos extinguía la
obligación.
LECCIÓN XI:

Contratos

1. La idea del contrato en el pensamiento romano: en el derecho romano la noción de contrato es un concepto abstracto y que engloba
cualquier relación entre las partes en que se constituya, modifique o extinga una obligación que no sea contraria a la ley ni a la moral. En roma
el concepto contrato tiene un contenido más restringido, ya que se desconocía la noción abstracta de contrato, admitiéndose ciertos tipos
singulares a los que se reconocía la virtud de generar obligaciones.

En el derecho romano solo se consideraban contratos aquellos acuerdos típicos reconocidos por el ius civile.

En la época clásica el puro y simple acuerdo de voluntades respecto de algún aspecto no contemplado por el ius civile, no era contrato sino
pactum. El pactum no engendraba una acción sino una excepción.

Posteriormente en los contratos consensuales es claramente el acuerdo de las partes basado en una causa establecida por el ius civile, el
determinante para la eficacia obligatoria de los indicados contratos.

2. El sistema contractual romano: el contrato representa como ya se acoto, una de las diversas fuentes de las obligaciones, que daban lugar a
las llamadas acciones ex fide bona (buena fe) que correspondían a obligaciones bilaterales que tienen un régimen flexible, que concedía al
juez una mayor flexibilidad para dictar sentencia.

La consensualidad de los contratos dentro del derecho romano, permitía que estos se celebraran conforme lo dictaba la costumbre, según la
cual la validez de los contratos dependía del acuerdo de voluntades entre los contratantes y que no existiere error o vicio en la declaración de
su voluntad.

Al hablar de los contratos debemos hablar necesariamente del riego o periculum, que afecta a todos los contratos que son obligatorios para
ambas partes (sinalagmáticos) y consiste en determinar quién tiene que soportar el riesgo de perecimiento de la cosa una vez perfeccionado
el contrato, estando aun l cosa en poder del sujeto pasivo de la relación jurídicamente y antes de haber sido entregado al sujeto activo.

3. Los contratos en particular:


3.1. la fiducia: era un contrato sujeto a formalidades especiales, por medio del que el propietario de un bien res mancipi confía la propiedad
de este a un fiduciario, quien se obligaba a restituir en determinado momento la propiedad al fiduciante o a otra persona designada por
este.

La acción para exigir la restitución era la actio fiduciae que sirvió de modelo a las acciones de buena fe ya señaladas.

La fiducia desaparece en la etapa post-clásica cuando Justiniano la sustituyo por el pignus.

3.2. Deposito: es un contrato por el cual una persona que admite dos nombres: competente o depositante, entrega al depositario una cosa
mueble a fin de que la custodie gratuitamente y se le restituya, pasado el plazo fijado a requerimiento del depositante.

Es un contrato real porque se perfecciona con la entrega efectiva de la cosa. La gratitud es elemento esencial, ya que si se pactaba una
cantidad de dinero para realizar el deposito ya no sería contrato de depósito sino de arrendamiento de servicios.

En el derecho Justiniano nacen del depósito dos acciones: la actio depositi directa, en favor del depositante y la actio depositi contraria a
favor del depositario.

Existían ciertas figuras especiales del depósito que son las siguientes:

A) Deposito: necesario era aquel que se verifica con ocasión de una calamidad que presentara peligro por las cosas, tales como los
saqueos, ruinas, incendios o naufragios. En todos estos supuestos el depositante se veía obligado a depositar una cosa sin conocer
las cualidades del depositario y sin poder elegirlo.
B) Secuestro: en el cual varios depositantes entregaban una cosa en litigio a una tercera persona de su confianza que era el
secuestrario, para que el secuestratario, para que esta la custodiase y restituyese a quien venciese en el litio o según las condiciones
prestablecidas.
C) Deposito irregular: consistente en un depósito de cosas fungibles, especialmente dinero, en el cual el accipiens (quien recibe la
cosa) adquiría la propiedad de la cosa depositada con la obligación de restituir la misma cantidad o requerimiento del depositario.
3.3. Mandato: el mandato es el conjunto por cuya virtud uno de los contratantes, que es el mandatario, se obliga a cumplir gratuitamente el
encargo que otra persona llamado mandante, le hace de llevar a cabo un servicio determinado o la total gestión del patrimonio de dicho
mandante.

No obstante ser el mandato generalmente gratuito, en ocasiones se admitía que el mandatario recibiese una remuneración llamado
honorarium o salarium.

El mandato podía versar sobre un asunto concreto (mandato especial) o bien sobre la administración general de todo el patrimonio del
mandante (mandato general). En ambos casos el mandante podía otorgar al mandatario la facultad de actuar en su nombre (mandato)
con representación o a nombre propio del mandatario (mandato sin representación).
3.3.1. Clases del mandato: a partir de las instituciones de oallo pueden establecerse la siguiente clasificación:
a) Mandatum mea gratia: si el encargo tiene interés exclusivo para el mandante. En el mandatario se obliga a desarrollar su
actividad del mandante y transfiere a este los afectos de su actividad.
b) Mandatum aliena gratia: es el mandato en beneficio de un tercero. En el mandatario debía rendir cuentas de su gestión
al mandante y no al tercer beneficiado con su actividad se consideraba nulo, en cambio, el mandatum mea gratia que es
establecido en interés de un mandatario.
3.3.2. Derechos y obligaciones de las partes: el mandatario se encontraba obligado a llevar a cabo la gestión encomendada según
las instrucciones recibidas o según lo señalara la naturaleza del asunto. Debía también rendir cuenta al mandante y restituirle
los intereses de los capitales colocados y en general, todas las adquisiciones que fueren consecuencia del mandato.
El mandante, por su parte, debía resarcir al mandatario todos los gastos que la ejecución del encargo le haya producido.

Para la reclamación judicial de las obligaciones nacidas del mandato existían dos acciones
a) Actio mandati directa: del mandate contra el mandatario.
b) Actio mandati contraria: del mandatario contra el mandante.
3.4. La gestión: habían situaciones en que una persona actuaba como representante de otra sin mandato, lo que originaba la llamada
negoriorum gestio también llamada simplemente como gestión.

La característica esencial de la gestión era que no daba lugar a las acciones del mandato (actio mandati) sino que a la llamada actio
gocotirum gestorum que era una acción pretoria in factum por la que se exigía del representante espontaneo el traspaso de todo lo
conseguido y el pago de los perjuicios que hubiera podido causar con su gestión, dentro de los límites del dolo.
3.5. Sociedad (societas): el contrato de sociedad era un contrato consensual bilateral perfecto por cuya virtud dos o más personas (socios)
se obligaban a poner en común bienes o trabajo para dividir entre ellos según la porción pre establecida, las ganancias y las perdidas.

Todos los socios se obligaban recíprocamente a poner en común bienes o su propia actividad en favor de la sociedad con el fin de alcanzar
una finalidad licita para todos ellos.
3.5.1. Antecedentes: para los romanistas el origen del contrato de sociedad se encuentra en relación con el consorcio familiar que a
la muerte del paterfamilias se producía entre los hijos de este (inter fratces). Si los hermanos no dividían la herencia se formaba
una comunidad llamada consotium ercto non cito. También se señalaba que el origen de este contrato reside en la politio, que
era un contrato por virtud el propietario del fundo y el agricultor o politor, que dirigía la explotación se repartían los beneficios.
3.5.2. Clases de sociedades: atendiendo a la índole, y extensión de los medios aportados se encuentran las siguientes clases de
sociedad:
a) Societates rerum: que son aquellas en las que se aportaban bienes.
b) Societates operarum: en las que se aportaban servicios o cualquier tipo de actividades en general.
c) Societates mixtae: se se aportaban ambas bienes y servicios.
d) Societates ómnium bonorum: si los socios contribuían con la totalidad de su patrimonio.
e) Societates lucri: si se aportan solamente los bienes adquiridos por los socios a título oneroso, con la exclusión de las
herencias, donaciones y demás adquisiciones lucrativas.
f) Societates unius rei: si se contribuye a la sociedad únicamente con un bien. Son las sociedades particulares que se
celebran para uno solo negocio o para un único fin; son también denominadas societates unius negotiationis.
En atención a su fines pueden distinguirse entre:

a) Societates quaestoriae: si se proponen obtener ganancias.


b) Societates no quaestoriae: si el fin perseguido no consistía en un lucro o beneficio económico.
Por la forma en que eran creadas las sociedades podrían ser:

a) Sociedades privadas o contractuales: eran aquellas creadas en base a un convenio de confianza libremente
acordado entre los socios.
b) Sociedades públicas: se encontraban determinadas por el ordenamiento jurídico romano, en función de una actividad
de interés público que debía ser cumplido por dicha sociedad.
3.5.3. Derechos y obligaciones de los socios: todo socio estaba obligado a efectuar la aportación comprometida. Si la aportación
consistía en cosas, se debía utilizar el modo más adecuado para el traspaso de su dominio a la sociedad que podía hacerse
mediante la mancipatio, in iure cesio o la traditio.

La sociedad romana no podía aceptar como socio a otra persona jurídica, la responsabilidad del socio que contrato con un
tercero es personal, a no sé que apareciera dicho socio como representante de los demás socios o bien que contratan con dicho
tercero todos los demás socios.

Para exigir las obligaciones correspondientes a todos los socios, el socio lesionado por el incumplimiento de los demás se valía
de la actio pro socio que se caracterizaba por ser única y por el respeto al socio condenado de un mínimo de medios económicos
para su subsistencia.
3.5.4. Extinción de la sociedad: la causa más común por la que las sociedades se extinguían era por la muerte de uno o varios
socios, aunque podía pactarse que la sociedad podía continuar con los socios supervivientes. También podía determinar la
sociedad por la capitis deminutio máxima y media de uno de los socios.

La sociedad también se extinguía por la voluntad de los socios o por separación de uno. También se extinguía la sociedad por
bonorum venditio, es decir por ejecución de los bienes o bien por bonorum publicatio que es la confiscación de los bienes de
algún socio.

También se extinguía la sociedad por el perecimiento del patrimonio social o por el cumplimiento del termino por el fue
establecida la sociedad.
3.5.5. Las sociedades y las personas jurídicas: en el derecho civil y mercantil guatemalteco, las sociedades constituyen personas
jurídicas colectivas. En el derecho romano, sin embargo, a las únicas sociedades que se les reconocía personalidad eran las
corporaciones y las asociaciones corporativas.
3.5.6. Corporaciones: aunque las corporaciones son una especie de sociedad, se caracteriza por que son de carácter
permanentemente y estable, cuya personalidad jurídica es independiente de la subsistencia de los socios actuales. En si son
entes abstractos que se encuentran compuestos por personas jurídicas individuales quienes pueden o no pertenecer siempre a
ella y que por tal estabilidad pueden ser sujetos de obligaciones y derechos.
3.5.7. Asociaciones corporativas: eran aquel tipo de sociedades que cumplían objetivos de interés colectivo o germial y a las que el
senado y los gobernadores reconocían personalidad jurídica, ejemplo de estas son las sodalitas o cofradías y los colegios
sacerdotales y religiosos.
3.6. La compraventa (emptio-venditio): la compraventa es un contrato consensual y bilateral en el cual uno de los contratantes que es el
vendedor o venditor se obligaba a entrar a otro (comprador o emptor) la posesión pacífica y definitiva de un bien y este, a su vez, se
obligaba a pagar al vendedor una cantidad de dinero (pretium).

La compraventa romana no es título suficiente para que el comprador adquiriera la propiedad de la cosa, ya que de este contrato solo
nace para el comprador un derecho de crédito amparado por una actio in personam que le servirá para reclamar del vendedor el
cumplimiento de su obligación de entregar la cosa o de indemnizar los daños y perjuicios.

3.6.1. Requisitos de la compraventa: la cosa y del precio. En el derecho romano se consideraban como requisitos esenciales de la
compraventa a la cosa y el precio, consideración que ha prevalecido en los distintos ordenamientos jurídicos civiles occidentales.
La cosa que se vendía no hacía falta que fuera corporal. Se podían vender también ciertos derechos y entre los objetos
materiales en principio susceptibles de venta, se encontraban las res in commercium; si bien, sobre algunas de ellas en
ocasiones podía recaer la prohibición de la ley de ha pidiera que se vendiesen tales como venenos o las cosas propias de los
pupilos a los tutores.

3.6.2. Pactos añadidos a la compraventa: en el momento de la celebración del contrato las partes podían introducir alguno de los
siguientes pactos:
a) La in diem addictio: con este pacto el vendedor se reservaba el derecho de vender la cosa a un tercero si este dentro
de un determinado plazo ofrecía mejor precio. En el fondo supone la posibilidad de resolución de la venta respecto del
primer comprador.
b) La lex commissoria: es un pacto que consiste en que el vendedor se reserva el derecho de rescindir la venta si el
comprador no paga dentro de un plazo determinado.
c) El pactum displicentiae: es un pacto a favor del comprador cuya virtud se rescindía la venta si es cierto tiempo la
cosa no agradaba al comprador, es una compraventa a prueba o sujeta a condición suspensiva potestativa de que la
cosa comprada agradece o satisficiera al comprador.
d) El pacto de retro vendendo: por medio de este pacto el vendedor adquiría el derecho de restituir la cosa con la
devolución del precio al comprador.
e) El pactum de retro emptio o pacto de retroventa: por virtud del cual el comprador se obligaba, en el caso de que
pretendiese vender la cosa adquirida, a vendérsela a la misma persona que se la vendió con preferencia de los demás
compradores.
3.7. Arrendamiento o locatio conductio: el contrato de arrendamiento puede definirse como un contrato consensual, y bilateral por el que el
arrendador o locator pone a su disposición del arrendante o conductor un bien o prestación por un tiempo, con la obligación por parte del
conductor de pagar una contraprestación en dinero. También se daba el arrendamiento cuando a cambio de un precio (merces) una de
las partes se compromete a la prestación de servicios, la que se denominaba lacatio operarum y que hoy conocemos como contrato de
trabajo.

También es un contrato de arrendamiento aquel en que una de las partes se compromete a la realización de una obre a favor de la otra,
esta es la locatio conductio operis faciendi, hoy denominado contrato de arrendamiento de obra o de empresa.
3.7.1. Clases de arrendamiento: inicialmente los juristas romanos configuraron de un modo unitario el arrendamiento, pero con
posterioridad distinguieron las siguientes modalidades que han llegado a nuestros días:
a) Locatio conductio rei: es un contrato consensual, bilateral y de buena fe, por cuya virtud una de las partes que es el
locator se obligaba a poner a disposición del arrendatario una cosa para que la usara de una determinada manera
durante un cierto periodo de tiempo obligándose el conductor a pagar una merces al locator, así como a la restitución
de la cosa al cumplimiento del término.
b) Locatio conductio operarum: constituye una modalidad del arrendamiento de operario, esto es el arrendamiento de
servicios. En este contrato el locator es un gregario que arrienda sus servicios durante un cierto tiempo y recibe a
cambio de la actividad realizada una merced que le era pagada por el conductor. En un principio los servicios que se
arrendaban eran tan solo los operae serviles, es decir los trabajos de los esclavos.
c) La locatio conductio operis faciendi: se distingue de los arrendamientos anteriores, porque en esta figura
arrendaticia se arrendaba no ya la realización de ciertos servicios por un tiempo determinado, sino la ejecución de una
obra total y terminada. Posteriormente se configuro también como locatio conductio operis faciendi aquel contrato por
cuya virtud el conductor se obligase a la realización de una obra y a entregarla al locator sin haber previamente recibido
de este los materiales de la cosa a transformar.
3.7.2. Elementos: los elementos del contrato de arrendamiento son los siguientes:
a) El acuerdo de las partes: acuerdo que podía versar o referirse sobre la cesion del uso de la cosa durante un cierto
tiempo o sobre las operae dependiendo de la clase de arrendamiento que se tratase.
b) La cosa: el objeto del contrato podía ser un bien mueble o inmueble con tal de que no fuese consumible por el uso.
En la locatio rei, la cosa tenía que ser siempre algo material y susceptible de producir una ventaja para el arrendatario.
En la locatio operarum, si el locator ejercía una actividad especializada como cuando era médico o pintor, debía
precisarse el género de la actividad realizada. En la locatio operis faciendi las partes tenían que ponerse de acuerdo
respecto de la obra a realizarse, que podía hacerse proporcionando los materiales el locator o suministrándolo el
conductor.
c) El precio o merces: en la actualidad llamada renta, debía consistir en dinero, aunque en ocasiones, como los
arrendamientos públicos romanos, el pago podía realizarse en especie. El pago del precio es esencial y el
precisamente lo que diferencia al arrendamiento de otros contratos como el comodato o el mandato.
d) Plazo: en términos sencillos el plazo es el tiempo de duración de contrato de arrendamiento estipulado por las partes.
Si no acordaban nada sobre el particular, el plazo se regía por lo que dictaba costumbre para cada tipo de
arrendamiento.

En ocasiones existieron en roma arrendamientos perpetuos o por tiempo indeterminado. Si al vencimiento del termino
fijado el arrendatario seguía gozando de la cosa arrendada sin oposición del arrendador y este cobraba los merces se
producía la denominada renovación táctica (renovatio tacita) y la táctica reconducción del contrato, estimándose que
dicho contrato mantenía su eficacia para sucesivos términos anuales.
3.7.3. Derechos y obligaciones de las partes:
a) Del arrendador (locator): el arrendador debía permitir y procurar al arrendatario el goce de la cosa, así como la
obtención de la misma de las utilidades naturales que se produjeron según su naturaleza y su destino. Debía, así
mismo, responder si un tercero privaba al arrendatario de la utilización de la cosa.
b) Del arrendatario (conductor): la obligación principal del arrendatario era el pago de la merces pactada; si no pagaba
el precio debía abandonar la cosa. El conductor estaba así mismo obligado a restituir la cosa al término del contrato y
en buen estado.

Era responsable de los deterioros causados por la culpa o de sus parientes, pero no en cambio de los derivados del
uso moral de las cosas.
4. Contratos innominados: tradicionalmente de denominan contratos innominados a aquellos que requieren para su perfección el que una de
las partes hubiese entregado una cosa a la otra o en general realizado a su favor una prestación de diferente índole quedando el otro contratante
obligado a llevar a cabo una prestación convenida.

Los contratos innominados salvo, el precario, se diferencian de los 4 contratos de depósito, comodato, mutuo y prenda, en que las
contraprestación de la otra parte (deudor) no consiste en la devolución de una cosa de naturaleza distinta a la de la prestación previa del
acreedor.
Los contratos innominados se agrupaban bajo cuatro esquemas fundamentales:
a) Do ut des (doy para que des): consiste en la entrega de una cosa (datio) dirigida a obtener la datio o entrega de otra cosa.
b) Do ut facias (doy para que hagas): cuando la obligación resultante es una facere y la cauda que lo motiva es la entrega de una
cosa.
c) Facio ut des (hago para que des): si por el contrario la obligación resultante es dar y la prestación de adelanto de acreedor fue un
hacer.
d) Facio ut facias (hago para que hagas): si ambas prestaciones (la ya cumplida que sirve de causa)y la debida (constituye el objeto
de la obligación) son de hacer.

4.1. Principales contratos innominados:


a) Contrato estimatorio (aestimatum): por cuya virtud el propietario de una cosa la entregaba a otro con tasación de su valor
para que el que recibiera, la vendiera y pagara al propietario la misma cuantía en que se taso o bien, en el supuesto de no ser
vendida, devolviera la cosa misma.
b) Permuta (permutatio): tenía lugar este contrato cuando una de las partes transfería a la otra la propiedad de una cosa para
obtener en cambio la propiedad de otra de la misma naturaleza y especie.
c) Datio ad experiendum: contratos en los que una persona entregaba a otra cosas, para que la sometiera a prueba y las adquiera
si dicha prueba le satisfacía o bien para que una vez examinadas formularan dictamen sobre su valor, estado, eficacia o
naturaleza.
d) Precarium: el origen de esta institución reside en que a ruego de sus clientes los patronos les dejaban disfrutar de algunos
terrenos u otras cosas. El precario representaba una situación de hecho revocable por el dueño de la cosa en cualquier momento.
5. Cuasicontratos: si en la época clásica se consideraron como fuentes de las obligaciones los delitos, los préstamos, las estipulaciones y los
contratos.

En la época postclásica se añadieron a estas figuras el cuasicontrato y los cuasidelitos.

Como cuasicontratos se perfilaron una serie de relaciones jurídicas obligacionales, que aun siendo ilícitas, falta en ellas el acuerdo o convención
de las partes produciendo no obstante, efectos comparables al de las obligaciones contractuales.

Como figuras especificas del cuasicontrato las instituciones de Justiniano recogen las siguientes:

a) Negotiorum gestio: se producía cuando una persona cuidaba o administraba o realizaba cualquier gestión en favor de otra con la
idea de beneficiarla o de evitarle algun perjuicio y sin que hay recibido mandato de esta, ni ostentara cargo que obligara o facultara
para ello.

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