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QUITO PREHISPÁNICO
1. INTRODUCCIÓN
L
1
na , que viene realizando el autor, y en particular el de la ciudad
de Quito, en la zona ecuatorial, han permitido fundamentar la
tesis que: “Quito, es una ciudad planificada en orden a los prin-
cipios y conocimientos de las ciencias del territorio y concep-
ción simbólica del espacio, conocidas por las culturas indígenas: Quito (Kitu),
Cara (Kara), e Inka”. Dichos conocimientos que al parecer, desde épocas
inmemoriales, poseían las culturas nativas, se dedujeron de la observación de
los fenómenos estelares y del movimiento aparente de las figuras celestes, de
los cuales inventaron los métodos e instrumentos para señalar la orientación
y localización de los centros poblados y sus respectivos hitos geográficos, así
como, la forma de sus trazados, como tendremos ocasión de demostrar en
este trabajo.
1
Los significados En efecto, la investigación realizada sobre la ciudad y entorno circundante de Quito, para
urbanos y arqui-
tectónicos en la encontrar las huellas de su trazado aborigen, ha permitido comprobar, que existe una íntima
evolución de la
ciudad hispano- relación y complementariedad entre lo que el autor denomina, las ciencias del territorio y la
andina. Caso
del Ecuador. concepción simbólica del espacio, cuyos fundamentos se exponen a continuación. En primer
Tésis doctoral, lugar, las ciencias del territorio2, aluden al concurso de la razón, y por consiguiente a la siste-
E.T.S. de
Arquitectura matización e invención de técnicas e instrumentos que permiten la intervención en el territo-
Universidad
Politécnica de rio, de ello derivan los sistemas de: observación estelar (ángulos intersolsticial, registro de figu-
Madrid. Octubre
1989. Quito, ciu- ras celestes etc.); orientación; y medidas. Por otra parte, el conocimiento del entorno e identi-
dad milenaria.
Forma y símbolo. ficación de hitos geográficos importantes (cerros, ríos, lagunas, etc.), y la organización de cen-
Coedición Abya tros poblados, remiten a la invención de: infraestructuras y comunicaciones (Kapac Ñan, Uru
Yala / CIUDAD.
Quito 1991. Ñan); localización y jerarquización de centros poblados (capitales provincilaes, centros admi-
146
nistrativos, etc); dotación de equipamientos (tampukuna, pukarakuna, etc.), evidentes en la Cuenca ciudad
prehispana.
conformación espacial del Tawantin suyu, que representa la última fase de evolución autárqui- Significado y
forma.
ca de las naciones indígenas. Coedición Abya
Yala / CIUDAD.
Quito 1991.
En segundo lugar, la concepción simbólica del espacio y su carácter sagrado, alude al concurso Cusco –Qosqo-
Modelo simbóli-
de la memoria, percepción e intuición, de ello se derivan la invención de los mitos de origen co de la
Cosmología
(En el caso de Quito: Pacha, Quitumbe, Cochasquí); rituales y festividades (Kapak, Paucar, Andina.
Coedición CON-
Inti, y Colla Raymi), símbolos (el arte simbólico esta presente en la cerámica, textiles, meta- PLADE-IN /
lurgia, escultura, arquitectura), la concepción del espacio sagrado, (wakakuna, o lugar donde se CONAIE. Quito
1998. Ciudad
concentra la energía), y por consiguiente, la cosmovisión (forma de ver el mundo, relación Andina.
Implicaciones
micro-macrocosmos), e identidad cultural. Precisamente, la concepción de lo sagrado, implica simbólicas y téc-
nicas. Coedición
la conformación de un sistema religioso, el cual se realiza a través de un conjunto de símbolos FAD-PUCE / CIU-
entrelazados en un todo ordenado. Para sus creyentes, tal sistema religioso parece proporcionar DAD / CONAIE.
Quito 1998.
un conocimiento genuino de los términos en los que la vida tiene, necesariamente que ser vivi- Recuperación
del Espacio
da. Todos los símbolos sagrados (una cruz, un animal: felino, serpiente, etc.), dramatizados en Perdido.
Liripampa capi-
rituales o mencionados en mitos3, son sentidos por aquellos para quienes son resonantes, como tal ancestral
una forma de resumen de lo que es conocido respecto a la manera de que el mundo es, la cali- Puruha.
Municipio de
dad de la vida emocional que propugna y la manera cómo uno debe comportarse mientras se Colta /
Universidad
está en él. De esta manera, los símbolos sagrados relacionan una ontología y una cosmología a Intercultural
Amawtay Wasi.
una estética y una moral. Editorial
Pedagógica
Freire. Riobamba
En este contexto, la interpretación de la organización espacial indígena requiere, penetrar en su 2
2004.
En la que están
ethos y cosmovisión; conocer su universo de valores, porque a pesar de la destrucción de gran involucradas dis-
ciplinas como la:
parte de su legado cultural, su producción cultural, continua expresándose, principalmente a Astronomía,
través de un comportamiento simbólico.4 La religiosidad, el mito, el ritual, y los símbolos, son Geografía,
Geometría,
los instrumentos para encontrar el núcleo del ser (formas de estar, sentir y hacer), el contenido Matemática
3
Los mitos o
de la personalidad indígena, su concepción sobre la vida, sentimientos y convicción profunda leyendas, tienen
un mensaje
de una solidaridad fundamental e indeleble de la vida, su sabiduría y cosmovisión. La búsque- sagrado en sí
mismos; el mito
da de estos conocimientos y símbolos ancestrales, puede establecerse a través de diversas fuen- se explica en lo
tes primarias como: las Crónicas de conquista; Actas de los primeros Libros de Cabildos; la sagrado.
4
Se puede decir,
toponimia aborigen de ciertos lugares e hitos geográficos (montes, cerros nevados, lagunas, ríos que los seres
humanos, simbo-
y quebradas), cuya indagación sobre el significado de sus nombres arroja luces sobre la antigüe- lizan, esto es
confieren signifi-
dad del proceso de ocupación territorial; se suman a las fuentes primarias, los vestigios arqueo- cados a fenóme-
lógicos que proliferan en la región de Quito; las evidencias arqueológicas, etnohistóricas; etno- nos físicos, en
casi todos los
QUITO PREHISPÁNICO
147
cas, éstas se aplican a sociedades a la cuales los mismos postulantes las definen como no cientí- cian la limitada
comprensión de
ficas (¿..?); abundan las excavaciones arqueológicas; ensayos sociológicos; estudios, todos ellos, quienes lo formu-
lan. Al respecto se
que por sí mismos, parecen insuficientes para dar cuenta, de un proceso tan complejo como la puede consultar
el artículo titulado:
organización de los centros poblados, que se fundamentan en parámetros distintos a los cono- Quito aborigen:
cidos en la cultura occidental, así como, su posterior proceso de transfiguración, a partir de la un balance de
sus interpretacio-
fundación española. nes, de G.
Ramón. En Quito
a través de la his-
toria. Enfoques y
En general quienes han transitado por esta temática, ni sospechan los principios en que se sus- estudios.
tenta la ordenación territorial nativa y concepción simbólica del espacio; la mayoría, apoyados Dirección de
Planificación. I.
en la “versión oficial” de ciertos arqueólogos, que proclaman que no existen vestigios de cerá- Municipio de
Quito 1992. El
mica inka (convertida en la “prueba irrefutable”), en el actual centro histórico de la ciudad, elu- Guaman, el Puma
y el Amaru, de H.
cubran versiones inconsistentes, donde ignoran los conocimientos que las culturas nativas pose- Burgos. Editorial
ían acerca de las materias citadas. Interesados en esclarecer, el legado cultural nativo y verificar Abya Yala. Quito
1995; y La ciudad
la versión oficial: “que no ha existido la ciudad inka de Quito (y por consiguiente la ciudad abo- Inca de Quito, de
M. Espinosa,
rigen Kitu-Kara)”, hemos propuesto que el estudio de los procesos culturales, y entre ellos, quien pone en
responsabilidad
aquel que tiene relación con la construcción de centros poblados (ciudades), requieren de un del autor cosas
enfoque integral, que de cuenta, a la vez, de las interacciones entre la organización social y polí- falsas, tergiversan-
do los hechos.
tica, la epistemología, arte e ideología, la tecnología, entre otros saberes y técnicas; es decir, Tramasocial ed.
Quito 2003.
comprender que los objetos recuperados en las excavaciones arqueológicas, los estudios antro- 7
En nuestra tésis
doctoral Op. Cit.
pológicos, el significado de la toponimía, las aportaciones arqueoastronómicas, etnohistóricas, Nota 1; se plantea
que toda cultura
etc., no son cosas sueltas importantes por sí mismas, sino que son el puente para conocer las tiene una con-
relaciones de los grupos sociales con su entorno natural. Además, es necesario, enfocar la cul- cepción propia
del espacio, que
tura como conducta humana, y esto implica indagar sobre, las manifestaciones simbólicas, por- se refleja en la
conformación de
que a través de los símbolos, los grupos humanos expresan su conducta. sus centros pobla-
dos, y es fruto de
los conocimientos
En este orden de cosas, la reconstrucción –recreación- del proceso cultural de configuración de y técnicas alcan-
zadas en tal o
la ciudad y no sólo su interpretación basada en teorías que en lugar de aclarar dicho proceso, lo cual período de
tiempo. Estudios
petrifican o encorsetan en modelos descontextualizados, requiere la búsqueda de diversas fuen- posteriores, han
permitido enten-
tes, entre las cuales el territorio y sus hitos geográficos con su nombre aborigen; el cielo este- der, que el con-
lar, con sus fenómenos y movimientos de figuras celestes, conjuntados con los relatos mitoló- cepto de ciudad,
o de una organi-
gicos, interpretación del lenguaje simbólico del arte cerámico, lítico y metalúrgico, además de zación espacial
similar, implica
las fuentes tempranas de la conquista, las pervivencias de las prácticas rituales, y evidencias una organización
compleja de los
arquitectónicas y urbanísticas todavía presentes en la ciudad, contribuyan a elaborar un esque- asentamientos de
ma conceptual y metodológico innovador que parta de lo concreto a lo abstracto, de lo parti- población; dicha
organización sin-
QUITO PREHISPÁNICO
149
tetiza el desarrollo cular a lo general, de lo simple a lo complejo, de la experiencia a la reflexión, de manera que
socio-político,
administrativo y posibilite la comprensión global del proceso creativo de la ciudad, que saque a luz cuestiones
cultural de cada
formación social, diferentes, a las consabidas por los esquemas positivistas tradicionales, de manera que permi-
según sus particu-
lares presupuestos tan revelar aspectos oscuros o novedosos de dicho proceso.
civilizatorios y for-
mas de ver y
entender el
mundo. Por lo
tanto no es posi-
ble homologar la
idea y forma de
ciudad vigente en
3. BASES DE LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO Y
la Europa medie-
val o renacentista, CONCEPCIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO PREHISPANO
con aquella que
encontraron los
conquistadores
en la confedera-
Los principios de la ordenación del territorio y concepción simbólica del espacio, presentes en
ción de naciones, la conformación de los centros poblados en la región ecuatorial son claramente evidenciables en
conocida como
Tawantin suyu. las alineaciones de las ciudades y centros poblados de matriz indígena, a lo largo y ancho del
callejón interandino, empezando por la ciudad de Quito, al norte, y terminando en la ciudad
de Guancabamba (hoy perteneciente a la república del Perú), al sur. A nivel macro territorial,
este primer eje de alineamiento pasa por el barrio de San Felipe en Latacunga (primer asiento
de dicha ciudad), Villa la Unión (Liripampa, antigua capital ancestral de la nación Puruha8),
Cañar (antiguo Atun Cañar, uno de los principales centros poblados de la nación Kañari),
Cuenca (Tumipampa, eregida por el gobierno inka, sobre la antigua Guapdondelic, capital de
la nación Kañari), y Loja (Cusibamba, al parecer el principal centro poblado de la nación Palta),
por citar las ciudades principales. Un hecho singular, que para nosotros es un indicio de los
principios de la ordenación territorial nativa, radica en que el trazado de los ejes de orientación
y registro del movimiento aparente del sol (solsticios y equinoccios), a partir de estas ciudades
8
(Quito, Liripampa, y Cuenca) involucran a otros centros poblados localizados tanto en la región
Consultar el estu-
dio: Recuperación costa, como en la amazonía. Ver Mapa Nº 1.
del espacio perdi-
do. Liripampa,
capital ancestral En el caso de la ciudad de Quito, capital antiquísima de la nación Kitu, luego de los Kitu-Kara,
Puruha. Editorial
Pedagógica y posteriormente del “Reino de Quito”, en la región del Chinchay suyu, en el gobierno inka;
Freire. Riobamba
2004). en los límites de la antigua provincia, existen otros alineamientos que involucran a diversos
9
Atraviesa los sigu-
ientes lugares: hitos geográficos (volcanes, cerros, y lagunas) y antiguos pueblos. En este nivel meso territo-
Loma Pacpo, rial, de los alineamientos más notables que hasta ahora se han detectado, dos de ellos pasan por
Rumipampa,
Loma San Juan, la cima del Yawirak (Panecillo); el otro alineamiento, en sentido norte-sur, es paralelo a uno de
Yawirak, cerros La
Viudita y estos ejes. En referencia a los principales alineamientos citados: el primer eje de alineación,9 que
Corazón.
a.
Mapa 1.
a.
QUITO PREHISPÁNICO
151
tiene como puntos de referencia norte-sur: el cerro Cushnirumi y nevado Illiniza norte, respec-
tivamente, forma un ángulo de 31º, con respecto al norte de la cuadrícula del IGM, y un ángu-
lo de 15º, con respecto al eje de orientación de las ciudades nativas. El segundo eje10 de alinea-
ción que tiene como puntos de referencia norte-sur: el cerro Imburo- pirámides de Cochasqui,
y el volcán Atacazo o Ninahuilca, respectivamente, forma un ángulo de 36º, con respecto al
norte de la cuadrícula del IGM; un ángulo de 24º, con respecto al eje de orientación de las ciu-
dades nativas, y un ángulo de 9º, con respecto al primer eje. El tercer eje de alineación11 que
tiene como puntos de referencia norte-sur: el monte Jatunloma-Tabacundo, y el volcán
Rumiñahui, respectivamente, es paralelo al primer eje, y forma un ángulo de 26º, con respec-
to a la cuadrícula de la cartografía del IGM, y un ángulo de 15º, con respecto al eje de alinea-
10
Atraviesa los sigu-
ientes lugares: ción de las principales ciudades indígenas. Estos tres ejes, están atravesados perpendicularmen-
Loma te por otros ejes de referencia, en dirección este-oeste, quizás los más importantes; desde el
Gualaguincha,
Cashaloma, punto de cruce de los ejes norte-sur y este-oeste, se originan otros ejes en dirección de los pun-
Chuquiguada
(observatorio tos que señalan los solsticios, configurándose un perfecto sistema de alineaciones, donde se loca-
astronómico),
Yawirak, La lizan hitos geográficos de referencia o antiguos centros poblados, alineados perfectamente y a
Magdalena, distancias proporcionales, como se demuestra en el caso del eje: Jatunloma-Tabacundo-volcán
Chillogallo, y cerro
11
Niño Loma. Rumiñahui. Quedaría por indagar, que ejes de alineación corresponden al período Kitu, cuales
Atraviesa los sigu-
ientes lugares: al período Kitu-Kara, y finalmente los correspondientes al período Inka. Ver Mapa Nº 2.
Tabacundo, Otón,
El Quinche,
Yaruquí, Pifo, En cuánto, a la concepción simbólica del espacio, la dimensión de lo sagrado,12 es el núcleo
Itulcachi, y cerro
12
Urcu. aglutinador de todos los aspectos de la vida humana; para el indígena, el espacio/tiempo es un
Lo sagrado conlle-
va siempre un concepto complejo que esta íntimamente relacionado con la Pachamama; el espacio/tiempo,
sentido de
obligación tiene una dimensión sagrada y se reactualiza en el ritual, con el mito, el símbolo y con todas
intrínseco: no sólo las acciones de culto, que son el fundamento y el valor de su cultura. La visión indígena del
estimula la devo-
ción, la exige, no espacio/tiempo, mantiene una vinculación con lo sagrado que es la fuerza dinamizadora de
sólo induce a un
asentimiento int- todo; de esta forma, los cultos rituales, mitos, y símbolos, expresan cual es el sentido de la vida
electual, sino que
se interpone un y de la muerte, el concepto del ser humano y de las divinidades; la religiosidad es parte de la
compromiso emo-
cional. (C.Geertz.
vida humana y se la vive como experiencia de lo sagrado.
1973)
13
Fuerza sobrenatur-
al que emana Desde los albores del proceso civilizatorio, se eligieron ciertos lugares naturales, como cerros,
efectos extraordi-
narios y poderes montañas, rocas, cuevas, lagunas, fuentes o vertientes de agua, etc., que tenían alguna singula-
sobre el bien y el
mal, esta cuali-
ridad y poseían fuerza sobrenatural (Mana13), capaz de alejar el mal o atraer la buenaventura; de
dad es independi- ahí que los primeros adoratorios y templos que se erigieron en estos lugares se los considero
ente de entes
sobrenaturales sagrados. Los lugares de especial irradiación energética, a los que se les atribuía propiedades
determinados.
a.
Mapa 2.
a.
QUITO PREHISPÁNICO
153
14
La magia puede “mágicas”,14 equivalentes al concepto de “Mana”, que se refiere al poder o cualidad subyacente
clasificarse en
magia imitativa y en ciertos objetos y animales, adquieren un carácter sagrado. Así, las cascadas y vertientes de
de contacto; la
primera consiste agua, ciertas lagunas y cerros, y animales, como el puma, se les considera como poseedores de
en atribuir
propiedades idén- “Mana”, con extraordinarios poderes sobre el bien y el mal, siendo esta una de las razones para
ticas a objetos
más o menos revestirlos de un carácter sagrado. Posteriormente, se inventaron técnicas constructivas que sir-
parecidos” La vieron para levantar tolas o colinas artificiales y grandes pirámides,15 para adorar y ofrecer sacri-
segunda de con-
tacto funciona ficios a sus divinidades; así como centros sagrados, donde representan formas simbólicas que
cuando ha existi-
do relación tem- establecen las relaciones entre la comunidad, la Pachamama, los mitos de origen y prácticas
poral o espacial
entre algunas rituales, e informan de su manera de concebir y entender el mundo.
cosas, que con-
servan esta influ-
encia mutua.
15
Teocallis, en En este contexto, la palabra: waka, significa en kichwa, lugar u objeto sagrado, designa tam-
Centroamérica y bién divinidades telúricas, solares acuáticas, zoomorfas, etc.; representantes de los seres celes-
Tincullpas, en
Sudamérica tes, divinidades principales, son wakakuna. Pero también lo son divinidades menores, cuyo
16
El puma a diferen-
cia del tigre, tiene ámbito de influencia y culto es regional o local. Las achachilakuna, son los dioses lares meno-
color uniforme sin
vetas ni pintas; res, es decir los abuelos o antepasados; la forma más frecuente de representarlos es por medio
habitante de la
ceja andina, de unos montoncitos de piedra en ciertos lugares, generalmente cercanos a los caminos. En
mora en los bor-
des de los cuanto a los animales sagrados, figura el felino (jaguar, tigre o puma16), considerado como padre
grandes bosques, de la humanidad, en la mitología andina-amazónica; además aparece en las formas simbólicas,
trepando a los
árboles con como tótem17 y constelación estelar, realizándose diversos cultos rituales, adoptando su ropaje;
mucha facilidad.
17
Entidad natural, es constante su presencia, en el arte simbólico, en diferentes lugares y períodos culturales, de
generalmente un
animal, que es centro y sudamérica. Esta presencia universal explica su culto generalizado; los restos encontra-
objeto de culto
en ciertas dos en la región ecuatorial, remontan su presencia al período cuaternario, comprobándose que
sociedades y se
adopta como sólo el puma desafía todos los récords de latitud y altitud. Estas evidencias permiten suponer
protector. que el felino (jaguar o puma), es la más antigua divinidad selvática, de ceja de montaña y alti-
18
Todas las
naciones autóc- plano, razón por la cual se lo viene representando en petroglifos, en los objetos de cerámica,
tonas, tenían
como tótem al metalurgia, textiles, escultura, toponimia, antroponimia y centros sagrados; por lo cual, no cabe
puma, que fue
venerado por los duda que era considerado un animal sagrado.18
Kitu-Cara,
Puruguaykuna,
Cañarikuna,
Manta En el mundo indígena, la relación ser humano-Pachamama, viene a ser una coexistencia de tipo
Wankavilka, entre familiar, una compañía vivencial entre el terruño, las plantas, los animales, la gente; esta fami-
otras; incluso, la
veneración del liaridad integradora tiende a cristalizarse dentro de un perspectiva religiosa; se integra en la
puma dio origen
a un título de dimensión de lo sagrado (mitos rituales, símbolos), que permite hablar de los principios y fun-
nobleza: Kápak
apo guayac damentos de pensar y concebir el mundo; el mundo indígena, manifiesta en su interior lo sagra-
poma, (F.
Guamán Poma. do, cuando se rompe esa dimensión queda presa de angustia (como sucedió con la conquista
1987).
española); o cuando hay intromisiones de mundos extraños (como sucede en la actualidad, con
la proliferación de sectas que proclaman creencias y formas culturales ajenas), parece resquebra-
jarse y producirse un desequilibrio en su concepción mítico/simbólica; a pesar de este avasalla-
miento, los rasgos sustanciales de su cosmovisión, creencias sobre la Pachamama, prácticas
rituales y otros, prevalecen todavía aunque tiende a resquebrajarse por la influencia de la cul-
tura occidental.
Desde la visión indígena, el mundo es concreto, viviente, autentico, que es lo que permite mos-
trar al ser en toda su dimensión; los actos rituales y simbólicos, entran en la inteligencia direc-
tamente y nunca se olvidan; en este sentido, todo lo concreto, que se ve, siente, y palpa, es difí-
cil de olvidar y es manifestación de lo existente. Los símbolos que acompañan a determinadas
prácticas rituales están relacionados con las divinidades astrales y se presentan como el posible
fruto de interacción entre dominantes circulares inconscientes y elementos exógenos de origen
celeste capaces de reactivar con su presencia las pre-formas arquetípicas; en este sentido, hay
una estrecha relación entre culto y formas simbólicas, siendo obvio, que el símbolo establece la
comunicación entre lo material y espiritual, de ahí, su carácter sagrado. A propósito, del carác-
ter sagrado de los símbolos, su implantación territorial conlleva la sacralización del lugar,
dando origen al espacio sagrado, esta noción implica la idea de repetición de la hierofanía.
“Toda hierófania, sin distinción, transfigura el lugar en el cual ha acontecido una transforma-
ción extraordinaria: aquel espacio profano pasa a ser un espacio sagrado. Ahí en los espacios hie-
rofánicos tuvieron lugar las revelaciones primordiales; fue iniciado el hombre en la manera de
alimentarse, de asegurar la continuidad de su especie y de las reservas alimenticias. Por consi-
guiente todos los rituales de suma importancia celebrados dentro de los límites del área sagra-
da. Del centro de poder no son sino imitación y reproducción de gestos efectuados in illo tem-
pore por seres míticos. Por esto la noción de espacio sagrado implica la idea de repetición de la
hierofania primordial que consagró aquel espacio transfigurándolo, singularizándolo, en una
palabra, aislándolo del espacio profano circundante”. (Mircea Eliade 1981).
Es decir, el lugar o espacio sagrado, es el centro donde actúan las divinidades astrales, apare-
ciendo como una simbología unitaria, pues el símbolo visual, recrea la memoria histórico cul-
tural y alimenta la conciencia colectiva; en este sentido, el simbolismo de centro, -básico en el
planeamiento del centro sagrado de la ciudad indígena-, abarca las siguientes nociones:
A.- La de punto de intersección de los niveles cósmicos, o punto inicial y final del cruce de los
ejes donde gira el espacio / tiempo, allí habitan los representantes terrestres de los dioses, y es
QUITO PREHISPÁNICO
155
Los símbolos sagrados y el ritual, cumplen funciones específicas en lo que se refiere a relacio-
nar a la comunidad con lo sobrenatural y fortalece la identidad y estructura sociocultural de la
etnia o nación. Estos símbolos sagrados, trasmiten mensajes dirigidos a la totalidad del ser
humano, desempeñando un papel primordial en la vida religiosa de la comunidad. De la misma
manera, a través de los rituales se accede a lo sagrado y la experiencia religiosa, juega un papel
importante en la vida del indígena especialmente cuando se relaciona con la tierra, el agua, las
plantas, los animales. En el mundo simbólico se hace la verdadera síntesis global de la perso-
nalidad; lo simbólico expresa la comprensión intuitiva de una complejidad reducida a la senci-
llez del signo y el símbolo.
En este contexto, la concepción simbólica del espacio (centro poblado o ciudad), se fundamen-
ta en consideraciones de índole astronómica, y obedece a razones culturales, reafirmadas en la
predilección para crear un centro sagrado, para uso ritual festivo; la orientación, funcionali-
dad, y simbolismo del centro sagrado, esta representado por la imagen arquetípica del numen
tutelar. El centro sagrado, contiene en su interior los principales complejos de edificios desti-
nados a las divinidades estelares; alrededor de este lugar, en la zona administrativa, se organi-
zan las edificaciones administrativas; y finalmente en los bordes perimetrales, o contornos, se-
parados por sistemas de andenerías destinados a los cultivos agrícolas, están los ayllukuna, en
donde también habían adoratorios articulados al conjunto e ideografía cósmica de la ciudad.
Los centros sagrados indígenas, que en su entorno cuentan con la presencia de ríos, lagunas y
fuentes de agua, son lugares donde se representa al animal totémico objeto de veneración, por
la creencia que al estar representado por este, se atrapa su espíritu obteniendo su poder y efec-
tos benéficos. La construcción del centro sagrado, es un acontecimiento que involucra a toda la
comunidad, es una actividad, que culmina en el ritual mediante el cual se puede llegar a la ple-
nitud y vivir en paz con las divinidades tutelares. Dichos rituales que se realizan al interior del
centro sagrado, cumplen la función especial de cohesionar a los miembros de las comunidades,
reforzando su identidad y personalidad cultural.
Con los precedentes citados, y otros datos valiosos, provenientes de la arqueología, astronomía,
etnohistoria, etnología, lingüística (toponimia), mitología, etc.; la configuración territorial de
la primigenia ciudad de Quito, se sustenta sobre diez premisas que se detallan a continuación:
QUITO PREHISPÁNICO
157
Existen otros mitos o leyendas, recogidos por Luciano Andrade Marín, quién los publicó en el
diario Ultimas Noticias (16-XII-1940); el primero, hace referencia a la relación entre
Cochasquí y el centro poblado de Quito, teniendo como sustento el volcán Pichincha; este rela-
to dice Marín, le hizo en Zámbiza, un indígena de apellido Loachamín, , al sorprenderles en la
hacienda el paso de una estrella fugaz, al respecto dice: .....“estas chascas van siempre para
Quito, porque mis mayores decían que Quito no fue antes allí, sino en Cochasquí. Mi abuelo
decía, que los abuelos de él le habían contado que otros abuelos habían dicho que hace años,
años, y años atrás, ¡cuánto sería¡, vivía en Cochasquí un rey... y una noche vio en el cielo una
de estas chascas..... que caía para donde ahora es Quito. Que como era brujo entendió y dijo a
todos: esto no es un chiqui (mal augurio) esto es cushi (buen augurio) y tomando un huishi de
azúa (vaso de chicha) se durmió. Al despertarse dijo: tengo orden de sacar a todos de este pue-
blo y llevarlos a otra parte mejor, tráiganme una piedra de esas que caen del cielo y voy a tirar-
la con mi huaraca (honda) hasta donde avance.... parándose en un pucará (promontorio) y vien-
do para el Pichincha tiró con toda su fuerza la piedra que fue a caer lejos, al pie del cerro
Pichincha, saliendo chispas del sitio donde cayó... Salió con sus mujeres y sus familias a buscar
la piedra y la encontró enterrada como media vara en el sitio donde es Quito. El rey llevó toda
la gente de Cochasquí y asentó un pueblo”....
También existe una leyenda,20 que relaciona los cerros de Quitoloma y Pambamarca, cercanos a
Cochasquí, con Quito, hecho que efectivamente se da, en los trazados de las alineaciones del
asiento primigenio; dicha leyenda recogida en Cangahua, población cercana a Cochasquí, fue
relatada por la indígena Dolores Guaras, a su patrón Pedro Asero, morador del anejo Pucará, y
dice que la ciudad de Quito debió fundarse en Moyobamba, extensa hondonada situada entre
los cerros Quitoloma, ubicado al oeste, y Pambamarca, al noroeste de Cangahua, pero no lo
hicieron porque los canales de agua del Pucará se secaron. Entonces el inka lanzó una varilla al
espacio para establecer una ciudad en el sitio donde ella se clavara, la que fue a caer en el para-
20
Recogida por
je donde hoy se levanta Quito. Se decidieron además, a cambiar de lugar, porque la “zumba o
Aquiles Pérez y sumfa” ave parecida a la tórtola pero de pico más largo, anunciaba con sus cantos fúnebres un
que fuera publica-
da en la período de larga sequía.
Monografía de
Cangahua edita-
da por César
Augusto Tamayo. La otra leyenda relatada por Andrade Marín, y que la oyó contar a un campesino llamado Sixto
R. Descalzi. L Real Saavedra Padilla, natural de Machachi, al sur de Quito, relaciona al cerro del Callo, donde exis-
Audiencia de
Quito. Claustro en ten vestigios arqueológicos, el volcán Pichincha y el centro poblado de Quito; dice así:
los Andes. Pág.
22. Vol 1. Quito .....“entre el vulgo de Machachi y Latacunga era conocida la tradición en que antes de la llega-
1988.
da de los españoles un gran cacique de Pachusala subió al cerro de Callo, otero fruto de la excre-
cencia del cercano volcán Cotopaxi, y desde su cima tiró al norte una gran piedra que había sido
arrojada por dicho volcán, la que llegó al pie del Pichincha a más de sesenta kilómetros de dis-
tancia, donde el cacique fue a fundar una ciudad que llamó Quito”.
Finalmente se debe mencionar el mito recogido por el jesuita Annello Oliva (1598), quién lo
oyó relatar a Catari, un indígena del Collasuyu, muy entendido en leer los quipus o memoria-
les; la leyenda se refiere a Quitumbe como el fundador de la ciudad, pues luego de abandonar
Tumbes, pueblo eregido en honor a su padre Tumbé, subió a la sierra de Quito donde pobló
otro pueblo de su nombre; este relato podría interpretarse como una nueva fundación de Quito,
a partir de la llegada de olas migratorias procedentes de la costa del Pacífico, circunstancias que
daría lugar a la conformación del Quitu-Kara. Esta interpretación, es posible porque la recons-
trucción de los ejes de orientación astronómica desde el sitio donde se presume estuvo la ciu-
dad aborigen de Quito (plan comprendido desde las quebradas de Rumipamba y
Ulluguangayacu), teniendo como hito referencial el Yawirak (Panecillo), a la sazón, uno de los
principales templos y observatorio de la ciudad preinka, permite comprobar la relación existen-
te entre el volcán Pichincha, hacia el oeste del Yawirak; las pirámides de Cochasqui, los cerros
de Quitoloma y Pambamarca, en dirección norte-noreste; y el cerro del Callo (Pachusala), en
dirección sur, con lo cual, se comprobaría la validez de estos relatos. Ver Mapa Nº 3.
QUITO PREHISPÁNICO
159
a.
Mapa 3.
a.
todos los historiadores ecuatorianos, han determinado. Al respecto, en los relatos de las cróni-
cas (Cieza de León 1985), que hablan de la presencia de los inkakuna Tupak Yupanqui y Wayna
Kapak, posteriores a los inkakuna Huiracocha, y Pachakutik, se puede advertir, que hacen refe-
rencia a la ciudad reedificada por el inka Huiracocha.
Un hecho relevante, relativo al gobierno del inka Huiracocha, es que sucedió la aparición del
Hacedor del Universo: Illa Tici Uiracocha Pachayachachi, este importante suceso, que estaría
fechado aproximadamente hacia el año 1200, tiene una clara connotación astronómica que pudo
influir en la contabilidad del tiempo, y posiblemente en la presencia de los inkakuna en la
región ecuatorial; la versión de estos sucesos esta recogida por el cronista Pedro Sarmiento de
Gamboa quién manifiesta lo siguiente: ....“A este Atún Tupac Inca, estando una vez en Urcos,
pueblo que está poco más de cinco leguas del Cuzco al sureste adonde estaba la suntuosa dacha
del Ticci Viracocha, le apareció de noche el Viracocha. Y por la mañana juntando sus orejones
y entre ellos a un Haulpa Rimachi su gobernador le dijo como aquella noche le había apareci-
do el Viracocha y le había anunciado grandes buenas venturas a él y a sus descendientes. Por lo
cual congratulándoles Hualpa Rimachi le saludo llamándole ¡Oh Viracocha¡, y siguiendo los
demás, celebraron este nombre Viracocha, y con el se quedo todo el tiempo de su vida”.
(Sarmiento de Gamboa P. Cap. XXIV, pp. 80. 1988).
Por otro lado, en cuanto a la configuración física de la ciudad preinka, existen datos que cuen-
tan detalladamente los principales templos existentes, antes del gobierno Inka, identificándo-
se incluso el lugar donde estaban emplazados, a saber: “Hablar de todos (los templos), sería un
asunto tan dilatado, como poco interesante. Haré mención de los que fueron más célebres en
algunas de las provincias. La que propiamente se llamaba de Quito, tenía dos templos, a los dos
lados de la capital, fabricados por sus primeros Scyris. El uno dedicado, al sol y el otro a la luna
y estrellas, situados en dos correspondientes eminencias, con distancia de tres millas, según lo
he dicho otra vez. El del sol, que ocupaba el pequeño plano de la cumbre del Panecillo, era de
figura cuadrada, todo de piedra labrada con bastante perfección, con cubierta piramidal y con
gran puerta al oriente, por donde herian los primeros rayos del sol a su imagen representada en
oro....
Fue no obstante muy célebre este templo, por sus observatorios astronómicos adjuntos, a que
eran muy dados sus reyes. Se reducían éstos a dos bien fabricadas y altas columnas, a los dos
lados de la gran puerta, las cuales eran perfectos gnomones, para observar los dos solsticios, en
QUITO PREHISPÁNICO
161
que se hacían las dos fiestas principales del año. En contorno de la plaza del templo, estaban
otras doce pequeñas columnas, o postes de piedra, que indicaban los meses del año y cada uno
señalaba, con la sombra el principio del mes que le correspondía...... El templo fue magnífica-
mente reedificado por Huayna Capac y las columnas permanecieron intactas, hasta la entrada
de los españoles, quienes las deshicieron por buscar tesoros que juzgaban escondidos y por apro-
vechar las piedras labradas en otros edificios.
El templo de la luna, sobre la eminencia de San Juan Evangelista, era redondo, con varias tro-
neras, o ventanas redondas en contorno de las paredes, dispuestas de manera que siempre entra-
ba por alguna de ellas la luz de la luna a herir en su imagen, hecha de plata y colocada en medio.
Encima de ella correspondía un cielo formado de lienzos de algodón, de color azul, donde esta-
ban colocadas muchas estrellas también de plata. Tenía tantas fiestas y sacrificios al año, cuan-
tas eran los primeros días de la misma luna y se celebraban por todo aquel día, con músicas,
bailes y borracheras”. (Diversidad de templos, idolos y sacrificios en las provincias de Quito,
antes y después de la conquista de Huayna Capac. J. Velasco. Libro II. pag. 140-141).
Este testimonio permite deducir que el templo del sol, antes de la llegada de los Inkakuna, esta-
ba ubicado en el monte bautizado, por ellos, como Yawirak (Panecillo para los españoles), y era
el lugar desde donde se efectuaban las observaciones de los equinoccios y solsticios, en el perí-
odo del gobierno de los Scyris; la reconstrucción de dicho templo, admite el trazado de los prin-
cipales ejes de orientación cardinal, teniendo como centro precisamente al Yawirak.
En Chaupicruz, sector norte de la ciudad, donde hubo un monumento religioso; se han encon-
trado piedras biseladas; en Toctiuco, sector occidental, en las estribaciones del Pichincha, se han
encontrado vestigios de asentamientos humanos (Molestina M.C. B.A.H. Quito, 1973); en el
declive occiental del monte Itschimbia ….“En los terraplenes del nuevo hospital situado en el
declive noroeste del Itschimbia, se hallaron siete tumbas precolombinas. El sitio esta a poca dis-
tancia del lugar que en noviembre de 1911, el sr. José Rafael Delgado encontro una tumba rica
en objetos de oro, descrito en el opúsculo titulado el Tesoro de Itschimbia”. (Jijón y Caamaño
J. El Comercio, Nº 3978, diciembre 1917).
QUITO PREHISPÁNICO
163
En Guanguiltagua, área que corresponde al barrio Bellavista, frontero a Guapulo, sector orien-
tal, también se han realizado excavaciones (J. Jijón. 1920); determinándose que cumplía las
funciones de un Pukara, se encontraron 7 cercos de piedra, y al parecer, en la falda oeste, que-
daban los tambos. En Rumicucho, sector norte, también se ha localizado el Pukara de
Lulunbamba, (E. Almeida. B.C.E. Quito, 1999). En Cumbayá, sector oriental, se encontraron
vestigios arqueológicos en el sitio Jardín del este (Max Hule. 1918), que han pasado a ser parte
de la Colección Pallares. En San Carlos, se encontró un cementerio incásico; en la Florida, se
han localizado tolas; ambos sitios ubicados al norte de la ciudad. En cambio, al sur, en
Chimbacalle, están las llamadas canchas incas; y en Turupamba, por los vestigios encontrados,
22
Guapulo,
parece que aquí estaban emplazados los depósitos de alimentos y vituallas.
Guayllabamba,
Guanguiltagua,
Gualaguincha, Estos y otros vestigios, alrededor del centro histórico de Quito, testifican la presencia de nota-
Guaguila, bles asentamientos humanos, que permitieron la construcción de un centro de importancia
Guangal,
Guanguaca, ritual, que según las evidencias mitológicas, geográficas, arqueológicas, y astronómicas, estaba
Guamaní,
Guangopolo, localizado en las laderas orientales del murallón del Pichincha (Guagua y Ruku Pichincha;
Guajalo, Chuquiragua o Padre encantado), entre las quebradas Ulluguangayacu, al sur, y la quebrada de
Cotocollao,
Conocoto, Rumipamba, al norte. Precisamente, al pie de la quebrada de Rumipamba (hoy, urbanización
Cotogchoa,
Collacoto, ciudad metrópoli), donde presumiblemente estuvo el primer asentamiento de la ciudad, se han
Cocoto, encontrado abundantes vestigios arqueológicos (cerámica y muros de construcciones, que cer-
Luluncoto,
Oyacoto, tifican una sucesiva ocupación cultural), cuya datación esta por determinarse; sin duda, la pro-
Chimbacalle,
Chillogallo,
visión del líquido vital, y su localización estratégica, respecto a la comunicación hacia las regio-
Chilibulo nes oriental (Quijos, etc.), y occidental (Tsachilas, Chachis, etc.), fueron los principales factores
Pichincha, Calcalí,
Cochasquí, que incidieron en su conformación. Ver Mapa Nº. 3.
Sangolquí,
Pusuquí,
Ponasquí, Yaruquí, Por otra parte, abundantes topónimos22 con clara filiación a la lengua de los primitivos Kitus,
Quinche, Quijos,
Chahuarquingo, que tienen base Gua,23 Coto (Qutu), Calle (Calli o Cali), Qui, y perviven en las inmediaciones
Aunqui,
Añaquito.
de la actual área metropolitana, permiten ensayar, la posible área de ocupación de la nación pri-
23
Esta base, es el migenia. Además, el gentilicio con el que se denominaba a los nativos de Quito, era Quilacos,
rasgo más gener-
alizado de la al parecer derivada de la voz tsachila: Quela, que se traduce como puma o tigre.
lengua Kitu.
Lenguas
Indígenas del Al respecto, los Quilacos, se reputaban como hijos o adoradores del puma; el hábitat de este
Ecuador. La Kito o
Panzaleo. Gral. felino, se localizó, tanto en las laderas orientales del murallón del volcán Pichincha, como en
Luis T. Paz y Miño. las laderas orientales del monte Ilalo, donde incluso hay un lugar con la denominación de
1953.
Guangal, que recuerda al nombre del puma: Guagal o Guagar, en idioma de los nativos
Kañaris, Puruguay, y posiblemente Kitus. También existe una notable similitud, con el topó-
nimo y gentilicio Quijos, por la base Qui, que puede ser un indicio de su procedencia amazó-
nica, por lo que también puede rastrearse su significado en las lenguas de dichas nacionalida-
des.
A partir del punto de cruce (cima del Yawirak), de estas coordenadas norte-sur / este-oeste, los
hitos geográficos que señalan los equinoccios y solsticios, son: en dirección este-oeste (equinoc-
cios de marzo y septiembre): loma Alma lojana (3.000 m.s.n.m.); y loma Yuracyacu (3.452
m.s.n.m.), respectivamente. En dirección sureste-suroeste, (solsticio de diciembre), los hitos de
referencia son: el volcán Antisana (5.758 m.s.n.m.); y el monte Ungí (3.578 m.s.n.m.), respec-
tivamente. En dirección noreste-noroeste (solsticio de junio), los hitos de referencia son: el
monte Ilumbisí (3.013 m.s.n.m.), cerro Chinchín (4.000 m.s.n.m.); y el volcán Guagua
Pichincha (4.784 m.s.n.m.), respectivamente.
QUITO PREHISPÁNICO
165
24
Aquí, se encontró Además si trazamos al interior del ángulo intersolsticial de 47º (48º), los ejes que se correspon-
un enorme con-
junto de can- derían con los puntos del aparente recorrido anual del sol, hacia los trópicos de Cáncer y
chas, que en la
colonia se Capricornio, viniendo desde el noreste (monte Ilumbisi), al sureste (volcán Antisana), los refe-
denomino
Pillcocancha; ridos ejes que forman un ángulo aproximado de 8º, coinciden con los siguientes hitos geográ-
actualmente, el
lugar esta ocupa- ficos: cerro Cotourco (3.575 m.s.n.m.); cerro Pucara; monte Ilalo (3.185 m.s.n.m.), y cerro
do por las ciu-
dadelas: Andina; Ñunurcu (3.749 m.s.n.m.); cerro San Miguel (4.053 m.s.n.m.); en la parte noroeste-suroeste,
Pérez Pallares; y la los hitos geográficos están por determinar. Cada uno de estos hitos geográficos estarían seña-
Colina. La iglesia
de Chimbacalle, lando los correspondientes meses del año solar.
que también esta
en el sector, En cuanto al templo de la luna, ubicado en San Juan Evangelista, a 3 millas de la ciudad, duran-
parece indicar la
antigua importan- te todo este tiempo se ha creído que estaba, situado hacia el norte, en el sitio donde esta la igle-
cia del sector,
dicha iglesia, esta sia de San Juan; sin embargo, el propio San Juan Evangelista, se localiza, al parecer, en el sec-
situada en las
actuales calles de tor de Chimbacalle,24 donde esta un notable promontorio, conocido como Luluncoto
Pasochoa y
Llanganates, pre- (Lulunqutu, literalmente, promontorio ovalado), y principalmente el cerro Puengasí; en este
senta vestigios de lugar, es más probable la localización del mencionado templo, no sólo por su forma, sino debi-
piedras posible-
mente inkaikas en do a su ubicación en el eje este-oeste, del templo del sol, y con un ángulo de 5º, con respecto a
su zócalo.
25
El jesuita, Juan dicho eje, hecho que coincide con el movimiento de rotación de la luna, el cual tiene una dife-
Bautista Menten,
vino al país en la rencia de 5º 8’, con respecto al eje de la eclíptica, y requiere de un estudio concienzudo. En refe-
segunda presi-
dencia de García rencia a Luluncoto, en la colonia, paso a ser propiedad de los jesuitas, quienes establecieron una
Moreno (1870),
conjuntamente residencia o casa de retiro; aquí vivió en el siglo XIX, el jesuita Juan Bautista Menten,25 cons-
con Teodoro Wolf
y Luis Sodiro. J.B. tructor del observatorio astronómico, en el antiguo lugar denominado Chuquihuada, y conoci-
Menten era do después como Alameda, donde existen un churo y una lagunilla.
astrónomo y fue
el constructor del
Observatorio
Astronómico en el Con respecto a la ciudad Kitu-Kara propiamente, con la ayuda de la toponimia todavía exis-
sector de
Chuquihuada o tente se puede hacer una clasificación de lugares, para determinar su posible procedencia, en
la Alameda, orden a la base común de ciertas palabras, tales como: Tola (tierra amontonada en Tsafique),
curiosamente ubi-
cado en el lugar
del antiguo Ushnu
Carapungo, Lumibisí, Ilumbisí, Puengasí, Amagasí, Alangasí, Aloasí, Alabasí, Alpahuasi.
Inka; aunque Itchimbía (Itschimbisi); es notoria la terminación en sí, principalmente de montes cercanos a
también resulta
sorprendente que la ciudad, al respecto, se debe recordar que Pacsi, se traduce como luna y mes en idioma ayma-
el jesuita Menten,
vivió en el sector ra, precisamente algunos de estos montes son hitos de referencia para los meses lunares. De otra
ubicado en lo
que fue el templo parte, el límite de la ciudad Kitu-Kara, al parecer esta determinado por los topónimos
de la luna, de la
ciudad preinka, y Carapungo (Carapungu, traducido literalmente, como puerta de los Caras), dicho topónimo,
dono la existe tanto al norte de la ciudad, donde se localiza un importante centro poblado (parroquia
propiedad donde
vivió, a la
Congregación de
Calderón), como al sur, cercano a Cutuglagua, en el sitio el Belen, frente a Uyumbicho y al nor-
la Providencia y oeste de Tambillo, aunque aquí, no existe una población importante; estos dos lugares, están
de la Inmaculada
Concepción. localizados de manera equidistante, en relación al Yawirak.
En efecto, las coordenadas este-oeste de dicho eje, teniendo como punto de cruce, el sector de
Rumipamba (donde se localizan los vestigios arqueológicos), están orientadas por la loma
Pucara, aledaña al Tablón (3.175 m.s.n.m.), en dirección este; y el cerro Cóndor Rumi (3.995
m.s.n.m.), y el cerro Ingapirca (4.415 m.s.n.m.), en dirección oeste. A partir del punto de
cruce, de estas coordenadas norte-sur/este-oeste, los hitos geográficos que señalan los solsticios
y equinoccios son: en dirección este-oeste (equinoccios de marzo y septiembre): Pukara de
Guanguiltagua (2.991 m.s.n.m.); y loma Ingapirca (4.000 m.s.n.m.), respectivamente. En
dirección sureste-suroeste, (solsticio de diciembre), los hitos de referencia son: loma Pukara
(3.175 m.s.n.m.); y cerro Cóndor Rumi (3.995 m.s.n.m.), respectivamente. En dirección nor- 26
También se
este-noroeste (solsticio de junio), los hitos de referencia son: loma Campana Pukara (3.614 menciona, que
en cada parte
m.s.n.m.); y Pogyo pungo (3.400 m.s.n.m.), respectivamente. Como se puede colegir, en el o región del
entramado para el control del tiempo (calendario), casi todos los sitios remiten a la presencia cielo regía un
animal celeste,
de sitios con clara filiación inka. asi: oriente, anti,
jaguar;
poniente, cunti,
En otro orden de cosas, la orientación de los centros poblados, construidos durante el gobierno cóndor; septen-
inka, de acuerdo a los testimonios que se deducen de las crónicas y gráficos de autoría indíge- trión, chinchay,
puma o tigrillo;
na, esta definida por dos ejes, que tienen relación con los mundos: celeste y terrestre; en el pri- y mediodía,
mer caso, el cronista Garcilaso de la Vega, relata como estaba dividido el “imperio”, conforme colla, llama.
las cuatro partes del cielo:26 oriente, poniente, septentrión y mediodia, es decir que existían (Valcárcel L.
1920).
QUITO PREHISPÁNICO
167
hitos geográficos que señalan estas posiciones, de ahí la importancia de designar los cerros a la
redonda de la ciudad, como fue el caso de Quito y otras ciudades principales. El cronista
Fernando de Montesinos, cita los 4 cerros que están alrededor de la ciudad, en dirección de los
4 puntos cardinales, a saber: Oriente, Anakwarqui; Poniente, Wanakauri; Septentrión,
Karminka; Mediodía, Yawirak; la identificación de estos hitos geográficos, es de fundamental
importancia para determinar la orientación celeste y terrestre, así como, la división del espacio
(bi y cuatripartición) de la ciudad Inka.
En el segundo caso, el dibujo del Mapamundi del cronista indígena Felipe Guamán Poma de
Ayala, señala claramente dos ejes diagonales que forman las cuatro partes del mundo conocido,
a saber: Antisuyu (sureste-noreste), Cuntisuyu (noroeste-suroeste), Collasuyu (sureste-suroeste)
y Chinchaysuyu (noreste-noroeste); además un eje diagonal, señala la posición de la salida del
sol en el solsticio de diciembre (Sureste). En el mismo mapamundi, por las representaciones del
cielo, tierra y mar, se puede deducir un eje de orientación vertical que señala los tres mundos
conocidos, a saber: Anan Pacha (mundo celeste), Kay Pacha (mundo de aquí), y Uku Pacha
(mundo de abajo).
Replanteados dichos ejes en la ciudad, teniendo como dato cierto e irrefutable, al Yawirak o
Panecillo, se puede advertir, que su ubicación se corresponde con el eje norte-sur de orientación
celeste, es decir aquel que tiene como referencia el polo celeste; la identificación de las coorde-
nadas celestes, sirve para señalar la aparición, en el orto u ocaso, de determinadas figuras celes-
tes, en el transcurso de los principales acontecimientos solares o lunares. Por nociones de astro-
nomía básica sabemos que el eje terrestre o eje de rotación de la tierra, y sus correspondientes
coordenadas, están inclinadas (22º - 24º) debido a la oblicuidad de la tierra con respecto al eje
celeste; precisamente, la oblicuidad del eje de la tierra, es la causa de los solsticios y equinoc-
cios. Estas nociones que rigen cualquier tipo de orientación espacial, fueron conocidas por los
amawtakuna o astrónomos indígenas, encontrándose un sin número de evidencias, en el arte
cerámico, textil, metalúrgico y lítico, donde se representan estrellas de 8 puntas, que sin duda,
servían como instrumento para la orientación de los centros poblados y ubicación de los prin-
cipales hitos geoastronómicos, en la jurisdicción territorial de cada nación o confederación. Ver
Plano Nº. 1.
a.
Plano Nº. 1
a.
QUITO PREHISPÁNICO
169
La interrelación de los ejes de coordenadas que conforman las: saya (partes o sectores espaciales)
y suyu (regiones territoriales), orientados a una determinada figura celeste, determina con pre-
cisión el señalamiento de los sectores Anan y Urin Saya, con sus respectivos Suyu, en la ciudad
o centro poblado. De aquí se deduce, que a las regiones del Anti y Chinchay suyu, correspon-
den la parte Anan; en cambio, las regiones de Cunti y Colla suyu, se corresponden a la parte
Urín. Empeñados en determinar dichos sectores, con el auxilio de la información de las premi-
sas anteriores, hemos identificado, en primer lugar, los cerros correspondientes a las coordena-
das de orientación celeste; estos hitos geográficos registrados por el cronista Fernando de
Montesinos, que ya se ha mencionado, son las siguientes: en dirección del oriente, se localiza el
monte Ilalo (Illahalo), el cual se correspondería con el Anachuarqui (Anakwarki); en dirección
del poniente, el volcán Ruku Pichincha, y más concretamente el Chuquiragua, Padre
Encantado, el que se correspondería con el Huanacauri (Wanakauri); en dirección del medio-
día, el Yavirac (Yawirak); en dirección del septentrión, el sector, conocido antiguamente como
Cashaloma (actualmente sector El Inca, inmediaciones de la capilla Cruz loma y barrio Buenos
Aires, donde en la parte más alta se ha construido una moderna iglesia), que se correspondería
con Carminga (Karminka).
27
Identificados los hitos correspondientes a la orientación celeste, es posible señalar las coordena- Este nombre
CHUQUIGUADA,
das norte-sur / este-oeste terrestres, las cuales se corresponden con los siguientes hitos geográ- esta íntimamente
emparentado, con
ficos: en dirección norte-sur, loma La Marca (3.083 m.s.n.m.), y San Miguel de Cutuglagua, el del cerro
CHUQUIRAGUA o
respectivamente. En dirección este-oeste, monte Ilumbisi y cerro Negro, respectivamente. El Padre Encantado,
punto de cruce de las coordenadas celestes y terrestres, es el sector conocido antiguamente como localizado en el
sector occidental
Chuquiguada (actual sector de la Alameda), y que durante el período colonial estaba ocupado de la ciudad
(entre el Ruku y
por la iglesia de Santa Prisca. Precisamente en los terrenos que pertenecían a la mencionada Guagua
Pichincha) y la
iglesia, intersección de las actuales calles Vargas y Ante, se localiza el punto de cruce de las famosa con-
coordenadas antedichas. Este hecho confirmaría el testimonio del padre Juan de Velasco, acer- stelación de
CHUQUICHINCHAY,
ca de que los Inkakuna reedificaron el templo del sol u observatorio de Yawirak, dicha reedifi- el felino de oro o
relampagueante,
cación supuso el traslado del observatorio y Ushnu (lugar donde se concentra la energía, punto venerada por la
naciones aborí-
de cruce de los ejes celeste y terrestre) hacia el sector de Chuquihuada, la similitud de este nom- genes desde tiem-
bre, con Chuquipillaka, nombre con el que también se designaba al Ushnu, confirmaría la pre- pos remotos. La
base CHUQUI, es
sente tesis. En este lugar, a escasos 150 metros, siglos después, el jesuita J.B. Menten, construi- traducida como
lanza en kichwa,
rá el observatorio astronómico de la ciudad, queda la duda si fue una extraña coincidencia o lo pero su origen es
más antiguo y en
hizo con pleno conocimiento de causa. idioma Puquina,
de los primitivos
habitantes de la
En cuánto a los hitos geográficos que señalan las salidas y puestas del sol, en los equinoccios y cuenca del
Titicaca, se tra-
solsticios, hemos podido comprobar que en el equinoccio de septiembre (igual que el equinoc- duce como Dios
Padre (Padre
cio de marzo), el sol sale por la cresta del Ilumbisí, que esta al Este de la ciudad, y se oculta, encestral), lo cual
corrobora la tra-
tras la cima de la Libertad, en dirección del cerro Negro, al oeste. Hay que decir que el mura- ducción del cerro
llón oriental, cuyo punto más alto es el Ilumbisi (3.043 m.s.n.m.), el cual cerca la ciudad de Chuquiragua;
además este cerro
Quito, sirve para señalar los hitos de referencia astronómica, tanto del solsticio de junio (nor- sirve de referencia
astronómica
este), punta de Miravalle (2.901 m.s.n.m.); como del solsticio de diciembre (sureste), punta durante el
equinoccio de
Alma lojana (3.000 m.s.n.m.). Los respectivos hitos geográficos, para el registro del ocaso de marzo, pues
los solsticios son, en el solsticio de junio (noroeste), el volcán Ruku Pichincha (4.627 m.s.n.m.); señala el ocaso
del sol, y a las
y en el solsticio de diciembre (suroeste), el monte Yuracyacu (3.452 m.s.n.m.). Ver Plano Nº 2. 00.00 horas, por
este sector se
Ubicación de cerros tutelares de la ciudad e hitos geográficos de señalización de solsticios y ubica la con-
stelación de Orión,
equinoccios. que es parte de la
constelación de
Chuquichinchay.
Un dato muy valioso acerca de la constatación de la aparición de figuras celestes, es el registro En cuanto a
Chuquichinchay,
de la aparición de la constelación de Orión a las 00.00 horas del equinoccio de septiembre, por se debe recordar
que el felino mítico
el monte Ilumbisí, su aparición esta precedida de ráfagas centellantes y relámpagos, como se que aparece en el
dijo anteriormente, por este mismo monte, a las 6.00 horas a.m., aparece el sol. En cambio, en firmamento es
considerado el
QUITO PREHISPÁNICO
171
a.
Plano Nº 2
padre de la
humanidad.
Quedaría por
determinar la fil-
iación entre
CHUQUICHINCHAY
y PICHINCHA, la
base CHINCHAY, se
traduce como
tigrillo en kichwa o
también como
región cardinal. a.
el equinoccio de Marzo, la constelación de Orión a las 00.00 horas esta ocultándose tras la cima
de la Libertad, donde a las 18.00 se produce el ocaso del sol. Los datos etnohistóricos acerca de
la configuración estelar de la constelación del felino de oro o relampagueante, Chuquichinchay,
registran que la actual constelación Orión, forma parte de la cabeza, del felino sideral, de la
constelación indígena.
La asociación de todos estos datos, con aquellos deducidos de las costumbres y festividades in-
dígenas ligadas a estos acontecimientos, han permitido, desvelar la íntima relación que existe
entre los conocimientos cosmológicos y el carácter sagrado de la ciudad, cuyo arquetipo simbó-
lico, lo configuran deidades de índole telúrico, estelar y mitológico. En cuánto, al arquetipo
simbólico de la ciudad, presente en el Cusco, a más de los datos proporcionados por Garcilaso
de la Vega, el cronista Juan de Betanzos, atribuye a Pachacuti Inka Yupanqui, haber identifi-
cado la ciudad con el cuerpo de un felino; al final del exhaustivo relato que hace respecto del
proceso de reedificación de la ciudad, citada en la segunda parte, consigna el hecho siguiente:
...”Después de haber Inca Yupanqui dado e repartido la ciudad del Cuzco, en la manera que ya
habéis oído, puso nombre a todos los sitios e solares, e a toda la ciudad junta nombró cuerpo
de león, diciendo que los tales vecinos y moradores dél eran miembros del tal león, y que su
persona era la cabeza dél”. (Betanzos Juan de. Cap.XVII. 1968).
QUITO PREHISPÁNICO
173
Hay que recordar, que esta analogía a la figura del león, o para ser más exactos: el puma, feli-
no andino que desde épocas remotas es representado en las construcciones de pirámides y asen-
tamientos nativos, (Cerro Blanco Nepeña, Paramonga, en el Perú; Valle del Upano, en
Ecuador), pervive incluso hasta la actualidad en los Andes meridionales, en la organización de
los asentamientos de población (Comunidad Jesús Machaca, Departamento de La Paz, Bolivia);
dicha representación, es en realidad, la imagen mítica del felino creador de la humanidad, con-
siderado totem de los principales centros poblados, (Cusco, Quito,Tumipampa, hoy Cuenca).
En términos simbólicos, esta representación, como se ha hecho notar anteriormente se corres-
ponde, a su vez, con la constelación de Chuquichinchay, “el felino de oro o relampagueante”,
mediante la cual se reconstruye analógicamente el universo celeste, que rige los ciclos agríco-
las y las festividades rituales, es decir, el calendario agrícola-religioso.
afectaron la ciudad, y dice al respecto: .....“en el tiempo del gobierno del 7º inga Wirakucha,
cuyo nombre propio era Tupac Yupanqui, que goberno al finalizar el 6º sol, entrado ya el 7º sol,
después del diluvio. En su gobierno reventaron dos volcanes y hubieron grandes temblores de
tierra en la provincia de Quito; el un volcán esta frontero de Panzaleo, 5 leguas de la ciudad de
Quito. El otro volcán esta a la vista de los montes de Oyumbicho. Estando en Tomebamba, le
vino a visitar su hijo Tupac Yupanqui, que tenía su mismo nombre. (Cap. XXVII. Del inga
Tupac Yupanqui 8º inga, sucesor de su padre; Huayna Capac 9º inga... etc.)
De este relato, se deducen dos cuestiones fundamentales a dilucidar: primero, localizar al sur
de Quito, cuales fueron los volcanes que erupcionaron; y segundo, indagar en que fecha se pro-
dujeron las erupciones de estos volcanes, para luego homologarlas a las fechas de la presencia
del inka Huiracocha. En el primero caso, se establece que el volcán frontero a Panzaleo, es el
Cotopaxi, aunque también podría considerarse al volcán Quilotoa; por otro lado, el volcán a la
vista de los montes de Oyumbicho (Uyumbicho), sin duda es el Atacazo o Ninahuilca.
Identificados los volcanes, hemos procedido a indagar, la segunda cuestión relativa a las fechas
de sus erupciones, como el historial de estos volcanes registra algunas erupciones, interesa las
fechas de los eventos eruptivos, cercanas al gobierno del inka Huiracocha; para el efecto acudi-
mos al Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional28, donde se ha registrado que el
volcán Cotopaxi, tuvo una fuerte erupción, alrededor del año 1100, y el volcán Quilotoa, hacia
28
En el Instituto
el año 1150. En cuánto al Atacazo, su última erupción esta fechada hacia el año 2850 antes del Geofísico de la
presente, es decir hacia el año 850, aunque no se descarta que tuviera erupciones de menor esca- E.P.N., fuimos
la, que no han dejado vestigios, y que podrían coincidir con fechas cercanas al gobierno del inka atendidos gen-
tilmente por el
Huiracocha. sr. Daniel
Andrade, quién
nos proporcio-
Pertrechados de esta valiosa información, quedarían por dilucidar las fechas del gobierno del no los datos
inka Huiracocha y por consiguiente de su presencia en la ciudad de Quito; el mismo cronista que forman
parte del Mapa
Fernando de Montesinos (después corroborado por otros cronistas como: Pedro Sarmiento de Geológico del
Gamboa y Felipe Guaman Poma de Ayala), menciona que durante el gobierno del inka Cotopaxi (esca-
la 1.50.000),
Huiracocha, séptimo de esta dinastía y 96º rey peruano, se cumplió, el sexto sol después de la que bajo la res-
creación, entrando el séptimo. De acuerdo a los datos proporcionados por este cronista, el cóm- ponsabilidad
del profesor Hall
puto aproximado, sería: 5500 años después de la creación y 4500 después del diluvio. De otro y otros investiga-
lado, Pedro Sarmiento de Gamboa, establece que el inka Huiracocha, según sus datos octavo de dores, del
Instituto, esta en
esta dinastía, gobernó entre los años de 1184 al 1285, luego le sucedió el noveno inka Pachacuti preparación y
Yupanqui, que gobernó entre los años 1285 al 1388, a este le sucedió el décimo inka Topa en breve será
publicado.
QUITO PREHISPÁNICO
175
Yupanqui, que gobernó entre los años 1388 al 1455, después vino del gobierno del onceavo
inka Guayna Capac, que gobernó durante los años 1455 al 1515, y finalmente, el doceavo inka
Topa Cusi Gualpa Huascar, que goberno entre los años 1515 al 1532, fecha de la invasión espa-
ñola. Corroborando estos datos, Guaman Poma, establece la cronología siguiente: el octavo inka
Huiracocha, gobernó aproximadamente desde el año 1120; el noveno inka Pachacuti Yupanqui,
goberno hacia el año 1200; el décimo inka Topa Yupanqui, hacia el año 1400; el onceavo inka
Guayna Capac gobernó hacia el año 1490; y el doceavo inka Topa Cusi Huascar, hacia 1530.
Contrastando la información de las fechas de erupción de los volcanes, que tienen un margen
de error de más menos 50 años, con las fechas del gobierno del inka Huiracocha, se establece
con claridad, que la presencia de este gobernante en la ciudad de Quito, y consecuentemente la
fecha de la fundación de la ciudad inka, es alrededor del año 1200, lo cual viene a trastocar las
interpretaciones de la historiografía oficial.
Esta valiosa información que recoge los principios fundamentales de la planificación de las
principales cabeceras provinciales, existentes a lo largo y ancho del Tawantin suyu, sumados a
otros datos específicos sobre las edificaciones u otros pormenores30, que se realizaron en la ciu-
dad de Quito, sirven en la actualidad para recrear la organización de la ciudad y su entorno cir-
cundante. Para el efecto, con los datos de las tesis 4, 5, 6, y 7, se elabora el esquema de orien-
tación y localización de la ciudad, cuyos ejes norte-sur, celeste y terrestre tienen un ángulo de
23º 30’ ( 22º-24º), el uno respecto al otro; el eje celeste, de acuerdo a los datos recogidos obli-
gatoriamente tiene que pasar por el monte Yawirak, situado al sur celeste; esta importante refe-
rencia sirve para ubicar a los otros hitos geográficos tanto celestes como terrestres. La identifi-
cación de los puntos cardinales con sus respectivas coordenadas, e hitos geográficos, permite
señalar los solsticios y equinoccios.
El punto de intersección de estos ejes terrestre y celeste, es el Ushnu, lugar desde donde los
30
amawtakuna hacían las observaciones del movimiento aparente del sol y el correspondiente Dichos datos
han sido recogi-
registro de la aparición de las figuras celestes, en el cielo nocturno, en los solsticios y equinoc- dos exhaustiva-
cios, tanto en el orto como en el ocaso. También, el Ushnu, es el centro de referencia para la re- mente en el
libro: Quito, ciu-
creación del cosmos, uniendo virtualmente los ejes terrestre y celeste cuando una determinada dad milenaria.
figura celestial se encuentra en el zenith de este lugar. El centro de creación del cosmos en la Forma y símbo-
lo. Alfredo
tierra unifica simbólicamente el macro y micro cosmos, es decir los tres mundos que confor- Lozano Castro.
man la totalidad, representando lo que esta arriba (Anan Pacha), en el centro (Kay Pacha), y Coedición Abya
Yala / CIUDAD.
abajo (Uku Pacha). A partir de este centro se reconstruye topológicamente la figura celeste en Quito 1991.
QUITO PREHISPÁNICO
177
la tierra, lo cual reviste de sacralidad al lugar; el trazado de los asterismos que compone la figu-
ra celeste objeto de representación, sirve para señalar los principales templos de las deidades
tutelares, además se señalan las wakakuna o lugares sagrados a su alrededor, los cuales configu-
ran el calendario agrícola ritual.
En el caso de la ciudad de Quito, todas las evidencias permiten establecer que el Ushnu o
Chuquipillaka, estaba localizado en el sector conocido como Chuquihuada, intersección de las
actuales calles: Vargas y Antonio Ante, en donde conviene recordar que el jesuita Juan Bautista
Menten, a finales del siglo XIX, ubicó, a escasos 150 metros, el observatorio astronómico, que
subsiste hasta la actualidad. A partir de este punto de cruce de los ejes celeste y terrestre, se
pueden trazar las coordenadas que señalan los diversos hitos de orientación geoastronómica.
(Ver Plano Nº 2).
Este valioso testimonio certifica que la ciudad de Quito, en cuanto a su extensión, es el doble
que la ciudad del Cusco; si asumimos que la ciudad del Cusco, tiene una legua inka de exten-
sión, la ciudad de Quito tendría 2 leguas. En cuánto a las dimensiones de la legua inka, cier-
tos cronistas (Martín de Murúa), señalan que tiene una extensión de 1.5 veces más que la legua
castellana, la cual mide 4.2 km, es decir que la legua inka mediría 6.3 Km. Aplicado este valor
a la extensión de la ciudad de Quito, que conviene recordar es el doble que la ciudad del Cusco,
resulta que la extensión de Quito, es de 12.6 Km. Esta extensión, en sentido norte-sur, coinci-
de aproximadamente desde el monte Yawirak, hasta la antigua Cashaloma o Karminka, (Capilla
Cruz loma), los cerros tutelares de la ciudad, abarcando, el núcleo originario de la primitiva
Kitu (Rumipamba), al norte y el centro ceremonial Kitu-Kara, con su templo dedicado al sol:
monte Yawirak, al sur.
Por otro lado, según la información que persiste en la actual área metropolitana de Quito, es
posible ensayar el límite de la antigua marka o guamani (equiparable a distrito o cantón), así
por ejemplo se tiene el topónimo Guamani, que significa una extensión territorial, que abarca
diversos ayllukuna y llajtakuna, dicho topónimo esta al sur de la actual ciudad, y según nues-
tro parecer, estaría señalando sus límites; si trazamos un círculo teniendo como centro el Ushnu
y de radio, la extensión desde el centro hasta Guamaní, es posible abarcar el área de ocupación
de la antigua marka inka31.
Aunque no es el objetivo de este trabajo, es preciso destacar que quedaría por dilucidar si el
centro sagrado y su figura simbólica, que representaba al padre común o tótem, que según
nuestra suposición, estaría identificada en el firmamento con la constelación de
Chuquichinchay, (notesé la filiación con el nombre Chuquihuada), traducida como, el felino de
oro o relampagueante, estaba ya representada, cuando los inkakuna reformulan la ciudad. Todos
los indicios, apuntan que al parecer, estaba ya trazada, porque según los datos de F. Montesinos
al cumplirse 1100 años después del diluvio, gobernando Manko Capac (2º de este nombre), apa-
recieron grandes señales en el cielo, sucediéndose también dos eclipses de sol y luna muy nota-
bles, que el cronista relata de esta manera: ...”Al cabo de algunos años hubo dos cometas espan-
tosos, que se aparecían en forma de león o sierpe. Mando juntar los astrólogos y amautas el rey,
por haber sucedido dos eclipses de sol y luna muy notables; consultaron los ídolos y el demo-
nio los hizo entender que queria el ILLATICI destruir el mundo por sus pecados, y para eso en-
viaba un león y una sierpe, para destruir la luna. Y juntaronse entónces todos, mujeres y niños,
y daban grandes alaridos,y lloraban con muy lastimosos gemidos,forzando a los perros que los
diesen; porque decían que las lagrimas y suspiros de los inocentes son muy afectos al Supremo
31
Criador. La gente de guerra se puso a punto de guerra,y tañendo bocinas y tambores,tiraban Otros topóni-
mos son:
muchas saetas y piedras hacia la luna, haciendo ademanes de herir al león o serpiente, porque Pululahua,
decían que desta manera los asombraban, para que no despedazaran a la luna. Aprendían que si Sincholagua,
Casitagua,
el león y la serpiente hiciesen su efecto, quedarían a oscuras,y que todos los instrumentos del Jalilagua,
hombre y de la mujer serían convertidos en leones y culebras,y los usos de las mujeres en vívo- Lilagua,
Chuquiragua,
ras, y los telares en osos y tigres y otros animales nocivos”. (Montesinos Fernando de, pp.; 41. Cutuglagua,
1957). Guamani,
Uyumbicho,
Cumbayá,
Según los cómputos establecidos, teniendo como referencia el nacimiento de Cristo ocurrido Tumbaco,
Zambiza,
alrededor del año 2947después del diluvio, esta constelación apareció hacia el año 1847 antes Puembo,
de Cristo, es decir alrededor de 3851 años antes del presente. Esta época bien puede homolo- Pintag, Nayón,
Nanegal, Lloa.
QUITO PREHISPÁNICO
179
garse a la vigencia de una era cósmica, aunque previamente habría que identificar las constela-
ciones del zodíaco indígena32. De las constelaciones conocidas, que conformarían dicho zodía-
co, la constelación de Chuquichinchay, que esta conformada entre otros asterismos celestes, por
la conocida constelación de Orión, en la astronomía occidental, esta constelación aparece siem-
pre en el ecuador celeste y esta relacionada con los acontecimientos estacionales, siendo perfec-
tamente visible en el cielo de Quito, desde el mes de septiembre hasta el mes de marzo.
También hay otro dato referente a la aparición de determinadas figuras celeste en el período de
gobierno de Capac Yupanqui, (4º gobernante de la dinastía Inka), alrededor del año 1100 des-
pués de Cristo; dicho testimonio dice lo siguiente: ...”Al cabo de algunos años,parecieron en el
cielo dos cometas, uno de color de sangre y de la hechura de una lanza, y duró más de un año,
y aparecía desde media noche hasta casi medio día; el otro era del tamaño y hechura de una gran
rodela ,y apareciase en el mismo tiempo que el otro, y ambos al Poniente”. (Montesinos Fer-
nando de, Cap.XX, pp.; 87.1957).
Hay que indicar que lanza se traduce, en kichwa, como Chuqui, y rodela, como Tumi, palabras
curiosamente asociadas, tanto a la constelación de Chuquichinchay; como a la ciudad de
Tomebamba (Tumipampa), que en el diseño de su centro sagrado, representa precisamente a
dicha constelación. Finalmente hay que decir, que los Quilacos gentilicio con el que se conocía
a los habitantes de Quito, se reputaban como grandes adoradores del puma, e incluso existen
lugares con el topónimo similar a la denominación del puma en lenguas autóctonas: Guagal o
Guagar, por ejemplo, en las faldas orientales del monte Ilalo, hay un lugar con el nombre
Guangal (Huangal), otros como Guapulo, Guayllabamba, etc., permiten suponer que la forma
totémica de la ciudad de Quito tiene antecedentes preinkas, aunque estos gobernantes retoman
y recrean estas formas simbólicas de acuerdo a la concepción espacial nativa, según lo registran
las crónicas tempranas.
32
Datos recogidos
por el cronista
Anónimo.
Madrid 1965.
Juan Polo de
Ondegardo.
Lima 1917.
Bernabé Cobo.
Madrid 1965.
De este relato se deduce con claridad que las ciudades de primer orden o cabeceras provincia-
les, comprendían una gran extensión, que por otras referencia sabemos alcanzaban un períme-
tro cuadrado de cuatro leguas inkakuna33; el conjunto de la ciudad, se configura espacialmente
a partir de tres zonas, a saber:
El núcleo central; tiene una evidente significación simbólica y exclusivo uso religioso, siendo
el lugar sagrado de la ciudad, donde estaban emplazados los templos del culto estelar, los pala-
cios, casas y aposentos de los Inkakuna, sacerdotes y mujeres dedicadas a la preparación de las
correspondientes ceremonias y cuidado de los templos; así como, las grandes kanchakuna o pla-
zas para las celebraciones festivo-rituales. Este centro sagrado a manera de fortaleza, contenía 33
Una legua inka
un perímetro amurallado a través de terrazas, que como hemos podido comprobar en el caso de equivale a una
y media más
las ciudades del Cusco, Tumipampa (Cuenca), e incluso Quito, dibuja la figura de la constela- que la legua
ción del felino o puma considerado el tótem de las naciones indígenas. castellana, es
decir 6.3 Km.
QUITO PREHISPÁNICO
181
Zona Administrativa; situada alrededor del núcleo central, estaba formada por los barrios per-
tenecientes a las principales naciones, y que eran los encargados de pregonar los meses del año,
para la realización de las tareas agrícolas; y Zona residencial del común de la población, situa-
da bordeando esta zona, en las laderas de las colinas circundantes de la ciudad.
De acuerdo con estos presupuestos físico-espaciales, en una extensión de una legua (6.3 Km.,
12.6 Km., para el caso de Quito), la ciudad, se configuraba por complejos de edificios, y gran-
des kanchakuna para la celebración de las festividades rituales; cada conjunto arquitectónico
(templos o palacios, aposentos, depósitos, jardines, terrazas, acueductos, etc.), ocupaban áreas
extensas y constituían partes de la ciudad, a manera de pequeñas ciudadelas, conectadas con
grandes puertas, en cuyos dinteles de piedra, generalmente se esculpían figuras alegóricas y mí-
ticas, alusivas a motivos felínicos u ofídicos. Fuera del recinto sagrado, en la zona donde vivían
los administradores de la ciudad, estaban las grandes Kallankakuna, tampukuna y kullcakuna
de vituallas y alimentos. Propiamente, la estructura física de la ciudad, estaba constituída por
un patrón de asentamiento definido por los tupukuna (solares de 140x140 mts.), que podían
crecer mediante la agregación de múltiplos o submúltiplos. Los tupukuna, estaban interconec-
tados mediante chaquiñankuna longitudinales y transversales que constituían la trama viaria,
que comunicaba los distintos barrios y zonas de la ciudad; además, la perfecta alineación a tra-
vés de ejes viales, permitió la dotación de un sistema de drenaje y servicio de agua que para la
época representaba un notable adelanto tecnológico;
ción se evidencian los diagramas: ritual y mitico/simbólico; el primero ligado al sistema geo- 34
La aparición de
métrico, que dibujan las líneas de orientación, o ceques que señalan las wakakuna, posibilitan- la principal
constelación
do materializar el calendario ritual/astronómico; y el segundo, ligado al arquetipo simbólico, del zodíaco in-
de la figura mitológica o totem de la ciudad, la cual también esta formalizada, según princi- dígena, conoci-
da como Chu-
pios, que guardan íntima relación con conocimientos de orden astronómico. quichinchay, “el
felino de oro o
relampaguean-
te”, coincidía, al
X. TRAZADO DE LOS EJES DE ORIENTACIÓN ASTRONÓMICA DE LA CIU- parecer con
otra importante
DAD INKA, Y ANÁLISIS COMPARATIVO CON EL TRAZADO DE LA CUADRÍ- figura celeste
CULA DE LA CIUDAD COLONIAL asociada al cre-
ador universal o
hacedor de to-
Es también de sobra conocido el planteamiento de los teóricos del Urbanismo das las cosas:
Hispanoamericano35, quienes reinvindican como logro de la conquista española, la fundación de Illa T’iqsi Wiraqu-
cha. Estas figu-
ciudades, con su respectivo modelo cuadricular, modelo que tendría sus antecedentes en la cul- ras celestes, a-
tura occidental. Este planteamiento tiene entusiastas seguidores en el ámbito iberoamericano y nunciaban ritos
cósmicos y so-
principalmente entre los historiadores ecuatorianos, que no se cansan de repetir esta teoría; por ciales; en el or-
nuestra parte, hemos planteado36 que los orígenes del trazado cuadricular en las ciudades hispa- den cósmico in-
noandinas, no estaba suficientemente esclarecido, es más, dicho trazado tenía claramente una dican, el inicio
del período de
filiación indígena, pues los ejes de orientación de la ciudad nativa sirvieron de referencia para lluvias, de un
la conformación de la cuadrícula; en la presente investigación, hemos podido comprobar de nuevo año lu-
nar, y del cum-
forma fehaciente, que el trazado de la cuadrícula fundacional en Quito, tiene como referencia plimiento de un
el eje norte-sur de orientación celeste, alineado con el Yawirak, el cual dio origen a la actual ciclo estelar; en
el orden social
calle Vargas, y sus correspondiente calles paralelas y perpendiculares, que configuran el núcleo señalaban, la
histórico de fundación hispana. De la misma manera, el eje norte-sur terrestre, de la ciudad celebración de
determinadas
indígena, ubicado a 23º 30’ del anterior eje celeste, dio origen, a la actual avenida América, que festividades
igualmente sirve de referencia para el desarrollo de la cuadrícula en lo que sería el primer ensan- rituales.
35
Javier Aguilera
che de Quito (primera mitad del siglo XX). Existen otras avenidas o calles, en antiguos barrios Rojas, Joaquin
indígenas de la ciudad, o en pueblos indígenas cercanos, hoy convertidos en parroquias rurales Ibáñez
Montoya, y Luis
de la ciudad, cuya alineación coincide con los ejes norte-sur o este-oeste del trazado de la ciu- Moreno
dad indígena, que certifican nuestra tesis y que pueden ser fácilmente comprobados. Ver Plano Rexach.
Urbanismo
Nº 2. español en
América.
En síntesis, la organización territorial y conformación espacial de la milenaria ciudad de Quito, Centro
Iberoamericano
puede rastrearse a través de abundantes fuentes documentales y evidencias mitológicas, arqueo- de
Cooperación.
QUITO PREHISPÁNICO
183
Intillapa (rayo); creían que estas divinidades, regían la región del aire donde se hacen los nu-
blados que anuncian las lluvias, las tempestades, relámpagos, rayos y truenos. Por otra parte, se
sabe que el artífice de la construcción de los templos dedicados a las divinidades principales,
fue Pachacuti Inka Yupanqui, quien mando edificar los templos de Quishuarcancha, (Hacedor);
Coricancha, (el sol); y Chucuylla, (relámpago y trueno), no sólo en el Cusco, sino también en
todas las cabeceras provinciales; (Molina Cristóbal de, pp.; 59. 1989).
El repaso, de las tipologías edificatorias más significativas, ha permitido, bosquejar una pers-
pectiva arquitectónica de la ciudad inka; dicha perspectiva se configura, sobre andenes, terra-
zas artificiales, kanchakuna y complejos de edificios, en este sentido, casi todas las construccio-
nes están emplazadas sobre terrazas, extendiéndose sobre las faldas de la sierra, perfectamente
abrigada, en una longitud de una legua de su trazado. Sin duda, la topografía del lugar sobre
el que se asienta la ciudad, obligó a sus constructores a edificar sistemas de terrazas para obte-
ner planos horizontales donde levantar sus obras; un análisis exahustivo de la edificación inkai-
ka, revela las singulares características en su diseño y construcción.
Con estos antecedentes, sumados a las diez premisas, donde se demuestran los principios esen-
ciales que configuraron la ciudad de Quito, su reconstrucción espacial y de sus principales tipo-
QUITO PREHISPÁNICO
185
logías edificatorias, esta sólidamente fundamentada. Además de ello, hemos sido prolijos en
recoger una serie de datos provenientes de las excavaciones arqueológicas, realizadas al interior
de lo que nosotros consideramos la extensión de la ciudad nativa, es decir desde el Yawirak
hasta la quebrada de Rumipamba; así tenemos, que en el declive occidental del monte
Itschimbia, que se sitúa al frente de Chuquihuada, se encontraron diversas tumbas ricas en
objetos de oro y otros metales, así como, restos de un muro de piedra que se extiende de este
a oeste, por algo más de 50 metros, construido con cantos rodados. (Jijón y Caamaño J. El
Comercio, Nº 3978, diciembre 1917).
En el Yawirak (Panecillo), al lado sur se hallo un espejo cuadrado de obsidiana que esta en el
museo de la Escuela Politécnica Nacional (L. Andrade Marín); en San Juan, se han encontrado
piedras pulidas. (Museo L. Andrade Marín); en el sector de la Chilena, existían vestigios de
andenerías; al igual que en las laderas del Pichincha, donde estaban terrazas de evidente uso
agrícolas (P. Porras. 1980); en San Roque, hay evidencias de canales, cimientos de edificacio-
nes, y cerámica inka (J. Jijón); en el Tejar de la Merced otro tanto; en el colegio del Cebollar,
existen fragmentos de un muro inka, en la parte suroccidental; en El Placer, hay evidencias de
depósitos o kullkakuna; en la Chorrera, cimientos de un templo. Otros vestigios de construc-
ciones, se han encontrado en el antiguo Hotel Majestic, frente al monasterio de la Concepción;
en el Palacio arzobispal, (calle Chile), tumbas indígenas; en el Seminario menor (Alameda), un
cementerio inka; ni que decir, de la Tola baja y la Tola alta, cuya propia denominación, denun-
cia su construcción aborigen.
En cuanto a la presencia de muros de piedra de filiación inka, en las edificaciones del centro
histórico, Luciano Andrade Marín, es categórico al afirmar lo siguiente: “Podría decirse que casi
no hay convento o iglesia de Quito que no este superpuesto sobre alguna edificación... de los
aborígenes. Las gigantescas piedras básicas que hasta hoy soportan a esos edificios religiosos,
como a innumerables casas antiquísimas de nuestra ciudad lo confirman. En los llamados din-
teles bajos de muchas casas viejas de Quito hay piedras monolíticas largas de casi 2 metros que
son un claro vestigio de ese famoso monumentalismo petreo de los Incas”. El listado de los edi-
ficios religiosos con las características reseñadas es bastante extenso, pudiendo verificarse la pre-
sencia de vestigios de antiguas edificaciones o materiales de construcción en: Iglesia de San
Francisco (donde posiblemente estuvo, la residencia del gobernador); Iglesia de Cantuña; torre
de la La Catedral; Hospicio de la Caridad, en el flanco norte del Yawirak, donde había para-
mentos incaicos (M. Uhle); Iglesia de la Compañía; Iglesia de San Diego; Ermita de Illescas;
Iglesia de Santa Clara (posible residencia de las Acllawasi), donde se evidencia un muro inka,
al igual que en la Iglesia de la Merced.
En la Capilla del hospital San Juan de Dios, se han encontrado en los cimientos, construccio-
nes inkas (Agnes Rousseau); en el Palacio de Gobierno; en el Palacio municipal y otras casas
particulares; en suma, un recorrido por las calles Rocafuerte, Mejía, Flores y Cuenca, que abar-
can un perímetro de 33 cuadras, demuestra que la mayoría de edificaciones presentan vestigios
de antiguas edificaciones; sólo en las calles García Moreno, Cuenca, Mejía y Bolívar, un 92%
de los muros presentan en sus zócalos, o paramentos de fachada, evidencias de antiguas edifica-
ciones. Además se encuentran por doquier, piedras reutilizadas de las antiguas edificaciones
inkaikas, a saber: Iglesia de san Agustín; convento de Santa Catalina (Acllawasi, según L.
Andrade Marín); Iglesia de Santo Domingo; Iglesia de la Concepción; Carmen Alto; Carmen
Bajo; Colegio de los Sagrados Corazones; Colegio la Providencia; Colegio Juan Montalvo;
Escuela Sucre (Basílica), excavada por González Suárez; Casa del toro; Casa de Benalcazar;
Beaterio, entre otras.
Los templos indígenas, durante el período colonial, fueron sustituidos por edificaciones cristia-
nas (Iglesias, conventos y monasterios), las cuales, perennizaron la noción del lugar sagrado, que
pervive en el inconsciente colectivo indígena, lo cual quiere decir, que sus rasgos sustanciales,
aunque se han transmutado, no se han desintegrado ni eliminado. Al respecto, conviene recor-
dar el mandato del Sínodo de Quito (1570), que adoptando las disposiciones del Concilio
Límense (1551), ordena expresamente: “En nuestro obispado mandamos poner cruz a la entra-
da de los pueblos y junto a las iglesias imitando la loable costumbre de la cristiandad, y tam-
bién mandamos poner cruces en muchas huacas y adoratorios que hemos mandado destruir; en
las juntas de los caminos; en las camongas que son las cuentas de las leguas, en las entradas y
salidas de los páramos, en los nacimientos de las fuentes, en las lagunas y los cerros altos; por-
que generalmente en estos lugares son huacas y adoratorios de los indos” (Constituciones
Sinodales. Vargas José María. Quito 1945). La conjunción de datos permite proponer la recons-
trucción del trazado de la ciudad de Quito, el cual, a tenor de los testimonios recogidos, ten-
dría tres zonas diferenciadas con sus correspondientes edificaciones, a saber:
a). Centro Sagrado, donde estarían emplazados el templo de Illa Ticci Wirakucha, (posible-
mente ocupado por la iglesia Catedral); templos destinados a: Chuquilla (relámpago), Illapa
(trueno), e Intillapa (rayo), aunque requieren una indagación exhaustiva para saber, que tem-
QUITO PREHISPÁNICO
187
plos los sustituyeron, por ciertos indicios, tentativamente se conjetura que estarían ubicados en
la iglesia de San Agustín, Carmen Bajo y Santa Barbára. Los templos del sol (Intiwasi), luna
(Quillawasi), y estrellas, a tenor de lo que sucedió en la ciudad del Cusco, con el complejo de
Coricancha que los contendría, posiblemente lo ocupo la orden de Santo Domingo; un dato que
abona esta conjetura, es que cerca de Santo Domingo, esta el convento de Santa Catalina, donde
al parecer estuvo la residencia de las Acllakuna, mujeres escogidas encargadas del culto de los
templos de la ciudad. Otros templos como el Amarucancha, posiblemente estaba situado en la
actual iglesia de La Compañia; y el templo de Mullucancha, podría haber sido ocupado por la
actual iglesia de La Merced.
En cuánto a los palacios reales, por lo menor debieron existir tres complejos, los cuales fueron
mandados a construir por los inkakuna: Tupak Yupanqui; Wayna Cápac; y Atahualpa, respec-
tivamente; sobre los aposentos de Atahualpa, por datos recogidos por el cronista Alfonso de
Borregan, este complejo habitacional, debió estar a cargo de Rumiñahui, quién fue al parecer
el veedor de la región del Chinchay suyu, y tutor de Atahualpa, según mandato del inka Wayna
Cápac. Quedaría por establecer, donde estuvieron estos complejos habitacionales, así como, la
residencia de los sacerdotes (Vilaumakuna) y personas dedicadas a la preparación de las activi-
dades ritual-festivas. El Ushnu o Chuquipillaka (desde donde se realizaban las observaciones del
recorrido anual del sol), por las evidencias encontradas, estaría ubicado en el sector del
Chuquihuada (Alameda), iglesia Santa Prisca; aunque no descartamos que habría otro Ushnu,
ubicado en el sitio del Seminario mayor. En la configuración del centro sagrado, las kanchas y
terrazas para las celebraciones rituales tenían un papel primordial, una pista de donde estaban
ubicadas nos proporcionan las plazas o atrios de las iglesias, conventos, o monasterios de la ciu-
dad colonial, dichos lugares, más bien fueron producto del recorte de la antigua kancha o terra-
za, y sirvieron para albergar a la población indígena durante las celebraciones de los oficios reli-
giosos.
b). Zona Administrativa: en contorno al centro sagrado, era el lugar donde estaban emplazadas
las Casas de los cuatro gobernadores, en dirección de las cuatro regiones cardinales, a saber:
37
Antisuyu, Quingalimbo, pues ciertos datos lo señalan como señor del área de Chillo; Collasuyu,
También se
menciona o Soposopagua37, asi mismo los datos existentes lo señalan como señor de Sigchos, donde incluso
Tucomango, se refugio; queda por confirmar si los otros gobernadores citados: Rasoraso, y Nina, eran gober-
como señor de
Latacunga,
nadores de la región del Chinchaysuyu o región del Cuntisuyu, respectivamente. En esta zona,
aunque podría también estaban emplazadas, las Casas de recreo (Munaywasi); zoológico (Sankawasi), los baños
ser el mismo
y lagunas. Por las actas de Cabildo, sabemos que en el contorno de Quito, existían cuatro lagu-
nas: Añaquito, (construída o adecentada por Wayna Capac, actualmente parque de la Carolina);
en este sector se menciona la existencia de un tambillo (F. Guaman Poma), lo cual quiere decir,
que existían construcciones para el descanso de los viajeros; más al norte esta la laguna de
Cotocollao. Las otras dos lagunas son, la que estaban en: Chuquihuada (Alameda), más bien
pequeña, la cual talvez tuvo función de espejo astronómico; y Turupamba, al sur de la ciudad.
Los depósitos de alimentos y vituallas, Kollcakuna, algunos se ubicaban en esta zona y otros
cercanos a la zona del común de la población, para ser proveídos de los géneros correspondien-
tes; en los sectores norte y sur de la ciudad existen lugares con la denominación de troje, pala-
bra equiparable a depósito; así tenemos: Trojepamba, frente al campo de aviación, al noroeste
de la ciudad; y la hacienda Troje, al sur frente a Guamaní; en Turubamba, también se han
encontrado vestigios de construcciones que posiblemente sirvieron de depósitos. Finalmente, al
igual que el anterior equipamiento, los Tampukuna, algunos se ubican en esta zona, y otros cer-
canos a la zona del común de la población; los tampukuna, son lugares de descanso de los via-
jeros, pudiendo establecerse que alrededor de la actual ciudad, todavía perviven los topónimos
que dan cuenta de estos equipamientos, como Tamboloma, aledaño a Nayón, al noreste de la
ciudad; el citado Añaquito; Alpawasi al sur de la ciudad, y posiblemente otros en dirección del
oriente (Guanguiltagua) y la región yumbo. Por último, en esta zona, también debieron exis-
tir kanchas y terrazas, para pastoreo de animales y cultivos.
c). Zona del común de la población, es decir los Ayllukuna, que luego se convertirán en barrios
de indios y parroquias; por lo general ocupan un área extensa, alrededor de la zona administra-
tiva, donde también, se pueden encontrar los Pukarakuna, lugares de observación estelar, y las
Wakakuna, lugares sagrados que señalan determinados acontecimientos estelares; muchos de
los lugares sagrados, principalmente volcanes, cerros y lagunas, han sido recogidos en el traza-
do de los ejes de orientación astronómica. Ver Plano Nº. 2.
QUITO PREHISPÁNICO
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6. CONCLUSIONES
Indudablemente todavía queda mucho por investigar, tanto a nivel del entorno de la ciudad,
como al interior de la misma; en el primer caso, queda por reconstruir el mapa general de ali-
neaciones de los principales centros poblados, discriminando el origen de cada uno de ellos. Al
interior de la ciudad, en cambio hay que precisar el límite de la misma, toda vez que persiste
la creencia de que la antigua ciudad sólo comprendía los límites del actual centro histórico,
límites que ni siquiera se compadecen con la extensión de la propia ciudad colonial, que nació
con límites claramente establecidos a través de los ejidos, ubicados al norte y sur de la ciudad.
Producto de nuestras investigaciones, hemos propuesto que sólo el centro sagrado de la ciudad
indígena, comprendía desde las quebradas de: Rumipamba, al norte, hasta la quebrada de
Ulluguanguyacu, al sur; y desde el plan de las faldas del murallón del Pichincha, hasta los bor-
des del Itschimbia, laguna de Añaquito y pata de Guapulo, en sentido oeste-este. Es decir que
cualquier representación espacial, debe comprender esta área que cubre alrededor de 36 km2
(12 Km., de largo por 3 Km, de ancho). De otra parte queda por dilucidar, la ubicación exac-
ta de los templos indígenas y sus posibles relaciones con los asterismos de la constelación del
felino de oro o relampagueante, asignatura pendiente en mi quehacer investigador; sin embar-
go, en este trabajo, quedan claros los aspectos esenciales siguientes:
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