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LIDERAZGO JUVENIL EN LA REGION DEL BIO-BIO

Qué entendemos por liderazgo.

Para comenzar, quisiera definir el liderazgo como la acción de orientar y


encauzar las aspiraciones y deseos de un grupo humano. El liderazgo es, primeramente,
una acción, una actividad; de ahí que me parece muy pertinente el que estas jornadas se
centren en el liderazgo, en la acción de liderar, y no en la persona del líder. Me parece
particularmente asertivo hacerlo en este momento, en que contamos con muchos
dirigentes, autoridades o personas llamadas a ser líderes en muchos ámbitos, y que en
realidad no ejercen un verdadero liderazgo.

Por eso, quisiera puntualizar, con respecto al liderazgo juvenil, tres aspectos que
me parecen particularmente relevantes a la hora de evaluar esta actividad en la zona. Me
refiero a la diversidad del liderazgo juvenil en la zona, a la forma como surge y se
consolida la persona del líder y las perspectivas que el liderazgo debería tener para ser
positivo.

1. El liderazgo juvenil: Una realidad diversa.

Existen tantos liderazgos juveniles como grupos juveniles hay. Desde un curso
de Liceo a un grupo musical, desde las Juventudes de un partido político a las
comunidades juveniles cristianas; el liderazgo se diversifica y toma formas de acuerdo a
la realidad de cada grupo. A veces estará más centrado en el líder, a veces será más
horizontal, a veces tendrá componentes más teóricos y otras elementos más afectivos.
Es, por tanto, difícil precisar elementos comunes de liderazgo juvenil. Con todo,
intentaremos encontrar algunos elementos comunes:

 Lo afectivo y lo teórico. En la adolescencia y la juventud, el ser humano está


formando aquella personalidad que hará de él un hombre o mujer de tal o cual
forma. Es el momento en que la diferenciación de los mayores y la identificación
con un grupo de jóvenes determinado, constituyen dos elementos necesarios
para formar la propia identidad. Por ello, el liderazgo juvenil tiene mucho de
afectivo, de necesidad de identificación y de diferenciación, junto con elementos
teóricos que aportan al joven una visión del mundo y de la realidad, unos
símbolos y formas que van dando solidez a ese proyecto de ser humano que el
joven vislumbra para sí, aunque no vea muy en concreto cómo realizarlo. Es en
esta búsqueda donde el liderazgo realiza su mayor aporte.

 La identificación con el líder. Variando de un grupo a otro, siempre se da algún


grado importante de identificación con el líder y se busca, a su vez, que el grupo
ejerza cierto liderazgo frente a otros grupos. En la figura del líder y en el
liderazgo grupal, se busca ver encarnado el ideal propuesto, la imagen de ser
humano a construir que cada integrante del grupo lleva dentro suyo, la
demostración de que la realización personal y social es posible. De ahí lo
tremendamente importante que es en el liderazgo juvenil la confianza y la
sintonía entre él o los líderes y su grupo, y la profunda desazón que provoca la
desilusión frente a los líderes en quienes se confiaba o la traición al ideal grupal.

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 La pasión y el compromiso. Frente a los grupos juveniles y frente a sus líderes,
el joven muestra una realidad aparentemente contradictoria, aunque no lo es si se
considera su etapa de desarrollo, marcada por sucesivos ensayos de sí mismo y
su constante medición del grado de aceptación o rechazo que esa imagen de sí
mismo provoca en los demás. Estamos hablando de dos extremos que se dan
juntos en nuestra época y que marcan la forma de liderazgo que existe entre los
jóvenes. Se unen, por un lado, una pasión fuerte, que hace al joven adherirse con
toda el alma a aquél grupo o líder que parece llenar sus aspiraciones, y por otro,
un constante descompromiso que hace que la adherencia al grupo sea
constantemente revisada y a veces, dejada de lado. Es común ver, en esta etapa,
jóvenes que hoy son profunda y totalmente futbolizados, por ejemplo, y la
próxima semana vuelcan toda su pasión a una comunidad religiosa o a un grupo
musical.

2. La persona del líder.

Es antigua la discusión sobre si el líder nace o se hace y la reflexión anterior nos


lleva a la pregunta sobre cómo surgen y se consolidan los líderes juveniles. Desde mi
perspectiva, el líder es levantado por el grupo que deberá liderar, porque ve en él ciertas
condiciones positivas para el crecimiento de cada integrante, o porque encarna de
alguna manera el ideal que cada uno espera del grupo o de sí mismo.

Por lo mismo, las capacidades necesarias para el liderazgo variarán de acuerdo al


grupo del cual se trata. En un grupo de Hip-Hop, por ejemplo, el líder será aquél que
tenga más creatividad para componer rimas y hacer música o bailar, características que
no son necesarias al líder de un grupo de estudio de la Biblia, por ejemplo. Con todo,
hay ciertas características que debe tener todo líder, si de verdad pretende encausar las
aspiraciones de sus liderados y transformar la pasión temporal en compromiso
constante.

 Cercanía al grupo. Todo líder juvenil, debe buscar una cercanía a cada
integrante, con el fin de establecer los lazos afectivos e intelectuales y de
reforzarlos cada vez más, solidificando el compromiso y dando a los integrantes
una base firme para cimentar su personalidad y su proyecto de vida. Un
liderazgo lejano termina cortando los lazos y agotándose en la frialdad.

 Sintonía con el grupo. Existen una serie de aspiraciones grupales, no siempre


explícitas, que el líder debiera captar y conducir. Esta sintonía entre los objetivos
del líder y las aspiraciones del grupo y de cada individuo es lo que permite un
liderazgo sólido y duradero. Un liderazgo que desdiga los intereses grupales o
las aspiraciones individuales termina desilusionando y descomponiendo la
unidad grupal.

 Apertura a los otros. La conciencia de un “nosotros”, de una pertenencia, es


quizás el elemento más fuerte de todo grupo, particularmente de los grupos
juveniles. Por ello, existe el real peligro que este “nosotros” se vuelva un valor
absoluto, dando origen al sectarismo, o se identifique con la persona del líder,
provocando la absoluta fidelidad de los integrantes y el desprecio a los que no
pertenecen al propio grupo, al que no es “de los nuestros”. Ejemplos de un tipo y
otro hemos visto con particular frecuencia en nuestro país, como en el caso de la

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llamada “comunidad cristiana ecológica de Pirque” o los grupos Neo-nazis,
entre otros. Para evitar este peligro, el liderazgo debe ser ejercido en una actitud
abierta a los otros grupos, tolerante y fraterna, evitando la autoafirmación del
líder a través del grupo y el sectarismo. Recordemos que generalmente, el líder
juvenil es un joven tambièn, por lo que es parte del proceso de construcción que
el grupo va viviendo y sufre de las mismas carencias y necesidades de ellos.

3. Perspectivas.

Nuestra reflexión ya nos ofrece algunas luces para enfrentar la cuestión del
liderazgo juvenil en la zona. Con todo, me parece importante puntualizar algunos
elementos finales que permitan formular líneas de acción, tendientes a fortalecer los
liderazgos juveniles en la zona y hacer de ellos una herramienta para la participación
ciudadana y social de nuestros jóvenes.

Lo primero que quisiera señalar es la necesidad de la formación para aquellos


que están ejerciendo un papel de liderazgo. No se trata de hacer una “escuela para
líderes”, como si pudiésemos prepararlos y luego enviarlos a conquistar grupos
juveniles dispersos. Eso sería manipulación y no un aporte a un liderazgo verdadero. Se
trata más bien de captar aquellos liderazgos existentes en los grupos juveniles y dar el
apoyo teórico y material para que esos líderes puedan conducir de mejor manera el
caminar de aquellos que aceptan su liderazgo.

Lo segundo apunta a la necesidad de valorar el liderazgo juvenil. Es común ver


en momentos conflictivos como se subvalora al líder juvenil y se le considera uno más,
o se lo “ningunea” sin considerarlo un interlocutor válido. Lo vimos el año pasado en
los comienzos del movimiento secundario y lo hemos visto muchas veces, sobre todo,
los que hemos sido llamados a ejercer el liderazgo en el ambiente universitario. Muchas
veces, las autoridades de gobierno o incluso las fuerzas policiales, no atienden con el
debido respeto la importancia que los líderes juveniles tienen para sus grupos, y el
desprecio o agresión a los líderes comienza a generar un resentimiento social y
desconfianza hacia las autoridades que ha derivado muchas veces en violencia
generalizada o descompromiso social de los jóvenes. Si se quiere potenciar el liderazgo
juvenil hay que empezar a tomar a los líderes en serio.

Como tercer punto, quiero señalar la importancia de establecer canales reales de


participación para las organizaciones juveniles, que permitan a los jóvenes de la zona
manifestar sus inquietudes y encontrarse con respuestas reales y serias a esas mismas
inquietudes. Gran parte de la conflictividad que muestran los liderazgos juveniles
surgen de la inexistencia de canales reales y efectivos de participación y de solución a
las inquietudes juveniles. Sin esos canales, es obvio que la participación juvenil se
exprese muchas veces a contracorriente de las instituciones formales de la sociedad.

Para finalizar, quisiera recordar que la vida democrática, la participación


ciudadana y el compromiso social, nacen precisamente en esta etapa juvenil que hoy ha
captado nuestra atención, y será la buena o mala experiencia en este ámbito, lo que
ayudará o dificultará una sana convivencia e integración social de nuestros jóvenes. El
futuro y el presente del liderazgo regional, liderazgo constante en toda nuestra historia,
depende de la capacidad de la sociedad y de sus instituciones de comprometerse

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verdaderamente con los jóvenes, dialogando con ellos, y ocupando para ese diálogo los
canales y formas que los mismos jóvenes establecen para concretar sus aspiraciones y
deseos. Sé que no es fácil y espero sinceramente que estas reflexiones y las que nazcan
en otras instancias similares, sean un real aporte a la manifestación de un liderazgo
regional cada vez más firme, democrático y solidario.

José Johnson Mardones


Vicepresidente
Federación de Estudiantes
Universidad Católica de la Ssma. Concepción

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