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Los debates pendientes

Por Gabriela Diker

Estamos llegando al final de un período en el que el sistema universitario se ha


visto obligado a asumir, frente a las políticas de gobierno, una posición
defensiva. El ajuste presupuestario, la subejecución y el atraso en la
transferencia de fondos, el deterioro del salario de docentes y no docentes, el
achicamiento del sistema de becas de estudio, los ataques judiciales, el
avasallamiento de la autonomía y los ataques mediáticos, caracterizaron un gobierno
que se ha mostrado francamente hostil al sistema universitario. Unas pocas frases,
pronunciadas por los máximos referentes de la coalición gobernante en estos años,
son suficientes para sintetizar la concepción acerca de las universidades que
estuvo en la base de estas políticas. Hemos escuchado al Presidente de la Nación
preguntarse para qué queremos tantas universidades, decir que la universidad
gratuita es un privilegio y señalar a las universidades como un ejemplo de gasto
público excesivo e ineficiente, mientras que la gobernadora agregaba aquella frase
difícil de olvidar: que nadie que nazca en la pobreza llega a la universidad.

La expectativa de un cambio de signo político para el próximo período de gobierno


trae consigo la posibilidad de salir de la posición defensiva para recuperar el
camino de expansión que se vio interrumpido en estos años. Porque lo que está en
juego es otro modelo de país. El crecimiento económico, el desarrollo industrial y
la recuperación del trabajo requerirán un sistema universitario y científico
tecnológico amplio y sólido, que aporte el conocimiento, la tecnología y los
profesionales que necesita la Argentina para convertirse en un país más justo y más
igualitario.

Ahora bien, la experiencia de los años que terminan y la complejidad de los


procesos que será necesario encarar en adelante exigen que los universitarios y las
universitarias asumamos la responsabilidad de dar seriamente los debates que desde
hace mucho tiempo tenemos pendientes: la tensión entre la autonomía y los
requerimientos de desarrollo del país; la tensión entre la dimensión individual y
la dimensión colectiva del derecho a la educación superior; la articulación de las
universidades con la educación obligatoria y con el sistema científico, por el
otro; la revisión de los mecanismos expulsivos que siguen funcionando en nuestras
aulas universitarias; la discusión de las políticas selectivas que se proponen como
falsos atajos para asegurar calidad y eficiencia; la distribución del presupuesto
entre las distintas universidades sobre criterios objetivos, que atiendan al
desarrollo armónico del sistema universitario en todo el país y que terminen con el
ciclo de arbitrariedades que, aunque cambien de signo, se sostienen con cada
gobierno.

Como universitarios y universitarias que somos no podemos reducir nuestros


posicionamientos sobre temas complejos en consignas, ni eludir debates centrales
sobre el modo en que cumplimos con las funciones sociales que nos han sido
asignadas. La Argentina que se viene necesita de las mejores políticas
universitarias y es nuestra responsabilidad contribuir a definirlas. Espero que
estemos a la altura.

Gabriela Diker : Rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

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