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UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA“SAN PABLO”

UNIDAD ACADÉMICA REGIONAL COCHABAMBA


Departamento de Ciencias Sociales y Humanas
Carrera de Comunicación Social

Informe de exposición

Cristología

Brandon Iván Anaya Calvi


María Alejandra García Valenzuela
Edmundo López Arze
Alicia Rodriguez Maida

Cochabamba - Bolivia
Marzo de 2019
El reino de Dios anunciado a los pobres

El lago:
Forma alargada y murmullo de sus olas = Arpa (Hebreos). Le llamaban “arpa” o “Kinneret”.

Nombre común en tiempos de Jesús = Mar de Tiberíades o Lago de Genesaret o Ginnesar.

Judíos sentían demasiada veneración a este lago, ponían en los labios de Dios las siguientes
palabras: “Siete mares creé, pero me reservé uno solamente, el de Genesaret.

21 km. de largo x 12 km. de ancho; 60 km. de circunferencia aproximadamente; 170 km2 de


superficie. Profundidad oscila entre los 12 y 18 metros.

Ciudades: Cafarnaún, Betsaida, Magdala, Tiberiades y Tariquea. Todas estas apretujadas en la


costa occidental.

En tiempos de Jesús, la ciudad más destacada era Tiberiades: Construida por Herodes en honor a
Tiberio. (Dorado palacio de Antipas, Anfiteatro de blancos mármoles, baños termales de
Ammaus)

Tierra Fértil:
Tierra que rodeaba al lago era hermosa y fértil, sobre todo la de la costa occidental.

Flavio Josefo:
“Admirable es su índole y su belleza. El suelo es tan fértil que allí crecen toda clase de
árboles; su temperatura es tal y está tan bien proporcionada, que conviene a los árboles
más diversos, de suerte que florecen nogales, palmeras, olivos, higueras, viñedos.
Diríase que la naturaleza quiso juntar en ese rinconcito de Galilea los productos más
diversos, de suerte que cada estación puede reclamar esta región por suya propia”.

Tumbas de ciudades:
Buena parte de todas esas bellezas desapareció en los siglos pasados. La orilla del lago es
actualmente un cementerio de ciudades.

La misma fertilidad desapareció con la falta de cuidado de turcos y árabes.

El mismo lago está hoy casi abandonado.

No obstante, queda ese algo misterioso que el viajero no sabe si es el olor, el sabor, o su propia
nostalgia. Queda la certeza de que junto a aquellas orillas se inició la aventura más honda que
recuerdan los siglos. Y todo evoca páginas evangélicas: los pescadores cosiendo las redes, los
peces de ancha cabezota y gran boca en la que cabe una moneda, las colinas en las que él habló y
multiplicó los panes.

Los galileos:
Más importantes que los paisajes eran las personas. Características: más generosos, más
decididos, más nobles, más tercos, más sociables, a la vez que más fácilmente excitables. Terco
apego a la tradición y mayor apertura al contacto con los gentiles.

Habitantes de Judea los miraban con desprecio por su pronunciación. Pero sobre todo por su
modo de comportarse con los paganos.

Orgullosos de pertenecer al pueblo elegido. Al mismo tiempo, sentían un cierto complejo ante
los habitantes de Judea y una especie de temor reverencial hacia los sacerdotes.

La sinagoga:
La institución de la sinagoga tenía, en Galilea, una extraordinaria importancia. El galileo bajaba
al templo como era su obligación, pero no se sentía del todo a gusto en Jerusalén. Permanecía,
por ello, allí pocos días. ¿Qué hacer todos los demás sábados del año? La sinagoga era la
respuesta a su profunda religiosidad.

Dos tradiciones: Una artística que nos ha acostumbrado a ver a Jesús predicando al aire libre, y
otra teológica que ha convertido a la sinagoga en el símbolo donde Jesús venía a predicar su
mensaje.

La sinagoga era administrada por un “jefe de sinagoga”, el ​archisinagogo​, ayudado por el


hassán, u​ na mezcla de sacristán, pedagogo y tesorero.

No se practicaba realmente un culto, eran lugares de oración y de enseñanza y no precisaban, por


tanto, de sacerdotes propiamente tales.

Jesús la utilizaba para predicar.

¿A qué vino Jesús?


Jesús es la causa de Dios en el mundo. Se acabó el tiempo de espera. "Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 4:17).
El Reino de Dios como la verdad hacia la cual está orientado todo el evangelio.

El Reino de Dios
Antiguo Testamento: Dios como Señor, Consejero, Rey. Idea liberadora del pueblo sobre el
Mesías.
“Por todo ello, sólo con ese lenguaje Jesús podía lograr que sus contemporáneos le entendiesen.
El era la respuesta a esa «ansiosa espera» de la que habla el evangelista (Lucas 3, 15). Con ello
Jesús condividía no sólo los deseos fundamentales del corazón humano, sino también las
expectativas liberadoras de los suyos” (MARTÍN, 1987).

El Reino: Un nuevo orden de cosas


Se trata de un cambio en el hombre, en todo el hombre. Y no sólo en el «modo» de vivir de los
hombres, sino de un cambio en el «ser» del hombre, unas nuevas raíces, una nueva orientación
de todo su ser. una nueva historia, una nueva realidad y no una simple nueva apariencia o un
nuevo «sentido» solamente.

La importancia de nacer de nuevo: Creación de un nuevo hombre regido por distintos valores,
distinta forma de pensar y hacer. (Juan 3, 2-21 / Nicodemo)
Esta revolución abarca el interior y el exterior, lo espiritual y lo mundano, el individuo y la
comunidad, este mundo y el otro.

Dimensiones y características
Es un reino en este mundo y en el otro. En este es un campo de batalla y ya está en marcha.

Individuo y comunidad: no se trata de un cambio personal para la autosatisfacción o para


convertir el alma en una despensa almacenadora de virtudes. Es el mundo entero el que debe ser
cambiado. Redención individual y en comunidad.

Liberación de todo mal: “Aspira a una liberación de todo mal, de todo pecado. Y trae una
liberación que pasaba por la reconquista de la libertad política de sus conciudadanos, pero que no
caía en el ingenuo simplismo de confundir «la opresión» con «los romanos». Jesús no acepta una
sociedad dividida en clases de opresores y oprimidos y aspira a un reino de justicia donde los
derechos de todos los de los pobres y débiles en primer lugar— sean íntegramente
respetados”(MARTÍN, 1987)..

Un Reino «imposible» y cercano


Lo que Jesús propone como proyecto y tarea es algo que entonces parecía y aún hoy parece
inalcanzable. Habla del Reino con una buscada ambivalencia, con una mezcla de urgencia y
esperanza, anuncio de algo que ha de venir y que ya está viniendo, aunque, sin embargo, esté ya
en medio de nosotros.
Algo que vendrá después del Juicio Final. A su vez, algo que ya ha empezado a “nacer”. Proceso
en marcha: es un crecimiento (Mt 4, 26), una fermentación (Mt 13, 33), una búsqueda (Mt 18,
12), un brote (Mc 13, 4-30).
Jesús nos descubre —como dice Guerrero— que la esencia del hombre no está en lo que es, sino
en lo que está llamado a ser.
El Reino de Dios

● Ni Cristo, ni el Reino tienen el menor sentido sin el protagonismo de Dios ​: ​Jesús vaciado
de Dios, no es nadie, desaparece. Nada queda en pie de su mensaje.

● No hay un “Reino de Dios ateo” , ni un Reino con Dios en la sombra ​: ​Cualquier


planteamiento en el que Dios no ocupe el papel de protagonista, será todo menos el
“Reino de Dios” que anunció jesucristo.

Del Dios de los griegos al Dios de la Biblia:​

Existen tres visiones de Dios en los tiempos en que vive Jesús:

● El de la religión greco-romana: Cada vez que el griego se encuentra con una realidad
imponente, cada vez que se encuentra en el mundo algo grande y majestuoso, allí ve un
Dios.
● El de las religiones orientales y egipcio-babilónicas : Seguirá faltando visión de un
Dios personal, creador, amigo y compañero del hombre.
● El Dios del antiguo testamento: ​Frente al politeísmo de los pueblos que lo rodean, lo
característico de los hebreos es el monoteísmo, pero de un modo muy especial.

No es que los judíos descubran primero que hay solo un Dios y que luego encuentren que ese
Dios único es Yahvé. Al contrario: Ellos descubren primero a Yahvé en su experiencia y
cuando perciben su grandeza, concluyen que este es un Dios tan grande que no puede haber otro
más que él. No va de la unidad de Dios a su grandeza, sino de su grandeza a su unidad.

El Dios de Jesús​:

● El Dios de Jesús, es el que hemos visto, tocado y conocido en él, en Jesús. Porque
Jesús hizo mucho más que hablarnos de Dios. El mismo, su vida, su persona, se
constituyó en lugar de encuentro de los hombres con Dios.
● Dios es ternura, es solidaridad, que el Dios que ha aparecido en Jesús es el amor de
Dios a los hombres.
● Dios es quien está tan cerca de los pecadores como de los justos y que somete todas
las leyes al amor.

¿Y cómo es el Dios que Jesús muestra en sus palabras y obras y que ha de ser el protagonista del
Reino?

Jesús nunca hará disquisiciones sobre la naturaleza de Dios, mucho menos tratará de aportar
pruebas de su existencia o de su actuación en el mundo. Habla del Dios con el que convive. Dios
es alguien que es parte de su vida, toda su vida. Todo el pensamiento, todo el universo toma
sentido de la existencia de Dios y no a la inversa.

El Reino, Don de Dios:

● El Reino de Dios solo Dios puede darlo.


● La tarea del hombre está en creer en su venida, aceptar a este Dios que se nos acerca
como pura gracia y que es capaz de transformar nuestra historia y de abrir a los hombres
un futuro esperanzador.
● Al hombre le toca reconocer la llegada de ese Reino, acogerlo en su corazón y en su vida,
remover los obstáculos que en sí mismo existan para la llegada de ese Reino: El hombre
no debe trabajar tanto para que el Reino llegue, cuanto trabajar porque está llegando, lo
mismo que no sólo debemos esforzarnos para que la vida sea bella, sino precisamente
porque lo es.
● Jesús es radical en esto al proponernos como modelo para ingresar en ese Reino a los
niños: S​i no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (​ Mt
18, 2). Presenta al niño como un ejemplo de lo que debería ser toda actitud existencial
verdadera, una actitud en la que el hombre no gana su vida a fuerza de trabajo, tensión y
lucha, sino donde la recibe como un don, con alegría confiada.

Un Reino para el hombre

● Si el Dios del Reino es un “Dios para el hombre” , el Reino de Dios es un “Reino para el
hombre”
● Jesús no viene a rebajar al hombre, si no a volverlo más hombre. No a esclavizarlo si no a
volverlo libre.
● Según Jesús sólo cuando el hombre acepta a Dios como único Señor y lo acoge como
origen y centro de referencia de toda su existencia, puede este alcanzar su verdadera
dignidad.
● Sólo desde Dios descubre el hombre sus verdaderos límites y la grandeza de su destino.
Sí, el hombre en el Reino es más hombre. Y encerrado y limitado a sí mismo no se vuelve
más libre, sino menos hombre.

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