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LA UNIVERSIDAD INSTITUCIÓN SOCIAL FORMADORA DE CIUDADANIA

CINDY DANIELA SABOYA LÓPEZ

UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA

DERECHO

CATEDRA NEOGRANADINA

2017
Las universidades como centros de enseñanza superior deben estar encaminadas en la búsqueda no

solo de competencias académicas, imprescindibles para el crecimiento de un país, sino también en

la búsqueda de formación de ciudadanos responsables, que se interesen por las necesidades de su

entorno físico y social, que participen activamente de las decisiones colectivas que competen su

responsabilidad civil y que sean conscientes de su papel dentro de la comunidad. Para ello, es

necesario que las instituciones universitarias desarrollen programas y parceladores

complementarios para desarrollar las competencias tanto académicas como ciudadanas de los

nuevos actores sociales.

Hay dos perspectivas para ser ciudadano, una implica el poseer un sentimiento de pertenencia a

una comunidad política y la otra es obtener un reconcomiendo de esa comunidad a la cual se

pertenece, la pertenencia y el reconociendo conlleva a ser sujeto de deberes y derechos (Berlin,

s.f.), dicho esto, es importante entender que los nuevos actores sociales, aquellos jóvenes

bachilleres que están en la construcción de proyectos de vida, deben ser guiados en el

entendimiento de su futuro actuar social que les va permitir no solo el goce de los beneficios del

reconocimiento de su ciudadanía, sino también es importante concienciarlos que la ciudadanía

también conlleva a deberes de todo tipo, sociales, económicos, políticos, culturales y que de la

forma en que cumplen sus deberes, habrá repercusión en esa comunidad política a la que se

pertenece.

La guía, que anteriormente se menciona, se debe realizar a través de la educación según Rodrigo

Cabrera (Cabrera, 2011), la educación se puede dividir en 2 grandes conceptos, la heteroeducación

y la autoeducación. La primera, es entendida como el proceso educativo impuesto en la que la

persona es formada, bien sea por la familia, la sociedad o el estado. La segunda se refiere a la
determinación autónoma de formarse, es decir, el individuo busca el conocimiento y la información

para integrarla a su propio saber, lo ideal es que ambos lineamientos se complementen para que su

proceso educativo le otorgue al individuo los medios necesarios para su formación y se establezca

el conocimiento como una herramienta para la vida. En esta perspectiva, la universidad debe llevar

al individuo de una autoeducación, que de la capacidad de tomar decisiones libres, regidas por las

normas y valores morales que como persona y ciudadanos debe tener.

Por lo anterior, es necesario reevaluar y redefinir los objetivos primordiales de las universales, las

funciones que la sociedad le ha asignado, le ha dejado de asignar, o nunca le ha asignado, pero lo

más importante es restablecer el vínculo entre la educación superior y el desarrollo social y

humano. “El ideal de las universidades ha sido construido en torno al conocimiento como

propiedad de la comunidad, cuyos valores centrales corresponden, primero, a la posibilidad de

transmitir el conocimiento; segundo, la posibilidad de producirlo o ampliarlo y tercero, a la

posibilidad de beneficiarse de él" (Montemayor, 2006). El objetivo último de las universidades

debería limitarse al cumplimento de su misión institucional asegurando la enseñanza, formación e

investigación de calidad que preste servicios a la comunidad; lo cual requiere que se unifique la

visión social y la perspectiva que se tenga de ella, con competencias de gestión eficaces. La misión

de la educación superior se debe soportar entonces en el concepto de responsabilidad social, el cual

debe ser reforzado a través el dialogo de todos los actores universitarios, pero en especial entre

docentes y estudiantes.

Las competencias, entendidas como un saber hacer en conciencia y en contexto, le permiten al

individuo que las desarrolla, comprender los problemas que lo rodean y asimismo le ayudan con la

consecución de soluciones adecuadas, aplicables a una situación particular. Por lo tanto las
competencias se desarrollan de forma diferente para cada situación y momento, lo que obliga a las

personas tener en cuenta su contexto al tiempo, modo y lugar. El sistema educativo en Colombia

propone la formación en competencias ciudadanas, con el fin de formar un ciudadano participativo,

respetuoso por los derechos del otro, evitando la diferenciación de raza, género o color, un

ciudadano para la convivencia. Lamentablemente, la formación en competencias ciudadanas que

se imparte en muchas instituciones de enseñanza superior es bastante limitada, dejándola a criterios

de docentes de ciencias sociales y humanas o a los representantes estudiantes como mediadores de

conflictos y representantes de los intereses de los estudiantes.

De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional, se establece que para la formación ciudadana

es indispensable adquirir algunos conocimientos específicos, pero también ejercitar diferentes

competencias ciudadanas como las cognitivas, las comunicativas, las emocionales y las

integradoras. Las competencias cognitivas; hacen referencia a la capacidad para realizar diversos

procesos mentales, fundamentales en el ejercicio ciudadano, por ejemplo la habilidad de identificar

las diferentes consecuencias que tendría una decisión. Las competencias comunicativas son las

habilidades necesarias para establecer un dialogo constructivo con las otras personas, como la

capacidad de escuchar los argumentos ajenos y comprenderlos, a pesar de no compartirlos. Las

competencias emocionales son la necesarias para la identificación y respuesta constructiva ante las

emociones propias y la de los demás, capacidad de reconocer los propios sentimientos y tener

empatías; y finalmente las competencias integradoras que articulan la acción mismas de las demás

competencias (MEN, 2004), como por ejemplo la capacidad de manejar un conflicto pacífica y

constructivamente, esta acción requiere de la ejecución de las demás competencias para la

consecución de un resultado exitoso, que no dañe las relaciones civiles que se comparten en una

comunidad, así sea escolar, o dentro de la sociedad.


Las universidades deben comprender la importancia que tienen como entes de responsabilidad

social, pues sus egresados no solo se están educando para el ejercicio de una profesión, sino

también como ciudadanos responsables del futuro social. Es necesario por ello, que los programas

universitarios estén enfocado a crea r ciudadanos activos, es decir, que no solamente se busque la

formación en conocimiento, sino también se establezcan espacios para la compresión y el

desarrollo de conductas que permitan la convivenvia en comunidad y la observancia de la ley,

asimismo es necesario que las universidades promuevan el desarrollo de actividades de

participación que permitan asumir posiciones críticas, el debate con argumentos sólidos y la

proposición de nuevos modelos y procesos democráticos, que permitan la construcción de una

nación democráticamente fortalecida que evite la intervención de la violencia.

“En la formación de profesionales universitarios se debe superar la ética de la conveniencia

personal, de lo superfluo e inmediatamente exitoso, y entrar en el mundo de la ética de la

convivencia democrática, pacífica y respetuosa del otro y de la diversidad; esto es, una ética basada

en el compromiso con la justicia y la equidad. En la búsqueda de este cambio, el elemento clave

no es el conocimiento del deber ser y de la normatividad impuesta, sino un ejercicio de la

reflexividad sobre lo relativo de los principios y valores en la cotidianidad” (Rendon, 2012).

Debido a lo anterior, el papel del docente es fundamental, pues son ellos los quienes están en

constante relación con los alumnos, su función no consiste entonces en guiar, aconsejar o restringir,

por el contrario, el docente debe asegurar una educación para la vida, de modo tal que el aprendizaje

que los alumnos obtengan estén conectados con el entorno social y tengan una proyección futura.

Para alcanzar lo anterior, es necesario que los decentes cambien su papel protagónico como

poseedores únicos de contenidos y conocimientos, y centren sus esfuerzos de enseñanza en facilitar


el desarrollo de competencias tanto académicas como ciudadanas y estimular el aprendizaje

autónomo, base para el actuar social responsable y consiente de todos los ciudadanos del futuro.

Para concluir, la sociedad de hoy nos ha demostrados que se necesitan la formación de ciudadanos

que estén comprometidos con el desarrollo responsable y democrático de la comunidad que los

rodea, por lo tanto es necesario que las instituciones de educación superior, en miras de cumplir

con la responsabilidad social que poseen como formadoras de los ciudadanos del futuro, se

interesen en la búsqueda del desarrollo académico y ciudadanos de sus alumnos, implantando

programas que permitan la consecución de competencias ciudadanas que serán la base de

formación de ciudadanos responsables, que lideren el desarrollo de una nación democráticamente

fortalecida, necesario para los tiempos de post conflicto que se avecinan. Igualmente, la

participación del docentes es vital en este nuevo enfoque de enseñanza, pues de ellos depende

impartir las actividades necesarias para generar resultados de ciudadanos consientes que fácilmente

reconocen y desarrollan una educación autónoma.


Bibliografía
Berlin, F. U. (s.f.). www.lai.fu-berlin.de. Obtenido de http://www.lai.fu-berlin.de/es/e-
learning/projekte/frauen_konzepte/projektseiten/konzeptebereich/je_ciudadania/contexto/ind
ex.html

Cabrera, R. (10 de Abril de 2011). Pedagogia Contemporanea, Heteroeducación y Autoeducación.


Obtenido de http://rodrigocabrera.blogspot.es/1317757024/

MEN. (2004). mineducacion. Obtenido de http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/articles-


75768_archivo_pdf.pdf

Montemayor, C. (2006). Las Humanidades en el Siglo XXI y la Privatización del Conocieminto. Nuevo
Leon: Biblioteca Universidad Autonoma de Nuevo Leon.

Rendon, m. (2012). Las Convivencias y Las Competencias Ciudadanas en la Universidad. Uni-


Pluri/versidad, 58 - 72.

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