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ÍNDICE
Agradecimientos ................................................................................................................ 9
Introducción .................................................................................................................... 11
ARISTÓTELES
Política (c. 325-324 a.C.)
L A UT I L I DAD SOC I AL
U(B)=(IA-BI+IB-BI+IC-BI)=(1 + 0 + 2 ) = 3 .
A B C
NOTA: N = 3 votantes: A, B, C.
Las leyes que establecen los derechos de sufragio son fundamentales para
el gobierno democrático.
MONTESQUIEU
Casos:
C OMUN AS, P AR L AM EN T OS Y C OL ON I AS
Las comunas italianas. Durante el siglo XII las ciudades del Norte de Italia,
lideradas por sus cónsules, se hicieron autónomas del Emperador y de las
autoridades de la Iglesia. Génova, Pavía, Pisa, Siena y otras muchas comunas se
organizaron en torno a la Asamblea de todos los ciudadanos o «arenga». La
Asamblea aprobaba el nombramiento del Consulado por aclamación, un proce-
dimiento próximo a la unanimidad, o por elección indirecta. En la segunda mitad
del siglo XIII se amplió la participación del pueblo. En ciudades como Génova y
Bolonia, los participantes habituales en las Asambleas populares ascendían
a cifras entre 7.000 y 8.000, lo cual es equivalente a la mayoría de los varones
adultos, aproximadamente un 15 por ciento de la población total. (Cálculos del
autor con datos de Valey, 1988: 33ss.; y Hyde, 1973: 115.)
En el caso de Venecia, la elección del Duque (Doge) por el pueblo data de
697. Durante casi quinientos años, los poderosos Duques fueron elegidos por la
Asamblea o arenga formada por «una gran inclusión de altos, medios, bajos y
otros muchos venecianos» (majores, mediocres, minores et magna Ventorum en-
globatio; Wiel, 1895). Desde 1172, la Asamblea general del pueblo eligió indirec-
tamente el Gran Consejo (habitualmente compuesto por unos 1.000 o 1.500 hom-
bres de más de 30 años de edad), el cual se convirtió en la autoridad suprema, y
el Senado.
A medida que los poderes del Duque fueron restringidos, dejó de ser elegido
popularmente y empezó a ser nombrado por el Gran Consejo. Para ello, éste
adoptó un procedimiento cada vez más complicado con hasta nueve estadios de
votos aprobatorios y loterías que fue concebido con el propósito de hacer inviable
el voto insincero y otras estrategias manipuladoras. Desde el siglo XIII al XV, la
Asamblea del pueblo tenía que ratificar la elección del Duque por el Consejo.
Desde el siglo XIII hasta 1789, los cargos electos incluían los magistrados, los
procuradores, los abogados y un Gran Canciller. «La República se fundaba en una
política de compromiso, conciliación y consenso... la República patricia dio a
Venecia 500 años de paz y estabilidad interior» (Finlay, 1980, Lines, 1986).
En Florencia, las formas republicanas de gobierno, incluida la elección de los
gobernantes, existieron durante más de doscientos años desde finales del siglo
XIII. Durante el primer período republicano, que se extendió de 1291 a 1433, la
Asamblea del pueblo estaba formada por los residentes mayores de 25 años de
edad que hubieran pagado unos impuestos locales mínimos. Este criterio producía
Asambleas con más de 6.000 votantes, lo cual era equivalente a un 15 por ciento
del número total de habitantes de una ciudad con muchos jóvenes e inmigrantes,
y sin duda incluía una mayoría de los varones adultos. (Cálculos del autor con
datos de Najemy, 1982, y Brucker, 1977: 252; 1983: 133.)
El gobierno de Florencia estaba organizado en torno al Justicia (Gonfalo-
niere) y otros ocho miembros de la Señoría. Éstos eran elegidos mediante un
complejo sistema de voto aprobatorio y loterías muy frecuentes. La Señoría se
apoyaba en 12 consejeros u «hombres buenos» electos, 16 confalonieros que
representaban a los barrios de la ciudad, así como otros muchos cargos electos
para los cuales la mayoría de los votantes eran elegibles por períodos cortos (de
seis meses o un año). El Consejo del Pueblo (con 300 miembros) y el Consejo de
la Comuna (con 200 miembros) eran seleccionados mediante un procedimiento
mixto de elección popular y nombramiento por la Señoría. Como en Venecia,
aunque con diferentes fórmulas, se concibió un procedimiento de elecciones ex-
tremadamente complejo para evitar la manipulación fraudulenta del proceso
electoral e impedir la dominación de la comuna por unas pocas familias
poderosas de la ciudad. Los gobernantes y los funcionarios eran reemplazados
con frecuencia, lo cual creó un cierto sentimiento de aparente inestabilidad. Pero
una estabilidad más básica estaba asegurada por el «amplio grado de acuerdo
existente en la comunidad gremial sobre ciertos temas, sobre todo en la esfera
económica» (Brucker, 1983: 66, 70, 388ss.).
El gobierno de los Medici establecido en 1433 introdujo ciertas restricciones
y frecuentes interrupciones en el calendario regular de las elecciones. Pero,
aunque algunas familias perdieron sus derechos de voto, se incluyó a «gente nue-
va», de modo que, junto con el crecimiento de la población, el electorado llegó a
tener unos 8.000 votantes a finales del siglo XV, de nuevo alrededor de un 15 por
ciento de la población total (según los datos en Rubinstein, 1966: 214-215). La
nueva república establecida en 1494 se basaba en la elección popular de los cargos
tradicionales y de un nuevo Gran Consejo inspirado en el modelo de Venecia, en
este caso formado por unos 3.000 miembros. Tras cierto declive de los poderes del
Consejo, un nuevo período de gobierno de los Medici reemplazó otra vez las
elecciones regulares por la aprobación directa por la Asamblea del pueblo. La última
república florentina restableció la elección de los gobernantes, incluido el Gran
Consejo, de 1527 a 1530 (Brucker, 1977, 1983; Guidi, 1992).
Inocuidad
Riesgo
Amenaza
Reino Unido
1716-1831 Reglas informales 3
1832-1866 Hombres adultos (21), impuestos 4 +1
1867-1884 Hombres adultos, menores impuestos 8-9 +4
1885-1917 Hombres adultos, aún menores impuestos 15-19 +6
1918 1927 Hombres adultos, algunas mujeres 44-49 +25
1928 1970 Hombres y mujeres adultos 65-70 +16
1971 Hombres y mujeres (desde 18 años) 72-78 +2
Fstados Unidos
1976-1978 Reglas informales 15
1789-1878 Hombres blancos adultos (21),
con propiedad o impuestos 16-20 +1
1879-1919 Blancos adultos, no negros del Sur 21-24 +1
1919-1963 Incluidas mujeres adultas 49-55 +25
1964-1970 Incluidos negros del Sur 60 +5
1971- Hombres y mujeres (desde 18 años 67-70 +7
Canadá
1891-1917 Hombres europeos adultos (21) 25-30
1918 1959 Hombres y mujeres europeos adultos 50-55 +20
1960-1970 Incluidos indios v esquimales 55-60
1971- Hombres y mujeres (desde 18 años) 60-65
Australia
1901-1902 Hombres adultos (21) con impuestos,
algunas mujeres 25
1902-1967 Hombres y mujeres adultos,
excepto aborígenes 50-55 +25
1968-1972 Hombres y mujeres adultos 55
1973- Hombres y mujeres (desde 18 años) 60-65 +5
Nueva Zelanda
1851-1875 Hombres europeos adultos (21),
con propiedad o ingreso 15
1 876-1892 Hombres adultos 25-30 +10
1893-1964 Hombres y mujeres adultos 48-55 +18
1965-1973 Hombres y mujeres más jóvenes (20) 55
1974- Hombres y mujeres (desde 18 años) 60-65 +5
NOTA: Los rangos de valores sobre la población total son debidos a cambios demográficos.
FUENTE: Cálculos del autor con datos en Mackie and Rose (1991) y Mitchell (1992-95).
CUADRO 2.1.b Tamaño del electorado: el modelo «latino»
Francia
1791-1795 Cabezas de famílía varones adultos (25),
con impuestos 15
1801-1814 Hombres adultos (21) 20
1815-1847 +5
Hombres adultos, con impuestos 1
1848-1851 -19
................. Hombres adultos 27 +26
Italia
Hombres adultos (25),
1861-1881
con propiedad, impuestos, alfabetos 2
Hombres adultos (21),
1882-1911
con impuestos, alfabetos 7
1912-1918 Hombres adultos (21)
alfabetos o con servicio militar (30) 28
1919 Hombres adultos 32
.................
1946-1974 Hombres y mujeres adultos 64-68
1975- Hombres y mujeres (desde 18 años) 78
España
1810,20,36 Cabezas de familia varones adultos (25) 28-33
.................
Alemania
1871-1917 Hombres adultos (25) 18-22
1918-1933 Hombres y mujeres adultos (20) 64-68 +44
......................
1946-1971 Hombres y mujeres adultos 67
1972 Hombres y mujeres (desde 18 años) 70 +3
Suecia
1866-1909 Hombres adultos (25),
con propiedad o impuestos 6-7
1910-1920 Hombres adultos (24) 20 +13
1921-1940 Hombres y mujeres adultos (23) 55-65 +35
1941-1969 Hombres y mujeres adultos (21) 68-69 +3
1970-1973 Hombres y mujeres (desde 19 años) 70 +1
1974- Hombres y mujeres (desde 18 años) 72-76 +4
Noruega
1814-1896 Cabezas de familia varones adultos (25) 5-9
1897-1906 Hombres adultos (24) 20 +11
1907-1912 Hombres adultos y algunas mujeres 32-34 +12
1913-1918 Hombres y mujeres adultos 46 +12
1919-1945 Hombres y mujeres adultos (23) 51-62 +5
1946-1968 hombres y mujeres adultos (21) 68 +6
1969-1977 Hombres y mujeres adultos (20) 69 +1
1978- Hombres y mujeres (desde 18 años) 73-76 +4
Finlandia
1900-1906 Hombres adultos (25),
con propiedad o ingreso 9
1907-1940 Hombres y mujeres adultos (24) 48-50 +49
1944-1969 I-Iombres y mujeres adultos (21) 62 +12
1970-1971 Hombres y mujeres adultos (20) 67 +5
1972- Hombres y mujeres (desde 18 años) 82 +15
NOTA Y FUENTES: Las mismas que para los Cuadros 2.1 y 2.2.
Las líneas de puntos indican períodos autoritarios.
más institucionalizado permitió que la democracia pluralista durara varios
decenios.
El Gráfico 2.1 compara las pautas de dos casos extremos que consi-
guieron resultados estables: Estados Unidos, con su largo y gradual pro-
ceso de ampliación del electorado, y Suecia, con su repentina y especta-
cular creación de un electorado masivo.
Casos:
LA CREACIÓN DE ELECTORADOS COMPLEJOS
El modelo «latino»
Italia. Las primeras leyes sobre los derechos de voto tras la creación del
estado italiano fueron muy restrictivas. A partir de 1861, sólo los hombres de más
de 25 años de edad que fueran propietarios, supieran leer y escribir y pagaran
una cierta cantidad en impuestos podían votar. A partir de 1882, la edad de votar
fue rebajada a 21 años con requisitos de alfabetismo y algunos pagos menores de
impuestos. Mientras que los requisitos de propiedad e impuestos no eran mucho
más estrictos que los requeridos más o menos en la misma época en países
como el Reino Unido y Estados Unidos, el analfabetismo estaba tan
difundido en Italia que sólo recibió derechos de voto aproximada-
mente un 2 por ciento de la población en el primer período mencionado y un 7
por ciento durante el segundo período. El gobierno también procedió a retirar el
derecho de voto a un cuarto de los electores en 1895 por medios administrativos.
Las reglas electorales se basaban en distritos uninominales, excepto duran-
te el breve período 1882-91, cuando unos distritos multinominales con voto in-
dividual limitado permitieron una representación más variada. Pero no se formó
ningún sistema de partidos sólido. Las elecciones estaban controladas por los
prefectos al servicio del Gobierno y se basaban en temas locales y candidatos su-
misos. Las presiones oficiales se complementaban con sobornos, fraude y tram-
pas, especialmente en el Sur. Una serie de gobiernos moderados centrados alre-
dedor de los liberales fueron persistentemente apoyados por agrupaciones tem-
porales de representantes locales o corporativos, radicales, demócratas y refor-
mistas, a través de negociaciones permanentes. Muchos diputados cambiaban
frecuentemente de grupo, una práctica llamada transformismo que impidió el
desarrollo de partidos nacionales fuertes (Ranzato, 1991).
Durante los turbulentos años alrededor de la primera guerra mundial, como
resultado de las presiones de los excluidos y los cálculos internamente divisivos
en las filas de los gobernantes, de repente fue creado un electorado masivo. Ini-
cialmente, el líder liberal, Giovanni Giolitti, intentó promover una ampliación
«limitada y prudente» del electorado por «razones de conveniencia en el autoin-
terés de las clases gobernantes». Como escribió en sus memorias, Giolitti pensaba
que actuaba a favor de la seguridad de la sociedad sobre la base de que «la
exclusión de las masas trabajadoras... tiene siempre el efecto de exponerlas a las
persuasión de los partidos revolucionarios y las ideas subversivas», mientras que la
participación política, en cambio, desarrolla en ellas un interés por el mante-
nimiento del estado. El gobierno de Giolitti diseñó una reforma para multiplicar el
electorado por dos, al tiempo que confiaba en que habría un nivel relativa-mente
alto de abstención entre los nuevos votantes. Sobre esta base, los liberales
esperaban que la práctica tradicional de formación de coaliciones a través del
transformismo se extendería a nuevos representantes populares y así neutraliza-
rían algunas presiones más innovadoras. De acuerdo con ello, en 1913, se con-
cedió el derecho de voto a todos los hombres de más de 21 años de edad que su-
pieran leer y escribir, así como a un pequeño grupo de hombres mayores de 30
años que hubieran prestado servicio militar (Giolitti, 1967, cap. 10).
Sin embargo, en 1918, inmediatamente después de la Guerra, un nuevo Go-
bierno de los radicales concedió derechos de voto masivos que incluyeron a todos
los hombres de más de 21 años de edad y a los antiguos soldados menores de
esta edad. Como consecuencia de estas dos reformas, el electorado saltó de 2,5
millones a 11,5 millones de personas, una multiplicación del número de electores
de antes de la Guerra por casi cinco y una adición de un 25 por ciento de la
población total. Tanto los partidarios como los adversarios del sufragio universal
coincidieron en ver la creación de un electorado tan amplio y nuevo como un
desafío a la estabilidad del orden político establecido.
Como se ha mencionado anteriormente, los gobernantes existentes estaban
escasamente organizados; además estaban internamente divididos, especialmente
por sus posiciones discrepantes con respecto a la Guerra, y se mostraron in-
capaces de adaptarse y de absorber a los nuevos votantes. En vez de esto, emer-
gieron dos alternativas extremas e incompatibles. A la izquierda, los socialistas
fueron dirigidos por líderes maximalistas partidarios de la revolución y del esta-
blecimiento de la dictadura del proletariado. Inmediatamente después de la Gue-
rra, el Partido Socialista Italiano se unió a la Internacional Comunista dirigida por
los bolcheviques rusos, condenó la colaboración con el «estado burgués» en
cualquier forma y reclamó «todo el poder» para los trabajadores. A la derecha, y
más o menos al mismo tiempo, el Papa eliminó la prohibición, que había estado
vigente durante más de cuarenta años, de que los católicos participaran en los
asuntos políticos italianos como votantes o candidatos, pero mantuvo su rechazo
del estado italiano. El nuevo Partido Popular empezó a movilizar católicos y
amplios grupos de campesinos contra los poderes establecidos.
El resultado de la primera elección por sufragio masculino universal en 1919
dejó atónitos a la mayor parte de los participantes y observadores. Los dos nuevos
partidos extremos, los socialistas revolucionarios y los católicos antiestado
italiano, obtuvieron en total más de la mitad de los votos populares y de los
escaños parlamentarios. Para los socialistas, el éxito electoral fue considerado solo
un medio de facilitar la destrucción del Parlamento y «los órganos de la do-
minación burguesa». A continuación, apoyaron una serie de huelgas industriales y
ocupaciones de fábricas en el Norte de Italia y se enzarzaron en el sabotaje par
lamentario. Los católicos, mientras tanto, organizaron ocupaciones de tierras en el
Centro y el Sur al tiempo que, carentes de consistencia como partido, eran
incapaces de comprometerse en colaboración gubernamental alguna (Seton-
Watson, 1967; Farnelti, 1978; Noiret, 1994; Clark, 19%).
La siguiente elección en 1921 produjo unos resultados muy parecidos con la
importante novedad de que fue elegido un grupo de diputados fascistas. No se
pudo formar ninguna mayoría gubernamental con unos resultados tan azarosos,
producidos por la instauración repentina de un sufragio de masas. El conflicto
social, la violencia y la bipolarización política aumentaron rápidamente. Se es-
tableció una dictadura fascista durante más de veinte años, la cual acabó llevando
a una guerra civil abierta. (Para la caracterización coincidente del conflicto político
de mediados del decenio de 1940 como una guerra civil por historiadores tanto de
la derecha como de la izquierda, véanse, respectivamente, Pisano, 1965-66, y
Pavone, 1991.)
El modelo «nórdico»
La estrategia «nórdica» de derechos de voto coincide con la «latina» en
que crea de repente un electorado masivo, en contraste con el modelo
gradual, paso a paso, en los países «anglos». Pero, a diferencia del modelo
«latino», la introducción del sufragio universal en Alemania, Suecia y otros
países de Europa septentrional, habitualmente por iniciativa de la derecha
política, ha corrido en paralelo al establecimiento de esquemas institucionales
pluralistas que permiten la existencia de múltiples partidos. Estos crean
amplias coaliciones multipartidistas y Gabinetes relativamente moderados. La
estabilidad democrática se consiguió, pues, mediante la combinación de un
nuevo electorado complejo y arreglos institucionales pluralistas.
LEWIS CARROLL
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865)
E L EF I C I EN T E V OT AN T E ME DI AN O
Media elecciones: 54 73 91
Media países: 53 76 88
NoTA: Los números son los porcentajes de elecciones que produjeron un Gabinete o un Pre-
sidente apoyado por el primer velo del votante mediano.
Los subíndices son cl número cle elecciones para cada país.
Para los regímenes parlamentarios, los datos se refieren a la composición de partido del
Gabinete más duradero en cada legislatura, si hay más de uno.
FUENTE: Cálculos del autor. Datos para las posiciones relativas de los partidos en Daalder
y Mair, 1983; Sani and Sartori, 1983; Castles y Mair, 1984; la colección en Laver y Schofield,
1990 (Apéndice B); Huber e Inglehart, 1995; Mainwaring y Scully, 1995; Jorres, 1995, Colomer,
1996a; Knutsen, 1998; Europa World Yearbook.
Esto nos permite decir que los resultados de las elecciones con re-
presentación proporcional que producen múltiples ganadores son relati-
vamente más eficientes socialmente que las elecciones con reglas de un
solo ganador. Entre éstas, cuanto más inclusiva es la regla, como la ma-
yoría absoluta comparada con la mayoría relativa, más eficiente es la
elección social.
Las preferencias de los votantes pueden ser identificadas sobre
la base de sus votos o mediante encuestas de opinión. Para hacer viables
las comparaciones, se necesita alguna simplificación de las preferencias de
temas. De hecho, los votantes y los líderes habitualmente proceden a este
tipo de simplificación para comunicar los mensajes políticos a través de
una sola dimensión, como la típica escala izquierda-derecha, la cual suele
sintetizar las preferencias de los votantes, los programas de los partidos
políticos y la agenda gubernamental en muchos temas variados. Las
observaciones disponibles muestran que la mayor parte de los ciudadanos
en la mayor parte de los países democráticos son capaces de situarse a sí
mismos y de situar a los partidos o candidatos en una escala lineal que les
permite establecer posiciones globales relativas de los votantes y los líderes.
Dado que el contenido sustantivo de la dimensión izquierda-derecha (o de
otros artilugios comparables) varía de un país a otro y de una elección a
otra, aquí se usa no porque comporte ninguna definición esencial de las
posiciones políticas de la izquierda, el centro o la derecha, sino por su valor
heurístico y comunicativo. (Para un análisis de esta cuestión, véanse
Budge, Robertson y Hearl, 1987; Riker, 1993, Budge, 1993; Klíngeman,
Hofferbert y Budge, 1994.)
El partido o candidato elegido por el votante mediano puede no
coincidir con su preferencia ideal. Pero cabe esperar que la distancia entre
los dos será más corta cuanto mayor sea el número de alternativas
disponibles, dado que los partidos y candidatos tenderán a distribuirse a lo
largo del espacio y a llenar las posiciones intermedias. Aunque no coincida
con la preferencia del votante mediano, la alternativa elegida por él puede
ser considerada el resultado más eficiente socialmente para un conjunto
dado de alternativas,
Afortunadamente, no necesitamos valores cardinales de las distancias
entre las preferencias de los votantes y los partidos políticos o candidatos
para hacer juicios cualitativos de eficiencia social. Aunque el resultado no
coincida con la preferencia ideal del votante mediano y, por tanto, no sea el
óptimo social, podemos considerar que es más eficiente socialmente que
cualquier otra alternativa disponible si corresponde a la elección real del
votante mediano. La utilidad social es máxima con la elección del votante
mediano en el marco de las elecciones viables o las preferencias reveladas
de los ciudadanos, aunque quizá no sea máxima en el mundo ideal de to-
das las preferencias imaginables de los votantes.
La única información que necesitamos para nuestro análisis son las
posiciones relativas de algunas alternativas no-ganadoras con respecto al
ganador. Si observamos que, por ejemplo, una mayoría de votantes ha
votado por partidos o candidatos situados a un mismo lado del ganador,
sea a la derecha o a la izquierda, o en un lado cualquiera de la dimensión
pertinente, podemos estar seguros de que el ganador no es la elección del
votante mediano. En tal caso, el ganador puede ser considerado
relativamente ineficiente, cualesquiera que sean las posiciones de los par-
tidos o candidatos en la escala y los valores de las distancias desde las
preferencias de los votantes. Con este artefacto, la mayor parte de los re-
sultados políticos en el mundo real (y las correspondientes instituciones)
pueden ser evaluados con información empírica disponible. El partido del
votante mediano es identificado sobre la base de posiciones relativas de
partido mediante las fuentes mencionadas en el Cuadro 3.1. Cuando se
puede, también se usan refinamientos adicionales.
Este capítulo se divide en dos partes, las cuales tratan de las reglas de
un solo ganador y de las reglas de múltiples ganadores, respectivamente.
UNANIMIDAD
Sesgo e ineficiencia
exactamente, el óptimo social sólo puede ser alcanzado mediante una de-
cisión unánime desde un status quo inicial situado fuera de un área que
sea al menos tres veces más grande que el conjunto óptimo de Pareto. Si el
status quo inicial está más cerca de las preferencias de los votantes, es
decir, si es menos insatisfactorio (como en el Gráfico 3.1), sólo cabe tomar
decisiones socialmente subóptimas. En otras palabras: desde estados
iniciales altamente insatisfactorios, cabe aprobar cambios drásticos que
lleven a resultados altamente satisfactorios y estables; pero desde estados
iniciales menos insatisfactorios, la mediocridad tiende a perdurar (Colomer,
1999a).
Diferentes votantes preferirán diferentes resultados situados dentro
del conjunto de posibles decisiones por unanimidad, como se muestra en el
Gráfico 3.1. Por ejemplo, el votante A preferirá la alternativa a, mientras
que el votante B preferirá b, y el votante C preferirá c. Si el votante A
confecciona la agenda, A puede proponer una votación entre la alternativa a
y el statu quo insatisfactorio (SO). El controlador de la agenda A puede
esperar un acuerdo a favor de a sobre la base del alto nivel de satisfacción
de todas las preferencias de los votantes producido por esta alternativa, del
coste para otros votantes de negociar otra pro-
puesta o de reemplazar al controlador de la agenda, y de las presiones del
contexto institucional para tomar una decisión efectiva y rápida. En
cambio, si el controlador de la agenda es el votante B, propondrá una
votación entre la alternativa b y el statu quo en la expectativa de desa-
rrollos análogos a favor de b, etc. Una decisión unánime a favor de cual-
quiera de estas u otras alternativas situadas dentro del área sombreada se
convierte en estable. En este sentido, las elecciones sociales por una-
nimidad son dependientes de alternativas irrelevantes; según cuáles sean
los conjuntos de propuestas por las que cabe votar, habrá diferentes ga-
nadores posibles.
Así pues, la regla de la unanimidad produce elecciones sociales es-
tables. Sin embargo, la eficiencia social del resultado es altamente de-
pendiente del statu quo, de la distribución de los costes de negociación
entre los votantes y de las maniobras del controlador de la agenda. Esto es
importante porque en muchos temas políticos, incluidas las políticas
públicas para la provisión de bienes públicos, el status quo no suele ser
elegido por los votantes ni depende necesariamente de sus preferencias con
respecto a las alternativas disponibles. Dado que suele haber varios
resultados posibles, las elecciones sociales por unanimidad son inciertas.
La satisfacción que proporcionan está sesgada a favor de los votantes
aventajados, como aquellos que tienen el poder de presentar propuestas
primero o aquellos con mayor capacidad de pagar los costes de negocia-
ción. En resumen, las elecciones sociales por unanimidad son estables,
monotónicas y están dentro del conjunto óptimo de Pareto, pero pueden ser
socialmente ineficientes desde el punto de vista de la utilidad social.
Casos:
ASAMBLEAS MEDIEVALES Y ORGANIZACIONES INTERNACIONALES
100
NOTA: La escala de la izquierda indica el número de resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de
la ONU bajo el derecho de veto de cinco miembros. La escala de la derecha indica el número de resoluciones
aprobadas en la Asamblea General de la ONU por la regla de la mayoría.
FUENTES: Marín-Bosch (1987), Tabla 1, y Patil (1995) (la Asamblea General de 1964 no está incluida por-
que lue una sesión abreviada).
GRÁFICO 3.2. Resoluciones por unanimidad y por mayoría en las Naciones Unidas.
das al Consejo. Pero en la práctica, y debido a la ineficacia de su virtual regla de la
unanimidad, algunas cuestiones que no habían sido resueltas por el Consejo han
sido incorporadas a la agenda de la Asamblea General. El número creciente de
miembros de la ONU podría haber creado más dificultades para formar mayorías
entre los variados miembros de la Asamblea. Pero, gracias a la mayor eficacia de
la regla de la mayoría, la Asamblea General ha ampliado los temas de que se
ocupa y ha aumentado de un modo sostenido el número de resoluciones
adoptadas.
MAYORÍA ABSOLUTA
La idea teológica de una voluntad general de Dios, que había sido forjada
en la Iglesia cristiana de la Antigüedad y la Alta Edad Media, se transformó en
la idea de una voluntad general de los ciudadanos en el pensamiento político
francés del siglo XVIII. En correspondencia con esta transformación, el elogio
de la regla de la unanimidad, que había sido inicialmente asociada a la
voluntad divina, fue sustituido por ciertos filósofos por un tributo similar a la
regla de la mayoría.
Partidos:
Izquierda Derecha
Distritos: A 40 60
B 40 60
C 80 20
Nota: El cuadro ilustra la competición entre dos partidos en tres distritos uninominales.
Los números en cada distrito indican los porcentajes de votos. Los ganadores de un escaño en
cada distrito están subrayados. Como puede verse, el partido de Izquierda obtiene una mayoría de
votos (160 a 140), pero el partido Derecha recibe una mayoría de escaños (2 a 1).
Dado que con un único voto categórico puede que no exista un ga-
nador mayoritario entre tres o más alternativas, en las elecciones políticas
de masas se usan principalmente dos procedimientos que requieren que los
votantes expresen sus preferencias ordinales con respecto a varias
alternativas.
Primero, el voto mayoritario-preferencial (también llamado voto al-
ternativo) toma en cuenta no sólo la primera preferencia de cada votante,
sino su segunda y adicionales preferencias, las cuales pueden ser re-
veladas en una sola papeleta, con objeto de producir un ganador con apoyo
mayoritario. El voto mayoritario-preferencial se usa actualmente para elegir
algunas asambleas, incluida la cámara baja de Australia.
Segundo, el procedimiento de mayoría con segunda vuelta de de-
sempate incluye una segunda votación para elegir un ganador entre las dos
alternativas que hayan obtenido más votos en la primera votación. Se usan
variantes de este procedimiento en las elecciones parlamentarias en
Francia, así como en la mayor parte de las elecciones presidenciales
directas en Europa y América Latina.
En contraste con el voto categórico, los dos procedimientos señalados
de votación por mayoría garantizan que existe un ganador mayoritario en
contiendas con más de dos alternativas. Sin embargo, ninguno de estos
procedimientos garantiza un resultado socialmente eficiente, ni siquiera en
un espacio unidímensional. Como se observará en una serie
de casos del mundo real, el ganador con una mayoría de votos en un es-
pacio unidimensional puede que no sea la alternativa favorecida por el
votante mediano.
Los ganadores por voto mayoritario-preferencial o por mayoría con
segunda vuelta dependen de alternativas irrelevantes. Concretamente, una
alternativa socialmente eficiente puede ser eliminada en la primera vuelta
del recuento de votos (con el primer procedimiento) o en la primera vuelta
de votación (con el segundo). En tal caso, el ganador final podría ser
derrotado por mayoría por la alternativa eliminada si se diera a los votantes
una nueva oportunidad de elegir entre las dos.
Solamente el ganador con el procedimiento de votación Condorcet en
un espacio unidimensional, es decir, la alternativa capaz de ganar por
mayoría a todas y cada una de las demás alternativas a su derecha o a su
izquierda, correspondería con seguridad a la preferencia del votante
mediano y sería socialmente eficiente. Por definición, el votante mediano es
siempre necesario para formar una mayoría coherente en una sola
dimensión. Pero, en un espacio multidimensional, el procedimiento de
votación Condorcet es muy ineficaz (puede que no exista ninguna alter-
nativa capaz de ganar por mayoría a todas las demás) y puede ser inefi-
ciente, dado que el ganador puede no coincidir con el óptimo social. Dadas
estas desventajas y la dificultad de votar, el procedimiento Condorcet no se
ha usado nunca en elecciones políticas de masas.
Casos:
ELECCIONES PARLAMENTARIAS Y PRESIDENCIALES POR MAYORÍA
Izquierda 22 13
Tras las elecciones de 1933, se formó un Gabinete más bien moderado di-
rigido por el Partirlo Radical de centro-derecha, gracias al apoyo parlamentario de
la derecha. El mayor partido en votos y en escaños, la CEDA, no entró direc-
tamente en el Gabinete. A pesar de esto, y en la creencia de que la CEDA iría ob-
teniendo más influencia, en octubre de 1934 la extrema izquierda de los socia-
listas y los anarquistas organizaron una rebelión armada a la que fueron capaces
de atraer a algunos republicanos de centro-izquierda. La rebelión fue reprimida
por el ejército y provocó más de 1.500 muertos (por ambos lados) y unos 15.000
prisioneros.
Las elecciones de febrero de 1936 fueron una especie de contragolpe. Los
republicanos de centro-izquierda y los socialistas y los comunistas de izquierda se
unieron y formaron el Frente Popular. Éste fue básicamente una coalición
electoral en demanda de amnistía para los prisioneros de la rebelión de 1934 y del
restablecimiento de las reformas anteriores. Los importantes desacuerdos
existentes en otros temas entre los reformistas moderados y los revolucionarios se
reflejaron en la debilidad programática de la coalición.
Los republicanos de centro-derecha, y especialmente el Partido Radical, fue-
ron muy atacados por su gestión de gobierno, incluyendo varios escándalos por
corrupción. Algunos miembros del Partido Radical se unieron al Frente Popular.
Un nuevo Partido de Centro improvisado por el Primer ministro saliente no fue
capaz siquiera de reclutar candidatos en la mitad de los distritos. Por tanto, esta
vez fue el centro-derecha el que concurrió en una situación de mayor debilidad
que la amplia coalición de partidos de centro-izquierda y de izquierda. Además, el
temor a desperdiciar sus votos movió a un significativo número de ciudadanos a
votar estratégicamente, bien por el Frente Popular, bien por el derechista Frente
Nacional formado por los católicos, los agrarios y los monárquicos.
La creciente bipolarización promovida por los incentivos creados por el sis-
tema electoral no correspondía al grado de bipolarización que podía encontrar-se
entre las preferencias sinceras de los votantes. Mediante el voto preferencial que
la papeleta permitía, los ciudadanos dieron más votos a los candidatos moderados
dentro de cada coalición o bloque. Concretamente, los republicanos de centro-
izquierda obtuvieron mayores apoyos que los socialistas o los comunistas que
figuraban en las mismas listas, mientras que los católicos obtuvieron más
votos que los monárquicos. Conociendo estas preferencias de los votantes, los lí-
deres de los partidos facilitaban sus votos situando a los candidatos más mode-
rados en los primeros lugares de las listas. Los candidatos moderados dentro de
cada uno de los dos bloques estaban más cerca unos de otros que de los candi-
datos extremos de su propio bloque. De hecho, algunos de los candidatos que
competían en coaliciones opuestas habían sido miembros de la misma candidatura
electoral (o incluso del mismo partido) unos pocos años atrás. Los partidos más
extremos apenas obtuvieron apoyos. Los fascistas de Falange, con menos de un 1
por ciento de los votos, no obtuvieron representación. El Partido Comunista obtuvo
sólo un 2 por ciento de los votos, pero consiguió cierta sobrerrepresentación a
través de las listas de coalición del Frente Popular (Jackson, 1965: 518-525; Linz,
1978).
En esta ocasión fue el Frente Popular el que obtuvo menos votos pero recibió
más escaños que los partidos menos unidos de centro-derecha y de derecha, si
éstos se cuentan conjuntamente, como se muestra en el Cuadro 3.3. Con-
cretamente, mientras que los partidos separados de centro-derecha y de derecha
obtuvieron (23 + 31) el 54 por ciento de los votos, recibieron sólo (15 + 25) el 40 por
ciento de los escaños. Sobre 60 distritos, el Frente Popular recibió sobrerre-
presentación tras ganar en 30 distritos (incluidos todos los urbanos), a menudo por
mayorías estrechas, y en tres distritos por mayoría relativa frente a la mayoría
desunida del centro-derecha y la derecha. Las candidaturas de centro-derecha y
derecha ganaron en los restantes 27 distritos, incluidos los cinco que necesitaron
una segunda vuelta debido a sus divisiones en la primera, con apoyos electorales
relativamente amplios.
Si los partidos de centro-derecha y de derecha se hubieran presentado per-
fectamente unidos en la primera vuelta y hubieran obtenido la misma suma de
votos que obtuvieron por separado, habrían reunido una mayoría de votos, pero,
también en este caso, menos escaños que el Frente Popular, según cálculos distrito
a distrito (Tusell, 1976: 111). Esto indica que los resultados perversos no eran sólo
una consecuencia de la asimétrica habilidad de los líderes de los partidos para
formar coaliciones electorales, sino también un efecto mecánico de las reglas
electorales mayoritaristas y el mal aporcionamiento. La distribución desigual de
votos a los diferentes grupos políticos en el territorio sólo amplió los efectos
distorsionantes de la delimitación de los distritos. Como consecuencia de las reglas
electorales y las estrategias de coalición, unos cambios relativamente pequeños en
las decisiones de los votantes entre elecciones sucesivas produjeron grandes
vendavales en la representación institucional.
Tras las elecciones de 1936, se formó un Gabinete más bien moderado dirigido
por los republicanos de centro-izquierda sin participación directa de los socialistas
u otros partidos de izquierda. No obstante, un levantamiento militar, inicialmente
apoyado por los católicos y los agrarios, se consumó menos de cinco meses después
de las elecciones. La división de España en dos campos que apoyaban la República
y a los militares rebeldes, respectivamente, coincidió a grandes rasgos con la
división territorial de los votos en las elecciones inmediatamente anteriores. Sin
embargo, los dos bloques quedaron pronto dominados por la iniciativa de los
comunistas y de los fascistas, respectivamente. Durante una cruel guerra civil de
casi tres años de duración, murieron varios centenares de miles de personas y otras
tantas huyeron a otros países.
La explosión de un conflicto bipolarizado por inducción de las instituciones
electorales, más que como consecuencia directa de las tensiones sociales,
sorprendió enormemente a muchos españoles. La incomprensión de por qué había
tenido lugar una guerra civil alimentó un gran miedo de que un conflicto similar
pudiera reaparecer en el futuro, aun sin motivos aparentes. La subsiguiente
dictadura militar se benefició de este miedo y duró casi cuarenta años.
Presidentes sesgados
NO TA: Los números son porcentajes de votos en la primera vuelta. El candidato del votante
mediano está entre corchetes; el ganador en la segunda vuelta está en cursiva.
Para las posiciones espaciales relativas de los candidatos, véanse Mendés-France y Lan-
monier, 1967; Pierce, 1995, tablas 4.2 y 8.1.
Partidos:
Izquierda Centro Derecha
Distritos: A 35 25 40
B 30 30 40
C 40 45 15
NoTA: El Cuadro ilustra la competición entre tres partidos en tres distritos uninominales.
L o s números en cada distrito indican los porcentajes de votos. Los ganadores de un escaño en
cada distrito están subrayados. Como puede verse, el orden de los partidos en votos, Izquierda >
Centro > Derecha, es exactamente el opuesto del orden de los partirlos en escaños.
Casos:
ELECCIONES PARLAMENTARIAS Y PRESIDENCIALES POR MAYORÍA RELATIVA
do 1952-98 (en nueve de trece elecciones). El votante mediano apoyó algo más de
dos tercios de los Gabinetes gracias al papel central, ya mencionado, desempeñada
por el Partido del Congreso.
La frecuencia de sesgos sociales y resultados no-monotónicos es algo menos
notoria, aunque todavía bastante alta, en América del Norte. En Canadá, quince de
los treinta y tres Gabinetes parlamentarios del período 1878-1997 (45 por ciento)
fueron apoyados por una minoría de votos populares. En tres ocasiones el perdedor
en votos se convirtió en ganador en escaños: en 1896 a favor de los liberales contra
los conservadores más votados, y en 1957 y 1979 a favor de los conservadores
contra los liberales más votados. En el período 1945-97, sólo siete de los diecisiete
Gabinetes fueron apoyados por el votante mediano.
Por último, la regla de la mayoría relativa produjo una mayoría parlamentaria
de un solo partido con una minoría de votos en un 30 por ciento de las elecciones a
la Cámara de Representantes de Estados Unidos, es decir, en veintiséis le los
ochenta y siete casos del período 1828-1998. Los resultados no-monotónicos han
sido relativamente frecuentes. En diez ocasiones, el perdedor en votos ye convirtió
en ganador en escaños: en 1846 y 1854 a favor de los whigs, en el primer caso
frente a una mayoría en votos de los demócratas y en el segundo produciendo una
mayoría absoluta de escaños para los whigs a pesar de haber obtenido sólo un 12
por ciento de apoyo popular y de ser el cuarto partido en votos; en 1836 y 1848 a
favor de los demócratas frente a los whigs más votados, en el primer caso de nuevo
frente a una mayoría en votos del otro partido; en 1880 y 1888 a favor de los
republicanos frente a los demócratas más votados; y en 1859, 1914, 1942 y 1952 a
favor de los demócratas frente a los republicanos más votados (que obtuvieron una
mayoría absoluta de votos en 1942).
(mayoría: 269)
NOTA: Con el método A, con el cual Kennedy es el ganador en votos populares, los votos
demócratas en Alabama se cuentan dos veces, para Kennedy y para Byrd. Con el método B, con
el cual Nixon es el ganador en votos populares, los votos demócratas en Alabama se dividen en
5/11 para Kennedy y 6/11 para Byrd, proporcionalmente al número de electores del estado que
apoyaron a cada candidato en el Colegio.
En el Colegio de Electores, Byrd obtuvo los votos de seis electores no comprometidos de
Alabama, los ocho de Misisipi, y un voto de un elector republicano de Oklahoma que abando-
nó a Nixon.
FUENTE: Peirce (1968), pp. 101-105. Unos resultados muy parecidos fueron publicados an-
teriormente en Congressional Quarterly, 17 febrero 1961, pp. 285-288.
Presidentes latinoamericanos: de la mayoría relativa a la absoluta
Costa Rica-12 83
Argentina-6 33 100 Argentina-, 100
Brasil-4 25 25 Brasil-3 67
Chile-5 20 20 Chile-3 100
Colombia-,o 50 80 Colombia-z 50
Ecuador-s 0 O Ecuador-6 67
Per ú- ,4 25 75 Perú-3 100
Uruguay-,0 20 70 Uruguay-, 100
Venezuela-'° 40 60
Media elecciones: 30 59 85
Media países 27 54 83
NOTA: Los números son porcentajes de elecciones. Los subíndices son el número de elec-
ciones en cada país.
FUENTE: Cálculos del autor. Para calcular si el ganador es el candidato del votante media-
no, hay que establecer las posiciones relativas de los candidatos o partidos con respecto al ga-
nador, pero no necesariamente la posición exacta de los candidatos o partidos situados a un
mismo lado del ganador ni aún menos las posiciones cardinales en el espacio político. Para ello,
se han usado las posiciones relativas de los partidos presentadas en Nohlen (1993), Mainwaring y
Scully (1995), Jones (1995), Huber_y Inglehart (1995).
anteriormente mencionado. En casi todos los países en que se cambió la regla -
Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay- la proporción de Presidentes
del votante mediano elegidos por mayoría absoluta es mayor que con la regla de
la mayoría relativa en el correspondiente período anterior. La proporción sólo es
más baja en Colombia, debido a los altos porcentajes obtenidos por los ganadores
en las elecciones presidenciales no-competitivas del período anterior con pacto de
Frente Nacional entre los dos partidos (1958-79).
L a diferencia pactada era más o menos equivalente a un 1 por ciento de los votos y,
de hecho, Allende superó a Alessandri por algo más de 39.000 votos, es decir, por
un 1,3 por ciento. Con esta decisión de confirmar a Allende como presidcnte
ganador por mayoría relativa, los cristiano-demócratas esperaban convertirse en el
principal partido de la oposición frente al gobierno de izquierdas, una estrategia que
consideraron preferible a medio plazo que la de unirse como socio menor y
subordinado al candidato potencialmente ganador de la derecha. Como intercambio
por los votos cristiano-demócratas, Allende aceptó apoyar una enmienda
constitucional o «Estatuto de Garantías» que le requería respetar las libertades
civiles, las elecciones y la libertad de prensa. A pesar de las órdenes del Presidente
de EE.UU. Richard Níxon, a la CIA, los agentes de ésta fueron incapaces de
sobornar a los congresistas cristiano-demócratas o a los jefes militares para que
impidieran la elección de Allende por el Congreso.
El gobierno de Allende emprendió en seguida una serie de reformas radicales,
incluida la nacionalización de las empresas agrarias e industriales y una
amplia política redistributiva. Pronto se formó una mayoría negativa. Mientras
que el reforzamiento de los poderes legales del Presidente había reducido los
espacios tradicionales de acomodación interinstitucional, se desarrolló una
nueva cooperación entre los partidos de oposición en el Congreso, en
combinación con demostraciones callejeras y huelgas contra el Gobierno. En
septiembre de 1973, en medio de una completa parálisis política, un golpe
militar inicialmente apoyado por la derecha y la mayor parte de los cristiano-
demócratas estableció una dictadura que duró más de quince años. Unas
3.000 personas fueron perseguidas y asesinadas en los primeros meses
después del golpe. La siguiente elección presidencial democrática tuvo lugar en
1989, mediante la regla de la mayoría absoluta con segunda vuelta. El
candidato cristiano-demócrata, esta vez apoyado por los socialistas, ganó la
Presidencia en la primera vuelta.
REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL
C OAL I C I ON E S MUL T I P AR T I DI ST AS
Casos:
GAB I N E T E S MUL T I P AR T I DI ST AS EF I C I EN T E S
IZQUIERDA Comunistas 27 25 4
− ------------------------------------------------------------------------------
-
mediana Socialistas 18 20 23
Radicales 12 12 29
Cristianos 20 22 25
Conservadores 14 13 14
− -----------------------------------------------------------------------------
--
DERECHA Gaullistas 6 5 3
Otros 3 3 2
NoTA: Los números son porcentajes de votos, escaños y ministerios en las cinco eleccio-
nes y los 25 Gabinetes del período 1945-1958. Las líneas de puntos separan a los partidos de ga-
binete de los partidos más extremos u otros.
Comunistas: PCF; Socialistas: SFIO; Radicales: RGR, UDSR; Cristianos: MRP; Conserva-
dores (o «moderados»): republicanos independientes, PRL, y campesinos (PUS, 1P); Gaullistas:
UG, RPF, ARS; otros: básicamente los «poujadistas» en 1956 (UFF).
FuENTO: Cálculos del autor con datos en Williams (1958) y La Gorce (1979a, I979b).
1945-1979 1979-1992
(8 elecciones, 37 gabinetes) (3 elecciones, 12 gabinetes)
NOTA: Los números son porcentajes de votos, escaños y ministerios. Las líneas de puntos
separan a los partidos de Gabinete de los partidos más extremos y otros.
Comunistas: PCI y grupos menores (PSIUP, LC, DP); «Laicos»: socialistas (PSI), socialde-
mócratas (PSDI), republicanos (PRI), y radicales (PR); Cristianos: DCI; Liberales: PLI; Fascis-
tas: monárquicos y MSI. «Otros» en ministerios indica independientes.
FUENTE: Cálculos del autor con datos en Furlong (1994).
Táolanda: De la acomodación al compromiso
Socialistas 29 30 21
Cristianos 36 44 55
Liberales 13 14 12
Otros 22 12 12
NOTA: Los números son porcentajes de votos, escaños y ministerios en las 16 elecciones y los
21 Gabinetes de 1946 a 1998. Socialistas: PvdA; Cristianos: KP, ARP, CHU (fusionados en CDA en
1977), y los menores KNP, GPV, SGP; Liberales: WD. «Otros» en ministerios incluye DS'70, D'66,
PPR e independientes.
FUENTE: Cálculos del autor con datos en Daalder (1987) y prensa.
tas y no secretas. Un sesenta por ciento de los Gabinetes completaron sus períodos,
con una duración media de más de treinta meses. Sólo doce Primeros ministros
encabezaron veintiún Gabinetes en cincuenta y cinco años, algunos con largos
estancias en el poder, cono el socialista W. Drees durante diez años (1948-58) y el
cristiano R. F. M. Lubbers durante doce años (1982-94). Por sus logros en uno
economía próspera y de bienestar, Holanda es ampliamente considerado como uno
de los países mejor gobernados del mundo.
La A l e ma n i a de posguerra
Ministerios
Votos Escaños
IZQUIERDA Socialistas 38 38 27
Liberales 9 9 16
DERECHA Cristianos 44 46 54
Otros 9 7 3
NOTA: Los números son porcentajes de votos, escaños y ministerios en las 14 elecciones
~~ íos i 6 Gabinetes del período 1949-1998.
S, ialistas: SPD; Liberales: FDP; Cristianos: CDU/CSU; «Otros» en ministerios incluye el
pcrtido Alemán (DP) y los Verdes.
Fui NTr: Cálculos del autor con datos en Woldendorp, Budge y Keman (1993), Schmidt
(1996) y prensa.
Así como sucede con los otros casos de representación proporcional y coa-
liciones multipartidistas antes analizados, no todo el desempeño de Alemania
después de la Guerra puede ser atribuido a Ios efectos directos de sus fórmulas
institucionales. Pero cabe decir en su favor que estas reglas de múltiples ga-
nadores produjeron resultados gubernamentales y de políticas públicas que
acompañaron el caso más espectacular de recuperación y prosperidad de la se-
gunda mitad del siglo xx, el llamado «milagro alemán». A partir de la destrucción y
la humillación de la posguerra, el gobierno estableció sólidos fundamentos para el
desarrollo de una economía de mercado, desplegó eficaces iniciativas en las obras
públicas y la política social, y la renta per cápita se multiplicó por tres. El país
recuperó el respeto internacional, consiguió la reunificación con la parte oriental
en el marco de las instituciones democráticas existentes, y desempeñó un papel
crucial en la construcción y la ampliación de la Unión Europea.
CAPITULO 4
QUÉ SE VOTA
el Parlamento electo emergente desafió cada vez más los poderes absolutos
del Monarca. Este proceso incluyó, primero, la limitación de los poderes
legislativos del Monarca, especialmente en impuestos; segundo, la
conquista de la independencia del Parlamento con respecto al Monarca
para la convocatoria y la disolución, así como la asunción de plenos po-
deres legislativos; y, tercero, la elección del Primer ministro y el control dei
Gabinete por el Parlamento.
En los países que siguieron esta pauta, existieron regímenes inter-
medios entre la monarquía absoluta y la democracia durante largos pe-
ríodos. Un ejecutivo no-electo y un legislativo electo compartían poderes en
el contexto de un esquema semimonárquico y semidemocrático, no sólo en
el Reino Unido, sino también en Francia, Rusia y España. Este tipo de
relación intermedia también se estableció en ciertas monarquías del mundo
árabe en el siglo xx.
En la mayor pare de los países europeos, el proceso acabó condu-
ciendo a un régimen democrático «parlamentario» mediante la extensión de
los derechos de voto y la plena dependencia del Primer ministro y el
Gabinete de los resultados de las elecciones parlamentarias. Antes de la
primera guerra mundial, la mayor parte de las semi-democracias y demo-
cracias europeas eran monarquías parlamentarias, con las solas excepcio-
nes de Francia y Suiza. A principios del siglo xxl, ocho de las dieciséis de-
mocracias parlamentarias en Europa occidental son todavía monarquías
(mientras que un jefe de estado no ejecutivo es elegido por el Parlamento en
cuatro repúblicas y por votación directa en las otras cuatro).
La segunda pauta de evolución institucional desde una monarquía
absoluta incluyó la sustitución del Monarca por un Presidente electo que
mantuvo el poder de nombrar y destituir al Gabinete, mientras que la
Asamblea era elegida por separado, como se inició en Estados Unidos.
El ejemplo parlamentario de la Constitución española de 1812 fue muy
influyente en América Latina en el período de la independencia de las
colonias españolas, especialmente en América Central en el decenio de
1820. Algunas fórmulas parlamentarias se mantuvieron hasta bastante
tarde, como en Brasil (de 1824 a 1889) y Chile (de 1891 a 1925). Las
elecciones presidenciales directas según el modelo de Estados Unidos
fueron introducidas por primera vez en Honduras (1839), Bolivia (1839), El
Salvador (1841), Haití (1843) y Costa Rica (1844). Pero sólo se
generalizaron en América Latina a partir de 1848, bajo la influencia
adicional de la Segunda República presidencial y el Segundo Imperio en
Francia.
Sin embargo, incluso con fórmulas presidenciales, ciertos procedi-
mientos de tipo parlamentario como el control de los secretarios o mi-
nistros ejecutivos por la Asamblea fueron relativamente corrientes en
ulteriores períodos. Las elecciones presidenciales directas también se
introdujeron en otras antiguas colonias, especialmente en África a prin-
cipios del decenio de 1960, en búsqueda de un ejecutivo unipersonal ca-
paz de afirmar la unidad de la nueva nación.
La posterior ingeniería constitucional creó una fórmula intermedia en
la que el Primer ministro y su Gabinete dependen de la Asamblea (como en
los regímenes parlamentarios), pero el Presidente es elegido directamente y
tiene poderes ejecutivos importantes (como en los regímenes
presidenciales). Esta fórmula «semipresidencial» fue experimentada en
Alemania tras la caída del Imperio en 1918, más tarde reinventada en
Francia en 1958-62, y reproducida en algunas democracias recientes, es-
pecialmente en Europa oriental en el decenio de 1990 (Fitzgibbon, 1945;
Stokes, 1945; Bartolini, 1984; Blais, Massicotte y Dobrzynska, 1997).
Podemos, pues, distinguir tres modelos básicos de relación formal
entre las tres instituciones, los cuales definen diferentes regímenes de-
mocráticos. En un modelo, la Asamblea electa nombra al Primer ministro,
quien a su vez nombra al Gabinete. Esta relación, conocida como régimen
parlamentario, puede producir, bien una mayoría unipartidista en la
Asamblea y un Gabinete de un solo partido (como en la situación habitual
en el Reino Unido), bien una Asamblea multipartidista en la que ningún
partido tiene una mayoría absoluta de escaños, lo cual conduce a un
Gabinete de coalición o en minoría (como en la mayor parte de los países
de Europa occidental).
En el segundo modelo constitucional, la Asamblea y el Presidente son
elegidos por separado y el segundo nombra al Gabinete. Esta relación,
conocida como régimen presidencial, también puede producir bien una
mayoría unipartidista en la Asamblea y la Presidencia, bien diferentes
apoyos partidarios a los ganadores en cada una de las dos instituciones
(como suele ocurrir en Estados Unidos y en América Latina).
En el tercer modelo intermedio, la Asamblea y la Presidencia también
son elegidas por separado, pero es la Asamblea la que nombra al Gabinete.
Esta relación, conocida como régimen «semipresidencial» (o «de Primer
ministro-presidencial», «ejecutivo dual» y, para nuestro propósito, las
categorías parecidas de regímenes «semiparlamentario» o «de Primer mi-
nistro-Asamblea»), también puede producir una mayoría del partido del
Presidente en la Asamblea o no (como en Francia y otros países).
Además de estas relaciones «horizontales» entre instituciones, cabe
distinguir relaciones «verticales» correspondientes bien a los estados uni-
tarios, bien a los estados descentralizados de tipo federal. En el modelo
unitario, un solo Gobierno tiene todos los poderes importantes. En los
estados descentralizados, el partido en el Gobierno central puede controlar
diferentes proporciones de poder en los Gobiernos regionales y locales. De
nuevo, el grado de coincidencia entre los partidos en el Gobierno central y
los partidos en los Gobiernos descentralizados, así como sus relaciones,
pueden producir diferentes niveles de gobierno unificado o dividido.
En las páginas siguientes se distinguirán dos situaciones políticas
para todos los diferentes regímenes constitucionales mencionados y sus
variantes. Se considerará que hay gobierno unificado en todos aquellos
casos en los que un solo partido político controla todas las instituciones
164 INSTITUCIONES POLÍTICAS
CUADRO 4.1. Reelección de Presidentes y Asambleas en América del Norte y del Sur
Presidente:
Limitación de mandatos Reelección dos mandatos No reelección inmediata
Asamblea:
Limitación de mandatos Reelección ilimitada Reelección ilimitada
----------------------------------------------------------------------
México 1 9 1 7 6 3/6 Argentina 1994 4 4/6 Bolivia 1 9 9 4 5 5/5
Costa Rica 1949 4 4 Brasil 1997 4 4/8 Chile 1 9 9 4 6 4/8
Venezuela 1999 6 5 Perú 1 9 9 3 55 Colombia 1 9 9 1 4 4/4
EE.UU. 1951 4 2/6 Ecuador 1998 4 2-4
Uruguay 1966 5 5/5
N O T A : Los números son la duración del mandato en años para el Presidente y la cámara
o las dos cámaras de la Asamblea, respectivamente (Ecuador usa un sistema mixto para la
Asamblea unicameral). Los años indican las reglas constitucionales más recientes sobre el tema.
F U E N T E S : González (1998), Jones (1995, 1997), Nohlen (1998), Senatero (1997),
lattp://www.venezuela.gov.ve/constitucion
QUÉ SE VOTA 1.71
Casos:
INTERCAMBIOS ENTRE LOS LÍMITES A LOS PERÍODOS Y SU DURACIÓN
Autoritarismo unificado
VOTO DIVIDIDO
Menos preferido:
Este ejemplo muestra los difíciles cálculos que los votantes sofisticados
tendrían que hacer para dividir sus papeletas con éxito en elecciones
concurrentes. Supongamos que el candidato Izquierda a la Presidencia no
tiene ninguna esperanza porque los seguidores fieles de su rival, Derecha,
son mucho más numerosos, mientras que, en cambio, la competencia por la
Asamblea es muy incierta y el voto estratégico de unos cuantos votantes
intermedios centristas podría decidir el ganador. Los votantes intermedios,
sí votan de acuerdo con su primera preferencia, I-D, es decir, si dividen su
voto entre Izquierda para la Presidencia y Derecha para la Asamblea,
pueden decantar la balanza a favor de la Derecha en la Asamblea. Pero, en
la situación hipotética que acabamos de describir, estarían desperdiciando
sus votos por un candidatos sin esperanzas a la Presidencia. El resultado
electoral puede ser, entonces, D-D, es decir, un gobierno unificado del
partido Derecha, la última preferencia de los votantes.
En cambio, si el votante sofisticado decidiera dividir su papeleta al
revés, es decir, D-I (su segunda preferencia), simplemente aumentaría el
apoyo mayoritario al candidato Derecha a la Presidencia, el cual ganaría
igualmente, pero podría ayudar a Izquierda a ganar la competición por
la Asamblea, de modo que satisfaría su segunda combinación preferida, D-I
(por la cual habría votado).
El dilema entre votar por la primera preferencia, lo cual puede ayudar
a producir el resultado menos preferido por el votante, o por la más
probablemente ganadora segunda preferencia, depende de la información
del votante sobre las expectativas de cada candidato. Esta información es
costosa y puede ser errónea, incompleta o las dos cosas a la vez. Habi-
tualmente, las elecciones democráticas comportan cierto grado de incerti-
dumbre con respecto al ganador y no dan al electorado una información
perfecta por anticipado. La cuestión es que este problema sólo existe en las
elecciones concurrentes. En las elecciones no-concurrentes, en cambio, los
votantes interesados en un gobierno dividido no necesitan saber nada acerca
de las expectativas de los candidatos ni hacer cálculos sofisticados. En las
elecciones a la Asamblea o a los Gobiernos regionales o locales, pueden
apoyar sin dudas un gobierno dividido simplemente votando en contra del
partido del Presidente o del Gobierno central existentes, respectivamente.
Incluso en elecciones concurrentes, algunos votantes pueden dividir
sus votos si son capaces de identificar candidatos apropiados en diferentes
partidos o, simplemente, para favorecer un gobierno dividido y evitar que
un solo partido imponga su ley exclusiva. Las elecciones no-concurrentes,
sin embargo, pueden promover votos a diferentes partidos, tanto
sinceramente como estratégicamente, más fácilmente que las elecciones
concurrentes.
Media elecciones: 53 86
Media países: 53 87
NOTA: Los números son los porcentajes de elecciones con diferentes partirlos ganadores en la
Presidencia y en la Asamblea. Los subíndices son el número de elecciones contabilizadas para cada
país entre 1 9 4 5 y 1995. Argentina y Bolivia no están incluidas porque la papeleta única forzaba a los
volantes a votar «en bloque» por el mismo partido para las dos instituciones; en Colombia, el
pacto de «Frente Nacional» creó gobiernos unificados a pesar de que las elecciones no eran
concurrentes.
FUENTE: Cálculos del autor con datos en Nohlen (1993), Congressional Quarlerly's Guide lo U.S.
Elections (1998), Polilica/ Data Base of 1he Americas (1999), Europa World Yearbook.
Cf. Mainwaring and Shugart ( 1 9 9 7 ), Tabla 11.3, para las dos cámaras de la Asamblea.
Media elecciones: 27 63 84
Media países: 26 64 84
Presidentes multipartidistas
Casos:
C OOP ER AC I ÓN I N T ER I N ST I T UC I ON AL HOR I Z ON T AL
En la segunda mitad del siglo xx, el gobierno dividido a nivel federal fue
creado habitualmente por la elección de un Presidente republicano y una mayoría
demócrata en el Congreso, como sucedió durante las presidencias de Dwight
Eisenhower (en el período 1955-61), Richard Nixon (1969-74), Gerald Ford (1974-
77), Ronald Reagan (1981-89) y George Bush (1989-93). En estas situaciones, el
Presidente republicano podía reunir una mayoría en el Congreso o adaptarse a las
iniciativas de los congresistas con relativa frecuencia, gracias al alto nivel de
indisciplina de partido de los representantes y senadores demócratas
(especialmente debida a las diferencias entre los liberales del Norte y los con-
servadores del Sur), lo cual movía al Presidente a negociar con el congresista
mediano. Se obtuvieron también muchos compromisos gracias a la abundancia de
temas locales, a las decisiones «de repartidora», así como al comercio y los
intercambios de votos entre congresistas en diferentes temas (King y Ragsdale,
1988; Riggs, 1988; Cox y McCubbins, 1993).
Hubo 189 golpes militares en Bolivia entre 1826 y 1980, es decir, una me-
dia de uno cada diez meses durante 154 años, un récord mundial en todos los
aspectos. Sobre la base de la Constitución de 1967 (que había sido establecida
durante el gobierno militar del general René Barrientos), en 1979 fueron convo-
cadas unas elecciones generales que abrieron un nuevo período histórico de de-
mocratización, aunque sus resultados sólo entraron en vigor a partir de 1982.
Los partidos políticos negociaron una serie de reformas constitucionales
que produjeron sucesivas correcciones y ajustes de los mecanismos institucio-
nales a favor de la estabilidad democrática y de una política consensual. A par-
tir de 1991, el Presidente Jaime Paz Zamora (del Movimiento de Izquierda Re-
volucionaria, MIR), nombró una Comisión de Reforma Constitucional que fue
capaz de obtener sucesivos acuerdos multipartidistas. (Véase una parte del de-
bate en Toranzo Roca, 1991.) Por su parte, el líder de la oposición, Gonzalo Sán-
chez de Lozada (del partido nacionalista histórico, Movimiento Nacional Revo-
lucionario, MNR) convocó a un grupo internacional de académicos y expertos que
tomaron inspiración en la transición a la democracia con un régimen parlamentario
en España. (Véase el informe en Fundación Milenio, 1997.) Así se llegó a acuerdos
constitucionales a favor tanto de la democratización como de una toma de
decisiones más efectiva, incluidas las garantías de los derechos civiles, los derechos
de los pueblos indígenas, la independencia de la justicia, el reforzamiento de los
gobiernos locales, nuevas formas de participación popular y las reformas
electorales.
En el marco constitucional inicial, cada boliviano votaba «en bloque» para
muchos cargos, incluidos los de Presidente, Vicepresidente, senadores, diputa-dos,
alcaldes y consejeros locales; en otras palabras, cada votante tenía que elegir un
solo partido y todos sus candidatos para los diferentes cargos. La Cámara de
diputados (o cámara baja del Congreso bicameral) era elegida por representación
proporcional con la fórmula de cuota Hare y los restos más altos. Como se ha
mencionado anteriormente, esta fórmula puede promover fragmentación de los
partidos porque un conjunto de candidaturas pequeñas puede obtener una
representación más ventajosa que una candidatura grande (de hecho, hasta
veintiséis partidos obtuvieron escaños en la primera elección boliviana de 1979).
Sin embargo, en contraste con el proceso en Colombia descrito anterior-mente, el
nivel de fragmentación de los partidos en Bolivia fue reducido como consecuencia
del procedimiento de voto en bloque en la elección presidencial. Con este
mecanismo, algunos candidatos con expectativas de ser minoritarios tienen
incentivos para no concurrir separadamente a la elección y mantener su apoyo a
algún candidato presidencial potencialmente ganador.
En tres de las cinco elecciones del período 1982-97, el candidato con más
votos popular es fue elegido Presidente por el Congreso: el izquierdista Hernán
Siles Suazo en 1980 (que había obtenido un 39 por ciento de los votos populares),
el nacionalista Sánchez de Lozada en 1993 (con un 34 por ciento de los votos
populares), y el derechista Hugo Bánzer en 1997 (con sólo un 22 por ciento de los
votos populares). En otras dos ocasiones, el primero en la elección popular fue
reemplazado por un candidato alternativo apoyado por una coalición
multipartidista en el Congreso. En 1985, el segundo candidato en votos, Víctor
Paz Estenssoro (MNR), fue preferido por una mayoría del Congreso al antiguo
dictador Bánzer que había obtenido sólo un punto y medio porcentual de ventaja
en votos populares (con un 28 por ciento). Quizás en una réplica a este giro, en
1989 el primer candidato, Sánchez de Lozada del MNR, que había obtenido sólo
un 23 por ciento de los votos populares, se quedó sin el cargo. El partido de
Bánzer, segundo en votos con menos de medio punto porcentual de desventaja,
apoyó a Jaime Paz Zamora, el tercer candidato en votos (con un 20 por ciento).
Tras esta experiencia, como se ha mencionado, la posibilidad de elegir al tercer
candidato en votos fue eliminada por la correspondiente reforma electoral que
redujo la elección congresual a los dos candidatos más votados.
Descentralizado
(ganadores regionales): 60 + 60 + 60 = 180.
NoTA: Los números son votantes en cada una de las regiones (A, B, C) y a nivel nacional.
Están subrayados los números de votantes ganadores con diferentes fórmulas institucionales.
Bicameralismo dividido
Casos:
COOPERACIÓN Y CONFLICTO INTERINSTITUCIONAL VERTICAL
de los cantones, una coalición nacional mayoritaria debería tener una mayoría o al
menos incluir a los partidos del votante mediano en una mayoría de los cantones.
Además, un número notable de votantes en un referéndum pueden no seguir la
posición adoptada por el partido por el que votan en las elecciones, especialmente
en aquellos temas que afectan intensamente a intereses minoritarios, o pueden
abstenerse en temas en los que tienen preferencias poco intensas o son
indiferentes. Ni siquiera los líderes nacionales de los partidos pueden contar
siempre con el apoyo de todas sus secciones cantonales, que son bastante in-
dependientes (Steiner, 1983).
En la crucial elección de 1959, los conservadores-cristianos obtuvieron una
mayoría absoluta de votos y fueron, pues, el partido del votante mediano en sólo
seis cantones, mientras que los radicales obtuvieron una mayoría en sólo un can-
tón. En cambio, los socialistas fueron el partido más votado en ocho cantones,
incluidos los dos cantones gemanófonos más grandes, Berna y Zurich, y quedaron
a la par con los radicales en el cantón francófono más grande, Vaud, todos ellos
proveedores habituales de miembros del Consejo, como se ha mencionado
anteriormente.
Todos estos factores llevaron a partidos políticos movidos por motivaciones
razonablemente auto-interesadas a la formación racional de mayorías con
miembros numéricamente superfluos en la Asamblea Federal y el Consejo Federal.
En la Asamblea bicameral elegida en 1959, cabía formar una coalición es-
trechamente ganadora mínima con los radicales y los conservadores-cristianos, los
cuales habrían reunido 130 escaños sobre 244. Los dos partidos habían obtenido
en total un 50,1 por ciento de los votos populares, pero habían obtenido un apoyo
mayoritario entre los dos en sólo doce de los veintiún cantones, entre los cuales no
estaban incluidos los francófonos Vaud y Ginebra. Una mayoría alternativa con
miembros numéricamente superfluos, formada por los radicales, los
conservadores-cristianos y los populistas, se habría basado en un 59 por ciento de
los votos populares y en un 64 por ciento de los escaños, pero sus socios habían
obtenido un apoyo mayoritario entre los tres en sólo dieciséis can-tones, entre los
cuales tampoco estaban incluidos los dos francófonos más grandes. En cambio,
sólo los cuatro socios de la «fórmula mágica», con inclusión de los socialistas, que
reunían entre todos un 85 por ciento de los votos populares y los escaños
parlamentarios, habían obtenido una mayoría de votos en los veintidós cantones,
lo cual permitía que la correspondiente mayoría legislativa y el Consejo pudieran
hacer frente con confianza al desafío de los referéndums populares. (Cálculos del
autor con datos en Statistiches Jahrbuch der Schweiz, Basilea, 1964.)
Cantones: A B C Total
nacional:
Radicales 10 10 6 26
Cristianos 5 15 5 25
Socialistas 10 5 10 25
Populistas 10 0 0 10
Otros 5 5 4 14
Total: 40 35 25 100
NorA: La mayoría nacional hipotética formada por los radicales y los cristianos con
(26+25) 51 por ciento de los votos, es mayoría en sólo un cantón, B (25/35). La mayoría nacio-
nal con miembros superfluos formada por los radicales, los cristianos y los populistas, con
(26+25+10) 61 por ciento de los votos, es mayoría en sólo dos cantones, A (25/40) y B (25/35).
Sólo la aún más amplia coalición de cuatro partidos formada por los radicales, los cristianos,
los populistas y los socialistas, que refine un 86 por ciento de los votos, es mayoría en todos los
cantones.
QUÉ SE VOTA 215
Los dos Grupos Políticos Europeos mencionados, los socialistas y los po-
pulares, siempre han reunido conjuntamente más de la mitad de los miembros
del Parlamento Europeo y esta proporción ha aumentado en cada elección. Los
socialistas y los populares, junto con los intermedios liberales, que son el tercer
grupo en número de escaños, tienden a formar coaliciones «conectadas» en torno
al centro, especialmente en temas económicos y de política exterior. También se
forman algunas coaliciones alternativas, como la llamada «mayoría de progreso»
organizada en torno a los socialistas con los verdes, los comunistas y los liberales
como socios potenciales, especialmente con respecto a temas de política social y
derechos humanos. Asimismo, se han formado coaliciones de centro-derecha sin
los socialistas, incluso para la elección del presidente del Parlamento (Gafíney,
1996; Raunio, 1997; Jacobs, Corbett y Shakleton, 2000).
La formación de Grupos Políticos Europeos cada vez más agregativos y de
coaliciones mayoritarias políticamente viables ha dado mucha más eficacia al
Parlamento Europeo desde finales del decenio de 1980 que en periodos anteriores.
En la medida en que el Parlamento es capaz de tomar decisiones, se promueven
relaciones interinstitucionales correspondientes al modelo federal de la Unión
Europea. Los partidos políticos en el Parlamento Europeo se benefician de las
oportunidades creadas por las reglas institucionales existentes en un momento
dado. Pero, al mismo tiempo, crean estas oportunidades mediante la pro-moción
de tratados y regulaciones de tipo constitucional que reducen el tradicional
«déficit democrático» de las instituciones europeas y reemplazan el papel
dominante del Consejo por fórmulas más complejas. En la medida en que las
agrupaciones partidistas nacionales ceden terreno a grupos multipartidistas más
amplios de ámbito europeo, las decisiones hacia una unión más estrecha en-
cuentran menor resistencia nacionalista. El modelo intergubernamental, que
condujo a la «euroesclerosis» y el «europesimismo» a principios del decenio de
1980, ha sido gradualmente sustituido por relaciones interinstitucionales federa-
lizantes capaces de promover perspectivas más optimistas (Colomer y Flosli,
1997; Colomer, 2001a).
La desintegración de Yugoslavia
Caso:
EL REINO MUY UNIDO
mera victoria de Margaret Thatcher, es decir, tras cuatro elecciones sucesivas que
dieron a los conservadores una mayoría absoluta de escaños en la Cámara de los
Comunes (siempre basada en una minoría de votos populares), un período casi
tres veces más largo que el promedio anterior.
A partir de ciertos cálculos adversos al riesgo, el nuevo liderazgo laborista
eligió preferir la expectativa de compartir el poder regularmente (principalmente
con los liberales, que habían permanecido en la oposición durante varios de-
cenios) antes que apostar por mantener unas instituciones que producían una al-
ternancia tan incierta entre ganadores absolutos y perdedores absolutos. El Ga-
binete laborista elegido en 1997, liderado por Anthony Blair, inició las corres-
pondientes reformas institucionales.
Es muy interesante observar que se introdujeron, en paralelo, elementos de
división del poder tanto en un sentido horizontal como en uno vertical. Primero,
los Gobiernos locales fueron reforzados, en particular mediante la introducción de
la elección directa del alcalde de Londres y de la representación proporcional para
la elección separada de la correspondiente Asamblea local. Se crearon Asambleas
y Gobiernos regionales en Escocia y en Gales (el segundo sin poderes fiscales ni
legislativos) sobre la base de una representación proporcional. Un pacto entre los
Gobiernos británico e irlandés, así como entre todos los partidos de la región,
condujo a la devolución condicional del autogobierno a Irlanda del Norte y al
establecimiento de un esquema de relaciones de tipo confederal entre los estados
de las dos islas.
A nivel horizontal, se lanzó una iniciativa para una ambiciosa reforma elec-
toral de la Cámara de los Comunes. Como primer paso, el Reino Unido dejó de ser
una excepción en Europa cuando, en 1 9 9 9 , sus representantes en el Parlamento
Europeo fueron elegidos por representación proporcional (como en todos los
demás estados-miembros de la Unión Europea). El Gobierno había establecido
una Comisión Independiente sobre el Sistema de Votación, presidida por el
antiguo ministro laborista y líder de los liberales en la Cámara de los Lores, Lord
Jenkins de Hillhead (antes Roy Jenkins), con la colaboración de una selección de
destacados politólogos (o «psefólogos», como llaman allí a los expertos electorales).
En diciembre de 1998, la Comisión publicó un informe en el que recomendaba
que el tradicional sistema electoral, con varios siglos de antigüedad, basado en la
regla de la mayoría relativa fuera reemplazado por un «sistema de miembros
adicionales» capaz de producir una alta proporcionalidad de la representación.
(Jenkins, 1998; las simulaciones de resultados electorales con sis-temas
electorales alternativos pueden encontrarse en Dunleavy, Margetts y Weir, 1 9 9 8 ;
Dunleavy y Margetts, 1999.)
Estas reformas podrían producir un giro espectacular en las tendencias his-
tóricas tradicionales del régimen político británico que le llevarían de la con-
centración del poder a un gobierno dividido vertical y horizontalmente. No obs-
tante, desde el enfoque presentado en las páginas anteriores, hay que añadir al-
gunos comentarios.
Primero, la ausencia de provisiones para el establecimiento de Gobiernos
regionales en los territorios de Inglaterra podría inducir bien gobierno unificado
(si el partido en el Gobierno nacional obtuviera una mayoría en las regiones), bien
bipolarización entre el Gobierno central y Escocia, más que una cooperación
interregional.
Segundo, aunque se suprimieron la mayor parte de los puestos hereditarios en la
Cámara de los Lores, ésta no fue reemplazada por la correspondiente cá-
mara alta de representación territorial, lo cual reduce también las oportunidades de
íntercambios multilaterales.
En resumen, la suerte de la nueva división vertical de poderes en el Reino
Unido puede depender de una ulterior extensión de la descentralización a otras
unidades regionales y del desarrollo de instituciones de cooperación multirregional,
así como de la emergencia de un gobierno horizontalmente dividido en forma de
Gabinetes nacionales de coalición multipartidista.
CAPÍTULO 5
LA ELECCIÓN DE INSTITUCIONES
SOCIALMENTE EFICIENTES
DAVID HUME
De la independencia del Parlamento
(1741)
1 . " ola 5 1 4 10
1874-1943 (3) (8) (10) (21)
− - - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - --
2.a ola 6 4 9 19
1944-1973 (15) (13) ( 1) (29)
− - - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - --
3." ola 2 27 11 40
1974-2000 (0) (4) (0) (4)
− - - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - --
Total: 13 (18) 32 (25) 24 (11) 69 (54)
NOTA: Los números son los casos de democracias en países con más de un millón de
habitantes «con éxito» o duraderas, es decir, que han durado hasta 2000; los números entre
paréntesis son los casos de democracias en países con rnás de un millón de habitantes
«fracasadas», es decir, que no han durado hasta 2000. Las «proporciones de éxito» son las
proporciones de casos de democratización con éxito sobre el número total cle intentos de
democratización.
F U E N T E : Elaboración del autor con datos en Huntington (1991), Álvarez et al. (1996), Ga-
siorowski (1996), Power y Gasiorowski (1997), Przewoiski et al. (en prensa), informes de Free-
dom House (1972-1999), y prensa. Véanse también los Cuadros 5.2 y 5.3.
Total:
Democracias duraderas: 5 1 4
Democracias fracasadas: 3 8 10
------- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
QUÉ SE VOTA 239
CUADRO 5.2. (Cont.)
3era Ola Papúa-N. Guinea 1977 Argentina 1983 África Sur 1994
1974 Tailandia 1983 Bolivia 1982 R. Checa 1990
Brasil 1979 Eslovaquia 1994
Chile 1990 Eslovenia 1991
Corea S. 1988 España 1977
R. Dominicana 1966 Estonia 1992
Ecuador 1979 Grecia 1975
El Salvador 1984 Hungría 1990
Filipinas 1986 Japón 1994
Guatemala 1985 Letonia 1994
Honduras 1982 Nueva Zelanda 1993
Israel 1996
Malawi 1994
Malí 1992
México 1997
Namibia 1990
Nicaragua 1990
Panamá 1994
Taiwan 1996
Uruguay 1984
Senupresidencial
Benin 1991
Bulgaria 1990
Lituania 1992
Mongolia 1992
Polonia 1989
Portugal 1976
Rumania 1996
- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --- - - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - -- - - --
Total: 10 32 22
1 6% 50 % 34 %
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