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E X L I B RI S

HEMETHERII V A L V E R D E TELLEZ

Episcopi Leonensis
Biblioteca de la F a m i l i a y de la Escuela
PUBLICADA BAJO LA DISECCIÓN
D E D O N J. A B E L A R D O N U Ñ E Z ,

CÓMO GERTRUDIS

ENSEÑA Á SUS HIJOS.


OBRA ESCRITA EX ALEMÁN

L'OR '

JUAN ENRIQUE

TRADUCIDA Y

POR

JOSÉ TADEO

W I Y F ? S ! ! M DE NUFVO LEON
i
BiM-8'.Ks ' Averie y TsHez
,• .¡ • : 5 -.'. *
COATEPEG.

T I P O G R A F I A D E A N T O N I O M. R E B O L L E D O .
i s s e . - 4 7 4 7 Ö
AL LECTOR.

Con verdadero placer, aunque desconfiando de


nuestras propias fuerzas, aceptamos la honrosa y
delicada comisión que nos confiara el señor Visita-
dor General de Escuelas é Inspector de Escuelas
Normales de Chile, don José Abelardo Núñez, de
verter al castellano la obra clásica de educación
del eminente pedagogo y filántropo suizo Juan En-
rique Pestalozzi, intitulada: Cómo Gertrudis ense-
ña á sus hijos, obra que está destinada á formar
un volumen de la Biblioteca de la familia y de la
escuela que bajo la dirección del señor Núñez prin-
cipiará pronto á publicarse. Al dar á luz la pre-
sente obra, tanto al señor editor como al traductor
no nos guía la idea de la especulación, por demás
problemática en este caso; muévenos única y exclu-
sivamente el alto y noble fin de dar á conocer, es-
F O N D O EMETEFTÍO parcir y propagar no solamente en Chile, nuestra
patria, sino también en las repúblicas hermanas y
VA L V f f i O É V f Í U É Z
en los demás países que hablan la sonora lengua

011335
de nuestra madre común, la tan gloriosa como des- pluma del egregio pedagogo y la que ha ejercido
graciada España, los buenos principios y las sanas más influencia en la reforma de la entonces tan de-
doctrinas de la profunda pedagogía alemana. Pue- caída educación popular. Esta obra es la más im-
de tal vez que nuestra pretensión sea exagerada, pe- portante de Pestalozzi porque ella es un verdadero
ro válganos á lo menos nuestra buena intención de evangelio de la educación é instrucción — á ella
querer prestar un servicio, que creemos importante, coresponde con más propiedad y mejor título la
al magisterio y á la causa de la educación del pue- expresión entusiasta de un notable escritor (*) "el
blo en las naciones que hablan el idioma español. evangelio de Pestalozzi." En ninguna de sus obras
Hoy, pues, pasados varios meses de asiduo traba- ha consignado el insigne maestro sus ideas con más
precisión, integridad y entusiasmo y de una manera
jo y después de haber tenido que vencer numerosas
más espontánea, libre, natural é ingenua; ella es, en
dificultades á causa de lo oscuro é ininteligible del
fin, una parte de su YO y habría podido ser justamente
lenguaje del autor, tenemos la íntima satisfacción
titulada "las confesiones de Pestalozzi." Ella es la
de poder presentar al público pedagógico hispano-
que ha ejercido mayor influencia, porque ninguna
americano, traducida de la edición original (*), esa
otra de sus obras ha despertado en el vasto campo
obra notable que es sin diputa la más importante
de la educación y la instrucción un mayor entu-
de cuantas han salido de la fecunda é incansable
siasmo, ha dado un impulso más grande y ha en-
cendido en pro y en contra una polémica más vi-
(*) E n vida de Pestalo/.zi se publicaron dos ediciones de va y provechosa, habiendo llegado -á ser por algu-
Cómo Gertrudis enseña á sus hijos, la primera en 1801 en ca- nos acremente censurada y criticada, hasta vitupe-
sa de Géssner, Zuricli, y la otra en 1820 en casa del librero
rada, pero por los más calorosamente defendida y
Corta de Stuttgart. Ambas ediciones presentan diferencias
sustanciales, á pesar de que Pestalozzi en el prólogo de la
justamente apreciada.
segunda, la primera no lo tiene, afirma primeramente que
la otra se reimprime "sin alteración alguna" y en seguida En apoyo de las aserciones que acabamos de con-
dice "casi sin variación." Esta contradicción se explica signar, y á fin de fundarlas debidaménte, pasamos
únicamente por la intervención de una mano extraña, arbi- á trascribir en seguida algunos juicios que sobre
traria y autoritaria. Esa mano es la de José Scbmidt, cola- la presente obra de Pestalozzi han emitido nota-
borador de Pestalozzi, que en aquella época dominaba co-
bles escritores y filósofos, contemporáneos algunos
mo señor absoluto en Iverdón. Las divergencias de la se-
gunda edición son á veces tan arbitrarias, tan inmotivadas del autor, y que constituyen el testimonio más fide-
que la obra mediante las adiciones y alteraciones de Scb- digno y la prueba más fehaciente de lo que más
midt, sin ganar en claridad, ha perdido mucbo de su inge- arriba hemos afirmado. Principiaremos, pues, por
nuidad y originalidad. Por este motivo no hemos vacilado
en escoger la edición de 1801 para nuestra versión al cas-
tellano. [*] Michelet.
VIH IX

exponer aqui lo que á este respecto dice H- Morf, trudis enseña á sus hijos, leelo. Yo estudio ac-
el conocedor más profundo de Pestalozzi y el más tualmente el sistema de educación de este hombre,
notable de sus biógrafos. y en él hallo el verdadero remedio para curar á la
Ella (la obra Cómo Gertrudis enseña á sus hi- humanidad doliente." En el noveno de sus Discur-
jos), dice Morf, es ciertamente el más importante y sos á la nación alemana, Fichte considera la idea
el más profundo de los escritos de Pestalozzi. No de Pestalozzi sobre la educación y la instrucción
sólo para su época era ella de una importancia in- como un punto " a t cual se debería enlazar la nue-
minente; ella lo es para todos los tiempos venide- va educación nacional de los alemanes."
ros. Aquí su genio (de Pestalozzi) habla aún en Entre las publicaciones periódicas de aquel tiem-
ella con pureza y á su manera. Uno se siente trans- po, El Mercurio alemán, revista literaria redacta-
portado por la abundancia de sus instituciones, qui- da por el poeta Wieland, se expresaba así: " la
siera decir revelaciones de que él es el portador ele- obra en que el hombre sin envidia ha expuesto al
gido por la providencia. Con un interés extrema- público sus excelentes descubrimientos pertenece in-
do se lee ese libro desde el principio hasta el fin y contestablemente á las publicaciones que pueden
con la participación más viva en las cuestiones que cenvertir el genio del siglo XIX en un agato-demo-
en él se tratan, sin embargo no sin sentirse aquí y nio (*) El libro Cómo Gertrudis enseña á
allá tentado á rebatirlo cuando se trata de los pro- sus hijos nadie debería dejar de leerlo."
cedimientos de aplicación, mas no cuando se trata En la Vida y obras de Pestalozzi, obra de M. P.
de principios ó leyes; pero reconociendo aún con Pompée, la cual se halla traducida al español, se
gratitud que, si la experiencia en este punto nos su- lee el siguiente pasaje sobre Cómo Gertrudis ense-
ministra otra cosa mejor, sólo por el método racio- ña á sus hijos: "Este interesante libro se genera-
nal que él nos ha ensenado se ha llegado á su co- lizó con sorprendente rapidez. Trazaba un cami-
nocimiento. El libro es y continuará siendo una no tan nuevo en el arte de la educación; atacaba tan
piedra angular de la instrucción del pueblo; pero vigorosamente á la rutina, que causó profunda im-
los tesoros que él encierra están muy lejos de haber presión en el país alemán, en donde goza aún de
sido utilizados totalmente en la práctica, y no se gran crédito, con la única diferencia de que cuan-
podría recomendar nunca lo bastante y es necesa- do apareció el libro todo el mundo lo criticaba, ala-
rio recomendarlo siempre de nuevo á los que se bándolo muy pocos; al contrario de hoy que se le
ocupan con la educación y la instrucción." alaba mucho, y casi ya no se le critica."
Gerardo von Zezschwitz, juzgando á Pestalozzi
El filósofo alemán Fichte, contemporáneo de Pes-
talozzi, escribía á su esposa en aquella época: "Si
puedes adquirir el libro de Pestalozzi Cómo Ger- (*) Agato-dcmonio, espíritu bueno tutelar.
como escritor en general, dice lo siguiente, que es
encontrar sólo un autor. No conozco ningún libro
también aplicable á la presente obra: "Pestalozzi
que cautive más fuertemente al lector que se preo-
es un singular escritor. Sus obras están llenas de
cupa con las cuestiones escolares, que dé luces más
innumerables repeticiones—Apenas ha principiado
-claras á su espíritu y sentimientos más calurosos á
un tema, cuando su voluble fantasía lo arrastra á
su corazón."
otras sendas enteramente diversas; él mismo se que-
ja de su incapacidad para dar á sus pensamientos Creemos que los testimonios que hemos aducido
una exposición clara y firmemente progresiva; y son más que suficientes para demostrar la impor-
sin embargo, uno se siente arrastrado y trasportado tancia de la obra que hoy tenemos la honra de pre-
sobre esos escollos y obstáculos por el torrente ina- sentar al público; mas el lector juzgará por Sí mis-
gotable del más espontáneo entusiasmo, por la su- mo, y no dudamos que reconocerá los méritos de
perabundancia de los más profundos y más fecun- ella, á pesar de las imperfecciones literarias del
dos pensamientos, llevado con el patos del carácter original y de las faltas y defectos que, no lo duda-
moral, á menudo en hermosa forma retóricamente mos, contendrá la traducción; pues á la oscuridad é
perfecta. Uno siente que cada palabra ha sido es- incorrección del lenguaje en que está escrita la obra,
crita con la sangre del corazón de su propia vida per- lo cual dificulta inmensamente la traducción, jún-
sonal." tanse además nuestra incapacidad é insuficiencia; y
nosotros, lo confesamos ingenuamente, somos biso-
Un escritor contempóraneo juzga del siguiente ños en las letras, siendo este trabajo modesto y sin
modo la obra Cómo Gertrudis enseña á sus hijos: pretensiones nuestro primer ensayo.
'•Un lector que aprecie más los méritos de la forma
Empero, volviendo nuevamente á la cuestión
que el valor del fondo no dejará de censurar las fal-
principal, réstanos decir que la saludable influen-
tas de composición, las digresiones frecuentes y las
cia que esta obra ejerció en Europa 85 años ha, con-
innumerables repeticiones que se hallan en la obra.
tinúa ejerciendola aún, y que lo que ella produjo
Mas, si bien se considera, esas imperfecciones lite-
entonces aquí y continúa todavía produciendo, pue-
rarias no hacen más que realzar, por la carencia
de y debe también producirlo en las naciones de la
misma de toda pretensión al título de escritor, esa
América Española, las cuales, á pesar de los loables
imaginación tan violentamente apasionada de un
esfuerzos de algunos gobiernos por mejorar la edu-
ideal, ese corazón tan profundamente preocupado
cación popular, ocupan actualmente en materia de
por el bien, ese amor tan infatigable á la humani-
enseñanza más ó menos el mismo lugar que la Sui-
dad, y sobre todo, ese acento de verdad que es, en
za á principios del siglo. Ella debe contribuir á
suma, el encanto más grande de las obras del espí-
dar á conocer y propagar principios buenos y exac-
ritu, porque él hace ver un hombre donde se temía
tos sobre la educación; hacer comprender profun-
damente la misión de la escuela y de la educación,
consideradas desde el punto de vista de la ética; á por guía á la vieja y siguiendo sus huellas y ejem-
iníundir al maestro entusiasmo por su profesión y plo, debe educarse y perfeccionarse á sí misma por
amor á ella, consuelo y esperanzas en las dificulta- medio del estudio de las mejores obras de la peda-
des de la vida escolar. Mas para que estos hermo- gogía clásica, á fin de ponerse en estado de poder
sos frutos lleguen á la debida sazón, es menester desempeñar dignamente su elevada misión. El ejem-
que no sólo se lea este libro sino que se le estudie plo de Pestalozzi, el prototipo del maestro abnega-
seria y detenidamente. El estudio profundo de esta do, y su obra imperecedera Cómo Gertrudis enseña
obra, que descubra los tesoros y bellezas que ella d sus hijos, ofrécenles estímulo suficiente y pueden
encierra, vivifica, reanima y refresca como la pu- servirles de eficaz auxilio para tal fin. Por esta ra-
ra y aromada brisa del Pacífico, como el fresco y zón recomendamos encarecidamente esta obra á los
peí fumado terral de los nevados Andes; disipa del maestros asiduos, amantes de su profesión y del pro-
alma del maestro las densas y negras nubes del des- greso; especialmente á los colegas jóvenes, novicios
contento; purifica su corazón de las escorias del en el arte de enseñar; á los alumnos normalistas, y
egoismo y protégelo contra la satisfacción de sí también á todas aquellas personas que se interesan
mismo en el cumplimiento mecánico, al dar de las por la educación del pueblo, ó que están llamadas
horas, de su deber, y no dejar nunca que el interés á intervenir en ella.
personal llegue á convertirse en el regulador del En fin, para poder comprender bien y apreciar
trabajo y de las acciones. justamente la obra de tan egregio é insigne maes-
tro, es necesario conocer previamente la vida y las
Mas á este respecto, por fortuna, no tenemos na-
obras del ilustro autor y estar al corriente de sus
da que temer, el preceptorado chileno está á cu-
empresas pedagógicas. Por esto es que habíamos
bierto de toda sospecha, y no lo dudamos, también
pensado dar aquí una sucinta biografía de Pestalo-
el magisterio en general; por el contrario, él con-
zzi; mas, no habiendo podido hacerlo conforme á
sagra una suma tal de sacrificio y de trabajo al des-
nuestros deseos, por no poder disponer del tiempo
empeño de sus funciones, de que no se tiene la me-
necesario, y á fin de reparar un tanto esa falta in-
nor idea en muchos círculos sociales. Para con-
voluntaria, recomendamos á nuestros lectores que
vencerse de esta verdad, se necesita únicamente arro-
antes de principiar la lectura de la presente obra
j a r una sola ojeada en las salas de clases de una es-
procuren leer alguna de las muchas biografías de
cuela pública cualquiera. El juicio del mundo, tan
Pestalozzi que se han escrito en diversos idiomas.
injusto á menudo, en nada cambia este estado de co-
Con este fin indicaremos en primer lugar, por estar
sas; así debe continuar también. Asimismo, la nue-
escrito en español, el libro titulado: Vida y obras
r a generación de maestros que se levanta, tomando
de Pestalozzi por D. P. P.; á los maestros que po-
sean el alemán les recomendamos las siguientes o-
bras: H. M O R F , Zur Biographic Pestalozzis; L.
W . S E Y F F A R T H , Johann Heinrich Pestalozzi. Nach
seinem. Leben und seinen Schriften; H. B L O C H M A N N ,
J. H. Pestalozzi, Züge aus dem Bilde seines Le-
bens und Wirkens etc. A aquellos de nuestros lec-
tores que conozcan el francés, que serán sin duda la
mayor parte, les recomendamos alguna de las bio-
grafías que á continuación se expresan: R O G E R DE
G U I M P S , Histoire de Pestalozzi, de sa pensée et de. CARTA 1.
son œuvre; P . P O M P É E , Eudes sur la vie et les tra-
vaux pédagogiques de J. H. Pestalozzi; GUILLAU-
ME Biographie de H. Pestalozzi; y por último, á BLRGDORF, día de año nuevo de 1801.
los que prefieran el inglés les indicaremos todavía
la obra que lleva per título: Pestalozzi, his life,.
•work and influence by H E R M A N N K R Ü S I , A. M., son Mi querido GÉSSNER (1):
of Pestalozzis first associate, instructor in phi-
losophy of education at the Oswego Normal and
Training School. New-York. © ú me dices que es ya tiempo de que dé á la publi-
^ cidad mis ideas sobre la educación del pueblo.
DRESDEN, 1888. Voy, pues, á hacerlo, y á explicarte del mejor mo-
do que me sea posible, en una serie de cartas, como
EL TRADUCTOR.. en otra época L A V Á T E R (2) á ZIMMERMANN en sus
" Vistas de la Eternidad," mis miras ó mejor dicho
mis opiniones sobre el particular.
La educación del pueblo se presentaba á mi vista
como un inmenso pantano; yo lo he recorrido en to-
das direcciones, sumergiéndome resueltamente en el
lodo, hasta que por fin reconocí los manantiales de
sus aguas, las causas de sus obstrucciones, y los pun-
tos de vista desde los cuales se dejaba presentir la
posibilidad de abrir canales para desaguar su húme-
da putrefacción.
sean el alemán les recomendamos las siguientes o-
bras: H . M O R F , Zur Biographic Pestalozzis; L.
W . S E Y F F A R T H , Johann Heinrich Pestalozzi. Nach
seinem. Leben und seinen Schriften; H . B L O C H M A N N ,
J. H. Pestalozzi, Züge aus dem Bilde seines Le-
bens und Wirkens etc. A aquellos de nuestros lec-
tores que conozcan el francés, que serán sin duda la
mayor parte, les recomendamos alguna de las bio-
grafías que á continuación se expresan: R O G E R DE
G U I M P S , Histoire de Pestalozzi, de sa pensée et de. CARTA 1.
son œuvre; P . P O M P É E , Eudes sur la vie et les tra-
vaux pédagogiques de J. H. Pestalozzi; GUILLAU-
ME Biographie de H. Pestalozzi; y por último, á BLRGDORF, día de año nuevo de 1801.
los que prefieran el inglés les indicaremos todavía
la obra que lleva per título: Pestalozzi, his life,.
•work and influence by H E R M A N N K R Ü S I , A. M., son Mi querido GÉSSNER (1):

of Pestalozzis first associate, instructor in phi-


losophy of education at the Oswego Normal and
Training School. New-York. © ú me dices que es ya tiempo de que dé á la publi-
^ cidad mis ideas sobre la educación del pueblo.
DRESDEN, 1888. Voy, pues, á hacerlo, y á explicarte del mejor mo-
do que me sea posible, en una serie de cartas, como
EL TRADUCTOR.. en otra época L A V Á T E R (2) á ZIMMERMANN en sus
" Vistas de la Eternidad," mis miras ó mejor dicho
mis opiniones sobre el particular.
La educación del pueblo se presentaba á mi vista
como un inmenso pantano; yo lo he recorrido en to-
das direcciones, sumergiéndome resueltamente en el
lodo, hasta que por fin reconocí los manantiales de
sus aguas, las causas de sus obstrucciones, y los pun-
tos de vista desde los cuales se dejaba presentir la
posibilidad de abrir canales para desaguar su húme-
da putrefacción.
Voy ahora á conducirte un momento á ese labe- zos hechos en la prueba inmensas verdades, y mi
rinto cuya salida he encontrado por fin, gracias más convicción sobre la exactitud de mi plan no fué nun-
bien á la casualidad que á mi inteligencia y á mi ca más grande que cuando él naufragaba; también
arte. mi corazón, siempre inalterable, aspiraba aún hacia
Tiempo ha ¡ay! desde mi adolescencia, mi cora- el mismo fin, y entonces, en la desgracia misma,
zón, como un río impetuoso, se dirigía solamente aprendía yo á conocer más á fondo, y como ningún
hacia un fin único, á cegar las fuentes de la miseria hombre feliz las ha conocido, la miseria del pueblo
en que yo veía á mi alrededor sumergido al pueblo. y sus causas. Yo sufría lo que el pueblo sufría, y él
se me mostraba como era, como á nadie se ha mos-
Hace ya más de treinta años que pus.e manos á la trado. Yo he vivido con él una larga serie de años,
obra de que ahora me ocupo. Las Efemérides de como el buho en medio de las aves. Pero á pesar de las
I S E L I N (3) atestiguan que yo no pretendo actualmen-
risas burlescas de los hombres que me arrojaban de
te que el sueño de mis aspiraciones abrace hoy más su sociedad; en medio de los sarcasmos de los que
que antes cuando trataba ya de realizarlo. me gritaban: ¡Desgraciado, tú menos que el último
Vivía todo el año en compañía de más de cincuen- jornalero estás en estado de ayudarte á tí mismo, y
ta niños, hijos de pordioseros; en la pobreza com- te imaginas que puedes ayudar al pueblo!—á despe-
partía mi pan con ellos, y vivía yo mismo como un cho de ese apòstrofe fisgón que leía en todos los la-
mendigo para enseñar á mendigos á vivir como bios, no cesaba el impulso poderoso de mi corazón
hombres (4). que aspiraba á un solo y único fin: cegar las fuen-
Mi ideal de la educación de esos niños compren- tes de la miseria en que veía en torne mío sumergi-
día la agricultura, la industria y el comercio. Yo do' al pueblo: y, por otra parte, mi energía se forti-
poseía en esos tres ramos un elevado y seguro tacto ficaba más y más. Mi desgracia me enseñaba de día
en día gran número de verdades útiles á mis desig-
para el todo y lo esencial de ese plan, y aun hoy
nios. Lo que á nadie engañaba, me engañaba aún
mismo no veo ningún error en los fundamentos de
M
á mí; pero lo que engañaba á todos, ya no me enga-
f ' P o r e l contrario, también es muy cierto que ñaba más á mí.
me faltaban igualmente en los tres ramos la destre-
za y habilidad prácticas para los pormenores y un Yo conocía al pueblo como nadie á mi alrededor
carácter que se ajustase firmemente á las minucio- lo conocía. La alegría producida por las ganancias
sidades; tampoco era bastante rico y estaba desam- del algodón, su riqueza siempre creciente, sus casas
parado en demasía para tener bajo mis órdenes un blanqueadas de nuevo, sus magníficas cosechas, aun
personal capaz de suplir lo que á mí me faltaba. Mi la enseñanza socrática ejercida por algunos de sus
plan fracasó. maestros y los círculos de lectura dirigidos por hi-
Mas yo había aprendido en los inmensos esfuer- GERTRUDIS.—P. 2.
jos de subalcaldes de aldea y por barberos,—todo es- de nuevo y que encontrasen allí el alimento indis-
to no me ilusionaba. Yo veía su miseria; pero me pensable para su existencia.—Era una esperanza muy
extraviaba en el vasto cuadro de tantas causas ais- vana esperar que otro que yo arrebatase á las olas
ladas y diseminadas que la producían, y no adelan- esa caña llevada á la ventura, y que la plantase en
taba en los medios prácticos de aliviar sus males en la ribera en donde yo mismo no procuraba plantarla.
el grado que correspondía á la extensión de mis co- Caro amigo, quien tiene en sus venas una sola go-
nocimientos sobre la verdadera situación del pueblo; ta de la sangre que circula en las mías ¡él ve ahora
y aun el libro mismo que expresaba con ingenuidad el abismo en que yo debía hundirme! Y tú, mi que-
mi sentimiento sobre esa situación, Leonardo y Ger- rido Géssner, antes de que leas más adelante, dedica
trudis, era una obra de mi impotencia y estaba en- una lágrima á mi destino.
tre mis contemporáneos como un monumento de pie-
Yo era presa entonces de un malestar profundo.
dra que habla de la vida y que está muerto. Mu-
Lo que es verdad y justicia eterna mi pasión lo tras-
chas personas le concedieron una mirada, pero no me
formaba en quimeras. Yo me asía ciegamente á pa-
comprendieron á mí ni el fin que yo perseguía, del
labras vanas que no correspondían á ninguna de mis
mismo modo que yo mismo no comprendía los deta-
convicciones; caía más y más en el culto de las fra-
lles de los medios necesarios para su ejecución.
ses vanales y de las recetas de los charlatanes, anun-
Yo mismo habíame abandonado y me dejaba lle- ciadas á golpe de caja, con las cuales la nueva ge-
var como un torbellino por un deseo irresistible de- neración quería aliviar á la especie humana.
actividad exterior, cuyos fundamentos internos no Sin embargo, no era que yo no me diese cuenta de
babía yo aún profundizado lo bastante en mí mismo mi naufragio intelectual, ni de que no tratase de im-
(5). pedirlo. Escribí en tres años con un trabajo increí-
Si yo hubiese comenzado por lo último, á qué al- ble mis Investigaciones sobre la marcha de la na-
tura intelectual útil á mi objeto habría podido ele- turaleza en el desarrollo de la especie humana. Al
varme en mis concepciones, y con cuánta rapidez ha- escribir esa obra tenía sobre todo por objeto el dar-
bría alcanzado mi fin, fin que yo no alcanzaba por- me cuenta exacta del encadenamiento de mis ideas
que no era digno de ello, pues que no buscaba más favoritas y de poner mis sentimientos naturales en
que su realización exterior y puesto que he dejado armonía con las opiniones que me había formado so-
trasformarse mi amor á la verdad y á la justicia en bre el derecho civil y sobre la moral. Mas ese libro
una pasión que me arrastraba en la corriente de la no es sino un nuevo testimonio de mi impotencia in-
vida como una caña desprendida que sirve de jugue- telectual; él es un simple juego de mi facultad de
te á las olas y que estorbaba día por día que ganase investigación, una obra demasiado exclusiva, rela-
la tierra firme, que sus lavadas raíces se arraigasen- tivamente débil, en que no se conoce lo bastante el
esfuerzo hacia esa energía práctica que era tan ne-
había ataque contra la moral sino cuando había ata-
cesaria á mi empresa. La desproporción entre mis
que esencial á lo único que tiene un valor para la
fuerzas y mis conocimientos no hacía más que au-
naturaleza humana;—en un momento en que las vio-
mentar, y ensanchaba en mí el vacío que debía lle-
lencias en el exterior y las pasiones en el interior se
nar para alcanzar mis fines, vacío que cada vez me- hacían amenazantes, cuando todos mis contemporá-
nos podía llenar. neos, salvo algunas excepciones, no respiraban más
Tampoco no coseché más de lo que había sembra- que sentimientos vanidosos, aspiraban al poder y
do. Mi libro produjo en torno mío el mismo efecto andaban husmeando las mesas bien provistas ¡yo ha-
que habían producido mis actos: casi nadie me com- bía llegado hasta á humillarme á esperar que una
prendió, y yo no encontré entre los que me rodeaban sola palabra de verdad popular, que simples nocio-
dos hombres que no me diesen á entender entre pala- nes de derecho fuesen á ejercer en ellos una influen-
bras que lo consideraban como un galimatías. Y cia saludable!
aun poco ha, aun hoy mismo, un personaje notable, A pesar de mis nevados cabellos era todavía un
que por otra parte me profesa cariño, se expresaba niño; pero un niño cuyo espíritu estaba profunda-
con la familiaridad suiza así sobre el asunto: "¿No mente perturbado. Aun en medio de la tormenta de
es cierto, Pestalozzi, que Ud. mismo reconoce hoy esa época marchaba siempre al encuentro del obje-
que no sabía bien lo que Ud. quería cuando escribió to de mi vida, pero de un modo más exclusivo y más
ese libro?"—Esa era, pues, mi suerte; ser desconoci- extraviado que nunca. Buscaba un camino para mi
do y ser víctima de la injusticia. Yo debí haber objeto, exponiendo de una manera general las anti-
aprovechado las lecciones de la experiencia, mas no guas causas de la desgracia del pueblo, presentando
las aproveché; yo no opuse á mi desgracia más que interpretaciones apasionadas del derecho civil y de
mi desdén y mi desprecio de los hombres; con todo sus fundmentos y aprovechando el espíritu de revuel-
eso, yo no me aparté ni un sólo instante de mis fines; ta que se manifestaba contra ciertos males popula-
por el contrario, ellos se habían encarnado en mí y res. Mas las verdades más importantes proclama-
vivían en una imaginación perturbada y en un cora- das en épocas anteriores de mi vida no habían sido
zón desazonado; me obstinaba en querer cultivar en para mis compatriotas sino palabras al aire ¡cuánto
un suelo profano la sagrada planta de la felicidad de más debían parecerles ahora una locura mis opinio-
nes actuales sobre la materia! El los sumergieron
los hombres.
como siempre esas verdades en su lodo y permane-
Géssner, yo que acababa de explicar en mis Inves- cieron siendo lo que eran, y se portaron conmigo co-
tigaciones las prescripciones de todo derecho civil mo debía haberlo previsto y no lo previne, porque
por las exigencias mismas de mi organización ani- me cernía en los aires llevado en alas de la ilusión
mal; yo que acababa de declarar que á mi ver no de mis deseos y porque la falta de egoísmo no me
abría los ojos para conocer á los hombres que me Amigo mío, voy á exponerte sin reserva todo lo
rodeaban. Yo me engañaba no sólo en cada astuto que he sido y todo lo que he hecho á partir desde esa
sino también en cada loco, y me confiaba de cual- época. Gracias á L E G R A N D (6), había ganado la con-
quiera que se me presentase y me dijese una pala- fianza del primer directorio para lo concerniente á
bra de aliento ó que me manifestase una opinión fa- la educación del pueblo y estaba á punto de inau-
vorable. No obstante, yo conocía tal vez mejor que gurar en el cantón de Argovia un vasto plan de edu-
nadie al pueblo y las causas de su embrutecimiento cación, cuando S T A N Z (7) fué presa de las llamas y
y de su degradación; mas no deseaba nada, absolu- L E G R A N D me propuso elegir por esa vez ese desgra-

tamente nada más que la supresión de esas causas y ciado pueblo para lugar de mi residencia.—Yo ha-
el fin de las miserias del pueblo; y los hombres nue- bría ido hasta las cuevas más apartadas de las mon-
vos (novi homines) de la Helvecia, que no aspira- tañas para aproximarme á mi objeto, y yendo á Stanz
me aproximaba efectivamente á él. Mas figúrate mi
ban á tan poco y que no conocían al pueblo, encon-
situación: yo estaba solo, completamente desprovis-
traron naturalmente que yo no era el hombre que
to de todos los medios necesarios para una obra de
les convenía. Esos, que en su nueva posición pare-
educación; yo solo era al mismo tiempo superinten-
cían mujeres náufragas que toman cada paja por un
dente, tesorero, sirviente y casi criada, en una casa
mástil capaz de llevar á la República á puerto se-
inconclusa, en medio de la ignorancia, de enferme-
guro, esos hombres me consideraban á mí, únicamen-
dades y de toda clase de circunstancias nuevas para
te á mí, como una paja á la cual ni un gato habría
mí. E l número de los niños asilados se elevó poco á
podido agarrarse. A pesar de todo, sin saberlo y poco á ochenta, todos de diferente edad, algunos lle-
sin'quererlo, me hicieron bien, me hicieron más bien nos de pretensiones, otros habituados á la mendici-
que ningún hombre me había hecho jamás. Me de- dad, todos, salvo raras excepciones, completamente
volvieron á mí mismo y no me dejaron, en la tran- ignorantes. ¡Qué tarea el educarlos! desarrollar esos
quila sorpresa sobre su cambio de maniobras para niños ¡que problema que resolver'
reparar el navio en medio del naufragio, más que las
Yo me aventuré á resolverlo. De pie, en medio de
palabras que yo había pronunciado en los primeros
ellos, les pronunciaba sonidos y se los hacía en se-
días de desorden: " Yo quiero ser maestro de escue-
guida repetir: el que eso veía quedaba estupefacto
la.''' Para ello tuvieron confianza en mí. He lle- del resultado (8). En verdad, él fué como un meteo-
gado á ser maestro de escuela y desde entonces sos- ro que brilla un instante en la atmósfera y desaparece
tengo una lucha que me impulsa contra mi volun- en seguida. Nadie comprendió su naturaleza. Yo
tad á llenar los vacíos de mi espíritu y á vencer la mismo no la conocí. El era la acción de una simple
impotencia que me ha impedido realizar mis pro- idea psicológica que existía en mi espíritu, pero de
yectos. la cual no tenía yo una conciencia clara.
Precisamente yo pulsaba el método que buscaba, mino real que también después de siglos nadie ha-
—fué un atrevimiento enorme—un hombre perspi- bía andado.
caz no se habría aventurado ciertamente; mas, por Voy ahora á pasar un momento á los poi menores.
felicidad, estaba ciego, de lo contrario yo mismo no Habiéndome visto obligado á instruir solo y sin
me habría arriesgado á cometerlo. Yo no sabía cla- auxilios á un gran número de niños, aprendí el arte
ramente lo que hacía; pero sabía lo que quería, y de enseñar á los unos por medio de los otros, y co-
ello era: ¡la muerte ó la consecución de mis fines! mo no tenía otro medio que la pronunciación en al-
Mas los medios que para ello empleaba eran in- ta voz, concebí naturalmente el pensamiento de ha-
dudablemente resultados de la necesidad, con la cual cerlos dibujar, escribir y trabajar durante la clase.
debía yo abrirme paso á través de los embarazos in- El desorden que producía la multitud de niños que
finitos de mi situación. repetían la lección me hizo sentir la necesidad del
Yo mismo no sé, y apenas puedo comprenderlo, ritmo, y el ritmo aumentaba la impresión de la en-
cómo he vencido las dificultades. He jugado, por de- señanza. La absoluta ignorancia de todos mis discí-
cirlo así, con la necesidad; he desafiado los obstácu- pulos me hizo retenerlos largo tiempo en los princi-
los que ella colocaba delante de mí como montañas; pios, y esto me indujo á descubrir el aumento de
opuse á la apariencia de la imposibilidad material fuerza intelectual que se alcanza por el conocimien-
la fuerza de una voluntad que no veía ni apreciaba to perfecto de los primeros elementos y de los re-
el porvenir más cercano y más inminente, y que se sultados que produce el sentimiento de la perfección
asía al presente como si sólo el presente hubiese exis- y de la entereza, aun en los grados más inferiores
tido y de él dependiese la vida y la muerte. de la enseñanza. Como nunca todavía adivinaba yo
Yo trabajé en Stanz hasta el día en que la aproxi- entonces la conexión-de los primeros principios en
mación de los austríacos hirió á mi obra en el cora- cualquier ramo de conocimientos, en toda su exten-
zón (9). Los sentimientos que entonces me agobia- sión, y sentía los vacíos inconmensurables que de-
ron me redujeron á l a debilidad física en que me en- bían resultar del estudio desordenado é incompleto
contraba cuando abandoné á Stanz. Hasta ese mo- en cada serie de conocimientos. Los resultados de esa
mento no me había formado todavía un juicio exac- atención dedicada al estudio perfecto de las nocio-
to de los fundamentos que debían servirme de guía; nes elementales sobrepujaron en mucho á mis espe-
mas, habiendo intentado lo imposible, encontré lo ranzas. Se desarrolló rápidamente en los niños la
posible, lo que yo no presentía, y habiendo penetra- conciencia de fuerzas que ellos no conocían y espe-
do en una selva sin salidas en donde durante siglos cialmente un sentimiento general de orden y de be-
ningún hombre había penetrado, encontré detrás de lleza. Ellos se reconocieron á sí mismos, y la atmós-
la selva huellas de pasos que me condujeron al ca- fera de fatiga que reina habitualmente en la escue-

9mím •
la se desvaneció de mis clases como una sombra; sancio de la educación antipsicológica de la fami-
ellos querían,—podían,—perseveraban—y reían; su lia y de la escuela, se desarrollaron rápidamente.
disposición de ánimo no era la de niños que apren- Era otra raza; los pobres mismos eran otros hom-
den, era la disposición de las fuerzas despiertas del bres que los pobres de las ciudades y que los hom-
sueño, desconocidas, y un sentimiento que eleva el bres endebles, raquíticos, que habitan los lugares
espíritu y el corazón, á los cuales las fuerzas po- -donde se cultiva el grano y la vid. Yo vi la fuer-
dían y debían conducirlos (10). za de la naturaleza del hombre y de sus facultades
Los niños enseñaban á los niños. Ellos ensayaban en el juego más variado y más libre. Su corrup-
lo que yo solamente decía. Aun á esto me condujo ción era la corrupción de la naturaleza sana, una
la necesidad. No teniendo ningún colaborador, colo- diferencia infinita entre la corrupción de la enerva-
caba un niño más capaz entre dos menos capaces; -ción sin esperanzas y el debilitamiento completo (12).
el primero tomaba de la mano á sus dos compañe- Vi en esa mezcla de ignorancia inculpable una
ros, les decía lo que él sabía y ellos aprendían á re- fuerza de intuición y una conciencia segura de lo
petir lo que no sabían (11). conocido y de lo visto, de la cual nuestros nenes del
Caro amigo, tú has oído el barullo de ese apren- abecedario no tenían ningún presentimiento.
dizaje de todos al mismo tiempo y has visto el ar- Aprendía con ellos,—habría debido ser ciego si
dor y la alegría con que ellos aprendían. Di tú mis- no lo hubiese aprendido,—á conocer la relación na-
mo: ¿qué sentimiento experimentaste cuando viste tural que debe establecerse entre los conocimientos
ese espectáculo? Yo vi tus lágrimas, y la cólera her- reales (13) y los conocimientos de las palabras.
vía en mi pecho contra el hombre que podía pronun- Aprendí c<>n ellos á conocer qué perjuicio tan gran-
ciar aún estas palabras: "¡el mejoramiento del pue- de pueden causar á la fuerza efectiva de la intui-
blo es sólo un sueño!" ción y á la conciencia sólida de los objetos que nos
No, ello no es un sueño; es un arte que voy á po- rodean el estudio exclusivo de las palabras y la
ner en manos de las madres, en manos de los niños, confianza sin límites en las palabras, las que son
en las manos de la inocencia, y entonces el misera- únicamente sonidos y ruidos.
ble callará y no dirá más: ¡es un sueño! Hasta este punto había llegado yo en Stanz. Sen- '
¡Dios mío, cómo darte gracias por mi miseria! tía que eran decisivas mis experiencias sobre la po-
Sin ella no pronunciaría yo estas palabras y no re- sibilidad de establecer la educación del pueblo so-
duciría á ese hombre al silencio. bre fundamentos psicológicos, de poner como base
Mi convicción es ahora completa; durante largo de ella conocimientos efectivos adquiridos por la
tiempo no lo fué; pero yo también tuve en Stanz intuición y desenmascarar la inanidad de ese lujo
niños cuyas fuerzas, no paralizadas aún por el can- superficial de palabras de la enseñanza actual. Sen-

IINIYERSIDAB DE NUEVO U M
m a t e * vsiYf-iR y M o
medio del mar, para volver á nadar de nuevo.—No
tía que podía resolver ese problema á la vista de olvidaré yo esos días, Zehender, mientras viva;
todo hombre de espíritu profundo é imparcial; pero ellos me salvaron. Pero no podía vivir sin mi obra,
á la multitud llena de preocupaciones que, como aun en los mismos instantes en que desde la cima
los gansos que desde su salida de la cáscara han si- del Gurnigel veía el hermoso é inmenso valle que
do cebados en la cocina y en el establo, ha perdido se extendía á mis pies; pues nunca había visto aún
la facultad de volar y de nadar,—á esa multitud una prespectiva tan vasta, y sin embargo, cuando
parcial, preocupada, no podía hacer creer todavía contemplaba ese espectáculo, pensaba más en el pue-
lo que yo tan bien sabía. blo mal instruido que en la belleza de esa vista.
Estaba reservado á B I R G D O R F ( 1 4 ) el tomarme en No podía ni quería vivir sin mi objeto.
su escuela con ese fin. Mi partida de Stanz, que, á pesar de haber esta-
Mas considera, tú que me conoces, figúrate con do á las puertas del sepulcro, no fué el resultado de
cuánto sentimiento me separé de Stanz. Cuando un mi resolución libre, sino la consecuencia de medi-
náufrago después de noches de fatiga, sin descanso, das militares y de la imposibilidad absoluta tem-
divisa por fin la tierra, respira y renace á la espe- poraria de proseguir la ejecución de mi plan, reno-
ranza de vivir, y en seguida se ve por viento mal- vó la antigua habladuría sobre mi incapacidad y
hadado arrastrar de nuevo al mar inmenso, en su mi impotencia completa para perseverar en una
alma temblorosa se dice una y mil veces: ¿por qué ocupación cualquiera. "Sí, decían mis propios ami-
no me es dado morir?—y sin embargo, no se preei- gos, durante cinco meses le es posible aparentar que
pita en el abismo sino que obliga aún á los fatiga- puede trabajar, pero en el sexto seguramente no pa-
dos ojos á mirar al rededor de sí, busca de nuevo sa de allí. Se habría debido saberlo de antemano.
la ribera y, cuando la ve, apura todas sus fuerzas El no puede hacer ninguna cosa completa y, si pa-
hasta el aterimiento de los miembros. Ese náu- samos más adelante, nunca ha sido capaz de nada
frago era yo. efectivo, sino una vez de escribir una novela; pero
Géssner, imagínate todo eso; considera mi cora- también como novelista se ha sobrevivido á sí mis-
zón y mi voluntad, mi obra y mi fracaso,—mi des- mo." Me decían en mi cara: "Es una locura que,
gracia y el temblor desordenado de mis nervios, y porque un hombre ha escrito algo razonable á los
mi abatimiento. En ese estado me encontraba yo, treinta años de edad, se le juzgue capaz de hacer
amigo mío. algo razonable á los cincuenta." Proclamaban en
F I S C H E R me presentó á Z E H E N D E R ; y yo encontré
alta voz que lo más que se podía conceder en mi
en G U R N I G E L días de reposo y de restablecimiento favor es lo siguiente: "yo acariciaba un hermoso
(15). Tenía necesidad de ambos. Mas no había sueño y, como todos los locos que tienen siempre
alcanzado mi ribera; descansaba sobre una roca, en
una idea fija, tenía yo aquí y allá algún pensamien- nios que antes; y 110 quería y no buscaba otra cosa
to luminoso en mi sueño y en mi tema predilecto." que un rincón en donde poder reanudar, sin atender
Es natural que nadie me oyese. No obstante, todos á otra consideración secundaria, el hilo en el punto
estaban unánimemente de acuerdo en que no podía ser en que lo había dejado cortado.
de otro modo, que las cosas me habían desazonado R E X G G E R y S T A P F E R ( 1 6 ) se alegraron. El juez
de nuevo en Stanz y que á mí me disgustaba todo superior S C H N E L L me aconsejó que me fuese á Burg-
lo práctico. dof y dos días después estaba yo allí. Encontré en
el prefecto S C H K E L L y en el doctor G R I M M ( 1 7 ) dos
F . . . . me ha referido á este respecto una singu-
hombres que conocían la arena movediza sobre la
l a r conversación de amigos. Sucedió esto en una
cual estaban establecidas nuestras viejas escuelas
reunión pública; mas yo no expondré los detalles.
ruinosas, y que no obstante no pensaban que fuese
E L PRIMERO decía: ¿Has visto qué aspecto tan ho-
imposible encontrar un terreno firme bajo esa capa
rrible tiene él?
gigantesca de arena movediza. A ellos déboles gra-
EL OTRO.—Sí; el pobre loco me da lástima. titud. Ellos tomaron interés por mis proyectos y
E L P R I M E R O . — A mí también; pero es inútil que- han contribuido con su acción y su buena voluntad
rer hacerlo cambiar. Cada vez, cuando por un mo- á abrirme el camino que buscaba.
mento arroja de sí un rayo de luz, puede creerse que
él es realmente capaz de algo; mas, pasado ese ins- Mas él tampoco estaba aquí libre de dificultades.
tante, la oscuridad vuelve á rodearlo y, si uno se Por fortuna me consideraron desde el principio po-
aproxima á ella, se ve que él se ha quemado á sí co más ó menos como á uno de esos maestros de es-
mismo. cuela ambulantes que buscan su vida de pueblo en
EL OTRO.—¡Si él lo hubiera hecho una sola vez pueblo. Algunos ricos me saludaban afablemente;
por completo! ¡El no tiene remedio hasta que se ha- algunos eclesiásticos me deseaban la bendición de
y a convertido en cenizas! Dios para mis proyectos; las gentes cuerdas creían
EL PRIMERO.—¡Uno debe desearlo pronto por él, que bien podría salir de ello algo útil para sus hi-
Dios lo sabe! jos: todo parecía esperar resignadamente hasta que
Tal era el premio de mi obra de Stanz; una obra se viese lo que de allí iba á resultar.
que ningún mortal había ensayado todavía en tales Mas el maestro de escuela no-burgués (18) de la
proporciones y bajo semejantes circunstancias, obra ciudad baja (19) á cuya escuela había sido yo en-
cuyos resultados íntimos me han conducido al pun- viado, tomó la cosa un poco más á serias. Yo creo
to en que me encuentro ahora. que él tenía la idea de que el fin principal de mi
Se admiraron cuando me vieron bajar de Gurni- ardoroso cacareo del ABC era suplantarlo, echar su
gel con la misma voluntad y con los mismos desig- puesto con piel y pelos (20) en mi mochila. Una
vez propagóse rápidamente en las calles vecinas á
la en que él vivía el rumor de que el catecismo de no lo hicieron. Declararon en una reunión que no
Heidelberg estaba en peligro (21). Ese catecismo querían que se hiciese con sus hijos el ensayo del
continúa siendo en las ciudades protestantes de la nuevo método de enseñanza, que los burgueses de-
Suiza el alimento intelectual á que es reducida de- bían probarlo en los suyos propios.
liberadamente la juventud de la burguesía ordina- Esto también se realizó. Mis protectores y mis
ria y de los habitantes no-burgueses, durante un amigos, desplegando toda la habilidad que era ne-
tiempo tan largo como á los rústicos aldeanos más cesario emplear en un país tal y para un objeto se-
desvalidos; y tú sabes que entre nosotros ese tiempo mejante, concluyeron por obtener mi entrada en la
escuela más inferior de la ciudad alta (23).
no concluye hasta el día en que deben ir á recitar
las oraciones ante el pastor, esto es, el día en que Yo me consideraba feliz. Sin embargo, al prin-
celebran sus esponsales (22). cipio estaba como espantado; temía á cada momen-
to que me despidiesen otra vez de la escuela. Ese te-
Sin embargo, lo del catecismo heidelberguense
mor me hacía más incapaz de lo que en realidad lo
no fué el único ataque contra mí. Además, cuchi-
soy; y cuando me acuerdo del ardor y de la activi-
cheaban en las calles que yo no sabía escribir, ni dad con que en las primeras clases de Stanz me edi-
calcular, ni aun leer bien. fiqué un templo encantado, y, en seguida, del temor
Pues bien, amigo mío, tú ves que no son del to- con que en Burgdorf me arrastré bajo el yugo ru-
do falsas las habladurías de las calles: yo no sabía tinero de la escuela, casi no puedo comprender có-
en verdad ni escribir, ni calcular ni leer correcta- mo el mismo hombre pudo hacer lo uno y lo otro.
mente. Mas siempre se deducen demasiadas conclu-
Había allí reglamento escolar, apariencia de res-
siones de esas verdades de las calles. T ú lo has vis-
ponsabilidad y cierta pedantería y pretensión. Todo
to en Stanz; yo podía enseñar á escribir sin saber eso era nuevo para mí. En mi vida había llevado
yo mismo escribir bien, y ciertamente mi incapa- yo semejante carga; pero quería conseguir mi obje-
cidad en esas materias era una condición indispen- to, y la llevaba. Me puse á cacarear mi ABC dia-
sable para hacerme descubrir el método más senci- riamente desde la mañana hasta la tarde, siguiendo
llo de enseñanza y para sugerirme los medios con sin plan determinado la marcha empírica que ha-
ayuda de los cuales el más inexperto y el más ig- bía debido interrumpir en Stanz. Combinaba, sin
norante de los hombres podría llegar á enseñar por cansarme, series de sílabas; llenaba libros enteros
sí mismo á sus hijos. de hileras graduales de sílabas y de columnas de
Con todo, no era posible pretender que los no-bur- números; y trataba de todos modos de reducir los
gueses de Burgdorf aceptasen todo de antemano, ni principios del deletreo y del cálculo á la mayor sen-
mucho menos hacerlos creer en ello. Ellos también cillez y á formas que deben conducir al niño, con
GERTRUDIS.—P. 3.
el arte psicológico más grande, gradualmente del ni su charlatanería: pero si los hombres que á
primer paso al segundo, pero en seguida, sin lagu- m i edad tuviesen t o d a v í a toda su cabeza y la cal-
nas y sobre los fundamentos del segundo perfecta- ma de sus nervios quisiesen ó debiesen en una em-
mente comprendido, al tercero y al cuarto con rá- presa como la mía proceder de abajo para arriba,
pidez y seguridad. Mas en lugar de las letras que llegarían á ello por uno ó el otro camino. Pero no,
en Stanz hacía escribir á los niños en la pizarra de tales hombres buscan á mi edad, como es convenien-
piedra, aquí les hacía dibujar ángulos, cuadrados, te y razonable, su silla poltrona. No he llegado á
líneas y arcos. ese estado. Yo aun debo regocijarme, en mis días
Ejecutando ese trabajo, se desarrolló poco á poco de ancianidad, de que se me deje obrar de abajo pa-
en mi espíritu la idea de la posibilidad de un ABC ra arriba. Lo hago gustoso, pero á mi manera. To-
de la intuición (24), medio muy importante para das mis acciones y todos mis esfuerzos se dirigen
mí y cuya realización me hacía entrever en su con- únicamente á buscar el camino real cuyas venta-
junto, aunque vagamente tadavía, todo un método jas consisten en que su dirección recta y su curso
general de enseñanza. Pasó aún mucho tiempo an- hacen desaparecer las vías tortuosas por las cuales
tes de que se esclareciesen mis ideas sobre ese pun- se llega generalmente á la gloria y á los milagros.
to. Ello sin duda te parecerá incomprensible; pero Si efectúo lo que trato de hacer, no necesito más
nada es más cierto: yo había preparado durante me- que decirlo para que el más Cándido lo haga des-
ses lo» principios elementales de la enseñanza y he- pués. Mas, á pesar de mi clara previsión de que
cho todo lo posible para reducirlos á la mayor sen- no llegaría así á conquistar gloria ni á hacer mila-
cillez, y, no obstante, no conocía todavía su enca- gros, aprecio sin embargo como la corona de mi vi-
denamiento ó, por lo menos, todavía no me daba da el haber seguido aún en los días de mi vejez y
cuenta bastante clara de ellos; pero sentía que cada durante varios años esa marcha gradual y progre-
hora avanzaba más, y yo avanzaba á pasos gigan- siva. Las ventajas de ese método se hacen cada día
tescos. más y más evidentes para mí. Tomando á mi cargo
Calzaba aún los zapatos de muchacho cuando me todas las partes de las empolvadas obligaciones de
habían predicado ya, como una cosa sagrada, el ser- la escuela, no sólo superficialmente sino desempe-
vir de abajo para arriba (25). Mas ahora sé por ex- ñándolas desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la
periencia propia que para hacer prodigios se debe, tarde, salvo algunas horas de interrupcióu, choca-
aun con cabellos grises, proceder igualmente de ba naturalmente á cada instante con hechos que po-
abajo para arriba. No abrigo la pretensión de ha- nían á luz la existencia de las leyes físico-mecáni-
cerlos, tampoco lleno las condiciones previas para cas según las cuales nuestro espíritu recibe y con-
ello y no traeré nunca en mis manos ni su verdad serva más ó menos fácilmente todas las impresiones
exteriores. Cada día organizaba también mi ense- nes de la naturaleza, desde ese instante lo instruye
ñanza en un espíritu más conforme á esas leyes; pe- la naturaleza. La vida nueva no es otra cosa que la
ro no llegué á darme cuenta de su principio funda- facultad, llegada á la madurez, de recibir esas im-
mental hasta el día en que el consejero ejecutivo presiones; ella no es otra cosa que el despertamien-
GLAYRE, á quien yo trataba de explicar el verano to de los gérmenes físicos, llegados á la perfección,
pasado la naturaleza de mi método, me dijo: "Fous que van á emplear todas sus fuerzas para proseguir
voulez mécaniser V ¿ducatión" (26). el desarrolló de su propia organización; no es otra
El le dió al clavo en la cabeza, y me puso en la cosa qué el despertar del animal (28), ahora com-
boca la palabra precisa que designaba á la vez la pleto, que quiere y debe llegar á ser hombre.
naturaleza de mis proyectos y de los medios que yo Toda la enseñanza del hombre no es, pues, otra
empleaba (27). Yo tal vez habría permanecido lar- cosa que el arte de tender la mano á esa tendencia
go tiempo sin encontrar esa palabra, porque yo natural hacia su propio desarrollo, y ese arte repo-
avanzaba sin darme cuenta de lo que hacía, deján- sa esencialmente en los medios de poner en relación
dome guiar únicamente por sentimientos oscuros, y en armonía las impresiones que han de grabarse
pero vivos, que aseguraban mi marcha sin hacér- en el niño en la graduación precisa del desarrollo
mela conocer;—yo no podía hacer otra cosa. Des- de sus fuerzas. Hay, pues, necesariamente en las
pués de treinta años no he leído ni un solo libro, y impresiones que deben comunicarse al niño por me-
no podía leer ninguno más; no tenía ya lenguaje dio de la enseñanza una graduación que seguir, cu-
ninguno para las ideas abstractas y vivía sólo de yo principio y cuyos progresos deben corresponder
mis convicciones, que eran el resultado de intuicio- exactamente al principio y á los progresos de las
nes numerosas, pero la mayor parte olvidadas. fuerzas del niño en su desarrollo progresivo. Yo vi,
Así también he principiado ahora, sin darme pues, pronto que era necesario descubrir esa gra-
cuenta del principio que me servía de base, á ceñir- duación en todos los ramos que abrazan los cono-
me en las explicaciones que daba á los niños sobre cimientos humanos, principalmente en las nociones
todo á las cosas que hieren comunmente sus senti- elementales de donde parte el desenvolvimiento del
dos. Y como insistía hasta el extremo en los prime- espíritu humano, y que ese era el medio único y
ros elementos de la enseñanza, trataba de investigar sencillo de llegar á componer verdaderos libros de
también hasta su primer punto la época en que prin- escuela y de instrucción, conforme á nuestra natu-
cipia la instrucción del niño y adquirí pronto la con- raleza y á nuestras necesidades. Asimismo, pronto
vicción de que: la primera hora de su instrucción reconocí que el punto esencial en la composición de
es la hora de su nacimiento. Desde el instante en esos libros consistía en dividir la enzeñanza siguien-
que sus sentidos se hacen sensibles á las impresio- do la marcha progresiva de las fuerzas del niño, y
en determinar con la precisión más grande, en los bros, la posición, la forma y los números. Bien
tres ramos (29) de conocimientos, lo que conviene pronto debí también dejar á un lado el primer su-
á cada edad del niño, para no omitir, por una par- plicio de la infancia, las malhadadas letras; él no
te, nada de lo que él es enteramente capaz de apren- quería más que imágenes y objetos. No tardó en
der, y, por otra, para no recargar ni perturbar su llegar á expresarse con precisión sobre todos los ob-
inteligencia con estudios que él no es capaz de com- jetos que estaban en la esfera de sus conocimien-
prender. • tos. El encontraba en la calle, en el jardín y en la
pieza ocasiones bastantes para aplicar sus conoci-
Era evidente para mí que no es razonable hacer
mientos, y llegó también muy pronto á conocer en
deletrear á un niño antes de haberle inculcado una
la Historia Natural de Buffon series enteras de ani-
suma de conocimientos sobre el mundo real y sobre
males los más desconocidos y de nombres los más
el lenguaje. Además, estaba convencido de que el
difíciles y hacer con grande exactitud, con respecto
niño desde la más tierna edad necesita una direc-
á los animales como también á las plantas, gran
ción psicológica para obtener una intuición razona-
número de observaciones y distinciones.
ble de todas las cosas. Mas como en una dirección
de ese género, sin cooperación del arte de los hom- Sin embargo, esa prueba no era concluyente ni
bres tal como son, no es de pensar ni de esperar, de- para indicar el momento en que principia la prime-
bí llegar irremediablemente á sentir la necesidad de ra enseñanza. Ese niño había perdido también tres
los libros de intuición que deben preceder á los abe- años, y abrigo la convicción de que á esa edad la
cedarios para explicarles á los niños, por medio de naturaleza nos ha dado ya los conocimientos más
dibujos bien escogidos y bien distribuidos, las ideas positivos sobre una infinidad de objetos. Se necesita
que se les quieren comunicar por medio del len- solamente que nosotros encadenemos con arte psico-
guaje (30). lógico el lenguaje á esos conocimientos para llevar-
La experiencia confirmó completamente mi jui- los á un alto grado de claridad, y colocar así á los
cio. Una excelente madre me confió la educación niños, por ese medio, en estado de encadenar ambos,
de su hijito, apenas de tres años de edad. Lo visité los principios del arte bajo todas sus formas y de la
durante algún tiempo una hora diaria y pude, gra- realidad bajo todas sus faces á lo que la naturaleza
cias á él, también durante ese tiempo tomarle el misma les enseña, é, inversamente, de utilizar lo
pulso á mi método. Ensayé letras, figuras y todo lo lo que la naturaleza misma les enseña como me-
que caía en mis manos, para enseñarle, es decir, pa- dios de poner en claro todos los fundamentos del
ra darle por todos esos medios nociones é ideas bien arte y de la claridad que se les quiere inculcar. Am-
definidas. Lo hice nombrar con precisión todo lo que bos, el vigor intelectual y la experiencia, son ya
él conocía de cada cosa, el color, las partes ó miem- grandes á esa edad, pero nuestras escuelas con su
sistema anti-psicológico no son absolutamente otra minal y que hace pasar de la vida á la muerte ¿pue-
de producir en >su cuerpo una impresión más fuerte
cosa que máquinas artísticas para asfixiar todos los
que la que produce en el alma de los niños el paso
frutos de ese vigor y de la experiencia, cuyos gér-
repentino de la vida natural, de que ellos han goza-
menes de vida ha colocado en ellos la naturaleza do tanto tiempo, á la existencia tan digna de com-
misma. pasión qne llevan en la escuela?
Tú lo sabes, amigo mío. Mas represéntate, por
¿Permanecerán los hombres eternamente ciegos?
un instante aun, todo el horror de ese asesinato.
¿No querrán remontarse hasta las primeras causas
Hasta los cinco años se abandona á los niños el ple-
de donde dimanan el desorden de nuestro espíritu,
no goce de la naturaleza, se deja obrar sobre ellos
la pérdida de nuestra inocencia, la ruina de nues-
todas las impresiones que de ésta reciben; ellos sien- tras fuerzas; hastá las fuentes de nuestras miserias
ten su fuerza, ellos gozan ya por todos sus sentidos que nos proporcionan una vida de sinsabores y que
de la libertad y de todos sus encantos; la marcha conducen á millares de los nuestros á morir en los
natural y libre que sigue en su desarrollo el salva- hospitales ó á las cadenas de los manicomios, á la
je y que lo hace materialmente feliz, se deja ver ya locura?
en ellos por una tendencia bien definida. Y después
Caro Géssner, ¡cuán bien yaceré en mi tumba, si
que ellos han gozado cinco años enteros de las deli-
he podido contribuir con algo para dar á conocer
cias de la vida sensitiva, se hace desaparecer brus- esas fuentes! ¡Cuán feliz me sentiré en mi sepulcro,
camente de su vista toda la naturaleza que los ro- si he llegado á reunir en la educación del pueblo la
dea: una fuerza tiránica suspende el curso encanta- naturaleza y el arte, tan íntimamente como ahora
dor de su independencia y libertad; se les arroja co- violentamente están separados! ¡Ah! todo mi ser se
mo las ovejas, á manadas compactas, en un cuarto subleva al ver la naturaleza y el arte no solamen-
infecto; se les encadena inexorablemente durante ho- te separados en la educación del pueblo, sino aun
ras, días, semanas, meses, años á la contemplación puestos en contradicción hasta la locura por hom-
de las infelices letras, uniformes y sin atractivos, bres perversos!
y se imprime á toda su vida una dirección que pre-
Es como si un genio maligno hubiese reservado
senta con su existencia anterior un contraste de vol-
desde miles de siglos á nuestra parte del mundo y
verlos locos.
á nuestra generación para regalarnos, con la más
Me detengo aquí, porque de lo contrario ¡llegaría
refinada habilidad, esa separación infernal; para ha-
á trazar el retrato del maestro de escuela, y á mos-
cernos más impotentes y más miserables, en este si-
trar el horrible contraste que existe entre su ser y
glo de filosofía, de lo que la especie humana no lo
BU acción, y entre su miseria y la naturaleza! Pero,
ha sido nunca en ninguna época, ni en ningún país,
amigo, dime: la cuchilla que corta el cuello del cri-
por causa de la ilusión que uno se hace á sí mismo, nosotros mismos, mediante nuestras escuelas lamen-
de la presunción y de la vanidad. tables y la enseñanza exclusiva de las letras, la úl-
¡Con cuánto gusto olvido un mundo que presenta tima huella del estilo de fuego con que ella quiere
un espectáculo semejante! ¡y cuán bien me encuen- grabarlo en nuestros corazones.
tro, en un tal estado de cosas, al lado de mi peque- Empero vuelvo á proseguir mi camino.
lío, querido Luis (31), cuyos caprichos me obligan Escudriñando los principios elementales de toda
á mí mismo á penetrar más y más en el espíritu de instrucción y de toda actividad intelectual en inte-
los libros elementales destinados á los nifios! Sí, rés del método mismo y de los niños que deben ser
amigo mío, esos libros son los que deben dar y los desde la cuna educados según él, emplée con los ni-
que darán el primer golpe verdadero á la enseñanza ños educados fuera del método que cayeron en mis
absurda de nuestra época. El carácter que ellos de- manos, medios que parecían oponerse justamente á
ben tener se hace más y más claro. Ellos deben par- mis principios y principalmente al encadenamiento
tir de los elementos más sencillos de los conoci- psicológico, en el estudio de las cosas y de las pa-
mientos humanos; ellos deben grabar profundamen- labras, que debe guiar el desarrollo de las ideas de
te las formas esenciales de todas las cosas en la in- los niños. Yo no podía hacer otra cosa, debía inves-
teligencia de los niños; ellos deben desarrollar en tigar como á ciegas el grado de fuerza intelectual,
éstos, temprana y claramente, la primera idea de que habían alcanzado y que yo no había podido ha-
las relaciones de los números; ellos deben darles la cer desarrollarse en ellos. Lo investigué de cuantos
palabra y el lenguaje aplicables á todo el conjunto modos me fué posible, y lo encontré en todas par-
de sus conocimientos y de su experiencia, y por úl- tes, hasta en los escombros del desamparo más gran-
timo, deben en todas partes bastar ampliamente pa- de, intensivamente mucho más adelantado de lo que
ra hacerlos trepar los primeros peldaños de la esca- me parecía ser posible en la falta incomprensible
la de los conocimientos por la cual la naturaleza de todo conocimiento y de toda fuerza adquirida per
misma nos conduce á todo saber y á todo poder. la educación. En todo lo que los hombres ejercían
¡Qué laguna no es para nosotros la falta de ese li- influencia encontré una remisión indecible; sin em-
bro! Nos hace falta no sólo porque debemos dár- bargo, detrás de esa flojedad, la naturaleza no esta-
noslo á nosotros mismos mediante nuestro arte, si- ba muerta. La experiencia me ha enseñado esto, y
no también porque debemos dárnoslo no sólo una y o puedo decir ahora: se necesita largo tiempo, más
sino varias veces. También el espíritu de ese libro largo tiempo de lo que se cree, para que el extravío
con cuya vida nos rodea la naturaleza toda, sin y la locura del género humano llegue á ahogar
nuestra participación, también ese espíritu nos fal- completamente la naturaleza humana en el corazón
ta y nosotros nos hacemos violencia, apagando en del niño. Un Dios es quien ha puesto en nuestros
naba por sí mismo. Yo me detenía tres veces antes
pechos un contrapeso á nosotros mismos para pre-
de determinarme á creer que los niños fuesen inca-
servarnos de la locura. La vida 7 la naturaleza to-
paces para algo, y diez veces antes de decir: esto es
da, flotando alrededor de nuestro ser, sostienen ese
para ellos una cosa imposible. Ellos hacían lo que
contrapeso y la eterna complacencia del Creador no
me parecía un imposible para su edad. Hice dele-
quiere que se pierda en nosotros la santidad de nues-
trear á niños de tres años el galimatías más insen-
tra naturaleza en nuestra debilidad y en nuestra sato, sólo porque él era insensatamente difícil. Ami-
inocencia, sino que todos los hijos de los hombres go, tú has oído á niños de menos de cuatro años de-
lleguen con seguridad al conocimiento de la ver- letrear de memoria las frases más largas y más di-
dad y de la justicia, hasta que ellos, perdiendo -por fíciles ¿habrías creído que eso era posible, si tú mis-
si mismos la dignidad de su naturaleza interior, se mo no lo hubieses visto? De igual manera les ense-
extravían en el laberinto del error y en el abismo ñaba planas enteras de geografía que estaban escri-
del vicio por su propia culpa y con plena concien- tas con numerosísimas abreviaturas y les hacía leer
cia de ella. Mas los hombres no saben lo que Dios al mismo tiempo las palabras más desconocidas, in-
ha hecho por ellos, y no atribuyen ninguna impor- dicándolas con un par de letras, cuando á penas po-
tancia á la influencia inconmensurable de la natu- dían deletrear los caracteres impresos. Tú has visto
raleza sobre la educación; ellos, al contrario, hacen la exactitud y la precisión con que ellos leían esas
grande estimación de todas las mezquindades que planas y la facilidad perfecta con que podían apren-
agregan, demasiado mala y tontamente, á esa ac- derlas de memoria.
ción poderosa, como si su habilidad hiciese todo
por la especie humana, y la naturaleza nada. Yo ensayé aún hacerles comprender gradualmen-
Mientras más seguía sus huellas, trataba de enca- te á algunos niños de más edad algunas frases muy
denar mi acción á la suya y me esforzaba para complicadas é ininteligibles de física. Ellos apren-
marchar el mismo paso que ella, tanto más inmen- dían enteramente de memoria las frases, pronuncián-
dolas y leyéndolas, como también las preguntas que
so me parecía ese paso como también la inteligen-
esclarecían esas frases. Al principio era como una
cia del niño para seguirlo. (En ninguna parte en-
lección de catecismo, una repetición mecánica, co-
contré impotencia para utilizar lo que hay en la
mo de papagayo, de palabras oscuras é incompren-
naturaleza, sino en el arte.) El puede ser impoten-
sibles. Sólo la separación exacta de los diversos
te para utilizar lo que le presenta el arte, jamás pa-
pensamientos, la ordenación determinada de esas se-
ra lo que le ofrece la naturaleza; y cuando esa im-
paraciones y la conciencia, grabada profundamen-
potencia existía estaba en mí mismo y por cuanto te hasta hacerla indeleble, de esas palabras oscuras,
y o me empeñaba en querer dirigir un carro que no pero que en medio de su oscuridad lanzan un rayo
se debía dirigir sino solamente cargar y que cami-
de luz y de claridad, condujéronles insensible y pro- de las palabras, que deben ser hechos familia-
gresivamente á un sentimiento de verdad y de pene- res á los niños aun antes de que llegue el tiem-
tración del asunto en estudio, sentimientos que po- po de que comiencen á deletrear.
co á poco rompieron como la luz del sol las más Es inapreciable para los niños la ventaja de co-
espesas tinieblas. nocer corrientemente y desde temprano una vasta
En todo el curso de mis experiencias debieron nomenclatura. La impresión estable de los nombres
desarrollarse y precisarse poco á poco en mi espíri- hace en ellos inolvidable el objeto, tan pronto como
tu los principios de mi método, y de día en día ví han sido traídos al conocimiento de ellos, y la no-
más claramente que no se debe en los primeros años menclatura fundada en la verdad y en la exactitud
razonar con los niños, sino que en los medios para desarrolla y mantiene en los niños la conciencia
desarrollar su inteligencia es necesario limitarse á de las relaciones reales que existen entre los obje-
los siguientes puntos: tos. Los beneficios que se obtienen por este medio
1? Extender gradualmente el círculo de sus intui- son progresivos. Solamente no se debe pensar nun-
ciones; ca, porque el niño no entiende el todo de algo, que
2" Grabar en su memoria precisa, segura y dis- de ello no le aprovecha nada. En efecto, si él se ha
tintamente las intuiciones de que han adquiri- apropiado una gran parte de las voces de una no-
do conciencia; menclatura científica, mediante el estudio del ABC
3" Inculcarles conocimientos de lenguaje que a- y aprendiéndolo, goza por ese medio evidentemente
bracen todas las nociones de que la naturaleza por lo menos de la misma ventaja que posee un ni-
y el arte les hayan hecho adquirir conciencia r ño educado en una gran casa de comercio y que,
y también una parte de las que ellos deben to- desde la cuna, aprende cada día los nombres de una
davía suministrarles. infinidad de objetos.
Al mismo tiempo que esos tres puntos de vista se El filántropo F I S C H E R , que perseguía el mismo fin
hacían más y más precisos cada día, se desarrolló que yo, ha visto desde el prineipio el desarrollo de
en mí insensiblemente la firme convicción: mi método y le ha hecho justicia, bien que ella di-
1" De la necesidad de los libros de intuición pa- fería sensiblemente de su propia manera de ver y de
ra la primera edad; sus propias ideas. La carta que él escribió á S T E I N -
2" De la necesidad de un-modo de exposición se- MÜLLER ( 3 2 ) sobre mis experiencias es interesante

guro y preciso para esos libros, y en atención á las ideas que se tenían de este asunto
3" De la necesidad de una dirección, fundada en en esa época. Voy á darla aquí, agregándole algu-
esos libros y en el modo de su exposición, que nas observaciones de mi parte.
conduzca á los conocimientos de los nombres y " P a r a juzgar las empresas pedagógicas de Pesta-
diar los vicios de la enseñanza habitual de las es-
"lozzi se debe ante todo conocer la base psicológi- cuelas, principalmente de las escuelas elementales,
c a sobre que descansa el edificio de su sistema. y buscar formas para la enseñanza que no tengan
" E l l a es seguramente de una solidez á toda prueba, esas faltas.
"aunque la fachada del edificio presente todavía al- " 1 " ÉL QUIERE CULTIVAR I N T E N S I V A M E N T E LAS FA-
"gunas desigualdades y desproporciones. Muchas de CULTADES D E L E S P I R I T U Y NO SÓLO EXTENSIVAMENTE,
"esas faltas se explican por el método ernpírico-psi- FORTIFICARLO Y NO SÓLO E N R I Q U E C E R L O DE I D E A S . "
"cológico del autor, por las circunstancias exterio- "El espera obtener ese resultado por diversos me-
res y destinos de su vida, sus ensayos y su expe- "dios. Pronunciando en voz alta y muchas veces
r i e n c i a . Es casi increíble el ardor infatigable "delante de los niños, y haciéndoselos repetir en se-
11
que emplea en sus experimentos; y como él, excep- "guida, palabras, definiciones/, frases y largos pe-
tuadas algunas ideas directrices, filosofa más r í o d o s , quiere él por ese medio (junto con el fin es-
"después que antes de ellos, se ve obligado, es cier- p e c i a l determinado para cada paso) formar su ór-
"to, á multiplicarlos, pero entonces los resultados "gano de la voz y ejercitar su atención y su memo-
"ganan en seguridad. Empero, para introducir los r i a . Partiendo del mismo principio, los hace, du-
"resultados en la práctica, esto es, para adaptarlos r a n t e esos ejercicios de pronunciación, dibujar á
"á las preocupaciones, á las circunstancias y á las "voluntad ó trazar letras con el lápiz en la pizarra
"exigencias de los hombres, necesita Pestalozzi, 6 "de mano."
"colaboradores liberales, que participen de sus ideas, Yo les hacía ya entonces dibujar preferentemen-
"que le ayuden á darles formas á esas mismas ideas, te líneas, arcos y ángulos, y aprender de memoria
"ó un gran lapso de tiempo para descubrirlas por sus definiciones, y procedía en los medios que ensa-
"sí mismo y para dar por medio de ellas, por decir- yaba para la enseñanza de la escritura, del princi-
"lo asi, cuerpo al espíritu que lo anima. Los prin- pio de experiencia que los niños son aptos para dar-
c i p i o s sobre que descansa su método son, poco más se cuenta de proporciones y del manejo del lápiz de
"ó menos, los siguientes:" piedra varios años antes de que sean capaces de ma-
Los cinco puntos de vista que siguen, queFischer nejar la pluma y de trazar pequeñas letras.
llama los principios de mi método, no son otra co- "En fin, él distribuye á sus alumnos delgadas ho-
sa que ideas aisladas sacadas de los ensayos que he "jas de cuerno trasparente; en ellas están grabadas
hecho para la realización de mis proyectos; como •"líneas y letras, y sirven de modelo á los escolares,
principios están subordinados á las ideas fundamen- "tanto más fácilmente cuanto que ellos pueden co-
tales que me los han inspirado. l o c a r l a s sobre las figuras que han dibujado y, á
Mas aquí falta la primera consideración del pro- "causa de su trasparencia, establecer la compara-
pósito que me ha guiado, esto es, yo quiero reme- GERTRUDIS.—P. 4.
"ción debida. Una ocupación doble en el mismo "sólo hay que seguirlos d<; un modo psicológico en
"tiempo, una preparación á los miles de trabajos y "su propio camino."
"miles de circunstancias de la vida en que la aten- El hilo que ha de servir de guía en esta investi-
c i ó n debe distribuirse sin distraerse. Las escue- gación psicológica debe buscarse en la naturaleza
l a s industriales, por ejemplo, se fundan enteramen- del desarrollo mismo de la lengua. El salvaje do-
"te en esa aptitud. mina primeramente el objeto, en seguida lo califi-
A este respecto, treinta años ha (33), había yo ob- ca y por último lo incorpora á los otros, pero de la
tenido los resultados más decisivos en mis ensayos. manera más sencilla; y sólo más tarde llega á po-
En ese entonces había hecho adquirir á los niños der determinar más exactamente, por medio de ter-
una destreza tan grande para'el cálculo, que ellos, minaciones y combinaciones de las palabras, las con-
mientras hilaban, resolvían mentalmente problemas diciones variables del objeto, según el tiempo y las
que yo mismo no podía seguir sin tener á la vista circunstancias. Conforme á esas ideas trataré de
el papel que me guiaba. Todo depende de la psico- satisfacer los deseos deFischer sobre la investiga-
ción psicológica del camino seguido por la lengua,
logía de la forma de la enseñanza. El niño debe ser
que me propongo exponer más circunstanciadamen-
completamente señor del trabajo manual de que se
te bajo el título de E L L E N G U A J E .
ocupa durante el estudio, y el pensum que aprende
junto con el trabajo debe del mismo modo, en cada " E l no razona con los niños hasta que les ha su-
caso, ser sólo una ligera adición á lo que él ya sabe. "ministrado una provisión de palabras y de locucio-
"2" ÉL UNE ENTERAMENTE SU ENSEÑANZA AL ES-
"nes que ellos aprenden á colocar en su esfera, á
"componer y á descomponer. Por eso enriquece él
T U D I O D E LA L E N G U A . "
"la memoria de ellos con explicaciones sencillas de
Propiamente esta proposición debería decir: El
"objetos materiales y le enseña al niño á describir
considera la lengua, junto con la observación real
"lo que le rodea, á darse cuenta de sus percepciones
de la naturaleza, como el primer medio de conoci-
" y á hacerse señor de ellas, conociendo entonces
miento que posee el género humano: A este respec-
"claramente las que había ya en su espíritu."
to partí del principio: el niño debe aprender á ha-
blar antes de que pueda ser, con razón, conducido á Mi opinión sobre este punto es la que sigue: para
aprender á leer. Mas yo encadenaba también el ar- enseñar á los niños á razonar y á pensar por sí mis-
te de enseñar á hablar á los niños á las nociones in- mos, se debe impedir en cuanto sea posible que ha-
tuitivas que les da la naturaleza, y á las que deben blen demasiado y que se acostumbren á pronunciar-
dárseles por medio de la educación. se sobre cuestiones que sólo conocen superficialmen-
te. Creo que el momento de aprender no es el mo-
" E n la lengua están, en efecto, depositados los
mento de juzgar; el momento de juzgar principia
"resultados de todos los progresos de la humanidad^
en el instante en que se ha acabado de aprender, subordinados y que dependen de ellos. Y les da á
principia con la madurez de las razones por que se los niños datos que les llaman la atención á obje-
juzga y por que se puede juzgar. Creo que un jui- tos semejantes; él les rubrica series de ideas análo-
cio no es sino la expresión de la convicción de to- gas, que precisándolas les permiten separar las se-
das esas razones, tan maduro y tan perfecto como ries de los objetos y les hacen concebir claramente
la semilla llegada á la madurez, que por sí misma, los caracteres que los distinguen.
libre y sin violencia, sale de la cáscara que la apri-
"Los datos, por más que se les presenten disemi-
siona.
n a d o s , se deducen sin embargo los unos de los otros.
" E l les hace adquirir una destreza mecánica y "Son nociones que se refieren mutuamente unas á
"cierto tacto en hablar, haciéndoles declinar ciertos " o t r a s y que, por lo mismo que necesitan comple-
"ejercicios fáciles." "tarse y facilitar la aproximación de cada una, ins-
Esos ejercicios se limitan simplemente á descrip- p i r a n al espíritu el deseo de continuar sus investiga-
ciones de objetos materiales ya conocidos por ellos. c i o n e s . Las rúbricas conducen á la clasificación
"La sinceridad de sus impresiones gana notable- "de las nociones que se van recibiendo, ponen en
"mente con ello, y cuando por medio de numerosos "orden la masa caótica de ellas, y la armazón así
"ejemplos han aprendido á conocer y á usar ciertas "erigida obliga al niño á llenar con mayor celo ca-
"formas descriptivas, colocan en ellas mismas los "da uno de los compartimientos. Esto se refiere á
"miles de objetos que se presentan en el porvenir, é "las rúbricas principales de la geografía, histo-
"imprimen á sus explicaciones y descripciones el r i a natural, tecnología, etc. Además de esto, la
C a r á c t e r de una precisión material." "analogía que preside á la elección de las cosas vie-
n e á favorecer á la memoria. Las ideas guiado-
Hoy busco en el estudio de los números, de las
"ras se encuentran en ciertos problemas que son ó
medidas y del lenguaje los principios elementales y
"pueden ser en sí la materia de ciencias completas.
generales de mi método.
"Cuando esos problemas, descompuestos en sus ele-
" 3 ° E L TRATA D E PROPORCIONAR Á TODAS LAS O P E R A -
"mentos, han sido expuestos claramente al niño, to-
CIONES D E L E S P Í R I T U DATOS, Ó R Ú B R I C A S , Ó E P Í G R A F E S ,
"mando en cuenta los datos que él posee ó que pue-
ó IDEAS GUIADORAS."
"de encontrar fácilmente y que sirven de ejercicios
Debería decir: él busca en todo el dominio del ar- "de observación, conducen á que la inteligencia in-
te y de la naturaleza los puntos fundamentales, las " f a t i l trabaje sin cesar en resolverlos. La sencilla
maneras de ver, los hechos que por su precisión y "cuestión: ¿cuáles son las materias que de los tres
generalidad pueden ser utilizados fructuosamente "reinos de la naturaleza puede utilizar el hombre
como medios para facilitar el conocimiento y el jui- "para su vestido? da un ejemplo de la marcha que
cio de un gran número de objetos que están á ellos
40
41
"debe seguirse. El niño observará y probará des- "de sus hijos, facilitándoles la enseñanza del len-
"de ese punto de vista mucho de lo que él presiente g u a j e y de la lectura, y así, como él lo dice, su-
"que puede proporcionarle un contingente para la p r i m i r poco á poco la necesidad de la escuela ele-
"solución de ese problema tecnológico. De esta ma- ^'mental y complementarla por una educación me-
"nera edifica él mismo la ciencia que debe apren- "jor en la familia. Por esta razón se propone él,
d e r . Por cierto que deben ofrecérsele por todos "tan pronto como se impriman sus libros de ense-
"los medios posibles los materiales necesarios. A ñ a n z a , poner en planta algunas experiencias con
"las ideas guiadoras pertenecen también frases "las madres, y es de esperar que el gobierno le pres-
"que son primeramente confiadas á la memoria co- t a r á su apoyo, estableciendo algunos premios."
"mo máximas prácticas, pero que insensiblemente Conozco las dificultades de este punto de vista.
"adquieren fuerza, aplicación é improtaneia, y así Se exclama generalmente que las madres no se de-
"precisamente se graban de una manera más pro- jarán persuadir á agregar aún un nuevo trabajo á
f u n d a en el espíritu y su verdad se demuestra me- sus ocupaciones: fregar, barrer, lavar, hacer medias
"jor." y todas las fatigas de la vida. Y aunque yo les con-
"4° EL QUIERE SIMPLIFICAR E L MECANISMO D E LA teste como quiera: ella no es ningún trabajo, es un
ENSEÑANZA DEL E S T U D I O . " ( * ) entretenimiento, no les roba ningún tiempo, y por
el contrario, les llena el vacío de mil'momentos de
"Las nociones que él admite en sus libros de en-
molestia para ellas, no se tiene ningún interés por
s e ñ a n z a y que por medio de éstos quiere enseñar á
ello y se me responde siempre: ¡ellas no lo querrán!
"la infancia, deben ser tan sencillas que cada ma-
Sólo el P A D R E B O N I F A C I O , que en 1 5 1 9 decía tam-
d r e , y más tarde cada institutor, que posea un gra-
bién al buen Z W I N G L I O ( 3 4 ) : "¡No, no es posible,
d o mínimo de capacidad, pueda, con el fin de ense-
las madres no leerán nunca la Biblia con sus hijos!
b a r l a s , comprenderlas, expresarlas, explicarlas y
jamás rezarán con ellos todos los días las oraciones
"agruparlas. Sobre todo desea hacer interesante y de la mañana y de la tarde!" encontró sin embargo,
"agradable para las madres la primera educación el año de 1522 que ellas lo hacían, y dijo: "¡No lo
habría creído!" Yo estoy seguro de mi medio y sé
(*) E s incontrovertible que el espíritu humano no es quedantes que llegue el año 1803, hablará aquí y
igualmente susceptible para todas las impresiones que se acullá sobre este asunto un nuevo Padre Bonifa-
obtienen por medio del estudio en todas las formas en que cio, como lo hizo el viejo en 1522. Yo puedo m u y
le son presentadas. El arte de descubrir aquellas formas
bien esperar, ya llegará ese padre.
que excitan más su susceptibilidad, es el mecanismo del mé-
todo de enseñanza que todo preceptor debe investigar en la
naturaleza libre, y que debe aprender de ella para el ejer-
LI
5N El principio quinto se deriva del cuarto: EL

cicio del arle de enseñar. (Nota de Pestalozzi.) QUIERE POPULARIZAR I.AS C I E N C I A S . "

Es decir: él trata de alcanzar de una manera ge- dad ,1o que la naturaleza misma hace para el des-
neral el grado de ilustración y de fuerza intelectual arrollo de él, en cada uno de los ramos.
que todos los hombres necesitan para llevar una vi- "También debe obtenerse ese resultado por la pro-
da sabia ó independiente. No, por cierto, para hacer p a g a c i ó n y la venta barata de los libros de ense-
de las ciencias, como tales, un juguete engañoso de ñ a n z a . Sucinta y completamente deben ellos refe-
la pobreza que carece de pan; sino, por el contrario, r i r s e unos á otros en una serie y formar un todo;
para librar á la pobreza que carece de pan, por me- "mas cada uno de ellos debe, sin embargo, tener al
dio de los primeros fundamentos de la verdad y de "mismo tiempo existencia propia y poder ser difun-
la sabiduría, del peligro de ser el juguete miserable d i d o separadamente. Con el mismo intento quiere
de su propia ignorancia como también de la astucia "hacer reproducir, por medio del grabado en made-
de los otros. r a , cartas geográficas, figuras geométricas, etc., y
"venderlas á los precios más bajos. El producto de
"Esto debe obtenerse por la creación de libros "sus obras, deducidos los gastos, lo destina para lle-
"de enseñanza que contengan ya los principios esen- "var á cabo su empresa, esto es, para poner en prác-
c i a l e s de las ciencias, en términos y en frases bien t i c a su método en un instituto, escuela ó casa de
"escogidos, y que deben suministrar, por decirlo así, "huérfanos que proyecta fundar."
"las enormes piedras con las cuales se pueda más
Él va demasiado lejos. Yo no puedo regalar al pú-
"tarde construir fácilmente la bóveda del edificio."
blico, deduciendo únicamente los gastos de impre-
Yo más bien me habría expresado así sobre el sión, el producto íntegro de las obras que son el re-
asunto: Este resultado se alcanzará principalmente sultado de toda mi vida y de los sacrificios econó-
por la simplificación de los primeros principios de micos que he hecho con tal motivo. Sin embargo, á
la enseñanza humana y por la conquista progresiva pesar de los sacrificios de todo género que me he im-
y sin vacíos, de todo lo que puede enriquecer los co- puesto hasta el presente para la realización de mis
nocimientos individuales de cada uno. Los libros proyectos, quiero aún, con tal que el gobierno ó los
mismos de enseñanza no deben ser otra cosa que un particulares me proporcionen los medios para fun-
medio de enlazar artificialmente la enseñanza, en dar una casa de huérfanos según mis principios, con-
cada uno de los ramos, á lo que la naturaleza mis- tinuar hasta mi muerte cediendo también para ese
ma hace por el desarrollo de esos conocimientos, en objeto la mayor parte del producto de mis libros de
todas condiciones y en todas las circunstancias en instrucción, además del sacrificio total de mi tiem-
que se encuentre el hombre. Ellos no deben ser más po y de mis fuerzas, que hago con ese fin.
que una preparación artificial de las fuerzas que " P a r a la enseñanza de la escuela se debe ante to-
son necesarias al hombre para utilizar con seguri-
"do obtener que el maestro, aun cuando esté dotado
M
"de un grado mínimo de capacidad, no solamente no •"instruir igualmente á muchos niños á la vez, des-
"ejerza una acción perjudicial, sino que aun pueda p e r t a r la emulación y facilitar la comunicación
"hacer progresos conforme á la marcha indicada." "mutua de los conocimientos adquiridos, entre los
Esto es esencial. Yo creo que no hay que pensar "mismos alumnos; y evitar y acortar los rodeos que
en avanzar un paso, en general, en la educación del "se han hecho hasta ahora para enriquecer la me-
pueblo, mientras no se hayan encontrado las formas "moria, y emplear otros procedimientos para ello;
de enseñanza que hacen del maestro, por lo menos •''por ejemplo, la analogía de lo que se debe enseñar,
hasta la conclusión de los estudios elementales, el "él orden, la excitación de la atención, la recitación
^'en alta voz y otros ejercicios."
simple instrumento mecánico de un método cuyos
resultados deben nacer por la naturaleza de sus for- Hasta aquí Fischer. Toda esa carta muestra al
mas y no por la habilidad del que lo practica. Doy hombre noble que rinde homenaje á la verdad, aun
por sentado que un libro de estudio no sea bueno si- cuando ella aparezca en traje de noche y hasta ro-
no cuando puede ser usado tan bien por un maestro deada de una sombra verdadera. En Stanz, la vista
sin instrucción como por un maestro instruido. Esen- de mis niños lo había trasportado, y desde el día en
cialmente debe estar compuesto de tal suerte que el que recibió la impresión que le hizo ese espectácu-
hombre instruido, y aun la madre, encuentre en él lo, dedicóles á mis obras una verdadera atención.
un guía y un auxilio suficiente para estar siempre Pero él murió antes de haber visto adquirir á mi
un paso más adelante que el niño mismo en el des- ensayo el grado de madurez en la que habría podi-
arrollo progresivo de los conocimientos á que se le do descubrir más de lo que en realidad descubrió en
quiere conducir. No se necesita más; y no podréis él. Después de su muerte principió una nueva era
hacer más, por lo menos durante siglos aun, para la para mí.
totalidad de los maestros de escuela. Mas se edifi-
can castillos en el aire y se hace ostentación de ideas
de razón y de independencia que no existen más que
sobre el papel y que faltan, en realidad, más en CARTA II.
nuestras salas de clases que en el taller del sastre y
en el telar del tejedor. Sin embargo, en ninguna pro-
fesión se pagan más de las palabras que en la de
maestro; y si se calcula cuánto tiempo hace ya que " w me cansé pronto en Burgdorf, como en Stanz.
se pagan dé esa ilusión, resalta la correspondencia Amigo, si tú no puedes levantar jamás sin auxi-
de ese error con las causas de que él dimana. lio una piedra, no lo ensayes tampoco ni un cuarto
Además se ha de alcanzar á este respecto: "Poder de hora, sin ese auxilio. Yo hice incomparablemen-
"de un grado mínimo de capacidad, no solamente no •"instruir igualmente á muchos niños á la vez, des-
"ejerza una acción perjudicial, sino que aun pueda p e r t a r la emulación y facilitar la comunicación
"hacer progresos conforme á la marcha indicada." "mutua de los conocimientos adquiridos, entre los
Esto es esencial. Yo creo que no hay que pensar "mismos alumnos; y evitar y acortar los rodeos que
en avanzar un paso, en general, en la educación del "se han hecho hasta ahora para enriquecer la me-
pueblo, mientras no se hayan encontrado las formas "moria, y emplear otros procedimientos para ello;
de enseñanza que hacen del maestro, por lo menos •''por ejemplo, la analogia de lo que se debe enseñar,
hasta la conclusión de los estudios elementales, el "el orden, la excitación de la atención, la recitación
"en alta voz y otros ejercicios."
simple instrumento mecánico de un método cuyos
resultados deben nacer por la naturaleza de sus for- Hasta aquí Fischer. Toda esa carta muestra al
mas y no por la habilidad del que lo practica. Doy hombre noble que rinde homenaje á la verdad, aun
por sentado que un libro de estudio no sea bueno si- cuando ella aparezca en traje de noche y hasta ro-
no cuando puede ser usado tan bien por un maestro deada de una sombra verdadera. En Stanz, la vista
sin instrucción como por un maestro instruido. Esen- de mis niños lo había trasportado, y desde el día en
cialmente debe estar compuesto de tal suerte que el que recibió la impresión que le hizo ese espectácu-
hombre instruido, y aun la madre, encuentre en él lo, dedicóles á mis obras una verdadera atención.
un guía y un auxilio suficiente para estar siempre Pero él murió antes de haber visto adquirir á mi
un paso más adelante que el niño mismo en el des- ensayo el grado de madurez en la que habría podi-
arrollo progresivo de los conocimientos á que se le do descubrir más de lo que en realidad descubrió en
quiere conducir. No se necesita más; y no podréis él. Después de su muerte principió una nueva era
hacer más, por lo menos durante siglos aun, para la para mí.
totalidad de los maestros de escuela. Mas se edifi-
can castillos en el aire y se hace ostentación de ideas
de razón y de independencia que no existen más que
sobre el papel y que faltan, en realidad, más en CARTA II.
nuestras salas de clases que en el taller del sastre y
en el telar del tejedor. Sin embargo, en ninguna pro-
fesión se pagan más de las palabras que en la de
maestro; y si se calcula cuánto tiempo hace ya que " w me cansé pronto en Burgdorf, como en Stanz.
se pagan dé esa ilusión, resalta la correspondencia Amigo, si tú no puedes levantar jamás sin auxi-
de ese error con las causas de que él dimana. lio una piedra, no lo ensayes tampoco ni un cuarto
Además se ha de alcanzar á este respecto: "Poder de hora, sin ese auxilio. Yo hice incomparablemen-
te más de lo que debía, y creían que yo debía hacer sultados de su asociación conmigo, son demasido im-
más de lo que hacía. Haciendo clases continuamen- portantes en atención á mi método mismo y dan mu-
t e desde la mafiana hasta la noche, mi pecho se da- cha luz para la naturaleza íntima de sus fundamen-
lló tanto que yo había llegado otra vez al peligro tos psicológicos, para que yo pueda pasar en silencio
más inminente. el curso entero de su reunión conmigo.
En esta crítica situación me encontraba cuando la Krüsi, á quien conocí primero, se ha ocupado en
muerte de Fischer puso en mis manos al maestro de su juventud de asuntos muy diversos, y adquirió por
escuela K R Ü S I ( 1 ) por medio de quien conocí también ese medio una variedad de conocimientos prácticos,
á T Ó B L E R ( 2 ) y á Bcss ( 3 ) , los que se me juntaron los que á menudo en* las clases populares desarro-
algunas semanas más tarde. Su asociación conmigo llan los fundamentos de una educación intelectual
más elevada y elevan á los hombres, cuando los han
me salvó la vida y preservó á mi empresa de una
adquirido desde la niñez, á una utilidad más gene-
muerte prematura, antes de que ella hubiese nacido.
r a l y más amplia.
Entretanto el peligro para la segunda era aún tan
grande que en los momentos que dicidieron de su Apenas á los 12 y 13 años de edad, lo enviaba y a
•suerte, no me quedó otra cosa que materialmente, y •su padre, que poseía un pequeño negocio, á menudo
desearía aún decir moralmente, arriesgarlo todo. Yo con seis á ocho doblones (4), á algunas horas de dis-
h a b í a sido llevado á un punto en que la realización tancia á comprar mercaderías, con lo que desem-
de un sueño que devoró toda mi vida se convirtió en peñaba á la vez el oficio de mensajero y el de comi-
mí en una obra de la desesperación y me condujo á sionista. En seguida se ocupaba además en tejer y
una disposición de espíritu y á una manera de obrar en trabajos de jornalero. A los dieziocho años acep-
que, en sí misma y considerada económicamente, lle- tó en Gaiss, su pueblo natal, el puesto de maestro
vaba en su frente el sello de la demencia, cayendo d e escuela, sin poseer la menor preparación. El no
por la violencia de mi situación y la duración eter- conocía entonces, ni siquiera de nombre, las puntua-
na de m i desgracia y de mis sufrimientos, que toca- ciones gramaticales más elemehtales, según lo dice
han el punto céntrico de mis esfuerzos, en la profun- él mismo; sobre lo demás no puede caber cuestión
didad de una salvajez interior, en los momentos mis- ninguna, pues no recibió nunca otra instrucción que
mos en que principié á acercarme en realidad á mi la común de una escuela de aldea suiza, que se li-
objeto. mitaba á la lectura, á la copia de modelos de escri-
tura y á la recitación del catecismo y de otros libros
El auxilio que me prestan esos hombres en toda
por el estilo. Mas él amaba la sociedad de los niños
la extensión de mis designios, me devolverá á mí mis-
y esperaba que ese puesto pudiese ser un medio de
mo económica y moralmente. La impresión que les
a l c a n z a r la formación y conocimientos cuya falta
hizo mi situación como también mi obra, y los re-
había sentido vivamente en su oficio de mensajero!. El párroco S C H I E S S ( 5 ) , que trabajaba activamen-
Como le encargaban comprar ya productos destila- te contra la antigua rutina de la enseñanza, le ayu-
dos, ya preparados, ya sal de amoniaco, ya bórax y dó á Krüsi á hacer clases durante las ocho primeras
cien otras cosas cuyos nombres no había oído jamás semanas. Ellos dividieron, desde el principio, á los
en su vida; y no debiendo olvidar ningún encargo, alumnos en tres secciones. Esta división y el em-
por pequeño ó insignificante que fuese, y teniendo pleo de nuevos libros de lectura que poco antes ha-
además que responder hasta del último ochavo, de- bían sido introducidos en la escuela, hicieron posi-
bió necesariamente conocer cuán ventajoso debería ble el ejercitar en el deletreo y en la lectura varios
ser para todo niño el aprender en la escuela á escri- niños á la vez y el mantenerlos á todos más ocupa-
bir, contar, leer, toda clase de ejercicios intelectua- dos de lo que antes se podía conseguir.
les y aun-el aprender á hablar, como él mismo re- También el párroco prestóle las obras escolares
conocía entonces que debería haber aprendido para más necesarias para su educación y un buen mode-
la práctica de su modesta profesión. lo de escritura que él copió cientos de veces para a-
En las primeras semanas tenía ya hasta cien a- sentar la mano; así estuvo pronto en estado de dar
lumnos. Pero la tarea de ocupar convenientemente satisfacción á las exigencias principales de los pa-
dres de los niños. Mas esto no le satisfacía á él.
á todos esos niños, qué enseñarles y cómo mantener-
Quería no sólo enseñar á sus alumnos á leer y á es-
los en orden, era superior á sus fuerzas. El no co-
cribir, sino también formar su inteligencia.
nocía hasta entonces otra manera de hacer clases que
hacer deletrear, leer y aprender de memoria; el ha- El nuevo libro de lectura (6) contenía preceptos
cerlos recitar, por orden de número, y el castigarlos de religión en composiciones y versículos de la Bi-
con la disciplina, cuando no habían aprendido la lec- blia, nociones de física y de química, de historia na-
ción dada. Mas él sabía, sin embargo, por su pro- tural, de geografía, de constitución del país, etc. En
pia experiencia, adquirida en la juventud, que con los ejercicios de lectura había visto Krüsi que el pá-
esa manera de hacer clases la mayor parte de los rroco dirigía algunas preguntas á los niños sobre
niños permanecen lo más del tiempo ociosos, y por cada pasaje que leían, con el fin de ver si también
esta misma causa están expuestos á cometer toda habían comprendido lo que habían leído. Krüsi en-
clase de necedades y de actos inmorales; que por con- sayó lo mismo y llegó á conseguir hacerles familiar
siguiente, de ese modo pierden el tiempo más precio- á la mayor parte de los niños el contenido del libro
so consagrado á su educación, y que las ventajas del de lectura. Obtuvo ciertamente ese resultado porque
aprendizaje no pueden sostener el equilibrio de los él, como el buen H Ü B N E R ( 7 ) , adaptó sus preguntas
resultados que necesariamente debe producir una á las respuestas dadas ya en el libro y no esperaba
manera tal de hacer clases. ni exigía otra respuesta que la misma que se encon-
traba en el texto, antes de que fuese formulada la y libros para ponerles siempre en la boca una res-
pregunta á la cual debía contestarse. É l obtuvo ese puesta precisa á la pregunta entendida ó no enten-
resultado seguramente porque no daba lugar en la dida.
catequización á ningún verdadero ejercicio de la in- Entretanto Krüsi no sentía aún la diferencia de
teligencia. Mas también debe notarse aquí que la esos dos procedimientos tan desiguales. El no sabía
enseñanza catequística (8) no era en su origen un todavía que la verdadera enseñanza catequística, y
ejercicio intelectual propiamente dicho. Ella con- sobre todo la catequización sobre ideas abstractas,
siste pura y simplemente en el análisis de frases com- fuera de la utilidad que puede haber en separar las
plicadas, y considerada como un trabajo preparato- palabras y en preparar la inteligencia de las for-
rio destinado á esclarecer gradualmente las ideas, mas analíticas, no es otra cosa que una repetición,
, tiene el mérito de presentar aisladamente á la vista como de papagayo, de sonidos incomprensibles; mas
del niño cada una de las palabras y cada una de las la enseñanza socrática es realmente impracticable
proposiciones, de ponerlas en orden y así de asegu- con los niños, á los que les falta á la vez el fondo
rar mejor su comprensión. La enseñanza socrática, de los conocimientos preliminares y el medio exte-
al contrario, sólo en nuestros días ha sido confun- rior del conocimiento de la lengua. E l no tenía pues
dida con la enseñanza catequística que primitiva- razón en sus juicios sobre su mal éxito; se imagi-
mente se aplicaba sólo á materias religiosas. naba que la falta estaba solamente en él, y juzga-
ba que todo buen maestro debe estar en estado de
El párroco presentaba, pues, como ejemplo á sus
sacar, por medio de preguntas sobre toda especie de
catecúmenos de más edad los niños catequizados por asuntos religiosos y morales, de los niños, respues-
Krüsi. Pero en seguida debía Krüsi entrar efectiva- tas justas y precisas.
mente en la enseñanza mixta, socrática y catequís-
tica á la vez. Mas esta combinación en su naturale- El vivía justamente en un tiempo en que la ense-
za no es en realidad otra cosa que una cuadratura ñanza catequística estaba de moda, ó más bien en
del círculo, que un rajador de leña trataría de re- una época en que este grande arte de la enseñanza
solver con el hacha en la mano sobre un banco de había sido desfigurado y envilecido por una mez-
madera, y ello no es posible. E l hombre inculto y cla de fórmulas capuchinas y escolásticas. Se soña-
superficial no sondea las profundidades de donde Só- ba en esa época en despertar de esa manera la inte-
crates sacaba espíritu y verdad; por eso es pues tam- ligencia y en hacer maravillas de la nada; pero yo
bién natural que no produjese resultados esa tenta- creo ahora que se principia á despertar de ese sueño.
tiva. Le faltaba á él la base para interrogar, y á sus Krüsi\dormía aún profundamente ese sueño; pero
alumnos fondo para sus respuestas. Les faltaba asi- también era arrullado profundamente por esa qui-
mismo un lenguaje para expresar lo que no sabían mera, de lo contrario yo me admiraría si un niño
GERTRUDIS.—P. 5.
del Appenzell, por poco despierto que fuese, no hu-
ceptores fuese una cosa que debiese poner á cual-
biese notado por sí mismo que el azor y el águila
quier maestro de escuela de aldea á tal altura en el
mismos no quitan á las otras aves los huevos de los
arte de preguntar, un seminario tal podría ser una
nidos cuando ellas aun no han puesto ninguno en
cosa arriesgada.
ellos. El quería á todo empeño aprender un arte que
Cuanto más trabajaba con Fischer tanto más
le parecía esencial para su profesión. Y como á cau-
grande le parecía la montaña que estaba delante de
sa de la emigración de los habitantes del Appenzell
él, y tanto menos sentía en sí la fuerza que él veía
(9), encontró entonces ocasión para juntarse á Fis-
era necesaria para ascender á la cima. Pero como
cher, se renovaron sus esperanzas sobre ese asunto.
ya en los primeros días de su mansión aquí, me ha-
Fischer hizo también cuanto pudo para formar de
bía oído hablar con Fischer sobre la educación é
él un maestro de escuela según sus ideas. Solamen-
instrucción del pueblo y yo me había pronunciado
te, á mi juicio, él hizo preceder un poco precipita-
resueltamente contra la enseñanza socrática de nues-
damente el ensayo de elevarlo en las nubes de un
tros candidatos, declarando que no era partidario
arte superficial de catequizar, al trabajo de esclare-
de dar antes de tiempo una madurez aparente al jui-
cerle los fundamentos de las cosas sobre que debía
cio de los niños sobre cualquier asunto, sino, por el
catequizar.
contrario, de suspender ese juicio el tiempo que sea
Krüsi venera su memoria y no habla sino con posible hasta que ellos hayan observado atentamen-
respeto y gratitud de su bienhechor y amigo. Pero te, bajo todas las faces y bajo muchas circunstan-
el amor á la verdad, que también me unió á mí al cias, cada uno de los objetos sobre los cuales deben
corazón de Fischer, exige que no deje en la oscuri- expresarse y hasta que se hayan familiarizado con
dad ninguna opinión y ninguna circunstancia, de las palabras que designan su naturaleza y sus pro-
ese asunto que contribuyó más ó menos á desarro- piedades, Krüsi sintió al punto que le faltaba preci-
llar en mí y en mis colaboradores los sentimientos samente eso mismo y que por consiguiente necesi-
y. las ideas sobre los cuales estamos de acuerdo aho- taba la dirección que yo pensaba dar á mis niños.
ra. Por eso no puedo callar cómo Krüsi admiraba En tanto que Fischer por su parte hacía todo lo
la facilidad con que Fischer tenía prontas una mul- posible por iniciarlo en varios ramos de las ciencias
titud de preguntas sobre toda especie de asuntos, y para prepararlo á que los enseñase, persuadíase Krü-
se forjaba la ilusión de llegar con el tiempo y. apli- si de día en día de que él no llegaría á nada por la
cación un día á poder también interrogar mucho y vía de los libros, atendiendo á que le faltaban en to-
con facilidad sobre cualquiera cuestión; sin embar- das partes las nociones más elementales sobre las
go, mientras más tiempo trascurría menos podía él cosas y sobre el lenguaje cuyo conocimiento previo
ocultarse á sí mismo que, si un seminario de pre- más ó menos completo presuponían esos libros. Tam-
bién fué confirmado más y más en ese conocimien- sencia y de su cooperación personal, se sentía de día.
to de sí mismo tan feliz para él, al ver con sus pro- en día menos c a p a z de hacer lo que Fischer espera-
pios ojos los resultados de volver á los niños á los ba de él. También poco tiempo después de la par-
primeros grados de los conocimientos humanos y tida de Fischer, manifestóle á éste y á mí el deseo
mi paciente perseverancia para retenerlos en esos de unirse con sus niños á mi escuela. Pero por más
elementos. Esto modificó en él todas sus nociones necesidad que tuviese también de una ay uda que
sobre la educación y las ideas fundamentales que me faltaba, la rehusé entonces porque no quería dis-
se había formado sobre el asunto. El comprendió gustar á Fischer que perseveraba en su proyecto de
entonces que todos los medios que yo empleaba ten- fundar un seminario de maestros y que tenía gran-
dían más bien á desarrollar la fuerza intensiva de de apego á Krüsi. Mas poco después cayó enfermo
los niños que á hacer producir resultados aislados y Krüsi, en una conversación que tuvo con él en
á cada uno de esos medios y se convenció, por el los últimos momentos, le manifestó la necesidad de
efecto de ese principio en toda la extensión de mi esa reunión. Un afectuoso movimiento afirmativo
manera de enseñar, de que son colocadas en los ni- de cabeza fué la respuesta del moribundo. Fischer
ños las bases de conocimientos y de progresos ul- persiguió con ardor y con espíritu levantado el mis-
teriores que no pueden ser alcanzados de ningún mo fin que yo. Si él hubiese podido vivir y esperar
la madurez de mis experiencias, nos habríamos cier-
otro modo.
tamente unido en todo.
Entretanto los proyectos de Fischer para estable-
cer un seminario de maestros de escuela encontra- Después de la muerte de Fischer propuse yo mis-
ron obstáculos. E l fué llamado de nuevo al Minis- mo á Krüsi el unir su escuela á la mía, y ambos
terio de Ciencias; sin embargo, se resignó, pues, á nos vimos entonces sensiblemente aligerados en nues-
esperar mejores tiempos para la fundación de su ins- tra situación; pero, por otra parte, se agravaron no
tituto normal y á dirigir mientras tanto, aun en su menos sensiblemente las dificultades para la ejecu-
ausencia, las escuelas de Burgdorf. Estas debían ser ción de mi plan. Yo tenía ya en Burgdorf niños de
reformadas, y tenían necesidad de ello; mas él no diversas edades, de educación y costumbres diferen-
había podido realizar ni el principio de esa reforma tes; la llegada de niños de los cantones pequeños au-
con su asistencia personal y con el empleo de tod^s mentó las dificultades tanto más cuanto que los úl-
sus fuerzas y de todo su tiempo, y seguramente ello timos junto con diferencias semejantes, trajeron ade-
no había podido realizarse en su ausencia y en me- más á la escuela una libertad natural en pensar,
dio de ocupaciones heterogéneas. Empero la situa- sentir y hablar, que unida á las insinuaciones diri-
ción de Kriisi se había hecho más y más crítica con gidas contra mi método, hacía cada día más urgen-
la partida de Fischer. Estando privado de su pre- te la necesidad de organizar sólidamente mi siste-
' ¿ t t i
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ma de enseñanza que debía mirarse aún como una porque yo les enseñaba á leer bien, se decía: "ellos
mera prueba. Yo necesitaba en mi situación de un no aprenden á escribir," precisamente porque yo les
campo ilimitado para mis ensayos, y á cada mo- enseñaba á escribir bien, y por último, aun se decía:
mento los particulares hacían llegar á mí indica- "ellos no aprenden á ser religiosos," justamente
ciones sobre lo que debía hacer para enseñar á los porque yo hacía todo lo posible por quitarles del
niños que me enviaban. En un lugar en donde re- camino los primeros obstáculos contra la piedad
gularmente, desde generaciones, estaban habituados que son colocados en la escuela, y principalmente
á contentarse con muy poco en materia de instruc- porque contradecía que el aprendizaje de memoria,
ción y de enseñanza, se exigía ahora de mí que mi á manera de papagayo, del catecismo de Heidelberg
método de enseñanza que abrazaba todos los funda- fuese el método propio por el cual el Salvador del
mentos del saber humano, pero que también estaba mundo haya determinado elevar á la especie huma-
calculado sobre una acción más temprana y sobre na á honrar á Dios y á adorarlo en espíritu y en
niños más pequeños, debía dar, sin embargo, gran- verdad. Es cierto, lo he dicho sin miedo: Dios no
des resultados de un modo general y sin reserva con es un dios á quien place la necedad y el error; Dios
niños endurecidos hasta los doce ó catorce años en no es un dios á quien agradan la hipocresía y la
la vida libre más inculta de las montañas y además charlatanería. Lo he dicho sin temor: el dirigir á
hechos desconfiados contra el método de enseñanza. los niños á que conciban ideas claras y el enseñar-
Eso naturalmente no sucedió y por ese resultado les á hablar, antes de que se les taladre en la me-
conocieron que mi método no valía nada. Lo con- moria, para ejercitar su inteligencia, los dogmas de
fundían con una modificación simple en la enseñan- la religión positiva y sus puntos controvertibles
za del abecedario y de la escritura. Mis propósitos nunca dilucidados, no son actos contra Dios ni con-
de buscar en todos los ramos del arte y del saber tra la religión. Sin embargo, yo no puedo tomar á
humanos fundamentos sólidos y seguros, mis esfuer- mal el error de esas gentes, que por poco 110 me ha-
zos por fortificar de una manera sencilla y general ce sucumbir; sus intenciones eran buenas, y com-
la fuerza intelectual de los niños para cada arte y prendo perfectamente que, en vista del charlatanis-
mi expectación tranquila y en apariencia indiferen- mo de nuestro arte de educar, mis rudos esfuerzos
te de los efectos de los medios que debían gradual- por un método nuevo debían engañar á hombres
mente desarrollarse de sí mismos,—eran castillos que, como tantos otros, les gusta más ver un pez en
en el aire. Nada presentían y nada veían de todo un estanque que un lago lleno de carpas detrás de la
eso; por el contrario, allí donde yo formaba la fuer- montaña.
za intelectual no encontraban más que el vacío. Se Entretanto yo seguía mi camino, y Krüsi se for
decía: "los niños no aprenden á leer," justamente tificaba más y más á mi lado.
Los puntos esenciales en los cuales llegó rápida- cimiento progresivo de las ideas. El sintió
mente á la convicción son, sobre todo, los siguientes: pronto que, haciéndoles describir á los niños
I o . Que por medio de una nomenclatura bien or- objetos que les son tan claros que la experien-
denada, grabada en la memoria hasta la inde- cia no puede contribuir en nada para hacerlos
lebilidad, puede establecerse una base general más claros, por una parte se les desvía así de
para todas las especies de conocimientos. To- la pretensión de querer describir lo que ellos
mando por guía esa nomenclatura, los niños y no conocen; mas, por otra parte, ellos tienen
el maestro juntos, como también separada- que adquirir la capacidad de describir lo que
mente, pueden llegar poco á poco, pero con pa- conocen realmente, capacidad que los pone en
so seguro, á adquirir nociones claras en todos estado de hacer eso en todo el círculo de sus
los ramos de las ciencias. nociones intuitivas con unidad, precisión, con-
2". Que por medio del ejercicio en el trazado de cisión y seguridad.
lineas, ángulos y arcos, como yo comencé en- 5" Algunas palabras que un día pronuncié sobre
tonces á hacerlo, se produce una firmeza en la la influencia de mi método contra las preocu-
intuición de todas las cosas y se coloca en la paciones, hicieron en él una grande impresión.
mano del niño una fuerza artificial cuyos re- Yo dije lo siguiente: La verdad que dimana
sultados deben obrar decisivamente en el sen- de la intuición hace superfluos el lenguaje fa-
tido de hacerles claro y gradualmente compren- tigoso y los circunloquios de toda especie que
sible todo lo que caiga dentro del círculo de obran poco más ó menos contra el error y las
sus observaciones. preocupaciones como el repique de las campa-
3o. Que la práctica de enseñar á los niños los nas contra el peligro de' la tempestad, y porque
principios del cálculo por medio de objetos una verdad tal desarrolla en el hombre una
fuerza que cierra por muchos lados su alma á
reales, ó por lo menos, por medio de puntos
la influencia del error y de las preocupaciones,
que los representen, debe establecer seguramen-
y á estas preocupaciones, cuando llegan sin
te los fundamentos de la aritmética en toda su
embargo á sus oídos, trasmitidas por la eter-
extensión y preservar los progresos ulteriores
na charla de nuestra generación, las deja tan
del error y de la confusión.
aisladas en el espíritu que no pueden causar en
4 o . Las descripciones sobre el andar, estar de pie, él los mismos efectos que en el común de los
acostado, sentado, etc., aprendidas de memoria mortales de nuestros tiempos, á los cuales se
por los niños, le mostraron la conexión de los les arrojan en su imaginación la verdad y el
principios elementales con el fin que yo trato error, ambos sin intuición y como simples pa-
de alcanzarjpor medio de ellas, con el esclare-
labras cabalísticas, como por medio de la lin- -cimientos como también para elevar á los padres y
terna i.,ágica. á los maestros, por una simple imitación de esos me-
Esta manifestación hizo adquirir á Krüsi la firme dios de estudio, á una independencia intelectual sa-
convicción de que es posible combatir el error y las tisfactoria para ellos.
preocupaciones siguiendo mi método, es decir, pa- El fué, como lo he dicho, durante seis años maes-
sándolas tranquilamente en silencio, y más eficaz- tro de una escuela de aldea que contaba un gran nú-
mente tal vez de lo que hasta ahora se ha hecho, mero de alumnos de todas edades; pero, á pesar del
permitiéndose ó más bien cometiendo la falta de ha- trabajo que se daba, jamás había visto desarrollar-
blar de ellos sin medida. se tanto las fuerzas de los niños y alcanzar la soli-
6° Las herborizaciones á que nos dedicamos en dez, seguridad, extensión é independencia á que ellos
el verano último, como también las conversa- se elevaron aquí.
ciones á que ellas dieron lugar, desarrollaron El investigó las causas de esa diferencia, y varias
principalmente en él la convicción de que todo fueron las que llamaron su atención.
el círculo de los conocimientos que son adquiri- El vió primeramente que el principio de comen-
dos por nuestros sentidos proviene de la obser- zar por lo más fácil, llevar esto á la perfección, an-
vación de la naturaleza y de la diligencia y tes de pasar más adelante, y en seguida avanzar
cuidado en recoger y retener todo lo que la na- gradualmente agregando siempre sólo muy poco á
turaleza presenta á nuestro conocimiento. lo ya perfectamente aprendido, en los primeros mo-
Todas estas consideraciones unidas á la armonía, mentos del aprendizaje no produce, en verdad, en
que se hacía más y más evidente para él, de mis los niños el sentimiento de su valor y la concien-
medios de enseñanza entre sí mismos y entre ellos cia de sus fuerzas, pero conserva en ellos esa alta
y la naturaleza, lo condujeron á la persuación com- prueba de su no debilitada energía natural.
pleta de que los fundamentos de toda ciencia repo- Se necesita, dice él, con ese método sólo dirigir á
san en la reunión de esos medios; que un maestro de los niños, pero jamás compeleerlos, apurarlos. An-
escuela podría propiamente aprender sólo la mane- tes, en cada cosa que él debía enseñarles, se veía
ra de emplearlos para, tomándolos por guía, elevarse obligado á decirles á cada instante: ¡reflexionad! ¿no
á sí mismo y elevar á sus niños á todos los conoci- os acordáis?
mientos que deben alcanzar por medio de la ense- Ello no podía ser de otra manera. Si él, por ejem-
ñanza; que, por consiguiente, con esa manera no se plo, preguntaba en la aritmética: ¿Cuántas veces
exige erudición sino simplemente un entendimien- está contenido siete en sesenta y tres? no tenía el ni-
to sano y cierta práctica en el método, para colocar ño ninguna base material para la respuesta y de-
en los niños fundamentos sólidos de todos los cono- bía encontrarla con trabajo, sólo á fuerza de relie-
xión; aquí, conforme al método, hay á su vista nue- los niños no pueden tener el menor sentimiento in-
ve veces siete objetos y ha aprendido á contarlos c o - tuitivo de la naturaleza de las dicciones aisladas q u e
mo nueve sietes colocados uno al lado de otro; él no las componen, y no descubren en esas combinacio-
tiene, pues, nada más que pensar sobre esa pregun- nes elementos simples que ellos conocen sino un en-
ta, sabe positivamente, por lo que él ha aprendido redo de relaciones incomprensibles, de objetos des-
ya, lo que se le pregunta ahora aunque se le pre- conocidos, con ayuda de las cuales se les dirige con-
gunta por primera vez, esto es, que 7 está conteni- tra su naturaleza, sobre sus fuerzas y por medio de
do nueve veces en sesenta y tres. Así es en todos los una ilusión multíplice á iniciarse, á fuerza de traba-
ramos del método. jo, en series de ideas que no sólo les son desconoci-
Si él debía, por ejemplo, acostumbrar á los niños das en su naturaleza sino que también les son presen-
á principiar con letra mayúscula los sustantivos tadas en un lenguaje técnico cuyos principios toda-
(10), olvidaban ellos siempre la regla por la c u a l vía no han ensayado á aprender. Krüsi vió que yo
debían dirigirse; pero habiéndoles enseñado él como reprobaba ese galimatías, esa mescolanza de nues-
meros ejercicios de lectura algunas fojas de nuestro tros pedagogos y que á mis niños, como la natura-
diccionario metódico, llegaron ellos mismos á con- leza al salvaje, siempre les ponía sólo una imagen
tinuar solos por orden alfabético las series de nom- á la vista, y en seguida buscaba un nombre para
bres, agregando los sustantivos que ya conocían, esa imagen. El vió que esa sencillez de la represen-
experimento que suponía ante todo conciencia per- tación no engendra en ellos ningún juicio ni ningu-
fecta de los caracteres diferenciales de ese género- na conclusión, puesto que así-no se le expone nada
de palabras. Es perfectamente exacto que el mé- como tesis, ó en cualquiera especie de relación n i
todo es deficiente, imperfecto, en el momento en que con la verdad ni con el error, sino que se les pre-
es necesario estimular de un modo cualquiera la re- senta todo como materia de observación, y como
flexión; él es imperfecto, en el momento en que cual- una base para los estudios ulteriores y conclusio-
quier ejercicio dado no nace espontáneamente y sin nes, y como un guía sobre cuyas huellas deben des-
esfuerzos de lo que el niño sabe ya. pués ellos mismos avanzar por medio del encade-
E l observó además que las palabras y las figuras namiento de sus experiencias pasadas y de sus cono-
que yo presentaba aisladamente á mis niños en la cimientos futuros.
enseñanza de la lectura, producen en su alma una Habiéndose penetrado Krüsi del espíritu del mé-
impresión enteramente distinta de la |de las frases todo y reconocido más profundamente la tendencia
compuestas que les presenta la enseñanza ordinaria. general de reducir todos los medios de estudio á los
Y examinando entonces atentamente más de cerca primeros elementos en cada ramo de las ciencias y
esas frases, él las encontró de una condición tal q u e encadenar progresivamente siempre sólo pequeñas
agregaciones á los primeros elementos de cada u n o "En mis esfuerzos de seis afios no he encontrado
de los ramos, lo que da por resultado un avance con- "que los resultados de mi enseñanza correspondiesen
tinuo y sin vacíos hacia nuevas y más importantes "á las esperanzas de que me había alimentado. Las
adiciones, se hizo cada día más capaz para trabajar "fuerzas intensivas de los nifios no aumentaban en
"proporción de mis esfuerzos; ni aun como debían
conmigo en el espíritu de esos principios y me ayu-
"haber aumentado según el grado de sus conocimien-
dó á terminar bien pronto un silabario y una arit-
"tos reales. También me parecía que los conocimien-
mética escritos esencialmente según esos principios.
"tos aislados que les comunicaba no conservaban el
En los primeros días de su asociación conmigo
"enlace íntimo y la inherencia sólida y durable que
él manifestó el deseo de ir á Basilea para referir á
"necesitaban esencialmente.
Tóbler, al cual le unían lazos de íntima amistad, la
"Yo utilizaba las mejores obras de instrucción de
muerte de Fischer y hablarle de su situación actual.
"nuestra época. Pero en parte eran ellas compues-
Yo aproveché esa ocasión para decirle que tenía ab-
t a s de palabras de las cuales entendían muy poco
solutamente necesidad de ayuda para mis trabajos li-
"los niños, y en parte estaban llenas de ideas que so-
terarios y que sería una grande alegría para mí el a-
b r e p a s a b a n el círculo de sus esperanzas y tan he-
sociarme á Tóbler á quien conocía ya por su corres-
terogéneas con el modo de observación de todas las
pondencia con Fischer. Yo le dije igualmente que "cosas propio de su edad, que se requería un tiempo
para la ejecución de mi empresa necesitaba urgen- "inmenso y despacio para explicar lo incomprensi-
temente una persona que supiese dibujar y cantar. "ble de ellas. Empero esas explicaciones mismas e-
El partió para Basiléa y habló con Tóbler; éste se "ran un trabajo molesto que aprovechaba tanto pa-
decidió casi en el primer momento á corresponder t a el desarrollo real de su inteligencia como cuan-
á mis deseos y algunas semanas después llegó á "do se deja penetrar aquí y allá un solo rayo de luz
Burgdorf; y como Krüsi le contase que yo necesita- "en una pieza oscura, ó en la sombra de una nube
ba también un dibujante, se acordó entonces de "espesa é impenetrable. Esto era así, tanto más
Buss, quien aceptó la proposición con igual pronti- "cuanto que muchos de esos libros descienden en sus
tud. Ambos están aquí hace ya ocho meses, y yo "imágenes é ideas á las últimas profundidades de los
creo que te interesará saber con precisión lo que "conocimientos humanos, ó se elevan en las nubes
ellos juzgan de sus experiencias sobre ese asunto. "hasta el santuario de la gloria eterna, antes de per-
Tóbler fué preceptor cinco afios en casa de una fa- m i t i r á los niños poner el pie sobre el querido sue-
milia distinguida. Su opinión sobre el estado ac- "lo sobre el cual los hombres deben necesariamente
tual de mi empresa, en unión con su juicio sobre su "estar primero de pie, si han de aprender á andar an-
propia carrera profesional, según su propio testimo- t e s que á volar y si deben nacerles alas para ele-
nio, es la siguiente: v a r s e á una altura cualquiera.
"El sentimiento confuso de todo eso me llevó muy "que ellos, á pesar de las prodigiosas bibliotecas de
"pronto á ensayar el entretener á mis alumnos más "educación que produce nuestra época, sienten lo
"jóvenes con imágenes intuitivas; pero á los más "mismo que yo y caen diariamente en las mismas
"grandes trataba de darles nociones claras por me- "perplejidades, dándose un gran trabajo con sus a-
d i o de la enseñanza socrática. Lo primero dió por "lumnos. Yo sentía que las dificultades deberían
"resultado el que los alumnos pequeños se apropia- "pesar una y mil veces más sobre los maestros de
r e n conocimientos que los niños de su edad gene- "escuela vulgare«, si una desgraciada rutina no los
r a l m e n t e no poseen. Yo quería asociar ese méto- "ha hecho completamente incapaces para ese senti-
d o de enseñar con las formas de enseñanza que en- ''miento. Yo tenía el caluroso, aunque aun oscuro
c o n t r a b a en las obras mejores; pero todos los libros "sentimiento de esos vacíos que veía en todo el con-
"de que yo quería servirme para ese fin, estaban es- j u n t o de nuestro sistema de educación y buscaba
c r i t o s de un modo que presuponían el conocimien- "con todas mis fuerzas los medios de llenarlos; y me
"to de lo que debía primeramente enseñarse á los ni- "propuse entonces juntar todos los medios y venta-
"ños: el lenguaje. En mi enseñanza socrática de los j a s , tomándolos ya de mis experiencias, ya de las o-
"alumnos de más edad obtuve también, por consi- "bras sobre educación, por medio de los cuales me
"guiente, los resultados patentes que produce y de- "fuese posible obviar las dificultades que me presen-
"be producir toda explicación de palabras que, por t a b a la educación en cada uno de los períodos de la
"una parte, no se apoya en el fundamento del cono- ""niñez. Empero no tardé en darme cuenta de que
c i m i e n t o de las cosas y que, por otra, es dada en "mi vida entera no bastaría para alcanzar mis fines.
"un lenguaje de cuyas partes aisladas no tienen los "Entretanto yo había escrito ya volúmenes enteros
"niños ideas claras:—lo que comprendían hoy, des- "con ese fin cuando Fischer, en varias cartas, me 11a-
p u é s de algunos días se borraba de su alma de una "mó la atención sobre el método de Pestalozzi y me
"manera para mí incomprensible, y mientras más "hizo presentir que él podría llegar por otros me-
"me empeñaba en explicarles todo claramente, más d i o s al resultado que yo buscaba;—y yo pensé que
"parecían perder ellos su propia fuerza para sacar- "la marcha sistemático-científica que yo seguía era
"lo por sí mismos de la oscuridad á que la natura- "tal V9K la causa de las dificultades que Pestalozzi
l e z a lo había trasportado. "no encontraba en su camino, y que precisamente
"Así encontraba yo en el desempeño de mis fun- "el arte mismo de nuestra época creaba las lagunas
c i o n e s y en la ejecución de mis proyectos obstácu- "que Pestalozzi no necesitaba llenar, porque él no
l o s insuperables, y mis conversaciones con los ma- "conocía ni empleaba ese arte. Muchos de esos me-
e s t r o s de escuela y educadores del círculo de mis d i o s , por ejemplo, el dibujar sobre pizarras de pie-
"relaciones confirmaron aún más mi convicción de d r a y otros, me parecieron tan fáciles que yo no
GERTRUDIS.—P. 6.
"comprendía cómo no los había imaginado yo mis- 'y de la' variedad de los medios con ayuda de los
"rno tiempo ha. Me sorprendió el que aquí se uti- "cuales es desarrollada esa fuerza. Su propósito de
l i z a s e lo que siempre estaba á la vista. Lo que "no tomar absolutamente ningún conocimiento del
"me atrajo principalmente al método fué el princi- "verdadero arte de enseñar empleado hasta ahora;
p i o : formar de nuevo á las madres para lo que e- " l a sencillez de las imágenes que él les hacía gra-
"llas han sido tan evidentemente destinadas por la "bar en el espíritu; la división perfecta de la esencia
"naturaleza, porque yo había partido precisamente "de su enseñanza en partes que debían ser aprendí-
''•de ese mismo principio en mis propios experimen- C a s en tiempos desiguales y por medios progresi-
tos. v o s ; su desprecio por todo lo complicado y lo con-
"Esas ideas fueron confirmadas con la llegada de t u s o ; la influencia que, sin palabras, ejercía úni-
"Krüsi á Basilea, quien mostró prácticamente en el c a m e n t e sobre el desarrollo intensivo de las fuer-
"instituto de niñas la manera como Pestalozzi ense- C a s ; la importancia que daba al lenguaje, insis-
r i a b a el abecedario, la lectura y el cálculo. Los t i e n d o y volviendo á cada momento sobre la pala-
"párrocos Fásch y von Brunn, que habían organi- "bra de que se trataba, y principalmente la fuerza
z a d o la enseñanza .y en parte la dirección del ins- "irresistible con la cual algunos medios de ense-
t i t u t o según los primeros indicios del método de ñ a n z a me parecían, como una creación nueva, bro-
"Pestalozzi,método queaun no conocíamos completa- t a r espontáneamente de los principios mismos del
m e n t e . comprendieron inmediatamente la impresión "arte y de la naturaleza humana,—todo esto exci-
"producida en los niños por la lectura y el deletreo t a b a mi interés en el más alto grado.
"simultáneos y el ritmo introducido en ellos; y los "Me parecieron, es cierto, en sus experiencias al-
"pocos materiales que había llevado Krüsi para el "gunos detalles verdaderamente anti-psicológicos,
"cálculo y la escritura según esa manera, como tam- "como por ejemplo la pronunciación de frases com-
"bién algunos ejemplos tomados de un diccionario p l i c a d a s y difíciles cuya primera impresión debía
"que Pestalozzi había destinado para primer libro "ser para los niños completamente oscura. Pero
"de lectura de los niños, nos mostraron que ese mé- "cuando vi, por una parte, con cuánta habilidad
t o d o tiene por base fundamentos sólidos y psicoló- "preparaba él paulatinamente la inteligencia de las
g i c o s . Todo esto me decidió pronto á correspon- "ideas y cuando, por otra parte, me respondió á es-
"der á los deseos de Pestalozzi de asociarme á él. t e propósito que la naturaleza misma comienza
"Yo llegué á Burgdorf y vi en el primer momen- "por presentarnos bajo una forma oscura y comple-
t o que la empresa naciente llenaba mis esperan- "ja las intuiciones de toda especie, pero que ella
C a s . Quedé admirado de la fuerza evidente y ge- "después, en verdad gradualmente, empero de una
n e r a l de sus alumnos como también de la sencillez "manera segura las conduce á la claridad, no en-
"coutré ya nada más que objetar; y por cierto, tan- "partes me confirmó en la opinión que ya tenía an-
t o menos cuanto que vi que él no daba ningún va- t e s oscuramente: que todos los procedimientos que
"lor á los detalles de sus obras sino que muchos de "tratan de alcanzar el desarrollo del espíritu huma-
"ellos los ensayaba para desecharlos en seguida. Lu d o por medio de un lenguaje técnico complicado
"que buscaba en muchos de ellos era únicamente la "traen en sí mismos el obstáculo que les impide el
"elevación de las fuerzas que el niño posee en sí "éxito, y que si queremos secundar realmente á la
"mismo, y también la investigación de los funda- "naturaleza en la acción espontánea que ella mues-
"mentos y principios que lo habían conducido al t r a en el desarrollo de nuestra especie, todos los
"empleo de cada uno de los medios. Yo no me de- "procedimientos de educación y de desarrollo de-
j é desconcertar por eso, aun cuando algunos de sus "beri reducirse primeramente en su esencia íntima
"procedimientos se ofrecieron á mi vista en ese es- "tanto á una suma sencillez como también á una
t a d o de debilidad y de indecisión en que se en- "organización de la enseñanza del idioma que sea
c u e n t r a al principio todo ensayo; tanto menos me "psicológica y esté en armonía con esos procedi-
"desconcerté cuanto que pronto me convencí de que m i e n t o s . Así llegué á ver poco á poco claramen-
"esa marcha ascendente y progresiva estaba en la t e lo que él quería con la separación del estudio
"natutaleza misma de ellos. En efecto, lo vi en el "del lenguaje; por qué él reduce el cálculo á la con-
"cálculo, en el dibujo, como también en los medios c i e n c i a amplia é indeleble del principio: todo
"fundamentales de su enseñanza del lenguaje. "cálculo no es otra cosa que la abreviación de una
"simple numeración, y los números no son á su vez
"De día en día se hizo más evidente para mí que
"más que la abreviación de esta expresión fatigan-
"cada uno de sus procedimientos obran por medio
t e : uno y uno, más uno, etc. son tantos y tantos, y
"de la conexión del todo en todo, pero principal-
"yo he visto del mismo modo por qué funda él to-
m e n t e en la sensibilidad de los niños para todo; y
d a la educación artística y hasta la facultad de
"yo los he seguido en la práctica de cada día, an-
"representarse fielmente los objetos materiales so-
t e s de que ellos fuesen formulados en principios,
"bre el desarrollo precoz de la aptitud para dibujar
" y los he visto llegar á esa madurez que debía ne-
"líneas, ángulos, cuadrados y arcos.
cesariamente producir los resultados que él perse-
g u í a . Él no descansa en los ensayos y pruebas de "No era posible otra cosa: mi convicción sobre
"cada uno de sus procedimientos hasta que conside- "las ventajas del método debía confirmarse diaria-
"ra casi como una imposibilidad material el simpli- m e n t e , puesto que cada día veía los resultados
f i c a r más su forma y el establecerlos sobre funda- "que producía la fuerza generalmente estimulada
m e n t o s más profundos. Esa tendencia á la simpli- "y ejercitada, según esos principios, en el estudio
"ficación del todo y al perfeccionamiento de las "de la medición, del cálculo, de la escritura y del
72 Id
"dibujo. Yo adquirí de día en día la convicción
"de que es realmente posible alcanzar el fin, del
CARTA III.
"cual he hablado más arriba, que ha dado tanta
"vida á mis propias experiencias, á saber: formar
"otra vez á las madres para lo que ellas han sido
"tan evidentemente destinadas por la naturaleza, u has leído ya la opinión de Tóbler y la de
"y de que de esta manera puede ser fundado el pri- Krüsi sobre el asunto con que me ocupo, ahora te
"mer grado de la enseñanza escolar ordinaria so- envío también la de Buss. Tú conoces mi juicio
"bre los resultados adquiridos de la enseñanza ma- sobre las fuerzas que yacen enterradas en las cla-
t e r n a . Yo vi preparado un método general, psi- ses inferiores de la sociedad. ¡Qué instrumento jus-
c o l ó g i c o , por medio del cual cada padre y cada tificativo de esa opinión es Buss! ¡Qué transforma-
"madre de familia, que alimentan en su pecho esa ción experimentó este hombre en seis meses!—Mues-
"aspiración, pueden ser puestos en estado de educar tra á W I E L A N D (1) su ABC de la intuición y pre-
"ellos mismos á sus hijos, cesando así la pretendi- gúntale si ha encontrado alguna vez un ejemplo
d a necesidad de formar preceptores por medio de más elocuente de fuerzas perdidas.
"costosos seminarios y de bibliotecas escolares y Querido amigo, el mundo está lleno de hombres
"empleando largo tiempo en ello. útiles, pero vacío de gentes que empleen al hombre
"En una palabra, he llegado por la impresión útil. Las ideas de nuestros contemporáneos sobre
"producida en mí por todo lo que he visto y por la utilidad de los hombres no pasan de los límites
"los resultados invariables de mis experiencias á de su propia piel, ó se extienden á lo más á las per-
"recuperar de nuevo la creencia que con tanto ar- sonas que están tan cerca de ellos como su camisa.
d o r había alimentado en mí espíritu desde el prin- Caro amigo, piensa seriamente en esos tres hom-
c i p i o de mi carrera pedagógica, pero que casi ha- bres y en los resultados que alcancé con ellos. Yo
"bía perdido en el curso de ella, bajo el peso del quisiera que tú los conocieses á ellos mejor, y más
"arte y de los expedientes de la pedagogía de la é- detalladamente la historia de su vida. Habiéndose-
"poca: la creencia en la posibilidad del mejora- lo suplicado yo-, Buss mismo te refiere algo de ello.
amiento de la especie humana." La primera educación de Tóbler fué un descuido
completo. A los veintidós años se encontró él re-
pentinamente, como por un milagro, lanzado en la
carrera científica y principalmente en el ramo de la
educación. E l pensaba devorarlos; pero ve ahora
que ellos lo devoraron á él y que lo llevaron, en el
"dibujo. Yo adquirí de día en día la convicción
"de que es realmente posible alcanzar el fin, del
CARTA III.
"cual he hablado más arriba, que ha dado tanta
"vida á mis propias experiencias, á saber: formar
"otra vez á las madres para lo que ellas han sido
"tan evidentemente destinadas por la naturaleza, o has leído ya la opinión de Tóbler y la de
"y de que de esta manera puede ser fundado el pri- Krüsi sobre el asunto con que me ocupo, ahora te
m e r grado de la enseñanza escolar ordinaria so- envío también la de Buss. Tú conoces mi juicio
"bre los resultados adquiridos de la enseñanza ma- sobre las fuerzas que yacen enterradas en las cla-
t e r n a . Yo vi preparado un método general, psi- ses inferiores de la sociedad. ¡Qué instrumento jus-
c o l ó g i c o , por medio del cual cada padre y cada tificativo de esa opinión es Buss! ¡Qué transforma-
"madre de familia, que alimentan en su pecho esa ción experimentó este hombre en seis meses!—Mues-
"aspiración, pueden ser puestos en estado de educar tra á W I E L A N D ( 1 ) su ABC de la intuición y pre-
"ellos mismos á sus hijos, cesando así la pretendi- gúntale si ha encontrado alguna vez un ejemplo
d a necesidad de formar preceptores por medio de más elocuente de fuerzas perdidas.
"costosos seminarios y de bibliotecas escolares y Querido amigo, el mundo está lleno de hombres
"empleando largo tiempo en ello. útiles, pero vacío de gentes que empleen al hombre
"En una palabra, he llegado por la impresión útil. Las ideas de nuestros contemporáneos sobre
"producida en mí por todo lo que he visto y por la utilidad de los hombres no pasan de los límites
"los resultados invariables de mis experiencias á de su propia piel, ó se extienden á lo más á las per-
"recuperar de nuevo la creencia que con tanto ar- sonas que están tan cerca de ellos como su camisa.
d o r había alimentado en mí espíritu desde el prin- Caro amigo, piensa seriamente en esos tres hom-
c i p i o de mi carrera pedagógica, pero que casi ha- bres y en los resultados que alcancé con ellos. Yo
"bía perdido en el curso de ella, bajo el peso del quisiera que tú los conocieses á ellos mejor, y más
"arte y de los expedientes de la pedagogía de la é- detalladamente la historia de su vida. Habiéndose-
"poca: la creencia en la posibilidad del mejora- lo suplicado yo-, Buss mismo te refiere algo de ello.
amiento de la especie humana." La primera educación de Tóbler fué un descuido
completo. A los veintidós años se encontró él re-
pentinamente, como por un milagro, lanzado en la
carrera científica y principalmente en el ramo de la
educación. E l pensaba devorarlos; pero ve ahora
que ellos lo devoraron á él y que lo llevaron, en el
momento en que presentía la insuficiencia de sus la atención del hombre que no la tiene. Y, sin em-
medios de enseñanza, á seguir lleno de confianza la bargo, antes que él conociese el método, era muy
vía de los libros, en vez de abrirse él mismo el ca- inferior á Buss en todos los ramos, excepto en su
mino de la intuición, á través de la naturaleza, cu- tacto mecánico de maestro de escuela. Y él mismo
ya necesidad él presentía. El veía el peligro en que confiesa que: sin conocer el método no habría lle-
se encontraba de perderse en un mar de mil y mil gado á descansar sobre sus propios pies, á pesar de
cosas, cada una razonable, sin encontrar jamás los todos sus esfuerzos por adquirir cierta independen-
fundamentos de una educación ni do una enseñanza cia de acción; sino que habría permanecido siempre
escolares cuyos resultados debiesen ser no palabras un sér subordinado á otro, dirigido y que necesita
ni libros razonables, sino hombres razonables. Y dirección, lo que era completamente contra su ca-
él lamenta no haber encontrado á los veintidós años, rácter de appenzelense. É l ha rehusado un puesto
cuando la aplicación á los libros no había princi- de maestro dotado con 500 florines (3) y ha queda-
piado aún á gastar su fuerza natural, la senda que do en la posición modesta de sus actuales circuns-
ahora á los treinta comienza á recorrer. El siente tancias únicamente porque sintió y comprendió que
profundamente lo que esta época de pausa le había siendo maestro de escuela ahora, no podría más tar-
de llegar á ser otra cosa, y aun eso no podía ser sa-
perjudicado, y hace honor á la vez á su propio co-
tisfactorio para él. ¿No te admira cómo ha llega-
razón y al método al decir él mismo: "los hombres
do él á esa determinación?—Su sencillez lo condujo
"ignorantes y los no instruidos tienen más facilidad
á ella; él se ha identificado con el método, y las con-
"que yo para seguir sin interrupción los principios
secuencias son naturales; y es enteramente cierto lo
"del método y en seguida avanzar en él sin tropié-
que dice Tóbler: "el método le f u é fácil, justamen-
"zos." Entretanto él permanece fiel á sus conviccio-
t e porque él no poseía ningún arte, y lo condujo
nes, sus talentos le aseguran la recompensa. Cuan-
"con rapidez, precisamente porque él no conocía nin-
do él haya vencido las dificultades de los elementos "gún otro, pero tenía aptitudes."
más sencillos, éstos y los conocimientos anteriores
que él reúne á ellos le harán fácil el adaptar el mé- Amigo, ¿no tengo yo motivos para estar orgullo-
todo á los grados superiores de la enseñanza de la so de los primeros frutos de mi método? ¡Ojalá que
escuela, á lo cual hasta ahora no hemos llegado to- los hombres no tengan jamás afición á las simples
davía. ideas psicológicas qne les sirven de base! como di-
Tú conoces á Krü'si y has visto la habilidad que jiste dos años ha. ¡Ojalá que únicamente sus fru-
él muestra en su ramo (2). Ella es extraordinaria tos sean todos como esas tres primicias!
¡todo el que lo ve trabajar queda admirado! Él po- Lee ahora también la opinión de Buss, y después
see en su ramo una originalidad que sólo no llama continúa oyéndome á mí.
"Mi padre, refiere Buss, desempeñaba un empleo "mas él fué devuelto con una respuesta negativa fir-
"en la institución teológica de Tubingia y tenía allí m a d a de puño del mismo Carlos (5). Esto y la pu-
"habitación gratuita. Desde los tres hasta los tre- b l i c a c i ó n hecha casi al mismo tiempo, si los re-
"ce años me envió á la escuela de gramática, donde "cuerdos no me engañan, del rescripto que excluía
"aprendí lo que se enseñaba á los niños de mi edad. "de los estudios á los hijos de las clases media y ba-
"Fuera de las clases, en esa época, pasaba yo la ma- j a de los ciudadanos, hicieron en mí una fuerte iin-
"yor parte del tiempo con los estudiantes, quienes "presión.
"se alegraban de hacerme tomar parte en sus juegos "Mi vivacidad juvenil desapareció entonces sú-
"á mí que era un muchacho en extremo vivo. A los b i t a m e n t e , y con ella todo mi ardor por los estu-
"ocho años uno de ellos me enseñó á tocar el piano;
d i o s . Entonces consagré todos mis esfuerzos com-
"pero después de seis meses, cuando él se retiró de
p l e t a m e n t e al dibujo; mas también aquí, después
"Tubingia, cesaron mis lecciones y quedé en ese ra-
"de medio año, fui interrumpido de nuevo, porque
"mo completamente abandonado á mí mismo. A
"mi profesor debió abandonar la ciudad á causa de
"fuerza de perseverancia y de habituarme al traba-
"malas acciones; y así me encontré sin recursos y
"jo, llegué á los doce años á poder por mí mismo
•"sin espectativas de poder ayudarme á mí mismo,
"dar con el mejor éxito lecciones de ese ramo á una
" y pronto me vi en la necesidad de colocarme de
"señora y á un niño.
"aprendiz en el taller de un encuadernador.
"A los once años gocé también de la enseñanza "Mi disposición de ánimo se modificó hasta caer
"del dibujo y proseguí sin interrupción el estudio de "en la indiferencia. Yo acepté ese oficio como ha-
"las lenguas griega y hebrea, el de la lógica y el b r í a aceptado cualquiera otro para poder, por me-
"de la retórica. La intención de mis padres era de- d i o de la distracción de un trabajo manual asiduo,
d i c a r m e á los estudios y para ese fin colocarme en "borrar de mi alma hasta el recuerdo de los sueños
"la Academia de Artes y Ciencias de Stuttgart (4), "de mi juventud. No lo pude conseguir. Trabajaba,
"ó bién confiarme á la dirección de los profesores "pero sentía entonces un descontento indecible y
"de la Universidad de Tubingia. "alimentaba vivos resentimientos contra la injus-
" E n aquella Academia hasta entónces habían si- t i c i a de un poder que contra las costumbres del
d o admitidos hombres de todas condiciones, parte "pasado, únicamente porque yo pertenecía á la cía-
"pagando, parte también gratuitamente. Los recur- t e baja, me arrebataba los medios de educarme y
s o s de mis padres no les permitían emplear en mí "las esperanzas y espectativas en el porvenir, en cu-
"ni la suma más insignificante. El memorial fué "ya realización había empleado ya una parte de mi
"redactado, pues, fundándose en esa consideración "juventud. No obstante, yo me alimentaba de la
•'para pedir mi admisión gratuita en la Academia; "esperanza de preparar por mi oficio mismo los me-
"dios de sutraerme á ese trabajo m a n u a l que no me
"satisfacía, y de recuperar en cualquiera parte lo "el deseo de arrancarme de mi posición. También
"que debí perder en él, obligado por la necesidad. "pensó justamente en mí cuando Krüsi le dijo que
"Pestalozzi buscaba para el nuevo método de ense-
"Yo viajaba, pero el mundo era demasiado estre-
ñ a n z a .que estaba organizando una persona que en-
c h o para mí. Me volví melancólico; rne puse acha-
t e n d i e s e el dibujo y la música.
c o s o ; debí volver á casa; traté de renunciar de nue-
" v o á mi profesión y pensé, con lo poco de música "La conciencia que tenía de la insuficiencia de
" q u e conocía aún, encontrar en la Suiza los medios " m i educación y de mis conocimientos de dibujo y
!
"necesarios para vivir. 'la esperanza de encontrar ocasión de poder hacer
"mayores progresos en ambos, m a d u r a r o n en mí la
" P a r t í para Basilea y esperaba encontrar allí la
"determinación de irme á Burgdorf, á pesar de las
"ocasión de dar lecciones; pero mi pasada situación
"advertencias de varias personas que me aconsejaban
"causaba en mí cierta cortedad que me desconcer-
"que no entrase en ninguna asociación con Pestaloz-
t a b a los primeros pasos que h a y que dar para ga-
"zi, atendiendo á que él era medio loco y que nun-
" n a r dinero. Yo no tenía el valor de decir una pa-
C a sabía bien lo que quería (*). Se justificaba esa
" l a b r a de lo que ss debe decir para obtener de las
"leyenda con diversos hechos; por ejemplo, una vez
"gentes, tal como son, lo que y o buscaba. Un ami-
"había llegado á Basilea con los zapatos atados con
" g o que, por casualidad, me encontró en esa situa-
"pajas, porque en las puertas de la ciudad había da-
c i ó n crítica, me reconcilió momentáneamente con
"do las hebillas de su calzado á un mendigo. Yo ha-
" m i oficio de encuadernador. Yo volví á entrar en
"bía leído á Leonardo y Gertrudis; creía, pues, sin
" u n taller; pero desde el primer día en que me sen-
"dificultad la historia de las hebillas; pero no con-
t é de nuevo en mi puesto, me puse á soñar en la
"sentía en que el héíoe de ella fuese un loco. Sucin-
"posibilidad de encontrar, con el tiempo y la oca-
t a m e n t e , yo quería hacer la prueba. Llegué á Burg-
"sión, cualquiera otra ocupación para mí, aunque
"dorf. La primera vez que vi á ,Pestalzzi quedé á
"tenía la convicción de que estaba demasiado atra-
"penas sorprendido. É l bajaba de una pieza del piso
c a d o en música y dibujo para poder proporcionar-
"superior, acompañado de Ziemssen (6) que justa-
m e por ese medio una independencia segura. P a r a
"tamente acababa de llegar á visitarlo, y vino á
" g a n a r tiempo con el fin de ejercitarme más en esas
"donde estaba yo, con las medias desatadas, cubier-
"artes, no tardé en cambiar mi puesto; gané así efec-
t i v a m e n t e dos horas diarias de libertad é hice co-
n o c i m i e n t o s que me facilitaron mis estudios. (*) "Encuentro inconveniente, como es natural, la publi-
cación de esta parte de mis apreciaciones. Pero Pestalozzi
" E n t r e otros conocí también á Tóbler, quien pron- -"lia insistido en ello y exigido formalmente la exposición
t o se apercibió de la pena que me roía y concibió 'sincera de las impresiones que él y todos sus procedimien-
'-'tos lian causado en mí."
80
"poder ayudarme á mí mismo para proseguir el cur-
"to visiblemente de polvo y como si hubiese sido el t o de mis estudios hasta un punto más elevado, y
"desorden mismo. Yo no puedo describir el senti- "yo me habría librado por consiguiente, de todos
m i e n t o que experimenté en ese instante; él se aproxi- "los males y de la menlancolía en que yo entonces
m a b a á la compasión, la cual estaba sin embargo "me había visto precipitado.
"unida á la admiración. Pestalozzi—y todo lo que
"Este pensamiento corresponde perfectamente al
" v i — s u benevolencia, la alegría con que me reci-
"principio de Pestalozzi: conducir á los hombres
b i ó á mí, un desconocido, su falta de pretensiones,
"por medio de su método á poder ayudarse d sí mis-
"su sencillez y el desorden en que él se encontraba u
mos, porque d ellos, como dice él, sobre esta tie-
"delante de mí, todo eso me arrobó en un momento. u
rra de Dios nadie ayuda y nadie puede ayudar.
" J a m á s había visto todavía á ningún hombre bus-
"Me extremecí cuando leí por primera vez ese pasa-
C a r así mi corazón, pero también ninguno había
j e de Leonardo y Gertrudis. Pero es experiencia
"ganado así mi confianza.
"de mi vida que sobre esta tierra de Dios nadie ayu-
" A la mañana siguiente entré en su escuela, y al
d a ni puede ayudar al hombre, cuando él no pue-
"principio no vi realmente otra cosa que un desorden
d e ayudarse á sí mismo. Ahora era bien claro pa-
"aparente y un tumulto que me causó un sentimien-
t a mí que las lagunas que no había podido llenar
t o de disgusto. Pero como el entusiasmo con que
"para alcanzar mi objeto, tenían su origen en la
"había hablado Ziemssen el día antes de los planes
"ineficacia y en la superficialidad de la instrucción
"de Pestalozzi había excitado de antemano mi cu-
"que había recibido. He aquí por lo que me falta-
r i o s i d a d , me sobrepuse también pronto á esa im-
b a la base. Yo dediqué particularmente mi aten-
p r e s i ó n y no se pasó largo tiempo antes que nota-
c i ó n al ramo para el cual Pestalozzi buscaba mi
rse yo algunas ventajas de ese método de enseñan-
"concurso. Pero largo tiempo no pude comprender
z a . No obstante, creí al principio que la larga per-
"sus ideas particulares sobre el dibujo y no sabía
m a n e n c i a en un mismo punto detenía mucho á los
"al principio lo que él quería cuando me decía:
"niños; pero cuando vi la perfección á que él hacía
"Líneas, ángulos y arcos son el fundamento del es-
"llegar á sus alumnos en los primeros principios de
t u d i o del dibujo." A fin de darme una explica-
"sus ejercicios, el revolotear acá y acullá y el dar
c i ó n , añadía: C 1 espíritu humano debe elevarse
"saltos, lo que me permitía la marcha de la ense-
"también aquí de las intuiciones oscuras á las no-
ñ a n z a de mi juventud, me pareció por primera vez
c i o n e s claras." Pero yo no podía imaginarme aún
"en una luz desventajosa y engendró en mí el pen-
"cómo podía verificarse eso por medio del dibujo.
s a m i e n t o de que, si se me hubiese encadenado tan
" É l me decía: "esto debe obtenerse por las divisio-
"largo tiempo y tan firmemente á los primeros ele-
"nes del cuadrado y del arco de círculo y por la se-
m e n t o s , habría llegado por ese medio al estado de
82
"paración de sus partes en unidades observables y
"ta de su naturaleza, ese suceso ejerció en mi la in-
"comparables.'* Yo traté de encontrar esas divisio-
"fluencia más grande. Antes no sabía yo que el ar-
n e s y esas simplificaciones; pero no conocía los
t e del dibujo se compone sólo de líneas.
"primeros principios de lo simple y, á pesar de to-
"Ahora, repentinamente, todos los objetos que veía
"dos mis esfuerzos, me perdí bien pronto en un mar
"estaban entre líneas que precisaban sus contornos.
"de figuras aisladas que eran, es cierto, sencillas en
"Jamás había separado esos contornos del objeto
"sí mismas, pero que no explicaban del todo las re-
"mismo en la imagen que lo representaba en mi es-
"glas ds la sencillez que buscaba Pestalozzi. É l
p í r i t u ; ahora se desprendían siempre de él en mi
"no sabía desgraciadamente ni escribir ni dibujar,
"imaginación, y se trasformaban para mí en espe-
"no obstante de que él había hecho hacer á sus
c i e s de medidas que indicaban exacta y rigorosa-
"alumnos en ambos ramos progresos incomprensi-
m e n t e la menor divergencia. Pero así como en el
"bles para mí. En una palabra, yo pasé meses sin
"principio no veía más que objetos, pronto no vi
"comprender sus ideas, sin saber lo que debía hacer,
"más que líneas y me figuré que se debía absolu-
"para realizar sus designios, de las líneas que él me
t a m e n t e hacerlas estudiar á fondo y en todas sus
"trazaba para los principios, hasta que por fin en-
"aplicaciones, antes de dar á los niños objetos reales
t r e v i que yo debía saber menos de lo que sabía en
"para copiarlos ó simplemente para observarlos.
"realidad, ó que por lo menos debía prescindir por
"Pero Pestalozzi imaginó sus principios de dibujo
"el momento de todo mi saber, para descender á las
"conforme á sus miras generales, conforme también
''nociones simples, que, lo veía muy bien al presen-
"á la marcha de la naturaleza que no deja nunca
C e eran la fuerza de Pestalozzi, aunque yo no las
"largo tiempo al espíritu humano desarrollarse en u-
"pudiese seguir todavía. Me fué difícil llegar á es-
"na dirección cualquiera sin hacer intervenir la ob-
t a conclusión. En fin, á fuerza de reflexionar y de
"servación más precisa del mundo exterior. É l tenía
"constatar los progresos que sus alumnos hacían en
"la intención de disponer para los niños y de eolo-
"el estudio perseverante de los principios elementa-
"car ante sus ojos, desde la cuna, una doble serie de
"les, llegué á violentarme y á penetrar íntimamen-
"figuras, las unas destinadas al libro de la primera
t e en mi modo de ver los objetos para alcanzar el
"infancia, las otras debían servir de ejemplos para
"punto preciso de donde parten los niños y de donde
"sus formas de medición. Con la primera de esas
"se elevaban, á mi vista, á la fuerza que mostra-
"obras quería él secundar á la naturaleza y desarro-
b a n ; tan luego como llegué á ese punto acabé en
"llar lo más temprano posible en los niños el cono-
"un par de días mi ABC de la intuición (7).
Cimiento de las palabras y de las cosas, por medio
"Yo había llegado á ese resultado, y no conocía
"de una serie de imágenes tomadas de la naturale-
"todavía su importancia; pero, desde que me di cuen-
"za misma. El objeto de la segunda era unir las
GERTRUDIS.—P. 7.
"reglas del arte á sus ejemplos; el apoyarlos recí- "Yo había tenido antes todavía otra dificultad.
p r o c a m e n t e , colocando una al lado de la otra en el
"Pestalozzi me había dicho que era necesario ense-
"espíritu del niño, la noción de la forma pura y la
b a r á los niños á leer esos contornos como pala-
"de los objetos que á ella se refieren, y finalmente ase-
b r a s y á designar con letras cada una de las divi-
g u r a r á la enseñanza una progresión gradual y psi-
"siones de los^ arcos y de los ángulos, de modo de
c o l ó g i c a ; en efecto, desde que el niño está en esta-
"poder expresar sus combinaciones y de escribirlas
"do de dibujar perfectamente una nueva línea, en-
"en el papel tan claramente como se escribe una pa-
c u e n t r a inmediatamente su aplicación en los obje-
"labra cualquiera por medio de una agregación de
t o s que lo rodean, pues el dibujo rigurosamente
"exacto de los objetos no debe ser absolutamente "letras. Esas líneas y esos arcos debían formar un
11
"más que la repetición de la forma de medir que les ABC de la intuición y así la base de una término-
"es familiar. Cogía que podría no solamente dar la idea más cla-
"Yo temía debilitar la potencia de la intuición "ra de las diferencias existentes entre todas las for-
"en los niños mostrándoles objetos figurados; mas "mas, sino también precisarlas rigorosamente por
"Pestalozzi no admitía ninguna fuerza que no fue- "medio de las palabras. El no tuvo descanso hasta
C e natural. El me dijo una vez: " L a naturaleza "que yo lo hube comprendido» Yro veía que le cau-
"no da lineas al niño, ella le da sólo cosas, no se de- "saba trabajo; y yo lo sentía, pero era inútilmente:
u
be darle líneas sino para hacerle ver exactamen- "sin su paciencia no existiría nuestro ABC de la
u "intuición.
te las cosas; mas no se deben quitar las cosas pa-
"ra no hacerle ver más que líneas." Y otra vez, "Por fin, logré comprenderlo. Comencé por la le-
"hablando del peligro que hay en arrojar la natura- t r a A: era lo que él quería, y de punto en punto he
l e z a por las líneas, se airó tanto que llegó á decir: "llegado hoy á no tener ya la menor dificultad pa-
"Dios me preserve de embrollar el espíritu huma- t a servirme de ese lenguaje. El bosquejo, en ver-
"no y de embotarlo á la acción de la naturaleza por "dad, estaba preparado ya en los dibujos completa-
"causa de las líneas y del arte de la enseñanza en t n e n t e concluidos; pero lo que constituía la dificul-
"general, como lo hacen los sacerdotes idólatras t a d era que yo no podía expresarme sobre lo que
"con sus doctrinas superticiosasV "sabía realmente y ni aun comprendía las expresio-
"Yo por fin me di cuenta del peligro, y encontré "nes de los otros.
"en el plan de ambas obras un acuerdo perfecto con "Uno de los resultados más esenciales del método
"la marcha de la naturaleza y no más arte que el
"es el remediar ese mal. El ata, en efecto, sólida-
"que es necesario para permitir á ésta ejercer en el
m e n t e y de una manera general.la terminología á
"espíritu del hombre la acción que reclama esen-
"la ciencia que nos da la naturaleza y la educación,
c i a l m e n t e el desarrollo de sus facultades.
' 'y permite así á los nifios el llegar á expresarse con
"Sin embargo, yo no juzgaba todavía del conjun-
"precisión sobre los conocimientos, á medida que los t o del método sino por un solo ramo de estudios y
"van adquiriendo. "por los resultados que él daba en ese mismo ramo.
"Y á mi ignorancia del lenguaje técnico debo "Yo llegué en seguida, paso á paso, á notar y com-
"aún el haber andado á tientas largo tiempo en la p r e n d e r los efectos de la misma naturaleza que pro-
"oscuridad en la enseñanza del dibujo; he aquí por d u c í a él en las otras partes de la enseñanza. Guia-
"qué no había comprendido ni podía comprender los d o por la experiencia que había adquirido, me di
"principios de Pestalozzi. "cuenta de que era posible, aplicando la psicología
"Pero, después de haber vencido esas dificultades, "al estudio del lenguaje, empleando procedimientos
"encontré bajo todos respectos, bien luego mi obje- "gradualmente progresivos, pasando del sonido á la
t o , y reconocí más y más las ventajas del método. "palabra y de la palabra á la frase, abrir la vía á
"Yo comprendí particularmente cómo el ABC de la "las ideas claras, de la misma manera que haciendo
"intuición, suministrando á los niños una termino- "preceder las líneas á los ángulos y los ángulos á
"logía precisa para los conocimientos que les han "las formas, se llega gradualmente á objetos determi-
"proporcionado la observación y la enseñanza, debe "nados. Yo comprendí que la marcha era la mis-
"darles en una medida equivalente una penetración "ma para el cálculo. Yo había considerado hasta
"más justa y un sentimiento mucho más exacto de "entonces cada número, sin tener una conciencia de-
"las proporciones, y yo vi, de una manera general, "finida de su valor propio ó de su contenido, absolu-
"cuánto más fácilmente deben llegar los hombres t a m e n t e como una identidad que subsiste por sí mis-
"que poseen esta ciencia del lenguaje á distinguir los "ma, del mismo modo que, desde el punto de vista
"unosde los otros los objetos cuyos nombres conocen "del dibujo, yo veía antes los objetos sin separarlos
"ellos y conservar un recuerdo más sólido y más du- "de su contorno preciso y de sus proporciones, es de-
r a b l e de sus caracteres diferenciales, que los que c i r , de su contenido. Ahora me representaba clara-
"han recibido una dirección semejante. La experien- m e n t e , materialmente por decirlo así, cada número
c i a confirmó la idea que yo tenía sobre el particu- "como la totalidad de un contenido definido. Yo
l a r . Yo vi á los niños apreciar esos matices, don- "reconocía así en este ramo el progreso que los ni-
d e ellos los encontraban, con más precisión que ñ o s habían alcanzado por ese método, y vi al mis-
"hombres versados desde su juventud en el estudio m o tiempo cuán esencial es para cada ramo de la
"de las medidas y el dibujo, y muchos de mis aluin- "enseñanza que su estudio tenga un punto de partida
"nos adquirieron á este respecto una habilidad que "que sea común á todos los otros, á saber, el núme-
"no admitía comparación alguna con los progresos "ro, la forma y la palabra. Así como yo había en-
"que hacen ordinariamente los niños en este género c o n t r a d o en mi ignorancia del lenguaje la causa del
"de conocimientos.
"tiempo de detención que había experimentado para "naturaleza, que no nos exige nada que no sea fácil,
"el dibujo, encontraba en mi ignorancia del cálcu- "con tal que lo tomemos de su mano y lo busquemos
"culo la causa de las lagunas que existían en mi " p o r el buen camino.
"enseñanza. Yo constataba, en efecto, que para ca- "Yo no tengo más q u e una palabra que agregar:
"da una de las diferentes formas, el niño no puede re- "el conocimiento del método me ha devuelto, en
p r e s e n t a r s e las partes separables de ella sin saber "gran parte, la serenidad y la fuerza de mi juven-
"contarlas, de tal suerte que, si él no concibe cla- t u d ; él ha hecho vivir, para mí y para la humani-
r a m e n t e que, por ejemplo, el número 4 se compo- d a d , esperanzas que, desde mucho tiempo ha y has-
"ne de cuatro unidades, le es imposible comprender t a entonces, consideraba como sueños, y que yo re-
"cómo una figura única puede ser dividida en cua- c h a z a b a contra todas las aspiraciones de mi cora-
t r o partes. "zón."
"Así la claridad cada día creciente á que me con-
d u c í a el estudio particular del dibujo y que yo
"adquiría por mí mismo, desarrolló en mí la con-
v i c c i ó n de que el método, por su acción sobre la
CARTA IV.
"inteligencia, suscila y fortifica de una manera ge-
"neral en los niños la facultad de progresar por sí
"mismos, y que él constituye en realidad como un
"v .iante que no h a y más que impeler para qua con- ^ M Í G O , tú conoces a h o r a á ios hombros que al pre-
"tinúe su curso por sí mismo. Yo no f u i el único sente son mis colaboradores. Pero yo no los te-
"que juzgara así. Cientos de personas h a n venido nía al principio de mi mansión en Burgdorf, ni aun
" y dicho: "Esto debe salir bien." Campesinos y los busqué en esa época. Yo me encontraba desde
"campesinas han dicho: "Esto puedo aplicarlo yo mi partida de Stanz en un estado de pavor y de can-
"mismo en casa con mis niños." Y ellos tenían ra- sancio que las ideas mismas que se referían á mis
"zón. antiguos planes de educación popular comenzaban
" E l método entero es un juego para el que tiene á borrarse de mi espíritu, y que yo estuve tentado
"en la mano el hilo de los primeros elementos, que de limitar simplemente mi ambición á obtener al-
"le preserva de extraviarse más tarde en los des- gunas mejoras de detalle en el miserable estado de
v í o s , que son los únicos obstáculos que dificultan nuestras escuelas. Si he vuelto á entrar en la única
"la educación del género humano. En efecto, ellos vía en que es posible la realización de mis antiguos
"desfiguran los gérmenes de la educación que exis- proyectos, lo debo únicamente á la necesidad y á la
t e n en nosotros mismos; ellos nos apartan de la circunstancia de que ni aun pude alcanzar esas me-
"tiempo de detención que había experimentado para "naturaleza, que no nos exige nada que no sea fácil,
"el dibujo, encontraba en mi ignorancia del cálcu- "con tal que lo tomemos de su mano y lo busquemos
"culo la causa de las lagunas que existían en mi " p o r el buen camino.
"enseñanza. Yo constataba, en efecto, que para ca- "Yo no tengo más q u e una palabra que agregar:
d a una de las diferentes formas, el niño no puede re- "el conocimiento del método me ha devuelto, en
p r e s e n t a r s e las partes separables de ella sin saber "gran parte, la serenidad y la fuerza de mi juven-
"contarlas, de tal suerte que, si él no concibe cla- t u d ; él ha hecho vivir, para mí y para la humani-
r a m e n t e que, por ejemplo, el número 4 se compo- d a d , esperanzas que, desde mucho tiempo ha y has-
"ne de cuatro unidades, le es imposible comprender t a entonces, consideraba como sueños, y que yo re-
"cómo una figura única puede ser dividida en cua- c h a z a b a contra todas las aspiraciones de mi cora-
t r o partes. "zón."
"Así la claridad cada día creciente á que me con-
d u c í a el estudio particular del dibujo y que yo
"adquiría por mí mismo, desarrolló en mí la con-
v i c c i ó n de que el método, por su acción sobre la
CARTA IV.
"inteligencia, suscila y fortifica de una manera ge-
"neral en los niños la facultad de progresar por sí
"mismos, y que él constituye en realidad como un
"v .iante que no h a y más que impeler para qua con- MIGO, tú conoces a h o r a á ios hombros que al pre-
"tinúe su curso por sí mismo. Yo no f u i el único sente son mis colaboradores. Pero yo no los te-
"que juzgara así. Cientos de personas h a n venido nía al principio de mi mansión en Burgdorf, ni aun
" y dicho: "Esto debe salir bien." Campesinos y los busqué en esa época. Yo me encontraba desde
"campesinas han dicho: "Esto puedo aplicarlo yo mi partida de Stanz en un estado de pavor y de can-
"mismo en casa con mis niños." Y ellos tenían ra- sancio que las ideas mismas que se referían á mis
tón. antiguos planes de educación popular comenzaban
" E l método entero es un juego para el que tiene á borrarse de mi espíritu, y que yo estuve tentado
"en la mano el hilo de los primeros elementos, que de limitar simplemente mi ambición á obtener al-
"le preserva de extraviarse más tarde en los des- gunas mejoras de detalle en el miserable estado de
t í o s , que son los únicos obstáculos que dificultan nuestras escuelas. Si he vuelto á entrar en la única
"la educación del género humano. En efecto, ellos vía en que es posible la realización de mis antiguos
"desfiguran los gérmenes de la educación que exis- proyectos, lo debo únicamente á la necesidad y á la
t e n en nosotros mismos; ellos nos apartan de la circunstancia de que ni aun pude alcanzar esas me-
joras. Yo pasé entretanto meses enteros trabajan- ba á ese pueblo, más encontraba que el poderoso río
do en los límites restringidos en que esa postración que parece correr para él en los libros se evapora,
de mi ser me había hecho encerrarme. E r a la mía en la aldea y en el salón de la escuela, en una nie-
una situación singular; con mi ignorancia y mi in- bla oscura y húmeda que no lo moja ni lo deja á
experiencia, pero también con mi facultad de com- secas, y que no tiene para él las ventajas del día ni
prensión y mi sencillez, yo era á la vez y en el mis- las de la noche.
mo momento él último de los últimos maestros de
Yo no podía ocultarme que la enseñanza de la es-
escuela y el reformador de la enseñanza. Y lo era cuela, tal como la veía practicada, no tiene ningún
en una época en que, después de Rousseau y Base- valor para la gran generalidad de los hombres y
dow, la mitad del globo estaba en movimiento pa- para las clases inferiores de la sociedad.
ra obtener esa reforma. Yo no sabía, en verdad, ni
Tal como la conocía, ella me parecía como una
una sílaba de lo que hacían y decían todos esos hom- gran casa cuyo piso superior está decorado con un
bres; yo veía sólo que los grados superiores de la arte axquisito y consumado, pero que es habitado
enseñanza, ó más bien la enseñanza superior, al- sólo por un pequeño número de hombres. El del me-
canzaba aquí y allá una perfección cuyo brillo des- dio tiene ya un gran número de habitantes; pero no
lumhraba mi ignorancia, como la luz del día des- tiene escaleras que les permitan subir, como hom-
lumhra á un murciélago. Yo encontraba aún que bres, al piso superior, y si ellos manifiestan deseos
los grados medios de la instrucción sobrepasaban y de trepar á la manera de los animales, se les corta
mucho la esfera de mis conocimientos, y hasta veía provisoriamente un brazo ó una pierna para impe-
estudiados, de una y otra parte, con la aplicación y dírselo. En el piso bajo habita un rebaño innume-
la constancia de la hormiga, los puntos más elemen- rable de seres humanos, los que poseen absoluta-
tales de esa enseñanza, y de ninguna manera podía mente el mismo derecho que los del superior á la
desconocer el mérito y los resultados de esos tra- luz del sol y á la salubridad de la atmósfera; sin
bajos. embargo, no se contentan con abandonarlos á sí
mismos en las cuevas sin ventanas, oscuras y as-
Pero cuando yo abarcaba con la vista el estado
querosas: cuando ellos se atreven solamente á levan-
general de la enseñanza, ó por mejor decir, la ense-
tar la cabeza para a r r o j a r una mirada hacia los
ñanza considerada en su conjunto y en sus relacio-
esplendores del piso superior, se les horadan bru-
nas con la masa de los individuos que tenían nece-
talmente los ojos.
sidad de ser educados, me parecía que lo poco que
yo podía hacer en toda mi ignorancia era aún infi-
Amigo, esa manera de ver las cosas me condujo
nitamente superior á lo que veía hacer á ese res-
naturalmente á la convicción de que había urgen-
pecto en favor del pueblo. Mientras más observa-
cia y necesidad no solamente de aplicar paliativos,
sino de curar radicalmente ese mal escolar que ha- recia realmente encontrarme en la situación de un
ce de la mayor parte de los europeos otros tantos -marino que, habiendo perdido su harpón, quiso en-
eunucos. Un paliativo en un caso seme jante se con- sayar el pescar ballenas con el anzuelo. N a t u r a l -
vertiría fácilmente en un veneno cuya segunda do- mente no pudo conseguirlo. E l debió, á riesgo de
sis doblaría seguramente los efectos de la primera, perder los bienes y la vida, volver á tomar en sus
en vez de detenerlos. Sin embargo, yo comencé á manos el harpón ó renunciar para siempre á la pes-
sentir, y ese sentimiento se desarrolló más y más, ca de la ballena. Y yo, desde que reconocí que había
que es imposible remediar en grande y de una ma- urgencia en poner en armonía, en todos los puntos,
nera durable los males de la escuela, si no se llega los principios de la enseñanza con la marcha de la
á someter la forma mecánica de toda enseñanza á naturaleza, me encontré en la misma situación. Los
las leyes eternas que sigue el espíritu humano para derechos de la naturaleza sobre mi profesión de
elevarse de impresiones puramente sensibles á con- maestro no me parecían ya aislados; yo los veía en
cepciones claras. el encadenamiento completo de sus fuerzas y de su
Ese .sentimiento que, como lo he dicho, cada día estado, y yo debía, si no quería naufragar allí con
se me imponía más, me condujo á pié llano á con- cuerpo y bienes como el pescador de ballenas, ó re-
sideraciones que abrazaban en su conjunto el domi- nunciar al pensamiento de obtener el menor resul-
nio de la educación. Mi disposición de ánimo me tado en mi profesión, ó respetar el orden indicado
hacía asemejarme á un ratón que tiene mi do del por la naturaleza y también seguir' a ' - !c él me
gato y que no osa ya sino á penas arrojar una mi- condujese. Yo escogí la segunda alterna, va; me
rada fuera de su cueva. Sin embargo, yo debí re- confié todavía una vez, y todavía una vez ciega-
conocer que el estrecho semiplan que mi desaliento mente, á la dirección de la naturaleza, y, después
a c t u a l me dictaba no sólo no podía dar ninguna sa- de haber pasado cerca de un año, como un maestro
tisfacción suficiente á las exigencias de la escuela, de escuela clandestina, sin iniciativa, en e m p u j a r
sino que podía aquí y allá, en las circunstancias el modesto carretón del ABC, me lancé bruscamen-
que fácilmente podían sobrevenir, tener por resul- te en una empresa que abrazaba nada menos que
tado el hacer engullir á los pobres niños una nueva tres proyectos: una casa de huérfanos, un seminario
dosis de opio, que vendría á agregarse á la dosis ha- de preceptores y un pensionado, pero que exigía al
bitual que ellos absorben tan á menudo entre las mismo tiempo para el primer año un desembolso
cuatro paredes de la escuela. anticipado del cual yo no podía esperar, en esa épo-
Pero también, sin temer tanto, estaba yo cada día ca, obtener ni aun la décima parte.
más descontento de la nada y del vacío de mi ac- La empresa ha marchado sin embargo. E l l a mar-
c i ó n aislada de maestro. Y en mis'esfuerzos me pa- cha, amigo, ella debe marchar. Yo me encuentro
ser el sitio donde yace una experiencia profunda; el
corazón humano y aun el corazón del gobierno, que
"hombre solamente por el arte de la educación, pe-
es el corazón más duro de todos los corazones, no
t o esa guía de nuestro sér, que nosotros mismos
resiste el ver perecer sin socorros, consumida por sí
"nos la hemos dado, debe á su vez, en toda su ac-
misma, cualquiera aspiración grande y pura del es-
píritu de sacrificio, cuando sus botones se abren y
ción, tan lejos como ella nos conduzca, unirse fuer-
t e m e n t e á la marcha sencilla de la naturaleza.
se trasforman á su vista en flores.—Y mis ensayos,
"Cualquiera que sea su obra, por más resueltamen-
querido Gessner, han adelantado: ellos han llegado
t e que nos saque de la condición y nos despoje de
á producir frutos que maduran (1).
"los derechos de nuestro sér animal, no está en es-
Amigo, el hombre es bueno y quiere lo bueno';
t a d o de agregar ni un ápice á la esencia de la for-
solamente él quiere también al mismo tiempo su
"ma por la cual se eleva nuestra especie de las in-
bienestar cuando hace lo bueno, y si él es malo, es
t u i c i o n e s confusas á las nociones claras. El arte
porque seguramente le han cerrado el camino en
"no debe tampoco hacerlo. Él llena esencialmente
el cual él quería ser bueno. ¡Cerrarle ese camino
"su misión de perfeccionarnos sólo cuando nos des-
¡ay! es una cosa horrible!—Y es un hecho tan co-
a r r o l l a en esa forma y no en ninguna otra; y tan
mún, y el hombre, por lo mismo, es también ¡tan
"luego como trata de hacerlo en cualquiera otra,
rara vez bueno! A pesar de todo yo creo, de una
"nos arroja por ese medio, en todo caso, como en
manera absoluta y general, en el corazón humano
"una condición que no es humana, de donde él debe-
y marcho, en esta creencia, mi camino sin fondo,
Cacarnos por estarlo así destinado por el creador
como si marchase por una calzada romana bien pa-
"de nuestra naturaleza. El modo de ser de la natu-
vimentada. Yo quería hacerte penetrar en el labe-
"raleza, de donde dimana la forma de desarrollo
rinto de reflexiones por las cuales he debido pasar
"que conviene á nuestra especie, es en sí mismo in-
para llegar á llevar la luz á mi espíritu sobre los
m u t a b l e y eterno, y aplicado á la educación, él es
procedimientos mecánicos de la enseñanza, y sobre
"y debe ser su fundamento eterno é inmutable. Tam-
su subordinación á las leyes eternas de la naturale-
"bién aparece el arte, al ojo del observador no su-
za física (2).
p e r f i c i a l , en el más alto grado de su esplendor, co-
Amigo, voy á trascribirte aquí con ese fin algu- m o un grande edificio que se ha elevado, por la
nos pasajes de una memoria sobre mis experiencias "adición insensible y sucesiva de pequeñas partes,
que, hace seis meses más ó menos, dirigí á varios "sobre una roca gigantesca y eternamente indes-
amigos de mi establecimiento (3). Ellos esclarece- t r u c t i b l e y que descansa inmoble sobre esa roca
rán bajo muchos conceptos la marcha de mis ideas. "tan largo tiempo como él permanece íntimamen-
"El hombre, decía yo en ese escrito, llega á ser t e unido á ella; pero que se desploma súbitamente,
C e desmenuza y se reduce á la nada de las partí-
"culas de que había sido formado, cuando el lazo "tima ramilla de la cual pende el efímero follaje.
"que lo une á la roca se rompe sólo en una longi- "Observa bien este procedimiento de la gran natu-
t u d de algunas líneas. Por inconmensurables que r a l e z a ; ve cómo cuida y cómo protege cada una de
"sean los resultados de la educación en sí mismos "las partes que ella ha creado, y cómo encadena la
"existencia de cada órgano nuevo á la vida antes
" y en toda su extensión, es, en todo caso, pequeño é
"asegurada de los primeros nacidos.
"imperceptible lo que el arte agrega á la evolución
"de la naturaleza, ó más. bien lo que él edifica so- "Observa cómo la brillante flor se desarrolla del
mbre los fundamentos de ella misma. Los procedi- "botón perfectamente formado; cómo ella pierde
m i e n t o s que él emplea para el desarrollo de nues- " m u y pronto el esplendente ropaje de esa primera
t r a s facultades se limitan esencialmente á encerrar "faz de su existencia y cómo débil, pero bien for-
"en un círculo más estrecho y en series coordinadas m a d a fruta, en todo lo que comprende su ser, agre-
"los objetos que la naturaleza nos presenta disemi- "ga cada día constantemente algo, pero algo real, á
n a d o s , á gran distancia y en relaciones confusas; "lo que ella es y pasa varios meses en crecer así
"tranquilamente, suspendida de la rama que la ali-
" é l se limita á someter de más cerca esos objetos á
m e n t a , hasta que, perfectamente madura y comple-
"nuestros cinco sentidos, en condiciones que vienen
t a en todas sus partes, cae del árbol.
"en ayuda de nuestra memoria y que habitúan á
"nuestros sentidos mismos á representarnos diaria- "Observa cómo la madre naturaleza, al mismo
m e n t e las cosas del mundo en un número mayor, "tiempo que arroja los primeros vástagos aéreos, des-
"de una manera más precisa. También todo el po- a r r o l l a también el germen de la raíz y sumerge
d e r del arte de la educación reposa sobre la confor- "profundamente en el seno de la tierra la parte más
"midad de su acción y de sus efectos con los efec- "preciosa del árbol; cómo ella hace salir á su vez
t o s de la naturaleza física misma;—su acción to- "el tronco inmóvil de la sustancia íntima de la raíz,
d a y la de la naturaleza no es más que una sola y "las ramas principales de la sustancia íntima del
"misma cosa. "tronco, las ramas secundarias de la sustancia ínti-
"¡Hombre! imita los procedimientos de la natu- m a de las ramas principales, y cómo ella da á to-
r a l e z a . Para formar el árbol más grande, princi- d a s las partes, aun á las más delicadas y á las más
p i a ella por hacer salir de la semilla un germen "lejanas, un vigor suficiente, sin atribuir jamás á
"imperceptible; mas, en seguida, por medio de adi- "una sola de entre ellas una fuerza inútil, supera-
c i o n e s insensibles, renovadas cada día y á cada Ilo- b u n d a n t e y desproporcionada."
t a del día, desarrolla primero los elementos del El mecanismo de la organización material del
"tronco, después los de las ramas principales y por hombre está en su esencia sometido á las mismas le-
" ú l t i m o los de las ramas secundarias, hasta la úl- yes que presiden al desarrollo general de las fuer-
zas en la naturaleza física. Conforme á estas leyes construir en cada ramo de estudios una escala
debe toda enseñanza grabar en la sustancia de la in- gradual de conocimientos en que toda noción
teligencia humana, en caracteres profundos é inde- nueva no sea más que una adición pequeña, ca-
lebles, la parte más esencial de su ramo de conoci- si imperceptible, á las nociones anteriores gra-
mientos; en seguida, sólo gradualmente, pero sin des- badas profundamente en la memoria y hechas
canso ni interrupciones, encadenar los puntos secun- indelebles.
darios al punto principal y, hasta el último límite -2o Encadena en tu espíritu, exactamente como e-
de su ramo, mantener cada una de las partes, tenien- llos están en realidad encadenados en la natu-
do presente su importancia relativa, en una unión raleza, todos los hechos que pertenecen á un
viva con ese mismo ramo (4). mismo orden de ideas. Subordina en tu ima-
ginación las cosas accesorias á las esenciales y,
Yo trataba, pues, de descubrir las leyes á las cua-
en particular, las impresiones que te han sido
les el espíritu humano, en virtud de su propia natu-
trasmitidas por el arte á las impresiones dadas
raleza, debe estar sometido en su desarrollo. Yo sa-
por la naturaleza y la realidad. Y no des nun-
bía que ellas debían ser las mismas de la naturale- ca á las cosas una importancia mayor de la que
za física y creía encontrar seguramente en ellas el relativamente tienen para nuestra especie en la
hilo que me serviría para tejer la trama de un mé- naturaleza misma.
todo de enseñanza general y psicológico. Hombre,
me dije á mí mismo buscando ese hilo en mis sue- 3" Da más fuerza y claridad á tus impresiones en
ños, tú reconoces que la madurez del fruto es el re- las cuestiones importantes, aproximando artifi-
sultado de la perfección completa de todas sus par- cialmente los objetos y haciéndolos obrar en tu
tes; asimismo no creas en la madurez de los juicios espíritu por medio de varios sentidos á la vez.
de los hombres sino cuando te aparezcan como el Para conseguirlo comienza ante todo por reco-
resultado de una intuición completa, en todas sus nocer la ley del mecanismo físico, que hace
partes, del objeto que es causa del juicio; por el con- siempre depender la intensidad relativa de tus
trario, cuando un juicio 110 te parezca maduro por impresiones de la distancia más ó menos gran-
una intuición previa, bien completa, considéralo co- de que separa tus sentidos de todo objeto que los
mo una fruta que cae al suelo picada de gusanos y hiere. No olvides jamás que de esa proximi-
que, por consecuencia, no tiene más que las apa- dad ó de esa lejanía física resulta todo lo que
riencias de la madurez. hay de positivo en tus intuiciones, en tu educa-
ción profesional y aun en tu virtud.
1" Aprende, pues, á clasificar tus intuiciones y
4" Considera todos los efectos de la naturaleza fí-
á poseer completamente lo simple, antes de a-
sica como absolutamente necesarios; y rocono-
vanzar á lo que es algo complicado. Trata de
GERTRUDIS.—P. 8.
101
ce en esta necesidad el resultado del arte desple-
gado por la naturaleza para reunir bajo su im- CARTA V.
perio los elementos que la constituyen y que
parecen heterogéneos, y para hacerlos contri-
buir, cada uno en su medida, á la conclusión de
su obra. Hace de modo que el arte de ensefíar, ^jjo te he indicado rápidamente esas proposiciones
por medio del cual obrasen tus semejantes, pro- aisladas de las cualas, como creo, puede hilarse
duzca los mismos resultados que tiene por ob- la trama de un método de enseñanza general y psi-
jeto obtener en el estado de las leyes naturales cológico.
y necesarias, así también como, en el conjunto Ellas no me satisfacen. Yo siento que no estoy en
del método, los procedimientos en apariencia estado de representarme, en su esencia y en toda su
más heterogéneos concurren al resultado ge- sencillez y toda su generalidad, las leyes naturales
neral. sobre que reposan esas proposiciones. Según mi jui-
cio, esas leyes reconocen en su conjunto un triple
5" Pero la riqueza y la multiplicidad de sus atrac- origen.
tivos y de su juego son la causa de que los re-
La primera de esas fuentes es la naturaleza mis-
sultados de las leyes físicas lleven general-
ma de nuestro espíritu, en virtud de la cual se ele-
mente en sí el sello de la libertad y de la inde-
va él de las intuiciones oscuras á las nociones cla-
pendencia.
ras.
Hace asimismo de modo que los resultados de la De esta fuente nacen los principios siguientes,
educación y de la instrucción, una vez elevados al que deben ser reconocidos como los fundamentos de
rango de leyes naturales y necesarias, lleven también las leyes cuya naturaleza investigo:
en sí, por la variedad de su juego y la diversidad de 1" Todas las cosas que hieren mis sentidos no son
sus atractivos, ese sello de libertad y de indepen- para mí medios de adquirir nociones exactas,
dencia. sino en cuanto que los fenómenos que ellas pre-
Todas esas leyes á las cuales está sometido el des- sentan l^acen primeramente caer en mis senti-
arrollo de la naturaleza h u m a n a giran, en todas sus dos su manera de ser inmutable é invariable
aplicaciones, al rededor de un punto céntrico; ellas más bién que sus condiciones mudables ó sus
giran al rededor del punto céntrico de todo nuestro propiedades. Ellas son, al contrario, para mí
ser, y ese punto céntrico somos nosotros mismos. fuentes de error y de ilusión cuando los fenó-
Amigo, todo lo que yo soy, todo lo que yo quie- menos que ellas presentan hacen caer en mis
ro, y todo lo que debo de ser proviene de mí. ¿No sentidos sus accidentes más bién que su sus-
deben también mis conocimientos proceder de mí? tancia.
102
2" A cada intuición (1), profundamente impresa ta, habríamos relegado á un rango secundario,
y hecha inolvidable en el espíritu, se encade- y en fin, de rellenar la cabeza, de una manera
na con gran facilidad y casi sin darnos cuenta fantástica, de nociones accesorias de ese género.
No puede ser de otro modo: mientras más
toda una serie de intuiciones de nociones acce-
ideas generales y comprensivas se apropia el
sorias más ó menos semejantes.
hombre, tanto menos pueden las nociones espe-
3'.' Así como la esencia misma de un objeto hace
ciales y particulares ejercer en él una impre-
en tu espíritu una impresión incomparablemen-
sión perjudicial para los conocimientos solos
te más fuerte que sus cualidades, el mecanismo
que son esenciales; al contraio, mientras menos
(2) de nuestra naturaleza nos conduce espontá-
nos hemos ejercitado en la observación de la na-
neamente cada día de verdad en verdad en las
turaleza, más fácil es á las nociones aisladas
cuestiones relativas á ese objeto; si, al contra-
que adquirimos sobre el estado variable de las
rio, las cualidades variables han causado en tu
cosas, turbar, borrar aún los conocimientos
espíritu una impresión incomparablemente más
esenciales que de ellas poseemos.
fuerte que sus caracteres esenciales, ese meca-
nismo (3) de tu naturaleza te hace caer diaria- 5" La intuición más compleja se compone tam-
mente de error en error en ese objeto. bién de elementos simples que la constituyen.
Desde el momento en que se les posee comple-
4" Reuniendo juntos los objetos de la misma tamente, se hace simple lo más complicado.
naturaleza, desarrollamos, precisamos y afir- 6" Mientras mayor número de sentidos emplea-
mamos de una manera positiva y general nues- mos en la investigación de la naturaleza ó de
tros conocimientos sobre el estado real é ínti- las cualidades de un objeto, tanto más exacto
mo de los objetos; debilitamos, en provecho de es el conocimiento que adquirimos de ese ob-
la impresión que debemos guardar de sus ca- jeto.
racteres esenciales, la impresión exclusiva y Tal me parecen los principios del mecanismo fí-
predominante producida por las cualidades de sico que se deducen de la naturaleza misma de
algunos de entre ellos; impedimos el embrollo nuestro espíritu. A esos principios se ajustan las
de nuestro espíritu por la influencia aislada de leyes generales de ese mecanismo del cual ahora me
ciertas impresiones de cualidades; nos preser- limito á decir aquí: conclusión es la gran ley de la
vamos del peligro de confundir atolondrada- naturaleza; todo lo incluso no es verdadero.
mente la apariencia exterior de las cosas con La segunda fuente de esas leyes físico-mecánicas
su esencia; de caer, por consiguiente, en un ape- es la materialidad de nuestra naturaleza, que se
go y predilección exagerada de una cosa cual- confunde de una manera general con nuestra facul-
quiera que, mediante una observación más exac- tad de intuición.
Nuestra organización es tal que nuestra vida se ran, antes de que esté maduro, el f r u t o de la verdad.
pasa en oscilar continuamente entre la tendencia á La tercera fuente de esas leyes físico-mecánicas
conocerlo todo y á saberlo todo y entre la propensión proviene de las relaciones de nuestra condición exte-
á gozar de todo, que modera nuestra sed de saber y rior con nuestra facultad de conocer.
de conocer. Considerada en su acción puramente físi- E l hombre está fijo á su nido, y cuando él lo sus-
ca, nuestra pereza n a t u r a l es aguijoneada por nues- pende de centenares de hilos y lo rodean de cente-
tra curiosidad, y nuestra curiosidad, á su vez, es nas de círculos ¿que hace más que la araña, que sus-
refrenada por nuestra pereza. Pero el aguijón de la pende su habitación de cientos de hilos y la rodea
una, como el freno de la otra, no tiene en sí mismo de centenares de círculos? Y ¿qué diferencia h a y
más que un simple valor material; por el contrario, entre una araña un poco más grande y una un poco
el primero considerado como principio material de más pequeña?—En el fondo su manera de obrar es
nuestra facultad de investigación, y el segundo co- la misma: ambas se mantienen en el medio del círcu-
mo principio material de sangre f r í a en los juicios, lo que ellas han trazado. E l hombre no escoge por
tienen ambos una importancia considerable. Adqui- sí mismo el medio en que él se agita y se mueve, y
rimos todo nuestro saber gracias al encanto infini- todas las verdades de este mundo no le son absolu-
to que presenta el árbol de la ciencia para nuestra tamente conocidas, desde el punto de vista de su
existencia puramente física, sino en la medida en
naturaleza sensible, y g r a c i a s al principio de pere-
que las cosas exteriores que se presentan á su intui-
za, que impone límites á esa propensión móvil y su-
ción se aproximan á ese medio en que él se agita y
perficial que nos lleva á revolotear de intuición en
se mueve.
intuición, maduramos nosotros, en muchos concep-
tos, para la verdad, antes de expresarla por medio
de la palabra.
Pero nuestros anfibios investigadores de la verdad
no saben nada de esa madurez; ellos cacarean la ver- CARTA VI.
cad antes de presentirla, con mucha más razón, an-
tes de conocerla. E s todo lo que ellos pueden ha-
cer; no tienen, como los cuadrúpedos, la falcultad de ^MIGO, tú ves al menos el trabajo que me doy pa-
andai sobre la tierra firme, y no poseen ni las ale- " ra exponerte claramente la marcha de mis ideas
tas de los peces para n a d a r en los abismos, ni las desde el punto de vista de la teoría. Que mi trabajo
alas de las aves para elevarse hasta las nubes. Ellos, sea una especie de escusa para mí, si tú te das cuen-
como Eva, no conocen m á s que la intuición invo- ta del poco éxito de mis esfuerzos. Desde la edad
luntaria de las cosas y tienen la misma suerte: devo- de veinte años estoy completamente reñido con la fi-
Nuestra organización es tal que nuestra vida se ran, antes de que esté maduro, el f r u t o de la verdad.
pasa en oscilar continuamente entre la tendencia á La tercera fuente de esas leyes físico-mecánicas
conocerlo todo y á saberlo todo y entre la propensión proviene de las relaciones de nuestra condición exte-
á gozar de todo, que modera nuestra sed de saber y rior con nuestra facultad de conocer.
de conocer. Considerada en su acción puramente físi- E l hombre está fijo á su nido, y cuando él lo sus-
ca, nuestra pereza n a t u r a l es aguijoneada por nues- pende de centenares de hilos y lo rodean de cente-
tra curiosidad, y nuestra curiosidad, á su vez, es nas de círculos ¿que hace más que la araña, que sus-
refrenada por nuestra pereza. Pero el aguijón de la pende su habitación de cientos de hilos y la rodea
una, como el freno de la otra, no tiene en sí mismo de centenares de círculos? Y ¿qué diferencia h a y
más que un simple valor material; por el contrario, entre una araña un poco más grande y una un poco
el primero considerado como principio material de más pequeña?—En el fondo su manera de obrar es
nuestra facultad de investigación, y el segundo co- la misma: ambas se mantienen en el medio del círcu-
mo principio material de sangre f r í a en los juicios, lo que ellas han trazado. E l hombre no escoge por
tienen ambos una importancia considerable. Adqui- sí mismo el medio en que él se agita y se mueve, y
rimos todo nuestro saber gracias al encanto infini- todas las verdades de este mundo no le son absolu-
to que presenta el árbol de la ciencia para nuestra tamente conocidas, desde el punto de vista de su
existencia puramente física, sino en la medida en
naturaleza sensible, y g r a c i a s al principio de pere-
que las cosas exteriores que se presentan á su intui-
za, que impone límites á esa propensión móvil y su-
ción se aproximan á ese medio en que él se agita y
perficial que nos lleva á revolotear de intuición en
se mueve.
intuición, maduramos nosotros, en muchos concep-
tos, para la verdad, antes de expresarla por medio
de la palabra.
Pero nuestros anfibios investigadores de la verdad
no saben nada de esa madurez; ellos cacarean la ver- CARTA VI.
cad antes de presentirla, con mucha más razón, an-
tes de conocerla. E s todo lo que ellos pueden ha-
cer; no tienen, como los cuadrúpedos, la falcultad de ^MIGO, tú ves al menos el trabajo que me doy pa-
andai sobre la tierra firme, y no poseen ni las ale- " ra exponerte claramente la marcha de mis ideas
tas de los peces para n a d a r en los abismos, ni las desde el punto de vista de la teoría. Que mi trabajo
alas de las aves para elevarse hasta las nubes. Ellos, sea una especie de escusa para mí, si tú te das cuen-
como Eva, no conocen m á s que la intuición invo- ta del poco éxito de mis esfuerzos. Desde la edad
luntaria de las cosas y tienen la misma suerte: devo- de veinte años estoy completamente reñido con la fi-
losofía pura, en el verdadero sentido de la palabra,
más general del objeto. Largo tiempo, sin embargo,
y para la ejecución de mi plan yo no he necesitado esa verdad tan importante para la enseñanza, y cu-
felizmente del recurso, bajo de ninguna de sus for- yo sentimiento se desarrollaba en mí por el estudio
mas, de esa filosofía que me parece tan ardua. Una de esos diversos ramos, no me parecía sino en pun-
vez sobre un punto, yo vivía en mi esfera de acción tos aislados y se aplicaba siempre en mi espíritu
hasta haber estirado mis nervios hasta el extremo; solo á aquel ramo sobre que versaba mi experiencia
sabía lo que quería; no me preocupaba del día si- del momento.
guiente, pero tenía á toda hora el sentimiento de lo Así, en la enseñanza de la lectura, reconocí la ne-
que era necesario hacer en el momento presente. Y cesidad de hacerla seguir al conocimiento del len-
si mi imaginación me arrastraba un día cien pasos guaje, y buscando los medios de enseñar á hablar
más adelante cuando yo encontraba un terreno fir- á los niños, descubrí el principio que consiste en
me, rehacía al día siguiente esos cien pasos y volvía seguir, para el estudio de la lengua, el orden indi-
atrás. Esto me sucedió mil y mil veces. Mil y mil cado por la naturaleza, y ascender de los sonidos á
veces me creí más próximo á mi objeto; después en- las palabras y de las palabras gradualmente al len-
contraba repentinamente que el pretendido objeto no guaje.
era sino un nuevo obstáculo con que acababa de cho-
Asimismo, en mis esfuerzos para enseñar la es-
car. Esto es lo que me sucedió sobre todo cuando
critura, comprendí la necesidad de subordinarla al
principié á ver más claramente en los principios y
dibujo, y trabajando en la enseñanza del dibujo, vi
las leyes del mecanismo del mundo físico. Yo me
el encadenamiento y la subordinación de este últi-
figuré al punto que no me faltaba más que aplicar
mo estudio á la mensura. La enseñanza misma del
esos principios, pura y simplemente, á los ramos de
alfabeto me hizo sentir la necesidad de un libro pa-
enseñanza, escritura, lectura, cálculo, etc., que la ra la primera infancia, por medio del cual confiaba
experiencia de siglos ha puesto en manos de los hom- dar á niños de tres á cuatro años de edad conoci-
bres para el desarrollo de sus aptitudes, y que yo mientos reales muy superiores á los que poseen los
consideraba como los elementos de todo arte y de alumnos de siete á ocho años de las escuelas. Pero
todo saber. esas experiencias que, es cierto, me conducían en la
Pero he aquí que ensayando esa aplicación, ad- práctica á procedimientos especiales y determina-
quirí poco á poco la convicción, fundada en una dos de enseñanza me hacían sentir, sin embargo,
experiencia más grande, de que no es posible consi- que yo no conocía aún mi objeto en toda su exten-
derar esos ramos de enseñanza como los elementos sión.
de la educación y de la instrucción; de que ellos, Yo busqué largo tiempo un principio psicológico
por el contrario, deben ser subordinados á una idea común á todos esos procedimientos artificiales de
enseñanza, convencido de que era el único medio de otros; reunir de nuevo, en el cuadro que él nos pre-
descubrir la forma de perfeccionamiento asignada senta, los que ofrecen entre sí semejanzas y analo-
al hombre por su propia naturaleza. Evidentemen- gías; darnos así una noción clara de todo, y cuan-
te esa forma corresponde á la organización general do la claridad es completa, una idea perfectamente
de nuestro espíritu, en virtud de la cual nuestro en- definida. Y esto es lo que él hace, cuando tomando
tendimiento se representa y reduce á la unidad, es una á una esas intuiciones mezcladas y confusas,
decir á una idea, las impresiones que nuestros sen- nos las presenta aisladamente, las coloca en segui-
tidos reciben de la naturaleza; después desarrolla da ante nuestros ojos bajo sus aspectos diversos y
poco á poco esta idea de modo de hacerla clara. variables y las hace entrar, en fin, en el conjunto
Cada línea, cada medida, cada palabra, me decía de todo lo que ya sabemos.
yo á mí mismo, es un producto de la inteligencia, Asi nuestros conocimientos pasan de la confusión
un resultado de intuiciones maduramente elabora- á la precisión, de la precisión á la claridad y de la
das, y debe ser considerado como un medio de lle- claridad á la lucidez.
gar al esclarecimiento progresivo de nuestras ideas.
Pero la naturaleza en esa evolución progresiva se
La enseñanza, en su esencia, no es otra cosa. Los
adhiere constantemente á una gran ley, la cual es:
principios de la enseñanza deben pues deducirse de hacer depender la claridad de nuestros conocimien-
la forma original invariable del desarrollo intelec- tos de la proximidad ó de la lejanía de los objetos
tual del hombre. que hieren nuestros sentidos. Todos los objetos que
Todo se reducía, por consiguiente, al conocimien- nos rodean aparecen, en iguales condiciones, á nues-
to más exacto posible de esa forma primitiva. Por tros sentidos en un grado de confusión que corres-
eso observaba atentamente siempre de nuevo los ponde á su lejanía, y en ese mismo grado acrece nues-
principios elementales de los cuales debía ella ser tra dificultad para presentárnoslos claros y distin-
deducida. tos; por el contrario, ellos nos aparecen precisos en
El mundo, me decía en los soliloquios de mis el grado correspondiente á su proximidad de nues-
sueños, se extiende á nuestra vista como un mar de tros cinco sentidos, y en esa misma proporción nos
intuiciones que se mezclan y se funden las unas con es fácil hacérnoslos claros y lúcidos.
las otras. Si por la enseñanza se debe acelerar real- Como sér vivo, físicamente no eres otra cosa que
mente y sin perjuicio para nosotros nuestra educa- tus cinco sentidos. De lo que se deduce que la cla-
ción, que confiada á la simple naturaleza no avan- ridad ó la obscuridad de tus concepciones debe esen-
za para nosotros con bastante rapidez, corresponde cial y absolutamente depender de la distancia, pe-
á la instrucción y al arte disipar la confusión que queña ó grande, desde la cual todos los objetos ex-
hay en esas intuiciones; separar los objetos unos de teriores hieren tus sentidos, es decir, á tí mismo, ó
»
el punto céntrico en que tus ideas vienen á reunir-
mente, como un Deus ex machina, me vino el pen-
se en tí.
samiento, de que el origen de nuestros conocimien-
Ese centro de todas tus intuiciones, tú mismo, es
tos se encuentra en el número, la forma y la pala-
igualmente para tí un objeto de intuición. Te es más
bra, y me pareció que una l u z enteramente nueva
f á c i l comprender clara y distintamente lo que tú
iluminaba mis investigaciones (1).
mismo eres que lo que está fuera de tí. Todo lo que
Un día, después de largos esfuerzos para alcan-
t ú sientes de tí mismo es en sí una intuición preci-
zar mis fines, ó más bien en medio de mis sueños
sa; solamente lo que está fuera de tí puede ser para
vagos y flotantes sobre ese objeto, llegué á pregun-
t í una intuición confusa. Luego la marcha de tus
tarme con toda sencillez cuál es y cuál debe ser en
conocimientos cuando ellos se aplican á tí mismo,
cada caso particular la manera de proceder de un
es un grado más corto que cuando ellos se aplican
hombre educado que quiere analizar seriamente y
á un objeto exterior cualquiera. Todo lo que tú co-
esclarecer poco á poco una cuestión cualquiera, os-
noces de tí, lo conoces con precisión; todo lo que tú
cura y complicada á sus ojos.
sabes se precisa en tí y en sí por tí mismo. En esta
En ese caso él dirigirá y deberá dirigir siempre
dirección se abre la vía más fácil y más segura que
su atención á los tres puntos de vista siguientes:
conduce á las nociones claras, y entre todo lo claro
no puede haber cosa más clara que la claridad de I o ¿Cuántos objetos hay á su vista y de cuántas
clases?
este principio: el conocimiento de la verdad proce-
2 o ¿Qué apariencia tienen ellos? ¿cuál es su for-
de en el hombre del conocimiento de sí mismo.
ma? ¿cuáles sus contornos?
Amigo, así esas ideas vivas, pero oscuras, de los 3" ¿Cómo se llaman? ¿Cómo puede representarse
elementos de la instrucción giraron largo tiempo en cada uno de ellos por un sonido? ¿por una pa-
m i espíritu. T a l las he expuesto en mi Memoria sin labra?
que entonces hubiese descubierto todavía entre ellas Mas es evidente que el éxito de esa operación pre-
y las leyes del mecanismo del mundo físico un en- supone en ese hombre la posesión de las siguientes
cadenamiento continúo, y sin haber llegado toda- facultades:
vía á determinar con seguridad los primeros ele-
I o La facultad de percibir las diferencias de f o r -
mentos que debían ser el punto de partida de la se-
ma de los objetos y de representarse su capaci-
r i e de mis miras sobre la educación, ó más bien de
dad ó extensión.
donde debía proceder la forma en que sería posible
2 o La de separar esos objetos en atención al nú-
determinar la educación perfecta de la humanidad
mero, y figurárselos distintamente como uni-
por medio de la esencia de su naturaleza misma,
dad ó como pluralidad.
hasta que por fin, no mucho tiempo ha, repentina-
3" La de doblar y de hacer indeleble por medio
del lenguaje la representación de un objeto, se- nombre? Mas yo no tardé en descubrir que todos
gún el número y la forma. los objetos posibles tienen siempre necesariamente
Yo juzgué, por consiguiente, que el número, la número, forma y nombre; por el contrario, todas las
forma y el lenguaje constituyen conjuntamente los otras cualidades que nuestros sentidos nos hacen co-
medios elementales de la enseñanza, puesto que la nocer no son comunes á todos los objetos; los unos
suma de los caracteres exteriores de un objeto se poseen éstas, los otros aquéllas, y de esto resulta
encuentra enteramente reunida dentro de los límites que es precisamente esta última propiedad la que
de su contorno y en sus proporciones numéricas, y nos hiere al primer golpe de vista y la que nos per-
que mi memoria se apropia por medio del lenguaje. mite distinguir los objetos. Yo reconocí, pues, entre
Es necesario, pues, que el arte de enseñar tome por el número, la forma y el nombre, por una parte, y
regla invariable de su organización el apoyarse en todas las otras cualidades, por la otra, una diferen-
esta triple base y el llegar á este triple resultado: cia esencial que consiste precisamente en este he-
cho: que ninguna de esas otras cualidades puede ser
I o Enseñar á los niños á considerar cada uno de
considerada como un elemento primero de los cono-
los objetos que se les da á conocer como uni-
cimientos humanos. Por el contrario, no tardé tam-
dad, es decir, separado de aquellos con los cua-
poco en reconocer precisamente que todas esas pro-
les parece asociado.
piedades de las cosas que percibimos por nuestros
2" Enseñarle á distinguir la forma de cada ob- sentidos se dejan juntar fácil y directamente á los
jeto, es decir, sus dimensiones y proporciones. tres principios elementales, y que, por consecuencia,
3" Familiarizarlos tan temprano como sea posi- su estudio debe encadenarse también directamente
ble con el conjunto de palabras y de nombres en la instrucción de la infancia al estudio previo
de todos los objetos que les son conocidos. de la forma, del número y del nombre. Y yo vi en-
Y así como la enseñanza de los niños debe proce- tonces que, por el conocimiento de la unidad, de la
der de estos tres puntos elementales, nuestra prime- forma y del nombre de un objeto, la noción que ten-
ra preocupación debe ser evidentemente dar á esos go de él se convierte en una noción precisa; que ella
principios la sencillez más grande, la extensión más se hace clara por el conocimiento progresivo de to-
grande y la armonía más grande posibles. das las demás cualidades, y adquiere por fin una
Una sola dificultad me hizo todavía titubear en perspicuidad perfecta por el conocimiento de la co-
la aceptación de esos tres principios elementales, la nexión de sus diferentes propiedades.
siguiente cuestión: ¿por qué las otras propiedades Yo fui, pues, más lejos, y encontré que todo nuestro
que nos son conocidas por medio de nuestros cinco saber dimana de estas tres facultades elementales:
sentidos no son también primeros elementos de nues- 1" La facultad de emitir los sonidos, de la cual
tros conocimientos, como el número, la forma y el proviene la aptitud de hablar.
2" La facultad de percepción indeterminada, pu- íntima del arte con la naturaleza, ó más bien con la
ramente sensible, de donde trae su origen el co- forma original que ella emplea en general para es-
nocimiento de todas las formas. clarecernos las cosas de este mundo y para unirlas
3" La facultad de percepción determinada, no ya esencial é íntimamente. He aquí pues resuelto el pro-
solamente sensible, de la cual debe derivarse el blema: encontrar un origen común á todos los me-
conocimiento de la unidad y con ella la aptitud dios artificiales de la enseñanza y con él la forma
de contar y de calcular. en la cual el cultivo de nuestra especie podría ser
Yo deduje la siguiente conclusión: la educación determinado por el modo de ser de nuestra misma
artificial de nuestra especie debe encadenarse á los naturaleza. Así vencí las dificultades que impedían
primeros y más simples resultados ó productos de aplicar las leyes mecánicas, reconocidas por mí co-
esas tres facultades fundamentales, esto es, al sonido, mo las bases de la instrucción, á las formas de en-
á la forma y al número. Yo juzgué también que una señanza que la experiencia de siglos ha trasmitido
enseñanza parcial y aislada no puede conducir ni al hombre para servir á su desarrollo propio, escri-
conducirá jamás á un resultado que satisfaga com- tura, cálculo, lectura, etc.
pletamente á nuestra naturaleza. Para llegar á con-
seguirlo es necesario que esos tres productos simples
de nuestras facultades primordiales sean aceptados
como los principios comunes de toda instrucción re- CARTA VII.

conocidos por la naturaleza misma; es necesario, co-


mo consecuencia de esta aceptación, que esos princi-
pios sean reducidos á formas de enseñanza que pro- L primer elemento de la intuición es, pues,
cedan de una manera general y armónica y que ten-
gan por efecto esencial y cierto dirigir la marcha E L SONIDO.
de la instrucción y de mantenerla hasta su conclu-
sión en un movimiento de progresión continuo, ex- De él se derivan los tre3 medios de enseñanza es-
tendiéndose á la vez á nuestras tres facultades ele- peciales que siguen:
mentales. Este es, en efécto, el único medio posible I . FONOLOGÍA (doctrina ó estudio de los sonidos),
de llegar uniformemente en los tres ramos de cono- ó los medios de formar los órganos del habla.
cimientos á pasar de intuiciones confusas á intuicio- I I . L E X I L O G Í A (doctrina ó estudio de las palabras),

nes distintas, de éstas á imágenes claras y de imá- ó los medios de aprender á conocer los objetos
genes claras á nociones lúcidas. aislados.
Por este medio encuentro, pues, en fin, la unión I I I . G R A M Á T I C A (doctrina ó estudio del lenguaje),
GERTRUDIS.—P. 9.
2" La facultad de percepción indeterminada, pu- íntima del arte con la naturaleza, ó más bien con la
ramente sensible, de donde trae su origen el co- forma original que ella emplea en general para es-
nocimiento de todas las formas. clarecernos las cosas de este mundo y para unirlas
3" La facultad de percepción determinada, no ya esencial é íntimamente. He aquí pues resuelto el pro-
solamente sensible, de la cual debe derivarse el blema: encontrar un origen común á todos los me-
conocimiento de la unidad y con ella la aptitud dios artificiales de la enseñanza y con él la forma
de contar y de calcular. en la cual el cultivo de nuestra especie podría ser
Yo deduje la siguiente conclusión: la educación determinado por el modo de ser de nuestra misma
artificial de nuestra especie debe encadenarse á los naturaleza. Así vencí las dificultades que impedían
primeros y más simples resultados ó productos de aplicar las leyes mecánicas, reconocidas por mí co-
esas tres facultades fundamentales, esto es, al sonido, mo las bases de la instrucción, á las formas de en-
á la forma y al número. Yo juzgué también que una señanza que la experiencia de siglos ha trasmitido
enseñanza parcial y aislada no puede conducir ni al hombre para servir á su desarrollo propio, escri-
conducirá jamás á un resultado que satisfaga com- tura, cálculo, lectura, etc.
pletamente á nuestra naturaleza. Para llegar á con-
seguirlo es necesario que esos tres productos simples
de nuestras facultades primordiales sean aceptados
como los principios comunes de toda instrucción re- CARTA VII.

conocidos por la naturaleza misma; es necesario, co-


mo consecuencia de esta aceptación, que esos princi-
pios sean reducidos á formas de enseñanza que pro- L primer elemento de la intuición es, pues,
cedan de una manera general y armónica y que ten-
gan por efecto esencial y cierto dirigir la marcha E L SONIDO.
de la instrucción y de mantenerla hasta su conclu-
sión en un movimiento de progresión continuo, ex- De él se derivan los tre3 medios de enseñanza es-
tendiéndose á la vez á nuestras tres facultades ele- peciales que siguen:
mentales. Este es, en efécto, el único medio posible I . FONOLOGÍA (doctrina ó estudio de los sonidos),
de llegar uniformemente en los tres ramos de cono- ó los medios de formar los órganos del habla.
cimientos á pasar de intuiciones confusas á intuicio- I I . L E X I L O G Í A (doctrina ó estudio de las palabras),

nes distintas, de éstas á imágenes claras y de imá- ó los medios de aprender á conocer los objetos
genes claras á nociones lúcidas. aislados.
Por este medio encuentro, pues, en fin, la unión I I I . G R A M Á T I C A (doctrina ó estudio del lenguaje),
GERTRUDIS.—P. 9.
ó los medios por los cuales debemos llegar á Nadie puede figurarse, cuando no lo ha visto, has-
poder expresarnos con precisión sobre los obje- ta qué grado la pronunciación de los sonidos simples,
tos que nos son conocidos y sobre todo lo que- tales camo ba ba ba, da da da, ma ma ma, etc., ex-
podemos reconocer en ellos. cita la atención de los niños y qué atractivo tiene
I. para ellos (1). Nadie puede figurarse tampoco la
facilidad para aprender que adquieren los niños por
F O N O L O G I A Ó E S T U D I O D E LOS S O N I D O S .
el conocimiento temprano de esos sonidos.
Ella se divide á su vez en el estudio de los sonidos Teniendo en vista este principio, que es importan-
hablados y en el de los sonidos cantados. te que el niño conozca los sonidos antes de que esté
D E LOS S O N I D O S H A B L A D O S . N O se puede abandonar en estado de repetirlos, y en la convicción de que no
á la casualidad el decidir si los sonidos deben ser lle- es indiferente qué imágenes y qué objetos deben co-
vados temprano ó tarde, en gran cantidad ó en pe- locarse á su vista, como no lo es el saber cuáles son
queño número, á los oídos del niño. Es importante los sonidos que deben llevarse á sus oídos, he com-
que él llegue á conocerlos en todo su conjunto, y lo puesto un libro destinado á las madres. En ese li-
más temprano pogible. bro he hecho intuitivos por medio de grabados ilu-
E l debería haber concluido ya de adquirir ese co- minados no sólo los primeros elementos del número
nocimiento aun antes de que se haya formado en él y de la forma sino también todas las otras propie-
la aptitud de la pronunciación; y á su vez la destre- dades esenciales que de los objetos nos manifiestan
za ó habilidad de poder repetirlos todos, pronuncián- nuestros cincos sentidos. Asegurando y multipli-
dolos fácilmente, debería haber llegado en él á la cando así, mediante una intuición múltiple, el cono-
perfección antes de que se coloquen á su vista los cimiento de un gran número de nombres, preparo y
caracteres del alfabeto y de que principien los pri- facilito el aprendizaje de la lectura, y del miSmo
meros ejercicios de lectura. modo, grabando los sonidos en la memoria antes de
El abecedario debe pues contener en toda su ex- principiar á deletrear, preparo y facilito este último
tensión los sonidos de que se compona la lengua, y en trabajo en la edad precisamente en que, por medio
cada familia el niño que se ejercita en deletrear de- de mi libro, los sonidos se domicilian, por decirlo
bería diariamente repetir esos sonidos en presencia así, y se instalan en la cabeza del niño, antes que él
del niño que está en la cuna, para que la repetición pueda pronunciar siquiera una sílaba.
frecuente los grabe de una manera profunda en la Yo tengo la intención de juntar á esas tablas in-
memoria de este último y le dé un conocimiento ge- tuitivas para la primera infancia un método en que
neral é inolvidable aun antes de que él se encuentre cada una de las palabras que deben decirse al niño
en estado de pronunciar uno solo de ellos. sobre cada uno de los objetos que se le muestren, se-
rá indicada con una precisión tal que la madre más
inexperimentada podrá realizar suficientemente mis Y así de todas las vocales se ha formado por la
propósitos, puesto que ella no tendrá necesidad de a-
simple adición de una consonante primeramente sí-
gregar ni una palabra á lo que yo digo.
labas fáciles, después por la agregación de varias
Preparado, pues, por el Libro de las madres (2), consonantes, las sílabas más difíciles. Y por este
familiarizado con los sonidos en todo su conjunto medio se ha debido llegar necesariamente á repetir
por solo el uso de la recitación del Abecedario en su numerosas veces los sonidos simples y á yuxtaponer
presencia, el niño debería después, tan pronto como
de una manera general y por series todas las sílabas
sus órganos se encuentren dispuestos para la pronun-
que son semejantes y que tienen por base los mis-
ciación, ser habituado á repetir varias veces al día
mos elementos: lo cual facilita sumamente la incul-
algunas de las series de sonidos que se encuentran
cación indeleble de los sonidos que representan, y
en el Abecedario (3); él los repatirá, como jugando,
por consiguiente la lectura.
con la misma facilidad con que pronuncia comun-
Las ventajas de ese libro están precisadas en la
mente los sonidos sin objeto que se le hace repetir.
obra misma y son:
Ese libro se diferencia de todos los que le han pre- 1" Retiene á los niños en los ejercicios de deletreo
cedido en que su método, generalmente perceptible
de las sílabas aisladas hasta que ellos han ad-
aun para el alumno mismo, toma como punto de
quirido en él una habilidad suficiente;
partida las vocales y colocando gradualmente con-
2" Aprovechando de una manera general la seme-
sonantes antes y después de las vocales, forma las
janza de los sonidos, hace agradable á los niños
sílabas de una manera lata y que facilita visible-
mente la pronunciación y la lectura de ellas. la repetición de la misma forma y facilita así
el resultado que se trata de alcanzar: grabar
El mismo llegó á formarse poniendo á continua-
los sonidos hasta hacerlos inolvidables en el al-
ción de cada vocal cada una de las consonantes, des-
ma de los niños;
de la b hasta la z, y formando así las sílabas senci-
3" Conduce á los niños con gran rapidez á pro-
llas fáciles ab, ad, af, etc.; después colocando ante
nunciar inmediatamente y toda entera, sin te-
cada una de esas sílabas simples aquellas consonan-
ner antes que deletrearla previamente, cada nue-
tes que son agregadas en realidad á esas sílabas en
va palabra formada por la agregación de con-
el lenguaje usual. Por ejemplo, ante al, se colo-
sonantes aisladas tomadas de otras palabras que
ca c, m, s, ch:
c al ellos han aprendido ya indeleblemente; en se-
m al guida, á poder deletrear de memoria esas com-
s al binaciones de letras, lo que más tarde les faci-
ch al, etc. lita mucho el escribir correctamente.
En la corta instrucción preliminar sobre el em-
pleo del libro se hace un llamado á las madres para letras impresas alemanas (que aquí pueden ser más
que pronuncien diariamente, repetidas veces y de pequeñas), se encuentran las alemanas manuscritas
diversas maneras, las series de sonidos que él con- y debajo de las mismas los caracteres latinos. Se
tiene á los niños mismos que no saben todavía ha- hace deletrear al niño cada sílaba, sirviéndose para
blar, á fin de excitar su atención y de hacerles que ello de las letras de la línea del medio que él cono-
adquieran conciencia de esos sonidos. Esos ejerci- ce ya, y en seguida repetirla en cada caso en las
cios de pronunciación deben proseguirse con doble otras dos formas. El aprende así, sin pérdida de
celo y principiarse de nuevo, tan pronto como los tiempo, á leer á la vez los tres alfabetos.
niños-comiencen á pronunciar, con el fin de que ellos Toda sílaba no es otra cosa que un sonido forma-
lleguen en seguida á repetir los sonidos y de que do por la agregación de consonantes á una vocal y,
por ese medio aprendan rápidamente á hablar. por consiguiente, la vocal es la base de la silaba.
Para facilitar á los niños el conocimiento de las Conforme á esta regla fundamental del deletreo, las
letras que debe preceder al deletreo, las he adjunta- vocales son las que se muestran primeramente bajo
do al libro, grabadas en grandes caracteres, de mo- la forma de caracteres movibles, ó colocándolas en
do que los signos que las diferencian resaltan mejor un tablero pendiente de la pared. (La pizarra debe
al ojo de los niños. tener en el borde superior y en el inferior un listelo
Esas letras, cada una separadamente, serán pega- destinado á colocar las letras y que permita correr-
das en cartón y mostradas al niño una después de las fácilmente á derecha y á izquierda). Entonces,
otra; para lo cual se principiará por las vocales, siguiendo la guía ó el manual, se colocarán, sucesi-
pintadas de rojo para diferenciarlas, que los niños vamente las consonantes delante y detrás de cada
deben conocer y poder pronunciar perfectamente an- vocal: a—al—c al—m al, etc. En seguida cada sí-
tes que se trate de pasar más adelante. En seguida laba será pronunciada por el maestro y repetida por
se les mostrarán también las consonantes unas en los alumnos tantas veces hasta que éstos las hayan
pos de otras, pero acompañadas siempre de una vo- aprendido de manera que les sea imposible olvidar-
cal, porque ellas no pueden pronunciarse propia- las. Después se les hará pronunciar las letras sepa-
mente sin el auxilio de las vocales. radamente, por orden ó fuera de él (¿la primera—la
Tan pronto como los niños, ya sea por medio de segunda? etc.) y deletrear de memoria las sílabas
ese ejercicio particular, ya por el deletreo propia- que se les ocultarán.
mente dicho, del cu^l hablaré luego, comiencen á Principalmente en la primera parte def libro es
conocer suficientemente las letras, se pueden reem- absolutamente indispensable el avanzar sólo lenta-
plazar las primeras por los caracteres triples que se mente y no pasar jatnás á un nuevo ejercicio hasta
encuentran igualmente en m i libro. En él, sobre las que los anteriores hayan impreso en el espíritu del
123
niño una huella profunda é indeleble, porque en es- Cuando se hayan terminado, pues, completamente
to se basa la enseñanza completa de la lectura y to- esos ejercicios de deletreo, entonces se pondrá en las
do lo que sigue se edifica únicamente sobre esta ba- manos del niño el libro mismo como su primer li-
se mediante adiciones pequeñas y sucesivas. bro de lectura y se le hará leer en él hasta que ha-
Cuando los niños han llegado de este modo á de- ya llegado á adquirir la destreza más indispensa-
letrear con cierta destreza, se pueden también va- ble en la lectura.
riar los ejercicios empleando otros procedimientos. D E LOS S O N I D O S C A N T A D O S . Hasta aquí he habla-
Así se puede, por ejemplo, colocar las letras de una do del estudio de los sonidos hablados. Yo debería,
palabra sucesivamente una en pos de otra hasta ha- pues, decir también una palabra sobre la doctrina
berla formado completamente, y en seguida se hace de los sonidos cantados, pero como el canto propia-
pronunciar, cada vez, de un solo golpe, las letras que mente dicho no puede ser considerado como un me-
se han reunido; por ejemplo: b—ba—bal%—baña—ba- dio de conducir de intuiciones oscuras á nociones
ñad—bañado. En seguida, suprimiendo las letras claras, es decir, como el medio de enseñanza con
de una en una, se puede volver atrás de igual ma- que me ocupo ahora, sino más bien como una capa-
nera, y hacer repetir alternativamente esos dos ejer- cidad ó aptitud que debe ser desarrollada según otros
cicios, hasta que los niños sepan deletrear la pala- puntos de vista y con otros fines, remito pues el tra-
bra sin faltas y también de memoria.—Se puede tamiento de este asunto á los puntos de vista desde
también principiar por el fin de la palabra y proce- los cuales consideraré más tarde la educación en
der del /nismo modo. conjunto, y me limito solamente á decir: que la en-
Por último se divide la palabra en sílabas; se ha- señanza del canto debe, según los principios gene-
ce contar las sílabas y luego pronunciar y deletrear rales, principiar por lo más sencillo, profundizarlo
cada una, en orden ó fuera de él, designándola por en seguida y sólo pasar gradualmente de un conoci-
su número. miento perfectamente adquirido al principio de un
Una gran ventaja se puede obtener en la enseñan- nuevo ejercicio, y nunca debe dirigirse á detener ó
za principalmente en las escuelas acostumbrando á perturbar en sus elementos esenciales la actividad
desde el principio á pronunciar todos juntos al mis- de nuestra inteligencia por una infundada aparien-
mo tiempo cada uno de los sonidos que se les pro- cia de tirantez.
nuncie ó que se les designe por el número de las le- II.

tras ó de ^as sílabas, de modo que el sonido pronun- El segundo medio especial de enseñanza deriva-
ciado por todos sea oído como una sola emisión de do de la facultad de emitir los sonidos es la
voz. Este ritmo hace la enseñanza completamente LEXILOGÍ A, ó más bien la ONOMATOLOGÍA.
mecánica y obra sobre los sentidos del niño con una
He dicho ya que el niño debe también aquí reci-
fuerza increíble.
bir su primera dirección del Libro de las madres. Y he aquí que he llegado al punto en que princi-
Esta obra está dispuesta de manera que se habla en pia á mostrarse el verdadero procedimiento por el
ella de las cosas más esenciales del mundo exterior cual el arte, sirviéndose de la propiedad perfectamen-
y principalmente, de un modo general, de aquellos te formada de nuestra especie, el lenguaje, puede lle-
que como géneros y especies presiden á series ente- gar á seguir paso á paso la marcha de la naturaleza
ras de objetos, y de dar á las madres la posibilidad en el desarrollo nuestro. Empero, ¿qué digo? Aquí
de enseñar á sus hijos y de hacerles familiares los se manifiesta el procedimiento con que, según la vo-
nombres más precisos para designar los objetos. Los luntad del Creador, el hombre va á arrancar de ma-
niños serán, pues, preparados así desde la más tier- nos de la naturaleza ciega y de sus ciegos sentidos
na edad al estudio de los nombres, esto es, al segun- la instrucción de nuestra especie para confiarla á
do medio especial de enseñanza derivado de la facul- manos de fuerzas mejores que ella desarrolla en sí
tad de emitir los sonidos. misma desde miles de años; aquí se descubre el pro-
La onomatologia ó doctrina de los nombres com- cedimiento por el cual la especie humana en su li-
prende series de nombres de los objetos más impor- bre iniciativa, por el cual el hombre puede impri-
tantes de todos los ramos del dominio de la natura- mir á la evolución de sus facultades la direción más
leza, de la geografía y de la historia, de las ocupa- precisa y más general y la marcha más rápida, por-
ciones y de las condiciones humanas. Esas series de que la naturaleza solamente le ha dado para el des-
palabras serán puestas en las manos del niño, sim- arrollo de ellas facultades y medios, mas no le ha
plemente como ejercicios de lectura, inmediatamen- trazado ninguna dirección, ni le puede ella trazar
te después que haya terminado su abecedario. Y la nunca porque él es hombre; aquí se muestra la for-
experiencia me ha demostrado que es posible que ma por la cual puede obtener todos esos resultados,
los niños aprendan á fondo esas series de nombres sin perturbar la grandeza y la sencillez de la mar-
hasta saberlas enteramente de memoria, sin dedicar eha de la naturaleza física, la armonía que preside
para ello más tiempo que el que es necesario para á nuestro desarrollo únicamente corporal, sin robar
aprender á leer correctamente; el conocimiento com- ni una sola parte de nosotros mismos ni lo más mí-
pleto de series de nombres tan variadas y tan exten- nimo del cuidado que nos acuerda nuestra madre na-
sas adquirido en ese lapso de tiempo, le dará una turaleza en su desarrollo puramente físico.
inmensa facilidad para los estudios ulteriores. Todo esto ha de alcanzarse por el arte perfecto de
III. la enseñanza del lenguaje y por la psicología más
El tercer medio especial de enseñanza que se deri- elevada, á fin de dar así el más alto grado de perfec-
va de la facultad de los sonidos es la misma ción al mecanismo de la marcha de la naturaleza
GFAMÁTICA Ó DOCTRINA DEL LENGUAJE. que nos conduce de intuiciones oscuras á nociones
2" ¿Cuáles son los medios, ó mejor dicho, cuál es
claras. A la verdad, lo que yo puedo á este respec- la marcha progresiva mediante la cual la na-
to no es gran cosa, y yo siento seriamente que soy turaleza misma nos conduce á ese fin en el de-
aquí la voz que clama en el desierto. sarrollo gradual del arte del lenguaje?
Pero el egipcio que primero ató á las astas del 1" El último fin del lenguaje es evidentemente
buey una pala arqueada y le enseñó así á hacer el conducir á nuestra especie de las intuiciones os-
trabajo de un hombre que cava la tierra, preparó de curas á las nociones claras.
este modo la invención del arado, aunque no lo hu-
2" Los medios por los cuales ella nos conduce
biese llevado á la perfección.
progresivamente á ese fin guardan sin duda el
¡Que mi mérito consista únicamente en haber el
orden siguiente:
primero arqueado la p a l a y atado su fuerza á los
a. Reconocemos un objeto de una manera gene-
cuernos del buey! Pero, ¿por qué hablar en parábo-
ral, y lo denominamos como una unidad,—co-
las? Yo puedo y debo decir francamente y sin ro-
mo un objeto.
deos lo que quiero en realidad.
Yo quiero arrancar la enseñanza escolar tanto al b. Adquirimos poco á poco conciencia de sus
caduco orden de viejos procedimientos defectuosos caracteres, y aprendemos á denominarlos.
de maestros decrépitos, tartajosos y serviles como c. Obtenemos por medio del lenguaje la facul-
también á la impotencia de los nuevos que ni aun tad de precisar más exactamente las propieda-
pueden reemplazar á los antiguos en la instrucción des de los objetos, por medio de verbos y de ad-
del pueblo; yo quiero unir esa enseñanza á la fuer- verbios, y de explicarnos sus cambios de esta-
za inmutable de la naturaleza misma, á la luz que do, por medio de variaciones en la formación
Dios enciende y aviva eternamente en el corazón de de las palabras y en sus combinaciones.
los padres y de las madres y al interés de los padres I o Sobre los medios de aprender á denominar los
en que sus hijos se hagan agradables ante Dios y los objetos me he explicado ya más arriba.
hombres. 2" Los medios de aprender á conocer y á deno-
Pero para determinar la forma, ó más bien las minar los caracteres de los objetos se dividen
diferentes formas de la enseñanza del lenguaje por en tres grupos:
las cuales se puede llegar á alcanzar su fin, es decir, a. Medios de enseñar al niño á expresarse con
por las cuales debemos ser conducidos á expresarnos precisión sobre el número y la forma.—Ambas
con precisión sobrejlos objetos que conocemos y so- cosas, cualidades elementales comunes á todos
bre todo lo que en ellos podemos reconocer, debemos los objetos, son las dos abstracciones generales
preguntarnos: que abrazan un mayor número de cosas en la
1" ¿Cuál es para el hombre el último fin del len- naturaleza física, y constituyen los dos puntos
guaje?
á los cuales se unen todos los demás medios de He aquí por qué en el libro para la primera in-
esclarecer nuestras concepciones, fancia principio yo por dar á los niños nociones cla-
b. Medios de ensenar al niño á expresarse con ras sobre esas generalidades. Además de una ojea-
precisión sobre todas las propiedades de las co- da general de l a s formas más habituales, en ese li-
sas, excepto el número y la forma, tanto sobre bro se encuentran también los medios más simples
las que reconocemos por nuestros cinco senti- de hacer comprender al niño las primeras relaciones
dos como también sobre las que llegamos á co- de los números.
nocer, no por simples intuiciones, sino por nues-
Pero la continuación de ese estudio debe reser-
tra imaginación y nuestro juicio.
varse para una época posterior comparativamente
Las primeras generalidades físicas que por el uso
con los ejercicios de lenguaje. Ella se encadena ade-
de nuestros cinco sentidos hemos aprendido á abs-
más al estudio especial del número y de la forma
traer del modo de ser de las cosas después de una
que deben ser considerados separadamente como ele-
experiencia de miles de años, el número y la forma,
mentos primitivos de nuestros conocimientos, des-
deben ser llevadas desde temprano al conocimiento
pués de haber dado una ojeada completa á los ejer-
perfecto del niño no sólo como propiedades inheren-
cicios de lenguaje.
tes de las cosas aisladas sino como generalidades fí-
Los dibujos que contiene la obra elementa,! desti-
sicas. E l niño debe desde temprano no solamente
nada á ese estudio, el Libro de las madres, ó libro
saber denominar como redonda ó cuadrada una co-
para la primera infancia,—están escogidos, á pesar
sa redonda ó cuadrada sino que él debe, si es posi-
de su mezcolanza, de modo que se tratan en él todas
ble, casi de antemano adquirir la noción de lo re-
las diversas generalidades físicas que llegamos á co-
dondo y de lo cuadrado—de la unidad—como una
nocer por nuestros cinco sentidos, y colocan á las
pura noción abstracta, para que él pueda encadenar
madres en estado de familiarizar á sus hijos, sin
todo lo que se presenta en la naturaleza como redon-
gran trabajo de parte de ellas, con los términos que
do, cuadrado, simple, complejo, etc. á la palabra
las expresan del modo más preciso.
precisa que expresa la generalidad de esa noción.
Mas en cuanto á aquellas cualidades de las cosas
Aquí también se ve de paso la causa por que el len-
que no nos son conocidas inmediatamente por núes
guaje considerado como medio de expresar la for-
tros sentidos sino por la intervención de nuestras fa-
ma y el número, debe ser estudiado aparte y exami-
cultades de comparar, imaginar y abstraer, perma-
nado desde otro punto de vista que el lenguaje con-
nezco aquí también fiel á mi principio de no dar ja-
siderado como medio de expresar todas las otras cua-
más á un juicio humano una apariencia de madu-
lidades que nuestros sentidos nos hacen descubrir
rez prematura, sino que utilizo el conocimiento im-
en las cosas de la naturaleza.
probable que tienen los niños de tales ó cuales pa-
labras abstractas simplemente como un t r a b a j o de
memoria y como una especie de alimento ligero su- PROFUNDO—mar, lagunas, cuevas, fosas;
ministrado al juego de su imaginación y á su facul- BLANDO—carne, cera, mantequilla;
ta de presentir. Al contrario, para los objetos que ELÁSTICO—resortes de acero, barbas de ballena,
nos son conocidos directamente por nuestros cinco etc.
sentidos y respecto á los cuales, por consecuencia, Pero yo no trato, de ninguna manera, de comple-
es necesario enseñar á los niños lo más rápidamen- tar esas indicaciones, que no son sino meros ejem-
te posible á expresarse con precisión, empleo los si- plos, y de reducir así el campo abierto á la reflexión
guientes medios. del niño, sino que le doy en cada caso pocos ejem-
Yo escojo en el diccionario los sustantivos que se plos, pero los cuales hieren precisamente sus senti-
distinguen por caracteres notables que reconocemos dos, y pregunto inmediatamente: ¿Qué conoces aún
que sea así? luego en el acto: ¿Qué conoces aún que
en ellos por nuestros cinco sentidos, y pongo al la-
sea así? Los niños encuentran fácilmente en la ma-
do de los sustantivos los adjetivos que expresan esos
yor parte de los casos en el campo de sus observa-
caracteres. Por ejemplo:
ciones nuevos ejemplos, y á menudo ejemplos en que
ANGUILA—escurridiza, vermiforme, coriácea; el maestro mismo no habría pensado. Y sus cono-
CARROÑA—muerta, f é t i d a ; cimientos adquieren así un grado de extensión y de
TARDE—tranquila, serena, fresca, lluviosa; claridad que no es posible alcanzar por el método
EJE—sólido, débil, grasiento; catequístico, ó que por lo menos se puede adquirir
CAMPO—arenoso, gredoso, sembrado, abonado, fér- solamente mediante una habilidad y un trabajo cien
til, productivo, improductivo. veces mayor.
En seguida empleo el procedimiento inverso: bus-
E l niño se encuentra encerrado en todas las cate-
co del mismo modo en el diccionario los adjetivos
quizaciones primeramente por los límites de la no-
que expresan cualidades notables, de los objetos que ción precisa sobre que versa la catequización, en se-
nos son conocidos por nuestros sentidos y les agre- gundo lugar por la forma en que se catequiza ó in-
go después al lado los sustantivos á los cuales con- terroga, y por fin, en los límites mismos del círculo
vienen las cualidades designadas por el adjetivo. de los conocimientos del maestro y, lo que es más,
Por ejemplo: en los límites de un cuidado temeroso de que él no
REDONDO—globo, sombrero, luna, sol; sea desviado del camino trazado por la rutina. Ami-
LIVIANO—pluma, plumón, aire; go, ¡qué barreras tan terribles para el niño, las cua-
PESADO—oro, plomo, madera de encina; les caen completamente con mi método!
CALIENTE—estufa, día de verano, fuego; Una vez terminados esos ejercicios, y cuando el
ALTO—torres, montanas, gigantes, árboles; niño conoce bajo sus diferentes faces los objetos del
GERTRUDIS.—P. 10.
mundo exterior, trato de facilitarle aun más y gra- siderado como un ser racional y que tiende á ele-
dualmente la clara inteligencia de los objetos que varse á la independencia interna ó á su propio per-
él conoce hasta ese punto, haciendo del diccionario feccionamiento?
un uso mayor.
Yo divido igualmente estas tres rúbricas en cua-
Con ese fin tomo aun ese gran testimonio del pa- renta subdivisiones próximamente, y las hago estu-
sado sobre todo lo que existe, el diccionario, y di- diar á los niños únicamente en esas subdivisiones
vido primeramente las palabras en cuatro rúbricas
(4).
principales: Es necesario limitarse al principio, tanto para el
IO CEOGRAFÍA,
ramo que se ocupa con el hombre como también
2" HISTORIA,
para el que trata de los demás objetos del mundo,
3" FISIOLOGÍA, Ó estudio de la naturaleza, y á un estudio exclusivamente alfabético de esas se-
4O HISTORIA NATURAL. ries de nombres, sin mezclar en ellas ninguna re-
Pero para evitar toda repetición inútil de la mis- flexión, cualquiera que sea, y aun sin presentar esos
ma palabra y para abreviar en cuanto sea posible ejercicios como la aplicación de una idea cualquie-
la duración de esta enseñanza, divido á su vez esas ra. Se debe tratar solamente de esclarecer poco á
divisiones generales poco más ó menos en cuarenta poco las intuiciones y las nociones intuitivas, colo-
subdivisiones, y sólo en estas últimas coloco los cando juntamente aquellas que se asemejan.
nombres de los objetos á la vista de los niños. •Cuando ese estudio se ha concluido, cuando el tes-
En seguida reservo un lugar aparte al estudio del timonio de los tiempos pasados sobre todo lo que
objeto más importante de mi intuición, yo mismo, existe ha sido pasado en revista en toda la sencillez
ó más bien á la serie entera de nombres que se re- de su orden alfabético, entonces, pues, propongo la
fieren en la lengua al ser humano, y distribuyo en segunda cuestión.
las rúbricas generales que siguen todo lo que el len- ¿Cómo clasifica el arte esos objetos según sus ca-
guaje, ese gran testimonio del pasado, nos enseña racteres distintivos más próximos?—Entonces prin-
sobre el hombre: cipia un nuevo trabajo: las mismas listas de nom-
Rúbrica -primera.—¿Qué nos enseña la lengua so- bres que el niño no conoce en setenta á ochenta se-
bre el hombre considerado como un ser puramente ries puramente alfabéticas, pero que las ha apren-
físico ó material y perteneciente al reino animal? dido de modo que le es imposible olvidarlas, le son
Rábrica segunda.—¿Qué nos dice ella del hom- presentadas de huevo en las mismas subdivisiones,
bre en cuanto éste tiende á elevarse á la indepen- pero repartidas en clasificaciones dentro de las cua-
dencia material por medio del estado social? les el arte divide aún esas subdivisiones, y el niño
Rúbrica tercera.—¿Qué nos dice ella de él con- es puesto en estado de extraer por sí mismo esas se-
ries y de clasificarlas según los puntos de vista a- existe entre las cifras y las subdivisiones de la rú-
doptados. brica general, y el niño en algunas horas estará en
He aquí cómo se procede: Las diferentes clases estado de poder indicar, en toda la serie de las ciu-
entre las cuales el arte ha distribuido esos objetos dades de Alemania, á qué subdivisiones de las rú-
son indicadas á la cabeza de cada serie y ellas mis- bricas principales pertenecen ellas.
mas son designadas por cifras, abreviaturas ú otros Se le pondrán á la vista, por ejemplo, los nom-
signos arbitrarios. bres de las siguientes ciudades de Alemania, acom-
Mas el niño, que ha debido ya en los primeros pañados de los números que. los determinan:
ejercicios de lectura haberse apropiado hasta hacer-
las inolvidables esas diversas clases de las subdivi- Aachen 8. Allendorf 5. Altona 10.
siones superiores, encuentra entonces en cada una Aalen 3. Allersperg 2. Altorf 1.
Abenberg 4. Alschaufen 3. Altranstaedt 9.
de las series de palabras el signo de la clase en que
Aberthan 11. Aisleben 10. Altwasser 13.
ha sido ordenada sistemáticamente cada palabra.
Acken 10. Altbunzlau 11. Alkerdissen 8.
Ese signo coloca pues al niño en estado de poder
Adersbach 11. Altena 8. Amberg 2.
precisar inmediatamente á qué orden de ideas per-
Agier 1. Altenau 10. Ambras 1.
tenece el objeto designado, y de trasformar así él
Ahrbergen 10. Altenberg 9. Amoeneburg 6.
mismo en todos los ramos la nomenclatura alfabé-
Aigremont 8. Altenburg 9. Andernach ö.
tica en una nomenclatura científica.
Ala 1. Altensalza 10.
Yo no sé si es necesario explicar ese procedimien- Altkirchen 8.
Allenbach 5.
to con un ejemplo. Ello me parece casi superfluo;
voy á hacerlo, sin embargo, á causa de la novedad
E l niño los leerá todos de la manera siguiente:
de ese modo de enseñar. Por ejemplo: una de las
subdivisiones de la Europa es la Alemania. Se co- Aachen está en el distrito de Westfalia,
menzará por hacer que el niño aprenda corriente- Abenberg está en el distrito de Franconia,
mente y de una manera indeleble La división gene- Acken está en el distrito de la Baja Sajonia.
ral de la Alemania en diez distritos; después se le
hará leer primeramente en simple orden alfabético Así el niño evidentemente no tiene más que arro-
las ciudades de Alemania. Mas se habrá designado jar una mirada á las cifras ó á los signos que co-
de antemano cada una de las ciudades con el núme- rresponden á las subdivisiones del objeto tratado en
ro del distrito en que ella está situada. Tan pronto la serie, para estar en estado de indicar inmediata-
como el niño sepa leer corrientemente los nombres mente á qué categoría pertenece cada una de las pa-
de esas ciudades, se le hará conocer la relación que labras de esa serie, y para trasformar así, como lo
he dicho, la nomenclatura alfabética en una nomen- ve en la sociedad: del derecho de instruirse; ó por lo
clatura científica. menos están privados de la posibilidad de hacer uso
Y con esto me encuentro, por esta parte, en los lí- de ese derecho.
mites en que termina mi propia acción. Una vez lle- ¡Pluguiera que ese fárrago ardiese con lúcida lla-
gado á este punto, los niños deben haber alcanzado ma sobre mi tumba! Ahora sé muy bien que pon-
el grado de desarrollo de fuerza intelectual que me go sólo un pequeño carbón en la paja húmeda, mo-
he propuesto darles; y cualesquiera que sean los ra- jada; pero yo veo levantarse un viento, y él no está
mos de estudio que ellos se sientan capaces de abor- ya lejos, que soplará ese carbón: la paja húmeda
dar y en los cuales quieran lanzarse, deben estar en que me rodea se secará poco á poco, luego se calen-
estado de poder aprovechar por su propia iniciativa tará, en seguida prenderá y por último arderá. Sí,
los medios auxiliares que se encuentran siempre en Gessner, ¡ella arderá! por más húmeda que esté aho-
esos ramos, pero que son de tal naturaleza que has- ra al rededor de mí ¡ella arderá!
ta aquí sólo un pequeño número de privilegiados Pero al verme tan avanzado en el segundo medio
podía llegar á utilizarlos. Este es el resultado á especial del estudio del lenguaje, advierto que no he
que yo quería llegar, y el único que buscaba. Yo tocado ni una palabra siquiera del tercero de esos
no quería ni quiero enseñar al mundo ningún arte medios, aquel por el cual nos conduce el lenguaje
ni ninguna ciencia,—yo no conozco ningunos,—pe- al último de los fines de la enseñanza, al esclareci-
ro quería y quiero aún facilitar, de una manera ge- miento de nuestras concepciones. Y éste es:
neral, al pueblo el estudio de los primeros elemen- c. Medios de llevar al niño á poder determinar
tos de todas las artes y de todas las ciencias; quiero exactamente por medio del lenguaje las rela-
abrir á las inteligencias abandonadas y entregadas ciones de las cosas entre sí y en sus condiciones
al embrutecimiento, á los pobres y á los débiles del que varían según el número, el tiempo y las
país las vías de la educación, que son las vías de la circunstancias; ó más bien, á esclarecernos más
humanidad; quiero, si lo puedo, poner fuego á ese aun la naturaleza, las cualidades y las propie-
fárrago que, desde el punto de vista de la iniciati- dades activas de todos los objetos que ya hemos
va individual, única base de toda educación verda- aprendido á conocer por el estudio de sus nom-
dera, coloca las clases de los países de Europa mu- bres y á distinguir hasta cierto grado por la
cho más atrás que los bárbaros del Norte y del Sur, reunión de sus nombres y de sus cualidades.
porque gracias á él, á despecho de la charlatanería En estos puntos de vista se descubren los princi-
de nuestra civilización general tan ponderada, nue- pios fundamentales que deben servir de base á una
ve de cada diez hombres se encuentran despojados verdadera gramática é igualmente á la marcha pro-
de un derecho que pertenece á todo hombre que vi- gresiva, en su continuación, que nos conduce por
esta vía al último fin de la enseñanza, al esclareci-
¿Quién tiene?—¿Qué tiene?
miento de las nociones que hemos adquirido.
El león tiene fuerza.
Aquí también preparo á los niños para el primer El hombre tiene razón.
grado enseñándolos pura y simplemente á hablar, El perro tiene buen olfato.
pero guiando esta enseñanza según los principios El elefante tiene una trompa.
psicológicos; y hago, sin dejar escapar ni una pala- ¿Quiénes tienen?—¿Qué tienen?
bra de teoría ó de regla, que la madre comience por Las plantas tienen raíces.
pronunciar al niño frases con el fin de enseñarlo á Los peces tienen escamas.
hablar y de ejercitarlo en ello, frases que él, duran- Las aves tienen alas
te este período, deberá repetir tanto para ejercitar Los toros tienen astas.
los órganos de la voz como por esas mismas frases. ¿Quién quiere?—¿Qué quiere?
Se deben separar de una manera precisa estos dos fi- El hambriento quiere comer.
nes: ejercicio de la pronunciación y aprendizaje de El sediento quiere beber.
las palabras desde el punto de vista del lenguaje, y El acreedor quiere ser pagado.
ocuparse del primero dedicando á los ejercicios un El prisionero quiere ser libre.
tiempo suficiente, independientemente del segundo. ¿Quiénes quieren?—¿Qué quieren?
Tomando conjuntamente estos dos puntos de vista, Los sensatos quieren lo que es justo.
la madre pronunciará en seguida al niño las frases Los insensatos quieren lo que desean.
siguientes: Los niños quieren jugar de buena gana.
E l padre es bueno. Los cansados quieren gustosos descansar.
La mariposa es abigarrada.
El animal cornudo es herbívoro, ¿Quién -puede?—¿Qué -puede?
El pino es derecho. El pez puede nadar.
Cuando el niño haya pronunciado estas frases el El ave puede volar.
número de veces necesario para que él pueda fácil- El gato puede trepar.
La ardilla puede saltar.
mente repetirlas, la madre le preguntará: ¿Quién
El buey puede cornear.
es bueno? ¿Qué ó qué cosa es abigarrada?—y en El caballo puede patear.
seguida inversamente: ¿Qué es el padre? ¿Qué es
¿Quiénes pueden?—¿Qué pueden?
la mariposa? etc.
Y así continuará ella: Los sastres pueden coser.
Los asnos pueden cargar.
¿Quién es?—¿Quiénes son? Los bueyes pueden tirar.
Los animales de rapiña son carnívoros. Los cerdos pueden gruñir.
Los ciervos son ágiles. Los hombres pueden hablar.
Las raíces son extensas.
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fyos perros pueden ladrar. á la palabra del maestro, á mi obligación y á mi
Los leones pueden rugir.
bien; yo aprecio más (ich achte mehr) al uno que
Los osos pueden verraquear.
Las alondras pueden cantar. al otro; yo opino (ich erachte) que ello sea de uno
ó de otro modo; yo presto atención (Obacht) á un
¿Quién debe?—¿Qué debe?
acontecimiento importante; yo observo (ich beoba-
La bestia de tiro debe dejarse enganchar. chte) al hombre de quien desconfío, la cosa que yo
El caballo debe dejarse montar.
quiero sondear y también mi deber; el hombre bue-
El burro debe dejarse cargar.
La yaca debe dejarse ordeñar. no honra (hochachtet) al virtuoso y desprecia (vera-
El cerdo debe dejarse degollar. chtet) al vicioso.
La liebre debe dejarse cazar. E l hombre que atiende (achtet auf) á alguna co-
El derecho debe ser ejercido.
sa es atento (achtsam); el que no presta atención á
¿Quiénes deben?—¿Qué deben? alguna cosa es desatento (unachtsam).
Las gotas de lluvia deben caer.
Más que á todos debo yo respetarme (mich achten)
Los oprimidos deben obedecer.
á mí mismo, y más que á todos debo observarme
Los vencidos deben sucumbir.
Los deudores deben pagar. (auf mich achten) á mí mismo.
Las leyes deben ser observadas. Athm.cn: respirar.—Yo respiro (ich athme) débil,
fuerte, rápida, lentamente; yo respiro de nuevo (ich
Así continúo hasta haber pasado en revista todas
athme wieder), cuando la respiración se ha suspen-
las declinaciones y conjugaciones en toda su exten-
dido y vuelve otra vez; yo aspiro (ich athme ein)
sión, pasando sin dilación á reunir los ejercicios del
el aire; el moribundo espira (athmet aus).
segundo grado con los del primero, y, principalmen-
Después continúo y doy una amplificación mayor
te en el empleo de los verbos, prosigo los ejercicios
á esos ejercicios, construyendo frases que se extien-
según un procedimiento de que doy los siguientes
den poco á poco, que se desarrollan progresivamen-
ejemplos:
VERBOS SIMPLES: te de un modo más y más variado y que se hacen
gradualmente más precisas. Por ejemplo:
Atender—a la palabra del maestro.
Respirar—por los pulmones. Yo conservaré.
Doblar—un árbol.
Yo no conservaré de otro modo la salud, después
Ata/r—la gavilla, las medias, etc.
de todo lo que he sufrido.
En seguida viene el segundo ejercicio sobre los
Yo no conservaré de otro modo la salud, después
V E R V O S COMPUESTOS: de todo lo que he sufrido en mi enfermedad.
Achten (5), atender.—Yo atiendo (ich achte auf) Yo no conservaré de otro modo la salud, después
de todo lo que he sufrido en mi enfermedad, niños por medio de esos ejercicios, reúno á ellos al-
sino por la moderación. gunos ejemplos de descripciones de objetos ó de he-
Yo no conservaré de otro modo la salud, después chos materiales. Por ejemplo:
de todo lo que he sufrido en mi enfermedad, Una campana es una copa abierta por debajo, an-
sino por la moderación más grande. cha, gruesa, redonda, de ordinario colgada li-
Yo no conservaré de otro modo la salud, después bremente, que se va angostando de abajo para
de todo lo que he sufrido en mi enfermedad, arriba, se encorva ovalmente en la parte supe-
sino por la moderación más grande y por la rior, y que tiene en el medio un badajo que
regularidad. cuelga perpendicular y libremente, que golpea
Yo no conservaré de otro modo la salud, después en ambos lados la parte inferior de la campa-
de todo lo que he sufrido en mi enfermedad, na, cuando ésta es movida fuertemente, y pro-
sino por la moderación más grande y por una duce así el sonido que llamamos toque ó repi-
regularidad general. que.
Cada una de estas frases se hace pasar por todas Andar es moverse avanzando paso á paso.
las personas y por todos los tiempos de la conjuga-
Estar de pie (stehen) es reposar sobre las piernas,
ción. Por ejemplo:
estando colocado el cuerpo en una posición ver-
Yo conservaré, tical.
Tú conservarás, etc. Estar acostado (liegen) es reposar sobre un ob-
Yo conservaré la salud, jeto cualquiera, teniendo el cuerpo en una po-
Tú conservarás la salud, etc. sición horizontal.
La misma frase se hace pasar en seguida por los Estar sentado (sitzen) es reposar sobre una cosa
tiempos compuestos. Verbigracia: cualquiera en una posición en que el cuerpo
forma ordinariamente un ángulo doble.
Yo he conservado,
Tú has conservado, etc. Estar arrodillado (knien) es descansar sobre las
piernas haciendo que éstas formen un ángulo.
Estas frases deben inculcarse profundamente en
la memoria de los niños, y se debe además tener cui- Inclinarse es bajar el cuerpo mediante la flexión
de las rodillas.
dado de elegirlas especialmente instructivas, que
eleven el a l m a y que convengan principalmente á Agacharse es doblar de arriba para abajo el cuer-
las condiciones especiales de los alumnos. po colocado en la posicion vertical.
Con el objeto de aplicar y de fortificar más la Trepar es subir ó bajar agarrándose con las ma-
fuerza intelectual que se les ha hecho adquirir álos nos y con los pies.
Cabalgar es ser trasportado por un animal, yen- cuya legitimidad reside en su objeto, en el que
do sentado en él. únicamente debe buscársele siempre y con el
cual no puede nunca estar en contradicción.
Ir en coche (fahren) es ser llevado en una caja
Pero si el Estado permite al propietario ó se
movible.
permite á sí mismo violar ese objeto, entonces
Caer es moverse de arriba para abajo sin ó con-
los actos aislados de los poderosos y de los ri-
tra su voluntad (6).
cos, que resultan de esta violencia, excitan en
Cavar es levantar, remover la tierra con una pa-
los que los sufren un sentimiento que jamás se
la, ó colocarla en otro lugar (7). .
borra completamente en el corazón del hombre,
Yo quisiera terminar la serie de estos ejercicios el de la igualdad primitiva y de su derecho á
de lenguaje en un libro (8) que legaría al morir á ser indemnizado de su parte de tierra. Y cuan-
mis alumnos. En esa obra, con motivo de los verbos do esos actos se generalizan, engendran y en-
principales de la lengua, que son para mí los pun- gendrarán siempre, mientras los hombres sean
tos de vista más importantes, los que me han lla- hombres, revoluciones cuyos males no pueden
mado particularmente la atención sobre las expe- ser mitigados y reparados sino volviendo á los
riencias de mi vida relativas á los asuntos que ellos límites del objeto en vista del cual ha sido di-
designan, trato yo en cortas exposiciones de hacer vidida por el hombre, en partes proporcionales,
sensibles á la vista de los niños esas consideracio- la tierra que Dios le ha dado gratuitamente.
nes, resultados de mi experiencia, en la misma luz
Manifestar.—Tú te encolerizas porque no siem-
con que ellas hieren mis ojos; y, por medio de este
pre puedes manifestarte como quieres aparecer;
ejercicio, me propongo unir la verdad, las observa-
no te encolerices, porque á veces te verás obli-
ciones exactas y los sentimientos puros á las pala-
gado contra tu voluntad á ser prudente.
bras que denotan las acciones del hombre y los ac-
tos en que él desempeña un papel meramente pasi- Empero es ya tiempo de que concluya estas con-
vo. Por ejemplo: sideraciones.
Yo me he detenido largo tiempo sobre el lengua-
Respirar.—Tu vida pende de un soplo.--Hombre,
je considerado como medio de esclarecer gradual-
cuando tú bufas de cólera, cuando tus pulmo-
mente nuestras ideas. Pero él es también el prime-
nes absorven como un veneno el aire puro de
ro de esos medios. Mi método de enseñanza se dis-
la tierra ¿qué haces tú sino apresurarte á que-
tingue particularmente en que hace del lenguaje un
dar sin aliento y á librar así de tu cólera á los
uso mayor que el que hasta aquí se ha hecho como
hombres que sufren por tu causa?
medio de elevar al niño de las intuiciones oscuras
Valorar.—A fin de valorar la tierra ha sido ella
á las nociones claras, é igualmente se distingue en
repartida. Este fué el origen de la propiedad
cuanto aplica este principio: excluir de la primera •ciona al niño en un momento, la naturaleza ha ne-
enseñanza elemental todo el conjunto de palabras cesitado miles de años para darlo al hombre. Se di-
que supone el conocimiento efectivo de la lengua. ce de un miserable toro: "¿qué sería él si conociese
El que concede que la naturaleza conduce sólo por su fuerza?"—y yo digo del hombre: ¿qué sería él si
la claridad de las partes á la perspicuidad del todo, conociese la fuerza que le da el lenguaje?
admite asimismo que las palabras deben ser expli- Grande es la laguna que se ha formado en el co-
cadas al niño una á una antes de que ellas puedan razón de la civilización del hombre, habiendo lle-
serles esclarecidas en sus combinaciones;—y el que vado nosotros tan lejos el olvido de nosotros mis-
admite esto, de un solo golpe arroja de la enseñan- mos en esta cuestión y no habiendo hecho nada pa-
za todos los libros elementales de instrucción usa- ra enseñar á hablar á las clases bajas del pueblo,
dos hasta ahora, porque todos ellos suponen en el sino también dejando aún aprender de memoria pa-
niño el conocimiento de la lengua, antes que ellos labras aisladas, abstractas, á un pueblo que carece
mismos se lo hayan dado. Sí, Gessner, esto es cu- de lenguaje.
rioso: el mejor libro de enseñanza en el siglo que Los indios no podían, en verdad, hacer otra cosa
acaba de terminar ha olvidado que el niño debe a- mejor para mantener á las últimas clases de su pue-
prender á hablar antes de que se pueda hablar con blo en una eterna estupidez y para dejarlas perpe-
él; es admirable este olvido, pero es efectivo, y des- tuamente en la última categoría de la especie hu-
de que yo lo conozco no me admiro ya más de que mana.
sea posible hacer de los niños hombres distintos de Que se me contradiga el hecho, si se puede. Yo
aquellos en los cuales se ha perdido tan completa- apelo al testimonio de todos los eclesiásticos, de to-
mente el recuerdo de la piedad y de la sabiduría del das las autoridades, de todos los hombres que viven
pasado. El lenguaje es un arte,—es un arte inmen- entre un pueblo á quien, en medio de su total aban-
so, ó más bien el conjunto de todas las artes que dono, se imprime aún un sello absurdo de aparente
nuestra especie ha llegado á conquistar. Él es en solicitud paternal. El que viva en medio de un pue-
sentido propio la devolución de todas las impresio- blo semejante, levántese y atestigüe que él no ha
nes que la naturaleza en toda su amplitud ha pro- experimentado cuán difícil es hacer entrar una idea
ducido en el género humano. Por esto me sirvo yo cualquiera en la cabeza de esas desgraciadas crea-
del lenguaje y, tomando por guía los sonidos que él turas. Mas todos están de acuerdo sobre este punto:
<l
emplea, trato de producir nuevamente en el niño las Sí, sí, dicen los eclesiásticos, cuando ellos vienen
mismas impresiones que han dado ocasión á la es- á nosotros no comprenden una palabra de nuestra
pecie humana para crear y formar esos sonidos. El enseñanza."—Sí, si, dicen los jueces, aunque ellos
lenguaje es un don muy grande. Lo que él propor- tengan cien veces razón, les es imposible hacer com-
GERTRCDIS.—P. 11.
prender sus derechos á un hombre cualquiera."—
admirarse de que la buena naturaleza humana, en
La señora exclama compasivamente: "Apenas aven- medio de todas las artes y medios ingeniosos que
tajan en un poco á los brutos; no se les puede em- para degradarla se han puesto en obra en nuestras
plear en ningún servicio."—Los panzones, que no escuelas de chacharería, haya conservado aún tan-
saben contar hasta cinco, los consideran más estú- ta fuerza íntima, como la que todavía se encuentra
pidos que ellos mismos que son panzones; y los generalmente en los abismos del pueblo. Pero—¡gra-
malvados de todos los colores gritan, gesticulando cias á Dios! la estupidez de los artificios de mono
cada uno á su manera: ¡Magnífico para nosotros encuentra al fin su contrapeso en la naturaleza mis-
que ello sea así! Si fuere de otro modo, no podría- ma del hombre, y deja de ser perjudicial á nuestra
mos en las ferias comprarles tan barato ni vender- especie cuando su monería ha alcanzado el último
les tan caro. extremo que nosotros podemos soportar. La locura
Amigo, así se expresa poco más ó menos todo el y el error, cualquiera que sea su vestido, llevan en
palco de la gran comedia europeo-cristiana, y no sí mismos el germen de su instabilidad y de su rui-
puede hablar de otro modo, porque él ha hecho á na; sólo la verdad, en cualquier forma que se pre-
ese patio más falto de alma que lo ha sido nunca un sente, trae en sí un germen de la vida eterna.
asiático ó un pagano. Yo repito una vez más la
causa. El pueblo cristiano de nuestro continente ha LA FORMA.
caído en ese abismo porque desde más de un siglo
se ha dado en sus establecimientos elementales de
El segundo medio elemental del cual procede y
educación á las palabras vacías una importancia tal
debe proceder todo conocimiento humano, por con-
para el espíritu humano, que no sólo ha devorado
siguiente la esencia de todos los medios de enseñan-
ella misma las impresiones de la naturaleza, sino
za, es la forma.
que hasta ha destruido en el hombre mismo la fa-
El conocimiento intuitivo de las cosas formadas
cultad de recibir esas impresiones. Yo digo aún o-
debe preceder al estudio de la forma. En el estudio
tra vez: obrando así, y rebajando á los cristianos
de las formas se debe pues volver atrás, y la expo-
europeos hasta hacer de ellos un pueblo que vive
sición artificial destinada á su enseñanza debe dedu-
de palabras y frases huecas, como no ha existido
cirse, en parte, de la naturaleza de nuestra facultad
nunca otro sobre la tierra, no se le há enseñado á
de intuición y, en parte, del objeto determinado de
ese pueblo ni siquiera á hablar. No es, pues, de ad-
la enseñanza misma.
mirarse de que la cristiandad de este siglo y de esta
Toda la suma de nuestro saber proviene:
parte del mundo tenga la apariencia cort que ella
I o De las impresiones producidas en nuestros sen-
se presenta á nuestra vista. Por el contrario, es de
tidos por todo lo que la casualidad pone en con-
tacto con ellos. Este modo de intuición es irre- resultados de aquellas con los esfuerzos que
gular, confuso y su marcha es restringida y hacemos para cumplir nuestro deber y practi-
muy lenta. car la virtud, y ejerce esencialmente, tanto por
2 o De todo aquello que se ofrece á nuestros senti- lo compulsivo de su marcha como por la fal-
dos por intermedio de la educación y de la di- ta de voluntad que existe en cuanto á sus re-
rección, en cuanto esta última depende de nues- sultados, la influencia más grande sobre la exac-
tros padres y maestros. Esta manera de intui- titud, la continuidad y armonía de nuestras con-
ción es, según el grado de inteligencia y de ac- cepciones, hasta que ha alcanzado su objeto:
tividad de mis padres y maestros, naturalmen- la claridad de las ideas.
te más general, amplia y conexa, y más ó me- 5? En fin, el conocimiento adquirido por la in-
nos ordenada psicológicamente; su marcha es tuición es analógico en cuanto nos enseíía á co-
también, según el mismo grado, más ó menos nocer también las propiedades de cosas que no
rápida y tiende á alcanzar más ó menos pronto han estado nunca sometidas propiamente á nues-
y seguramente el objeto final de la instrucción, tra observación, pero cuya semejanza abstrae-
el esclarecimiento de las ideas. mos ó deducimos de otros objetos que realmen-
3" De mi voluntad para recibir las luces y de te han sido observados por nosotros. Este modo
mis esfuerzos espontáneos para conocer los di- de intuición convierte el progreso de nuestros
versos medios de recibir las intuiciones. Los conocimientos, que, como resultado de intui-
conocimientos intuitivos de esta especie dan á ciones reales, es la obra de nuestros sentidos,
nuestras luces un valor propio intrínseco y nos en la obra de nuestra alma y de todas sus fa-
aproximan á la acción moral propia que ejer- cultades, y vivimos así en tantas especies de
cemos sobre nuestra educación, en cuanto aque- intuiciones como facultades tiene el alma. Pero
lla da en nuestro espíritu una existencia inde- con respecto á las últimas intuiciones tiene la
pendiente á los resultados de nuestras intuicio- palabra intuición un sentido más lato y com-
nes. prensivo que en el lenguaje ordinario y abar-
4" De los resultados ó efectos de' nuestros esfuer- ca también toda la serie de los sentimientos
zos y de nuestro trabajo en todas las profesio- que son inseparables de la naturaleza de nues-
nes y en las actividades de todo género que no tra alma.
tienen por objeto únicamente la observación. Es esencial el darse cuenta de las diferencias que
Esta manera de adquirir los conocimientos en- existen entre todos estos modos de intuición, con el
cadena nuestras intuiciones á nuestro estado y fin de poder abstraer ó deducir para cada uno de ellos
á nuestras circunstancias, pone de acuerdo los las reglas que le son propias.
Entretanto, vuelvo á seguir mi camino. "exactitud perfecta de la intuición es un resultado
De la conciencia de las intuiciones de las cosas •"de la mensura del objeto de que se trata de formar
formadas procede el arte de medir. Mas éste reposa "concepto, ó de la facultad de sentir las proporcio-
inmediatamente sobre el arte de la intuición, que de- n e s , llevada á una perfección tal que ella hace su-
be ser distinguido realmente de la simple facultad de "perflua esa medida. El saber medir exactamente
conocer, como también del simple modo de intui- "viene, pues, en la educación de la especie humana
ción de las cosas. De esta intuición facticia se desa- •"después de la necesidad de la intuición.
rrolla en todas sus partes y con todas sus consecuen- " D i b u j a r es. determinar por medio de líneas una
cias la ciencia de las medidas. Pero ese poder de la "forma cuya extensión y contenido han sido deter-
facultad de intuición nos conduce por la compara- m i n a d o s justa y exactamente por una medición
ción de los objetos, aun fuera de las reglas mismas ''perfecta. El principio de que el ejercicio y la apti-
del arte de medir, á una intuición más libre de esas "tud de medir todo deben preceder al ejercicio en
relaciones, al arte del dibujo; y, por último, utiliza- "dibujar, ó que por lo menos deben marchar á la
mos las facultades del arte de dibujar en el arte de "par, es asimismo tan evidente como no practicado.
la escritura. "Pero la marcha de nuestra educación es comenzar
A R T E DE MEDIR. "por intuiciones inexactas y edificar al sesgo, en se-
-"guida demoler y reedificar diez veces oblicuamen-
Este arte presupone un ABC de la intuición (9), "te hasta que por fin y al cabo el sentimiento de las
es decir, presupone un arte de simplificar y preci- "proporciones llega á la madurez, y entonces nos-
sar las reglas de la mensura por la clasificación de "otros también llegamos por último al punto por
todas las diferencias de forma que aparecen en la "donde deberíamos haber comenzado, esto es, á me-
intuición. d i r . Tal es la marcha que seguimos, y sin embar-
Yo quiero, mi querido Géssner, llamar nuevamen- "go, nosotros somos tantos miles de afios más viejos
te tu atención á la marcha empírica que me ha con- "que los egipcios y los etruscos, cuyos dibujos es-
ducido á las ideas que ahora tengo sobre este asun- "taban basados sobre medidas perfectas, ó, en el fon-
to, y con ese fin voy á darte aquí un extracto de un "do, no eran sino tales medidas.
pasaje de mi Memoria. En ésta decía: "Admitido el " Y ahora se trata de saber: ¿por qué medio se pue-
"principio de que la intuición es el fundamento de "de desenvolver en el niño esa aptitud, que es el fun-
"todos los conocimientos, se sigue incontestablemen- d a m e n t o de todas las artes y que consiste en medir
"te que: la exactitud de la intuición es el verdade- "exactamente todos los objetos que se presentan á
r o fundamento de la exactitud del juicio. " s u vista?—Evidentemente por una serie de medidas
"Pero es evidente que, respecto á la educación, la •"tomadas de las divisiones del cuadrado, que com-
"prendan todas las intuiciones posibles y que estén or- "nece á todos los hombres. Por lo menos puede con-
g a n i z a d a s según reglas simples, seguras y precisas. s i d e r a r l o así el que no refuta, el que admite que el
"Los artistas jóvenes, por falta de tales elementos "derecho de aprender á leer y á escribir es un dere-
"de las medidas, han llegado á adquirir, en verdad, "cho de todo hombre que vive en un país civiliza-
"mediante una larga práctica en su arte, medios por d o . Es, pues, manifiesto que la inclinación al dibu-
"los cuales han alcanzado una habilidad ó destreza "jo y la aptitud para medir se desarrolla natural y
"más ó menos segura para representarse un objeto y "espontáneamente en el niño; por el contrario, para
"para reproducirlo tal como él existe en la natura- "enseñarlo á deletrear y á leer se experimentan difi-
l e z a . Y es irrefragable que muchos de ellos, me- "cultades que requieren mucho tacto ó un severo ri-
d i a n t e un grandísimo trabajo y esfuerzos perseve- "gor, y que es necesario allanar, si el daño que pue-
r a n t e s , han logrado adquirir, aun hasta para las d e n causarle es ventajosamente indemnizado con
"los beneficios inapreciables que puede proporcio-
"intuiciones más complicadas y confusas, un senti-
n a r l e la lectura. No obstante, el dibujo, si debe
"miento de las proporciones tan desarrollado que les
"concurrir al objeto de la enseñanza, esto es, coope-
"ha hecho superfluo el medir los objetos, pero tam-
r a r al esclarecimiento de las ideas, debe estar ínti-
"bién cuantos artistas eran, tantos medios distintos
"mamente unido á la mensura de las formas. Para
"existían. Ninguno ha podido denominar su proce-
"el niño á quien se presenta un objeto para que lo
d i m i e n t o , porque ninguno se ha dado cuenta cabal
"dibuje, antes que él pueda representárselo con to-
"de él: por esta razón no podía trasmitirlo de una d a s sus proporciones y en su forma completa, y
"manera conveniente á sus alumnos. Estos se encon- "antes que sepa expresarse sobre las impresiones que
"traban, pues, en la misma situación que su maes- "le causa, no llega nunca á ser el dibujo lo que de-
"tro y asimismo debían adquirir con los esfuerzos "be ser en todo el curso de su educación, un verda-
"más grandes y mediante un largo ejercicio, pero á d e r o medio de pasar de las intuiciones oscuras á
"su vez por medios propios, ó más bien sin medios,, "las nociones claras; ese arte no estará jamás en ar-
"el resultado de aquéllos, el sentimiento exacto de "monía con el gran objeto de la educación, para el
"las proporciones. Y así ha debido el arte permane- "cual tiene un valor real y efectivo que puede y de-
"cer en manos de los pocos elegidos que tenían tiem- "be tener para ese niño."
"po y ocio para obtener por medios indirectos ese
"sentimiento. Y no se podía aproximarse á él, ni Para fundar, pues, sobre esta base el arte del dibu-
"considerársele nunca como una cosa común á to- jo debe subordinársele al arte de medir y procurar
d a la humanidad, y el derecho á cultivarlo no po- organizar en formas precisas de medidas las divisio-
d í a mirarse como un derecho general de la especie nes en ángulos y arcos que se derivan de la forma
"humana; y sin embargo, es un derecho que perte- primitiva del cuadrado, como también las divisiones
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rectilíneas del mismo cuadrado. Estoes loque he Las divisiones del cuadrado por medio de esas lí-
cho, y creo haber organizado una serie neas producen formas precisas para determinar y
mas de medidas cuyo empleo facilitará tanto al ni- medir todos los ángulos, como también todo lo re-
ño el estudio de tadas las medidas y le hará com- dondo y todos los arcos, á cuyo conjunto he dado
prensibles las proporciones de todas las formas, co- el nombre de ABC de la intuición.
mo el ABC de los sonidos le facilita el estudio del Esto debe enseñarse al niño del modo siguiente:
lenguaje. Se exponen á la vista los caracteres de la línea
Pero ese ABC de la intuición (*) consiste en una recta, considerada en sí misma y libre de toda com-
división del cuadrado en partes iguales que consti- binación, en sus diversas posiciones y siguiendo
tuyen formas determinadas de medidas, y exige ab- distintas direcciones arbitrarias, y se le hace cono-
solutamente un conocimiento exacto del elemento cer claramente los diversos aspectos que presenta,
primitivo del cuadrado, la línea recta en su posi- sin tornar en consideración los fines ulteriores á que
ción horizontal y en la vertical. puede ser aplicada. En seguida se principia á de-
nominar la línea recta como: horizontal, perpendi-
(*) Yo debo observar aquí que presento el ABC de la in-
cular, oblicua; la oblicua, primeramente como obli-
tuición sólo como la esencia deesa enseñanza y el único me-
dio verdadero de juzgar exactamente de las formas de to-
cua ascendente y descendente, en seguida como as-
das las cosas. Sin embargo, este medio ha sido hasta ahora cendente á derecha y á izquierda y como descen-
completamente descuidado, y desdeñado, y echado al olvi- dente á derecha y á izquierda. Después se le in-
do hasta que ha llegado á ser completamente desconocido. dican los nombres de las paralelas por su posición:
Por el contrario, para el estudio del número y del lenguaje paralelas horizontales, verticales y oblicuas. A con-
se tenían centenares de semejantes medios. Empero la ca-
tinuación se le enseñarán los nombres de los ángu-
rencia de medios de estudios en lo tocante á la forma, no
debe ser considerada sólo como una laguna en la formación
los principales que se forman por la unión de esas
de los conocimientos humanos, sino que aparece como un líneas que él conoce ya, denominándolos: ángulos
vacío en la base misma de todos los conocimientos. Ella rectos, agudos y obtusos. De igual modo se le hará
se manifiesta como un vacío en el saber en un punto á que conocer y denominar la forma primitiva de todas
debe estar subordinado absolutamente el conocimiento de las formas de la mensura, el cuadrado, que resulta
los números y del lenguaje. Mi ABC déla intuición está
de la reunión de dos ángulos opuestos, y sus divi-
destinado á llenar esa falta fundamental de la enseñanza y
á asegurar la base sobre la cual deben fundarse todos los
siones precisas en medio, cuarto, sexto, etc.; después
demás medios de la instrucción. Yo suplico á los hombres el círculo y sus derivados de diversas formas que
de Alemania que se sienten competentes para juzgar sobre se angostan en el sentido longitudinal, y también
esta cuestión que consideren este punto de vista como el sus partes constitutivas.
fundamento de mi método, sobre cuya exactitud ó inexacti-
tud descansa todo el valor ó la insignificación de todos mis
Todas esas determinaciones deben ser insinuadas
ensayos. [Nota del autor.]
al niño como simples resultados de las medidas que
Libro de las madres, en el cual se enseñan por una
él habrá tomado á ojo, y las denominaciones de las
parte los principios de una terminología precisa
formas de mensura en este curso son simplemente:
que se refieren á esas formas, y por otra, los elemen-
cuadrado, cuadrilátero horizontal, cuadrilátero ver-
tos del cálculo que deben preceder al estudio de la
tical (rectángulo); la línea curva: círculo, semicír- mensura.
culo, cuarto de círculo; primer óvalo, semi-óvalo r
El ABC de la intuición mismo conduce al niño
cuarto de óvalo, 2", 3°, 4 o , 5 o óvalo. En seguida se
á ese fin, puesto que él le explica, con el determinado
le debe enseñar á emplear esas formas como medios
objeto de enseñarle á medir, los medios de estudio
de medida y á conocer la naturaleza de las relacio-
de la forma, el lenguaje y el número, de que el Li-
nes que las engendran. Los primeros medios para al-
bro de las madres le ha dado ya nociones vagas y
canzar este objeto son:
porque le da la facultad de poder expresarse con se-
I o Hacer que el niño aprenda á conocer y á de- guridad y precisión sobre el número y la medida,
terminar las relaciones de las formas de me- •con respecto á cada forma.
dida; . ,
3" E l tercer medio de alcanzar ese objeto es hacer
2 o Hacer que él pueda aplicarlas y utilizarlas
copiar la forma misma. Este medio en unión
por sí solo. con los otros dos conduce poco á poco á los ni-
A este estudio ha sido ya preparado el niño en el ños no sólo á adquirir nociones claras sobre ca-
Libro de las madres, y le han sido presentados di- da una de las formas sino también á poder re-
versos objetos multiláteros que son ora cuadrados, producirlas con precisión y exactitud. Para lle-
ora esféricos ú ovalados, ya anchos, ya largos ó gar al primer resultado se emplean las formas
estrechos. Imediatamente después se le presentarán que han aprendido á conocer en el primer cur-
á la vista, valiéndose para ello de cartas cortadas, so como cuadrilátero horizontal, cuadrilátero
las divisiones del mismo ABC de la intuición: cuar- vertical, y se les hace en el segundo que deno-
to, medio cuarto, sexto, etc. de cuadrado; en segui- minen las relaciones de las formas, en todas sus
da redondo (círculo), medio ó semi-redondo, cuarto divisiones, de la manera siguiente: cuadrilátero
de redondo; óvalo, semi-óvalo, cuarto de óvalo. Y horizontal 2, el que es dos veces más largo que
por este medio se produce de antemano en su espíri- alto; cuadrilátero vertical 2, el que es dos veces
tu una conciencia oscura de las nociones claras que más alto que ancho, etc. A causa de la inclina-
desarrollará en él más tarde el estudio de las con- ción variable de las líneas oblicuas, se debe
sideraciones teóricas y de las aplicaciones á que aquí también presentar á la vista de los niños
esas formas darán lugar. También con respecto á varios cuadriláteros que ellos denominarán:
este último punto, él ha sido preparado ya por el 'cuadrilátero horizontal 1}, cuadrilátero verti-
por el dibujo, y principalmente por el dibujo lineal,
cal 2 i 3¿ etc. Siguiendo los mismos pun- y llevados á un punto en que las formas determina-
tos de vista, se determinarán luego las diversas das para las medidas de los objetos se convierten
direcciones de las líneas oblicuas ó los ángulos para él en una destreza y en una especie de tacto,
agudos y obtusos, así como los diversos segmen- de modo que el niño después de haber concluido los
tos del círculo y de los óvalos engendrados por ejercicios elementales, no necesita ya, aun para los
las divisiones del cuadrado y de las divisiones objetos más complicados, tener á su vista esos me-
de esos mismos óvalos. dios como verdaderos instrumentos de medir, sino
Aprendiendo así á conocer formas bien determi- que puede también sin auxilio ninguno representár-
nadas, adquirimos pues una aptitud para apreciar selos exactamente según todas las relaciones de sus
las medidas que eleva nuestra vaga potencia natural partes entre sí y expresarse con precisión á ese res-
de intuición á una facultad artística sometida á re- pecto.
glas precisas, de la cual nace la facultad de juzgar Son indecibles los resultados á que esa aptitud,
exactamente de las relaciones de todas las formas, una vez desarrollada, conduce á cada uno, aun al
á la que yo llamo arte de la intuición. Este es un niño menos inteligente. No se me diga que esto es
arte nuevo que debería marchar adelante de las ideas un sueño. Yo he dirigido niños según estos princi-
antiguas, erróneas y bien conocidas sobre la educa- pios, y mi teoría no es otra cosa para mí sino el re-
ción, y servirle á ésta de base general y fundamen- sultado de mi experiencia decisiva sobre este punto.
tal. Mediante él, puede cada niño, de la manera Que vengan y que lo vean. Mis niños están aún, es
más sencilla, llegar á juzgar exactamente de cada verdad, en los principios de esta enseñanza; pero
uno de los objetos que hay en la naturaleza, según esos principios son tan decisivos que se necesita en
las proporciones del mismo objeto y de sus relacio- efecto una especie particular de hombres para que
nes con las de los otros, y á expresarse con preci- no lleguen pronto á convencerse. Y esto nada tiene
ción sobre ellos. El llega por medio de este méto- de extraordinario.
do á juzgar, cuando él ve una figura cualquiera, no
sólo de la relación que existe entre su alto y su an- A K T E D E L DIBUJO.
cho, sino también á determinar exactamente la re-
lación de la oblicuidad ó curvatura que hay entie El dibujo es la aptitud de poder representarse y
de reproducir fielmente, por la observación de un
una divergencia cualquiera de esa figura y la del
objeto cualquiera y por medio de líneas semejantes,
cuadrado, y á dar á.esa divergencia el nombre con
el contorno de ese objeto y los caracteres interiores
que la designa nuestro ABC de la intuición. Los
que él encierra.
medios para adquirir esta aptitud se basan en el a r -
te de medir; más tarde son desarrollados en el niñc. El nuevo método facilita en extremo el estudio
de este arte. Puesto que ahora el dibujo aparece en hombres. La causa de los progresos no está aquí
todas sus partes sólo como una fácil aplicación de sólo en la mano, ella se funda en las fuerzas más
las formas que no solamente han sido observadas íntimas de la naturaleza humana. Los libros de apli-
por el nifio, sino que por medio del ejercicio en re- cación de las formas geométricas suministrarán,
producirlas se han desarrollado y convertido en él pues, la serie de medios por los cuales esas aspira-
en conocimientos prácticos efectivos de las medidas. ciones, utilizadas según los principios de la psico-
Esto se verifica del modo siguiente: tan pronto logía y dentro de los límites de las leyes físico-me-
como el nifio puede dibujar exacta y corrientemen- cánicas, que elevan á los niños gradualmente á la
te la línea horizontal, con la cual principia el ABC altura en que, como lo hemos dicho más arriba, lle-
de la intuición, se le escogen en el caos de todas ga á serles superfluo el tener á la vista las líneas
sus intuiciones figuras cuyos contornos no sean otra que les sirven para medir, y de los medios emplea-
dos para el estudio del arte no les queda más que
cosa que la aplicación de la línea horizontal que le
el arte mismo.
es familiar, ó exigen á lo más sólo un desvío im-
perceptible de ella. A R T E DE ESCRIBIR.
Se pasa en sguida á la línea vertical, después al
ángulo rectilíneo, etc., y á medida que el niño se La naturaleza misma subordina este arte al dibu-
hace más capaz de reproducir fácilmente esas for- jo y á todos los medios por los cuales este último
mas, se aleja gradualmente de ellas en las figuras debe desarrollarse y perfeccionarse en los niños,
que sirven para su aplicación. Los resultados de esencialmente y sobre todo al arte de medir.
estos procedimientos, conformes con la naturaleza El arte de escribir, menos aun que el dibujo mis-
de las leyes físico-mecánicas, son para el arte del di- mo, no se debe principiar ni practicar sin haber ter-
bujo de tanta importancia como los del ABC de la minado antes los ejercicios sobre las medidas de las
intuición para el arte de medir. En tanto que los líneas. Y en verdad no sólo porque la escritura es
niños con este método llevan á la perfección, antes una especie particular de dibujo lineal y porque no
que pasen más adelante, cada uno de los dibujos, permite ninguna desviación arbitraria de la direc-
hasta los más sencillos y elementales, se desarrolla ción determinada de sus formas; sino también sobre
en ellos, aun en los primeros pasos que dan en este todo porque si el niño aprende á escribir primero
arte, la conciencia de los resultados á que llegarán que á dibujar, echa á perder la mano para el di-
una vez que lo posean completamente, y al mismo bujo, pues la escritura quita á la mano su ligereza,
tiempo una tendencia á la perfección y una perse- haciéndole ejecutar ciertas formas antes que haya
verancia para la ejecución, que la locura y el de- adquirido la agilidad y seguridad necesarias que el
sorden no alcanzan jamás en la conducta de los dibujo presupone como cualidad esencial. A más
G E R T R U D I S . — P . 12.
164
de ésto el dibujo debe preceder al aprendizaje de la este punto, si se ignora sobre todo cuán importante
escritura porque él da al niño una facilidad incom- es para la especie humana el que el niño sea for-
parable para formar regularmente las letras, y le mado exento de orgullo y que no llegue demasiado
ahorra una gran pérdida de tiempo para habituar- temprano á atribuir un valor vanidoso á la obra de
se á trazar de una manera correcta los caracteres sus manos.
que durante varios alios ha tenido costumbre de es- Yo divido, pues, el estudio de la escritura en dos
cribir torcidos. Mediante esta práctica goza el ni- períodos:
ño de otra ventaja esencial que se extiende á todo 1" Aquel en que el niño debe familiarizarse con
el tiempo que dura su educación: él adquiere aún las formas de las letras y con sus combinacio-
en los primeros principios del estudio de ese arte, nes, sin hacer uso de la pluma; y
conciencia de la fuerza de su perfección, y median- 2" Aquel en que él mismo ejercita la mano en el
ts ello despierta en si mismo, en los primeros mo- uso del instrumento propio para la escritura,
mentos del aprendizaje de la escritura, la voluntad la pluma.
de no agregar nada incompleto ni imperfecto á los Aun en el primer período, las letras que coloco á
primeros ejercicios de este arte que han sido lleva- la vista de los niños son exactamente proporciona-
dos á la perfección. das. Yo he hecho grabar una colección de modelos
La escritura, como el dibujo, se debe ensayar pri mediante los cuales, y utilizando el método en todo
meramente con lápiz e n la pizarra de piedra; pues su conjunto y sus ventajas, pueden aprender los ni-
ños á escribir correctamente casi por sí solos y sin
el niño es capaz de t r a z a r perfectamente las letras
ningún otro auxilio. Las ventajas de este libro de
con el lápiz de piedra, á una edad en que sería infi-
modelos son las siguientes:
nitamente difícil h a b i t u a r l o á dirigir la pluma.
Además, el uso del lápiz antes del empleo de la I o Se detiene bastante tiempo en las formas ele-
pluma, tanto en la escritura como en el dibujo, se mentales y fundamentales de las letras.
recomienda también porque una falta en la pizarra 2 o Enlaza gradualmente las formas más comple-
de piedra se puede en cada caso borrar rápidamen- jas de las letras con las más simples.
te; por el contrario, u n a letra defectuosa queda siem- 3 o Ejercita á los niños en las combinaciones de
pre sobro el papel y a r r a s t r a comunmente consigo varias letras, desde el momento en que ellos
rasgos más defectuosos aun. pueden, imitar exactamente una sola de ellas, y
En fin, esta manera de proceder presenta todavía avanza paso á paso en la formación de las pa-
otra ventaja que yo considero como esencial el ni- labras que se componen sólo de aquellas letras
ño borra de la p i z a r r a de mano aun lo que es per- que ellos escriben siempre de una manera co-
fectamente bueno; y es increíble cuán importante es rriente y perfecta.
. 167
4° En fin, tiene la ventaja de que se puede cortar nado á los niños de cuatro á cinco años, he llegado
en líneas separadas y colocarse á la vista del á convencerme de que, según este método, aun un
niño de modo que la línea que se ha de escribir mediocre maestro de escuela, una madre sin expe-
venga á quedar, para el ojo y para la mano, riencia alguna está en estado de enseñar á sus hijos
inmediatamente debajo de las letras del mo- á escribir hasta cierto grado correcta y corriente-
delo. mente sin haberlo ella misma sabido antes. Mas
En el segundo período, en el cual se debe iniciar aquí, como en todo, el objeto de mi método es: hacer
al niño en el uso del verdadero instrumento de la es- accesible al pueblo la enseñanza doméstica de la
critura, la pluma, se le ejercita primeramente en que estaba privado y elevar, grado por grado, á la
las formas de las letras y sus combinaciones hasta madre que siente en su seno palpitar su corazón por
haber alcanzado un grado notable de perfección; y su hijo, á una altura que le permita seguirlo por sí
el maestro no tiene en seguida más que hacer que, misma hasta la conclusión de mis ejercicios elemen-
sustituyendo la pluma al lápiz, aplicar al verdade- tales y poder practicarlos con los niños. Para lle-
ro arte de la escritura la aptitud perfecta que el ni- gar á este punto necesita ella en todo caso estar úni-
ño ha adquirido en el dibujo de esas formas. camente un grado más adelante que los niños mis-
No obstante, el niño debe también aquí encadenar mos.
este nuevo progreso al punto que él ha ejercitado ya. Mi corazón se regocija con las esperanzas que se
Su primer modelo de escritura á pluma será exacta- fundan en este método. Pero, querido amigo, desde
mente su mismo modelo de escritura al lápiz. El que yo manifiesto sólo de lejos algo de esas esperan-
debe comenzar en el uso de la pluma por escribir zas, me gritan los hombres por todos lados: "¡Las
letras iguales en tamaño á las que él ha dibujado y madres de familia de este país no lo querrán!" Y no
ejercitarse sólo gradualmente en imitar letras más solamente hombres del pueblo, sino aun los hom-
pequeñas, las que se usan ordinariamente en la es- bres que instruyen al pueblo, los hombres que ense-
critura. ñan al pueblo á ser cristiano, me dicen: " T ú puedes
La psicología exige de todos los ramos de instruc- recorrer nuestras aldeas de arriba abajo y no encon-
ción que pueden y deben ser enseñados al niño, cual- trarás ni una sola madre de familia que consienta
quiera que sea su edad, que establezcan entre sus en hacer lo que tú pretendes." Yo les respondo:
medios una separación absoluta y una precisión ri- "¡Quiero, con los medios que están en mis manos,
gurosa. Como en los otros ramos utilizo también llegar á conseguí?. que lo hagan las madres paga-
este principio en la escritura, y siguiéndolo constan- nas de las regiones más apartadas del Norte!" Y si
temente y mediante el libro de modelos de escritura fuera efectivamente cierto que las madres cristia-
a l lápiz de pizarra, nacido de ese principio y desti- nas de la civilizada Europa, que las madres cris-
lianas de mi patria no pueden ser llevadas á hacer naturaleza y á la verdad, á esas palabras malhada-
tanto como lo que yo quiero que á cada instante ha- das con las cuales ellos rechazan al pueblo de su
gan las madres paganas de los pueblos incultos país, como si fuese el producto de una creación in-
del Norte, podría gritarles á esos señores que así ferior. Y prosigo mi camino como un viajero que
calumnian hoy al pueblo que ellos y sus padres han oye el ruido del viento en una lejana selva y que
enseñado, instruido y dirigido hasta ahora: "Lavaos no siente ni el más ligero soplo en el lugar en que
las manos y decid: ¡Somos inocentes de este estado él se encuentra. Estas palabras me obligan á se-
de barbarie indescriptible en que se encuentra el g u i r mi camino.—Yo he visto y experimentado du-
pueblo de la culta Europa; somos inocentes del es- rante el curso de mi vida toda clase de tales hom-
tado de barbarie indecible del más benigno, del más bres de boca, que se adormecen mecidos en sistemas
dócil y del más tolerante de todos los pueblos de la é ideales y que ni conocen al pueblo ni saben apre-
Europa, el pueblo suizo!'''' Decid: "Nosotros y nues- ciarlo; y aquellas personas que calumnian hoy al
tros padres hemos hecho lo que podíamos para ale- pueblo con respecto á la cuestión con que me ocu-
jar de nuestra parte del mundo y de nuestra patria po, se encuentran en ese caso más bien que cuales-
la ruina indecible de los primeros fundamentos de quiera otras que yo conozca. Tales hombres se ima-
la moral y del cristianismo." A esos hombres que ginan estar en una altura y al pueblo mucho más
se atreven á decir: "Recorred el país de extremo á abajo que ellos, en la profundidad; mas se equivo-
extremo, las madres no harán eso ni querrán hacer- can en ambos casos. Ellos, semejantes á miserables
lo," podría contestarles: "Gritad á esas madres des- monos por las pretensiones de su vil naturaleza, se
naturalizadas de nuestro país, como en otro tiempo impiden á sí mismos y se hacen incapaces de apre-
Jesucristo á Jerusalén: Madres, madres, hemos que- ciar exactamente el valor de las verdaderas fuerzas
rido reuniros bajo las alas de la sabiduría, de la animales y de las facultades reales del hombre. Esos
humanidad y del cristianismo, como la gallina reú- pobres hombres de boca, que se pagan de palabras,
ne á sus polluelos; pero vosotras no lo habéis que- por el donaire aparente de su andar afectado se ha-
rido." Si ellos se atreven á hacer eso, callaré en- cen de igual manera justamente incapaces de sen-
tonces y creeré en su palabra y en su experiencia, t i r que están en zancos, y que por eso deben sola-
y no tendré ya fe en las madres del país ni en el mente descender de sus miserables piernas de palo
corazón que Dios les ha colocado en su pecho; mas, para estar con iguales fuerzas que el pueblo sobre
si ellos no lo hacen, tampoco les creeré, sino que el suelo de Dios. Es menester que los compadezca.
daré fe á las madres del país y aí corazón que Dios Yo he oído decir á esos miserables parlanchines,
ha colocado en su pecho. Y entonces podré declarar con una mezcla tal de inocencia monjil y de sabi-
por calumniosas contra el pueblo, contrarias á la duría rabínica: ¿Qué puede haber, pues, más bello
para el pueblo que el catecismo de Heidelberg y demás que conforme al método se ha hecho desde la
los psalmos? que yo debo aquí en verdad cargar la cuna para el desarrollo de esa facultad y aprovecha
cuenta de la humanidad y llamar en mi corazón la de las ventajas que han sido ya obtenidas y asegu-
consideración que merecen las causas mismas de ese radas sólidamente por el desarroyo anterior de la
extravío. Sí, amigo, yo quiero disculpar también la facultad de hablar, por el Libro de las madres,
ese extravío del espíritu humano á los que se enga- por el Abecedario y por el libro de lectura.
ñan á sí mismos; pues siempre ha sido y siempre Un niño que ha sido dirigido según este método
lo será así. Los hombres son los mismos en todos sabe el Abecedario y el libro de lectura tanto como
los tiempos, y los escribas y sus discípulos lo fue- de memoria. É l conoce, en gran parte, ^os funda-
ron tambié así. Yo no quiero, pues, abrir más la mentos de la ortografía y de la lengua, y cuando
boca contra la chacharería de las intuiciones de por medio del libro de modelos de escritura con
los hombres, esos sonoros cimbalillos de sus cere- lápiz de pizarra y las primeras lecciones de escri-
monias y las disposiciones faltas del espíritu de tura, se ha ejercitado con respecto á la forma de las
amor y de sabiduría que ellas deben producir na- letras hasta adquirir la destreza de trazar fácil-
turalmente. Yo me contentaré únicamente con ex- mente los rasgos aislados de los caracteres y en se-
clamar con el más grande de los hombres, aquel guida sus combinaciones, no necesita en adelante de
que ha defendido victoriosamente contra los errores modelos propiamente dichos para el aprendizaje ul-
de los escribas la causa de la verdad, la causa del terior de la escritura; él tiene en su cabeza, por los
pueblo y del amor: "¡Señor, perdónalos, que no sa- conocimientos de la lengua y de la ortografía, la
ben lo que hacen!" esencia de los modelos, y sirviéndole de guía el Abe-
Vuelvo, pues, á continuar mi camino. El apren- cedario y el primer libro de lectura, saca de su pro-
dizaje de la escritura aparece, en tercer lugar, co- pia experiencia una serie de palabras por medio
mo un medio de aprender á hablar. Mas en su esen- de las cuales se fortifica más y más en el conoci-
cia la escritura no es otra cosa que una propiedad miento de la lengua y ejercita su memoria y su ima-
y una aplicación especial del arte de hablar. ginación.
Así, pues, la escritura aparece en mi método co- 1" Ellos afirman cada vez más en el niño los
mo una forma, en unión de la mensura y del dibujo, conocimientos gramaticales que le han sido ya
y con esta unión aprovecha de todas las ventajas inculcados y hacen indelebles en su espíritu sus
que son el producto del desarrollo precoz, debido á fundamentos ó principios. No puede ser de otro
la educación, de las aptitudes de medir y de dibujar; modo, pues según las indicaciones del libro de
asimismo, considerada como una inanera especial lectura en el cual se encuentra en series sepa-
del estudio del lenguaje, aparece unida á todo lo radas, unos después de otros los sustantivos,
los adjetivos, los verbos, los adverbios, las pre-
bres de los objetos que él ha aprendido ya á cono-
posiciones, etc., el niño es ejercitado en colocar
cer como altos ó puntiagudos en el libro de lectura,
esas palabras según la sei ie á que pertenecen,
sino que se ejercita, y es excitado á ella por la asig-
y llega así á adquirir cierto tacto para saber
nación de esta especie de trabajos, en reflexionar y
con certeza á qué serie pertenece cada palabra agregar también los objetos de esa forma que le son
que se le presente y para deducir para cada conocidos en la esfera de su propia experiencia.
serie de palabras las reglas mismas que le son
Voy á dar aquí un ejemplo que pondrá de mani-
aplicables.
fiesto el espíritu inventivo de los niños para descu-
2" Igualmente siguiendo las instruciones del mé- brir y reunir los nombres de ese género de frases
todo, él se hace así más capaz de obtener nocio- explicativas.
nes claras por el estudio del lenguaje, puesto
Yo les propuse la palabra triangular y los ni-
que puede disponer como ejercicios de escritura ños, en unión con un maestro de escuela de aldea
las palabras de su diccionario con toda su co- encontraron los siguientes nombres de objetos de esa
mitiva de rúbricas y de indicaciones particu- forma.
lares de las subdivisiones, y adquirir así sobre
TRIANGULAR: el triángulo, el nivel de albañil, el
cada género de cosas ideas generales bien coor-
pañuelo esquinado, la escuadra del carpintero,
dinadas.
una especie de lima, la bayoneta, el prisma, la
3" El niño da una solidez más grande á los me- nuez de haya, el buril del grabador, la herida
dios de llegar gradualmente por los ejercicios hecha por la picada de la sanguijuela, la hoja
de escritura á las nociones claras, no sólo por- del estoque, el grano de trigo morisco, las pier-
que aprendiendo á escribir, tanto como apren- nas del compás, la parte inferior de la nariz,
diendo á hablar, se ejercita así en la construc- la hoja del ciñiglo, la hoja de la espinaca, el
ción de frases explicativas que le hacen cono- pericarpio del tulipán, la cifra cuatro y el pe-
cer los principales sustantivos, verbos y adje- ricarpio del tlaspi.
tivos, sino también porque él aumenta aún, En las mesas y en las ventanas con vidrios re-
mediante esos ejercicios, su aptitud para des- dondos encontraron ellos muchos más ejemplos,
cubrir las nociones empíricas personales y pa- mas no conocían los nombres con que se les desig-
ra agregarlas á las numerosas series de los co- naba.
nocimientos que se ha apropiado sustancial-
Lo mismo sucede cuando se trata de agregar ad-
mente por el estudio de la lengua.
jetivos á los sustantivos. Ellos agregan á las pala-
Así, por ejemplo, en los ejercicios de escritura el bras anguila, carroña, tarde, no sólo todos los ad-
niño no se limita únicamente á escribir los nom- jetivos que han aprendido en el libro de lectura co-
mo calificativos de anguila, carroña y tarde, sino Se debe, pues, entender lo mismo de cada una de
también los que ellos, conforme á su experiencia, las partes del método, cuando digo que la escritura
suponen que deben convenir á esos sustantivos. Y no sólo es un arte sino también un medio de ense-
mediante esta especie de colección de caracteres dis- ñanza y que ella es para el niño de un uso tan fá-
tintivos, llegan ellos por sí mismos y por la vía cil y tan general para enseñarlo á expresarse de vi-
más sencilla á conocer y á familiarizarse, bajo mu- va voz como el lenguaje mismo.
chos aspectos y dentro de la esfera de su experien-
cia, con la naturaleza, la manera de ser y las pro-
piedades de todas las cosas. CARTA VIII.
Exactamente lo mismo se procede con los verbos. E L 3STTJ3VEETIO-
Si ellos, por ejemplo, deben explicar el verbo ob-
servar por la agregación de sustantivos y adver-
Íjíl tercer medio elemental para obtener nuestros
bios, no solamente lo explicarán agregando aquellas ° conocimientos es el número.
palabras ó aquellos ejemplos que ellos han encontra-
Mas, en tanto que el lenguaje y la forma emplean
do en el libro de lectura, sino que harán exactamente varios medios de instrucción subordinados á su cir-
lo mismo que han hecho en los casos más arriba cuito elemental para conducirnos á nociones claras
citado. y á la independencia intelectual que ellos tienen
Los resultados de estos ejercicios tienen un gran- por objeto hacernos adquirir, el cálculo es el único
de alcance. Mediante éstos las descripciones que los medio de enseñanza que no comprende ningún me-
niños han aprendido de memoria, verbigracia, las dio subordinado; él aparece siempre, hasta el últi-
de la campana, del andar, estar de pie, estar acos- mo límite de sus operaciones, como la consecuencia
tado, del ojo, del oido', etc., llegan á ser para ellos más sencilla de la facultad elemental que nos po-
una guía segura y general que les permite expre- ne en estado de darnos Cuenta cabal, en todas nues-
sarse con precisión, tanto de viva voz como por es- tras intuiciones, de las relaciones de cantidad, de
crito, sobre todos los objetos posibles cuya forma las diferencias del más y del menos y de represen-
y cuyo fondo han aprendido ellos á conocer. Pero, tarnos esas relaciones hasta el infinito con la preci-
no hay necesidad de deeirlo, este último resultado sión más clara.
no puede ser obtenido únicamente por el estudio ex- El sonido y la forma llevan á menudo y de di-
clusivo y aislado de la escritura, sino por ésta en versas maneras en sí mismos el germen del error y
unión de toda la serie de medios que el método em- de la ilusión. El número, nunca; sólo él conduce á
plea para elevar gradualmente á los alumnos á no- resultados infalibles, y si el arte de medir reclama
ciones más y más claras. para sí el mismo derecho, no puede pretenderlo si-
mo calificativos de anguila, carroña y tarde, sino Se debe, pues, entender lo mismo de cada una de
también los que ellos, conforme á su experiencia, las partes del método, cuando digo que la escritura
suponen que deben convenir á esos sustantivos. Y no sólo es un arte sino también un medio de ense-
mediante esta especie de colección de caracteres dis- ñanza y que ella es para el niño de un uso tan fá-
tintivos, llegan ellos por sí mismos y por la vía cil y tan general para enseñarlo á expresarse de vi-
más sencilla á conocer y á familiarizarse, bajo mu- va voz como el lenguaje mismo.
chos aspectos y dentro de la esfera de su experien-
cia, con la naturaleza, la manera de ser y las pro-
piedades de todas las cosas. CARTA VIII.
Exactamente lo mismo se procede con los verbos. E L 3STTJ3VEETIO-
Si ellos, por ejemplo, deben explicar el verbo ob-
servar por la agregación de sustantivos y adver-
Íjíl tercer medio elemental para obtener nuestros
bios, no solamente lo explicarán agregando aquellas ° conocimientos es el número.
palabras ó aquellos ejemplos que ellos han encontra-
Mas, en tanto que el lenguaje y la forma emplean
do en el libro de lectura, sino que harán exactamente varios medios de instrucción subordinados á su cir-
lo mismo que han hecho en los casos más arriba cuito elemental para conducirnos á nociones claras
citado. y á la independencia intelectual que ellos tienen
Los resultados de estos ejercicios tienen un gran- por objeto hacernos adquirir, el cálculo es el único
de alcance. Mediante éstos las descripciones que los medio de enseñanza que no comprende ningún me-
niños han aprendido de memoria, verbigracia, las dio subordinado; él aparece siempre, hasta el últi-
de la campana, del andar, estar de pie, estar acos- mo límite de sus operaciones, como la consecuencia
tado, del ojo, del oido', etc., llegan á ser para ellos más sencilla de la facultad elemental que nos po-
una guía segura y general que les permite expre- ne en estado de darnos Cuenta cabal, en todas nues-
sarse con precisión, tanto de viva voz como por es- tras intuiciones, de las relaciones de cantidad, de
crito, sobre todos los objetos posibles cuya forma las diferencias del más y del menos y de represen-
y cuyo fondo han aprendido ellos á conocer. Pero, tarnos esas relaciones hasta el infinito con la preci-
no hay necesidad de deeirlo, este último resultado sión más clara.
no puede ser obtenido únicamente por el estudio ex- El sonido y la forma llevan á menudo y de di-
clusivo y aislado de la escritura, sino por ésta en versas maneras en sí mismos el germen del error y
unión de toda la serie de medios que el método em- de la ilusión. El número, nunca; sólo él conduce á
plea para elevar gradualmente á los alumnos á no- resultados infalibles, y si el arte de medir reclama
ciones más y más claras. para sí el mismo derecho, no puede pretenderlo si-
no tínicamente porque el cálculo le presta su apo-
yo y por su unión con él, es decir, él es infalible- ARITMÉTICA.
porque calcula.
Pues así como ese medio de enseñanza, el que al- La aritmética toda trae su origen de la simple a-
canza con más seguridad el objeto de la instruc- gregación y sustracción de varias unidades. Como
ción, esto es, las nociones claras, debe ser conside- queda dicho, su forma fundamental es esencialmen-
rado como el más importante, es también evidente te ésta: Uno y uno son dos, y uno de dos resta uno.
que ese medio de enseñanza se ha de poner general- Del mismo modo cada número, tal como es siempre
mente en práctica y con un cuidado y una habili- su nombre, no es otra cosa que una abreviación de
dad los más grandes, y que para alcanzar el último- esa forma original y esencial de todo cálculo. Pe-
fin de la instrucción, es sumamente importante pre- ro es importante que la noción de esa forma primi-
sentar este medio de enseñanza bajo formas por las tiva de las relaciones de los números no sea debili-
cuales se puedan aprovechar todas las ventajas que- tada en nuestro espíritu por los medios de abrevia-
pueden proporcionar en general á la enseñanza una ción que emplea la misma aritmética, sino grabada
psicología profunda y el conocimiento más vasto profundamente y con gran cuidado en él por los pro-
de las leyes del mecanismo del mundo físico. Por cedimientos por los cuales se enseña esa misma cien-
esto me he dado el trabajo más grande para presen- cia, y todo progreso ulterior de esta última debe
tar el cálculo á la vista de los niños como el resul- fundarse en el conocimiento profundo que ha ad-
tado más claro de esas leyes naturales, y me he es- quirido el espíritu de las relaciones reales, que son
forzado no solamente en reducir sus elementos, en la base de todo cálculo. Si esto no se verifica, aun
el espíritu humano, á la forma simple en que apa- el primero de los medios que poseemos para adqui-
recen en la intuición real de la naturaleza, sino rir nociones claras sería convertido en un juego de
también por enlazar estrechamente y sin interrup- nuestra memoria y de nuestra imaginación y hecho
ción los diversos adelantos progresivos á esa forma importante para alcanzar su fin.
simple de los principios elementales. Yo estoy con- Ello no puede ser de otro modo. Si, por ejemplo,
vencido, en efecto, de que el arte de calcular, lle- aprendemos únicamente de memoria: tres y cuatro
vado aún á sus últimos límites, no puede ser un ver- son siete, y en seguida contamos con ese siete como
dadero medio de ilustración, esto es, un medio de si supiésemos realmente que tres y cuatro son siete,
adquirir nociones claras é ideas perspicuas, sino con nos engañamos á nosotros mismos, porque no tene-
la condición de desenvolverse en el espíritu huma- mos ninguna idea de su verdad intrínseca, por cuan-
no en la misma gradación en que se desarrolla des- to no tenemos conciencia de su fondo material, el
de su punto de partida en la naturaleza. único que puede convertir para nosotros esa palabra
vacía en una verdad palpable. La misma cosa su-
cede en todos los ramos de los conocimientos huma- valor intrínseco de los números antes que procedan
nos. Aun el dibujo, por su falta de unión con el á hacer uso de ellos, sin tener á la vista el fondo de
arte de medir del cual se deriva, pierde igualmente la intuición que les ha servido de base. Indepen-
la verdad intrínseca de su ser por la cual puede ser dientemente de la ventaja por la cual hace mas del
solamente convertido en un medio de hacernos ad- cálculo un fundamento de nociones claras, es increíble
quirir nociones claras. cuánto se facilira á los niños el estudio de la arit-
mética asegurado ese primer puesto á la intuición.
Yo comienzo por el Libro de las madres en mis
Y la experiencia enseña, pues, que los principios del
esfuerzos por dar á los niños una impresión viva y
cálculo parecen difíciles únicamente porque no se
durable de las relaciones de los números considera-
utilizan los medios psicológicos en la extensión en
das como variaciones reales y efectivas del aumen-
que se debería hacerlo. Y por esta razón debo ser
to y de la diminución de la cantidad en los objetos
un poco lato en la descripción de los procedimientos
que se encuentran á la vista de ellos. Las primeras que empleo y que convendría emplear en este caso.
tablas de ese libro contienen una serie de objetos que
Además de los medios indicados y después de ellos,
ponen á la vista del niño, en intuiciones precisas,
nos valemos también para el cálculo del tablero de
la noción del uno, dos, tres, etc., hasta diez. Yo ha-
deletreo de la manera que sigue: cada una de las ta-
go que los niños busquen primeramente en esas ta-
blitas que colocamos en él representa una unidad y
blas los objetos que están designados como unidad,
al mismo tiempo que los niños aprenden á conocer
después los objetos dobles, triples, etc. En seguida
las letras, principiamos también á darles á conocer
les hago encontrar esas mismas relaciones, contando
las relaciones de los números. Coloca mos una ta-
con los dedos, ó con garbanzos, piedrecitas y otros
blita y preguntamos al niño: "¿Hay aquí muchas
objetos que se tienen á la mano. En fin, el conoci- tablitas?"—El niño responde: "No, hay sólo una."
miento de esas relaciones se renueva para ellos cien En seguida agregamos una más y preguntamos: "Ti-
y cien veces por día por medio del cuadro de dele- na y una ¿cuántas son?—El niño responde: "Una y
treo y de la fácil división de las palabras en sílabas una son dos." Así se continúa, y se agrega al prin-
y letras, pues yo les dirijo cada vez la siguiente pre- cipio sólo una cada vez, después dos, tres, etc.
gunta. ¿Cuántas sílabas tiene esta palabra? y ¿có-
mo se llama la primera? la segunda? la tercera? etc. Cuando el niño ha comprendido perfectamente las
adiciones de una y una unidad hasta diez y cuando
De esta manera la forma original, ó el principio
ha aprendido á expresarlas con una facilidad comple-
fundamental de todo cálculo se graba profundamen-
ta, colocamos sobre el tablero las tablillas de las le-
te en la inteligencia de los niños, y así se familiari-
tras de la misma manera, pero variamos la cuestión:
zan ellos con los medios de abreviación del cálculo,
"Cuando tú tienes dos tablitas ¿cuántas veces tienes
los números, y adquieren un pleno conocimiento del
GERTRUDIS.—P. 13.
una tablita?"—El niño mira, cuenta y responde exac-
Una vez que se ha terminado la adiciún de cada
tamente: "Cuando yo tengo dos tablitas, tengo dos
una de esas series, se empieza, pues, la sustracción
veces una tablita."
de cada uno de los números en la misma proporción
Cuando él ha llegado, pues, á darse cuenta clara,
anterior, del modo siguiente:
por la numeración exacta y á menudo repetida de to-
Cuando, por ejemplo, se ha sumado 1 y 2 son 3 y
das sus partes, de cuántas unidades contienen los pri-
2 son 5 y 2 son 7, etc , se quitan dos tablitas y se pre-
meros números, se cambia de nuevo la pregunta y
gunta: "2 quitado de 21 ¿cuántos son?" y así se pro-
se inteiroga: "¿Cuántas veces uno son dos? ¿cuántas
sigue hasta que no queda ninguno más.
uno son tres?" etc. Y en seguida, de nuevo: ¿Cuántas
veces está contenido uno en dos? en tres? etc. Luego El conocimiento del aumento y de la disminu-
que el niño conoce la forma simple y elemental de ción que se ha inculcado en el niño presentándole* á
la adición, de^a multiplicación y de la división, y la vista realidades materiales, es fortificado en se-
se ha familiarizado por medio de la intuición con guida por las tablas de cálculo, mediante las cuales
la naturaleza de las formas del cálculo, se procura se le ponen nuevamente á la vista las mismas series
también hacerle conocer y hacerle familiar, de la de las relaciones de los números, bajo la forma de
misma manera por medio de la intuición, la forma rayas y de puntos. Estas tablas sirven de guía en
original de la sustracción. Esto se ejecuta del mo- el método de contar coa objetos reales del mismo
do siguiente: Se quita una de las diez tablitas que modo que el libro de deletrear para la formación de
se han sumado y se pregunta: "Cuando de diez has las palabras en el tablero. Y cuando el niño se ha
quitado uno ¿cuántos quedan?"—El niño cuenta, en- ejercitado tanto en contar con objetos materiales, y
cuentra nueve y responde: "Cuando de diez he qui- con los puntos ó rayas que los sustituyen, cuando e-
tado uno, quedan nueve." Se quita en seguida la se- sas tablas fundadas puramente en la intuición lo
gunda tablita y se pregunta: "Uno quitado de nue- permiten, el conocimiento de las relaciones reales
ve ¿cuántos son?"—El niño cuenta de nuevo, encuen- de los números se robustece entonces tanto en su es-
tra ocho y responde: "Uno quitado de nueve son o- píritu que las formas de abreviación por los núme-
cho." Así se continúa hasta el fin. ros ordinarios, aun sin intuición, se hacen compren-
Para continuar esta especie de elucidación del sibles para él de una manera increíble, porque sus
cálculo por el método más arriba expuesto, se pue- facultades intelectuales están libres de confusión, de
den emplear, pues, las "series que siguen: vacíos y de enigmas que resolver. De modo que,
en el verdadero sentido de la palabra, se puede decir
I II II II etc. que el cálculo enseñado así es sólo un ejercicio de
I III III III etc.
la razón y nunca un trabajo de la memoria, ó un
I lili lili llll etc. procedimiento mecánico y rutinero, pero que es un
• \
182
resultado de la intuición más clara y más exacta y
no puede conducir sino á la adquisición de nociones Mas la única figura posible que puede llenar esas
claras (1). condiciones es el cuadrado.
Con el auxilio del cuadrado podemos presentar á
Pero ccmo el aumento y la diminución de los
los ojos del niño las relaciones de las divisiones de
objetos no consiste solamente en aumentar ó dis-
la unidad ó de las fracciones en sus series progresi-
minuir unidades enteras, sino también en la divi-
vas, desde el punto de partida común á todo aumen-
sión de unidades en varias partes, resulta de ahí
to ó diminución, el número uno, de una manera tan
una segunda forma del cálculo, ó más bien se abre
sensible como la en que le hemos expuesto el au-
la vía en la cual cada unidad puede llegar á ser la
mento y la diminución de los números enteros. Con
base de una subdivisión infinita de las unidades que
este fin hemos dispuesto un cuadro intuitivo de las
hay contenidas en ella.
fracciones que consta de 11 columnas cada una de
Así como en la primera forma del cálculo, esto
las cuales contiene 10 cuadrados.
es, en el aumento y diminución de unidades enteras,
Los cuadrados de la primera columna son enteros,
el número UNO debe ser considerado como el punto
los de la segunda están divididos en dos partes igua-
inicial de todo cálculo y como el fundamento del
les, los de la tercera en tres, etc, hasta diez.
arte de la intuición para todas las trasformaciones
A este cuadro que contiene divisiones simples se
de los números, se debe pues buscar también para
sigue una segunda tabla en la cual esas divisiones
la segunda forma del cálculo una figura pue preste
intuitivas simples están subdivididas en la progre-
aquí el mismo servicio que el número UNO en la
sión siguiente: los cuadrados que en el primer cua-
primara; se debe buscar una figura que sea divisi-
tro estaban divididos en dos partes iguales lo son
ble hasta el infinito y que en todas sus subdivisio-
en ésta en 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18, 20 partes; los
nes sea siempre semejante á sí misma; uns figura
de la columna siguiente en 3,6, 9, 12, etc.
por medio de la cual se pueda presentar á la vista
indefinidamente las partes del cálculo de las frac- Como el AB G de la intuición se compone de for-
ciones consideradas al mismo tiempo como partes mas de mensura que tienen por base, en general, la
del todo, y á su vez, como unidades independientes división décupla del cuadrado, es evidente que así
y enteras, de modo que cada relación de un quebra- hemos puesto también por fundamento del ABC del
do con respecto al todo esté á la vista del niño con cálculo el origen común del ABC de la intuición, el
tanta precisión y exactitud como el número uno cuadrado, ó más bien que hemos puerto los medios
contenido tres veces en el número tres está patente elementales de la instrucción, la forma y el número,
para él en la forma elemental del cálculo empleada en una armonía tal que nuestras formas de mensu-
por nuestro método. ra son empleadas como el primer fundamento de
las relaciones de los números, y recíprocamente, los:

M 1

fundamentos de las relaciones de los números como
el primer fundamento de las formas de mensura.
Por esta senda hemos llegado á poder enseñar el CARTA IX.
cálculo á los niños, según nuestro método, no em-
pleando sino únicamente ese ABC de que al princi-
pio nos hemos servido solamente como un ABC de
la intuición en el sentido estricto de la palabra, es A m i g o , si doy ahora una mirada retrospectiva y
•decir, el fundamento de la mensura, de la escritura me pregunto: ¿Qué servicios he prestado en reali-
y del dibujo. dad á la organización de la instrucción del hombre?
Por el uso de esos cuadros, el conocimiento de —yo me respondo: he establecido el primero y más
las relaciones reales, efectivas, de todos los quebra- elevado principio de la instrucción, reconociendo
dos adquiere en el niño una solidez tal, que la prác- en la intuición el FUNDAMENTO ABSOLUTO D E TODO CO-
NOCIMIENTO, y he procurado, haciendo abstracción de
tica del cálculo de los quebrados con cifras comu-
nes se hace para él increíblemente fácil, tan fácil todos los modos particulares de enseñanza, encontrar
como el cálculo con unidades enteras. La experien- la esencia de la enseñanza misma y la forma pri-
cia enseña que los niños con nuestro método llegan mordial mediante la cual debe ser determinada por
á saber ejecutar esas operaciones cuatro hasta cin- la naturaleza misma la cultura de nuestra especie.
co años antes de lo que sería posible hacerlo sin ese Yo noto que he reducido toda la enseñanza á tres
medio. Además, la inteligencia de los niños con esos medios elementales y que he hallado los procedi-
ejercicios, como con los anteriores, se exenta de con- mientos especiales por los cuales se puede hacer po-
fusión, de vacíos y de oscuridades, y se puede tam- sible el erigir los resultados de la instrucción en
bién decir aquí con precisión que: el cálculo así esos tres ramos en leyes naturales y necesarias.
comprendido es sólo un ejercicio del entendimiento, Yo descubro, en fin, que he puesto en armonía esos
mas de ningún modo una mera obra de la memoria tres medios elementales unos con otros, y que me-
ó^una habilidad mecánica y rutinera; él es un resul- diante esto, he hecho concordar, en muchos puntos
tado de la intuición más clara y piás precisa y con- y en esos tres ramos, la enseñanza no solamente con-
duce fácilmente por la pura evidencia á la verdad. sigo misma sino también con la naturaleza huma-
na, y la he aproximado á la marcha de la natura-
leza en el desarrollo del género humano.
Pero al mismo tiempo que hacía esto, he encon-
trado también, y no podía menos de encontrarlo,
que la enseñanza pública, tal como se practica hoy
notoria y generalmente, no reconoce de ningún mo-
180
do á la intuición por el principio superior funda- elevado en algunas artes en particular á una altura
mental de la instrucción; que ella no tiene ninguna gigantesca y, por otra, ha abandonado las sendas de
noción de la forma primordial en la cual es deter- la naturaleza en la dirección que ha dado á toda la
minada por nuestra naturaleza la cultura de la es- humanidad. Ninguna parte del mundo se ha eleva-
pecie humana; que ella sacrifica, por el contrario, do tan alto; pero, por otro lado, ninguna ha descen-
la esencia de la enseñanza toda al embrollo de va- dido también á una profundidad tan grande. Ella^
rias enseñanzas aisladas; mata el espíritu mismo de como la estatua del profeta, toca las nubes con su
verdad, sirviendo al pueblo migajas de verdades de cabeza de oro, es decir las artes aisladas en que ella
toda especie, y destruye en el género humano la fuer- sobresale; pero la enseñanza del pueblo, que debería
za de independencia que descansa sobre la verdad. ser la base de esa cabeza de oro, es por el contrario,
Yo he encontrado, y estaba abiertamente manifies- como los pies de la gigantesca estatua, el barro más
to, que ese sistema de enseñanza no reconduce sus vil, más frágil y más despreciable. Esta despropor-
ción, desastrosa para el espíritu humano, entre las
medios singulares ni á principios elementales, ni á
prerogativas de lo alto y las miserias de lo bajo, ó
formas elementales; que, por el contrario, dejando
más bien el origen de donde procede esta despropor-
de considerar la intuición como el fundamento ab-
ción chocante en la cultura de los habitantes de
soluto de todo conocimiento, se coloca ella misma
nuestra parte del mundo, es la invención de la im-
fuera del estado de alcanzar por medio de cualquie-
prenta (1). E l Continente Europeo en el primer mo-
ra de sus procedimientos imperfectos, el objeto de
mento de asombro causado por esa potencia tan nue-
la enseñanza, esto es, la adquisición de nociones cla-
va como ilimitada que facilitaba la adquisición de
ras, y también de elevar los resultados concretos á un saber de palabras, ha sido sobrecogido de una es-
que ella aspira á la altura de leyes naturales y ne- pecie de vértigo y de una confianza charlatana en
cesarias. la universalidad de su virtud y eficacia. Esto era
Ess estado definido en que se encuentran en Euro- muy natural en las primeras generaciones que si-
pa diez hombres, á lo menos, por uno con respecto
á la instrucción, así como ese estado preciso de la
instrucción misma que ellos reciben, aparece increí- (*) Aun el bueno é indulgente Laváter, que como nadie
ble á primera vista; pero él no sólo es históricamen- acataba lo positivo en las cosas del mundo, lo reconocía y
confesaba. Habiéndole preguntado una vez: "¿Qué medios
te exacto (*) sino que también es necesario desde el
elementales, simples, se podrían emplear en la enseñanza,
punto de vista psicológico. No podía suceder otra y especialmente para rectificar la intuición de todas las co-
oosa: la Europa á causa de su instrucción popular sas?"—él respondió: "Yo no conozco ninguno; la educa-
debía caer en el error ó más bien en la locura á que ción en Europa carece de base basta un punto que sobrepa-
ha quedado subyugada. Por una parte, ella se ha sa los límites de toda creencia. (Nota del autor.)
ñero humano no resolverá jamás, cualquiera que sea
guieron á ese invento; pero que la Europa después
la perfección á que llegue su sabiduría y por más li-
de tantos siglos viva aún ahora en ese vértigo que
berales que sean un día las condiciones de su exis-
ella ha dejado degenerar en una fiebre nervina que
tencia.
destruye el cuerpo y el alma, es una cosa que no po-
Así como un torrente devastador cuando se en-
día por cierto acaecer á ninguna parte del mundo,
cuentra detenido en su curso por una montaña de-
sino á la nuestra. Pero, además de las doctrinas de
rrumbada toma una nueva dirección y de año en
los capuchinos y de los jesuítas, se necesita de un
año, de geheración en generación, extiende su devas-
sistema feudal y de gabinete para producir por ese
tación; asimismo la educación del pueblo en Euro-
arte los resultados que él ha dado en Europa. Mas,
pa, después que ella hubo abandonado, por la acción
tomando en cuenta esas circunstancias accesorias,
reunida de esos dos grandes hechos históricos, el he-
se comprende, pues, 110 solamente cómo ese arte ha
cho siempre igual de la intuición y cuando hubo to-
llegado por fin á colocar juntas nuestras artes y nues-
mado una dirección falta de fundamento, ilusoria y
tra enseñanza popular en la situación respectiva y
caprichosa, ha continuado de año en año y de gene-
perfectamente definida en que ellas se encuentran
ración en generación sus estragos sobre los hombres
hoy día, sino aun se concibe claramente que, en las
hasta que al fin, después de haber seguido esta senda
circunstancias dadas, esa invención no ha podido
durante siglos y de haber llevado á la perfección la
producir ni un arte inferior ni, por el contrario, una
charlatanería universal de nuestra enseñanza, ella
enseñanza superior á las que ha producido. Es com-
nos ha llevado al punto en que estamos y en donde
pletamente claro cómo ella ha debido llegar á res-
110 queremos, por ningún precio, permanecer más
tringir indefinidamente para los europeos el uso de
tiempo.
los cinco sentidos y en particular á reducir la ac-
No pedía suceder de otro modo; puesto que noso-
ción de la vista, el instrumento más general de la
tros, por medio de un arte tan profundamente desa-
intuición, al culto y á la adoración de la nueva cien-
rrollado, y dando á nuestros errores puntos de apo-
cia, á las letras del alfabeto y á los libros, de modo
yo más profundos aun, nos organizamos tan largo
que yo casi podría decir: la imprenta debía llegar
tiempo para robar á los medios de instrucción y de
á hacer de nuestros ojos, del principal instrumento
enseñanza, en general, toda intuición y á nosotros
de nuestros conocimientos, ojos para no ver más que
mismos toda facultad intuitiva, la cabeza dorada y
letras, y de nosotros mismos, hombres cuyo saber
engañosa de nuestra civilización no ha podido lle-
proviene sólo de letras. La Reforma (2) ha comple-
gar á descansar sobre otros pies que los que en efec-
tado lo que la imprenta había empezado, abriendo
to la soportan; era imposible que sucediese de otro
la boca á la necedad pública de una sociedad mona-
modo. Los medios imperfectos que se empleaban
cal y feudal sobre cuestiones abstractas que el gé-
tas é iliberales. Sometidos á una dirección tal, no
en nuestra educación no podían en ningún ramo d e debimos, no pudimos hacer otra cosa que ser insen-
la enseñanza alcanzar el verdaderc objeto de la ins- sibles á toda verdad que no entraba en el círculo
trucción pública, la adquisición de nociones claras restringido de nuestra observación material, y su-
que el pueblo debe esencialmente poseer en todos los blevarnos contra todo lo que era contrario á ese
ramos de la educación. También los mejores de esos modo de obseivación singular é iliberal; no debía-
medios, los medios auxiliares que la aritmética y mos, no podíamos hacer otra cosa que sumergirnos
la gramática suministran en profusión, debían en más y más, de generación en generación, en la si-
tales circunstancias perder su eficacia, habiéndose- tuación contraria á la naturaleza en que estábamos
les dejado absolutamente sin ninguno de los medios encerrados y en los sentimientos mezquinos que re-
semejantes inventados por el arte para el fundamen- sultaban de ella, la iliberalidad, el egoísmo, la vio-
to de toda enseñanza, la intuición. Y así esos dos lencia ilegal y ambiciosa que vemos hoy.
medios de instrucción, la palabra y el número, su- Así se explica, mi querido Géssner, y de ningún
bordinados al fundamento común de todo conoci- otro modo, cómo ha sucedido que, durante el siglo
miento, la intuición, debían conducirnos necesaria- que acaba de terminar y que en su último cuarto
mente en la enseñanza del lenguaje y del cálculo á ha llevado al extremo esas ilusiones, hemos caído
una sutileza exagerada, superficial y sin objeto que universalmente en esos sueños ó más bien en ese de-
nos exponía á toda especie de errores y de ilusiones; lirio y en ese furor de reivindicación sin fundamen-
fatalmente, y por el hecho mismo de l a s fuerzas de tos, pero furibundo, en que nuestras miras razona-
que disponemos y del mecanismo que permite a l bles y nuestras pretensiones legítimas, abandonadas
arte, dando la mano á la naturaleza, elevarnos á la así á la suerte, se nos han hecho sospechosas á no-
verdad y á la sabiduría, somos rebajados á la men- sotros mismos en medio del desencadenamiento de
tira y á la locura, y reducidos á ser hombres mise- nuestros instintos salvajes y ciegos. Y así de diver-
rables, sin iniciativa y sin intuición, hombres de sos lados y por vías diferentes debíamos descender
palabras y de boca. á ese espíritu de sans-culottisme que se ha impues-
to á todos indistintamente, bajo una ú otra forma,
A despecho de toda la locura de una organización'
y cuyas consecuencias inevitables han sido y debían
semejante, nos quedaban todavía los conocimientos
ser: la desorganización profunda de todos los senti-
intuitivos referentes á nuestra posición social y á
mientos naturales más puros y de todos los medios
nuestra profesión, porque al arte, por más que él ye-
filantrópicos que descansan en esos sentimientos, la
Tre, le es imposible quitar completamente la intui- desaparición de toda -humanidad hasta en las for-
ción á la especie humana. Pues bien, esos conoci- anas políticas y finalmente, es efectivo, la disolución
mientos quedaron así aislados en nuestra inteligen-
c i a , y por consiguiente exclusivos, ilusorios, egoís-
mentales de la instrucción, precede mucho antes al
de algunas de esas formas de gobierno que no te-
arte de la intuición, al arte del cálculo y al arte del
nían nada de humano; desgraciadamente, este último
lenguaje. Si se considera á la intuición aisladamen-
hecho no ha sido una ventaja para la humanidad.
te y en sí misma, en oposición al arte de la intui-
He aquí, mi querido amigo, un bosquejo de mi
ción, ella no es otra cosa que la simple presencia de
apreciación de los acontecimientos recientes. Así
los objetos exteriores delante de los sentidos y la
me explico los dos sistemas, el de Rubespierre y el
simple excitación de la conciencia de las impresio-
de Pitt (3), la conducta de las asambleas y la del
nes que ellos producen. Con ella principia la natu-
pueblo. Y para justificar mi opinión en cada caso,,
raleza toda enseñanza. El niño de pecho recibe esa
vuelvo á la tesis: los vacíos de la enseñanza, ó más
enseñanza; la madre se la da. Pero el arte no ha
bien, los procedimientos artificiales que trastornan,
hecho nada en esto para marchar á la par de la na-
todas las leyes naturales de la enseñanza, han con-
turaleza. En vano se presentaba á su vista el más
ducido á esta parte del mundo á la situación en que
bello espectáculo: la madre que muestra el mundo
ahora se encuentra, y contra las revoluciones polí-
á su hijo pequeñitoj. él no ha sacado de ese espec-
ticas, morales y religiosas que ya han tenido lugar
táculo nada, absolutamente nada para la educación
y contra aquellas que hay que esperar aún, el solo
del pueblo.
remedio posible es volver las espaldas á la super-
Yo quiero, mi querido Géssner, copiar aquí un
ficialidad, defectuosidad y charlatanismo de nues-
pasaje que escribí un año ha sobre este punto de vis-
tra instrucción popular y reconocer que la intui-
ta y que me inspiró entonces la idea de ese arte más
ción es el fundamento absoluto de todo conocimien-
arriba mencionado.
to, ó en otros términos, que todo conocimiento debe
"Desde el momento en que la madre toma en sus
proceder de la intuición y poder ser reconducido d
"brazos al niño, ella lo instruye, por cuanto ella le
la intuición (4).
"aproxima á los sentidos los objetos que la natura-
l e z a le presenta diseminados, lejanos y confusos y
"le hace fácil, agradable y atractiva la práctica de
CARTA X.
"la intuición y, por consiguiente, el conocimiento
"mismo que proviene de ella.
"Sin fuerzas, sin cultura, adhiriéndose sin guía
Jlmigo., la intuición, en cuanto es considerada como "y sin auxilio á la naturaleza, la madre, en su ino-
° el punto de partida de la enseñanza, no debe ser "cencia, ni aun sabe lo que hace. Ella no tiene la
confundida con el arte de la intuición, que es el es- "intención de instruir á su hijo, ella quiere única-
tudio de las relaciones de las formas. La primera,, m e n t e calmarlo, ella quiere solamente ocuparlo;
como el fundamento común de los tres medios ele-
mentales de la instrucción, precede mucho antes al
de algunas de esas formas de gobierno que no te-
arte de la intuición, al arte del cálculo y al arte del
nían nada de humano; desgraciadamente, este último
lenguaje. Si se considera á la intuición aisladamen-
hecho no ha sido una ventaja para la humanidad.
te y en sí misma, en oposición al arte de la intui-
He aquí, mi querido amigo, un bosquejo de mi
ción, ella no es otra cosa que la simple presencia de
apreciación de los acontecimientos recientes. Así
los objetos exteriores delante de los sentidos y la
me explico los dos sistemas, el de Robespierre y el
simple excitación de la conciencia de las impresio-
de Pitt (3), la conducta de las asambleas y la del
nes que ellos producen. Con ella principia la natu-
pueblo. Y para justificar mi opinión en cada caso,,
raleza toda enseñanza. El niño de pecho recibe esa
vuelvo á la tesis: los vacíos de la enseñanza, ó más
enseñanza; la madre se la da. Pero el arte no ha
bien, los procedimientos artificiales que trastornan,
hecho nada en esto para marchar á la par de la na-
todas las leyes naturales de la enseñanza, han con-
turaleza. En vano se presentaba á su vista el más
ducido á esta parte del mundo á la situación en que
bello espectáculo: la madre que muestra el mundo
ahora se encuentra, y contra las revoluciones polí-
á su hijo pequeñito;. él no ha sacado de ese espec-
ticas, morales y religiosas que ya han tenido lugar
táculo nada, absolutamente nada para la educación
y contra aquellas que hay que esperar aún, el solo
del pueblo.
remedio posible es volver las espaldas á la super-
Yo quiero, mi querido Géssner, copiar aquí un
ficialidad, defectuosidad y charlatanismo de nues-
pasaje que escribí un año ha sobre este punto de vis-
tra instrucción popular y reconocer que la intui-
ta y que me inspiró entonces la idea de ese arte más
ción es el fundamento absoluto de todo conocimien-
arriba mencionado.
to, ó en otros términos, que todo conocimiento debe
"Desde el momento en que la madre toma en sus
proceder de la intuición y poder ser reconducido d
"brazos al niño, ella lo instruye, por cuanto ella le
la intuición (4).
"aproxima á los sentidos los objetos que la natura-
l e z a le presenta diseminados, lejanos y confusos y
"le hace fácil, agradable y atractiva la práctica de
CARTA X.
"la intuición y, por consiguiente, el conocimiento
"mismo que proviene de ella.
"Sin fuerzas, sin cultura, adhiriéndose sin guía
Jlmigo., la intuición, en cuanto es considerada como "y sin auxilio á la naturaleza, la madre, en su ino-
° el punto de partida de la enseñanza, no debe ser "cencia, ni aun sabe lo que hace. Ella no tiene la
confundida con el arte de la intuición, que es el es- "intención de instruir á su hijo, ella quiere única-
tudio de las relaciones de las formas. La primera,, m e n t e calmarlo, ella quiere solamente ocuparlo;
como el fundamento común de los tres medios ele-
"mas ella sigue no obstante la marcha elevada de
"Appenzell. Ésta, desde las primeras semanas que
"la naturaleza en su más pura sencillez, sin darse "siguen al nacimiento de su hijo, cuelga sobre la
"cuenta de lo que la naturaleza hace mediante ella; "cuna un gran pájaro de papel pintado de varios co-
" y la naturaleza hace mucho por su mediación. De "lores, y nos indica de ese modo el punto preciso
"este modo abre el mundo á su hijo, lo prepara á "en que el arte debería principiar á dar al niño un
" á que haga uso de sus sentidos y para el desarrollo "conocimiento claro y estable de los objetos de la
"temprano de su atención y de sus facultades intui- "naturaleza."
"tivas. Querido amigo, quien ha visto á un niño de dos
"Que siga hoy esa marcha elevada de la natura- á tres semanas querer alcanzar con piés y manos
l e z a ; que se una todo lo que puede ser unido á ella; ese pájaro y en seguida piensa cuán fácilmente se-
"que se haga posible al corazón de las madres, por ría posible al arte depositar en el espíritu del niño,
"medio del auxilio del arte, el continuar con una por medio de una serie de representaciones natura-
"sabia libertad, á medida que vaya creciendo el ni- les dé este género, un fundamento general para las
"ño, la tarea que una impulsión instintiva, ciega, intuiciones sensibles de todos los objetos de la na-
" l e ha hecho comenzar cuando él era pequeñito; que turaleza y de los que produce el arte, fundamento
"se interese también en esta obra al corazón del pa- que luego se podría, poco á poco y por medios di-
"dre, é igualmente que se le haga posible á éste, por versos, precisar más circunstanciadamente y exten-
"medio del auxilio del arte, dar al niño, adaptándo- der más y más; quien se haga estas reflexiones y no
l a s á su posición y á las condiciones de.su exis- sienta al mismo tiempo cuán fatal nos es la rutina
t e n c i a , todas las cualidades que él necesita para de nuestra educación gótico-monástica, que ha lle-
"adquirir y poseer mientras viva, mediante una bue- gado á ser impotente aun como educación gótico-
"na administración de sus intereses esenciales, la monástica y que nos causa la más grande aversión,
"satisfacción í n t i m a de su conciencia. ¡Cuán fácil es en efecto un sér incorregible.
"no será contribuir así, y en una gran parte, para El pájaro del Appenzell es para mí lo que el buey
"colocar al género humano en general y á cada hom- Apis para los egipcios, un objeto sagrado. Yo he
"bre en particular, en su esfera, en estado de asegu- hecho cuanto he podido para comenzar mi enseñan-
r a r s e una vida tranquila, apacible y contenta, á za por el punto de que parte la mujer del Appen-
"pesar de las dificultades de su situación desfavo- zell. Yo he ido más allá todavía: yo no he abando-
r a b l e y de todos los males de tiempos adversos! nado, ni aun en el primer punto de partida ni en to-
"¡Dios mío, qué beneficio sería para la humanidad! da la serie de los medios de adquirir los conocimien-
"Mas nosotros no hemos adelantado en esto ni aun tos, á la casualidad ninguna de las impresiones que
"hasta el punto en que se encuentra la mujer del la naturaleza, el medio en que él vive y el amor
GERTRUDIS.—P. 14.
196
maternal ofrecen al niño desde su más tierna edad;
Abecedario de modo que el primer curso no es otra
yo he hecho cuanto ha estado en mis fuerzas para
cosa que una intuición, es decir, tiene únicamente
hacer posible el presentar á los sentidos del niño,
por objeto presentar al sentido del oído y grabar de
aun en esa edad, lo que hay de esencial en las no-
una manera indeleble en la memoria del niño la se-
ciones intuitivas, dejando á un lado lo accidental,
rie completa de los sonidos que deben más tarde ser-
y de hacerle indeleble la conciencia de las impre-
vir de fundamento á sus conocimientos del lengua-
siones recibidas.
je; y esto precisamente en la misma edad en que,
El primer curso del Libro de las madres no es
por el Libro de las madres, presento al sentido de
más que un ensayo para elevar la intuición misma
la vista los objetos visibles del mundo exterior, cu-
á un arte y para llegar á dar á los niños en los tres
yo conocimiento preciso debe constituir más tarde
ramos elementales de la enseñanza, forma, número
el fundamento de su saber.
y lenguaje, la conciencia más amplia de todas las
Este mismo principio: elevar la intuición á un
intuiciones que formarán más tarde, cuando ellos
arte, tiene cabida igualmente en el estudio del ter-
tengan un conocimiento más preciso de ellas, la ba-
cer medio elemental de nuestros conocimientos.
se de su saber.
También el número en sí mismo sin el fundamento
Este libro no debe ser solamente la exposición
de la intuición no es para nuestro espíritu más que
más completa de los objetos más esenciales de nues-
una quimera. El niño debe conocer la forma antes
tro conocimiento; él debe también contener los ma-
de estar en estado de concebirla como una relación
teriales de series continuas de esos objetos que son
numérica, es decir, como el fundamento que le dará
propios para suscitar en los niños, desde las prime-
una conciencia clara del aumento y disminución
ras intuiciones, el sentimiento de las relaciones múl-
precisa de los números. Por esta razón, he presen-
tiples y de las múltiples analogías que existen en-
tado en el Libro de las madres al niño, aun en esa
tre las cosas.
tierna edad, intuiciones múltiples de los diez pri-
El Abecedario, considerado desde este punto de meros números: dedos, garras, hojas, puntos, y des-
vista, desempeña el mismo papel que el Libro de pués también triángulos, cuadriláteros, octógonos,
las madres. La simple producción de los sonidos y etc.
la mera excitación de la conciencia de las impresio- Después que he hecho esto en los tres ramos de
nes recibidas por el oído es para el niño una intui- estudio y después de haber continuado así, en ese
ción, tanto como la simple presentación de los ob- libro, la intuición simple como el fundamento ab-
jetos delante de los ojos y la mera excitación de la soluto de todo conocimiento adquirido por los sen-
conciencia da la impresión producida en el sentido tidos, elevo nuevamente la intuición, en cada uno
de la vista. Fundándome en esto, he dispuesto ese de esos ramos, al arte de la intuición, esto es, un
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medio de considerar los objetos de la intuición co- mentos de todas las formas del cálculo, y hago al
mo objetos de nuestro juicio y de nuestras faculta- mismo tiempo que se familiaricen con las expresio-
des de aplicación práctica. nes que designan esas formas, de modo que ellos no
En lo tocante á la forma, el primer medio ele- las olviden jamás. Y les enseño los elementos de la
mental de nuestros conocimientos, después de ha- aritmética empleando principalmente series que no
berlo hecho familiarizarse en el libro de las madres son, desde el punto de partida, más que una progre-
con la intuición múltiple de los objetos y con sus sión continua y segura, guiada por la psicología,
nombres, conduzco al niño por esa senda al ABC de los juicios intuitivos grabados profundamente
del arte de la intuición. Éste segundo libro está en el espíritu del niño para pasar á una intuición
destinado á poner al niño en estado de poder darse nueva, que no es sino una pequeña agregación á los
cuenta de la forma de los objetos de que el Libro conocimientos antes adquiridos, pero que sólo as-
de las madres le ha dado una noción precisa pero ciende, por ejemplo, de 1 á 2 y de 2 á 3. El resultado
no clara. Este libro debe conducir al niño, con res- de este procedimiento, atestiguado por la experien-
pecto á las formas de las cosas, á adquirir nocio- cia, es que, cuando los niños han comprendido per-
nes exactas de las relaciones que existen entre la fectamente los principios de una operación cual-
capacidad de esas formas y el cuadrado, y de este quiera de aritmética, se encuentran inmediatamente
modo, á descubrir en todo el círculo que abraza la en estado-de avanzar de este modo, sin auxilio nin-
enseñanza de este ramo una serie de medios para guno ulterior, y de proseguir hasta donde los con-
pasar de las intuiciones oscuras á las nociones cla- duzca la serie misma, según su naturaleza.
ras. Con respecto á mi método,"es de notar sobre todo
En cuanto al segundo medio elemental de nues- que él conduce á hacer tan claros á los niños los
tros conocimientos, el número, empleo el mismo pro- principios fundamentales de un ramo cualquiera
cedimiento para él. Después que he ensayado en el de modo que, en cada grado de su aprendizaje, de-
Libro de las madres á hacer adquirir al niño, en su ben ellos apropiarse hasta la perfección lo que sa-
más temprana edad, unji noción clara de los diez ben, y de manera que, siempre que ellos han hecho
primeros números fundamentales, trato de hacerle algún progreso, pueden ser también considerados co-
conocer, por la agregación sucesiva de una unidad mo maestros de sus hermanos y hermanas menores.
á otra unidad, esas expresiones gsnerales del aumen- En lo que concierne á la simplificación y aclara-
to y de la diminución, es decir, la naturaleza del ción en la enseñanza de la aritmética, el punto más
dos, luego la del tres, etc. Así hago que los niños esencial de mi método es el siguiente: yo no doy so-
comiencen por adquirir primeramente una intuición lamente al niño por medios intuitivos la concien-
la más clara y perfecta posible de los primeros ele- cia indeleble del valor real intrínseco de todas las
relaciones de los números, sino también asocio en da que la naturaleza ha hecho seguir al género hu-
su espíritu la conciencia de la verdad intuitiva con mano. Y aquí también ha partido ella incontesta-
la conciencia de la verdad matemática; además, yo blemente de la intuición. El sonido más simple por
he elevado el cuadrado á un medio común del arte medio del cual procuraba el hombre expresar la
de la intuición y del arte del cálculo. impresión producida en él por un objeto, era ya una
El tercer medio elemental de nuestros conocimien- especie de expresión de la intuición. El lenguaje de
tos, el lenguaje, es susceptible de la amplificación los hombres largo tiempo no fué otra cosa que la
más grande con respecto á la aplicación de mis prin- facultad fonética unida á la mímica, que imitaba
cipios. los sonidos de la naturaleza viva ó inaminada. De
Si por una parte el conocimiento de la forma y la mímica y la facultad fonética pasó el lenguaje á
los jeroglíficos y á las palabras aisladas. Durante
del número debe preceder al conocimiento del len-
mucho tiempo se limitó á dar á los objetos particu-
guaje, y este último debe derivarse, en parte, de los
lares nombres particulares. Este estado del lengua-
dos primeros, en cambio el progreso en el arte del
je está expresado de una manera elevada en el Pri-
lenguaje es más rápido que en el arte de la intui-
mer Libro de Moisés, cap. II, v. 19 y 20. "El Se-
ción y en el arte del cálculo. Las impresiones in-
ñor hizo venir á la presencia de Adán todos los ani-
tuitivas de la forma y del número preceden preci-
males de la tierra y todas las aves del cielo, para
samente á la aparición de la facultad de las pa-
que los viese y los nombrase''' (1). Y Adán dió á ca-
labras; por el contrario, el arte de la intuición y da animal su nombre.
el arte del cálculo siguen al arte del lenguaje.
El gran carácter que marca la originalidad y la su- Desde este punto el lenguaje continuó desenvol-
perioridad de nuestra naturaleza, el lenguaje, prin- viéndose poco á poco. El señaló primeramente los
cipia á desarrollarse por la facultad fonética, ó fa- caracteres diferenciales más resaltantes de los ob-
cultad de emitir los sonidos; después el sonido, por jetos, y los denominó. En seguida llegó á la desig-
una perfección progresiva, se trasforma en palabras nación de las particularidades, y con éstas, á las de-
definidas y las palabras definidas forman paulati- nominaciones de los actos y de las facultades de las
namente el lenguaje. La naturaleza ha necesitado cosas. Mucho más tarde se desarrolló el arte de dar
miles de años para dar á nuestra especie un lengua- á una misma palabra varios significados, de desig-
je completó, y nosotros aprendemos hoy en algunos nar la unidad, la pluralidad, la magnitud de su ca-
meses este arte maravilloso para cuyo desarrollo pacidad, la grandeza y la pequefiez con respecto á
la naturaleza ha empleado varios siglos. Por tan- la forma y al número de los objetos; y de expresar
to, nosotros debemos, no podemos hacer otra cosa, en fin, con exactitud y precisión, por medio de mo-
para obtener ese resultado, que seguir la misma sen- dificaciones en la estructura y en la composición
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de la misma palabra, todos los cambios y todos los ..gramática, á las modificaciones y combinaciones
modos de ser de un objeto, que producen en él las di- gramaticales de las palabras; pero también debe ella,
ferencias de tiempo y de lugar. en esa graduación, avanzar lenta y progresivamen-
En todas esas épocas ha sido el lenguaje para el te siguiendo la marcha que le indica la naturaleza
hombre un medio artificial no solamente para re- en el desarrollo de los pueblos con respecto al len-
presentarse exactamente el esclarecimiento real y guaje.
progresivo de las intuiciones de toda especie, sino Empero, ahora se presenta esta cuestión: ¿Cóiro
también para hacer inolvidables las impresiones re- he seguido en la fonología, la lexilogía ú onomato-
cibidas. logia y la grámatica la marcha natural corres-
La enseñanza del lenguaje, según su naturaleza, pondiente á los tres períodos en que la naturaleza
no es pues otra cosa que un conjunto de adquisicio- y la experiencia han dividido el desarrollo de la
nes psicológicas para expresar las impresiones (sen- facultad del lenguaje? ¿cómo he puesto de acuerdo
saciones é ideas) y para hacerlas durables y trasmi- las formas de mis medios de enseñanza en esos tres
sibles con todas sus modificaciones, ligando á pala- grados con los tres períodos mencionados? Yo he
bras esas impresiones que de lo contrario serían fu- dado á la fonología la extensión más grande de que
gitivas é incomunicables. Mas, en virtud de la ella es susceptible, conservando y designando las
identidad eterna de la naturaleza humana, sólo se vocales como las verdaderas raíces de todos los so-
puede obtener ese resultado poniendo de acuerdo la nidos y colocando sucesivamente cada una de las
enseñanza del lenguaje con la marcha primordial consonantes ya antes, ya después de las vocales. Así
que sigue la naturaleza misma para hacer de la fa- he hecho posible el hacer adquirir al niño en la cu-
cultad de la palabra un arte y para elevarla á la na el conocimiento durable de esos sonidos de que
altura y á la potencia en que lo poseemos en la ac- se compone el lenguaje, y de sus series; he hecho
tualidad. Es decir, que toda enseñanza del lenguaje aún lo posible en esa enseñanza para hacer prece-
debe partir de la intuición; ella debe hacer super- der una intuición interna á la intuición exterior
flua la mímica, por medio del arte de la intuición que pone á la vista del niño los signos arbitrarios
y la ciencia de los números; ella debe sustituir la que representan los sonidos, puesto que yo he ase-
imitación de los sonidos de la naturaleza viva é gurado en esto á la impresión auditiva la prioridad
inanimada por series de sonidos convencionales; sobre la impresión visual, imitando á este respecto
en seguida, debe pasar gradualmente de la fonolo- la manera de proceder de la naturaleza. Yo he fa-
gía, ó más bién del ejercicio general del órgano de cilitado además el estudio de este ramo, disponiendo
la voz en todos los sonidos humanos posibles, á la en mi libro las series de sonidos de suerte que cada
onomatologia, á la nomenclatura, y de ésta á la sonido siguiente guarda con el precedente la seme-
janza más grande y sólo se diferencia casi siempre
lados son innumerables en la naturaleza, mas sus
de ól por la agregación de una sola letra. Así, des-
diferencias esenciales no lo son; también los obje-
pués de haber obtenido el aprendizaje perfecto del
tos mismos, cuando están ordenados según esas di-
deletreo, paso al estudio de la lexilogía, á la no- ferencias, se hacen fácilmente accesibles á la inte-
menclatura. Yo presento al niño las palabras en ligencia del niño.
el primer libro de lectura, en el diccionario, y aun
Precisamente á esos principios subordino pues el
aquí he recurrido á series que, aproximando lo más
estudio del lenguaje propiamente dicho. Mi gramá-
posible las formas análogas, hacen del paso á la
tica no es otra cosa que una serie de medios destina-
lectura el juego más fácil y más sencillo; pues re-
dos á conducir al niño de las intuiciones oscuras á
laciono una palabra con otra agregando constante-
las nociones claras. Yo hago desempeñar á la es-
mente algunas letras nuevas á las letras aprendi-
critura misma un papel en el estudio del lenguaje,
das anteriormente, cuando ellas han sido grabadas
y he procurado hacer concurrir al mismo objeto á
profundamente en la memoria y pronunciadas co-
todos los medios en general que me han sugerido
rrectamente. Al mismo tiempo el Libro de las Me- la naturaleza y la experiencia para obtener el escla-
dres¡, por las intuiciones de toda especie que forman recimiento de las ideas. Los experimentos empíri-
el fondo de él, enseña al niño á hablar y le escla- cos que he establecido á este respecto me han de-
rece el sentido de las palabras que él tiene que pro- mostrado sobre todo que nuestra enseñanza monás-
nunciar. tica, descuidando toda psicología, no solamente nos
El círculo inconmensurable de los conocimientos aleja de ese objeto en cada uno de los ramos de es-
intuitivos de que la naturaleza da conociencia al tudio, sino que aun obra en cierto modo para robar-
niño, desde la más tierna edad, está dispuesto y con- nos los medios que la naturaleza, aun cuando ella
centrado en ese libro, siguiendo un orden psicoló- carece del auxilio del arte, nos ofrece para esclare-
gico. La gran ley de la naturaleza en virtud de la cer nuestros conocimientos y para hacer imposible,
por su acción perniciosa sobre nuestra inteligencia,
cual lo próximo se graba más profundamente en el
el empleo de esos medios.
alma del niño que lo lejano, se asocia con este prin-
cipio tan importante para la instrucción: hacer de Amigo, sobrepuja toda creencia el grado de ano-
modo que la esencia de las cosas ejerza en los ni- nadamiento á que han descendido todas las fuerzas
ños una impresión mucho más fuerte que el estado positivas de nuestro continente por esa enseñanza
variable de ellas. Ese libro, por la concentración monástica, por su dirección anti-natural y por la
y el orden psicológico de los asuntos, permite al ci- miseria de sus estudios aislados y mendosos. Es im-
ño abrazar fácilmente el inmenso dominio del len- posible creer hasta qué punto los medios naturales
guaje y de las nociones intuitivas. Los objetos ais- para elevarnos por la intuición á los conocimientos
exactos, hasta qué grado todos los atractivos capa- el enemigo que se debe primeramente matar y en-
ces de estimular nuestros esfuerzos en ese sentido terrar antes de que sea posible hacer volver á nues-
han desaparecido de nuestra sociedad, porque esos tra especie á la verdad y á la vida por la instruc-
mendrugos de enseñanza nos han cegado con el he- ción y el lenguaje. Sin duda son duras estas pala-
chizo de un lenguaje que nosotros hablamos sin te- bras, y yo mismo estoy á punto de preguntarme:
ner la menor noción intuitiva de las ideas que deja- ¿Quién querrá oirías?—Mas las experiencias en que
mos pasar por nuestra boca. Yo lo digo una vez aun: me apoyo para hablar así, me han conducido á re-
el enjambre de nuestras escuelas públicas no sola- chazar resueltamente todas las medidas á medias y
mente no nos da nada sino, por el contrario, él apa- Á dejar rigurosamente á un lado en la enseñanza ele-
ga aún en nosotros lo que la humanidad tiene en to- mental todos los libros que contengan una sola lí-
das partes, aun sin escuelas, y que el salvaje posee nea que presupongan que el niño sabe hablar antes
en un grado del cual no nos formamos ninguna idea. que él haya aprendido á hablar. Y como todos los
Esta es una verdad que no se puede aplicar á nin- libros de enseñanza que están escritos en la forma
gún continente mejor que á nuestra parte del mun- usual y acabada de la lengua se encuentran en ese
do, á ninguna época más bien que á la nuestra. Un caso, si tuviese yo alguna influencia, me mostraría
hombre á quien la enseñanza monástica ha dado en verdad completamente desapiadado para con las
esa instrucción de palabras, que no es más que una bibliotecas escolares ó por lo menos para con los li-
mistificación, es tan insensible á la verdad como un bros elementales que se destinan á la primera in-
salvaje; ningún ser humano es menos apto para se- fancia (2).
guir la dirección de la naturaleza y para sacar par-
Seriamente, mi querido amigo, en el primer perío-
tido de los recursos que ella nos ofrece para el es-
do de la formación de los pueblos desde el punto de
clarecimiento de nuestros conocimientos. Mis expe-
vista del lenguaje, la naturaleza no desconocía ab-
riencias me han conducido ú esta reflexión que es
solutamente las múltiples é ingeniosas construccio-
hoy para mí una convicción: la enseñanza pública,,
nes de las lenguas completas. Pues bien, el niño
en general, en las escuelas de Europa es un carro
comprende esas construcciones tan poco como el
que no solamente debe ser tirado mejor sino que es
bárbaro. Como éste, sólo poco á poco y á fuerza de
necesario volver y conducir por una vía enteramen-
ejercitarse en el uso de las construcciones simples,
te nueva. Por la experiencia me he convencido de
llega él á obtener la capacidad de comprender las
que la causa fundamental de los errores de nuestra
construcciones complicadas. Por esta causa, mis
enseñanza se encuentra en la corrupción de nuestra
ejercicios siguen desde el principio un camino que
lengua, en la importancia exclusiva atribuida á las
consiste en investigar los elementos del lenguaje, ha-
palabras por los hombres de nuestra época. Este es.
ciendo abstracción completa de todo saber y de to-
do conocimiento, los que sólo pueden ser obtenidos más bien que las sople á sus oídos como los consue-
por el mismo lenguaje poseído completamente. Para tas en el teatro, decaerá necesaria y miserablemente,
apropiarse en seguida los primores de la lengua en mientras siga esa senda, á la clase de un método
su desarrollo actual, debe el niño seguir la misma propio para enseñar comediantes. En efecto, cuando
progresión que la naturaleza ha observado para con- se dejan dormir las facultades fundamentales del es-
ducir á la especie humana á ese resultado. píritu humano y cuando en esas facultades adormi-
¿Caro amigo, me desconocerán los hombres tam- das se injertan palabras, se forman entonces visio-
bién aquí?—¿Serán también aquí pocos los que de- narios cuyos sueños son tanto más quiméricos cuan-
seen conmigo que yo logre poner un freno y una ba- to más hinchadas y presuntuosas sou las palabras
rrera á esa confianza sin límites en las palabras va- injertadas en su pobre inteligencia adormida. Los
cías de sentido que quitan á nuestros contemporá- alumnos formados así, en verdad, están bien lejos
neos toda virilidad; que yo logre hacer perder su de soñar que ellos duermen y que ellos sueñan; pero
preponderancia al sonido y á la palabra en las con- todas las personas despiertas que los rodean se dan
cepciones de los hombres, y restituir en la enseñan- cuenta cabal de sus pretensiones, y si ellas son pers-
za á la intuición la superioridad que le pertenece picaces, los tienen por sonámbulos.
tan manifiestamente sobre los sonidos y las palabras? La marcha que la naturaleza sigue en la evolución
Sí, amigo, yo lo sé, durante mucho tiempo habrá de nuestra especie es invariable. No hay ni pueden
pocos, muy pocos hombres como yo. E l charlatanis- haber dos buenos métodos de enseñanza; no existe
mo creciente de nuestra época está demasiado ínti- más que uno bueno, y ése es el que se funda comple-
mamente unido al ganapán y al apego á las costum- tamente en las leyes eternas de la naturaleza. Pero
bres en decenas y centenas de mil de individuos, pa- existe una infinidad de malos, y cada uno de éstos es
ra que no deje de trascurrir mucho, muchísimo tanto más malo cuanto más se aleja de las leyes de
tiempo antes que nuestros contemporáneos acepten la naturaleza; y, por el contrario, tanto menos cuan-
con amor y de todo corazón verdades que están en to más se aproxima á la observancia de ellas. Yo sé
completa oposición con sus sensaciones embotadas. muy bien que el único método bueno no está ni en
Empero, yo prosigo mi camino y digo todavía una mi posesión ni en la de ningún otro hombre; pero yo
vez: toda enseñanza científica que es dictada, expli- hago todos los esfuerzos que están en mi mano para
cada y analizada por los hombres que no han apren- aproximarme á ese único método bueno y verda-
dido á hablar y á pensar conforme d las leyes de la dero.
naturaleza; toda enseñanza científica que, semejan- En cuanto á los otros métodos, no tengo más que
te á un Deusex machina, haga entrar como pof en- una sola y única regla para juzgarlos: por sus obras
canto sus definiciones en la inteligencia del niño, ó los conoceréis. Virilidad y sentido común, virilidad
especie de definiciones puede encerrar para el niño
é ingenio, tales son los resultados que exijo de todo
verdades reales.
método, tales son para mí las únicas garantías de su
Es evidente que la enseñanza debe ocuparse en
valor propio. Pero, cuando el alumno lleva en la
esclarecer los conocimientos del niño sin preocupar-
frente la marca indeleble que imprime la cohibición
se de la época en que se puede admitir que él es ca-
general de las facultades naturales y la falta de vi-
paz de comprender el resultado de ese esclareci-
rilidad é ingenio, yo condeno el método cualesquie- miento, es decir, la misma noción clara, ó más bien
ra que sean las ventajas que, por otra parte, presen- la exposición verbal de esa noción.
te. No pretendo negar que un método de este género Para llegar á hacer adquirir nociones claras á
pueda formar buenos sastres, zapateros, comercian- los niños, se debe disponer primeramente en un or-
tes y soldados; pero yo niego que él pueda formar un den apropiado á su inteligencia las aclaraciones
mercader ó un soldado que sea un hombre en el sen- que se les hacen de todos los objetos que se propone
tido elevado de la palabra. ¡Ojalá que los hombres, hacerles comprender claramente. Mas este orden
en fin, se den cuenta seriamente de que el objeto eter- está fundado á su vez en el conjunto de todos los
no de toda instrucción no es ni puede ser otra cosa medios de educación que permiten á los niños ex-
que el desarrollo de las aptitudes y la adquisición presarse con precisión sobre la naturaleza de las
de nociones claras! Y, partiendo de este punto de cosas y particularmente sobre ,1a medida, el núme-
vista, ojalá que á cada paso que den en el camino ro y la forma de cada objeto. Por ninguna otra
de la instrucción se pregunten: ¿Conduce este paso senda que ésta puede el niño ser conducido á las
realmente al objeto? definiciones que le dan ideas de las cosas por defi-
Vuelvo á considerar otra vez aquel de los objetos nir. En efecto, las definiciones no son otra cosa
de la instrucción que examino en este momento. que la expresión más simple y más pura de las no-
ciones claras; pero ellas no contienen para el niño
Nociones claras son para el niño solamente aque-
la verdad real sino en cuanto él tiene una concien-
llas para cuya claridad su experiencia no puede su-
cia plena y completa de la base material de esas
ministrarle nada más. Este principio decide, pri-
nociones. Si él no ha observado á la clara luz de
meramente, sobre el orden que ha de seguirse en el
la intuición más exacta y más precisa el objeto ma-
desarrollo sucesivo de las facultades y de las apti-
terial que se le define, aprende sólo á jugar con las
tudes que deben servir para preparar poco á poco
palabras que saca del bolsillo, á engañarse á sí mis-
la vía de la elucidación de los conocimientos; en se- mo y á creer ciegamente en los sonidos cuyo ruido
gundo lugar, sobre la sucesión de las cosas por las no le traerá ninguna idea y no despertará en su es-
cuales se debe comenzar con los niños y continuar píritu ningún otro pensamiento que el de que acaba
después progresivamente los ejercicios de definicio- de proferir un sonido.
nes, y por último, sobre el momento en que cada
GERTRUDIS.—P. 15.
contrario, no es perfectamente clara para mí, yo no
HINC ILLAE LACRIMAE (3). puedo decir con exactitud cómo está ella constitui-
da, ni mucho menos decir lo que es; yo ni aun pue-
En tiempo de lluvias crecen rápidamente los hon- do describirla, mucho menos definirla. Si un ter-
gos en los montones de estiércol. De igual modo cero me pone en la boca las palabras por las cuales
las definiciones no intuitivas hacen nacer con la otro, para quien la cosa era clara, la ha explicado
misma rapidez una ciencia semejante á la seta; pe- á las personas que están á su altura, no por eso ha
ro que muere muy pronto á la luz del sol, y para llegado ella á ser clara para mí. Ella es y perma-
la cual el sereno del cielo es un tósigo. La vana nece clara para la otra persona y no lo será para
pompa de palabras de que se compone esta especie mí, pues como palabras de otra persona no pueden
de ciencia sin fundamentos, engendra hombres que ser para mí lo que son para ella: la expresión exac-
se imaginan haber alcanzado el fin en todos los ra- ta de la claridad perfecta de una concepción.
mos del saber, porque ellos pasan su vida disertan-
Así el objeto de la enseñanza es dar al hombre
do sobre ese fin; pero ellos no se ocupan jamás en
nociones claras; y las definiciones son el último me-
correr tras él, porque ellos no han encontrado jamás
dio de que ella se vale para alcanzar ese objeto.
en su vida en la intuición ese encanto y ese atrac-
Mas para alcanzarlo por un método psicológico y
tivo que son indispensables para arrastrar á los
conforme á las leyes del mecanismo físico, es abso-
hombres á hacer el menor esfuerzo. Nuestra época
lutamente necesario que las definiciones sean prece-
está llena de gentes de esa calaña. La enfermedad
didas de una serie continua y completa de descrip-
de nuestra generación consiste en una sabiduría que
ciones del mundo exterior, pasando gradualmente
conduce á la ciencia por forma, como se conduci-
de la intuición de cada objeto á su denominación,,
rían paralíticos á las carreras: la primera condición
de su denominación á la determinación de sus pro-
para que ellos pudiesen concurrir alguna vez sería
piedades, determinación que permite describirlo, pa-
recobrar primeramente el uso de los pies. Antes de
ra llegar en fin á precisarlo, esto es, á definirlo. E l
definir, se debe esencialmente saber primero descri-
primer eslabón de esa cadena de medios de alcan-
bir. Si una cosa es completamente clara para mí,,
zar las nociones claras es, pues, evidentemente una
no se sigue de ello que yo pueda definirla-, pero yo
sabia dirección en la intuición; y es no menos evi-
puedo muy bien describirla, es decir, yo puedo de-
dente que el último grado de madurez en la instruc-
cir con precisión cómo ella está constituida, pero
ción, es decir, la lucidez de todos los conocimientos,
no lo que ella es; yo conozco solamente el objeto,,
depende esencialmente del vigor perfecto del primer
el individuo, mas yo no puedo designar el género
germen.
ni la especie á que él pertenece. Si la cosa, por el
Cuando, en el vasto dominio en que la naturaleza
ejerce su acción universal, una sustancia cualquie- esa marcha, la naturaleza no se ocupa en contentar
ra es imperfecta en su germen, la naturaleza ha á los individuos de nuestra especie, ella no Expresa
perdido el poder de darle por medio de una madu- la verdad que debe dar satisfacción á sus intereses.
rez completa su entera perfección. Todo objeto Consagrada al conjunto de los seres, aparece ella in-
que no es perfecto en su germen no medrará en su diferente para cada creatura aislada y sobre todo
crecimiento, es decir, en el desarrollo exterior de para el hombre, cuya independencia no quiere ella
sus partes. Esto es tan cierto en las producciones entrabar con ninguna especie de tutela.
de tu espíritu, como en las producciones de las ta- En este sentido, y en ningún otro, se debe enten-
blas de la huerta; es tan cierto en el resultado de der la diferencia y la ceguedad de que se le acusa
cada una de nuestras percepciones intuitivas, como y la obligación que ella nos impone de arrancar de
en la disposición especial de una cabeza de repollo sus manos la educación de la especie humana. Mas
llegado á la madurez. en este sentido es igualmente la verdad misma, y
El medio principal para evitar en la educación una verdad capital para la humanidad. Si se aban-
de los hombres el error, las lagunas y la superfi- dona la tierra á la naturaleza, no producirá más
cialidad consiste, pues, principalmente en el cuida- que malezas y cardos; si le dejáis la educación de
do de ofrecer á los sentidos del niSo desde la prime- los hombres, ella no los conducirá más que á una
ra intuición las impresiones originales más preci- intuición confusa, la cual no está dispuesta ni para
sas, más exactas y más amplias posibles sobre los nuestra inteligencia ni para la de los niños y que
objetos más esenciales que debemos conocer. Des- no es la que necesita la enseñanza elemental. Por
de la cuna se debe comenzar á sustraer la dirección esto no es al bosque ni al prado adonde se debe de-
de la existencia humana á los juegos ciegos de la j a r ir al niño para que aprenda á conocer los árbo-
naturaleza, para confiarla en manos de esa fuerza les ó las plantas; ni los árboles ni las plantas se en-
mejor que las observaciones de miles de años sobre cuentran allí clasificados en series que son las más
la naturaleza de sus leyes eternas nos han enseñado propias para darle la noción intuitiva del carácter
á abstraer. de cada especie, y de prepararlo, por la primera im-
Se debe establecer una distinción esencial entre presión que recibe del individuo, al conocimiento
las leyes de la naturaleza y su marcha, es decir, de la clase. Para conducir á nuestros niños por el
sus operaciones aisladas y las manifestaciones de camino más corto hacia el objeto de la enseñanza,
éstas. En lo que concierne á esas leyes, la natura- esto es, á la adquisición de nocionos claras, debe-
leza es verdad eterna, y para nosotros, regla eterna mos tener gran cuidado de ponerle primeramente á
de toda verdad; pero en cuanto á la marcha de las la vista, en cada orden de conocimientos, los obje-
cosas y al modo particular de cómo se manifiesta tos que llevan en sí, visibles y notableá, los carac-
teres distintivos de la clase á que pertenecen; ellos do por esta senda, desde la cuna, asciende cada día
son, por esto, esencialmente propios para mostrarles de verdad á verdad. Todo lo que existe, ó por lo
los caracteres esenciales de la clase, en oposición á menos todo lo que entra en la esfera de observa-
sus .caracteres accidentales. Mas si no se hace ésto, ción en que él vive, se encadena con limpieza é in-
exponemos á nuestros niños á confundir á primera tegridad á su fuerza intelectual, y hasta ese punto
vista las cualidades variables con las cualidades no hay ningún error en el fondo de sus apreciacio-
permanentes, y de este modo á retardarse, por lo me- nes. Las primeras causas de ilusión, las que él en-
nos, en el conocimiento de la verdad y á no tomar cuentra en su manera de ver y las que encuentra
en cada ramo el camino más corto para pasar de las en sí mismo, han sido pues obviadas. No se ha des-
intuiciones oscuras á las nociones claras. arrollado en su espíritu, por un sistema artificial
Hé aquí, por el contrario, un modo de enseñanza y conforme á las reglas de la escuela, la menor ten-
en que se ha evitado ese error. Las series sucesivas dencia á un error cualquiera, y el nihil admirari,
en las cuales todas las materias de los ramos de en- que hasta ahora pasaba casi por ser el privilegio
señanza son presentadas al niño se encuentran, des- de la decrepitud, llega á ser por este método la par-
de el principio, ordenadas de tal suerte que la im- te, el lote de la inocencia y de la juventud. Una
presión producida por la naturaleza misma del ob- vez llegado allí, y si él aun posee aptitudes huma-
jeto lo eleva, desde las primeras intuiciones, sobre la nas, el niño alcanzará forzosamente el objeto final
impresión producida por sus cualidades. Desde ese de la instrucción: la adquisición de nociones claras
momento, por esa primera impresión, aprende el ni- —las cuales nos conducen á la aseveración de que
ño á subordinar los accidentes de las cosas á la sus- nosotros no sabemos nada, ó á la de que lo sabemos
tancia; desde entonces marcha él incontestablemente todo, lo que es indiferente. P a r a alcanzar ese obje-
por el terreno sólido en que cada día se desarrolla- to elevado, para organizar y constituir sólidamen-
rá su aptitud para enlazar de la manera más sim- te los medios para llegar á él y especialmente para
ple todas las condiciones accidentales de las cosas dar con la amplitud y la precisión indispensables
á la conciencia profunda que él poseerá de su cons- las primeras impresiones intuitivas de los objetos;
titución íntima y real, y para leer así en la natura- para levantar sobre ese fundamanto series conti-
leza entera como en un libro abierto. De igual mo- nuas de medios de estudio, evitando constantemente
do que un niño abandonado á sí mismo extiende la el error, estableciendo umversalmente la verdad,
vista sobre el mundo sin comprenderlo y, engañado yo he tenido siempre á la vista, principalmente en
por los fragmentos de conocimientos que él ha encon- el Libro de las madres, las condiciones de toda es-
trado á ciegas, cae diariamente de error en error, asi- pecie que exige la adquisición de ese objeto. Y ami-
mismo, por el contrario, un niño á quien se ha guia- go, yo lo he conseguido; he llegado á fortificar,
218 219
por ese libro, nuestra facultad natural para ins- traer la intuición misma á la indecisión de nuestros
truirnos por medio de los sentidos, á tal punto que sentidos físicos y de convertirla en la obra de la fa-
yo veo en el porvenir á los niños que habrían sido cultad más elevada de nuestro ser, la obra de la in-
educados según esta obra, dejar á un lado el libro teligencia. El arte perfeccionado, sirviendo de auxi-
en general y buscar en la naturaleza y todo lo que lio á la naturaleza, puede agregar á la facultad de in-
los rodea una guía mejor para conducirlos á mi ob- tuición tan viva del salvaje no solamente el ejercicio
jeto que la que yo les habría dado. mecánico de nuestros órganos materiales sino también
Amigo, el libro no existe todavía y yo lo veo ya la potencia de nuestra razón; él puede asociará esta
desaparecer por su propia acción (4). viva intuición, restituida á los hombres, el estudio
más elevado para la humanidad, al estudio de la ver-
dad absolutamente indudable.
Querido amigo, si mi vida tiene algún mérito, es
el de haber hecho del cuadrado la base de una ense-
ñanza intuitiva que el pueblo nunca había recibido.
CARTA IX.
Por este medio he dado al fundamento de nuestros
conocimientos una serie de medios de estudio que
hasta ahora pertenecían á los medios de enseñanza
QUERIDO amigo, las palabras con que terminé mi subordinados á la intuición, el lenguaje y el nú-
última carta tienen un grande alcance. Yo vuel- mero, pero que faltaban á la intuición misma. Por
vo á insistir hoy sobre este punto: el método que he ese medio yo he restablecido la armonía entre la in-
descrito hasta aquí para alcanzar el objeto de la en- tuición y el juicio, entre el mecanismo físico y la
señanza, no es en suma sino un refinamiento de los marcha puramente intelectual, y poniendo fin por
medios materiales empleados por la naturaleza pa- este método al confuso caos de la multitud de ver-
ra llegar al resultado que me he propuesto obtener. dades particulares, he reconducido la enseñanza á la
Mas existe todavía un medio superior para llegar á verdad.
él, es un complemento elevado de la marcha sensi- Amigo, yo no me imaginaba, por cierto, el alcan-
ble refinada de la naturaleza; es posible obtener el ce de mis palabras cuando escribí más de veinte
mismo resultado por un procedimiento puramente años ha el siguiente pasaje en el prólogo de Leonar-
intelectual,[por el solo cultivo de la inteligencia. do y Gertrudis: "Yo no tomo parte ninguna en las
La naturaleza humana es capaz de trasformar todo "discusiones de los hombres sobre sus opiniones; pe-
lo que hay de vago en nuestra intuición y de elevar- "ro lo que puede hacerlos piadosos, buenos, leales
lo á la realidad más precisa; ella es capaz de sus- " y probos; lo que puede hacer entrar en sus corazo-
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por ese libro, nuestra facultad natural para ins- traer la intuición misma á la indecisión de nuestros
truirnos por medio de los sentidos, á tal punto que sentidos físicos y de convertirla en la obra de la fa-
yo veo en el porvenir á los niños que habrían sido cultad más elevada de nuestro ser, la obra de la in-
educados según esta obra, dejar á un lado el libro teligencia. El arte perfeccionado, sirviendo de auxi-
en general y buscar en la naturaleza y todo lo que lio á la naturaleza, puede agregar á la facultad de in-
los rodea una guía mejor para conducirlos á mi ob- tuición tan viva del salvaje no solamente el ejercicio
jeto que la que yo les habría dado. mecánico de nuestros órganos materiales sino también
Amigo, el libro no existe todavía y yo lo veo ya la potencia de nuestra razón; él puede asociará esta
desaparecer por su propia acción (4). viva intuición, restituida á los hombres, el estudio
más elevado para la humanidad, al estudio de la ver-
dad absolutamente indudable.
Querido amigo, si mi vida tiene algún mérito, es
el de haber hecho del cuadrado la base de una ense-
ñanza intuitiva que el pueblo nunca había recibido.
CARTA IX.
Por este medio he dado al fundamento de nuestros
conocimientos una serie de medios de estudio que
hasta ahora pertenecían á los medios de enseñanza
QUERIDO amigo, las palabras con que terminé mi subordinados á la intuición, el lenguaje y el nú-
última carta tienen un grande alcance. Yo vuel- mero, pero que faltaban á la intuición misma. Por
vo á insistir hoy sobre este punto: el método que he ese medio yo he restablecido la armonía entre la in-
descrito hasta aquí para alcanzar el objeto de la en- tuición y el juicio, entre el mecanismo físico y la
señanza, no es en suma sino un refinamiento de los marcha puramente intelectual, y poniendo fin por
medios materiales empleados por la naturaleza pa- este método al confuso caos de la multitud de ver-
ra llegar al resultado que me he propuesto obtener. dades particulares, he reconducido la enseñanza á la
Mas existe todavía un medio superior para llegar á verdad.
él, es un complemento elevado de la marcha sensi- Amigo, yo no me imaginaba, por cierto, el alcan-
ble refinada de la naturaleza; es posible obtener el ce de mis palabras cuando escribí más de veinte
mismo resultado por un procedimiento puramente años ha el siguiente pasaje en el prólogo de Leonar-
intelectual,[por el solo cultivo de la inteligencia. do y Gertrudis: "Yo no tomo parte ninguna en las
La naturaleza humana es capaz de trasformar todo "discusiones de los hombres sobre sus opiniones; pe-
lo que hay de vago en nuestra intuición y de elevar- "ro lo que puede hacerlos piadosos, buenos, leales
lo á la realidad más precisa; ella es capaz de sus- " y probos; lo que puede hacer entrar en sus corazo-
"nes el amor á Dios y al prójimo, y en sus casas la za de mis principios que de establecer un paralelo
"dicha y la bendición, todo esto, pienso, está fuera entre la acción extremamente restringida de mi per-
•»„
t'-ilii "de controversia y nos ha sido depositado para to- sonalidad que declina y los resultados que el géne-
m
ados nosotros en nuestros corazones" (1). ro humano puede y debe sacar del desarrollo com-
Hoy mi método ha hecho, en cierto modo, de este pleto de esos principios. Por otra parte, yo mismo
Ml' pasaje una realidad en la que yo no podía pensar no conozco esos resultados y cada día siento más
• ! en esa época. Hoy día es incontrovertible que yo hasta qué grado me son desconocidos.
puedo decir de él: yo no tomo en él ninguna parte
lip'
fc-'iTila en las polémicas de los hombres; yo no enseño por
Lo que hay de teórico y crítico en toda mi expo-
sición no es absolutamente más que el fruto de una
él ni una verdad ni un error; él no extiende su do- experiencia restringida y excesivamente penosa y ,
minio ni un paso más allá de lo que es indispensa- debo decirlo, de una rara felicidad. Yo no debo y
ble; él no toca de ningún modo una opinión cual- no quiero callarlo: si el hombre á quien las perso-
quiera que sea controvertida; él no es la enseñanza nas capaces, ó por lo menos las consideradas como
de verdades, sino la enseñanza de la verdad; el reú- tales, habían declarado unánimemente incapaz de
ne el carácter de la necesidad física que yo procuro hacer cualquiera cosa, hasta en los umbrales de la
imprimir al mecanismo de la educación con la cer- vejez; si ese hombre, desde largo tiempo presa ya de
tidumbre perfecta dada por el juicio (2). la desgracia y del aburrimiento, no hubiese podido,
Amigo, yo no abrigo en mi alma ninguna preten- -en fin, llegar á ser maestro de escuela; si Bcss, KRÜ-
sión. Yo no he querido durante toda mi vida y no S I y T Ó B L E R no hubiesen venido en mi auxilio con
quiero hoy otra cosa que el bien de ese pueblo á un vigor que no me habría atrevido jamás á esperar
quien amo, cuya miseria siento como pocos la sien- y no hubiesen suplido mi inaptitud indecible en to-
ten, puesto que yo he soportado con él sus males co- do lo que requiere arte y habilidad,—mis teorías so-
mo pocos los han sufrido. Cuando yo digo que exis- bre la enseñanza, semejantes á las llamas de un vol-
te un mecanismo cuyos resultados tienen el carác- cán en actividad que no pueden llegar á la erup-
ter de una necesidad material, no digo por eso que ción, se habrían apagado en mi propio pecho; yo ha-
I' •
yo he desarrollado en toda su amplitud las leyes de bría bajado á la tumba llevando la reputación de
Itf
ese mecanismo; y cuando digo que hay en la ense- un loco, de un visionario, á quien no se debe conce-
ñanza una marcha puramente intelectual que se- der ni la menor circunstancia atenuante, desconoci-
guir, yo no digo por eso que he presentado en toda do por los hombres de bien y despreciado por los
su elevada perfección las leyes de esa marcha. En malvados; mi único mérito, mi voluntad, mi volun-
la exposición que he hecho de mi obra, he tratado tad inflexible, que nada ha podido quebrantar, de
siempre mucho más de poner de manifiesto la certe- trabajar por el bien del pueblo, mis esfuerzos ince-
prácticas, las cuales no han sido desarrolladas en
santes, los sacrificios de toda mi vida, la muerte de mí desde la infancia, y en la desproporción extra-
mí mismo, habrían sido presa de las burlas de los ordinaria que existía entre la extensión de mi vo-
picaros, y yo no habría tenido ni un solo amigo que luntad y los límites de mis fuerzas; mas, cada año,
hubiese podido atreverse á hacer justicia á mi me- me hice más y más incapaz para todo lo que pare-
moria ultrajada; yo mismo no me habría hecho cía absolutamente indispensable para la realiza-
justicia, yo no lo habría podido, y habría des- ción de mis designios.
cendido al sepulcro indignado contra mí mismo y Mas ¿es falta mía, si el curso de una existencia
desesperado á la vez por la desgracia de ambos, la que no ha sido jamás, jamás, sino una existencia
del pueblo y la de los míos. Amigo, yo no habría pisoteada no me ha permitido desde mucho tiempo
conservado en ese desastre más que el triste valor seguir más, en ningún punto, la senda que seguiría
de acusarme por mi destino,— y yo me habría acu- un hombre cuyo corazón no ha sido desgarrado?
sado, no habría podido hacer otra cosa, yo habría, ¿Es culpa mía, si las señales de atención de los fe-
atribuido únicamente á mí solo la responsabilidad, lices, ó aun sólo de los que no son desgraciados,
de m i ruina; yo me habría formado entonces de m i desde largo tiempo se han borrado completamente
existencia una imagen espantosa: ella habría sido £ de mi alma como las huellas de una isla sumergi-
m i vista una sombra única y completa sin un solo- da en los abismos de la mar? ¿Es falta mía ¡ay! si
r a y o de luz que la templase. desde largo tiempo los hombres que me rodean no
¡Amigo, represéntate el estado de mi corazón, han visto nada en mí, ni en mi alrededor, nada más
mi desesperación, esa imagen de mi existencia y, en que un ser sangriento, pisoteado, arrojado á la calle
m i anonadamiento, el pensamiento, de que yo ha- y que no tiene el sentimiento de sí mismo, en el cual
bía destruido el objeto de mi vida! Y es la verdad, el objeto de su vida se asemejaba á una espiga ro-
yo lo habría destruido, en efecto, por mi culpa, y deada de espinas, abrojos y cañaverales, y que no
en mí mismo lo habría perdido realmente. Dios es germina sino lentamente, amenazada á cada mo-
quien me ha mostrado de nuevo ese objeto después mento por los peligros de la muerte y de la asfixia?
que yo lo había perdido efectivamente. Una y mil ¿Es falta mía, si el objeto de mi vida me parece hoy
veces he errado mi objeto en el momento mismo en semejante á una roca desnuda que se eleva en me-
que perecía que me habían puesto en las manos, co- dio de las aguas, lavada perpetuamente por las olas
mo á un niño, los medios para alcanzarlo. ¡Ay! yo que con su incesante vaivén han quitado hasta el
me he conducido largo tiempo como nadie se ha último vestigio de la tierra buena que antes la cu-
conducido, y largo tiempo me ha sucedido lo que bría?
á nadie le ha sucedido. No solamente he encontra- Sí, amigo, es culpa mía. Yo lo siento profunda-
do obstáculos en mi falta de habilidad y destreza
mente y doblo mi frente en el polvo, no por cierta bía visto desde largo tiempo la aproximación de mi
ante el juicio de los malvados que zumban al rede- caída. Ella me respondió á las palabras "¡qué im-
dor mío como un enjambre de abejas irritadas, pero porta!" que yo pronuncié en mi extravío: "¡Oh! Pes-
sí, delante de la imagen que yo me había hecho de "talozzi, cuando un hombre ha llegado á pronun-
mí mismo, delante del título de honor que habría c i a r esas palabras de desesperación, sólo Dios pue-
podido discernirme en mi conciencia, si hubiese sido "de ayudarlo entonces; él no puede ayudarse á sí
capaz de romper la eterna noche que ha pasado so- mismo."
bre mi vida, de elevarme sobre mi destino, sobre el Yo leí en sus ojos la tristeza y la inquietud cuan-
horror de esos días de desgracia en que, en verdad, do ella me dijo esas palabras de advertencia. Ami-
todo lo que engrandece y eleva á la naturaleza hu- go, si yo no tuviese más que reprocharme en el nau-
mana desaparecería en torno mío, en que todo lo fragio de lo mejor de mí mismo que esta falta: ha-
que la turba y envilece, todo caía sobre mí, sin tre- ber podido oir esas palabras y haber podido olvi-
gua ni misericordia, y se precipitaba con una vio- darlas,—yo sería más culpable que todos los hom-
lencia irresistible sobre mi débil corazón, que no bres que no han conocido esa virtud ni oído esas pa-
encontraba en mi cabeza ningún contrapeso á todas labras. ,
las emociones que lo destrozaban. A pesar de todo, Amigo, permíteme olvidar un momento mi obra
amigo mío, es culpa mía, y yo soy culpable de to- y mi designio, y abandonarme por completo al sen-
da mi desgracia. Yo habría podido, yo habría de- timiento de tristeza que me acomete cuando pienso
bido, y permítaseme decir, yo he querido, yo he de- que vivo aún y que ya no soy más el mismo. To-
seado elevarme sobre mi desgracia, si me es dable do lo he perdido; yo mismo me he perdido. Sin em-
llamar querer lo que no he podido ejecutar. No es bargo, tú ¡oh Señor! has conservado en mí las aspi-
menos cierto que yo he llegado á viejo y que esta' raciones de mi vida, y no has ocultado á mi vista
miserable existencia me ha conducieo al borde de el objeto por el cual he sufrido tanto, como tú has
la tumba antes que la desorganización completa de hecho desaparecer á sus ojos y á los míos el objeto
mi sistema nervioso hubiese destruido enteramente que se habían propuesto miles de hombres que ha-
el equilibrio de mis facultades, antes que la última bían destruido su propia senda. ¡Tú me has con-
rebelión de mi sér me hubiese hecho consentir, por servado la obra de mi vida en medio mismo de m i
fin, en envilecerme con le especie humana. ruina, y en la tarde de mi vida, en el momento
Amigo, una mujer (3) á quien ningún hombre ha en que la esperanza me abandona, has dejado caer
igualado, una mujer que, durante una existencia cu- sobre mí un crepúsculo cuya vista dulce ha com-
y a desgracia excedió á mi infortunio, no ha hecho pensado las desgracias de mi vida! ¡Señor, yo no
más que ennoblecerse y nunca se ha degradado, ha- soy digno de la misericordia y de la fidelidad que
tú me manifiestas! Tú, solo tú, te has compadecido da, sagrada inocencia, mientras que yo soy digno
del gusano pisoteado; solo tú no has quebrado la ca- del don de la palabra; y mientras tanto soy digno
ña doblada por la tormenta; solo tú no has apaga- de él, ese sentimiento de vergüenza engendra siem-
do la luz vacilenta y hasta mi muerte no has pre en mí una fuerza que me incita á buscar de nue-
apartado tu rostro de la obra con que me he ocupa- vo lo perdido y á recuperarme á mí mismo de la
do desde mi infancia, de la ofrenda que he querido perdición. Amigo, en tanto que el hombre es digno
hacer á los desamparados de la tierra y que jamás del elevado atributo que caracteriza á su especie, el
he podido hacerles! (4) lenguaje, mientras que él lleva en sí mismo la vo-
luntad sincera de ennoblecerse por el lenguaje, el
lenguaje es para él un emblema santo y elevado de
su naturaleza. Pero cuando no es ya más digno de
él, cuando no se sirve de él con la íntima voluntad
CARTA XII.
de emplearlo en su perfeccionamiento, el lenguaje
se convierte para él en el primer instrumento de su
perdición, un auxiliar miserable de las desdichas
ÜERIDO amigo, la emoción no me permitió conti- de toda especie, un manantial inagotable de ilusio-
nuar hablando en mi última carta, por lo cual nes sin fin, una triste capa con que él cubre sus crí-
dejé mi pluma, y he hecho bien, pues ¿qué son las menes. Amigo, es una verdad espantosa, pero es
palabras cuando el corazón cae en sombría desespe- una verdad: en el hombre corrompido, la corrupción
ración, ó cuando se eleva á las nubes trasportado aumenta por el lenguaje. Por él las miserias de los
por el sentimiento deleitoso más sublime? desgraciados se hacen más grandes aun, poi él las
Amigo, ¿qué son aun las palabras fuera de esas tinieblas del error se oscurecen más, por él los crí-
alturas y de esas profundidades? menes de los malvados se hacen más criminales aun.
Yo veo en la eterna nada del atributo más eleva- Amigo, por la parlería la depravación en Europa
do de nuestra especie, y también á su vez en la fuer- crece sin cesar. Es insondable á donde los catálo-
za grandiosa y sublime de esa nada eterna,—la pa- gos de libros de feria, siempre en aumento, conduci-
labra del hombre,—la marca de fuego de la restric- rán á una generación cuyas debilidades, extravíos
ción excesiva de la cubierta en que nuestro espíritu y violencias han llegado al punto que tenemos á la
aprisionado languidece. Yo veo en esa nada la ima- vista.
gen de la inocencia que nuestra especie ha perdido; Mas vuelvo á mi tema. En las investigaciones
pero yo veo también la imagen de la vergüenza que empíricas sobre la cuestión de la enseñanza no he
levanta siempre en mi alma la sombra de esa perdi- partido de ningún sistema positivo. Yo no conocía
GERTRUDIS.—P. 16.
tú me manifiestas! Tú, solo tú, te has compadecido da, sagrada inocencia, mientras que yo soy digno
del gusano pisoteado; solo tú no has quebrado la ca- del don de la palabra; y mientras tanto soy digno
ña doblada por la tormenta; solo tú no has apaga- de él, ese sentimiento de vergüenza engendra siem-
do la luz vacilenta y hasta mi muerte no has pre en mí una fuerza que me incita á buscar de nue-
apartado tu rostro de la obra con que me he ocupa- vo lo perdido y á recuperarme á mí mismo de la
do desde mi infancia, de la ofrenda que he querido perdición. Amigo, en tanto que el hombre es digno
hacer á los desamparados de la tierra y que jamás del elevado atributo que caracteriza á su especie, el
he podido hacerles! (4) lenguaje, mientras que él lleva en sí mismo la vo-
luntad sincera de ennoblecerse por el lenguaje, el
lenguaje es para él un emblema santo y elevado de
su naturaleza. Pero cuando no es ya más digno de
él, cuando no se sirve de él con la íntima voluntad
CARTA XII.
de emplearlo en su perfeccionamiento, el lenguaje
se convierte para él en el primer instrumento de su
perdición, un auxiliar miserable de las desdichas
ÜERIDO amigo, la emoción no me permitió conti- de toda especie, un manantial inagotable de ilusio-
nuar hablando en mi última carta, por lo cual nes sin fin, una triste capa con que él cubre sus crí-
dejé mi pluma, y he hecho bien, pues ¿qué son las menes. Amigo, es una verdad espantosa, pero es
palabras cuando el corazón cae en sombría desespe- una verdad: en el hombre corrompido, la corrupción
ración, ó cuando se eleva á las nubes trasportado aumenta por el lenguaje. Por él las miserias de los
por el sentimiento deleitoso más sublime? desgraciados se hacen más grandes aun, poi él las
Amigo, ¿qué son aun las palabras fuera de esas tinieblas del error se oscurecen más, por él los crí-
alturas y de esas profundidades? menes de los malvados se hacen más criminales aun.
Yo veo en la eterna nada del atributo más eleva- Amigo, por la parlería la depravación en Europa
do de nuestra especie, y también á su vez en la fuer- crece sin cesar. Es insondable á donde los catálo-
za grandiosa y sublime de esa nada eterna,—la pa- gos de libros de feria, siempre en aumento, conduci-
labra del hombre,—la marca de fuego de la restric- rán á una generación cuyas debilidades, extravíos
ción excesiva de la cubierta en que nuestro espíritu y violencias han llegado al punto que tenemos á la
aprisionado languidece. Yo veo en esa nada la ima- vista.
gen de la inocencia que nuestra especie ha perdido; Mas vuelvo á mi tema. En las investigaciones
pero yo veo también la imagen de la vergüenza que empíricas sobre la cuestión de la enseñanza no he
levanta siempre en mi alma la sombra de esa perdi- partido de ningún sistema positivo. Yo no conocía
GERTRUDIS.—P. 16.
228
ninguno, 7 me pregunté muy sencillamente: ¿Qué
sible la satisfacción de tus deseos 7 de tus necesida-
harías tú si quisieses enseñar á un solo niño toda la
des no han sido cultivadas en tí con el mismo arte
suma de aquellos conocimientos 7 aptitudes (1) que
que el saber, si no han sido elevadas á la altura de
le son absolutamente necesarios para llegar por
los conocimientos que tú posees sobre los objetos de
una buena administración de sus intereses más
tus necesidades 7 de tus deseos. Mas el desenvolvi-
esenciales á la satisfacción íntima de sí mismo?
miento de esas aptitudes descansa sóbre las mismas
Mas veo, pues, que en todas las cartas que te he
le7es mecánicas que sirven de base á la formación
dirigido hasta aquí he considerado sólo el primer
de nuestros conocimientos.
punto de vista de la cuestión: guiar al niño á la ad-
El mecanismo de la naturaleza es uno 7 el mis-
quisición de conocimientos; pero nada he dicho de
mo en la vida de las plantas, en la de los animales,.
guiarlo á la adquisición de aptitudes en cuanto es-
cu7a organización es puramente material, 7 en la
tas no son propiamente aptitudes de los ramos mis-
del hombre, cu7a organización es también mate-
mos de la enseñanza. Y sin embargo, las aptitu-
rial, pero que es capaz de voluntad. Ese meca-
des que el hombre necesita poseer para llegar á la
nismo es siempre semejante á sí mismo en los resul-
satisfacción íntima de sí mismo, están lejos de li-
tados triples que él puede producir en nosotros En
mitarse á aquellos ramos de instrucción que la na-
primer lugar, las le7es á las cuales él obedece obran
turaleza de mi método de enseñanza me ha obliga-
no sólo físicamente sobre nuestro ser físico, de la
do á tocar.
misma manera que ellas obran sobre la naturaleza
Yo no debo dejar subsistir esa laguna. Es tal vez
animal en general. Ellas obran, en segundo lugar,
el presente más horrible que un genio enemigo ha
sobre nosotros, en cuanto ellas determinan las cau-
hecho á la generación actual: conocimientos sin ap-
sas materiales de nuestros juicios y de nuestras
titudes.
voluntades; con respecto á este punto ellas son los
Hombre dotado de sentidos, tú, creatura cu7a na- fundamentos materiales de nuestras luces, de nues-
turaleza física tanto necesita 7 todo lo desea, tú de- tras inclinaciones 7 de nuestras resoluciones. Ellas
bes, á causa de tus deseos 7 de tus necesidades, co- obran finalmente, en tercer lugar, sobre nosotros,
nocer 7 pensar; mas, por esos mismos deseos 7 nece- en cuanto ellas nos permiten adquirir las aptitu-
sidades, tú debes también obrar. El pensamiento des físicas cu7a necesidad sentimos por nuestro
7 la acción deben estar el uno con respecto al otro instinto 7 reconocemos por nuestra inteligencia 7
en la misma relación que la fuente 7 el arro7o: por C U 7 0 aprendizaje nos imponemos por medio de nues-
medio de la cesación del uno, debe el otro detenerse tra voluntad. Pero aquí también, con respecto á
también, 7 por el contrario. Pero esto no puede su- este mismo punto de vista, el arte debe sustituirse
ceder nunca, si las aptitudes sin las cuales es impo- á la naturaleza física, ó más bién á las condiciones
^accidentales en que ella se presenta con respecto á para los cuales le han dicho que se le exprime-
cada individuo, en la educación de nuestra especie, Mas, esas promesas que no se le cumplen jamás son
para confiarla á los conocimientos, luces y disposi- de una naturaleza que, si se le cumpliesen, la exac-
ciones que ella nos ha enseñado á conocer desde ción se trasformaría en justicia y la miseria del
siglos ha para bien del género humano. pueblo, como consecuencia de la justicia, en tran-
El hombre en particular no ha perdido el senti- quilidad y en felicidad públicas. Mas hoy se arran-
miento de esas necesidades esenciales de su educa- ca á la viuda el pan que ella se priva de llevar á
ción; el instinto de su naturaleza, junto con los sen- la boca para darlo á su hijito, y ello sin utilidad
timientos que él tiene, lo conduce á esa senda. E l ni provecho para el pueblo, pero sí contra sus inte-
padre no abandona á su hijo á la naturaleza, ni el reses, para hacer legales y legítimos la ilegalidad
maestro á su discípulo; pero los gobiernos se enga- y la indigna condición á las cuales él está sometido,
ñan siempre y en todo más que los individuos. E l absolutamente con el mismo espíritu con que se
instinto no incita á las reuniones de los hombres, y arrancaba el pan á la viuda y al huérfano para
cuando él no obra, la verdad goza siempre única- mantener el nepotismo eclesiástico y canónico. Para
mente de la mitad de sus derechos. ambos, el nepotismo religioso y la ilegalidad laica,
Es un hecho efectivo que de lo que ningún padre siempre so color de bien público, se ha recorrido
se hace culpable para con su hijo, ningún maestro á los mismos medios: los impuestos sobre el pueblo,,
para con su discípulo, se hace culpable el gobierno los unos para la salud del alma, los otros para su
para con el pueblo. En lo que concierne á la ad- felicidad temporal. Y por su aplicación notoria,
quisición de las aptitudes que el hombre necesita los unos y los otros produjeron resultados esencial-
para llegar por una buena administración de sus mente contrarios á la salud del alma y á la felici-
intereses más esenciales á la sastifacción íntima de dad temporal del pueblo.
su naturaleza, el pueblo de la Europa no recibe de El pueblo de Europa es huérfano y desgraciado.
los gobiernos ni la sombra de un impulso público La mayor parte de los que están bastante cerca de
y general. E l no goza en ningún puuto de una él p a r a poder socorrerlo tienen siempre otra cosa
enseñanza pública de las aptitudes, si se exceptúa que hacer que pensar en lo que hace la felicidad del
la de matar hombres, cuya organización militar de- pueblo. Se podría encontrar, ó se podría creer que
vora todo lo que se debe al pueblo, ó más bién todo muchos de ellos son humanos, cuando es les ve en
lo que el pueblo se debe á sí mismo. Ella devora un establo ó bien con los gatos; pero para con el
todo lo que se exprime de él y todo lo que se debe pueblo no lo son; para con el pueblo muchos de e-
exprimir de él más y más en una progresión siempre llos no son hombres. Ellos no tienen corazón pa-
creciente, porque él no obtiene jamás los resultados ra el pueblo, su corazón no late para él. Ellos vi-
ven de Jas rentas del país; mas ellos pasan su vida ñanza de un mecanismo profundo, en un ABC del
sin reflexionar ni un sólo instante sobre la situación arte, es decir, sobre reglas técnicas generales. Ob-
que esas rentas crean á su alrededor. Ellos ignoran servando esas reglas, la educación física podría ser
completamente hasta qué grado el crecimiento con- dada á los niños en una serie de ejercicios que, pro-
tinuo de los expedientes y de los errores de la recau- gresando gradualmente de lo más simple á lo más
dación de los impuestos, la diminución siempre cre- compuesto, deberían producir resultados material-
ciente de la buena fe en la práctica de la vida, la mente seguros y desarrollar en los niños una faci-
ausencia de responsabilidad, cada día más acentua- lidad cada día creciente para apropiarse todas las
da, para los que abusan de la fortuna pública y, co- aptitudes cuya posesión les es indispensable. Pero
mo consecuencia .directa de aquella, la exacerbación ese ABC no ha sido hallado todavía. Es enteramen-
terrible del debilitamiento físico de las clases so- te natural: rara vez se descubre lo que nadie busca.
ciales de los hombres que no son por cierto respon- —Era sin embargo muy fácil de encontrarlo:—se
sables de hecho, pero sí de derecho, y que quieren debe darle como punto de partida las manifestacio-
lavar en las rentas sus manos sucias,—ellos no sa- nes más simples de las fuerzas físicas, manifesta-
ben hasta qué grado estas cosas degradan al pueblo, ciones que contienen la base de las aptitudes huma-
llevan la confusión á su espíritu y lo privan de to- nas aun más complicadas.
do goce y de todo sentimiento humano. Ellos no sa-
ben hasta qué grado son hoy generalmente urgen- Golpear, llevar, arrojar, empujar, tirar, girar,
tes sus reclamos. Ellos no saben hasta qué grado torcer, blandir, etc. son las manifestaciones simples
aumentan cada día las dificultades para llevar en más importantes de nuestras fuerzas físicas. Esen-
este mundo una vida religiosa y honorable, y dejar cialmente diferentes las unas de las otras, compren-
al morir á sus hijos bien establecidos según su con- den en su conjunto, y cada una en particular, los
dición. Ellos ignoran sobre todo la desproporción elementos de todos los actos posibles, aun los más
que existe entre lo que ellos exigen violentamente complicados, sobre que descansan las ocupaciones
del desgraciado pueblo y los medios que le dejan de los hombres. E l ABC de las aptitudes deberá,
para rdquirir únicamente lo que ellos exigen de él. pues, comenzar evidentemente por ejercicios estable-
Mas, mi querido amigo, ¡á donde me conduce mi cidos desde temprano, pero dispuestos según un or-
santa simplicidad! (2) den psicológico, y aplicándolos á todos los actos
en general y á cada uno de ellos en particular.
E l desarrollo de las aptitudes físicas, que el Es-
Pero así como en el ABC de la intuición estamos
tado debería dar irremisiblemente y podría propor-
mucho más atrás de la mujer del Appenzell y de su
cionar fácilmente al pueblo, como el cultivo de los
ingenioso pájaro de papel, en el ABC de Zas aptitu-
conocimientos esenciales, se basa, como toda ense-
des estamos mucho más abajo de los más misera-
bles salvajes y de su habilidad para golpear, arro- sólo ver y oir. Por el contrario, en lo tocante á
jar, impeler, tirar, etc. nuestras aptitudes, somos no solo el centro de su des-
Es cierto que esa serie graduada de ejercicios, des- arrollo, sino que al mismo tiempo determinamos
de los primeros hasta los últimos, es decir, hasta la aún, en muchos casos, el empleo que fuera de noso-
educación completa del sistema nervioso y la adqui- tros hacemos de ellas; pero siempre dentro de los
sición, hasta el más a l t o grado, de esa especie de tac- límites que las leyes del mecanismo físico han esta-
to que nos permite ejecutar con seguridad y de cien blecido para nosotros. Como en el inmenso mar
maneras diferentes la acción de golpear y la de em- de la naturaleza inanimada, la situación, la necesi-
pujar, la de blandir y la de arrojar, y que nos da la dad, las circunstancias han especificado el aspecto
seguridad del pie y de la mano tanto en los movi- individual de cada objeto, así en el mar inmenso de
mientos que son contrarios como en los que concu- la naturaleza viva que produce el desarrollo de
rren á un mismo fin,—todo eso no es para nosotros nnestras facultades, la situación, la necesidad y las
más que castillos en el aire en materia de educación circunstancias determinan el carácter especial de
popular. La razón es obvia: no tenemos más que cada una de las aptitudes de que tenemos particu-
escuelas de deletreo, escuelas de catecismo, y nece- larmente necesidad.
sitamos además escuelas de hombres. Pero estas no
Conforme á estos puntos de vista se debe pues de-
sirven á los principios del nepotismo y de la ilega- terminar esencialmente la aplicación de nuestras
lidad que son la razón de ser del empleo rutinero de aptitudes, y toda dirección que, en el desenvolvi-
nuestras rentas públicas; y al mismo tiempo ellas miento ds nuestras facultades y de nuestras aptitu-
no son conciliables con las disposiciones nerviosas des, nos aleja del punto céntrico en que se apoya
particulares del personal que toma para sí la parte nuestra solicitud individual para todo lo que el
más grande de los productos del nepotismo y de la hombre está obligado á hacer, soportar, proveer y
ilegalidad del Continente Europeo. cuidar durante toda la serie de los días de su vida; to-
El mecanismo que nos da las aptitudes sigue ab- da dirección que nos roba las particularidades espe-
solutamente la misma marcha que el que nos hace cíficas de las aptitudes necesarias que exigen de nos-
adquirir los conocimientos, y los principios sobre otros el servicio de la localidad y el servicio per-
que descansa son, desde el punto de vista de nuestro sonal de nosotros mismos,—toda dirección de ese gé-
desarrollo individual, mucho más profundos toda- nero, ó hace que nos descontentemos de él, ó nos ha-
vía que los que sirven de base á nuestros conoci- ce de cualquier modo incapaces para desempeñarlo.
mientos. Para poder, debemos necesariamente obrar, Toda dirección de esta especie debe ser considerada
para saber, podemos en muchos casos permanecer como contraria al solo método de educación que sea
únicamente pasivos, nos basta en muchas ocasiones bueno y humano, como un desvío de las leyes de la
naturaleza y de las relaciones armónicas de nuestro preparar al niño á la armonía de las funciones físi-
ser consigo mismo y con todo lo que existe. Por cas que requieren la sabiduría humana y las virtu-
consiguiente, ella debe ser considerada como un obs- des prácticas de nuestra especie, y que nosotros de-
táculo á nuestro propio perfeccionamiento, á nues- bemos reconocer como el sostén de nuestro apren-
tra educación profesional, al desarrollo en nosotros dizaje de la virtud, hasta que nuestra organización
d e l sentimiento del deber, como un guía engañoso perfeccionada por este método no necesite ya de an-
que pone en peligro lo que tenemos de más precioso dadores y hasta que nosotros nos hayamos elevado
en nosotros, y que nos impide unirnos sincera y apa- á la virtud subsistente por sí misma, en toda su ma-
sionadamente á lo que constituye nuestra verdade- durez. Estos son los puntos de vista que sirven de
ra individualidad, á nuestras relaciones reales y base en su desarrollo a l solo procedimiento que
positivas. Un sistema de enseñanza que lleva en sí puede ser reconocido como propio para formar los
el germen de todos los males, cuando la vida del hombres á la virtud. É l consiste en pasar de las
hombre está llena de obstáculos, debe ser una cosa aptitudes perfectamente adquiridas al conocimien-
horrible para la madre y para el padre de familia to de las reglas, del mismo modo que la forma del
cultivo de los conocimientos consiste en pasar de
que toma á pechos la tranquilidad de la existen-
intuiciones perfectas á nociones claras, y de éstas
cia de sus hijos, tanto más cuanto que las desgracias
á su expresión por las palabras, estoes, á las defini-
incalculables causadas por una civilización aparen-
ciones. Por eso es que, así como el empleo prema-
te y sin fundamentos, y aun las calamidades produ-
turo de las definiciones antes de la intuición hace
cidas por Duestra desgraciada revolución de masca-
de los hombres fatuos presuntuosos, las disertacio-
rada, han debido encontrar su fuente principal en
nes sobre la virtud, antecediendo á la práctica de
los errores de esta naturaleza que se manifestaban
la virtud, los conducen a l vicio orgulloso. Yo no
á la vez, desde generaciones, en la instrucción y en creo que la experiencia me desmienta en esto. Los
la falta de instrucción del pueblo. (3) vacíos en la enseñanza práctica y material de la
Hemos visto que el método psicológico empleado •virtud no pueden tener otras consecuencias que los
para desarrollar nuestra facultad de conocer debe vacíos en la enseñanza práctica y material de la
fundarse en un ABC de la intuición y dirigirse á ciencia.
servir de guía al niño para elevarse, sobre ese fun-
damento, al más alto grado de pureza de las nocio- Mas yo toco aquí un problema mucho más gra-
nes claras. Asimismo para el desenvolvimiento de ve que el que he creído haber resuelto. Ese pro-
las aptitudes, que son la base material de la virtud, blema es el siguiente:
es necesario, descubrir también un ABC del desa- "¿Cómo puede ser colocado el niño de suerte que,
rrollo de esas facultades, y que sirva de guía para "teniendo en mira no sólo la naturaleza de su des-
238
"tino sino también las vicisitudes de posición y de-
nlas relaciones de la vida, lo que en el curso de su
<l
existencia requerirán la necesidad y el deber se- CARTA XIII.
"convierta fácilmente y en todos los casos posibles
"en una segunda naturaleza?"
Yo toco aquí el problema que consiste en hacer
de la pequefiita nifia, cuando ella lleva aún los ves- ^pMiGO,me habría llevado demasiado lejos, lo repi-
tidos de la infancia, la compañera que contentará to, el entrar por ahora, en los detalles de los prin-
a l esposo, la valerosa madre que estará á la altura cipios y de las reglas sobre que descansa el cultivo
de su misión; yo toco aquí el problema que consis- de las aptitudes más esenciales de la vida. Mas yo
t e en formar en el niño, que viste aún traje infantil, no quiero terminar mis cartas sin tocar una cues-
el marido que contentará á su mujer, el padre vi- tión que es la clave de todo mi sistema: ¿Cómo se
goroso que sabrá llenar los deberes de su estado. relaciona el sentimiento de la Divinidad, en su esen-
¡Qué problema, amigo mío! ¡Hacer que el espíri- cia, con los principios que he reconocido en gene-
t u mismo de la misión que ellos están llamados á ral como verdaderos con respecto al desarrollo de
la especie humana?
desempeñar se convierta para los hijos de los hom-
bres en una segunda naturaleza! ¡Y qué tarea más Aquí también busco en mí mismo la solución de
elevada aun: hacer pasar á la sangre y á las venas- este problema, y me pregunto: ¿Cómo brota en mi
los medios materiales que favorecen las disposicio- alma la idea de Dios? ¿Cómo es que yo creo en un
nes nativas á la sabiduría y á la virtud, antes que- Dios, que me arrojo en sus brazos, que me siento
l a efervescencia de los placeres y los libres goces feliz cuando lo amo, confío en él, le doy gracias, le
naturales haya llevado á la sangre y á las venas obedezco?
una corrupción profunda, moral, á la sabiduría y ¿ Yo no tardo en descubrir que los sentimientos
la virtud! del amor, de la confianza, de la gratitud, que la dis-
Amigo, este problema ha sido también resuelto. posición á la obediencia deben estar necesariamen-
Las mismas leyes del mecanismo físico que desa- te desarrollados en mi corazón antes que yo pueda
r r o l l a n en nosotros los principios materiales de la aplicarlos á Dios. Es menester que yo ame á los
sabiduría, desarrollan igualmente los medios mate- hombres, que yo confíe en los hombres, que yo agra-
riales que nos facilitan la virtud. Pero, mi querido dezca á los hombres, que yo obedezca á los hom-
amigo, no me es posible exponer ahora la solución bres antes que yo pueda elevarme al amor de Dios,
detallada de esta cuestión; la reservo para otra vez. á dar gracias á Dios, á tener confianza en Dios, á
• obedecer á Dios: "porque el que no ama á su her-
238
"tino sino también las vicisitudes de posición y de-
nlas relaciones de la vida, lo que en el curso de su
"existencia requerirán la necesidad y el deber se- CARTA XIII.
"convierta fácilmente y en todos los casos posibles
"en una segunda naturaleza?"
Yo toco aquí el problema que consiste en hacer
de la pequefiita nifia, cuando ella lleva aún los ves- ^pMiGO,me habría llevado demasiado lejos, lo repi-
tidos de la infancia, la compañera que contentará to, el entrar por ahora, en los detalles de los prin-
a l esposo, la valerosa madre que estará á la altura cipios y de las reglas sobre que descansa el cultivo
de su misión; yo toco aquí el problema que consis- de las aptitudes más esenciales de la vida. Mas yo
t e en formar en el niño, que viste aún traje infantil, no quiero terminar mis cartas sin tocar una cues-
el marido que contentará á su mujer, el padre vi- tión que es la clave de todo mi sistema: ¿Cómo se
goroso que sabrá llenar los deberes de su estado. relaciona el sentimiento de la Divinidad, en su esen-
¡Qué problema, amigo mío! ¡Hacer que el espíri- cia, con los principios que he reconocido en gene-
t u mismo de la misión que ellos están llamados á ral como verdaderos con respecto al desarrollo de
la especie humana?
desempeñar se convierta para los hijos de los hom-
bres en una segunda naturaleza! ¡Y qué tarea más Aquí también busco en mí mismo la solución de
elevada aun: hacer pasar á la sangre y á las venas- este problema, y me pregunto: ¿Cómo brota en mi
los medios materiales que favorecen las disposicio- alma la idea de Dios? ¿Cómo es que yo creo en un
nes nativas á la sabiduría y á la virtud, antes que- Dios, que me arrojo en sus brazos, que me siento
l a efervescencia de los placeres y los libres goces feliz cuando lo amo, confío en él, le doy gracias, le
naturales haya llevado á la sangre y á las venas obedezco?
una corrupción profunda, moral, á la sabiduría y ¿ Yo no tardo en descubrir que los sentimientos
la virtud! del amor, de la confianza, de la gratitud, que la dis-
Amigo, este problema ha sido también resuelto. posición á la obediencia deben estar necesariamen-
Las mismas leyes del mecanismo físico que desa- te desarrollados en mi corazón antes que yo pueda
r r o l l a n en nosotros los principios materiales de la aplicarlos á Dios. Es menester que yo ame á los
sabiduría, desarrollan igualmente los medios mate- hombres, que yo confíe en los hombres, que yo agra-
riales que nos facilitan la virtud. Pero, mi querido dezca á los hombres, que yo obedezca á los hom-
amigo, no me es posible exponer ahora la solución bres antes que yo pueda elevarme al amor de Dios,
detallada de esta cuestión; la reservo para otra vez. á dar gracias á Dios, á tener confianza en Dios, á
• obedecer á Dios: "porque el que no ama á su her-
ella le da de beber cuando él tiene sed. El se calla
"mano, á quien ve ¿como podrá amar á su padre
cuando oye el ruido de sus pasos; él le tiende las
celestial, á quien no ve?"
manos cuando la ve; sus ojos brillan, fijos en el se-
Yo me pregunto, pues: ¿Cómo llego yo á amar á
no maternal. El se ha satisfecho. Su madre y el
los hombres, á confiar en los hombres, á agradecer
contento de haber satisfecho su necesidad se confun-
á los hombres, á obedecer á los hombres?—¿Cómo
den para él en uno solo y mismo pensamiento: él
penetran en mi naturaleza los sentimientos sobre agradece.
que descansan esencialmente el amor á los hombres,
Los gérmenes del amor, de la confianza, de la
el reconocimiento á los hombres, y las disposi-
gratidud se desarrollan m u y pronto. El niño cono-
ciones por las cuales se desarrolla la obediencia hu-
ce los pasos de su madre, él sonríe á su sombra, él
mana? Y yo encuentro que: ellos tienen su origen
ama a quien se parece á ella; un sér que se asemeja
principalmente en las relaciones que tienen lugar
á su madre es para él un sér bueno. El sonríe á la
entre el niño impúbero y su madre( 1).
imagen de su madre, él sonríe á la figura humana;
Es menester que la madre cuide á su hijo, lo ali- á quien la madre ama, ama él también; á quien su
mente, lo ponga en seguridad y lo contente; ella no madre abraza, él abraza también; á quien su madre
puede hacer otra cosa, es obligada á ello por el po- besa, besa él también. El germen del amor á los
der de un instinto enteramente físico. Ella hace hombres, el germen del amor fraternal ha brota-
eso, provee á sus necesidades, aparta de él lo que do en su corazón.
le es desagradable, viene en ayuda de su impoten-
La obediencia es en su origen una aptitud cuyas
cia—el niño .ha sido cuidado, él está contento: el
tendencias están en oposición con las primeras in-
germen del amor se ha desarrollado en su corazón.
clinaciones de nuestra naturaleza física. Ella se
Un objeto que él no ha visto nunca todavía hiere
forma por la educación. Ella no es simplemente
ahora su vista: él se admira, tiene miedo, llora. La
un resultado del instinto, y sin embargo, ella sigue
madre lo estrecha fuertemente contra su corazón,
en su desarrollo la misma marcha ,que el instinto.
juega con él, lo distrae. Su llanto cesa, pero largo
Del mismo modo que la necesidad precede al amor,
tiempo aun permanecen húmedos sus ojos. El objeto
la satisfacción de la necesidad á la gratitud, el re-
aparece otra vez; su madre lo toma en sus brazos
celo á la confianza, así también un violento deseo
protectores y le sonríe de nuevo. Esta vez él no llo-
precede á la obediencia. La paciencia se desarrolla
ra ya, y devuelve la sonrisa de su madre con una
antes que la obediencia; el niño no se hace obedien-
mirada límpida y serena: el germen de la confianza
te sino precis ámente por la paciencia. Las prime-
nace en su corazón.
ras manifestaciones de esta virtud son pui ámente
A cada necesidad del niño, la madre corre á su
pasivas, ellas nacen principalmente por el senti-
cuna. Ella está allí á la hora que él tiene hambre,
miento de la dura necesidad. Mas ese sentimiento tir vagamente que su madre no está en el mundo úni-
mismo se desarrolla también primeramente en los ca y solamente para él. En él se despierta la pri-
brazos de la madre: el niño debe aguardar hasta mera tenue sombra del vago sentimiento de que no
que la madre le dé el pecho, él debe aguardar has- existe todo en el mundo para él, y con este senti-
ta que ella lo tome en sus brazos. Mucho más miento nace también este otro: que el mismo no
tarde se desarrolla en él la obediencia activa, y existe en el mundo únicamente para sí; es la pri-
mucho más tarde todavía, la conciencia real de que mera y vaga idea del deber y del derecho, que prin-
es bueno para él obedecer á su madre. cipia á germinar.
El desarrollo del género humano procede de un
Estos son los primeros rasgos fundamentales del
anhelo enérgico y violento hacia la satisfacción de
desarrollo de la personalidad. Ellos nacen de las
nuestras necesidades físicas. El seno maternal
relaciones naturales que se establecen entre la ma-
tranquiliza la primera tempestad de los deseos fí-
dre y su hijo que cría. Mas también esas relacio-
sicos y engendra el amor. Muy pronto en segui-
nes contienen materialmente en germen, toda entera
da aparece el temor; el brazo maternal disipa el
y en toda su amplitud, esa disposición de ánimo
temor. Este proceder produce la unión de estos
•que es propia de la naturaleza humana y que nos
dos sentimientos, el amor y la confianza, y apare-
induce á amar á nuestro Creador. Es decir que el
cen los primeros germenes de la gratitud.
germen de todos los sentimientos religiosos produ-
La naturaleza se muestra inflexible para las vio- cidos por la fe, es idéntico en su esencia al germen
lencias del niño. El golpea la madera y las pie- que engendró el amor del infante á su madre. Tam-
dras; la naturaleza permanece impasible, y el niño bién el modo cómo se desarrollaron esos sentimien-
no golpea más ni la madera ni las piedras. La ma- tos es en ambos casos uno solo y el mismo.
dre á su vez es inexorable para sus deseos inmode- En ambos casos el niño en su más tierna infan-
rados. El rabia y grita; ella permanece inflexible, cia escucha,—cree y obedece; pero á esa edad, y en
y él entonces no grita más, se habitúa á someterse uno y otro caso, él no sabe lo que cree ni lo que
á la voluntad de la madre: los primeros gérmenes hace. Entretanto las primeras causas que origina-
de la paciencia, los primeros gérmenes de la obe- ban su conducta y su creencia en esa época, prin-
diencia principian á manifestarse. cipiarán pronto á desaparecer. Su personalidad
La obediencia y el amor, la gratitud y la confian- que principia á desarrollarse permite al niño aban-
za reunidas, hacen brotar en el niño los primeros donar entonces la mano de su madre, él principia
gérmenes de la conciencia. El comienza á sentir, á adquirir el sentimiento de sí mismo, y brota en
muy vagamente al principio que, no es justo rabiar su pecho un leve presentimiento: yo no tengo ya
contra su madre que lo ama. El comienza á sen- necesidad de mi madre. Ella lee en sus ojos ese
GERTRUDIS.—P. 17.
pensamiento naciente, ella estrecha á su ídolo con- gratitud, de la confianza y de la obediencia han si-
tra su corazón más fuertemente que nunca, y le di- do sólo un simple resultado del concurso de los
ce con una voz que él no ha oído jamás todavía: sentimientos instintivos entre la madre y el hijo, el
Hijo mío, existe un Dios de quien tú tienes necesi- desarrollo ulterior y progresivo de esos sentimien-
dad, cuando tú no tengas ya necesidad de mí; É l es tos en germen pertenece á los hombres y constitu-
un Dios que te toma en sus brazos, cuando yo no ye un arte superior; pero un arte cuyo hilo se pier-
puedo protegerte más; es un Dios que piensa en tu de inmediatamente de nuestras manos tan pronto
felicidad y en tus alegrías, cuando yo no puedo cómo perdemos de nuestra vista un solo instante no
proporcionarte más felicidad y alegrías.—Enton- más los primeros puntos que han comenzado á for-
ces se agita en el pecho del niSo algo indecible; en mar su fino tejido. Esa pérdida es para el niño un
el pecho del niño arde un sentimiento sagrado; en gran peligro, y ese peligro es inminente. E l niño
el pecho del niño nace un impulso de fe, que lo ele- balbucea el nombre de su madre, la ama, le agra-
va sobre sí mismo. Tan pronto como su madre pro- dece, confía en ella y la obedece. E l balbucea el
nuncia el nombre de Dios, se regocija de oirlo. Los nombre de Dios, ama á Dios, le da gracias, confía
sentimientos de amor, de reconocimiento, de con- en él y le obedece. Pero apenas han germinado en
fianza que han nacido en él sobre el seno de su ma- su alma la gratitud, el amor, la confianza, cuando
dre, se ensancha y comprenden luego á Dios tanto desaparecen los motivos que han despertado esos
como al padre, á Dios tanto como á la madre. La sentimientos: él no necesita más á su madre. E l
práctica de la obediencia tiene un campo de acción mundo que ahora lo rodea lo l l a m a con todos los
mucho más amplio; el niño, que desde ahora en ade- atractivos con que esta aparición nueva seduce sus
lante cree en el ojo de Dios como en el ojo de su sentidos: ahora eres mío.
madre, obra bien ahora por el amor de Dios, como
E l niño oye la voz de la nueva aparición, es
ha obrado bien hasta aquí por el amor de su madre..
necesario que la oiga. El instinto del impúber se
En este primer ensayo tentado por la inocencia desvanece en él; el instinto de las fuerzas que ere-
maternal, por el corazón maternal para conciliar sen toman su lugar; y el germen de la moralidad,
por la inclinación á creer en Dios el primer sen- por cuanto nace en su alma de sentimientos que
timiento de independencia con los sentimientos son propios de la edad infantil, muere repentina-
morales ya desarrollados, se manifiestan los pun- mente, él tiene que morir, si en ese momento nadie
tos fundamentales que deben esencialmente tener ata al huso dorado de la creación el hilo de su vida,
en vista la educación y la instrucción si quieren al- es decir, las primeras impresiones producidas en é l
canzar con seguridad nuestro perfeccionamiento. por los sentimientos superiores de su naturaleza
Así como los primeros gérmenes del amor, de la moral. Madre, madre, el mundo principia ahora á
separar de tu corazón á tu hijo, y si nadie encadena po su fe en ese Dios á quien no ve y á quien no
en ese momento los sentimientos de su naturaleza conoce, así coiro en la naturaleza salvaje las
noble á esa aparición nueva del mundo de los sen- raíces de las malezas, más recias y que se entre-
tidos, eso es un hecho consumado: madre, madre, tu lazan fuertemente, ahogan y devoran las raíces de
hijo ha sido arrancado de tu corazón; el mundo las plantas más nobles, cuya extructura es más
nuevo pasa á ser su madre, el mundo nuevo se con- fina y delicada.—Humanidad, humanidad, aquí en
vierte en su Dios. El -placer de los sentidos se la época de la vida en que se verifica la separa-
hace su Dios. Su prvpia autoridad llega á ser su ción de los sentimientos de confianza del niño en
Dios. su madre y en Dios y los de la confianza en
Madre, madre, él te ha perdido á tí, ha perdido ese mundo nuevo que se le presenta y en todo lo
á Dios, se ha perdido á sí mismo. La llama del que él encierra,—aquí en esta división del camino
amor se ha apagado en su corazón; Dios no está deberías tú emplear todo tu arte y todos tus es-
más en él; el germen del respeto de si mismo ha fuerzos para conservar puros en el corazón de tu
muerto en él. É l marcha á la perdición producida hijo los sentimientos de gratitud, de amor, de con-
por una tendencia irresistible hacia los placeres de fianza y de obediencia.
los sentidos. Dios reside en esos sentimientos, y todo el vigor
Humanidad, humanidad, aquí, en el período de de nuestra exsistencia moral está íntimamete ligado
trasición en que los sentimientos de la infancia á la conservación de ellos.
principian á desvanecerce y dan lugar á las pri- Humanidad, humanidad, tú deberías desplegar
meras impresiones, que no dependen de la madre, toda tu habilidad y hacer todo lo posible para su-
producidas por los atractivos del mundo; aquí, en plir la desaparición de las causas físicas que han
el momento en que el terreno favorable en que hecho germinar esos sentimientos en el corazón del
germinan los más nobles sentimientos de la natu- niño, para procurarte nuevos medios para vivifi-
raleza humana, principia por primera vez á hun- carlos, para no dejar llegar d los sentidos del niño
dirse bajo los pies del niño; aquí, en la hora en que crece, sino asociándolas á esos sentimientos,
que la madre comienza á no ser ya más para su las seducciones de la nueva aparición del mundo (2).
hijo lo que ella era antes para él, y en que, por Aquí es cuando, por la primera vez, no debes
el contrario, el germen de la confianza en esa confiarte á la naturaleza sino hacer todo lo posible
nueva y viva aparición del mundo nace en él,— para sustraer al niño de su ciega dirección, y so-
aquí el encanto de esa nueva visión principia á meterlo á las reglas de conducta y á los medios efi-
ahogar y á ahsorver la fe en su madre, que no caces que la experiencia de siglos ha puesto en nues-
es ya para él lo que era antes, y al mismo tiem- tras manos. El mundo que aparece ahora á los o-
jos del niño no es el que Dios ha creado; es un mun- de los medios para conservar en el pecho del hom-
do que ha perdido á la vez la inocencia de los pla- bre la pureza del corazón. Por el contrario, en el
ceres de los sentidos y los sentimientos que cons- momento más crítico, como la madrastra más sin
tituían el fondo de su naturaleza, un inundo lleno corazón, abandona la inocencia del hombre á una
de guerras causadas por los intereses del egoísmo, incuria que, en cinco casos por uno, decide y debe
lleno de absurdos, de violencias', de orgullo, de men- decidir sobre la ruina de los últimos medios que
pueden emplearse en el perfeccionamiento de la es-
tira y de frude.
pecie humana. Pues el mundo, en efecto, aparece
No es el mundo creado primeramente por Dios,
en toda su novedad á los ojos del niño en la época
sino ese otro mundo el que atrae á tu hijo á las gi-
precisa en que nada, obsolutamente nada viene á
ratorias ondas agitadas del remolino en cuyos abis-
servir de contrapeso á la preponderancia, á la se-
mos habitan la indiferencia y la muerte moral.—
ducción exclusiva de las impresiones que él produ-
No la creación de Dios, sino la coacción y el arte
ce en los sentidos. Así, por una parte, el predomi-
con que obra su propia perdición es lo que ese mun-
nio y, por la otra, la vivacidad de las impresiones
do ofrece á la vista del niíío.
producidas por el espectáculo del mundo, le asegu-
•Pobre niño! tu mundo es tu pieza de habitación
ran una superioridad decisiva sobre las impresio-
(3). Mas tu padre es retenido en su taller; tu madre
nes producidas por los hechos de la experiencia y
hoy tiene penas, mañana tendrá visitas, pasado ma-
por los sentimientos que son la base de la educa-
ñana no estará de humor. T ú te fastidias; pregun-
ción intelectual y moral de la especie humana. Por
tas á tu niñera, ella no te responde; quieres salir á
este medio se abre pues un campo inmenso é infini-
la calle, ello no se te permite; entonces te vez redu-
tamente animado á las pasiones egoístas y degra-
cido á disputar por un jugete con tu hermana —
dantes. Mas el niño pierde al mismo tiempo la dis-
¡Pobre niño! ¡qué cosa tan triste es este tu mundo,
posición de ánimo en cuya preparación material
sin corazón y que corrompe el corazón! Mas si te
se fundan las fuerzas más importantes de su mora-
paseas en carro dorado á la sombra de los árboles,
lización é ilustración, fuerzas que cierran, por de-
¿es él por esto otra cosa mejor para tí? Tu aya en-
cirlo así, la estrecha puerta del mundo moral. En
gaña á tu madre; tú sufres menos, pero te vuelves
fin, todos los deseos físicos de su naturaleza están
peor que todos los que sufren. ¿Qué has ganado?
obligados á tomar una dirección que separa la sen-
T u mundo es para tí una carga más pesada que pa-
da de la razón de la del amor; el cultivo del espí-
ra los que sufren.
ritu, de la inclinación d la fe en Dios; que hace
Este mundo se ha adormecido tan bien en la de- más ó menos de su interés personal el único móvil
pravación de una educación y de una opresión an- del empleo de sus fuerzas y decide así de los resul-
tinaturales que él no tiene ya el menor sentimiento
250
m \ i se pierda siguiendo exclusivamente el interés per-
tados de su educación en favor de su propia perdi-
sonal, y sobre todo subordinar las impresiones fí-
ción.
sicas á nuestras convicciones; nuestros apetitos, á
«Ui ¿ Es inconcebible que la humanidad no conozca
nuestro amor al bien, y nuestro amor al bien, á
I ® \. ? esa fuente universal de su corrupción. Es incon-
I I nuestra voluntad rectamente dirigida.
cebible que no sea la preocupación general de su
É l Las^ razones que exigen esta subordinación se es-
arte el cegar esa fuente y someter la educación de


S T Í

i i
nuestra especie á principios que no destruyan la
obra de Dios que los sentimientos del amor, de la
gratitud y de la confianza desarrollan en el niño.
Esos principios deberían tender, por el contrario,
triban en el fondo mismo de nuestra naturaleza.
A medida que se desarrollan nuestras fuerzas físi-
cas, debe desaparecer su preponderancia en fuer-
za de las necesidades esenciales de nuestro perfec-
cionamiento, es decir, ellas deben subordinarse á
en esa época tan perniciosa para nuestra inteligen-
una ley más elevada. Mas es menester asimismo
cia y nuestro corazón, á favorecer los medios que
que cada progreso de nuestro desarrollo sea com-
i f i i Dios mismo ha dado á la naturaleza humana para
pletamente perfecto, antes que pueda llegar el ca-
asociar nuestro perfeccionamiento intelectual á
so de subordinarlo á fines más elevados, y esta su-
nuestro mejoramiento moral. Esos principios de-
bordinación de lo perfecto á lo perfectible exige
berían procurar poner en armonía, en general, la
también ante todo que retengamos siempre firme-
educación y la instrucción, por una parte, con las
mente en el espíritu los principios elementales de
leyes del mecanismo físico, según las cuales nues-
todos los conocimientos, y que avancemos gradual-
tro espíritu se eleva de las intuiciones oscuras á las
mente conservando siempre la continuidad más
nociones claras, y por otra parte, con los senti-
estricta, de esas nociones elementales á los últi-
mientos íntimos de nuestra naturaleza; por medio
mos fines que se trata de alcanzar. Mas la prime-
de cuyo desarrollo progresivo se eleva nuestro es-
ra ley de esa continuidad es ésta: que la primera
píritu al reconocimiento y respeto de la ley moral.
enseñanza del niño no sea jamás un asunto de la
Es inconcebible que la humanidad no se haya ele-
cabeza, no sea nunca un asunto de la razón—que
vado hasta llegar á instituir una serie gradual
ella sea siempre una cosa de los sentidos, que ella
y continua que comprenda todos los medios para
sea siempre una cosa del corazón, una cosa de la
desarrollar nuestra inteligencia y nuestros senti-
madre (4).
- mientos. E l objeto de esa serie debería ser esen-
cialmente fundar sobre la conservación de la per- La segunda ley que sigue es ésta: la enseñanza
fección moral las ventajas de la enseñanza y del del hombre pasa sólo lentamente del ejercicio de los
mecanismo de ésta; impedir, por la conservación de sentidos al ejercicio de la razón (5); ella permane-
la pureza del corazón, que la razón se extravíe y ce largo tiempo siendo una cosa del corazón, an-
252
tes que principie á ser cosa de la razón; ella per-
manece largo tiempo un asunto de la mujer, antes
de comensar á ser un asunto del hombre. CARTA XIV.
¿Qué más puedo decir?—¡Madre, madre! Con es-
tas palabras me conducen á tu mano las leyes eter-
nas de la naturaleza.—Yo no puedo conservar mi
.J|MIGO, continúo pues mi camino, y me pregunto:
inocencia, mi amor, mi obediencia; yo no puedo 6
¿qué he hecho yo para contarrestar también, con
•conservar las ventajas de los nobles sentimientos
respecto al punto de vista de la religión, los males
sobre las impresiones nuevas producidas por el
que me han sobrevenido en el curso de mi vida?—
mundo, nada, nada puedo conservar sino á tu lado.
Amigo, si mi metódo da en esto satisfacción á las
Madre, madre, si tienes todavía una mano protec-
necesidades del género humano, su valor sobrepasa
tora, si tienes todavía un corazón para mí, no me
aun las esperanzas que yo he fundado en él. Y él
dejes que de tí me aparte; si nadie te ha enseñado
da esa satisfacción (1).
á conocer el mundo como yo debo conocerlo, ven,
El germen del cual nacen los sentimientos que
juntos aprenderemos d conocerlo, como tú deberías
son la esencia de la religión y de la moral, es pre-
haberlo conocido y como yo debo conocerlo. Ma-
cisamente el mismo de que proviene el principio
dre, madre, en ese momento crítico en que yo co-
que sirve de base á mi método de enseñanza. Ese
m m rro peligro de ser apartado de ti, de Dios, de mí
método procede enteramente de las relaciones natu-
mismo por la primera aparición del mundo, no nos
Í K M I I rales que se.establecen entre el infante y su madre,
separemos.
y se basa principalmente en el arte de referir la en-
—¡Madre, madre, santifica ese momento de tran-
señanza, desde la cuna, á las relaciones naturales
sición entre tu corazón y ese mundo, conservándo-
y de fundarla por una acción continua en la misma
me tu corazón! (6)
disposición de ánimo en la cual se estriba nuestro
Caro amigo, debo callar, mi corazón se conmue-
amor al Creador de nuestro sér. El lo hace todo pa-
ve y yo veo las lágrimas en tus ojos. ¡Adiós!
ra impedir que, en el momento en que por primera
vez se rompen los lazos físicos que unen el niño á
la madre, perezca el germen de los sentimientos no-
bles que n acen de esa unión. Cuando apenas desa-
parecen las causas físicas de esa unión, él trae á la
mano medios para hacerla revivir. En ese momen-
to de sumo interés en que el niño hace distinción,
por vez primera, entre los sentimientos de confianza
252
tes que principie á ser cosa de la razón; ella per-
manece largo tiempo un asunto de la mujer, antes
de comensar á ser un asunto del hombre. CARTA XIV.
¿Qué más puedo decir?—¡Madre, madre! Con es-
tas palabras me conducen á tu mano las leyes eter-
nas de la naturaleza.—Yo no puedo conservar mi
.J|MIGO, continúo pues mi camino, y me pregunto:
inocencia, mi amor, mi obediencia; yo no puedo 6
¿qué he hecho yo para contarrestar también, con
•conservar las ventajas de los nobles sentimientos
respecto al punto de vista de la religión, los males
sobre las impresiones nuevas producidas por el
que me han sobrevenido en el curso de mi vida?—
mundo, nada, nada puedo conservar sino á tu lado.
Amigo, si mi metódo da en esto satisfacción á las
Madre, madre, si tienes todavía una mano protec-
necesidades del género humano, su valor sobrepasa
tora, si tienes todavía un corazón para mí, no me
aun las esperanzas que yo he fundado en él. Y él
dejes que de tí me aparte; si nadie te ha enseñado
da esa satisfacción (1).
á conocer el mundo como yo debo conocerlo, ven,
El germen del cual nacen los sentimientos que
juntos aprenderemos d conocerlo, como tú deberías
son la esencia de la religión y de la moral, es pre-
haberlo conocido y como yo debo conocerlo. Ma-
cisamente el mismo de que proviene el principio
dre, madre, en ese momento crítico en que yo co-
que sirve de base á mi método de enseñanza. Ese
m m rro peligro de ser apartado de ti, de Dios, de mí
método procede enteramente de las relaciones natu-
mismo por la primera aparición del mundo, no nos
Í K M I I rales que se.establecen entre el infante y su madre,
separemos.
y se basa principalmente en el arte de referir la en-
—¡Madre, madre, santifica ese momento de tran-
señanza, desde la cuna, á las relaciones naturales
sición entre tu corazón y ese mundo, conservándo-
y de fundarla por una acción continua en la misma
me tu corazón! (6)
disposición de ánimo en la cual se estriba nuestro
Caro amigo, debo callar, mi corazón se conmue-
amor al Creador de nuestro sér. El lo hace todo pa-
ve y yo veo las lágrimas en tus ojos. ¡Adiós!
ra impedir que, en el momento en que por primera
vez se rompen los lazos físicos que unen el niño á
la madre, perezca el germen de los sentimientos no-
bles que n acen de esa unión. Cuando apenas desa-
parecen las causas físicas de esa unión, él trae á la
mano medios para hacerla revivir. En ese momen-
to de sumo interés en que el niño hace distinción,
por vez primera, entre los sentimientos de confianza
que su madre y Dios le inspiran y los que despier- El facilita á toda madre que tiene su- corazón
tan en él los fenómenos del mundo exterior, mi mé- puesto en su hijo el preservarlo no sólo del peligro
todo emplea todos los rec ursos y toda la habilidad que lo amenaza en esa época crítica de ser separado
posibles para no poner nunca á la vista del niño los •de Dios y del amor, y de ser expuesto, en lo más
atractivos de esa aparición nueva, sin asociarlos á ¡profundo de su sér, á la desolación espantosa de sí
los sentimientos más nobles de su naturaleza. El mismo y á un embrutecimiento inevitable, sino
hace uso de todas sus fuerzas y de todo su arte p a - también el introducirlo, guiado por su amor ma-
r a presentar el mundo á los ojos del niño tal como ternal y conservando puros los sentimientos más
lia salido de las manos del Creador, y no tal como nobles, en la mejor creación de Dios, antes que su
es, un mundo lleno de engaños y de mentira. El corazón, por las ilusiones y engaños de este mundo,
restringe la importancia excesiva y el atractivo pre- se haya hecho completamente insensible á las im-
ponderante de las impresiones producidas por la presiones de la inocencia, de la verdad y del amor.
aparición nueva del mundo, vivificando la afección, Para la mujer que se apropia mi método, el mi-
del niño á Dios y á su madre. Él reduce el campo serable círculo de su saber, estrecho y limitado, no
inmenso que se abre al egoísmo y al cual el espec- es más el círculo de los conocimientos en que está
táculo de toda la corrupción del mundo atrae á nues- confiado su hijo. El Libro de las madres le abre
tra naturaleza sensual, y no permite separar abso- á. ella, para su hijo, el mundo que es el mundo de
lutamente la senda de la razón de la senda del co- Dios; le enseña el lenguaje del amor más puro para
razón, ni la educación de nuestra inteligencia de la hablar de todo lo que ve su hijo por sus ojos ma-
inclinación á creer en Dios. ternales. Después de haberle enseñado en su seno
á balbucear el nombre de Dios, le muestra ahora el
E l objeto esencial de mi método no es solamente
-Amor universal en el sol que se levanta, en el
devolver la madre a l niño en el momento en que des-
• arroyo que ondea, en las fibras del árbol, en el es-
aparecen las causas físicas de la unión mutua en-
¡ plendor de las flores, en las gotas del rocío; ella le
tre la madre y el h i j o , sino también poner además
muestra la inmensidad de Dios, en sí mismo, en los
en manos de la primera una serie de procedimientos
: rayos de luz de sus ojos, en la flexión de sus articu-
por medio de los cuales pueda ella hacer durar la
laciones, en los sonidos de su voz. En todo, en todo
unión de su corazón y el de su hijo hasta que los
se le muestra Dios, y en donde él ve á Dios su co-
medios materiales de facilitar la virtud, asociados
razón se eleva, y cuando ve á Dios en el mundo, él
á los medios materiales de facilitar los conocimien-
: ama al mundo: la alegría que le causa el mundo de
tos de las cosas, puedan dar al niño la independen-
Dios se mezcla en él con la alegría que Dios le da.
cia de juicio, llevado á la madurez por el ejercicio,
=£1 abraza á Dios, al mundo y á su madre en un
«n todas las cuestiones de derecho y de deber.
solo y mismo sentimiento. El vínculo roto ha sido en cada una de sus facultades. El ve ahora á Dios
atado de nuevo; él ama ahora á su madre más de en su propio perfeccionamiento; la ley de la perfec-
lo que la amaba antes cuando él reposaba aún sobre ción es la ley de su conducta; él la reconoce en el
sus rodillas. E l está ahora un grado más alto: por primer rasgo perfecto que él ha trazado, en una
ese mundo mismo por el cual habría descendido á línea recta, en una línea curva. Sí, amigo, la pri-
la esfera de los brutos, si no lo hubiese conocido mera vez que él ha trazado una línea irreprochable,
la primera vez que ha pronuncido perfectamente
con la ayuda de su madre, es hoy elevado á una
una palabra, ha principiado á germinar en su pecho
altura mayor. Los labios que han sonreído tan á
esta grande ley: Sed perfectos como es perfecto
menudo desde el día de su nacimiento, la voz que
vuestro padre que está en los cielos. Y como mi
él ha oído tantas veces, desde el día en que vió la
método descansa esencialmente sobre una aspiración
luz del mundo, anunciarle una alegría, esos labios
constante á la perfección de cada detalle, contribuye
y esa voz le enseñan ahora á hablar; la mano que
vigorosamente y de una manera vasta á impremir
tantas veces lo ha estrechado contra el corazón que
profundamente, desde la cuna, en el corazón del
lo ama, le muestra ahora las imágenes de objetos niño el espíritu de esa ley.
cuyos nombres ha oído ya pronunciar á menudo.
Un sentimiento nuevo germina en su pecho: por las A esa primera ley de nuestro ennoblecimiento
palabras, él se da cuenta de lo que ve. El ha dado moral se agrega en seguida una sugunda con la
el primer paso hacia la asociación gradual de su cual la primera está íntimamente enlazada, á saber:
educación intelectual y de su educación moral; él el hombre no está en el mundo para sí mismo; él se
ha dado ese primer paso guiado por la mano de su perfecciona á sí mismo sólo por el perfeccionamien-
madre. El niño aprende, conoce, nombra; él quiere to de sus hermanos. Mi metódo parece ser entera-
saber más todavía, él quiere conocer más nombres mente apropiado para hacer que esas dos grandes
aún, él incita á su madre á aprender con él. Ella leyes reunidas se conviertan para los niños en una
aprende con él, y ambos crecen cada día en luces, en segunda naturaleza, aun antes que ellos sepan dis-
fuerzas y en amor. Ella ensaya ahora con él los tinguir cual es la siniestra y cual la diestra. El ni-
elementos fundamentales del arte, las líneas curvas. ño enseñado por mi método, apenas está en estado
Su hijo no tarda en sobrepasarla,—la alegría de de hablar, cuando es ya el preceptor de sus herma-
ambos es la misma; nuevas facultades se desarrollan nos y hermanas, el auxiliar de su madre.
en su espíritu: él dibuja, él mide, él calcula. Su Amigo, el lazo que une los sentimientos en que se
madre le muestra á Dios en el espectáculo del mun- funda la verdadera veneración de Dios, no puede ser
do; ahora ella le muestra á Dios en su dibujo, en atado más estrechamente de lo que lo es por mi mé-
sus medidas, en su cálculo; ella le muestra á Dios- todo. Por él he conservado al niño su madre y he
Dios de su corazón. Yo no conozco á ningún otro
hecho durar la influencia del corazón maternal; por Dios; el Dios de mi cerebro es una imaginación
él he asociado la veneración de Dios á la naturale- vana; yo no conozco á ningún otro Dios que al Dios
za humana, y he asegurado su conservación, vivifi- de mi corazón, y siento que soy un hombre sólo en
cando los mismos sentimientos de que nace en nues- la fe en el Dios de mi corazón. El Dios de mi ce-
tro corazón la disposición que nos conduce á la fe. rebro es un ídolo, yo me pierdo adorándolo; el Dios
Madre y Creador, madre y Providencia, por él se de mi corazón es mi Dios, yo me ennoblezco en su
confunden para el niño e n un solo y mismo senti- amor (3). Madre, madre, tú me has mostrado á
miento; por él, permanece el niño más largo tiempo Dios en tus mandatos, y yo lo he encontrado en mi
el hijo de su madre; por él, continúa el niño siendo obediencia. Madre, madre, si yo olvido á Dios, á
el hijo de su Dios; por él, el desarrollo progresivo ti te olvido; y si yo amo á Dios, yo ocupo tu lugar
de su inteligencia y de su corazón reposa más largo a l lado de tu hijo menor, yo me consagro á tu hijo
tiempo en los puros principios elementales de que desgraciado, y tu niño que llora reposa en mis bra-
ha nacido el primer germen de ese desarrollo. E l zos como en los brazos maternales.
le abre de una manera familiar y grandiosa á la Madre, madre, si yo te amo, amo á Dios, y mi
vez el camino que conduce al amor á la humanidad deber es mi supremo bien (4). Madre, si yo te ol-
y á la sabiduría. Por él yo soy el padre del pobre, vidó, á Dios olvido, y el desgraciado no reposa más
el apoyo del desgraciado. Así como una madre de- en mis brazos y yo no reemplazo más á Dios para
ja á su hijo sano para dedicarse á su hijo enfermo, el que sufre. Si yo te olvido, olvido á Dios y
y cuida con doble solicitud á ese hijo desgraciado entonces vivo para mí, como el león, y empleo, en
que yace en el lecho del dolor, del modo corno ella mi confianza en mí, mis fuerzas para mí y contra
debe hacerlo, porque es madre, porque ella ocupa al mis semejantes; entonces ningún sentimiento pa-
lado del niño el luyar de Dios; asimismo debo obrar ternal existe más en mi alma, ningún sentimiento
yo, si la madre reemplaza á Dios para mí y si Dios divino santifica mi obediencia y mi pretendido sen-
llena mi corazón en lugar de mi madre; yo debo timiento del deber es sólo una apariencia engaña-
obrar así. ün sentimiento semejante al sentimien- dora.
to maternal me obliga á ello. El hombre es mi Madre, madre, si te amo á tí, yo amo á Dios.
hermano, mi amor abraza á todo el género humano; Madre y obediencia, Dios y deber son entonces pa-
pero yo me dedico al desgraciado, yo soy doblemen- ra mi una misma y sola cosa;— la voluntad de
te su padre. Mi naturaleza procederá divinamen- Dios y lo que yo puedo imaginar de más noble, de
te; yo soy un hijo de Dios. Yo he creído en mi ma- más elevado, es entonces para mí una misma y so-
dre, su corazón me ha mostrado á Dios (2). Dios la cosa. Entonces yo no vivo más para mí mis-
es el Dios de mi madre, el Dios de mi corazón, el GERTRUDIS.—P. 18.
TOO; yo me pierdo en el seno de mis hermanos, dé- le agradezco, cuanto más le obedezco, tanto más mi
los hijos de Dios;—yo no vivo ya para mi mismo, creencia en su bondad eterna se convierte para mí
yo vivo para Aquel que me ha tomado en sus bra- en verdad, tanto más la fe en su eterna bondad me
zos maternales y que con mano paternal me ha sa- inspira la convicción de mi inmortalidad. .
cado del polvo de mi envoltura terrenal para ele- Yo callo otra vez, amigo mío.—¿Qué son las pa-
varme á su amor. Y cuanto más lo amo, al Eter- labras cuando deben expresar una certidumbre que
no, tanto más respeto sus mandamientos; mientras mana del corazón? Lo que son las palabras sobre
más me apego á él, tanto más dejo de pertenecerme un asunto sobre el cual un hombre que, por su in-
á mí mismo y le pertenezco á él; cuanto más m i teligencia y por su corazón, merece todo mi respe-
naturaleza se aproxima á la esencia divina, tanto to. El se expresa como sigue:
más me siento de acuerdo con mi ser y con todo el " E l conocimiento de Dios no procede jamás de
género humano (5). Mientras más lo amo, cuanto "sólo la ciencia; el verdadero Dios vive sólo para
más le obedezco, tanto más oigo de todas partes la "la fe, para la fe infantil.
voz del Eterno: No temas, yo soy tu Dios, yo no " Un alma infantil ve en su simplicidad lo que
te abandonaré; sigue mis mandamientos, mi volun- "ninguna inteligencia puede penetrar.
tad y tu salvación. Y mientras más le obedezco, "Solo, pues, el corazón conoce á Dios, el corazón
mientras más lo amo, mientras más reconocido le "que elevándose sobre el cuidado de su propia y li-
soy, mientras mas confianza tengo en él, el Eterno, "mitada existencia, abraza á la humanidad, ora sea
tanto más reconozco que El es, que El ha sido y "en su conjunto, ora sólo una de sus partes.
que El será eternamente la causa de mi existencia, Ese puro corazón humano exige y crea para su
causa independiente de mí. "amor, su obediencia, su confianza y su adoración
Yo he reconocido al Eterno en mi mismo; yo he "la personificación de un ideal supremo, de una vo-
visto las sendas del Señor; he leído en el polvo las l u n t a d suprema y santa que sea el alma de la co-
leyes de su Omnipotencia; he buscado en mi cora- "munión universal de los espíritus.
zón las leyes de su amor,—yo sé en quien creo. Mi "Pregunta al bueno: ¿Por qué es el deber para
confianza en Dios se hace ilimitada por el conoci- "tí lo que hay de más elevado?—¿por qué crees tú
miento de mí mismo y por la inteligencia que él "en Dios?—Si él te da pruebas, es sólo la escuela
me ha dado de las leyes del mundo moral. La no- "la que habla por su boca. Una inteligencia más
ción de lo inmenso se confunde en mí con la idea "ejercitada refuta todas sus pruebas—él tiembla
de lo eterno, yo espero en una vida eterna (6). Y "un momento; pero su corazón no puede, sin em-
cuanto más lo amo, al Eterno, más espero en una "bargo, renunciar á la idea de la divinidad, y él
vida eterna; y cuanto más confío en él, cuanto más "vuelve á ésta anhelante y lleno de amor, como el
"niño al seno de su madre.
"¿De dónde viene, pues, esta convicción del hom- "mo temblores de tierra, las inundaciones, truenos,
"bre bueno de que existe un Dios?—Ella no proce- "etc., y su propensión á querer investigarlo todo
"de de la razón, sino de ese impulso inexplicable "le hizo reflexionar sobre las causas de esos fenó-
"que ninguna palabra, ninguna idea puede hacer m e n o s antes que él conociese su naturaleza. Pe-
"comprender, que lo lleva á glorificar y á eternizar "ro esas reflexiones no lo condujeron á otra cosa
"su existencia en la existencia superior á impere- "que á la personificación de esas causas: relampa-
c e d e r a del todo.—¡NADA VARA MÍ, TODO PARA MIS g u e a b a , porque Júpiter así lo quería. De este
"HERMANOS!—¡NADA PARA E L INDIVIDUO, TODO PARA "modo recibió, pues, cada orden de fenómenos su
"LA ESPECIE!—tal es el fallo absoluto de la voz di- "autor particular, jefe ó dios que presidía á su apa-
"vina que oímos en nuestro interior. En escuchar r i c i ó n , y esos dioses se repartían entre sí el impe-
"esa voz y en obedecerla consiste la sola noble- r i o de las causas, ya apaciblemente, ya por la vio-
" z a " (7). lencia.
Yo (8) debo agregar á este pasaje, que descifra "Mas el espíritu humano, que, por su naturale-
el origen del santuario propio interno de la vene- z a , procura siempre reducir la diversidad á la uni-
ración de Dios, otro en el cual un hombre, cuya in- "dad, no se satisfizo largo tiempo con el politeís-
teligencia y cuyo corazón igualmente aprecio, des- "mo. El principió á considerarlo como una usur-
cribe la formación exterior de la religión conside- p a c i ó n de obreros subalternos que trabajaban en
rada en sus relaciones con los pueblos y las socie- "el gran taller de la naturaleza y buscó entonces
dades humanas. El doctor Schnell de Burgdorf me "un maestro. La imaginación, que lo había guia-
escribió hace algunos días sobre esta cuestión: "do hasta allí, lo condujo también en esta investi-
" E l hombre reflexiona muchísimo más temprano g a c i ó n : ella le mostró una figura que debía repre-
"sobre lo que él ve con sus ojos y toca con sus ma- s e n t a r á ese maestro, y la llamó Destino—idea
"nos que sobre sentimientos que yacen, sin estar "que no designa ni más ni menos que una voluntad
11
"desarrollados, en lo íntimo de su alma y que sólo suprema, insensata, la personificación del capri-
"á veces, como sombras indecisas, se deslizan al c h o , que no sabe dar á sus mandatos otros fun-
"fondo de la conciencia. El debe, pues, necesaria- d a m e n t o s que su propia autoridad: esto es mi es-
"mente aprender á conocer el mundo físico, antes t r i c t a voluntad y mi mandato.
"que pueda llegar al conocimiento del mundo inte- "—Y esta es la causa suprema, el Dios único á
"lectual. "quien muestra la razón humana. Y donde la ra-
"Tan pronto como el hombre hubo adquirido la "Zón encuentra su fin, allí la imaginación tiene
"conciencia de sí mismo, su reflexión fué puesta en "también que plegar sus alas, porque ella .no pue-
"acción por los fenómenos naturales insólitos, co- "de pintar una figura sin pedir prestados á la expe-
t i e n c i a los colores de su paleta, pues su arte no "ese sentimiento por un fenómeno del mundo físico;
•"llega hasta expresar un colorido que debe compo- " e l símbolo habíalo conducido al hecho mismo y
"nerse de otras tintas diferentes de las que le ofre- " l o que él había descubierto en el mundo conocido,
~"ce esa paleta. "se atrevió á aplicarlo á un mundo desconocido que
" E n este grado de cultura debió detenerse el hom- " é l solamente presentía. En efecto, cuando él que-
"bre hasta el momento en que una observación in- r í a obrar, ó cuando obraba, sentía casi siempre
c e s a n t e y una investigación asidua le hicieron des- "que, en su interior, una voz imposible de sofocar,
c u b r i r que todas las variaciones d é l a naturaleza, < l hahía pronunciado una sentencia que no estaba
"cualesquiera que sean, tienen entre sí relaciones "siempre de acuerdo con el juicio que dictaba su
"más ó menos próximas, más ó menos distantes, y "razón sobre la consecución ó no consecución del
"que precisamente por esta causa deben depender "objeto que se había propuesto alcanzar en sus ac-
"más ó menos las unas de las otras. El vió que c i o n e s . Indudablemente él tenía conciencia de que
"un platillo de la balanza subía cuando el otro ba- "ese sentimiento era impotente para determinarlo
"jaba, y principió á encontrar orden y armonía "contra su voluntad á ejecutar ó no ejecutar una
"donde hasta entonces no había visto más que des- "acción. Mas con todo eso, él notó que su desobe-
borden y confusión. Desde ese momento conside- d i e n c i a á esa voz interior que le hablaba le sus-
r ó los fenómenos y los cambios que se verificaban c i t a b a en su propio corazón un enemigo á quien
"á su alrededor no como' un juego de la casualidad, " l a amistad de todo un mundo no era capaz de con-
"ó como las consecuencias de los decretos capri- t r a r r e s t a r . Entonces él aplicó la noción, que aca-
c h o s o s de un ser violento, despótico, sino como los "baba de descubrir, de una regla, una ley, á ese
"movimientos regulares de una máquina, que, obe- "algo desconocido y vió que su presentimiento no
"deciendo á reglas jijas, persiguen un objeto deter- " l o había engafiado: él encontró, pues, que los pre-
"minado, mas desconocido aún para él. El cono- c e p t o s de esa voz interna eran tan absolutos como
C i ó entonces el reloj todo entero,—hasta los resor- "aquellas leyes que él había reconocido como ab-
t e s y la muestra,—la causa y el objeto del movi- s o l u t a m e n t e necesarias y por las cuales se rige el
miento. "cambio de las estaciones; mas él encontró también
"que sus deseos no están subordinados absoluta-
"La noción regla, ley á la cual su razón debía
"mente á los mandatos de su conciencia, así como
"conducirlo en sus investigaciones, le pareció co-
" l a naturaleza está absolutamente sometida á sus
r r e s p o n d e r también á un sentimiento oscuro é ínti-
"leyes. Por ese motivo él se dijo á sí mismo:
"mo que muchas veces lo había preocupado, pero
"que él no podía expresar aún porque le faltaba la "La naturaleza está obligada á obedecer á sus
"palabra adecuada. Entonces llegó él á explicarse "leyes, ella no tiene volutad. Mas, si yo no lo
266
"quiero, no es menester que yo obedezca á la ley "mirada de tu creatura hacia el cielo reconociste
"que llevo en mi pecho; luego, yo soy mi propio "con satisfacción que también esa obra era buena,
"juez, y precisamente por esto, soy un sér superior "porque ella, elevándose del polvo de la tierra y
"á todo el resto de la naturaleza. "aspirando ardientemente á la libertad y á TI, se
"Con este descubrimiento nació para la huma- "había reconocido como el objeto final del mundo
n i d a d un nuevo sol que alumbra un nuevo mundo. "material y como un instrumento de tus designios en
" E l hombre se vió en la frontera que separa el "el mundo moral...." (9).
"el mundo físico del mundo intelectual; él entendió
"que en ambos tenía derecho de ciudadanía, en uno
'•por su cuerpo, en el otro por su voluntad; encontró
"que las dos leyes de esos dos mundos son en el
"fondo una sola y misma ley puesto que ambas no
"prescriben otra cosa que orden y armonía; y él
"encontró también que la aparente diferencia de
"esas leyes proviene sólo de la diversidad de las
"naturalezas á las cuales ellas se refieren. Las na-
t u r a l e z a s dotadas de conocimientos deben obedecer
"á la ley, y ellas querrán también obedecerle, por-
"que ellas reconocerán que la ley las conduce á
"vivir en paz consigo mismas, es decir, á su propio
"fin; pero las naturalezas que no son dotadas de co-
"nocimiento obedecerán también á la ley, porque
"ellas no pueden tener un objeto que les sea propio,
" y permanecerían estacionarias, si no fuesen impul-
sadas.
" .Y ahora, solamente ahora, puede tu crea-
t u r a levantar sus ojos de la tierra que alimenta
"á los hombres para elevarlos al cielo eterno donde
"ella te encontró á tí, Sér conocido y la vez desco-
"nocido, de cuyas obras ninguna ha fracasado aún....
" Y tú, el autor de cada una de las leyes que rigen
"el mundo físico y el mundo intelectual, en esa
bala que recibió el 22 de Septiembre de 1799 mientras auxi-
liaba á los soldados suizos heridos durante el combate por
los franceses que atacaron y se apoderaron de Zürich.
JOAN JORGE ZIMMERMANN [1728-1795], natural de
Brugg en el Cantón de la Argovia, médico y escritor filosófi-
c o en su ciudad natal y más tarde médico ordinario de S.
M B en Hannover. Su libro Consideraciones sobre la soledad
y una obra intitulada Del orgullo nacional hicieron conoci-
do su nombre dentro y más allá de las fronteras de su pa-
tria. Enfermedades, desgracias de familia y desagradables
polémicas literarias á consecuencia de un folleto sobre Fe-
NOTAS Y EXPLICACIONES derico el Grande, todo turbó poco á poco su ánimo y sus
ideas hasta conducirlo á la melancolía.
I N T E R C A L A DAS EN EL TEXTO. La citada obra de Laváter Vistas de la eternidad, en car-
. tas al señor J. J. Zimmermann {Zürich, 1768) es una prueba
evidente de la exaltación de los sentimientos de ambos es-
critores amigos. En los cuatro volúmenes de que se com-
pone la obra, Laváter describe la vida f u t u r a de una mane-
CARTA I. ra fantástica y excesivamente difusa. Según las suposicio-
nes de Laváter, el estado después de la muerte es muy se-
mejante al estado a c t u a l . d e modo que en la otra vida se
repiten el estado, circunstancias y ocupaciones de la tierra.
1. Las 14 Cartas de que se compone la presente obra
Conforme á l a costumbre de aquella época, la obra esta es-
del eminente filántropo y pedagogo suizo están datadas en
crita en cartas. En el siglo XVIII los escritores más no a-
BURODORF, llamada BERTHOÜD por los franceses, segunda
bles empleaban á menudo la forma de cartas para tratar
ciudad del Cantón de Berna, y son dirigidas por Pestalozzi
las cuestiones científicas. Pestalozzi no hizo, pues, mas que
á su amigo el patriota ENRIQUE GÉSSNER, librero de Zuricli
seguir la moda de su tiempo, eligiendo esa forma para su
É hijo del famoso poeta SALOMÓN GÉSSNER, autor de una
' libro sobre educación, forma que era sin duda la mas pro-
obra poética titulada IDILIOS muy conocida del mundo lite-
pia y adecuada para él y para los fines que se había pro-
rario. (Véase BARROS ARANA, Historia de la Literatura.)
2. JUAN GASPAR LAYÁTER ( 1 7 4 1 — 1 8 0 1 ) , n a c i d o e n ZU- PU
3 S T E F E M É R I D E S DE LA HUMANIDAD ( E p h e m e r i d e n der
ricli, era teólogo, orador sagrado, escritor y poeta y pertene- Menschheit), era el título de un diario dado á luz en Basüea
cía como Pestalozzi y Géssner á una sociedad de jóvenes . Q776 1782) p o r ISAC ÍSELIN, amigo d e P e s t a l o z z i , q u i e n se-
que se reunieron en 1762 bajo el nombre de patriotas y cu- expresa de esta suerte sobre íselin: " f u é mi padre, mi m a -
yo fin era el levantamiento intelectual, físico, moral y social dre mi consuelo y mi apoyo." En las Efemérides se pu-
del pueblo. Laváter es el creador de la Fisiognomía'6 el ar- blicó por primera vez la primera obra que Pestalozzi escri-
te de conocer á los hombres por la fisonomía, esto es, el as- bió sobre educación, las Tardes de un solitario, ese precio-
pecto del rostro de las personas. Este hombre notable mu- - so collar de perlas de grandes pensamientos como la llama
rió el 2 de Enero de 1801, á consecuencia de una herida í uno de los biógrafos de Pestalozzi.
270
4. Pestalozzi había comprado en Birrfeld una propie- reclamaba imperiosamente pronto auxilio y eficaz remedio.
dad, un campo, que llamó Neuhof [Quinta nueva, de neu, Pestalozzi f u é enviado á Stanz con el fin de fundar allí una
nueva, y de Hof, quinta, granja] con el objeto de fundar casa de huérfanos, y el 14 de Enero de 1799 tuvo lugar la
allí una empresa agrícola que no tardó en fracasar y tam- admisión del primer niño asilado.
bién en arruinarlo. Entonces Pestalozzi, en medio de su po- 8: "el que eso veía quedaba estupefacto del resul-
breza, en las circunstancias más críticas, se decidió á abrir ta do."
en su casa un asilo para los pequeños vagabundos y men- Entre muchos testimonios escogimos el de Juán Federico
digos que pululaban por los caminos; esto fué lo que acabó Herbart (1796—1841), filósofo profundo y uno de los más
de completar su ruina. grandes pedagogos de los tiempos modernos, el fundador
5. " en mí mismo", es decir, en mi espíritu, por de la pedagogía cientifica. Herbart dice así: " Yo lo vi en
medio de la reflexión. su sala de clases. Una docena de niños de 5 hasta 8 años
6. LUCAS LEGRAND, d e B a s i l e a , era uno de los cinco d e edad fueron llamados á la escuela á una hora inusitada
miembros de que se componía el Directorio Ejecutivo de la de la tarde; yo temí encontrarlos de malhumor y ver fraca-
República Helvética proclamada á principios del año 1798. sar así el experimento que yo había ido á presenciar. Mas
Legrand, que con todas sus fuerzas trataba de curar las pro- los niños llegaron sin la menor huella de disgusto, y una
f u n d a s heridas que babia recibido recientemente su queri- viva actividad reinó igualmente hasta el fin de la clase. Yo
da patria, era grande admirador y valioso protector de Pes- oí el ruido del hablar á un mismo tiempo de toda la escue-
talozzi, y encontraba tan importante el plan de éste sobre la la: no, no era un ruido - era el sonido unísono de las pala-
educación de los pobres que una vez dijo á Pestalozzi: "Si bras, sumamente inteligible, como un coro acompasado,
yo también me retiro de mi puesto, ello no se verificará an- también tan imponente como un coro, que atraía tan fuerte-
tes que tú hayas principiado tu carrera." Á las influencias mente, que encadenaba de una manera tan precisa á lo que
é instancias de Legrand se debe el que Pestalozzi fuese en- se acababa de aprender, que á mí casi me costó trabajo el
viado á Stanz. [Véase la nota siguiente.] no llegar también á convertirme de espectador y observa-
dor en uno de los niños que aprendían. Yo andaba á espal-
7. STANZ, villa en el Cantón de Unterwalden y cabece-
das de ellos con el fin de escuchar si alguno callaba ó ha-
ra del Niederwalden, fué devastada por el ejército francés
blaba negligentemente; no encontré ninguno. La pronun-
el 9 de Septiembre de 1798. Entre los pocos cantones que
ciación de esos niños hirió agradablemente mis oídos, á
rechazaron la constitución que la Francia había dado á la
pesar de que su maestro mismo tiene el órgano (de la voz)
Suiza, Unterwalden f u é uno de los que opusieron la más
m á s ininteligible del mundo; por causa de sus padres sui-
viva y tenaz resistencia; pero la superioridad de las armas
zos tampoco podía ciertamente estar su lengua bien desa-
de la Francia republicana venció la oposición y terca perti-
rrollada."
nacia del desgraciado Cantón, y entonces los franceses vic-
toriosos no dieron cuartel, no respetaron siquiera ni á l a s En el atractivo y la coacción del hablar simultánea, acom-
débiles mujeres ni á los indefensos niños, incendiaron la pasada y unísonamente, en la compulsión á una atención y
villa y devastaron el Cantón de tan terrible suerte que en .actividad constantes deben manifiestamente buscarse las
ese pequeño pueblo, según datos oficiales, se encontraron causas de ese fenómeno.
después de la guerra 246 huérfanos y 237 niños desvalidos, 9. En 1799 los austríacos obligaron al ejército francés
hijos de padres totalmente arruinados. La más profunda mandado por el general Loisón á desalojar á Uri y á reple-
miseria, la pobreza más espantosa reinaba allí; ella exigía. garse á Unterwalden. El ejército francés llevaba consigo
273 /
u n gran número de enfermos y la casa de huérfanos de Pes- 15. R. FÍSCHER, discípulo del famoso educacionista
talozzi f u é convertida en un hospital militar. La disolu- Cristián G. Salzmann, había estudiado teología y fué duran-
ción de ese establecimiento, la cual tuvo lugar el 8 de ju- te algún tiempo cura-vicario en Gross Eochstetter en el Can-
nio de 1799, y una enfermedad del pecho que á causa del tón de Berna. De allí pasó á la ciudad de Berna á hacerse
excesivo trabajo había contraído Pestalozzi en Stanz y que cargo del empleo de secretario del Ministerio de Artes y
lo había acabado de tal suerte que él, según su propia ex- Ciencias, cuya cartera desempeñaba entonces el ministro
presión, "estaba cerca de la muerte," lo obligaron á retirar- Stápfer, por intermedio del cual lo conoció Pestalozzi y
se en busca de salud á los Baños de Gurnigel, lugar her- pronto aprendió á estimarlo y á amarle. Físcher poseía l a s
mosísimo, pintorescamente situado y muy frecuentado por mismas miras generosas y perseguía los mismos fines ele-
sus saludables aguas, que se encuentra en el Oberland, en vados que Pestalozzi: quería, como él, levantar la enseñan
el Cantón de Berna, y que dista horas de la cumbre de za en Suiza y acariciaba su plan favorito de fundar una es-
l a montaña de su nombre y 6 horas al sur de la ciudad de cuela normal de preceptores en Burgdorf; lo cual no pudo
Berna. llevar á cabo por falta de alumnos y de dinero. Profunda-
10. Si el maestro logra despertar en sus alumnos el mente abatido por no haber podido realizar su proyecto,
amor al estudio, la conciencia del saber y sobre todo un in- murió lleDo de sentimientos á mediados de 1800.—Físcher
terés vivo y múltiple, entonces él ha ganado la partida. fué quien proporcionó á Pestalozzi el conocimiento de Zé-
Para conseguir eso, las horas destinadas á la enseñanza de- hender, ciudadano de Berna, que vivía en los Baños de Gur-
ben ser principalmente horas de aprendizaje y de ejercicio; nigel. (Véase la nota n°. 9.) Pestalozzi ha tenido siempre
los maestros que todo lo esperan sólo de la enseñanza dada un recuerdo de gratitud para "el buen Zéliender."
en la escuela y del estudio en la casa no tienen la menor
16. RÉNGGER era Ministro de Justicia y de Policía;
idea de lo que es la educación. E l maestro debe aprender
STÁPFER, lo hemos dicho ya, tenía á su cargo la cartera de
con sus alumnos para ver cómo se aprende.
Artes y Ciencias. Ambos de Brugg y residentes en Berna,
11. Aquí puede verse el germen del sistema mutuo de
mostraron siempre grande afecto hacia Pestalozzi y prote-
enseñanza cuya teoría completa formularon más tarde los
gieron sus empresas de Stanz y de Burgdorf; Stápfer sobre
pedagogos ingleses BELL y LANCÁSTER que han dado su todo f u é para Pestalozzi "un segundo Iselin."
nombre al sistema. "Entonces (1798) nadie hablaba toda-
17. SCUNELL era prefecto y el Dr. GRIJIM, ciudadano
vía de enseignement mutuel" [enseñanza mutua], dice Pesta-
y médico de Burgdorf; en ellos encontró Pestalozzi los pro-
lozzi en su Oanh de Cisne.
tectores más adictos y más fieles de su obra.
12. Pestalozzi se refiere aquí á los tristes resultados de
18. Morador de un burgo ó aldea, que no teniendo car-
l a enseñanza completamente antimetódica y á la educación
ta de vecindad, poseía una casa con huerto contiguo ó un
doméstica y la pública que en su época se impartían con
pedazo de terreno.
tan poca seriedad moral.
13. Conocimiento de las cosas, del mundo exterior. 19. La dudad alta estaba habitada principalmente por
14. BORGDORF, ciudad industrial en el Cantón de Ber- los burgueses; la ciudad baja, al pie de la colina sobre que
na. Allí continuó infatigablemente Pestalozzi, en una po- se elevaba el antiguo castillo de Burgdorf, por las familias
sición muy subalterna, cuando en el verano de 1799, resta- pobres y por los habitantes no burgueses, los cuales no te-
blecido ya de su enfermedad, dejó á Gurnigel, su obra inte- nían derecho á los bienes comunales. Estos últimos no po-
rrumpida en Stanz, el descubrimiento de un método de en- dían enviar sus hijos á las escuelas de los burgueses, sino
señanza empírico y fundado en principios psicológicos. sólo á la que se había establecido para ellos en la ciudad
baja. Esa escuela era regentada por un honrado zapatero, cida literalmente dice: "Ud.quiere mecanizar la educa-
llamado Samuel Dysli, que para poder vivir tenía que ejer- ción;" mecanizar, es decir, hacer mecánica. Pestalozzi no
cer su oficio en las horas libres que le dejaban las clases. comprendió bien el sentido de esas palabras del consejero
Su enseñanza consistía en enseñar á los niños á leer de la Glavre. como se desprende naturalmente de la frase que a
manera más mecánica posible y más dispendiosa de tiem- ellas sigue. Glayre no pretendió expresar un juicio favora-
po que imaginarse pueda y en "taladrarles'' el catecismo ble al método de Pestalozzi, sino que más bien quiso deno-
de Heidelberg. La pieza en que funcionaba la escuela era tar lo exclusivamente mecánico de él. Por otra parte Glay-
propiedad del zapatero maestro quien naturalmente ejer- re no había, sin duda, caracterizado bien con esas palabras
cía su oficio en ella. las aspiraciones de Pestalozzi; éste mismo lo reconoce, pues
en la segunda edición de su obra agrega á ese pasaje la si-
20 "con piel y pelos," esto es, totalmente, sin dejar
guiente explicación: (léase la nota que sigue, núm. 27).—
nada, dicho que equivale á nuestras expresiones "en cuer-
Algunos pretenden que la tal frase decía " Vouz voulez me-
po y alma," "con camas y petacas."
caniserV INSTRÜCTION" (Ud. quiere mecanizar la INSTRÜC-
21. El catecismo heideberguense ó palatino, escrito por
orden y con la colaboración del príncipe elector Federico
I I I por los teólogos Zacarías Ursino y Gaspar Oleviano y " S ^ E n la segunda edición, publicada en 1820, hace Pes-
publicado en 1563, era y es aún el tratado elemental de reli- taloz7Í la siguiente salvedad: "Yo aun comprendía muy po-
gión más extendido en las escuelas de confesión evangéli- co el francés. Pensé que con esas palabras él quería decir-
ca de la Suiza. El librito es de un carácter esencialmente me que yo trataba de reducir los medios de la educación y
dogmático y no era apropiado para la enseñanza de Pesta- de la instrucción á series graduadas y psicológicamente en-
lozzi, fundada completamente en la intuición. lazadas; y tomándolas palabras en este sentido, le dió en
22. El autor se refiere aquí al examen de catecismo que efecto al clavo en la cabeza y me puso, á mi ver, en la bo-
antes de la celebración del matrimonio, debían rendir los ca la palabra, etc."
novios ante el párroco de su domicilio. 28. E l calificativo es demasiade duro y de ninguna mene-
23. La "escuela de deletreo y de lectura" de doña Mar- ra justo. Pestalozzi cabalmente no conoce otro fin de la
garita StShli, á la cual asistían de 20 á 25 alumnos, niños y educación que formar del niño un hombre. El se encuen-
niñas, de 7 á 8 años de edad. Esta "escuela elemental" no t r a con respecto á ese fin de la educación enteramente en el
se debe confundir con una "escuela de niñas" dirigida por mismo terreno que el naturalismo pedagógico de su época.
doña Margarita StShli la mayor. 29 El lenguaje, las formas y los números. Pestalozzi y
24. Bajo esta denominación comprende Pestalozzi los ele- sus colaboradores reconocieron más tarde que esas tres se-
mentos más sencillos y los ejercicios preliminares del co- ries de conocimientos no bastaban para comprender todas
nocimiento de las formas; de base le servía el cuadrado con las materias de la enseñanza popular, por lo cual en la se-
sus líneas y combinaciones. gunda edición reemplaza la frase los tres ramos por la ex-
25 "el servir de abajo para arriba," esto es, princi- presión todos los ramos. , , .
piar á servir como simple soldado, ascender de soldado á 30. Pestalozzi recomienza y prosigue la obra pedagógica
cabo, de cabo á sargento, etc., en una palabra, seguir la admirablemente realizada por Gomenio (1592—1671) en su
marcha gradualmente ascencional. célebre Orbis pictus, ó sea el "Mundo ilustrado," ó el "Mun-
26. " Vouz voulez méciinUer Véducation." esta frase que do31.
en imágenes." ,
Probablemente uno de los discípulos _
pequeños de
e l texto trae en francés como la reproducimos aquí, tradu-
Pestalozzi. _ _ , „
GERTRUDIS.—P. 19.
276
32. STEINHÜLLER, párroco y pedagogo, alimentaba las trabajos y en atraerle la estimación de todos. En 1799, á ins-
mismas tendencias pedagógicas que Físcher y Pestalozzi y tancias de Steinmüller, se estableció Krüsi en Burgdorf, y
participaba de sus ideas; trabajaba constantemente por el después de la muerte de Físcher pasó al lado de Pestalozzi.
bien de sus feligreses, de su pueblo y de su país y soñaba, [Véase I, nota 32], Allí compuso Krüsi un ABC para la ense-
como aquellos, en la reforma de la educación del pueblo! ñanza del lenguaje y del cálculo; acompañó después á Pes-
Steinmüller residía entonces en Gais, aldea grande y rica talozzi á München-Buchsee y lo siguió también á Iverdón.
en el Cantón de Appenzell, en donde Krüsi era maestro. Sólo en 1817, y obligado por las circunstancias, se separó
Por su recomendación fué Krüsi llamado á Burgdorf, don- Krüsi de su padre Pestalozzi, llevando el corazón transido
de más tarde llegó á ser uno de los colaboradores de Pesta- de dolor, y fué á fundar en Iverdón un establecimiento de
lozzi.—Steinmüller estaba entonces á punto de fundar un educación que muy pronto adquirió renombre y llegó á
seminario de preceptores que dejó de existir á su partida contar un gran número de educandos. En 1812 se hizo car-
de Gais, pero que volvió á ser abierto en 1833 bajo la di- go de la dirección de la escuela cantonal de Trogen y en
rección de Krüsi. 1813 fué nombrado director de la Escuela Normal de Pre-
33. En Neuhof, con los pequeños mendigos que él había ceptores de Gais, empleo que desempeñó hasta su falleci-
allí recogido. miento, el cual acaeció el 25 de Julio de 1844, á los 69 años
34. ZWINGLIO, el famoso reformador precursor de Calvi- de edad. Orúner llama á Krüsi: "un hombre de alma mo-
no, nació en 1484 en Wildhaus en el Cantón de San Gall y desta, cuyo talento silencioso ha sido cultivado por una ri-
fué muerto el 11 de Octubre de 1531 en la batalla de Kappel, ca experiencia. Él posee un carácter dulce y apacible; es
en la cual sus partidarios fueron derrotados por los cató- tranquilo, infatigable, activo y vigoroso. Él conoce á sus
licos. discípulos y sobre todo perfectamente la naturaleza del ni-
ño y sabe tratar á los niños de una manera poco común."
2. J Ü Á N GREGORIO T Ó B L E R n a c i ó e n T r o g e n , A p p e n z e l l ,
CARTA II. el 17 de Octubre de 1769, estudió primeramente en Basilea
teología, mas no tardó en abandonar la carrera eclesiástica
1. H E R N Á N KRÜSI n a c i ó e l a ñ o 1 7 7 5 e n A p p e n z e l l . El para dedicarse á la pedagógica, no menos noble que la pri-
texto nos suministra algunas noticias sobre la extraordina- mera. Él fué al principio ayo por espacio de 5 años y en
ria carrera de la vida de Krüsi, el cual desde mandadero- 1799 se le confirió la dirección de una escuela de niñas en
ascendió basta llegar á ser uno de los principales colabora- Basilea. En 1800, por Krüsi, su amigo de la infancia, pasó
dores de Pestalozzi; su empleo en Gais le atrajo un inmen- al lado de Pestalozzi en calidad de profesor de historia y de
so trabajo y florines de sueldo mensual. A fin de per- geografía, puesto que desempeñó durante 7 años. En 1807
feccionarse en el arte de enseñar, estudió con ardor las fundó en MÜHLHAUSEN u n a escuela industrial que pronto
obras de Basedow, Salzmann, Rochow, Campe y otros y llegó á contar 600 alumnos, pero que f u é disuelta en 1811.
trató de aplicar en su escuela los conocimientos que había Desde 1812 hastá 1817 permaneció como maestro de una es
adquirido tanto por el estudio como también por las obser- cuela privada en GLAURUS, y habiéndose suprimido su em-
vaciones y experiencias hechas por él en la naturaleza y en pleo á causa de una crisis entonces reinante, se vió obliga-
la vida; él era un maestro asiduo, progresista, trabajador y do á servir de ayo durante tres años, hasta que por último
reflexivo y poseía además un carácter afable; estas cualida- estableció en San Gall un establecimiento de educación que
des no tardaron en hacerle obtener el mejor éxito en sus- regentó hasta 1831 en que hizo traspaso de él á su hijo ma-
278 generar en maquinal, que sobre todo pone en juego y ejer-
yor. Los últimos años de su vida pasólos en Basilea y mu- cita la memoria del educando y que no demanda ninguna
rió en Nyon el 10 de Agosto de 1843, en casa de su liijo me- iniciativa de parte del maestro. El método socrático, llama-
nor que poseía allí una escuela de niños.—Tóbler es uno do también inventivo ó desarrollativo, de una naturaleza
de los principales colaboradores literarios de Pestalozzi; la distinta y de un empleo mucho más difícil que el catequís-
mayor parte de sus escritos son principalmente obras des- tico, consiste en hacer encontrar en parte por sí mismo al
tinadas á la infancia y libros populares. niño lo que se le quiere enseñar, tomando por base y apro-
3. Buss [de Tubingia] refiere por sí mismo la historia de vechando las nociones que se encuentran ya en su espíritu
su vida; más tarde fué profesor de dibujo en Berna. Grú- para inculcarle otras nuevas, en una palabra, es el desarro-
ner lo pinta así: "Boss posee un talento notable y múltiple llo propiamente dicho de los pensamientos. Este método
especialmente para el arte. Él ha nacido para enseñar en exige del maestro un conocimiento perfecto del objeto que
la enseñanza intuitiva. Posee una actividad incansable, enseña, toda la sagacidad y habilidad necesarias y un finí-
energía y fuerza, y goza, como Kriisi, de grande estima- simo tacto didáctico para dirigir al niño á un fin bien de-
ción entre los alumnos; los trata con firmeza y muestra en terminado y por caminos seguros, á través de los obstácu-
la enseñanza una paciencia admirable." los y rodeos á que lo desvian respuestas más ó menos ine-
4. El doblón equivalía próximamente á 5 pesos oro. xactas, falsas, erróneas y defectuosas.
5. Era el predecesor de STEINMÜLLEK en Gais. Pestalozzi no era un adversario del método socrático,
6. La segunda edición, publicada por el librero Cotta, de mas no aceptaba sus exageraciones, que son las mismas en
Stuttgart, dice: "libro de lectura que el señor párroco ha- que muchos inhábiles y fanáticos imitadores serviles de
bía introducido en su comunidad." Díntes el inimitable maestro de la enseñanza socrática, han
7. JUÁN HÜBNER [1668—1731], a p e l l i d a d o " e l b u e n H ü b -
incurrido en todos los ramos de la instrucción. Hoy día se
ner," f u é rector de la escuela de Hamburgo, historiador y confunde generalmente la socratización y la catequización.
geógrafo. Pestalozzi hace alusión al cuestionario que Hüb- 9. El Appenzell, cantón de la Suiza oriental, teatro de la
ner agregó á su libro: "Dos veces cincuenta y dos historias guerra entre la Farncia y la Alianza Austro-rusa, fué deso-
bíblicas escogidas." Las preguntas estaban arregladas de tal lado por el hambre durante el invierno de 1799 á 1800. La
suerte que se ajustaban exactamente á la letra de la histo- miseria tomó tan grandes proporciones que un gran núme-
ria y no podían ser contestadas sino empleando las mismas ro de padres de familia se vieron obligados á separarse de
palabras del texto. Dicha obra apareció por primera vez sus hijos, y á enviarlos á casas de sus compatriotas de los
en 1714, y en 1837 el doctor Federico Guillermo Líndner cantones orientales en donde encontraron benévola y admi-
1779—1864], profesor de pedagogía de la Universidad de rable acogida. En el mes de Diciembre, Físcher escribió á
Leipzig, dió á luz la "103.» edición, corregida y puesta su amigo Steinmüller, párroco en Gais, diciéndole que él
á la altura de nuestra época." se encargaba de colocar una treintena de esos niños en
Burgdorf y sus alrededores. Krüsi fué escogido por Stein-
8. Pestalozzi distingue estrictamente entre catequizar y müller para acompañar á esos pequeños emigrantes, y de
socratizar, es decir, entre el método catequístico y el método este modo se estableció en Burgdorf y contituó enseñando
socrático. Ambos métodos no tienen de común más que la á sus alumnos bajo la dirección de Físcher. (Véase notas
forma exterior, la interrogación; pero en el fondo difieren I, 32 y II, 1.)
completamente. El método catequístico, cuyo verdadero tipo 10. La letra inicial de todos los sustantivos y palabras
es el catecismo, consiste en la mera descomposición de las sustantivadas se escribe con mayúscula en alemán.
frases; es un procedimiento dogmático, muy expuesto á de-
talozzi en la segunda edición mientras que la primera ha-
CARTA III. bla de las "leyes eternas d é l a naturaleza física," sensiti-
va, generalizando así la base de su didáctica, precisamen-
te también en el mismo grado avanza él de las intuiciones
1. CRISTÓBAL M A R T Í N WIELAND (1733—1813), escri- sensuales, exteriores, á la intuición en general, la interna
tor y poeta, á quien se lia llamado el Yoltaire de la Ale- comprendida.
mania, estaba en relaciones íntimas con los miembros del 3. Pestalozzi se refiere á la Memoria sobre su estableci-
gobierno de la Confederación Helvética.—ABC de la intui- miento y su sistema de enseñanza, que debía él poner en
ción ó enseñanza intuitiva de las relaciones de las cosas, es el manos de la comisión de la "Sociedad de amigos de la edu-
título de una obra elemental escrita por Pestalozzi y sus cación," antes que ella examinase ocularmente sobre el te-
colaboradores. rreno mismo el método de Pestalozzi.
2. Krüsi enseñaba la lengua y el cálculo. 4 . J U Á N A M Ó S COMENXO [ 1 5 9 2 — 1 6 7 1 ] [ * ] , e l p a d r e d e l a
3. El florín de Zurich valía próximamente 2 francos 35 -didáctica moderna, había expuesto ya en su didáctica mag-
céntimos, ó sean 57 centavos oro. na, caps. 16 y 17, toda una serie de frases para hacer ver
4. Se refiere á una sección de la Karlsschule (escuela de cómo, tomando por ejemplo la vida y acción de la naturale-
Carlos), escuela militar fundada en 1771 por Carlos Euge- za, "se debe enseñar y aprender con más seguridad de suer-
nio, duque de Wurtemberg, ^1737—1793), en el Castillo So- te que se obtenga un buen éxito."
litud«, y que en 1775 f u é trasladada á Stuttgart, ensancha-
da y elevada á Academia de Artes y Ciencias.
CARTA Y.
5. El duque Carlos Eugenio de Wurtemberg.
6. La fama de Pestalozzi había atraído ya á su estableci-
1. La segunda edición enmienda así este pasaje: " in-
miento aquella multitud innumerable de visitantes que in-
tuición profundamente impresa y hecha indeleble en el es-
terrumpían tan á menudo y tan perjudicialmente la tran-
píritu humano hasta la perfección de su impresión"
quila marcha de la enseñanza; pero que, por otra parte, con-
Mientras más avanza Pestalozzi en sus experimentos y ex-
tribuyeron esencialmente á la justa estimación de Pestalo-
periencia, más bien debía llegar naturalmente al principio
zzi, al reconocimiento de sus ideas y á la propagación de su
tan frecuentemente olvidado de que una sola intuición li-
método.
gera, superficial, muy poco aprovecha y que únicamente la
7. En la edición de 1820 no habla ya Buss sino únicamen- intuición á menudo repetida, exacta y segura conduce al
te de "mi ensayo de u n ABC de la intuición." fin, á las nociones claras y lúcidas.
2 y 3. La misma segunda edición trae en lugar de "el me-
canismo de nuestra naturaleza," la expresión más propia y
CARTA IV.
exacta "el organismo de nuestra naturaleza." La natura-
leza humana por la multiplicidad de sus fuerzas y por el
1. La segunda edición dice: " algunos de mis prime- principio vivo, vivificante y que se desarrolla espontánea-
ros ensayos llegaron á producir maduros frutos;" por ejem- mente que en ella reside, es un organismo.
plo, algunos de sus frutos metodológicos en la enseñanza (*) Su verdadero nombre es Komensky, que latinizado conforme
dje la aritmética, de la geometría, etc. de uso los sabios de su época, dice Comenins, de donde viene el espa-
2." ... .leyes eternas de la naturaleza humana" dice Pes- ñol Comenio.
5 Aquí no es posible interpretar el pensamiento de Pes-
talozzi, porque los vocablos alemanes no tienen las mismas
CARTA VI. acepciones ni los mismos compuestos que las voces caste-
l l a n a s . - ¿ c / t o significa estimar, considerar, apreciar; aten-
1. Esta clasificación sistemática de Pestalozzi no es en der, hacer caso; honrar, hacer estimación ó aprecio, respe-
suma ni rigurosamente exacta ni prácticamente útil. En tar, etc. .. ,
presencia de un objeto de estudio, la intuición no se limita 6. En la segunda• edición dice: "Caer es estar obligado
á constatar el número, la forma y el sonido ó la palabra. á moverse por su propio peso, de arriba para abajo."
Particularmente parece que la materia y el color no tuvie- 7. La misma edición dice- "Cavar es levantar ó revolver
sen la menor importancia en la formación de las ideas. No la tierra en su propio sitio."
se puede decir que la palabra sea una de las tres propieda-
8 Ese libro es sin duda El Maestro de escuela natural,
des esenciales de las cosas. Pestalozzi forjábase ilusiones
cuyo manuscrito fué impreso entero por primera vez en las
sobre la exactitud, alcance y significación de este análisis
Obras completas de Pestalozzi publicadas [1872] por SEY-
que no presenta boy día más que un interés histórico.
FFARTH, de las que forma el tomo XVI. En 1829 Krüsi dio
á luz algunos fragmentos del citado manuscrito con el titu-
CARTA VII. lo de Instrucciones paternales sobre el significada moral de
las palabras, legado de Pestalozzi d sus discípulos.
9 El ABC DE LA INTUICIÓN ó enseñanza intuitiva de las
1. El historiador pedagógico RÁUMER dice: "¿No habría, rediciones de las medidas, publicado en 1803 y redactado por
más bien otra cosa de que hacer huir á su ángel de la los colaboradores de Pestalozzi.
guarda?"
2. Uno de los textos elementales de Pestalozzi publicado CARTA VIII.
en 1803 con el título: Libro de las madres, ó dirección para
que la* madres enseñen á sus hijos á observar y á hablar. Es 1 <• y conduce con seguridad, con respecto á esas
un estudio del cuerpo humano, que según el plan primitivo relaciones, á las nociones claras." Las nociones claras eran
debería constar de diez partes, llamadas ejercicios, pero só- para Pestalozzi y sus colaboradores, en cierto modo, el bn
lo las siete primeras vieron la luz pública. Únicamente la de la enseñanza, de tal suerte que Krüsi creía encontrar la
introducción y la sétima parte fueron escritas por Pestalo- causa de la ruina del instituto de Iverdón en que algunos
zzi- la idea fundamental de la obra y las demás partes per- maestros no sabían hacer valer sus esfuerzos á fin de apar-
tenecen á Krüsi.—El que desee conocer más detalladamen- tar el cultivo de la inteligencia de su dependencia necesa-
te ese libro puede consultar la obra de Jullien titulada: ria del cultivo general del hombre.
Exposición del sistema de educación de Pestalozzi, pág. 152—
162.
CARTA IX.
3. Otro de los libros elementales de Pestalozzi, que apa-
reció bajo el titulo de Dirección para enseñar á deletrear y
á leer. 1 Esta extraña inculpación que Pestalozzi hace & la
4. La segunda edición trae la nota siguiente: "Todos es- imprenta no resiste el más ligero examen. El tiene mucha
tos ensayos fueron más tarde abandonados como resultados razón al levantar enérgicamente su voz, con Montaigne con-
de ideas que no habían llegado aún á la razón."
t r a la "science livresque," contra ese método funesto que
desvía la observación y el estudio á las letras y á las pala- CARTA X.
bras en lugar de dirigirlos á las cosas mismas. Pero él no
tiene razón alguna para hacer responsable de ese estado á
la imprenta, y olvida los grandes servicios que ella ha pres- 1. Traducción arbitraria de Pestalozzi; el Texto Sagra-
tado á la humanidad: ella ha sido la libertadora del pensa- d o dice: "para que viese cómo los había de nombrar. Al
miento, el instrumento de la civilización y uno de los fac- conocimiento intuitivo de los animales debe seguirse su de-
tores más eficaces de la educación del pueblo que era tan nominación. ..
cara á Pestalozzi. 2. Naturalmente esta frase de Pestalozzi solo puede apli-
2. Pestalozzi es aquí tan injusto para con la Reforma carse á lo deficiente é imperfecto de la enseñanza del len-
como lo es antes para con la imprenta. El resultado gene- guaje en su época, la cual marchaba á la par con la defec-
ral de esa gran protestación ha sido ciertamente favorable t u o s a preparación de los maestros. Los libros elementales
á la libertad del. espíritu humano y una poderosa palanca de estudio p á r a l o s alumnos correspondían también a esa
que ha dado un gran impulso á la educación del pueblo enseñanza.
3. ROBESPIEUUE [ 1 7 5 8 - 1 7 9 4 ] dictador en t i e m p o d é l a 3. Por eso esas lágrimas; he ahí la causa del duelo.
Revolución francesa. Lo que él se imaginaba ser libertad 4 La segunda edición trae la nota siguiente:
creía poder obtenerlo únicamente por medio del terror — " L a exposición imaginaria de ese Libro de las madres
WILIAM PXTT [ 1 7 5 9 - 1 8 0 6 ] , inglés, e m i n e n t e h o m b r e d e es- que no ha existido nunca. Si ese libro que entonces me pa-
tado durante la época de la Revolución francesa. Su fin recía tan fácil de escribir no ha sido publicado, la causa de
principal era debilitar á la Francia, para lo cual trataba de ello debería buscarse en las ideas erróneas en que se mecía
fomentar la revolución en ese país mientras que impedía mi imaginación. Me sería necesario entrar en toda especie
con todas sus fuerzas que se desencadenase y propagase en de averiguaciones, si yo quisiera explicar aquí la disposi-
Inglaterra, su patria. ción particular de espíritu en que me encontraba para apre-
4. Las ideas de Pestalozzi sobre la influencia de su prin- ciar la parte de verdad que encerraban esas ideas audaces
cipio de la intuición van demasiado lejos. Ello se explica y los vacíos tan manifiestos que su falta de madurez pro-
fácilmente por la sencilla razón de que Pestalozzi estaba ducía en mis juicios. Veinte años ha que yo hice esa ma-
muy imbuido en su método de enseñanza y no había hecho nifestación y hoy apenas comienzo á poder darme cuenta
estudios más profundos de historia. Existen otras fuentes clara de lo que he expuesto aquí. Yo h e debido pregun-
de "las revoluciones políticas, morales y religiosas" que la tarme qué trabajo se ha operado en mi espíritu durante ese
"superficialidad, defectuosidad y charlatanismo de la ins- período con respecto í esas ideas, y me alegro de_poder de-
trucción popular." La misma revolución francesa, cuyas cir al cabo de ellos: si la prueba de esos veinte anos ha pa-
causas profundas desconocía Pestalozzi, suministra la prue- recido ser desfavorable á los esfuerzos que h e hecho para
ba de ello. Los sans-culottes, de cuyos principios habla madurar mis concepciones, no es menos cierto que ellas han
Pestalozzi, eran justamente aquellos individuos que no per- alcazado esa madurez en la medida de lo posible, teniendo
tenecían á la hez del pueblo sino que sólo desdeñaban ves- en cuenta m i naturaleza. Pero también esa prueba ha arrui-
tir los pantalones cortos y elegantes que usaba la alta so- nado todo lo que pasaba en mis miras el limite de mis pro-
ciedad en aquel tiempo. Y sin embargo, el nombre sans- pias fuerzas y yo no soy ahora como el nmo en los brazos
culottismo llegó á ser un título de honor para los partida- d e la nodriza, que tiende -las manos hacia la luna para ha-
rios del republicanismo más exaltado. cerla descender del cielo."

\
286

CARTA XI.
CARTA XII.

1. Conclusión del prólogo de la edicción príncipe de la


1. En alemán se da el nombre de aptitudes á los conoci-
p r i m e r a p a r t e de LEONARDO Y GERTRUDIS.
mientos técnico-prácticos, tales como la escritura, el dibujo,
2. Pestalozzi en esta frase liace alusión nuevamente á la
la música, la gimnástica que son más bien resultados del
citada expresión del consejero Glayre: "Vous voulez méca-
trabajo físico, material, que obra de la inteligencia, en con-
niser l'education;" mas le da una interpretación errónea,
traposición á los conocimientos científicos [religión, matemá-
significando que Glayre hubiera querido decirle que él (Pes-
ticas, ciencias naturales, etc.], llamados simplemente cono-
talozzi) emplea los medios de la educación y la instrucción
cimientos, que son principalmente productos de procesos in-
en series ordenadas psicológicamente. (Véase Carta I, nota
telectuales.
26.)
2. Esta larga disertación política, culturhistórica sumi-
3. Pestalozzi se refiere aquí á su esposa Ana Schulthess. nistra una prueba palpable de que las ideas y tendencias de
4. En la segunda edición (1820) viene al fin de esta carta la Revolución francesa no pasaron desapercibidas al lado de
una nota de manos de Pestalozzi, la cual contiene una larga Pestalozzi y que, por el contrario, dejaron sus huellas en
reflexión sobre la época de su actividad y sobre la lucha que él. Pestalozzi participa de las mismas preocupaciones que
tuvo que sostener para llegar á alcanzar el fin que se había los enciclopedistas francesas abrigaban contra el gobierno
propuesto. Esa mirada retrospectiva lo conmueve de tal
_y contra la nobleza. El puede tal vez haber recogido tris-
modo que Pestalozzi prorrumpe en palabras del agradeci-
tes experiencias á ese respecto; pero sólo las ideas revolu-
miento más íntimo á Dios. En realidad, él no hace más que
cionarias umversalmente propagadas pueden haberlo con-
repetir en esa extensa nota los mismos pensamientos que él
ducido á expresar ese duro juicio sobre el estado social de
h a expresado ya en el texto, él los amplía únicamente y los
. su época, á la generalización de ellas y sobre todo á tomar
refiere al tiempo que media entre la primera y la segunda
la defensa del pueblo contra los gobernantes y los propie-
edición (1801—1820). Pestalozzi mismo ve la repetición y
tarios. Pestalozzi mismo reconoció más tarde que él ha-
por eso suplica también que se le disculpe, exclamando:
bía ido muy lejos en su juicio. En la edición de 1820 qui-
"Lector, tú me perdonas la repetición de las mismas pala-
t a esta dura acusación y dice: "Aquí una gran laguna."
bras en la misma foja; m a s el impulso de mi corazón no
Luego designa él en una nota las ' demasiado vivas" mani-
me permite, con respecto al nuevo sentimiento de mi sal-
festaciones que él ha hecho en la primera edición como
vación y de mi felicidad, sólo obrar para que estos senti-
"lenguaje enérgico del ardor de la juventud."
mientos sean expresados y consignados en palabras que he
3. No hay necesidad de insistir en que Pestalozzi no co-
escrito veinte años ha, yo debo también consignarlos aquí
noce las causas profundas de la Revolución francesa. Él
como sentimientos de la hora presente con las palabras del
. saca deducciones de su vecindad más próxima y de su al-
día de hoy. Lector, tú me perdonas, lo sé, de buena gana
rededor. Cuando él atribuye la "civilización aparente" de
l a repetición."
su época á " l a instrucción y la falta de instrucción," sien-
ta un hecho que sólo es cierto á medias. Al pueblo no le
faltaba la verdadera instrucción para protegerse de la "ci-
vilización aparente," la cual consistía en la incredulidad y
•en el desconocimiento de Dios; lo que le faltaba era única-
288 289
mente el ejemplo de los de arriba; y precisamente por me- 3. " E s la pieza en que se reúne la familia, donde se reci-
dio del mal ejemplo de las clases elevadas se propagó tam- ben las visitas, fdonde duermen el padre y la madre junto
bién en el pueblo la "civilización aparente." Pestalozzi con sus hijos pequeños. Es allí donde se sirve la comida,
no poseía, pues, conocimientos profundos de historia. cuando no se come en la cocina contigua. Esta pieza se en-
cuentra en el piso bajo; allí se ve el armario grande, la bi-
CARTA XIII. blia, el salterio, el almanaque y una sartén; ella es la úni-
ca que se calienta en el invierno, y adonde cada uno va á
trabajar, cuando las hijas grandes y los jóvenes tienen cuar-
1. La respuesta de Pestalozzi á la pregunta: ¿Cómo nace- tos de dormir." R O G E R DE GUIMPS.
la idea de Dios en el alma del niño? es errónea. Él supone
4- A Pestalozzi se le escapa nuevamente que sólo la en-
que las intuiciones, nociones, etc. para formar la idea de -
señanza de la religión cristiana positiva puede mostrar al
Dios nacen de las relaciones que existen entre la madre y
niño la "ley más elevada" á la cual debe "subordinarse."
el hijo. Empero así tendría la fe un fundamento puramente
Los principios elementales de los conocimientos religiosos
natural, dejaría de ser un don de Dios. La madre no sólo
deben ser dados al niño por la madre; pero no, como Pes-
tiene la misión de poner á Sócrates en manos del niño, ha-
talozzi quiere, solamente porque ella es la madre natural,
ciéndole buscar y hallar nociones; ella debe también mos-
sino porque ella debe ser una madre religiosa.
trarle á Jesucristo, como lo hizo S. Juán Bautista; ella debe
5. No se puede aplicar á la enseñanza de la religión, la
contarle de su padre que está en los cielos, como María á
cual requiere fe en las verdades sobrenaturales reveladas
su hijo; enseñarle á orar y á escuchar la voz del Señor, co-
por Dios. Muchas cosas que no pueden nunca llegar á ser
mo Ana á su hijo. "La buena madre pesee dos órganos por
un producto de su razón, un resultado de su juicio, deben
medio de los cuales lo conduce á Dios; ellos se llaman amor
ser primeramente enseñadas al niño; de lo contrario la en-
y religión. Amante, es ella para el niño la imagen de la vir-
señanza de la religión conduciría á éste, no á la fe, como
tud; adoradora de Dios, despierta en el niño el germen de
virtud divina, sino al racionalismo.
la religión. Y cómo según su naturaleza, la religión y el
amor son una sola cosa, ella cuida de la religión por el 6. Según eso la madre sería la única mediadora entre
amor y del germen de la virtud por la religión." Así conci- Dios y el niño. ¡Eso es un error! La madre debe únicamen-
be el obispo SÁILEK (1751—1832), el Fenelón alemán, la re- te cooperar en la grande obra del solo mediador que existe en-
lación entre la madre y la educación religiosa de su hijo. tre Dios y los hombres, y ese mediador es Jesucristo, nues-
tro Salvador.
2. Según la exposición de Pestalozzi, no existe ningún
otro contrapeso para el niño, que pueda preservarlo en su CARTA XIV.
edad madura de la seducción del mundo y sus atractivos
que "procurarse nuevos medios para vivificar" los senti-
mientos infantiles de gratitud, de amor, de confianza y de 1. En la segunda edición se amplifica este párrafo del
obediencia. No participamos de sus ideas, ni estamos de modo siguiente:
acuerdo con sus opiniones. A nosotros nos dan los dones y "Amigo, si también mi ensayo para arrancar de manos de
gracias de la religión, la voluntad de Dios perfectamente la ciega naturaleza la educación del pueblo, para librarla
esclarecida, como se manifiesta al cristiano en la religión, de las pretensiones de su corrupción sensitiva y del poder
católica revelada, medios enteramente distintos para preser- - de todos los miserables procedimientos adiestradores de la
varnos y librarnos de esas seducciones del mundo. rutina y colocarla en manos de las fuerzas ennoblecidas de
do y esencialmente diferente del amor á la madre. También
290 distinguimos entre el amor perfecto de Dios y el imperfec-
nuestra naturaleza y de su sagrado centro, en manos de la to.
fe y del amor, si mi ensayo, repito, produjese solamente al-
5 "nuestra naturaleza," esto es, el estado de nues-
gunos resultados que preparen el objeto de mis esfuerzos;
tra alma, se hace "divina" sólo por la gracia del bautismo,
si llegase yo remotamente siquiera á conseguir que, más
que es fruto de la obra de la redención del género humano
de lo que ahora sucede, el arte de la educación proceda del
ejecutada por N. S. Jesucristo.
santuario de la pieza de habitación y á verificar de nuevo
6. Nuestra esperanza en una vida eterna no se funda en
por esta parte delicada, sensible, la religiosidad de nuestra
los sentimientos que nacen de las relaciones entre el hijo y
especie; si lograse á lo lejos tan sólo aproximar más y de
su madre y del conocimiento de Dios puramente natural
nuevo los fenecidos fundamentos del cultivo del espíritu y
que de ellas se deriva. Nuestra esperanza en la vida eter-
del corazón y el cultivo artificial del corazón de mis con-
na se basa en la palabra misma del Señor, por lo cual de-
temporáneos puesto de acuerdo con las fuerzas ennobleci-
cimos: "creo en la vida perdurable."
das del espíritu y del corazón, bendeciría yo mi vida y ve-
ría realizadas las esperanzas más grandes de mis esfuer- 7. Según eso, toda revelación sobrenatural sería superflua
zos." é inútil, como se desprende naturalmente de la exposición
del doctor SCIINELL, que viene más abajo. Empero esta
"Voy á tocar un momento aun este punto de vista. El es la manera de ver del puro racionalismo. ¡Magis Plato,
germen, etc." máxime veritas! " H e aquí el triunfo que ha subyugado al
2. "Nosotros debemos también aprender á creer en Dios, mundo, nuestra fe." [I. San Juán V, 4.]
como El se manifiesta en los fenómenos superiores y en la 8. Todo este pasaje hasta el fin falta en la segunda edi-
i n t u i c i ó n . " ROTTELS. ción.
3. Ni el dios de nuestros "cerebros" ni únicamente el 9. AsíJ termina la primera edición de "Cómo Gertrudis
dios de nuestro corazón es el verdadero Dios. Sólo el dios enseña d sus hijos" dada á la estampa el año 1801.
que la revelación divina nos presenta es el Dios verdadero,
el que lleva la paz al corazón del hombre. " E s naturalmen-
te cierto que el dios de sólo nuestros pensamientos, de nues-
tras investigaciones y de nuestro estudio muy rara vez pue-
de resistir también á la comparación con el dios sencillo,
por expresarme así, de nuestro corazón infantil; pero en
cambio éste es también un dios exclusivo que, en cuanto es
conservado como tal, se hace siempre falso, un dios vivo en
verdad, mas también terrenalmente oscuro, incierto, que
cuando él no se transfigura progresivamente para nosotros
por medio de la educación, nos abandona siempre en la épo-
ca de la tentación.—La fe infantil de la "pieza de habita-
ción" debe sernos siempre sagrada; pero también debemos,
conforme á las palabras del apóstol, "crecer y aumentar en
la fe," y esto sólo puede verificarse por la revelación sobre-
natural, en la fe positiva y por la fe.
4. El amor de Dios debe ser un amor mucho más eleva-
I KT ID ICE

PAG.

AL LECTOR v
CARTA I.—Recuerdos é impresiones cle Pes-
talozzi sobre su vida pasada y sus primeros
ensayos 1
CARTA II. — Colaboradores de Pestalozzi:
Kr Lisi y Tóbler 45
CARTA III.— Colaboradores de Pestalozzi
(CONTINUACIOU): Buss 73
CARTA IY.—Principios generales del sis-
tema ••• 89
CARTA Y.—Principios generales del siste-
ma (CONTINUACION) 101
CARTA VI.—Principios generales del siste-
ma (CONTINUACION) 105
CARTA VII.—METODO: Enseñanza elemen-
tal del lenguaje y de la forma 115
C A R T A V I I I . — METODO (CONTISUACION):
Enseñanza elemental del cálculo 175
CARTA IX—Pela intuición 185
C A R T A X . — D e la intuición ( C O N T I N U A C I Ó N )
C A R T A XI.—Reminiscencias de Pestalozzi
sobre las desgracias de su vida 218
CARTA XII.—Desarrollo y cxdtivo de las
aptitudes 226
CARTA XIII.—Desarrollo de los sentimien-
tos morales y religiosos 239
CARTA XIV.—Desarrollo de los sentimien-
tos religiosos 2-53
NOTAS y explicaciones intercaladas en el
texto 268

Errata notable.

En la página 171 entre las líneas 25 y 26 se debe


intercalar la frase siguiente.
Las ventajas principales de estos ejercicios de es-
critura ordenados y relacionados con los ejercicios
de lenguaje son éstas:

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