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Introducción
Este ensayo pretende dar cuenta de la construcción de un discurso alterno, que no
es el de una historia de México, sino de una parte de él: el estado de Tlaxcala,
cuyo pequeño territorio se ha mantenido casi intacto desde tiempos de la
conquista. Tlaxcala no tuvo propiamente un discurso oficial hasta fechas recientes,
pero ha sabido construirse una identidad que le ha caracterizado y que ha corrido
paralela a la versión centralizadora.
El discurso de la historia oficial del país y el de Tlaxcala, más consolidado el
primero que el segundo, difieren en un aspecto de la historia que se considera
fundacional y que por lo tanto repercute en ambas visiones: la conquista de
México-Tenochtitlán por parte del ejército de la Corona española, con la
participación de diversos grupos indígenas rivales de los mexicas, de entre los que
destacaron los tlaxcaltecas. Habrá que decir que la visión predominante de la
historia de México no ha sido una visión estática, sino que se ha ido construyendo
a lo largo de casi doscientos años a partir de la independencia; sin embargo, ha
creado una idea que tiene un origen bastante temprano y que si bien no podemos
fechar con precisión, parece tener su origen en las primeras décadas posteriores a
la independencia, a saber: al participar como aliados de los conquistadores
españoles, los tlaxcaltecas traicionaron al imperio mexica, que en la historia
“oficial” se ha considerado el imperio de los primeros mexicanos.
Al parecer, la afirmación de que los tlaxcaltecas traicionaron a los primeros
mexicanos, los hizo acreedores al apelativos de “traidores a la patria”. La idea de
la traición tuvo una importancia tal para la construcción del nacionalismo
mexicano, que permeó la sociedad mexicana al punto de que hasta la fecha es
una idea que más o menos prevalece. Frente a esto, los tlaxcaltecas han forjado
un discurso opuesto, que niega la idea de traición para afirmar que Tlaxcala fue
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cuna de la nación. Veremos aquí cómo es que ambos, pero sobre todo los
tlaxcaltecas han ido construyendo ese discurso de defensa y a la vez
autoconfirmación de su ser como entidad parte del Estado-nación mexicano.
El ensayo está dividido en dos grandes apartados. El primer apartado
plantea algunas características que históricamente hicieron de Tlaxcala un caso
especial del resto de las provincias de la Nueva España, que tienen su origen
precisamente en su participación en la conquista de México Tenochtitlán. El
segundo apartado se vale del anterior para plantear cómo fue que hasta años
recientes los tlaxcaltecas han afrontado el mote que el discurso nacionalista les
colocó, para crear una versión propia de su historia y por ende de la de México.
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alianza. “El hecho de que los españoles no hubieran tomado las cabeceras de los
principales señoríos significaba que la derrota tlaxcalteca no había sido total, por
lo que su rendimiento no debía ser incondicional. Ofrecieron a Cortés una alianza
amistosa para vencer a los de Tenochtitlan, pero esperaban respeto por aquello
por lo que sentían tanto orgullo: su libertad y su autonomía como nación”.1
La política imperial mexica había significado un impedimento para el
desarrollo de Tlaxcala, pues le habían bloqueado las salidas comerciales, le
arrebataron la mayoría de sus pueblos tributarios, cortando así su expansión, por
lo que la confrontación belicosa fue continua, aunque los mexicas nunca pudieron
someterlos. En el primer enfrentamiento en México-Tenochtitlán las fuerzas
españolas y sus aliados, salieron derrotados. Pero tras la promesa de entregar
parte de los territorios conquistados, se sumaron al contingente militar español al
menos 100,000 guerreros tlaxcaltecas, entre otros muchos aliados indios.
Finalmente la ciudad de México-Tenochtitlan cayó el 13 de agosto de 1521.
El cerco que el imperio mexica impuso a los tlaxcaltecas se había roto
definitivamente, y el precio a pagar por aliarse para derrotar a los mexicas fue
conservar la que se volvió una autonomía intocable, que quedaría sujeta a nuevas
reglas, con lo que su ancestral cultura sería penetrada por los principios
españoles. En primera instancia, los tlaxcaltecas juraron lealtad al rey de España
como suprema autoridad; no obstante, el respeto a la organización tradicional
indígena se combinó con formas de gobierno castellanas. La organización del
gobierno tlaxcalteca se basó en la formación de un cabildo como máxima
autoridad, junto con un gobernador indio y otro español.
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Ricardo Rendón Garcini, Breve historia de Tlaxcala, México, El Colegio de México, Fideicomiso
Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 32.
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Rendón, Breve historia, p. 36.
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“Bosquejo estadístico de la celebre ciudad de Tlaxcala y su territorio”, El Sol, (8 dic 1823).
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los cargos de gobierno. Este proceso se gestó durante el periodo virreinal y tuvo
su punto más alto en el proceso de independencia y formación del México
independiente. No tenemos las herramientas suficientes para afirmarlo, pero al
parecer la acusación de traición encajó a la perfección con el proceso de
formación del nuevo Estado-nación, y por lo que sabemos provino de los grupos
disidentes al interior de Tlaxcala. El adjetivo de traidores le vino bien a varios
grupos en el Congreso Constituyente, que no consideraban que Tlaxcala pudiera
ser un estado de la República, por lo que fue repetido al discutirse el status político
de Tlaxcala.5
Tlaxcala fue entonces acusada de traición y el adjetivo se consolidó a lo
largo del siglo XIX. No diremos que fue utilizado de manera permanente, pues
para eso es necesario un estudio detallado que cubra todo el periodo
independiente hasta fecha reciente, pero el adjetivo sigue vigente aunque ahora
su intensidad es casi nula, pues tanto el nacionalismo mexicano como la situación
de Tlaxcala se han modificado con el paso del tiempo. Veamos entonces cómo fue
que los tlaxcaltecas se han enfrentado a esa acusación.
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“Bosquejo”, El Sol (8 dic. 1823).
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Respecto al bautizo de los señores de las cuatro cabeceras, la narración proviene del Lienzo de
Tlaxcala, que fue realizado por los tlaxcaltecas a sugerencia del Virrey Luis de Velasco para ser
enviado al rey en la segunda mitad del siglo XVI. Sin embargo, un estudioso del periodo afirma que
los folios del Lienzo donde se trata el tema de los bautizos fueron añadidos posteriormente, pues ni
en las cartas de relación de Cortés ni en la historia de Bernal Díaz del Castillo se menciona el
hecho, lo cual difícilmente podría haberse pasado por alto. La hipótesis de Charles Gibson es que
el hecho fue incluido en el Lienzo por Diego Muñoz Camargo, el primer cronista mestizo de Tlaxca-
la, a petición de los principales tlaxcaltecas para reforzar su carácter de aliados. Charles Gibson,
Tlaxcala en el siglo XVI, México, Gobierno del Estado de Tlaxcala, Fondo de Cultura Económica,
1991, pp. 41-42.
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¿Cómo te llamas? Claro, todos tienen que llamarse José, o José María,
Francisco, Luis […] Todos tenemos raíces católicas, inclusive españolas en
relación con su nombre y aún con su apellido, pues muy poca gente tienen
apellido indígena. Quizá hasta tengan raíces extranjeras. Nuestras raíces
grecolatinas se las debemos a la alianza tlaxcalteca […] y son nuestras
raíces mestizas […] ¡México es un país típicamente mestizo y Tlaxcala lo ha
sido desde el siglo XVI!, con la alianza con Cortés y la culturalización
franciscana.8
7
Desiderio Hernández Xochitiotzin, “Escenificación de la salida de 400 familias de Tlaxcala”, en
Memoria. Coloquio de teatro de Tlaxcala, Tlaxcala, Gobierno del Estado de Tlaxcala, 1996, p. 47.
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Hernández, “Escenificación”, p. 47.
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Hernández, “Escenificación”, p. 48.
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Hernández, “Escenificación”, p. 48.
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Hernández, “Escenificación”, p. 47.
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que el mito de la traición tuvo lugar a principios del siglo XIX y que el entonces
liberalismo en boga se encargó de incrementar. Como señalamos arriba, parece
que una de las primeras acusaciones provino de pobladores de la misma Tlaxcala,
inconformes con la extrema verticalidad del ayuntamiento de la ciudad, y que
aprovecharon la coyuntura específica que significó el Congreso Constituyente de
1823-1824 para acusar de traidora a Tlaxcala. Por otro lado nos dice el muralista
que el liberalismo en boga se encargó de consolidar el mito. Aquí, debemos
remitirnos, más allá de los discursos políticos, a la historiografía misma, que en el
siglo XIX jugó un papel fundamental en la construcción de la idea de nación.12
No podemos aquí hacer un recuento de la historiografía de tintes
nacionalistas que abundó en el siglo XIX, pero podemos dar un ejemplo ilustrativo.
La obra que fue la máxima representante del intento del gobierno por crear una
historia nacional fue la enciclopedia publicada en 1880, México a través de los
siglos. Ésta, publicada en cinco volúmenes, fue dirigida por Vicente Riva Palacio, y
contó con la participación de una serie de personajes especializados en los temas
a tratar. Alfredo Chavero fue quien se encargó del primer volumen que
corresponde a la “Historia antigua y de la conquista”. Pese a que trata de integrar
a México en una historia unificada, la obra tiene la peculiaridad de que da a
conocer toda una serie de datos entonces recientemente descubiertos en archivos
y bibliotecas, sobre todo de la “historia antigua”, pues en esos momentos se
estaban explorando sitios arqueológicos. Veamos entonces qué dice Alfredo
Chavero sobre la postura que tomó Tlaxcala en el siglo XVI con respecto al ataque
español a México-Tenochtitlán:
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Véanse los dos volúmenes de la colección Historiografía Mexicana, III. El surgimiento y IV. En
busca, publicados por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
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España, darles Chololan con sus pueblos, partir con ellos todo lo que se
conquistase y ganase, que ellos y sus sucesores quedarían para siempre
libres de todo tributo y entregarles la fortaleza que en México se levantara.
Natural era por lo mismo que los señores de Tlaxcalla rechazasen la alianza
de los mexica, a pesar de que la defendió valerosamente el joven
Xicoténcatl Axayacátzin, quien asistía al Consejo como jefe guerrero de los
ejércitos del señorío. Por este motivo es general costumbre acusar a los
tlaxcalteca de traidores. El error ha consistido en tomar por una sola patria
la extensión que forma hoy nuestro actual territorio. En esa tierra había
muchas nacionalidades, si así pueden llamarse, de razas diferentes y sin
ningún punto de contacto entre sí, y en gran número otras, que aunque
procedían de un origen común, constituían gobiernos separados y no pocas
veces enemigos. Tlaxcalla no solamente era una nación completamente
diversa de México, sino contraria constante e incansable de los pueblos del
Anahuac. Llamar a su alianza con los españoles traición, sería lo mismo
que decir traidora a España porque se ligó con los ingleses para combatir a
las huestes de Napoleón, que eran como ella de la misma raza latina.
Confesaremos sí que hubo gran torpeza; los tlaxcalteca debieron
comprender que a la pérdida de los mexica era segura la suya y que las
promesas de Cortés se desvanecerían como el humo, cuando triunfante
conquistador no necesitara ya de ellos: bajo este concepto debemos dar la
razón a Xicotencatl el mozo.13
13
Vicente Riva Palacio, México a través de los siglos, México, UAM Azcapotzalco, INAOE, 2007,
CD-ROM Tomo I, libro 5, capítulo IX.
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México a través de los siglos se hace manifiesta al reconocer que hubo una gran
torpeza en la decisión de los tlaxcaltecas de aliarse con los españoles, pues su
posterior sometimiento estaba garantizado.
Podemos decir entonces que en Tlaxcala ocurrió un proceso de
construcción de una identidad a lo largo de su historia particular. Siguiendo a
Collin, podemos decir que la identidad es subjetiva, relativa y situacional, y la
subjetividad misma de la identidad le otorga su carácter de estar socialmente
construida. La identidad “selecciona identificadores, diferenciadores y
jerarquizadores” que son constituidos por rasgos diacríticos que son arbitrarios de
por sí, es decir, que se seleccionan solo algunos actos y conductas como propios
y compartidos, mientras se desechan otros, sólo que con el tiempo y la reiteración,
se convierten en condicionantes de la conducta.14
14
Laura Collin Harguindeguy, “Identidad regional y fronteras étnicas: la historia de la conquista
según los tlaxcaltecas”, en Scripta Ethnologica, XXVIII (2006), p. 31.
15
Collin, “Identidad regional”, p. 31.
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regionales para cada entidad en las materias de historia y geografía. Este fue el
primer intento oficial de fomentar la historia tlaxcalteca en el estado y, al provenir
la iniciativa del gobierno federal, les permitía a los tlaxcaltecas ofrecer su versión
de la historia en contraste con la historia nacional. Tlaxcala. Antiguos volcanes
vigilan los llanos fue el nombre del primer libro de texto cuya autora fue Mercedes
Meade de Angulo, una historiadora local, pero que contó con la participación de
historiadores locales y de personalidades como Hernández Xochitiotzin. Al narrar
la primera incursión y derrota de los españoles en México-Tenochtitlán, Meade
nos dice:
Los españoles huyeron hacia Tlaxcala y en el camino murieron casi todos
los aliados tlaxcaltecas que los acompañaban. A su llegada fueron bien
recibidos. Allí pudieron reponerse de las heridas y además preparar
minuciosamente la campaña con la que sitiarían y destruirían finalmente
Tenochtitlán. Permanecieron en las casas de Xicohtencatl y Maxixcatzin,
con los que Cortés celebró una alianza militar, haciéndoles muchas
promesas si obtenía la victoria.
Los mexicas, mientras tanto, enviaban embajadores a todos los
pueblos solicitando ayuda y alianza en contra de los españoles. Ofrecían a
cambio perdónales el pago de tributos y devolverles propiedades. Pero
ocurrió que la mayoría de los pueblos se alegraban de contemplar la
desgracia de los aztecas, sus tradicionales enemigos. Conocedores de ese
sentimiento, los jefes de Tlaxcala se reunieron y decidieron apoyar a los
hispanos.16
16
Mercedes Meade de Angulo, Tlaxcala. Antiguos volcanes vigilan los llanos, México, Secretaría
de Educación Pública, 1982, pp. 59-60.
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Conclusiones
La visión tlaxcalteca de la historia ha estado en construcción de manera paralela a
la historia nacional, aunque no había tenido el apoyo del gobierno estatal sino
hasta mediados del siglo pasado. Tanto Hernández Xochitiotzin como un gran
número de personalidades que colaboraron con los gobernadores priístas del
estado, en la construcción de la identidad tlaxcalteca en contraposición a la
nacional por medio del discurso histórico, participaron de algo que Lomnitz llama
“ideología localista”:
17
Alberto Arnaut Salgado, La federalización educativa en México: historia del debate sobre la cen-
tralización y la descentralización educativa, 1889-1994, México, El Colegio de México, CIDE, 1998.
18
“Para evitar la confusión que se produce al hablar directamente de culturas de clase, propongo el
concepto de ‘cultura íntima’ como el conjunto de las manifestaciones reales, regionalmente dife-
renciadas, de la cultura de clase. La cultura íntima es la cultura de una clase en un ambiente regio-
nal específico”. Lomnitz, “Conceptos para el estudio de la cultura regional”, en Las salidas del labe-
rinto. Cultura e Ideología en el espacio nacional mexicano, México, Joaquín Mortíz, Planeta, 1995,
p. 46.
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Lomnitz, “Conceptos”, en, Las salidas del laberinto p. 53.
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20
Lomnitz, “El centro, la periferia y la dialéctica de las distinciones sociales en una provincia mexi-
cana”, en Modernidad indiana. Nueve ensayos sobre nación y mediación en México, México, Pla-
neta, 1999, pp. 151-186.
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Bibliografía:
Arnaut Salgado, Alberto, La federalización educativa en México: historia del
debate sobre la centralización y la descentralización educativa, 1889-
1994, México, El Colegio de México, CIDE, 1998.
ISBN: 978-607-9348-75-5
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En línea:
Hernández y Dávalos, Juan E, Colección de documentos para la historia de la
guerra de independencia de México de 1808 a 1821, Virginia Guedea y
Alfredo Ávila (coord.), México, UNAM, tomo II, 2007 (consultado el 13
de mayo de 2013). http://www.pim.unam.mx/catalogos/juanhdzt2.html
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