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Angelo Rizzo,
Exotics lifes in the Ciclads Islands
He sentido. Siento.
Ahora nada.
Qué es esto. Recién ayer
Un suspiro. Un pensamiento. Todo la vida anunciaba. O al menos la apariencia
de la vida. No. Vida era. Sí. Sí. Acunaba la luz la tierra bendecida. Pájaros de
sonido hendían con sus alas el aire sin culpa de la creación. Todo cantaba.
Cantaba o susurraba. Vida era, sí. Vida y no muerte. O vida y muerte. Vida y
muerte en perfecta armonía. Perecía la semilla para dejar paso al tallo
vigoroso. ¿De dónde surgía? ¿De dónde esa rama verde erguida y esas hojas
De dónde habían nacido De qué fuerza Y esos pimpollos y luego esos pétalos
de un color que nunca antes De dónde De dónde si no de la
amorosa batalla entre vida y muerte Del abrazo silencioso que libera y arranca
y abre el camino a la luz
Sí.
Existía la vida.
Testigo soy de su trabajo incesante. De su peregrinaje adentro y afuera.
Incesante.
¿Es posible?
Siempre. Gritaba la tierra. Siempre, murmuraba el agua en los océanos
tempestuosos.
Siempre, dijo el aire y diseñó las nubes y su lluvia fecunda.
Mentir no pueden los elementos. Mentir no pueden las voces que libera la
montaña, el canto mudo de las piedras de mi calle. Mentidas no fueron las
palabras que un día sentí rozar y atravesar mi cuerpo joven.
Pero otra verdad se impuso sobre la Tierra. Y esa verdad ha barrido todo lo
demás. Piedras hojas viento océanos aire nubes Aquello que conocí y i calle.
Nada de todo aquello que era es ya.
Nada que sea testigo de la mano protectora de la vida y su dulce caricia sobre
la cara devastada de Este Día Funesto.
1
Mensajero de la muerte soy, que no de la vida. Ha terminado el tiempo que el
ritmo de las cosas señalaba para sellar entre vida y muerte una alianza. Ha
quedado la muerte, y es a ella que yo estoy anunciando.
Seré nadie. Y mis hijos. Nadie serán. Como nadie es todo aquello que de la
muerte se vuelve posesión.
¿Los he matado? Sí. Culpable soy. Muertos ahora nutren la tierra que aún
irreverentes mis pies pisan hasta el día
No, no me digas más nada. Remordimientos no siento. Yo. Asesina de mis
hijos.
Yo, mujer muerta.
Un ser humano creí ser, ¿hasta cuándo? ¿Humano? ¿Qué cosa vuelve a un
hombre hombre y a una mujer mujer? ¿La lengua? ¿El pensamiento? ¿La
capacidad de amar? ¿Más no aman acaso los árboles que al cielo alzan las
ramas felices y agradecen la luz de cada día que vida da como vida dan el
agua el sol la tierra el aire todo aquello que humano no es?
No, no, no. Todo esto es una mentira.
Humana era, yo, mujer, madre quizás. ¿Qué me hizo madre? ¿Un parto, un
desgarro en mi cuerpo abierto? No. Fue una decisión, una actitud. Madre
quería ser, porque mujer era fui quise ser completa y eso Eso me habían
enseñado. Mujer madre todo. Todo quería ser para justificar mi presencia entre
la presencia de todas las cosas sagradas que pueblan el mundo: las plantas, el
fuego, los frutos, el bramar de un río. En un ser quería yo también convertirme.
No sueño. No humo. No imagen de una imagen. No espíritu etéreo. Pies sobre
el suelo quería apoyar.
2
Encarnación de la vida. Yo. Como el árbol encarna la tierra y el cielo, así yo,
mujer, encarnar quería vida y muerte, sueño y vigilia, carne y alma.
Ustedes hijos míos. Hijos que de mi carne han sido. Ah, ¿en qué infierno vagan
ahora en espera de vuestra madre Madre asesina para vengarse? Inútil vuestra
espera será y lo es Hijos amados Odiados pedazos de su adorada carne de su
cuerpo deseado De su piel mil veces acariciada Hijos que voy a asesinar Yo
Madre y Homicida Bendice oh cielo mi filicida mano que evitó la vida a estos
pequeños inocentes ¿Saben lo que es crecer? ¿Querían conocer la madurez?
Si la muerte les doy como una vez la luz les di es también para ahorrarles este
dolor. Pero vengan. Vengan aférrense a mi falda y lloren Griten mamá mamá
Quiero todavía escuchar ese nombre Esa palabra que me dio él Él
fecundándome con su semen blanco Quería ser mujer y madre creía que mujer
fuese Llámenme me llamarán Mamá se los ordeno Porque la naturaleza así lo
quiere ¿Una madre no asesina a sus propios hijos? ¡Ah mujeres del mundo no
sean hipócritas! Con palabras dulces con enseñanzas mezquinas vida dejan en
herencia a sus hijos No No es verdadero Amor es necesario dar día por día
Secar el seno de amarga leche para nutrir la fuerza que les permitirá
¡Pero no es cierto! Frustración y amargura corren bajo el pecho Aquel hombre
que amaban hombre no es sino un fantoche Y ahora estas ramas frágiles de su
cuerpo estos brotes que defenderse no saben lo copian y lo imitan y como él
serán Si no hago algo como él serán y toda la vida Toda la larga y perniciosa
vida me lo recordarán y recordarán su Traición
Váyanse
Vayanse cuerpitos blancos delicados que fueron mis hijos
No miren más bajo los pequeños párpados sutiles como las alas diminutas de
las luciérnagas en las noches de verano No No los quiero mirar Que
escucharlos no puedo si no es a través del recuerdo El recuerdo de vuestra
breve existencia que yo manipulé por mi pasión
Pasión les dio la vida Pasión se las quitó.
Vos, día que naces inconsciente del crimen de esta raza, dame un poco de
lluvia, llanto que sepa lavar mi garganta torturada Aire para esta alma que alma
ya no es sino jirón Abismo de sombras donde rueda un grito que nadie
silenciará nunca más. Adónde iré, díganme ustedes nubes que se apoyan en
la cúpula luminosa de esta última mañana.
¡Vieja! Abrí todas las ventanas. Quiero regalar al mundo el crimen más
horrendo que perpetrar pueda una madre. ¿Llorás vieja tonta? ¿No habrías
agradecido también vos una voluntad que te ahorrase los años horribles de tu
vejez? Secá esas lágrimas estúpidas No me hagas ver tu rostro surcado tu
paso arrastrado tus manos deformes Que todo eso evito a mis hijos porque
espejo sos de aquello que no quiero ser. ¿Qué hombre te podrá amar? Tal vez
deseo pensás aún despertar con tu cuerpo retorcido marcado trastabillante que
3
piedad inspira y Muerte respira que no vida Sombra no luz y mal olor Olor a
podrido A olvido
No.
4
La sabiduría es la maldición del tiempo.
¿Ya es de día?
Cubrí esos cuerpos, vieja. Que verlos más no puede mi tristeza.
Rezá. Rezá sobre las sábanas todavía tibias de aquéllos que nunca más
amarán ni sufrirán.
Llorá.
Que llanto tuyo es de dolor auténtico y sin remordimiento. Feliz vos, vieja que a
la vida nada reprochás. Esperanza vana no te dio. Mezquindad y pobreza te
había prometido y su palabra mantuvo.
Otro llanto espero Que de él las lágrimas no se secarán tan fácilmente. Luz no
verán sus ojos que no hiera con el recuerdo de estos inocentes asesinados por
la mano que armó su traición.
Llorar lo quiero ver. Llorar por mí Por mi juventud perdida por mi carne marchita
no lo he visto.
Entonces llorar por estas muertes irremediables lo quiero sentir. No una noche
cerraré los ojos secos sin saborear su desesperación por los hijos perdidos.
Bálsamo será para mi pecho de madre asesina su pena.
5
Remordimientos no tengo. Mil veces volvería a degollar esas gargantas
blancas puras frescas de mis hijos si con otra lo viera. He arruinado así su
nueva felicidad. Espero que sea para siempre.
Vieja
Andá
Llamálo
Decile que su mujer se ha vuelto loca y ha matado a sus hijos.
Corré.
Daniel Fermani