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MONOGRAFÍA
EL ARTE DE HABLAR
Lima, Perú
2019
INDICE
INTRODUCCIÓN
En la actualidad es fundamental saber expresarse, saber comunicarse, en
pocas palabras saber hablar; ya que en todo ámbito es necesario poder expresar en
forma clara y concisa, lo que pensamos, deseamos, sentimos o queremos; ya que a
la vez esto garantiza poder establecer relaciones acordes y duraderas y a la vez
fortalecer vínculos que mejoren nuestro desarrollo personal.
Deseamos que este trabajo sirva para responder a esas preguntas clave que
se hacen algunas personas interesadas en este tema suelen hacerse: ¿Cómo decir
cosas interesantes y cómo pronunciarlas de manera adecuada? Cuando nos
decidimos a hablar en público, pretendemos, sobre todo, que los oyentes no sólo nos
oigan sino que, además, nos escuchen con atención y con interés: que comprendan
nuestras palabras, que acepten nuestras propuestas y que valoren nuestros mensajes.
También cuantas veces habremos escuchado que una imagen vale más que mil
palabras. Por ejemplo, una persona que mira constantemente el reloj, principalmente
suelen ser por dos motivos, o está esperando a alguien, o le aburre mucho la situación.
Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que también depende mucho de la
situación y contexto en que nos encontremos.
Una gran parte de nuestra comunicación no verbal proviene del inconsciente, por
ello es, que este tema, puede llegar a pasar totalmente desapercibido durante una
conversación, llegando a ser a veces incluso inevitable o inconsciente la realización de
algún gesto o cara… Como, por ejemplo, cuando de repente alguien nos pregunta algo
que no esperábamos para nada, la aparición de una persona o la mítica cara de póker,
son muchas las ocasiones en las que nuestro lenguaje corporal habla por nosotros y
nos delata.
También Picó Vila, David. (2013); en la Revista Cuadernos Gestalt; nos señala algunos
alcances pero con respecto a la voz en el campo de la psicoterapia; lo cual lo tomamos
como una referencia, relacionándolo con el tema de esta monografía:
Hablar con diferentes tonos, son recursos que se utilizan a veces en psicoterapia
pero suelen tener una presencia marginal. O están, pero no de forma muy consciente.
La información que nos llega del paciente a través de la calidad de su voz en cada
momento forma parte a menudo de lo que “intuimos”: lo sentimos más que lo podemos
pensar. Nuestros tonos de voz como terapeutas ante nuestros pacientes surgen de
nuestra presencia en cada momento, de nuestra actitud y nuestras intenciones. Sin
embargo, solemos ser más conscientes de nuestra posición corporal, nuestra expresión
facial o nuestras sensaciones internas, que del timbre de nuestra voz y sus matices.
Sabemos cómo mostrar una postura erguida o tranquila, pero nos suele costar más
modular nuestra voz.
Lo verbal y lo no verbal:
Cuando hablamos de la voz distinguimos habitualmente dos aspectos: el verbal
y el no verbal. La parte verbal de la voz incluye la emisión de palabras y frases, y otros
aspectos que contienen información de tipo lingüístico, como por ejemplo la entonación
que denota que una frase es una pregunta. Los aspectos no verbales incluyen todo lo
demás: los sonidos no verbales (resoplidos, gritos, suspiros) y también varios
parámetros sonoros que se dan en el sonido verbal y el no verbal, como la riqueza
tímbrica, la intensidad, la velocidad de dicción, la claridad de las consonantes, la
proyección, el ritmo, el tono, etc.
Una misma frase puede ser emitida por diferentes personas en diferentes
situaciones y, aunque la frase sea la misma, la voz que la emite contiene información
no verbal que cambia de una persona a otra y nos informa, no sobre el contenido del
que se habla, sino sobre las características del hablante y del contexto. Podemos llegar
a distinguir si quien habla es un hombre o una mujer, qué edad aproximada tiene, qué
origen geográfico y sociocultural, estado de salud, estado anímico, a quién se dirige
cuando habla, cuán convencido está de lo que dice, si hay algo que se deja por decir, si
se siente amenazado, etc. Alguna vez, en talleres de trabajo sobre la voz, he pedido a
los participantes que escuchen el sonido de escenas de películas sin ver las imágenes.
Les he puesto el sonido en lenguas que no puedan entender (por ejemplo, en chino o
danés). Se suelen sorprender de la gran cantidad de información que son capaces de
extraer respecto a lo que está ocurriendo en la escena: qué personas hay, qué
emociones sienten y cómo se relacionan entre ellas, todo esto sin ver las imágenes ni
entender el lenguaje.
La voz y el cuerpo
La emisión de la voz es un acto que implica prácticamente a todo el cuerpo. Para
emitir un sonido vocal intervienen el suelo pélvico, los músculos abdominales, la caja
torácica, el diafragma, los pulmones, la tráquea, la laringe y las cuerdas vocales, la
faringe, la lengua, los dientes y la mandíbula, los labios, el paladar y la cavidad nasal.
El estado de tensión o relajación de estas partes del cuerpo influyen directamente en
las cualidades y posibilidades de la voz. Otras partes del cuerpo, aunque no participen
directamente en la creación del sonido, también están conectadas y pueden influir en la
emisión. Pienso, por ejemplo, en la tensión de hombros y músculos del cuello, que
puede reducir la capacidad respiratoria y/o estresar la laringe, o en el estado de
congestión del tracto digestivo, que puede dificultar el movimiento de los músculos
abdominales o del diafragma.
El poder de la voz en grupo para mover emociones y producir cohesión y sentido
de pertenencia es incuestionable. Otros aspectos de la voz hablada nos informan
también de los vínculos grupales de cada individuo. El acento, y el uso de algunas
palabras y giros, permite a menudo reconocer el grupo de procedencia de una persona,
no solo el país, sino la región concreta y a veces hasta la población o el barrio. Hay
expresiones y tonos de voz que pertenecen a los hablantes de una determinada
generación. Cuando escuchamos noticias de radio o televisión antiguas es fácil observar
cómo la manera de entonar las frases ha ido cambiando a lo largo de los años.
Por otro lado, así como nuestra voz comunica a los demás información relativa a
nuestros grupos de pertenencia, también contiene información que nos identifica como
individuos. La voz de cada persona es única como una huella digital y nuestro sistema
auditivo está especialmente dotado para distinguir los matices tímbricos que diferencian
la voz de una persona de la de otra. Cada persona tiene una voz diferente, pues cada
aparato fonador es diferente (una laringe más ancha o más estrecha, unas cuerdas más
largas o más cortas, etc.)
La voz y el self
Por otro lado, las estructuras del self se reflejan también en la voz. La voz es una
puerta de acceso privilegiada a las funciones del self, personalidad, ello y yo [8]. La
función personalidad se nos muestra a través de la voz de múltiples formas. Adoptamos
tonos de voz de nuestros padres y de nuestro entorno cultural. Modulamos la voz
conforme a nuestra autoimagen. Los patrones de personalidad que se cronifican en
nosotros y se hacen parte de nuestra fisiología secundaria tienen un reflejo inmediato
en la voz. Como ya hemos dicho antes, la voz implica prácticamente a todo el cuerpo y,
por tanto, las tensiones musculares de nuestra “coraza” tienen un correlato inmediato
en nuestra voz. Una voz sistemáticamente chillona, o nasal, o aterciopelada, que suena
así siempre, sin tener en cuenta el contexto, puede ser producto de un sistema muscular
cronificado. Una voz espontánea y natural es capaz de variar según la necesidad del
contexto y transformarse en chillona o aterciopelada en función de lo que demande la
situación.
La voz es también una puerta de entrada privilegiada a la función ello. En una
sesión de terapia, por ejemplo, podemos en gran medida rastrear qué es lo que empuja,
dónde está puesto el deseo y la urgencia del paciente, escuchando los tonos de su voz
según habla. Si el cuerpo es una entrada a la función ello, la voz nos ofrece un correlato
acústico de cómo está el cuerpo. Nos hace audibles aspectos del cuerpo que pueden
no sernos visibles. A veces es más fácil detectar una respiración retenida si escuchamos
cómo suena la voz que si intentamos observar los movimientos de la caja torácica. La
respuesta muscular que se produce cuando una persona contacta con un tema que le
mueve emocionalmente puede ser más audible a través de la voz que visible si miramos
su cuerpo.
CAPÍTULO II: NOCIONES FUNDAMENTALES
Paul C.Jagot (Ed. 1998) en su libro “El arte de hablar bien” nos señala lo siguiente:
1. Adquirir seguridad:
A ciertas personas les faltan más o menos las ideas, las palabras, el
sentido de la construcción de las frases; a otras es sencillamente la seguridad lo
que les falta. Cuando a ello haya lugar, hay que atreverse a hablar, incluso
aunque uno no se sienta todavía en condiciones de hacerlo con habilidad; y
puesto que la idea constituye el origen de la acción, repita desde hoy y muchas
veces al día, con firme determinación: “Yo me atreveré a hablar”.
6. Influir:
José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera (2015) en su
libro “El arte de comunicar” nos señalan:
2. Hablar:
3. Expresar
4. Convencer:
5. Persuadir:
6. Rebatir:
7. Disuadir
8. Argumentar:
10. Comunicar:
Paul C. Jagot (Ed. 1998) en su libro “El arte de hablar bien nos señala lo siguiente en
sus Primeros ejercicios reeducativos:
Hasta en los más medrosos hay latencias de valor; de igual modo entre
los más tímidos existen virtualidades de audacia. Así se ve a veces una actitud
enérgica, que resiste en vez de ceder, que se enardece bajo todos los aspectos
e incluso que sobrepasa en intrepidez a la mayoría de aquellos que antes le
consideraban como de carácter débil. Por eso la autosugestión, practicada bajo
la forma afirmativa, contribuye siempre a la adquisición de la seguridad verbal.
Nadie está enteramente desprovisto de elementos generadores de vigor
psíquico. La autosugestión los dinamiza y los transforma en cualidades activas.
Para ello hay que habituársela precisar sus propios pensamientos bajo
una forma lo bastante correcta para ser comprendidos en el acto por todo el
mundo si fueran enunciados. Un ejemplo sería que por la noche, inmediatamente
antes de dormir describa minuciosamente sus hechos y gestos del día, fraseando
correctamente las diversas observaciones que le hayan acudido a la
imaginación. Enseguida reflexione en lo que se prepara, en lo proyectado para
el día siguiente y exprese con claridad su programa. Si en el curso de una
conversación se aborda un tema que no le sea familiar o se le hace una pregunta
a la que no esté preparado para responder, no se desconcertará desde que ha
adquirido la costumbre de las frases cortas y conectas. Así dirá, por ejemplo: “He
aquí un tema enteramente nuevo para mí”, o “no he pensado en esta
eventualidad”, “no poseo nociones precisas acerca de esta cuestión”, o algo por
el estilo. De igual modo, cuando se hable en su presencia de hechos o de
conocimientos extraños a su dominio, resuma, lo que entienda.
4. Escuche:
Para expresar sus pensamientos con precisión, son necesarios dos recursos:
1°disponer de un número de palabras suficientes;
2°conocer exactamente el significado de cada una de ellas, a fin de
utilizarla tan sólo cuando a ello haya lugar, excluyendo otras palabras de
acepción análoga pero no idéntica.
No deje, pues, pasar bajo sus ojos una palabra cualquiera sin asegurarse
de su exacto significado. Subraye todas las que lea, anote aquellas que entienda
v recurra al léxico. Con sólo que se limitara a hacer eso al leer un diario, su
lenguaje variaría ventajosamente. Pero, para enriquecer su vocabulario, también
sería del mayor interés leer una serie de monografías relativas a cuestiones
corrientes.
El recuerdo de las palabras se fortifica si cada una de ellas retiene
suficientemente la atención. Considerar bien la forma gráfica y después las
asonancias de cada uno de los vocablos. Represéntese claramente lo que
expresan. En fin, imagine muchas frases cuando a ello haya lugar. También
convendrá que analice su construcción, que deduzca sus raíces, así como los
prefijos y sufijos que pudieran entrar en su composición.
6. Estúdiese:
José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera (2015) en su
libro “El arte de comunicar” nos señalan:
El interés es una cualidad que hace referencia a los sujetos. Los objetos
y los asuntos no son interesantes por sí solos. Interesan o no interesan a
alguien. En consecuencia, si pretendemos identificar el grado de interés de un
tema, hemos de determinar hasta qué punto importa o afecta a los
destinatarios. El interés de los oyentes por un asunto podemos conocerlo,
suponerlo o, en caso contrario, estimularlo.
3. Hablar es actuar:
5. Necesidad de aprendizaje:
6. La práctica no es suficiente:
9. Captar la benevolencia:
El interés del oyente por el contenido del discurso constituye uno de los
factores determinantes de su presencia en el acto, un estímulo para su atención
y una clave para su interpretación y para su valoración. Pero el interés no se
garantiza por los valores intrínsecos de una disertación sino por su conexión con
las aspiraciones o con los temores más profundos, por la relación con las
cuestiones y con los problemas más importantes, no necesariamente
conscientes.
José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera (2015) en su
libro “El arte de comunicar” nos dicen:
2. La comunicación:
3. La voz:
Paul C. Jagot (Ed. 1998) en su libro “El arte de hablar bien añade lo siguiente:
1. La voz:
La articulación:
Articular bien es pronunciar distintamente todas las consonantes. Esto
permite, entre otras cosas, hacerse comprender claramente incluso
cuando se habla en voz muy baja. De ese modo se causará impresión
sin elevar la voz. La articulación es casi siempre imperfecta a menos de
una educación especial. Se efectuarán, pues, prácticas sucesivamente,
con todas las consonantes y, después, con grupos de ellas.
De la repetición:
La repetición de las mismas palabras, he escrito en una exposición
precedente de las leves de la influencia personal, puede fatigar, imitar o
afectar cada vez menos. Sin embargo, no siempre sucede así. Toda
afirmación reiterada marca su huella sobre nuestras convicciones, lo
mismo que un ejemplo frecuente repercute siempre más o menos sobre
nuestras costumbres, nuestras tendencias.
2. La conversación:
Nociones psicológicas:
El placer puro y sencillo conduce a que entablen conversación,
individuos a quienes la semejanza de puntos de vista aproxima. Cada
uno de ellos encuentra satisfacción en oír confirmar o aprobar sus
propias ideas, y también en que se le presente la ocasión de
enriquecerlas, de precisarlas. Igualmente crean la atracción una extrema
divergencia en la formación, la originalidad de los personajes y el saber
o la experiencia probados que cierta persona pueda poseer. Con sus
diversas ocurrencias, la conversación estimula el pensamiento y le
provee de elementos nuevos.
Actitud general:
Cuando se haya dado cuenta del nivel, de la mentalidad, de las
tendencias de cada persona asociada a una conversación, sabrá de qué
hablar: cómo hablar para hacerse atrayente y atractivo, significando esa
última palabra el estado de alguno que atrae a los otros hacia él, que les
inspira el deseo de serle agradables o útiles, de obtener de él una
consideración particular.
La seguridad:
Analice a toda persona que intime más o menos con usted. La impresión
que le produzca se disipará muy pronto. No se deje engañar ni por las
apariencias ni por las actitudes. Recuerde que los mejor dotados tienen
sus límites y que aquellos que parecen creerse autorizados a manifestar
desdén carecen especialmente de la sutileza requerida para darse
cuenta del carácter muy relativo de sus posibilidades. La verdadera
superioridad aborrece toda pretensión porque lo precario y relativo de
sus atributos no se le escapa.
El “self control”:
Cuando se halle solo, acostúmbrese a dominar sus impulsos, a
gobernarse según su juicio reflexivo. La obra de este último adquirirá
autoridad, influencia, y su poder persistirá en presencia de otro. Cuando
quiera hablar claramente y no lo consiga porque está impresionado, es
el espíritu subjetivo el asiento de la turbación y el espíritu objetivo es el
que se esfuerza en gobernar su palabra, sin conseguirlo. Procure, pues,
fortificar su espíritu subjetivo. Hágase dueño y señor de sus acciones.
Vele porque sus automatismos permanezcan constantemente
subordinados a su voluntad deliberada. De ese modo llegará
rápidamente a ser invulnerable a la influencia de los demás.
CAPÍTULO V: CONSIDERACIONES
José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera (2015) en su
libro “El arte de comunicar” nos explican lo siguiente:
1. ¿Cuáles son las destrezas que ha desarrollar alguien desea hablar bien?
Uno de los principales pilares sobre los que se apoya la eficacia comunicativa es
la credibilidad que inspira la persona que habla, una cualidad que está
determinada por tres factores pertenecientes, respectivamente, a los ámbitos
éticos, psicológicos y profesionales:
3. ¿Cuáles son los rasgos principales que definen a alguien que habla bien?
Destrezas no verbales:
1. Lo primero que debemos tener en cuenta que aunque algunas cualidades son
innatas y facilitan el aprendizaje de las destrezas y de las técnicas que exige la
tarea de hablar correctamente, es posible alcanzar un nivel aceptable de
habilidades si se adquieren los conocimientos necesarios mediante el estudio,
y si se desarrollan las cualidades personales en ocasiones desconocidas a
través de ejercicios prácticos adecuadamente articulados y hábilmente
dirigidos.
7. Toda persona que tenga como herramienta de trabajo “la comunicación” debe
entrenarse para perfeccionarse en el arte de “saber hablar”; ya que más que un
compromiso son su profesión, es un acto perfeccionamiento personal; el cual
repercutirá en muchos ámbitos de su vida.
REFERENCIAS
3. Jagot; Paul, C. (1998). “El arte de hablar bien y con persuasión”. Iberia. España