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Es muy difícil la remediación de las aguas subterráneas contaminadas. El desarrollo de nuevas tecnologías
requiere una mejor caracterización de la geología del subsuelo. El método de pump-and-treat contiene las
plumas pero no restaura el sistema. Su ineficacia se debe a “zonas fuente” contaminadas que se deben
controlar o eliminar. Los muros de lodos, y los controles hidráulicos pueden contener la contaminación, pero
su uso debe ser indefinido. La masa contaminante se puede reducir aumentando la tasa de eliminación, o por
reacciones químicas o biológicas in situ. El pump-and-treat se puede mejorar con enmiendas como
surfactantes y cosolventes, que movilizan o solubilizan los contaminantes. El air sparging también facilita la
eliminación de contaminantes. Los procesos electro cinéticos pueden destruir a los contaminantes in situ. La
eficacia de la extracción de vapor del terreno (SVE) para la eliminación de los volátiles de la zona vadosa se
puede mejorar mediante desorción térmica e inyección de vapor. Los volúmenes de desechos en la superficie
se reducen mediante transformaciones abióticas y bióticas. Se consideran la bioremediación in situ, aerobia,
anaerobia, o combinaciones, y las transformaciones redox in situ: pasivas (barreras reactivas permeables), y
activas (permanganato, reactivo de Fenton, ozono). Los métodos abióticos/bióticos de transformación
destruyen a los contaminantes in situ obviando el problema de su disposición y ulterior tratamiento sobre el
terreno.
Tecnologías de separación
Air sparging.- En la aireación in situ, se inyecta aire en la zona saturada contaminada volatilizando a los
contaminantes volátiles y semivolátiles en burbujas hasta la zona vadosa donde un sistema de SVE captura la
corriente de aire contaminada. Es útil para zonas localizadas de contaminación. La aireación in situ se limita
por: 1) canalizaciones del aire; 2) zonas de baja permeabilidad sobre la masa contaminante que impiden el
paso del aire a la zona vadosa, y su captura por el SVE y que de hecho puede hacer difundir a los
contaminantes.
La desorción térmica (100 a 650 º C).- Para zonas limitadas de suelos contaminados, implica la extracción
y tratamiento de grandes volúmenes de terrenos. Se vieron eficacias del 93 al 99,98% para el TCE y PCE en
suelos a 250 º C. La inyección de aire caliente es cara, capaz de tratar suelos contaminados hasta los 30
metros. Se ha probado a 100 º C como medio de tratamiento in situ de terrenos con disolventes clorados, con
enmiendas de limaduras de hierro, permanganato potásico, o mediante extracción con SVE se alcanzaron
eficiencias de hasta un 98%.
Extracción de vapor.- Esta tecnología implica la inyeccíón de vapor para facilitar la volatilización del TCE
y PCE. El proceso se facilita mediante mezcla mecánica del terreno hasta profundidades de unos 7 metros
con ayuda de barrenas. El vapor se inyecta a 150 º C hasta que el suelo se calienta a unos 60 º C. Los gases
emitidos recogidos en un envoltorio de la columna de la barrena. La vida media de la biotransformación del
TCE, se redujo en más de un orden de magnitud tras inundación con vapor. Se han citado reducciones de
concentraciones de TCE tras 24 meses de tratamiento, desde 45000 µg/L hasta 500 µg/L a profundidades de
18 a 27 metros.
Técnicas electrocinéticas.- Necesitan por lo menos un par de electrodos alrededor del área a tratar, y una
corriente DC, de 50 a 150V. El tratamiento electro cinético consta de varios procesos: electro migración,
electroósmosis y electroforesis, que movilizan a los contaminantes y electrolisis que los degrada. Sólo la
electroósmosis, movimiento del agua en respuesta a un gradiente eléctrico, opera en especies sin carga como
TCE y PCE. Por ello, los procesos electro cinéticos se usan para la movilización de metales, radio nucleídos,
o residuos mixtos (EPA, 1997). Un proceso llamado LASAGNA combina el transporte electroosmótico con
la captura de los contaminantes por adsorbentes. Este proceso se aplicó en el campo en un sitio contaminado
por TCE con una eficacia del 99 por ciento (NRC, 1999). No se piensa que estas técnicas se apliquen
sistemáticamente en el futuro por no conocerse el mecanismo de transporte de los NAPLs por electroósmosis
y a la inercia de los compuestos orgánicos tóxicos a la electrolisis.
Movilización y solubilización mejorada.- La baja solubilidad de los componentes de los NAPL se puede
mejorar, incrementando la masa de contaminante extraída, con el lavado mediante surfactantes, solventes,
materia orgánica disuelta y ciclodextrinas (McCray y Brusseau, 1998). Los surfactantes tienen partes
hidrofóbicas e hidrofílicas y forman micelas cuando su concentración es mayor que la concentración de
micelas crítica. Las micelas tienen un exterior hidrofílico y un interior hidrofóbico en el que los compuestos
orgánicos hidrofóbicos (COH) pueden particionarse, aumentando solubilidad aparente de los COH en la fase
disuelta, la disolución de los NAPLs atrapados, y la desorción de los contaminantes sorbidos. La solubilidad
mejorada de un COH, en presencia de micelas, depende del número de micelas formadas, del coeficiente de
partición micela-agua y de la solubilidad acuosa del contaminante. Los surfactantes se acumulan en la
interfase NAPL/agua, reducen la tensión interfacial y movilizan los ganglios de NAPL. La movilización y
formación de emulsiones pueden separar masas de NAPL. Los DNAPLs movilizados se pueden escapar al
control hidráulico por gravedad empeorando la contaminación. Se deben escoger surfactantes y cosolventes
escogidos con un mínimo de movilización y emulsificación para mejorar la solubilidad. Los cosolventes
aumentan la solubilidad de los compuestos hidrofóbicos. Los reactivos serán específicos para cada sitio y será
crítica la facilidad de reciclaje de los reactivos. En ensayos piloto a escala de campo se ha visto que los
métodos de solubilización/movilización pueden favorecer la eliminación de masas de contaminantes en zonas
fuente.
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Facultad de Ingeniería Civil
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Tecnologías de separación
Barreras Impermeables. Las barreras impermeables, para las zonas saturada y vadosa, pueden impedir la
migración de los NAPLs. Son tecnologías probadas. Su misión es confinar pequeñas bolsas de NAPLs que
pueden contaminar el agua subterránea. Hay barreras verticales, coberteras superficiales, barreras
horizontales, y combinaciones de ellas. La configuración va de barreras verticales simples, coberteras a
muros que rodean la zona contaminada. La configuración depende de la movilidad del contaminante, agua de
percolación, velocidad y dirección del flujo del agua. Las barreras verticales pueden llegar a 70 metros de
altura excepto sobre rocas duras.
Los contaminantes orgánicos se volatilizan o incineran en los bordes del fundido y los vapores capturados en
la superficie. Por su costo energético solo se utiliza en contaminantes difíciles de tratar por otros medios.
Los métodos de transformación abiótica pueden ser in situ o ex situ. Los reactivos de Fenton son aplicables
de ambos modos. Las barreras permeables reactivas se aplican sólo en el medio subterráneo, y el método
UV/peróxido sobre el terreno después de la extracción. La ventaja de los métodos in situ es que destruyen allí
mismo al contaminante. Los tratamientos ex situ evitan el problema de traslado de los reactivos y posibilitan
reacciones fotoquímicas sobre el terreno. Recientemente vienen recibiendo atención las transformaciones
químicas (redox) in situ: métodos pasivos como barreras reactivas permeables con limaduras de hierro de
valencia cero y, activos con inyección de soluciones oxidantes (reactivo de Fenton, permanganato) en la zona
contaminada.
Tecnologías de bióticas
Atenuación natural monitorizada (ANM).- La ANM es una remediación mediante procesos naturales
como biodegradación, reacciones químicas, absorción, dispersión/dilución y evaporación, que impiden el
avance de la pluma. Se debe demostrar que es natural y que se recuperará en un tiempo razonable. Para ello
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El cometabolismo aerobio.- Se postula como el mejor método, desde el punto de vista medioambiental, ya
que además de no producir metabolitos tóxicos es el que genera los mejores resultados de degradación de
TCE. El proceso se basa en la capacidad de ciertos microorganismos para modificar químicamente un
sustrato a pesar de que carezcan de la capacidad de crecer en él (Suttinum et al., 2012; Nzila, 2013). Por tanto,
las bacterias cometabolizantes no crecen en presencia del substrato que modifican pero si lo hacen en
presencia de compuestos análogos completamente metabolizables que son los que hacen que se exprese la
enzima oxigenasa, responsable de la degradación del compuesto. Esta necesidad de análogos metabolizables
explica el hecho de que en los ambientes naturales la degradación total del compuesto sea un proceso lento.
Para que tenga lugar la degradación aeróbica del TCE, mediante este mecanismo, se requiere la presencia de
compuestos como el fenol y el tolueno, los cuales actúan como cometabolitos, permitiendo el crecimiento
bacteriano así como la expresión de la enzima oxigenasa que inicia la degradación oxidativa y la
mineralización del TCE. Un ejemplo de oxigenasas que incorporan oxígeno atmosférico a una amplia gama
de moléculas orgánicas son las enzimas tolueno dioxigenasa, tolueno monooxigenasa y metano
monooxigenasa. Así por ejemplo, el TCE puede ser oxidado por la enzima tolueno dioxigenasa utilizando
como cometabolito el tolueno y los productos de degradación pueden ser metabolizados por otras bacterias.
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Nano partículas de hierro cerovalente (nZIV).- La utilización de nano materiales para la remediación
de zonas contaminadas con compuestos clorados ha recibido elevada atención (Bhattacharyya et al., 2010) en
parte debido a la capacidad de los nano materiales para transformar los contaminantes rápidamente a escala
de laboratorio, siendo la utilización de las nano partículas de hierro cero Valente la más destacada.
Biorremediación.- Es utilizada para describir una variedad de sistemas que usan organismos vivos (plantas,
hongos, bacterias, etc.) para degradar, transformar o remover compuestos orgánicos tóxicos a productos
metabólicos inocuos o menos tóxicos. Este proceso biológico depende de diferentes actividades catabólicas
de los organismos y, por ende, de su capacidad para utilizar los contaminantes como fuente de alimento y
energía.
A pesar de que el 100% de sus compuestos orgánicos no son susceptibles a la biodegradación, los procesos
de Biorremediación se han usado con éxito para tratar suelos, lodos y sedimentos contaminados con
hidrocarburos del petróleo, solventes (benceno y tolueno), explosivos, clorofenoles, pesticidas, conservadores
de madera (creosota) e hidrocarburos aromáticos policíclicos.
Fitorremediación.- En este proceso se utilizan plantas para remover, transferir, estabilizar, concentrar y/o
destruir contaminantes (orgánicos e inorgánicos) en suelos, lodos y sedimentos y se puede aplicar tanto in
situ como ex situ. Sus mecanismos incluyen la rizodegradación, la fitoextracción, la fitodegradación y la
fitoestabilización.
Biorreactores.- Es un recipiente en el que se lleva a cabo un proceso químico que involucra organismos o
sustancias bioquímicamente activas derivadas de dichos organismos. Este proceso puede ser aeróbico o
anaerobio.
Un biorreactor puede ser también un dispositivo o sistema empleado para hacer crecer células o tejidos en
operaciones de cultivo. Estos dispositivos se encuentran en desarrollo para su uso en ingeniería de tejidos. En
términos generales, un biorreactor busca mantener ciertas condiciones ambientales propicias (pH,
temperatura, concentración de oxígeno, etcétera) al organismo o sustancia química que se cultiva.
TRATAMIENTOS FÍSICO-QUÍMICOS
Extracción de vapores (EV).- También conocida como ventilación del suelo, vaporización y volatilización,
es una tecnología en la que se aplica un vacío al suelo, para inducir un flujo controlado y continuo de aire, y
remover así contaminantes volátiles y semivolátiles del suelo. La EV usualmente se lleva a cabo in situ. Sin
embargo, en algunos casos, puede usarse como una tecnología ex situ. La efectividad del sistema de EV
depende principalmente de la volatilidad de los contaminantes y de la permeabilidad y homogeneidad del
suelo.
Separación física.- La separación ex situ puede realizarse por varios procesos. La separación por gravedad
(por diferencia de densidad entre fases) y la separación por tamaño de partícula (concentración de
contaminantes en volúmenes menores) son dos procesos bien desarrollados. En cambio, la separación
magnética (extracción de partículas magnéticas) es un proceso mucho más novedoso que aún se encuentra en
desarrollo.
TRATAMIENTOS TÉRMICOS
Desorción Térmica (DT).- Los procesos de DT consisten en calentar (90 a 540ºC) el suelo contaminado
con contaminantes orgánicos, con el fin de vaporizarlos y por consiguiente separarlos del suelo. El calor
acelera la liberación y el transporte de contaminantes a través del suelo, para posteriormente ser dirigidos
hasta un sistema de tratamiento de gases con el uso de un gas acarreador o un sistema de vacío. Es un proceso
de separación física no destructivo. En base a la temperatura de operación, la DT puede clasificarse en dos
grupos:
- Desorción térmica de alta temperatura (DTAT). Es una tecnología a gran escala en la cual, los desechos son
calentados a temperaturas entre 320 y 560 ºC. Frecuentemente se utiliza en combinación con la incineración o
S/E, dependiendo de las condiciones específicas.
- Desorción térmica de baja temperatura (DTBT). Los desechos se calientan a temperaturas entre 90 y 320 ºC.
Es una tecnología a gran escala que se ha probado con éxito en el tratamiento de varios tipos de suelos
contaminados con HTPs.
La DT puede implementarse por: inyección a presión de aire caliente, inyección de vapor o calentamiento del
suelo por ondas de radio (radiofrecuencia), que producen energía que se transforma en energía térmica.
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Incineración.- En los procesos de incineración tanto in situ como ex situ, se utilizan altas temperaturas de
operación que van desde los 870 a los 1200 ºC, con la finalidad de volatilizar y quemar compuestos orgánicos
y halogenados en presencia de oxígeno. Generalmente se utilizan combustibles para iniciar el proceso de
combustión. Las eficiencias de remoción y destrucción de los incineradores operados adecuadamente
exceden el 99.99%. Sin embargo, los gases de combustión generalmente requieren de tratamiento. Existen
diferentes tipos de incineradores:
- Combustión de lecho circulante (CLC). Utilizan altas velocidades en la entrada de aire, lo que provoca la
circulación de los sólidos, creando una zona de combustión turbulenta favoreciendo la destrucción de
hidrocarburos tóxicos. Los incineradores de CLC operan a temperaturas menores que los incineradores
convencionales (790 a 880 °C).
- Lecho fluidizado. Utiliza aire a alta velocidad para provocar la circulación de las partículas contaminadas y
opera a temperaturas mayores a 870 ºC..
- Tambor rotatorio. La mayoría de los incineradores comerciales son de este tipo, y están equipados con un
“dispositivo de postcombustión”, un extintor y un sistema para el control de emisiones. Son cilindros
rotatorios con una ligera inclinación que opera a temperaturas por arriba de los 980 ºC.
Vitrificación.- El proceso de vitrificación puede llevarse a cabo in situ o ex situ, y utiliza una corriente
eléctrica para fundir los suelos contaminados con temperaturas que van de 1600 a 2000 ºC. Es un proceso de
S/E que estabiliza la mayoría de los contaminantes inorgánicos y destruye los orgánicos. El producto de la
vitrificación es un material cristalino químicamente estable que no produce lixiviados, en el cual quedan
incorporados los compuestos inorgánicos. Durante el proceso, las altas temperaturas, provocan la destrucción
o remoción de los materiales orgánicos.
Pirólisis.- La pirólisis es la descomposición química de materiales orgánicos inducida por calor en ausencia
de oxígeno. El proceso normalmente se realiza a presión y temperaturas de operación mayores a 430 ºC. Los
hornos y equipos utilizados para la pirólisis pueden ser físicamente similares a los utilizados para la
incineración, pero se deben operar a temperaturas menores en ausencia de aire. Los productos primarios
formados de la pirólisis de materiales orgánicos, en diferentes proporciones de acuerdo a las condiciones del
proceso, son: (i) gases residuales (metano, etano y pequeñas cantidades de hidrocarburos ligeros); (ii)
condensados acuosos y aceitosos y (iii) residuos sólidos carbonosos (coque) que pueden usarse como
combustible.
TRENES DE TRATAMIENTO
En algunos casos, dos o más tecnologías innovadoras o tradicionales pueden usarse juntas en lo que se
conoce como “trenes de tratamiento”. Estos trenes de tratamiento son procesos integrados o bien, una serie de
tratamientos que se combinan en una secuencia para proporcionar el tratamiento necesario. En general, los
trenes de tratamiento se emplean cuando no todos los contaminantes en un medio particular, pueden tratarse
con una sola tecnología.
Por ejemplo, un suelo contaminado con compuestos orgánicos y metales puede tratarse primero por
biorremediación para eliminar los compuestos orgánicos y después por S/E para reducir la lixiviación de los
metales. En otros casos, un tren de tratamientos puede usarse para: hacer un medio más fácilmente tratable
por una tecnología subsecuente; para reducir la cantidad de desechos que necesitan un tratamiento posterior
con una tecnología subsecuente y más costosa; para disminuir el costo total del tratamiento.
El suelo se forma en un largo proceso en el que intervienen el clima, los seres vivos y la roca más superficial
de la litosfera. Este proceso es una sucesión ecológica en la que va madurando el ecosistema suelo. La roca
es meteorizada por los agentes meteorológicos (frío/calor, lluvia, oxidaciones, hidrataciones, etc.) y así la
roca se va fragmentando. Los fragmentos de roca se entremezclan con restos orgánicos: heces, organismos
muertos o en descomposición, fragmentos de vegetales, pequeños organismos que viven en el suelo, etc.
Con el paso del tiempo todos estos materiales se van estratificando1 y terminan por formar lo que
comúnmente se conoce como suelo.
Servicios ambientales
Teniendo en cuenta los servicios ambientales que presta el suelo, puede decirse que la conservación de este
recurso es fundamental para el ser humano, pues de su adecuado funcionamiento depende en gran parte el
sostenimiento de las actividades productivas que desempeña el hombre.
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La contaminación del suelo se puede dar debido a metales pesados, lluvias acidas, salinización,
fitosanitarios, explotaciones mineras y contaminantes orgánicos.
y más difíciles de llevar a la práctica dada la dificultad de poner en contacto íntimo a los agentes de
descontaminación con toda la masa de suelo contaminada. Los tratamientos ex situ suelen ser más costosos,
pero también más rápidos, consiguiendo normalmente una recuperación más completa de la zona afectada.
En función de los objetivos que se quieren alcanzar a la hora de recuperar un suelo contaminado, se puede
distinguir entre:
Técnicas de contención, que aíslan el contaminante en el suelo sin actuar sobre él, generalmente
mediante la aplicación de barreras físicas en el suelo.
Técnicas de confinamiento, que reducen la movilidad de los contaminantes en el suelo para evitar
su migración actuando directamente sobre las condiciones fisicoquímicas bajo las que se
encuentran los contaminantes.
Técnicas de descontaminación, dirigidas a disminuir la concentración de los contaminantes en el
suelo.
CONCLUSIONES
En nuestro país no se han analizado sistemáticamente las aguas subterráneas para compuestos
orgánicos que pueden ser perjudiciales para la salud. La necesidad obvia de mejorar la calidad de las
aguas subterráneas da actualidad a los métodos de recuperación, y antes, de una más exacta
caracterización empezando por la necesidad de obtener la información necesaria de los acuíferos y
terrenos contaminados.
En nuestro país hay una gran variedad de suelos, además de la gran contaminación que hay en los
alrededores, para poder remediarlo aparte de la colaboración de las personas se tienen que tratar los
suelos ya afectados con los métodos que se presentaron para mejorar el ambiente que hay en nuestro
lugar, empezando por investigar estos métodos.
Los recursos naturales son vitales para el desarrollo de las actividades cotidianas del ser humano,
pues intervienen de diversas formas en sus relaciones y son esenciales para el logro de diversos
satisfactores sociales; sin embargo, el uso intensivo e indiscriminado del suelo está generando un
fuerte impacto ambiental negativo en el recurso, de tal forma que si no se propende por su
protección y conservación, puede llegar a perder sus características y, por ende, su capacidad para
ser empleado dentro de otros procesos productivos posteriores o como soporte para actividades de
ocio y recreación, entre otras.