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El Catoblepas • número 69 • noviembre 2007 • página 10
nódulo
actividades
biblioteca nm Antropología y Etnología número 183
documentario primavera 2018
foros de nódulo Moisés Moreno Fernández
el correo imperial Sergio Vicente
Análisis filosófico del término Antropología y desarrollo del alcance gnoseológico Comentarios TCC
Carlos Madrid
de la Etnología como ciencia Un crítico de la TCC
Fernando Peregrín
Cristianismo y ciencia
El objetivo de esta exposición es el de desplegar un análisis comparativo acerca Antonio López Calle
de los problemas que plantean los términos Antropología, Etnografía, Etnología, así Moral del Quijote
polémica · autores Gustavo Perednik
qué es · agitprop como la Idea de Cultura, utilizando para ello un modo de proceder estrictamente Historiografía cautelosa
secciones filosófico y acompañado de una perspectiva gnoseológica. Fernando Genovés
Libros en papel
Castro Merino
200 2 3 4 5 6 7 8 9 Lugar de la asebeia
I. Antropología: ¿Ciencia o filosofía? Rubén Franco
201 0 1 2 3 4 5 6 7
A propósito de Woody
Sergio Espinosa
Abordaremos en una primera instancia las conjeturas pertinentes que suscita el Voltaire
concepto de Antropología. ¿Qué papel desempeña dicho término en el conjunto del Miguel Ahumada
Jorge Millas
saber? ¿Existe la Antropología como concepto unívoco o hay en cambio varias PC González Cuevas
antropologías? Para analizar estas cuestiones es necesario tener presente la Idea Ricardo de la Cierva
• Literatura y Álvarez Balbuena
materialismo filosófico de Cultura{1} desarrollada en El mito de la cultura; hay dos variantes fundamentales Libertades castellanas
Fernández Vítores
16-20 julio 2018
de la misma: 1. Idea de Cultura abordada desde una perspectiva ontológica. 2. Idea China no es papel
• Controversia entre el de Cultura analizada desde una perspectiva gnoseológica (como concepto
tomismo y el molinismo
científico–positivo).
• Fundamentalismo
científico
La primera de las acepciones corresponde a una Idea que ha de ser tratada 1 2 3 4 5 6 7 8 9
10 1 2 3 4 5 6 7 8 9
• Ignoramus, ontológicamente, del mismo modo que podemos discutir sobre el lugar que les
20 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Ignorabimus!
corresponde a otras Ideas filosóficas como puedan serlo las de Espíritu y Materia o 30 1 2 3 4 5 6 7 8 9
• Filosofía del Deporte
como las de Hombre y Naturaleza. Para ver qué estatuto tiene la Antropología 40 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Cultural como ciencia positiva habrá que atenerse a la segunda acepción de la Idea 50 1 2 3 4 5 6 7 8 9
de Cultura, aquella que es estrictamente gnoseológica. Pero al basarnos en esta 60 1 2 3 4 5 6 7 8 9
acepción, en un principio no deberíamos estar haciendo ciencia o, en este caso, 70 1 2 3 4 5 6 7 8 9
elaborando leyes nuevas que promuevan el avance de la teoría antropológica, sino 80 1 2 3 4 5 6 7 8 9
90 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Buscar que seguimos permaneciendo en un análisis de segunda magnitud. Nuestro modo
C0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
de proceder seguirá siendo filosófico –o, mejor dicho, gnoseológico– a pesar de que C1 1 2 3 4 5 6 7 8 9
el enfoque que utilicemos para analizar esta Idea sea distinto, ya que ahora no hay C2 1 2 3 4 5 6 7 8 9
que ponerla en relación con la Idea de Naturaleza, sino con las diversas disciplinas C3 1 2 3 4 5 6 7 8 9
científicas. C4 1 2 3 4 5 6 7 8 9
C5 1 2 3 4 5 6 7 8 9
C6 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Esto introduce el primer problema que hay en torno a la Antropología Cultural: C7 1 2 3 4 5 6 7 8 9
cuando el científico está realizando experimentos en el laboratorio nadie duda que C8 1 2 3
esté haciendo ciencia propiamente; tampoco se le ocurrirá a nadie poner entre
interrogantes que el filósofo que analiza el trabajo del biólogo no está haciendo
ciencia sino Filosofía de la Biología. Sin embargo, cuando nos situamos en el ámbito
de las ciencias humanas las perspectivas gnoseológica y científica resultan difíciles
de distinguir. Un ejemplo para demostrar este problema es el siguiente: no es
extraño escuchar a filósofos que siguen corrientes diversas las denominaciones de
Filosofía política y de Teoría política indistintamente, sin apreciar apenas diferencias.
Si aplicáramos este mismo criterio al ámbito que nos ocupa podríamos interpretar –
considerando entonces que filosofía y teoría son términos sinónimos– que Teoría
antropológica –tal y como Marvin Harris{2} llama a la Antropología Cultural en su
obra clásica El desarrollo de la teoría antropológica– y Filosofía de la Antropología –
como análisis gnoseológico– son proyectos que apenas se diferenciarían.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
Cada ciencia no tiene un único cuerpo de estudio sino que hace referencia a un
campo; de hecho, la ciencia consta de una pluralidad de términos{7}, y con ello la
Antropología Cultural no es la Ciencia del Hombre, sino una diversidad de términos
que configuran uno o varios campos: relaciones de parentesco, mitos, técnicas de
cultivo, tipos de organización social, &. Estos términos, operando entre sí,
establecen unas relaciones tales que puedan componerse los unos con los otros de
modo que constituyan el cierre del campo; así, la Antropología Cultural se diferencia
de otras categorías científicas. No es el Hombre ni la Cultura, sino una determinada
perspectiva del hombre y de la cultura la que hace que los antropólogos culturales
resulten capaces de organizar categorialmente los hechos. En definitiva, es erróneo
suponer que esta ciencia sea una Teoría General de la Cultura, porque no se ocupa
de otras muchas estructuras culturales que han de ser tratadas por otras disciplinas,
ya sean científicas o no. Diremos que la Antropología o las disciplinas
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
White menciona tres niveles o estratos que hay para clasificar los fenómenos: el
nivel físico, que se caracteriza por el átomo, el protón, el electrón... dependiendo del
trabajo del científico; el nivel biológico, caracterizado por la célula; y el nivel cultural,
enfocado principalmente desde el símbolo. Estas tres clases son cualitativamente
diferentes y científicamente relevantes como formas de realidad. Sostiene que el
símbolo es la unidad básica de toda conducta humana y de toda civilización{19}. La
conducta humana se origina a través del uso de símbolos, y es precisamente este
uso el que permitió que nuestros antepasados antropoides evolucionasen hasta
adquirir nuevas formas de inteligencia. White caracteriza el símbolo como aquello
cuyo valor le es adjudicado por quien lo usa{20}, de tal manera que el significado de
un símbolo carece de propiedades intrínsecas: el púrpura no necesita ser el color de
la realeza. Por eso, para explicar la diferencia entre animales y hombres alude a la
distinción entre símbolo y signo{21}. Todos los símbolos deben tener una
constitución física, porque de lo contrario no podrían penetrar en nuestra
experiencia. Para el hombre, las palabras son a la vez signos y símbolos, mientras
que para los animales son meramente signos. Así pues, la conducta del hombre y la
de otros animales difieren en la medida en que éstos pueden adquirir nuevos valores
y significados, pero no pueden crearlos o asignarlos. Además, afirma que el hombre
proyecta dos tipos de conducta{22}; una conducta no simbólica, que es la que más
cerca se encuentra del animal, y una conducta simbólica, que caracteriza al hombre
como ser humano. El lenguaje articulado es la forma más importante de expresión
simbólica, y su constitución se justifica por el uso y manipulación de objetos. Los
primates son capaces de hacer herramientas, pero la diferencia reside en que entre
los hombres ese uso provoca un proceso acumulativo y progresivo.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
O × C1 M1
O × C2 M2
O × C3 M3
O × C4 M4
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
En el eje sintáctico del espacio gnoseológico de las ciencias las figuras que
aparecen son las siguientes: términos, operaciones y relaciones. Los términos son
las partes objetuales de un campo científico. Como el resto de ciencias, la Etnología
no puede constituirse en torno a un único objeto; en este punto hemos de retomar la
crítica a la idea de considerar a la Etnología como la Ciencia del Hombre como
portadora de un solo objeto de análisis. La Etnología, por tanto, consta de una
pluralidad de términos; estos términos pueden clasificarse en simples o en
complejos. ¿Qué ocurre si despedazamos la cultura hasta dar con las piezas
últimas? Podríamos “dividir la cultura” hasta llegar a los términos simples. Como
hemos afirmado en las conclusiones acerca de la obra de White, el término simple
del campo etnológico es el individuo. Podemos deducir entonces que los términos
complejos son formas de organización de esos individuos, por ejemplo: tribus,
sociedades preestatales o clanes familiares. Pero en este sentido cabe resaltar que
los términos se nos dan a veces como fenómenos –otra de las figuras
gnoseológicas, como veremos– dentro del proceso científico. Así pues, se hace aún
más complicado establecer concreciones en el ámbito de las ciencias y, en especial,
en el de las ciencias humanas. Por eso se nos podrían dar como contenidos
objetuales, es decir, como términos, otros componentes etnológicos: los
enfrentamientos tribales, la construcción de canoas, los rituales, la práctica
trobriandesa del kula, &.
Las relaciones científicas son aquellas que se establecen entre los propios
términos. Cada una de las relaciones entre los factores que afectan a la evolución
sociocultural las establece el propio antropólogo a través de las operaciones. Estas
relaciones que tienen lugar en la Etnología son las que se establecen entre los
términos de su campo, pero se diferencian de las operaciones porque ellas mismas
determinan unas estructuras que, al igual que en otras ciencias, desbordan el ámbito
de los términos. No obstante, la tarea de formación de relaciones entre los términos
resulta muy ardua para el etnólogo; en la proposición “5+2=7” distinguimos
nítidamente, desde una perspectiva gnoseológica, los términos y las relaciones.
¿Qué ocurre en una ciencia como la Etnología? ¿Dónde podremos localizar estas
figuras gnoseológicas? En nuestro caso concreto, los términos, como hemos
afirmado, son sujetos temáticos en lugar de números, por lo que habrá que tener en
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
Ahora bien, estos contenidos fisicalistas que hemos mencionado son objetos
que, al darse en relación con los sujetos temáticos en el propio ámbito de estudio, se
le presentan al sujeto gnoseológico como fenómenos. El campo de la Etnología se
compone de fenómenos que el antropólogo debe analizar para encontrar ciertas
regularidades que le permitan proponer conclusiones. Por esta razón los fenómenos
no son sólo una mera apariencia ante el observador porque permiten dotar de
sentido a las operaciones. ¿Qué tipo de ejemplificaciones podemos aportar al
respecto? Además, los términos, como habíamos adelantado, se nos dan, en un
determinado momento del proceso científico, como fenómenos: combate entre tribus
rivales, la práctica de ablación del clítoris, intercambio entre bienes materiales,
rituales de brujería o chamanismo, &. Estos fenómenos pueden caracterizarse, no
únicamente a través de las manipulaciones de los sujetos con los contenidos
objetuales inertes, sino también por las mismas operaciones de unos sujetos con
otros.
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y sonidos de los idiomas nativos de tal manera que las transcripciones de las
vocales se pronunciasen como en italiano y las transcripciones de las consonantes
como en inglés. Este ejemplo posibilita que haya también ciertas normas que
desborden el contexto de las diferentes escuelas antropológicas.
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epígrafe de la exposición.
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Ahora bien, esta teoría de corte etnológico que estamos presentando como
metodología α-2 está basada en la idea de que la especie humana necesita el
consumo de energía para su propia supervivencia. Se presenta sumamente
necesario controlar todo tipo de fuerza energética para ponerla al servicio del
hombre; pero para que la energía adquiera un significado en la esfera cultural se
han de tener en consideración una serie de factores: la cantidad de energía
aprovechada, la eficiencia de los medios tecnológicos con los que se opera con la
energía y la producción de bienes que ella misma produce a los integrantes de la
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Pero el problema reside si admitiésemos que Boas nunca tuvo en cuenta ciertas
generalizaciones al respecto, porque, siendo verdadera tal circunstancia ¿Qué
sentido tendría diferenciar las técnicas coloniales misioneras de la estrategia
investigadora del particularismo? Esta escuela no la entendemos exclusivamente
como trabajo de campo, ni tampoco como un estudio anticipatorio de la Etnología,
sino que representa una alternativa que sirve de nexo entre los contextos
particulares y las generalizaciones nomotéticas. A lo largo del desarrollo de su
doctrina, añadió ciertamente débiles regularidades que justifican el encasillamiento
de la escuela boasiana dentro de los estados β-1 de las ciencias. En el estudio que
llevó Harris de la historia antropológica{45} cita un intento de formulación: Boas
menciona la supuesta tendencia de que un aumento en la producción de los
alimentos dé origen a un incremento demográfico, a una mayor cantidad de tiempo
libre y a una división del trabajo más elaborada. Si hemos desechado la
comparación de esta escuela con las prácticas jesuitas, de igual manera no
podemos referirnos a que esta generalización alcance el rango de esencia, como
ocurría con los procedimientos α-2, porque Harris no comparte la relación existente
entre el incremento de alimentos con la reducción de las horas de trabajo. Ni tan
siquiera el propio Boas estaba convencido de sus posibilidades como analista,
puesto que argumentaba que la aplicación a los casos concretos de este tipo de
generalizaciones nos llevaría ineludiblemente a la obligación de tener en cuenta las
particularidades de cada cultura. Esto nos lleva a afirmar que dichas formulaciones
siguen dependiendo en última instancia de los contextos operatorios, y por tal hecho
creemos que representa adecuadamente el estado β-1 de esta disciplina. Boas tuvo
en consideración algunos de los determinantes tecnológicos, económicos, sociales e
ideológicos, pero todos ellos los encasillaba de impredecibles e irrepetibles, en
función de cada caso particular.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
entre dichos factores y una ciencia humana concreta como es la Psicología; la forma
de comprender los procedimientos del estado β-1 de la ciencia etnológica lo
pasaremos a denominar reduccionismo operatorio, por cuanto hay una reducción a
las propias operaciones, influidas por la psicología interna de los propios sujetos, y,
por tanto, los resultados de las conclusiones nomotéticas estarán determinados en
última instancia por ellos. El antropólogo en este sentido entiende su profesión como
una actitud meramente descriptiva sin pararse a establecer una comparación
intercultural legítima que analice de forma etic{46} los fenómenos que se le
presentan.
Por su parte, también hemos considerado las teorías racistas de Spencer como
otra clase de reduccionismo de las explicaciones socioculturales; pero en este caso
tal simplificación no afecta ya a determinadas disposiciones psicológicas o mentales
de los sujetos que integran el grupo social, sino a contextos puramente genéticos y
biológicos, con lo que los procedimientos del estado α-1 serían inviables para
desarrollar predicciones válidas de las culturas mismas al estar contaminados en
esta ocasión por un reduccionismo no operatorio. Esta otra variedad de reducción se
verá sometida a una cierta neutralización al no tener en cuenta las operaciones de
los nativos, porque la conducta humana y el funcionamiento social se explican en
términos de una ciencia natural particular, en este caso la Biología, por lo que el
resultado nomotético estaría determinado por la propia condición genética.
Admitiendo las propuestas del materialismo cultural, creemos que una teoría
sociocultural que pretenda ser respetada debe desprenderse de las dos clases de
reduccionismos que hemos citado, porque, de lo contrario, nos veríamos obligados a
invadir el campo de operación de otras disciplinas científicas. De igual forma nos
contradeciríamos con respecto al principio de igualdad de los individuos, que
también hemos abordado, como punto de partida del análisis cultural. Así pues, la
estrategia de estudio del materialismo cultural, constituida, entre otros, por Leslie
White, nos acercará en mayor grado a establecer conclusiones que afectan
estrictamente al campo cultural, y no al psicológico ni al biológico. En este punto
conviene aclarar que las escuelas antropológicas, aunque bien es cierto que se
identifican más con unos estados del esquema del materialismo gnoseológico que
con otros, la cuestión no reside en localizarlos de manera categórica, porque hay
que entender los momentos o estados del esquema como un proceso dialéctico a
través del cual la Etnología se va construyendo como ciencia. Por esta razón, la
escuela del materialismo cultural, aunque constituye legítimamente el estado α-2 de
esta ciencia por su exhaustiva capacidad de comprensión de los factores
socioculturales, también ha tenido que pasar por el estado etnográfico como una
tarea recopilatoria de datos. En la Etnología se produce, al igual que en otras
ciencias humanas, un proceso de ida y vuelta, una oscilación constante entre los
datos particulares y los objetivos.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
Notas
{4} Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Ediciones Júcar, Madrid 1987, pág. 121.
{5} Elena Ronzón, Antropología y antropologías. Ideas para una historia crítica de la
antropología española. El siglo XIX, Pentalfa Ediciones, Oviedo 1991, pág. 100.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
{14} Para explicar los antecedentes técnicos vamos a hacer referencia a las notas
tomadas a partir de las clases magistrales del profesor David Alvargonzález de la
Universidad de Oviedo en la asignatura Gnoseología de las ciencias humanas.
{16} Joseph Walker, Historia de España, Edimat Libros, Madrid 1999, pág. 230.
{28} Gustavo Bueno, Teoría del cierre categorial. Vol. I. Introducción General. Siete
enfoques en el estudio de la Ciencia, Pentalfa Ediciones, Oviedo 1992, págs. 113-
126.
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Moisés Moreno Fernández, Antropología y Etnología, El Catoblepas 69:10, 2007
{42} Bronislaw Malinowski, Los argonautas del Pacífico occidental…, pág. 117.
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