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MINUTO A MINUTO
La ecuación de Padura
Papel Literario octubre 4, 2019
Prohibida la libertad
Creo que perfeccionarse es el primer objetivo de vivir. Esta afirmación será reiterada
COLUMNISTA octubre 4, 2019
por Ud., casi como un mantra a lo largo de su vida, y el ser humano como individuo
y todas las especies vivientes serán el centro de su atención, en todos los ámbitos
Weber y la oposición venezolana
relacionados con su permanencia, su bienestar, su libertad y su sobrevivencia.
COLUMNISTA octubre 4, 2019
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Esa niña llamada Marguerite, según Ud., gustaba bastante del nombre, que identifica
una flor, y toma su denominación del antiguo iranio a través del griego en cuya
lengua traduce ¨perla¨. Es un nombre místico, que no es de ninguna época ni de
ninguna clase. Era un nombre de reina, pero también de campesina.
Su padre —quien sigue las recomendaciones del emperador Marco Aurelio en sus
Meditaciones cuando dice: De mi bisabuelo, aprendí a no frecuentar las escuelas
públicas; disfrutar de buenos maestros en casa; saber que en eso hay que gastar de
forma esplendida— asumirá en condición de tutor hasta los dieciséis. El latín y el
griego serán aprendidos entre los diez y los doce y sus primeras lecturas, los clásicos
griegos junto con Racine, La Bruyere, Víctor Hugo, Tolstoi, Shakespeare y en lo
sucesivo muchos otros. El tesoro de los humildes, de Maeterlinck, leído en voz alta
por su padre, le dejará un dulce gusto por el misticismo.
Anima a un ser de otro para los otros, una vida con su historia, donde en su largo
tránsito y las varias vueltas a su prisión, en palabras de Zenón, no consiguió
convertir exclusivamente una fe, no pudo seducir con su perversa óptica ninguna
ideología, no doblegó chauvinismo alguno y no cautivó ningún extremismo
maniqueo. No hay ideas de moda. Es una visión despejada a cielo abierto. Al natural.
No cargó Ud. con peso muerto alguno en sus alforjas de fe y conocimiento, y eso
hace su búsqueda ligera, leve y lineal en la elaboración de alternativas reales a los
problemas del ser humano contemporáneo. Entenderá, sin alucinaciones
caleidoscópicas, que las soluciones serán lentas, parciales y progresivas, como el
discurrir plácido y sin sobresaltos del buen vivir.
Por tradición somos iniciados como hijos de una iglesia; al final si somos
descendientes versátiles de Dios, finalizaremos compartiendo nuestra fe con otras
creencias y otras filosofías. No conozco una cultura que permita posponer —para
cuando estemos aptos— la elección de una, ni tampoco alguna que de nociones de
las principales para que cada quien decida la suya. ¡Y aunque luzca por ahora difícil
de demostrar, tiene tanto que ver esa decisión con el desarrollo humano integral!
Siento que sería el primer paso para la verdadera democratización del mundo, y
abriríamos cauce a la principal de las gracias de la inteligencia: la flexibilidad y su
principal enchant, la tolerancia.
Tiene Ud. una manera muy singular de ilustrar su profesión de fe, con la cual me
identifico plenamente, cuando dice: Me gusta la mística que se desprende de las
ceremonias… Me gustan las imágenes sagradas, y cuando veo la estatua del Cristo
ultrajado, el hombre de los dolores, en una iglesia de Brujas, vuelvo encontrar
exactamente los sentimientos que experimentaba a los ocho años en una iglesia del
norte de Francia. Siento ya en él, vagamente, a todo hombre insultado. Eso no
significa que no tenga una postura crítica sobre las “tres religiones del Libro” el
judaísmo, el cristianismo y el islamismo, para las que utiliza la palabra desdeñosa
que se pasaban solapadamente los espíritus libres de la Edad Media: “Las tres
imposturas”.
Por eso me resulta muy simpática y creativa la adaptación que hace del Avemaría,
ese bello poema litúrgico que todos los católicos de niños recitamos con devoción
celestial: Esta oración, que es un poema, la he recitado en varias lenguas, cambiando
a menudo el nombre de la entidad simbólica a la que va dirigida. Dios te salve,
Kwannon, llena de gracia, que oyes correr las lágrimas de los seres. Dios te salve,
Shechinah, benevolencia divina. Dios te salve Afrodita, deleite de los dioses y de los
hombres…Es hermoso esperar que, con una u otra forma que la mayoría de las
religiones han escogido fémina como María, o andrógina como Kwannon, la dulzura
y la compasión nos acompañarán tal vez invisiblemente a la hora de nuestra muerte.
Todas las ideologías que pretendían cambiar la vida a partir de un catálogo de ideas
preconcebidas terminaron en el más rotundo fracaso. Todas las revoluciones
políticas —a excepción de la estadounidense— que intentaron transformar a su país
sucumbieron para convertirse en los más siniestros regímenes policiales, que
liquidaron ilusiones y sueños de progreso de los hombres libres de los países donde
se instalaron. De nuevo se impuso la inteligencia de los liberales, que advirtió hace
siglos acerca de los peligros de la incursión del Estado en todos los planos de la vida
del ser humano: la moral, la propiedad, el libre intercambio y la democracia. En el
presente han resucitado con virulencia algunos vestigios de nacionalismo
revolucionario, destinados más tarde que temprano a languidecer bajo el peso de los
parámetros de la sensatez y de la globalización.
Tiene una alta credibilidad su opinión sobre las revoluciones en contraste con la
realidad… terminan produciendo reacciones, más virulentas todavía, y es casi
inevitable que se estanquen también en sociedades funcionarizadas, jerarquizadas, y
acaben en los Gulag. Son las reformas y no las revoluciones, las que mejoran al
mundo. Es de los individuos y no del Estado de donde nace lo nuevo y lo mejor,
como lo advierte Einstein en su Visión del Mundo… el Estado no puede ser lo más
importante: lo es el individuo creador, sensible. La personalidad. Solo de él sale la
creación de lo noble, de lo sublime. Lo masivo permanece indiferente al pensamiento
y al sentir.
Prefiere Ud. en consecuencia las soluciones individuales; son más emocionantes. San
Francisco, San Bernardo, Maese Elkhart son otras tantas soluciones parciales. La
madre Teresa recogiendo moribundos en las calles de Calcuta. Dorothy Day
recogiendo vagabundos en las calles de Nueva York… Pienso también en Ralph
Nader, que inicia en Estados Unidos la lucha contra los productos adulterados en
venta por los grandes trusts alimenticios; en Rachel Carson, insultada porque fue
una de las primeras en advertir sobre el inmenso peligro ecológico; en Marguerite
Sanger, que asume la ignominia de ser la promotora de la anticoncepción; en Mme.
Gilardoni, en Francia, con cuya amistad me honro, luchando contra la crueldad
infligida a los animales en los mataderos.
La limitación del combate individual y las reformas, piensa Ud, es que los
reformadores son pocos y desaparecen y parte del ardor de la lucha de la que son
portavoces se desvanece, mientras las injusticias y los males se agigantan
exponencialmente, pero estamos obligados a continuar. Porque, aunque fuera
imposible debemos intentarlo. En el Bhagavad Gita hay un pasaje en el cual Krisna
dice a Arjuna: “Combate como si el combate sirviera para algo; trabaja como si el
trabajo sirviera para algo.” Y usted conoce —dice a Matthieu Galey— más próximo a
nosotros, la divisa de Guillermo de Orange: “No es necesario esperar para
emprender.”
Hay un nudo fundamental que se debe resolver entre las opciones políticas
denominadas equivocadamente de izquierda y derecha, estigmatizadas por
ideologías: es decir, falsas visiones de la realidad, para sustituirlas por políticas
publicas inspiradas fundamentalmente en el sentido común, la integridad y la
ciencia.
Se debe aprender a amar la condición humana tal como es, aceptar sus limitaciones
y sus peligros, volverse a poner al mismo nivel de las cosas, renunciar a nuestros
dogmas de partidos, de países, de clases, de religiones, todos intransigentes y, por lo
tanto, todos mortales.
No es fácil desprenderse de los afectos nacionalistas. Desde los primeros años forman
parte de la cultura de los pueblos que erigen su sentido de valoración y pertenencia
anclados a códigos tan convencionales y decadentes como un himno, un escudo, una
bandera, los santos patronos, las gestas de sus próceres y los cantos y las
representaciones primarias de sus folkloristas.
Dicha la suya, que desde que tuvo conciencia de ser se vio inducida por su padre,
quizá el hombre más libre que haya conocido, a vivir en el mundo como si fuera su
patria. Él le hizo sentir que el sitio de la primera mirada inteligente, era el lugar de
nacimiento y a percibir en la inicial lectura de los libros las primeras patrias. Uno de
sus axiomas favoritos era: “¿Dónde se está mejor que en el seno de la familia? En
cualquier parte.”; y también:” “Nunca se está mejor sino en otra parte.” Él no hubiera
pensado en legarme una tradición en el caso de que la tuviera. Por Grecia desde
niña, como el emperador Adriano, sentirá devoción especial; visitará Rusia, Noruega,
Holanda, África, Alemania y la India y tendrá estadías en Italia, Francia, y España.
Su recorrido será continuo e incesante; solo la detendrá la muerte en los días previos
a un viaje cuyo itinerario describe en carta fechada en 22 de octubre a los 84 años:
“Estaré el 12 de noviembre en el hotel Europe-Amsterdam, y me propongo ir en
coche a Bélgica (Hotel-Amigo-Bruselas) para tres días… Luego regreso en coche a
Ámsterdam y cena o recepción en Palacio. Luego me quedare en Ámsterdam hasta el
3 de diciembre… Viaje en coche (agradable) a Copenhague, donde debo dar la
conferencia —sobre Borges— el día 8… llegada el 11 de diciembre a Paris… Salida
de Zúrich para Bombay el 22 de diciembre”.
Sus predilecciones literarias: Hardy, Conrad, Ibsen, Tolstoi, algún Chejov y algún
Thomas Mann, y el de mayor beneficio, la autobiografía de Gandhi. Releo también a
Balzac, a Saint Simon y a Montaigne. La o él novelista que más admira, Murasaki
Shikibu, con respeto y reverencia. Tiene el instinto, el sentido de las variaciones
sociales, del amor, del drama humano, de la forma en que los seres se estrellan
contra lo imposible. No se ha escrito nada mejor en ninguna literatura. Ella es el
Marcel Proust de la Edad Media nipona, a quien he releído siete u ocho veces. Por su
mente en algún momento pasó la idea de que, en lugar de Adriano, el personaje
hubiera podido ser Churchill. Un crítico español ha dicho, no sin cierto dejo de
ironía, que al final de sus días terminaría siendo más sajona que latina.
Todo logro obtenido por la mujer en la causa por los derechos cívicos, el urbanismo,
el medio ambiente, la protección del animal, del niño, de las minorías humanas, toda
victoria contra la guerra, contra la monstruosa explotación de la ciencia en favor de
la avidez y de la violencia, y de la mujer, será por añadidura una victoria también
del feminismo.
Por eso resulta oportuna su consideración… las mujeres que dicen “los hombres” y
los hombres que dicen “las mujeres”, por lo general para quejarse tanto en un grupo
como en el otro, me inspiran un enorme hastío, así como los que recitan todas las
formulas convencionales. Hay virtudes específicamente “femeninas” que las
feministas pretenden desdeñar, lo que no significa que hayan sido siempre atributos
de todas las mujeres: la dulzura, la bondad, la finura, la delicadeza; virtudes tan
importantes que un hombre que no poseyera por lo menos una pequeña parte de
ellas sería un bruto y no un hombre. Hay virtudes llamadas “masculinas”, lo que
tampoco significa que todos los hombres las posean: coraje, resistencia, energía
física, control de sí, y la mujer que no detenta una parte de ellas, no es más que un
trapo, por no decir un guiñapo. Me gustaría que esas virtudes complementarias
sirvieran para el bien de todos.
Su respuesta a la pregunta, de si nunca había lamentado ser mujer habla por sí sola
de la excelente catadura de su condición femenina: En lo más mínimo, y no he
deseado más ser hombre, de lo que siendo hombre hubiera deseado ser mujer.
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