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En la espiral de la energía
La implantación del capitalismo, la Modernidad y la conexión de América y Afro Eurasia
no tuvo una revolución energética, aunque sí una modificación en la relación social y
económica con la energía.
El capitalismo fosilista surgió como consecuencia de un uso intensivo de la energía fósil
(del carbón, que se utilizaba además de calefacción, como combustible para motores a
vapor) y de un desarrollo técnico que permitió explotar al máximo esta nueva energía.
Esto posibilitó una expansión del mercado capitalista a nivel planetario, con la
interconexión de casi todos los territorios dentro del mundo. También supuso una
profunda transformación de las sociedades, en las que permeó definitivamente la visión
de la Modernidad, con las ideas de progreso y competitividad.
Para esta expansión fueron fundamentales varios factores. Por un lado, las nuevas
capacidades productivas, que permitieron el sometimiento del proletariado y la apertura
de nuevos mercados. Este proceso fue dirigido desde Europa y los nacientes EEUU
Uno de los corolarios más importantes de esta etapa fue un importante crecimiento
demográfico (en las ciudades). Fue en estos espacios donde se focalizaron las
inversiones de capital, los mayores impactos ambientales y donde se estructuró la
resistencia social más fuerte: el movimiento obrero.
Se pueden distinguir tres oleadas en la Revolución Industrial:
1_ Motores de vapor estacionarios y uso masivo del carbón (1787-1814). . Esta primera
etapa no fue de grandes
inventos, sino de aplicación de ideas sencillas con una visión comercial!
2 Motores de vapor móviles (locomotoras y barcos de vapor), desarrollo y fuerte
expansión de la metalurgia del hierro y mejora de las comunicaciones (telégrafo) (1843-
1869).
3_ Electricidad comercial, motor de explosión e inicio de la industria química moderna
(1898-1924). empezó a utilizarse la electricidad en las ciudades y se inició su aplicación
paulatina en la automatización de la producción industria.
El inicio de cada uno de los periodos coincidió con una fase de depresión económica que
incitó la innovación. Todo eso generó un nuevo sistema de trabajo de enorme potencia,
pues combinaba el trabajo humano con diversas máquinas y grupos de máquinas. La
Revolución Industrial combinó el poder de los combustibles fósiles con el de las
máquinas, y ambos, con el del capitalismo. Este uso de las máquinas provocó incremento
en el consumo energético. Con este derroche se consiguió, básicamente, potencia y
capacidad de obtener cantidades mayores de energía
Una separación (ilusoria) de los límites naturales La Revolución Industrial implicó una
nueva relación con la naturaleza, se pasó de la utilización de energía casi en tiempo real a
consumir de forma masiva las reservas condensadas en forma de combustibles fósiles.
Ahora la explotación de recursos naturales y fósiles muy por encima de sus tasas de
renovación. Hasta este momento histórico el dominio de la energía (solar) se producía a
través del control de la tierra y de las personas, durante la Revolución Industrial se
produjo un desacoplamiento entre estos factores, y la tierra pasó a ser una variable
secundaria a nivel energético.
. Un nuevo metabolismo: el industrial La “emancipación” de los ritmos solares permitió,
en primer lugar, un incremento altísimo de la productividad industrial (transformación), lo
que con llevó también aumentos en la producción agrícola y la extracción (apropiación).
Esto transformó todo el metabolismo. Creció la posibilidad de transportar mercancías de
forma rápida y barata a largas distancias (circulación). Tanto la población como su nivel
de utilización de materia y energía aumentaron (consumo). Hubo un aumento de la
urbanización y una disminución del porcentaje de población dedicada a la agricultura,
ocupando un lugar marginal. La función del trabajo humano cambió de forma importante.
El aporte básico de las personas fue dejando de ser su fuerza física y pasó a ser cada vez
más su capacidad intelectual aplicada.
Una nueva concepción del espacio-tiempo
Las mejoras en el transporte fueron fruto del capitalismo fosilista, pero, a su vez,
permitieron su desarrollo por varias razones: i) Hicieron posible la producción a gran
escala y facilitaron el abast. de materias primas. ii) La reducción del precio del transporte
equivalió a más interrelación global. iii) La propia construcción de los nuevos medios de
transporte, como la del ferrocarril. v) La capacidad de transportar mercancías a largas
distancias potenció la división espacial de la producción y el consumo vi) La movilidad
también se convirtió en una diferencia de clase
Nuevas posibilidades para la dominación
Las nuevas herramientas, lejos de suponer una liberación humana, permitieron una
mayor apropiación del trabajo ajeno, que además multiplicó su productividad. La
conversión de energía fósil en mecánica dio unos poderes sin precedentes a las
organizaciones jerárquicas, coercitivas y centralizadas, convirtiéndolas en una empresa
capitalista.En la medida en que la energía que más acaparaban unos estratos sociales,
menos tenían disponible otros. También la sustitución del trabajo humano por
máquinas creó bolsas de personas desempleadas que permitieron al empresariado
bajar los salarios. Otra ventaja a nivel salarial de la industrialización fue que la fuerza
física humana se hizo mucho más irrelevante. Esto permitió la contratación masiva de
mujeres e infantes, a quienes se aplicaron salarios bajos con mayor facilidad. Con el
invento de la iluminación con gas, primero, y eléctrica, después, las jornadas laborales se
pudieron hacer más extensas.
Conforme avanzaba la división del trabajo y el sistema tecno-científico, disminuía la
potencialidad de la mayoría de la población para entender los cambios tecnológicos. En
paralelo, la especialización permitió avances científicos mucho más rápidos, que hicieron
más difícil aún su comprensión.
Una senda de difícil retorno, pero crecientemente inestable
i) En la medida en que las nuevas máquinas requieren mucha energía para su
fabricación, generaron su propio consumo energético desaforado. ii)Una demanda
creciente para los bienes producidos obligo a mantener el flujo de producción. Debía
producir para no colapsar.
¿Por qué se produjo la Revolución Industrial?
La Revolución Industrial se dio en Gran Bretaña porque allí existían los recursos naturales
necesarios, porque había una escasez importante de una fuente energética básica del
metabolismo agrario (madera), porque el capitalismo estaba especialmente desarrollado y
empujaba hacia la competencia creciente y la innovación, y porque existían las
infraestructuras (canales, barcos) e instituciones (Estado fuerte) para dar salida a esa
producción a nivel internacional, las causas iniciales generaron condiciones que
retroalimentaron el proceso. La contención salarial, el aumento de la productividad y la
generación de beneficios, fueron factores clave para el desarrollo del capitalismo.
la contención salarial, el aumento de la productividad y, en definitiva, la generación de
beneficios. A nivel de innovación, el Estado apostó especialmente por la investigación
militar, empujó con fuerza el cambio de la matriz energética. En el resto de sociedades
centrales del sistema-mundo, no hubo condiciones suficientes en un principio.
“libre comercio”(1era etapa del plano productivo y comercial)
La protección arancelaria fue la herramienta financiera más importante, ya que los
Estados tenían capacidades presupuestarias limitadas por: i) la inexistencia de impuestos
sobre la renta en la mayor parte de los países; ii) una capacidad limitada para aplicar
políticas monetarias por los Gobiernos; iii) el escaso control de medios de inversión, ya
que los Estados eran propietarios de pocas instituciones financieras o empresas
industriales.
Una vez que Reino Unido consiguió la hegemonía comercial en 1840, optó por la
liberalización unilateral del comercio, por el “libre comercio”. Esto propició una aceleración
de la interrelación en la economía-mundo. Así, Reino Unido abarató sus costes
domésticos de suministros vitales y, al mismo tiempo, dotó al resto del mundo de medios
de pago para que compraran sus manufacturas, se llevó a cabo a través de acuerdos
bilaterales, que consistían en la aplicación de aranceles entre dos naciones tan bajos
como los que cualquiera de ellas tenía con cualquier otro país. Se forzaron mediante las
armas.
Como consecuencia de los grandes beneficios obtenidos con el comercio mundial de
manufacturas, el capital británico creció de forma importante
Proteccionismo en el Centro y colonización de las Periferias(2da parte)
El proteccionismo requirió de la creación de nuevos mercados donde colocar la
producción nacional ahora fomentada. También necesitaba del control de los territorios
donde se extraían las materias primas indispensables. La expansión también permitió
encontrar nuevos espacios donde colocar el capital excedente que no encontraba forma
de reproducirse en Europa. Y, además, aumentó los gastos militares para la conquista (y
por la creciente tensión intercapitalista), animando con ello la economía. Una
incorporación que significó su conversión en Periferias. Esto se hizo mediante la
conquista directa de los territorios, aunque en su gestión se implicó a las élites locales.
Las circunstancias políticas y la disponibilidad de una gran cantidad de energía hicieron
que la conquista fuese posible y “necesaria”. Lo que creció en estos años fue un
imperialismo plenamente capitalista. Le reportó unos beneficios gigantescos gracias a
crear inmensos mercados cautivos para su producción.
El resumen de todo este apartado es que industrialización, militarismo y capitalismo
fueron de la mano desde el principio, de forma que en esta etapa las lógicas de poder
territorialista y capitalista se retroalimentaron, mostrando que son compatibles. La causa
última es que el capitalismo no requirió únicamente de una “acumulación primitiva”, sino
también una “acumulación por desposesión” continuada. Y, para ello, la expansión a más
territorios y a más ámbitos de la vida fue imprescindible. Una expansión que requirió del
uso de la fuerza. Permitió el control de nuevos mercados y recursos que posibilitaron el
crecimiento incesante de la producción para el sostenimiento del capitalismo. A su vez,
este control aumentó los recursos de todo tipo, que pudieron invertirse en un mayor
desarrollo militar que sostuviese o agrandase las relaciones de dominación. También fue
un elemento muy importante para la universalización del dominio del capitalismo los bajos
precios que ayudaron a derribar “todas las murallas chinas”
EL MUNDO ISLA
El siglo XIV no fue amable con Europa ni con China. Estas dos regiones del mundo
isla, azotadas por el hambre y la peste, sufrieron devastadoras pérdidas de vida. La peste
desbarató el comercio regular y pronto las rutas por donde circulaban las caravanas
fueron reconocidas como las vías de la Muerte negra. La diseminación de la peste fue una
de las razones por las cuales, en el siglo XV, los europeos comenzaron a buscar
alternativas a las rutas terrestres para llegar a Oriente. Tal vez el mar fuera más seguro.
El líder más probable de la expansión oceánica de comienzos del siglo XV no se
encontraría en Europa, sino en China. Los chinos parecían estar en mejores condiciones
de rodear el globo por mar y establecer un imperio comercial global. Las grandes flotas
chinas eran mucho más poderosas que las de Colón. La política china cambio en 1433:
debido a las modificaciones políticas y fiscales internas, el gobierno dejó de subsidiar las
actividades marítimas, entonces los comerciantes privados concentraron su actividad en
el comercio regional y el transporte en embarcaciones más pequeñas.
A pesar de la reducción de la actividad marítima, China continúo siendo el motor
económico en Asia.
La dinastía Ming fue testigo de la transición hacia una “economía de la plata” a fines
del siglo XV. La plata contribuyó en gran medida al crecimiento de la economía y parece
haber tenido un valor significativo no sólo como un respaldo económico para el estado
sino también como medio de intercambio, lo cual elevó enormemente su precio en China
más que en cualquier otra parte del mundo: entre 1540 y 1640, su valor era allí un ciento
por ciento mayor que en Europa.
El movimiento de plata desde Acapulco hasta Manila impulsó una economía global
construida sobre las rutas marítimas, tanto pacíficas como atlánticas. La plata pasó a ser
la moneda del sistema comercial global y los europeos, sus remunerados intermediarios.
Por consiguiente, el éxito de España en el nuevo mundo dependía, por un lado, de
quitarles el control de las minas de Perú y de México a los indígenas americanos
debilitados por las enfermedades y, por el otro, de las economías asiáticas en expansión.
En 1235, los portugueses habían consolidado un estado moderno y en 1385
generaron lo que Braudel llama una “revolución burguesa” lo cual significó que la
monarquía recientemente establecida se había aliado con la clase mercantil de Portugal,
lo que produjo un estado defensor del mercado.
Los portugueses intentaron encontrar una ruta que esquivara el monopolio de los
venecianos y otomanos en el Mediterráneo y en los recorridos por tierra hacia las Indias.
Esta fue una de las razones que los llevaron a rechazar el ofrecimiento de Colon de
patrocinar su viaje transatlántico. Otro fue que ellos tenían mejores conocimientos
geográficos. Estos creían acertadamente que Colon había errado en su estimación por un
veinte por ciento, error que hacía muy improbable que su plan lo condujera a Asia.
Los portugueses ya habían comprendido que “quien tenga la fuerza de los barcos,
será dueño del comercio de las Indias”. Los logros obtenidos por los portugueses a lo
largo de la costa occidental africana no fueron espectaculares, sino progresivos y
persistentes.
Suele decirse que los europeos se limitaron a establecer enclaves costeros en África
por temor a las enfermedades locales. Sin duda ese fue un factor determinante, pero
también lo fue la fuerza de las organizaciones políticas a las que debieron enfrentarse.
Desde que las ambiciones portuguesas se toparon con los soberanos musulmanes en
la India, los portugueses tuvieron un acceso directo por mar al imperio Mughal y al
comercio con Oriente y, a raíz de ello, monopolizaron el mercado europeo de la pimienta y
demás especias durante más o menos un siglo.
Los portugueses también se adelantaron a otro desarrollo posterior del Atlántico: la
economía del azúcar. Más tarde, los inversores italianos continuaron expandiendo el
cultivo y pronto hubo plantaciones de azúcar en Chipre, Sicilia y el Magreb.
¿Por qué la experiencia americana fue tanto más brutal que otros intercambios
interculturales y de mercado de larga distancia y por qué la posesión territorial europea en
la región pasó a ser tan importante y en forma tan rápida? Al parecer hay dos grandes
razones que lo explican. Primero, las Américas parecían estar despobladas o
subpobladas. Esta era una trágica verdad, ya que las primeras enfermedades propagadas
por los europeos las despoblaron sustancialmente y con mayor virulencia desde las islas
del Caribe hacia el sur. Para los europeos, la escasez de población y la falta de
“civilización” legitimaban la conquista y la toma de posesión de los territorios.
Los ingleses tendían a medir tanto la civilización como las pretensiones de propiedad
por la presencia o ausencia de agricultura. Si los indios no cultivaban la tierra, no tenían
ningún derecho a ella. El trabajo agrícola, en Inglaterra, era cosa de hombres; en
América, en cambio, los hombres cazaban. Y los ingleses decidieron no reconocer los
jardines y huertos que cultivaban las mujeres nativas como una forma de agricultura.
La falta de mano de obra para extraer la riqueza del Nuevo Mundo reclamaba
elaborar alguna estrategia para aumentar la población en el territorio, ya fuera por
colonización voluntaria o por la fuerza. La última opción, que adquirió la forma de la
esclavitud racial, se transformó en la principal solución: entre mediados del siglo XV y
mediados del XIX, muchos más africanos que europeos cruzaron el Atlántico hacia las
Américas.
En el siglo XVIII, los europeos exploraron el océano Pacífico con intereses científicos
además de comerciales. El naturalista Malaspina, quien utilizó el modelo de las tres
expediciones realizadas por el capitán James Cook entre 1768 y 1779, reunió abundante
información científica y estableció las islas Guam y Marianas como los puntos focales del
comercio, la ciencia y la navegación en el Pacífico sur. Los descubrimientos que hicieron
Cook y sus acompañantes en las pequeñas islas del Pacífico sur promovieron la
conciencia de los cambios ecológicos.
El tercer viaje de Cook dio a conocer Hawái al mundo atlántico, aproximadamente en
la misma época de la revolución estadounidense. En el siglo XIX Hawái llegó a ser un
centro clave de las comunicaciones de dos grandes emprendimientos: el comercio del
Pacífico y la comprensión científica del mundo océano.
Los asentamientos iniciales en lo que hoy son los Estados Unidos ocurrieron en
Florida, Virginia y Nuevo México y desde los comienzos, el territorio de lo que luego llegó
a ser los Estados Unidos estuvo bañado tanto por el Pacífico como por el Atlántico y
adquirió su forma en virtud de una multiplicidad de procesos históricos. Los primeros
asentamientos solo eran puntos en el mapa de la búsqueda global europea de riqueza y
poder. Para los ingleses, el Nuevo Mundo era nuevo y respondieron a él con
incertidumbre y grandes temores. Fueron los pueblos nativos quienes fijaron el rumbo de
las primeras interacciones: fueron ellos quienes aceptaron la llegada de los ingleses y los
ayudaron a sobrevivir en ese Nuevo mundo que conocían bien.
CRIOLLOS ATLÁNTICOS
Las diferencias entre la esclavitud del Caribe y la del sur de los Estados Unidos son:
-El porcentaje de esclavos negros en las Indias occidentales era mucho más alto
que en el sur de Norteamérica
-Las plantaciones de azúcar del Caribe tenían un mínimo de 50 esclavos y no era
excepcional la plantación con 200 o 300 trabajadores
-En Estados Unidos, todavía en 1850, casi la mitad de los esclavos continuaba
siendo propiedad de los cultivadores (solían tener 30 cada uno)
-Los plantadores estimaban que lo más conveniente era explotar a los esclavos
hasta la muerte y luego importar otros nuevos
-La población esclava creció en Estados Unidos: en el momento de la
emancipación, la cantidad de personas negras liberadas de la esclavitud en las Indias
Occidentales británicas alcanzaba apenas un tercio del total de los que habían sido
llevados a lo largo de los años, mientras que en los Estados Unidos el número de
esclavos liberados era once veces mayor que el de los originalmente importados.
Lo decisivo fue la abrumadora mayoría de la población negra en relación con la
blanca, lo cual hizo funcionalmente inevitable que los negros ocuparan posiciones
sociales y desarrollaran diversos oficios en la sociedad surgida tras la emancipación. Uno
de los legados de la esclavitud en los Estados Unidos fue que la mayoría blanca se
definiese en oposición a la población negra, oposición que no se dio en el Caribe. Este
fenómeno, Mary Waters lo reconoce como que “la sociedad estadounidense es una
sociedad fundamentalmente racista”.
Empezó con el take off en la década de 1780, podemos afirmar que concluyó con la
construcción del ferrocarril y la creación de una fuerte industria pesada en inglaterra en la
década de 1840.
El éxito británico demostró lo que podía conseguirse: La técnica británica se podía imitar,
e importarse la habilidad y los capitales ingleses. Gran Bretaña tenía una economía lo
bastante fuerte y un estado lo bastante agresivo para apoderarse de los mercados de sus
competidores. En efecto, las guerras de 1793-1815 eliminaron virtualmente a todos los
rivales en el mundo extra europeo, con la excepción de EE.UU. Además, Gran Bretaña
poseía una industria equipada para acaudillar la revolución industrial en las circunstancias
capitalistas, y un coyuntura económica que se lo permitía: la industria algodonera y la
expansión colonial.
Pero la fabrica de algodon tenía otras ventajas, toda la materia prima provenía de afuera,
por lo cual su abastecimiento podía aumentarse con los procedimientos utilizados por los
blancos en las colonias.
El camino evidente de la expansión industrial del siglo XVlll era no construir talleres, sino
extender el “Sistema doméstico”, en el que los trabajadores elaboraron el material en
bruto en sus casas, con sus utensilios, recibiendo y entregando de nuevo a los
mercaderes, que estaban a punto de convertirse en empresarios.
En 1830 la algodonera era la única industria británica en la que predominan el taller. Las
fábricas fueron, hasta 1860-1870, casi exclusivamente talleres textiles, co absoluto
predominio de los algodoneros.
Parecía hacer ciertos fallos inherentes al proceso económico que amenazaba su principal
razón de ser: la ganancia. Los tres fallos más evidente fueron:
Después de 1815 hubo una reducción del margen de ganancias. En primer lugar, la Rev.
Industrial y la competencia causaron una constante y dramática caída en el precio del
artículo terminado, pero no en las diferentes costos de la producción. En segundo lugar,
después de 1815, el ambiente general de los precios era de deflación y no de inflación,
osea, que las ganancias padecían una ligera baja. El retroceso de las ganancias tenía
detenerse o al menos atenuarse. Esto solo podía lograrse reduciendo los costos.
Ninguna economía industrial puede desenvolverse más allá de cierto punto hasta que
posee una adecuada capacidad de bienes de producción. El índice más seguro de
poderío industrial de un país es la cantidad de su producción de hierro y acero.
Durante el siglo XIX el carbón tenía la ventaja de ser la mayor fuente de poderío industrial
del siglo y el más importante combustible doméstico. El crecimiento de las ciudades había
hecho que la explotación de las minas de carbón se extendiera rápidamente desde el
siglo XVI.
Esta inmensa industria era lo suficientemente amplia para estimular la invención básica
que iba a transformar a las principales industrias de mercancías: el ferrocarril. Las minas
requerían máquinas de vapor en grandes cantidades y de gran potencia para su
explotación, también unos eficientes medios de transporte para trasladar las grandes
cantidades de carbón.
Desde el punto de vista económico, su gran coste era su principal ventaja. Su capacidad
para abrir caminos hacia países antes separados del comercio mundial por el alto precio
de los transportes , el gran aumento de la velocidad y el volumen de las comunicaciones
terrestres, iba a ser de la mayor importancia.
Aumentó la producción del hierro y del carbón principalmente por el tendido de las vías.
En las dos primeras generaciones de la Rev. Industrial, las clases ricas acumularon muy
deprisa y en grandes cantidades sus rentas que excedían la posibilidad de gastarlas e
invertirlas. Pero el conjunto de la clase media, era ahorrativo.
Los ferrocarriles lograron resolver todos los problemas del crecimiento económico.
Pero todo ello se logró por una transformación social más bien que técnica: por la
liquidación de los cultivos comunales medievales con su campos abierto y pastos
comunes (el “ movimiento de cercados”) y de las actitudes anticomerciales respecto a la
tierra.
Todo trabajador tiene que aprender a trabajar de una manera conveniente para la
industria
Tiene que aprender a adaptarse a los estímulos pecuniarios. Los patronos se
quejaban constantemente de la “indolencia” del trabajador o de su tendencia a
trabajar hasta alcanzar el tradicional salario semanal y luego detenerse.
El subcontrato o la práctica de hacer de los trabajadores expertos los verdaderos
patronos de sus inexpertos auxiliares.
La solución se encontró estableciendo una disciplina laboral draconiana pero sobre todo
en la práctica de retribuir tan escasamente el trabajador que este necesitaba trabajar
intensamente toda la semana para alcanzar unos salarios mínimos. En las fábricas se
considero a veces más conveniente el empleo de mujeres y niños, más dúctiles y baratos
que los hombres.
El rico siglo XVIII estaba preparado para emplear su dinero en ciertas empresas
beneficiosas para la industrialización, sobre todo en transportes y en minas, de las que los
propietarios obtenían rentas incluso cuando no las explotaban directamente. A fines de
siglo, la política gubernamental estaba fuertemente enlazada a la supremacía de los
negocios.
-Hacerse burgués, que era técnicamente difícil ya que se necesitaban los recursos o
bienes de capital para poder hacerlo, lo que la mayoría de los trabajadores pobres no
podrían adquirirlos, aparte era desagradable porque entraba en una conducta social de
individualista y malévola La idea de los nuevos empresarios era destruir el orden social y
moral del hombre pobre.
Esto fue empujando mediante la segregación a la clase baja lejos de la ciudad. En 1848
también les afectó a los ricos lo que hizo plantear una reconstrucción y mejora urbana.
Hubo un desequilibrio mental que condujo al suicidio y también a la prostitución, a los
cultos apocalípticos entre otras cosas, lo que hizo aumentar la criminalidad de las
poblaciones. Todas las conductas de la epoca tenian algo en comun: sentian apatia por la
posibilidad de una acción colectiva, algo que era nuevo en la época.
-La alternativa de la evasión o de la derrota era la rebelión, que casi obligaba a los
trabajadores pobres y al proletariado industrial a la revolución de 1848. La sociedad en
general veía(en 1830/40) y era consciente de lo que estaba sucediendo!. Se sostenia el
pensamiento que la población iba a crecer más de lo que los medios de subsistencia.
La verdadera pobreza pasaba en el campo, donde una mala cosecha significa pasar
hambre, llevándolos a comer patatas o hierbas únicamente, carecían de ropas de cama y
bebían en cuencos de barro. El hambre y la tifus arrasó los campos de flandes y silesia
Lo más sorprendente era la creciente miseria en las ciudades y zonas industriales los
sueldos y jornales disminuían, los alimentos encarecen al igual que el transporte. Las
condiciones de vida y el trabajo urbanos iban a debilitar su salud. Había grandes
diferencias entre la población urbana y la rural, diferencias de salud física (desnutrición
por parte de los rurales) Los niños tenían el doble de probabilidades de sobrevivir en la
zona rural que la urbana por las enfermedad y condiciones existentes.
Con la crisis existente varios negocios comenzaron a cerrar (⅔ partes de los obreros
textiles serían despedidos) y la flor de la clase obrera, es decir la que tiene más
capacidad y conocimientos empezaron a pasar hambre, y lógicamente comenzaron las
protestas
El proletariado estaba algo mejor, pero no era libre, dependia del estricto control por sus
patrones y tenían que trabajar las horas y las condiciones que les imponen soportando
castigos y multas, entrar en la factoría era algo poco mejor que la esclavitud, se trataba de
evitar. En la década de 1830/40 la situación tendió a empeorar. El rico se hacia mas rico
y el pobre cada vez más pobre.
El movimiento obrero proporcionó una respuesta al grito del hombre pobre, lo nuevo en
este movimiento era la conciencia de clase y la ambición de clase. Se requería la
organización y la actividad del movimiento, incito a los trabajadores a pensar en una
sociedad distinta, respetando sus ideas de manera competidora colectivista, “socialista”
con la idea de buscar una alternativa al sistema y tener el sueño de una sociedad libre.
Entre 1828 y 1834 se comenzó a utilizar el concepto de “union general” en las huelgas.
La clase más débil empezó a reconocer el respeto y la igualdad que se merecen, sin
embargo fracasó porque tenía objetivos muy altos, esto ahogó durante medio siglo al
movimiento proletario.
Esto fue un frente común de todas las fuerzas y tendencias que representaban a los
trabajadores pobres, con el objetivo de ir en contra de la clase media liberal y contra los
reyes y los aristócratas pensando “esto no puede continuar” Los integrantes no eran
brutos, sino que eran maestros artífices, artesanos independientes y los trabajadores a
domicilio.
El movimiento obrero era una organización de autodefensa y para el trabajador era un
instrumento de combate y a su vez una forma de vida, que los mantiene activos, comunal
colectiva combativa y idealista. Les proporcionaba objetivos y coherencia
Hay que separar dos fenómenos que se producen al mismo tiempo y están muy
relacionados, pero que no pueden confundirse: la independencia de las metrópolis y la
revolución.
Tanto si nos referimos a la Independencia como a la revolución es preciso adoptar
una perspectiva global que no separe la Península Ibérica de América, ya que lo
característico de ambos procesos es su simultaneidad y su semejanza. Para explicarlas
es necesario partir de lo que las diferentes regiones tienen en común, la pertenencia a un
único conjunto cultural y político.
¿Por qué el paso a la Modernidad se hizo en el mundo hispánico, como en Francia,
por vía revolucionaria y no por la vía evolutiva que han seguido otros países y de la cual
Inglaterra puede ser considerada como el prototipo? Para comprender la causa por la cual
los países europeos han seguido vías tan diferentes en su marcha hacia la Modernidad,
es necesario examinar las relaciones entre el régimen político, la sociedad y la cultura en
el siglo XVIII. Tanto en Francia como en España, las mutaciones son evidentes en estos
tres campos, pero el problema que se plantea es que esas mutaciones sean compatibles
entre ellas.
La victoria del absolutismo y sus consecuencias es el fenómeno clave del XVIII
francés e ibérico. Esta victoria es una de las salidas posibles de una vieja pugna que
viene de la Europa medieval: la del Estado moderno en formación con las instituciones
representativas de la sociedad: las Cortes en los reinos ibéricos, los Estados Generales
en Francia, el Parlamento en Inglaterra.
La presión del Estado sobre la sociedad y sobre sus instituciones representativas se
acrecienta en los siglos XVI y XVII en todas partes. Como consecuencia, a mediados del
XVII se producen graves crisis políticas en todas las grandes Monarquías. En Inglaterra,
la primera revolución inglesa; en la Monarquía hispánica, las rebeliones de Cataluña y
Portugal y la resistencia de las Cortes castellanas; en Francia, la Fronda. Al concluir estas
crisis, las relaciones entre el poder real y las instituciones representativas del reino son de
tres tipos: victoria del poder del rey en Francia; victoria definitiva del Parlamento, después
de la segunda revolución, en Inglaterra; empate provisional en la Monarquía hispánica de
los Austrias.
A principios del XVM estos tres tipos se reducen a dos. Las nuevas Cortes unitarias
de la Monarquía hispánica no tienen ni representatividad ni funciones que les permitan ser
un freno al crecimiento del poder real. Por su parte, la corona se esfuerza por imponer la
teoría y por difundir el imaginario absolutista y prohíbe la enseñanza de las ideas pactistas
del neo-tomismo español. De ahora en adelante, las dos áreas políticas del siglo están
claramente determinadas: la primera, la inglesa, en la que las instituciones
representativas del reino han triunfado sobre el poder del rey; la segunda constituida por
Francia, España y Portugal, en la que tiende a imponerse el absolutismo real.
El crecimiento del Estado va desplazando cada vez más las funciones y las
competencias de los cuerpos en las que estaba organizada la sociedad. El Estado tiende
a pensar su relación con la sociedad como la relación binaria, y más abstracta, soberano-
súbditos. El centro del nuevo sistema de referencias es la victoria del individuo,
considerado como valor supremo y criterio de referencia con el que deben medirse tanto
las instituciones como los comportamientos. Estas nuevas sociedades son igualitarias, ya
que se establecen con la finalidad de una simple discusión en la que solo cuenta la razón.
En Inglaterra, las elites culturales afectadas por las mutaciones participan en el
ejercicio del poder gracias a las instituciones representativas de tipo antiguo. el proceso
de individuación en curso va a provocar en ella una modernización progresiva de estas
instituciones, paralela a la difusión de la Modernidad cultural. De ahí que en el mundo
anglosajon la evolución hacia las instituciones democráticas modernas sea más lenta que
en el mundo latino, pero que, al mismo tiempo, se haga progresivamente, con un carácter
empírico que evita la ruptura con un pasado del que se conservan muchos elementos.
En Francia y en España, las élites, alejadas de la participación en el poder por el
olvido o la decadencia de las antiguas instituciones representativas, no participan en él
por derecho propio. Sus nuevas formas de sociabilidad y su nueva cultura se construyen
al margen del ejercicio del poder. Este modelo ideal aparece como la proyección a escala
de toda la sociedad de la estructura y del funcionamiento de las nuevas sociabilidades.
Aparece así la imagen de una sociedad contractual e igualitaria, de una nación
homogénea, formada por individuos libremente asociados.
Las élites modernas prefirieron escudarse en la autoridad del rey para realizar sus
proyectos de reforma.
En el campo social hay una continuidad evidente entre el reformismo de la Monarquía
absoluta y el del liberalismo posrevolucionario. Ambos quisieron “ilustrar” una sociedad
llena de “ignorancia” y de tradiciones opuestas a la “razón”, someter la Iglesia al Estado,
desamortizar la propiedad, acabar con los privilegios de la nobleza y de los diferentes
cuerpos, instaurar la libertad de comercio y la libre iniciativa económica, disminuir la
autonomía de los municipios, sustituir la educación por la enseñanza de las ciencias
útiles, desarrollar la educación primaria, entre otros.
Una buena parte de las élites modernas de finales del XVM era a la vez ilustrada y
profundamente adicta a un absolutismo que constituía para ellas el instrumento
fundamental de las reformas. Así se explica que los altos funcionarios reales fuesen a
menudo en el mundo hispánico los principales agentes, no solo de la modernización
administrativa, sino también de las nuevas ideas.
El Estado absolutista no podía llegar hasta los últimos límites de la reforma que el
nuevo imaginario exigía, ya que una buena parte de su legitimidad, pertenecía al registro
tradicional. El monarca seguía siendo para él mismo y para una gran parte de sus
súbditos el “señor natural” del reino, colocado en la cúspide de una pirámide de
dignidades y honores. Los vínculos que lo unían a sus súbditos eran pensados, más que
como la relación abstracta entre el súbdito y el soberano, como algo más personal y
tradicional.
En esta época, la Monarquía, para las élites modernas, dejó de ser “Ilustrada”, es
decir, de constituir el motor para la construcción de la nueva sociedad. Las aspiraciones
de las élites modernas y las de los grupos privilegiados coinciden en su deseo de poner
coto a los poderes del rey y del Estado moderno. Coinciden también en el medio de
alcanzar este fin: la convocatoria de la representación tradicional del reino: de los Estados
Generales en Francia; de las Cortes, más tarde, en España.
Se desarrolla así el “constitucionalismo histórico”, en la medida en que la aspiración
al “gobierno libre” se ampara en una reivindicación de las viejas libertades y de la antigua
representación del reino.
Las diferencias entre Francia y el mundo hispánico son tan evidentes como sus
semejanzas.
Las semejanzas se manifiestan en instituciones parecidas, en un universo cultural
análogo y en una evolución política similar, aunque desfasada en el tiempo.
La diferencia más importante afecta al campo religioso. A partir del siglo XVII no hay
en el mundo hispánico minorías religiosas significativas. El catolicismo representa un
elemento esencial de la identidad hispánica, lo que explica que, a diferencia de Francia,
no haya en el primer periodo revolucionario un conflicto religioso y que los nuevos
principios coexistan pacíficamente en las constituciones con la exclusividad otorgada al
catolicismo.
Otra diferencia importante es la estructura plural de la Monarquía. Hasta principios del
siglo XVM, esta sigue estando constituida por reinos diferentes, con sus instituciones
propias, unidos simplemente en la persona del rey.
Faltan también en España una serie de elementos que dieron a la Revolución
Francesa un mayor radicalismo social. No existen en España, en el mismo grado que en
Francia, muchos “derechos feudales”, ni una reacción señorial significativa en vísperas de
la crisis; el sentimiento antinobiliario es también mucho menor. Falta también un bajo
pueblo urbano numeroso y ya en parte afectado por la cultura moderna, como el de París.
También difieren las circunstancias políticas ya que la revolución hispánica se hizo en
buena parte en ausencia del rey y combatiendo en su nombre. El hecho de que las
primeras fases de la revolución tenga lugar al mismo tiempo que se luchaba contra un
enemigo exterior, contribuyó poderosamente a evitar la exasperación de las tensiones
sociales.
El hecho de que la Revolución Francesa preceda en 20 años a las revoluciones
hispánicas añade diferencias complementarias. La más importante es que la Revolución
Francesa no tiene precedentes y por eso su capacidad inventiva es incomparablemente
superior a las que le suceden. Las revoluciones hispánicas dispondrán de todo un acervo
de nuevas referencias (ideas, imaginarios, símbolos, experiencias constitucionales).
La Revolución Francesa modifica las revoluciones posteriores, puesto que los actores
conocen de antemano adónde pueden llevar la lógica revolucionaria. Por esta razón,
también se conoce el paso de 1789 al terror y, luego, al imperio, así como el debate de
ideas. Por eso los revolucionarios hispánicos, obsesionados por un posible terror, cortaran
con lo sano toda sociabilidad o discurso revolucionarios que pudiesen llevar al
jacobinismo, y utilizarán con mucha moderación el lenguaje de la libertad para evitar la
aparición de un nuevo Haití.
Es aquí, en la ausencia de una movilización popular moderna y de fenómenos de tipo
jacobino, donde reside la especificidad mayor de las revoluciones hispánicas.
La proximidad geográfica, los vínculos comerciales muy intensos que unían a los dos
países, la existencia de una constante emigración francesa hacia España y la presencia
de importantes colonias francesas en las principales ciudades españolas (Cádiz)
favorecían la rápida propagación de las noticias y de la propaganda. Lo mismo ocurre en
América. Las regiones más influenciadas son las que están mejor comunicadas: los
puertos y las capitales y las costas próximas al foco revolucionario de las Antillas
francesas.
Los medios sociales más atentos a los acontecimientos franceses fueron las élites
culturales: la alta administración pública, el clero superior, los profesores y estudiantes de
seminarios y universidades, los profesionales, la nobleza española y la aristocracia criolla.
En esta evolución, desempeñaron un papel fundamental la ejecución de Luis XVI y la
persecución religiosa. La persona del rey estaba rodeada de un respeto religioso y
considerada como el vínculo que unía las diversas comunidades políticas de la
Monarquía. La persecución religiosa tomaba aún más los valores supremos de la
sociedad. La campaña de opinión contra la revolución no era sólo la expresión de la
ideología oficial, sino que se apoyaba también en una adhesión popular muy amplia,
reforzada por la experiencia directa y por la presencia en España de numerosos obispos y
sacerdotes franceses inmigrados.
En la guerra de propagandas entre realistas e insurgentes que tendrá lugar más tarde
en América, los enemigos se echan mutuamente en cara la acusación de ser partidarios
de la Revolución Francesa y de su impiedad.
En todas estas reacciones, hay que distinguir también una diferencia entre
generaciones. Los ilustrados de más edad pertenecían a la generación que había puesto
su esperanza en un poder absoluto del monarca que les permitiría realizar las reformas.
Para ellos, la reforma política, para la que el país no estaba todavía preparado, vendría
después de la reforma social. La generación más joven, la que se educó durante la época
revolucionaria, invirtió el orden de prioridades: primero, la reforma política y luego la
reforma social. Fueron los miembros de esta generación los que harían más tarde la
revolución en España.
Las únicas excepciones significativas al carácter minoritario y elitista de las
adhesiones a la revolución fueron, en sociedades esclavistas, las conjuraciones o
levantamientos en que estuvieran implicados negros o pardos. La “libertad de los
franceses” sirve de bandera a las revueltas de esclavos y la igualdad de denominador
común a las de negros libres y pardos y, a veces, a los blancos pobres. Su principal
consecuencia será la gran prudencia de las elites locales cuando se trate de aplicar los
nuevos principios.
Entre las elites, la simpatía por las nuevas referencias ha progresado en la medida en
que se aparecen, en buena parte, como una continuación al proyecto ilustrado. Sin
embargo, el mismo proceso revolucionario francés provoca más desconfianza que
adhesión franca, lo que las lleva a una reflexión de tipo constitucionalista.
Estas actitudes son ya menos claras entre los miembros más jóvenes de las elites, en
los que empieza a predominar el deseo de cambio.
En España, la vuelta del rey en 1814 y el apoyo popular que recibió, le permitió abolir
la Constitución y restaurar la Monarquía absoluta. En Francia, el reinado de Luis XVIII,
aunque era un retorno a la antigua legitimidad, conservó muchos de los principios y
medidas de la revolución, ya que los cambios producidos eran demasiado importantes
para que se pudiese volver a un statu quo anterior.
Hispanoamérica ocupa un lugar singular en el área latina. En efecto, cuando toda
Europa había vuelto a regímenes monárquicos e incluso absolutistas, sólo los países
hispanoamericanos continuaban siendo repúblicas y poseyendo constituciones y
libertades modernas. Al romper el vínculo con la Península, también se rompía el vínculo
con el rey, es decir, con la legitimidad histórica. No quedaba entonces más vía para
legitimar el poder que la moderna soberanía del pueblo. Por eso, toda instauración de una
Monarquía fracasará en América, aun cuando una buena parte de las élites estuviese
tentada en algunas épocas por esta solución.
La distancia entre las élites y la sociedad no es propia solamente de
Hispanoamérica, sino de todos los países que han seguido la vía de la Modernidad de
ruptura, pero sus dimensiones son aquí mucho mayores. De esta situación surgen una
serie de problemas no resueltos que ejercen una enorme influencia durante toda la época
contemporánea y más particularmente en el siglo XIX
El primero, propio de la América hispánica, es la desintegración territorial. Lo que
existía eran comunidades políticas de tipo antiguo, cuyo vínculo principal era la común
pertenencia a la misma corona y su unión con el soberano. Sus élites modernas habían
traducido una cohesión de tipo antiguo en la nación moderna, pero nada impedía a otras
élites repetir la misma transposición y erigir su comunidad en una nueva “nación”.
Los otros problemas son análogos a los de la Europa latina. La nueva legitimidad
está basada en la soberanía del pueblo, pero por su imaginario, por sus valores, sus
vínculos y comportamientos, la sociedad sigue siendo tradicional.
Los pronunciamientos, los golpes de estado o los levantamientos desempeñan en
estos sistemas políticos el papel que las elecciones no pueden desempeñar: el cambio de
los gobiernos.
Para colmar el abismo cultural que separa las élites del resto de la sociedad, los
medios utilizados son diversos: legislación para suprimir toda traza de los cuerpos
antiguos aún existentes, creación de la nación moderna por medio de la historia, los
símbolos y la iconografía, proyectos educativos para formar el ciudadano
Todos estos problemas no son específicos de América Latina, sino comunes también
a Francia y a los demás países latinos a los que su tradición institucional y su cultura
condujeron al tipo de paso a la Modernidad que Francia fue la primera en seguir.
El principal de estos problemas es, la concurrencia entre la lógica representativa y la
de la construcción de un mundo ideal. La lógica representativa triunfó definitivamente en
Francia con la III República, casi 100 años después de la Revolución Francesa.
Esto proceso de aceleración del cambio tecnológico, del que las potencias coloniales
americanas apenas si participaron marginalmente, provoco el nuevo pacto colonial, la
idea era transladar el capitalismo a las colonias.
Desde lo social hubo procesos fueron: 1) las reformas liberales, que consistieron en la
expropiación de las tierras de la Iglesia, la privatización de una parte importante de las
tierras públicas y la distribución como propiedad individual de las tierras de las
comunidades indígenas; 2) la abolición de la esclavitud, y 3) la expansión en áreas de
frontera.
Este declive tenía que ver con la trama institucional del régimen colonial, tres aspectos
fueron particularmente dañinos: el riesgo político debido a la imprevisibilidad en la toma
de decisiones; los altos costos a de los derechos de propiedad, los impuestos; y la falta de
inversiones en bienes públicos, recursos humanos e infraestructura. Los poderes
coloniales ofrecían muy pocos bienes públicos, los servicios sociales estaban en manos
de la iglesia, y los de infraestructura en las mano de los consulados del comercio.
Con respecto a la desigualdad como herencia colonial, muestra un claro atraso relativo de
América Latina en relación al Atlántico Norte en términos de desigualdad en derechos
civiles y capital humano, desde la distribución de la riqueza no parecía tan desigual hasta
fines del s XIX
Para la América Latina, entonces, la independencia estaba atada a las ideas de progreso,
por lo tanto el desempeño se lo debe comparar con el de aquellas naciones a las que se
pretendía emular y con America del norte
Población
Las regiones que fueron el centro del imperio colonial español se enfrentan a una muy
pobre dinámica demográfica, con tasas de crecimiento inferiores al 1%. Las regiones
tropicales y costeras, (orientadas fuertemente a los cultivos de exportación) prácticamente
duplicaron el ritmo de crecimiento de la población del primer grupo, aunque mostraron
también una tendencia a la desaceleración en 1850—70. En el grupo de las regiones de
nuevo asentamiento son Argentina y Uruguay los que muestran un crecimiento
demográfico mayor (con fuertes diferencias en el interior)
entonces las tendencias poblacionales en la etapa final de la era colonial, como una fuerte
expansión de la economía atlántica y del Caribe, a expensas de las zonas montañosas y
mineras que fueron el centro de la economía colonial
Exportaciones
G1: (Colombia, mexico, peru) ; G2: (Brasil, Cuba y Venezuela) : G3 : (Argentina, chile)
Empecemos por constatar cuáles eran los niveles de las exportaciones per cápita. A lo
largo de todo el período 1830-1870, el Grupo 1 es el que muestra niveles más bajos, a
una distancia importante de los otros dos grupos. El Grupo 3 es el que siempre muestra
los niveles más altos. El Grupo 2 está más cerca del 3 que del 1. Entre 1800 y 1830 el
crecimiento de las exportaciones fue frustrante dadas las expectativas que se tenían con
el libre comercio. Constatamos que las exportaciones crecen a diferentes ritmos el Grupo
3 crecen más que cualquiera del Grupo 2, y todos los del Grupo 2 crecen más que
cualquiera del Grupo 1 (el crecimiento demográfico también siguió ese
orden)Resumiendo, entre 1800 y 1870 el crecimiento de las exportaciones per cápita el
1,3% anual y entre 1830 y 1870, superado el impacto negativo de las guerras de
independencia, el ritmo de crecimiento de las exportaciones per cápita se eleva al 2,2%
anual.
Existen importantes diferencias en el PIB per cápita de los diferentes grupos, de manera
similar, a la de las exportaciones per cápita. El Grupo 3 también muestra un desempeño
superior en términos de crecimiento del mercado interno. Sin embargo, hacia 1820 el
Grupo 1 no es el peor en términos de PIB per cápita, sino que su lugar lo ocupan las
economías tropicales predominantemente esclavistas. Hacia 1870, el PIB per cápita de
los países del Grupo 3 más que duplicaba al del Grupo 1; por lo que en 1870 el Grupo 1
quedó en el último lugar, aunque a poca distancia del Grupo 2. (las economías más ricas
son las que crecen más, en términos per cápita y mayor crecimiento de la población) El
crecimiento del grupo 1 esta estancada, el 2 tiene leve mejora y el 3 mejora
considerablemente.
El caso de las economías esclavistas es llamativo: estas economías tienen los mayores
coeficientes de apertura, pero no tienen mayores PIB per cápita ni exportaciones, lo que
demuestra la pequeñez de su mercado interno,el bajo nivel de vida de sus habitantes.
Hacia el final de la era colonial, tanto Córdoba como Jujuy y Salta, nudo de la economía
del Potosí, como Buenos Aires, con un desarrollo incipiente basado en la ganadería,
mostraron buenos y relativamente similares desempeños demográficos y económicos.
Ambas regiones luego cambiaron de maneras muy diferentes. Córdoba sufrió el impacto
de la caída de la economía minera del Potosí sobre sus exportaciones de mulas. Por el
contrario, Buenos Aires experimentó una importante expansión de su superficie ganadera,
a la que pobló de ganado con una densidad mucho mayor a la de Córdoba. Por otra parte,
la provincia de Entre Ríos muestra claramente el fuerte impacto que las guerras de
independencia y las guerras civiles tuvieron sobre la producción, aunque después pudo
remontar no alcanzo a buenos aires.
Las enormes disparidades entre estas economías también pueden apreciarse a través de
sus contribuciones a los ingresos fiscales. La Provincia de Buenos Aires respondía por el
82% de la recaudación total, y sumando el Litoral se llega al 93%. Es decir que el otro
40% de la población aportaba solamente un magro 7% de la recaudación fiscal.