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Claves para apoyar una buena comunicación y un buen desarrollo del
lenguaje en niños de 0 de 3 años.
Resonancia:
A través de la resonancia, de la vibración de nuestra voz, de la
vibración de nuestras cuerdas vocales, hacemos vibrar las cuerdas
vocales del niño, tanto más, si nos encontramos a poca distancia. Al
escucharnos el niño reproduce con su laringe silenciosamente cada
sonido. De esto habló Rudolf Steiner (fundador de la pedagogía Waldorf)
y ahora habla la neurociencia. Aunque el niño no reproduzca
inmediatamente lo que decimos, lo está integrando y por eso es capaz,
más adelante, de hacer avances en poco tiempo. Es más, nuestra
palabra hace vibrar al niño entero, ya que toda la materia es susceptible
y modificable a través de las ondas sonoras. Eso explica los efectos del
lenguaje en ámbitos más allá de la propia estimulación del lenguaje, vale
decir, la aplicación terapéutica de los sonidos del habla, como ocurre en
el Arte de la Palabra, también desarrollada por Rudolf Steiner.
Neurona espejo:
Joachim Bauer, neurocientífico alemán que investigó detenidamente la
neurona espejo en relación a la educación, a través de experimentos con
magnetoencefalogramas y mapeos cerebrales, pudo constatar
como cuando el adulto está centrado y sereno, en el niño se activan
esas mismas neuronas relacionadas con esos estados emocionales,
llevándole a la calma. Si en cambio siente rabia, o nerviosismo, serán
éstas las emociones que se trasladen inmediatamente al pequeño. Este
mecanismo es la base fisiológica de la empatía y lo conservamos toda la
vida, pero en la primer infancia, está relevantemente más activo,
jugando un papel clave en los aprendizajes más significativos, como es la
adquisición del habla. Veamos por qué.