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Claves para un buen desarrollo del lenguaje y la

comunicación en niños de 0 a 3 años


Claves para apoyar una buena comunicación y un buen desarrollo del
lenguaje en niños de 0 de 3 años.

P0r Tamara Chubarovsky, mayo 2018.

El lenguaje y la comunicación en los niños son competencias básicas de


las que dependen otras muchas competencias emocionales, sociales y
cognitivas.

Se ha demostrado que a mayor vocabulario y capacidad expresiva,


menor nivel de agresividad. O mejor dicho, que la falta de capacidades
verbales y comunicativas incrementa el riesgo de una comunicación
violenta.

El lenguaje es también lo que desarrolla la conciencia fonológica y el


procesamiento auditivo, aspectos fundamentales para el futuro
aprendizaje de la lectoescritura. Los niños deben primero aprender a
hablar y escuchar bien, para más adelante aprender a leer y escribir de
manera rápida y fácil.

El niño primero habla y luego piensa. Es a partir del habla que va


esbozando sus primeros pensamientos. Además, el lenguaje bien
formado, a través de una buena articulación y estructuración
gramatical, también es la base del desarrollo del pensar. Un lenguaje
claro permite un pensamiento claro.
¿Que necesita el lenguaje
para desarrollarse
correctamente?
El lenguaje en definitiva es movimiento y depende por tanto del
desarrollo general de las habilidades motrices, especialmente de la
motricidad fina de los dedos y del equilibrio. Un pobre desarrollo de la
motricidad repercutirá negativamente en las capacidades articulatorias
del habla expresiva.

Por otro lado, el lenguaje se aprende exclusivamente a través de otros


humanos que hablan en el entorno del niño, mejor dicho, que le
hablan. El niño necesita estímulos lingüísticos de personas cercanas,
adultos de referencia, con los que exista un vínculo afectivo y a los que
pueda imitar. Y las dos herramientas fundamentales, que permiten al
niño aprender a hablar por imitación son la ley de resonancia y la ley de
la neurona espejo.

Resonancia:
A través de la resonancia, de la vibración de nuestra voz, de la
vibración de nuestras cuerdas vocales, hacemos vibrar las cuerdas
vocales del niño, tanto más, si nos encontramos a poca distancia. Al
escucharnos el niño reproduce con su laringe silenciosamente cada
sonido. De esto habló Rudolf Steiner (fundador de la pedagogía Waldorf)
y ahora habla la neurociencia. Aunque el niño no reproduzca
inmediatamente lo que decimos, lo está integrando y por eso es capaz,
más adelante, de hacer avances en poco tiempo. Es más, nuestra
palabra hace vibrar al niño entero, ya que toda la materia es susceptible
y modificable a través de las ondas sonoras. Eso explica los efectos del
lenguaje en ámbitos más allá de la propia estimulación del lenguaje, vale
decir, la aplicación terapéutica de los sonidos del habla, como ocurre en
el Arte de la Palabra, también desarrollada por Rudolf Steiner.

Neurona espejo:
Joachim Bauer, neurocientífico alemán que investigó detenidamente la
neurona espejo en relación a la educación, a través de experimentos con
magnetoencefalogramas y mapeos cerebrales, pudo constatar
como cuando el adulto está centrado y sereno, en el niño se activan
esas mismas neuronas relacionadas con esos estados emocionales,
llevándole a la calma. Si en cambio siente rabia, o nerviosismo, serán
éstas las emociones que se trasladen inmediatamente al pequeño. Este
mecanismo es la base fisiológica de la empatía y lo conservamos toda la
vida, pero en la primer infancia, está relevantemente más activo,
jugando un papel clave en los aprendizajes más significativos, como es la
adquisición del habla. Veamos por qué.

Cuando decimos al niño que esté tranquilo en un tono emocional que


delata nuestro estado de nerviosismo, el niño recibe un mensaje
contradictorio, no coincide la activación neuronal con el significado
conceptual. Esta falta de coherencia por parte del adulto provocará en el
infante inseguridad emocional, falta de claridad mental y retraso en las
habilidades comunicativas del lenguaje. Porque a hablar no se enseña,
sino que el niño lo aprende, gracias a la coherencia mental y emocional,
y a la riqueza expresiva con la que los adultos de su entorno le hablan.

En los niños pequeños, tanto menor es su capacidad de comprensión


del significado conceptual, tanto mayor es su capacidad de comprensión
del significado emocional, a través de la prosodia, la melodía, el tono y
los gestos corporales del interlocutor. Y es a lo que más obedecen, de
ahí la importancia de que seamos capaces de dar mensajes claros y
coherentes.

Somos una pieza fundamental. A través de nosotros el niño puede


desestabilizarse, pero lo que es mejor, también a través de nosotros
puede estabilizarse. Nuestro lenguaje y nuestra comunicación no solo
favorecen el desarrollo del lenguaje, pueden ser además fuente de
estabilidad emocional, claridad mental, salud física y organización
corporal. En este sentido también deberíamos cuidar nuestro lenguaje
corporal, que además de expresar emociones, se puede impregnar
profundamente en el niño, tanto de modo positivo como negativo.
Porque a través de las neuronas espejo el niño recibe, y posteriormente
reproduce, también nuestro movimiento. Joachim Bauer explica cómo
solo de ver un movimiento, en el cerebro, se activan no solo las áreas
correspondientes a la visión, sino también las áreas motrices implicadas
en dicho movimiento.

Todo esto debería hacernos reflexionar sobre nuestros métodos


pedagógicos. Deberíamos tener paciencia y confiar más en el poder
de la imitación. Deberíamos centrarnos mucho más en aportar
nosotros un buen modelo, ya que ésta es la base del aprendizaje de la
lengua, de los hábitos y de otras muchas habilidades.

¿Qué podemos hacer para


mejorar el lenguaje y la
comunicación en los niños
pequeños?
En la sociedad actual existe un déficit de los factores facilitadores del
lenguaje y la comunicación, como son el movimiento y el vínculo directo
con un adulto coherente, que sumado al exceso de exposición a la
tecnología, ya está generando graves consecuencias a nivel afectivo, de
comportamiento y aprendizaje de nuestras nuevas generaciones. Se
torna urgente tomar medidas que ayuden a equilibrar las carencias
y los excesos de nuestro tiempo. Algunas recomendaciones:
 No intentemos enseñar, sino esforcémonos en ofrecer un buen
modelo, digno de ser imitado. Si queremos ser buenos
educadores, centrémonos en autoeducarnos, centrémonos en
cuidar nuestros gestos, palabras, emociones y pensamientos en la
interacción con los niños. Estos aspectos centrales de la pedagogía
Waldorf, deberían estar ahora más presentes que nunca.

 Fomentemos en nosotros una actitud paciente, positiva y serena


para con el niño.

 Generemos espacios de encuentro y vínculo uno-uno, es decir, con


un niño a la vez, a pesar de lo sobrecargadas que están nuestras
guarderías actuales.

 Limitemos al máximo el uso de las nuevas tecnologías en


pequeños, en cambio, ampliemos los espacios de juego libre, que
activan tanto habilidades sensoriales y motrices, como espacios de
comunicación entre los pares.

 Recuperemos la tradición oral de cuentos, canciones y rimas, que


aportan grandes aprendizajes, además de ser fuente de alegría.

Las Rimas con movimiento® son un excelente recurso que te apoyará en


todas las áreas mencionadas. Ayudan en las rutinas diarias como ir a
dormir, hora de comer, aseo o transiciones, activando además
simultáneamente muchos parámetros sensoriales, motrices,
emocionales, cognitivos y hasta fisiológicos. Y son indispensables para
fortalecer el vínculo y para apoyar un buen desarrollo del lenguaje y la
comunicación en los niños. Encontrarás muchos ejemplos en mi canal
youtube.

Tamara Chubarovsky, mayo 2018

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