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Ensayo:
México D.F.
3 de Junio del 2016
Los remolinos del pensamiento
Introducción:
Cuando era niño y mi papá me veía dibujar, de vez en vez me proponía el ejercicio
de hacer un “dibujo de imaginación”, que yo siempre entendí como hacer un dibujo
“a lo loco”, donde la espontaneidad y el juego sean los motores de la pieza. Con el
tiempo, el estudio y el interés por desarrollar un dibujo más técnico y canónico se
fue apoderando lentamente de una buena parte de esa frescura y libertad en mi
manera de dibujar. Hasta ahora, podría decir que mi proceso de creación artística
desde que comencé en el programa de posgrado, ha sido de alguna manera un
retorno a esos “dibujos de imaginación”, y a dar rienda suelta a la creatividad.
Dibujar por el mero impulso de hacerlo, por la satisfacción y la libertad que
encuentro al garabatear en una superficie. Me he dado cuenta de que en el dibujo
hay respuestas y soluciones, sólo es cuestión de “escucharse” a uno mismo.
El crear es sin duda una de las características más fascinantes y misteriosas del
ser humano, y al tener la idea de que el estar realizando alguna actividad creativa
se está pensando, el acto de crear adquiere una dimensión todavía más compleja.
El preguntarse por qué y cómo creamos, no sería otra cosa que preguntarse por
qué y cómo pensamos.
“No se trata de que los seres humanos recurran a una herramienta de mediación
para representar el mundo, sino que el mismo mundo y los mismos seres humanos
existen en virtud de su construcción lingüística y discursiva” (pp. 63)
Los modelos de los que este ensayo va acompañado nacieron desde el dibujo.
Nunca fueron diseñados para encajar en ellos una teoría o un concepto, aunque la
pretensión al dibujar sí era intentar mantenerme en una línea temática (tampoco
se trata de que el pensamiento creativo sea pura imaginación desbordada; es un
pensamiento que puede ser dirigido). Estas piezas son resultado de las mismas
exigencias de las imágenes. Así mismo, las considero como parte del proceso que
estoy llevando, no como una culminación ni nada que se le parezca.
Creativamente, tienen el mismo valor que cualquier garabato en mis cuadernos,
que ha salido de dibujos anteriores, y será motivo y alimento para nuevas
imágenes.
No puedo imaginar un mejor ejemplo que M. C. Escher para ilustrar las ideas que
intento expresar aquí. Tan solo a manera de ejemplo, dedicaré unas líneas a
describir uno de sus cuadros: Print Gallery (1956).
En Print Gallery, se ve representado un hombre que está de visita en lo que en
una parte de la imagen, es una galería de arte. Un largo pasillo con cuadros
montados. Uno de estos cuadros comienza a distorsionarse al grado de invadir el
espacio en el que está montado y convertirse en parte del escenario al grado de
que la conformación compositiva de la propia pieza se ve tan involucrada que se
distorciona. Los muros se curvan y los espacios se confunden entre un mundo y
otro, y de hecho, a juzgar por la dirección en la que está dibujada la cabeza del
personaje en primer plano, la mirada de este no está dirigida a la parte de la
imagen que sigue siendo un cuadro, sino a la sección que corresponde a lo que se
podría considerar “el mundo del personaje” Esta litografía puede ser considerada
como una metaimagen, ya que es una imagen que hace referencia a las
imágenes, y a su vez, las imágenes a las que hace referencia se involucran en la
obra como recordando a gritos su protagonismo. Es el mundo de las imágenes, y
en él, ellas son libres de moverse como les plazca, pero estarán condenadas a
moverse siempre sobre sí mismas, obligando al espectador a preguntarse y a
intentar definir (seguramente sin mucho éxito) qué es lo que está viendo. Por otro
lado, no se puede negar que esta imagen posee también una dimensión narrativa,
sin embargo no está propiamente contando un relato; más bien propicia un
escenario donde posiblemente este podría llevarse a cabo. Es un campo virgen de
múltiples posibilidades narrativas: una pre-narrativa.
He encontrado que la imagen cíclica, como las espirales, los vórtices y las
imágenes con efecto de espejo, pueden ser efectivas a la hora de tratar con estas
cuestiones. Comenzar a trabajar con el concepto del ciclo ha probado ser muy
fructífero en cuanto al desarrollo de mi producción. El ciclo propicia una narrativa
circular infinita, como el cambio de estaciones o las fases lunares. De hecho, el
mismo Mitchell dedica un párrafo a estos motivos en particular:
“La figura del “remolino” sugiere una forma de especificar (o de imaginar) el efecto
de multiestabilidad de forma gráfica. Podríamos llamarlo el “Efecto vórtice”…”. (pp.
72)
Desde el punto de vista estético, he elegido el formato circular para mis trabajos
puesto que facilita la homogeneidad y simultaneidad que intento plasmar. A parte
de eso, pretendo dotarlos de una dimensión temporal que no tenga principio ni fin.
Es curioso ver como cada manera de representar el tiempo casi siempre encaja, o
podría encajar en una figura circular, como el caso de los calendarios o relojes.
OBRAS CITADAS