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El idiay, además del pedido de explicaciones, es la amplia, y es más, se busca la admiración. Si bien nada
solicitud a que se nos reconozca como personas, es la merece admirarse o asombrarse, dentro del pacifismo
llamada de atención para que no se invadan o lastimen conformista y el alejamiento al embate público a que
nuestros derechos. Y es que al costarricense le gusta se tiende, el costarricense enramado y retorcido en la
que lo tengan en cuenta, lo consideren, lo mencionen, exportación de sus explicaciones, exige para sí la
le otorguen los créditos que cree merecer, le den su evidencia de la importancia a través del
lugar, no lo olviden. En nuestro ambiente es siempre reconocimiento por parte de los otros, que espera surja
una aspiración el bombo y más de uno resuelve esa tan espontáneo como la inteligencia en un rostro de
necesidad por medio de un sistema de autobombo. rasgos griegos.
Nuestros don Juanes no se dedican a la conquista y Y si el costarricense ha adoptado por hacerse una
colección de mujeres, sino a la recolecta de opiniones historia en forma activa, el idiay es más exigente, se
favorables a sus personalidades, a la victoria en el convierte en una demanda imperiosa y el cuido de la
campo de las simpatías y al difícil arte de ser figuración del nombre, bien lustrado y bajo la
agradable a todos. Esa tendencia donjuanesca da calificación de elegantes adjetivos, sacia el deseo de
origen al palanganeo, que evade el caer mal a la gente trascendencia e inmortalidad que no tiene largo vuelo
y tiende a ganar afectos por parte de los dos bandos en él, pues confunde la aceptación simpática con el
que se disputan un asunto. Sin pronunciarse a fondo, valor innato, la impresión con la esencia, la publicidad
el consultado encuentra fundamento en las razones anecdótica con el merecimiento permanente. Prefiere
alegadas por uno y otro litigante y su mayor anhelo es brillar en el dicho oportunista, pero seguro y risueño,
llegar a una resolución salomónica, que además de ser que pasar como una figura contradictoria y polémica.
sabia complazca ambos intereses. Tenemos una generación de aspirantes a Ricardos
Jiménez, que le han buscado punta al lenguaje sin la
* * * gracia y la sabiduría popular del expresidente, y sólo
han logrado maltratar nuestro idioma y herir con el
En nuestra democracia ganan en realidad las choteo el crecimiento espiritual de nuestro pueblo.
elecciones los que se abstienen de votar, los que han
cogido el camino fácil de la neutralidad. Los * * *
neutrales, los del ejército del ahí vamos, del qué le
vamos a hacer, del a mí qué me importa y de por sí, El costarricense aspira que el pasaje a la historia
afluyen con su indiferencia a desteñir la individualidad sea un camino plácido, como si se tratara de un álbum
que aparentemente busca el costarricense y que acaba familiar en donde quedan registrados los
por representar un sitio cómodo o donde nada ni nadie acontecimientos íntimos con el disimulo de una
moleste. Es una democracia de servilismo a la ternura alcahueta.
comodidad.
El idiay, como llamada de atención hacia sí mismo,
Pero, ese neutral exige el reconocimiento, la señal no sale del círculo egoísta y cómodo en que se
de valor, la consideración de su caso, la ponderación entrapan los costarricenses en una monotonía que los
de sus méritos, la mención de sus honores. va durmiendo plácidamente, siempre dentro del
concepto de propiedad personal intocable, en donde no
El idiay, ya con signos implícitos de admiración, es se quiere la perturbación del riesgo, menos aun la
el aviso del peligro que corren los historiadores al dificultad de poner en entredicho su valor y su
omitir un nombre, es el terror que se siente en los individualidad, esta última figurada en la máscara del
homenajes al olvido de una persona en la placa irresponsable desapego a lo humano. Y cuando
conmemorativa, es la mención infinita de los fulanos y despierta de esta modorra, con la sed del idiay, viene a
los zutanos en la relación de un acto, es el recuerdo exigir el tenue calmante de un aprecio con miles de
impreso en el abuelo figurón, es el menú de los figuras falsas que tienen un fatuo uso en el brillo del
alegatos interminables por un reconocimiento. Se nombre.
busca el distinguirse por el simple ejercicio de figurar.
Los neutrales, ajenos y reservados en la hora del El idiay no busca una respuesta con verdad, sino un
conflicto, procuradores de quedar bien, exigen su simple movimiento de sobalevas, bajo el efecto de
puesto en la historia. Mediante el idiay, o sea el yo creerse calificado con justicia y gozar del
qué, se aspira al aprecio, a la comprensión sincera y reconocimiento como hecho concesivo y gracioso, que
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es merecido por sí y ante sí. Sucede como si frente al ya al final de este intento de ensayo, que el idiay
temor de qué dirán, hubiera seguridad de que dicen también significa una explicación tácita de una actitud,
bien, la opinión no es mala, por el contrario es buena, una disculpa no evasiva sino de cierta resignación
y con la creencia de esos comentarios la inquietud de consoladora, para representar el:
inmortalidad que apasiona a los pueblos y los pone en
el difícil trance de ganarla, se apaciguará con el candor qué iba a hacer yo o qué quiere que haga, si no
del niño pobre que distrae y hasta olvida su hambre tengo capacidad, si mi suerte es mala, si...
con una botella de agua. La leche, la buena leche de
este país, médula necesaria para ser, tiende a Un reconocimiento de capacidades limitadas o una
disfrazarse de agua, ni siquiera de agua pura, teñida aceptación al fatalismo, un rendimiento fácil con una
con el blancuzco engañoso del blanco. disculpa lista a disculpar, una modalidad del:
Es así como creo que el idiay se excede del sentido así somos, qué le vamos a hacer.
consignado en los diccionarios de costarriqueñismos, y
el pensador a quien busca encontrará otras muchas
profundidades y vértices al usadísimo término que Carmen Naranjo
salpica todas nuestras conversaciones. Se me ocurre,