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(Un simposio)

CARL R. ROGERS y B. F. SKINNER1

1
Los doctores Rogers y Skinner son profesores de psicología, aquél en la Universidad de Chicago, y
éste en Harvard. Este artículo se basa en el material presentado por los autores en un simposio efectuado
en la conferencia anual de la Asociación Psicológica Americana, el 4 de septiembre de 1956, en
Chicago, Illinois.
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

CONTENIDOS
....................................................................................... 3
El Control Personal ..........................................................................................................................................................................................5
La Educación......................................................................................................................................................................................................8
El Gobierno....................................................................................................................................................................................................... 10

....................................................................................... 14
Puntos Controvertidos................................................................................................................................................................................... 15
Algunos Significados ...................................................................................................................................................................................... 16
Concepto General De Control De La Conducta Humana ........................................................................................................................... 16
Algunos Defectos............................................................................................................................................................................................. 18
Fines Y Valores En Relación A La Ciencia .................................................................................................................................................. 19
¿Es Esta Una Situación Sin Esperanza?..................................................................................................................................................... 23
Un Conjunto Alternativo De Valores ........................................................................................................................................................... 23
Un Pequeño Ejemplo...................................................................................................................................................................................... 25
Un Posible Concepto Del Control De La Conducta Humana .................................................................................................................... 27
La Elección ...................................................................................................................................................................................................... 28

..................................................................................... 30

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Conducta Humana

LA CIENCIA ESTÁ constantemente aumentando nuestro poder de influir,


cambiar, moldear, en una palabra, controlar la conducta humana. Ha extendido
nuestra “comprensión" (como quiera que se la defina) de tal modo que ahora
manejamos a la gente con mayor éxito de manera no científica, pero también
ha identificado condiciones o variables que pueden usarse para predecir y
controlar la conducta con una nueva y cada vez más rigurosa tecnología. Las
disciplinas amplísimas de la economía y la política ofrecen ejemplos de ello,
pero las que nos interesan particularmente son las contribuciones de la
antropología, sociología y psicología que tratan de la conducta individual. En
un artículo, Cari Rogers lista algunos de esos logros hasta el presente.2 Entre
sus ejemplos, aquellos que muestran o implican el control de un solo
organismo se deben principalmente, y como podríamos esperarlo, a la
psicología. Es el estudio experimental de la conducta el que nos conduce más
allá de los burdos o inaccesibles "principios”, “factores”, y así sucesivamente,
hasta variables que pueden ser manipuladas de manera directa.
También, y más o menos por las mismas razones, la concepción de la
conducta humana que emerge del análisis experimental es la que se enfrenta
más directamente a los puntos de vista tradicionales. A menudo hasta los
mismos psicólogos parecen no darse cuenta de lo lejos que han llegado; pero a
otros este cambio no pasa desapercibido. Hasta hace poco se acostumbraba
negar la posibilidad de una ciencia rigurosa de la conducta humana, argu-
mentando o que una ciencia "legal” era imposible porque el hombre es un
agente libre, o que las predicciones meramente estadísticas siempre dejarían
lugar para la libertad personal. Y aquellos que acostumbraban tomar esta
posición han llegado a ser los más vociferantes en su asombro cuando observan
la manera como están siendo superados tales obstáculos.
Ahora bien, el control de la conducta humana siempre ha sido poco popular.
Cualquier franco intento de control generalmente despierta reacciones
emocionales. Nos cuesta trabajo confesar que estamos metidos en el control y
puede ser que nos rehusemos a controlar, aun cuando esto pudiera ser benéfico,
por temor a que se nos critique. A aquellos que han expresado un interés

2
ROGERS, C. R. Teachers College Record, 37, pág. 316 (1956).

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abierto y explícito en el control, la historia los ha tratado muy mal. Maquiavelo


es el gran prototipo, tal como Macaulay dijo de él: "De su apellido acuñaron un
epíteto para bribón y de su nombre un sinónimo para el demonio.” Había
razones obvias. El control que Maquiavelo analizó y recomendó, como la
mayoría del control político, empleaba técnicas que eran aversivas para el
controlado. Las amenazas y los castigos del bravucón, igual que los de los
gobiernos que operan en el mismo plan, no están diseñados (cualquiera que sea
su éxito) para agradar a los controlados. Aun cuando las técnicas mismas no
sean aversivas, el control se ejercita por lo general para los propósitos egoístas
del controlador y, por tanto, produce, indirectamente, efectos de castigo sobre
otros.
La inclinación natural del hombre a volverse en contra del control egoísta
ha sido explotada con buenos propósitos en lo que llamamos filosofía y
literatura de la democracia. La doctrina de los derechos del hombre ha sido
muy efectiva en la producción de la toma de conciencia individual y en la
acción emprendida contra las tiranías religiosas o gubernamentales. La
literatura a este efecto ha extendido mucho el número de términos en nuestro
lenguaje que expresan reacciones al control del hombre; pero la ubicuidad y la
facilidad de expresión de esta actitud ponen en peligro a cualquier ciencia que
pueda dar nacimiento a una poderosa tecnología conductual. Los hombres y
mujeres inteligentes, dominados por la filosofía humanista de las dos últimas
centurias, no pueden ver con ecuanimidad lo que Andrew Hacker ha llamado
"el espectro del hombre predecible".3 Aun la predicción estadística de los
eventos humanos, tales como el número de accidentes fatales que suceden a fin
de semana, a mucha gente le parece extraña y malvada, y la predicción y el
control de la conducta individual se consideran como poco menos que el tra-
bajo directo del demonio. No nos preocupan, en este momento, las
consecuencias políticas o económicas que puedan sobrevenirle a la psicología,
aunque la investigación en ciertas áreas pueda sufrir efectos dañinos. Nosotros,
como personas inteligentes y exponentes del pensamiento occidental,
compartimos estas actitudes. Estas han interferido ya con el libre ejercicio del
análisis científico y su influencia amenaza asumir proporciones aún más serias.
Tres extensas áreas de la conducta humana proporcionan buenos ejemplos.
La primera de ellas —control personal— incluye las relaciones de persona a

3
HACKER, A, Antioch Rev. 14, pág. 195 (1954).

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persona, en la familia, entre amigos, grupos de trabajo y grupos sociales, en el


consejo y la psicoterapia. Otros campos son la educación y el gobierno. Unos
cuantos ejemplos de cada uno de estos mostrará la manera en que las
preconcepciones acientíficas afectan nuestro pensamiento actual acerca de la
conducta humana.

El Control Personal
La gente que vive agrupada llega a controlarse una a la otra con una técnica
que se conoce apropiadamente como "ética”. Cuando un individuo se comporta
de manera aceptable en el grupo, recibe admiración, aprobación y afecto, y
muchos otros reforzamientos que aumentarán la probabilidad de que continúe
comportándose así. Cuando su conducta no es aceptable se le critica, se le
censura, se le culpa, y se le llega a castigar de algún otro modo. En el primer
caso, el grupo le llama "bueno”, en el segundo "malo”. Y este hábito está tan
profundamente arraigado a nuestra cultura, que a menudo no vemos que se
trata de una técnica de control. Y sin embargo, estamos casi siempre ocupados
en tal control, aun cuando los reforzamientos y castigos con frecuencia sean
más sutiles.
La costumbre de admirar es una parte importante de la cultura, porque con
su ayuda se puede crear y mantener conducta que de otra manera se mostraría
muy débil. La probabilidad de que el individuo sea sólo admirado, querido o
alabado, es especialmente grande cuando, por ejemplo, actúa por el grupo,
encarando un grave peligro, o se sacrifica a sí mismo o sacrifica sus pertenen-
cias, o se somete a penas prolongadas o sufre martirio. Estas acciones de
ninguna manera son admirables en sí mismas, pero para ser poderosas
requieren de admiración. De manera semejante admiramos a las personas que
se comportan de modo original o excepcional, no porque tal conducta sea en sí
misma admirable, sino porque no sabemos cómo alentar la conducta original o
excepcional de algún otro modo. El grupo aclama la conducta independiente o
autónoma en parte porque es más fácil reforzar que ayudar.
En la medida en que esta técnica de control no esté bien entendida, seremos
incapaces de juzgar correctamente un medio en el cual hay poca o ninguna
necesidad de heroísmo, de acción independiente, de paciencia o tolerancia. Es
probable que arguyamos que tal medio, en sí mismo, es menos admirable o que

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produzca gente menos admirable. Antiguamente, por ejemplo, los jóvenes


sabios a menudo vivían en buhardillas insalubres, tomaban alimentos poco
apetitosos e inadecuados y ejecutaban tareas de poco provecho para vivir o
pagar por libros y materiales que necesitaban para su publicación. Los sabios y
eruditos más viejos, y algunos otros miembros del grupo, ofrecían un
reforzamiento compensatorio en la forma de aprobación y admiración por
todos estos sacrificios. Hoy en día el joven aspirante al doctorado que recibe
una beca generosa, vive en condiciones placenteras y cuando recibe subsidio
para sus investigaciones y su futura publicación, los fundamentos para
evaluarlo parece que se nos van de la mano. Tal estudiante no necesita ya
ninguna admiración que lo impulse a salvar una serie de obstáculos (sin
importar cuánto pueda necesitarla por otras razones), y como extrañamos
ciertos objetos familiares de admiración, es probable que concluyamos que
tales condiciones son menos admirables. Los obstáculos que se oponen al
trabajo erudito pueden servir como una útil medida de la motivación (y
podemos desanimamos si es que no encontramos algún sustituto), pero
difícilmente podríamos defender el que se hostilice deliberadamente al
estudiante para tal propósito. La productividad de cualquier conjunto de
condiciones solo puede ser evaluada cuando nos hayamos liberado a nosotros
mismos de las actitudes que hemos generado como miembros de un grupo
ético.
Una dificultad semejante proviene de nuestra manera de castigar o de
"echar la culpa”. El concepto de responsabilidad y los relacionados a él, tales
como premeditación y elección, se emplean para justificar técnicas de control
que implican el castigo. ¿Estaba consciente fulano de las probables
consecuencias de su acción y fue tal acción deliberada? Entonces, estamos
justificados si lo castigamos. ¿Pero qué significa ello? Parece ser una cuestión
que concierne a la eficacia de las relaciones contingentes entre la conducta y
las consecuencias del castigo. Nosotros castigamos cualquier conducta porque
es objetable para nosotros o para el grupo, pero en un refinamiento menor de
reciente origen hemos llegado a eliminar el castigo cuando podemos esperar
que tenga efecto. Si las consecuencias objecionables de un acto fueron
accidentales y no es probable que vuelvan a ocurrir, no tiene caso el castigo.
Decimos que el individuo no estaba "consciente de las consecuencias de su
acción” o que las consecuencias no eran “intencionales”. El castigo se descarta
también si la acción no pudo haber sido evitada (si el individuo “no tenía otra

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elección”). Igualmente se elimina el castigo si el individuo es incapaz de


cambiar como resultado de aquél porque se le considera “de mente insana”. En
todos estos casos (tan diferentes como son) se considera que el individuo es
"no responsable”, y por tanto no se le castiga.
De la misma manera que decimos que “no es justo” castigar a una persona
por algo que no pudo evitar, así también catalogamos de “injusto” el que a
alguien se le recompense más allá del cumplimiento del deber o por algo que
no pudo evitar hacer. En otras palabras, incluso objetamos el desperdicio de
reforzadores cuando no se necesitan o cuando no producen ningún beneficio.
Es el mismo caso con las palabras justo y correcto. Así, no tenemos derecho a
castigar al irresponsable y nadie tiene derecho a reforzadores que no ha ganado
o que no merece; pero los conceptos de elección, responsabilidad, justicia,
etcétera, proporcionan un inadecuadísimo análisis de las contingencias
reforzadoras y punibles porque llevan aparejada una pesada carga semántica de
muy diferente calidad que oscurece cualquier intento de clarificar las prácticas
controladoras o de mejorar las técnicas. Singularmente, nos obstaculizan para
el uso de técnicas que no sean las basadas en el control aversivo. La mayor
parte de la gente objetaría a que se obligue a los prisioneros a servir de sujetos
en peligrosos experimentos médicos, pero pocos objetarían si se les indujera a
servir en tales experimentos mediante el ofrecimiento de ciertos privilegios,
aun cuando el efecto reforzante de tales privilegios haya sido creado por la
privación forzosa. En el esquema tradicional, el derecho a negarse garantiza al
individuo en contra de la coerción o el trato injusto. ¿Pero en qué medida
puede un preso rehusarse bajo tales circunstancias?
No necesitamos ir más lejos para probar nuestro punto. Podemos observar
nuestra propia actitud hacia la libertad personal en el modo como resentimos
cualquier interferencia contra lo que queremos hacer. Supongamos que
queremos comprar un automóvil de cierta clase. En tal caso podríamos objetar,
por ejemplo, el que nuestra esposa nos urgiera comprar un coche más barato y
con la diferencia comprar un refrigerador nuevo; o podríamos resentir el que
nuestro vecino cuestionara nuestra necesidad de tal coche o nuestra capacidad
para pagarlo. Ciertamente que lo resentiríamos si fuera ilegal comprar tal
automóvil, y si nos encontramos con que podemos pagarlo podríamos resentir
el control sobre el precio que ejerce el gobierno mediante tarifas e impuestos.
También lo resentiríamos si descubriéramos que no podemos obtener el
automóvil porque el fabricante sólo puso unos cuantos en el mercado debido a

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que desea vender otro modelo que no es el que queremos. En todo ello
afirmamos nuestro derecho democrático de comprar el automóvil que hemos
elegido. Estamos bien preparados para hacerlo y resentimos cualquier
restricción a nuestra libertad. ¿Pero por qué no nos preguntamos la razón por la
cual ese es el automóvil de nuestra elección y resentimos las fuerzas que nos
hicieron elegirlo? Quizá de niños nuestro juguete favorito era un automóvil de
diferente modelo, pero que tenía el mismo nombre del coche que ahora
queremos, o tal vez nuestro programa de televisión preferido lo paga el
fabricante del coche que deseamos. Quizá hemos visto la fotografía de muchas
personas hermosas o preeminentes manejándolo en lugares de prestigio, o
probablemente se diseñó el modelo con respecto a nuestros patrones
motivacionales: el adorno que tiene el cofre puede ser un símbolo fálico, o se le
ha dotado de gran potencia para satisfacer nuestro espíritu competitivo y
permitirnos rebasar otros automóviles a toda velocidad (o, como dice el
anuncio: "con mucha seguridad"). El concepto de libertad que ha surgido como
parte de las costumbres culturales de nuestro grupo no deja lugar para
reconocer que estamos tratando con esta clase de control. Conceptos como
“responsabilidad" y “derechos" difícilmente serían aplicables al caso. Estamos
preparados para tratar con medidas coercitivas, pero no tenemos ningún recurso
tradicional con respecto a otras medidas que, a la larga (y especialmente con la
ayuda de la ciencia), pueden ser mucho más poderosas y peligrosas.

La Educación
Alguna vez las técnicas educativas fueron francamente aversivas. Por lo
general el maestro era más viejo y más fuerte que sus alumnos y capaz de
“hacerlos aprender". Esto significaba que en realidad no se les enseñaba nada,
sino que se les rodeaba de un mundo amenazador del cual solo podían escapar
aprendiendo. En absoluto se dejaba a los únicos recursos de los estudiantes el
descubrimiento de cómo hacerlo. Claude Coleman ha publicado un
recordatorio tragicómico de estas viejas costumbres.4 Habla de un maestro de
escuela que publicó un cuidadoso recuento de sus servicios durante 51 años de
enseñanza durante los cuales administró: “...911 527 varazos; 124 010
bastonazos; 20 989 reglazos; 136 715 manazos; 10 295 golpes en la boca; 7

4
COLEMAN, C. Dull. Am. Assoc. Univ. Professors, 39, pág. 457 (1953).

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905 jalones de orejas; (y) 1 115 800 coscorrones. . ."


La educación progresiva constituyó un esfuerzo humanitario que trató de
sustituir tales medidas aversivas con el reforzamiento positivo, pero en su
búsqueda de valores humanos útiles en el salón de clase nunca ha reemplazado
totalmente a las variables que abandonó. Vista como una rama de la tecnología
conductual, la educación permanece a un nivel de relativa ineficacia. La
suplementamos y racionalizamos admirando al alumno que aprende por sí
mismo; y a menudo atribuimos el proceso de aprendizaje o el conocimiento
mismo a algo dentro del individuo. Por lo general admiramos conductas que
parecen tener fuentes internas. Así, admiramos al que recita un poema en vez
de al que simplemente lo lee. Admiramos más al que sabe la respuesta que al
que sabe dónde buscarla. Admiramos al escritor no al lector. Admiramos al
matemático que puede resolver un problema mentalmente, en vez del que
utiliza una regla de cálculo o una máquina; también admiramos al que lo
resuelve de una manera original en vez de la estricta aplicación de reglas. En
general, pensamos que cualquier ayuda o cualquier “darle la mano” a alguien
(excepto aquellas ayudas a las cuales estamos ahora del todo acostumbrados)
reduce el crédito debido. En el Phaedus de Platón, el rey Thamus ataca la
invención del alfabeto sobre una base semejante. Él teme que el alfabeto
“producirá olvidos en las mentes de quienes aprendan a usarlo, porque así no
practicarán con su memoria"... En otras palabras, él sostiene que es más
admirable recordar que usar algo como un recordatorio. Él también objeta que
los alumnos “aprenderán a leer muchas cosas sin instrucción ... (y), por tanto,
parecerá que saben muchas cosas cuando en realidad ignorarán la mayor parte".
En el mismo tenor todavía nos quejamos a veces de quienes aprenden en los
libros, pero, como educadores, difícilmente podemos darnos el lujo de adoptar
este punto de vista sin reservas.
Admirando al estudiante por su saber y echándole la culpa por su
ignorancia, huimos de algunas de las responsabilidades de enseñarle. Nos
resistimos ante cualquier análisis del proceso educativo que amenace esa
noción de sabiduría interna o que cuestione el argumento de que la ignorancia
es una falta que deba atribuírsele al estudiante. Algunas técnicas más poderosas
que producen los mismos cambios en la conducta mediante la manipulación de
variables externas se desprecian como medios de controlar el pensamiento o de
“lavado de cerebro”. Estamos del todo impreparados para evaluar medidas

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educativas realmente efectivas. En la medida en la que solo unos cuantos


alumnos aprendan mucho de lo que se enseña, no nos preocupamos acerca de
la uniformidad o reglamentación. No tememos a las técnicas inadecuadas; pero
debemos ver con desmayo un sistema bajo el cual cada estudiante aprenda todo
lo que se incluya en el curriculum (aunque tal condición no sea precisamente
imposible). De manera similar, no tememos a un sistema que sea tan deficiente
que el estudiante tenga que trabajar para lograr la educación; pero nos
mostraremos renuentes a dar crédito por algo aprendido sin esfuerzo (aunque
esto se podría tomar como un resultado ideal) y de plano nos negamos a dar
crédito si el estudiante sabe de antemano lo que la escuela le enseña.
Un mundo en el cual las personas son sabias y buenas sin necesidad de
empeñarse en ello, sin "tener que ser”, sin “elegir ser”, podría,
concebiblemente, ser un mundo mucho mejor para cualquiera. En un mundo
como ese no tendríamos que “darle crédito a nadie” (no necesitaríamos admirar
a ninguno) por ser bueno y sabio. Desde nuestro punto de vista no podemos
creer que tal mundo sería admirable. Ni siquiera nos permitiremos imaginarnos
cómo sería un mundo como ese.

El Gobierno
El gobierno ha sido siempre el área clásica del control aversivo. Con
frecuencia se define al Estado en términos del poder de castigar, y la
jurisprudencia descansa mayormente sobre la noción de responsabilidad
personal. Y a pesar de ello cada vez se vuelve más difícil reconciliar la teoría y
la práctica actuales con estos puntos de vista primitivos. En criminología, por
ejemplo, existe una fuerte tendencia a eliminar la noción de responsabilidad y
sustituirla como capacidad o controlabilidad; pero no importa que tanto los
hechos o inclusive las conveniencias prácticas apoyen ese cambio; siempre es
difícil producir el cambio en un sistema legal diseñado sobre la base de un plan
diferente. Cuando los gobiernos acuden a otras técnicas, como el reforzamiento
positivo, el concepto de responsabilidad ya no resulta relevante y la teoría del
Estado o del gobierno ya no es aplicable.
En los treinta este conflicto se ilustra por dos decisiones de la Suprema
Corte, decisiones que trataban y mostraban su desacuerdo con la definición de
control o coerción. La Ley de Ajuste Agrícola proponía que la Secretaría de

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Agricultura hiciera “pago de renta o beneficios” a aquellos granjeros que


estuvieran de acuerdo en reducir su producción. El gobierno concedió que la
ley hubiera sido anticonstitucional si al granjero se le hubiere forzado o
compelido a reducir su producción, pero dado que solamente se le invitaba a
hacerlo así, la ley era constitucional. El magistrado Roberts5 expresó el punto
de vista contrario al de la mayoría de la corte diciendo: “El poder de conferir o
retirar beneficios ilimitados es el poder para destruir o ejercer coerción.” Este
reconocimiento del reforzamiento positivo fue negado pocos años más tarde en
otro caso en el cual el magistrado Cardozo se retractó así: “Afirmar que la
motivación o la tentación equivalen a la coerción es meter a la ley en
dificultades interminables.” Podemos estar de acuerdo con él sin implicar que
la proposición está equivocada. Tarde o temprano la ley debe estar preparada
para tratar con todas las posibles técnicas de control gubernamental.
La desconfianza con la que miramos al gobierno (en el más amplio sentido
posible) cuando no utiliza el castigo, se ejemplifica por la recepción a mi
novela utópica Walden two.6 Esencialmente esta fue una propuesta para aplicar
una tecnología conductual a la construcción de una estructura gubernamental
funcional, efectiva y productiva. Se la recibió con colérica violencia. La revista
Lije la juzgó “un transvestismo de la buena vida”, y "una amenaza ... un triunfo
de la mano muerta no envisionado desde los días de Esparta ... la corrupción de
un impulso”. Joseph Wood Krutch dedicó una parte sustancial de su libro La
medida del hombre,7 a atacar mis puntos de vista y los del protagonista,
Frazier, de la misma manera, y recientemente en Ciencia,8 Morris Víteles ha
criticado el libro en un tenor semejante. Esta actitud está mejor expresada en
una cita de La búsqueda de la utopía, de Negley y Patrick, que en cualquier
otra parte.9

“Hacia la mitad de esta utopía contemporánea, el lector puede sentirse seguro, tal como
nosotros, de que se trata de una hermosa e irónica sátira de lo que se ha dado en llamar
«ingeniería conductual»; pero cuando más permanece uno en este «mundo mejor» del

5
FREUND, P. A., y otros, Constitutional Law: Cases and other problems, vol. 1 (Little, Brown, Boston,
1954).
6
SKINNER, B. F. Walden two (Macmillan, Nueva York, 1948).
7
KRUTCH, J. W. The measure of man (Bobbs-Merrill, Indianápolis, 1953).
8
VÍTELES, M. Science 122, pág. 1167 (1955).
9
NEGLEY, G. y PATRICK, J. M. The quest for utopia (Schuman, Nueva York, 1952).

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psicólogo, más claro se percibe que la inspiración no es satírica, sino mesiánica. Esta es sin
duda la sociedad de la ingeniería conductual, y aunque se esperaba que tarde o temprano el
principio del condicionamiento psicológico serviría como base a una seria construcción
utópica (Brown lo anticipó en Limanora) ni siquiera la efectiva sátira de Huxley es una
preparación adecuada para el espantoso horror que produce la idea cuando se le presenta
positivamente. Esta es la más profunda de todas las dictaduras cortejadas por los utópicos y
los dictadores incipientes; bien pueden encontrar en esta utopía el vademécum de la práctica
política.”

Difícilmente se adivinaría que estos autores están hablando de un mundo en


el cual hay comida, ropa y abrigo para todos, donde cada quien escoge su
trabajo y trabaja como promedio cuatro horas al día, donde florecen la música
y las artes, donde las relaciones personales se desarrollan bajo las más
favorables circunstancias, donde la educación prepara a cada niño para la vida
social e intelectual que le espera más adelante, donde, en pocas palabras, la
gente es verdaderamente feliz, se siente segura, es productiva y tiene la mente
en el futuro. ¿Qué hay de malo en ello? Solo una cosa: “alguien lo planeó así”.
Si estos críticos encontraran en algún remoto rincón del mundo una sociedad
que hiciera alarde de ventajas semejantes, seguramente que ellos la aplaudirían
como el patrón que todos podríamos muy bien seguir, siempre y cuando, claro,
fuera el resultado de un proceso natural o de la evolución cultural. Cualquier
evidencia de que se hubiera usado la inteligencia para llegar a esta versión de la
buena vida, sería, ante los ojos de estos autores, un defecto de la mayor
seriedad. No importa que el planeador de Walden two no use ninguno de los
productos de su comunidad en su propio beneficio, ni tampoco importa que en
realidad él no tenga control o que sea desconocido para la mayoría de los otros
miembros de la comunidad (así lo planeó también él); en algún lugar, a la
sombra, él ocupa la posición de primer móvil. Y esto, ante los ojos de los hijos
de la tradición democrática, lo echa todo a perder.
Los peligros inherentes al control de la conducta humana son reales.
Siempre debemos contemplar la posibilidad de que el conocimiento científico
se use mal. No podemos escaparnos negando el poder de una ciencia de la
conducta o deteniendo su desarrollo. No sirve de nada aferrarnos a filosofías
familiares de la conducta humana simplemente porque ellas son más
reaseguradoras. Como se dijo en otra parte,10 las nuevas técnicas que están

10
SKINNER, B.F. Trans. N.Y. Acad. Sci. 17, pág. 547 (1955).

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emergiendo de esta ciencia de la conducta deben estar sujetas al explícito


contracontrol que ya ha sido aplicado a formas más primitivas y crudas. La
fuerza bruta y el engaño, por ejemplo, por lo general se suprimen mediante
prácticas éticas y explícitamente por agencias gubernamentales y religiosas. Un
contracontrol semejante del conocimiento científico, como salvaguarda a los
intereses del grupo, es una posibilidad prometedora y real. Aunque no podamos
decir el curso que pueda tomar esta evolución, es presumible que emergerá un
patrón cultural de control y contracontrol que recibirá un amplio apoyo porque
será más ampliamente reforzante.
Si no podemos predecir todos los detalles de esto (como obviamente no
podemos), es importante recordar que tal queja también es cierta cuando se
aplica a los críticos de la ciencia. Las horrendas consecuencias de las nuevas
técnicas de control, las ocultas amenazas en los diseños culturales originales,
esto también necesita ser probado. Es sólo otro ejemplo del punto que se está
tratando, el que la necesidad de prueba sea sobreseída con tanta frecuencia. El
hombre se ha metido en algunos buenos apuros y es fácil creer que lo hará otra
vez. Pero existe una posibilidad más optimista. El lento crecimiento de los
métodos de la ciencia, aplicados ahora por primera vez a los asuntos humanos,
puede significar una fase nueva y excitante de la vida humana a la que no se
apliquen analogías históricas y a la que no sean apropiados los primitivos
"slogans” políticos. Si hemos de usar el conocimiento que la ciencia de la
conducta está poniendo ahora a nuestra disposición con alguna esperanza de
éxito, debemos mirar a la naturaleza humana tal como se la enfoca a través de
los métodos de la ciencia, en lugar de como se nos la ha presentado en una
serie de accidentes históricos.
Si el advenimiento de una poderosa ciencia de la conducta nos causa
problemas, no será porque la ciencia en sí misma sea enemiga del bienestar
humano, sino porque algunas concepciones antiguas no dejan la escena con
facilidad o con presteza. Es de esperar que se resistan a las nuevas técnicas de
control aquellos que han invertido mucho en las antiguas, pero no tenemos por
qué ayudarlos a preservar una serie de principios que no son fines en sí mismos
sino medios pasados de moda para un fin. Lo que se necesita es una
concepción nueva de la conducta humana que sea compatible con las
implicaciones del análisis científico. Todos los hombres controlan y son
controlados. El problema del gobernante, en el más amplio sentido posible, no
es el de cuánta libertad deba preservarse, sino qué clases de control deban

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usarse y para qué fines. El control debe ser analizado y considerado en sus
correctas proporciones. Estamos seguros de que nadie desea crear nuevas
relaciones de amo a esclavo o hacer que la voluntad del pueblo se incline ante
gobernantes despóticos, sólo que de una nueva manera. Tales son las
estructuras de control apropiadas a un mundo sin ciencia. Ellas serán las
primeras en despedirse cuando el análisis experimental de la conducta
evolucione en el diseño de prácticas culturales.

Yo creo que existe un cierto número de asuntos en conexión con este


importante tema sobre los cuales los autores del presente artículo, y
probablemente la mayor parte de los psicólogos, están de acuerdo. Estos
asuntos no son temas en lo que a nosotros concierne y quisiera mencionarlos
brevemente para olvidarlos más tarde.


Estoy seguro de que todos concordamos en que los hombres, como
individuos y como sociedades, han intentado siempre comprender, predecir,
influir y controlar la conducta humana, sus propias conductas y la de otros.
Creo que estamos de acuerdo en que las ciencias de la conducta están
haciendo, y continuarán haciendo, rápidos progresos en la comprensión de la
conducta, y que como consecuencia, la capacidad de predecir y de controlar la
conducta se está desarrollando con igual rapidez.
Creo que estamos de acuerdo en que negar estos avances o argüir que la
conducta del hombre no es un campo científico, es poco realista. Aun cuando
para nosotros esto no sea un tema a dilucidar, debemos reconocer que muchos
hombres inteligentes todavía apoyan el punto de vista de que las acciones del
hombre son libres en un sentido tal que el conocimiento científico de la
conducta de aquél es imposible. Así, el famoso teólogo Reinhold Niebuhr no
toma muy en serio el concepto de la psicología como una ciencia de la
conducta del hombre y aun llega a decir que “de cualquier modo ninguna
investigación científica de la conducta pasada puede convertirse en la base para

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Conducta Humana

predecir la conducta futura”.11 Así, aunque este no sea un problema para los
psicólogos, debemos por lo menos notar que es todavía un problema para
mucha gente.
Yo creo que todos concordamos en que potencialmente el tremendo poder
de una ciencia que permita la predicción y el control de la conducta, puede ser
mal usado, y que tal posibilidad constituye una seria amenaza.
Por tanto, Skinner y yo estamos de acuerdo en que la cuestión del control
científico de la conducta humana es asunto que debe importar a los psicólogos
y al público en general. Tal como Robert Oppeheimer lo dijo recientemente en
una reunión de la APA,12 los problemas que los psicólogos van a crearle a la
sociedad gracias a su mayor habilidad para controlar la conducta serán mucho
más graves que los problemas creados por la habilidad de los físicos para
controlar las reacciones de la materia. Yo no estoy seguro de que los
psicólogos reconozcan por lo general este punto. Mi impresión es que la
mayoría de ellos mantiene una actitud de laissez-faire. Evidentemente ni
Skinner ni yo mantenemos esta actitud de laissez-faire, pues de otra manera no
hubiéramos escrito el presente artículo.

Puntos Controvertidos
Con estos puntos de acuerdo básico e importante, ¿quedan algunos temas en
los cuales hay diferencias? Yo creo que los hay, y pueden ser expresados muy
brevemente: ¿Quién va a ser controlado? ¿Quién va a ejercer el control? ¿Qué
tipo de control va a ejercer? Y más importante que todo lo demás, ¿hacia qué
fin, o con qué propósito, o en la consecución de qué valores se ejercerá el
control?
Es en preguntas de esta clase donde existen ambigüedades, escasa
comprensión y tal vez diferencias profundas. Estas diferencias existen entre
psicólogos, entre miembros del pueblo, en general, en este país, y entre varias
culturas en el mundo. Sin esperar el logro de una contestación final a estas
preguntas, podemos, creo yo, plantear los temas de una manera más clara.

11
NIEBUHR, R. The self and the dramas of history (Scribner, Nueva York, 1955), pág. 47.
12
OPPEHEIMER, R. Am Psychol, 11, pag. 127 (1956).

15
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

Algunos Significados
Para evitar la ambigüedad y la mala comunicación, quiero aclarar los
significados de algunos de los términos que estamos usando.
Ciencia de la conducta es un término que puede ser definido desde
diversos ángulos, pero en el contexto de esta discusión se refiere
principalmente al conocimiento de que existen ciertas condiciones en el ser
humano, y/o en su medio, posibles de ser descritas y que son seguidas por
ciertas consecuencias que pueden ser descritas también en sus acciones.
La predicción significa la identificación previa de conductas que ocurren
después. Dado que es de capital importancia con respecto a algunas cosas que
quiero decir después, permítaseme señalar ahora que uno puede predecir una
conducta sumamente específica, tal como el parpadeo, o que uno puede
predecir una clase de conductas. Uno puede predecir correctamente “conducta
de evitación”, sin necesidad de especificar si el individuo se echará a correr o
simplemente cerrará los ojos.
La palabra control es muy resbalosa, puede usarse con cualquiera de varios
significados. Quiero especificar los tres que parecen más importantes para
nuestros propósitos actuales. Control puede significar: lº B pone las
condiciones para A, sin que A tenga voz ni voto en el asunto, de tal suerte que
ciertas conductas predecibles ocurran en A. Me voy a referir a esto como
control externo. 2º B pone las condiciones para A cuando A acepta, hasta cierto
punto, tales condiciones, de tal suerte que ciertas conductas predecibles ocurren
en A. Me referiré a esto como la influencia de B sobre A. 3º A pone las
condiciones de tal suerte que ciertas conductas predecibles ocurren en A
misma. Me referiré a esto como control interno. Nótese que Skinner junta los
dos primeros significados, control externo e influencia, bajo el mismo concepto
de control. Yo encuentro que esto es confuso.

Concepto General De Control De La Conducta Humana


Una vez que hemos aclarado paradas (espero), revisemos muy brevemente
varios elementos que están implicados en el concepto general de control de la
conducta. Me estoy refiriendo aquí a los previos escritos de Skinner, a sus
afirmaciones actuales, y a los escritos de otros que han tratado ya sea amistosa
o antagónicamente con los significados que se entrañan en tal control. No

16
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

excluyo a los escritores de ciencia-ficción, como reportó recientemente


Vanderburg,13 dado que con frecuencia ellos muestran un estar consciente de
los temas que se tratan, aun cuando sus métodos se describen como de ficción.
Estos son, pues, los elementos que parecen comunes a estas diferentes
concepciones de la aplicación de la ciencia a la conducta humana.
a) Debe tomarse alguna decisión acerca de las metas. Generalmente se
presumen metas que son deseables, pero algunas veces, como en el 1984 de
George Orwell, la meta que se selecciona es él agrandamiento del poder
individual con la cual la mayoría de nosotros estaría en desacuerdo. En un
artículo reciente Skinner sugiere que un posible conjunto de metas que se
puede asignar a la tecnología conductual es este: “Sea el hombre feliz, esté in-
formado, sea hábil, compórtese adecuadamente y sea productivo.”14 En el
manuscrito original de su parte de este artículo, el cual generosamente me
mostró, no mencionaba metas tan definidas como estas, sino deseaba
“mejorías” en las prácticas educativas, un más "sabio” uso del conocimiento en
la función de gobernar, y cosas por el estilo. En la versión final de su artículo,
evita aun estos términos semivalorados, y su meta implícita es de naturaleza
muy general que el control científico de la conducta es deseable, porque quizá
traería un “mundo mucho mejor para cada uno”.
El primer paso, pues, en nuestro pensamiento acerca del control de la
conducta humana es la elección de metas ya sean específicas o generales. Es
necesario llegar de alguna manera a encarar el problema de “¿con qué
propósito?”
b) Un segundo elemento es que ya sea que el fin seleccionado sea muy
específico o muy general, tal como desear "un mundo mejor”, procedemos con
los métodos de la ciencia para descubrir los medios que nos lleven a tal fin. A
través de la experimentación y la investigación descubriremos medios más
efectivos. El método de la ciencia es autocorrectivo y así llegaremos a medios
cada vez más efectivos de lograr el propósito que tenemos en mente.
c) El tercer aspecto de tal control es que, en la medida en que las
condiciones o métodos para alcanzar esa meta se descubran, alguna persona o
algún grupo establece estas condiciones después de haber obtenido, ya sea de
una u otra manera, el poder de hacerlo así.

13
VANDENBERG, S. G. Ibídem, 11, pág. 339 (1956).
14
SKINNER, B. F. Am. Scholar, 25, pag 47 (1955-1956).

17
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

d) El cuarto elemento es exponer a los individuos a las condiciones


prescritas, y el que esto conduzca, con un alto grado de probabilidad, a la
conducta concordante con las metas deseadas. Los individuos serían ahora
felices, si esa ha sido la meta, o de excelente comportamiento, o sumisos, o
cualquier cosa que se haya decidido hacer de ellos.
e) El quinto elemento consiste en que si el proceso que he descrito se pone
en movimiento, entonces habrá una organización social continuada que
producirá en forma permanente los tipos de conducta que han sido juzgados
valiosos.

Algunos Defectos
¿Hay algún defecto en esta manera de enfocar el control de la conducta
humana? Yo creo que sí. De hecho el único elemento de esta descripción con el
que estoy de acuerdo es el segundo. Me parece una verdad incontrovertible que
el método científico es un excelente modo de descubrir los medios para
conseguir nuestras metas. Fuera de ello pienso que hay diferencias muy agu-
das, y voy a tratar de expresarlas.
Creo que en esta presentación de Skinner y en sus escritos previos existe
una seria subestimación del problema de poder. Esperar que este que ahora está
siendo puesto a disposición de la gente por las ciencias conductuales se
ejercitará por los científicos, o por algún grupo benevolente, me parece una
esperanza con muy poco apoyo en la historia, ya sea reciente o distante. Me
parece mucho más probable que los científicos conductuales, si mantienen sus
presentes actitudes, estarán en la posición de los científicos nazis que se
especializaban en cohetes y proyectiles teledirigidos. Al principio trabajaron
con devoción por Hitler para destruir a la URSS y a Estados Unidos; ahora,
dependiendo de quién los capturó, trabajan con la misma devoción para la
Unión Soviética con el interés de destruir a los Estados Unidos, o con devoción
similar para los Estados Unidos, con el interés de destruir a la Unión Soviética.
Si los científicos conductuales están interesados solo en el avance de su
ciencia, me parece muy probable que terminen sirviendo a los propósitos de
cualquier individuo o grupo que esté en el poder; pero el principal defecto que
veo en esta revisión de lo que está implicado en el control científico de la
conducta humana es el rechazo, la incomprensión o la grosera subestimación
del papel de los fines, metas o valores en relación a la ciencia. Este error, así

18
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

me parece, tiene tantas implicaciones que quiero dedicarle algún espacio.

Fines Y Valores En Relación A La Ciencia


En aguda contradicción con algunos de los puntos de vista que se han
expresado, quiero proponer una tesis doble: 1º En cualquier empresa científica
(ya sea ciencia "pura” o "aplicada”) existe una selección previa y subjetiva
acerca del propósito o valor al que el trabajo científico está sirviendo. 2º Esta
selección subjetiva del valor que acarrea la creación de la empresa científica
debe siempre quedar fuera de tal empresa y no puede convertirse nunca en
parte de la ciencia que está implicada.
Permítaseme ilustrar este primer punto tomándolo del propio Skinner. Está
claro que en sus primeros escritos15 se reconoce como necesaria la elección
previa de valor, y se especifica como meta que los hombres lleguen a ser
felices, se comporten adecuadamente, sean productivos, etcétera. Me place que
Skinner se retractara de los valores que escogió, porque tales valores me
parecen entorpecedores. Solamente me atrevo a pensar que escogió estos
valores para otros y no para sí mismo. Yo odiaría ver a Skinner convertido en
una persona que “se comporta adecuadamente”, tal como se definiría el
término, para él, por algunos científicos conductuales. En su artículo en el
American Psychologist16 nos muestra que en verdad él no quiere ser
"productivo” tal como este valor se define por la mayoría de los psicólogos. Y
el destino más penoso que puedo imaginar para él sería verlo constantemente
“feliz”. Es el hecho de que es muy infeliz acerca de muchas cosas que me hace
valorarlo.
En el manuscrito original en su parte de este artículo, también incluyó
algunos valores previos de elección, diciendo: "Debemos decidir cómo usar el
conocimiento que una ciencia de la conducta está poniendo ahora a nuestra
disposición.” Ahora ha eliminado toda mención de tales elecciones, y si es que
lo entiendo correctamente, él cree que la ciencia puede proseguir sin ellas,
afirmando que: "Debemos continuar los experimentos en el diseño cultural...
poniendo a prueba las consecuencias a medida que avanzamos. Eventualmente
las prácticas que produzcan la mayor fuerza biológica y psicológica en el grupo

15
SKINNER, B. F. Ibídem, 25, pág. 47 (1955-1956).
16
SKINNER, B. F. Am. Psychol., 11, pág. 221 (1956).

19
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

presumiblemente sobrevivirán.” (8, página 549.)


Quiero señalar, sin embargo, que escoger el camino de la experimentación
es un juicio de valor, una elección de valor. Incluso caminar en la dirección de
la experimentación perfectamente azarosa es una elección de valor. Poner a
prueba las consecuencias de un experimento sólo es posible si primero hemos
hecho una elección subjetiva de un criterio de valor, y en su afirmación está
implícito darle valor a la fuerza biológica y psicológica. Así, aun cuando
tratemos de evitar tal elección, parece inescapable que para cualquier empresa
científica es necesaria una elección subjetiva de valor, lo mismo que para
cualquier aplicación del conocimiento científico.
Quiero aclarar que no estoy diciendo que los valores no puedan ser
incluidos como materias de la ciencia. No es verdad que la ciencia trate solo
con ciertas clases de "hechos” y que dentro de estas clases no se incluyen los
valores. La cosa es un poco más complicada, como se demostrará mediante una
simple ilustración.
Si yo valoro el conocimiento de las "tres erres”17 como meta de la
educación, los métodos de la ciencia me pueden dar una información muy
adecuada de cómo conseguir esta meta. Si yo valoro la habilidad para resolver
problemas como meta de la educación, el método científico puede
proporcionarme la misma clase de ayuda.
Ahora, si queremos determinar si es que la habilidad para resolver
problemas es "mejor” que el conocimiento de las “tres erres”, entonces el
método científico podrá también estudiar esos dos valores pero sólo (y esto es
muy importante) en términos de algún otro valor que yo haya elegido
subjetivamente. Yo puedo valorar el éxito académico, entonces puedo
determinar si es que la habilidad para resolver problemas o el aprendizaje de
las “tres erres” se asocia más estrechamente a tal valor. Yo puedo valorar la
integración de la personalidad o el éxito vocacional o el hacer ciudadanos
responsables. Puedo determinar también si la habilidad para resolver problemas
o el conocimiento de las “tres erres” es “mejor” para lograr cualquiera de estos
valores; pero el valor o propósito que le da significado a una empresa científica
particular siempre debe quedar fuera de tal empresa.
Aunque nuestro principal interés en este simposio se centra mayormente en
la ciencia aplicada, lo que he estado diciendo también parece ser verdad con

17
Énfasis en la lectura, la escritura y la aritmética. [N. del T.]

20
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

respecto a la llamada ciencia “pura”. En esta ciencia el valor previo de elección


subjetiva es, por lo común, el descubrimiento de la verdad. Pero esta es una
elección subjetiva, y la ciencia nunca puede decir si es la mejor elección,
excepto a la luz de algún otro valor. En la Unión Soviética los geneticistas, por
ejemplo, tuvieron que hacer la elección subjetiva de si era mejor perseguir la
verdad o descubrir hechos que apoyaron al dogma gubernamental. ¿Cuál de las
dos elecciones es “mejor”? Podemos investigar científicamente estas
alternativas pero solo a la luz de algún otro valor subjetivamente escogido. Si,
por ejemplo, valoramos la supervivencia de una cultura, entonces podemos
empezar a investigar, con los métodos de la ciencia, el asunto de que si la
persecución de la verdad o el apoyo al dogma gubernamental están más
estrechamente relacionados con la supervivencia cultural.
Lo que arguyo, entonces, es que cualquier empresa científica, pura o
aplicada, se lleva al cabo como la búsqueda de un propósito o valor que se
escoge subjetivamente por personas. Es importante que se haga explícita esta
elección, dado que el valor particular que se busca nunca podrá ser puesto a
prueba o evaluado, confirmado o negado, por la actividad científica a la que da
nacimiento. El valor o propósito inicial siempre, y necesariamente, descansa
fuera del ámbito de la actividad científica a la cual pone en movimiento.
Esto significa, entre otras cosas, que si escogemos una meta o serie de
metas singulares para los seres humanos y después echamos a andar en gran
escala un aparato para controlar la conducta humana con el propósito de lograr
tales metas, estaremos encadenados a la rigidez de nuestra selección inicial,
porque tal empresa científica nunca trascenderá a sí misma en la selección de
nuevas metas. Solo las subjetivas personas humanas pueden hacer eso. Así, si
escogemos como nuestra meta un estado de felicidad para los seres humanos
(una meta merecidamente ridiculizada por Aldous Huxley en Brave new
world), y si metemos a toda la sociedad en un programa científico exitoso por
medio del cual la gente se vuelva feliz, nos encerraríamos en una colosal
rigidez en la cual nadie estaría en libertad de cuestionar esta meta, porque
nuestras operaciones científicas no podrían trascender a sí mismas y llegar a
cuestionar los propósitos que las guían. Y sin elaborar en este punto, quiero
señalar que la rigidez colosal, ya sea en los dinosaurios o en las dictaduras,
tiene una muy pobre historia evolutiva de supervivencia.
Sin embargo, si una parte de nuestro esquema es dejar libres a algunos
“planeadores’’, quienes ni tienen que ser felices ni están controlados y son, por

21
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

tanto, libres para elegir otros valores, entonces esto tiene varios sentidos.
Significa que el propósito que escogimos como nuestra meta no es suficiente ni
satisfactorio para los seres humanos puesto que tiene que ser suplementado.
Significa también que si es necesario crear un grupo élite que sea libre, esto
mostraría con toda claridad que la mayor parte solo serían esclavos (sin
importar con cuál nombre rimbombante los mencionemos) de aquellos que
seleccionan las metas.
Quizá, sin embargo, lo que se piensa es que una empresa científica
continuada creará sus propias metas; y que los hallazgos iniciales alterarán las
direcciones, y que subsecuentes hallazgos las alterarán todavía más, y que de
alguna manera la ciencia desarrolla su propio propósito. Aunque no lo dice
claramente, este parece ser el esquema que Skinner tiene en mente. Con toda
seguridad que es una descripción razonable, pero descuida un elemento en este
continuo desarrollo, que es la elección personal subjetiva que entra en cada
punto en el cual la dirección cambia. Los hallazgos de una ciencia, los
resultados de un experimento, no pueden nunca decirnos cuál es el siguiente
propósito científico a perseguir. Aun en la más pura de las ciencias, el
científico debe decidir qué significan sus hallazgos y debe, de una manera sub-
jetiva, escoger el siguiente paso que sea más benéfico en la persecución de su
propósito. Y si hablamos de la aplicación del conocimiento científico, entonces
es absolutamente claro que el constante aumento en el conocimiento científico
de la estructura del átomo no trae consigo ninguna elección necesaria con
respecto a los fines que debe servir este conocimiento. Esta es una selección
personal subjetiva que debe hacerse por muchos individuos…
Por tanto, vuelvo a la proposición con la que empecé esta sección de mis
comentarios y que ahora repito con diferentes palabras. El sentido de la ciencia
es la objetiva persecución de un propósito que ha sido subjetivamente escogido
por una persona o personas. Este valor o propósito nunca puede ser investigado
por el experimento científico particular que le ha dado nacimiento y
significado. En consecuencia, cualquier discusión acerca del control de los
seres humanos por las ciencias de la conducta debe interesarse primero y de
manera profunda con los propósitos subjetivamente escogidos a los que tal
aplicación de la ciencia pretende implementar.

22
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

¿Es Esta Una Situación Sin Esperanza?


El lector acucioso puede reconocer que, aunque mis comentarios hasta el
momento han introducido algunas modificaciones en la concepción de los
procesos por medio de las cuales la conducta humana será controlada, tales
comentarios pueden haber hecho que tal control parezca aún más inevitable.
Podríamos resumir de esta manera: la ciencia de la conducta se está moviendo
claramente hacia adelante; el siempre creciente poder de control que
proporciona será propiedad de algún individuo o de algún grupo; tal individuo
o grupo seguramente escogerá los fines o valores que se deben lograr; y la
mayoría de nosotros estará cada vez más controlado por medios tan sutiles que
no estaremos ni siquiera conscientes de ellos como controles. Ya sea un
consejo de sabios psicólogos (si es que no se contradicen los términos), o un
Stalin, o un Big Brother quienes tengan el poder, y ya sea que el fin se
considere la felicidad o productividad, o la resolución del complejo de Edipo, o
la sumisión, o el amor por Big Brother, inevitablemente nos encontraremos
caminando hacia la meta escogida y tal vez pensando que nosotros mismos la
deseamos. Por ello, y si esta línea de razonamiento es correcta, parece que se
acerca a alguna forma de Walden two o de 1984 (y a cierto nivel filosófico
profundo ambos son indistinguibles). El hecho de que seguramente nos
llegarán en retazos en vez de todo junto no cambia mucho los temas
fundamentales. En cualquier caso, tal como lo ha manifestado Skinner en sus
escritos, en ese momento miraremos hacia atrás, hacia los conceptos de libertad
humana, de capacidad, de elección, de responsabilidad por lo escogido, y del
valor del individuo humano, como curiosidades históricas que alguna vez
existieron por accidente cultural de valores en una civilización precientífica.
Creo que cualquier persona que observa las tendencias actuales, debe
considerar algo parecido a la secuencia anterior como una posibilidad real. No
es una simple fantasía. Algo de esa suerte puede ser aún el futuro más
probable. ¿Pero es un futuro inevitable? Quiero dedicar el resto de mis
comentarios a una posibilidad distinta.

Un Conjunto Alternativo De Valores


Supongamos que empezáramos con un conjunto de metas, propósitos y
valores completamente diferentes del tipo de fines que hemos estado

23
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

considerando; que hacemos esto de una manera completamente abierta,


proponiéndolos como posibles elecciones de valor a ser aceptadas o
rechazadas. También supongamos que seleccionamos un conjunto de valores
que se centra en elementos de procesos fluidos, en vez de atributos estáticos.
Podríamos entonces valorar al hombre como un proceso de llegar a ser, como
un proceso de lograr dignidad y merecimiento mediante el desarrollo de sus
potencialidades; el ser humano individual como un proceso de
"autoactualización”,18 dirigiéndose hacia experiencias más enriquecedoras y
excitantes, el proceso mediante el cual el individuo se adapta creativamente a
un mundo siempre nuevo y cambiante; el proceso por el cual el conocimiento
trasciende a sí mismo, como, por ejemplo, la teoría de la relatividad trascendió
a la física newtoniana, para a su vez ser trascendida en lo futuro por alguna
percepción nueva.
Si seleccionamos valores como estos encaramos nuestra ciencia y
tecnología de la conducta con un conjunto muy diferente de preguntas.
Deseamos saber cosas tales como esta: ¿Puede la ciencia ayudar en el
descubrimiento de nuevos modos de vivir, más recompensantes o
enriquecedores? ¿De modos de relación interpersonal más significativos y
satisfactorios? ¿Puede la ciencia informarnos cómo la raza humana podría
convertirse en un participante más inteligente de su propia evolución, de su
evolución física, psicológica y social? ¿Puede la ciencia decirnos la manera de
dar rienda suelta a la capacidad creativa de los individuos, lo que parece tan
necesario si es que hemos de sobrevivir en esta edad atómica tan terriblemente
expansiva? Oppenheimer ha señalado19 que el conocimiento, el cual se doblaba
en milenios o centurias, ahora se dobla en una generación o una década. Parece
que debemos descubrir el non plus ultra de sacar a luz nuestra creatividad si es
que vamos a ser capaces de adaptamos efectivamente. En resumen, ¿puede la
ciencia descubrir los métodos mediante los cuales el hombre pueda convertirse
más rápidamente en un proceso autotrascendente y de continuo desarrollo,
tanto en su conducta como en su pensamiento y en su conocimiento? ¿Puede la
ciencia predecir y dar a luz a una libertad esencialmente impredecible?
Una de las virtudes de la ciencia, entendida como un método, es que es
capaz de empujar e implementar metas y propósitos de esta clase, así como

18
Self-actualization en el original.
19
OPPENHEIMER, R. Roosevelt University Occasional Papers, 2, (1956).

24
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

también ponerse al servicio valores estáticos, tales como estar bien informado,
ser feliz y obediente. Es obvio que tenemos cierta evidencia de ello.

Un Pequeño Ejemplo
Quizá se me perdone si documento algunas posibilidades acudiendo a la
psicoterapia, el campo que mejor domino.
La psicoterapia, tal como Meerloo20 y otros han señalado, puede ser uno de
los instrumentos más sutiles para el control de A por B. El terapeuta puede,
sutilmente, moldear individuos a imagen de sí mismo. Puede hacer que un
individuo se convierta en un ser sumiso y conformista. Cuando ciertos
principios terapéuticos se emplean al máximo, le llamamos lavado de cerebro,
una muestra de la desintegración de la personalidad y la reformulación de la
persona de acuerdo a los deseos del individuo controlador. Así los principios
de la terapia se pueden emplear como medios efectivos de control externo de la
personalidad y la conducta humanas. ¿Puede la psicoterapia ser algo más?
Aquí encuentro que el desarrollo realizado en la psicoterapia centrada en el
cliente21 es una muestra maravillosa de lo que la ciencia de la conducta puede
hacer para lograr la clase de valores de que he hablado. Además de ser una
orientación relativamente nueva dentro de la psicoterapia, este desarrollo tiene
implicaciones importantes con respecto a la relación de la ciencia de la
conducta y el control de la conducta humana. Permítaseme describir nuestra
experiencia en lo que se relaciona a los temas de esta discusión.
En la terapia centrada en el cliente, estamos profundamente interesados en
la predicción y la influencia sobre la conducta, y aún más en el control de la
misma. Como terapeutas, instituimos ciertas condiciones actitudinales y el
cliente tiene relativamente muy poca voz en el establecimiento de estas
condiciones. Predecimos que si se instituyen estas condiciones se seguirán
ciertas consecuencias conductuales para el cliente. Hasta este momento esto es
principalmente control externo, en nada diferente del descrito por Skinner e
igual al que he discutido en las secciones precedentes de este artículo. Pero
aquí termina toda semejanza.
Las condiciones que hemos elegido para establecer predicen consecuencias

20
MEERLOO, J. A. M. Nervous mental diseases, 122, pág. 353 (1955).
21
ROGERS, C. R. Client-centered therapy (Houghton-Mifflin, Boston, 1951).

25
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

conductuales tales como estas: que el cliente llegará a ser más autodirectivo,
menos rígido, más abierto a la evidencia de sus sentidos, mejor organizado e
integrado, se asemejará más al ideal que ha elegido por sí mismo. En otras
palabras, hemos establecido mediante el control externo condiciones que
predecimos que serán seguidas por controles internos del propio individuo en
la persecución de sus metas internamente elegidas. Hemos puesto las
condiciones que predicen varias clases de conductas (conductas autodirectivas,
sensibilidad a las realidades de adentro y de afuera, adaptabilidad flexible) que
son por su naturaleza misma impredecibles al nivel específico. Las
investigaciones que hemos efectuado22 indican que nuestras predicciones han
sido corroboradas hasta un grado significativo, y nuestra alianza con el método
científico nos hace creer que podremos encontrar medios más efectivos de
lograr estos fines.
En otras áreas (industria, educación, dinámica de grupos) existen
investigaciones que parecen apoyar nuestros propios resultados. Creo que se
puede afirmar conservadoramente que se ha hecho cierto progreso científico en
la identificación de aquellas condiciones en una interrelación personal en la
cual si existen en B, se siguen en A; de una mayor madurez en la conducta, me-
nor dependencia hacia los demás; un aumento en la expresividad como
persona, un aumento en la variabilidad, flexibilidad y efectividad en la
adaptación y un aumento en la autorresponsahilidad y autodirección. Y, en
total desacuerdo con lo que expresa alguno, no encontramos que la conducta
adaptativamente creativa que resulta de tal variabilidad autodirigida sea la
expresión de un "accidente feliz” que ocurre en el "caos”. En vez de ello, el
individuo que acepta esta experiencia y que es autodirectivo se vuelve
armónico y no caótico, ingenioso en vez de azaroso, en la medida en que
ordena sus respuestas imaginativamente hacia el logro de sus propios
propósitos. Sus acciones creativas no son menos “accidentes felices” que el
desarrollo de la teoría de la relatividad, de Einstein.
Así nos encontramos en total acuerdo con la afirmación de John Dewey:
“La ciencia ha encontrado su camino, no suprimiendo, sino dando rienda suelta
a los elementos de variación, de invención e innovación, de creación novedosa

22
ROGERS, R. C. y DYMOND, R. (eds.), Psychotherapy and personality Change (Univ. of Chicago
Press, Chicago, 1954).

26
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

en los individuos.”23 Nosotros creemos que el progreso, tanto en la vida


personal como en la del grupo, se consigue de la misma manera.

Un Posible Concepto Del Control De La Conducta Humana


Es perfectamente claro que el punto de vista que estoy expresando contrasta
de plano con la concepción común de la relación entre las ciencias de la
conducta y el control de la conducta humana. Para hacer este contraste todavía
más aparente voy a afirmar esta posibilidad en párrafos paralelos a los que usé
antes.
1. Es posible que elijamos evaluar al hombre como un proceso
autoactualizador, de llegar a ser, de evaluar la creatividad y el proceso
mediante el cual el conocimiento puede volverse autotrascendente.
2. Con los métodos de la ciencia podemos proceder a descubrir las
condiciones que necesariamente anteceden a estos procesos y mediante la
continua experimentación, a descubrir mejores maneras de lograr estos
propósitos.
3. Es posible, tanto para los individuos como para los grupos, establecer
estas condiciones con un mínimo de poder o control. De acuerdo con el
conocimiento actual la única autoridad necesaria es la de establecer ciertas
cualidades de relación interpersonal.
4. Expuestos a estas condiciones el conocimiento actual sugiere que los
individuos llegarán a ser más autorresponsables, progresarán en la “self-
actualización”, llegarán a ser más flexibles y a adaptarse de una manera más
creativa.
5. Así, con una elección inicial como esta, se inauguraría el principio de un
sistema o subsistema social en el cual los valores, el conocimiento, las
habilidades adaptativas y aun el concepto de ciencia estarían continuamente
cambiando y autotrascendiendo. El énfasis se podría poner en el hombre como
un proceso de llegar a ser.
Creo que está claro que una visión como la que he estado describiendo no
nos conduce a ninguna utopía indefinible. Sería imposible predecir su resultado
final. Implica un desarrollo, paso a paso, con fundamento en una continua

23
RATNER, J. (Ed.), Intelligence in the modern world: John Dewey's philosophy (Modern Library,
Nueva York, 1939), pág. 359.

27
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

elección de propósitos subjetivos que se implementarían gracias a las ciencias


de la conducta. Es en la dirección de la “sociedad abierta”, tal como Popper24
ha definido el término, donde los individuos son responsables por sus
decisiones personales. Este es el polo opuesto del concepto de sociedad cerrada
de la cual Walden two sería un ejemplo.
Confío en que también es evidente que el principal énfasis es sobre el
proceso, no sobre estados finales del ser. Sugiero que escogiendo valorar
ciertos elementos cualitativos del proceso de llegar a ser es como podemos
encontrar un camino hacia la sociedad abierta.

La Elección
Espero que hayamos ayudado a clarificar el rango de elección que quedará
ante nosotros y ante nuestros hijos con respecto a las ciencias de la conducta.
Podemos elegir el empleo de nuestro siempre creciente conocimiento para
esclavizar a la gente de manera nunca antes soñada, despersonalizándola,
controlándola con medios tan cuidadosamente seleccionados que ella quizá
nunca se dé cuenta que ha perdido su personalidad. También podemos escoger
cómo utilizar nuestro conocimiento científico para hacer a los hombres felices,
comportarse bien, y productivos como antes sugirió Skinner, o podemos
asegurar que cada persona se aprenda el silabario que antes seleccionamos y
que ahora ponemos frente a él, tal como ahora lo propone Skinner. O, al otro
extremo del espectrum de elección, podemos escoger usar las ciencias de la
conducta de modo que liberen y no controlen; que traigan aparejada
variabilidad constructiva y no conformidad; que desarrollen creatividad y no
contento; que faciliten a cada persona su autodirigido proceso de llegar a ser;
que ayuden a los individuos, a los grupos y aun al concepto de ciencia a
convertirse en autotrascendentes de manera variada y adaptativa de encararse a
la vida y a sus problemas. La elección está frente a nosotros y la raza humana,
siendo lo que es, es probable que tropiece haciendo elecciones de valores que
serán algunas veces casi desastrosas y otras sumamente constructivas.
Estoy consciente de que, para algunos, esta proposición de elegir es poco
realista, porque se considera que la elección de valores no es posible. Skinner

24
POPPER, K. R. The open society and its enemies (Rutledge y Kegan, Paul, Londres, 1945).

28
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

ha afirmado que “los pregonados poderes creativos del hombre y su capacidad


de elegir y nuestro derecho de hacerlo responsable por su elección, nada de
esto es notable en este nuevo autorretrato (proporcionado por la ciencia). El
hombre, creímos una vez, era libre para expresarse a sí mismo en el arte, la
música y la literatura, para hacer pesquisas en la naturaleza, para buscar su
salvación a su propio modo; pudo iniciar la acción y hacer espontáneos y
caprichosos cambios de dirección. . . Pero la ciencia insiste en que la acción se
inicia por fuerzas que tengan impacto en el individuo y que el capricho es tan
solo otro nombre para la conducta de la cual todavía no hemos encontrado la
causa”.25
Yo puedo entender este punto de vista, pero creo que evita encarar la gran
paradoja de la ciencia de la conducta. Cuando se la examina científicamente, la
conducta es sin duda mejor entendida cuando se la considera determinada por
causas previas. Pero la elección personal responsable, que es el elemento
esencial de ser una persona, que es el corazón de las experiencias en
psicoterapia, que existe antes que cualquier empresa científica, es un hecho en
nuestras vidas igualmente preeminente. Negar la experiencia de la elección
responsable es para mí un punto de vista tan restringido como la posibilidad de
una ciencia conductual. El que estos dos elementos importantes de nuestra ex-
periencia parezcan estar en contradicción tiene quizá la misma significación
que la contradicción entre las teorías de la luz corpuscular y de ondas, las
cuales se ha mostrado que son verdaderas aunque incompatibles. Nosotros no
podemos negar nuestra vida subjetiva más de lo que podemos negar la
descripción objetiva de esa vida.
Para concluir, pues, mi opinión es que la ciencia no puede salir a la luz sin
una elección personal de los valores que queremos lograr. Y estos valores que
escojamos para implementarla quedarán para siempre fuera de la ciencia que
los implemente; las metas que seleccionemos, los propósitos que queramos
seguir, deben estar siempre fuera de la ciencia que los logre. Para mí, esto tiene
el alentador significado de que la persona humana, con su capacidad de
elección subjetiva, puede y existirá siempre separada de y antes que cualquiera
de sus empresas científicas. A menos que como individuos y como grupos
escojamos renunciar a nuestra capacidad de elección subjetiva
permaneceremos siempre personas no simples peones de una ciencia

25
SKINNER, B. F. Ibídem, 25, pág. 47. (1955-1956).

29
Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

autocreada.

No puedo estar completamente de acuerdo en que la práctica de la ciencia


requiere una decisión anterior acerca de las finalidades o una previa elección de
valores. El metalurgista puede estudiar las propiedades del acero y el ingeniero
puede diseñar un puente sin encarar la cuestión de si se va a construir un puen-
te; pero tales preguntas con frecuencia se hacen y se contestan de manera
tentativa. Rogers quiere llamarles a las respuestas “elecciones subjetivas de
valor”. Para mí tal expresión sugiere que hemos tenido que abandonar prácticas
científicas más rigurosas para poder hablar acerca de nuestra propia conducta.
En el análisis experimental de otros organismos yo usaría otros términos y aquí
trataré de hacer lo mismo. Cualquier lista de valores es una lista de
reforzadores, condicionados o no. Estamos constituidos de tal manera que, bajo
ciertas circunstancias, el alimento, el agua, el contacto sexual, etcétera, harán
que cualquier conducta que produzcamos tenga más probabilidad de ocurrir
nuevamente. Otras cosas pueden adquirir este poder. No necesitamos decir que
un organismo elige comer en vez de padecer hambre. Si su contestación es algo
muy diferente cuando el hombre elige padecer hambre, estoy felizmente de
acuerdo. Si no fuera así, ya habríamos aclarado la cuestión de la elección desde
hace mucho tiempo. Un organismo puede ser reforzado por (puede hacérsele
“elegir”) casi cualquier estado de cosas.
Rogers está interesado en elecciones que entrañan consecuencias múltiples
y comúnmente conflictivas. Yo he hablado en algunas de ellas en otro lugar26
en un análisis de autocontrol. ¿Debo comer estas deliciosas fresas hoy, para
mañana sufrir terribles dolores de estómago? La decisión que voy a hacer se
acostumbra asignarla al campo de la ética, pero estamos ahora estudiando en el
laboratorio combinaciones similares de consecuencias positivas y negativas, así
como también consideraciones colaterales que afectan el resultado. ¡Hasta a
una paloma puede enseñársele cierta cantidad de autocontrol! Y estos
experimentos nos ayudan a comprender cómo trabajan ciertas fórmulas (entre
ellas los juicios de valor), las cuales han sido propuestas por la sabiduría

26
SKINNER, B. F. Science and human behavior. Macmillan, Nueva York, 1953.

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Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

popular, la religión y la psicoterapia en los intereses de la autodisciplina. El


efecto observable de cualquier juicio de valor es alterar la efectividad relativa
de los reforzadores. Es posible que si pensamos acerca del dolor de estómago,
ya no seamos capaces de deleitarnos con las fresas. Si los dolores estomacales
se hacen suficientemente penosos, ilegales, pecadores, desajustados, o
estúpidos, sonreiríamos con satisfacción cuando hiciéramos de lado las fresas
en una grandiosa respuesta de evitación que traería una sonrisa a los labios de
Murray Sidman.
La gente se comporta de manera que se adapta a los patrones éticos,
gubernamentales o religiosos porque se les refuerza de este modo. La conducta
que resulta puede tener consecuencias a largo plazo para la supervivencia del
patrón al cual se adapta. Y, nos guste o no, la supervivencia es el criterio
último. Y aquí es donde, me parece, la ciencia puede ayudar no eligiendo una
meta sino capacitándonos para predecir el valor de supervivencia de las
prácticas culturales. Desde hace muchísimo tiempo el hombre ha tratado de
conseguir el tipo de vida que quiere mediante la glorificación de alguna clase
de reforzamiento inmediato. A medida que la ciencia lo señala más y más, las
consecuencias remotas pueden empezar a trabajar en el reforzamiento de
conducta, no en la lacayuna devoción a un valor escogido, sino con respecto a
la supervivencia final de la humanidad. No se me pregunte por qué quiero que
sobreviva la humanidad. Solamente podría responder de la misma manera en la
que el fisiólogo podría decirle, porque yo quiero respirar. Una vez que se ha
señalado la relación entre una determinada etapa y la sobrevivencia de mi
grupo, yo daré ese paso y el deber de la ciencia es el señalar precisamente esas
relaciones.
Los valores que yo he recomendado en ocasiones (y que Rogers no me deja
olvidar) son transicionales. Dadas condiciones iguales, estoy apostándole al
grupo cuyas prácticas producen gente saludable, feliz, segura, productiva y
creativa e insisto en que los valores recomendados por Rogers también son
transicionales,, dado que yo puedo hacerle a él la misma clase de pregunta. ¿El
hombre como un proceso de llegar a ser —qué? ¿Actualización para qué?
Como meta, el control interno no es más, o mejor, que el externo.
Lo que yo creo que Rogers propone aquí y en otra parte,27 es esto: Usemos
nuestro siempre creciente poder de control para crear individuos que no

27
ROGERS, C. R. Teachers Collage Record, 37, pág. 316 (1956).

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Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

necesiten, y quizá nunca respondan al control, y resolvamos el problema de


nuestro poder renunciando' a él. A primera vista, esto parece tan poco plausible
como un déspota benevolente. Sin embargo, a veces el poder ha sido cedido.
Una nación quemó su Reichstag, hombres ricos han regalado toda su riqueza,
mujeres hermosas se han convertido en horribles ermitaños en el desierto y
algunos psicoterapeutas han llegado a convertirse en no directivos. Cuando
esto sucede, yo busco otros posibles reforzamientos para una explicación más
plausible. Un pueblo abandona o rechaza el poder democrático cuando un
tirano les promete el resto del mundo. Los hombres ricos regalan su dinero para
escapar del dedo acusador de su prójimo. Una mujer hermosa destruye su
belleza porque espera salvarse. Y el psicoterapeuta abandona el control porque
así puede ayudar más efectivamente a su cliente.
La solución que sugiere Rogers es, por tanto, comprensible, Pero, ¿está
interpretando correctamente el resultado? ¿Qué evidencia existe de que un
cliente llegue a ser verdaderamente auto- directivo? ¿Qué evidencia apunta
hacia el hecho de que Rogers haga una verdadera elección interna de una meta
o ideal? Aun cuando el terapeuta no sea quien elige, aun cuando aliente la
“actualización”, él no está fuera de control en la medida en que se mantiene a sí
mismo alerta para intervenir cuando la ocasión le exija; cuando, por ejemplo, el
cliente elige como meta llegar a ser un mentiroso más hábil, o matar a su
patrono; pero supongamos que el terapeuta efectivamente se autoelimina por
completo, o simplemente ya no es necesario. ¿Qué pasa con todas las otras
fuerzas que actúan sobre el cliente? ¿Es la meta autoelegida independiente de
su entrenamiento ético y religioso anterior? ¿De los hábitos y costumbres de su
grupo? ¿De las opiniones y actitudes de otros que para él son importantes?
Seguramente que no. La situación terapéutica es solo una pequeña parte del
mundo del cliente. Desde el punto de vista del terapeuta, puede parecer posible
abandonar el control; pero el control pasa, no al “self" (auto) control, sino a
fuerzas que actúan en otras partes del mundo del cliente. La solución del poder
del terapeuta no puede ser nuestra solución, dado que debemos considerar
todas las fuerzas que actúan sobre el individuo.
El niño que debe ser regañado es algo menos que un ser humano totalmente
desarrollado. Queremos verlo corriendo hacia su cita, o hacia su obligación, no
porque dé cada paso en respuesta a exigencias verbales de la madre, sino
porque ciertas contingencias temporales en las cuales la pereza se ha castigado
y el apresurarse se ha reforzado, han producido un cambio en su conducta.

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Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

Llámesele a esto un estado de mejor organización, una mayor sensibilidad a la


realidad o lo que sea. El hecho simple es que el niño pasa de un control
temporal verbal ejercido por sus padres, al control de ciertas condiciones
inexorables de su medio. Debo suponer que algo parecido sucede en la
psicoterapia exitosa. Me parece que lo que Rogers está diciendo es esto: Pon-
gamos punto final, tan pronto como sea posible, a cualquier esquema de amo y
esclavo, a cualquier directa obediencia a la orden, al seguir las sugerencias en
forma sumisa. Dejemos en libertad al individuo para que se ajuste a
características más recompensantes del mundo que le rodea. En última
instancia, dejemos que sus maestros y consejeros se desvanezcan como el
Estado marxista. No sólo estoy de acuerdo con este útil ideal, sino que he cons-
truido un mundo para demostrar sus ventajas. Y me entristece oír que Rogers
diga que "a cierto nivel filosófico profundo” Walden two y el 1984 de George
Orwell “parecen indistinguibles”. Difícilmente podrían ser más distintos a
cualquier nivel. La obra 1984 es el dibujo o el panorama del control aversivo
inmediato para malignos propósitos egoístas. El fundador de Walden two, por
otro lado, ha construido una comunidad en la cual ni él ni ninguna otra persona
ejerce ningún control real. Su mayor logro reside en el plan original y cuando
alardea de él ("es suficiente como para satisfacer al tirano más sediento”), no
sentimos miedo de él, sino solo piedad por su debilidad.
Otro crítico de Walden two, Andrew Hacker,28 discute este punto al
considerar el impacto del condicionamiento masivo sobre la noción liberal del
hombre autónomo. Al trazar ciertos paralelos entre el pasaje de la gran
inquisición en Los hermanos Karamazov de Dostoievski, el Brave new world
de Huxley y Walden two intentan crear una distinción que se puede percibir en
cualquier sociedad entre los condicionadores y los condicionados. Él asume
que "puede decirse que el condicionador es autónomo en el sentido liberal
tradicional”, pero después anota: "Por supuesto el condicionador ha sido
condicionado, pero no ha sido condicionado por la manipulación consciente de
otra persona.” Pero, ¿en qué forma afecta esto la conducta que resulta? ¿No es,
en verdad, fácil olvidar los orígenes del diamante "artificial” que es idéntico al
real? Ya sea que se trata de un patrón cultural "accidental”, como el que se dice
que produjo el fundador de Walden two, o el ambiente diseñado que producirá
a sus sucesores, estamos tratando con conjuntos de condiciones que originan

28
HACKER, A. Politics, 17, pág. 590 (1955).

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Algunos Temas Respecto Al Control De La
Conducta Humana

conducta humana, la cual será medida, en última instancia, por su contribución


a la fuerza del grupo. Para poner a prueba la "bondad” o aceptabilidad nosotros
miramos al futuro, no al pasado.
Si somos merecedores de nuestra herencia democrática, estaremos listos,
desde luego, para resistir el uso tiránico de la ciencia para propósitos
inmediatos o egoístas. Pero si valoramos las metas y logros de la democracia
no debemos rehusarnos a aplicar la ciencia, el diseño y la construcción de
esquemas culturales, aun cuando, en cierto modo, podamos encontrarnos a
nosotros mismos en la posición de controladores. El miedo al control ge-
neralizado, más allá de lo sensato, ha conducido a una mala interpretación de
prácticas válidas y a rechazos ciegos de la planeación inteligente de una mejor
manera de vivir. En términos que confío que Rogers aprobará, al vencer este
miedo llegaremos a ser más maduros y estaremos mejor organizados y, en fin,
actualizaremos nuestros "selves” (nosotros) como seres humanos de una
manera más completa.

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