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ÁFRICA DESDE LOS MAPAS

Un viaje cartográfico por la historia del África Negra

Eric García Moral


Grup d’Estudi de les Societats Africanes
Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica
Universitat de Barcelona
“La historia dirá un día su palabra…África escribirá su propia historia”
Patrice Lumumba

Eric García Moral

ÁFRICA DESDE LOS MAPAS


Un viaje cartográfico por la historia del África Negra

Grup d’Estudi de les Societats Africanes


Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica
Universitat de Barcelona
2012-2014

Diseño de la portada: Oto Vega Ponce (otovegap@gmail.com)


ÍNDICE DE CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN ....................................................................... pág.1

ÁFRICA ANTIGUA
El origen negroafricano del Antiguo Egipto ................................ pág.5
Romanos en África/Los siglos oscuros......................................... pág.19

ÁFRICA CLÁSICA
El Imperio de Ghana/ Bilad es Zanj y el origen de los swahili .. pág.27
El Imperio de Mali ........................................................................... pág.42
China visita África ............................................................................ pág.64
El Preste Juan: entre la leyenda y la historia.................................. pág.69

EL CONTACTO OCCIDENTAL, PERIODO PREDADOR


Portugueses en África Occidental .................................................. pág.77
La isla de Kilwa/ Abisinia ............................................................... pág.87
La decadencia de Mali/ La Costa de Oro pre-ashanti/ Benin ... pág.99
Congo y Angola ................................................................................ pág.112
Pueblos del sur de África (siglo XVI) ............................................ pág.119
Portugueses en las islas de África Oriental.................................... pág.124
Segu y Kaarta/ Ashanti.................................................................... pág.130
Abomey ............................................................................................. pág.136
El sur de África (siglo XVIII) ......................................................... pág.139
Congo, Angola y los estados Luba y Lunda .................................. pág.144
Monomotapa..................................................................................... pág.153
Madagascar ........................................................................................ pág.157
Nubia y Abisinia ............................................................................... pág.160
Revoluciones musulmanas del siglo XIX ...................................... pág.165
Zanzíbar (siglo XIX) ........................................................................ pág.173

PERIODO COLONIAL
El reparto de África/ La colonización ........................................... pág.178
Las independencias .......................................................................... pág.187

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................... pág.194

ÍNDICE MAPAS

1. La Geografía de Ptolomeo .......................................................... pág.4


2. Tabula Peuntingeriana ................................................................. pág.18
3. Tabula Rogeriana.......................................................................... pág.26
4. Hereford Map ............................................................................... pág.37
5. Atles Català ................................................................................... pág.41
6. Kangnido. ...................................................................................... pág.63
7. Mapamundi Catalán Estense. ..................................................... pág.68
8. Planisferio de Cantino ................................................................. pág.76
9. Abissinorvm Regio....................................................................... pág.86
10. Gvineae Nova Descriptio ......................................................... pág.98
11. Afrique/ La Guinée et pays circomvoisins
Partie de la Haute Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie
Mappe-Monde ou Carte general du monde
............................................................................................................ pág.106
12. Regna Congo et Angola ........................................................... pág.111
13. Description de l’Afrique ........................................................... pág.118
14. De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar .......... pág.123
15. Partie Occidentale de l’Afrique
Guinée grand pays de l’Afrique ..................................................... pág.129
16. Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée ........................ pág.135
17. Africa juxta navigationes et observat ...................................... pág.138
18. Carte de l’Afrique ...................................................................... pág.142
19. Cartes des royaumes de Congo, Angola et Benguela ........... pág.143
20. Empire de Monomotapa .......................................................... pág.152
21.Partie de la cote orientale de l’Afrique avec l’ille de Madagascar
............................................................................................................ pág.156
22. Nubie et Abissinie ..................................................................... pág.159
23. The continent and islands of Africa (norte) ........................... pág.163
24. The continent and islands of Africa (sur) ............................... pág.164
25. África .......................................................................................... pág.172
26. Afrika: Politische Übersich
África Colonial ................................................................................. pág.177
27. Independencias/ Mapa político 2013 ..................................... pág.185
INTRODUCCIÓN

Este proyecto se ha realizado en el marco de la beca de colaboración


con el Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica de la
Universitat de Barcelona, durante el curso 2012-2013, aunque la realización
del mismo se ha extendido hasta Abril de 2014.

La idea del proyecto “África desde los mapas” nació con la voluntad de
convertirse en una herramienta útil para los alumnos de la asignatura “Historia
de África” impartida en el tercer curso del Grado de Historia de la
Universidad de Barcelona.
Como alumno, experimenté de primera mano lo difícil que era realizar
una aproximación inicial a la historia africana sin ningún instrumento de
ayuda. Los conocimientos sobre el tema, de mis compañeros y los míos
propios, eran escasos y lo desconocido no siempre genera interés; sino que
puede originar recelo.
El manual “Kuma: historia del África negra” puede resultar útil para los
alumnos que se sumergen por primera vez en los recovecos de la historia
africana. Sin embargo, una obra general, y ciclópea, como la de Ki-Zerbo o la
de la UNESCO asusta incluso a los estudiantes más avezados.
“África desde los mapas” no es un manual, ni pretende serlo, pero
repasa algunos episodios históricos relevantes del África Negra, desde el
antiguo Egipto (Kémit) hasta las independencias. Intentar abarcar un espacio
cronológico y geográfico tan dilatado en poco tiempo, y con pocos recursos,
es una quimera. Es por ello que los contenidos de este proyecto no pretenden
ser un ejercicio de erudición, sino más bien un compendio de explicaciones
simples; un primer acercamiento, una visión más tangencial que profunda.
La recopilación cartográfica permite al estudiante, o al lector de estas
líneas, constatar el conocimiento que se tenía sobre el continente en el
momento en que los mapas fueron confeccionados. Visualmente, los mapas
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amenizan el contenido histórico con el que se relacionan. En realidad, este
proyecto no es una obra cartográfica, sino que se circunscribe en el ámbito
histórico. Es la historia de cómo ha sido vista África durante siglos y de la
escasa evolución de esa manera de ver el continente.

Por otro lado, la cartografía y la bibliografía que presentamos ha sido


seleccionada entre la disponible en la ciudad de Barcelona, principalmente en
la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, lo que supone una limitación de
partida, y el Institut Cartogràfic de Catalunya, cuyo fondo se encuentra totalmente
digitalizado. Aún así, en un mundo tan interconectado como el nuestro me he
permitido la licencia de extraer algunos mapas de internet, ya sea por su
interés particular o simplemente por una mera cuestión práctica. Estos casos,
no obstante, son minoría y constituyen una excepción.
Lo que el lector encontrará en las páginas que sostiene entre sus manos,
o en la pantalla de su dispositivo digital, es fácil de explicar. Cada mapa está
acompañado, en mayor o menor medida, de cierta información: año en el que
se produjo, información sobre el autor y algunos detalles concretos sobre el
mapa (algo poco exhaustivo debido a nuestras obvias limitaciones en el campo
del análisis cartográfico) y el contexto histórico al que puede relacionarse el
mapa. Esto último, el contexto histórico, varía tanto en su extensión como en
su profundidad de un mapa a otro. Los textos explicativos se alimentan de
una multitud de obras bibliográficas. Todas ellas, y otras tantas que no se han
utilizado, se encuentran debidamente referenciadas en “Bibliografía”.
Aunque “África desde los mapas” no goce de una brillantez académica
superlativa, espero que el estudiante que acuda a él para iniciar sus primeros
pasos en la historia africana encuentre una utilidad efectiva en estas páginas.
La voluntad no es otra que la de facilitar a los nuevos estudiantes su primer
contacto con la historia al sur del Sáhara.

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Por último, quería expresar mi agradecimiento a Xavier Puigserver,
quién me puso sobre la pista de la beca que me ha permitido realizar el
proyecto y que me animó a competir por ella; al profesor Ferran Iniesta,
verdadero ideólogo del proyecto y cuyo consejo y asesoramiento ha hecho mi
tarea más fácil; al Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica
por la oportunidad de colaborar y de difundir el proyecto en su página web; a
mi amigo Xavi Franco, por ayudarme a ensamblar las piezas que durante
tantos meses estuve recopilando; y a mí hermano Héctor, que me brindó su
ayuda en la tarea menos grata de todo el proceso.

Eric García Moral


Sant Esteve Sesrovires, marzo de 2014

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1. GEOGRAFÍA

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Geografía
Autor: Ptolomeu
Fecha original: siglo II
Fecha copias: a partir del siglo XIV
Localización: Biblioteca Reserva de la Universidad de Barcelona (copia)

Características e información de interés


Ptolomeo escribió la obra Geographia. En ella, entre otras cosas, señalaba
miles de referencias y coordenadas alrededor del mundo. De Ptolomeo, sin
embargo, no se ha hallado ningún mapa. Fue a partir del siglo XIV cuando su
obra empezó a reproducirse. En el siglo XV ya encontramos copias de la
Geographia en latín. Esto permitió una difusión de la obra de Ptolomeo que
no había sido posible hasta entonces. Los primeros mapas que se basan en las
ideas ptolemaicas datan, por lo tanto, del siglo XV. En ellos aparecían Europa,
Oriente Medio, India, Sri Lanka (representada excesivamente grande), la
península del sureste asiático y China, además de África.
Ptolomeo resulta crucial para comprender la cartografía de toda la edad
moderna. Aunque los relieves del continente africano fueron cambiando
debido a las navegaciones europeas, el dibujo del interior continuó
presentando los mismos aspectos, características y errores que los primeros
mapas ptolemaicos hasta bien entrado el siglo XVIII.
El mapa muestra dos grandes mares cerrados: el primero es el
Mediterráneo y el segundo el Océano Índico, que se extiende hasta el Mar de
China al Este.

África en el mapa
África aparece en la parte inferior izquierda del mapamundi ideado por
Ptolomeo en su Geografía. En él aparecen las regiones conocidas entonces de
África del norte (Mauritania Tinganica, Mauritania Cesariense, África menor),

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Egipto, Libia interior, Etiopía y Meroe. Más allá de Etiopía encontramos la
tierra incógnita.
El mapa muestra el continente africano completo. El contorno del
mismo, sin embargo, es poco preciso y su interior es casi una invención.
Ptolomeo concibió un continuo terrestre que prolongándose desde la costa
oriental de África unía el continente con Asia. Es decir, extiendió la línea
costera del sudeste africano hacia el este, uniendo África con la parte más
oriental de Asia.
Pese a que el perfil continental trazado por Ptolomeo sufrió cambios
debido a los nuevos descubrimientos y navegaciones, las ideas que éste
concibió para el interior continental perduraron hasta bien entrado el siglo
XVIII.
Debido al desconocimiento del interior continental, no extraña que la
cuestión de las fuentes del Nilo estuviera envuelta en leyendas desde la
antigüedad. Una de las más duraderas fue la que relacionaba el curso del río
con unas misteriosas montañas al sur de Etiopía a las que se denominó como
Montes de la Luna. Este mito se asentó con Ptolomeo y su Geografía. Tras él,
los Montes de la Luna devinieron una recurrencia común a muchos
cartógrafos de la última Edad Media y casi todos los del Renacimiento.
La localización de los Montes de la Luna a lo largo de la historia de la
cartografía ha sido cambiante: unas veces estaban situados en el golfo de
Guinea, otras cerca del lago Tana, en Abisinia, y otras tantas en el extremo
meridional del continente. Sea donde fuere, los Montes siempre tenían que
estar situados al sur de la actual Etiopía, tal y como dijo Ptolomeo. Parece
como si siempre hubiera que acomodar los Montes de la Luna un poco más
allá de los confines del mundo entonces conocido, empujándolos hacia fuera a
medida que progresaban los descubrimientos. Siguiendo esta tendencia,
Duarte Pachecho Pereira los localizó en el mismo cabo de Buena Esperanza.

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Sin embargo, lo más usual desde finales del siglo XV será situarlos en algún
lugar del interior africano por debajo de la equinoccial.
A los pies de los Montes, Ptolomeo plasmó dos lagos paralelos que
daban nacimiento al Nilo. Abisinia se alarga hacia el sur, lo cual provoca que
se desplacen en el mismo sentido las supuestas fuentes del Nilo. De esta
forma, además, se conseguía llenar un interior continental escasamente
conocido (recurso utilizado hasta el XVIII).
Además del Nilo, Ptolomeo concibió un río que, en el norte de África,
discurría hacia el oeste, terminando su curso en una gran laguna central. Tal
vez se trate del río Níger.

Contexto histórico
El mapa muestra con bastante acierto la zona de Egipto, Etiopía y parte de la
costa oriental africana. Tal vez fueran estos puntos los mejores conocidos en
la época.

En primer lugar hablaremos de la costa oriental.


Al sur de Egipto, en el Sudán nilótico, se encontraba Kush. Cerca
estaba Punt, que era el complejo cultural formado por el Cuerno de África y el
sur de Arabia. La cultura de Saba, más tarde Himyar, en el suroeste de la
península arábiga, se extendía al otro lado de Bab el Mandeb y el pueblo
habash (abisinio) se asentaba a ambas orillas del estrecho.
Ya en una fecha tan temprana como 3.500 a.C los egipcios iban a
buscar pieles, productos aromáticos y plantas a las regiones de Punt.
El hecho más notable de ambas orillas meridionales es que formaban
parte de un conjunto cultural, abierto al océano Índico y con antiguas
relaciones comerciales con el norte, con el Mediterráneo.
En el siglo I contamos con un texto extenso y detallado de estas costas.
Un documento escrito por un griego de Alejandría. Es el Periplo de la mar

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Eritrea. Su contenido es una mezcla perfecta de instrucciones náuticas,
descripción de costas y precisión sobre los productos que pueden
intercambiarse en cada puerto o escala. Encontramos las primeras alusiones al
orden político para África, al sur del cabo Guardafui. Según el Periplo, se
puede subdividir la costa este en tres grandes sectores.
El primer sector, que corresponde al centro y norte del mar Rojo (sur
egipcio y litoral sudanés), carecía de interés comercial. En las costas desérticas
había clanes nómadas, sin aparente control de Kush, que sólo exportaban
caparazones de tortuga y poco marfil.
El segundo sector tenía dos regiones políticamente bien delimitadas.
Entre los 16º y los 12º norte la costa estaba bajo control, más o menos
efectivo, del rey de Axum, Zoscales, mientras que todo el litoral del Cuerno de
África era una sucesión de poderes locales independientes a uno y otro lado
del cabo Guardafui. A 60 kilómetros de la actual ciudad de Massawa (Eritrea)
se encontraba Adulis, el gran puerto al que llegaba el mejor marfil africano,
procedente de la meseta etíope cuya capital era Axum. El rey Zoscales, por su
parte, estaba helenizado, conocía la literatura griega y poseía rasgos
mercantilistas más propios del norte que de la tradición local, pero era más
bien avaro, lo que indicaría cierta tendencia de dicho monarca a la
acumulación. En la costa axumita se obtenía caparazón de tortuga, marfil de
calidad y cuernos de rinoceronte, que podía exportarse a la Índia. Además de
importar diversas manufacturas egipcias de baja calidad, los súbditos de
Zoscales también importaban vestidos y abrigos de lino, artículos de sílex,
cobre en planchas, cobre blando para recipientes y brazaletes, hierro para
lanzas de caza y guerra, espadas, copas, monedas, vino griego e italiano,
aceitunas, aceite, ropa militar de cuero basto y, hechos en la Índia, vestidos de
franjas cosidas, además de acero.
La región oriental de éste sector, proyectada entre los 44º y 52º de
longitud este, se encontraba abierta a los vientos monzónicos, con el

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consiguiente peligro para las navegaciones. Las poblaciones eran nómadas
salvo en las ensenadas, en las que se comerciaba por mar. Políticamente, el
sector de costa que sigue, la de los Perfumes, carecía de unidad y sólo en el
nomadismo hay un rasgo común señalado. Tanto este tramo como el axumita
o etíope eran comercialmente atractivos y recibían la visita de grecoegipcios,
sudarábigos e indios. En el Cuerno de África, o Costa de los Perfumes, se
obtenían sobre todo resinas y plantas aromáticas, entre las que destacan el
cinamono y el incienso. Al sur de esta región empezaban las escalas de Azania.
Las primeras escalas eran Sarapión y Nikon, posiblemente al sur de
Somalia. A una semana de navegación hacia el sur se encontraban las islas de
Pyralae (Pate, Manda y Lamu, en el norte de Kenia). La última escala de
Azania era la ciudad de Rhapta, tal vez la Kilwa actual (Tanzania).
En esta última ciudad residía el jefe mafarítico, que dependía del
distrito himyarita de Mafaris. Allí se exportaban pieles, caparazones de tortuga
y cuerno de rinoceronte, reputado como afrodisíaco. El jefe mafarítico gozaba
de autoridad –aunque no determinada- y la gente sudaràbiga de Muza
comerciaba regularmente en esa costa.
Las monedas romanas halladas en todas las islas azanias prueban que la
navegación comercial las alcanzaba con regularidad usando, como señala el
periplo, los monzones índicos.
La ciudad portuaria de Muza, al sur del reino sudarábigo de Himyar, tal
vez ejercía cierto monopolio de los intercambios al sur del Cabo Guardafui.
Sus gentes hablaban la lengua azania, se casaban con azanias y reforzaban con
su apoyo la posición del jefe mafarítico sobre Azania.
Se han encontrado corazas de cuero egipcias, enviadas a Axum, y se ha
demostrado la fabricación sudarábiga de lanzas para venta exclusiva a los
azanios. Se trataba de un intercambio de manufacturas del norte contra
materias primas del sur, e incluso con una producción manufacturera (egipcia
y sudarábiga) especializada en mercados de alta rentabilidad. Sin embargo,

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dada la independencia de todas las sociedades de la costa oriental, este
mercado podía ser, y sin duda fue, un factor positivo.
Mientras en los siglos V-VI el Mediterráneo se colapsaba
mercantilmente, el Índico veía aumentar sus intercambios, en un momento en
el que sasánidas y axumitas se disputaban la hegemonía militar y económica.
Caleb de Axum intervino militarmente en Hymiar y finalmente un gobernador
axumita, Abra, se estableció con su ejército de 70.000 soldados en el sur de
Arabia, frenando la progresión de Cosroes. Pero en el 570, su ejército fue
destruido por una tormenta de arena y los sasánidas terminaron imponiéndose
en la zona y en todo el Índico occidental: Bizancio perdía así a su aliado
cultural y económico, Axum, que ahora quedaría aislado hasta el 1540, con la
llegada de los portugueses.

Volvamos ahora nuestra mirada hacia una de las civilizaciones más


brillantes de la historia: el Antiguo Egipto. Si bien es cierto que se encontraba
en el continente africano, ésta no era la única conexión que lo unía con el
resto de África.
Los orígenes de esta formidable civilización fueron atribuidos durante años a
civilizadores foráneos. En nuestros manuales escolares poco se habla del giro
que hubo en el ámbito académico gracias al empuje, entre otros, del pionero
Cheikh Anta Diop. En resumen, son pocos quienes conocen realmente su
origen y las conexiones de su cultura prístina con los pueblos del África negra.
En primer lugar pongamos el foco en la zona sahariana. En el
momento en el que se desertizó y empezó a tornarse en el arenisco desierto
que hoy conocemos, la población negra era mayoría y, siendo ya agricultores
(recordemos que el Sahara no siempre fue un desierto), fueron los primeros
en abandonar la zona en busca de tierras más húmedas, las cuales encontraron
en los alrededores de las grandes charcas y de los cursos de agua del sur, así
como en el valle del Nilo.

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Podemos decir que en las zonas saharianas y khartumianas (Sudán
actual), es decir, en el mundo preegipcio, encontramos un seguido de
elementos que conformaron un denominador cultural común: los megalitos, la
circuncisión, los tatuajes, las tierras asociadas a la serpiente, el carnero, el disco
solar, los cráneos deformados por vendas y la momificación mediante
inhumación temporal en arena caliente.

Desde el coloquio del Cairo de 1974 se ha admitido el origen meridional


del poblamiento y civilización de Egipto. Kémit —el país negro— fue
reconocido africano por su lengua, su sistema social y su arte y pensamiento.
Por lo tanto, podemos decir que la cultura khartumiana ascendió hasta el
Egipto prehistórico. Pueden observarse diversos elementos de procedencia
meridional y, por lo tanto, venidos de la zona sahariano-sudanesa, en otras
palabras, negroafricana:
- Componentes religiosos:
1. La práctica de la inhumación inicial de los muertos con la cabeza
hacia el sur, hacia el Khent Amenti o país de los ancestros.
2. La divinización del buey y la vaca como divinidades celestes.
3. La imagen-concepto del disco solar como ojo de halcón y ambos
como símbolo del poder.
4. La noción de la tierra primordial, íntimamente asociada con la
realeza (cósmica y humana).
5. La divinidad real: se han hallado evidencias arqueológicas que sitúan
entre 6.000 a.C y 5.700 a.C la existencia de los atributos faraónicos
del poder en pleno Nilo sudanés. Asimismo, la corona del Alto
Egipto, como Horus-Halcon, el templo-palacio, las barcas de Ra y la
barba faraónica se hallan también en estas fechas en la misma zona.
En conclusión: los rastros más antiguos del faraonato proceden del
Sudán nilótico.

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Fue a partir del 5.500 a.C cuando el pueblo meridional de los anu/onu
estableció sus ciudades en todo el valle del Nilo. On del norte, por ejemplo,
fue la futura Heliópolis. Su caudillo fue Tera Néter y se encontraba en la
ciudad de Tufium. Presumiblemente, fueron los anu la base unificadora de
Egipto y Néter pudo ser el antecesor directo de la casa de Nekhen, de donde
saldrían los Escorpión, Nármer-Menes, etc.
El nombre del país fue Kémit (KMT) y sus habitantes se denominaron
Remtw Kémit (RMTW KMT), literalmente «los perfectos del País Negro». El
nombre de Egipto es una denominación griega tardía y cuyo significado es
confuso. KM (negro) era, además del color con el que se designaban a ellos
mismos y a su país, el color que designaba a sus dioses principales (Osiris, Min
e Isis).
Por otra parte, el estudio de los cráneos egipcios predinásticos ha
mostrado la importancia del factor negroide, especialmente en el sur. Y, como
hemos visto, fue precisamente del sur de Egipto de donde partió la iniciativa
de la unificación política del país y el que aportó las bases de su cultura.
Para los egipcios, el sur era la tierra donde habitaban los dioses. Los
cuerpos de los faraones muertos solían ser transportados con gran frecuencia
a la tierra madre, para ser enterrados en las ciudades santas de la Tebaida
(Abydos, Tebas, Karnak), exactamente como los restos mortales de los reyes
de Benin fueron transportados, inicialmente, a la ciudad santa de sus orígenes,
Ile Ife.
Por lo tanto, vemos cierto reconocimiento de su procedencia
meridional. En este sentido, Diodoro Sículo decía, respecto a los etíopes
(nubios): «Y añaden que los egipcios los consideran sus antepasados y autores
de la mayor parte de sus leyes. De ellos han aprendido a honrar a los reyes
como dioses y a enterrar a sus muertos con tanta pompa. La escultura y la
escritura nació entre los etíopes».

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Esto, por supuesto, no significa que todos los egipcios desde los
primeros tiempos hasta el fin de la edad antigua fuesen negros. A medida que
se produjeron mestizajes prolongados con los pueblos del norte fue
disminuyendo la proporción de rasgos negroides.
Los egipcios nunca establecieron una división racial entre ellos y los
sudaneses o kushitas, al menos desde el punto de vista léxico Los nubios eran
representados con rasgos particularmente negroides ya que no estaban
sometidos al mestizaje norteño, aunque también fueron representados
exactamente igual que los egipcios. Nubia, por su parte, tuvo un importante
papel en la defensa de la civilización egipcia. Cada vez que Egipto estuvo en
peligro acudían al Alto Egipto y Nubia, donde se replegaba con el fin de
rehacer sus fuerzas y como para rejuvenecerse en las fuentes de la patria. Cada
vez que desde Nubia partía una contraofensiva contra el norte, su intención
era restablecer las costumbres, reconstruir los templos, copiar de nuevo los
textos antiguos y restaurar, en suma, la “egipticidad”.
Ki-Zerbo nos dice: «los negros debieron constituir la mayoría de la
población en el antiguo valle del Nilo, al menos en los primeros tiempos
protohistóricos e históricos y en las regiones meridionales. Desempeñaron
además un papel decisivo en la formación de la civilización egipcia. Y gran
número de importantes personalidades de la historia egipcia fueron negros».
Siguiendo con el historiador burkinabé, «si la mayoría de los
agricultores que, provenientes del desierto, fueron a instalarse a orillas del
Nilo, eran negros, y si el surgimiento de la civilización egipcia es de origen
autóctono, y más bien sureño (es decir, de un lugar en el que había
seguramente mayor número de negros), es evidente que el papel de los negros
en la formación de esta civilización no necesita ser subrayado ulteriormente».
Cheikh Anta Diop afirmaba que la población egipcia de época
predinástica era negra y que en época dinástica se produjo una infiltración de
elementos nómadas blancos. El mismo doctor Diop realizó análisis

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microscópicos en los que halló niveles de melanina (sustancia química
responsable de la pigmentación de la piel) similares a la de los negros actuales
en las momias procedentes de las excavaciones de Marietta, en Egipto. Sin
embargo, al pedir al museo del Cairo realizar tales análisis con muestras de las
momias bien conservadas de Tutmosis III o Ramsés II, su petición fue
rechazada.
Algunos autores griegos, pese a ser contemporáneos de un Egipto que
ya había experimentado múltiples mestizajes, describían a sus habitantes como
negros.
Veamos cómo describía Herodoto el origen de los colcos, un pueblo
negro a orillas del mar negro:
«Manifiestamente, en efecto, los colquidianos son de raza egipcia; pero unos egipcios me
dijeron que a su parecer los colquidianos descendían de los soldados de Sesostris. Yo mismo
lo había pensado según dos indicios: primero, porque tienen la piel negra y los cabellos
rizados (a decir verdad, eso no prueba nada, porque otros pueblos también están en ese
caso), y luego y con más razón, porque sólo los colquidianos entre los hombres, así como los
egipcios y los etíopes, practican la circuncisión desde su origen. Los fenicios y sirios de
Palestina reconocen que han aprendido esa costumbre de los egipcios. Los sirios […] dicen
haberlo aprendido de los colquidianos. Esos son los únicos hombres que practican la
circuncisión y se puede comprobar que lo hacen del mismo modo que los egipcios. Yo no
sabría decir cuáles de los dos, egipcios o etíopes, aprendieron esa práctica de los otros; porque
eso es, evidentemente, en ellos algo muy antiguo».
Herodoto no compartía la opinión de Anaxágoras según la cual el
deshielo de la nieve en las altas cimas de Etiopía era el origen de las crecidas
del Nilo. Se apoyaba en el hecho de que no llueve ni nieva en Egipto «y que el
calor hace allí a los hombres negros».
Aristóteles dice:

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«Los que son demasiado negros son cobardes, y eso se aplica a los egipcios y a los etíopes.
Pero los que son excesivamente blancos son igualmente cobardes […], por tanto la
complexión que corresponde al coraje está entre los dos».
El escritor Luciano, en una de sus obras hace que en una conversación
un personaje diga lo siguiente:
«Licinio (describiendo a un joven egipcio). —Ese joven no sólo es negro, sino que también es
hocicón y tiene las piernas delgadas… sus cabellos recogidos detrás en una trenza muestran
que no es de condición libre.
Timolao. —Esa es la señal de un nacimiento muy noble en Egipto, Licinio. Todos los
niños de condición libre llevan trenzados sus cabellos hasta la edad adulta».
Amiano Marcelino, nueve siglos después de Herodoto, dice:
«Pero los hombres de Egipto son, la mayor parte, morenos y negros, de aspecto delgado y
seco».
Pese a todo esto, lo importante en la relación África Negra- Egipto no
fue tanto el color de la piel de sus gentes como el conjunto de elementos en
relación al pensamiento, la cultura o la política, que dibujan a las claras el
origen negroafricano de la cultura del Antiguo Egipto, Kémit.
Henry Frankfort explicó la cosmovisión egipcia como hermana de la
percepción negro-africana del mundo y rechazó toda posibilidad de influencia
nórdica destacable en la construcción y desarrollo de la sociedad africana de
Egipto.
La civilización negro-africana actual se encuentra más próxima a la
civilización egipcia que a cualquier otra conocida. Algunas lenguas del oeste
africano están emparentadas con el egipcio antiguo (Cheikh Anta Diop trabajó
especialmente con el wolof). La subsistencia de parentescos culturales
poderosos entre ambas zonas de dispersión de los pueblos del Sahara es
evidente: sus lejanos antepasados, que habían participado de la misma
experiencia histórica que los egipcios en las verdes praderas del Sahara
neolítico, formaban parte, por entonces, de la misma área cultural.

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El parentesco es notable tanto en las culturas materiales como en las
sociedades y en las concepciones generales del mundo.
Destaquemos algunos rasgos comunes: el papel de la serpiente en la
cosmología egipcia y en el África negra actual (dogon, Benín…), la existencia
de barcas de los muertos, como en el valle del Nilo, la circuncisión, los
cabellos trenzados al modo de una estera, el uso de cetros, etc. La
enumeración de todas las analogías no tendría fin.
El gran número y la diversidad de las concordancias es lo que impone la idea
de que, entre Egipto y África negra, ha habido algo más que vagos
intercambios: ha existido el sustrato de un parentesco originario.
Si la observamos desde el África negra, la civilización del Antiguo Egipto, tan
extraña para la mentalidad occidental y actual, parece casi familiar. En palabras
de Ki-Zerbo «lleva el sello difuminado, pero sorprendente, de una lejana
hermandad, en el alba de los tiempos humanos».

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la Universitat de


Barcelona)
- PTOLOMEO, Claudio, Cosmografía [Material cartográfico], Valencia:
Vicent García Editores, 1983.
- SANZ, Carlos, La Geographia de Ptolomeo, ampliada con los primeros mapas
impresos de América, desde 1507 : estudio bibliográfico y crítico, con el catálogo de
las ediciones aparecidas desde 1475 a 1883, comentado e ilustrado, Madrid:
Librería General V. Suárez, 1959.

- PTOLOMEO, Claudio, Cosmographia (intérprete Jacobo Angelo), Vicenza:


Hermannus Liechtenstein, 1475.
- PTOLOMEO, Claudio, Geographiae Claudii Ptolemaei ... Libri VIII, partim
à Bilibaldo Pirckheymero translati ac commentario illustrati, partim etiam

-16-
Graecorum antiquissimorumq[ue] exemplariorum collatione emendati atque in
integrum restituti. His accesserunt, Scholia, quibus exoleta locorum omnium nomina
in Ptolemaei libris ad nostri seculi morem exponuntur. Indices duo ... ueterum simul
ac recentiorum locorum ... situs, facillima ratione in tabulis depictis
deprehendu[n]tur, Conradi Lycosthenis ... opera adiecti. Quibus praefixa est
epistola in qua de utilitate tabularum geographicarum ac duplicis indicis usu latè
disseritur. Tabulae nouae quae hactenus in nulla Ptolemaica editione uisae sunt, per
Sebastianum Munsterum. Geographic[a]e descriptionis compendium, in quo uarij
gentium ac regionum ritus, mores atq[ue] consuetudines per eundem explicantur,
Basilea: ex officina Henrichi Petri, 1552.

Enlaces de interés
- Manuscrito completo de la versión del Donnus Nicolaus Germanus en
la Librería Nacional de Polonia:
http://www.polona.pl/dlibra/doccontent2?id=61&dirids=1
- Colección de mapas de Cosmografía en Wikipedia:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Ptolemy_maps
- Mapamundi completo en wikipedia:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5f/World_of_Ptolemy_
as_shown_by_Johannes_de_Armsshein_-_Ulm_1482.png
- Texto en griego en la Bibliotheca Augustana (Augsburgo)
http://www.hs-
augsburg.de/~harsch/graeca/Chronologia/S_post02/Ptolemaios/pto_g000.h
tml
- Geografía de Claudio Ptolomeo Alessndrino, in Venetia: apresso gli
heredi di Melchior Sessa, 1599
http://amshistorica.unibo.it/186

-17-
MAPA 2. TABULA PEUNTINGERIANA

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Tabula Peutingeriana
Autor: desconocido
Año original: a partir del siglo IV
Medidas: 0,34 m x 6,75 m
Localización primera copia descubierta: Österreichische Nationalbibliothek
(Biblioteca Nacional de Austria)

Características e información de interés


La Tabula Peutingeriana es un itinerario ilustrado que muestra las carreteras y
ciudades principales del imperio romano que constituían el cursus publicus. En
él aparecen Europa, el norte de África y algunas partes de Asia (Próximo
Oriente, Persia e India: donde aparece el río Ganges y Sri Lanka, incluso se
menciona a China).
Recibe su nombre del humanista alemán Konrad Peutinger (1465-
1547), quien heredó una copia de la tabula de su amigo Conrad Celtes. Se trata
de la primera copia conocida (realizada en el siglo XIII en Colmar) y fue
hallada en 1494 en una biblioteca de Worms por el mismo Celtes.
No se ha descubierto el original y, por lo tanto, disponemos sólo de
copias. Sin embargo, la representación de la ciudad de Constantinopla,
fundada en el año 328, nos permite saber que la tabula fue realizada con total
seguridad a partir de esa fecha. Diversos elementos han llevado a los
especialistas a situar el mapa entre los siglos IV y V.
Está compuesta de once pergaminos, un doceavo está perdido. Se
muestran los asentamientos romanos y las carreteras que los conectaban (unos
200.000 kilómetros de carreteras), además de mares, ríos, bosques,
montañas…
La ausencia de la Península Ibérica hace suponer la existencia de ese
doceavo pergamino antes mencionado (Conradi Millieri reconstruyó la parte
que faltaba en 1989).

-19-
El formato rectangular (debido al pergamino) no permite una
representación realista de los paisajes. El mapa, más bien, fue concebido como
una representación simbólica que permitiera ir fácilmente de un punto a otro y
de conocer las distancias de las etapas sin ofrecer una representación fiel de la
realidad. Por otro lado, el mapa muestra unas distancias muy exactas,
explicadas ya sea en millas romanas o en otras unidades dependiendo de la
región. Los viajeros de la época, que no disponían de mapas, necesitaban
saber lo que tenían por delante y cuánto quedaba para llegar a sus destinos.
Unas 555 ciudades y 3.500 particularidades geográficas están representadas,
como los faros y los santuarios importantes, a menudo ilustrados con una
pequeña imagen. Las ciudades son representadas mediante el dibujo de dos
casas, mientras que las ciudades más importantes como Roma, Constantinopla
o Antioquía son señaladas con un medallón adornado.

África en el mapa
En el mapa solamente encontramos representada la zona norte de África. Ésta
se alarga desde el segmento I (reproducido por Conradi), en Mauritania, hasta
el IX, donde sale Egipto. En aquellos tiempos, los romanos poseían
asentamientos en tierras africanas pero sus conocimientos no llegaban a las
tierras del interior. Por lo tanto, se representan algunas de las ciudades más
importantes para los romanos, así como algunos santuarios de éstos y las
carreteras que conectaban los asentamientos.
Se plasman ríos y montañas (Atlas), aunque de manera vaga y
distorsionada. Los cursos fluviales suelen discurrir en horizontal debido a las
características del mapa.
El Delta del Nilo sale bien representado y el río propiamente dicho
discurre hacia el oeste hasta desembocar en un gran lago. Esta zona es en la
que se representan ciudades más profusamente. En Egipto vemos
representado el famoso faro de Alejandría. Por último, vemos que se percibía

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la existencia del mar rojo, y la culminación del continente africano en forma
de cuerno puede indicar cierto conocimiento del Cuerno de África.

Contexto histórico
En la época en que fue realizada la Tabula Peutingeriana, el conocimiento del
interior continental y, por ende, de sus estructuras políticas y sociales era
inexistente. Raymond Mauny llamó al período comprendido entre el
nacimiento de los primeros siglos de la era cristiana y el siglo X como los siglos
oscuros debido a la dificultad que entraña el estudio del período por la escasez
de fuentes.
Aquellos fueron unos años en los que África apenas era conocida por el
resto de civilizaciones, cuyos principales contactos sucedían en el norte del
continente, donde fenicios, griegos y romanos pugnaban, cada cual en su
momento, por controlar la franja costera y asegurarse su explotación.
En estos siglos, los dos grandes imperios de la Antigüedad africana,
Egipto y Nubia, se encontraban en un proceso de disgregación que parece
haber menguado la cantidad de intercambios regulares, a la vez que
empujaban a grupos de emigrantes hacia el interior del continente.
Esta época fue esencial para la formación de sociedades que
posteriormente hemos podido conocer. Hubo numerosas migraciones al sur
del Sahara que se tradujeron en una riquísima y abundante mezcla de pueblos.
Como señaló Greenberg, no sin oposición, las relaciones entre las diferentes
lenguas del continente atestigua un movimiento dinámico de su población,
algunos de los cuales se produjeron durante estos siglos. Fue, por lo tanto, un
momento de comunicación y difusión de ciertas técnicas y culturas que
colaboraron en ulterior formación de sociedades más poderosas y mejor
organizadas.

-21-
Nos encontramos en la antesala del inicio de los grandes siglos del
África negra, en el umbral de un mundo rutilante y magnífico, un tiempo en
el que se erigieron los grandes imperios clásicos africanos.

Desde los siglos III y IV, mientras periclitaba el reino sudanés de Kush,
los pueblos ganaderos organizaban la vida en el Nilo, los azanios
incorporaban el hierro a su cultura material, los agricultores circulaban con sus
metales desde el ecuador hasta el sur del río Limpopo y los sudaneses del
centro y del este estructuraban los primeros estados de la sabana.
Esta intensa actividad humana llevaría, siglos después, a los mercaderes
de la Umma musulmana a atravesar el Sahara o a navegar por el Índico, por lo
que ellos llamarían Bilad es Zandj.
Las sociedades guineanas y bantúes señoreaban el bosque, abrían
porciones de sabana a los cultivos y a los rebaños y elaboraban cosmogonías
que más tarde se plasmarían en la riqueza de las artes clásicas akan, yoruba,
congo o luba.
En la región austral, los cazadores san (bosquimanos) ejecutaban sus
pinturas desde el cabo de Buena Esperanza hasta el altiplano rhodesiano, y los
pastores khoi-khoi (hotentotes) formaban grupos trashumantes de
cuatrocientos y quinientos individuos.
El cristianismo devino el atributo simbólico más fuerte de buen número
de reinos africanos situados en las orillas del Nilo Medio y Nilo Azul. La
monarquía de Axum, en el Cuerno de África, fue la primera en optar por la
cristianización, a mediados del siglo IV. Ello favoreció la formación de
poderes ideológicamente afines desde Asuán hasta la región del actual Jartum,
y dio lugar a la aparición de un largo eje cristiano entre el Egipto bizantino y la
Abisinia axumita.
Antes de acabar el siglo VII, la presencia de un activo Dar al-Islam
(activo mercantil y religiosamente, y poco o nada belicoso al sur del Sáhara)

-22-
delimitó las fronteras exteriores del mundo negroafricano. Fue la presencia de
estos elementos musulmanes los que empezaron a llenar el vacío documental
hablando de la sabana sudanesa y de la costa orienta, ofreciendo datos
puntuales de sus sociedades.
Más allá de las zonas de contacto (Sahel y swahili) las poblaciones
crecieron demográficamente, los metales se generalizaron y agricultores y
ganaderos elaboraron complejos sistemas políticos de parentesco e
instituyeron monarquías peculiares entre las que destacarían las calificadas
como divinas.

Ciñéndonos a lo que se representa en el mapa, podemos hablar


brevemente de las acciones romanas en esos primeros siglos.
Los romanos, que llegaron a controlar toda la parte septentrional del
continente, apenas se acercaron al gran desierto. Al otro lado
del limes (frontera romana), pululaban las tribus nómadas que hostigaban las
zonas de pasto de las altas mesetas y el Tell durante el verano, aun cuando no
disponían todavía de camellos.
Estos nómadas eran los gétulos, mientras que a los grupos del Fezzán
se les denominó garamantes. Estas tribus ofrecieron un refugio seguro para
aquellos rebeldes que se resistían al dominio de Roma. Algunos autores, como
Duveyrier, han sostenido que la naturaleza de esas personas era negroide. Lo
que es seguro es que ocupaban una posición privilegiada entre Cartago y el
hinterland africano.Heródoto describe algunas de las costumbres de estos
nómadas, así como sus peculiaridades más llamativas.
A lo largo del siglo I a.C y el I d.C, los enfrentamientos entre romanos y
garamantes fueron la tónica habitual. Se sabe que los romanos patrullaron por
el desierto durante largas campañas, pero no hay nada que nos haga pensar
que llegaron más allá del Sahara. Sin embargo, estos desplazamientos por las
áridas tierras del desierto nos hace pensar que ya en esta época existía,

-23-
probablemente, un nuevo medio de locomoción que posibilitaba largas
incursiones transaharianas: el camello. Pese a haber sido introducido por los
persas en Egipto alrededor del siglo VI a.C, la adopción del camello se hizo de
forma muy lenta por las poblaciones saharianas. Llegó al África sudánica poco
antes del inicio de la era cristiana y no fue hasta dos o tres siglos más tarde
que su uso se generalizó, alterando inexorablemente el equilibrio existente
hasta entonces en el desierto. Estas nuevas monturas permitieron aumentar
considerablemente la autonomía de las incursiones, las tribus nómadas
iniciaron de nuevo su penetración hacia el sur (que se acentuó en el siglo VI,
cuando parece que se produjo una agravación de la aridez del Sáhara).
Entre los pueblos saharianos destacan los tuaregh y los bereberes
zenata. Mientras los romanos se limitaban a controlar la orilla occidental del
Mediterráneo, los bereberes, provistos de dromedarios, dotados de una
portentosa movilidad, se interpusieron entre el mundo romano -que luego
sería bizantino- y el oeste de África. Controlaron las rutas caravaneras,
saqueando, cuando lo estimaron oportuno, los establecimientos de los
pueblos sedentarios y convirtiéndose así en unos intermediarios tan útiles
como peligrosos.
El caso de los tuaregh, hoy musulmanes, presenta una curiosidad harto
interesante. Los primeros de ellos parece que conservaron vestigios de una
religión anterior, judaica o cristiana. Lo que nos lleva a considerar la
posibilidad de que misioneros axumitas llegaran a contactar con ellos
saliéndose de las habituales rutas imperiales y corroborando la intensidad de
intercambios intercontinentales.
Por otro lado, algunas colonias de judíos perseguidos llegaron hasta
Senegal y la región del Futa, estableciéndose en los oasis como artesanos o
comerciantes, en tanto que los que habían penetrado más al sur se fundieron
progresivamente en el bloque negroide.

-24-
Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)
- PRONTERA, Francesco, Tabula Peutingeriana: la antiche vie del mondo, Firenze:
L.S Olschki, 2003.
- GOZALBES CRAVIOTO, Enrique, “La representación de las fronteras en
la Tabula Peutingeriana: Codex Vindibonensis 324” en IV Estudios de Frontera,
historia, tradiciones y leyendas en la frontera, 2002.
- BOSIO, Luciano, La Tabula Peutingeriana: una descrizione pittorica del mondo
antico, Rimini: Maggioli, 1983.
- MILLER, Konrad, Itineraria Romana: Römische Reisewege an der Hand der Tabula
Peutingeriana, Roma: L’Erma di Bretschneider, 1916.

- [Material cartográfico], TAVO (Tübinger Atlas des Vorderen Orients) de la


Universität de Tübingen, Mapa 2, Tabula Peutingeriana: segmente VIII-XII.

Enlaces de interés
- Copia del Museo Nacional de Austria:
1. http://peutinger.atlantides.org/map-a/
2. http://soltdm.com/sources/mss/tp/tp_0.htm
- Copia de la reproducción de Conradi Millieri:
1.http://www.hs-
augsburg.de/~harsch/Chronologia/Lspost03/Tabula/tab_pe00.html
2. http://www.tabula-peutingeriana.de/tp/tpx.html
3. http://zoom.it/acc
- Mapa de las calzadas romanas a partir de la Tabula Peutingeriana y el
Itinerarium Antonini:
1. http://www.omnesviae.org/

-25-
MAPA 3. TABULA ROGERIANA

Fuente: http://decoloniality.files.wordpress.com/2010/01/tabularogeriana.jpg
Título: Tabula Rogeriana
Autor: Al-Idrisi
Año: 1154
Medidas: 3,5 x 1,5 m
Localización primera copia descubierta: Biblioteca Nacional de Francia

Características e información de interés


Al-Idrisi hizo este mapa por encargo del rey Roger II de Sicilia. Como es
habitual en los mapas árabes, el norte se sitúa en el sur, y el sur en el norte. El
mapa presenta un contorno similar al de Ptolomeo (está claramente
influenciado por las ideas ptolemaicas). Muestra Eurasia en su totalidad y
únicamente el norte de África.
El mapa fue recogido en el libro Nuzhat al-Mushtak o Kitab Rudjar, el
más voluminoso y detallado trabajo geográfico escrito durante el siglo XII. El
libro se divide en siete zonas climáticas, cada una de ellas subdividida en diez
secciones. El texto incorporaba descripciones físicas, culturales, políticas y
socioeconómicas exhaustivas de cada región y de cada una de las setenta
secciones. Cada sección está representada con un mapa, al juntarlos
constituyen un mundo rectangular similar al diseño de Ptolomeo.

África en el mapa
Idrisi utilizó fuentes diversas para elaborar el mapa. La fundamental fue una
traducción árabe de la obra de Ptolomeo, por lo tanto podemos apreciar
algunos de los errores del primero repetidos en este mapa. Un conjunto de
topónimos, aunque a veces muy desfigurados debido a los procesos de
traducción y difusión, nos muestran algunos de los países o lugares que los
árabes conocían en la época. Idrisi, por lo tanto, también utilizó información
recogida por viajeros (él mismo viajó por diversos lugares del norte de África).

-27-
Respecto a África, sigue el esquema Ptolemaico y prolonga el
continente por la costa del Índico a partir del estrecho de Bab el-Mandeb.
Como consecuencia de esto, las islas orientales son situadas y distribuidas con
gran confusión.
En la segunda sección del primer clima, Idrisi describe la ciudad de
Ghana y habla del Nilo (es el Nilo de los negros, el Senegal), que más
adelante, en la sección cuarta del mismo clima se separa del Nilo de Egipto.
Esto muestra una cierta ruptura con la concepción Ptolemaica del nacimiento
del río en los Montes de la Luna. Asimismo, también se representa Tekrour y
otras ciudades del Sudán occidental.
La costa africana del Índico, por su parte, empieza en la sección quinta
del clima primero y está dividida de la manera en que habitualmente lo hacían
los geógrafos árabes: el país de los bárbaros (Bilad al-Barbar), el país de los
zandj (Bilad al Zandj) y el país de Sofala (Sufala al-Zandj).
Antes, en la sección sexta, aparece el país de Abisinia y se representan
algunas de sus ciudades: Aqint, Baqati, Yua, Birwa… En la sección séptima,
debajo de Barbara (que ocupa parte del Cuerno de África), aparece el país de
los Zandj y algunas de sus ciudades (Qarnua, Baduna, Malinda, Monfasa y
Banis). Al menos en dos casos las ciudades son fácilmente reconocibles: las
actuales Malindi y Mombasa. Siguiendo hacia el sur llegamos a Sufala, donde
encontramos diversas ciudades y un número considerable de pequeñas islas.
Por último, la isla de Madagascar se alarga de manera extraordinaria
hasta unirse al archipiélago de Malasia.

Contexto histórico
En su obra, Idrisi menciona Ghana y su mítica riqueza en oro. Situemos este
imperio y el lugar al que pertenece: el Bilad al Sudan.
Las fuentes árabes nos hablan de Bilad al Sudan, literalmente «el país de
los negros». Es el escenario en el que se desarrollaron los grandes estados

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clásicos. Una extensión de tierras planas comprendida entre el sur del Sahara y
el norte de los bosques. Un territorio, en su mayoría, de sabana. Distinguimos
entre Sudán occidental y Sudán central (zona del lago Chad).
Probablemente, es la zona de más alta densidad demográfica a lo largo
de la historia africana. En cuanto al clima, es intertropical relativamente
saludable, excepto en la época de lluvias, en la que se genera una gran
humedad.

El imperio de Ghana es el primer gran estado sudanés occidental que


conocemos. Entre los textos árabes que hablan de él destacan los de Ibn
Hawkal (s. X) y Al-Barki (s. XI), contemporáneos, y los Tárikhs de Kati y
Sa’idi (s. XVI-XVII).
Funcionó como imperio desde el siglo X, sin embargo, su puesta a punto
como estado podría datar del siglo VII o VIII.
Se situaba en el Wagadu (la tierra de los rebaños), al norte de las dos
curvas divergentes del Senegal y el Níger. En aquel entonces, el Sahel sudanés
se beneficiaba de un clima que poco tiene que ver con el que actualmente
conocemos. En aquellos tiempos, el clima era más bien húmedo, hecho que
favorecía la cría de ganado e incluso la agricultura.
Su localización en el espacio es sumamente importante. Ghana se
encontraba en el punto de encuentro de dos realidades muy distintas que
supieron complementarse a la perfección. Al norte, la sahariana (es decir,
también magrebí) y al sur la sudanesa. Ghana, pues, desarrolló una actividad
comercial que permitió interconectar esas dos realidades.

Los orígenes
Pese a que durante mucho tiempo la historiografía racista pretendió ver
en sus orígenes elementos exógenos, actualmente podemos decir con
rotundidad que el amanecer de Ghana responde a dinámicas endógenas.

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Ghana la construyeron los negro-africanos, en ningún caso fue una creación
exterior de forasteros de tez pálida; sus orígenes son claramente autóctonos.

El país del oro


Ghana era conocido como el país del oro. La profusión de este mineral en la
corte del rey (tunka o Kaya Maghan, el dueño del oro) queda plasmada en las
palabras de Al-Bakri:
«El rey se cuelga del cuello y de los brazos joyas de mujer. Se cubre la cabeza con altos y
puntiagudos bonetes, adornados de oro (…). A su alrededor esperan diez caballos con
paramentos de tejidos de oro (…). Diez pajes (…) visten de modo soberbio y llevan telas
tejidas con hilos de oro (…). Los perros guardianes (…) llevan collares de oro y plata
guarnecidos de cascabeles de los mismos materiales.»
Ya’qubi, por su parte, nos dice que:
«El rey de Ghana es un gran monarca. En su territorio hay minas de oro, y tiene sometidos
a gran número de reinos».
Aunque, en realidad, la minas de oro no se encontraban propiamente
en el territorio controlado por Ghana (estaban más a sur, en Galam, Bambuk
y Buré), queda claro que el soberano controlaba el flujo de este preciado
material. De hecho, la riqueza del imperio provenía del comercio y, en gran
medida, del oro. El soberano controlaba el monopolio de este último,
mientras que las transacciones se hacían con polvo de oro.
Algunos podrían ver en este hecho cierto espíritu despótico y
autoritario. Sin embargo, tenemos que tener presente que el oro no puede
comerse. Es decir, en aquellos tiempos el valor que tenía no era el mismo que
más tarde adquiriría. El monarca era consciente de su preciado valor
internacional. Ser poseedor de una cantidad ingente de este material le daba un
prestigio inconmensurable ante los visitantes extranjeros. La población, por su
parte, no veía en este control del flujo aurífero ningún signo de explotación o
discriminación. Las transacciones se hacían con polvo de oro, algo accesible

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para todo el mundo. Las pepitas no eran útiles para la vida cotidiana.
Podríamos concluir, por lo tanto, que el monopolio que el soberano ejercía
sobre el oro no repercutía, ni para bien ni para mal, en su población.
Otra fuente de ingresos del soberano provenía de la obligación de pagar
un dinar por cada asno cargado de sal que entraba en su territorio, y dos por
cada asno que salía.

Comercio
En Ghana había unos comerciantes intermediarios llamados wangara,
que eran los encargados de establecer contacto con las zonas meridionales.
Los mercaderes magrebíes, sin embargo, muchas veces evitaban los onerosos
servicios de los wangara y se desplazaban ellos mismos hacia la zona donde
estaban los compradores. Allí, mediante el comercio mudo, intercambiaban
sus productos con los lugareños. Del norte llegaban lanas, algodones, sedas
púrpura, anillos de cobre, cuentas azules, sal, dátiles e higos. Del sur salían
polvo de oro, goma, marfil y una cantidad pequeña de esclavos.

Organización política
La seguridad y prosperidad de Ghana fue narrada por los viajantes
árabes que tuvieron la suerte de caminar por sus tierras.
Había un alto Consejo del Rey, que comprendía altos dignatarios, en
ocasiones musulmanes o esclavos; los hijos de monarcas vencidos también
quedaban asociados al gobierno en calidad de rehenes.
La sucesión era matrilineal, es decir, al rey le sucedía el hijo de su
hermana. Esto es un elemento común entre los pueblos negroafricanos,
posiblemente sea una práctica relacionada con su carácter agrícola y
sedentario.

Religión

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Tanto los soberanos de Ghana como la mayoría de su población fueron
fieles a religiones africanas. Esto, no obstante, no se tradujo en rechazo a un
Islam que cada vez estaba más extendido. De hecho, la tolerancia hacia los
musulmanes era absoluta: los intérpretes, el tesorero y la mayoría de ministros
eran elegidos entre aquellos, seguramente gracias a su competencia técnica.
La capital del imperio, Kumbi, estaba formada por dos aglomeraciones:
la musulmana, habitada por comerciantes arabobereberes, jurisconsultos y
sabios distinguidos; y la ciudad real, situada a 6 millas de la anterior y rodeada
de bosques sagrados.
Esto quizás podría conducirnos a un equívoco y pensar que existía una
discriminación y una voluntad de separación absoluta. Sin embargo, en la
ciudad real encontramos una mezquita destinada a aquellos musulmanes que,
como hemos visto, trabajaban en la corte.

Declive
Durante años se ha dicho que los almorávides atacaron Ghana y
devastaron su capital, Kumbi. Esto provocó una obligada islamización tanto
del monarca como de su población. Sin embargo, recientemente historiadores
como Ferran Iniesta o Moraes Farias han sostenido que esto no fue así. Los
almorávides atacaron Awdaghost en 1055, ciudad comercial situada al norte
del imperio, pero no a la pagana Kumbi, ya que el movimiento almorávide se
limitó a un ajuste de cuentas en el seno del Islam.
El declive de Ghana tenemos que encontrarlo en diversas causas. Ki-
Zerbo habla del empobrecimiento de la zona resultante de los daños causados
al comercio por la inseguridad de las rutas caravaneras y por la desecación
ulterior del Sahel, acentuada por el abandono de los cultivos y el cegado de los
pozos. En este mismo sentido, Iniesta habla de la desertificación del Wagadu,
que probablemente fue consecuencia conjunta de la pérdida de la
independencia (en manos de los almorávides, siguiendo la tesis que hemos

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hablado antes) y la desorganización política subsiguiente, de los problemas de
la actividad comercial, de la disminución del régimen de lluvias i del abuso de
los fuegos desbrozadores y el excesivo número de ganado, que acabó por
agotar las aguas freáticas de la propia capital.
Sea como fuere, Ghana fue perdiendo el poder que lo encumbró como
imperio. A partir de entonces, y hasta la toma de Kumbi a manos de Sumaoro
Kanté en el siglo XIII, el imperio pasó a ser una sombra de sí mismo, pasando
a la órbita de los imperios sudaneses clásicos. En este momento la hegemonía
del Sudán occidental empezó a desplazarse hacia el este, un proceso que siguió
su curso hasta que en el siglo XVI el imperio Songhay fue atacado por tropas
hispano-marroquís.

Si en el occidente africano encontramos el Bilad al Sudan, en el este


hallamos el llamado Bilad es Zanj. El significado exacto de este término es
difícil -por no decir imposible- de definir. Lo único cierto es que con él, los
musulmanes, se referían a los negros de la costa oriental africana. Junto a estos
zanj continentales, se fueron destacando los swahili.
Pero, ¿qué entendemos por swahili? Swahili quiere decir la gente de la costa
(es decir, del sahel). En un primer momento, eran los africanos que entraban
en el área política y comercial del islam. De este modo, los zanj -negros
orientales- se convirtieron en los interlocutores habituales de los swahili, unos
africanos islamizados. Aparecía entonces la nueva cultura swahili, africana e
impregnada del islam en todos los ámbitos -pese al paganismo mayoritario de
sus gentes-.
Las relaciones entre musulmanes y zanj se intensificaron a partir del
siglo X, siguiendo la estela dejada por las relaciones entre sudarábigos y
azanios. Se calcula que estas relaciones produjeron una cincuentena de
ciudades, de entre 500 y los 30.000 habitantes, como son Sofala o Mogadiscio,
que estaban centradas en la actividad comercial.

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La 'Umma, es decir, la comunidad de los creyentes musulmanes, fue
concebida como un red transcotinental, allá dónde había un musulmán estaba
la 'Umma. Esta flexibilidad geográfica permitió que grupos de inmigrantes,
portadores de la fe islámica, se establecieran en las islas del litoral africano.
Elegir estas localizaciones insulares tuvo que ver con cuestiones políticas, pero
sobretodo fueron motivaciones comerciales las que llevaron a estos
musulmanes a tierras africanas. De este modo, la fusión entre las aristocracias
locales y los musulmanes (que podían ser indios, persas o sudarábigos) fue una
realidad que acabó por constituir un nuevo tipo de estructura política, africana
e islámica. En este sentido, estas comunidades presentaron una fuerte
tendencia hacia la africanización física de sus individuos, llegando este
fenómeno a las mismas bases del poder swahili.
En este incipiente mundo, un híbrido entre lo africano y lo musulmán, la
estructura urbana contaba con diversos grupos sociales:

Pescadores zanj: se los consideraba swahili por el hecho de abastecer a


las ciudades.
Posteadores y marineros: considerados swahili por formar parte del
funcionamiento mercantil.
Pequeños mercaderes y representantes en poblaciones interiores:
frecuentemente se trataba de árabes.
Aristocracia mercantil: mezcla de nobleza africana y mercaderes
musulmanes, a cuyo frente solía haber un príncipe (jeque o sultán).
Guarnición pretoriana: era pequeña y adscrita al príncipe, insuficiente
en las guerras, por lo que en caso de conflicto armado se recurría a
tropas continentales de cafres (infieles).

Los agricultores y pastores, en el continente, pertenecían a entidades


políticas independientes y eran los mencionados zanj. Como hemos dicho
unas líneas atrás, la palabra zanj presenta muchas dificultades a la hora de

-34-
hallar su significado. Parece que el térnimo Zanj no era sinónimo de negro,
como se ha pensado durante muchos años, sino de infiel del África oriental.
Utilizaban esa palabra para referirse al individuo no adscrito al orden de la
'Umma.

Para terminar con este pequeño retablo del espacio urbano de la sociedad
swahili, es adecuado mencionar que ésta se articulaba en torno a dos centros
de la vida social: la mezquita y la plaza del mercado. Frente a este espacio
urbano se extendía el mundo incivilizado, el país de los zanj donde vivían los
cafres o infieles del islam.
En palabras de Iniesta, que a su vez se basa en François Constantin,
«swahili es la gente activa de la costa, aquella que se inscribe en el movimiento
más amplio del islam, aunque no sean musulmanes. Hoy nadie es swahili, pero
esta lengua bantú la hablan más de 40 millones de personas y alcanza el
Atlántico a través de Kinshasa. Swahili es un cierto estilo de vida africano que
implica mayor porosidad social, mayor desarraigo de los sistemas parentales y
clánicos, mayor movilidad hacia el individualismo y el enriquecimiento. El
swahili es el rupturista, el más abierto al cambio, pese a preservar grandes
aspectos del legado local. Los grupos dominantes se autodefinían árabes,
shirazís en contraposición con los africanos. Pero para el observador externo
(como Battuta) todos eran swahili: todos lo eran en el siglo XIV.».

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- ARRABAL CANO, María Victoria, La costa africana del Índico según al-
Idrisi (tesis)
- AL-IDRISI, La geographie d’Edrisi= Kitab Nuzhat al-mushtaq fī
ikhtiraq al-afaq, Amsterdam: Philo Press, 1984.

-35-
- HERRERA CLAVERO, Francisco [et al.], El mundo del geógrafo
ceutí Al Idrisi: [congreso internacional: Ceuta, del 29 al 31 de octubre
de 2008, Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2011.
- TAVO [Material Cartogràfic] “Tübinger Atlas des Vorderen Orients”,
Wiesbaden: Dr. Ludwig Reichert Verlag, 1982-1985. Mapa 3: Die
Weltkarte des Idrisi (Charta Rogeriana)

Enlaces de interés:
- Nuzhat al-Mushtak completo en línea:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b6000547t.r=.langEN

-36-
4. HEREFORD MAP

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Hereford Map
Autor: Richard de Haldingham and Lafford (Richard de Bello)
Año original: 1285 aprox.
Medidas: 132 x 162 cm
Localización: Catedral de Hereford, Hereford, Inglaterra

Características e información de interés


Mapa con la estructura T-O (caracterizada por su alta carga teológica).
En la parte superior, fuera del círculo que es el mapa, se representa el
Pantocrátor. Debajo de él, en el borde del mundo, se muestra el Jardín del
Edén, es decir, el paraíso terrenal. Jerusalén se sitúa en el centro. El mundo
habitable lo forman los tres continentes conocidos del hemisferio norte, pero
Asia (mitad superior) y África (inferior derecho), separada de Europa por las
columnas de Herácles, aparecen pobladas también por seres fantásticos y
monstruos, señal inequívoca de la ignorancia respecto a ambos continentes.
En síntesis, las imágenes cristianas y bíblicas dominan el mapa, aunque
también hay espacio para la mitología clásica con, por ejemplo, la
representación del minotauro de Creta.

África en el mapa
El continente se encuentra representado en la parte inferior derecha del mapa.
De forma extraña, el nombre “Europe” aparece en letras doradas a lo largo de
África. Pese a ello, los límites de ambos continentes (europeo y africano) se
encuentran señalados con una pequeña inscripción que reza: terminus Africe y
terminus Europe. Las características del mapa hace que el continente se
encuentre representado de forma poco habitual: el norte se encuentra al este, y
el sur en el oeste.
El rasgo más evidente que se muestra es el río Nilo, que discurre en
paralelo al océano. El río nace como un lago cerca del monte Hesperus

-38-
(indeterminado) y aparentemente acaba también como un lago,
sumergiéndose para reaparecer en el “Lower Nile” y formando la frontera este
de África. Entre la banda azul del río y el océano aparecen representados un
seguido de monstruos y figuras grotescas, que siguen las descripciones
dejadas, entre otros, por Solinus y que tal vez evoquen a sociedades primitivas.
Por ejemplo, se describe a los agriophani ethiopes como comedores de cerebros
de panteras y leones y cuyo rey únicamente tiene un ojo en su cara. Otra raza
etíope, que en el mapa llaman blemyae, aparece con bocas y ojos en sus pechos.
Más allá de estas fantasiosas y grotescas criaturas, el mapa muestra los
territorios del norte del continente con mayor precisión, representando
algunas de las ciudades costeras como Cartago. Parece claro que África fue
dibujada a partir de la información recogida en mapas e itinerarios (como la
Tabula Peutingeriana) anteriores al año 600 de nuestra era. En consecuencia,
las provincias romanas de Libya, Tripolitana, Numidia, Mauritania, etc. se
encuentran delineadas. El Atlas se muestra formando un solo pico.
En el Océano Atlántico se muestran algunas islas como las Canarias,
Madeira y Tenerife, que son llamadas Fortunate Islands, seguramente por su
clima temperado.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- REED KLINE, Naomi, Maps of Medieval Thought, the Hereford paradigm,
Woodbridge: Boydell, 2001.
- BEVAN, W.L, Medieval geography: an essay in illustratiom of the Hereford
mappa mundi, Amsterdam: Meridian Publishing & Co, 1969
- The Hereford map: a transcription and translation of the legends with commentary,
Turnout: Brepols, 2001.

-39-
Enlaces de interés
- Web de la Catedral de Hereford:
http://www.herefordcathedral.org/visit-us/mappa-mundi-1

-40-
5. ATLES CATALÀ

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Atlas catalán
Autor: Abraham Cresques y Jafuda Cresques
Año original: 1375
Medidas: 65 x 300 cm
Localización: Biblioteca Nacional de París

Características e información de interés


Abraham Cresques, judío mallorquín constructor de aparatos astronómicos y
náuticos, recibió el encargo de este atlas de parte del rey Pedro IV para
regalárselo al infante que sería el futuro Carlos V de Francia. En dicha tarea
fue ayudado por su hijo Jafuda. Aunque el atlas no fue firmado, se cree,
gracias a la correspondencia hallada, que estos dos hombres fueron sus
autores. Pertenecen a la escuela mallorquina cuya cartografía representa la
máxima expresión de la cartografía náutica medieval. Es, sin lugar a dudas,
una de las obras cumbre de la cartografía de todos los tiempos.
El Atlas constituye un verdadero mapamundi del mundo conocido en
el último tercio del siglo XIV. Lo conforman seis hojas dobladas por la mitad,
cada una pegada sobre tablas de madera. Cada hoja o pergamino tiene unas
dimensiones de 65 x 50 cm, lo que da una envergadura total de 65 x 300 cm.
No es un atlas en el sentido convencional del término, más bien se trata
de un híbrido entre carta de navegar y atlas. Sea como fuere, el atlas catalán es
difícil de clasificar debido a su singularidad. Como en el caso del mapamundi
de Hereford, los rótulos en el los interiores continentales y las largas leyendas
pueden hacernos pensar en este atlas como una verdadera “enciclopedia
ilustrada” de su tiempo.
Dos de los pergaminos contienen informaciones de tipo cosmográfico
y astrológico, mientras que los cuatro restantes constituyen el mapamundi
propiamente dicho. En la parte occidental aparecen las tierras bien conocidas
en la época: Europa, África del norte y el mundo mediterráneo en su

-42-
conjunto. En la parte oriental, se llenan los espacios mal conocidos de Asia
con figuras mitológicas. De hecho, presenta una de las mejores delineaciones
de Asia hasta entonces conocidas. Los detalles geográficos procedían en gran
parte de los viajeros contemporáneos. Asimismo, es el primer atlas conocido
que incorpora la rosa de los vientos.
El atlas es un mapa de tipo náutico-geográfico (por la presencia de abundantes
textos explicativos), característico de los siglos XIV y V. Se encuentra escrito
totalmente en lengua catalana. Como es habitual en la escuela mallorquina,
destaca la presencia de muchas banderas y leyendas con datos físicos,
económicos y demográficos de gran interés. Se utiliz aun lenguaje gráfico
específico. El relieve, el agua, la arquitectura y las ciudades son objeto de
códigos y símbolos figurados muy precisos. Dichas figuras constituyen un
repertorio variado de informaciones sobre los soberanos de diversos reinos,
pero también sobre las costumbres de los habitantes o sobre curiosidades,
riquezas o animales que podían encontrarse en aquellos lugares.

África en el mapa
África se encuentra en la sección tercera del Atlas. El continente africano es
representado con abundancia de signos (viñetas, pabellones…), de topónimos
y leyendas (ciudades, pueblos y reyes), de personajes (soberanos,
camelleros…), de animales (dromedarios, elefantes y pájaros), de accidentes
del relieve y de los cursos de agua (montañas, lagos y ríos) o de recursos (oro y
marfil). La cartografía mallorquina solía representar a África con esta riqueza
iconográfica y esta abundancia semiológica y onomástica, aunque el Atlas
catalán también hace lo propio con el resto de continentes.
Las representaciones del Atlas catalán evidencia una necesidad de situar
algunos puertos de comercio y el conocimiento por parte de los occidentales
de la importancia de las rutas transaharianas.

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Fundamentalmente se representa el África septentrional, que se estira
en longitud, se aplasta y aumenta de volumen. Alejandría, por ejemplo, se
encuentra en la misma latitud que Gibraltar. Las costas son muy rectilíneas (a
diferencia de las costas euroasiáticas). El norte africano, al pertenecer al
territorio cartográfico mediterráneo, ocupa un gran lugar en el mapa.
Respecto al tema recurrente del río Nilo, el atlas no aporta indicación
alguna sobre el origen, la desaparición y el resurgimiento del río. Establece una
confusión voluntaria entre el Nilo y otro curso de agua que corre desde el
oeste de África hacia el este, regando el reino de Musa Melly, y el de Nubia,
antes de confluir en el Alto Egipto con el afluente oriental del Nilo. Podemos
hablar, pues, del encuentro del Níger y del Nilo.
El Atlas, por otra parte, inaugura la utilización directa de la
representación del Nilo y de la hidrografía de África transmitida por la
geografía y cartografía árabe.
Observa un silencio prudente sobre las fuentes del Nilo. Cuando
Cresques habla de las fuentes del Nilo, hace la mención a la manera de un
comentario de los conocimientos árabes sobre África: Nil (onomástica árabe),
Beneyt (cabo Bojador), y la teoría de la desaparición y reaparición es
evidenciada por las explicaciones sobre las crecidas vivificantes y beneficiosas
del Nilo.
En África aparecen representados diversos reyes:
- Musse Melly:
Fue por primera vez representado en el mapa de Angelino Dulcert de 1339
como Rex Melly (Mali). Se trata de Mansa Kanku Musa (1307-1332), soberano
que llevó al imperio de Mali a su apogeo. Musa es representado sentado en un
trono, con los pies desnudos y las piernas cruzadas. Se viste con un gran
caftán verde y porta un cetro flordelisado. En la mano derecha sostiene de
manera ostentadora una gran pepita de oro. Sobre la cabeza lleva una corona
dorada.

-44-
En el Atlas Catalán, Musa es representado como un negroafricano, hecho
que no ocurría en el mapa de Dulcert. A lo largo de los años, la representación
del mansa de Mali verá como su tez va perdiendo color y ganando palidez.
Al lado de Musa una leyenda reza: « Este señor negro es llamado Muza
Melly, señor de los negros de Guinea. Este es el rey más rico y más noble
señor de toda esta región, por la abundancia en oro, que fertiliza su tierra». El
nombre Guinea es tal vez una deformación de Ghana, el imperio que precedió
a Mali como poder hegemónico en el Sudán Occidental. Para resaltar aún más
la condición de soberano poderoso, Musa se sienta en el trono con la misma
majestuosidad que el emperador romano representado en la Tábula
Peutingeriana, con las mismas insignias reales, los mismos atributos reales en
las manos…la misma actitud en general. Sólo el caftán, los cojines del trono y
la mención que comenta la imagen muestra que se trata de un soberano
musulmán del África negra (además de ser negro).
- Rey de Organa:
Éste rey se encuentra al este de Mali. Se sienta sobre un cojín, no sobre
trono. En la mano derecha sostiene una enorme cimitarra y un escudo con
una media luna. Es un hombre blanco, barbudo y porta turbante. Su ropa es
de color azul índigo. La mención que acompaña la imagen habla del rey como
un árabe hombre de guerra. Tal vez corresponde a Wargla (Ouargla).
- El rey de Nubia:
Aparece sentado sobre un sitio con un traje verde muy amplio. En la mano
derecha sostiene un cetro o lanza. Lleva turbante y es barbudo y blanco. La
mención que acompaña la imagen indica que es un soberano musulmán y
príncipe oriental, además de un hombre de guerra.
- El Solda de Babillonia (Egipto):
Está sentado a la oriental. Hay un pájaro verde bajo su brazo, al cual
alimenta. Lleva turbante y la mención habla de un soberano árabe poderoso
pero pacífico.

-45-
Entre el rey de Organa y Nubia aparece un elefante que es más pequeño
que sendos soberanos.
El Atlas catalán presenta también una gran riqueza y variedad en las
significaciones que da a la figuración simbólica de las ciudades: Tacorom
(Takrur), Dorgana (Wargla/Ouarla), Sudam (Sudán), Tenbuch (Tombuctú),
Sigilmessa (Sigilmasa)…El conocimiento de estas ciudades muestra que los
europeos conocían su importancia en el curso de las pistas caravaneras y el
comercio del oro.
Estas ciudades del Sudán Occidental son diferentes a las representadas en
los territorios del Preste Juan, por la presencia del cristianismo.
Sigilmessa es representada como una ciudad caravanera, constituyendo la
puerta occidental del Sáhara. Es representada como una isla en el desierto,
herencia de las descripciones árabes. Tenbuch, por su parte, observa como a
su derecha se sitúa un edificio sin contorno con una techumbre que evoca las
tejas. Contrasta netamente sobre las otras ciudades. Es representada también
según el testimonio de Ibn Battuta.
El sur de África no está representado. Mientras tanto, como es habitual en
la cartografía mallorquina, la cordillera del Atlas es representada como una
pata de gallo.
Para acabar, en el Sáhara se dibuja un lago en el centro, un error tradicional
desde la cartografía medieval. Por otra parte, también aparece un tuareg
montando un camello.

Contexto histórico
Tras el desmembramiento de Ghana se abrió un período de luchas,
enfrentamientos y problemas sociales. Mientras tanto, el Islam iba penetrando
en las ciudades y villas mercantiles. Este período intermedio entre el declinar
de Ghana y el alzamiento de Mali fue un tiempo de cambios sociales en los
que se dieron grandes movimientos de poblaciones, provocados por las
guerras y por la sequía que comportó el empeoramiento del clima en el Sahel.

-46-
Todo esto fue preparando una remodelación del paisaje político que se
iniciaría tras la victoria de Sunyata Keita.
El enfrentamiento entre los Sosso y los habitantes del Mandé (en la
cuenca alta del Níger, entre Kangaba y Siguiri) es el último episodio de las
luchas por la hegemonía tras el desmembramiento de Ghana. En la batalla de
Kirina (localidad difícil de situar, tal vez se encontrara entre Bamako y
Kangaba, en la orilla izquierda del Níger) de 1235 se decidió la suerte del
Sudán Occidental. En ella se enfrentaron dos fuerzas bien representadas por
sus respectivos líderes. Por un lado, Sumaoro Kanté, soberano del reino
Sosso, cuyo origen eran clanes herreros de religión tradicional africana. Su
expansionismo le había llevado a proclamarse rey legítimo del Mandé por
derecho de conquista. Ante él, Sunyata Keita, al frente de una coalición
malinké, que representaba la voluntad de liberación de todo un pueblo. El
ejército de éste último alcanzó una movilización sin precedentes.
La victoria de Sunyata supuso el inicio de una remodelación política de
la zona que tendió a favorecer los intercambios comerciales con el mundo
islámico, hecho que favoreció el desarrollo del Imperio surgido tras la batalla.
Tras Kirina, Sunyata inició la conquista de los territorios occidentales,
delegando las expediciones en generales de confianza: Tiramaghan Traoré se
encargó de conquistar los territorios senegambianos mientras Fakoli Kuruma,
por su parte, sometió las regiones del sur, que confinan con el bosque, y
conquistó el alto Senegal. No fue hasta después de la conquista de Senegambia
cuando Sunyata sería proclamado Mansa. En 1240, reunidos en Kurukan
Fuga, los jefes le concedieron a Sunyata el título de Mansa (soberano
supremo). En esa asamblea se sentaron las bases de la organización
administrativa por la que se regiría el Imperio en los siguientes siglos.
Las conquistas de Sunyata lo llevaron a controlar una extensión de
territorio en la que se incluían los principales centros auríferos de la región
(Buré, Bambuk…).

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Durante su reinado (1235-1255), se produjo una expansión de la lengua
y cultura malinké por todo el oeste africano. Además, las relaciones con el
Magreb se intensificaron y los circuitos comerciales transaharianos
comenzaron a vertebrar el Imperio. Entre sus acciones destacaron también el
cambio de su capital a Niani (antes situada en Kangaba), la introducción o el
desarrollo del cultivo del algodón, el cacahuete y la papaya, y la cría del ganado
en unas regiones principalmente agrícolas. Asimismo, llevó a cabo una
especialización militar que haría posible el despliegue de una amplía estrategia
militar. Por último, también destaca la introducción de todo un cuerpo legal
que se ocupaba de los derechos y deberes de todos los clanes del imperio.
Algunas tradiciones han revelado que Sunyata abolió la esclavitud en su
país y en las zonas que éste controlaba. Incluso señalan que fue este hecho lo
que verdaderamente le confirió al fundador del imperio su prestigio y
dignidad. Wâ Kamissoko incluso llega a afirmar que fue la venta de esclavos lo
que había originado los problemas en el seno del Mandé que precedieron a la
entronización de Sunyata. Cuando a Sunyata le ofrecieron la mansaya
(Autoridad legítima, cuyo origen es noble, i aceptada de forma consensuada
por la población) él mismo puso como condición para aceptar el final de la
esclavitud en su territorio.

Tras la muerte de Sunyata, su hijo, Mansa Ulé, se hizo con el poder


(rompiendo el principio de sucesión colateral, de hermano a hermano) y reinó
desde 1250 hasta 1270. Fue un monarca pío que realizó la peregrinación a la
Meca. Conservó la cohesión en el ejército y sus generales prosiguieron las
conquistas iniciadas por su padre. Se apoderó de Takrur y consolidó las
conquistas de Tiramaghan en Senegambia, convirtiendo a estas regiones en
colonias de asentamiento.

-48-
Al reinado de Ulé le siguieron tiempos convulsos. Las intrigas
palaciegas dieron lugar a problemas sucesorios que no finalizaron hasta 1285.
En esa fecha, Sakura, un esclavo liberto de la familia real (Keita) llegó al trono.
Durante un tiempo se habló de él como usurpador, sin embargo, actualmente,
se admite que su figura salvó al imperio de la peligrosa deriva que estaban
tomando los acontecimientos. Ante el vacío de poder, fueron los propios
miembros del clan Keita quienes recurrieron a Sakura que, a su vez, era el
comandante en jefe del ejército. «En su condición de esclavo, Sakura era un
individuo socialmente desarraigado y funcionalmente disponible, de modo que
la dinastía Keita se sirvió de él para frenar las ambiciones del resto de clanes
aristocráticos mientras, en su seno, se preparaba a un pretendiente propio que
dispusiera del consenso de todas las facciones Keita». Sakura no solo devolvió
la tranquilidad al imperio, sino que además amplió su territorio mediante
sucesivas conquistas tanto al este, donde tomó la ciudad de Gao, como hacia
el oeste. Parece que fue también durante su reinado cuando la ciudad de
Tombuctú entró en la órbita del imperio. También sometió a las tribus
tuaregs. Esta expansión atrajo aún más a las caravanas comerciales hacia el
centro de Mali.
Cuando regresaba de su peregrinaje a la Meca, Sakura fue asesinado y
substituido por un príncipe Keita casado con su hija. Sin duda, había
cumplido su cometido.

Entre 1303 y 1307 transcurrió el reinado de Abúbakar II, sobrino de


Sunyata. Este mansa fue famoso por su doble intento de exploración del
océano Atlántico.

El siguiente mansa, Mansa o Kanku Musa (1307-1332) fue el más


célebre del imperio de Mali. Durante esos años Mali vivió su apogeo, fueron
tiempos de gran equilibrio. Las tradiciones no mencionan guerra alguna. En

-49-
primer lugar consolidó lo conseguido por sus predecesores e hizo respetar la
autoridad central. A través de su general Saran Manjan, afirmó su autoridad en
el valle del Níger hasta Gao y en el Sahel (sometió a los grupos nómadas
bereberes), preparando de esa manera la posterior peregrinación del mansa. El
territorio del imperio tardaba en cruzarse a pie un año, llegaba desde el Sahel
hasta el bosque guineano, y de este a oeste desde el Atlántico hasta tierras
Hausa.
Su peregrinaje tuvo lugar en 1325, cien años después de la batalla de
Kirina. Lo acompañó una comitiva de miles de seguidores, cargados de dos
toneladas de oro en barra o polvo. En su paso por el Cairo asombró a sus
gentes. La dignidad del mansa y su generosidad provocó un descenso del valor
del oro y el curso oficial del metal amarillo quedó a la baja durante unos años.
Del Cairo retornó con el famoso arquitecto granadino Es-Sáheli, quién
posteriormente construyó la mezquita de Gao, la mezquita Djinguereber y un
palacio real (Madugu en malinké) en Tombuctú, además de un espléndido
salón de audiencias en la corte del soberano en Niani. Se dice que con Kanku
Musa nació el estilo sudanés de construcción. En su paso por Gao, el
emperador se llevó consigo a dos príncipes songhay como rehenes.
Tras su viaje, Egipto, el Magreb, Portugal y las ciudades mercantes
italianas se interesaron cada vez más por Mali. El imperio se hizo
especialmente célebre en el mundo árabe y la figura de Musa quedó plasmada
en los mapas europeos como los de Dulcert en 1339 y el Atlás Catalán de
1375. Su reinado contribuyó al mito del oro sudanés, que alimentaría el
Mediterráneo durante gran parte de los años venideros y avivaría la codicia de
marroquíes y portugueses, cuyas consecuencias se harían notar a partir del
siguiente siglo.
Kanku Musa fue un hombre culto, sabía hablar y escribir en árabe y
fue un auténtico mecenas y amigo de las bellas artes. A su alrededor atrajo a
juristas magrebíes. Fundó escuelas coránicas y dio impulso a las ciudades que

-50-
más tarde serían centros intelectuales de magnitud mundial (Djenné,
Tombuctú…). Pese a ser un ferviente musulmán (con las particularidades del
islam negroafricano que ello conlleva), jamás intentó imponer su religión a la
población de su imperio. La masa campesina se mantuvo aferrada a sus
religiones africanas, sin que ello entrara en conflicto con unas élites más
islamizadas. La tolerancia, pues, fue algo habitual en el Imperio de Mali.

El hijo de Musa, Maghan, reinó cuatro años (1332-1336) y presenció el


saqueo por parte de los mossi de la ciudad de Tombuctú, además de dejar
evadirse a los dos prínceps rehenes de Gao.

Tras Maghan, el hermano de Musa tomó las riendas del Imperio.


Suleymán gobernó de 1336 a 1359. Enderezó las finanzas del país y
restableció la autoridad sobre las provincias orientales periféricas y sobre el
jefe tuareg de Takkeda, que reconoció la soberanía de Mali. Suleymán
mantuvo la grandeza y esplendor del imperio, atrajo a sabios y jurisconsultos
de rito malekí. En 1352, el famoso viajero Ibn Battuta habitó en Niani durante
9 meses.

Tras Suleymán, se iniciaron una serie de disputas entre facciones


partidarias de los descendientes de Kanku Musa y del propio Suleymán.
Finalmente fue su hijo quien gobernó. Tan sólo se mantuvo un año en el
poder, hasta que Sunyata II ocupó su lugar. Durante su reinado (1360-1374),
gobernó despóticamente y derrochó en demasía, acusando tal abuso las arcas
imperiales. Fue apartado del poder debido a la enfermedad del sueño. Su hijo,
Musa II (1374-1387) gobernó sin energía, delegando las funciones de estado a
uno de sus generales, quien dominó una sublevación en Takkeda y dirigió
campañas hacia Bornú.

-51-
Las intrigas palaciegas enturbiaron el final del siglo XIV, Maghan II y
Maghan III fueron los últimos mansa que Ibn Jaldún nos dio a conocer.

Estructura social, política y administrativa


No podemos hablar de la administración del imperio sin referirnos
primero a cómo estaba compuesta su sociedad.
Tras la victoria de Kirina y sus posteriores conquistas, Sunyata y sus
aliados se reunieron en Kurukan Fuga. Ahí fue proclamado mansa y en ese
preciso lugar, escenario desde entonces de un hito legendario, se proclamó la
conocida como Charte du Mandé. Se trataba de una suerte de constitución que
recogía en sus versos (pues literalmente fue cantada) algunos de los principios
por los que se regiría la sociedad maliense desde entonces. La carta definió las
reglas por las que se regiría la vida en comunidad. Los puntos básicos fueron:
el respeto de los derechos de la persona humana, la igualdad entre sexos, la
defensa del medioambiente y la prevención de conflictos. Vemos la
sorprendente actualidad de esos conceptos, unas disposiciones cuyo recuerdo
ha contribuido a engrandecer la figura del fundador del imperio. Según Niane,
«las leyes de Kurukan Fuga tendían esencialmente a dar una nueva base a una
sociedad sacudida por las guerras y las disensiones, restaurando la justicia y la
paz en la sociedad. Algunas de estas leyes están en vigor aún hoy en día».
En el amanecer del Imperio, por lo tanto, Sunyata y sus aliados
dividieron la sociedad en 30 clanes o castas. Dieciséis clanes de hombres
libres, cinco de artesanos, cuatro de guerreros y cinco de morabitos. Esta
estructura contribuyó a dibujar el mapa social del África occidental
precolonial. Se fijaron los derechos y deberes de cada clan. Al codificar el
sistema de clanes con oficio, Sunyata hizo que las profesiones se hicieran
hereditarias. En adelante, el hijo debía practicar el oficio del padre,
singularmente en el seno de los cuatro clanes o castas de oficio.

-52-
La figura del mansa se hallaba en el centro de todo el entramado
administrativo. Estaba rodeado de altos dignatarios y funcionarios elegidos
entre los descendientes de los compañeros de Sunyata o de la propia familia
real.
El dugu (aldea) era la base del edificio político. Varios dugu bajo la
autoridad de un jefe formaban un kafu (especie de provincia).

En torno al mansa existía un consejo, formado por las aristocracias


militares y políticas.
Desde tiempos de Sunyata, la corte fue dinámica y bulliciosa. En ella
encontramos multitud de consejeros, no sólo malinké, sino también árabes y
musulmanes (en su mayoría juristas).
Redactar un listado de los diferentes cargos que existían en la corte es
una tarea casi quimérica. La administración de Mali no dejó documentos
escritos. Los griots, bien conocidos, actuaban como una suerte de cancillería,
con ellos dejar constancia escrita no era necesario. Por esta razón, muchos de
los cargos los conocemos a través de lo que sabemos sobre el imperio de Gao
o Songhay, cuyas estructuras administrativas parecen haberse inspirado en las
de Mali. De este modo, algunos de los funcionarios conocidos durante el
apogeo de Gao eran supervivencias de la antigua administración maliense en
sus provincias orientales.

En cuanto a la administración, todos los autores coinciden en señalar


que en Mali funcionó un sistema muy descentralizado, hasta el punto
catalogarlo como una especie de confederación. Podría decirse que en el
imperio existían tres tipos de unidades administrativas: las provincias, los
reinos conquistados y los reinos vasallos (en las zonas más periféricas).

-53-
En cada provincia había un gobernador llamado dyamani tigui o farin. En
ellas estaban comprendidos los dugu y los kafu. En cada dugu había una
autoridad bicéfala: por un lado, estaba el jefe religioso de la tierra y, por el
otro, un jefe político.
El kanfari, especie de vice-emperador o lugarteniente general, era el
encargado de controlar a los farin.
La antigua provincia del Manding, núcleo original del imperio, era
administrada directamente por el mansa. En las provincias limítrofes, como
Konkodougou o Kita, los hermanos menores eran hereditariamente
gobernadores.
Las provincias extremo-occidentales (prolongación del viejo Manding)
estaban pobladas casi en su totalidad por malinkés (Keita, Kondé, Sissoko…).
Las divisiones administrativas de estas provincias son bien conocidas gracias a
los primeros navegantes.
Las provincias orientales del Níger Medio se perdieron en el siglo XV,
cuando pasaron a la órbita del pujante imperio Songhay.

Los reinos vasallos conservaban a sus líderes tradicionales. Al ser


periféricos, la figura del farin actuaba como una especie de ministro residente.
Él era quien investía al jefe local, supervisaba su actuación, recogía tributos y
reclutaba tropas en tiempos de guerra. En el este se encontraba Gao
(conquistado en 1324), en el oeste Diara, Takrur y Jolof.
Los hijos de los soberanos eran enviados a la corte imperial, donde
crecían y eran educados. Este era un medio de persuasión a posibles tentativas
de sedición por parte de sus padres.

Por último, en la periferia del imperio también hallamos una serie de


reinos subordinados que reconocían la hegemonía del mansa pero no se
hallaban unidos al centro del imperio. Eran una especie de protectorados cuya

-54-
adhesión y adherencia al poder central estaba en función del vigor de éste
último. Entre estos reinos destacan Mema (cuyo soberano acogió a Sunyata en
el exilio) y Ghana.

El Imperio, además, estaba dividido en dos grandes regiones militares.


Había un general para la parte meridional (Sanqar-Zouma) y otro para la
septentrional (Faran-Sourâ). Bajo sus órdenes tenían a capitanes (caïds) y
numerosas tropas. En el norte se controlaba el Sahel y las rutas comerciales
que por ahí discurrían, en el sur se hacía lo propio en el bosque guineano.
No había ejército permanente, pero sí alguna guarnición en lugares
concretos. Aquellos que pertenecían a la casta de los “portadores de carcaj” se
preparaban desde la infancia para ser buenos guerreros y cazadores. Por otra
parte, los hombres libres debían estar preparados para las levas en masa. Los
esclavos no iban a la guerra.
El mansa era el jefe supremo del ejército pero delegaba en
lugartenientes el mando efectivo (eran miembros de la familia imperial o
aliados de ésta como los Kondé, Koroma o Sissoko).
Las cifras que nos han legado los autores árabes, quizás exageradas,
corresponden en su mayoría a lo observado por los portugueses: el ejército de
Mali lo formarían unos 100.000 combatientes, de los cuales 40.000 eran
caballería.

La organización provincial sencilla, consistente en un encuadramiento


de los jefes locales, aseguró a Mali una gran estabilidad. En esta notable
flexibilidad se halló su éxito. La seguridad de los bienes y personas estaba
garantizada por una política eficaz y por un ejército que siguió siendo
invencible durante mucho tiempo.

-55-
Concepción del poder y religión
No podemos ver al mansa de Mali como a un rey prototípico
de la Edad Media europea. La concepción africana del poder dista mucho de
la occidental. El mansa no tiene un papel meramente administrativo o
despótico, era un personaje divinizado y sometido a un complejo ceremonial y
a unas obligaciones bien definidas e ineludibles. Era la expresión viva de todas
las fuerzas vitales del país y del pueblo. Esta divinización monárquica, cuyas
raíces las encontramos en el Neolítico sahariano, difundiéndose más tarde
muchos elementos a Kémit (Antiguo Egipto), no era un capricho despótico
como pudiera parecer a ojos occidentales. Se trataba, realmente, de la tradición
milenaria africana que busca que todo poder humano sea vehículo y motor de
la sociedad y de la naturaleza. Este poder estaba impregnado de animismo y el
rey (mansa) tenía que ser maestro de magia, desencadenante de lluvia y
vigorizador del pueblo y las tierras. Era el garante de la buena marcha de la
sociedad. En palabras de Iniesta «la ostentación de su riqueza formaba parte
de la exigencia popular, porque su grandeza era la de sus vasallos, pero
precisamente por eso el rey divino es un redistribuidor, no solamente
ideológico sino práctico con donaciones generosas de miles de cenas, de sacos
de cereales o de frecuentes inmunidades tributarias y donaciones al culto».
Este carácter de dioses vivientes suponía una amenaza de
muerte en caso de decrepitud o enfermedad, situaciones ambas que acababan
con el cambio de mansa. El mansa, representante de una ambivalencia derivada
de sus fuerzas, era protección y amenaza al mismo tiempo. Su pertenencia e
inherente imbricación en las fuerzas naturales hacía de la mansaya una fuerza
cósmica vital para la sociedad, cuyo buen funcionamiento dependía en
muchos sentidos de su soberano y de cómo este lograra catalizar dichas
fuerzas en provecho de la colectividad.
Estos atributos, comunes en la mayoría de reinos africanos de
época clásica y aún hoy presentes en algunos lugares del continente, no

-56-
significaban un rechazo a otras religiones. El islam fue acogido por las élites
mientras el grueso de la población seguía fiel a sus concepciones tradicionales.
Niane habla de un verdadero sincretismo animismo-islam en el Sudán
Occidental, sin embargo, parece que ese sincretismo quedó más en las capas
superiores de una sociedad cuyas tradiciones seguían muy vivas. A partir de
los relatos de los viajeros árabes que conocieron la corte de Niani, como Ibn
Battuta, advertimos que el islam que se ejercía en Mali no era muy profundo o,
más bien, era un islam profundamente negroafricano que no cambió (al
menos no profundamente) el comportamiento social. Wâ Kamissoko nos dice
que en la cuna del Imperio, en el Mandé, raros fueron los dominios en los que
el islam había aportado cambios reales.
En ambos lados de la sociedad, el de las élites y el del grueso
de la población, no existió animosidad frente al islam. El pueblo podía aceptar
que su soberano fuera musulmán como un aspecto más de potencia mágica,
pero en ningún caso la renuncia al sistema ancestral de creencias y
producción. Los mansa jamás presionaron a su población para lograr la
conversión. En su paso por el Cairo, Mansa Musa había intentado justificar su
tolerancia con los súbditos paganos de las cuencas auríferas aduciendo que
toda tentativa de conversión habría derivado en deterioro de las tierras y en el
agotamiento del oro. Mostraba así la imposibilidad del poder para imponer un
nuevo orden en la cosmovisión y en los equilibrios sociales. La posibilidad de
una defección social ante una conversión forzada es más que evidente. Frente
a la presumible devoción islámica de los mansa a través de sus habituales
peregrinaciones, encontramos un protocolo en la corte de Niani que
continuaba siendo pagano antes los ojos de un escandalizado Ibn Battuta.
Esta ambigüedad, común a todos los soberanos sudaneses
islamizados, era debida a su incómoda posición entre sus bases autóctonas y
sus crecientes relaciones con Dar al-Islam.

-57-
En conclusión, el Islam, asumido por los grupos dirigentes,
fue respetado por el pueblo pagano como un nuevo atributo de la mansaya.
Fue en el ámbito económico donde el islam incidió más en la población.

Economía y comercio
Pese a la notable actividad comercial desplegada y a la abundancia de
oro, las bases de la economía del Imperio de Malí fueron esencialmente
agrícolas y ganaderas. Ibn Battuta nos habla de la abundancia de víveres que
existían en la región. Esta riqueza agrícola permitía al mansa mantener el
ejército y ofrecer frecuentes banquetes al pueblo.
En cuanto a la ganadería, se intuye que fueron los fulbé quienes
contribuyeron a extenderla. Estos grupos, inicialmente nómadas, se
sedenterizaron en las zonas de Jolof, Takrur y en el propio Mandé.
La pesca correspondía sobre todo a grupos especializados (somonos,
bozos y sorkos) quienes proveían el pescado que, ahumado o secado,
circulaba por todo el imperio mediante el comercio interior.
Quienes hacían labores artesanales eran los hombres de casta como los
herreros y los zapateros. El trabajo del oro y otros metales preciosos suponía
un honor. Todas las castas de artesanos estaban obligadas a respetar la
endogamia. El oficio, de esta manera, se transmitía de generación en
generación. Las castas también tenían derechos muy concretos; ni el
emperador, ni los nobles ni los hombres libres debían exigirles más de lo que
señalaba la costumbre como prestación.

Bajo la hegemonía mandinga, las relaciones comerciales del Sudán se


intensificaron con Tripolitania y Egipto. Djenné y Tombuctú, desde entonces,
se tornaron en etapas indispensables al tiempo que se transformaban en
centros comerciales de primera importancia. En este aspecto, el islam le
facilitó al estado un soporte exterior ideológico y económico. El grueso del

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comercio transahariano se realizaba con oro. No se conocen emisiones
monetarias durante el imperio de Mali. Según Niane, «los emperadores jamás
buscaron atesorar sistemáticamente el metal precioso por las necesidades
monetarias». Este oro era cambiado por productos del Magreb. Mali
controlaba zonas productoras del metal aurífero: Galam, Bambuk, Buré y
Bitu. Este oro fue el que alimentó la vitalización monetaria árabe del siglo
XIII.
Los intercambios interiores se realizaban mediante el trueque o la sal, que
resultó ser la moneda efectiva en los pequeños intercambios al tratarse de un
producto raro. En el este, en Gao, el cauri (concha de un molusco del océano
índico) predominaba sobre la sal. Sin embargo, su expansión fue limitada
hasta la llegada de los portugueses. Ibn Battuta también habla del cobre como
moneda. Éste seguramente era utilizado para las transacciones con el bosque
meridional.
Sin embargo, el trueque parece imponerse como sistema dominante. La
sabana ofrecía sal, peces y cobre, y lo intercambiaban por cola, aceite de palma
y oro. Las nueces de cola, producto muy apreciado en toda el África
occidental, fueron, por lo tanto, monopolio del imperio. Este comercio norte-
sur, estuvo caracterizado por la infiltración de los comerciantes malinkés
(diula) en el sur, actuando como portadores de la fe islámica por su contacto
con los comerciantes árabes y magrebíes y como difusores de la cultura
mandinga.
En el comercio exterior, a través de las riquísimas rutas transaharianas,
el oro era intercambiado por tejidos, alfombras, sal y todo tipo de
manufacturas.
El mansa poseía el monopolio de las pepitas de oro. Seguramente no las
acaparaba para impedir la circulación del oro, sino por razones mágicas o de
ostentación. Por otra parte, la manera dispersa de obtenerlo en los cursos de
los ríos y por los pozos en la estación seca no permitía un control estricto de

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los productores ni de las condiciones de extracción, y el poder se reservaba
simplemente el monopolio de la exportación por tasas.
Respecto a los impuestos, el estado ejercía una presión muy leve sobre
los excedentes agropecuarios y por ello se optó por el monopolio de los
intercambios comerciales o militares con el exterior a partir de tasas de
exportación e importación de determinados productos. En este sentido,
Iniesta nos dice que «los emperadores malienses mantenían sus tropas
únicamente con el impuesto en grano obtenido de los pueblos y estados
vasallos, sosso, soninké, bereberes y songhay. En ningún momento la
exigencia fue suficientemente desmesurada para hacer estallar revueltas contra
el poder-policía del estado malinké. El excedente obtenido por el rey y los
nobles no permitía una fastuosidad oriental, pero las tasas sobre los productos
de importación y exportación daban a la nobleza los réditos necesarios para
reforzar su prestigio, mejorar su armamento y disponer de una caballería
decisiva en los combates».
Por lo tanto, Mali, como estado sudanés, asumía la defensa territorial, la
seguridad de los caminos, las facilidades en las transacciones comerciales, pero
su papel no iba más allá de una eficaz policía. El estado se reforzaba a través
de la guerra y la incorporación de nuevos grupos humanos que permitían
mantener el estado sin la necesidad de aumentar la presión tributaria inicial
(una parte, aunque simbólica, de las cosechas). La pérdida de territorios y, por
ende, de grupos humanos, fragilizaba al estado pero no lo empujaba a una
presión impositiva mayor.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- REY PASTOR, Julio y GARCÍA CAMARERO, Ernesto, La cartografía
mallorquina, Madrid: Departamento de historia y filosofía de la ciencia.
Instituto Luis Vives, 1960

-60-
- KRETSCHMER, Honrad, Els portolans de l’edat mitjana: una contribució a
la història de la cartografia i la nàutica, Barcelona: Institut Cartogràfic de
Catalunya, 2009
- HERNANDO, Agustín [et al.], Cartografia mallorquina, Barcelona:
Diputació de Barcelona, 1995
- [Organiza: Internacional Cartographic Association] [Proyecto y
selección de obras expuests: Servicio Geográfico del Ejército] Exposición
de cartografía mallorquina: Eucarto VIII, Madrid: Servicio Geográfico del
Ejército, 1900
- PUJADES I BATALLER, Ramon J., Les cartes portolanes: la representació
medieval d’una mar solcada, Barcelona: Institut Cartogràfic de Catalunya,
2007
Reproducciones del Atlas:
- CRESQUES, Abraham/ VERNET, Juan, Atlas Catalán de 1375
[Material cartogràfic] tradicionalmente atribuido a Abraham o Jafuda Cresques,
Barcelona: s/n, 1961
- CRESQUES, Abraham/ CHARLESTON, B. M, Mapamundi : the
Catalan atlas of the year 1375 / edited and with commentary by
Georges Grosjean, Zurich: Urs Graf, 1978
- CRESQUES, Abraham, Mapamundi del año 1375 de Cresques Abraham I
Jafuda Cresques [material cartogràfic], Barcelona: Ebrisa, 1983.
- CRESQUES, Abraham, L’Atlas català, Barcelona: Diàfora, 1975
- BOSCH, Alfred, L’atles furtiu, Barcelona: Columna, 1998

Enlaces de interés:
- El Atlas Catalán en la web de la Biblioteca Nacional de París:
http://expositions.bnf.fr/ciel/catalan/index.htm
- Detalles del Atlas:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Catalan_Atlas

-61-
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Catalan_Atlas_reproduction
- Símbolos y banderas del Atlas:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Symbols_and_flags_from_the
_Catalan_Atlas

-62-
6. KANGNIDO

Fuente: Wikimedia Commons


Mapa 6
Título: Honil Gangni Yeokdae Gukdo Ji Do (Kangnido)
Autor: Gim Sa-Hyeong (김사형:金士衡), Li Mu (이무:李茂) y Li Hoi
(이회).
Año original: 1402
Medidas: 158 x 163 cm (copia en Ryukoku University)/ 220 x 280 cm (copia
descubierta en el templo de Shimbara, en Nagasaki)
Localización primera copia descubierta: Ryukoku University (Japón)

Características e información de interés


Se trata de un mapa coreano hecho a partir de informes chinos. Representa la
totalidad del mundo conocido por los asiáticos en aquella época (siglo XV). El
Imperio chino, Corea y Japón se encuentran representados con gran detalle,
pese a que los tamaños relativos y las posiciones no sean tan precisas: China y
Corea son de gran tamaño y el Sudeste Asiático y la India se encuentran
acorraladas por el territorio.
En el Oeste, la Península Arábiga, África y Europa se encuentran
perfiladas claramente, aunque los continentes se muestran en un tamaño más
pequeño que el real.

África en el mapa
Pese a que los continentes presentan unas proporciones que no se
corresponden con la realidad, el contorno africano está claramente delineado.
El conocimiento de dicho contorno indica indudablemente exploraciones
anteriores a las de Vasco de Gama. La punta sur de África, por ejemplo, está
claramente representada. En ella se representa un río que puede corresponder
al río Orange de Sudáfrica.
En el centro del continente, allí donde el conocimiento asiático se
desvanecía, sitúan una masa oscura inexplorada, sin los adornos estrambóticos

-64-
a los que acostumbraban a recurrir los mapas europeos medievales. Más allá
de este vacío se encuentra representado el faro de Alejandría mediante una
pagoda.
En el mapa hay alrededor de 35 nombres de lugares africanos, la
mayoría de los cuales se sitúan en el área mediterránea. Palabras árabes como
Misr (Cairo) o Maqdashaw (Mogadisho) son transcritas al chino. Por lo tanto,
muchas de las transcripctiones chinas de los topónimos provienen de
orignales árabes persinizados.

Contexto histórico
El Océano Índico siempre fue un lugar de fuerte dinamismo en los
intercambios. Desde fechas tempranas, comerciantes sudarábigos, persas o
indios lo navegaron en busca de productos del África oriental.
La fraternidad musulmana que se creó en el Índico facilitó la conexión
de los puertos pérsicos y arábicos con la lejana China, valiéndose del monzón
de invierno hasta Insulindia y el sur chino, donde pasaban el verano, y
volviendo con el nuevo monzón septentrional en sólo un año y medio. En el
año 671 se establecieron en Kwantung (Cantón) los primeros mercaderes
musulmanes.
Paralelamente a las migraciones de musulmanes persas y a los últimos
desplazamientos transoceánicos malayos, llegaron a toda la costa oriental
africana y a ciertas regiones intereriores, como Zimbabwe, monedas mongoles
y porcelanas exportadas desde el Pacífico chino. En Pate, ya a mitades del
siglo XIV, encontramos porcelanas azules chinas. Los puertos de África
oriental conformaron, pues, una red pluricontinental que unía Asia con su
occidente, pasando por Madagascar y el Mar Rojo. La porcelana china llegó
incluso a ser adoptada como moneda de cambio, pero su importancia fue
menor que la de los cauris (un tipo de molusco del Índico).

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Estas mercancías del Extremo Oriente correspondían a la última fase
de los Khan, cuando trataron de penetrar comercialmente en el Índico;
embajadores mongoles fueron a Madagascar, mientras Marco Polo pasó nueve
meses en Ormuz en misión para el Khan. Porcelanas de éste período
adornaron las kiblas de las mezquitas malgaches y de Kilwa.
Era época en la que Chau Ju Kwa, geógrafo de la corte mongol, escribía
su Descripción de los pueblos bárbaros, donde ya hablaba de Mogadiscio, Pemba,
Zanzíbar y de Madagascar, mucho antes de la relación realizada por Marco
Polo.

Los chinos no intervinieron directamente hasta a partir del siglo XV.


Hasta entonces, los navieros mercantes chinos no pasaron del suroeste del
archipiélago de Java y Sumatra.
Después del derrocamiento de los mongoles por los Ming, una vez
consolidados éstos, la segunda dinastía con Yong-lo inició una activa política
transoceánica y abierta a los países costeros de todo el Índico. El emperador
Ming mandó construir 2.000 juncos de gran tonelaje y armó las primeras
expediciones hacia el mediodía. Con Yong-lo y los segundos Ming, siete
grandes expediciones llegaron a Indonesia y las cuatro últimas alcanzaron la
costa oriental africana después de pasar por puertos iranios, indios y
sudarábicos.
Cheng Ho, eunuco musulmán de la región de Yunnan, fue el famoso
almirante de estas siete expediciones que llevaban tripulaciones que oscilaban
entre los 17.000 y los 34.000 hombres. Los primeros tres viajes (1405 a 1415)
sirvieron para someter a vasallaje a los reinos malayos de Insulindia. La cuarta
expedición atracó en la bahía de Malindi, donde el sultán local regaló una jirafa
para el emperador chino, haciéndola acompañar de una embajada que volvería
en una nueva expedición transoceánica. El animal fue llamado el “caballo
celeste” y fue dibujada por los pintores y ceramistas chinos como ejemplo de

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armonía universal, siendo el único elemento africano que perduró en la
memoria popular.
De este modo, en 1415, 1421, 1424 y 1431, la costa este africana fue
recorrida por las embarcaciones de Cheng Ho, con relatos detallados hechos
por el oficial Fei Sin y el intérprete sudarábico Ma Huan. Según estos relatos,
Mogadiscio (Mu Ku) estaba rodeada de desierto a pesar de ser una rica ciudad
y Malindi (Ma Lin) era un centro mercantil activo. Todo el oro, además,
provenía de la región de Sofala. Los habitantes de todas estas escalas eran
negros.
Estos viajes, no obstante, se interrumpieron bruscamente y la
navegación transoceánica fue prohibida unas décadas después, los grandes
juncos fueron deshechos y muchos de los capitanes y pilotos de Cheng Ho
encarcelados, en lo que fue una fuerte reacción interna contra una
extroversión que se juzgó estéril.
Ni China en el siglo XV ni Portugal un siglo después lograron
militarmente obtener un control absoluto de los circuitos mercantiles (en el
primer caso es dudoso que esa fuera su intención), mucho más antiguos y
afirmados en unos hábitos a los cuales era necesario que los recién llegados se
adaptaran en parte. Esto es lo que los portugueses acabaron haciendo,
mientras que los chinos habían renunciado mucho antes, limitándose a
preservar la relación comercial y ligeramente tributaria con Malaca.

Así pues, vemos que ya en el siglo XIV China conocía la costa oriental
de África, mucho antes de la llegada de los portugueses.

Enlaces de interés
- Mapa:
http://www.geography.wisc.edu/histcart/v2-2display.gif

-67-
7. MAPAMUNDI CATALÁN ESTENSE

Fuente: www.henry-davis.com
Título: Mapamundi catalán estense
Autor: Pere Rosell
Año original: 1450-60
Medidas: 113 cm de diámetro
Localización: Biblioteca Estense, Módena, Italia

Características e información de interés


Se trata de una representación del mundo circular, donde el orbis terrarum está
rodeado por el océano. El mapa se inserta, estilística y culturalmente, dentro
de la familia de las cartas portulanas.
Es anónimo pero ha sido atribuido a Pere Rosell. Es posible que
existiera una cadena de aprendizaje que, desde Cresques hasta Rosell, ligaría a
los principales autores de mapamundis catalanes.
Destaca la acertada delineación de Europa y Asia y el conocimiento del
Sudán africano. Tiene muchas similitudes con el Atlas Catalán de 1375: gran
cantidad de leyendas, reyes, animales,… La nomenclatura de las leyendas está
mayoritariamente en catalán, pese a que también hay algunas en latín. Dichas
leyendas son muy similares en ambos mapas. Las regiones del norte de Asia y
Europa, fuera de los límites del Atlas Catalán, están significativamente poco
detalladas. La línea de costa del sur asiático presenta, sin embargo, algunas
diferencias (la península India, por ejemplo, es menos pronunciada).

África en el mapa
El mapa incluye toda África. El punto central no es Jerusalén, sino los
territorios dominados por el Preste Juan, en Abisinia (actual Etiopía) entre las
dos ramas del Nilo. África, que atraía más la atención de los cartógrafos a raíz
de las nuevas exploraciones, fue ampliada cruzando el ecuador y alcanzando
la costa del sur en relación a mapas precedentes.

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El área determinante es el África occidental. El mapa nombra Cabo
Verde, descubierto por Dias en 1444 y cuyo primer mapa se realizó en 1448.
Las islas de Cabo Verde no están sin embargo representadas. Más al sur,
pocos descubrimientos son evidentes en el Golfo de Guinea, donde el mapa
sitúa los Montes de la Luna, justo en la línea del ecuador. Desde estos
montes, cinco ríos nacen fluyendo hacia el norte, hasta un lago en el Nilo
occidental. Uno de ellos es el río de Oro, que puede asimilarse al sistema
Senegal-Níger, mal conocido hasta bien entrado el siglo XIX.
También se sitúa al rey de Malí, añadiendo a la habitual leyenda sobre
su riqueza en oro que era pobre en sal. Tanto la sal como el oro y su
importancia en el Sudán occidental son descritos por Al-Idrisi.
Destaca la larga extensión del Golfo de Guinea hacia el este, enlazado
aparentemente por un río al Oceano Índico, donde encontramos otro golfo al
sur del Cuerno de África.
El curso de las montañas del Atlas es muy similar al del Atlás catalán de
1375. Como en éste último, hay bastante información escrita respecto al
interior continental.
La influencia de la tradición cristiana medieval es esquivada
parcialmente en el mapa con elementos tales como el Preste Juan y la
representación de un paraíso terrenal, en lugar de las habituales
representaciones de todo tipo de animales y especies monstruosas.
Aunque embellecido con ciudades encastilladas, barcos y
representaciones de soberanos africanos, intenta proporcionar una imagen
actualizada del mundo y resolver el antiguo enigma del África incógnita.
Representa a muchos soberanos africanos. Su relación con el Atlás
Catalán, ya mencionada, se ve en muchas de las inscripciones, en catalán, que
son muy similares en ambos casos. Algunas son más completas y otra menos,
lo que sugiere que no se trata de una copia sino de la obtención de
información de fuentes comunes.

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África, en definitiva, ocupa la mayor parte de la mitad sur del mapa. El
continente acaba en un gran arco, conforme a la estructura circular del mapa,
y se extiende hacia el este para formar el límite meridional del Océano Índico.
Contiene media docena de monarcas, desde Musa al Preste Juan. Se
omite la representación de monstruos y el único animal que sale es un camello
y su conductor, siguiendo las rutas caravaneras hacia el mar. Las ciudades
saharianas que aparecen en el Atlas catalan también aparecen aquí: Siguilmese,
Tenbuch, Tagort, Buda y Melli.
Las azores, canarias y madeira también se muestran. Mientras, en la
costa oriental se muestran diversas islas.

Contexto histórico
En este mapa destaca la referencia al Preste Juan, cerca del paraíso terrenal, en
lo que sería el África oriental. Pero, ¿quién era el Preste Juan? ¿Existía
realmente? ¿Cuál fue el origen de la leyenda?
En el año 1165, Manuel Comneno y Luis VII de Francia recibieron una
carta del Preste Juan en la que se definía a sí mismo como «el rey
todopoderoso sobre todos los reyes cristianos». La carta describía las
maravillas del país de éste monarca cristiano. Eran tierras llenas de riquezas;
abundaban el oro y la plata, y también las piedras preciosas. Eran 42 los reyes
que obedecían a éste monarca en cuyo país había todo tipo de animales; desde
elefantes hasta los míticos grifos. El árbol de la vida y el paraíso terrenal
también se hallaban en su territorio.
En la carta, el Preste Juan, en una demostración de su grandeza y
omnipotencia, se mostraba en disposición de satisfacer los deseos de los reyes
de Bizancio y Francia, invitándolos a su país, donde los recibiría con la entrega
de regalos y grandes tierras.

-71-
La carta tuvo una repercusión tremenda en la cristiandad occidental.
Pese a estar redactada en griego, pronto circularon copias en latín y otras
lenguas.
Esta epístola tuvo precedentes que alimentaron la mente de los
contemporáneos. En 1145, el obispo de Antioquía había relatado que en
Oriente un rey cristiano se preparaba para atacar a los infieles, mientras que
más tarde diversos testimonios hablaban de un rey Juan, rey y preste, que
había guerreado contra los persas.
En definitiva, los europeos empezaron a buscar con ansia al mítico
monarca cristiano. Primero lo buscaron obstinadamente en Asia y, más tarde,
en África, donde acabó encarnándose en la figura del negus etíope.

Pero, ¿cuál es el origen de ésta carta? ¿Quién se encargó de redactarla?


La primera vez que encontramos el nombre del Preste Juan es a
mitades del siglo XII, en una crónica de Otto de Freisingen, medio-hermano
de Conrado III, emperador germano, y arzobispo de Maguncia. Según Marie-
Paule Caire-Jabinet, la carta fue fabricada en los despachos de la propaganda
imperial en vistas de “probar la superioridad del poder temporal de los
emperadores sobre el poder espiritual de los papas”, algo que era objeto de
gran debate en la época. Así, la carta describía una sociedad ideal en la que el
soberano ejercía las dos funciones (real y sacerdotal) con preeminencia del
poder real. Por lo tanto, la carta utilizaba la idea del Preste Juan en provecho
del poder imperial.

Sin embargo, esto no lo sabían los contemporáneos, quienes creyeron la


historia del Preste Juan. Para las gentes de los siglos XII-XIII era un príncipe
de Asia. Marco Polo, de retorno en 1295, lo asimiló al rey de los Keraït, en
rivalidad con Gengis Khan. En la misma época, Guillaume de Rubroek lo
identificaba con el rey de los turcos Nayman, en Mongolia.

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En el siglo XIV la leyenda pasó a África. A decir verdad, ya en el siglo
XII el papa Alejandro III había dirigido su mirada al continente. Envió una
carta a «Johanni illustri et magnifico Indorumregi».
Gracias al peregrinaje, el mundo latino no ignoraba que un monarca
cristiano reinaba en algún lugar al sur de Egipto pero como el acceso a tal
reino era casi imposible, por las dificultades que interponía el sultán egipcio, se
continuó buscando al Preste Juan en Asia.
Fue a principios del siglo XIV cuando el principado legendario del
Preste se identificó con Etiopía. El fin de las cruzadas había abierto una
coyuntura favorable: alrededor del Mar Rojo la circulación se hizo mucho más
fácil, a través de Jerusalén algunos etíopes llegaron a Europa, especialmente a
Venecia.
Giovani de Carignano, realizó un mapa del país del Preste Juan, siendo
el primero en colocar este país en Abisinia (en ese momento el rey abisinio era
Wedem-Arad).
En 1339, el mapa atribuido a Angelino Dulcert, de la escuela
mallorquina, situaba a los cristianos de Nubia y Etiopía bajo el mandato del
Preste Juan.
Poco a poco, las informaciones sobre Etiopía se fueron multiplicando
gracias a los emisarios, cada vez más numerosos, en despecho de los
obstáculos que ponían los egipcios, quienes temían una alianza de los etíopes
con los francos o los venecianos que comprometiera gravemente el
monopolio de su comercio con los países del Océano Índico.
En 1400, el rey de Inglaterra Enrique IV, dirigió una carta al preste
pidiéndole que «liberara el Santo Sepulcro de manos de los moros».
En 1402, una delegación etíope estuvo en Venecia, trayendo consigo a
dos leopardos y productos aromáticos como presentes. Cinco años más tarde,
cinco pelegrinos etíopes llegaron a Boloña.

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En 1427, el rey de Aragón, Alfonso V, recibió enviados del rey Yeshaq
(Isaac) de Etiopía que le proponía una alianza contra los musulmanes. Alfonso
dio una respuesta favorable y acordó enviar a Yeshaq una expedición y
artesanos, que nunca llegarían a su destinación. En relación a éste episodio,
Ki-Zerbo nos dice que Alfonso tuvo la intención de enviar una embajada para
negociar el casamiento de la infanta doña Juana con «Isaac, por la gracia de
dios Preste Juan, dueño de las Indias, poseedor de las Tablas [de la ley] del
Sinaí y del trono de David». La embajada debía pasar por Jerusalén y Arabia,
pero, como hace notar un escritor de la época: «el sultán de Egipto no permite
que ningún cristiano se dirija hacia la India por el mar Rojo ni por el río Nilo a
tierras del Preste Juan, por el miedo que tiene de que los cristianos lleguen a
un acuerdo con él para arrebatarle el dicho río». Un plan de éste tipo era una
vuelta a los ideales de cruzada; había sido facilitado por el notable desarrollo
de la cartografía gracias al impulso de escuelas célebres como la mallorquina.
Alrededor de 1440, por invitación del papa Eugenio IV, diversos curas
etíopes participaron en el Concilio celebrado en Florencia.
En 1459, Fra Mauro creaba un planisferio en el que una leyenda rezaba:
«El rey de Abisinia, llamado Preste Juan, tienen bajo su imperio muchos
reinos. […] Éste Señor, cuando va a la guerra, lleva consigo a un millón de
hombres». En estas descripciones aún vemos ecos de aquella carta de 1165.
En el mapamundi de Fra Mauro, conservado en la Marciana de Venecia,
frente al palacio de los Dogos, el mapa de Etiopía es la pieza clave.
En 1490, tres años después de que Bartolomé Dias cruzara el Cabo de
Buena Esperanza, otro portugués, Pero da Covilha llegó a Abisinia. Sin
embargo, la primera embajada portuguesa no llegaría hasta el año 1520,
permaneciendo seis años en el país. Fruto de esta estada apareció en 1540 el
relato de éste viaje, escrito por Francisco Alvares, capellán de la expedición,
bajo el título de “Verdadera Informaçam das terras do Preste Joam das

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Indias”. En este relato se describe el primer contacto real con el negus etíope,
en 1520 y que correspondía a Lebna-Dengel.
Algunos años más tarde, en 1529, en un lugar cercano a donde se
produjo el histórico encuentro, las tropas del negus sufrieron una gran
derrota, dando inicio a la devastación de Etiopía por parte del ejército de
Ahmad Ibn Ibrahim al-Ghazi, que asoló el territorio durante 14 años.
Así, ocurrió que, cuando occidente encontró al fin al rey cristiano que
tanto había buscado (el negus Lebna-Dengel), pronto el reinado de éste se vio
diezmado y destruido. Era el fin del mito del Preste Juan.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- MILANO, Ernesto, Mapamundi catalán estense [material cartográfic]: escuela
cartográfica mallorquina, Barcelona: Moleiro, 1996
- BIBLIOTECA ESTENSE (Módena), Mappamondo Catalana della Estense
[material cartográfic], Modena: Pellegrino Orlandini & Figli, 1907

Enlaces de interés
- Foto del mapamundi en la web de la Biblioteca de Catalunya:
http://www.bnc.cat/El-Blog-de-la-BC/Introduccio-de-les-edicions-facsimil-
en-el-mon-del-llibre

-75-
8. PLANISFERIO DE CANTINO

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Planisferio de Cantino
Autor: Anónimo
Año original: 1502
Medidas: 2,18 x 1,02 m
Localización: Biblioteca Estense, Módena, Italia.

Características e información de interés


El planisferio de Cantino es considerado el mapa más antiguo que representa
los descubrimientos portugueses. El nombre deriva de Alberto Cantino,
representante y espía del duque de Ferrara, que consiguió llevarlo
clandestinamente hasta Italia.
El Planisferio es, de hecho, una copia de un mapa que se encontraba en
la Casa da Mina e India de Lisboa.
Los diferentes tipos de inscripciones que se encuentran en el mapa
sugieren que fue realizado por varios autores.
Los continentes y las grandes islas son representadas en verde, mientras
que las islas pequeñas se encuentran pintadas en rojo o azul. Una serie de
banderas marcan la soberanía de los territorios. La línea imaginada trazada en
el Tratado de Tordesillas (1493) sale representada con una línea azul.
Diversas características, como la presencia de rosas de los vientos,
asemejan al mapa a los portulanos de la época.

África en el mapa
El contorno del continente africano es dibujado con bastante nitidez.
Sin embargo, el interior continental se advierte desconocido. De hecho, hay
escasas referencias más allá de las que se anotan a lo largo de la costa.
En la zona del golfo de Guinea hay dibujado un gran castillo que representa el
fuerte portugués construido en la isla que llamaron Mina. En el mapa
aperecen también los montes de la Luna, esta vez situados en lo que sería la

-77-
actual República Democrática del Congo. Finalmente, una isla situada en el
sureste africano sugiere que los portugueses conocían la existencia de
Madagascar, aunque no su situación exacta.

Contexto histórico
La apertura de las costas africanas por parte de los portugueses fue una tarea
larga y difícil que se inició con la conquista de las islas. Dom Enrique de
Portugal perseguía un conjunto de objetivos: hallar nuevas tierras, cristianizar
paganos, atrapar a los musulmanes entre las potencias de la Cruz (pensaba
encontrar al otro lado de África al mítico Preste Juan) y, por supuesto, hacer
negocios con los pueblos situados al sur del hostil Marruecos. Antes, la
ocupación del norte de África, y de Marruecos en particular, había sido el
objetivo primordial. Sin embargo, el fracaso cosechado provocó un cambio de
dirección hacia las islas y el sur.
A partir de 1443, los portugueses pasaron el cabo Bojador y
frecuentaron las costas del Sáhara Occidental. Entre los años 1444-1446
descubrieron las costas de Senegambia. Los primeros contactos fueron
hostiles debido a la voluntad de los portugueses por capturar esclavos. Esto
provocó enfrentamientos en los que, a menudo, los lusos resultaron
perdedores. Esto fue lo que empujó a Henrique a prohibir tajantemente
cualquier empresa comercial armada, es decir, las razzias, y exigir acuerdos
pacíficos con los poderes locales, inaugurando así la trata o intercambio
pactado en 1448. La diplomacia sustituyó a una guerra ineficaz.
Este cambio de actitud propulsó las relaciones comerciales en diversos
puntos de la costa y los ríos, a medida que los africanos se iban abriendo a la
nueva frontera occidental.
Así fue como la periferia litoral del imperio de Mali adquirió una nueva
importancia, convirtiéndose en un centro dinámico y adquiriendo más

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importancia que un interior castigado por las acometidas exteriores. El hecho
de que la nueva frontera se estableciese a orillas del mar favoreció,
lógicamente, a las sociedades litorales hasta entonces relativamente marginales
o periféricas de centros políticos y económicos más continentales, que
resultarían progresivamente debilitados. Empezó entonces un desgaste de los
estados cuyo eje político se situaba en las sabanas y altiplanicies interiores. Así
pues, espoleadas por los portugueses, las provincias de la costa fueron
alejándose del control del imperio.
En Senegambia, el comercio y la presencia portuguesa tuvo aspectos
particulares: la ausencia de establecimientos en la costa, el poblamiento de las
islas de Cabo Verde y la constitución de comunidades de intermediarios
portugueses o luso-africanos que fueron alejándose del control de la
metrópolis.
Los portugueses ofrecían manufacturas, caballos y armas, mientras los
africanos daban marfil, cera, algodón, un poco de oro, productos agrícolas y
ganaderos y, a medida que transcurrían los años, esclavos. Los portugueses
acabaron por abrir nuevas rutas interregionales: por ejemplo, compraban
caballos al norte del río Senegal para venderlos en Gambia, a cambio de
esclavos.
Los soberanos africanos no jugaron un rol pasivo. Rápidamente
advirtieron los beneficios que les podía reportar mantener la seguridad de los
intercambios en la casi totalidad de las costas y algunas zonas del interior. Los
limitados espacios en los que se establecieron los portugueses acostumbraron
a ser concesiones de los poderes locales, ya que con su hostilidad un puerto o
factoría no habría podido subsistir provechosamente. En toda Senegambia,
solamente un lugar podría ser considerado como establecimiento portugués: el
islote de Palma (actualmente Gorée). A parte de esta pequeña isla, los lugares
de trata, los puertos, se mantuvieron bajo control exclusivo de los soberanos
africanos.

-79-
Hubo, sin embargo, tentativas de establecimiento y penetración en el
interior por iniciativa de Joao II que no dieron resultado alguno. Su objetivo
era acceder a las famosas ciudades de Tombuctú y Djenné. Rápidamente
volvió a la estrategia diplomática e impulsó las relaciones con los gobernantes
africanos, llegando a contactar con el mansa de Mali, Mahmud II, que recibió
una embajada portuguesa. Su sucesor, Joao III, envió también una embajada a
la corte maliense en 1534.
Pese a los dinámicos intercambios, el acceso de los portugueses a tierra
africana estaba estrictamente controlado. La ausencia de una clase comerciante
local llevó a la aparición de los lançados o tangomaos, portugueses que eran
dejados en tierras africanas para ejercer de intermediarios y asegurar la
comercialización de productos africanos que iban a buscar al interior. Esto
produjo un proceso a aculturación y mestizaje que hizo de los lançados una
comunidad distinta, marginada por ambas sociedades (portuguesa y africana),
pero que se encontraba en el centro de las relaciones entre ambas.
La llegada de los portugueses espoleó a los poderes costeros. En los
lugares en los que la injerencia extranjera fue más completa el panorama
político cambió especialmente. Es el caso del reino Jollof, situado al norte del
río Gambia, que acabó viendo como sus provincias de Kantor, Walo y Bawol
se independizaban.
El río Gambia constituyó una ruta de acceso hacia los productos del
interior que ansiaban los portugueses. Al principio, sobre todo fue el oro de
Bambuk el que alimentó la codicia lusa. Sin embargo, con la llegada a América
y la demanda de mano de obra en Brasil, la necesidad de abastecerse de
esclavos africanos, más resistentes a las duras condiciones de explotación de
ultramar, inició un desequilibrio en los intercambios que daría inicio a los
estados predadores surgidos a inicios del siglo XVII.

Mina

-80-
Hasta mediados del siglo XV, sin embargo, la demanda de esclavos aún
era limitada. En Río de Oro y en Arguim (en el banco sahariano) la trata de
oro era la más importante.
En 1468, el rey de Portugal dio la concesión del descubrimiento de las
costas del Golfo de Guinea, además de todo el comercio de allí derivado, a
Fernao Gomes, con resultados prometedores.
Se dejaron atrás los Ríos del Sur, de donde se importaban esclavos.
Cruzaron los estuarios sierraleondeses de donde procedía la apreciada
malagueta o pimienta gorda. Finalmente se llegó al Golfo de Guinea en 1471,
en la que posteriormente sería conocida como Costa de Oro. Los portugueses
llegaron a una islita que más tarde se convertiría en isla-península. La llamaron
“A mina d’ouro”, o simplemente Mina. Allí comerciaban con polvo de oro.
Mina se añadió de esta manera a los puntos de Arguim y Cantor (en el interior
del río Gambia).
En 1481, tuvo lugar un encuentro solemne entre Diogo de Azambuja y
el rey Caramansa. Al potentado africano se le prestó un magnífico protocolo
de vasallaje aceptado por Lisboa que no fue suficiente para alcanzar el
objetivo de establecer una factoría en las playas de Mina. Finalmente, pese a
las múltiples trabas que Caramansa opuso, los portugueses erigieron el edificio
de piedra, mitad militar mitad comercial, que sería la imagen perenne de la
frontera europea en el Golfo de Guinea, el ejemplo de la pujanza cristiana y, a
su vez, muestra sorprendente de sumisión a los pequeños poderes
continentales. Desde ese momento se adoptó el nombre de Sao Jorge da
Mina.
La factoría nacía ya implantada en la política de trata impulsada desde
1448 por Dom Henrique. Como el resto de factorías que proliferarían en las
costas africanas, Mina no era más que un espacio de alquiler solicitado a los
poderes continentales, dinámica que pervivió hasta el inicio del ataque colonial
en el siglo XIX.

-81-
Pero pronto aparecería la trata de esclavos. Sorprendentemente, la
demanda de éstos provenía de los propios africanos. El reino de Benín
guerreaba a menudo con sus vecinos y disponía de cautivos para vender a los
portugueses. Éstos vendían a los esclavos en Mina, donde se revendían a los
comerciantes dyula, que además iban en busca de oro y kola a la zona
guineana. Los esclavos ayudarían a éstos comerciantes a transportar la
mercancía y, una vez llegados a la zona sudanesa, podrían ser vendidos a los
estados de la zona e incluso reexportados por las rutas transaharianas.
No fue hasta 1520, sin embargo, cuando el valor del oro fue superado
por el de los esclavos.
Por lo tanto, lo que fue una factoría para comerciar con oro pronto
incorporó cautivos, y lo que quiso ser emblema de intercambio entre pueblos
se tornó con el tiempo en imagen de angustia y degradación. Por ese motivo,
en la larga costa guineana, emergerían en adelante nuevos sistemas políticos en
una lucha desesperada por sobrevivir, por ser predador antes que presa, por
abrirse camino hacia la costa vendiendo antes que llegar a ella encadenados
para ser mercancía: Ashanti, Abomey, Oyo…
La costa africana se segmentó con topónimos que hacían referencia al
producto dominante de la región: malagueta, marfil, oro o esclavos.

El contacto pleno en Kongo


En los siglos XIV y XV, las confederaciones clánicas kongo dieron
paso a un Estado regido por el Mani Kongo, cuya capital se hallaba en
M’Banza Kongo (norte del actual Angola). El origen de la monarquía pudo
hallarse en los linajes de fundidores y herreros que con el tiempo se habían
transformado en los grupos militares más poderosos. En esta zona, el herrero
se identificaba con el poder y las castas eran inexistentes (a diferencia de lo
que ocurría en los estados sudaneses). La esclavitud era conocida y se podía
llegar a ella por captura y por endeudamiento. Sin embargo, no había

-82-
propiamente trata de esclavos y la utilización del cautivo era como refuerzo de
las estructuras de linaje.
El reino kongo se organizaba mediante seis grandes provincias y
dependencias menores, a cuyo frente se hallaban gobernadores de la familia
real de los Ximpanzu.
En 1483, llegó al estuario del Congo Diogo Cao, siendo recibido
amistosamente por el Mani Sonno, principal gobernador de las provincias.
Posteriormente, el rey, Nzinga a Nkuvu aceptó el bautizo (Joao I) antes de
volver, antes de su muerte en 1507, a la religión africana.
En ese momento la acción portuguesa ya había provocado cambios en
el propio linaje real. Esto explica la oposición de Mbemba a Nzinga
(bautizado como Afonso I e hijo del rey) a la entronización legítima de su
primo Mpangu a Kitina (sobrino materno del rey). El conflicto armado acabó
resolviéndose en favor del candidato cristiano, más audaz y apoyado por los
portugueses.
El más de medio siglo de reinado de Afonso I supuso la relación
precolonial más intensa que europeos y africanos hayan tenido. Su política se
centró en modernizar el país con el objetivo de fortalecer así su propia
monarquía. Mantuvo correspondencia con Don Manuel de Portugal, a quien
le insistía en las necesidades fundamentales para los kongo: sacerdotes,
albañiles para iglesias, médicos, calafates y expertos en construcción naval que
permitieran la creación de naves para poder comerciar autónomamente.
Mientras la relación diplomática podría se catalogada de igual, la inferioridad
tecnoeconómica de los kongo era evidente. La insistencia del Mani Kongo no
debió calar muy hondo en Don Manuel, que envió poco más que un
protocolo de buenos modales en la corte.
En 1523, el Mani Kongo se quejaba a Joao III de que los gobernadores
vendían a su propia población en connivencia con los mercaderes portugueses
y los agentes plantadores de Sao Tomé, y que incluso miembros de la familia

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real enviados a estudiar a la corte portuguesas habían sido vendidos por las
naves portuguesas que los transportaban.
Otra clara consecuencia del contacto con Portugal fue la bancarrota
financiera del Mani Kongo: los portugueses introducían cargamentos enteros
de cauris (moluscos proveniente del Océano Índico que hacían las veces de
moneda), de modo que el control real sobre las conchas-moneda de la isla de
Luanda servía de poco por la devaluación de tanta concha en el mercado.
Además de todo esto, a partir de 1555 los portugueses estimularon las
luchas dinásticas, en un momento en que la aristocracia se fraccionaba en un
sector lusófobo y otro partidario de mantener la relación con Portugal.
Mbanza Kongo, capital del reino, pasó de 40.000 habitantes a unos
pocos miles. Sólo los puertos exportadores de esclavos crecieron
demográficamente.
Loango, al norte, y Luanda, al sur, se habían independizado y
constituían los dos mejores puntos de apoyo del comercio esclavista atlántico.
El balance de la frontera total aceptado por Afonso I fue una
catástrofe, careció de mesura y resultó indigerible. El reino del Mani Kongo se
desestructuró a medida que su propia población se desangraba.

Ensayo esclavista en Sao Tomé


En 1485, tras haber contactado ya con Kongo, la isla de Sao Tomé
obtenía derecho foral y emprendía la plantación de caña de azúcar a gran
escala. La relación entre colonos (judíos expulsados y antiguos presidiarios) y
la aristocracia del Kongo supuso una experiencia piloto del futuro comercio
triangular, con base atlántica de plantación.
Sao Tomé compartía una ventaja geopolítica junto con las otras islas
portuguesas del Atlántico (Madeira, Azores…): su alejamiento de la metrópoli.
Pronto la actividad desplegada por los colonos transformó la isla no
sólo como un activo centro productor de azúcar sino también en un activo

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expendedor de esclavos. Ese comercio se encontraba favorecido por la
proximidad de Loango y de las costas kongo. La connivencia de los
gobernadores kongo favoreció un aumento espectacular del comercio de
esclavos de la que tanto se quejaba Afonso I.
Hasta finales del siglo XV, Andalucía y, sobre todo, Valencia recibían
esclavos de Portugal. Pero en el cambio de siglo el éxito de Sao Tomé y el
inicio de la colonización americana cambiaron esta tendencia.
M ientras que para algunas regiones de alta densidad, como Nigeria, la
trata de esclavos no logró romper la dinámica expansiva, en otras sí lo hizo e
incluso provocó regresiones. Las costas gabonesas no soportaron la vecindad
de Sao Tomé y a principios de siglo XXI Gabón era el único país de África
con índice demográfico negativo. Kongo y Angola, por su lado, fueron
paralizados en su crecimiento y su población empezó a recuperarse a
principios de siglo. Sin embargo, el mayor problema no deriva de las cifras,
sino del daño que se hizo a esas culturas en su conjunto.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- TEIXEIRA DA MOTA, A., A África no planisferio portugués anónimo:
Cantino 1502, Lisboa, Junta de Investigaçoes do Ultramar, 1977
- CORTESAO, Armando, Portugaliae monumenta cartographica [material
cartogràfic], Lisboa, 1960-1962, vol. I.

Enlaces de interés
- El Planisferio de Cantino digitalizado en la web de la Biblioteca y
Archivos Nacionales de Quebec:
http://services.banq.qc.ca/sdx/cep/document.xsp?id=0003250629&d
b=notice&app=ca.BAnQ.sdx.cep&qid=sdx_q1&p=1&col=*

-85-
9. ABISSINORVM REGIO

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Theatrum Orbis Terrarum: Abissinorvm regio
Autor: Abraham Ortelius
Año original: 1570/1590
Medidas: 7 x 10 cm (Abyssorvm regio)
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


El Theatrum Orbis Terrarum es considerado el primer altas moderno. Lo
realizó el cartógrafo y geógrafo flamenco Abraham Ortelius. El atlas, desde su
primera impresión en 1570, fue regularmente ampliado y revisado por el
propio autor en sus sucesivas ediciones y formatos, hasta su muerte en 1598.
En su primera edición el mapa contaba con 70 mapas y 87 referencias
bibliográficas. Estos números llegaron a alcanzar los 167 mapas y 183
referencias en el año 1612 (31 ediciones), estando disponible en siete idiomas
diferentes: holandés, alemán, francés, ingles, italiano y español. Además de
ello, bajo el título de “Additamenta” Ortelius publicó cinco suplementos de su
obra.
El Abissinorvm regio es uno de los mapas que formaron parte del
Theatrum Orbis Terrarum.

África en el mapa
La leyenda de la esquina inferior derecha del mapa muestra que en el último
tercio del siglo XVI, Abisinia seguía identificándose con el legendario Preste
Juan. En el mapa ya vemos un progreso en el conocimiento de las ciudades
costeras del África oriental como Mombasa (Mombaza), Malindi (Melinde),
Pate, Mogadiscio (Magadazo)… El conocimiento del interior continental sigue
siendo escaso. Las ideas ptolemaicas, como la presencia de dos lagos de los
que surge el río Nilo, siguen muy presentes. Pese a ello, ya encontramos
referencias a lugares situados más allá de la costa, presumiblemente gracias a

-87-
los contactos de éstos pueblos con los del interior y a la información recibida
por los occidentales.

Contexto histórico
Cuando las primeras naves portuguesas empezaron a otear los horizontes del
África oriental, el sultanato de Kilwa controlaba comercialmente el triángulo
que formaba su ciudad con las dos orillas del canal de Mozambique, mientras
Mogadiscio y Mombasa, más al norte, pugnaban por obtener acceso más
directo a la zona, productora y exportadora del oro africano oriental.
En 1501, los portugueses ya podían hacerse una idea de la importancia
de Kilwa, pero no consiguieron persuadir al shaykh Ibrahim de colaborar con
ellos para establecer un punto comercial en Sofala. Recurrieron entonces a la
fuerza y, en el año siguiente, las naves de Vasco de Gama entraron en el
puerto de Kilwa, envuelto en el tronar de sus cañones. Amenazado con ver su
ciudad destruida, Ibrahim tuvo que aceptar pagar un tributo anual y devenir
vasallo del rey de Portugal.
En 1505, bajo el pretexto de que la villa no había pagado el tributo a
tiempo ni hizado la bandera portuguesa en señal de vasallaje, Dom Francesco
de Almeida, futuro virrey de las Indias, atacó nuevamente Kilwa.
Aprovechándose de las rivalidades entre facciones, puso en el poder a un viejo
hombre partidario de los portugueses, Muhammad Ankoni, e hizo pagar a la
ciudad la construcción del primer fuerte portugués de la costa swahili.

Mombasa, que ya había manifestado su hostilidad a Vasco de Gama en


1498, recibió, en agosto de 1505, a la flota de Almeida con las balas de un
cañón recuperado de restos de barcos portugueses. El rey de Mombasa y su
pueblo opusieron a los portugueses una feroz resistencia, pero el soberano
finalmente tuvo que rendirse y la ciudad fue objeto del pillaje e incendiada.

-88-
Con esta acción, los lusos tal vez buscaban romper el poder de Mombasa para
incrementar el de Kilwa, que devendría su plaza fuerte.
Mombasa fue nuevamente atacada en 1528 y ocupada durante cuatro
meses. Esta ocupación, sin embargo, no sirvió demasiado a los intereses
portugueses, que sufrieron numerosas bajas y, finalmente, optaron por
destruir la ciudad.

16 años antes, en 1512, los portugueses habían tenido que abandonar su


fuerte en Kilwa. Sabían que había límites en los tributos que la ciudad podía
pagar y que éstos apenas cubrían el coste del mantenimiento de una
guarnición. Aunque habían esperado acaparar el comercio del oro de Sofala, lo
único que consiguieron fue desorganizar la ciudad por medio de
intervenciones torpes y de reglamentaciones comerciales. En 1506, diezmados
por las enfermedades, la guarnición de Sofala había dejado de ser operativa.
Por ello, en 1512 la de Kilwa fue transferida a otro lugar.

La situación comercial de Kilwa mejoró considerablemente tras la


marcha de los portugueses, si bien el jefe de la ciudad seguía siendo legalmente
vasallo de la corona portuguesa. El sistema de intercambios de la ciudad sufrió
interesantes cambios. Los mercaderes de Kilwa evitaron en adelante Sofala,
bajo control portugués, y se esforzaron por entablar unas relaciones más
estrechas con la costa de Angoche, en el sur de Mozambique, que había
establecido ella misma desde hacía tiempo relaciones comerciales con el
interior de la cuenca del Zambeze. Su objetivo era debilitar la dominación
portuguesa sobre Sofala. Fue precisamente para mantener dicha dominación
que los portugueses se aventuraron al interior de las tierras, estableciéndose en
Sena y Tete.
Kilwa, que no disponía de muchos productos locales de exportación,
había dependido hasta entonces en gran medida del oro y del marfil que sus

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comerciantes iban a buscar a Zimbabwe. Con la pérdida de Sofala, Kilwa tuvo
que establecer relaciones comerciales con el interior, deviniendo el marfil su
principal producto de exportación. Por lo tanto, se produjo una clara
reorganización de su comercio.

Podemos concluir que los portugueses no tenían una política clara de


ocupación y administración de la costa swahili. No tenían más que el deseo
mercenario de acaparar todo el comercio. E incluso ese objetivo solo fue
parcialmente conseguido. La presencia portuguesa en la costa fue muy
limitada, las ciudades swahili pudieron conservar su actividad comercial.

Abisinia
Hacia 1500, el imperio cristiano de Abisinia ejercía una hegemonía
incontestable en el noroeste de África. El poder de los pequeños territorios
islámicos de Etiopía central y oriental había sido reducido por los ataques
destructivos de los emperadores abisinios del siglo precedente. La influencia
del estado cristiano era todavía particularmente marcada en el sur y el
suroeste.
En el plano interior, el imperio disfrutaba en la época de una gran paz
según el testimonio de Francesco Alvares, capellán de la misión portuguesa
que conoció al fin al anhelado Preste Juan entre 1520 y 1526.
Esta embajada portuguesa se explica, además de por el anhelo de hallar
al mítico Preste Juan, por el valor estratégico que Portugal veía en el Cuerno
de África. Unas fortalezas en las costas africanas del mar Rojo podrían ser un
soporte efectivo en un mar que era flanco vulnerable de la expansión lusa en
el Índico. El mar Rojo era el camino natural por el que el imperio otomano, su
gran rival comercial, iba adquiriendo influencia en la medida que
proporcionaba ayuda a sus aliados. Por ello, uno de los principales objetivos

-90-
de la embajada de Rodrigo de Lima y del padre Alvares era conseguir saber el
poder y las fuerzas de Abisinia, conocer el estado de las relaciones del Preste
con otros reinos de su entorno y sondear el apoyo que Portugal podría aportar
al reino africano en caso de guerra con sus vecinos musulmanes.
Además, para Portugal, Abisinia podía ser fuente de importación de
carnes y viandas, así como de substancias preciosas como la mirra o el
incienso. A esto había que sumarle el papel como mercado de destinación de
productos europeos y de la India debido a su dinámica comercial. Finalmente,
la cuestión religiosa también tenía su propio peso. La diplomacia lusitana,
salida recientemente de una guerra contra los sarracenos en la Península
Ibérica, creía posible una alianza cristiana contra el infiel.
Según Alvares, el orden y la seguridad reinaban por doquier, las
instrucciones de los gobernadores eran respetadas y la autoridad del
emperador era absoluta en un país de una extensión de, más o menos, mil
kilómetros de norte a sur. La cultura y la lengua de los pueblos de Amhara y
Tigré tenían un poderoso efecto de asimilación sobre otros grupos étnicos que
entraban en contacto con ellos.
Respecto a la organización territorial, la mayor parte de las tierras eran
propiedad residual de grupos étnicos y familiares que decidían las
reparticiones entre sus miembros. La Iglesia era otra importante propietaria de
terreno. Por último, también había tierras imperiales, concedidas por el
emperador, a corto o largo término, a título de recompensa o por fines
precisos. Estas tierras eran llamadas gult, palabra que también designaba el
derecho conferido por el emperador al beneficiario de una carga, de percibir
tributos o de imponer servicios.
Desde las provincias y los estados tributarios afluían impuestos en
natura que la corte imperial debía redistribuir. Había grandes corrientes de
intercambios comerciales y se importaban productos procedentes de la India y
Oriente Próximo.

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Pese a este panorama que dibujaba Alvares, los portugueses llegaron al
Cuerno de África en un momento delicado. El area sufría un proceso de
cambio sustancial. Los equilibrios económicos, sociales y políticos se estaban
alterando. El reino de los salomónidas (dinastía gobernante) iba a tener graves
problemas internos.

En la periferia del imperio el Islam iba ganando terreno. Numerosos


estados pasaron a enmarcarse en su órbita. Todos estos estados estuvieron
marcados por la influencia de la cultura arabo-islámica venida de la costa. El
calado fue tan profundo que algunos elementos culturales pergeñados
entonces aún persisten hoy en día.
La expansión hacia el oeste de esta cultura provocó un choque
inevitable con el imperio cristiano. Éste se produjo principalmente en Etiopía
central, en la actual provincia de Shoa, y al este de ésta. La región fue
escenario de conflictos sangrantes entre los dos poderes que se enfrentaron
durante varios siglos y sin desenlace final hasta mitades del siglo XV. El
imperio cristiano permaneció como el poder dominante en la región pero no
consiguió eliminar a los estados islámicos, aunque insignificantes en relación a
su talla y población.
Una de las claves del enfrentamiento hay que buscarlas en la
personalidad brillante de Ahmad ibn Ibrahim al-Ghazi (apodado Ahmad
Grañ, el Zurdo) que devino el líder carismático de la yihad. En la época tenía a
la región de la actual Somalia firmemente bajo dominación y proporcionó a
los ejércitos combatientes en Abisinia un potencial de reclutamiento muy
superior a la población relativamente débil de los pequeños estados islámicos.
La guerra entre cristianos e islámicos tomó un rumbo diferente a partir
de 1529, en la batalla decisiva de Sembera Kure, donde el Imperio abisinio
perdió no solamente un ejército entero sino también una parte considerable
de su élite dirigente. Las consecuencias fueron terribles. Hasta 1543, todos los

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años durante la estación seca, los ejércitos islámicos barrieron las mesetas
etíopes, tanto en el sur como en el norte, sometiendo sistemáticamente
provincia tras provincia. Uno de los puntos álgidos de estas acometidas
islámicas llegó en 1533 cuando el lugar santo más importante de Abisinia,
Axum, fue completamente arrasado.
No obstante, incluso en esta situación desesperada, la determinación del
pueblo cristiano y de la fuerza del concepto de Imperio Santo eran
manifiestas. Aquellos que fueron forzados a convertirse al Islam abandonaron
la nueva fe tan pronto como los ejércitos islámicos se retiraban. Las provincias
conquistadas tampoco tardaron en sublevarse. Incluso el débil emperador
Lebna Denguel (1508-1540) rechazó dar a su hija en matrimonio a Ahmad
Grañ, que le había propuesto un pacto de amistat.
Pocos años despúes de la muerte de Lebna Denguel, la situación
política cambió completamente. El joven emperador Galaodéos (Claudius)
accedió al trono. Su entronización fue seguida de una restauración rápida del
imperio etíope, de la llegada de un cuerpo expedicionario portugués y de la
derrota final de los musulmanes.
En 1541, una parte de la flota que Portugal había enviado a combatir la
expansión turca ancló en Massawa. Poco después, el bahar nagas (regente del
mar), gobernador de la provincia más norteña del imperio abisinio, se
presentó a los portugueses cargado de cartas que pedían ayuda a favor del
imperio cristiano. Abisinia veía una posible alianza con Portugal como una
alternativa a un statu quo que se rompía.
En julio de ese mismo año, 400 voluntarios portugueses, comandados
por uno de los hijos de Vasco de Gama, Cristovao de Gama, penetraron en la
meseta etíope. Su táctica de combate y la superioridad de su armamento de
fuego les hacían unos adversarios temibles para las tropas musulmanes que
ocupaban el norte de Abisinia. Un número creciente de voluntarios abisinios
fue añadiéndose a la columna portuguesa, que inflingió dos grandes derrotas al

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hasta entonces invencible ejército de Ahmad Grañ. Éste obtuvo apoyo de los
turcos, que aportaron nueva artillería y cuerpos de élite.
En febrero de 1543, el ejército musulmán fue destruido al este del lago
Tana y su caudillo muerto en el campo de batalla. Las tropas musulmanas
habían sido fuertes militarmente en un primer momento para conquistar
territorios, pero muy débiles para mantenerlos de forma permanente. Después
de 1543, los cristianos saldrían victoriosos en los combates y, en el curso de
los decenios siguientes, el imperio consiguió reconquistar los territorios
perdidos.

Entre 1554 y 1570, los oromo (galla) supusieron un verdadero


quebradero de cabeza para el imperio y llegaron a conquistarle. Mientras
tanto, los somalís habían optado por seguir la yihad conducida per Ahmad
Grañ, aunque en la batalla decisiva huyeron en desbandada.

El período comprendido entre 1529 (inicio de la yihad) y 1632 (inicio


de la restauración imperial), fue un tiempo en el que Abisinia luchó por
sobrevivir. Fue un período difícil en el ámbito político y militar, pero también
en el intelectual, cultural y religioso. Abisinia fue asaltada por ideas venidas de
otro continente.
Durante el reinado de Sartsa Dengel (1563-1597), el imperio era más
una ficción que una realidad política. El poder real del Estado estaba reducido
al territorio que el emperador ocupaba efectivamente con sus tropas. En
efecto, el imperio había sufrido dolorosas pérdidas, tanto en territorios como
en población. A medida que el poder imperial declinaba, se buscó asegurar la
estabilidad del centro.
Durante este reinado, cuyo final marcaría el inicio de las guerras civiles,
la política imperial fue defensiva.

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Antes, bajo el liderazgo del sucesor de Ahmad Grañ, el emir Nur ibn
Mugahid, los musulmanes de Adal-Harar se midieron una vez más al imperio
cristiano. El ejército abisinio, mal preparado, fue abatido en 1559 y el
emperador Galaodéos murió en batalla. El emperador Minas (1559-1563)
debió combatir a los turcos que, desde sus bases del mar Rojo, intentaron
poner pie en las mesetas etíopes.
Por lo tanto, Sartsa Dengel tuvo que hacer frente a incesantes
campañas en todas las direcciones, ya que tampoco los oromos dejaron dar ni
un respiro al imperio.
Se llevaron a cabo guerras violentas con el fin de aniquilar a los
abisinios judíos que habitaban en las regiones de la meseta septentrional. Se
ignoran las razones de esta guerra religiosa cuando el imperio tenía tantos
enemigos exteriores. Los judíos debían escoger entre el cristianismo o la
exterminación. La mayoría fue exterminada.
Resulta sorprendente que el imperio de Abisinia, ocupado por
combates incesantes durante casi tres generaciones, encontrara la fuerza no
solamente para enfrentarse a los turcos del norte, sino también a los
musulmanes del Adal en el este y a los oromos en el sur y el centro, además de
vencer y asimilar algunos estados del suroeste.

Quizás el conflicto más importante para el imperio fue el que tuvo con
la Iglesia católica, que duró casi un siglo (1542-1632).
La creación de la Sociedad de Jesus en 1540 dio a la Iglesia católica un
instrumento eficaz tanto para sacar adelante la contrareforma en Europa
como para convertir a los paganos y llevar bajo autoridad de Roma a las
iglesias cristianas heréticas. Desde antes de 1540 hubo contacto epistolar entre
los reyes portugueses y los negus abisinios. Este contacto conllevó el
establecimiento en Abisinia de los miembros de cuerpos expedicionarios
portugueses y de sus familias.

-95-
En 1557, Andrea da Oviedo fue consagrado obispo y enviado a
Abisinia junto con otros jesuitas portugueses para preparar la “reintegración”,
es decir, la unión de la iglesia ortodoxa con Roma.
Bajo el reinado de Sartsa Dengel, los jesuitas implantaron un centro en
el Tigré. Fueron autorizados a vivir en total libertad y a emprender actividades
misioneras.
En 1603, un español, Pedro Paez, tomó las riendas de la misión.
Extrañamente fue un hombre tolerante. Para dirigirse al pueblo, la Iglesia llegó
hasta a llevar y transcribir los debates teológicos en lengua amarítica. Esta
innovación acabó con la Restauración de 1632 cuando el gueeze, lengua oficial
de la iglesia abisinia, fue reestablecido.
Sin embargo, el debate constructivo se tornó pronto en hostilidad
abierta entre las facciones ortodoxa y católica. La ascensión al poder de
Susenyos en 1607 marca el inicio de la fase decisiva en la rivalidad entre iglesia
ortodoxa abisinia y iglesia misionera católica. Pedro Paez había tenido acceso
a la corte imperial y consiguió que, bajo su influencia, el emperador se
inclinara cada vez más hacia el catolicismo.
La lucha entre ambas doctrinas, llevada hasta entonces con armas
intelectuales y dentro del respeto mutuo, se tornó en guerra abierta. Alfonso
Mendez, el nuevo obispo español enviado por el Papa era, al contrario que su
predecesor, sectario y arrogante. Bajo la protección del emperador, Mendez
quiso volver a poner a la Iglesia abisinia sobre el que el consideraba el camino
correcto. Todos los curas abisinios debieron pasar una nueva ordenación y
todas las iglesias una nueva consagración. El calendario fue europeizado, la
circuncisión prohibida y un nuevo baptismo impuesto a todos los abisinios.
Las revueltas se multiplicaron contra la nueva iglesia, siendo
particularmente violentas en las provincias centrales. En 1632 hubo una gran
batalla en la que el emperador salió victorioso pero quedó destrozado. Abdicó

-96-
poco después, restituyendo la fe de sus ancestros y pidiendo al antiguo clero
que volviera a su propia liturgia.
El siguiente emperador, Fasiladas, hizo deportar a todos los jesuitas.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- ORTELIUS, Abraham y VOET, León, Abraham Ortelius and the first
atlas: seáis commemorating the quadricentennial of his death: 1598-1998, Goy-
Houten: HES Publishers, 1998.
- KARROW, Robert W. [et al.] Abraham Ortelius (1527-1598): cartographe et
humaniste, Turnhout: Brepols, 1998.

Disponemos de unos siete Theatrum Orbis Terrarvm en la sección Reserva de


nuestra Biblioteca:
- ORTELIUS, Abraham, Theatrvm orbis terrarvm [material cartogràfic],
Antverpiae: apud. Regid. Coppenium Diesth, 1570.

Enlaces de interés
- Abissinorvm regio en el ICC (Institut Cartogràfic de Catalunya)
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/967/rec/1
- Du Theatre du monde en pdf en la web del Institut Cartogràfic de
Catalunya:
http://biblioteca.icc.cat/pdfctc/CTCRL2844_ortelius_epitome.pdf
- Lista de mapas del Theatrum Orbis Terrarum en Wikipedia:
http://ca.wikipedia.org/wiki/Theatrum_Orbis_Terrarum
- Theatrum Orbis Terrarum digitalizado:
http://archive.org/details/theatrumorbister00orte
- Theatrum Orbis Terrarum digitalizado:
http://memory.loc.gov/cgi-
bin/query/r?ammem/gmd:@field(NUMBER+@band(g3200m+gct00003))

-97-
10. GVINEAE NOVA DESCRIPTIO

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Gvineae nova descriptio
Autor: Gerardus Mercator
Año: 1613
Medidas: 49 x 57 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Gvineae nova descriptio, forma parte del conjunto de mapas que Gerardus
Mercator (1512-1594), famoso matemático y cartógrafo flamenco, recopiló en
su obra Atlas Sive Cosmographicae Meditaciones De Fabrica Mundi et Fabricati Figura.
La renovación cartográfica que tuvo lugar en el siglo XVI se emprendió
en el sur de los Países Bajos, sobre todo en las ciudades de Amberes y
Lovaina. El punto de partida de dicha renovación fue la Geografía de
Ptolomeo. De este modo, el atlas configurado por Mercator consistió en un
principio en una versión corregida de los mapas de Ptolomeo.
El ejemplar con el que trabajamos es una copia posterior a la muerte de
Mercator.

África en el mapa
El mapa muestra la zona del golfo de Guinea. Se representan bastantes
detalles en las costas, reflejo de las exploraciones portuguesas y europeas. Se
ve el conocimiento de algunos de los ríos más importantes, sin embargo,
persiste el error en unir el Níger con el sistema del río Senegal. De este modo,
el río Níger fluye en paralelo a la costa guineana.
Se hace referencia a algunos estados conocidos, como Mali o Benin,
ambos con salidas hacia la costa. Resulta interesante observar que ante la falta
de conocimiento del interior, grandes nombres reflejan los productos surgidos
de cada zona. Así, por ejemplo, debajo de Sierra Leona vemos que abundaba
la malagueta. Se muestra también el enclave portugués de Elmina.

-99-
En la esquina inferior izquierda se muestra detalladamente la isla de Sao
Tomé.

Contexto histórico
La decadencia de Mali y el fin de los estados clásicos sudaneses
A principios del siglo XVII los imperios que habían dominado la
sabana durante las centurias anteriores habían caído en desgracia. El Imperio
de Mali había sufrido una lenta decadencia caracterizada por el
desplazamiento del centro de interés hacia sus provincias occidentales,
aquellas que daban salida al Atlántico. La llegada de los portugueses a
mediados del siglo XV a las costas de Senegambia provocó gradualmente un
cambio en el tipo de comercio y en las formas que éste adoptaba. Si en un
principio el oro, las manufacturas y las materias primas de toda índole habían
sido los elementos codiciados, paulatinamente fueron perdiendo terreno ante
una nueva demanda (la de esclavos) que resultó mortífera para muchas
sociedades africanas en contacto con la nueva frontera occidental. Éste
comercio Atlántico, al principio, le dio un respiro al imperio mandinga que
acababa de perder grandes territorios orientales a manos del pujante Imperio
Songhay. Mali perdió así el control sobre las rutas transaharianas y tornó su
mirada hacia la costa. Pese a que en un principio la llegada de los portugueses
actuó como una suerte de salvavidas para el Imperio, a la larga sus efectos
serían dañinos para los africanos.
A su vez, a lo largo del siglo XV Mali sufrió numerosos ataques
exteriores además de los perpetrados por los Songhay. Desde el sur llegaron
las razzias mossi y en los territorios occidentales, aquellos que le daban la vida,
se produjo en el primer tercio del siglo XVI el ataque de los fulbé, quienes
llegaron a fundar un gran reino que amputó al imperio de algunas de sus
provincias y complicó la movilidad de los comerciantes mandinga.

-100-
A finales del siglo XVI, el imperio ya estaba muy debilitado. Sin
embargo, la idea de la soberanía del mansa (emperador) no había
desaparecido. Cuando en 1591 una expedición hispano-marroquí acabó
definitivamente con el imperio Songhay, el mansa de Mali trató de aprovechar
el caos que esta situación provocó para convocar a sus aliados y lanzar una
última tentativa para recuperar territorios y su antigua grandeza. El avance de
las tropas imperiales sobre la gran ciudad de Djenné se saldó con una nueva
derrota. A partir de entonces, a los estados clásicos sudaneses les seguirían los
predadores; un cambio profundo y atroz ocurriría en tierras africanas.

La Costa de Oro, pre-Ashanti


Pese al contacto con la frontera occidental, europea, las
transformaciones de las sociedades africanas se dieron, en general, de forma
lenta (excepto en aquellos lugares donde el contacto fue pleno, como en
Kongo). Los africanos preservaron, pues, el monopolio de los contactos.
Paradójicamente, fueron las sociedades más interiores y, por lo tanto,
más alejadas del contacto directo con los europeos, las que en ocasiones
sufrieron cambios más espectaculares. Algunas llegaron a desaparecer y otras
tantas fueron liquidadas o absorbidas. Otros optaron por emigrar lejos de los
ejércitos cazadores de esclavos. Sin embargo, unos pocos trataron, y además
consiguieron, subvertir el orden gerontocrático en favor de sistemas políticos
militarizados y centralizados (los fon de Abomey en el siglo XVII, los Ashanti
de Kumasi a inicios del XVIII o los bámbara de Segu y Kaarta a finales del
XVII).
La militarización y crispación social que inició la trata de esclavos afectó
profundamente a unas sociedades interiores que pasaron a ser presa y objetivo
de sus vecinos. Vivir en estado de alerta permanente pasó a ser lo habitual.
Las sociedades predadoras costeras controlaban una franja de territorio
de 25 a 50 kilómetros hacia el interior. Más allá, en la tierra de nadie que se

-101-
extendía a unos 100 kilómetros de la costa, se produjeron los fenómenos
Ashanti y fon.
El siglo XVII y principios del XVIII fue una época de movimientos
migratorios por razones económicas, sociales y políticas. Los akan, núcleo de
la futura federación Ashanti, se dispersaron en pequeños grupos de linaje y
clanes.
A principios del siglo XVI, estos pueblos akan emigraron en dos
direcciones:
- Hacia el norte y el este, en las regiones actuales de Kumasi, Mampong y
Akyem.
- Hacia el sur y sureste, en las regiones actuales de Wassa, Iqwira, Sanwi y
Assinie.
La actividad comercial de los akan era notable. Hasta el siglo XVI,
comerciaban principalmente con nueces de cola que dirigían al Sudán
Occidental, sus vecinos del norte. A partir de ese siglo, y hasta el XIX, la sal y
el oro adquirieron una gran importancia en la zona del golfo de Guinea
comprendida entre Sierra Leona y la actual República de Ghana.
Mientras que la sal era controlada casi exclusivamente por los habitantes
del litoral, la explotación aurífera era dominio reservado a los pueblos de
zonas forestales del interior, particularmente los akan. Pese a los ulteriores
esfuerzos europeos por conseguir el control de las minas, a finales del siglo
XVII éste continuaba siendo ejercido por los akan. Sin embargo,
paralelamente se fue desarrollando el nuevo comercio de esclavos con los
europeos.
De un lado, el comercio exterior akan continuaba fluyendo hacia el Sudán
Occidental a principios del siglo XVII, pese a la caída del Imperio Songhay.
Del otro, los europeos abrieron una nueva vía de intercambios. Los
portugueses llegaron a las costas de la actual República de Ghana en 1471; en

-102-
el siglo XVI harían lo propio franceses ingleses y holandeses y, ya en el siglo
XVIII, daneses.
En 1518 se inició el comercio con las Antillas y no fue hasta 1619 cuando
debutó el comercio con América continental, en el momento en el que una
embarcación holandesa descargaba una carga de esclavos en Jamestown,
Virginia.
El comercio de esclavos alteró y modificó comportamientos. Sin embargo,
los akan aguantaron cierto tiempo la embestida. Aquellos que vivían entre los
ríos Bandama y Ankobra, siguieron comerciando con marfil hasta finales del
siglo XVII, mientras que los que vivían entre el Ankobra y el Volta hicieron lo
propio con el oro. Por esa razón se le otorgó el nombre de Costa del Oro a la
región y se construyeron fuertes y factorías a lo largo del litoral entre esos dos
ríos.
Los akan aún no se habían insertado de lleno en la dinámica de trata
negrera. Ese papel le correspondería a la posterior federación Ashanti.
En el plano político, a lo largo del siglo XVI se produjo entre los akan la
formación, en la cuenca de los ríos Pra y Ofin, de pequeñas comunidades y
ciudades-estado o jefaturas ligadas entre ellas no por alianza a un mismo
soberano, sino por lazos de parentesco y de clan.
Sin embargo, también hubo otras formas de organización. Según la
tradición oral de Adansi, hubo hacia 1550 una cierta centralización que derivó
en la formación de la confederación de los estados adansi pero que precipitó
la emigración de ciertos pueblos akan hacia el norte y el sur, donde fundaron
jefaturas, ciudades-estado y principados.
Estos procesos de formación de estados parecen haberse desarrollado
ampliamente entre 1580 y 1630, tal y como muestra un mapa de los estados
del sur de la Costa de Oro entre el río Tano y el Volta, trazado por un
cartógrafo holandés en 1629. El mapa describía 38 estados y reinos. Todos,

-103-
salvo Gran Incassa e Incassa Igwira, han sido identificados y existen aún en las
regiones indicadas.
Los estados formados tanto por los Ga como por los Akan que habían
emigrado eran probablemente de pequeña talla aunque organizados todos del
mismo modo, con un solo dirigente, jefe o rey con su reino. En la
confederación adansi, las familias reales de diferentes estados asumían por
turnos el rol del poder. En los estados unitarios, el rey era elegido en la
primera familia o clan que había llegado al lugar. Estaba rodeado de un
consejo compuesto por jefes de familias o de clanes. Cada estado, por último,
tenía sus propios dioses (de los ríos, de los lagos,…) y sus sacerdotes ejercían
una influencia notable sobre la sociedad.

Benin
Los portugueses alcanzaron Benin en 1486. Se establecieron relaciones
comerciales con el Oba de Benin, el soberano. El comercio con los lusos se
realizó en diversos puntos de la costa mientras que Benin se mantuvo durante
largo tiempo como punto de partida de los intercambios. La zona dominada
por Benin devino uno de los principales mercados de esclavos de la costa
africana.
El propio comercio de esclavos llegó a determinar, en gran medida, la
formación y crecimiento de nuevos estados. Las comunidades organizadas en
formas no estatales tendieron a ser las víctimas de la trata.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- TAYLOR, Andrew, El mundo de Gerard Mercator: el cartógrafo que
revolucionó la geografía, Barcelona: Juventud, 2007
- CRANE, Nicholas, Mercator: the man who mapped the planet, Londres:
Weidenfeld & Nicolson, 2002

-104-
- WATELET, Marcel, Gérard Mercator cosmographe: le temps et l’espace,
Amberes: Fonds Mercator, 1994
- De Mercator a Blaeu: España y la edad de oro de la cartografía en las diecisiete
provincias de los Países Bajos, Barcelona: Generalitat de Catalunya,
Departament de Política Territorial i Obres Públiques, Institut
Cartogràfic de Catalunya, Madrid: Fundación Carlos de Amberes, 1995.

Enlaces de interés
- El mapa en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/672/rec/
6
- El Atlas Sive Cosmographicae digitalizado en la web de la Universidad de
Düsseldorf:
http://digital.ub.uni-duesseldorf.de/urn/urn:nbn:de:hbz:061:1-64104
- El en wikimedia commons:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Atlas_Cosmographicae_(Merc
ator)

-105-
11. MAPAS NICOLÁS SANSON
AFRIQUE
LA GUINÉE ET PAYS CIRCOMVOISINS
PARTIE DE LA HAUTE  AETHIOPIE,  OU  SONT  L’EMPIRE  DES  ABISSINS  ET  LA  NUBIE

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Afrique/ La Guinée et pays circomvoisins/ Partie de la Haute
Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie/ Mappe-Monde ou
Carte general du monde
Autor: Nicolás Sanson
Año original: 1650/ 1656
Medidas: 44 x 59 cm/ 15 x 19 cm/ 28 x 19 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya/ Universitat de Barcelona
(Biblioteca Reserva)

Características e información de interés


El extraordinario cartógrafo y geógrafo francés Nicolás Sanson (1600-1667),
ha legado unos mapas de una belleza exquisita. Muchos lo han considerado el
geógrafo francés más importante del siglo XVII.
Los mapas pertenecen a la obra “L’Afrique en plusieurs cartes
nouvelles et exactes; & en divers traictés de géographie et d’histoire”, donde
Sanson compila y elabora mapas de todo el continente africano. Es, por lo
tanto, una suerte de atlas del continente.

África en el mapa
Sanson exhibe mapas plegables delineados en colores, típicos de ese
período, acompañados de textos descriptivos de los diferentes territorios
africanos. Sanson designa una parte del continente como “Gran Libia”, región
que ubica en la zona sahariana al norte de África y las tierras circundantes al
oeste, desde Guinea y la Costa Occidental hasta Nubia en el Este. También
muestra el reino del Congo, el imperio Monomotapa, las islas Canarias,
Madeira, Cabo Verde y Madagascar.

-109-
Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)
- SANSON, Nicolas, Mappe-monde, ou carte general du monde [material
cartogràfic]: dessignée en deux plan-hemispheres, Paris, P. Mariette, 1651
- SANSON, Nicolas, Afrique [material cartogràfic], Paris, P. Mariette, 1650

Enlaces de interés
- L’Afrique en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/618/rec/
1
- Partie de la Haute Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie
en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/594/rec/1
- La Guinée et pays circomvoisins en el Institut Cartogràfic de
Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/601/rec/2
- L’Afrique, disponible en pdf en la web del Institut Cartogràfic de
Catalunya:
http://biblioteca.icc.cat/pdfctc/CTCRL24152_sanson_afrique.pdf

-110-
12. REGNA CONGO ET ANGOLA

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Atlas Maior: Regna Congo et Angola
Autor: Joan Blaeu
Año original: 1665
Localización: Universitat de Barcelona (Biblioteca Reserva)

Características e información de interés


Los Blaeu fueron una familia de editores, impresores y libreros de
Ámsterdam. El taller tipográfico y la librería de la familia fueron iniciados por
Willem Blaeu en 1603, y su obra la continuaron sus hijos Joan y Cornelis. A lo
largo del siglo XVII devinieron un verdadero imperio editorial con especial
dedicación a la producción y venta de mapas hasta que, en 1672, un incendio
dañó el taller y lo que en él había.
El Atlas Mayor es la obra capital de Joan Blaeu, que sobrevivió a las
defunciones de su padre y su hermano. En su edición original, en latín,
contenía 536 mapas, abarcando desde el Ártico, hasta Europa, África, Asia y
América. Posiblemente, se trate del atlas barroco más exhaustivo y
excepcional. El atlas iba a contener diversos apartados: corografía, topografía,
hidrografía y uranografía. Sin embargo, solo pudo realizar el consagrado a la
descripción de la superficie terrestre. El atlas empezó a publicarse en 1662, en
las versiones latina, francesa, holandesa, alemana y castellana. Contaba con
nueve o doce volúmenes, según la lengua.
La obra, en su origen, se basó en el Theatrum Orbis terrarum de
Ortelius ya que Willem Blaeu compró las planchas utilizadas por éste último
en la creación del Theatrum.

África en el mapa
El mapa representa los reinos de Congo, Angola y Benguela. Presenta
bastantes detalles en el interior, con los nombres de ciudades, ríos y montañas.
Destaca la representación de castillos en el lugar en el que se erigían las

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principales ciudades o puestos comerciales. Destaca por encima de todo el
detalle de los sistemas fluviales que surcaban la región y que en su momento
vertebraron los cauces comerciales.

Contexto histórico
Entre los siglos XIV y XV, las confederaciones clánicas kongo dieron
paso a un Estado regido por el Mani Kongo, cuya capital se hallaba en
M’Banza Kongo (norte del actual Angola, actual Sao Salvador). Antes de la
llegada de la trata, la esclavitud era conocida y se podía llegar a ella por captura
pero también por endeudamiento. Sin embargo, no había trata de esclavos
como tal y la utilización del cautivo era como refuerzo de las estructuras de
linaje.
El reino kongo estaba organizado en seis grandes provincias y
dependencias menores. Al frente se hallaban gobernadores de la familia real
de los Ximpanzu.
La presencia portuguesa, desde 1483, provocó cambios en el propio
linaje real. Mbemba a Nzinga (bautizado como Afonso I e hijo del rey) se
opuso a la entronización legítima de su primo Mpangu a Kitina (sobrino
materno del rey): el conflicto acabó resolviéndose en favor del candidato
cristiano, apoyado por los portugueses.
Afonso I reinó casi medio siglo (1506-1543) y fue en este tiempo en el
que se vivió la relación precolonial más intensa que europeos y africanos
hayan tenido. La política de Afonso era la de modernizar el país, fortaleciendo
de paso su propia monarquía. Efectuó varias peticiones al rey de Portugal con
tal fin (sacerdotes, albañiles para iglesias, médicos, naves...) pero éste apenas
respondió a las demandas del Mani Kongo.

-113-
En 1523, Afonso se quejaba de que su población estaba siendo vendida
como esclava con la colaboración de mercaderes portugueses y los agentes
plantadores de la isla de Sao Tomé.
Los portugueses penetraron en Kongo de manera catastrófica, la
entrada masiva de cauris que llevaron a cabo condujo a la bancarrota
financiera del Mani Kongo.
Después de 1555, las luchas dinásticas se vieron estimuladas por los
lusos, y la aristocracia se mantuvo ya indefinidamente fraccionada en un sector
lusófobo y otro partidario de mantener la relación con Portugal.
Bajo los sucesores de Afonso I, el poder de Kongo disminuirá, sobre
todo en relación al Ndongo, que devendrá más fuerte gracias a la trata
clandestina con Sao Tomé.
La sangría demográfica fue espectacular. La capital, Mbanza Kongo,
pasó de 40.000 habitantes a unos pocos de miles y sólo los puertos
exportadores de esclavos crecieron demográficamente. Loango, en el norte, y
Luanda, al sur, se habían independizado y constituían los dos mejores puntos
de apoyo del comercio esclavista atlántico.
La desorganización general de la sociedad kongo facilitó el éxito de las
incursiones de las hordas jagga, agrupamientos de guerreros desclanizados que
fueron creciendo en la periferia del reino para invadirlo. Según Iniesta, los
jagga deben ser estudiados como subproducto probable de la presión
esclavista kongo, que forzó la emigración de numerosos individuos y grupos
de varones.
Ante la invasión jagga, Alvaro I pidió ayuda a Sebastiao de Portugal,
que le envió seiscientos soldados que, en año y medio, lograron recuperar el
reino. Pero Álvaro I tuvo que hacer acto de vasallaje al monarca portugués, a
quien prometió como tributo una quinta parte de las rentas del país.
Álvaro II (1574-1614) se alzó contra la trata efectuada en su reino. Pero
los portugueses lo abandonaron para instalarse en el país vecino de Ngola.

-114-
Los portugueses, de acuerdo con las hordas jagga, arrasaron la
provincia de Mbamba, donde los kongoleses terminarían por aniquilar a todo
portugués que cayera en sus manos. Tras una efímera dominación holandesa,
los portugueses volvieron en 1648 y exigieron al Mani Kongo que les revelara
la localización de los yacimientos auríferos que tanto ambicionaban. Antonio,
el Mani Kongo, inició las hostilidades pero fue vencido, y muerto en 1665 y su
cabeza llevada a Luanda por los portugueses.
Tras el episodio de doña Beatriz y Pedro IV (inicios siglo XVIII),
quedó convenido que desde ese momento el Mani Kongo sería elegido
alternativamente entre los miembros de los dos clanes Shimulaza y
Shimpanzu. Pero en esta época los vasallos ya no se consideraban sometidos.
Pedro V (1763) y Álvaro XI (1764) tendrán que ejercer fuertes presiones para
ser coronados con la pompa de antaño.
La trata negrera devastó un país ya muy maltratado. El asiento de
agosto de 1701 estipulaba que los negros en oferta no se sacarían de la costa
de Guinea. Por lo tanto, hubo que sacarlos de las costas situadas más hacia el
sur.

Angola
Al sur del Kongo, el estado de Ndongo, cuyo rey llevaba el título de
ngola, origen del posterior nombre de Angola, se formó en los albores del siglo
XVI. A diferencia de Kongo o Loango, que eran grandes coaliciones, Ndongo
se constituyó por la aglomeración de un gran número de jefaturas, cuya
tendencia a la organización estatal era menor, en sus orígenes, que las de
Kongo o Loango. De hecho, hacia 1520, era aún dependiente respecto a
Kongo.
Frente a los territorios de Ndongo, los portugueses habían fundado una
nueva ciudad en la pequeña isla de la que el Mani Kongo extraía los cauris.
Habían levantado numerosos fuertes y en 1592 habían creado una

-115-
administración colonial a las órdenes del gobernador general Francisco
d’Almeida. Fue así como nació la colonia de Angola.
Con el pretexto de que Lisboa no apoyaba suficiente desde el punto de
vista financiero a su colonia, los empleados se volvieron hacia la trata.
Tras la breve ocupación holandesa, a partir de 1648 la mayoría de los
funcionarios llegaron de Brasil, convirtiéndose Angola en algo así como una
“colonia de la colonia”. La trata negrera conoció un gran impulso,
convirtiéndose en la principal actividad de la zona.
En el siglo XVIII, al carecer Portugal de suficientes barcos, firmaron
algunos tratados con Gran Bretaña y Holanda por los cuales éstos últimos se
encargaban en adelante de llevarse la “mercancía”. Los beneficios de este
comercio hicieron de Luanda una ciudad llena de monumentos y palacios
públicos y privados.
En sus intentos de controlar los reinos africanos más próximos los
portugueses se toparon con feroces resistencias. Los ejemplos más llamativos
son los del Ngola de Ndongo y el de su hermana Nzinga (bautizada como
Ana de Souza) de Matamba durante el siglo XVII. El reino de Ndong fue
finalmente anexionado en 1671 con el nombre de Reino Portugués de Angola.
Brasil, fuente gracias a su azúcar de la riqueza portuguesa, debió su
prosperidad a Angola y a los miles de africanos que fueron arrancados de sus
costas con destino americano.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- Atlas maior of 1665 [material cartogràfic]/ J. Blaeu
- Hispania, Portugallia, Africa y América/ J. Blaeu

Enlaces de interés
- La colección del atlas de los Blaeu en la Biblioteca Reserva de la UB:

-116-
http://www.bib.ub.edu/biblioteques/reserva/vitrines-anteriors/la-colleccio-
datles-dels-blaeu-a-la-biblioteca-de-reserva/
- El atlas maior en la biblioteca virtual Miguel Cervantes:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/0369951534460557333
2268/index.htm
- El atlas maior en el archivo regional de Leiden:
http://www.archiefleiden.nl/home/collecties/verhalen/bladeren-door-
blaeu/blaeu
- El atlas maior en la web de la Universidad de Düsseldorf:
http://digital.ub.uni-duesseldorf.de/urn/urn:nbn:de:hbz:061:1-37297

-117-
13.  DESCRIPTION  DE  L’AFRIQUE

Fuente: CRAI Biblioteca de Reserva. Universitat de Barcelona


Título: Description de l’Afrique
Autor: Olfert Dapper
Año original: 1668
Localización: Universitat de Barcelona (Biblioteca Reserva)

Características e información de interés


La obra Description de l’Afrique es la más conocida del humanista neerlandés
Olfert Dapper. Para elaborar dicha obra, Dapper consultó durante alrededor
de tres años un número importante de obras de historia, geografía y relatos de
viajes. Pero no se contentó con un mero trabajo de compilación, quería
realizar una síntesis que resultara interesante de los documentos consultados.
El resultado de esto fue Description de l’Afrique, una obra que aún hoy es
fundamental para los africanistas. Dapper, lejos de realizar un juicio de valor
sobre las sociedades descritas, evitando de esta manera las connotaciones
etnocéntricas, fue de los primeros en apostar por un camino interdisciplinar
asociando estrechamente la geografía, la economía, la política, la medicina y el
estudio de las costumbres. Contrariamente a lo hecho por algunos de sus
contemporaneos, Dapper no realizó una obra dedicada a curiosidades
exóticas, sino una obra para la posteridad.
Realmente, la riqueza de los textos aportados en Description de l’Afrique,
así como sus diversos mapas y grabados, constituyen una verdadera fuente de
información para el estudio de la historia africana.

África en el mapa
Esta la parte inferior del mapa que Olfert Dapper sitúa al principio de su obra.
En él podemos ver un apreciable conocimiento de los principales sistemas
fluviales y una gran cantidad de anotaciones a lo largo y ancho de la costa. Por
otra parte, aunque no sean abundantes, la cantidad de anotaciones sobre el
interior continental resulta importante.

-119-
Contexto histórico
La zona de África del Sur sufrió numerosas transformaciones entre los
siglos XVI y XIX; nuevas comunidades se establecieron en la región, otras
tantas cambiaron de modo de vida o el lugar en el que vivían. Las relaciones
entre las sociedades tomaron un nuevo rumbo como resultado de los cambios
derivados de las nuevas relaciones con el exterior.
Después del paso de Vasco de Gama por el Cabo de Buena Esperanza
en 1497, África austral continuó durante años siendo vista como un peligro
para los navegantes, mientras que África Oriental bullía de actividad y atraía
todo el interés europeo.
De esto se desprende que los contactos entre los pueblos africanos de
la zona con el exterior eran extremadamente tenues. Sin embargo, los
contactos interiores, por vías terrestres, eran un poco más importantes.
En la época éstos eran los pueblos que habitaban el sur del continente
africano:
- Los Khoi (hotentotes), que eran ganaderos y practicaban la pesca,
apenas tenían contacto con el norte.
- Lo mismo ocurría con los San (bosquimanos), cazadores que vivían en
el interior.
- Los pueblos de lengua nguni vivían al este de la cadena montañosa que
parte la región, mantenían pocos contactos regulares con sus vecinos.
- Los Herero y Ovambo, situados en la actual Namibia, tenían estrechos
lazos lingüísticos entre ellos y con sus vecinos del norte.
- Los Tswana y Sotho, en el centro, comerciaban en ocasiones con el
norte.
En definitiva, alrededor de 1500 todas estas sociedades vivían
independientes al resto del mundo y sus relaciones exteriores eran, por
consiguiente, esporádicas y marginales.

-120-
A fines del siglo XVI, la presión de los pueblos bantúes (sotho, nguni)
empujó a los bosquimanos hacia las estepas desérticas del Kalahari, mientras
que los hotentotes se mantenían en la zona del Cabo, donde se mezclaron en
parte con los bantúes, quienes, a su vez, se dispersaron en su mayoría por la
costa oriental.
En el momento en el que los europeos empezaron a interesarse en la
región emprendieron una acción vigorosa. En 1652, Jan van Riebeck fundaba
en el Cabo de Buena Esperanza un establecimiento administrado desde
Batania (Java). Ésto suponía la llegada e implantación de una comunidad
completamente nueva y venida del exterior. El África del Sur fue concebida
entonces por la Compañía holandesa de las Indias Orientales como una etapa
en la ruta hacia oriente.
La colonia del Cabo pronto trajo consecuencias más profundas de las que
se habían proyectado en un primer momento. Se instauraron nuevas
relaciones con el interior, caracterizadas por la dominación y la dependencia.
En poco tiempo, la colonia debino un punto de avituallamiento y
aprovisionamiento de alimentos para las embarcaciones que navegaban hacia
oriente. Ante la resistencia de los hotentotes para cambiar sus actividades y
orientarlas hacia la exportación y la débil producción de los soldado-
campesinos, la Compañía decidió enviar colonos para producir lo suficiente
para poder avituallar las embarcaciones. La mano de obra africana a menudo
tendía a la huída y los esclavos resultaban caros y también podían huir.
Los nuevos colonos, sin embargo, llegaron a considerar escasas las tierras
que les habían concedido y las cargas de la Compañía demasiado onerosas.
Por ello iniciaron una migración (trek) hacia el este, apoderándose de
inmensos dominios para el ganado y la agricultura. Esto dispersó a los pueblos
Khoi y San, que se acabaron concentrando en la parte occidental del interior.
La mayoría de estos nuevos colonos eran protestantes de los Países Bajos
que se establecieron como campesinos (boer) y que no estaban dispuestos a

-121-
haber escapado de la opresión española para pasar a la de la Compañía.
Tenían unos conocimientos rudimentarios de la Biblia e interpretaron de
forma muy simplificada las tesis de Calvino sobre la salvación y la
predestinación. Se consideraron a sí mismos elegidos de Dios para dominar a
la masa de pueblos negros. Sin embargo, ante el hecho de que las mujeres
europeas eran claramente un porcentaje pequeño entre los colonos, éstos
acudieron a las mujeres hotentotas, dando lugar a los mestizos (bastards,
griquas, coloured), a quienes consideraban inferiores aunque superiores a los
africanos.
El impacto de la actuación boer fue in crescendo en el transcurso de las
siguientes décadas, y las poblaciones khoi-san sufrieron sus consecuencias.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- DAPPER, Olfert, Description de l'Afrique, contenant les noms, la situation &
les confins de toutes ses parties, leurs rivieres, leurs villes & leurs habitations, leurs
plantes & leurs animaux, les moeurs, les coûtumes, la langue, les richesses, la
religion & le gouvernement de ses peuples ; Avec des cartes des etats, des provinces
& des villes, & des figures en taille-douce, qui representent les habits & les
principales ceremonies des habitans, les plantes & les animaux les moins connus,
Amsterdam: Wolfgang, Waesberge, Boom & van Someren, 1686

Enlaces de interés
- Web del Museo Dapper:
http://www.dapper.fr/index.php?PHPSESSID=d18dda323e610543e5caf874
b4f557dd
- Descrition de l’Afrique digitalizada:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k104385v

-122-
14.  DE  L’AFRIQUE:  COSTES  D’ABEX,  D’AIAN  ET  DE  ZANGVEBAR

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar
Autor: Allain Manesson- Mallet
Año: 1683
Medidas: 21 x 14 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


El mapa forma parte de la obra Description de l’Univers de Allain Manesson-
Mallet (1630-1706), ingeniero, geógrafo y cartógrafo francés. En esta obra
monumental de 5 volúmenes se describen las culturas, gobiernos, tierras y
costumbres de las gentes que habitaban el mundo conocido. Además, incluía
gravados y numerosos mapas de gran belleza.

África en el mapa
El mapa muestra la zona más septentrional de la costa oriental africana.
Se representa parte de la gran isla de Madagascar y muchas de las islas
adyacentes, muestra del conocimiento que se tenía debido a la navegación
europea en la costa índica. Se indica la presencia de cafres en la costa (zanj) así
como Zanzíbar (Zanguebar) y Abissinia.

Contexto histórico
A partir del siglo XVI y a lo largo del XVII la presencia portuguesa en
la costa oriental de África sufrirá duros golpes. Mientras ingleses y holandeses
aparecerán en escena a finales del siglo XVI, muchas de las ciudades swahili se
enfrentaran al mercantilismo luso.
Por otro lado, la segunda mitad del siglo XVII estará marcada por
largas luchas entre portugueses y los árabes omaníes a lo largo de toda la costa
bañada por el Índico. En 1652 atacaran a los portugueses en Zanzíbar. Años

-124-
más tarde, en 1660, se aliarán con Pate y realizarán el ataque y saqueo del
cuartel portugués en Mombasa. Desde ese momento no cesarán las
incursiones hacia el sur, hasta Mozambique (1669).
En agosto de 1678, el propio virrey portugués encabezará una
expedición contra la “arrogante Pate”. El soberano de Faza, ciudad vecina y
rival de Pate, se unirá a los propósitos lusos. Sin embargo, un año más tarde
llegarán los navíos omaníes y los portugueses volverán a marcharse de la isla,
no sin antes ejecutar a los soberanos de la misma Pate, Siyu, Lamu y Manda.
Los ataques a las posiciones portuguesas por parte de Omán se verán
interrumpidos por una guerra civil que centrará toda la atención de los árabes.
En 1696, sin embargo, Omán lanzará una operación de amplitud sin
precedentes: 7 navíos cargados de 3000 hombres desembarcarán en Mombasa,
ocuparán la ciudad y la isla entera. En diciembre de 1698, Fuerte Jesús, objeto
de un prolongado asedio, se rendirá. Ese mismo año Portugal enviará una
misión a combatir en Mombasa.
Años después, en 1728, aprovechando la debilidad de Omán y una
nueva y débil alianza con Pate, los portugueses volverán a tomar Mombasa.
Este retorno, igual que la alianza con Pate, será de corta duración. Los
términos de la alianza (pagar tributo a los portugueses y cederles el monopolio
del comercio de marfil) llevarán pronto a una nueva ruptura. Ya en junio de
1729 los portugueses abandonaran Pate.
Se desencadenarán una serie de ataques a las posiciones portuguesas
encabezadas por las poblaciones locales, swahilis, ayudadas en algunos casos
por los zanj continentales. Sucederá en Mombasa, Zanzíbar, Pemba, Mafia…
Por lo tanto, finalmente fueron las propias ciudades swahili quienes
expulsaron a los portugueses. Pate y Mombasa volverán a ser ocupadas por
los omaníes y la costa swahili entrará en una nueva etapa de su historia. El
mundo swahili, debilitado, se reestructuró y sobrevivió, mientras que Portugal
vio fracasar su gran proyecto mercantil.

-125-
La derrota portuguesa ha sido atribuida a toda suerte de factores: la
debilidad y anarquía del sistema colonial, la incapacidad y la codicia de los
administradores, los estragos causados por el clima y las enfermedades en una
población portuguesa poco numerosa, así como el juego de las facciones
locales, unas veces aliadas y otras enemigas. Hacia el final del período los
portugueses, con sus recursos diezmados, apenas constituían un cuerpo
expedicionario.
Sin embargo, es importante señalar que la colaboración ilegal entre la
oficialidad portuguesa y los mercaderes swahili fue probablemente una de las
claves del fracaso de Lisboa y no únicamente su errónea política
mercantilística.
La navegación africana en barcos cosidos de cabotaje, navegando entre
los numerosos archipiélagos de la costa mozambiqueña, resultó incontrolable
para los portugueses.
Por su parte, la no rentabilidad de las minas de Manica o del
Monomotapa residía en las concepciones económicas de los portugueses, que
se negaban a explotarlas directamente y tampoco aceptaban una producción
autóctona que lo hacía de forma marginal y en cantidades insuficientes para el
endeudamiento financiero luso. El mundo swahili no se hundió al saber
reestructurarse. Portugal, sí.

Enlaces de interés
- De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar en el Institut
Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/659/rec/
24
- Description de l’Univers, digitalizado por la Universidad de Columbia:
http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/mallet/

-126-
- Detalles de Description de l’Univers en Wikimedia Commons:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Description_de_L%27Univer
se

-127-
15a. PARTIE  OCCIDENTALE  DE  L’AFRIQUE…
15b.  GUINEE  GRAND  PAYS  DE  L’AFRIQUE…

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Partie occidentale de l'Afrique ou se trouve la Barbarie divisée en royaumes de
Maroc, de Fez, d'Alger, de Tripoli, et de Tunis, & le Sara ou les desert de Barbarie, la
Nigritie ou le Pais des Negres et la Guinée, ... / Guinée grand pays de l'Afrique avec
toutes ses côtes, havres et rivieres suivant les memoires les plus recens des voyageurs
Autor: N. de Fer/ Pierre van der Aa
Año original: 1707
Medidas: 55 x 74 cm / 38 x 49 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Nicolas de Fer (1646-1720) fue uno de los más prolíficos e influyentes
geógrafo y cartógrafo francés. Llegó a ser el geógrafo oficial de los reyes
borbones franceses y españoles. Los mapas de de Fer fueron famosos, aunque
contaran con errores, por su considerable contenido decorativo. Por ejemplo,
representaba habitualmente elementos de la fauna y flora de los lugares que
cartografiaba.

Pierre van der Aa (1659-1733), fue editor de Leiden. Su faceta como


geógrafo fue apreciada principalmente por sus cualidades decorativas. Sus
mapas constituyen ejemplos típicos de la cartografía de inicios del siglo XVIII.

África en el mapa
El mapa de de Fer presenta muchos detalles sobre la zona noroeste de Africa,
extendiéndose desde Alejandría y el estrecho de Gibraltar en el norte, hasta el
Africa ecuatorial. Se centra en la zona de Senegal y el desierto del Sáhara. El
mapa presenta una gran cantidad de ilustraciones de la flora y fauna africana, e
incluye un hombre recogiendo colmillos de elefante, un hombre
encaramándose a un cocotero, ilustraciones de escorpiones, cocodrilos,
avestruces, leones, elefantes, casas nativas, cazadores, y un pueblo.

-130-
El mapa incluye también coordenadas de 20 ciudades. Además, hay
diversas anotaciones: el descubrimiento de las azores por los portugueses en
1449, el descubrimiento de las islas canarias en 1449 y el descubrimiento de las
Islas de Cabo Verde en 1455. El mapa nombre más de dos docenas de reinos
(Jolof, Mali, Gao, ciudades Hausa, Costa del Oro (Ghana), Alkanem (Kanem),
Bornú, Benin, Juda....) e identifica otras tantas docenas de ciudades, puertos,
islas, lagos y otros detalles geográficos. Hay anotados los pueblos y hábitats de
tribus arabes y beduinas, así como de pueblos del África subsahariana.

El mapa de van der Aa se extiende desde Senegal hasta el Cabo López,


justo debajo del ecuador, incluyendo Guinea y parte del reino de Benin.
Presenta gravados de montañas, ríos y ciudades. El mapa representa también a
animales y personas.

Contexto histórico
Segu y Kaarta
La desintegración de los estados clásicos llevó a nuevos escenarios. En
Segu, este nuevo orden implantado por los bámbara se asentó muy
directamente en el poderío militar, igual que ocurrió en diversos puntos de
África (estados predadores).
La demanda esclavista turca y, sobretodo, europea, pronto incidió en las
sociedades sudanesas del interior.
En el siglo XVII, la importancia del Imperio de Mali, replegado ya hacia
el oeste de su antiguo y basto territorio, había disminuido considerablemente.
El Imperio Songhay había caído frente a las tropas hispano-marroquinas y el
Pachalik de Tombuctú apenas ejercía su control sobre Gao, Djenné y la
propia Tombuctú.

-131-
El curso del oro se había desviado hacia el Atlántico y el esclavo estaba
sustituyendo al metal como primer valor de exportación.
Un estado de guerra permanente, de militarización de la sociedad, se
había instalado tras la caída de la época imperial.
Las crónicas de Tombuctú aluden a poderosas bandas armadas a las
que llaman bámbara (término que probablemente utilizaban para designar a
los paganos o a aquellos que se hallaban fuera de toda autoridad musulmana).
La inexistencia de un poder imperial daba más autonomía y representaba
mayores riesgos para las poblaciones agropecuarias que habían vivido bajo el
paraguas de la administración imperial.
Los jóvenes perdieron la oportunidad de enrolarse en los ejércitos
durante las expediciones anuales. La pérdida de esta posibilidad provocó el
nacimiento de las bandas juveniles, que empezaron a escapar del control
clánico y gerontocrático. Los grupos de edad juvenil de varones armados
ganaron una importancia creciente en la nueva inseguridad de la sabana.
A finales del XVII, dos de éstos grupos comandados por jefes del linaje
Kulibaly establecieron su hegemonía junto al Níger medio (Segu) y en la
sabana central comprendida entre el Níger y el Senegal (Kaarta).
Cada grupo actuó de manera diferente:
- En Kaarta, se recurrió a pactos con otros linajes guerreros y a la
organización de una especie de monarquía confederada con otros
grupos.
- En Segu, Biton Kulibaly recurrió a la liquidación física de la aristocracia
clànica local e incluso a la liquidación de otros grupos juveniles.
La asociación de jóvenes varones (Fla’n ton), desplegó actividades de
protección social hacia los linajes más desvalidos, al tiempo que mostraba su
capacidad militar ante las asociaciones vecinas. Esto creó un sistema de
dependencia entre un sector de los adultos y la flan ton que encabezaba Biton
Kulibaly.

-132-
El Senado de Segu, que se había negado a aceptar la protección de Biton,
fue decapitado. Desde ese momento, todos los jóvenes pasaban a engrosar las
filas de la asociación y devenían ton-djon. Biton se convertía de esta manera
en jefe de un aparato de estado constituido por los ton-djon, mientras que
externamente estos jóvenes se convertían en el eje de una nueva formación
social llamada furuba, la unión, el matrimonio, la tierra otorgada por la
comunidad a una pareja recién casada.
Por último, para resaltar la distinta forma de proceder entre Segu y Kaarta
es suficiente con ver como se hicieron llamar sus soberanos. Massa Kulibaly
(Kaarta) optó por el apelativo de mansa o massa (término mandinga
tradicional en reconocimiento de la soberanía), mientras que Biton Kulibaly
optó por el de Faama, el que posee la fanga, el poder físico, la fuerza
coercitiva.

Ashanti
Los grupos akan, presionados por los fanti y otros grupos del interior,
emprendieron la militarización. Lo hicieron primero bajo la hegemonía de
Denkyra, que hacia 1700 fue derrotado por una coalición de clanes y
pequeños estados akan. Esta coalición fue el núcleo de la famosa Federación
Ashanti. Algunos grupos no quisieron integrarse en este nuevo estado, por lo
que se produjo movimientos de población hacia el oeste.
Los ashanti tuvieron por primer objetivo alcanzar la costa para negociar
directamente con los occidentales y para dejar de ser presa de los pueblos
armados por los traficantes negreros. Desde ese momento, capturar y vender
esclavos correspondería a la propia federación Ashanti.

Enlaces de interés
- Partie occidentale de l'Afrique ou se trouve la Barbarie divisée en royaumes de
Maroc, de Fez, d'Alger, de Tripoli, et de Tunis, & le Sara ou les desert de

-133-
Barbarie, la Nigritie ou le Pais des Negres et la Guinée, ... en el Institut
Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/622/rec/
1
- Guinée grand pays de l'Afrique avec toutes ses côtes, havres et rivieres suivant les
memoires les plus recens des voyageurs
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/603/rec/
1

-134-
16. CARTE DE LA BARBARIE, NIGRITIE ET DE LA GUINÉE AVEC LES PAYS VOISINS

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins
Autor: Henri Abraham Chàtelain
Año original: 1719
Medidas: 45 x 53 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


H.A Chatelain (1684-1743) realizó junto a su padre Zacharie Chatelain y su
hermano Zacharie Junior, el Atlas Historique, Ou Nouvelle Introduction à l’Histoire.
Dicho atlas fue publicado en siete volúmenes entre los años 1705 y 1720. El
papel de Henri Abraham fue el de elaborar el material cartográfico de la obra.
Los mapas realizados se basaban principalmente en los del cartógrafo francés
Guillaume de L’Isle. La familia Chatelain los presentó en forma enciclopédica,
acompañados de información cosmográfica, geográfica, histórica, cronológica,
genealógica, topográfica, heráldica y sobre las costumbres de las zonas que
trataban.
Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins es uno de los
mapas que se dedican a África en la obra.

África en el mapa
Persiste el error de unir al Níger con el Senegal, desembocando en el
Atlántico y fluyendo paralelo a la costa guineana. Sin embargo, ya se
representan más detalles en el interior. Se hace referencia a diversos estados
africanos: Ashanti (Asiante); Mali, situado muy cerca de la costa. Se habla de
farim (cargo de governador en Mali) Se sitúan a algunos pueblos, como los
Sousos. Se representa la Costa de Malagueta, costa de los dientes (marfil?),
Benin, muchos reinos interiores...reino de Kanem, de Bornú, Tombuctú, Gao,
pueblos de Casmance, Jolof, fulas, etc...

-136-
Contexto histórico
Abomey
Los adja-ewe de Abomey eran uno de los cuatro linajes reales
(Agassuvi) sucesores de Agassu Adjahuto (los otros se encontraban en Allada,
Savi y Porto Novo).
El grupo de Abomey se encontraba a un centenar de kilómetros de la
costa, al ser el linaje más débil militarmente quedó expuesto a la zona más
abierta a las capturas.
Los clanes locales que habitaban la zona antes de su llegada no
aceptaron la pretensión hegemónica de los recién llegados. Tras varios
conflictos, el príncipe Agassuvi mató a todos los jefes de linake Guedevi y a
todas las autoridades locales. La tradición cuenta que construyó su palacio
sobre el vientre del anfitrión: Dahomey vendría de Danxomé, construido
sobre el vientre de Dan.
Este sistema de acceso al poder implicaba un sistema despótico y un
dinamismo militar sostenido si se quería evitar las revueltas internas.
Aunque estuvieron sometidos a tributo por los Yoruba de Oyo, los fon
conquistaron Allada, Savi y Widah en el primer tercio del siglo XVIII. Hasta el
siglo siguiente las adja-fon fueron una de las principales potencias
exportadoras de esclavos.

Enlaces de interés
- Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins en el
Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/612/rec/
1

-137-
17. AFRICA JUXTA NAVIGATIONES ET OBSERVAT. RECENTISSIMAS AUCTA CORRECTA ET IN SUA REGNA ET STATUS DIVISA IN
LUCEM

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Africa juxta navigationes et observat. recentissimas aucta correcta et in
sua regna et status divisa in lucem
Autor: Matth Seutter, C. Schiler, Tobias Conrad Lotter
Año original: 1720
Medidas: 21 x 27 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Matthaus Seutter (1647-1756) fue uno de los más prolíficos editores de mapas
germanos del siglo XVIII. Fue nombrado por el emperador Carlos VI como
“Geografo imperial”. Su editorial ganó fama por la publicación de mapas, atlas
y globos de alta calidad. Su yerno, Tobias Conrad Lotter (1717-1777) heredó
el negocio familiar de cartografía. Siguió publicando atlas y numerosos mapas.

África en el mapa
El mapa muestra un gran número de nombres en la costa e incluso en el
interior. Se reproduce el río y lago Zaire. Aparece el reino de Monomotapa, la
isla de Madagascar, así como multitud de islas de la costa oriental, y Abisinia.

Contexto histórico
A comienzos del siglo XVIII llegaron al sur de África nuevos
refugiados: los protestantes franceses expulsados después de la revocación del
Edicto de Nantes por Luís XIV en 1685. Generalmente eran miembros de la
burguesía: comerciantes, artesanos, miembros de las profesiones liberales, y
tenían en común con los bóers su fe calvinista y esa especial psicología de
refugiados del fin del mundo que tratan de forjar un mundo nuevo.
Los recién llegados elevaron el nivel cultural de la masa rústica de los
bóers, con quienes acabaron mezclándose. De este modo se dio un nuevo
impulso al trekking (migraciones boer), que paulatinamente fue desposeyendo

-139-
a los hotentotes de sus tierras, transformándolos en siervos agrícolas o
domésticos.
Desde comienzos del XVIII, los bóers se pusieron en contacto con los
bantúes. Este contacto derivaría en un fuerte choque en los campos de Fish
River en 1775. Contrariamente a los bosquimanos y hotentotes que acababan
de expulsar o expoliar, los bóers se hallaron ante pueblos estructurados de
otra manera, con poderosas jefaturas, en ocasiones organizadas para la
conquista, como sucedía en el caso de los nguni, y sobretodo en el de una de
las fracciones más famosas de éste pueblo bantú: los zulú.
Para los zulú, xhosa y otros pueblos bantú, pueblos ganaderos, los
animales errantes eran considerados propiedad pública. Ésto hizo que pronto
surgieran enfrentamientos con los bóer. Se iniciaron ataques, guerrillas y
represalias, en las que los bóer utilizaban sus armas de fuego contra aquellos
“cafres” que eran para ellos enemigos naturales, por su raza y religión. Así, las
víctimas de la represión religiosa y nacional en Europa se convirtieron en
África en opresores.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB)


- SEUTTER, Matthäus, Atlas novus indicibus instructus [Material cartogràfic],
Viena: 1730

Enlaces de interés
- Africa juxta navigationes et observat. recentissimas aucta correcta et in
sua regna et status divisa in lucem en el Institut Cartogràfic de
Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/667/rec/
1

-140-
18.  CARTE  D’AFRIQUE

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte d’Afrique.
Autor: Guillaume de l’Isle
Año original: 1722
Medidas: 52 x 70 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Guillaume de l’Isle (o Delisle) formaba parte de una reputada familia de
cartógrafos franceses. A los 27 años ya era miembro de la Academie Royale
des Sciences. Su formación le permitió aplicar diversas disciplinas en el plano
cartográfico, llegando a crear la técnica conocida como “cartografía científica”,
esencialmente una extensión de lo que Sanson llamó “geografía positiva”. Esta
nueva aproximación permitió transformar el campo de la cartografía y crear
mapas más ajustados a la imagen del mundo.
Fue también profesor de geografía del joven Luis XV, y recibió el título
de Geógrafo Real. Este mapa estaba dirigido al rey de Francia.

África en el mapa
Aparecen multitud de anotaciones y referencias a estados africanos: Nubia,
Egipto, Congo, Cafrerie, Abisinia, Madagascar, Galam, Benin, Loango,
Angola, Benguele, Jagas, hotentotes, Cabo de Buena Esperanza,
Monomotapa, Quiteve.
No aparecen muchos ríos.

Enlaces de interés
- Carte d’Afrique en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/798/rec/
16

-142-
19. CARTE DES ROYAUMES DE CONGO, ANGOLA, ET BENGUELA AVEC LES PAYS VOISINS

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte des royaumes de Congo, Angola, et Benguela avec les pays
voisins
Autor: Jacques Nicolas Bellin, Antoine François Prévost
Año original: 1746
Medidas: 27 x 36 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


El mapa, realizado por el geógrafo e hidrógrafo francés J. Nicolas Bellin
(1703-1772) forma parte de la obra Histoire Generale des Voyages de Antoine
François Prévost.
Bellin fue el primer ingeniero hidrógrafo de la marina francesa. Primero
sus trabajos recorrieron las costas de Francia, para más tarde trasladarse a
todas las costas conocidas. Llegó a ser nombrado Hidrógrafo del Rey y fue
miembro de la Royal Society of London.

África en el mapa
El mapa muestra con una cantidad de detalles importante una porción
del África ecuatorial-occidental y central. Los reinos más importantes y
aquellos que dan nombre al mapa son los de Kongo, Angola y Benguela. A su
alrededor se encuentran plasmados todo un conjunto de reinos o estados
africanos interiores que presentan pocos detalles en su interior. Respecto a los
tres países citados, se detallan incluso las provincias que los formaban así
como los ríos que discurrían por sus territorios.
Especial atención merecen las anotaciones que encontramos
diseminadas por el mapa. Bajo “ROY DE DONGO” la leyenda reza:
“destruido por los portugueses”. En el reino de MATAMBA se escribe:
“Fundado por Ana Zinga”. Por lo tanto, un conjunto de descripciones

-144-
aportan al mapa datos históricos, y también geográficos e incluso climáticos y
agrícolas, que resultan de enorme interés desde una perspectiva histórica.

Contexto histórico
A las puertas de la segunda mitad del siglo XVIII, el reino de Kongo se
encontraba ya muy debilitado y en franca decadencia. Frente a este
debilitamiento, un reino que antaño había formado parte del primero se erigió
como pieza fundamental en el engranaje de la trata atlántica: Angola.
En torno a 1665, los espacios del África central, sobre todo aquellos en
contacto con la costa, fueron reorganizados a gran escala. Muchas de las
entidades políticas empezaron a obedecer a los imperativos de la nueva
estructura económica que la trata intensiva de esclavos generaba.
Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando la organización del África
central occidental fue enteramente modificada. El declive de los estados
estuvo relacionado con el de las antiguas clases dominantes, mientras que una
clase comercial fue ganando peso y acabó en algunos casos por reemplazarlos.
Había dos núcleos de trata de esclavos que coexistían: uno, portugués, llevaba
a los africanos desde Angola hasta Brasil; el otro, en el norte, era dominio de
otras potencias europeas y territorio en el que el comercio en tierra seguía en
manos de los africanos.
Este comercio de las regiones del norte, de la costa de Loango, fue
alimentado por compañías que financiaban todo el comercio triangular, como
por ejemplo la neerlandesa Compañía de las Indias Occidentales.
La demanda de esclavos progresó de manera regular entre 1665 y 1755
para luego repuntar desmesuradamente y atender su punto de máxima
intensidad entre 1755 y 1797 aproximadamente.
El principal centro de comercio se situaba en primer lugar en Loango y,
después de 1750, en Malemba. Hacia 1780, Cabinda era el puerto más

-145-
frecuentado pero fue superado por Borna, situado en el estuario del río
Congo, a partir de 1800.
Los comerciantes europeos intercambiaban sus mercancías por esclavos
y lo hacían a través de intermediarios, los mercadores que a partir de 1700
tomaron títulos locales como mafouk. El intermediario era indispensable y era
el encargado de establecer y convenir las equivalencias entre los valores de los
productos intercambiados.
Los comerciantes europeos debían pagar tasas y ofrecer regalos a los
reyes locales y a los notables responsables del comercio con los europeos. El
intermediario, por su parte, se hacía con una fuerte comisión sobre el precio
de venta de los esclavos.
Alrededor de un millón de esclavos y pequeñas cantidades de marfil,
cuero y cera fueron exportadas en el siglo XVIII, mientras que los tejidos y las
armas formaban el grueso de las importaciones.
Entre las consecuencias que produjo la trata, la más evidente es la caída
demográfica que supuso en el reino de Kongo. En cuanto a los efectos
económicos, al norte del río Congo, una vasta porción del territorio se
constituyó en un conjunto de lugares especializados en ciertos productos
(tabaco, caña de azúcar, marfil…). Esto conllevó un empobrecimiento técnico
en cada uno de esos lugares.
Los efectos sociales y políticos fueron espectaculares. Los
intermediarios y los notables responsables del tráfico comercial adquirieron
una importancia que creció sin cesar en las cortes, pudiéndose rodear de un
séquito numeroso gracias a las riquezas que habían cosechado, suplantando
ulteriormente a la antigua nobleza ligada a la casa real. Por lo tanto, los
poderes reales sufrieron en este contexto. En Loango, el consejo real pasó a
estar formado no por la antigua nobleza, sino por los nuevos notables ligados
al comercio. El rey empezó a vender títulos al mejor postor. El sistema de
sucesión también se alteró y pasaron a ser los consejeros quienes elegían al rey

-146-
y quienes favorecían largos consejos de regencia. Hacia 1750 la línea real se
extinguió. Tras diversas disputas, finalmente se impuso un rey neutro al precio
de un debilitamiento considerable de su poder. Poco después, la nueva línea
real se escindió y la realeza devino tan débil que después de 1787 ya no se
nombraron a más reyes. Por otra parte, las provincias alejadas de los centros
de poder fueron separándose considerablemente a partir de 1750.
En la cuenca media del Congo, la extensión de la trata reavivó
movimientos de población, a veces limitados, y las hostilidades en diversas
regiones, mientras que fuertes concentraciones de población empezaron a
establecerse junto al río, en los puntos de paso obligados, y acabaron
convirtiéndose en ciudades mercantiles en el siglo XIX.
En el reino de Kongo, las unidades territoriales se fragmentaron sin
cesar.
Todas estas transformaciones se acompañaron de cambios culturales
importantes. El rol de los grandes ancestros, ligados a los clanes, se
incrementó. Los cementerios y las iglesias, sobre todo en Mbaza Kongo, la
capital, se agrandaron. La noción de algo parecido a lo que actualmente se
denomina zombi, una especie de muerto viviente, se desarrolló como una
confusión entre santos y grandes ancestros. Los cultos colectivos terapéuticos
fueron ganando adeptos. La ideología del culto sacralizó las alianzas entre
familias de las élites.
El cristianismo, por su parte, se mantuvo pero evolucionó. La escasez
de curas extranjeros o locales dejó la iniciativa a los antiguos ayudantes de los
misioneros, a sus esclavos y, a la larga, al entorno del rey.

Angola
La trata de esclavos en Angola había arrancado antes que la del norte.
Orientada sobre todo hacia Brasil, el sistema estaba fraccionado en
comparación al septentrional ya que, antes de 1730, intervenían muchos

-147-
factores: el mercader exportador en Portugal, los intermediarios o agentes en
Brasil, los transportistas marítimos, los mercaderes de esclavos en Luanda o
Benguela, los caravaneros afro-portugueses y los señores y mercaderes
africanos que vendían esclavos en los mercados. Una misma compañía podía
controlar varios de estos elementos, pero raramente podía controlarlos todos.
Cada uno de estos factores trataba de evitar los riesgos y de maximizar sus
beneficios, siendo el mayor riesgo el risco dos escravos, es decir, el riesgo de ver
morir a los esclavos de malnutrición, de enfermedades y de malos tratos. Cada
parte del sistema intentaba rechazar esta responsabilidad y, entonces, atribuir
el derecho de propiedad de los esclavos a una parte más débil que ella. De este
modo, las compañías portuguesas y brasileñas estaban en una buena posición,
mientras que los transportistas marítimos, los mercaderes de Luanda y
Benguela, así como los caravaneros, eran los más débiles.
La mortalidad en esta época entre las personas capturadas fue muy
elevada, según J.C. Miller habría sido de la mitad de los esclavos en el trayecto
desde el interior hasta la costa y luego, en Luanda, un 40% moriría esperando
ser embarcados. Aunque estas cifras parecen exageradas, Vansina dice que
pueden ser plausibles. Por otra parte, las pérdidas en mar variaban entre el 10
y el 15% del total embarcado.
A partir de 1760, los caravaneros empezaron a vender sus esclavos a
cualquier mercader de Luanda o de Benguela e intentaron mejorar su situación
con las mercancías obtenidas a cambio.
Después de 1730, las compañías metropolitanas portuguesas volvieron
a Luanda para vender mercancías europeas, mientras que los brasileños se
retiraron hacia Benguela. Esta concurrencia entrañó la llegada de grandes
cantidades de mercancías que acabaron estimulando, aún más si cabe, la trata
de esclavos.
En el plano interno, se acentuaron las rivalidades entre quimbares,
portugueses o afroportugueses que llevaban años o generaciones en tierras

-148-
africanas, y los recién llegados. Estos últimos, en tanto que mercaderes, tenían
el apoyo total de las autoridades de Luanda, mientras que los quimbares
disfrutaban del apoyo de las autoridades provinciales y, en general, de la de los
jefes africanos de mercados interiores. Fueron ellos quienes lucharon contra
los nuevos mercaderes debido al contrabando de esclavos que estos llevaban a
cabo con franceses, ingleses u holandeses.
Los brasileños y los quimbares tuvieron éxito no sólo en mantenerse en
Benguela sino también en aumentar las exportaciones de esclavos hasta el
punto de que el volumen devino igual al de Luanda. Las compañías
portuguesas, por su parte, lograron evitar el “riesgo de esclavos”, comprando
no tanto esclavos como marfil y otros objetos de comercio pagables en Brasil.
A principio de siglo, los gobernadores sostenían a los brasileños. Más
tarde, con las reformas del marqués Pombal en la metrópolis, prefirieron a las
grandes compañías de Lisboa.
Con el retorno de los portugueses a Luanda, muchos afroportugueses
emigraron una vez más, principalmente hacia la meseta de Benguela donde las
masivas campañas militares, a partir de 1772, no hicieron más que acelerar la
emergencia de dos grandes reinos: Mbailundu y Bihé. Se creó un nuevo gran
punto de comercio hacia el interior del país y las caravanas alcanzaron el alto
Zambeze antes de 1794. Los esclavos llegaban a Benguela evitando pasar por
Luanda.
En Angola, el peso de la trata de esclavos era tal que el país no pudo
diversificar su sistema económico por falta de otros capitales. La colonia
continuó dependiendo de Brasil en el plano económico y, hacia 1800, todavía
un 88% de sus ingresos provenían de la trata de esclavos con Brasil y solo un
5% provenían del marfil enviado a Portugal.

Reinos Lunda y luba

-149-
En la zona de Shaba fue formándose durante el siglo XVIII el imperio
Lunda. Su acción produjo incesantes campañas militares que proveyeron
esclavos en gran cantidad, mientras que en las regiones sometidas se pagaba
también tributos en esclavos. Toda la dinámica de conquistas y razzias
provocaron, a finales del siglo XVIII, movimientos de población y una
ingente cantidad de intercambios económicos y culturales.
En definitiva, en 1800 la acción conjunta de la expansión luba y lunda
había asegurado la estructuración del conjunto de las sabanas de África
central, al este de Kwango. Estos pueblos difundieron, en toda la zona, una
cultura común, es decir, una visión del mundo común y, por ende, rituales,
emblemas y símbolos comunes. Esta difusión fue en parte facilitada por la
existencia de rutas comerciales, pero también por las razzias. La movilidad de
la población, relacionada especialmente con los matrimonios, fue muy elevada.
El hecho de que las mujeres iban a vivir con su marido y que el nombre del
clan era transmitido por las madres contribuyó a una difusión considerable de
los nombres.
Por otro lado, la expansión lunda provocó también grandes estragos.
No hay que subestimar la naturaleza militarista de los estados lunda, ni la
amplitud de la caza de esclavos que practicaron. Posiblemente, las débiles
densidades de población constatadas en el sur de Kwango y el este de Angola
pueden ser en parte explicadas por estas actividades. También es cierto, por
otro lado, que la concentración de población observada a lo largo del quinto
paralelo es también una consecuencia directa. Este aspecto, junto a la
presencia de una cultura política común en Kwango y Luapula se mantiene,
para los habitantes de esta vasta región, como el legado de estos siglos.

-150-
Enlaces de interés
- Carte des royaumes de Congo, Angola, et Benguela avec les pays
voisins en el Institut Cartogràfic de Catalunya
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/664/rec/
1
- Histoire Generale des Voyages digitalizado por la Universidad de
Columbia:
http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/prevost/
- Histoire Generale des Voyages digitalizado:
http://archive.org/details/histoiregnraled00astlgoog

-151-
20. EMPIRE DE MONOMOTAPA ET ETATS VOISINS TIRÉ DE M. DELISLE ET AUTRES AUTEURS

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Empire de Monomotapa et etats voisins tiré de M. Delisle et autres
auteur
Autor: Jacques Nicolas Bellin, Antoine François Prévost
Año original: 1750
Medidas: 27 x 42 cm
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Éste mapa también se encuentra incluido en la obra Histoire Generale des
Voyages (ver mapa anterior).

África en el mapa
El mapa muestra el reino de Monomotapa, en el África oriental, y una
gran cantidad de estados vecinos. Se señalan un ingente número de reinos
africanos y se representan mediante el dibujo de una especie de palacio las
principales ciudades de la zona, como por ejemplo la capital del Monomotapa.
El mapa, por otro lado, también sitúa algunos yacimientos auríferos
codiciados por los europeos. Por último, el río Zambeze se encuentra
delineado con bastante precisión y una inscripción en la parte más occidental
del mismo reza que no se conocen los territorios más allá de la curva del río,
signo irrevocable del escaso conocimiento del interior continental.

Contexto histórico
Hasta el siglo XVIII cohabitaron, e intercambiaron técnicas y consejos,
bantúes y khoisánidas. Las teorías que giraban entorno al dominio de unos
sobre otros pertenecen a la antigua escuela racista de Rhodesia.
Entre los ríos Zambeze y Limpopo se desarrollaron estructuras que
dejaron una huella indeleble. Es el caso del famoso conjunto de piedra de
Great Zimbabwe. Su arquitectura se desplegó entre los siglos IX y XV y fue

-153-
continuada ulteriormente hacia el oeste. Las técnicas, además de la historia
oral, apuntan al grupo karanga, de lengua bantú y con prácticas ganaderas con
leve apoyo agrario. Summers apuntó a un origen religioso de la acrópolis,
teoría respaldada por la continuidad al culto, por parte de la población
karanga-shona, a Mwari, divinidad celestial a la que se invoca en puntos
elevados. El abandono paulatino de los centros como Great Zimbabwe se
debió problablemente a agotamientos del ecosistema, sometido a población
excesiva, con rebaños reales que fueron numerosos.
Hacia 1440, una fracción karanga dirigida por Mutota y luego por su
hijo Matope conquistó las tierras del norte o Zambezia meridional, situando
su centro político junto al Ruenha, afluente del Zambeze. Hasta 1490 el
Mwene Mutapa (Señor de los saqueos) dominó toda la meseta e incluso la
costa entre Zambeze y Savi. A partir de ese momento, los gobernadores del
sur (Changa y Toroa) empezaron a independizarse. A la llegada de los
portugueses a Sofala en 1505, los enfrentamientos continuaban y dieron por
resultado una remodelación del espacio entre los karanga: el Monomotapa
ocupaba Zambezia, Butua ocupaba el centro y sur de la meseta. La dinastía
karanga del sur será conocida desde entonces como Changamir, mientras que
la del norte será la de Monomotapa (en pronunciación europea).
El Monomotapa tuvo una especifidad que no se observa en el resto de
monarquías de la zona, ya sean karanga o tonga. Esta especificidad era su
voluntad de basar cada vez más su prestigio y poder en el comercio a gran
distancia. Para Butua y Quiteve (independizado en la costa hacia 1520) el
comercio era un suplemento de prestigio y no el eje de los intereses del poder.
Así, mientras los restantes Estados del sudeste se consolidaban, el
Monomotapa trataba de hacerlo fortaleciendo su monopolio comercial y
acrecentando el volumen de intercambios. Contra la contestación interna, para
mantenerse en el poder, trataron de usar la alianza con los portugueses.
Mientras que en el siglo XVI, el Monomotapa buscaba obtener de los

-154-
portugueses tejidos y armas, en el siglo XVII procuró armas y soldados. Los
lusos, que ya habían tenido una desastrosa experiencia de conquista contra el
Monomotapa, buscaban controlar las minas de oro y lograron obtener la
explotación del metal aurífero a cambio de protección militar al Monomotapa.
Este libre acceso a las tierras africanas desembocó en catástrofe. La relación
con los occidentales provocó pronto choques con la población y con sectores
de la aristocracia, llegándose a un alzamiento general (conducido por
Kapararidze entre 1629-1632) y a una progresiva despoblación de Zambezia
ante los trabajos de extracción que los vasallos aliados de los portugueses
exigían.
La ruptura del equilibrio social culminó en la alianza del Monomotapa y
Changamir II de Butua, que destruyeron las ferias portuguesas y expulsaron a
los europeos del altiplano.
Los reinos adyacentes, en contraste con la trayectoria seguida por el
Monomotapa, siguieron estrategias más prudentes, evitando que el volumen
comercial y la relación abierta con los portugueses los desestabilizara. Butua se
mantuvo como gran estado hasta el siglo XIX, en que fue destruido por la
invasión de pueblos nguni que huían del mfecane zulú (hacia 1834).

Enlaces de interés
- Empire de Monomotapa et etats voisins tiré de M. Delisle et autres
auteur en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/632/rec/
1
- Histoire Generale des Voyages digitalizado por la Universidad de
Columbia:
http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/prevost/
- Histoire Generale des Voyages digitalizado:
http://archive.org/details/histoiregnraled00astlgoog

-155-
21.  PARTIE  DE  LA  COTE  ORIENTALE  D’AFRIQUE  AVEC  L’ILLE  DE  MADAGASCAR  ET  LES  CARTES  PARTICULIÈRES  DES  ILLES  DE  
FRANCE ET DE BOURBON

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Partie de la cote orientale d'Afrique avec l'ille de Madagascar et les
cartes particulières des illes de France et de Bourbon
Autor: Rigobert Bonne (1727-1795)
Año: 1771
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Rigobert Bonne sustituyó a Bellin como Ingeniero hidrográfico de la marina y
como geógrafo real. Fue uno de los cartógrafos más importantes de finales del
siglo XVIII.

África en el mapa
El mapa muestra la zona del África oriental a la altura de la isla de
Madagascar. El Monomotapa y algunos estados que los rodeaban salen bien
representados. Hay una gran cantidad de anotaciones referentes a puntos
destacados en la costa oriental, así como numerosas islas. Madagascar se
encuentra repleta de topónimos referentes a los ríos y de otros tantos
referentes a su población. Por último, el mapa presenta también detalles sobre
las islas de Bourbon y de France.

Contexto histórico
En la segunda mitad del siglo XVIII se empezaron a definir los estados
de Madagascar. En aquel momento, la isla presentaba una doble realidad: por
una parte encontramos a los malgaches y, por la otra, a los swahili en algunos
puntos de la costa. De hecho, a cada escala swahili en la isla le correspondía
una ciudad malgache.
El siglo XVII había marcado un empobrecimiento de las escalas
swahili, las ciudades mercantiles encontraron más dificultades y a ello se sumó

-157-
en última instancia la aparición de las ciudades malgache, que les perjudicó al
prescindir éstas de intermediarios.
Podemos situar a los estados surgidos en la época de esta manera: en el
sudeste encontramos a los Tanosy; en el suroeste, en la Bahía de San Agustín,
encontramos a los Mahafaly. De este reino surgiría la dinastía sakalava que
fundaría los estados del oeste como Menabe y Boina.
Poco después aparecieron los estados del altiplano.
La trata se había hecho relevante en el oeste pero en 1700 también ganó
importancia en el este, donde emergió la Confederación Betsimisaraca
(llegaron a saquear Mozambique).
Los estados del altiplano, viéndose presas de los predadores de la costa,
respondieron a esta situación con la creación por parte de los merina del
estado de Imerina. Nampoina, su gran rey, dijo que su reino terminaba donde
podían llegar sus arrozales: Radama I aplicó esta idea y ocupó gran parte del
oeste de la isla (Betsileo y las zonas betsimaraka) en el primer tercio del siglo
XIX. Los ataques alcanzaron a los estados sakalava de Boina y Menabé, sin
lograr todavía anexionarlos. Pero aún así, el Imerina se autoprocalamaba ya
Reino de Madagascar: el altiplano pasaba a dominar a las poblaciones de la
costa.

Enlaces de interés
- Partie de la cote orientale d'Afrique avec l'ille de Madagascar et les
cartes particulières des illes de France et de Bourbon en el Institut
Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/505/rec/
1

-158-
22. NUBIE ET ABISSINIE

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Nubie et Abissinie
Autor: Rigobert Bonne
Año: 1771
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Mapa realizado por Rigobert Bonne (ver mapa anterior).

África en el mapa
El mapa muestra Abisinia y una gran cantidad de detalles en su interior.
Muestra las divisiones provinciales o administrativas y la localización de
multitud de ciudades.

Contexto histórico
Durante el reino de Fasilidas (1632-1667), los jesuitas fueron
exiliados y perseguidos. Fasilidas hizo de la reacción anticatólica un motivo de
rechazo de toda influencia europea, llegando a aliarse a los pachás
musulmanes de la costa, con el fin de impedir a los eclesiásticos extranjeros el
camino del interior.
La mayor obra de Fasilidas fue la fundación de la nueva capital,
Gondar, al norte del lago Tana, en una región alejada de Shoá, dominada por
los galla, y cuyo excelente clima había atraído en su día a otros emperadores
como Sarsa Denguel o Susneyos. Fasilidas hizo edificar un inmenso palacio y
baños. Etiopía, cerrada a Occidente, parecía abrirse a las delicias de los
palacios árabes. Gondar, sin embargo, era un remanso único de fasto y de
placer en el que siempre hubo más iglesias que palacios. Además, en las islas
del lago existían numerosos conventos.

-160-
El reinado de Yohannes (1667-1682), hijo de Fasilidas, fue
relativamente tranquilo. Acabó con los restos de la actividad católica pero al
mismo tiempo fue ferozmente antimusulmán. Era un fanático de la fe copta.
Su sucesor, Iyasu el Grande (1682-1706), llevó a cabo diversas
realizaciones notables entre las que destacan sus reformas administrativas. Por
otro lado, rompió con la política antieuropea de sus antecesores. El rey Luís
XIV, aconsejado por los jesuitas, le envió un embajador. Sin embargo, no
consiguió llevarse a París a la embajada etíope. Se llevó a cabo una segunda
tentativa por parte de Francia que logró alcanzar Sennar, pero el enviado
francés fue asesinado antes de pisar Etiopía.
Iyasu el Grande consolidó su autoridad sobre la Iglesia copta, en
especial en lo que respecta a su perrogativa a convocar sínodos, y varios de
éstos se celebraron bajo su patronazgo para tratar sobre las “naturalezas” de
Cristo. Cuando las maquinaciones de su hijo Takla Haimánot lo condujeron a
la abdicación, se retiró a una isla del lago Tana y, al modo de los monjes, se
hizo colgar unas cadenas. Sus enemigos, desconfiados, lo persiguieron hasta
allí y acabaron con su vida.
Dos años después, el parricida fue a su vez asesinado. Ello provocó
otro período de caos, en el que el ejército hubo de intervenir cada vez con
más frecuencia, imponiendo al fin a Bakaffá (1721-1730), cuyo mujer,
Mentonab, ejerció una larga y profunda influencia en la política del país.
Bakaffá estaba dominado por una desconfianza enfermiza.
Cuando murió, no lo sucedió su hijo Iyasu II, sino su mujer como
regente. Cuando el joven príncipe alcanzó el poder, su bravura y capacidad de
liderazgo siempre estuvo cuestionada, lo que le llevó a realizar campañas
militares poco efectivas que en realidad perseguían aumentar su prestigio
personal. Asimismio, tomó a una galla, Wobít, como esposa, hecho que no
hizo más que aumentar la desconfianza de sus súbditos. Wobít fue regente de
su hijo Dchoás, alejó a Mentonab y llenó la corte de galla. Cuando confió a su

-161-
hermano la provincia estratégica de Begamedre, se produjo un levantamiento.
Finalmente, toda la trama conspirativa en la corte acabó con la muerte de
todos ellos y la imposición de Takla Haimánot como hombre de paja del
poderoso ras del Tigré, Mikael Sehul.
Salvo por la presión secular de los galla, Etiopía no se hallaba
amenazada, en aquella época, por ningún peligro mortal. Por su lado, los galla
habían hecho un gran servicio a los etíopes al acabar conel temible reino de
‘Adal.
La decadencia del Imperio Otomano convirtió a los pequeños estados
turcos de la costa del mar Rojo en entidades nminales, que eran en realidad
satélites del gobernador del Tigré. Con todo, la disgregación interna era ya de
tal envergadura, a causa de la corrupción del clero copto, que un ras
(governador) de Begamedre organizó peregrinajes a la tumba del iman
Granye.
La descomposición duró casi un siglo, hasta que un jefe de banda,
Kahsa, que habían adquirido cierta reputación militar, derrotó paulatinamente
a los grandes del imperio y se convirtió en negus, adoptando el nombre de
Tewodros II (1885), conocido en Europa como Teodoro.

Enlaces de interés
- Nubie et Abissinie en el Institut Cartogràfic de Catalunya:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/504/rec/
1

-162-
23. THE CONTINENT AND ISLANDS OF AFRICA, WITH ALL THE RECENT EXPLORATIONS (NORTE)

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


24. THE CONTINENT AND ISLANDS OF AFRICA, WITH ALL THE RECENT EXPLORATIONS (SUR)

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: The continent and islands of Africa, with all the recents explorations
(norte/sur)
Creador: Robert Laurie & James Whittle
Año: 1809
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

África en el mapa
El mapa representa la parte norte del continente. Trata de mostrar los estados
africanos de la época, así como los pueblos que habitan en ciertos lugares. Se
muestran estados como Gabou, Gajaaga, Djollof, Kaarta, Segu o Fouta
Djallon, Hausa o Bornú. A primera vista se muestra un conocimiento notable
de los estados del interior continental, aunque éstos estén situados, en su
mayoría, demasiado hacia el este. Siguen habiendo muchos vacíos interiores,
tal y como reconocen los autores del mapa en una anotación que añaden en el
mismo.

El mapa muestra la parte sur del continente, en la que destacan los


grandes espacios en blanco producidos por el gran desconocimiento que había
en la época sobre el interior continental (unexplored en el mapa). Son
representados, por lo tanto, algunos reinos de la costa: Loango, Congo,
Angola, Matamba, Benguela, la colonia del Cabo de Buena Esperanza o la isla
de Madagascar. También se señalan una multitud de pueblos que viven
diseminados por los territorios conocidos: hotentotes, jagga, karangas…

Contexto histórico (norte)


Revoluciones islámicas siglo XIX
Durante 400 años África vivió sumida en una espiral de violencia y
destrucción. La época clásica quedó sepultada ante la violencia de los estados

-165-
predadores. Las estructuras sociales sufrieron cambios radicales. La
concepción del poder, en algunos lugares, tomó un rumbo diametralmente
opuesto al de los siglos XI-XV (de la mansaya, la soberanía aceptada de buen
grado por el pueblo, se pasó a la fanga, la imposición de la soberanía por la
fuerza bruta, coercitiva). Cambiaron las costumbres, los hábitos y las
relaciones entre sociedades. En un punto en el que la trata había desangrado
gran parte del continente y había devastado poblaciones enteras, el Islam
tomó una importancia contestataria en muchos lugares del continente.
Repasemos primero el África Occidental.

África Occidental
En el norte de la actual Nigeria, un ulama peul, Osmán Dan Fodio,
emprendió en 1807 su jihad militar contra el sultanato de Gobir y,
posteriormente, con los restantes Estados Hausa de la zona (formalmente
islámicos). Dan Fodio planteaba el fin de las arbitrariedades, tributos acordes
con la sharia o ley musulmana, imposibilidad de esclavizar a los creyentes y
respeto para las poblaciones alejadas del Islam, que eran por entonces
mayoritarias en las ciudades hausa. Esto último resultó decisivo, pues un gran
número de paganos se sumaron a las tropas insurrectas que lograron derrotar
a las tropas enemigas y entrar en la capital de Gobir, Alkawa. Crearon su
propio centro en Sokoto, lugar desde el cual, en adelante, se dirigiría un
califato que llegó a ocupar el norte de la actual Nigeria y el centro de
Camerún.
La nueva aristocracia surgió entre los pastores peul, columna vertebral
del movimiento, que pasaron mayoritariamente al Islam. Pronto se aliaron con
la antigua nobleza hausa.
El recto Dan Fodio, sin embargo, debió retirarse del poder aquejado
por la lepra. Posteriormente dirigiría serias reprimendas a sus sucesores por
comportamientos poco éticos con la población de a pie. Su hijo Mohamed

-166-
Bello fue el erudito que deslumbró a Heinrich Barth, mientras su hermano
Abdallah gobernó la parte más oriental del califato, el Adamawa camerunés.
Sus sucesores pactaron con los británicos un régimen de autonomía colonial
(en la línea del indirect-rule practicado por los británicos) que se prolongó
hasta más allá de mediados del siglo XX.

En el Níger Medio, entre Djenné y Tombuctú (región de Macina), se


erigió en 1810 un poder teocrático encabezado por otro ulama peul, el Sheiku
Ahmadu Bari. Diez años más tarde derrotó a las tropas bámbaras de Segu, a
quienes repelió hacia el sur. Al juzgar la antigua ciudad de Djenné corrompida
y de falsos musulmanes, bombardeó y hundió su centenaria mezquita y fundó
su capital de creyentes en Hamdallahi. Estableció un régimen senatorial,
rigorista e implacable con las costumbres paganas, hecho que generó un gran
descontento entre clanes poco o nada islamizados (recordemos que Segu era
fundamentalmente animista).

El Estado teocrático peul de Macina, sin embargo, pese a su excelente


organización político-militar, se hundió casi inmediatamente después de la
extinción de los Estados paganos bámbara, todo ellos atacados por un nuevo
movimiento reformador musulmán, menos rigorista y más redistribuidor. Se
trataba de la tidjaniya, encabezada desde el Senegal al Níger por los taalibé o
discípulos del aristócrata tucoror (originario del Futa Toro) El Hadj Omar
Seydu Tall. Éste acabó definitivamente con los reinos bámbara de Kaarta
(1854) y Segu (1860), así como con la teocracia de Macina (1861). En su
empresa, el Hadj Omar había recibido apoyo de Sokoto, que legitimó su
movimiento. Sin embargo, fue rechazado por la clase gobernante del Futa
Toro, musulmana pero poco dispuesta a perder su primacía social. Tras un
primer choque con las tropas francesas en Medina, los tidjanes tuvieron que
recular y acabaron por conquistar toda la sabana comprendida entre los ríos

-167-
Senegal y Níger. No obstante, este estado tucolor tenía una fuerte debilidad: la
conversión en clase privilegiada militar de los taalibé tucoror, que se convirtió
en una verdadera élite extranjera en tierras soninké, bámbara y peul. Este
hecho no hizo más que favorecer la penetración militar francesa, a partir de
1890, ya que importantes fracciones bámbara se aliaron con los coloniales.

En el macizo del Futa Djallon (actual República de Guinea) un antiguo


porteador dyula (mandingas islamizados y especializados en comercio desde el
siglo XIII) organizó un eficaz estado mercantil hacia 1870. Se trataba de
Samori Touré (tío abuelo del futuro presidente guineano Sékou Touré). En
pocos años pasó de ser el jefe de pequeños escuadrones de mercenarios al
servicio de un kafu (provincia) a encabezar un reagrupamiento de kafu que
compondrían el nuevo Estado. Allí donde antes habían dugu (aldea,
población) aislados o algún kafu independiente (el kafu es una coalición de
dugu) surgió un sistema centralizado, vertebrado por un ejército y una sólida
administración. La presión constante de las tropas francesas y los retrocesos
territoriales de los sesenta mil combatientes de Samori (únicamente un tercio
disponía de fusiles) acabó provocando la emigración popular masiva y forzosa
de más de medio millón de habitantes, desde las tierras altas hasta las regiones
occidentales del Volta y la Costa de Oro (actual República de Ghana).
Finalmente, hostilizado por británicos y franceses, Samori Touré abandonó su
segundo país y fue capturado en 1898. Moriría poco después en su exilio
gabonés.

Estos movimientos reformadores se dieron en un contexto en el que la


inestabilidad y la violencia habían señoreado en el Sudán Occidental durante
varios siglos. Los estados predadores como Segu, Kaarta (entre el río Senegal
y la curva del Níger) y Kaabu (ocupando parte de la actual Guinea Bissau y del
sur de Senegal) alimentaron una animadversión que acabó volviéndose contra

-168-
ellos. En muchas ocasiones, las poblaciones campesinas vieron en el Islam, en
las nuevas propuestas reformistas, la posibilidad de alcanzar la estabilidad que
se les había privado durante años. En cierto sentido, las revoluciones islámicas
actuaron como respuesta a una situación extrema que llegaba a su fin. Segu y
Kaarta fueron demolidos por los peul de Macina, mientras que Kaabu cayó
frente a los peul del Futa Jallon. Las revoluciones islámicas permitieron al
Islam, y a las dos cofradías rivales de la Kadiriyya y la Tijaniyya, implantarse en
el África Occidental. Hasta entonces, las poblaciones habían permanecido en
su mayoría fieles a sus creencias tradicionales y los musulmanes, como los
dyula, no habían mostrado nunca una voluntad de jihad ni de conversión de
los infieles.
Ferran Iniesta nos da tres elementos de reflexión sobre estas
revoluciones:
«En primer lugar, las revoluciones presididas por el signo del islam
preconizaban en su mayoría un verdadero cambio en la estructura y
funcionamiento de la sociedad africana. Cabe calificar a esos movimientos
sociales de reformadores, en el mejor sentido de la palabra. En segundo lugar,
está el hecho de que la “guerra santa” no actúa contra infieles, sino contra
malos musulmanes que no sirven a la colectividad y la explotan contra toda
justicia. Hay que rechazar, pues, la idea de una acción de musulmanes contra
paganos, porque solo en el Macina fue así. Por último, podemos subrayar que
todos los procesos fueron interiores al África negra, y que los ejércitos
confrontados pertenecían a los mismos países y a las mismas etnias. La visión
occidental de árabes enturbantados machacando negros desvalidos es una
burda fantasía expiatoria forjada por la mala conciencia colonial europea.»

Mahdi
Tras la creación de Khartum por las tropas egipcias de Mehmet Alí se
inició una intensa etapa de predación esclavista destinada a las plantaciones de

-169-
Egipto. Dicha presión estalló con la revuelta reformadora del guía coránico
Mohamed Ahmed, El Mahdi, en 1880. Se proclamó el Mahdi de los últimos
tiempos e inició su campaña contra egipcios y sus protectores británicos. Los
egipcios sufrieron derrotas espectaculares ante las tropas derviches del
mahdismo, mientras que muchas de las columnas de socorro enviadas por los
ingleses fueron también aniquiladas.
En 1885 cayó Khartum ante las tropas mahdistas, nada pudo hacer el
gobernador inglés Gordon. Únicamente Emín Pachá pudo mantener durante
cierto tiempo la autonomía del sur de la provincia de Equatoria frente al
nuevo califato en ciernes. Las tropas del Mahdi y de su sucesor, Abdullah, se
enfrentaron también a las etíopes de Johannes IV y Menelik II. Mantuvieorn
la iniciativa contra los anglo-egipcios hasta el 1895 y, finalmente, en 1899 se
dio la capitulación de Abdullah.
El mahdismo fue la expresión de un rechazo popular masivo a una
opresión insoportable, y su fuerza sigue siendo hoy un componente básico
para el Estado sudanés.

Rabah
Entre las revoluciones islámicas que hemos visto hasta ahora, que
reaccionaron en su mayoría ante la barbarie de estados predadores,
encontramos una excepción: el Estado chadiano de Rabah. Rabah era un
esclavista que había huido del Sudán nilótico mahdista y que liquidó lo que
quedaba del viejo imperio de Kanem-Bornú, en los últimos veinte años del
siglo XIX. Su Estado resistió a las acometidas franco-belgas hasta 1900,
cuando tres cuerpos expedicionarios franceses vencieron en la btalla de
Kusseri, cerca del lago Chad. Allí murieron tanto Rabah como el comandante
francés Lamy, en una fecha que desde entonces ha sido considerada como la
culminación de la conquista colonial de África: abril de 1900.

-170-
Enlaces de interés
- The continent and islands of Africa, with all the recents explorations
(nord) en el ICC:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/compoundobject/collection/africa
/id/580/rec/1
- The continent and islands of Africa, with all the recents explorations
(sud) en el ICC:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/compoundobject/collection/africa/id/58
0/rec/1

-171-
25. AFRICA

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: África
Editor: Gras y compañía
Año: 1800
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

África en el mapa
Este mapa, anterior a la conquista colonial, muestra las posesiones
europeas en las costas africanas, así como algunos pocos estados del interior.
Pese a que la fecha que se indica en el mapa es 1800, la localización de
posesiones europeas posteriores a 1837 nos hace pensar que el mapa fue
elaborado en la segunda mitad del siglo XIX. Vuelve a hacerse patente el gran
desconocimiento del interior continental y el buen conocimiento de la costa,
en la que sí que se señalan diversos estados africanos: Ashanti, Abomey,
Benin, Angola,… El mapa muestra detalles de Senegambia, Ciudad del Cabo y
del Golfo de Adén. La división política que presenta el mapa es la siguiente:
posesionres británicas, francesas, españolas, portuguesas; República del
Orange; Estados tributarios de Turquía: Egipto, Tripoli y Barka, Túnez;
Sultanato de Marruecos; Sultanato arábigo de Zanzibar; Abisinia con Schoa,
Estados Fellata; Estados Negros; Reino de los Hovas en Madagascar.

Contexto histórico
Zanzíbar
Cuando el sultán de Omán, Sayid Sa’id (1804-1856) decidió pasar a
controlar plenamente sus posesiones africanas, los gobernadores de Mombasa,
la familia árabe de los Mazrui, fueron quienes les opusieron resistencia. Entre
los Mazrui y el sultán de Omán volvió a sucederse el vaivén de conquistas,
abandonos y reconquistas de la época en la que los portugueses fueron
combatidos. Curiosamente, de la misma manera que Sa’id veía sus esfuerzos
interrumpidos por las continuas querellas familiares que tenía que afrontar en

-173-
Omán, las disputas familiares entre los Mazrui fue lo que le permitió
apresarlos uno por uno y mandarlos a un profundo exilio en el Golfo Pérsico.
Sa’id vio rápidamente las ventajas económicas que le podía
proporcionar la isla de Zanzíbar, a dónde decidió trasladarse en 1840. El
dominio de la región volvía entonces a manos árabes en un momento en que
los europeos habían abandonado África oriental y habían centrado su atención
en el Extremo Oriente.
Las islas costeras, sin embargo, seguían siendo países negros, de los
zanj. Sin embargo, el comercio se hallaba en manos de los árabes. La
estructura comercial apenas había cambiado respecto a etapas precedentes,
exceptuando que ahora el comercio añadía las corrientes que llevaban a los
puertos europeos. Hasta el comienzo del siglo XVII la agricultura había sido la
principal actividad económica de las islas y la costa. A partir de ese momento,
el tráfico de esclavos empezará a ganar una importancia inusitada en las costas
orientales. En este tráfico tenía mucho que ver Francia, es por ello que el
tratado entre Sa’id y el Imperio Británico de 1822, en el que el primero se
comprometía a no vender esclavos a las potencias cristianas, puede verse
como el inicio de la rivalidad franco-británica en el este africano.
Por otra parte, el interior del continente era escenario de cambios muy
importantes que deben verse en relación a lo que se producía en la costa.
El Sultán Sa’id había llevado a cabo desde 1840 una obra política y
económica de envergadura en la porción de costa que controlaba, entre el rio
Juba y cabo Delgado. Sus primeros esfuerzos se centraron en la centralización
administrativa de la isla de Zanzíbar, que entonces se hallaba dividida en dos
sectores, que él se encargó de unir.
La isla recibió gran afluencia de omaníes, en calidad de soldados,
funcionarios o comerciantes. Se difundieron sistemáticamente por la isla y por
Pemba el árbol del cacao y el girasol, y los árabes se hicieron con plantaciones
en toda la porción central y occidental de la isla. Los africanos que habitaban

-174-
estas regiones huyeron hacia otras partes para escapar de la amenaza de una
vida servil, por lo que se generó una abundante demanda de mano de obra
servil en la propia Zanzíbar.
Esto coincidió con una coyuntura en la que los comerciantes árabes y
swahili comenzaban a penetrar hcia el interior. Los gobernantes del interior
buscaron a su vez sacar su cuota de beneficio, por lo que se produjeron un
conjunto de tratados, como la concesión de un puesto aduanero a Sa’id por
parte del rey Amadi en la bahía de Tungi (1853). En realidad, el sultán no
trataba de fojarse un imperio en tierra firme, sino más bien utilizar su
archipiélago costero para crear una red económica de vastas proporciones que
controlase el mercado interior (era, en otras palabras, una talasocracia).
Obtuvo el monopolio de la goma y el marfil, y uniformó tarifas aduaneras.
Todo el sistema económico que tejió la iniciativa del sultán tendió a favorecer
la trata de esclavos desde el interior, de donde llegaban en largas caravanas
comerciales.
Cuando en 1856 murió Sayid Sa’id, su imperio se disgregó: tras el
arbitrio del gobernador británico de la India, el imperio omaní se dividió en
dos sectores autónomos (Omán y Zanzíbar) y la parte africana debería en
adelante aportar una contibución material a la de Arabia.
El sultán Majid (1856-1870) aspiraba a que los gobernantes africanos
del interior lo reconociesen como jefe. En 1866 mandó construir los primeros
edificios de la actual Dar as-Salam.
Su sucesor, Bargash (1870-1882) trató primero de sacudirse la tutela
británica, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. En esa misma época un
tifón asoló sus posesiones, destruyendo casi toda su flota y los campos de
girasoles. El momento fue aprovechado por Gran Bretaña para pedirle que
suprimiera el esclavismo, a lo que el sultán se resignó ante la amenaza de
bloqueo: firmó el tratado en 1873 que clausuraba el gran mercado de esclavos
de Zanzíbar. Pese a esto, el contrabando continuó muy activo en los años

-175-
siguientes al tratado. Sin embargo, a partir de 1860 el caucho ya prevalecía en
el comercio bajo control zanzibarita, seguido del clavo y el marfil.
Hasta entonces, el mercado interior de esclavos había vivido un
paroxismo considerable. Un personaje resalta por encima del resto en este
tráfico negrero: Tippu Tip, que llegó a controlar vastos territorios del interior,
en el que movía los hilos del comercio. De hecho, Bargash llegó a pedirle que
fuera su gobernador en Unyanyembe. Pero el representante en Zanzíbar del
rey Leopoldo de Bélgica aspiraba también a utilizar a Tippu Tip,
proponiéndole municiones y el reparto de los bienes a un 50%. Finalmente,
Tip se decidió por Bargash, penetró en el interior y volvió con ingentes
trofeos en 1886.
Tras la Conferencia de Berlín, los europeos no le dejaron a Bargash más
que una pequeña franja en la costa, mientras Tippu Tip se internaba de nuevo
hacia el interior dispuesto a sacar tajada de la nueva situación impuesta por los
europeos.
La década de 1880-1890 fue para África central y oriental un período de
destrucciones nunca vistas. La prohibición de la esclavitud en la costa agravó
la situación del interior; los esclavos se amontonaban en los almacenes de los
lugares de tránsito y de selección. Era necesario vender un mayor número
para acabar recibiendo igualmente un beneficio discreto. Se produjo un
enorme desperdicio de vidas humanas, tal y como atestiguó el viajero
Cameron: «África pierde sangre por todos sus poros». Cabría preguntarse
cuanto peso podemos atribuir a esta época de la actual inestabilidad de la
región.

Enlaces de interés
- África en el ICC:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/492/rec/
1

-176-
26a. AFRIKA: POLITISCHE ÜBERSICH

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


26b. ÁFRICA COLONIAL

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Afrika: Politische Übersich
Autor: R. Köcher/ A. Thomas/ H. Mielisch/ G. Jungk
Año: 1880 (siglo XX)
Medidas: 44 x 57 cm/ 44 x 57 cm/44 x 57/ 57 x 44
Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya

Características e información de interés


Este mapa forma parte de un atlas alemán no identificado. Muestra las
montañas, desiertos, ríos y lagos. Las colonias se muestran en color. Pese a
que la fecha indicada es 1880, lo cierto es que este es un mapa del siglo XX ya
que muestra cómo se repartieron África las potencias europeas.

África en el mapa
El mapa muestra las colonias europeas en África. Se aprecia una primera
delimitación de las fronteras africanas, hija del reparto entre las potencias
europeas. El mapa muestra también las principales líneas de ferrocarriles que
se construyeron desde las costas hacia el interior.

Contexto histórico
El reparto colonial
Con notables salvedades, el conjunto del continente africano preservó
su independencia respecto a Europa hasta el último cuarto del siglo XIX. Los
únicos territorios bajo dominio occidental eran las colonias de Senegal y
Argelia (Francia), del Sudoeste Africano (Alemania), los Estado bóer y las
colonias británicas de El Cabo y Natal, además de los enclaves portugueses de
Angola y Zambezia. No fue hasta 1900 cuando casi la totalidad del continente
quedó colonizado, sólo la cristiana Etiopía y la recién nacida Liberia
salvaguardaron su independencia.

-178-
Entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, Bismarck reunió en Berlín,
a instancias de Leopoldo de Bélgica, a catorce estados europeos con el fin de
delimitar las áreas comerciales y la navegación fluvial de África. Se trataba de
fijar las reglas del juego y de disciplinar a los cazadores. En Berlín se aseguró
que con la ocupación de la costa no era suficiente para reivindicar el interior, a
menos que este fuese ocupado con notificación al resto de potencias (doctrina
de la ocupación efectiva). En la conferencia se declararon las cuencas del
Níger y el Congo como territorios libre para el comercio internacional.
Los exploradores y todo tipo de aventureros, como el famoso Stanley,
aportaron diferentes tratados de protectorados, compras de territorios,
soberanías europeas y similares. Los conflictos llegaron más tarde, cuando los
africanos empezaron a entender cómo pensaban y actuaban los europeos y
cuál era el resultado de aquellos tratados, pues antes, en el espíritu de ningún
potentado africano era posible enajenar la tierra.
El único Estado africano representado en Berlín fue el Estado libre del
Congo, propiedad personal de Leopoldo de Bélgica. Junto al monarca belga,
ningún representante de los estados africanos estuvo presente.
Salvo algunas precisiones referentes a la Costa, los mapas de Berlín
poseían gigantescos vacíos en el interior continental. La premisa subyacente
era que el continente era tierra virgen, y que sus pueblos formaban parte del
Estado natural, propio de los salvajes, todos ellos civilizables.
En 1880, solo una décima parte del continente se encontraba bajo
dominio europeo. Veinte años después toda África se situaría bajo el yugo
occidental. Se inició la carrera por la conquista de zonas interiores. Esta
conquista de África, no obstante, no fue fácil; así lo demuestran veinte años de
guerras entre ejércitos de línea, con frecuentes derrotas coloniales a pesar de la
desigualdad armamentística. Se ocupaba un territorio porque se pensaba que
era necesario para proteger otras ocupaciones anteriores; se ocupaba, además,
porque se hallaba al alcance de la mano; se conquistaba para adelantarse al

-179-
vecino; y se terminó ocupando por ocupar, porque un día tal vez aquel
territorio fuera de utilidad. Los métodos pacíficos, como los tratados forzosos
y desiguales, se acompañaron en su mayoría de la liquidación física de toda
resistencia.
En el África Occidental, Francia y Gran Bretaña iniciaron una carrera
contrarreloj para conseguir tratados. Finalmente, las querellas entre franceses,
británicos y alemanes se evitaron por medio de acuerdos bilaterales que
fijaban las fronteras septentrionales de los enclaves británicos y alemanas en
África Occidental, donde Francia se había hecho con un enorme trozo de la
tarta colonial, quizás el más débil demográficamente y el menos fértil en
cuanto a sus tierras.
A partir de entonces se dieron acuerdos entre las potencias para fijar
sus fronteras y se trazaron líneas que separaron pueblos. Cada nueva frontera
era como si se asestara un machetazo a los pueblos africanos. Por ejemplo, en
1898 tuvo lugar en París un acuerdo entre británicos y franceses por el cual se
fijaba la frontera en la actual Ghana (antigua Costa de Oro) y la actual Burkina
Faso (Alto Volta). En África ecuatorial, oriental y central, Gran Bretaña y
Leopoldo II de Bélgica fueron los protagonistas. En el Sur, Rhodes y su
compañía (British South African Company) hicieron lo propio, dividiendo en
dos las posesiones portuguesas en el este continental y apoderándose del
interior rico en minerales (actuales Zambia y Zimbabwe, antiguas Rhodesias).
También en el este, la acción británica persiguió impedir la expansión
alemana, que aunque tardía, llegó con fuerza a esta zona de África.
La Conferencia de Berlín había establecido las normas europeas de
influencia y ocupación del continente, pero hasta 1900 no hubo reparto
efectivo y legalizado. Sólo Etiopía y Liberia tenían existencia legal en medio de
un África colonizada por Europa. Marruecos (1910), Tunez y Egipto eran
protectorados, como lo eran en el sur los países tswana, swazi y sotho. La

-180-
Unión Sudáfricana, formada en 1910, disponía de un régimen especial en el
seno del imperio británico.
Cuando a partir de 1900 el control sobre África devino un hecho, sus
líderes fueron enviados al exilio. Así ocurrió con el ashantihene, con Samori
Touré y con Ravalona III. Otros murieron en batalla.
El imperialismo europeo fue un fenómeno planetario, en el que África
fue un objetivo más. Sin embargo, en ningún otro lugar el reinado de Europa
fue tan totalitario y dejó tantas cicatrices.

Colonización
La organización colonial del territorio empezó a hacerse notar a partir
de 1900. Todas las administraciones perseguían un objetivo común: obtener el
mayor rendimiento económico de las sociedades dominadas, y estas
sociedades debían ser las que incrementasen el excedente en favor de la
colonia. El otro gran objetivo era que las colonias alcanzaran la autosuficiencia
de la administración colonial. Tal deseo se explica porque buen número de
zonas ocupadas o eran poco rentables o exigían una cara infraestructura para
llegar a serlo.
Habitualmente se han distinguido dos maneras de llevar la
administración colonial. Gran Bretaña, que se había quedado con las zonas
más rentables, optó por otorgar a compañías privadas tanto la administración
como la organización de sus infraestructuras coloniales (Nigeria, Sudáfrica).
Francia, en cambio, asumió directamente esas tareas. Mientras Alemania se
inclinó a practicar el sistema británico (aunque con mayor intervención estatal
para paliar lo misérrimo de sus territorios australes), portugueses, italianos y
belgas optaron por imitar a Francia según sus posibilidades. La diferencia
entre ambos sistemas de administración, sin embargo, estuvo más en la teoría
que en la práctica.

-181-
El gobierno indirecto británico (Indirect rule), permitía el funcionamiento
de los antiguos poderes precoloniales, encargados ahora de la percepción
tributaria y de la movilización general de las fuerzas de trabajo. Este sistema
favorecía la no implicación en los conflictos provocados por la propia
colonización de la administración, que aparecía en un segundo plano y
quedaba cubierta por el escudo de los poderes tradicionales.
El caso francés, por su parte, evidenció una obsesión centralista,
jacobina, de controlar a las sociedades colonizadas. Resulta diáfano en el
terreno lingüístico: se educaba en francés, única lengua de nivel civilizado, y el
wolof (en Senegal) se asemejaba al bretón o al alsaciano, lenguas de ruralidad,
exotismo y atraso.
Pero en la práctica, la estructura colonial francesa buscó
sistemáticamente la mediación de poderes religiosos, étnicos y locales. El
fenómeno fue tan generalizado que incluso los portugueses se inventaron jefes
de poblado allí donde jamás los hubo, porque necesitaban esa función. De
este modo, ambas filosofías, la francesa y la británica, partían de la misma
consideración: la superioridad. Pero el caso francés se distinguió por un toque
universalizante encaminado a afrancesar el mundo.
Las sociedades colonizadas habían perdido su independencia pero se
mantenían intactas en su estructura social, en su pensamiento y sus lazos
históricos territoriales. La única forma de organizar el territorio colonial de
forma rentable era, por ende, aceptar la estructura africana, articularse en ella y
presionar para transformarla en el sentido de la rentabilidad. Y eso es lo que
hicieron, de una u otra forma, todas las administraciones europeas.
La idea del trabajo como un castigo ennoblecedor se había impuesto a
fines del XIX. En nombre de la libertad, millones de esclavos fueron
concentrados en poblaciones destinadas a producir para el Estado francés
(unos 2,5 millones sobre un población de 8 en el AOF, en 1905). La libertad
era inseparable del trabajo que enaltecía y civilizaba, que los alejaba de las

-182-
bestias y de los salvajes. Así, del mismo modo que los poblados de libertad
fueron verdaderos campos de concentración para la producción en
plantaciones y carreteras, el trabajo forzado fue norma en todas las
administraciones coloniales prácticamente hasta la Segunda Guerra Mundial.
La administración colonial era imposible sin cierta mediación. El
recurso a las autoridades africanas religiosas, de linaje, de grupo étnico o de
población posibilitaba el drenaje de recursos hacia la metrópolis, pero no
permitía la transformación de los comportamientos que era indispensable para
un incremento de la rentabilidad. Por esta razón fue necesario formar a un
grupo social aculturado, introduciéndolo en la lógica y en los
comportamientos occidentales, conocedor de las lenguas de los colonizadores
y preparado para tareas propias de la administración o de la gestión
económica. Las administraciones jacobinas lo hicieron en sus escuelas
públicas, mientras las anglogermanas dejaron la tarea en manos de los
misioneros. De ahí surgieron individuos impregnados de cultura occidental,
sin dejar por ello de estar arraigados a sus sociedades africanas. Por lo tanto,
este sector social, los occidentalizados, fueron una necesidad del colonizador
que pudo contar así con la colaboración de sectores africanos que vieron en su
aproximación al poder europeo la posibilidad de mejorar sus posiciones
sociales.
Los más radicales tomaron la ideología nacionalista europea como
bandera propia y en base al distinto trato que se les dispensaba (política de
razas) y en reclamo a unos derechos que se les negaban, acabarían reclamando
la independencia. Por lo tanto, el nacionalismo fue la expresión teórica de los
occidentalizados.

-183-
Enlaces de interés
- Afrika: Politische Übersich en el ICC:
http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/808/rec/
2

-184-
27a. FECHAS DE LAS INDEPENDENCIAS DE LOS PAÍSES AFRICANOS
27b. MAPA POLÍTICO DE ÁFRICA (2013)

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Fecha de independencias de los países africanos/ Mapa político del
continente africano
Autor: Wikimedia Commons
Año: 2013

África en el mapa
El primer mapa muestra las fechas en las que los países africanos accedieron a
la independencia: desde los años 1950 hasta la actualidad.
El segundo es el mapa político de África en el año 2013.

Contexto histórico
Independencias
De los sectores occidentalizados surgirían los líderes nacionalistas de las
independencias. Estos nacionalismos tuvieron diversas versiones, en los
lugares bajo administración francesa se plasmó con el movimiento de la
negritud (Senghor en Senegal), más moderado, mientras que en las británicas
fue el panafricanismo (Nkrumah en la Costa de Oro), más radical, el que tuvo
más peso.
En el caso francés, el desprecio oficial y sistemático de lo no francés
motivó la revuelta ideológica entre los occidentalizados. La teoría de la
negritud pasó de las Antillas a Europa, donde los estudiantes africanos se
agrupaban en revistas y sindicatos. Entre los seguidores de Césaire estaba
Léopold Sedar Senghor. Pero este último teorizó la complementariedad entre
la razón helena y la emoción negra, aceptando así la teorización de Gobineau
en un intento de reclamar el derecho a la existencia diferenciada.
En el caso británico, la idea del panafricanismo también surgió en
América. Du Bois fue el organizador del panafricanismo como un
movimiento igualitario en EE.UU y en el mundo para los pueblos negros.
Marcus Garvey, jamaicano y poco instruido, predicó el sionismo negro y el

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retorno a África con la idea de constituir un gran Estado africano con su
propia cultura y su propio gobierno. Fueron Du Bois y Garvey los verdaderos
promotores del nacionalismo negro radical en África. Cinco congresos
panafricanos entre 1919 y 1945 estimularon la organización política de los
occidentalizados en África. De Londres, en 1945, salieron los relevos africanos
de Du Bois, entre los que destacaban Nkrumah, Kenyatta y Azikiwe. Fue tras
la obtención de las independencias cuando el panafricanismo se fracturó en un
sector mayoritario moderado y en otro minoritario que fracasó en sus intentos
de formar un Estado africano precisamente al nacer la OUA, verdadero pacto
de conservación de Estados neocoloniales. Los panafricanistas fueron más
brillantes como líderes políticos y menos proclives al pacto colonial. No
obstante, el balance de su gestión al frente de los Estados independientes dista
poco del que se pueda hacer respecto a los autores de la negritud. En
definitiva, el panafricanismo fue la variante política del nacionalismo que
expresaba la realidad de una clase social africana, la de los occidentalizados.
En el marco civilizador de la colonización, las fuerzas anticoloniales se
expresaron de forma creciente. Las exacciones tributarias, el trabajo forzado y
un largo etcétera produjeron crispación, desobediencia y frecuentes revueltas.
Los occidentalizados protestaban por su postergación en la sociedad colonial.
La población en general recurrió a las religiones africanas, al islam o al
sincretismo para forjar su propio pensamiento insurrecto. Los
occidentalizados, al expresar en términos y lenguas occidentales el malestar
general, se convirtieron en los portavoces de la contestación social.
Pero fueron los movimientos campesinos, religiosos, étnicos,
proletarios y los de los grupos mercantiles autóctonos los que constituyeron la
verdadera fronda anticolonial. Los occidentalizados fueron sólo la punta del
iceberg, la parte inteligible en términos europeos porque su ideología era la
nacionalista, la misma que constituía la columna vertebral del capitalismo
occidental y sus Estado-nación.

-188-
Estos nacionalistas gozaron de un auténtico prestigio popular y fueron
considerados portavoces de los diversos sectores sociales. Así, la metrópolis
no disponía de más interlocutores que aquellos a los que ella misma había
constituido. Al menos hasta la independencia, el nacionalismo fue el
catalizador del movimiento anticolonial. Otro problema sería su contenido de
clase y su papel en el seno del sistema capitalista mundial, algo que sólo se
vería tras su acceso al poder.
Para comprender mejor el proceso descolonizador, debemos
remontarnos a 1943. En ese año se produjeron dos declaraciones, por parte de
la Secretaría de Estado norteamericana y por Dimitrov, dirigente de la disuelta
III Internacional Comunista. Ambas anunciaron la voluntad de sus
respectivos países de actuar en favor de una pronta descolonización de todos
los pueblos del planeta (cada cual tenía sus propios intereses escondidos tras
las declaraciones). Al acabar la II Guerra Mundial, la URSS apoyó los
movimientos de independencia asiáticos y los EE.UU presionaron a sus
aliados europeos para pactar la descolonización.
En el contexto de las independencias asiáticas surgió el neutralismo
como doctrina anticolonial y movimiento internacional de los Estados que
buscaban un trato de igualdad frente a los grandes bloques. Todo esto se
cristalizó en la Conferencia de Bandung en 1955. Así, las independencias
africanas se dieron en un marco inscrito entre la Guerra Fría y el neutralismo
preconizado por Bandung.
Los soldados desmovilizados que habían combatido en la guerra se
unieron a los sectores occidentalizados y a los populares que, descontentos
con el sistema colonial, iniciaron las reivindicaciones igualitarias en derechos
civiles. El rechazo de los trabajos forzados para la realización de
infraestructuras, el derecho a voto de los africanos, el régimen de autonomía
para las colonias, la protesta por el acaparamiento de las mejores tierras por

-189-
los europeos, el respeto a las religiones africanas, fueron las razonas que con
más frecuencia esgrimieron los movimientos políticos anticoloniales.
Comparándola con Asia, la descolonización resultó más pacífica, pero
hubo tensiones en todas las zonas y el pacto descolonizador no siempre fue
un camino de rosas: bastaría mencionar el movimiento mau mau en Kenia, la
insurrección malgache de 1947 o la guerra de guerrillas desencadenada por el
UPC en Camerún.
El precedente asiático advirtió a los colonizadores del riesgo de una
negativa tajante. Pese a que algunos líderes díscolos tuvieron frecuentes
estancias en la cárcel (Azikiwe, Sékou Touré, Nkrumah…), acusados de incitar
al desorden, eran liberados en los períodos electorales, en los que solían salir
triunfantes, como ocurrió con el congoleño Patrice Lumumba. Todos ellos
dirigieron a sus países al iniciarse la independencia, gustasen poco o nada a las
antiguas metrópolis.
Los países negroafricanos emprendieron su andadura independiente
desde 1956 y 1957, cuando Sudán y Ghana –antigua Costa de Oro- fueron
reconocidos países con plenos derechos. Poco después les siguió la Guinea
Conakry de Sekou Touré (1958), desatándose en los años siguientes una
verdadera fronda anticolonial de norte a sur del mapa africano.
El Reino Unido y Francia aceptaron las exigencias de la ONU sobre
una pronta descolonización, procurando dejar en pie regímenes moderados
que salvaguardaran sus intereses económicos y diplomáticos. No ocurrió lo
mismo con Portugal y España.
En 1963, el negus etíope Haile Selassié convocó una convención en
Addis Abeba de la que surgió la Organización para la Unidad Africana, que
pese a su nombre las posturas panafricanistas de Touré, Nkrumah, o Modibo
Keita no pudieron imponer su voluntad ante la imposibilidad de convencer a
los panarabistas como Nasser o a la mayoría moderada, entre los que
destacaba Houphoüet Boigny (Costa de Marfil).

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En sus tres primeros artículos se declaró la intangibilidad de las
fronteras heredadas de la colonización, la no interferencia en los asuntos de
otros estados y la soberanía irrenunciable de los estados miembros. Esto frenó
los intentos unionistas de los jóvenes universitarios panafricanistas y se quiso
evitar problemas fronterizos.
En el plano diplomático, la OUA dio su apoyo eficaz a los
movimientos descolonizadores que todavía no habían logrado la
independencia: los regímenes racistas de Rhodesia y de la República de
Sudáfrica, las colonias portuguesas y españolas fueron sistemáticamente
denunciadas ante la Asamblea General de la ONU y el Comité de Liberación
de la OUA prestó soporte económico, jurídico y militar a quienes combatían.

Lista de países del África negra que alcanzaron su independencia y de los


primeros presidentes:
País Año Presidente
independencia
Sudán 1956 Ismail al-Azhari
Ghana 1957 Kwame N’Krumah
Guinea 1958 Sékou Touré
Camerún 1960 Ahmadou Ahidjo
Togo 1960 Sylvanus Olympio
Mali 1960 Modibo Keita
Senegal 1960 Léopold S. Senghor
Madagascar 1960 Philibert Tsiranana
República Democrática del 1960 Patrice Lumumba
Congo
Somalia 1960 Aden Abdullah Osman
Daar
Benin 1960 Hubert Maga

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Níger 1960 Hamani Diori
Alto Volta (Burkina Faso) 1960 Maurice Yaméogo
Costa de Marfil 1960 Felix Houphouët-Boigny
Chad 1960 François Tombalbaye
República Centroafricana 1960 David Dacko
República del Congo 1960 Fulbert Youlou
Gabón 1960 Léon M’ba
Nigeria 1960 Nnamdi Azikiwe
Mauritania 1960 Moktar Ould Daddah
Sierra Leona 1961 Milton Margai
Tanzania (Tanganyika- 1963 (1961) Julius Nyerere
Zanzíbar)
Rwanda 1962 Grégoire Kayibanda
Burundi 1962 André Muhirwa
Uganda 1962 Milton Obote
Kenya 1963 Jomo Kenyatta
Malawi 1964 Hastings Kamuzu Banda
Zambia 1964 Kenneth Kaunda
Gambia 1965 Dawda Kairaba Jawara
Bostwana 1966 Seretse Khama
Lesotho 1966 Leabua Jonathan
Namibia 1966 (de jure) Sam Nujoma
1990 (de facto)
Swaziland 1968 Sobhuza II
Guinea Ecuatorial 1968 Francisco Macías Nguema
Guinea Bissau 1973 Luís Cabral
Mozambique 1975 Samora Machel
Angola 1975 Agostinho Neto
Seychelles 1976 James Richard Marie

-192-
Mancham
Djibouti 1977 Hassan Gouled Aptidon
Zimbabwe 1980 Canaan Banana
Eritrea 1993 Isaias Afewerki
Sudán del Sur 2011 Salva Kiir Mayardit

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