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Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá.

Sala
Civil. Marzo 17 de 2003. Proceso Ejecutivo de
Financiera Arfin C.F.C. Vs. Alberto Ruiz Durán y
otra. Magistrado Ponente: Edgardo Villamil Portilla.
“Endoso hecho en hoja adherida al título valor. El juzgado descalificó esta modalidad
de endoso porque a su juicio el endoso debe constar el cuerpo mismo del instrumento y
no en hoja adherida. A este propósito evoca el tribunal el artículo 34 de la ley 46 de
1923 que establecía: “el endoso debe ser escrito en el instrumento mismo o en un papel
adherido a él (remarca el Tribunal). La firma del endosante, sin palabras adicionales
endoso suficiente.” El código de comercio actualmente vigente no consagró de modo
expreso la posibilidad de que el endoso conste en hoja adherida. Sin embargo, de la
conjugación de la norma derogada y de la actual, que no reprodujo expresamente la
posibilidad de endoso en hoja adherida, no se puede extraer la prohibición de esta
modalidad de endoso. A la circunstancia de que el legislador de 1971 haya omitido
regular esta modalidad de manera general, no se le puede atribuir el efecto de una
prohibición implícita. Aunque el análisis de la ley 46 de 1923 es útil como historia, en
verdad ella apenas sobrevive como historia, y carece de carácter preceptivo. Juzga el
Tribunal que del fantasma de ley 46 de 1923, sumado al silencio de la actual legislación,
no pueden justificar la existencia de una prohibición de realizar el endoso en hoja
adherida. Tampoco puede establecerse la regla general de que en materia de títulos
valores, todo lo que no está expresamente regulado, se halla prohibido o que si una
práctica ha sido prevista y regulada, las demás están proscritas. En el dominio de la
autonomía de los particulares, las prohibiciones deben ser expresas, de manera que si
una modalidad de endoso no está prohibida a contrario sensu está permitida, según el
libre juicio de la autonomía privada.

Añade el Tribunal, que el código de comercio sanciona expresamente los defectos del
endoso, calificándolo como inexistente, en la singular hipótesis prevista en el artículo
654. Según esta regla, “La falta de firma hará el endoso inexistente.” De ello se sigue la
ausencia de regla que sancione con nulidad o inexistencia el endoso hecho en hoja
adherida al título valor. El endoso es un acto jurídico hecho entre particulares que no
puede ser invalidado, ni convertido en otro diferente sino por causas legales o por
voluntad de aquellos. Por eso mismo, no puede descalificarse el endoso en hoja
adherida y tampoco dársele el efecto de una cesión ordinaria porque no hay regla que
ampare la mutación de efectos, como sí existe, por ejemplo, para el endoso posterior al
vencimiento del título según el mandato del artículo 660 del C. de Co.”

“(…)En suma, no existe prohibición legal, para que el endoso se realice en una “ hoja
adherida” y por el contrario la misma legislación mercantil, prevé esta modalidad en
varios casos indicativos, que están en normas dispersas que por lo tanto no inhiben la
existencia de otros. No sobra añadir que en este caso “la hoja adherida” se haya
idealmente incorporada al pagare, por la mención que se hace en su texto, lo cual
permite apreciar los dos documentos como unidad comunicativa de un designio
complejo de las partes.”

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Civil. Noviembre 1 de 2000. Proceso Ejecutivo de
Jaime Muriel Martínez Vs. Enrique Gómez.
Magistrado Ponente: Carlos Julio Moya Colmenares.
“En efecto, establece el Artículo 647 del Código de Comercio que es tenedor legítimo
quien posee un título-valor, conforme a su ley de circulación.

Se entiende por tenedor de buena fe “quien adquiere un título-valor, con la conciencia


de hacerlo por medios legítimos exentos de fraude o de cualquier otro vicio y tenedor de
buena fe exenta de culpa, carente de culpa o sin culpa, es aquel que además de tener la
conciencia de haber adquirido el título por medios legítimos, ha actuado con la
diligencia, cuidado o prudencia de un hombre en sus asuntos personales ordinarios o
comunes” (Ibídem, pág. 136)”.

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Civil. Julio 7 de 1999. Auto. Proceso Ejecutivo Singular
de Darpiel Ltda. Vs. Sociedad Bahiana Internacional
Ltda. Magistrada Ponente: Luz Magdalena Mojica
Rodríguez.
“(…)Se sabe que el título ejecutivo es un documento o conjunto de ellos, que por
mandato legal o judicial debe contener obligaciones, bien sea de dar, hacer o no hacer, a
cargo de una o más personas, naturales o jurídicas, y a favor de otra u otras. Estas
obligaciones, como tal concebidas, exigen para su cobro que sean expresas, claras, y
exigibles y que constituyan plena prueba contra quien se ejerce la acción.

De esta forma se ha dicho que el proceso de ejecución está basado en la idea de que toda
obligación que conste con certeza en un documento, debe encontrar inmediato
cumplimiento judicial. De ahí la exigencia para que desde el inicio de la ejecución obre
plena prueba de la acreencia que coercitivamente se cobra, la que debe cumplir con
todos los requisitos que la ley establezca.

Por lo que en esta clase de procesos la legitimación en causa debe estar acreditada desde
su inicio, pues sólo ante la presencia de un título con las características exigidas por el
artículo 488 del Código de procedimiento Civil, es legalmente posible librar el
mandamiento ejecutivo, tal como lo preceptúa el artículo 497 ejusdem.

De donde el documento base de la acción constituye un anexo ordenado por la ley para
la orden de pago, sin cuya presencia o cuando no reúne los requisitos legales es posible
acudir al numeral 2° del artículo 85 ibídem, para inadmitir la demanda.”
“(…)De acuerdo con éste principio y de conformidad con la clase de instrumento, la
legitimación dependerá de la ley y de su circulación, interesado para este evento la de
los títulos a la orden, reglamentada por el artículo 661 ibídem, según el cual, para que
haya legitimación, se requiere que la cadena de endosos que legitima al tenedor sea
ininterrumpida; disposición que debe aplicarse en consonancia con lo previsto por el
artículo630 de la misma codificación que señala que el tenedor de un título no podrá
cambiar su forma de circulación, sin consentimiento del creador y el 654 ejusdem que
preceptúa que “El endoso puede hacerse en blanco, con la sola firma del endosante.
En éste caso, el tenedor deberá llenar el endoso en blanco con su nombre o el de un
tercero, antes de presentar el título párale ejercicio del derecho que en él se
incorpora. (..)” (Se resalta por el Tribunal). Se procura por lo tanto que los títulos a la
orden negociados mediante endoso en blanco, se hagan efectivos por una persona
identificada, en cuyo favor existe una cadena ininterrumpida de endosos. Ello porque el
concepto de tenencia legítima de esta clase de bienes mercantiles de inmediato alude al
de legitimación en la causa y con él al concepto de acreedor. Por supuesto, un
instrumento negociable de esta especie objetivamente expresa una relación crediticia
que, aunque autónoma, indefectiblemente supone la presencia de dos o más sujetos,
donde su tenedor legítimo asume la condición de acreedor respecto del otro y éste la de
su deudor, por lo que si no existe legitimación en quien tiene el título no puede tener la
categoría de ejecutante en frente a quien exige la obligación.”

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Civil. Junio 23 de 1999. Sentencia en Proceso Ejecutivo
de Nubia Esperanza Solórzano Vs. Luz Amparo Ortiz
Sierra. Magistrada Ponente: Maria Teresa Plazas
Alvarado.
“(…)Ahora, nuestro estatuto mercantil, para facilitar la circulación de los títulos –
valores, tiene instituido en el artículo 651 que son transferibles por medio de endoso, el
cual, como característica esencial para su existencia debe constar por escrito y puede
hacerse en blanco con la sola firma del endosante, según lo regulado sobre el particular
por el precepto 654 ibídem, pero en este caso según el contexto de la norma “el tenedor
deberá llenar el endoso en blanco con su nombre o el de un tercero, antes de presentar el
título para el ejercicio del derecho que en él se incorpora”.

Mediante la figura jurídica del endoso, el acreedor cambiario transfiere el dominio del
título valor a un tercero, lo entrega para su cobro o lo da en garantía de una obligación, a
términos de los regulado sobre las modalidades del endoso, consagrados por el reglado
656 ejusdem.

Endoso en propiedad, es aquél en el cual el endosante transfiere todos los derechos


inherentes al título, es decir, no solamente los principales sino también los accesorios al
mismo y además, la facultad para que el endosante ejerza dichos derechos. En
producción, al cobro u otro equivalente, no transfiere el dominio, pero faculta al
endosatario para presentar el documento para la aceptación, para su cobro judicial o
extrajudicial (art. 658 del Código de Comercio). Y en garantía, en prenda u otros
equivalentes, constituye un derecho prendatario sobre el título, y conforme al
endosatario, además de sus derechos de acreedor prendatario, las facultades que
confiere el endoso en procuración (art. 659 C. Co.).

Existiendo, como en verdad solamente existen, según lo dicho en nuestra legislación


comercial tres clases de endoso, en propiedad, en procuración o en garantía, y
exigiéndose para los dos últimos, es decir en procuración o en garantía a términos de los
dispuesto sobre el particular por los artículos 658 y 659 ibídem, cláusula expresa que así
lo establezca, es evidente, que si en el endoso nada se dice al respecto, éste toma el
carácter de endoso en propiedad.”

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Civil. Marzo 4 de 1999. Sentencia en Proceso Ejecutivo
de Doris Escallón de Escallón Vs. Alba Luz Ross Pérez.
Magistrado Ponente: Humberto A. Niño Ortega.
“(…) Siendo el tenedor el titular de la acción cambiaria debe precisarse si éste está
legitimado, pues no es suficiente la relación material con el título valor. Se es tenedor
legítimo de un título valor cuando se detenta conforme a la ley de su circulación y
justifica su derecho por una serie ininterrumpida de endosos, aún cuando el último
endoso en blanco.

El endoso puede ser completo o en blanco. El primero contiene las menciones que la ley
señala y, el segundo, lo constituye la firma del endosante sin designar al endosatario.

El endoso en blanco es una declaración cambiaria por la cual se da al deudor una orden
de pagar el título a una persona indeterminada y permite al tenedor transmitirlo en la
misma forma que lo recibió y así la legitimación se justifica con simple posesión del
título.(…)”

“(…) El título valor endosado en blanco, sin perder su naturaleza de título a la orden,
puede circular o transferirse con la simple entrega. Pero lo anterior no es suficiente
cuando se trata de ejercicio o realización coactiva del derecho a través de la acción
cambiaria mediante proceso de ejecución, porque en realidad procesal se requiere que
quien ejerce la acción esté dotado de una investidura formal en el contexto mismo del
título valor, porque para emitir la orden compulsiva de pago se requiere que los sujetos
de la presentación obligada, que se pretende hacer efectiva, estén plenamente
identificados. No parece posible que el tenedor del título endosado en blanco quiera
ejercitar acciones cambiarias sin escribir su nombre en el endoso.

En otras palabras, se requiere que, con el título valor mismo, que es el único que
determina el contrato y las modalidades de la obligación, se sepa cual es el acreedor y
quien es el obligado cambiariamente; de ahí que se haga necesario que el endosatario,
tal como lo dispone el artículo 654 del Código de Comercio, llene el endoso en blanco
con su nombre, pues esta es la única manera de concretar en el título mismo la persona
del acreedor. Se trata del mismo principio de contemplar el título en blanco, aplicándolo
de manera concreta al endoso en blanco, según el cual, el título debe llenarse antes de
presentarse para el ejercicio del derecho que en él se incorpora.”

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Civil. Enero 28 de 1999. Sentencia en Proceso
Ejecutivo de Maria Consuelo Romero de Millán Vs.
Hugo Charris Rebellón. Magistrada Ponente: Clara
Beatriz de Aramburo.
“(…)Hizo alusión, en tales términos, a lo que previamente el artículo 660 del Código de
comercio cuando a su inciso final explica que “El endoso posterior al vencimiento del
título, producirá los efectos de una cesión ordinaria”. La realidad es que la cesión de que
allí se habla no tiene otro fin más que el de sujetar al demandante a las mismas
excepciones que el demandado pudiera oponer a la endosante del título, aparte de que
no pueden confundirse y de hecho el legislador comercial no hizo, los términos cesión y
endoso. Estas son las razones:

a) La cesión se consagra tanto por el Código de Comercio como el Civil, como un


contrato. El endoso no es un contrato sino un acto.

b) La cesión transfiere los derechos e incluso las obligaciones así como los derechos
emanados de un contrato. El endoso se concibió para transferir bienes muebles, como
son los títulos –valores.

c) La cesión puede hacerse constar en el cuerpo del título o en documento extraño al


mismo. El endoso debe figurar en el texto del título-valor.

d) La cesión, por su propia característica, puede someterse a plazo o condición, al paso


que el endoso no se sujeta ni a condición, pues debe ser puro y simple.

e) La cesión puede operar de manera total o parcial, mientras que el endoso es por el
valor total.

f) La cesión es posible efectuarla en cualquier tiempo. El endoso antes del vencimiento


del título.

g) En la cesión quien cede se responsabiliza de la existencia del crédito al momento de


la transferencia, pero no garantiza la solvencia del deudor y por lo tanto no puede ser
demandado cuando el cesionario no pague el crédito, a no ser que exista pacto en
contrario pero solo de la solvencia presente, no de la futura. En el endoso el endosante
por el hecho de endosar contrae una obligación autónoma frente a los tenedores
posteriores, de manera que salvo el caso de responsabilidad, puede ser demandado por
el tenedor legítimo o por cualquier otro tenedor posterior y exigirle el pago de la
obligación representada en el título-valor, por lo que se convierte no sólo en garante de
la solvencia presente sino de la futura de los intervinientes posteriores a él.

Finalmente en la cesión el cesionario es un sucesor de los derechos que tenía el cedente.


En el endoso el endosatario no es el continuador de esos derechos, porque en virtud al
principio de la autonomía adquiere un derecho que empieza en él, nuevo, originario y no
derivado. Y por efectos del mismo, esto es de ser un derecho autónomo e independiente,
pueden serle formulados o no excepciones de tipo personal, lo que ocurre, en esencia,
cuando ha adquirido por endoso un título-valor luego de su vencimiento porque, como
se explicara en principio, su conocimiento de ese hecho autoriza al demandado para
acudir a los medios exceptivos que pudiera haber propuesto al endosante, de las cuales
se destaca, por lógica consecuencia, las relativas al negocio causal o subyacente.”

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Civil. Diciembre 7 de 1998. Sentencia en Proceso
Ejecutivo de Fernando Rodríguez D. Vs. Hernando
Carmona de Los Rios. Magistrada Ponente: Luz
Magdalena Mojica Rodríguez.
“(…)El concepto de legitimación tiene aplicación en el campo de títulos valores, en el
cual específicamente se habla de la legitimación cambiaria, que es una característica de
estos instrumentos negociables como lo contempla el artículo 619 del Código de
Comercio, que supone una presentación formal, es decir, el poseer el título conforme a
la ley de su circulación, esto es, ser su tenedor legítimo. De acuerdo con ese principio y
de conformidad con forme con la clase del instrumento, la legitimación dependerá de la
ley de su circulación, interesando para esta evento la de los título a la orden,
reglamentada por el artículo 661 ejusdem, según el cual. Para que haya legitimación, se
requiere que la cadena de endosos que legitima al tenedor sea ininterrumpida;
disposición que debe aplicarse en consonancia con lo previsto por el artículo 630 de la
misma codificación que señala que el tenedor de un título no podrá cambiar su forma de
circulación, sin consentimiento del creador del título y el 654 ibídem que preceptúa que
“El endoso puede hacerse en blanco, con la sola firma del endosante. En este caso, el
tenedor deberá llenar el endoso en blanco con su nombre o el de un tercero, antes de
presentar el título para el ejercicio del derecho que en él se incorpora (…)” (se
resalta).”

“(…) Desde luego que tratándose de títulos valores sólo es tenedor legítimo quien lo
posea conforme a la ley de su circulación, mediante una cadena ininterrumpida de
endosos. Ello porque el concepto de tenencia legítima de esta clase de bienes
mercantiles de inmediato alude al de legitimación en la causa y con él al concepto de
acreedor. Por supuesto, un instrumento de esta especie objetivamente expresa una
relación crediticia que, aunque autónoma, indefectiblemente supone la presencia de dos
o más sujetos, donde su tenedor legítimo asume la condición de acreedor respecto del
otro y éste la de su deudor. Por lo que si no existe legitimación de quien ejecuta éste no
puede tener la categoría de ejecutante frente de quien se exige la obligación.”

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Civil. Noviembre 9 de 1998. Sentencia en Proceso
Ejecutivo de Edelmira Gómez Vda. De Pérez Vs.
Nacional de Servicios Técnicos y Explotaciones.
Magistrada Ponente: Liana A. Lizarazo.
“El endoso es la manera como se negociaron los títulos a la orden y es considerado por
doctrinas como un negocio cambiario accesorio consistente en una declaración escrita y
firmada en el título por el endosante, y la entrega de aquel al endosatario.

Por medio del endoso el endosante transfiere al endosatario su posición de legitimado,


permitiéndole a éste ejercer sus derechos cambiarios en la medida ponderada por el
endoso. En el endoso se transfiere el dominio del título a un tercero, se entrega para su
cobro o se da en garantía de una obligación. Se presenta pues una sustitución del
acreedor cambiario por un tercero; en unos casos este se convierte en propietario del
título (endoso en propiedad) o adquiere, entre otras la facultad para el cobro (endoso en
procuración o, las facultades propias del acreedor prendatario (endoso en garantía).

Entre los efectos del endoso podemos citar la legitimación activa que consiste en que el
tenedor se legitima si la cadena de endosos es ininterrumpida, pues de o contrario no
estará legitimado para ejercer los derechos incorporados en el título. La legitimación
depende de la forma de circulación del título, es decir que el tenedor será legítimo
cuando posea el instrumento de acuerdo con la ley de su circulación (C. de Co. art.
647).”

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Civil. Octubre 28 de 1998. Sentencia en Proceso
Ejecutivo de William Pedraza Sánchez Vs. Luis
Enrique Camargo. Magistrado Ponente: César Julio
Valencia Copete.
“(…) La firma así impuesta y, desde luego, la consiguiente entrega de la totalidad del
bien al endosatario, son entonces los únicos requisitos que la ley exige para la existencia
del endoso en propiedad, es decir, para transferirlo válidamente a éste con todos los
derechos principales y accesorios.

Ahora, por supuesto que si bien bajo esta forma simple de negociación puede circular,
es obvio que quien luego quiera ejercer el derecho que en él se incorpora, antes de ello
ha de ser llenado el último endoso con el nombre del poseedor o con el de un tercero;
también, desde luego, en aquellas situaciones en las cuales en el endoso mismo conste
el nombre del endosatario, toda vez que en esta caso, éste forzosamente debe colocar su
firma si quiere nuevamente transferirlo, como para ambos casos lo indica el artículo 654
de este ordenamiento.”

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Civil. Marzo 22 de 1995. Sentencia en Proceso
Ejecutivo de Hidroeléctrica de Colombia Ltda. Vs.
Sociedad Inversiones Guía Ltda. Magistrado Ponente:
César Julio Valencia Copete.
“La nociones así esbozadas están encaminadas, de una parte, a poner de presente que,
tratándose de títulos a la orden, para que se cumpla la función legitimadora y de
transferencia del documento basta con que dentro del título o en hoja adherida a él
inserte el endosante su firma.

La firma así impuesta y, desde luego, la consiguiente entrega de la totalidad del bien al
endosatario, son entonces los únicos requisitos que la ley exige para la existencia del
endoso en propiedad, es decir, para transferirlo válidamente a éste con todos los
derechos principales y accesorios.

Ahora, por supuesto que si bien bajo esta forma simple de negociación puede circular,
es obvio que quien luego quiera ejercer el derecho que en el se incorpora, antes de ello
ha de ser llenado el último endoso con el nombre del poseedor o con el de un tercero;
también, desde luego, en aquellas situaciones en las cuales en el endoso mismo conste
el nombre del endosatario, roda vez que en este caso éste forzosamente debe colocar su
firma si quiere nuevamente transferirlo.”

“(…) Otra cosa, por cierto con consecuencias jurídicas distintas, es que al endoso se le
ponga voluntariamente la fechas y ésta resulte ser posterior a la que tenga el título
escrita como la de su vencimiento, o que, por otro medio probatorio, luego se establezca
que fue transferido después de haber ocurrido la exigibilidad del mismo.

Sobre el particular expresa el artículo 660 del Código de Comercio lo siguiente:

“Cuando en el endoso se omita la fecha, se presumirá que el título fue endosado el día
en que el endosante hizo entrega del mismo al endosatario. El endoso posterior al
vencimiento del título, producirá los efectos de una cesión de ordinaria. Bajo el cardonal
argumento de que una vez ocurrido el vencimiento del título termina la existencia
cambiaria del mismo, pero solo en cuanto a la posibilidad circulatoria, de llegar a ser
endosado después de su exacción, el endoso así efectuado lo equipara la ley a una
cesión ordinaria, aunque apenas para hacer oponibles a su beneficiario todas las
excepciones que pueda tener el deudor.”
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Civil. Febrero 28 de 1996. Sentencia en Proceso
Hipotecario de Caja de Crédito Agrario, Industrial y
Minero. Vs. Martha J. Hernández. Magistrado
Ponente: César Julio Valencia Copete.
“(…) Precisa advertir que en el sub lite se está en presencia de cuatro pagarés creados
por la otorgante a favor de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, de suerte
que, salvo autorización expresa en contrario de quien los creo (art. 630 del C. de C.), al
no ser posible alterar su forma de circulación han de transferirse forzosamente mediante
“endoso y entrega” de esos documentos, por ser la manera como a términos del artículo
651 ibídem se negocian con plenos efectos cambiarios los “títulos a la orden”.

Reza el artículo 654 del Código de Comercio lo siguiente: “El endoso puede hacerse en
blanco, con la sola firma del endosante. En este caso, el tenedor deberá llenar el endoso
en blanco con su nombre o el de un tercero, antes de presentar el título para el ejercicio
del derecho que en él se incorpora.(…)”.

El texto legal trascrito pone en evidencia, entre otras cosas, fundamentalmente que en
todas las hipótesis, distintas a aquellas previstas en los artículos 664 y 665, el endoso
debe cumplir, como mínimo, con el requisito absolutamente necesario de la firma
autógrafa del endosante, so pena de que su preterición produzca la inexistencia del acto.
Con otras palabras, a menos de que se trate de títulos recibidos por los bancos para
abono en cuenta del tenedor que con este fin los entregue, en cuyo caso específico no es
menester el endoso de éste, o de la especial situación de endosos entre bancos, en cuya
hipótesis basta apenas el sello del establecimiento endosante, en cualquiera otra
actuación por medio de la cual se aspire a endosar un documento de este linaje, en
general, la firma autógrafa siempre deberá insertarse, bajo la sanción de que su omisión
acarreé la inexistencia del endoso, previsión que, por lo demás, acompasa perfectamente
con la regla general prevista en el art. 620 de esta codificación, según la cual, “los
documentos y los actos a que se refiere este título sólo producirán los efectos en él
previstos cuando contengan las menciones y llenen los requisitos que la ley señale,
salvo que ella los presuma”.

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Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá. Sala
Civil. Junio 20 de 1994. Sentencia en Proceso Ejecutivo
de Beatriz Luque Vs. Universitas y otros. Magistrado
Ponente: César Julio Valencia Copete.
“En virtud del principio de literalidad de que están impregnados los títulos valores,
nacido de la misma definición que de éstos da el artículo 619 del C. de Comercio,
dícese que quienes acuden a esta especie de documentos para celebrar sus negocios
jurídicos deben ajustarse, con estrictez, a las menciones y requisitos que para su
elaboración prevé la ley, correspondiéndoles también observar minuciosamente que los
actos sobre los mismos contengan tales menciones o requisitos, so pena de que, como lo
prevé el artículo 620 ibídem, el título o el acto no produzca efecto alguno.

Uno de los tantos actos que pueden ejercerse en torno a un documento de esta especie
consiste en transmitirlo, lo que, tratándose de títulos que tengan como forma de
circulación “a la orden”, se logra “por endoso y entrega” de ellos (art. 651), sin que le
sea dable al tenedor alterar, motu propio, esta forma de transferencia sin el
consentimiento de su creador (art. 630), por supuesto que para cada una de las vías por
medio de las cuales se negocian se establece así mismo distintas formalidades que, de
no ser observadas, conducen a que no pueda tenerse a su poseedor como tenedor
legítimo.

En desarrollo del principio en mención, ha de decirse ahora que como a términos del
artículo 656 de la ley comercial el endoso puede hacerse en propiedad, en procuración o
en garantía, acerca del primero basta la sola firma más su entrega, en cuyo caso, sin
ningún otro requisito adicional, se entiende que se ha transferido el documento junto
con el derecho que se incorpora y sus accesorio, mientras que, sobre los dos últimos,
únicamente ante la inserción de las respectivas cláusulas es como se entienden limitados
algunos de los efectos propios del endoso pleno.

La nociones así esbozadas están encaminadas, de una parte, a poner de presente que,
tratándose de títulos a la orden, para que se cumpla la función legitimadora y de
transferencia del documento basta con que dentro del título o en hoja adherida a él
inserte el endosante su firma.

La firma así impuesta y, desde luego, la consiguiente entrega de la totalidad del bien al
endosatario, son entonces los únicos requisitos que la ley exige para la existencia del
endoso en propiedad, es decir, para transferirlo válidamente a éste con todos los
derechos principales y accesorios.

Por otro lado, estos razonamientos están encaminadas a demostrar que la sola firma, en
la forma como la ley la entiende, ha de considerarse, sin más requisitos, como revestida
de suficiente autenticidad, de suerte que quien pretenda desvirtuar la certeza acerca de la
persona a quien se le atribuye haber firmado, suscrito o elaborado el título, corre
entonces con la carga de acreditar fehacientemente en contrario la presunción legal que
el derecho probatorio le otorga. ”

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta


Judicial XVIII. No.932 y 933. Páginas
369 a 374. Sala de Negocios Civiles.
Agosto 31 de 1908. Magistrado Ponente:
Felipe Silva.
“Empero, el endoso importa un nuevo contrato de cambio accesorio al que contiene la
letra. El endosante es un verdadero girador en cuanto al reembolso y afianzamiento que
debe el endosatario y á los posteriores adquirentes de la letra; pero no está obligado a
dirigir carta de aviso y hacer provisión de fondos (artículo 782 del Código de
Comercio).

El endoso por valor en cuenta transfiere la propiedad de la letra, aunque presuma que el
precio no se ha pagado, y el endosatario tiene necesidad, como la tendría el tomador ó
beneficiario, para conservar sus derechos de cumplir los actos de presentación a la
aceptación y luego al pago, o los de protestación respectivos; pero estos hechos se
imponen al endosatario tenedor de la letra, como que debe realizarlos en causa propia,
de tal suerte que si los omite, es su causa y son sus derechos los que quedan
perjudicados. (Artículos 812 a 815 y 827 del Código de Comercio).

El endosatario portador de la letra presentada en tiempo y forma y protestada, tiene


derecho de exigir ejecutivamente el reembolso de su importe y gastos, del librador
aceptante y endosante, a su elección. (Artículo 830 del Código de Comercio).

La letra protestada en tiempo y forma confiere el derecho que se acaba de enunciar,


entre otros, contra el aceptante. El girado que acepta contrae la obligación de pagar lo
que le ordena el girador; pero si no acepta, no contrae esta obligación, y el portador
tiene derecho a exigir ejecutivamente el reembolso de su importe y gastos del librador y
de los endosantes a su elección.

En el caso en cuestión la letra quedó perjudicada porque no se presentó al pago y


tampoco fue protestada por falta de él. Las letras no cobradas el día de su vencimiento
ni protestadas en la oportunidad legal, se tendrán por perjudicadas, y en tal evento
caducarán los derechos del portador (Artículo 827 del Código de Comercio).”

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial XLVII.
No.932 y 933. Páginas 68 a 77. Sala de Casación Civil.
Julio 15 de 1938. Magistrado Ponente: Juan Francisco
Mujica.
“Los instrumentos negociables son primordialmente títulos de circulación destinados a
realizar funciones económicas muy diversas, motivo por el cual la naturaleza de su
sistema no puede ser analizada como una categoría definida, aislada, sustraída del
conjunto múltiple de los vínculos jurídicos de índole variable que engendra su
circulación y que van concatenándose al compás de sus cambiantes funciones.”

“(…) Es necesario en principio un contrato de negociación entre el emitente y el primer


adquiriente del instrumento. Pero el emitente promete la prestación no sólo al primer
tomador sino a todo tenedor del instrumento. Concluye con el primer tomador un
contrato a favor de todo el que ulteriormente adquiera de buena fe el instrumento. Así,
pues, este ulterior adquiriente, mediante la adquisición de buena fe conforme al
contenido del titulo, tiene una posición jurídica independiente de la del antecesor. En
virtud de la emisión del título, en virtud de la conexión al derecho en él incorporado y el
título mismo, el emitente da a la vez una base para confiar en que se ha obligado hacia
el portador en virtud de un contrato eficaz. La posesión del instrumento engendra a
favor del segundo adquirente de buena fe la apariencia del derecho del enajenante y, por
consiguiente, también la apariencia jurídica de que éste ha obtenido el título sobre la
base de un contrato de negociación o en virtud de otro acontecimiento eficaz, según los
principios generales del derecho privado. El tenedor en debida forma puede lícitamente
confiar tanto en la propiedad del enajenante sobre el título, como en su calidad de titular
del derecho. Así, pues, el emitente puede oponer ciertamente al primer tomador los
vicios del contrato de negociación, pero no a los posteriores adquirentes en debida
forma; esto no sería una excepción que afectase a la validez de la emisión”

“(…) la función del cheque es más restringida que la de los otros instrumentos
negociables, puesto que con aquel título solamente es dable o retirar del banco la
cantidad mencionada en el cheque, o hacer que el banco entregue una suma al portador,
o, en fin, trasladar fondos de un lugar a otro. El girado aceptante de un instrumento
negociable es natural que haga prevalecer sus intereses legítimos sobre los del tenedor,
el otorgante y las demás partes obligadas, pagando oportunamente, puesto que de no
hacerlo así sufre su propio crédito, peligro éste que lo amenaza si se abstiene de pagar,
sea por el simple hecho de la demora, sea por las repercusiones del protesto. Ninguna de
estas circunstancias milita en tratándose de cheques no visados. Como el girado es un
banco, a éste le incumbe el deber de cerciorarse con toda la atención posible, antes de
proceder al pago del instrumento, que el beneficiario está realmente calificado para
recibir su importe. La confianza que su cliente ha concedido al establecimiento bancario
y las obligaciones que éste adquiere por la entrega de la chequera constriñen al banco a
no perjudicar al titular de ella. Como el cheque por si mismo no equivale a una
provisión de fondos, no pagarlo por motivos razonables y afrontar su protesto en nada
quebranta el crédito del banco. En principio rehusar el pago de un cheque no visado no
puede ocasionar al banco obligación de indemnizar perjuicios sino en casos de singular
torpeza de su conducta.”

“(…) Las posibilidades de alteración de un cheque se dividen en dos ocasiones


genéricas: a) en su origen; b) y cuando perfectamente regular en el momento de su
creación, después se falsifica, por ejemplo, aumentando su cantidad antes de ser
presentado al banco girado, lo cual puede haber sido obra del portador regular.”

“(…) La culpa del girador produce, pues, una exoneración total del riesgo, en el sentido
de que ella alivia al banco completamente de la responsabilidad que pesaba sobre él,
salvo en dejarle una parte de ésta en caso de culpa probada a su cargo.”

“La convención a que aquí se hace referencia es la conocida con el nombre de contrato
de chequera, en virtud de la cual el establecimiento bancario, en ejercicio de su
profesión, entrega a su parroquiano una chequera a fin de que disponga de los fondos
puestos a disposición de éste por medio de cheques perfeccionados sobre los esqueletos
que forman la libreta.

Por ese contrato el cliente contrae la obligación de usar la chequera con toda la
prudencia necesaria, en el sentido de no hacer de sus esqueletos instrumentos
negociables sino tomando todas las precauciones convenientes para que el
establecimiento bancario girado no quede expuesto a un pago controvertible. Dentro de
esta obligación de prudencia y diligencia está la de que el titular de la chequera redacte
el cheque sin blancos que faciliten el abuso que un malhechor pueda cometer
aumentando el monto de la suma por pagar.”

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial LI.


Páginas 572 a 581. Sala de Casación Civil. Junio 17 de
1941. Magistrado Ponente: José Miguel Arango.
“La obligación que impone el artículo 63 de la ley 46 de 1923 al girador está
condicionada por la calidad del endoso. Las obligaciones que impone ese artículo están
limitadas, naturalmente, por el carácter del endoso que se haya hecho del cheque y por
las condiciones que reúna el tenedor de él, de acuerdo con el artículo 55 de la misma
ley. Endosado el cheque por el tenedor, y hecho el endoso en blanco por el hecho de
poner al dorso del instrumento su firma, se convierte por este hecho el instrumento, que
en un principio se giró a la orden, en instrumento al portador. Esta conversión de un
instrumento al portador está autorizada por el artículo 13 de esa ley que preceptúa que
un instrumento negociable es pagadero al portador cuando el único o el último endoso
es en blanco, ya que la firma del endosante, sin palabras adicionales, es endoso
suficiente, de acuerdo con el artículo 34. El endoso en blanco no especifica endosatario,
y el instrumento así endosado es pagadero al portador y puede transferirse por la entrega
(artículo 37)”.

“Para que un tenedor de un instrumento negociable lo sea en debida forma, se requieren


cuatro condiciones: 1ª Que el instrumento sea completo y regular en su forma exterior.
2ª Que se adquiera antes de haber pasado la fecha del vencimiento sin noticia de que
haya sido previamente rechazado. 3ª Que lo tome de buena fe y por un valor. 4ª Que al
tiempo de negociarlo no tenga noticia de ningún vicio en el instrumento o en el título de
la persona que lo negoció”.

“De acuerdo con el artículo 26 de aquella ley, se presume que todo instrumento
negociable ha sido expedido en consideración a un valor, y por valor entiende la ley
cualquier causa suficiente para la validez de un contrato (artículo 27)”. “El endoso al
cobro es restrictivo y para que él constituya al endosatario en agente del endosante, se
hace indispensable que en el cuerpo del cheque se haga uso de una expresión que
manifieste la voluntad del endosante de convertir al endosatario en su agente. Este
concepto está respaldado con la autoridad de expertos tratadistas sobre derecho
cambiario, y así Arturo Davis expone: “Un endoso regular no puede transformarse, por
la exclusiva voluntad del legislador en endoso o comisión en cobranza. Para ello es
indispensable que las partes lo digan en forma inequívoca, ya sea por medio de la
locución “valor al cobro” u otra equivalente”.

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial LXXXIV.


Números 2177 y 2178. Páginas 310 a 321. Sala de
Casación Civil. Diciembre 5 de 1956. Magistrado
Ponente: Pablo Emilio Manotas.
“El contrato de rifa o lotería se realiza a través de la creación o expedición de billetes
adecuados por quien promueve la rifa o lotería, y quien se compromete – contra el pago
de un precio a pagar a los poseedores de aquellos, ganadores por efecto del sorteo, el
premio correspondiente. Lo que significa que el billete, boleta, etc. o mejor, el
documento creado y expedido para la circulación y expendio público, es representativo
o constitutivo de un auténtico “título al portador”. Por cuanto éste, “es un documento
sobre un derecho privado cuyo ejercicio está condicionado jurídicamente a la posesión
del documento”.

Entonces se configura el contrato demandado con elementos atinentes a los de adhesión,


juego y a los que se realizan a través de la creación y expedición de títulos en sus
distintas formas para la circulación y expendio en el público. Así, en cuanto a la
mecánica, como se manifiesta el consentimiento por la parte que no interviene en la
creación y expedición del documento título, y que se lleva a cabo por medio de la
adquisición de éste, por un precio determinado, es elemento del contrato de adhesión,
por cuanto uno de los pactantes impone esa estipulación, sin que el otro pueda
discutirla, si no la acepta, de hecho y de derecho, renuncia al contrato. Como éste está
sujeto a el alea de que el número del título salga sorteado, entonces este elemento lo
toma del contrato de juego; y como una vez favorecido en el sorteo el respectivo título
adquiere definitivamente el carácter de título al portador, con un derecho incorporado en
él, y es este último elemento el predominante en el contrato innominado mixto
cuestionado, por cuanto que con el documento título se prueba su existencia y con su
posesión se faculta a quien la tiene para ejercitar el derecho incorporado a él al título ”.

“La creación del documento título constituye un medio de publicidad. En unos casos,
esa creación adquiere el carácter de forma “ad solemnitatem” del contrato incorporado
en él; en otros supuestos, el título es la forma “ad probationem”. En la primera forma, la
ley le impone un valor constitutivo respecto de un determinado acto, y en la segunda un
valor declarativo.

Los títulos en sus diversas especies, tienen económicamente la función de obviar la


circulación de los bienes y sirven no solamente para el ejercicio de los derechos, sino
para su transmisión. Con ellos la ley sustituye la figura de la cesión de los derechos, por
cuanto no hay necesidad de exteriorizar ésta ni de notificarla y porque en vez de
notificar o exteriorizar ese contrato de cesión representan – total o parcialmente – el
acto de donde surge el derecho que es cedido. De aquí, que no pueda existir ningún
título que deje de hacer referencia a una relación jurídica, es decir a una obligación y al
respectivo derecho.

El deudor es el autor del documento y esto implica el reconocimiento de un débito del


firmante frente a otra persona; un derecho “incorporado” al título.

Así las cosas, siendo el título un documento, como tal es una cosa mueble, y solo quien
ostenta la titularidad sobre el documento, la tiene sobre el derecho “incorporado” o
representado en el. Esta regla determina el régimen de transmisión del derecho
incorporado en el título; la ley toma en consideración el documento –cosa- y por ello las
reglas sobre transmisión del derecho incorporado son análogas a las que tutelan la
materia referente a los bienes muebles. El acto de transmisión está integrado por un
contrato y por un medio de publicidad: la tradición, complementada en algunos casos,
según la especie del título, por otras formas de publicidad.

Así, en los TÍTULOS NOMINATIVOS la transmisión del derecho incorporado


requiere: a) un previo contrato de cesión causa traditionis; b) la tradición del
documento, y la inscripción de la cesión en los libros del deudor. En los TITULOS A
LA ORDEN la transmisión se efectúa ordinariamente mediante; a) el contrato de cesión
y b) una escritura hecha en el mismo título, esto es, el endoso en sus distintas formas.
En los TÍTULOS AL PORTADOR la trasmisión del derecho incorporado en el título
requiere: 1) un negocio jurídico previo de cesión, y 2) la tradición del documento. O
sea, las mismas reglas aplicables al derecho de cosas muebles.

En definitiva, las dos notas características y esenciales de los títulos en las distintas
formas son: el titulo sirve para transferir el crédito incorporado, es decir para hacer
adquirir el derecho del “tradens” al “accipiens” con la eficacia respecto a los terceros y
particularmente respecto al deudor.
En los títulos se sustituye la notificación propia de la cesión ordinaria, por la tradición
del documento-sola o acompañada del endoso o de la inscripción-; y el titulo tiene la
particularidad de hacer adquirir al “accipiens” de buena fe al derecho incorporado,
aunque no perteneciese al cedente.

Este segundo carácter se suele expresar con la formula de la atribución AL POSEEDOR


DE UN DERECHO AUTONOMO FRENTE AL EMITENTE. En el conflicto de
intereses entre el deudor o emitente y el adquiriente de buena fe la ley favorece a éste
ultimo, con base en el principio de derecho: “Quien emite un titulo forma un aparato
que genera la apariencia de su obligación; las exigencias de la circulación determinan
que el riesgo de esta conducta pese sobre sus hombros”.

La especialidad del titulo al portador y del derecho incorporado a él, determina la regla
de que solo el detentador de la situación del hecho adecuada al titulo puede ejercitar el
derecho a éste incorporado. La detentación de la correspondiente situación de hecho
constituye, pues, un requisito legal “una conditio iuris“ para la realización de los actos
que impliquen el ejercicio del derecho incorporado, o ejercicio del derecho que recae
sobre éste. Así, por ejemplo: sólo el poseedor de una letra de cambio en la que figure a
la vez como ultimo endosatario, puede ejercitar el derecho correspondiente al tipo de
endoso de que se trate; solo el poseedor de un titulo nominativo que tenga inscrita su
adquisición en el libro correspondiente, puede ejercitar su derecho incorporado a ese
titulo; y sólo EL POSEEDOR DE UN TITULO AL PORTADOR puede ejercitar el
derecho incorporado a él. Esto ultimo, porque en los títulos al portador la situación de
hecho real y de apariencia está constituida únicamente por la posesión y la ley protege
la seguridad y la rapidez del trafico al facilitar al poseedor el ejercicio de su derecho, ya
que la titularidad y la situación de posesión del documento constitutivo del titulo se
corresponden”.

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial Número


2202. Páginas 119 a 128. Sala de Casación Civil.
Septiembre 19 de 1958. Magistrado Ponente: Alfredo
Cock Arango.
“Si el endosatario de endoso restrictivo especialmente de “endoso para el cobro” no es
titular del instrumento, es porque aquella titularidad no se desplazó del endosante al
endosatario”.

“Cuando se endosa una letra para el cobro se otorga simplemente un mandato, con todas
las vinculaciones y consecuencias del mencionado contrato, que por su naturaleza
admite cualquier forma de constitución pues es esencialmente contractual; así: el
encargo puede hacerse por escritura pública o privada, por cartas, verbalmente o de
cualquier otro modo inteligible, entre los cuales se encuentra el endoso restrictivo de
instrumentos negociables.”

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial. Número
2447. Páginas 46 a 86. Sala de Casación Civil. Febrero
15 de 1991. Magistrado Ponente: Pedro Lafont
Pianetta
“Los cheques comunes y corrientes son aquellas especies de títulos-valores de
contenido crediticio en dinero, expedidos en formularios impresos de cheques o
chequeras y a cargo de un banco (Art. 712 C. de Co.), de acuerdo a la provisión de
fondos y autorización correspondiente (Art. 714 Ibíd.), que sólo pueden ser pagaderos
“a la orden o al portador” (Art. 713, num. 3 Ibíd.), los que son libremente negociables
“conforme a su ley de circulación (Arts. 630 y 647 Ibíd.), de acuerdo a uno (Art. 651 y
ss C. de Co.) u otro carácter (Arts. 668 y ss Ibíd.).

Sin embargo, este cheque común y corriente puede encontrarse restringido en su


negociabilidad en forma absoluta o relativa. Lo uno acontece cuando se trata de un
“cheque no negociable”, evento en el cual, además de no poderse negociar, su tenedor
legitimo sólo puede cobrarlo por conducto de un banco y no por ventanilla (Art. 715,
inc. 2 C. de Co.), tal como acontece con los cheques a los cuales se les inserta la
cláusula correspondiente (v. gr., “no negociable”, “este cheuque que no es negociable”)
o lo dispone la ley, como ocurre con “el cheque expedido o endosado a favor del banco
librado” (Art. 716 C. de Co.). Y lo otro sucede con la restricción que sólo afecta la
negociabilidad misma del cheque y no la presentación y forma de cobro tal como ocurre
cuando se incluye la cláusula o leyenda “Páguese únicamente al primer beneficiario”,
caso en el cual este ultimo no puede negociarlo y sólo él puede cobrarlo, bien en forma
directa presentándolo en la ventanilla o bien por conducto de un banco a través de la
cámara de compensación.

En cambio, los cheques cruzados o para abono en cuenta son especiales no sólo por su
mención legal (subsección III, sección III, Cap. V, libro III, arts. 734 y ss. C. de Co.),
sino por su regulación típica en su estructura y consecuencias.

En efecto, el cheque cruzado es aquel que tiene un “cruce con dos líneas paralelas
trazadas por el anverso” colocados por el librador o tenedor (Art. 734 C. de Co.), que se
llama “general” o “especial”, según que no aparezca o si aparezca el nombre de un
banco que debe cobrarlo y que tiene por único efecto el de restringir el “cobro” del
cheque, que sólo puede hacerlo un banco cualquiera o uno en especial (según se trate de
cruce general o especial); pero en manera alguna el cruzamiento afecta la
negociabilidad, ni restringe al beneficiario.

Por su parte, el cheuque “para abono en cuenta” es aquel al que se le inserta esta
expresión “para abono en cuenta” u otra equivalente como “para consignar en cuenta”, y
que tiene por finalidad, de una parte “prohibir que el cheque sea pagado en efectivo”
(Art. 737, inc. 1 C. de Co.), lo cual excluye el pago por ventanilla, y, de otra, ordenar al
banco librado para que él mismo directamente y sin intermediario, proceda a pagar el
cheque abonando su importe en la cuenta que lleva o abra el tenedor (inc. 2, Art. 737
Ibíd.), esto es, como dice la doctrina, sin traslado de dinero o compensación alguna, sino
con unas meras operaciones o asientos contables, razón por la cual este cheque “debe
consignarse en el mismo banco librado, lo cual descarta la posibilidad que el tenedor
pueda obtener su pago de otro banco intermediario o pueda acudir al cobro por cámara
de compensación” (sent. 24 de octubre de 1980). Pero este cheque “para abono en
cuenta”, de acuerdo a la voluntad y facultad (la ley habla de que “puede”) del librador o
tenedor, puede carecer o determinársele un beneficiario especifico de la cuenta. En el
primer caso el beneficiario de la cuenta podrá ser cualquier tenedor legitimo, por lo que
cheque podrá ser perfectamente negociable y podrá consignarse en la cuanta bancaria
que el ultimo librador legitimo tenga o abra en el banco librado; en tanto que en el
segundo caso, como cuando se dice “para abono o consignación en cuenta del primer
beneficiario”, el cheque resulta forzosamente no negociable porque sólo éste puede
presentarlo para su pago ante el banco librado, mediante consignación y abono en una
cuenta bancaria que “tenga” o “abra” el mismo primer beneficiario en dicho banco.

Ahora bien, estos cheques especiales pueden ser mixtos, esto es, cruzados y para abono
en cuenta (general o especifica), como cuando entre la líneas paralelas se le inserta la
cláusula de abono correspondiente (v. gr. Para abonar a la cuenta del primer
beneficiario), caso en el cual el cheque queda sometido a la regulación de una y otra
clase.

Pues bien, la contravención a la norma específica de los cheques especiales “cruzados”,


“para abono en cuenta” o “mixtos”, consumada en el “pago irregular” de los mismos, es
la que el artículo 738 del C. De Co., toma como fenómeno que estructura el ilícito
mercantil bancario del pago irregular específico causante del daño al particular, con la
responsabilidad extracontractual especial a cargo de su infractor, el banco librado y el
banco intermediario frente al perjudicado, el primer beneficiario de dicho cheque, de
acuerdo con las normas civiles correspondientes (Arts. 2 C. de Co. Y 2341 y
concordantes del C.C.), que resulta absolutamente independiente de aquella que, con
base en el incumplimiento del contrato de cuenta corriente, pueda establecerse, por el
mismo hecho entre el banco librado y el cuenta correntista (Arts. 1382, 870 y
concordantes del C. de Co).”

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“Los cheques comunes y corrientes son aquellas especies de títulos-valores de
contenido crediticio en dinero, expedidos en formularios impresos de cheques o
chequeras y a cargo de un banco (Art. 712 C. de Co.), de acuerdo a la provisión de
fondos y autorización correspondiente (Art. 714 Ibíd.), que sólo pueden ser pagaderos
“a la orden o al portador” (Art. 713, num. 3 Ibíd.), los que son libremente negociables
“conforme a su ley de circulación (Arts. 630 y 647 Ibíd.), de acuerdo a uno (Art. 651 y
ss C. de Co.) u otro carácter (Arts. 668 y ss Ibíd.).

Sin embargo, este cheque común y corriente puede encontrarse restringido en su


negociabilidad en forma absoluta o relativa. Lo uno acontece cuando se trata de un
“cheque no negociable”, evento en el cual, además de no poderse negociar, su tenedor
legitimo sólo puede cobrarlo por conducto de un banco y no por ventanilla (Art. 715,
inc. 2 C. de Co.), tal como acontece con los cheques a los cuales se les inserta la
cláusula correspondiente (v. gr., “no negociable”, “este cheuque que no es negociable”)
o lo dispone la ley, como ocurre con “el cheque expedido o endosado a favor del banco
librado” (Art. 716 C. de Co.). Y lo otro sucede con la restricción que sólo afecta la
negociabilidad misma del cheque y no la presentación y forma de cobro tal como ocurre
cuando se incluye la cláusula o leyenda “Páguese únicamente al primer beneficiario”,
caso en el cual este ultimo no puede negociarlo y sólo él puede cobrarlo, bien en forma
directa presentándolo en la ventanilla o bien por conducto de un banco a través de la
cámara de compensación.

En cambio, los cheques cruzados o para abono en cuenta son especiales no sólo por su
mención legal (subsección III, sección III, Cap. V, libro III, arts. 734 y ss. C. de Co.),
sino por su regulación típica en su estructura y consecuencias.

En efecto, el cheque cruzado es aquel que tiene un “cruce con dos líneas paralelas
trazadas por el anverso” colocados por el librador o tenedor (Art. 734 C. de Co.), que se
llama “general” o “especial”, según que no aparezca o si aparezca el nombre de un
banco que debe cobrarlo y que tiene por único efecto el de restringir el “cobro” del
cheque, que sólo puede hacerlo un banco cualquiera o uno en especial (según se trate de
cruce general o especial); pero en manera alguna el cruzamiento afecta la
negociabilidad, ni restringe al beneficiario.

Por su parte, el cheuque “para abono en cuenta” es aquel al que se le inserta esta
expresión “para abono en cuenta” u otra equivalente como “para consignar en cuenta”, y
que tiene por finalidad, de una parte “prohibir que el cheque sea pagado en efectivo”
(Art. 737, inc. 1 C. de Co.), lo cual excluye el pago por ventanilla, y, de otra, ordenar al
banco librado para que él mismo directamente y sin intermediario, proceda a pagar el
cheque abonando su importe en la cuenta que lleva o abra el tenedor (inc. 2, Art. 737
Ibíd.), esto es, como dice la doctrina, sin traslado de dinero o compensación alguna, sino
con unas meras operaciones o asientos contables, razón por la cual este cheque “debe
consignarse en el mismo banco librado, lo cual descarta la posibilidad que el tenedor
pueda obtener su pago de otro banco intermediario o pueda acudir al cobro por cámara
de compensación” (sent. 24 de octubre de 1980). Pero este cheque “para abono en
cuenta”, de acuerdo a la voluntad y facultad (la ley habla de que “puede”) del librador o
tenedor, puede carecer o determinársele un beneficiario especifico de la cuenta. En el
primer caso el beneficiario de la cuenta podrá ser cualquier tenedor legitimo, por lo que
cheque podrá ser perfectamente negociable y podrá consignarse en la cuanta bancaria
que el ultimo librador legitimo tenga o abra en el banco librado; en tanto que en el
segundo caso, como cuando se dice “para abono o consignación en cuenta del primer
beneficiario”, el cheque resulta forzosamente no negociable porque sólo éste puede
presentarlo para su pago ante el banco librado, mediante consignación y abono en una
cuenta bancaria que “tenga” o “abra” el mismo primer beneficiario en dicho banco.

Ahora bien, estos cheques especiales pueden ser mixtos, esto es, cruzados y para abono
en cuenta (general o especifica), como cuando entre la líneas paralelas se le inserta la
cláusula de abono correspondiente (v. gr. Para abonar a la cuenta del primer
beneficiario), caso en el cual el cheque queda sometido a la regulación de una y otra
clase.

Pues bien, la contravención a la norma específica de los cheques especiales “cruzados”,


“para abono en cuenta” o “mixtos”, consumada en el “pago irregular” de los mismos, es
la que el artículo 738 del C. De Co., toma como fenómeno que estructura el ilícito
mercantil bancario del pago irregular específico causante del daño al particular, con la
responsabilidad extracontractual especial a cargo de su infractor, el banco librado y el
banco intermediario frente al perjudicado, el primer beneficiario de dicho cheque, de
acuerdo con las normas civiles correspondientes (Arts. 2 C. de Co. Y 2341 y
concordantes del C.C.), que resulta absolutamente independiente de aquella que, con
base en el incumplimiento del contrato de cuenta corriente, pueda establecerse, por el
mismo hecho entre el banco librado y el cuenta correntista (Arts. 1382, 870 y
concordantes del C. de Co).”

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial. Número


2455. Páginas 542 a 551. Sentencia No. 210. Sala de
Casación Civil. Junio 11 de 1992. Magistrado Ponente:
Alberto Ospina Botero.
1. Establece el Art. 659 del C. de Co., refiriéndose a los títulos valores de la orden,
que “el endoso en garantía se otorgará con las cláusulas “en garantía”, “en
prenda” u otro equivalente. Constituirá un derecho prendario sobre el título y
conferirá al endosatario, además de sus derechos de acreedor prendario, las
facultades que confiere el endoso en procuración.”
2. Concuerda el anterior texto legal con el principio denominado de literalidad que
rige los títulos valores, según el cual el derecho incorporado al título y los
presupuestos para su ejercicio, están delimitados por lo que en él se exprese.
Todo queda circunscrito a los que digan sus menciones, tanto las esenciales para
constituirlo como las que explicitan los actos cambiarios otorgados.

Principio éste consagrado en los artículos 619 y 620 del C. de Co.: “Los títulos valores
son documentos necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y autónomo
que en ellos se incorpora… los documentos y los actos a que se refiere este título sólo
producirán los efectos en él previstos cuando contengan las menciones y llenen los
requisitos que la ley señale, salvo que ella los presuma….”

De donde se sigue que la calificación de un endoso debe hacerse, exclusivamente,


siguiendo las menciones del título – valor, o sea, según el tenor del art. 659 ibídem, que
el endoso en garantía para ser jurídicamente tal, debe contener las expresiones “en
garantía”, “en prenda” u otra equivalente, sin las cuales no tiene existencia cambiaria.”
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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial CCXXII.


Número 2461. Páginas 355 a 375. Sala de Casación
Civil. Abril 19 de 1993. Magistrado Ponente: Eduardo
García Sarmiento.
“Como bien se sabe, los principios rectores de la literalidad, incorporación, autonomía y
legitimación que conforman el derecho cartular, confieren al tenedor de un título valor
garantías indispensables en orden al afianzamiento de su circulación, reclamada por la
expansión del comercio y al propio tiempo por la seguridad que debe gobernar la
actividad cambiaria. No en vano se establece por nuestro ordenamiento que, cuando el
titulo se halle en poder de persona distinta del suscriptor, se presumirá la entrega de éste
(inciso 2º articulo 625 C. de Co.); o que “se considerará tenedor legitimo del titulo a
quien lo posee conforme a su ley de circulación” (Art. 647 C. de Co.); o que “se
presumirá la buena fe, aun la exenta de culpa…”; y que “…quien alegue la mala fe o la
culpa de una persona, o afirme que {esta conoció o debió conocer determinado hecho,
deber{a probarlo (Art. 835 C. de Co.).
La literalidad, en particular, determina la dimensión de los derechos y las obligaciones
contenidas en el título valor, permitiéndole al tenedor atenerse a los términos del
documento, sin que, por regla general, puedan oponérsele excepciones distintas a las
que de él surjan. Es de ver, con todo, que por cuanto es una garantía para quien
desconoce los motivos que indujeron la creación o la emisión del título, o ignora los
convenios extracontractuales entre quienes tomaron parte antes que él en su circulación,
es obvio que ella está consagrada exclusivamente en beneficio de los terceros tenedores
de buena fe, pues este principio no pretende propiciar el fraude en las relaciones
cambiarias. Es apenas lógico entender el por qué no puede predicar absolutamente la
literalidad entre quienes han sido partícipes del negocio causal o subyacente,
determinante de la creación o la emisión del titulo valor, ya que en este caso, no estaría
en juego la seguridad en el tráfico jurídico, previsto como razón para su consagración
legal. Por idéntico motivo, el alcance de presunción legal que ostenta este principio
respecto de terceros, en el sentido de considerar que la existencia y magnitud del
derecho se condiciona y mide por el contenido del documento mismo, cede ante la
prueba que acredite el conocimiento de los mismos en torno a la situación subyacente,
constitutiva de excepción personal frente a él (Art. 784 del C. de Co.)”.

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial CCXXII.
Número 2461. Páginas 355 a 375. Sala de Casación
Civil. Abril 19 de 1993. Magistrado Ponente: Eduardo
García Sarmiento.
“Como bien se sabe, los principios rectores de la literalidad, incorporación, autonomía y
legitimación que conforman el derecho cartular, confieren al tenedor de un título valor
garantías indispensables en orden al afianzamiento de su circulación, reclamada por la
expansión del comercio y al propio tiempo por la seguridad que debe gobernar la
actividad cambiaria. No en vano se establece por nuestro ordenamiento que, cuando el
titulo se halle en poder de persona distinta del suscriptor, se presumirá la entrega de éste
(inciso 2º articulo 625 C. de Co.); o que “se considerará tenedor legitimo del titulo a
quien lo posee conforme a su ley de circulación” (Art. 647 C. de Co.); o que “se
presumirá la buena fe, aun la exenta de culpa…”; y que “…quien alegue la mala fe o la
culpa de una persona, o afirme que {esta conoció o debió conocer determinado hecho,
deber{a probarlo (Art. 835 C. de Co.).

La literalidad, en particular, determina la dimensión de los derechos y las obligaciones


contenidas en el título valor, permitiéndole al tenedor atenerse a los términos del
documento, sin que, por regla general, puedan oponérsele excepciones distintas a las
que de él surjan. Es de ver, con todo, que por cuanto es una garantía para quien
desconoce los motivos que indujeron la creación o la emisión del título, o ignora los
convenios extracontractuales entre quienes tomaron parte antes que él en su circulación,
es obvio que ella está consagrada exclusivamente en beneficio de los terceros tenedores
de buena fe, pues este principio no pretende propiciar el fraude en las relaciones
cambiarias. Es apenas lógico entender el por qué no puede predicar absolutamente la
literalidad entre quienes han sido partícipes del negocio causal o subyacente,
determinante de la creación o la emisión del titulo valor, ya que en este caso, no estaría
en juego la seguridad en el tráfico jurídico, previsto como razón para su consagración
legal. Por idéntico motivo, el alcance de presunción legal que ostenta este principio
respecto de terceros, en el sentido de considerar que la existencia y magnitud del
derecho se condiciona y mide por el contenido del documento mismo, cede ante la
prueba que acredite el conocimiento de los mismos en torno a la situación subyacente,
constitutiva de excepción personal frente a él (Art. 784 del C. de Co.)”.

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Corte Suprema de Justicia. Gaceta Judicial Número


2485. Expediente 6614. Páginas 556 a 561. Auto 143.
Sala de Casación Civil. Mayo 6 de 1997. Magistrado
Ponente: Pedro Lafont Pianetta.
“ (…) 2) TITULO VALOR – Cumplimiento de la obligación: “El artículo 621 del
Código de Comercio, dispone que, cuando “no se menciona el lugar de cumplimiento o
ejercicio del derecho” incorporado en el título-valor, la obligación habrá de cumplirse
en el “domicilio del creador del título” y, para el caso que tuviere varios, autoriza al
tenedor del mismo para cumplir la obligación en cualquiera de ellos, a su elección, al
igual que sucede si en el titulo respectivo se señalan varios lugares para el cumplimiento
o ejercicio del derecho en él incorporado.”

“3) CHEQUE – Presentación para su pago: “Con respecto al pago de los cheques…
éstos han de ser descargados por el banco librado. Ello quiere decir, entonces, que a él
han de presentarse para el cobro, ya sea directamente o a través de la Cámara de
Compensación, conforme a los dispuesto por los artículos 717, 718, 719 y siguientes del
Código de Comercio.”

“ 3) TITULO VALOR – Forma de pago: “el pago de una obligación contenida en un


título – valor, puede realizarse en forma voluntaria, o mediante la ejecución forzosa. Sí
lo primero, la regulación legal aplicable para el efecto, es la de carácter sustancial
establecida por el Código de Comercio; y, cuando el pago no fuere voluntario, si el
acreedor acude a la jurisdicción del Estado, su pretensión habrá de decidirse en proceso
que por su propia índole es de carácter contencioso, lo que significa que la competencia
para su conocimiento se determinará conforme a lo establecido en el Código de
Procedimiento Civil, vale decir, que resultan aplicables para ello, en cuanto al factor
territorial, las reglas contenidas en el artículo 23 del Código mencionado.”(…)”

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Corte Suprema de Justicia. Radicación 6751 - 97. Sala


de Casación Civil. Agosto 8 de 1997. Magistrado
Ponente: Jorge Santos Ballesteros.
“La Corte ha reiterado que tratándose del cobro compulsivo de un título valor, la
competencia para conocer del proceso no se fija por las estipulaciones legales que
regulan el fenómeno sustancial del pago voluntario del instrumento, sino por las reglas
del Código de Procedimiento Civil, y al efecto ha reiterado en muchas oportunidades
que “contrario a las previsiones de los artículos 621, 677 y 876 del Código de Comercio
sobre el lugar de cancelación del importe de un título valor como la letra de cambio,
disposiciones esas atinentes al fenómeno sustancial del pago voluntario del instrumento,
la acción de cobro compulsivo consagrada en favor del titular del crédito en él
incorporado (artículo 488 del Código de Procedimiento Civil) descarta la aplicación de
aquellos preceptos, porque el último de esos fenómenos se enmarca dentro de los
postulados del Código de Procedimiento Civil, que regula en su artículo 23 lo
concerniente al lugar en que ese cobro ejecutivo debe efectuarse, al prever en su
numeral 1o. como regla general que, salvo disposición legal en contrario, es el juez del
domicilio del demandado el competente para conocer de los “procesos contenciosos”, al
acogerse allí el principio “actor sequitor forum rei”.
La emisión de un título valor no supone necesariamente una relación de contenido
contractual, que exija la aplicación de la regla 5ª del artículo 23 del Código de
Procedimiento Civil, alusiva a la determinación del juez competente mediante elección
del actor entre el juez del lugar de cumplimiento del contrato o el del domicilio del
demandado. Sobre este aspecto, y en complemento a lo dicho, ha recalcado la Corte:
“Distinto es por consiguiente el caso en que el título valor tiene soporte incontrovertible
en un contrato suscrito entre las futuras partes procesales, contrato que hace parte de los
anexos de la demanda, pues en este evento la existencia del fuero concurrente encuentra
arraigo en el numeral 5o. del artículo 23 in fine, del cual se puede servir el actor al
presentar el libelo, toda vez que, como lo ha advertido la Corte, es a éste y no al juez a
quien corresponde la pertinente elección”.( Auto del 9 de octubre de 1992)”.

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Corte Constitucional. Sala Plena. Expediente D 2474.


Sentencia C – 041 de 2000. Enero 26 de 2000.
Magistrado Ponente: José Gregorio Hernández
Galindo.
“Los títulos valores, que son documentos indispensables en el mundo moderno para el
funcionamiento de los negocios y para la dinámica de la economía, se caracterizan por
incorporar determinados derechos que solamente pueden hacerse valer con base en el
instrumento mismo de acuerdo con la ley de su circulación.

Entre tales títulos es quizá el cheque el de más frecuente utilización y, dadas sus
características, la ley tiene que contemplar de manera detallada las normas aplicables a
su creación, circulación y pago, sin perder de vista que mediante él la persona titular de
una cuenta corriente dispone de los fondos en ella consignados.

El titular de la cuenta es, por tanto, el llamado a definir, dentro del marco de la ley, a
quién y cómo habrá de transferir los dineros depositados, y la entidad financiera en la
cual la cuenta ha sido abierta no hace nada distinto de seguir las instrucciones del
cuentacorrentista; el cheque, por eso, admite distintas formas de restricción sobre su
circulación, las cuales corresponden a señales especificadas en la ley, con efectos
jurídicos singulares acerca del modo y la oportunidad en que el girador, titular de la
cuenta, desea disponer de sus dineros.

Eso ocurre, por ejemplo, con el cheque cruzado, con el cheque “para abono en cuenta” y
con las demás modalidades que indican la forma en que los cheques deben circular.

Se regula en ese campo, ante todo, la relación entre el girador y el banco, que puede
repercutir en el tenedor del cheque girado, aunque sobre la base de que él también
conoce de antemano la ley de circulación del título que recibe y su modalidad de
negociación y cobro.

Por eso, a juicio de la Corte, el hecho de que esa señal puesta en el título dos líneas
paralelas en el anverso, o la condición expresa de que el cheque sea “abonado en
cuenta”, signifiquen que sólo puede ser cobrado por un banco, así como afirmar que la
inexistencia del cruce indica que puede ser pagado por ventanilla, no comporta lesión ni
amenaza a derechos fundamentales, por cuanto tales opciones corresponden a
expresiones del libre ejercicio de la voluntad de las personas en el ámbito mercantil con
su pleno conocimiento acerca de los efectos de los actos que realizan”.

“(…) No puede el girador abusar de las posibilidades que la ley de circulación del título
le ofrece, y por tanto, si bien está llamado a decidir en principio si cruza o no el cheque
que expide, o si exige o no su abono en cuenta, debe retirar tales restricciones si así lo
solicita la persona a cuyo favor se expide el cheque. La facultad del librador de
restringir la negociabilidad o la forma de pago del cheque no tiene un carácter absoluto
y se justifica en la medida en que mediante las restricciones se protege al mismo
beneficiario del instrumento negociable, evitando que sea cobrado con facilidad por un
tenedor ilegítimo.”

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Consejo de Estado. Expediente 3803. Sala de lo


Contencioso Administrativo. Sección Cuarta.
Septiembre 27 de 1991 y Marzo 4 de 1993. Consejero
Ponente: Jaime Abella Zarate.
“Mientras el Código indica que los cheques no negociables (con endoso restringido)
pueden cobrarse por conducto de un banco, la Circular establece una excepción al
permitir pagarlo directamente al beneficiario. La contradicción observada en los textos
comparados permite suspender la Circular acusada, sin que sea el momento adecuado
para inquirir sobre la naturaleza y el alcance de esta clase de documentos generados por
el Superintendente en ejercicio de sus variadas e importantes funciones.”

“(…)El primer inciso del artículo 715 del Código de Comercio habla de limitaciones a
la negociabilidad del instrumento y por lo tanto el medio utilizado para su
negociabilidad es el endoso tal como lo establece el artículo 651 ibídem. Es decir, que el
artículo 715 regula tan solo la negociabilidad del instrumento o sea la limitación para
que un tercero distinto del primer beneficiario pueda concurrir a efectuar su cobro. El
inciso 2° simplemente establece que ante una cláusula de limitación de negociabilidad,
sólo puede cobrarlo como tercero un banco, a través del cual lo está haciendo efectivo el
primer beneficiario y por lo tanto el endoso, que para ese efecto se realice, tiene que
entenderse que no transfiere la propiedad, y que tan sólo se está efectuando en
procuración o al cobro.”
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Corte Suprema de Justicia. Expediente 5025. Sala de


Casación Civil. Junio 14 de 2000. Magistrado Ponente:
Jorge Antonio Castillo Rugeles.
“”La legitimación en los títulos valores. El artículo 619 del Código de Comercio define
los títulos valores como aquellos “documentos necesarios para legitimar el ejercicio del
derecho literal y autónomo que en ellos se incorpora…”, concepto que pone de presente,
entre otras características, su fuerza o función legitimadora, en virtud de la cual invisten
o facultan al tenedor legítimo, es decir, a quien los “posea conforme a su ley de
circulación” (artículo 647 ejusdem), para que ejercite el derecho en ellos incorporado,
inclusive, cuando de acuerdo con las reglas del Derecho común, éste no sea el titular de
los mismos, particularidad que apareja, por consiguiente, la renuncia de cualquier
intento de indagación respecto de la propiedad del derecho.

De modo, pues, que “el significado pleno del concepto de legitimación ha dicho la
Corte con apoyo en la doctrina, lo da, precisamente, el hecho de abstraerse totalmente
de la investigación sobre pertenencia del derecho de crédito que pueda corresponder al
que ha sido admitido para ejercitarlo…
Así las cosas, el poseedor del título, amparado por la apariencia de la titularidad que le
proporciona la circunstancia de ser su tenedor en debida forma, está facultado, frente a
la persona que se obligó a través de la suscripción, para exigir el cumplimiento de lo
debido”(Casación del 23 de octubre de 1979). En síntesis, la función legitimadora de los
titulo valores, usualmente justificada en la teoría de la apariencia, prescinde de la
demostración de la titularidad del derecho, para, en su lugar, habilitar al tenedor para
que ejerza el derecho en ellos incorporado mediante la exhibición de los mismos,
siempre y cuando, claro está los posea conforme a su ley de circulación.

Entendida en esos términos la función legitimadora de esa especie de instrumentos,


débese acotar seguidamente, que la misma adquiere una doble connotación toda vez
que, de un lado, inviste o faculta a quien posee el título conforme a su ley de
circulación, para ejercitar el derecho en él incorporado (legitimación activa) y, de otro,
la de, por regla general, habilitar al deudor para pagarle a quien en las anotadas
condiciones le exhiba dicho documento.

La legitimación activa, como acaba de puntualizarse, presupone la tenencia del titulo


conforme a su ley de circulación; en consecuencia, en tratándose de títulos al portador,
el tenedor se legitima con la mera exhibición del mismo (artículo 668 del Código de
Comercio); si de títulos a la orden se habla, además de la exhibición, deberá el tenedor
acreditar la serie ininterrumpida de endosos (artículo 661 ídem), estándole vedado al
deudor, hay que destacarlo de una vez, exigir la comprobación de la autenticidad de los
mismos, aunque sí deberá identificar al último tenedor y verificar la continuidad de los
endosos (artículo 662 in fine). Finalmente, en el supuesto de que se trate de un título
nominativo, se exige el endoso acompañado de la inscripción en los libros del obligado.
Por tanto, quien, dependiendo de la naturaleza del título, lo posea en cualquiera de las
señaladas condiciones y lo exhiba al obligado, se legitima para ejercer el derecho en él
mencionado, sin necesidad de establecer su titularidad sobre el mismo, pues de tal
prueba se encuentra aliviado.

Recae, así mismo, en su favor, la presunción de ser poseedor de buena fe exenta de


culpa, condición que despunta en que contra él no pueden oponerse las excepciones de
los numerales 11 y 12 del artículo 784 ídem, o sea las relativas a su posesión, a la
emisión del título, ni a las relaciones jurídicas que le antecedieron; o lo que es lo
mismo, no le son oponibles los vicios concernientes a la emisión del instrumento valor
ni los relacionados con los actos de transmisión del mismo que le anteceden.

Desde el punto de vista del deudor (legitimación pasiva) la función legitimadora


trasciende en que para honrar su obligación, suele serle suficiente exigir la exhibición
del documento y verificar que el poseedor del mismo lo detente conforme a su ley de
circulación.

Desconexión entre la titularidad y la tenencia. Despréndese de lo dicho que “en el


campo relativo a las normas que regulan los títulos valores, deba distinguirse entre la
persona que lo posee materialmente, pudiendo hacer uso frente al deudor o suscriptor,
de su derecho cambiario, y el sujeto que, en realidad de verdad, es el propietario del
documento, y por ende del derecho en él contenido o incorporado. En ocasiones, claro
está, existe plena identificación entre uno y otro sujetos, pero en otras no.
Significa lo anterior, que puede darse la ruptura o separación entre el titular del derecho
cartular (el propietario del instrumento), despojado del mismo e impedido,
subsecuentemente, para ejercitarlo, y la persona legitimada para hacerlo, esto es, quien
lo posee conforme a su ley de circulación. En esa hipótesis, en caso de conflicto, valga
la pena anticiparlo, si ese poseedor legitimado es de buena fe, exenta de culpa, la ley lo
protege con excepcional preeminencia y tan paladinamente, por cierto, que llega a negar
la acción reivindicatoria en su contra ( artículo 820 del Código de Comercio) e,
inclusive, habiendo iniciado el propietario el proceso de cancelación y reposición del
título extraviado, su pretensión naufraga si a ellas se opone dicho tercero, poseedor de
buena fe exenta de culpa.

La escisión anotada puede ocurrir por un acto voluntario del titular (como cuando lo
entrega en usufructo, depósito, prenda, etc.), o puede originarse en un acto ajeno o
contrario a su voluntad, como ocurre en los eventos de pérdida o hurto del título,
hipótesis en la cual, conviene distinguir entre dos situaciones diversas: la condición del
primer adquirente (quien lo hurtó o lo halló) y la de un tercero tenedor de buena fe
exenta de culpa del mismo (…)”.

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