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Querida Karen L. L
Por lo anterior, debo decirte que me da miedo pensar que las palabras que
escribo se queden cortas para cumplir el objetivo que me he propuesto que es,
además de responderte, dejarte ver el gran significado que me has traído. Mi
vida, sin restar merito a los logros del pasado, ha encontrado su verdadero
valor después de haberte conocido. También pretendo hablarte sobre algunos
hechos que, a lo largo de nuestra relación, han modificado mi manera de
interpretar el mundo.
Para comenzar, te hablo de aquel día en que te declaré mi amor por primera
vez. Para ti la cosa pudo haber sido sencilla: te sentaste a mi lado derecho y
escuchaste, de manera atenta, como buscando un signo de sinceridad en mi
expresión, mientras yo decía palabras que, aunque estaban cargadas de eso
que tú buscabas, se enredaban en mi lengua negándose a salir precisamente
porque eran sinceras.
Ese día, camino a casa y en medio de la emoción por lo ocurrido, supe que me
enfrentaba a algo nunca antes experimentado por mí: el miedo al rechazo, el
cual es probablemente el mayor obstáculo para el surgimiento de las relaciones
de pareja, sean de sólo una noche o con la intención de casarse y formar un
núcleo familiar.
Esa noche, mientras pensaba en lo ocurrido, concluí que te habías llevado una
buena impresión de mi parte. Me mostré caballeroso y no me rebajé ante ti,
tampoco te subí a un pedestal, ni te minimicé en ningún aspecto. Te traté
amablemente y, aunque dejé que percibieras mis pretensiones amorosas,
siempre me mostré seguro. Durante la conversación manifesté mi interés en
avanzar, desde los temas triviales con los que comenzamos, hacia un nivel más
personal. Apelé a tu necesidad de seguridad haciéndote sentir en confianza. Te
dejé saber que entendía tu visión del mundo, que la compartía, que podía
mejorarla y cambiar tu realidad a través de mi orientación. Además, fui diestro
al manejar las insinuaciones de sensualidad, atracción y coqueteo mutuo. Con
mis palabras pude crear un ambiente romántico propicio para aquella ocasión.
Ese día alcancé a hablarte de algunas de las metas que hacen parte de mi
proyecto de vida. Ahora comprendo que, aunque en ese momento no lo sabía,
tú eres una de las grandes motivaciones que yo tengo para alcanzarlas. ¿Qué
es un proyecto de vida? Me preguntaste. Yo aproveché y, haciendo gala de mi
capacidad para identificar una oportunidad, te conté que un proyecto de vida es
un plan para el desarrollo humano integral. También hablamos del interés que
tienes por la medicina, de lo bueno que sería poder ayudar a los demás en el
mejoramiento de la salud, especialmente a los niños y a los ancianos, de lo cual
concluí que eres una persona sensible frente al dolor ajeno.
En esa tarde fría me dijiste que tenías novio. Para un chico común eso hubiese
sido desalentador. Yo, por mi parte, sé que algunas veces las mujeres nos
dicen que sostienen una relación amorosa con alguien para ponernos a prueba
y descartarnos rápidamente. Recuerdas que le di poca importancia a eso e
incluso dije que me alegraba por ti. Luego te pregunté que cómo se llamaba tu
novio. Esta actitud de mi parte no la esperas y quedaste al descubierto, ya que
reconociste que no te encontrabas inmersa en una relación amorosa.
Había pasado la primera prueba. Trasmití una energía dominante asociada con
la energía masculina y atraje tu energía femenina. Esto aseguró, en gran
medida, mi éxito en la conversación e hizo que estuvieras dispuesta a
dedicarme un poco más de tu tiempo. Es probable que sigas poniéndome a
prueba, quizá para constatar que mi primera nota no fue casualidad: siempre
he tenido claro que si una chica me pone una prueba es porque quiere
que la pase.
En los días posteriores yo pasé las jornadas más desesperantes, sin verte, sin
escuchar tu voz que por entonces era la más dulce melodía para mis oídos y,
sobre todo, sin tocarte ni sentir la electrizante sensación que corría por mi
cuerpo cuando acariciaba tus mejillas. También tú te encontraste invirtiendo
tiempo y energía en nuestra relación pues, según me contaste cuando esa
situación se había superado, la preocupación mezclada con el miedo de
perderme y el coraje causado por mi rechazo, fueron emociones muy fuertes
que experimentaste durante largas horas.
Al pensar en ti, que es una de las cosas que más hago últimamente, me
inquieta el hecho de estar perdiendo de vista una de las cosas que más hacía:
identificar lo que realmente quería al conocer una mujer, que por lo general era
seducirla. Creía tener estándares bien definidos, es decir, saber qué cualidades
deben tener las mujeres con las que decido salir, aunque tengo que confesar
que ninguna me llenaba. Sabía la lista de atributos que deben tener las chicas
que busco, así como el límite de defectos en ellas con los cuales puedo vivir o
soportar. Sin embargo (y esto lo digo contento a medias), todos estos
argumentos se derrumbaron ante ti ya que eres la mujer que ha influenciado
definitiva y positivamente los aspectos de mi vida. Por ejemplo, en mi
crecimiento personal. Desde que tengo uso de razón, he sido un soñador
empedernido, siempre pretendiendo mejorar mi realidad, en ocasiones por
decisión propia y en otras obligado por las necesidades y penurias que me ha
tocado vivir.
Siguiendo con lo anterior, quiero que sepas cómo tu presencia llena mi mundo
aunque te encuentres lejos. Puedes acordarte del momento en que, debido a
que cambié de ciudad de residencia, nos separamos por un largo tiempo. Te
aclaro que la separación no pasó de ser en lo físico porque me traje tu esencia
impregnada en cada pensamiento, en cada célula de mi cuerpo, de una manera
tan fuerte que a menudo soñaba contigo como una experiencia real.
El miedo a que una mujer rechace un cortejo es un problema común para los
hombres. Yo había aprendido a mantenerme seguro, avanzar en la interacción
y llegar a una cita, a un beso o a terminar en la cama con ella. Sabía que ser
exitoso con las mujeres es más simple de lo que parece, y lo mejor de
todo es que podía lograrlo siendo una persona honesta, y sin manipular. No
obstante, cuando se trata de ti, todo esto para mí carece de validez ya que
cada pensamiento, palabra o acción para contigo va cargada de un sentir
sublime que está más allá de mi escasa intelectualidad.
Te preguntarás si busco en ti algo más allá de lo que puedes dar como mujer o
como persona, si lo que quiero es llenar un vacío o si lo que pasa es que pienso
que mi vida simplemente sería mucho mejor si lograra ese algo que sólo tú
puedes dar. Pues te digo que soy de los que saben que lo que un hombre
busca en su propósito de vida nunca lo encontrará en una mujer, sólo
lo puede encontrar dentro de sí mismo. Un hombre nunca puede dejar que una
dama sea su única fuente de felicidad. Hacer esto genera comportamientos
poco atractivos, se puede parecer necesitado, inseguro, y además deja la
felicidad a merced de alguien que quizá no corresponde, alguien que no pidió
tan importante rol. Lo peor es que quien hace esto nunca logrará estar
satisfecho: la satisfacción de cada conquista dura poco y deja una sensación de
vacío. Sé que una mujer no va a dar la verdadera felicidad. Ser feliz depende
exclusivamente de uno mismo. Por otra parte, para una mujer es muy atractivo
un hombre que tiene su propia felicidad independientemente de ella, y
repulsivo un hombre que la busca sólo para saciar sus propias necesidades
emocionales.
En una ocasión te dije que podía vivir sin ti. No obstante, si en mis manos
estuviera la decisión, elegiría estar a tu lado el resto de mis días, porque haces
parte de mi realidad y de la esencia de mí existir, lo cual cobra su mayor
sentido cuando mis acciones son dirigidas hacia ti. Por lo anterior, y porque has
transformando mi manera de ver el amor, tomé la decisión de conquistarte.
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En consonancia con eso, contigo he aprendido a tratar a las mujeres con más
estimación. Te veo como una amiga de años: me gusta juguetear contigo,
hacerte bromas y si te enojas o dices algo pesado, no me siento afectado ya
que es sólo un berrinche y, la verdad sea dicha, así te ves más hermosa. Para
mí todo lo que haces en nuestra relación sencillamente es tierno o sexy. Como
aquella vez en que quise darte un beso después de una pequeña discusión y
apartaste la cara diciéndome “fastidioso”. Recuerdas que yo sólo sonreí y te dije
que eras tierna y que me encantabas. Un momento después estábamos
apasionados, lo que demuestra mi estado mental contigo y cómo me divierto a
tu lado.
Te preguntarás por qué enfatizo estas cosas en una carta. La razón, en caso de
que no lo hayas notado, es que este escrito es una manera de decirte la
influencia que has tenido, sin que haya sido tu propósito, en cada una de las
áreas de mi vida. Este influjo es causado por tu manera única de vestir, de
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No es que me conforme con la imagen que tengo de ti, sino que más bien no
me he tomado el trabajo de estar abierto a la posibilidad de conocerte
ampliamente. Para mí esto puede ser peligroso ya que podría estar ignorando
la complejidad de la naturaleza femenina, y estaría accediendo de manera
equivocada a tu pasado. Me he creado de ti una imagen perfecta, aunque esta
definición esté en contra de mi manera de interpretar el mundo. Esto es, en
parte, por la forma como me inspiras a desarrollar una personalidad poderosa,
a hacer ajustes en mi carácter y, en últimas, a volverme la mejor versión de mí
mismo que puedo.
Estoy contigo más que por el sexo, por todas las cualidades que
encuentro en ti, las cuales son independientes a tu apariencia física.
buena y deseable que sea, me conviene para una relación corta, larga o lo que
desee.
En mi caso, te has convertido en el único método con el que siento que soy
libre, y la libertad a la que estoy acostumbrado, desde que te conozco, como un
derecho inalienable, es saber que el poder que ejerces en mis actos es la piedra
angular de mi realización. La emoción que en mí se genera con la posibilidad de
poseerte, me refuerza en ocasiones la voluntad de vivir y focaliza en mí los
poderes del razonamiento. Pensarte tanto también me ha ayudado a desarrollar
mayores usos para la imaginación; a desarrollar los deseos, las emociones y la
intuición que caracteriza al hombre exitoso, y que le permite ver las
posibilidades y las dificultades en cada situación.
Por otro lado, el hecho de que deseemos construir una visión de la vida revela
la infinidad de recursos disponibles en cada momento para nuestro
mejoramiento, los cuales pasan inadvertidos para quien no la tiene. Las
cadenas de las limitaciones se funden en el fuego de nuestro coraje y
determinación. Cuando alcanzamos el mundo de la fuerza mental, encontramos
energía en su máxima pureza. Las fortalezas más poderosas del ser humano
son sus fuerzas invisibles o espirituales; y la manera en que estas fuerzas
pueden manifestarse es a través del proceso de crear una visión que nos guíe.
mejor, en predisposición hacia ti, mis tejidos, mi corazón y ni qué decir de mis
órganos sexuales. Siempre he pensado que mi cerebro es una poderosa
máquina generadora de ideas. Desde que llegaste a mi vida, es una poderosa
máquina creadora de imágenes en las que inevitablemente estás tú.
Cuando estamos juntos, mis manos sólo conocen un universo por el cual
desplazarse: tu cuerpo. Sentirme recorriéndote de pies a cabeza, pasando por
tu ombligo, abdomen y pechos; es lo que hace que me hastíe del mundo y
desee regresar pronto a tu regazo. Nadar en tus labios y pensarme inmerso en
tu feminidad, ha convertido mis placeres en una proyección de tus encantos. Te
has transformado en un centro de energía que une mi vida con la fuente infinita
de sabiduría que está más allá del tiempo y del espacio. Esta fuente es la que
me impulsa en los momentos más desesperantes y me mantiene de pie cuando
el cuerpo se cansa y la mente quiere retroceder. En nuestra condición de
humanos, y a lo largo de nuestro trasegar efímero por esta tierra, en ocasiones
elegimos pasar por angustias, sufrimientos y limitaciones que, de no ser por la
esperanza y la fuerza que nos llega de una entidad superior, nuestra existencia
se vería seriamente amenazada y con pocas posibilidades de sobrevivir. Digo
“elegimos”, porque más allá de la cruel y miserable realidad que el mundo
insiste en mostrarnos cada día, en el núcleo de toda esta pesadilla somos
nosotros los que a cada instante estamos eligiendo esa realidad que
experimentamos. En cada momento, en cada situación, en cada lugar estamos
eligiendo. Es posible creer que el mundo nos presenta circunstancias sin que las
hayamos pedido y, aunque eso fuera cierto, siempre tenemos el poder para
elegir cómo las enfrentamos. Lamentablemente la mayoría elegimos el
sufrimiento de manera inconsciente.
Te preguntas por qué te hablo de los cambios positivos que se dan en la vida
de una persona por el hecho de tener una misión, es decir, por organizar sus
acciones con base en su propósito de vida. Esto es porque saber para dónde
nos dirigimos en la vida permite controlar nuestros pensamientos y manejar las
situaciones. Me ha salido bien la vida porque siempre causo las circunstancias
guiando mi pensamiento y acomodándolo a las distintas realidades. No
obstante, desde que llegaste a mi vida el único pensamiento que no logro
controlar por completo es el que inevitablemente me lleva hacia ti. Eres la
fuerza de mi pensamiento y mi realidad está marcada por tu presencia.
Es correcto decir que, desde que te conozco, dos mundos entretejen la realidad
de mi existencia. Uno es el que me he inventado; en él te tengo sin poseerte,
te amo pero no te idolatro, te deseo pero ninguna necesidad tengo de ti. En
este mundo ideal te amo desde la libertad. En esta realidad fantasiosa tu
presencia es el camino de mi realización. Este mundo de imágenes mentales,
ilusiones y fantasías, es el modelo que sirve como patrón a partir del cual
emerge mi esperanza. Aquí tú eres mi compañía, mi éxtasis. Aquí todo es claro,
hermoso y grandioso; nadie puede imponerme ninguna limitación. En esta
dimensión el Infinito es el comienzo y el fin. En este mundo, creado en parte
por la fuerza que me imprimes, tú eres fuente de vida, de luz, de paz. Este
lugar construido en mi imaginación es el refugio de un niño con armadura de
hombre, de un débil con máscara de héroe.
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De otro lado, está el mundo real, sólido y ordinario. Se dice que la verdadera
experiencia de realización del ser se encuentra en el alma. Estoy seguro de eso
porque este mundo físico, lleno de inclemencias y atrocidades ha sido, por lo
menos para ti y para mi, indiferente y desalmado. Me comentaste alguna vez la
desalentadora experiencia que tuviste cuando tu padre, prefiriendo a sus hijos
legítimos, te sacó de su vida. Esa experiencia te marcó en forma negativa y ha
sido una de las cargas más pesadas que has traído. Ese incidente fortaleció la
decisión de sacar adelante tu vida y tus proyectos, contando con el poco apoyo
que recibes de tu madre. En aquellos días fui un soporte emocional para ti y lo
hubiese seguido siendo de no ser por la mala jugada que me jugó el destino
apartándome de ti. Esos momentos fueron los que en definitiva mostraron el
verdadero potencial que tienes, y aún me sigue impresionando cómo, a pesar
de tu apariencia sencilla, cálida y sensible, demuestras en los momentos de
tensión una actitud dispuesta y una mentalidad agresiva para tomar decisiones
y actuar rápidamente ante las circunstancias adversas.
Conmigo la vida no ha sido más benévola. Que esto no suene como una queja
(lo que menos aprecio es una persona que se lamenta). Me he topado con
situaciones extremas muy a menudo que, de no ser por el firme propósito que
guardo y por la influencia positiva que tú misma has traído a mi vida, me
hubiese costado un poco más superarlas. La fuerza del pensamiento es el
medio más poderoso para obtener conocimiento, y si está concentrada en un
tema, resuelve cualquier problema. Ha sido también la capacidad de guiar el
pensamiento lo que me mantiene de pie. El pensamiento humano contiene un
principio vital: es el principio creativo del universo y por su naturaleza se
combina con otros pensamientos similares. Cualquier tipo de pensamiento
persistente produce sus resultados en el carácter, la salud y las circunstancias
del individuo. Lo que esto significa es que saber lo que verdaderamente se
quiere en la vida lleva en sí la posibilidad de tenerlo.
Estar ante ti es como conectarme con un poder irresistible que barre toda clase
de discordia, desarmonía, duda y error. Un poder que me trae vitalidad,
crecimiento, emoción, fuerza y perfección. Se dice que el hombre es la suma
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Con tu manera de ser me has enseñado a vivir la esencia de una vida pródiga,
derrochadora y extravagante. En ninguna parte de ti se ve el propósito de ser
egoísta o avara. Vives y sueñas a lo grande. Siempre dices que la abundancia
se manifiesta en todo. Tu existencia es como un amplio esquema de
reproducción en el que el proceso de crear y recrear novedades está siempre
realizándose. Todo esto indica la generosidad con la cual la naturaleza te ha
revestido.
Creo que la manera en que mis ideas podrían evolucionar a una forma
de vida superior es siendo impregnadas con la esencia que sólo puedo
encontrar en la calidez de tu feminidad.
Te has convertido en una fuerza que se descubre mediante lo que soy capaz de
pensar. Eres como un ser de luz. Cuando llegaste a mi vida todo comenzó a
fluir más fácilmente. Fue en ese entonces que comencé a sentir la necesidad de
amor que hasta ese momento se encontraba dormida. Con tu manera de amar,
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libre y llena de romanticismo, has llegado a mi alma y colmado las fibras más
sensibles de mi masculinidad.
que siempre que la recuerdo me saca una sonrisa, por el frió y porque aún en
esas condiciones la pasión que sentía y siento por ti se expresaba a través de
mi cuerpo de forma deliberada y a veces incontrolable. Este vigor al que pude
dar rienda suelta unas horas después, siempre ha sido una recompensa y
también algo que me rejuvenece el cuerpo, la mente y el alma. Invariablemente
me ilumina el día y fortalece nuestra relación en los aspectos primordiales. Esta
entrega incondicional, mutua y, a veces, peligrosa, indica una relación
apasionada y un factor importante en nuestra vida. El contacto glorioso de
nuestros cuerpos nos llena el corazón de amor y puede satisfacer casi todas las
necesidades emocionales. El contacto que te proporciono te da seguridad y la
confianza de que te considero importante. El hambre de amor que hay en tu
alma siempre queda satisfecha por mi atención apasionada y plena, mientras te
rindes a las ansias más profundas de tu ser femenino, lo cual satisface
plenamente tu pasión por amar y ser amada.
y fuertes. Aunque hagas lo que acabo de decir, recuerda que eres atractiva
para mí porque es lo que yo elijo cada día. La atracción de la que hablo es una
condición de tu alma que trasciende el manifiesto atractivo físico que también
posees. Una vez me comentaste que para ti son muy importantes la buena
comunicación y el apoyo afectuoso. También me dijiste que apreciabas mi
habilidad en cuestiones sexuales. Esta confidencia me da confianza en la actitud
positiva que tienes con respecto al amor, y es para mí un impulso en los
avances que tengo contigo. También ha incrementado mi pasión y me da
libertad para expresarme de la manera más natural.
Al leer tu expresión corporal que es, entre otras cosas, un lenguaje que no
engaña porque es inconsciente, me he dado cuenta de que los sentimientos
que siempre me profesas son sinceros. La forma y el tipo de mirada que tienes
conmigo me dicen mucho sobre la hospitalidad que hay en tu persona para mis
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intereses. A través del brillo y los movimientos, los ojos expresan el estado más
profundo del alma. En los tuyos he visto los íntimos deseos que tienes, incluso
antes de que me los expreses. Tu mirada fija me dice cómo te interesa mi
presencia y lo bien que me piensas. Cuando tus ojos están como brillantes, me
dicen que están atraídos, entusiasmados y alegres. Este tipo de mirada me
insinuó que las puertas de un romance estaban abiertas cuando te conocí.
Desde entonces me divierte saber que, durante el juego de la seducción, sueles
ocuparte de tu arreglo personal, como cuando jugueteas con el cabello o te
acomodas repetidas veces la ropa. Éstos son gestos inconscientes que haces
automáticamente. Esto te explica por qué te pedí que te quedaras más de
veinte minutos la primera vez que hablamos: quería saber cómo te las
arreglabas con ese delicioso conflicto que planteé a tu inconsciente entre el
deseo de tocar y el sentimiento de que tal vez no se debía. Tus labios también
me han demostrado simpatía, en especial con esa sonrisa alegre y relajada que
a menudo dibujas en tu rostro.
Esta carta está escrita con fuego. El fuego en ella es el amor inmerso en todo lo
que yo soy. Tiene el poder de acercarnos más o bien separarnos para siempre.
Esta condición extrema causada, en parte, por el rumbo que últimamente han
tomado nuestras vidas, exige una decisión definitiva. El motivo de tu pregunta,
como pude darme cuenta, es un hálito de inseguridad y la sospecha de que ya
no te amo. La respuesta que te doy puede animarte a dar un paso al frente y
seguir con la relación, si la comprendes como yo espero que lo hagas, o bien,
puede causar la separación definitiva entre nosotros. Así como has querido
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tomarte un tiempo para pensar en la relación y los favores de los que, según
tú, aún gozo en tu alma, te insto a que inviertas tiempo para meditar en esta
carta. Si el mensaje en estas palabras es indiferente ante la perspectiva que
ahora tienes de nuestro vínculo, tendrás mi comprensión. Pero si logra herir tu
alma y sensibilizar tus decisiones, celebraré tu regreso, me regocijaré en tu
presencia, y caminaremos juntos hacia el destino que alguna vez planeamos en
beneficio de nuestra realización.
Contactos:
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