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TEMA
SEGUNDO SEMESTRE
La guerra de la triple alianza es un evento últimamente muy investigado y estudiado por los
historiadores por ser un evento que decidió el destino de 4 naciones beligerantes y causo un
estrago tanto por el que perdió como los países que ganaron y se quedaron con la deuda a la
En este trabajo intentaremos verificar las causas de la guerra contra la triple Alianza así como los
puntos y la cronología no conocida del todo por la gran mayoría y es que siendo paraguayos no
podemos huir a nuestra historia más bien la tendríamos que conocer y valorar por el derroche de
heroísmo y por ser el ultimo estandarte de la libertad de las naciones que cayó junto al sistema
liberal que venía junto a las filas de los aliados y la legión paraguaya.
proteccionismo a abrir las puertas del país a las empresas que explotarían indiscriminadamente
sus tierras y sus recursos, la guerra de la triple alianza más que ser una guerra contra el sistema
político es más bien una guerra contra el sistema económico - político, una guerra que dejo el
Las causas y su desenlace tanto como sus consecuencias y la conclusión de la misma deberían
de ser mucho más estudiadas en los colegios y escuelas ya que esta es el catecismo patriótico
que refleja ideales y un ejemplo dentro del sacrificio y determinación de una nación que prefiere
alianza.
Quienes eran los actores principales de la guerra de la triple alianza ¿Quién financio la
El «Paraguay se halla gobernado todavía por el sistema de Irala (...); el temperamento y las
ideas han evolucionado poco desde los tiempos de la fundación» (*), escribe Cárcano (8). Con
las penurias sufridas por la Provincia del Paraguay, las que, lejos de atenuarse, se agravaron
bloqueo económico y las interferencias sufridas por el Paraguay hicieron que el régimen de
cultural de las que contaban con costa marítima. Por lo tanto, y si bien los modelos coloniales se
mantuvieron con mayor persistencia bajo las condiciones de vida mencionadas, ellos produjeron
era antes de la guerra «un solo espíritu y una sola voluntad», como escribió el mismo Cárcano
(9). Una actitud de resistencia consolidada a lo largo de los siglos, como reacción a tantas
Como se ha mencionado, el sistema fluvial fue desde siempre la columna vertebral del
Paraguay.
Desde los tiempos que, con esa denominación, el río llegaba al océano Atlántico y los mapas
proclamaran aquel mismo nombre en los mares costeros a los territorios actuales del Brasil, la
Argentina y el Uruguay.
En los inicios de la colonización, española, el amplio estuario del Plata alentó la creencia de que,
al internarse hacia el centro del continente, el río conducía al mítico «dorado», la tierra del oro y
de la plata y constituía la posible conexión con el océano Pacifico. La búsqueda de aquellas
rutas concretó la fundación de Asunción y la ansiedad de arribar al Perú sostuvo la vida de esta
Más de una década después, en 1548, y tras varios intentos frustrados, Domingo Martínez de
Irala, al frente de una dotación de colonos e indígenas, llegaba a las estribaciones de la cordillera
de los Andes. Le esperaba una terrible decepción. En el primer contacto con pobladores del
anunciaron igualmente que estaban al servicio de «un noble de España que se llama Pero
Anzures» (10). Ante el hecho, se obliga el retorno. Los sueños de riqueza y esplendor se habían
parecía más insignificante y pobre que nunca. La provincia del Paraguay quedaba consagrada
como «el país sin minas» y su prestigio para atraer el interés de compromisarios de nuevas
expediciones, por el suelo. Tanto que en España «por la mala fama que ha cobrado aquella
La provincia ingresa en la «larga siesta colonial». Nadie puede salir, nadie llega. No hay socorros
o suministros -ni siquiera noticias- de España. Solo sorprende, en 1555, el arribo, a pie, de la
Adelantado, Don Juan de Sanabria, muerto antes de salir de España. Doña Mencia se había
embarcado con «tres naves, 300 personas, entre ellas 50 mujeres (Doncellas para poblar») (11).
Era una inyección de optimismo y motivo para que los desolados caballeros de [a fundación,
rescataran sus apolilladas prendas domingueras. Pero ya para entonces, en el tosco poblado
asunceno correteaban niños nacidos del «feroz mestizaje» mentado por el Dr. Manuel
Domínguez. Los que fueron engendrados ni bien concretada la fundación de la «casa fuerte»
esposas de otros hijosdalgo [as doncellas, las que, en número mucho mayor que 40,
«casa fuerte», «los oficiales reales Rojas de Aranda y García de Cunha» certificaban: «la gente
nacida en España se va acabando en esta tierra» (12) y el Padre José Cardiel escribía -ya
próximo a la finalización del siglo XVIII, que «en el Paraguay han olvidado la lengua española y
han tomado la de los indios, y esa es la que se usa en sus casas en la dudad y en las casas de
campo» (13).
Lejos del Rey y del pesado protocolo social europeo, los paraguayos asumen el abandono. Ante
[as adversidades e interferencias, oponen una identidad, adoptan nuevos hábitos, usan otra
lengua, elaboran y consumen nuevos productos. Hablan de patria mucho antes que otros
pueblos americanos. «Esta tierra, quien debo amor de patria», escribe Hernandarias ya en 1604
Desde mucho antes de su independencia, los problemas del Paraguay con sus vecinos se
esperanza para diluir, o cuanto menos atenuar los inconvenientes causados por los anteriores.
Cada uno de estos problemas pautaron la acción de los gobernantes de [a provincia mientras
fuera colonia de España o, más tarde, nación independiente. Pero en lo que respecta a la libre
navegación de los ríos o la libertad de comercio y dado el extenso litoral marítimo que contaban
argentinos, brasileños uruguayos, es posible presumir que estos no padecían los problemas de
necesidad de hacer uso de otros cursos fluviales, fronterizos o interiores. Y podían tener -y
terceros países, además de aportes migratorios, de tecnología y novedades que las ventajas de
tos puertos marítimos ofrecían entonces. Por lo tanto, comerciaban con quienes quisieran.
EL PARAGUAY ENCLAUSTRADO
comenzaron a surgir nuevas ciudades, obligadas por la necesidad de dar cobertura al territorio y
poner coto a la obstinada presión portuguesa sobre los límites del Este, se manifestaron los
inconvenientes. Los mismos son vistos por algunos de los más viejos conquistadores como
misma. Ya en 1579, surgieron voces para dividirla en tres gobernaciones, pero la proposición no
la Sierra. Fue una consumación «ladina» de Nuflo de Chávez, agraciado con el histórico
desconocimiento de las autoridades sobre las peculiaridades de [os territorios bajo su mando.
Detalle que -en perjuicio del Paraguay- se repetiría algunas veces más.
Ante [a creación de [a Provincia de Santa Cruz, asuncenos escribían al Rey: «Los hijos que ha
hizo que el Gobernador Hernando Arias de Saavedra solicitara en 1607, «la creación de un
gobierno aparte en el Guairá». Enviada la solicitud a España, el Rey reclamó el parecer del
Virrey del Perú, Marqués de Montesclaros. Debido a que durante su gobierno, Hernandarias se
trasladara permanentemente de un lugar a otro de La provincia, de forma a interiorizarse de sus
problemas y dar rápida solución a los que se presentaran, la petición de 1607, la había hecho
encontrándose -circunstancial- mente- en Buenos Aires. Transcurridos dos años del pedido, el
propuesta original del gobernador, pero creyendo el Marqués de Montesclaros que Hernandarias
estaba aposentado en Buenos Aires, sugirió un cambio: «que se le agregase también la ciudad
de la Asunción donde hoy está la Catedral de Paraguay y tiene la misma o poco menos dificultad
Sucesivos malentendidos llevados sin término hasta 1615 mantienen la vigencia del pedido pero
con una serie de distorsiones. Es cuando Hernandarias asume de nuevo la dirección del
Gobierno del Paraguay. Al insistir ante el Rey sobre el proyecto de división de la Provincia,
«ignoraba por completo el ‘agregado’ propuesto por Montesclaros (...). Traído al despacho el
viejo expediente, por una fatalidad del destino el único documento tenido en cuenta, entre los
muchos producidos con este motivo, fue el dictamen del Virrey Montesclaros de 1610».
Cuando el Rey Felipe III firmó la desdichada Cédula, el 16 de diciembre de 1616, el destino del
Paraguay quedaba a merced de sus vecinos del sur. Por disposiciones, providencias y
antigua Provincia Gigante, se dividía en dos: la del Río de la Plata, que se quedaba con Buenos
Aires, Santa Fe, Corrientes y Concepción del Bermejo, y «la nueva Provincia del Guairá, que se
creaba, quedó integrada por Villa Rica, Ciudad Real y Xerez, a las cuales se agregó, casi
subrepticiamente, nada menos que la ciudad de Asunción» (18). El Paraguay quedaba envuelto -
precisos, aunque quedaba establecido que la línea divisoria entre las dos provincias eran «el rio
provincia. Por el Tratado de Madrid firmado con Portugal más de un siglo después, España
abandona los territorios que ya había perdido de hecho: los que habían quedado bajo el amparo
los lusitanos introducen «como criterio normativo» el «uti possidetis» (*), figura jurídica que no
podía considerar como alegato de demanda el territorio de «las correrías de los famosos
bandeirantes» que asolaban entonces a las colonias españolas, sino solamente -si tuvieran-
embargo, fue firmado sin que se haya llenado este requisito fundamental y «entregó a Portugal
no solo extensos territorios del Paraguay (...), sino también siete pueblos de las Misiones
Jesuíticas» (20).
Leyendo los informes de la historia de la demarcación de límites que ha tenido lugar para la
textualmente: «La conducta de los portugueses en la América, después del referido Tratado del
77 y durante la demarcación, es tan irregular e injusta como la antecedente y parece que la corte
de Lisboa no ha pensado jamás en que se ejecute (...) Entorpecen los portugueses las
operaciones en la demarcación por varios medios; dejan de concurrir sus comisarios; continúan
en este tiempo los contrabandos y robos de ganado en territorio de España, y hacen de él varios
establecimientos y fuertes, todo contra el Tratado. La corte de Lisboa ofrece tomar providencias
órdenes reservadas (...) Dan los portugueses repetidos testimonios de su menos buena fe,
acreditando en su ánimo frustrarla por cuantos medios sean imaginables. Extraen indios del
territorio de España; destruyen los pueblos que deben entregar según el Tratado; intentan con
los más inicuos medios apurar el sufrimiento del comisario español para que se retire con la
Con este sistemático procedimiento, no puede extrañar el tremendo impulso que dieron los
portugueses para incrementar sus territorios. Los conflictos que delatan los oficiales de la
demarcación corren parejos con otros, generados tanto por la agresividad de Los «operadores»
de Portugal en las fronteras de sus dominios, como por sus agentes diplomáticos -o sus mujeres-
presumirse, con certera lógica, que al momento de [a independencia del Paraguay, el original
cambio de status de la Provincia del Paraguay. A partir de las modificaciones de los sistemas de
Los gobiernos del Plata y las sucesivas desmembraciones del extenso territorio paraguayo de
épocas anteriores, los límites con la Argentina siguieron el mismo sinuoso proceso que marcó la
relación de España con Portugal en cuanto a sus dominios americanos. En la considerada como
séptima sustracción territorial sufrida por la provincia y con la promulgación de la Ordenanza del
17 de enero de 1782, se instituía a Asunción como capital de la Intendencia del Paraguay. Por
este documento le fueron fijados sus límites, coincidentes estos con los del distrito del Obispado
(22). Los mismos eran los acordados en los tratados de 1750 y 1777 y que, en relación a la
divisoria entre el Paraguay y las provincias del Sur, establecía la siguiente línea: «el Bermejo, río
Paraguay, Paraná, Yberá, Miriñay, Uruguay e Ybycui hasta la naciente de este en el nudo
grande de la sierra de Santa Ana, y una línea que de allí parte hasta frente a la desembocadura
pueblos de las antiguas Misiones del Paraguay. Dos años después, el mismo monarca adscribe
30 Pueblos de las Misiones de indios Guaraníes y Tapes del Paraná, Uruguay y Paraguay» (24).
La misma información provee otros historiadores (25), además del argentino Juan Beverina (26).
proceso autónomo de independencia, ¿no deberían mantener los límites que tenían en el
Mariano Moreno manifestaba que «disueltos los vínculos que ligaban los pueblos con el
Monarca, cada Provincia era dueña de sí misma, por cuanto el pacto social no establecía
relaciones entre ellas directamente, sino entre el Rey y los pueblos» (27).
O, en el caso de Portugal, ¿no deberían atenerse a los acuerdos pactados con España, mientras
Los mismos?
Paraguay
sancionada el 16 de marzo de 1844. Este fue el primer instrumento propiamente jurídico que
institucionales. Dentro de aquel marco legal, los poderes del Estado, aunque separados,
político» no fuera aderezado con otros ingredientes que permitieran formalizar -efectivamente- la
legalidad proclamada Para algunos [a «Constitución del ‘44” no era sino «... una cataplasma a
ordinarios» no era una instancia permanente y tampoco se postulaba para la vigilancia de los
actos del Presidente de la República. Este podía nombrar ministros o secretarios de Estado y
disponía para su consulta «... en los negocios graves y medidas generales de pública
administración» con un Consejo de Estado. Pero si los aprestos para la guerra no se hubieran
interpuesto, la «Constitución del “44” no habría sido más que un dispositivo transitorio del que
A Don Carlos no Le resultaban extrañas Las críticas que recibía el Gobierno del Paraguay en
sucesorios del mando. En el Paraguay y en el exterior se tenía por seguro que el traspaso del
poder sería una cuestión de rutina por la que el primogénito, Francisco Solano, accedería a la
del mandatario, podía leerse la apasionada defensa que el «viejo López» hacía de su sistema de
comodín! Cierto que el Gobierno fue muy parco en la concesión de las garantías de un sistema
‘puramente democrático Cuando un individuo vivió muchos años en prisión, privado de luz y
entregado a toda clase de vicios, seria desacierto sacarlo a la Luz y al aire libre, hay que
prepararlo primero. Cuando un pueblo vivió mucho tiempo privado de la libertad y derechos, bajo
un yugo opresor y tiránico, debe respetarse su situación pero no para dejarle consumirse en ella,
sino para ir preparándolo, pues sea cual fuere el sistema de gobierno que predomine en todos
institucionales de rigor, no había más que verificar la trayectoria del joven Francisco y podría
notarse que todos sus acelerados pasos por el escalafón diplomático, militar y político conducían
Pero Carlos Antonio López no pensó solamente en «preparar» al pueblo para el disfrute de «sus
derechos». Aun con las limitaciones propias de la mediterraneidad y el bloqueo orquestado por el
dictador Rosas, el Gobierno paraguayo empeñé enormes esfuerzos para superar las dificultades
A partir del reconocimiento de la independencia nacional por parte de sus vecinos y otros países
de América y Europa, con la firma de importantes acuerdos con Estados Unidos y naciones del
En el marco e estas desconocidas durante la dictadura del Dr. Fr el domingo 12 de junio de 1853
partía rumbo a Europa una frondosa delegación con el propósito de ratificar los convenios
firmados en Asunción con los representantes del Reino Unido de Inglaterra e Irlanda, Francia y
Paralelamente a la ratificación de los acuerdos de establecer una conexión inédita con Los
destinadas a motorizar los proyectos que manejaba el Gobierno para el desarrollo del país.
Ya con las mismas delegaciones paraguayas embarcadas en el «Tacuarí», buque «armado para
la guerra» y adquirido de los astilleros de John Alfred Btyth, de Londres, viajaron algunos de
aquellos profesionales. Entre el numeroso pasaje se contaba con la presencia del señor John
Whytehead, contratado para dirigir la instalación del Arsenal; la del señor William Richardson,
que venía a Asunción a realizar el mismo trabajo que el anterior, pero en la Fundición de Ybycuí,
y como capitán del «Tacuarí» venía -también en calidad de contratado- el capitán George
arribando en el transcurso de los siguientes años, hasta bien entrada La década de 1860.
Los mismos, con los anteriores, completarían una población de aproximadamente 230
extranjeros, casi todos europeos, entre los que predominaban los ingleses. Junto a ellos
trabajaron no menos de 150 técnicos y operarios paraguayos. Aunque algunos de los forasteros
cuyos nombres se hallaban consignados en los registros portuarios con sus calados, tonelajes y
la época, debido a que su esporádica y breve presencia no implicaba una residencia en el país.
La labor de los técnicos contratados durante toda la década iniciada en 1850 produjeron -casi
inmediatamente- los efectos deseados por el Gobierno. Todo el Paraguay se vio envuelto en una
momentos de esplendor en los que -parecía- el país despertaba de su prolongado letargo, hecho
empezó a producir los primeros materiales ferrosos, aunque ya desde 1850 se habían iniciado
Las obras para la habilitación del ferrocarril se iniciaron en 1856. Aunque las vías entre el
Arsenal y la Estación de San Francisco estuvieron listas desde antes, la inauguración del tramo
entre ésta y el Puerto se realizó el 14 de junio de 1861. Los primeros viajes hacia el interior se
habilitaron poco después. El primer tramo en esa dirección llegaba hasta Trinidad, a 6 kilómetros
Los trabajos siguieron aun después de iniciada la guerra y se detuvieron cuando ya el avance
aliado y la demanda de efectivos para suplir a los que habían caído en los frentes de batalla
hicieron imposible su continuación. La última estación librada al uso, poco antes del inicio del
conflicto, fue la de Cerro León, el 2 de agosto de 1864 (4). Los primeros hornos del Arsenal
Los técnicos extranjeros hicieron posible además la construcción del telégrafo, cuya habilitación
«...entre Asunción y el Cerrito» y el trabajo fue realizado bajo la dirección de Roberto von Fisher
el viaje de 16 estudiantes paraguayos a Europa, en 1858. Estos fueron enviados por el Gobierno
para diversos estudios, desde ingeniería mecánica hasta derecho, incluyéndose a los que fueron
a cursar la carrera de las armas. Una segunda remesa de 36 estudiantes partió en 1863 con el
Algunos de estos jóvenes volvieron antes del inicio de [a guerra, otros regresaron después de
concluida. El valor de sus estudios y los contactos realizados seguramente hicieron que la
mayoría tuviera una activa militancia en la vida social y política del Paraguay de los años
siguientes.
A partir de la segunda etapa del gobierno de Don Carlos, la enseñanza se encontraba -en
general- bien atendida, tanto por los institutos oficiales como por los colegios particulares.
Normal como en el Aula de Filosofía, Dos instituciones importantes, pero de corta vida, fueron
los colegios de niñas dirigidos por Eduviges de Riviere y Dorotea Duprat. Funcionaron también,
en [a misma época, una escuela de impresores y tipógrafos, fundada por Carlos Riviere, y la
Si bien existió prensa, por los criterios sustentados por los López, la misma no daba cabida a
opiniones que no fueran las del propio Gobierno. A veces, incluso, las del propio Presidente.
Bajo la dirección del español Idelfonso Bermejo, aparecieron «El Eco del Paraguay», «El
Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles» y «La Aurora». Durante la guerra aparecieron «El
Cabichuí», «El Centinela», «Cacique Lambaré» y «La Estrella», con el exclusivo propósito de
elevar «...el espíritu combativo» y resaltar «...Las victorias nacionales y minimizar el poder del
enemigo» (7).
En cuanto a las características urbanas de Asunción y los pueblos del Paraguay, debe decirse
que reflejaban exactamente la retracción de los años de silencio, aislación y bloqueo. En lo único
que el país superaba a sus vecinos era en la «vocación fundadora» y la cantidad de pueblos que
tenía. A fines del siglo XVIII la población se distribuía alrededor de 84 pueblos. Algunos como
nombre. Pocos de estos pueblos tenían una población superior a 1.000 habitantes.
1850, la misma Asunción era una ciudad que desde «la calle de la Aduana», hoy Colón, no se
extendía más allá de la «plaza San Francisco», actual plaza Uruguaya, con una superficie de 13
Antes de la época mencionada, tampoco existían «casas de altos» y las que se encontraban en
el perímetro del «centro» se procuraban una vereda cubierta y elevada sobre el nivel de la
arenosa calle, para proteger sus vulnerables paredes de adobe de la lluvia y los estrepitosos
raudales.
Todas las estadísticas de la época, y no solo las referidas al Paraguay, se conformaron sin
ninguna rigurosidad. En las primeras décadas del siglo XVIII el cálculo de las poblaciones de [os
que, con un par de indagaciones o de acuerdo a los «relaciones» que les proporcionaban las
autoridades de distintos territorios, «construían» una peculiar base de datos. Obviamente que las
siguiente. Pero de las muchas apreciaciones podía deducirse, finalmente, alguna cantidad
intermedia.
guerra. Las apreciaciones llegaron al límite del delirio cuando, al término del conflicto, cada quien
daba un «parte» distinto -sobrevaluado o devaluado- acerca del número de muertos que dejó la
guerra.
Según el almanaque «El Siglo», de Adolfo Vaillant, el Paraguay contaba con 1.337.000
habitantes antes de la guerra y Asunción, 21.000. Según el «Álbum Gráfico del Paraguay»,
Vaillant, el ejército paraguayo se componía de 30.000 efectivos. “ya hemos visto que «La Nadón
Argentina», diario de Buenos Aires, daba por seguro que al inicio de la lucha el ejército
paraguayo contaba con 40.000 combatientes, cifra que coincide con los datos brindados por el
Finalmente, en «El Siglo» se leía que -a diferencia de los del campo aliado- los soldados
paraguayos se sostenían «... con su propio trabajo de labradores, pastores o peones» (8).
En los inicios de la década del’60, Don Carlos «...vislumbraba ya las sombras de la muerte» (...).
Desde años atrás se ven fa anunciando el plan de imponer a Francisco Solano en la sucesión
Descubierto en sus íntimos deseos, López buscó diluir la irritación que podía causar aquel
nombramiento «...sin dar a tal sucesión el colorido de una elección libre y espontánea del
pueblo», aunque las versiones populares daban por sentada aquella designación. Una versión
del padre Fidel Maíz asegura que el Presidente quiso que «...su otro hijo, Benigno, quedase
como vicepresidente para convocar al Congreso que iba a elegir el nuevo mandatario».
Para este cometido habría redactado aquel famoso «pliego de reserva» (10).
disposiciones del pliego y a pesar de las razonables alegaciones del Presidente acerca de la
disconformidad con el texto, «... no queriendo ni por un momento quedar bajo la autoridad de
Benigno». Solicitó le entregaran el pliego «. ..lo rompió, obligó a su padre a cambiar de modo de
Don Carlos ya no tenía fuerzas que oponer. Con poco de vida, el 15 de agosto de 1862,
redactaba el nuevo «pliego de reserva» que le habían impuesto: «Nos, Carlos Antonio López,
presidente de la República del Paraguay. Usando de la jurisdicción suprema que el Honorable
Congreso Nacional nos ha confiado en el art. 5° de la ley de 3 de noviembre de 1856 para los
casos prevenidos en el art. 5° del título IV de la ley del 13 de marzo de 1844, nombramos para
(12).
Veinticinco días después, la vida del Presidente pendía de un hilo. En los últimos momentos se
confesó con Teodoro Escobar, el deán de la Catedral. Momentos después recibió los auxilios
sacramentales administrados por el padre Fidel Maíz, tras de lo cual, más tranquilo y sereno -
según testimonio de este sacerdote- se dirigió a Francisco Solano en los siguientes términos:
«Hay muchas cuestiones pendientes a ventilarse, pero no trate de resolverlas con la espada,
sino con la pluma, principalmente con el Brasil». El mismo Maíz escribiría más tarde que «...el
General nada respondió al padre, que en cuanto acabó de hablarle guardó también silencio... No
vio alterada por el estampido de un cañonazo. Le siguieron otros cuatro. Era el anuncio de la
No pasaría un mes para que «un Soberano Congreso Nacional» nombrase «por aclamación
general Presidente de la República del Paraguay al brigadier ciudadano Francisco Solano López
El gabinete designado para acompañar a Francisco Solano, en el inicio de este largo período,
República y ministro del Interior; José Berges, ministro de Relaciones Exteriores; Mariano
González, quien, como junto a Don Carlos, ocupó la cartera de Hacienda. En el ministerio que
Otro Congreso convocado para el 18 de marzo de 1865, el mismo que aprobara las acciones del
De esta breve síntesis sobre la trayectoria política e institucional de los países involucrados en la
Guerra de la Triple Alianza puede verificarse que el Paraguay era, desde su independencia en
1811, el único que no había estado en guerra con ningún país extranjero ni había sufrido revuelta
interior alguna, salvando Los incidentes con el buque norteamericano «Water Witch» y algunos
aislados incidentes de frontera. Al respecto han existido discusiones sobre si este hecho fue la
consecuencia del adormecimiento a que fue sometido el pueblo por la larga dictadura de Francia
y el poder autoritario de los López. Sin embargo y juzgando el innecesario padecimiento de las
institucional o democrático de estas regiones vino como consecuencia del ejercicio sistemático
de la violencia. Lo cierto es que la «quietud» del Paraguay no fue solo consecuencia de la falta
independencia. Aun después de transcurridos 29 años y recién producida la muerte del Dr.
Francia, se sucedieron ¡cuatro gobiernos en seis meses! Con tales perspectivas... ¿podría
convivencia?... en suma, ¿refundar el país? Ningún país lo lograría. Nunca sin grandes
sacrificios y sufrimientos. Algunos con dictaduras y otros con grandes y constantes
primero. Pero sirvieron también para ahorrar sangre de sus ciudadanos. No era poco,
Paraguay -se leía en el almanaque «El Siglo» «...es una país que no tiene deudas y que nada
debe (sic)... posee 26.341 cuadras cuadradas de tierra con tabaco, algodón fariña, caña, arvejas,
porotos, trigo y arroz. 11.969 cuadras de maizales, 4.166 de árboles frutales, amén de sus
extensiones de yerba mate» (15). En cuanto a sus relaciones con sus vecinos, el dictador
Francia había llevado su obstinada neutralidad al límite del aislamiento y jamás comprometió el
concurso de ninguna fuerza paraguaya para las aventuras revolucionarias que asolaban -por ese
entonces- la región. El Supremo solo cuidaba de las fronteras que consideraba suyas.
lucha contra Rosas de 1845. Pero el ejército paraguayo retornó a sus fronteras sin disparar un
del Paraguay.
Y, en 1859, hasta facilitó los mejores recursos humanos y materiales del país en la mediación
que propició La unidad de la familia Argentina. Unidad que duró el tiempo que necesitaron los
bandos en pugna para rearmarse y reanudar La guerra y que, al final, revertiría negativamente
Con el resumen de las distintas capacidades que sus aliados adversarios reunían, además de
la lucha en estas condiciones. Analizando, sin embargo, todas las circunstancias, hoy mismo no
resulta temeraria. La insuficiencia insuperable del Paraguay está en el hombre que empuña el
sable por derecho feudal. Parece que no tuviera todos los sentidos que dan equilibrio a la vida»
(16).
Pero el «...Paraguay está preparado para la guerra. El pueblo, por su abnegación, para sufrir; el
ejército, por su educación, para obedecer y su coraje para combatir» (17). Son virtudes que
1. Cárcano R.J “Guerra del Paraguay. Acción y reacción de la Triple Alianza”. Pag. 48
2. Cárcano J.R “Guerra del Paraguay Orígenes y Causas” Pag. 185
3. Cárcano R.J., ob. cit. Pag. 52
4. Ecco H. “El péndulo de Foucault” (Novela)
5. Citado de Cardozo, E “Efemérides de la historia del Paraguay” Pag. 101.
6. Cárcano R.J ob. cit. Pag 72 y sigtes.
7. Rosas J.M., “La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas” Pag. 72.
8. Hernández J. “Vida del Chacho”, cit. p/ Rosas, J.M., ob. cit. Pag. 73.
9. Pereira, C. “Francisco Solano López y la Guerra del Paraguay” cit. p/ Ramos, A., en “Revolución y contra
revolución en la Argentina”, Pag. 169.
10. Cárcano R.J., ob. cit. Pag 91 y 92.
11. Gómez, J. C., publ. En “El Nacional”, Junio de 1859. Citado por De Herrera, L A., “El Drama del 65”, Pag.
119.
12. Ramos J.A “Revolución y contra revolución en la argentina” Pag. 157.
13. Baptista, F., “Madame Lynch, Mujer de mundo y de guerra” Pag. 310.
14. Arch. Gral. Mitre “Guerra del Paraguay”, Bibl. “La Nación” Pag. 21.
Pasado el análisis de los «tres siglos de egoísmos» y verificada - aunque muy someramente- la
situación política y social de cada uno de los países beligerantes, así como las características de
«Las guerras se incuban en largos años, lenta y seguramente, y cuando la cuestión se convierte
Sin embargo y por lo visto hasta ahora (y dada La extensa bibliografía y documentación
existente, opuesta a la reducida extensión del espacio, mucho material debe ser desechado),
puede deducirse cualquier conclusión sobre la Guerra de la Triple Alianza, excepto que haya
Si bien para los aliados no habrían quedado resueltos algunos detalles de planificación para el
inicio del conflicto, o se tuviera que admitir el inevitable desajuste de organización y ensamble de
tan dispersas como distintas fuerzas, nadie podría afirmar que la guerra fue producto del
“fatalismo humano».
Es posible, sí, que al concluir La guerra y todavía en desconocimiento de los archivos oficiales
de los países involucrados, incluso el de aquellos que mantenían formales relaciones con las
naciones en conflicto, alguien Lo afirmara. Pero luego de transcurridos los años y transparentada
la documentación que desnuda los procedimientos que llevaron a la guerra, ninguno que haya
asumido la curiosidad de leer, aunque sea parte de las obras que apelaron a aquella, creería que
La Guerra de la Triple Alianza fue planeada meticulosamente. Desechada entonces la idea del
“fatalismo» e intentando conocer las «razones» de la guerra, desentrañar las verdaderas causas
que la motivaron, nos encontramos que -al menos- las «... inmediatas no encierran tanto
Estas causas inmediatas tampoco son las únicas. Ni las verdaderas. «... Toda guerra en sus
orígenes tiene causas reales y aparentes. Las causas reales son las que se hallan en la
profundidad de la historia y las aparentes son las que dan ocasión a que la misma se produzca»
(3). Las causas aparentes nunca llevaron tanto combustible como para encender el fuego de la
guerra. Sí, las causas reales, las que se mantenían en la penumbra de las comunicaciones
extraoficiales, las que se valían de los mensajes ocultos, pequeños sabotajes, omisiones,
«olvidos» y convenientes casualidades. Esas causas escondidas fueron las que produjeron.
pudor político de quienes la concibieron, planearon o ejecutaron. Fue la razón por la cual el
Nadie quiso asumir – simplemente – que el gobierno del Paraguay era una molestia a eliminar.
¿Qué motivos fundamentales empujaron a los gobiernos aliados en contra del Paraguay?
Natalicio González, periodista, escritor y presidente paraguayo entre agosto de 1949 y enero del
año siguiente, alerta: “...No existe una guerra sin objetivo, y el viejo cuento de la guerra
libertadora emprendida para derribar a un tirano, ha sido destruido por el propio Mitre en el curso
Cada uno de los países, entiéndase por esto Argentina y Brasil, tenía motivos e intereses
personalidad de quienes las confrontaron que a razones de Estado. Pero el común denominador
entre ambos países era [a inteligencia concertada para instaurar un régimen «liberal» y
«civilizado» en el Paraguay, aún resistente a los devaneos del capital inglés. Así como también
estaba en el proyecto de los dos países mencionados darle «impulso» a la revuelta de Venancio
Flores contra el Gobierno constitucional del Uruguay, que, sin la intervención de Elizalde, Saraiva
y Thorntorn (el ministro inglés en Buenos Aires) en Puntas del Rosario, “...estaba perdida» (5).
1864 en «La Nación Argentina», árgano «oficial» del presidente Mitre, lo clarificaba en estos
términos: “...El Brasil y el Paraguay se hallan hoy separados por uno declaración de guerra ...
¿Qué harán los pueblos argentinos?... El Gobierno brasileño es un Gobierno liberal, civilizado,
regular y amigo de la República Argentina. Su alianza moral con ésto está en el interés de
muchos países y representa el triunfo de la civilización en el Río de la Plata... Los hombres que
tienen el tacto de la política, que descubren los resultados inevitables de ciertos acontecimientos,
ven claramente que el gran peligro paro la República Argentina está en la preponderando del
dictador paraguayo, que aspira a ser el Atila de Sudamérica... Triunfante el Paraguay, nada lo
detendría... Él tiene todo su nación militarizada... El menor pretexto seda para el Gobierno
paraguayo un motivo para ponernos entre lo espada y la pared, como ya anuncia “El Semanario»
El interés de reestructurar el Virreinato del Río de la Plata. En ninguna parte del «tratado
Pero la idea había estado presente en la mentalidad de los distintos gobernantes de Buenos
Aires desde los tiempos de la independencia. Y casi todos ellos la expresaron -y reiteraron- en
distintos momentos, con mayor o menor énfasis. Especialmente el dictador Rosas, Mitre y su
ministro Elizalde, Sarmiento; estos de manera clara y explícita. Sin embargo, el interés de
restablecer aquel Virreinato por parte de la Argentina no apareció como causa fundamental que
En 1856, Mitre es invitado a adherirse en Lima al tratado de alianza firmado en el Perú con
gobierno de Buenos Aires declaró a la faz del mundo, sin que le importara la opinión de los
El ocultamiento de este proyecto se correspondía, sin embargo, con el oculto mecanismo que
conducía a la alianza, así como se negaba -en aras de La impecable neutralidad»- del presidente
argentino, el combate solapado a Los gobiernos enemigos» de Uruguay y Paraguay. Aun Lo que
era visible y evidente para todos: el decidido apoyo de Mitre a la revolución de Flores y la
El hecho llamó la atención incluso de aquellos que, dentro del propio gobierno de Buenos Aires,
se manifestaban sorprendidos ante lo que -para no hablar de cinismo- constituía una evidente
contradicción.
Uno de ellos fue el senador Félix Frías. En julio de 1866, durante un debate generado en la
Cámara de Senadores sobre la crisis del Uruguay en el ‘64, interpelaba a sus colegas
parlamentarios: “... Cuál era el deber de la República Argentina en presencia de aquel incendio?
Nuestro deber nos estaba trazado por los principios que profesamos; nos estaba marcado por el
derecho: era la neutralidad que nos prescribía no soplar ese fuego e impedir que se extendiera a
este lado de las fronteras. ¿ Lo hicimos así, señor Presidente? No, no fue esa nuestra conducta
(...). Me cumple censurar la indigna cooperación que muchos compatriotas que pretenden ser
liberales prestaron a una empresa que debieron condenar desde el primer momento para ser
consecuentes con sus principios... Hay un derecho público, señores, hay un derecho de gentes
Si la neutralidad hubiera sido leal, si todo el mundo, nacionales o extranjeros, hubieran estado
persuadidos de que no tomábamos parte en este guerra civil, habríamos preservado a nuestro
establecía claramente: “...Antes de celebrar este célebre tratado (el Tratado Secreto de la Triple
hecho de proporcionar municiones a los buques brasileños, porque no hay otro carácter para los
su caída, como introducción a las hostilidades que debían llevarse después al Paraguay. Por eso
dice Paranhos en su folleto ‘Hicimos caer al Gobierno de Montevideo para elevar otro que fuese
Presidente Mitre, ‘que de antemano tenía compromiso con el Brasil para auxiliarlo en la guerra
del Paraguay’... Y ante estos hechos que se han evidenciado ¿cómo podría sostener el general
Otra de las razones que el Gobierno argentino contenía en la oscuridad del gabinete
Río de la Plata. Desconfiaba que algún eventual éxito del general paraguayo en la «cuestión
oriental» le confía aun más influjo que el que proyectara cuando la exitosa mediación de San
José de Flores. Cinco años atrás. Más tarde o más temprano -pensaba Mitre- ese suceso
provocaría el desplaza—a de su partido del poder. “...Cualquier otra política -escribe el mismo
presidente argentino hubiera dado la preponderancia al Paraguay en los asuntos del Río de la
Plata, alentando las resistencias latentes contra el nuevo orden de cosas» (11).
Accesoriamente, existieron hechos que -entre Argentina y Paraguay- sirvieron para atizar el
fuego de la ya inminente guerra. Uno de ellos debe remitirse al convencimiento de López en que
los federales argentinos, y en primer lugar Urquiza, “se alzarían contra los porteños» y
respaldarían su política.
Pero el mandatario entrerriano “..Desoyó las incitaciones que le llegaban por distintos conductos
y decidió permanecer fiel al gobierno nacional (...). No sólo eso: remitió al presidente Mitre la
correspondencia que mostraba las intenciones y descubría las redes tendidas por el presidente
paraguayo. Este que por aguardar la decisión de Urquiza había demorado en efectivizar su
auxilio al gobierno blanco, ahora encabezado por Tomás Villalba, se encontró con que el nuevo
mandatario accedió a firmar un acuerdo por el cual Flores recibiría la presidencia del Uruguay.
A partir de aquel 20 de Febrero de 1864, Brasil contó, para repeler el ataque paraguayo, con su
aliado oriental».
Otro hecho que contribuyó decisivamente a exacerbar las «broncas» ya muy difícilmente
contenidas en el Rio de la Plata fue la incitación malevolente de la prensa de Buenos Aires hacia
el Paraguay y sus autoridades. Muchos autores lo mencionan; muchos textos lo prueban. Con
tanta agresión “...el mariscal se irrita y no disimula el encono», escribe Cárcano, aun a pesar de
la propensión del historiador argentino a sustentar -o disculpar- la posición oficial del gobierno de
Mitre, y agrega: “...Gutiérrez y Zavalía, atacan reciamente al Paraguay y en todas las formas:
El enviado (Anacarsis) Lanús (*) se desespera y pide moderación. -Conviene mirar esta cuestión
desde muy arriba, teniendo en cuenta los verdaderos intereses del país. Dejen de pinchar a los
paraguayos, que en lugar de ser nuestros enemigos deben ser nuestros aliados naturales.
¡Redención del Paraguay! ¿Quién la demanda? ¿Por qué no vamos más bien con ellos a redimir
a millones a Brasil? Así nos uniremos a ese pueblo que no necesita redención, sino propender a
que entre en la vía del progreso dando entrada a las instituciones liberales.
-Guerra a Paraguay, dice el loco Bilbao, para redimir a ese pueblo!. Doctrinas dignas del que
niega a Cristo.
Unámonos a Paraguay, pero unámonos como buen hermano mayor, para vincular en él las ideas
de progreso, las ideas de libertad bien entendidas, y no las de disolución que con frecuencia
1. Cárcano, 8. .1., «Guerra del Paraguay. Acción y reacción de La Triple Alianza», pág. 159.
2. Cárcano, R. 3., ob. cit., pág. 39.
3. Ayala Queirolo, y., «Orígenes de la Guerra». Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. Vol. 11, 1966.
4. González, N., Prólogo de «Cartas Polémicas sobre la Guerra del Paraguay», Edic. «Guarania». pág. 61.
9. De Herrera, L. A., «Antes y después de la Triple Alianza», pág. 190.
6. Acevedo E., «Anales Históricos del Uruguay». pág. 336.
7. Cardozo, E., «Vísperas de La Guerra del Paraguay», pág. 34.
8. Nota de -Rufino Elizalde a M. Seoane. Cit. P/Cardozo, E., ob. Cit. pág. 34.
9. Acevedo, E., ob. cit., pág. 41.
10. Acevedo, E.., ob. cit. Pág. 368.
11. González, N., ob. cr5. Pág. 62.
12. Carta de Lanús a Mitre, cit. P/Cárcano, R.J .3., ob. cit., pág. 163.
IguaL que el caso de Argentina, fueron las causas aparentes Las que desencadenaron la guerra,
alianza de por medio. Aunque las causas reates, las que persistieron desde el advenimiento de
constitucional uruguayo.
Entre las causas reales que habrían llevado al Brasil a la guerra, caben las siguientes
consideraciones:
La política expansionista del Imperio para extender sus dominios hasta la Cuenca del
Plata.
La necesidad de ejercer un liderazgo real en la América del Sur. Y, por el mismo motivo,
Impedir la reestructuración del Virreinato del Plata.
En relación al primer punto, Joaquín Nabuco y Helio Lobo, historiadores brasileños de obligada
territorial” por parte del Brasil. “Para el primero, ‘nuestro único propósito era tener una frontera
tranquila y segura, para lo que era condición esencial la completa independencia de aquel
Pero Horton Box, de insospechada objetividad para el análisis de los antecedentes de la guerra,
asegura lo contrario. En relación a las discusiones sobre límites que -habitualmente- planteaba el
Imperio, el historiador inglés escribe: «...A riesgo de caer en cierto cinismo, acaso podría decirse
que hay un principio central en todas estas interminables discusiones: el de adquirir más territorio
por cualquier medio y con la aplicación de cualquier ‘principio’ o sofisma. En una disputa de
límites con algún vecino, el Brasil sostendrá que el uti possidetis es el único criterio honorable y
brasileños. El próximo año, en una controversia con otro vecino, vestirá ropajes de un legalismo
meticuloso y súper escolástico; sostendrá que tratado de San Ildefonso de 1777 es el solo título
claro que existe para reclamarlo propiedad de tal o cual pantano o selva virgen, y hasta aducirá,
Pero ¿por qué arriesgaría el Brasil, al impredecible resultado de una guerra, el beneficio de
Interesado en poblar el país con la inmigración europea, el Imperio necesitaba, según Juan
Bautista Alberdi, “... salir de la zona tórrida en que está metida la casi totalidad de su territorio y
no tiene más que una dirección». Esta dirección, propone el mismo autor, era el sur, además de
decir, todo el territorio que queda a la izquierda de la línea Norte a Sud, que forman los ríos
La zona del Plata no sería entonces una simple agregación de superficie territorial, sino que
posibilitaría al Brasil “... poblarse con razas blancas de la Europa para las cuales busca territorios
templados que no tiene (...), tierras apropiadas para la producción de alimentos y sustento de su
pueblo, que no tiene, al menos disponibles, y (...) asegurar sus actuales territorios inmediatos a
los afluentes del Plata, por la adquisición y posesión de los países propietarios de la parte inferior
De manera que los motivos que rescata Alberdi para justificar la expansión territorial brasileña se
fundan en criterios de población, subsistencia y seguridad. En cuanto a este último, era sabida y
sentida la dificultad de comunicación que las poblaciones costeras del Imperio mantenían con las
provincias interiores, aun con las más cercanas, debido a las interferencias que imponía la
sumaría el “...peligro de perderlas, porque en la medida que la libre navegación de los ríos se
fuese imponiendo, correría el riesgo de la secesión de Mato Grosso y Río Grande, atraídas por el
comercio mundial, proclives a romper los lazos con Río de Janeiro» (5).
Ninguna, más allá de los compromisos adquiridos por Flores con el gobierno argentino y con el
Imperio. Y... ¿por qué estos necesitarían del Uruguay? Brasil y Argentina jamás podrían haberse
aventurado en una guerra con el Paraguay dejando a sus espaldas a la belicosa Banda Oriental.
La seguridad de contar con Flores -sin ninguna otra oposición- era fundamental para iniciar el
militares fue insignificante y nulo en términos económicos. Por el contrario, al entrar en guerra,
Flores recibió un “préstamo», y mientras se mantuviera en ella, una suma mensual de 30.000
Ya se ha visto -por otra parte- que el Uruguay no tenía motivos «nacionalmente» asumidos -o de
Estado- para entrar en guerra con el Paraguay. “...La República Oriental -comentaba ‘El 51gb’,
en 1867- no entró por intereses propios en esta alianza y así lo demuestra la cláusula del tratado
en que mientras las demás partes contratantes determinan la parte de territorio que han de
anexar para el ensanche de sus fronteras, a ella se le señala por toda recompensa el pago de
los gastos de guerra, que se ha dicho de paso en el estado en que quedará el Paraguay será
una promesa escrita que nunca llegará a realizarse... La República Oriental, o mejor dicho su
Gobierno, no hizo sino pagar una deuda de gratitud al Brasil que lo había ayudado a triunfar en
la revolución» (6).
causa ocasional de la guerra, ni el general Flores tenía que pagar una deuda de gratitud al
Brasil. Era el Brasil quien había ofrecido a Flores sus ejércitos y sus buques de guerra a cambio
de Alianza contra el Paraguay» (7). Pero a esas alturas, el Uruguay, postrado a los pies de
Flores por obra y gracia de la intervención, participación y subvención del Imperio y del apoyo
(cuando se pactó la paz entre Flores y el ya exánime Gobierno blanco)...el Estado Oriental es
una espada colgada al cinturón del Imperio» (8). Tanto que en abril de 1865, el general Mitre se
dirigió al caudillo oriental pidiéndole acompañara en la campaña contra el Paraguay (no se había
firmado aún el «tratado secreto»), a que don Venancio contestó: “..Estoy completamente
inhabilitado de contraer ningún compromiso con VE sin que entre en la alianza el Gobierno
imperial, con quien sabe VE tengo solemnes compromisos contraídos en la guerra que he
terminado en mi país y hasta con la del Paraguay de antemano éramos aliados del Gobierno
imperial» (9).
Tras la «Convención», Flores asumió la presidencia del Uruguay. En ese día, 20 de febrero de
imperial. Asume la dictadura tranquilamente y empiezan a huir los blancos. Antes firma todo lo
que exige Paranhos. Para eso vino el general ganado batallas en las alforjas del Imperio (...). Los
agrega: «... Apenas concluye la guerra civil, Uruguay concurre a la guerra del Paraguay. (...) El
Imperio facilita un préstamo para iniciar la marcha. En el Río de la Plata, San Cristóbal opulento
y soberbio en relación a sus vecinos anarquizados, emplea algunas veces la diplomacia del
patacón. Quizá los moralistas recuerden los preceptos de moral abstracta. El problema es de
Semejantes observaciones, por demás comunes a lo largo de la bibliografía que dibuja las
acciones que llevaron a la guerra, obligan una reflexión. Se pretende, generalmente, que la
historia carezca de adjetivos innecesarios, de juicios que vayan más allá de lo que pueda
morales y patrióticas.
Pero, adicionalmente, la historia se debe al intento de ser justa. A partir del establecimiento de
cada uno de los personajes que ella analiza. A igualdad de pecados. Igual condena.
Pero -Lamentablemente- juicios como Los que se transcriben demuestran que en la Guerra de
Triple Alianza también estaban consagradas las «virtudes» los «pecados» según quienes los
historiadores. Aunque no se tuviera La reserva del disimulo, el pudor que concede el temor de
algunos de ellos estaban determinados a encontrar disculpas para los que sostenían la bandera
de la «redención», que es decir de La que se transcriben, para el general Venancio Flores, quien
tan infundadamente Llevaba a su país a una guerra internacional en contra de otra nación con La
que -ni siquiera- límites comunes tenía y con cuyas autoridades solo Le separaban Las
Hay más flores para Flores: «... En Salto y Paysandú los soldados de Flores matan prisioneros
tiene cárceles ni campos de concentración. Sus sistemas los impone el medio. Un loco matará
por placer, pero los hombres discretos sólo matan por necesidad» (12).
obsecuencia, sino una obligación moral. No falta la altivez, sino la fuerza de equilibrio. Ni el país
ni su gobierno en las circunstancias que sufren pueden mantener su independencia sin los
puntales de su gran vecino. Flores es amigo de Argentina, con servicios salientes en su ejército,
y es aliado del Imperio con severas obligaciones. El las cuida y respeta. No protesta ni se rebela
de lo que antes busca y consiente. Honra siempre las situaciones impuestas por las necesidades
¿Y el Uruguay? ¿Y sus instituciones? Y las obligaciones que don Venancio tenía como recién
instalado gobernante, ante Las múltiples necesidades de un país postrado por más de dos años
de guerra civil?
Pero favores tan importantes como Los que había recibido tenían un solo propósito.
expresa Flores a Paranhos en una entrevista realizada en Fray Bentos, en diciembre del ‘64,
acordado y prometido. El presidente Flores resolvió: “...La República Oriental prestará desde
ahora toda la cooperación que estuviese a su alcance, considerando como un empeño sagrado
de su alianza con Brasil, en la guerra deslealmente declarada por el gobierno paraguayo, cuya
injustificable» (15).
Razones que «otorgó» El Paraguay para motivar La guerra.
Nadie que estuviera al tanto de Los sucesos del Plata podía dejar de percibir, o al menos
suponer, los propósitos que se gestaban en la tempestuosa calma de los gabinetes de Mitre y
del Imperio. “...Desde que Brasil se había hecho presente en el Estado Oriental, sin concitar la
oposición argentina y despreciando la mano que le tendiera López, y desde que la prensa de
Buenos Aires negaba abiertamente la autonomía paraguaya, sin tampoco merecer las
países se estaban poniendo de acuerdo para fundar ‘nuevas bases para el equilibrio del Plata ¿A
con igualdad de poderío para impedir la independencia del Paraguay y del Uruguay se
extinguiera, en beneficio del rival, venía a suceder la idea de dos países que, olvidando sus
salomónicas, del motivo de tantas discordias, de tal suerte que el equilibrio no quedara roto
resueltos -si es que resuelto- por el general López. Pero mientras este esperaba las respuestas
requeridas a su «compadre Don Justo», y de la misma manera lo esperaban los más cercanos
torno a las gestiones que Urquiza haría ante Mitre para el tránsito del ejército paraguayo por
territorio argentino. «... Dentro de pocos días el general Urquiza debe tomar una acción
decidida», escribía López el 1° de enero de 1865 (18). Casi dos meses después, el 26 de
febrero, desanimado, a nota: «... el general Urquiza ha faltado a sus espontáneos ofrecimientos»
(19).
Pero ya un par de meses antes, el Barón de Mauá había acudido, a instancias de la entente
argentino- brasileña, a fortalecer las dudas del gobernador de Entre Ríos. En el mismo palacio
de San José, junto a Benjamín Victorica, su yerno, el poderoso banquero fue a “...descubrir los
resortes que debía tocar para obtener el apaciguamiento que buscaba», según escribe Efraín
Cardozo. “El resultada fue fructífero para Urquiza» -agrega Rosa- “... un empréstito a la
provincia, la promesa de un subsidio nacional dado por Mitre y... algo más. Ese algo más va por
cuenta de La Nación Argentina: ‘Se dice también que el Barón de Mauá... ha hecho arreglos
particulares con el general Urquiza supliéndole de fondos que necesita para sus negocios
particulares» (20).
No hay documentos que lo certifiquen. Solo consta la atildada respuesta epistolar. “.. He recibido
la inestimable de VE...», etc., pero según el enviado Victorica, al leer la nota del gobernador,
López habría alzado el tono para expresar: “Entonces, si me provocan, me lo llevaré todo por
delante!» (21).
La complejidad de los hechos, [a diversidad de los componentes que activaron los detonantes
del conflicto así como el nutrido grupo de protagonistas que, cada cual en su momento, aportó
asunción de don Bernardo Berro a la presidencia de la República Oriental del Uruguay hasta e[
El largo listado incluye algunos que fueron considerados como «causas inmediatas de la
El resumen fue compendiado tanto del material incluido hasta e[ presente fascículo de los libros
que componen la extensa bibliografía, tanto como - especial y fundamentalmente- de los textos
«El Drama del 65», pág. 285 en adelante, del doctor Luis Alberto de Herrera; «Un lustro terrible»,
de Anastasio Rolón Medina; y de los del doctor Efraím Cardozo: «Efemérides de la Historia del
La guerra del Paraguay según los archivos estudiados esconden más de una causa simple y
que pueda ser a simple vista, la guerra del Paraguay seguirá siendo el motor de muchos debates
e investigaciones por lo cual su memoria no será erradica como quisieron los invasores, hoy los
países beligerantes solo tienen un destino en común excepto Brasil, que es llegar a la verdad por
por ver la libertad de sus instituciones, familias e hijos no siendo carne de cañón ni manoseada
por la “civilización” que no traían reformas ni libros sino que sobre sus hombros cargaban
bayonetas y cañones para convencer por las malas de que aquellos tenían la tecnología y la
última palabra.
El eco de aquellos combatientes aun resuena en los campos de batalla y solo a veces se cuelan
en el imaginario de los escritores para llevarnos a una época donde el ideal y la causa justa eran
el motor de la sociedad. Loor y Gloria a los veteranos del 70’ y al gran Mariscal Francisco Solano
López!!
Resumen: Se lograron los objetivos descriptos en este trabajo se investigo a los actores políticos
Bibliografía:
1. Cárcano, 8. .1., «Guerra del Paraguay. Acción y reacción de La Triple Alianza», pág. 159.
2. Cárcano, R. 3., ob. cit., pág. 39.
3. Ayala Queirolo, y., «Orígenes de la Guerra». Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. Vol. 11, 1966.
4. González, N., Prólogo de «Cartas Polémicas sobre la Guerra del Paraguay», Edic. «Guarania». pág. 61.
9. De Herrera, L. A., «Antes y después de la Triple Alianza», pág. 190.
6. Acevedo E., «Anales Históricos del Uruguay». pág. 336.
7. Cardozo, E., «Vísperas de La Guerra del Paraguay», pág. 34.
8. Nota de -Rufino Elizalde a M. Seoane. Cit. P/Cardozo, E., ob. Cit. pág. 34.
9. Acevedo, E., ob. cit., pág. 41.
10. Acevedo, E.., ob. cit. Pág. 368.
11. González, N., ob. cr5. Pág. 62.
12. Carta de Lanús a Mitre, cit. P/Cárcano, R.J .3., ob. cit., pág. 163.
1. Citado por Cuadernos de «Marcha», N° 5, setiembre, 1967; pág. 69.
2. Horton Box, P., citado por Herrera L. A., «Antes y Después de la Triple Alianza», p. 498.
3. Alberdi J. 9., «Historia de la Guerra del Paraguay», pág. 66.
4. Alberdi, J. B., ob. cit., pág. 66.
5. Alberdi, 3. 9., ob. cit. por Cuadernos de «Marcha», pág. 66 y sgte.
6. Acevedo, E., «Anules Históricos del Uruguay», págs. 355 y 356.
7. Acevedo, E., ob. cit. pág. 356.
8. Cárcano. R. 3., «Guerra del Paraguay. Acción y Reacción de la Triple Alianza», pág. 94.
9. Acevedo, E., ob. cit., pág. 356.
10. Cárcano, R. 3., ob. cit., págs. 27 y 28.
11. Cárcano, R. 3., ob. cit., pág. 95.
12. Cárcano, R. 3., ob. cit., pág. 12.
13. Cárcano. 3., ob. cit. págs. 94 y 95.
14. Cárcano, R. 3., ob. cit., pág. 19.
15. Cárcano, R. 3., ob. cit. pág. 27.
16. Cardozo, E., citado por De Marco, M. A., «La Guerra del Paraguay», pág. 24.
17. De Marco, M. A., ob. cit., pág. 21.
18. Pereira, C., «Solano López y su drama», pág. 55.
19. Pereira., ob. cit., pág. 55.
20. Rosa 3. M., «La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas». pág. 115.
21. Rosas, 3. M., ob. cit., pág. 167.
1. Genocidio Americano Chiavennato
2. Procesos a los Falsificadores de la Historia Paraguaya A.G.M
3. La Baring Brother y la Historia Política Argentina Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde
4. Las causas de la guerra Ricardo Caballero Aquino
5. El Tratado La triple Alianza contra el Paraguay Nelson Alcides Mora Rodas
6. El Libro de los héroes, Juan E. O’Leary
7. Acosta Ñu. Prof. Andrés Aguirre
8. Héroes Compendio de la guerra de la triple alianza Manuel Riquelme
9. Perham Horton Box Causas de la guerra del Paraguay
10. Tomos I y II de La guerra de la triple alianza Jorge Rubiani
Anexo:
Índice:
Introducción……………………………………………………………………………..2
Objetivos…………………………………………………………………………………3
Paraguay………………………………………………………………………………11 - 20
Conclusión – Resumen………………………………………………………………...46 - 47
Bibliografía…………………………………………………………………………….. .47 - 48
Anexo…………………………………………………………………………………......48 - 48