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Versión 1.

2 (2/10/19), 29/9/19

Fundamentos del Veganismo Provida


Por Nicolás Chivirino

Veganismo como consecuencia


La primera decisión que una persona puede tomar para mejorar el mundo que le rodea y que esté
en su total alcance, como acto de conciencia y empatía consecuente, es el cuestionamiento de
cualquier uso que se le dé a los animales y, con ello, el congruente cambio de su práctica
alimentaria para evitar todo tipo de carne y productos de origen animal. Un acto de
evolución ética. Dejando así, de ser cómplice de la esclavitud y del holocausto más grande de la
historia; que existe por inercia cultural, “mentiras piadosas”, ignorancia sistemática, brutalidad
psicópata, egoísmo gastronómico e intereses económicos que son totalmente obsoletos y crueles.
Al comprender que lo correcto es vivir sin infligir semejante daño, inaceptable e injusto, ni
discriminar por especie (ya que no son cosas, ni recursos, ni comida), entonces: abrimos los ojos
ante un mundo lleno de vida del cual somos parte, y, definitivamente, nos corresponde asumir el
compromiso de entregar nuestro ingenio creativo a conciencia, con sabiduría y amor, para velar
por ellos. Obteniendo beneficios en nuestra salud, aprovechamiento de innovaciones, transmisión
de un mensaje urgente que apela a la compasión Humana y a la protección de la Naturaleza
desde la humildad.
Así es como llegamos al Veganismo como concepto que representa un estilo de vida basado en
la ÉTICA, independientemente de la raza, sexo, nacionalidad y credo de las personas, para
regular el comportamiento humano a partir de una relación empática y de respeto para con todos
los animales sintientes, a los cuales se los considera moralmente, sujetos de una vida, la suya, ya
que tienen un derecho intrínseco a la vida y a libertad, más allá de nuestro juicio. Todo lo cual se
relaciona con el medio ambiente y la salud, en una mirada holística. Posibilitando alternativas que
pretenden superar el maltrato, la explotación industrial y el asesinato sistemático de animales,
contemplando también el problema de la contaminación, fomentando la innovación tecnológica (en
alimentación, vestimenta, medicamentos, entretenimiento y energía, por ejemplo) y atenuando la
violencia en la humanidad, para conseguir que cada día se logre evitar el máximo perjuicio
posible.
Hay diferentes detonantes que conducen a ser vegano, ya sea por un camino espiritual,
razonamiento, empatía, herencia, salud, ecología, libertad y/o causa social afín, donde todos
comparten que la reflexión sobre la evidencia empírica consolida su decisión voluntaria de aceptar
esta postura objetiva de respeto hacia todo animal, con el propósito de mejorar el mundo. Lo cual,
conlleva a un proceso gradual y de tolerancia a quien, todavía, no lo transita. Más bien, se basa
en cautivar desde el ejemplo personal, innovación social o, incluso, empresarial. Se pretende un
ideal elevado, claro, pero sabiendo que en la realidad actual uno tiene que vivir en una dinámica
social que en general nos obliga a ser pacientes y flexibles, tanto con uno mismo como con los
demás. Aceptar una interacción considerada, certera e incondicional es el eje para evitar excesos,
deserciones e infiltraciones.
Es importante comprender que puede surgir la inquietud desde cualquier persona y ámbito porque
podemos afirmar que hay una tendencia generalizada que influye a determinar que muchas
acciones, y en distintos lugares, por su esencia universal, se encaminan al veganismo como
consecuencia. Esto significa, estar presentes colaborando y coexistiendo con no veganos cuando
surge la oportunidad de trabajar codo a codo en diversas propuestas compatibles, ya sea por ser
causas comprometidas, ideas innovadoras, conocimientos reveladores y acciones justas, para
contagiar el salto ético desde la sinergia en lo operativo, solidaridad mutua, transparencia de
valores y materialización de un nuevo paradigma.
La función de los veganos es participar orgánicamente, ya que como agentes de cambio ético
necesitan estar unidos (masa crítica) para lograr persuadir con argumentos lógicos, evidencia
empírica y mediante sentimiento y emociones. Y siempre con la firme convicción de que la verdad

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respalda su acción por la liberación animal. Lo cual, implica ser capaces de garantizar las mejores
condiciones dentro del veganismo, como espacio social donde formarse adecuadamente,
intercambiar información y estar contenidos, con coherencia y efectividad, para poder ser
comprendidos, y saber recibir a quienes se incorporan a este movimiento transversal e
interdisciplinario, evitando ideas perjudiciales que lo desvirtúen. Juntos, fortaleciendo a toda la
sociedad civil. Buscamos transmitir nuestra causa, desde la benevolencia y generosidad porque
así conseguimos atraer, legitimar, articular y conectar con todos los demás. Construyendo un
puente que nos vincula. Siempre, al servicio de mostrar nuestra visión ética en la defensa
ABSOLUTA de la vida de todo ser concebido, sintiente, inocente e indefenso.
Veganismo es por definición pro vida
Básicamente, un vegano tiene un espectro más amplio en su consideración y amplitud ética con
respecto al derecho natural a la vida y la libertad: que es para todos los animales, incluido el ser
humano desde la concepción. Sin marcar distinción, ya que todos como animales que somos
merecemos el mismo respeto. Tampoco caer en la idea de que somos iguales a los animales, sino
de que ellos son compañeros compartiendo el mismo mundo (y están desde antes). La diferencia
radica en que los animales no-humanos son inocentes e indefensos ante nuestro accionar
depredador (amoral, innecesario y perjudicial) cuando nuestras habilidades y capacidades, en
realidad, nos obligan más bien a ser responsables con nuestro poder para crear un mundo mejor.
Además, queda totalmente claro que, desde el primer momento, el veganismo es por definición
provida. También el vegetarianismo es provida, obvio. Hay que mencionar que existen otras
categorías y, simplificando, podemos visualizarlas como una posibilidad de progresión de estadios
en la consideración y amplitud ética desde el momento en que una persona deja de comer carne:
pasando por vegetariano (y sus combinaciones), vegano (salto ético, por dejar todo uso animal) y
aún con más opciones como crudivegano, frugívoro, etc. Lo importante es que la acción tenga la
mayor coherencia práctica y conceptual.
Ahora bien, la mayoría de la sociedad tienen un espectro ético más acotado, del cual casi todos
venimos y heredamos culturalmente, caracterizando por ser antropocentrista y especista, y por
ello con una consideración y amplitud ética del derecho a la vida y la libertad solo al ser humano
desde la concepción, teniendo un trato especial (mascotas) tan solo al perro, gato, caballo y a
ciertos animales protegidos o aleatorios. Es comprensible que todos, prácticamente, crecimos
condicionados por la sociedad y la publicidad de la industria cárnica para ver a los animales sin
derecho a su vida ni libertad, como meros esclavos o productos, “porque así tiene que ser, ya que
somos superiores en la cadena alimenticia” pero, sin embargo, hoy frente al avance
deshumanizador autodestructivo de la POSVERDAD: relativismo moral, subjetivismo moral,
ideologías supersticiosas (teorías de género, por ejemplo), hedonismo sensible y materialismo,
todos nos encontramos en una encrucijada que nos empuja a replantearnos el valor de la vida,
aún antes de, supuestamente, tener conciencia de sí mismo, intereses o poder sentir (etapa más
vulnerable, inocente e indefensa de todos los animales). Por lo que todos coincidimos en que la
lucha comienza por el más cercano a nosotros, el ser humano en gestación, como fuimos todos,
por el más indefenso, por defender a la propia especie, con objetividad. Y esperando que de toda
esta experiencia se tome conciencia, que conmueva, transmitiendo nuestra visión, para que
muchos decidan conscientemente expandir su consideración moral a otros sujetos de derecho
además del ser humano. Es un buen comienzo (cosa imposible de conseguir como seudovegano
pro aborto).
Entonces, cualquier PROVIDA comprende que el veganismo es provida, porque es un
núcleo duro, la vanguardia de la lucha por la vida, con su ética “extremista”, expandida,
evolucionada y, lógicamente, siendo los veganos próvida una minoría vulnerable y fragmentada
(ya que están dispersos en distintos lugares, adhiriendo a diferentes creencias, ideologías, etc.)
que surgen como evolución de la misma sociedad. Defienden al ser humano desde la concepción
efectiva, además de la defensa de todo animal. Por estas características, hay un ataque, que es

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doble y de tipo pinza. Uno es hacia el veganismo: al llenarse de la presencia de muchísimos falsos
veganos, que son progres infiltrados a la moda (sensocentristas, utilitaristas, interseccionales,
bienestaristas extremos, misántropos, etc.) para desacreditarlo desde adentro como estrategia,
aprovechando el financiamiento ilimitado que obtienen de los ingenieros sociales. Porque como
todo en la vida, ser vegano es algo que se aprende en la socialización, además de información
intelectual como complemento, y los “referentes” son los que están marcando esta tendencia.
Buscando ridiculizarlo para que sea rechazado por la mayoría de la gente, erosionando la natural
alianza frente a los atropellos contra la vida humana en gestación y arruinando la oportunidad de
generar conciencia desde ese punto en común. Además de eliminar el norte de la brújula ética,
que son los verdaderos veganos. A la vez, el otro ataque, es contra la mayoría de la población
Argentina/Latina que es provida, quienes históricamente son católicos, y cristianos, espirituales,
en general. Pero la ciencia: biología, genética, neurociencia, embriología, etc. está de nuestro
lado, el sentido común también y, todavía, el derecho con algunas leyes fundamentales. Aunque
esta amenaza es irracional, porque es una ideología autoritaria, resentida y victimista.
Lamentablemente un numero considerado de personas, tienen una consideración y amplitud ética
del derecho inalienable a la vida y a la libertad muy cuestionable, deficiente e incompleto, porque
solo valen los humanos DESEADOS. A quienes ya existen pero que no han nacido todavía
pueden ser asesinados en el vientre materno y hasta llamarlo como “derecho de la mujer”. Como
si el derecho humano fuera otorgado y decidido arbitrariamente por la subjetividad de la madre, y
no por la sociedad o la condición humana (además que su hijo no apareció mágicamente ni es
una enfermedad). Son DISCRIMINADORES, especistas, “satanistas”, además de posibles
psicópatas, sociópatas, misántropos y egoístas, dándole trato especial, en teoría, solo a ciertos
animales específicos, pero eso ya no tiene importancia ni sentido en su criterio intervencionista y
conveniente. Si su lógica es masacrar a humanos inocentes en su momento más vulnerable,
con excusas ideológicas o utilitarias, que les queda a los pobres animales. Paradigma
materialista, claramente. El problema es que, aunque ellos mismos nunca aborten, están
fomentando y exigiendo que se deje abortar a la mujer que así lo quiera (siempre hablamos de
quienes tuvieron relaciones sexuales de manera voluntaria y consentida) para implantar una
subjetividad relativista moral a la juventud y nunca ir a la causa del problema: la conciencia de la
sexualidad, la responsabilidad de los actos y la acción productiva. Ni son humildes ante las
razones, misterios o consecuencias de los procesos naturales.
Ahora resulta que hay una nueva categoría más descarada y realmente incoherente, donde la
consideración y amplitud ética del derecho inalienable a la vida y libertad solo contempla al ser
humano DESEADO, siendo DISCRIMINANDO como en el caso anterior, y autodenominándose
“antiespecistas” porque pretenden a la vez defender a todos los animales, entrando en una
contradicción carente de autoridad moral y gran despropósito, caracterizándose por dar la imagen
de un individuo misántropo deshumanizador, soberbio pedante, relativista moral, subjetivista
hedónico, fanático ideológico, antropocéntrico “autoespecista”, “antinatalista” eugenésico,
bienestarista extremo, seudoecologista intervencionista y desde el paradigma materialista y
filosofías/teorías autodestructivas. O sea, un “vegabortero” que se caracteriza por avalar el
sacrificio de humanos inocentes como forma de trasladar su odio hacia la humanidad (por ende,
por sí mismos), escondiéndose en esa exagerada y, prácticamente, exclusiva “empatía por los
animales”. Recurriendo a la idea de que si alguien no siente entonces se le puede matar cuando
es conveniente y apelando, además, a que es lo mejor para que haya “menos sufrimiento”.
Defienden una creencia caprichosa más que una causa seria, porque no tiene sustento objetivo ni
marco coherente y ni siquiera estratégico. Queda en evidencia, también, su ignorancia y
simplificación sesgada de las cosas. Es triste, y ojalá muchos recapaciten de su error conceptual
y/o práctico para que dejen de llamarse por lo que no son, y se hagan cargo, o que al menos
actúan de manera consecuente con lo que predican hasta el final, como corresponde.

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