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PEDAGOGIA II
Según la neurociencia, se encarga del estudio de cómo se desarrolla el sistema
nervioso, su estructura y lo que hace, esta ciencia ha arrojado un concepto que ha
llamado “Plasticidad cerebral”, se da de 0-5 años en los niños, edad en la que el
infante debe recibir toda clase de estímulos, educación y cuidados para que puedan
sacar todo su potencial el resto de sus vidas. Este estudio ha desmentido que la
teoría que se tenía al respecto que a la primera infancia era un oficio menor, que
los niños más pequeños necesitaban menos formación, es un error muy grande;
por el contrario en esta edad los infantes tienen la las mejores condiciones para su
aprendizaje por lo que se requiere de que los profesores y cuidadores tengan
capacidad y habilidades que brinden un buen desarrollo infantil y que de verdad
les gusten los niños. En esta etapa de “oro” del niño el maestro debe tener la mejor
disposición afectiva para poder relacionarse con los niños. Su pedagogía debe ser
de escucha y sensibilidad para poder comunicarse.
La reflexión sobre la pedagogía debe llevar a que los maestros reconozcan en los
niños capacidades y lenguajes, que se les enseñe lo que les interesa teniendo claro
como aprenden. Los mejor lenguajes de aprendizaje a esta edad es el juego, ya que
ellos pisan rayas, saltan, miran la hormiga, conversan con el otro, jugar es la manera
de estar de los niños y niñas y si no lo comprenden los maestros estamos
desperdiciando un momento valiosísimo. Según Irma Salazar dice “El juego es el
lenguaje de la educación”.
Un docente de primera Infancia debe partir del reconocimiento de los niños y niñas
como sujetos de derechos. Debe permitirles, a través de la ternura, que descubran
y creen el mundo. Que conozcan sus propias vivencias y potencialidades. En este
proceso se debe tener en cuenta que cada niño y niña es diferente, lo que implica
adaptar sus aproximaciones pedagógicas a estas particularidades.
El docente de primera Infancia, debe estar bien preparado ya que no solo va
impartir conocimientos básicos para el preescolar, sino también el compromiso de
afianzar en los niños valores y actitudes necesarios para que puedan vivir y
desarrollar sus potencialidades plenamente, mejorar su calidad de vida, tomar
decisiones fundamentales y continuar aprendiendo.
El docente de primera infancia se enfrenta cada día a una caja de sorpresas: una
sonrisa, el llanto, un logro, un interrogante difícil de responder y mucho más.
En 1917, con la ley 25, se creó el Instituto pedagógico Nacional para Institutoras de
Bogotá, y se reglamentó una sección especial para formar maestras de preescolar.
26 años después con la llegada de la pedagoga alemana Franziska Radker, empezó a
funcionar el instituto y se fundó la Escuela Montessori de Bogotá, la primera
organización dedicada exclusivamente a la formación de educadores infantiles; en
la década de los ochenta se dio inicio a los programas de formación profesional, con
un enfoque que se sustenta en la pedagogía y en el desarrollo infantil. En los
noventa el ministerio de Educación Nacional, mediante el decreto 088 de 1976,
incorporó la educación preescolar al sistema educativo formal colombiano y
finalmente la ley 115 de 1994 estableció como obligatorio el grado de Transición y
definió sus objetivos específicos.
Desarrollo de las competencias en el grado preescolar:
Son capacidades generales que posibilitan los “Haceres”, Saberes” y el “Poder
hacer”, que los niños y niñas manifiestan a lo largo de su desarrollo, las
competencias no se observan directamente, sino por medio de los desempeños y
actuaciones que los niños realizan en situaciones cotidianas.
El papel del educador y el desarrollo de competencias:
Acompañar con intención.
Crear espacios educativos significativos.
Saber observar a los niños en sus desempeños cotidianos (conocer su saber previo).
Propiciar las actividades físicas del niño, brindándole juguetes sencillos.
Promover la reflexión y comprensión, generando situaciones problema que exijan
la movilización de recursos cognitivos.
Buscar la integración de todos los lenguajes expresivos y comunicativos para que el
niño construya su propia capacidad de pensar y de elegir.
Asumir una pedagogía centrada en el placer de aprender, que supere la enseñanza
impuesta.
EL METODO MONTESSORI
El ambiente Montessori:
Es un lugar amplio y abierto, ordenado, estético, simple, real, donde cada elemento
tiene su razón de ser en el desarrollo de los niños, el ambiente es proporcionado a
la medida de los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesa y sillas
donde se sientan los niños individualmente o en grupos. El aula está subdividida en
áreas temáticas donde se exponen los materiales y la bibliografía correspondientes
y permite al niño trabajar en grupo o individualmente, respetando su estilo y ritmo,
cada niño elige su material tomándolo de la estantería, el niño no deben ser
interrumpido, después debe devolver el material a su lugar para que pueda ser
usado por otros, este ambiente promueve la independencia del niño en la
exploración y el proceso de aprendizaje, la Libertad y la autodisciplina cada niño
encuentra actividades que dan respuesta a sus necesidades evolutivas.
El aula Montessori integra niños de tres edades distintas. Menores de 3 años, de 3 –
6 años, de 6 a 9 años, y de 9 a 13 años., lo que promueve la socialización, el respeto
y la solidaridad.
El Niño: para la Dr. Montessori todo educador debe “seguir al niño”. Reconociendo