Sei sulla pagina 1di 5

Reflexiones sobre los problemas sociales en

Colombia. Ensayo
Colombia es un país diseñado para la corrupción, la guerra, la segregación social y la pobreza
extrema. No existe un mecanismo mejor diseñado que el sistema de estado colombiano para que la
democracia sea un instrumento de sometimiento del pueblo, los impuestos sean robados, la
violencia inspire los ideales de progreso, la discriminación se soporte y el abandono de las
poblaciones vulnerables sea una verdad oculta.

Pero Colombia no tiene toda la culpa. Este sistema fue el adoptado por la mayoría de países
latinoamericanos con sus respectivas variaciones, dependiendo de su cultura, sus condiciones
históricas, su contexto económico, sus propias luchas y desafíos. No se trata de buscar culpables o
desafiar la responsabilidad histórica de la destrucción paulatina de un estado al borde del colapso
con la deslegitimación de las instituciones, pero a la vez, el rechazo de un verdadero cambio radical.

Sin duda la problemática no radica en que cambie el otro, o que solo se transforme una dimensión
del establecimiento, sino que se analice de manera plural los efectos que hasta el momento se han
generado en toda la región al punto de tener sensaciones de que es vital un giro dramático para el
mejoramiento en la construcción de una verdadera república, de un verdadero conjunto de
progresos y anhelos.

Las instituciones latinoamericanas tienen un problema serio, en especial las de Colombia, porque
están convencidas de que primero se debe escribir en un papel las condiciones para mejorar,
redactadas por unos pocos, para después salir a decir cómo se debe actuar y qué se debe hacer,
desconociendo la verdadera esencia de un estado democrático.

Pero para saber cómo se debe dar el cambio, no se debe plantear desde las esferas de la élite
política. Al contrario, el cambio debe venir desde las bases sociales: la familia, los colegios, las
universidades, los sindicatos, las industrias, los medios, los banqueros, en fin.

Ahora, ¿En qué consistiría el cambio? ¿Tal vez en el modelo económico o político? ¿Tal vez en el
modelo de estado? La verdad es que eso es accesorio a un cambio social de raíz. El verdadero cambio
se desprende de la posibilidad de que cada uno de nosotros entienda y comprenda las dificultades
de nuestra sociedad, como un todo, y dejemos atrás la idea de que priman los intereses propios, el
deseo de pasar por encima de todos, para lograr un beneficio individual.

Entonces, el debate radica en que es necesario actualmente para llegar a ese ideal que alguna vez
se quiso. Cómo hacer para que ese sentimiento de patria no solamente exista cuando juega la
selección de futbol o gana la corona una reina de belleza o se convoca a elecciones.

Es difícil pero para empezar hay que analizar en que consiste la enfermedad para llegar a establecer
el remedio:
Corrupción
La corrupción era un tema de la vida en la alta sociedad política antes de que llegara el narcotráfico
como negocio ilícito. En la mayor parte del siglo pasado, la gente de aquella época, pensaba que la
política tenía dos caminos: liberal y conservador, y si se era de un lado la corrupción estaba del otro
lado del río. Se defendía con la vida una estructura bipolar que la historia demostró como un juego
de ajedrez en donde se manipulaba al pueblo por medio de una lucha civil inhumana.

Pero el tema de la lucha bipartidista entre liberales y conservadores tuvo dos cambios que no se
esperaban: un golpe de estado y la posterior constitución de una alternación del poder. Desde luego
la lucha por defender un partido perdió el sentido pero quedaban focos de resistencia que cada vez
se hacían más grandes y dominaban más los ideales radicales de extinción del estado. En todo caso,
la sociedad creía que la burocracia era la enferma, y desde luego comenzó a verse una
deslegitimación política de las instituciones.

Pero pasando el tiempo llegó algo que nadie se lo imaginaba, solo los interesados: el narcotráfico.
Un cáncer peor que cualquier otra mafia. Pero el negocio como tal no era lo malo sino la propaganda
facilista que emitía: un joven sin oportunidades, sin estudio, que quiere tener dinero para llevar a
su casa y alimentar a su familia, que desea tener poder y dominar, observa en el negocio de las
drogas como puede lograr sus objetivos sin más requisitos que “creerse un hombre” y no tener
mayor esfuerzo.

Con esto se crea una cultura, un sistema social que se transformó de manera única: desde el hogar,
pasando por los medios de comunicación y las instituciones de educación, hasta las altas
corporaciones estatales, se aceptó el narcotráfico y se generó la cultura de la corrupción en su
máximo esplendor.

La gente ya no creía en que la corrupción era inherente a la clase política, sino que se trasladó al
diario vivir. Se permitió la introducción del “dinero fácil” en cada campo de la sociedad colombiana
y eso trajo como consecuencia varias cosas.

La primera consecuencia, el aumento de la violencia y la victimización de seres inocentes que no


tenían relación con el negocio ni siquiera con la violencia bipartidista. Eso es tal vez lo que más hiere,
el pasado sangriento y continuo presente de hostilidades con civiles sin pecado concebido.

La segunda consecuencia, el cambio en el pensamiento colectivo. La sociedad se comenzó a


enfermar mentalmente en que la mejor solución era estar un paso adelante, ya no pensar en
colectividad (como en la violencia bipartidista) sino ser un estratega de defensa de lo particular y no
de lo social. Por esto por ejemplo hoy se ve que en el sistema de transporte público de la capital se
linche a una señora por una simple silla o que se mate a golpes a un adolecente por robarse un
celular.

La tercera consecuencia es muy particular: la desconfianza de la sociedad en todo el aparato estatal.


De aquí en adelante se propuso el sistema de “palancas”: usted es mi amigo y trabaja en un lugar,
así que me tiene que ayudar, en ese escenario se dice que uno tiene una “palanca” para llegar a su
objetivo particular y que el resto de los que necesitan llegar a ese mismo objetivo no puedan.

Pero sin duda alguna, una consecuencia terrible ha sido seguir aceptando ese modelo de corrupción.
Todos lo aceptamos, porque si no se tiene un mínimo de corrupción o de deshonestidad no se
progresa en Colombia. Así de sencillo. Lamentable es que incluso desde el hogar se lleve esta
dinámica hasta los colegios, de los colegios a las universidades, de allí a las instituciones, de las
instituciones a los hogares y se crea el circulo vicioso.

Educación
Otro problema, y se diría es el más importante, es la educación como eje fundamental de toda
sociedad democrática. El problema es muy complejo de resolver. A raíz de la cultura generada por
el narcotráfico y la corrupción, la educación pasó a ser meramente técnica y jamás se volvió a
instaurar valores sociales o colectivos de manera amplia, esencial e integral.

Pero partamos desde el inicio del problema: la familia. Esto es importante mencionarlo porque el
núcleo de todo ser, en donde se desarrollan los primeros pasos, se crea una conciencia colectiva, se
aprende integralmente es el hogar, no el jardín ni la escuela, mucho menos el colegio o la
universidad. Pero este problema es tan común y visible que seguirnos aceptándolo: el abandono de
los hijos.

Aquí no se va a decir que el hogar está conformado por un hombre y una mujer ni tampoco que las
parejas del mismo sexo tiene derecho a adoptar a un niño, porque la verdad radica en dos puntos:
el primero, las familias actuales no están conformadas por un hombre y una mujer sino por abuelos,
tíos, primos, madres solteras, padres solteros, etc.; y segundo, el niño es quien tiene el derecho a
una familia, no los adultos a adoptar a un niño como a una mascota.

Pero hasta aquí no he dicho la esencia del caos familiar en Colombia, y es un círculo vicioso. En el
inicio tenemos un padre y una madre que naturalmente han procreado a sus hijos, pero las
condiciones económicas y sociales presionan para que los padres se dediquen en tiempo exclusivo
a trabajar y olviden así el deber que les asiste con sus descendientes. Los niños en cierto punto se
convierten en adolescentes, y tienen a explorar el mundo que se les presenta: drogas, sexualidad,
culturas urbanas, videojuegos, etc. ¿Dónde están los padres? Trabajando y en el mejor de los casos
se los encargan a los abuelos, personas en la mayoría de casos de avanzada edad que son permisivos
o incluso no tienen el mismo cuidado de un padre o una madre.

Además los medios de comunicación no colaboran en nada a la educación, por el contrario,


agrandan el problema con contenidos que si bien reflejan la realidad social en el país no tienen como
fin exponer la situación sino dar entretenimiento a una población en particular, ese es su negocio,
pero si en horario prime time se emite la serie “Escobar: El Patrón del Mal” como entretenimiento,
en donde el protagonista se la pasa gozando la vida y teniendo excesos, eso manipula al ser, incluso
es denominado por expertos como “control de masas”.

Un adolescente que quiere experimentar, con la capacidad de ver este tipo de contenidos se impulsa
para materializar lo que observa. Aquí resultan casos estremecedores producto del abandono de la
familia: consumo de drogas o sustancias sicotrópicas (incluido el alcohol), el acercamiento a bandas
delincuenciales o la introducción a delitos menores, la presencia de personas que pueden hacerle
daño en cuanto a su integridad física y sexual o llegar a un embarazo no deseado.

Este es el meollo del asunto, muchos adolescentes carecen por completo del acompañamiento de
sus padres y eso genera que cometan errores serios que agreden la calidad de una sociedad.
Sencillamente un joven que cae en la drogadicción, es violado o violada o queda en embarazo, tiene
altas probabilidades de volverse una carga para la sociedad y resultar en situaciones de
vulnerabilidad al punto de ingresar a la lista de presos, mujeres con antecedentes de aborto o con
enfermedades de transmisión sexual, personas de la calle, o en la pobreza extrema, incluso en la
prostitución.

El punto más grave de todo esto, es que los hijos no deseados o abandonados van a tender a seguir
estas situaciones, produciendo un círculo vicioso sin fin.

Pero no en todos los casos es por el abandono de los padres por cuestiones económicas al tener
que trabajar. También se observa el caso de un aumento considerable en las estadísticas de
abandono del hogar por parte de uno de los cónyuges, en especial el hombre. En este caso, el eje
temático radica en el machismo.

La sociedad entera, no solo la colombiana, esta llenándose de prejuicios sociales: el gordo, el feo, el
afroamericano, el homosexual, ser mujer, etc., pero a la vez mantiene una tendencia a exaltar cosas
que son fuera de contexto: si eres delgado, hermoso, blanco, heterosexual, hombre. ¿Qué relación
tiene los prejuicios sociales con el abandono del hogar? Sencillo “un hombre que tiene varias
mujeres es el putas y una mujer que tiene varios hombre es una puta”. Lo anterior para graficar que
de manera fáctica se ha facultado al hombre a dejar en embarazo a cuanta mujer encuentre de una
manera irresponsable y destruya un hogar e igualmente se deja a la mujer la máxima libertad de
tener a cualquiera por su cama, destruyendo de la misma manera el hogar.

Es más, el hogar como hoy se concibe con el matrimonio como un encierro eterno de sufrimiento y
angustia. En muchos casos el matrimonio es producto de un hijo no deseado, obligación con la
familia o sencillamente un capricho espontaneo y para eso no está diseñado el matrimonio. Ese rito,
en principio es para compartir con una persona y crear un familia solidad que en lo posible perdure
en el tiempo y la excepción es la separación; pero esto está al revés, la excepción es encontrar un
matrimonio sólido.

Ahora trasladando lo anterior al contexto escolar o académico, es un boom. Se cree que la


responsabilidad del colegio es educar al adolescente y eso no es así. La educación es responsabilidad
de la familia; la escuela, el colegio, la universidad solo son guías técnicas de apropiación de
conocimientos que la humanidad ha tenido desde siempre pero una institución no es la responsable
de enseñarle al individuo que existen peligros o que la vida es dura y se debe pensar antes de actuar.
Eso en razón a que a un profesor le queda imposible inculcar en cada uno de sus cuarenta
estudiantes por hora los valores esenciales, así sea un docente de ética y religión o filosofía.

Sin embargo, no se puede negar que las instituciones educativas tienen errores inmensos en los
procesos de aprendizaje. Un docente no puede simplemente seguir dictando lo que se dictaba hace
cincuenta años, o aunque sea no en la misma forma. Basta no más con analizar los resultados de las
pruebas PISA o sencillamente realizarle un examen de ortografía a un alumno de último grado: es
algo espantoso. Ahí algo está mal, algo toca cambiar y debería ser la forma de apropiación del
conocimiento, en la metodología, porque la verdad la que se utiliza actualmente no dista mucho del
mito de la caverna de platón.

Modelo de estado
Entre corrupción y modelo de estado, la primera es la génesis del segundo. Este modelo colombiano
es legitimado por vía democrática pero por manipulación de la clase dirigente. Analizando cada
rama del poder ejecutivo encontramos:
Un poder legislativo bicameral, que no debería tener dos cámaras y tantos congresistas. Es bien
sabido que los mecanismos de ambas cámaras son idénticos y su estructura similar. Un Congreso
unicameral es válido y tendría mayor legitimidad, porque a ciencia cierta nadie sabe el nombre de
todos los congresistas ni su pasado.

Un poder ejecutivo de clientelismo tan notorio que no es necesario explicarlo con palabras técnicas:
se pagan favores políticos con más burocracia y más presupuesto para los contratistas. Además la
manipulación de empresarios, compañías trasnacionales, potencias extranjeras e incluso grupos al
margen de la ley es tan evidente que no se puede negar. Tener un presidencialismo tan pronunciado
es malo para el pueblo, porque el titular parece un monarca, y bueno para la corrupción.

Un poder judicial bastante ineficiente, también salpicado por la corrupción, es entre todos el que
más ayuda le ha dado a esta sociedad, en especial la Corte Constitucional. Pero el esquema se debe
mejorar, los despachos judiciales están llenos de procesos porque la sociedad cree que todo
problema debe ser solucionado por ese medio y no buscan acuerdos alternativos.

En cuanto a la administración del territorio, funciona de una manera chambona, a medias y sin
muchos éxitos a excepción de Bogotá, Medellín y Barranquilla. Pero la regla general es que el poder
tan centralizado en una capital genera desbalance social, los departamentos del sur del país están
en máxima vulnerabilidad por el abandono estatal y las fronteras son cambuches de grupos
insurgentes.

La solución
Frente a lo expuesto, la solución inicia en cada uno de nosotros, los demás jamás cambiarán si no
empezamos por casa. Pero frente al sistema tenemos mecanismos para cambiar. Una Constitución
Política como deseo que aún no se ha cumplido, con mecanismos de participación política
inmejorables; un conjunto de instituciones públicas y privadas sin ánimo de lucro que se esfuerzan
por mejorar las condiciones de vida y dar apoyo a las personas más vulnerables; un sistema amplio
pero deficiente de educación que los docentes tienen para mejorar de la mano de los padres de
familia; pero ante todo, el cambio de mentalidad, la superación a nosotros mismos y la búsqueda
del bienestar común antes de los intereses particulares.

Potrebbero piacerti anche