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IMPERIO BIZANTINO

El imperio bizantino, conocido también por “Bizancio o


de Imperio romano de Oriente” ha sido uno de los más
importantes e interesantes de la historia.
Los orígenes de la gran civilización conocida como el Imperio
Bizantino se remontan al año 330 d.C. cuando el emperador
romano Constantino I fundó Constantinopla, una “nueva
Roma” en el sitio de la antigua colonia griega de
Bizancio. Aunque la mitad occidental del imperio romano se
derrumbó y cayó en el año 476, el Imperio Romano de Oriente
le sobrevivió por 1.000 años más.
El término “bizantino” se deriva de Bizancio, una antigua
colonia griega fundada por un hombre llamado Byzas. Esta
población estaba situada en el lado europeo del Bósforo (el
estrecho que une el Mar Negro con el Mediterráneo). Una
ubicación estratégica como punto de tránsito y de comercio
entre Europa y Asia Menor.

RELIGION EN EL IMPERIO BIZANTINO

La religión estaba muy presente en la vida diaria bizantina. A


lo largo de la existencia del Imperio cabe destacar dos
acontecimientos relativos a la religión que afectaron a la vida
civil y perduraron en el tiempo. Cronológicamente, estos
acontecimientos fueron:
LAS LUCHAS ICONOCLASTAS (730-842)
Durante varios periodos en estos años hubo prohibición
expresa de los Emperadores de representar ningún tipo de
imagen religiosa. Esta prohibición se basaba en los preceptos
Bíblicos en los que Dios recomienda a Moisés que no tuviera
imágenes o ídolos para evitar adorar al objeto y no a su
representación. Hubo quién defendió la representación de
imágenes religiosas debido a que era la única forma que tenían
los analfabetos de conocer las Historias Sagradas. Las luchas
entre ambos ocasionó la represión religiosa y en parte la
destrucción del patrimonio pictórico. Finalmente esta
prohibición se levantó en el año 843.
EL CISMA DE ORIENTE (1054)
El cisma de Oriente es la separación del Cristianismo en dos
bloques que luchaban por la primacía en la Iglesia. Lo que en
un principio fue una mutua excomunión entre el Papa de Roma
y el Patriarca de Constantinopla, acabó separando a la iglesia
en dos líneas teológicas y doctrinales diferenciadas que ha
llegado a la actualidad.
LA CAIDA DEL IMPERIO BIZANTINO
La desaparición del Imperio Bizantino se produjo con la caída
de Constantinopla en poder de los turcos otomanos, en 1453.
Sin embargo, la desaparición del estado bizantino no acabó
con los sentimientos nacionalistas del pueblo, ya que los
actuales habitantes de Grecia se consideran herederos de la
tradición bizantinos.
LOS FUNDAMENTOS DE LA CIVILIZACION
BIZANTINA

LO HELENISTICO: esto es, el helenismo parcialmente


orientalizado, que se había extendido por gran parte del
mundo Mediterráneo tras las conquistas de Alejandro Magno.
Tan importante es este pasado que el cronista Miguel el Sirio
(s. XII) dirá que el Imperio de Constantinopla, que para él
comienza con el reinado de Tiberio a fines del siglo VI, es el
Segundo Imperio griego, continuación del primero,
identificado con los antiguos reinos helenísticos.
LO ROMANO: ya que el Imperio de Bizancio es la
continuación del Imperio Romano, y a éste debe gran parte
de su organización política, administrativa, militar y financiera.
Los bizantinos siempre se llamarán a sí mismos "romanos" -el
término "heleno", hasta el siglo X, es sinónimo de "pagano"-,
y el emperador será el "Basileus ton Romeion", es decir,
"emperador de los romanos". Tales denominaciones se
seguirán empleando aun en aquellas épocas en que
el dominio del griego es total.
EL CRISTIANISMO: sin el cual es imposible comprender el
espíritu bizantino. La religión se vivía entonces con una
intensidad y un misticismo prácticamente incomprensibles
actualmente, lo que explica muchos rasgos de la Civilización
Bizantina que parecen chocantes hoy en día a una
humanidad que ha confinado a un rincón marginal de su
existencia la experiencia de lo sagrado. Bizancio, y esto
constituye su genio, según Dionisios Zakythinós, supo llevar a
cabo una síntesis entre lo helenístico, lo romano y lo cristiano;
ello, por ejemplo, moderó las formas despóticas y absolutistas
propias del Oriente. Este helenismo cristianizado se tornará
cada vez más "bizantino". Lo cristiano estará siempre
presente; en cuanto a los otros dos factores, predominará uno
u otro según el período que se estudie.

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