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DICCIONARIO
DE
TEOLOGÍA DOGMÁTICA
2 +1010
DIRECTOR DE LA PUBLICACIÓN
WOLFGANG BEINERT
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1990
BIBL10TECA - TEOLOGL(
Resurrección de los muertos
]OSEF fINKENZELLER
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cristo, llega a través del Espíritu Santo y desarrolla su eficacia salvífica
cuando el hombre la acepta y recibe con fe. I
1) La Sagrada Escritura es la consignación por escrito de la experiencia
de que Dios, en sí escondido (Is 45,15), se ha manifestado en la historia de
Israel y de la primera generación cristiana muchas veces y de múltiples
maneras y últimamente y de manera definitiva e insuperable en Jesús de
Nazaret (Heb l,ls), que es su imagen (su icono: 2Cor 4,4; Col 1,15).
Es verdad que el AT no ha desarrollado un concepto propio de revela
ción, pero sí conoce diversas categorías con las que expresa esa realidad. La
acción reveladora de Dios se manifiesta sobre todo: a) en experiencias inter
nas de Dios (audiciones, visiones, oráculos, sueños; por ej., Núm 22-24; Is
1,1; 6,1-13; lSam 10,17-27; Gén 20,6); b) en experiencias históricas que se
incluyen conceptualmente en los esquemas de promesa-cumplimiento, es
clavitud-libertad, desgracia-redención (cf. Dt 26,5-9), y que alcanzan al
gunos puntos culminantes en la vocación de Abraham antes de la consti
tución del pueblo de lsr�el, la de Moisés en la formación del mismo y la de
los profetas en su afianzamiento; e) en la experiencia de la palabra de Dios
que se da a conocer como Dios de los hombres y de su pueblo ( Éx 6,7; 8,6;
9,14.29; Ez 7,9; 21,10, etc.); d) en la experiencia de la alianza, por la que
Israel se convierte desde el comienzo en el pueblo especial de Dios (Gén
17,1-14).
El contenido de esa múltiple revelación es sobre todo el de Yahveh corno
el Dios de Israel (Dt 6,4), Señor de la historia (Éx 3,6; Os 12,10; 13,4),
creador del mundo (Sal 104), que es persona (Éx 3,6-17; 20,2) y el iniciador
de la alianza (Gén 17). Por parte del hombre es fundamental el conocimien
to de la gloria (kabod) de Dios (Is 6,3; Sal 19,2; 72; 97; Is 42,8), que llama al
amor (Dt 6,5) y a la lealtad de Dios, que dará su consumación a la historia
como el que ha de venir (Is 25,6-8; 52,7-1O). La historia se concibe como el
lugar de la proclamación de la voluntad divina y también como el lugar de la
decisión creyente a favor suyo.
El NT proclama que la autocomunicación de Dios, iniciada en el AT, ha
llegado a su remate definitivo en Jesús como el Cristo, habiendo así pronun
ciado Dios la palabra definitiva para la comprensión y realización de la
existencia humana. Al igual que en el AT, en el NT se refieren distintos
fenómenos extraordinarios que tienen a Dios como autor y que iluminan
sus designios, como son los sueños (Mt 1,20; 2,12), las visiones (Mt 17,1-9;
Act 7,55s), los milagros (Mt 11,2-6; 12,28; Jn 2,11) y, sobre todo, las apari
ciones pas�uales (Me 16,9-20; Mt 28,9s.16-20; Le 24,13; Jn 20-21). Pero
todos esos fenómenos se refieren a Jesús, cuya predicación del reino de Dios
tiene a su vez carácter de revelación Qn 17,6.26), porque sólo él conoce al
Padre (Mt 11,27), de manera que quien le ve a él ve también al Padre (Jn
14,9). Jesús es a la vez el revelador y la revelación (cf. Jn 8,12; 11,25;. 14,6), el
cumplimiento de todas las promesas del AT (interpretación neotestamen
taria de la pasión de Jesús) y la fuente de la salvación para la nueva alianza
(Act 2,14-36). Es sobre todo Pablo el que da una explicación teológica de
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