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DICCIONARIO
DE
TEOLOGÍA DOGMÁTICA
2 +1010
DIRECTOR DE LA PUBLICACIÓN

WOLFGANG BEINERT

BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1990

BIBL10TECA - TEOLOGL(
Resurrección de los muertos

DS 684). En el mismo sentido dice el concilio IV de Letrán (1215) en contra


de los cátaros que todos los hombres resucitarán con su propio cuerpo que
ahora tienen (Dz 429, DS 801). En la condena de esas resoluciones eclesiás­
ticas es necesario distinguir entre la afirmación objetiva de la identidad del
cuerpo muerto y del cuerpo resucitado y la teoría filosófica y teológica que
sostiene esa afirmación. En la lucha contra la interpretación espiritualista de
la salvación se acentúa la identidad de ambos cuerpos de una forma a me­
nudo exagerada.
4) Desde la perspectiva ecuménica la resurrección de los muertos no
tiene ningún papel especial, ya que las grandes Iglesias no católicas man­
tienen la tradición inequívoca al respecto.
5) La cuestión planteada en la edad media acerca de la identidad entre
cuerpo muerto y cuerpo resucitado no se plantea hoy de la misma manera:
está claro que ya el cuerpo terreno está sujeto a un cambio permanente
respecto de su materialidad; la identidad sólo viene dada por la persona que
posee el cuerpo, o que es ese cuerpo. Así, la resurrección del cuerpo signi­
fica que todo el hombre se reencontrará en Dios con su historia viva. En la
teología contemporánea se discute si la resurrección de los muertos ha de
entenderse sólo como un acontecimiento del último día o si se realiza en la
muerte de cada uno. Con esto enlaza la cuestión del estado intermedio. En
el debate ha intervenido la Congregación para la Doctrina de la fe explican­
do que la aparición de Cristo en gloria hay que diferenciarla de la situación
del hombre inmediatamente después de la muerte y que la glorificación
corporal de María es un privilegio otorgado exclusivamente a ella (Carta
sobre algunas cuestiones referentes a la escatología, del 17 de mayo de 1979;
texto cast. en «Ecclesia» 39 [1979) 937-938).

Bibliografía. G. GRESHAKE, Auferstehung der Toten. Ein Beitrag zur gegenwar­


tigen theologischen Diskussion über die Zukunft 0der Geschichte, Essen 1969;
P.HOFFMANN, Die Toten in Christus. Eine religionsgeschichtliche und exegetische
Untersuchung zur paulinischen Eschatologie, M ü nster 31979; G. GRESHAKE,
G. LOHFINK, Naherwartung, Auferstehung, Unsterblichkeit, Friburgo de Brisg.
51986.

]OSEF fINKENZELLER

REVELACIÓN. � Dogma y declaración dogmática, � fe, � historia e


historicidad, � Iglesia, � magisterio eclesiástico, � misterio de fe, �
teología, � teología dogmática, � tradición.\ En lenguaje popular «revela­
ción» es la experiencia inesperada de un acontecimiento importante; para la
ciencia de las religiones es la manifestación o intervención de lo.divino en el
mundo; y para la teología cristiana es la autocomunicación radical y total de
Dios como el misterio absoluto, la cual se realiza en la historia a través de
palabras, acciones y acontecimientos que alcanzan su culminación en Jesú-

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cristo, llega a través del Espíritu Santo y desarrolla su eficacia salvífica
cuando el hombre la acepta y recibe con fe. I
1) La Sagrada Escritura es la consignación por escrito de la experiencia
de que Dios, en sí escondido (Is 45,15), se ha manifestado en la historia de
Israel y de la primera generación cristiana muchas veces y de múltiples
maneras y últimamente y de manera definitiva e insuperable en Jesús de
Nazaret (Heb l,ls), que es su imagen (su icono: 2Cor 4,4; Col 1,15).
Es verdad que el AT no ha desarrollado un concepto propio de revela­
ción, pero sí conoce diversas categorías con las que expresa esa realidad. La
acción reveladora de Dios se manifiesta sobre todo: a) en experiencias inter­
nas de Dios (audiciones, visiones, oráculos, sueños; por ej., Núm 22-24; Is
1,1; 6,1-13; lSam 10,17-27; Gén 20,6); b) en experiencias históricas que se
incluyen conceptualmente en los esquemas de promesa-cumplimiento, es­
clavitud-libertad, desgracia-redención (cf. Dt 26,5-9), y que alcanzan al­
gunos puntos culminantes en la vocación de Abraham antes de la consti­
tución del pueblo de lsr�el, la de Moisés en la formación del mismo y la de
los profetas en su afianzamiento; e) en la experiencia de la palabra de Dios
que se da a conocer como Dios de los hombres y de su pueblo ( Éx 6,7; 8,6;
9,14.29; Ez 7,9; 21,10, etc.); d) en la experiencia de la alianza, por la que
Israel se convierte desde el comienzo en el pueblo especial de Dios (Gén
17,1-14).
El contenido de esa múltiple revelación es sobre todo el de Yahveh corno
el Dios de Israel (Dt 6,4), Señor de la historia (Éx 3,6; Os 12,10; 13,4),
creador del mundo (Sal 104), que es persona (Éx 3,6-17; 20,2) y el iniciador
de la alianza (Gén 17). Por parte del hombre es fundamental el conocimien­
to de la gloria (kabod) de Dios (Is 6,3; Sal 19,2; 72; 97; Is 42,8), que llama al
amor (Dt 6,5) y a la lealtad de Dios, que dará su consumación a la historia
como el que ha de venir (Is 25,6-8; 52,7-1O). La historia se concibe como el
lugar de la proclamación de la voluntad divina y también como el lugar de la
decisión creyente a favor suyo.
El NT proclama que la autocomunicación de Dios, iniciada en el AT, ha
llegado a su remate definitivo en Jesús como el Cristo, habiendo así pronun­
ciado Dios la palabra definitiva para la comprensión y realización de la
existencia humana. Al igual que en el AT, en el NT se refieren distintos
fenómenos extraordinarios que tienen a Dios como autor y que iluminan
sus designios, como son los sueños (Mt 1,20; 2,12), las visiones (Mt 17,1-9;
Act 7,55s), los milagros (Mt 11,2-6; 12,28; Jn 2,11) y, sobre todo, las apari­
ciones pas�uales (Me 16,9-20; Mt 28,9s.16-20; Le 24,13; Jn 20-21). Pero
todos esos fenómenos se refieren a Jesús, cuya predicación del reino de Dios
tiene a su vez carácter de revelación Qn 17,6.26), porque sólo él conoce al
Padre (Mt 11,27), de manera que quien le ve a él ve también al Padre (Jn
14,9). Jesús es a la vez el revelador y la revelación (cf. Jn 8,12; 11,25;. 14,6), el
cumplimiento de todas las promesas del AT (interpretación neotestamen­
taria de la pasión de Jesús) y la fuente de la salvación para la nueva alianza
(Act 2,14-36). Es sobre todo Pablo el que da una explicación teológica de

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Revelación

esa experiencia: Cristo es el contenido de la revelación divina (Rom 3,21-23;


Gál 1,16; Ef 3,4s; lTim 3,16), su compendio (Rom 3,25; 16,25s; lCor
15,28; Ef 1,10; 3,9-11; Flp 2,6-11; Col 1,15-20) y su consumación (2Cor
1,20; Ef 3,6), a la vez que constituye la manifestación del amor divino (Rom
8,31-39; Jn 1,1-5; lJn 4,9.16) y el comienzo de la justificación del hombre
(Rom 1,16-18; 3,21-24). Jn destaca especialmente la revelación de la gloria
de Dios por Jesucristo Qn 1,14; 2,11; cf. también, sin embargo, Le 2,9-14;
9,32; 24,26). Incluso se le muestra como el Yahveh que aún ha de venir (Tit
2,13).
Conectando con las indicaciones del AT Ql 3, 1-5), el NT hace hincapié
en que la revelación de Dios la realiza el Espíritu de Dios (Act 2,14-21;
lCor 2,9s; cf. Jn 14,26; 16,13). En la Iglesia, los creyentes tienen que reali­
zar la tarea de testimoniar y transmitir esa revelación (Act 10,41; 1 Cor 9, 1;
Gál 1,15s; lJn 1,1). La concentración de la experiencia reveladora en Jesús y
en sus relaciones con el Padre y el Espíritu Santo se refleja en las confesiones
·en las que se le identifica con Dios (cf. Mt 1,23; Jn 1,1-18; Col 1,25-27; Ap
19,11-16); en unión con las referencias al Espíritu Santo se deriva una re­
velación esencialmente nueva que descubre la esencia trinitaria de Dios.
2) En el curso de la historia de la teología tres han sido fundamentalmen­
te los modelos de revelación que se ha desarrollado: a) El modelo epifánico,
preparado por la Sagrada Escritura y elaborado ya en la Iglesia antigua;
según él, Dios se muestra en la historia como juez y donador de la gracia.
Todo el acontecimiento salvífico se concibe como una actualización de la
automanifestación de Dios, que ha culminado esencialmente en Cristo. De
ahí que hasta el concilio de Trento se utilizasen términos de la revelación
(revelare, inspirare) también para la interpretación de los escritos de los
santos padres, de los concilios y cánones. La concentración en la estructura
conceptual de los contenidos de la revelación (los dogmas) fomenta b) el
modelo teórico e instructivo, que la escolástica elabora y que celebrará su
triunfo en el siglo XIX. La revelación es aquí un proceso concebido de una
manera actual en el que Dios comunica de forma extraordinaria determina­
das verdades, que pueden articularse como .axiomas o principios que la
razón no puede conocer de otro modo. A esa comunicación intelectual de la
salvación corresponde la fe como acto de sumisión intelectual.
Con esta idea intenta la teología católica dar respuesta al reto del pensa­
miento contemporáneo. Éste había negado la revelación histórica, bien por­
que rechazaba cualquier actividad de Dios relacionada con el mundo despla­
zándola más allá de la creación (deísmo), bien ·porque consideraba reconoci­
bles por la razón las actividades todas de Dios (ilustración), bien porque se
estimaba que sólo los fenómenos que pueden captar los sentidos son los
accesibles al hombre (empirismo, racionalismo). Por todo ello la idea de una
revelación divina se tiene como una estrategia de inmunización conserva­
dora y como una insinuación y aliento hacia la autonomía de la razón
humana. B. Spinoza. G.E. Lessing, l. Kant, D. Diderot son los protagonis­
tas defensores de tales tesis.

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Revelación

Como reacción extrema a todo esto surgieron los movimientos del


irracionalismo, que sólo veía en la revelación una vivencia sentimental
(F. Schleiermacher, R. Otto), y del � fideísmo y del � tradicionalismo,
para los cuales la razón humana no puede conocer en modo alguno sin la
revelación las verdades éticas y religiosas, por lo que al principio debió de
darse una revelación primitiva (H.F.R. de Lamennais, L.E.M. Bautain,
A. Bonnetty). Una posición intermedia es la que intentó el semirracionalismo,
para el que la revelación, una vez realizada, puede ser conocida plenamente
por la razón (A. Günther, J. Frohschammer). La teología católica opuso el
tratado de teología fundamental sobre la revelación reclamándose a las ideas
de la escolástica. Distingue una revelación natural(= conocimiento de Dios
por la razón apoyándose en la realidad creada) y una revelación sobrenatu­
ral. Esta última descansa en la autorid;id infalible del Dios que comunica las
verdades (auctoritas Dei loquentis, qui nec fallere nec fallí potest), se acredita
por los milagros y conduce al conocimiento de muchas verdades, consigna­
das en la Escritura y en la tradición y expuestas infaliblemente por la Iglesia
como autoridad inmediata para los hombres. La revelación se convierte así
en el contenido de la doctrina eclesiástica, el cual se le impone al hombre
desde fuera por vía de autoridad (concepto extrínseco de la revelación).
Después de que en el Vaticano I(� n.º 3) quedase más o menos sanciona­
do ese concepto de la revelación, a comienzos del siglo XX la teología hubo
de replantearse el problema por cuanto que el modernismo contraponía a
esa idea extrínseca de la revelación una articulación de la necesidad religio­
sa inmanente en el sujeto (inmanentismo psicológico). Ya J.A. Mohler,
S. Drey, M.J. Scheeben y J.H. Newman habían destacado el carácter miste­
rioso y dinámico de la revelación; con su «método de la inmanencia»,
M. Blondel intentó un planteamiento nuevo a medio camino entre neoes­
colástica y modernismo(el conocimiento de la revelación tiene ciertamente
que venir impulsado desde fuera, pero es una posibilidad de la razón).
Surge así c) el modelo teórico-comunicativo, para el cual la revelación es
la autocomunicación histórica de Dios a los hombres, por la que se hace
presente la realidad redentora y liberadora de Dios y gracias a la cual los
hombres son conducidos a la comunión salvífica con Dios y con sus se­
mejantes. Como la revelación es comunicación, tiene que poder explicarse a
la razón que pregunta por ella. Por lo mismo, revelación y razón no son
realidades opuestas. En el desarrollo de esta manera de ver la revelación
tuvieron un papel esencial R. Guardini(introducción de la categoría perso­
nalista), H.U. von Balthasar(la revelación como supuesto de cualquier pen­
samiento teístico) y K. Rahner(la revelación como objetivación de la auto­
comunicación gratuita y gratificante de Dios), así como la nouvelle théo­
logie (que hace hincapié en la historicidad de la revelación). Este nuevo
modelo lo recogió el Vaticano n (� n.º 3). Al presente hay determinados
elementos del concepto de revelación que actúan como cimiento de nuevos
proyectos teológicos (la promesa en la teología de la esperanza, la liberación
en la teología homónima, la historicidad en la teología procesal).

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Revelación

3) El concepto de revelación sólo en los tiempos modernos ha merecido


la atención del magisterio, que se ha apoyado en los datos de la historia de la
teología. Eso ocurre por vez primera y en forma extensa en el Vaticano I
(Dz 1785-1788, 1806-1809; DS 3004-3007, 3026-3029). En contra de las
concepciones racionalistas enseña solemnemente el carácter sobrenatural e
indebido de la revelación sobrenatural y la subordinación de la razón, y
frente a las tendencias irracionalistas se destaca la posibilidad que tiene la
razón de conocer y decidir de cara a la revelación. En las exposiciones
positivas se recoge el modelo teórico-instructivo. Se destaca a la vez que la
revelación está concluida y que la Iglesia ha de transmitirla sin cambios (Dz
1836, DS 3070).
El Vaticano II ofrecerá más tarde la primera exposición completa de una
teología de la revelación por parte de un concilio(DV). En vez de la concep­
ción intelectualista del Vaticano I entra ahora una concepción personal y
soteriológica al amparo del modelo teórico-comunicativo: la revelación es
ún acontecimiento en el encuentro de Dios con el hombre, en el cual el Dios
trino es sujeto, contenido y meta. Es una realidad que comprende palabras y
acciones, obras y doctrinas, el conocimiento y la voluntad, todo ello con
una estructura sacramental, ya que las palabras explican las obras de Dios.
Cierto que en Cristo ha llegado a su conclusión y cierre, pero el aconteci­
miento cristológico se prolonga en la vida, ensei).anza y culto de la Iglesia.
Con ello la revelación adquiere una orientación escatológica.
En su conjunto, la revelación es la comunicación real que Dios hace de
sí mismo y que afecta al hombre en su existencia total como asociado de
Dios: la revelación no es algo que de otro modo no podría saberse, sino la
salvación.
4) R �vel�ción es una común categoría cristiana y un denominador co­
mún de la propia concepción cristiana, el lugar común de comprensión para
todos los cristianos. De ahí que no existan diferencias fundamentales entre
las teologías cristianas. En la ortodoxia se ha visto la revelación natural en la
naturaleza, la historia y la conciencia como un concepto vasto, del que la
revelación sobrenatural de la Sagrada Escritura es un caso especial. Al lado
de esta revelación objetiva o externa, que ya está cerrada, se da la interna(la
visión de gracia) que todavía no ha llegado a su fin. La transmisión de la
revelación exterior se da en la Iglesia por escrito y de palabra (tradición,
padres de la Iglesia).
En el protestantismo se hace hincapié desde el comienzo en el elemento
personal de la revelación, que desde Lutero se entiende como la irrupción de
Dios a través de la cerrazón pecaminosa del hombre y que se realiza a través
de la - ley (revelación de la condición pecadora del hombre y de su conde­
na por Dios) y del evangelio (revelación de la gracia y del perdón divinos).
Mientras que para la teología liberal del siglo XIX la revelación se convierte
en ei ideal que capacita al hombre para satisfacer los anhelos de su natura­
leza espiritual, la teología del siglo XX acentúa la importancia dogmática de
la revelación como principio de conocimiento (K. Barth), como apertura de

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Revelación

sentido de la historia (W. Pannenberg) y como provocación de la decisión


existencial del hombre (R. Bultmann).
5) El debate de los tiempos modernos ha demostrado que la revelación
es un concepto teológico básico y transcendental, por el que lo cristiano se
distingue de lo no cristiano, a la vez que se define de manera más precisa.
Eso quiere decir que la revelación es la realidad en la que se decide ante todo
la toma de posición del cristianismo frente a las religiones (concepción
exclusiva de la revelación: no hay rasgos comunes; concepción inclusiva de
la misma: una vida ética, orientada conforme a la razón y la conciencia, es ya
una vida cristiana; concepción historicosalvífica de la revelación: el plan
salvador, que se inicia en la creación, lo lleva Dios a su cumplimiento en el
cristianismo pasando por las religiones) y en la revelación se fundan y re­
gularizan las estructuras eclesiásticas, la predicación y los contenidos de la
doctrina cristiana a la vez que su interpretación teológica. De ahí que en la
dogmática sea la revelación el principio epistemológico fundamental. Por
una parte, y debido a su vinculación con un acontecimiento histórico con
pretensiones de valor universal y absoluto (autocomunicación trinitaria de
Dios en la historia), la revelación requiere una exposición permanente para

LA REVELACIÓN COMO PRINCIPIO TEOLÓGICO


DE CONOCIMIENTO

Objeto Revelación sobrenatural

Condición de Carácter esencialmente inaccesible de Dios y esp1-


posibilidad ritualidad del hombre
Motivo Acto amoroso y libre de Dios
Realización De palabra y de obra en el marco de la alianza con los
hombres; su culminación es el acontecimiento de
Cristo
Destinatario El hombre libre que se transciende a sí mismo
Recepción La fe
Importancia dogmática Regla hermenéutica fundamental de todo conoc1-
miento teológico
Ámbito a) Las verdades que, o bien son indispensables para la
comprensión de la fe (praeambula fidei), o bien
afectan directamente a la fe y vida cristiana (res
fidei vel morum).
b) Acontecimientos históricos con una significación
teológica lfacta dogmatica)
Comunicación a) Directa o indirecta, según la intención.
b) Desde el punto de vista de la expresividad: formal
(explícita), inclusiva (implícita) o virtual (que sólo
se deduce teológicamente)

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Revelación

imponer esas pretensiones. Eso ocurre concretamente en la Iglesia, que no


sólo es la destinataria sino también la proclamadora de la revelación a través
de la Escritura, la tradición, el magisterio, el sentido creyente de los fieles
y la teología. Por otra parte, la Iglesia está siempre obligada con todos sus
elementos y componentes a la exigencia de la revelación, de tal modo que
ésta se convierte en la instancia crítica oficial. Esa vinculación se manifiesta
en el razonamiento acerca del cierre de la revelación con la generación
apostólica: por ser Cristo la autoafirmación definitiva e insuperable de Dios
no puede ya darse ninguna nueva revelación posterior, pública y constituti­
va; por ello, las revelaciones privadas nunca son vinculantes (DV 4); la
Iglesia tiene que conservar fielmente el tesoro de la revelación (depositum
fidei). Sin embargo, y dada la necesidad de exposición, el proceso de la
proclama y apropiación de la revelación a través de toda la historia penetra
en el contexto de las experiencias humanas y humanitarias. La teología
dogmática analiza especialmente la revelación como palabra de Dios, que
llega libremente y, por tanto, dentro de unas concreciones históricas; es
ope'radora de salvación, por lo que no se queda en mera doctrina, sino que
es vida; posee una estructura sacramental, por la que se muestra como
palabra salvífica en las obras de Dios, mientras que el acto lo interpreta la
palabra como obra salvífica; finalmente, esa palabra es también una exposi­
ción crítica de la realidad que hace valer la exigencia de Dios. Por todo ello
la revelación se da siempre que Dios actúa en la historia, y ocurre por lo
mismo también como «revelación natural» en la realidad creada, aunque esa
revelación sólo se conoce plenamente como «sobrenatural» por la gracia de
Dios.

Bibliografía. a) A. DULLES, Was ist Offenbarung?, Friburgo de Brisgovia 1970;


b) P. EICHER, Offenbarung. Prinzip neuzeitlicher Theologie, Munich 1977; e)
W. KERN, H.j. POTIMEYER, M. SECKLER, Handbuch der Fundamenta/theo/ogie, Il:
Traktat Offenbarung, Friburgo de Brisgovia 1985.

WOLFGANG BEINERT

REVELACIÓN PRIMITIVA.-+ Tradicionalismo.Se trata de un tema de


teología especulativa, según el cual el hombre primero en el-+ estado origi­
nario, y por tanto antes del «pecado original», habría recibido del creador
un conocimiento especial ético y religioso. Entre los contenidos de la re­
velación primitiva se mencionan, por lo general, los que se dicen explícita­
mente en Gén 1-3: conciencia del carácter criatura!(-+ criaturalidad), con­
diciones de la unión con Dios, posibilidad de caer, consecuencias del pecado
y hasta la promesa de un redentor.
1) El AT conoce el tema de los gentiles justos (por ej., Job), que con su
religiosidad en ocasiones casi son una vergüenza para el pueblo ele.gido Qer
2,10s), que son capaces de reconocer las proezas de Yahveh (Sal 126,2; Dan

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