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Artículo 621: Sanciones por medida cautelar innecesaria o maliciosa

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil sostiene: Una de las

características de la medida cautelar es la contingencia. Decimos ello porque al estar ligada al

riesgo, no hay la seguridad absoluta que la medida que se dicta será útil o no. Dicha

constatación solo ocurrirá al final del camino, esto es, cuando la sentencia defina si ampara o

no la demanda.

Si se declara infundada la demanda, cuya pretensión estuvo asegurada con medida cautelar, el

titular de esta pagará los gastos procesales del proceso cautelar y una multa. También podrá, a

pedido de parte, ser condenado a la indemnización. De la redacción de este artículo, en

ningún extremo hace referencia a la medida maliciosa, como sí aparece de la sumilla del

artículo. […]

Por otro lado, nótese que el artículo en comentario se refiere al caso que se declare infundada

una demanda, cuya pretensión estuvo asegurada con medida cautelar. El supuesto citado, no

hace referencia a la demanda que sea declarada improcedente o inadmisible, sino a un

pronunciamiento de fondo que desestime el derecho en discusión. Tampoco precisa si esa

condición deba estar contenida en una sentencia firme, sin embargo, debemos señalar que

para el artículo 630 del CPC, la existencia de una sentencia en primera instancia que

desestima la demanda, genera que la medida cautelar quede cancelada de pleno derecho,

aunque aquella hubiere sido impugnada. […]

La norma regula la posibilidad de la indemnización por los daños y perjuicios ocasionados

con la medida, dentro del mismo proceso, previo traslado por tres días. La obligación de

indemnizar no surge porque la medida cautelar sea injusta sino del hecho que su expedición

importa riesgo que debe ser asumido por quien se beneficia con ella. […]

En conclusión, la norma frente a la medida cautelar innecesaria brinda un tratamiento

conjunto a tres elementos de naturaleza distinta como son: las obligaciones de origen procesal
(costas y costos), las multas (penalidades por incumplimiento de los deberes de parte) y los

daños y perjuicios (resarcimientos civiles al sujeto que los sufre). La respuesta jurisdiccional

a la trilogía señalada tendrá como escenario el mismo proceso principal en giro. (Pág. 77 –

78)

De lo expuesto previamente podemos inferir que el legislador asume la postura de sancionar

al que solicitó la medida cautelar de forma inoportuna y con el ánimo de causar daño o

perjuicio a su adversario, además de ello podemos advertir que no hay congruencia entre la

sumilla y la disposición que contiene el artículo en el extremo que supuestamente sanciona la

medida cautelar maliciosa más no hace referencia en el cuerpo del artículo sobre dicha

medida cautelar maliciosa categorizándola en el mismo nivel que una medida cautelar

inoportuna.

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“La privación del uso de un vehículo embargado indebidamente constituye un

perjuicio susceptible de indemnización. Aunque la prueba aportada no sea

completamente asertiva sobre los gastos hechos, se supone que ha debido reemplazarlo

mediante el pago de otro medio de transporte por el tiempo que estuvo vigente el

embargo.

En caso de no haber pruebas acerca del quantum de los daños causados por un acto

ilícito, pero si acerca de la existencia de los mismos, cede la regla clásica del (onus

pro-bandi) y el juzgador puede y debe fijar el importe de la indemnización por los

perjuicios reclamados” (Exp. N° 1299-94-Lima, Ledesma Narváez, Marianella,

Ejecutorias Supremas Civiles, Legrima, 1997, pp. 467-468).

Artículo 622: Deterioro o pérdida de bien afecto a medida cautelar


Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil sostiene: La

medida cautelar opera a pedido de parte. El que pide la medida debe proponer el órgano de

auxilio judicial correspondiente a la pretensión cautelar. Ello no impide que el juez de oficio,

si fuere el caso, incorpore al proceso al veedor a fin de que fiscalice la labor del órgano de

auxilio designado.

Los órganos de auxilio judicial son mecanismos de apoyo para hacer realidad los fines del

proceso. Según el artículo 55 del CPC, el perito, el depositario, el interventor, el martillero

público, el curador procesal, la policía y los otros órganos que determine la ley se catalogan

como órganos de auxilio.

Por otro lado, el solicitante de la medida no puede desentenderse de la suerte del bien que

sometió a cautela porque responde solidariamente con el órgano de auxilio judicial

designado.

De todas maneras, el que obtuvo la medida cautelar responde por la conducta del auxilio

propuesto, porque no puede dejar de informarse y velar por la conservación del bien y porque

además en caso de no encontrar satisfactoria las actividades de custodia del auxilio, la parte

beneficiada con la medida, está incluso en condiciones de pedir la sustitución del órgano de

auxilio judicial. (Pág. 81)

De lo expuesto por el autor podemos concluir que el artículo 622 hace referencia a una

responsabilidad solidaria entre el órgano de auxilio judicial y el solicitante de la medida

cautelar por la custodia del bien y que si este se perdiese o deteriorase ambos responderán por

restitución del mismo.

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“El vehículo materia de secuestro fue devuelto al apelante con las averías y faltantes

que puntalmente se señalan en dicho documento, los que no han sido cuestionados por

el representante del Banco ejecutante;… debe procederse de conformidad a lo


dispuesto en el Art. 622 del Código Procesal acotado, procediéndose a la valorización

y pago de los daño y faltantes antes aludidos” (Exp. N° 97-5195-1085-Lima, 05-06-

200, Peláez Bardales, Mariano, El Proceso Cautelar. Lima 2005, p. 751).

Artículo 623: Afectación de bien de tercero

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil sostiene: Los

sujetos que concurren al proceso judicial no solo están conformados por las partes sino

también por terceros, ajenos a la relación procesal.

Si partimos de la simple idea que tercero es quien no es parte en el proceso, no resulta

satisfactorio para definirlo porque es necesario que el tercero tenga un interés jurídico, cierto

y tutelable en la pretensión que se va a discutir porque le va a afectar de manera directa o

indirecta el resultado del proceso. En esas condiciones podemos asumir la presencia de un

tercero legitimado en el proceso.

Ahora bien, este tercero puede ser afectado no solo con la decisión final en el proceso sino

que sin llegar a ella, en el camino procesal, su patrimonio puede ser afectado, con la única

condición: haber sido citado con la demanda. Nótese que la norma no refiere al

emplazamiento, sino a la citación. A pesar de esta precisión, hay criterios judiciales que

tienden a confundir el emplazamiento con la citación con la demanda, […] Con la citación

simplemente se comunica la pretensión que se entabla, con el emplazamiento se constituye la

relación procesal entre el juez y las partes.

La norma en comentario se contrapone a la siguiente idea rectora: solo se puede afectar los

bienes de propiedad del presunto obligado aunque se encuentren en poder de terceros: esto

es, como señala el artículo 611 del CPC: “la medida solo afecta bienes y derechos de las

partes vinculadas por la relación material o de sus sucesores, en su caso”. Esto implica que

frente a un mutuo solidario asumido por A y B como deudores, en caso de incumplimiento, el


acreedor al demandar a B como uno de los deudores, solo podrá afectar el patrimonio de este

demandado B, salvo que hubiere solicitado se cite con la demanda al deudor A. En este

supuesto, sí sería factible, no solo afectar mediante medida cautelar los bienes del deudor

demandado sino los del deudor citado, a pesar de que sea un tercero en la relación procesal

entablada. La citación al tercero con la demanda justifica la afectación de sus bienes,

descartándose la posibilidad de la desafectación y la tercería como mecanismos de

impugnación a la ejecución cautelar, sin embargo, podría recurrir a la apelación o la variación

de la medida dictada, entre otras articulaciones. Como señala la norma, “ejecutada la medida,

el tercero está legitimado para intervenir en el proceso principal y en el cautelar”. (Pág. 84-

85)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“Para poder ejecutar una medida cautelar contra un fiador del obligado principal, es

necesario que se hubiera emplazado con la demanda a través de la que se persigue el

pago de la deuda”. (Exp. N° 900-95 Huaura, Roncalla Valdivia, Lino, El recurso de

Casación en materia civil, T. II, p. 354).

Artículo 624: Responsabilidad por afectación de bien de tercero

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil sostiene: Al

proceso judicial concurren diversos sujetos, todos ellos con intereses contradictorios,

diferentes e idénticos; dentro de ese contexto los terceros que concurren con un interés

jurídico relevante con la pretensión que se discute son apreciados como terceros legitimados

para participar en él, sin embargo, puede darse el caso que ingresen al proceso terceros que

no tengan algún interés directo o indirecto con la pretensión principal que se discute, sino

porque su interés radica en levantar los efectos de la medida cautelar que afecta su

patrimonio. A estos terceros les es indiferente el éxito o fracaso de la pretensión que se


reclama, su interés es coyuntural, se agota en levantar los efectos de la medida cautelar que

afecta su patrimonio, mas no tienen ningún interés en la pretensión principal.

Cuando estamos ante este tipo de terceros no legitimados, nuestro sistema procesal

proporciona dos mecanismos para contrarrestar la pretensión cautelar: la tercería y la

desafectación. El presente artículo se refiere precisamente a esta última alternativa.

Apreciamos que el perjudicado con la medida podrá pedir su levantamiento sin promover

tercería, acompañando documentos o títulos que acrediten fehacientemente que el bien

pertenece a persona distinta al demandado. El trámite para levantar un embargo sin tercería

no implica una duplicación del mismo instituto porque existen notorias diferencias entre

ambos institutos que a continuación señalamos:

a) la desafectación es trabajada como un pedido al interior del proceso en que se dictó la

medida cautelar, a diferencia de la tercería que se plantea como una pretensión autónoma en

la vía abreviada:

b) en la desafectación es importante acreditar, en el primer acto de acercamiento a la

jurisdicción, la plenitud del derecho de dominio que se invoque, a diferencia de la tercería en

la que opera una apariencia del derecho que se invoca, el mismo que se va a dilucidar con la

sentencia;

c) la desafectación se opone solo contra el beneficiado de la medida a diferencia de ia

tercería que se dirige contra las partes del proceso principal;

d) la desafectación no prevé un procedimiento probatorio porque la prueba deberá

resultar de los documentos que se acompañen al pedido de levantamiento, esto implica

además que no procede la tacha en esta discusión, a diferencia de la tercería, en la que existe

un debate probatorio amplio, sometido a las reglas del procedimiento abreviado, con la

posibilidad de las tachas u oposiciones; […]


La norma busca autorizar que el tercero perjudicado con la afectación de su patrimonio pida

el levantamiento de la medida, sin promover tercería. Además permite –por economía

procesal– se presente la prueba documental necesaria para que a través de una sumaria

información, bajo un trámite rápido y fácil, se declarare la procedencia o no del

levantamiento sin tercería. El éxito de esta desafectación está supeditada a la prueba clara y

fehaciente del título de dominio, si se trata de un bien inmueble o de una información sumaria

de posesión si la cosa fuese mueble. (Pág. 87-88)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“Siendo la naturaleza de las medidas cautelares provisoria, instrumental y variable,

debe señalarse que en principio las resoluciones que las conceden o levantan no

revisten el carácter de definitivas salvo en los casos en que se resuelve sobre la pérdida

de la contracautela, dado que este extremo no podrá ser objeto de ulterior discusión;

siendo a efectos del recurso dicho pronunciamiento uno definitivo”. (CAS. N° 2679-

2000 Sullana, El Peruano, 30-01-2001, p. 6791).

Artículo 625: Extinción de la medida cautelar concedida con el código derogado

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil sostiene: La norma

consagra la caducidad de la medida cautelar en los procesos iniciados con el Código de

Procedimientos Civiles de 1912, a diferencia de su redacción originaria, que hacía extensivos

los efectos de la caducidad a los procesos tramitados bajo el actual Código Procesal. La

caducidad implica una facultad de duración limitada. Es un derecho dirigido a modificar una

situación (retener, secuestrar, intervenir un patrimonio). Nace con un plazo de vida y pasado

este se extingue. Para aplicar la caducidad se parte de los siguientes supuestos: que se ejecute

la medida cautelar y el proceso principal no concluya. Apréciese que se trata de una


caducidad y no de una preclusión. La caducidad se refiere a la facultad de accionar dentro de

cierto tiempo, caso contrario, se pierde la oportunidad para hacerlo. En la preclusión, la

realización de determinado acto agota una actividad para dar paso a otra.

Un aspecto importante que resaltar en este enunciado es la nomenclatura que utiliza para

calificar los efectos del tiempo. No incorpora propiamente a la caducidad sino de manera

general hace referencia a la “extinción de pleno derecho” y la fija en el plazo de cinco años

contados desde la ejecución de la medida cautelar. (Pág. 93-94)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“…el plazo de caducidad de las medidas cautelares es de 2 años contados a partir de

la fecha en que queda consentida o ejecutoriada la decisión que amparó la pretensión

garantizada con la medida cautelar; a que se refiere el primer párrafo del Art. 625 del

C.P.C., sólo es aplicable cuando la medida cautelar ha preexistido a la decisión

definitiva dictada en el proceso principal, y no así cuando la medida cautelar se ha

dictado en vía de ejecución, en cuyo caso es aplicable el plazo de 5 años establecido en

el 2° párrafo del Art. 625 del Código Adjetivo…”. (R. Trib. Reg. N° 037-2002-

ORLL/TRN Trujillo, Peláez Bardales, Mariano, El proceso Cautelar. Lima 2005, p.

790).

Artículo 626: Responsabilidad del Juez y del Secretario

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: La

norma trabaja el supuesto de una conducta culposa o negligente del juez de no haber

apreciado la idoneidad del auxilio judicial propuesto para la función que le asignó.

Debemos partir por reconocer que no existe profesión u oficio especialmente apto para el

cargo de custodio judicial. No existen listas judiciales para la designación, ello permite que su
designación quede librada al arbitrio judicial y en algunos casos, en atención a la propuesta

que haga el solicitante de la medida.

Hay muchos factores que pueden llevar a considerar inidóneo el auxilio, por citar, en la

intervención en forma de administración, la designación deberá tomar como referente, la

preparación académica y la experiencia laboral que tuviere al respecto, el administrador

judicial designado. […]

Por otro lado, la ineptitud debe ser ostentosa, es decir, saltar a la vista, de modo que el juez no

hubiese podido dejar de advertirla si es que hubiere cumplido con su deber de formular una

adecuada apreciación y selección. […]

Otro supuesto de responsabilidad que contempla el artículo es el referente a los daños y

perjuicios originados por el secretario en su negligencia al ejecutar la medida cautelar. En

este caso, contempla la norma, será el juez, en un juzgamiento sumario el que aplicará la

sanción, a diferencia de los daños y perjuicios que provengan del actuar del magistrado. (Pág.

99-100)

Artículo 627: Medida innecesaria

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: La

medida cautelar tiene como finalidad –entre otras– asegurar el cumplimiento de una

obligación aún no reconocida por el órgano jurisdiccional.

Para amparar el pedido cautelar debe tenerse en cuenta siempre dos reglas básicas: a) el

embargo solo se limita a los bienes necesarios para cubrir el crédito que se reclama y b) se

prohíbe al acreedor exigir que el embargo recaiga sobre determinados bienes, si hubiere otros

bienes disponibles, de tal manera que no puedan generar perjuicio grave para el deudor.

Bajo las reglas enunciadas, se colige que si la pretensión se encuentra suficientemente

garantizada no cabe amparar el pedido cautelar, pues ingresaríamos al uso abusivo de la


cautela. Como señala Chiovenda, “la necesidad de servirse del proceso para conseguir la

razón, no debe convertirse en daño para quien no la tiene”.

Ahora bien, como la medida cautelar tiene como objetivo primordial asegurar el

cumplimiento de la decisión definitiva, puede darse el caso que la garantía haya sufrido una

disminución en su valor o la pretensión haya aumentado durante el curso del proceso u otra

causa análoga. Estamos en estas circunstancias ante la posibilidad de la mejora y de la

ampliación de la medida cautelar, respectivamente. En tales supuestos resulta atendible

amparar la medida cautelar propuesta. Véase el caso de bienes muebles dados en garantía,

que por el transcurso del tiempo o de su uso, estos disminuyen su valor. En el caso de las

obligaciones periódicas devengadas, que aumentan la cuantía de la pretensión reclamada; si

se amplía el monto de la demanda, en atención a la reserva que permite el artículo 428 del

CPC, resulta procedente también ampliar el monto de la contracautela (estamos ante la

ampliación de la medida cautelar). En sentido contrario, si parte de la acreencia ha sido

satisfecha en el transcurso del proceso, resulta atendible reducir el monto de la medida

cautelar o reducir el número de bienes afectados con la medida originaria. En ambos casos

concurre la variación de la medida, a una reducción por el monto y por los bienes afectados.

[…] (Pág. 101)

Por lo expuesto por el autor inferimos que este articulo tiene como fin prevenir que a través

de una media cautelar se pueda ocasionar perjuicio a la persona contra quien se solicita la

medida cautelar, impidiéndose de modo el abuso de derecho, ni usar el proceso como

herramienta de injusticia.

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“Debe desestimarse la medida cautelar de embargo si se estipuló que la garantía

otorgada por la ahora demandada, cubre no solo la devolución del capital mutuado y
sus intereses, sino también la penalidad” (Exp. N° 1152-95, Quinta Sala Civil,

Ledesma Narváez, Marianella, Ejecutorias, Tomo 3, Cuzco, 1995, pp. 247-248).

Artículo 628: Sustitución de la medida

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: Una de

las características de la medida cautelar es su mutabilidad, para que pueda cumplir

adecuadamente la función de garantía para la que están diseñadas. La mutabilidad de la

medida conlleva a que pueda modificarse, sea ampliándola, reduciéndola o sustituyéndola.

La norma en referencia se ocupa precisamente de esta última posibilidad, la sustitución de la

medida cautelar, a diferencia del artículo 617 del CPC que regula la variación de la medida,

en un sentido amplio. Podemos decir que sustituir es una forma de modificar, como lo es la

ampliación, o la mejora, o la reducción: pero a diferencia de estas, la alteración de la cautela

no tiene connotaciones cuantitativas sino cualitativas. No es el monto del crédito lo que se

cuestiona en la sustitución, sino la forma de la medida y los bienes asegurados: por ejemplo,

se dicta una medida cautelar en forma de secuestro por el monto de 5,000 dólares sobre el

vehículo de Rocky. Este, invocando la sustitución y sin cuestionar el quantum de lo fijado

como medida cautelar, puede depositar este en dinero en efectivo, a fin de evitar el secuestro

del vehículo. El intermediario del depósito del dinero en efectivo al momento de la

sustitución, será el secretario del juzgado, si dicha sustitución se hiciere al inicio de la

ejecución cautelar, quien dejará constancia de dicha entrega en el acta correspondiente y

procederá a depositar el dinero en el Banco de la Nación.

La suma depositada se mantendrá en garantía de la pretensión, no es un medio de pago, sino

garantía. Aquí la sustitución opera de plano, sin mayor discusión, porque lo que se sustituye

no es el monto cautelar sino la forma de la cautela por dinero en efectivo (depósito). La

naturaleza de la medida (secuestro) es sustituida por el embargo en forma de depósito sobre la


cantidad de dinero. Ella es inimpugnable, porque no hay agravio en dicha sustitución, pues, el

carácter dinerario al que se orienta el embargo, ha sido satisfecho. […]

La sustitución de la medida cautelar puede ser requerida solo por el deudor y por el tercero

legitimado, siempre que garanticen suficientemente el derecho del acreedor. No menciona al

acreedor con la posibilidad de sustituir los bienes, pero si puede este pedir la variación de la

medida, conforme al artículo 617 del CPC. A pesar de que la norma no lo precisa, el tercero

legitimado, afectado con la medida, tiene iguales derechos que el deudor para solicitar la

sustitución por otra menos gravosa, siempre y cuando este tercero hubiere sido citado con la

demanda. Como refiere el artículo 623 del CPC, ejecutada la medida, el tercero está

legitimado para intervenir en el proceso principal y en el cautelar. (Pág. 104-108)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“mediante el escrito de fecha 24 de junio de 2010, de fojas 157 a 161 del Anexo A, el

señor Erasmo Jesús Rolando Wong Lu Vega, accionista de la Empresa Agraria

Azucarera Andahuasi S.A.A. solicitó la sustitución de plano de la Medida Cautelar de

Administración Judicial, amparando su pedido en lo regulado por el artículo 628 del

Código Procesal Civil, así como en el depósito de la suma de S/.9,358,658.40 que

había efectuado a la orden del juzgado, que equivalía al monto del petitorio de la

demanda; cuya solicitud fue declarada improcedente por el Primer Juzgado Civil de

Huaura, a cargo del juez procesado, por resolución N° 10 de 25 de junio de 2010, de

fojas 162 del Anexo A” (EXP. P.D N° 018-2012-CNM – Res. N° 254-2013-PCNM del

08-04-2013).

Artículo 629: Medida cautelar genérica


Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: La

medida cautelar genérica o innominada es la que puede dictar el juez atendiendo a las

necesidades del caso, si no existiese un modo específico que satisfaga la necesidad de

aseguramiento. Es aquella que no se encasilla o se ubica en los tipos de medidas ya

existentes.

Esta norma cumple la natural apetencia de seguridad de todo derecho en peligro de

insatisfacción, se ajusta al principio de flexibilidad y cabe entre las facultades judiciales. Para

Rivas, esta medida debe constituir una suerte de parte general de la materia, sin embargo

ocurre que se busca relegar lo genérico a un papel subsidiario. La medida genérica no debe

ser utilizada en reemplazo de las específicamente reguladas, cuando esas son suficientes para

asegurar el derecho de quien la requiere. Si las tipificadas no cubren todas las necesidades del

pretendiente, no hay ningún inconveniente en recurrir a las genéricas con la misma amplitud

con la que deben usarse aquellas. Al final –señala el autor– pueden ser variantes de alguna

medida tipificada que mantiene así su presencia esencial; resultar de la combinación de más

de una medida tipificada y constituir una figura totalmente diversa a las previstas. (Pág. 109)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“Las medidas cautelares deben ser adecuadas respecto de la pretensión a demandar. Si

se pretende demandar la nulidad del acto jurídico, porque el estado de salud del

poderdante, no hace posible que haya precisado su intención de revocar el poder, así

como su deseo de otorgar un nuevo apoderamiento de motu proprio; las consecuencias

de esa nulidad es reponer las cosas a su estado anterior; como si el acto no se hubiere

realizado, por tanto, la medida cautelar denominada “genérica” consistente en la

gestión y administración provisional de la Sociedad Anónima no se condice con la

pretensión a demandar. Una persona jurídica es distinta de sus miembros, siendo que
una sociedad anónima se gobierna por su junta general de accionistas y por su

administración, ya sea directorio o gerencia” (Exp. N’ 01-200089 (649). Segunda Sala

Civil de Lima. Ledesma Narváez. Marianella. Jurisprudencia Actual, Tomo 6. Gaceta

Jurídica, p. 853).

Artículo 630: Cancelación de la medida

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: Una de

las características que definen a la medida cautelar es su provisoriedad, esto es, la medida no

es inmutable sino que puede desaparecer porque las circunstancias que justificaron su dictado

han variado o porque el proceso ha finalizado, conforme lo refiere el artículo 619 del CPC.

La medida cautelar cambia según se ampare o rechace la pretensión principal. La medida se

levanta si la sentencia desestima la demanda, pero, si la sentencia ampara la pretensión, la

medida cambia, para dar paso a la ejecución forzada de la sentencia.

La eficacia de la medida cautelar va a estar condicionada a la existencia de una sentencia

firme; pero, en el supuesto que hubiere sentencia en primera instancia que desestima la

demanda, la misma que es materia de apelación, la medida cautelar queda cancelada de pleno

derecho; por ejemplo, si Juan logra ejecutar un embargo en forma de retención sobre una

suma de dinero en una cuenta bancaria del obligado para garantizar el cobro de una deuda,

con la sentencia adversa al beneficiado con la medida, tendrá que liberarse la retención

dinerada, a pesar de estar pendiente las resultas de la impugnación. Apréciese que el

referente para levantar la medida es que se “desestime la demanda” más no, cuando se

declara “improcedente” esta. En este último caso, si ella es materia de impugnación no

justifica se levante la medida en atención al artículo 630 del CPC. En igual forma, si frente a

una medida cautelar fuera de proceso, se declara liminar-mente improcedente la demanda, en

aplicación del artículo 636 del CPC, se deberá levantar la medida de pleno derecho; sin
embargo, si en plena ejecución para el levantamiento de la medida cautelar, se declara la

nulidad de la resolución que declara la improcedencia de la demanda y ordena el juez revisor

se admita a trámite la demanda; en tales circunstancias, no justificaría continuar con la

ejecución del levantamiento de la medida, todo lo contrario, debería dejarse sin efecto ella y

preservar la cautela, pues no se ha cumplido con el supuesto del rechazo liminar de ella, a que

refiere el artículo 636 del CPC. (Pág. 113)

También vemos por conveniente citar la siguiente jurisprudencia:

“Si la sentencia de primera instancia desestima la demanda, la medida cautelar queda

cancelada de pleno derecho, aunque aquella hubiese sido impugnada, señala el

artículo 630 del Código Procesal Civil. Es nula la medida cancelada si la sentencia

impugnada se declara nula (voto singular)” (Exp. N° 1081-2000, Sala de Procesos

Abreviados y de Conocimiento. Ledcsma Narváez, Mariancita. Jurisprudencia Actual,

Tomo 6. Gaceta Jurídica, p. 690).

Artículo 631: Pluralidad de órganos de auxilio judicial

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: Hay

diferentes especies de órganos de auxilio judicial, pudiéndolos agrupar en: instituciones o

funcionarios administrativos que desempeñan funciones de custodia judicial, como el Banco

de la Nación que actúa como depositario legal de los dineros judiciales. En esta categoría

encontramos a los registradores inmobiliarios.

Los propios litigantes son otra categoría de auxiliares cuando uno de ellos es designado

depositario de bienes embargados o se le ordena suspender una obra o se le conmina a no

innovar una situación de hecho.


Los terceros ad hoc, son auxiliares externos, cuando se desempeñan como custodio,

depositario, retenedor, veedor e interventor. La mayor o menor amplitud de las facultades

depende de la naturaleza y objeto de la medida: el depositario o custodio se dedicará al

cuidado material de las cosas confiadas a su cuidado; un administrador cumplirá todos los

actos de administración necesarios para que no afecten el normal desarrollo del

establecimiento a su cargo; un interventor vigilará los actos del intervenido y en su caso hará

las retenciones que el juez haya dispuesto. (Pág. 117)

Artículo 632: Derechos del órgano de auxilio judicial

Según Ledezma (2015) en su obra Comentarios Al Código Procesal Civil manifiesta: Toda

actividad de auxilio judicial puesta en manos de terceros debe ser remunerada; sin embargo,

hay situaciones cuando el órgano de auxilio es una institución o un funcionario de la

administración, que no permite cobrar honorarios como los funcionarios del Banco de la

Nación y los Registradores Públicos. Según Podetti, “Tiene derecho a honorarios el

depositario de los efectos embargados aunque fuera administrador de la demandada, ya que

las funciones y responsabilidades asumidas como depositario difieren de las que le incumbían

en su gestión”.

Descartando el derecho de retención, que no resulta aplicable a los órganos de auxilio

judicial, ellos tienen derecho a repetir los gastos que hubieren efectuado y percibir una

remuneración adecuada a su labor y responsabilidad. Los gastos que pueden repetir, por

haberlos adelantado de su peculio, son los necesarios para el buen desempeño de su misión,

autorizados expresamente por el juez o implícitamente autorizados; sin embargo, debe tenerse

presente que –por lo general– el custodio debe pedir autorización al juez para realizar dichos

gastos, sobre todo los de cierta importancia y puede inclusive solicitar le sean entregados los

importes respectivos. Si el órgano de auxilio judicial trata de afrontar situaciones imprevistas


y de gran urgencia podrá hacer el gasto dando cuenta y pidiendo la autorizaron a posteriori.

(Pág. 118)

De lo expuesto por el autor se concluye que el los órganos de auxilio judicial ostentan

derechos, es decir, reciben una retribución –fijada por el juez a petición de este– por el

servicio que prestan –a excepción de la policía que interviene en el cumplimiento de sus

funciones– siendo la persona que se responsabiliza de este pago el peticionante de la medida

cautelar la cual será liquidada bajo la figura de costas procesales bajo la condición de que

gane el proceso.

Artículo 633: Veedor especial

Al respecto Ledezma (2015) sostiene que: Los órganos de auxilio judicial son mecanismos de

apoyo para la función judicial, encontrándose dentro de ellos al veedor judicial. A diferencia

del rol que se le asigna a los órganos de auxilio que detalla el artículo 55 del CPC, el veedor

judicial se constituye en un “fiscalizador” del auxilio judicial.

Como se puede advertir de la norma en comentario, el veedor no participa de la diligencia

cautelar en sí misma, sino que observa el comportamiento de quien debe llevarla a cabo. Su

apreciación es muy importante porque en atención a lo informado y a lo expresado por las

partes, el juez dispondrá las modificaciones que considere pertinentes, pudiendo inclusive

subrogar al auxiliar observado. (Pág. 120)

Artículo 634: Derechos y responsabilidades del veedor

Al respecto Ledezma (2015) manifiesta que: …Por otro lado, la norma hace referencia a la

responsabilidad civil y penal que puede recaer sobre el veedor si este incumplo con sus

obligaciones; sin embargo, la redacción del artículo 633 del CPC, al hacer referencia a los

deberes del veedor, no precisa la sanción en caso de incumplimiento. Si bien el artículo 56


del CPC señala que “los órganos de auxilio judicial se rigen por las leyes y demás

disposiciones pertinentes" bien podría ser de aplicación, ante el incumplimiento, el inciso 1

del artículo 53 del CPC. (Pág. 121)

Lista de Referencias

Ledezma Narváez, M. (2015). Comentarios al Código Procesal Civil. Tomo III (5ta ed.).
Lima, Perú: Gaceta Jurídica

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