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ESTUDIOS SEMANALES
Por El Centro de Kabbalah Sep 23rd, 2013
Recuerda los momentos más felices y más alegres de tu vida. Puede que
recuerdes el clima: la lluvia empapando tu cabello o el sol calentando tu espalda.
Tu memoria sensorial comenzará a recordarte de la deliciosa cena que comiste o
un aroma fragante. Pero, ¿puedes recordar cómo te sentiste? El amor que hizo
que tu corazón se sintiera como si se te iba a salir del pecho, la felicidad que te
envolvió como una manta, el sentimiento de seguridad y confianza que te
tranquilizó. En realidad lo que sentiste fue la Luz del Creador. La Luz es lo que
sentimos en los momentos más felices de nuestra vida: es amor, felicidad,
confianza y belleza.
Al principio, uno pensaría que todo lo que debemos hacer son "buenas acciones". Y así
vamos, como niños a los que les prometieron un premio si se portaban bien, diciendo "por
favor" y "gracias", compartiendo nuestros "juguetes", y siendo amable con todos los que
conocemos. Por supuesto, nunca deberíamos subestimar el poder de una palabra amable o
los buenos modales. Sin embargo, revelar Luz al compartir requiere un cambio en la
manera en la que vemos nuestra vida y nuestras relaciones con la gente que nos rodea;
requiere consciencia.
Aunque la Luz puede revelarse de formas predecibles, como leer textos sagrados, orar, o
rodearnos con naturaleza, también puede estar escondida en las situaciones más inesperadas
y sorprendentes. Si enfrentas cada desafío con una intención clara de revelar más
Luz, ninguna oportunidad se perderá.
La Luz que fue revelada el primer día de la creación contenía amor, felicidad, confianza y
belleza. Estaba escondida para que pudiéramos transformarnos en el proceso de
encontrarla. "Cuando la redescubrimos", dice Michael Berg, "expresamos la chispa de
santidad en nuestra alma, y en ese momento, alcanzamos el propósito de nuestra vida". Así
que mientras continúes en tu camino, permite que se haga la Luz.