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Reporte de lectura

Desigualdades en América Latina: todos somos responsables

Luz Mery Santamaría Cortés

Universidad de Baja California

8 de octubre de 2018

Nota

Equidad y calidad educativa, profesora: Dra María de los Ángeles Jaquez,


Doctorado en Educación, Universidad de Baja California.

La correspondencia relacionada con este documento debe ser dirigida a


luz300674@yahoo.es
Introducción

En el presente reporte de lectura se discuten las ideas presentadas por Rosa


Blanco y Sandra Cusato en torno al tema de las desigualdades educativas en
América Latina. Este fenómeno casi generalizado en toda la región, trae a
colación de qué manera la educación se ve atravesada y no escapa a estas
realidades. Al contrario, el texto reflexiona sobre cómo el campo escolar
muchas perpetúa la condición de desigualdad e inequidad de los más pobres y
de los menos favorecidos. De esta manera, este informe no sólo expone las
tesis de las autoras, sino que de manera breve introduce algunos juicios de
valor sobre la situación educativa de América latina, especialmente de países
como Colombia, uno de los países más inequitativos del mundo.

Por todo lo anterior, el reporte inicia haciendo hincapié en la situación de


pobreza, desatención y marginamiento en que viven miles de seres humanos
en Latinoamérica. Define además de manera sucinta, qué significa aproximarse
a condiciones de igualdad y equidad. Seguidamente, esta reflexión describe a
la manera de las autoras, cómo se hace visible la desigualdad y la inequidad en
el campo educativo, dejando ver cómo al ser excluidas de la educación y de
una formación de calidad, muchas personas se sitúan al margen de los
sistemas productivos del siglo XXI y se condenan al analfabetismo cultural y
simbólico de esta era. Todo esto, según Blanco y Cusato inicia nuevamente el
círculo de la pobreza. También, el texto menciona los resultados de
investigaciones traídas a discusión en el trabajo de Blanco y Cusato, en torno a
cómo algunas escuelas a pesar de la pobreza han incluido transformaciones
sustanciales que logran limar la marginalidad y la exclusión de los sectores más
desafortunados económicamente. Ya para finalizar, se enuncian de modo muy
breve algunas conclusiones.
Desigualdades educativas en América Latina: todos somos responsables

América Latina es una región con una historia trazada por la desigualdad, la
inequidad y la pobreza. Este conjunto de fenómenos tiene su génesis tal vez en
la colonización sufrida por los distintos países, mediante la cual se padeció el
despojo, la usurpación y el sometimiento. Producto de esto, y después de los
procesos de independencia se sedimentó una herencia cargada de corrupción,
conflictos internos como en el caso colombiano, burocracia y empobrecimiento
de buena parte de la población, mientras una minoría goza de la riqueza.
Debido a todo esto, América Latina es una de las regiones del mundo más
inequitativas y esto se ve reflejado en las brechas económicas, sociales y
especialmente en la educación. Al ser esta última impulsora de desarrollo y
mejoramiento de la calidad de vida, se repite el círculo de la pobreza, porque
son los pobres los que precisamente no poseen oportunidades para acceder,
permanecer y terminar sus ciclos de formación.

Las autoras enfatizan en la situación de pobreza y abandono de las zonas


rurales en donde se palpa con mayor fuerza el fenómeno de la desigualdad
debido a la carencia de servicios y a la poca accesibilidad al conocimiento y a
aprendizajes de calidad. Afirman que en 1997 más de la mitad de los hogares
rurales vivían en la pobreza y cerca de un tercio, en situación de extrema
pobreza (Blanco y Cusato, 2018). Esta situación se agrava en las regiones
donde habitan comunidades indígenas y afrodescendientes, quienes debido al
abandono del Estado, están al margen de la integración y participación social.
Además, este tipo de negaciones se acrecienta a causa de sus dialectos y
prácticas culturales, lo cual se convierte en una muralla para lograr su
incorporación a otras dinámicas sociales y educativas que permitan el cierre de
las brechas de la desigualdad. Todo lo anterior, pone de manifiesto que aunque
se hayan declarado los derechos humanos, sustentados bajo principios de
equidad e igualdad, todavía estamos lejos de estas realidades.

Ahora, el tema de la equidad supone, dicen Blanco y Cusato (2018) dar más
a quien lo necesita y tener la posibilidad de optar y decidir. Es decir, la equidad
implica mirar las necesidades de cada quien para en ese mismo orden abrir
alternativas y posibilidades de desarrollo. Entonces, la equidad exige reconocer
que todos los seres humanos, sin distingo, poseen demandas para vivir
plenamente, ser productivos y participar. En este sentido, el favorecimiento de
la equidad y la igualdad es una tarea ineludible de la escuela, como escenario
para formar en ciudadanía, respeto a la diferencia, participación e inclusión. No
obstante, estos procesos muchas veces, son oscurecidos debido a la
imposición de currículos estandarizados, al uso de la lengua de las mayorías, a
las prácticas religiosas y culturales dominantes, situación que pone de relieve al
lado de la pobreza y la marginación, la exclusión educativa.

Con relación a este espinoso tema de la desigualdad educativa en América


Latina, el texto trae a la reflexión sus distintas manifestaciones. Estas se
explicitan en la diferencia sustancial entre la calidad educativa que hay entre
distintas regiones geográficas, entre distintos sectores socioeconómicos, en el
porcentaje de niños y niñas que están por fuera del sistema escolar, en el
analfabetismo, en el número de personas que no han podido finalizar sus
estudios, en los deficientes resultados obtenidos en las pruebas
internacionales, que dejan al descubierto la problemática educativa de América
Latina, con respecto a otras latitudes, que evidentemente sobrepasan
cualitativamente la calidad de los aprendizajes. Muchos de los fenómenos
descritos tienen su asidero en la pobreza, el marginamiento, el desplazamiento
y la exclusión social, ya que muchos jóvenes y niños se ven obligados a
abandonar la escuela para asegurar su sobrevivencia y la de sus familias, para
nuevamente iniciar el círculo de la pobreza.

Con respecto a lo anterior, se puede ver cómo aunque se han reducido los
porcentajes de analfabetismo absoluto, todavía hay 36 millones de personas
analfabetas en la región, de las cuales el 56% son mujeres (Unesco, 2004;
citado por Blanco y Cusato, 2018). Estas personas excluidas por el sistema, se
ven abocadas a sustentar su subsistencia con trabajos mal remunerados,
adquieren límites para aportar al desarrollo productivo del país y escasean de
motivaciones para educar a sus hijos. Muchas veces, estos últimos son
víctimas de la desesperanza y la resignación de sus padres, quienes ven en la
educación sólo una oportunidad para una clase privilegiada. Derivado de esto,
todavía hay un gran porcentaje de personas entre 15 y 24 años con primaria
incompleta, que en algunos países supera el 30% de la población (Blanco y
Cusato, 2018). Todo ello, pese a los esfuerzos de los países por establecer la
obligatoriedad de la educación básica y secundaria. La obligatoriedad no
alcanza a sobrepasar el déficit, la escasez o la ignorancia de las personas,
víctimas de un sistema excluyente e inequitativo.
La inequidad y la desigualdad en países como Colombia también se ponen
en claro a través de la calidad de la educación que reciben los niños de la
escuela pública y la privada, en el acceso a la información y la tecnología.
Producto de ello, es la escasa permanencia y el acceso a la educación
superior, lo que se constituye en un privilegio para unos pocos. Con respecto a
todo, Blanco y Cusato (2018) anotan que en muchos países hay altas tasas de
repetición y abandono de la escuela, sobre todo en la población con más
desventajas económicas y culturales. Estas desventajas en los distintos países
se han tratado de superar a partir de variadas políticas y subvenciones para los
menos favorecidos, pero es tal el problema, que apenas son pañitos de agua
tibia. Ejemplo de ello, es el programa “ser pilo paga” que en Colombia, se ha
dirigido a favorecer el ingreso a la universidad de los jóvenes destacados en las
pruebas SABER y que provienen de sectores pobres. Aunque es meritorio este
esfuerzo del gobierno, es un porcentaje muy bajo el que logra alcanzar a
disfrutar de dicho programa.

Otra de las aristas de este complejo panorama, es la que concierne a la


calidad de los aprendizajes. Este campo del problema deja entrever que el niño
pobre sólo puede acceder a una escuela que no desarrolla sus competencias y
talentos, debido a la ineficiencia en la organización, en los servicios y en la
poca idoneidad del maestro. Situaciones como esta

“Ya han sido superadas en países como Cuba, en donde los aprendizajes son
adquiridos de igual manera en zonas rurales y urbanas. Es decir, un solo país de la
región, aparece como el que entrega no sólo la mayor cobertura, sino también la mejor
calidad y de manera más equitativa” (Llece-Unesco, 1997; citados por Blanco y Cusato,
2018).

Sin embargo, la calidad y la equidad, en la mayoría de los países es


preocupante, ya que los resultados de las pruebas demuestran que un alto
porcentaje de los niños y jóvenes están al margen del desarrollo de
competencias y capacidades que les permita participar en las dinámicas de
este siglo, marcadas por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto quiere
decir, que buena parte de la población engrosará la mano de obra barata y
estará de espaldas a las realidades productivas de esta época.
Como resultado de esta dura realidad, los países de América Latina han
aunado esfuerzos dentro de un claro compromiso con la educación. Esto se
refleja en el aumento sostenido del gasto público en educación como
porcentaje del PIB y del gasto público social, a pesar de la desaceleración
económica y la baja de ingresos públicos (CEPAL, 2002-2003; citado por
Blanco y Cusato, 2018). También, este reconocimiento de la educación como
factor de desarrollo, se concreta a partir de las políticas educativas encauzadas
a atender las necesidades de grupos y etnias apartadas, a subsanar las
carencias de recursos en las poblaciones rurales y vulnerables. Este esfuerzo
para el caso colombiano, se refleja en algunas reformas educativas que han
instaurado la etnoeducación como una manera de vincular, con respeto a la
cultura autóctona, a las comunidades indígenas en la educación. Otra acción
encaminada a zanjar las brechas de la inequidad es la jornada única, en donde
todos los niños y niñas del país, independientemente de su lugar de origen
tienen una permanencia igual en la escuela. En este sentido, se une a este
propósito la reglamentación que invita a la escuela a favorecer una educación
inclusiva soportada en principios de equidad, igualdad y respeto a la diferencia.

De esta manera, en el contexto latino muchos de los programas


encaminados a reducir las desigualdades educativas, según Blanco y Cusato
(2018) se han afincado en adaptaciones curriculares, dotación de recursos e
infraestructura, cambios en los modos de aprender y de enseñar, en subsidios,
apertura a la participación de los actores y la formación docente. No obstante,
estos programas frente la problemática educativa, no han sido suficientes
porque quedan por fuera otros componentes centrales para lograr genuinas
transformaciones. Estas, según Blanco y Cusato (2018) requieren redes de
escuelas, acompañamiento externo, creación de equipos multidisciplinarios,
estímulos para docentes, sistema de promoción flexible y condiciones laborales
favorables para los maestros. En otras palabras, todos estos intentos, alcanzan
a afectar sólo parcialmente la estructura educativa.

De otro lado, las autoras del texto, demuestran que sí es posible que en
condiciones de pobreza y adversidad, la escuela latinoamericana transforme las
condiciones de inequidad y desigualdad en torno a la calidad de los
aprendizajes. De esta manera, afirman que las investigaciones desvelan un
conjunto de factores que han hecho posible el alcance de resultados notables y
eficaces, algunos estos, según Blanco y Cusato (2018) son: Cambios en la
organización, permanencia de los maestros, trabajo en equipo, articulación de
programas en coherencia con las realidades, planeación efectiva, cambio en los
roles autoritarios del maestro, prueba de varios métodos y el compromiso de los
maestros. Es decir, todas estas variables trabajadas intencionalmente ponen en
claro que los cambios en educación provienen de la escuela y principalmente
de la iniciativa de los maestros. Estos sujetos, como “luchadores cotidianos” de
la causa formativa son los que al fin y al cabo concretan las buenas prácticas
independientemente de lo que el sistema instituye.

Para finalizar, Blanco y Cusato, ratifican en todo el texto que América Latina
es una región donde campean las desigualdades sociales, económicas y
culturales, acompañadas de la inequidad a todo nivel. Estas circunstancias,
tocan de frente la realidad educativa y amplían la brecha entre ricos y pobres, lo
que se determina principalmente por la región geográfica donde se habita, el
estrato socioeconómico, el origen mayoritario o étnico… De igual modo, las
autoras explicitan que la escuela se convierte en un escenario para exacerbar
aún más la desigualdad y la inequidad, pues la calidad de la formación y de la
educación recibida, abanica o achica las posibilidades de desarrollo,
participación y vinculación al mundo productivo y a las dinámicas culturales del
presente siglo. Esto, debido a que en esta época la educación y el
conocimiento son el capital fundamental para visibilizarse como sujetos
participativos dentro de las nuevas lógicas.

No obstante todo lo anterior, los distintos países, realizan ingentes esfuerzos


para robustecer sus sistemas educativos, aunque dada la magnitud de las
problemáticas, no parecen ser suficientes. Unido a todo esto, las
investigaciones demuestran que sí es posible que la escuela se sobreponga a
la pobreza y la desigualdad, mediante la combinación de distintos factores que
activados simultáneamente alcanzan transformaciones plausibles que logran
disminuir un poco la brecha entre los menos y más favorecidos. Sea como sea,
América Latina requiere seguir recorriendo un largo camino para nivelar sus
resultados con otros países que han demostrado que sí es posible reivindicar la
educación, como el activo más importante para el desarrollo.
Referencias bibliográficas

Blanco, R y Cusato, S. (2018). Desigualdades educativas en América Latina:


todos somos responsables. Recuperado el 5 de octubre de 2018, en
https://www.google.com.co/search?q=desigualdades+educativas+en+
am%C3%A9rica+latina+todos+somos+responsables&oq=desigualdad
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