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Fecha: 08/01/2019
“El Alma de la Toga”
El “Alma de la Toga es un libro” escrito por el escritor español Ángel Ossorio y Gallardo.
Esta obra literaria hace referencia a la profesión de la abogacía y de la importancia de esta en la
sociedad. Ossorio en este libro explica que es ser abogado y detalla una por una todas las pautas
que debe reunir una persona para merecer ser llamado abogado y no solo una persona que con
estudios universitarios ha obtenido el título de “Licenciado en Derecho”.
“La Abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional” (Ossorio,
2018, pág. 8) LA persona que no dedique su vida a velar por el cumplimiento de las leyes, a
defender la justicia en los tribunales, a dar consejos y asesoramiento jurídico no es un abogado,
sino solo una persona con título de “Licenciado en Derecho”. Así este libro explica la esencia de
la abogacía, el orgullo de ser abogado.
Un profesional para ser abogado necesita de fuerza interior, es decir, debe tener un carácter
definido para lograr cargar toda su vida con el peso de la justicia. Debe tener paciencia,
constancia, sabiduría, voluntad y responsabilidad para qué durante el ejercicio de toda su carrera
profesional ser un verdadero abogado y no convertirse en un titulado universitario ambicioso y
traicionero a su propio ideal.
La ley y las normas son rígidas solamente, si no tienen a un abogado que las defienda. Es que
para poder defenderlas hay que tener coraje, hay que imprimir seriedad y llevar cada caso con
sentimiento, ejercer la profesión con gusto y con el alma y no solo por dinero o por obligación.
Pues quien lo hace por obligación no es más que un monigote que se deja manejar por los
monopolios y no administra bien la justicia. Sin embargo cuando lo hace por amor a su carrera
ahí es cuando realmente se siente la sensación de justicia y el orgullo de su carrera y poder
defenderla.
La moral del abogado es otro aspecto fundamental para que se cumpla la ley, ya que esta es
afectada por las circunstancias y el tiempo. Un abogado debe tener moral e ir de la mano con las
normas para no ser tentado por ostentosos honorarios que lo lleven a incumplir con la ley y
traicionar la ley cometiendo un crimen profesional al defender algún delito o corrupción. La
moral dela bogado siempre será cumplir con su deber al pie de la letra sin importar el que dirá la
sociedad y llevar siempre su conciencia limpia.
El último recurso del que debe de valerse un abogado sin duda alguna, no son más que
trámites innecesarios que se emplean para la obtención de un tiempo superior al dado por la ley
para la obtención de beneficioso para la presentación de pruebas. ¿Medios dilatorios del
procedimiento para ganar tiempo o para probar una verdad incomprobable de no existir dichas
dilatorias? Se debe actuar conforme a los tiempos que establece la ley, no buscar beneficios en
otros, aunque si bien debería ser así a fin de buscar que prevalezca la ley.
La sensibilidad del abogado por otro lado busca el correcto equilibrio entre la moral y la ley
con gran legitimidad. Ser capaz de poner el alma cuando se leen las leyes sin ser afectado por la
codicia o la ofuscación de su defendido, siempre llevando la calma de una conciencia limpia, de
administrar la justicia como se debe y no como lo desearía el resto. En fin, amar sin preocuparse
por el objeto amado.
El desdoblamiento psíquico otra de las virtudes que tiene el abogado, es entregarse al bien de
los demás, estar al servicio del deber. El abogado debe tener claro sus inclinaciones de la ley y
no cambiarlas sin importar el asunto en el que va a intervenir. Es decir, hacer lo que debe hacer
ya que el alma de un abogado no se alquila ni se vende.
Hay profesiones que se deben hacer con sangre fría y otras con sangre cliente. El abogado
debe ejercer su profesión con un estilo forense pero con amor poniendo el alma en su defensa. Es
que para que realmente haya justicia esta debe ser libre y ser alcanzada por todos, no solo por los
que más tienen ya sea dinero o influencias ya que esto sería oscurecer la justicia, taparla y
entorpecerla para que salga librado el más fuerte. Debe actuar con sigilo, dignidad pulcritud y
eficacia.
El elogio de la cordialidad se basa pues que tanto el abogado como el juez tenga compromiso
con su deber, que es cumplir con su deber de defender las normas en post de la justicia sin
importar la presión de unos u otros. No obstante es justificable la desconfianza de estos dos pues
esto quiere decir que los dos están realizando bien su trabajo que es confiar solamente en su
experiencia y conocimientos.
Todavía cunde y es invocado el viejo aforismo judicial “lo que no está en los autos no
está en el mundo”. A su amparo se ahorran muchos juristas la funesta manía de pensar.
¡Cosa más cómoda! ¿No está en el folio tal ni en el folio cuál? Pues no existe! (Ossorio,
2018, pág. 162)
El arte y la abogacía son dos ramas muy parecidas ya que en el arte hay leyes que rigen su
estructura y en la abogacía el arte le permite ser. La abogacía tiene arte en su equilibrio entre
leyes, normas y la pasión con la que esta debe ser ejercida. Todos estos aspectos crean clases de
abogacía y todas estas se basan en la confianza que cada abogado da de su trabajo, y esta se gana
dependiendo a la clase a la que pertenezca dependiendo del nivel de su profesionalismo.
El pasante es por donde todo abogado pasa y por ende es su deber orientarlo a que su carrera
se forme de la mejor manera enseñándole su cátedra y como se debe ejercer correctamente la
profesión por la que está estudiando. Este aspecto va de la mano con el defender a los pobres, ya
que otro valor del abogado es la transparencia de su profesión que también es social, debido a
que debe velar por el bienestar de la sociedad, es decir de los que no tienen y hacerlo mediante el
gobierno que debe garantizar los mismos.
La toga sin un uso adecuado no es más que una prenda, pero el abogado es quien le da vida
con su arduo trabajo diario. La familia de un abogado es importante y trascendental en su carrera
ya que le permite ver con el cerebro y con el corazón. Y de esta manera hacer de las normas una
justicia eficaz caracterizada por la oralidad, publicidad y su sencillez. Y el juez de esta manera
tenga el deber de aprobar el juicio ante esta justicia tan perfectamente trabajada.
Por estas razones se puede llegar a la conclusión de que este es un libro que toda persona
interesada con la abogacía, ya sea un estudiante de secundaria que quiere estudiar derecho, o un
pasante o un estudiante de derecho, o incluso un abogado mismo, ya que le permite descubrir si
esta profesión es realmente su pasión y lo que desea hacer para toda su vida y si esta lo hará
feliz. Este libro da las pautas correctas para diferenciar entre ser licenciado de derecho y ser un
verdadero abogado y enseña a quién desea serlo paso a paso como debe ir creciendo en su
profesión. Como el mismo autor de este libro lo dice: “La abogacía es profesión de señores”, y
sin lugar a dudas lo es por la gran responsabilidad que esta profesión le otorga al hombre o mujer
que quiere convertirse en abogado/a.
Los abogados son personas con grandes valores, como son: el respeto, tolerancia, asertividad,
honradez, amor, profesionalismo, agradecimiento, dignidad, humildad, lealtad, libertad y muchos
más de los cuales todos son utilizados hacia los clientes así como a los demás abogados y
autoridades.
Referencias Bibliográficas