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Antiguo Testamento 1

Introduction to the Old Testament (Hebrew Bible): Lecture 1


Professor Christine Hayes:

No necesitan ustedes que yo les diga que la civilización humana es muy, muy vieja. Sin embargo, nuestros
conocimientos sobre los primeros pasos de esa civilización fueron muy escasos durante muchos siglos. De hecho,
apenas se sabía algo hasta los grandes descubrimientos arqueológicos en el Antiguo Próximo Oriente, del que he
hecho aquí en la pizarra un notable y vívido esbozo. Aquí están, como pueden ver, el Mediterráneo, el río Nilo, el
Tigris y el Eufrates, es decir, el lugar en que nacieron y se desarrollaron las grandes civilizaciones del antiguo Egipto,
Mesopotamia y el área que conocemos como Creciente Fértil, en la que se encuentra Canaan.
Los arqueólogos en los siglos XIX y XX se quedaron atónitos al ver las ruinas y los documentos de unos
pueblos y unas culturas realmente notables: imperios complejos y poderosos, en algunos casos, y que han
desaparecido muchos de ellos totalmente de la memoria humana.
Atónitos se quedaron también ante unos idiomas que hace mucho tiempo fueron olvidados, textos literarios
y legales que eran totalmente indescifrables. Pero esto pronto cambió. Y hoy podemos decir que estamos en
disposición de poder apreciar los éxitos extraordinarios de aquellas primitivas civilizaciones, de las más primitivas
civilizaciones.
Así, muchos especialistas han hecho notar que no deja de ser irónico que el pueblo del Antiguo Próximo
Oriente (APO) con uno de los legados más duraderos, si no el más duradero, no fue un pueblo que vivió en los
grandes centros de esa civilización. El pueblo de esa zona y época con el legado más duradero, fue un pueblo que
tenía una idea. Y fue una idea que se apartó de las ideas de sus vecinos. Este pueblo es el pueblo israelita.
Y los especialistas están de acuerdo en que, a pesar de los intentos de la Biblia, los israelitas en ese tiempo y
durante la mayor parte de su historia, fueron una insignificancia.
Hacia el año mil consiguieron establecer un reino en la tierra conocida entonces como Canaan.
Probablemente lograron someter a sus vecinos y recoger tributos, aunque esto es algo más dudoso. Alrededor del
año 992 aC, este reino se dividió en dos reinos de menor importancia y menor categoría.
Por una parte, el reino del Norte, que nosotros de manera harto confusa llamamos reino de Israel, formado
por diez de las doce tribus del pueblo de Israel. Fue destruido en el año 722 aC. por los asirios y nunca jamás volvió a
recuperarse.
El reino del Sur, formado por las dos tribus restantes, es conocido como reino de Judá. Consiguió a duras
penas sobrevivir hasta el año 586 aC, año en que llegaron los babilonios, conquistaron el país y sobre todo,
Jerusalén, la capital y el templo y se llevaron al exilio a buena parte de la intelligentsia y del pueblo.

La derrota y el exilio hubieran supuesto en aquella época el exterminio de un particular grupo étnico o
nacional. Los pueblos derrotados hubieran cambiado sus dioses nacionales por los de la nación victoriosa y,
normalmente, con el tiempo, se hubiera dado una asimilación, un maridaje cultural y religioso. Ese pueblo que acabo
de mencionar hubiera desaparecido como entidad distinta.
Esto es lo que, de hecho y en gran medida, ocurrió en el reino del Norte. Desapareció de la historia. Sin
embargo no fue así con sus parientes del sur, con el reino de Judá.
A pesar de la desaparición de su status político en el 586 aC, estos israelitas (en realidad, las dos tribus que
no eran del reino de Israel), surgieron de nuevo como comunidad y mantuvieron su cultura y su religión. Entre todos
los demás pueblos de aquella historia, los sumerios, los acadios, los hititas, los fenicios, los hurritas, los canaanitas,
ellos, un pueblo minúsculo, son los únicos que dejaron huellas en la historia hasta los tiempos actuales. Es algo
realmente extraordinario. Y consigo llevaron sus ideas y sus tradiciones que dieron origen a las tres religiones más
extendidas en el mundo occidental: judaísmo, islamismo y cristianismo.

Y, ¿cuál es esa nueva idea que moldeó y dio forma a esa cultura que les permitió sobrevivir desde la remota
antigüedad hasta, prácticamente, nuestros días?
Por partes.
Nos es conocida la idea del universo que entonces había, que estaba extendida entre los pueblos antiguos.
El pueblo consideraba a las fuerzas naturales como imbuídas de un poder divino hasta hacer de ellas, en cierra
medida, divinidades. La tierra era una divinidad, como lo eran el cielo y el agua. Tenían poderes extraordinarios,
divinos. Es decir los dioses eran o estaban muy relacionados con las fuerzas de la naturaleza.
Además, Había muchos dioses. Por consiguiente ninguno de ellos era superpoderoso.
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Hay evidencia de que el antiguo pueblo israelita también tenía esta visión del mundo. En sus épocas más
primitivas, ellos también tomaron parte en la amplia vida religiosa y cultural del APO.
Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, algunos israelitas -no todos, no a la vez y no de manera uniforme
o unánime - rompieron con esa visión y articularon otro punto de vista: sólo un Dios, sólo un poder.

Detalle más importante que el número de dioses era que ese Dios de los israelitas no era parte de la
naturaleza: estaba por encima de ella. En absoluto identificaban su Dios con la naturaleza. Ese Dios trascendía lo
creado, No se le conocía a través de fenómenos naturales, sino que se le conocía a través de la historia, de los
acontecimientos, y, de forma particular, a través de su relación con el género humano.
Y esta idea, que, de entrada, parece tan sencilla y no muy revolucionaria, fue, como veremos, la que afectó
de forma radical a todos y cada uno de los aspectos de la cultura israelita. Fue la idea que aseguró la supervivencia
de los antiguos israelitas como entidad, como entidad étnica religiosa.
De muchas formas y bastante complicadas, ese Dios absolutamente transcendente y con absoluto control de
la historia hizo posible que los israelitas, o un grupo de ellos, interpretaran episodios catastróficos de su propia
historia, como la destrucción de su capital Jerusalén, o el exilio, no como una derrota del Dios de Israel o como un
rechazo de su Dios sino como algo necesario, algo que formaba necesariamente parte del plan, un plan de largo
alcance, de ese Dios para Israel.

Estos isrealitas dejaron constancia de su revolución cultural y religiosa en una serie de libros: los que hoy
conocemos con el nombre colectivo de Biblia Hebrea. Y este curso es, precisamente, una introducción a esa Biblia
Hebrea como expresión de la fe religiosa del antiguo Israel y como documento fundacional de la civilización
occidental.

El curso tiene varios propósitos. En primer y principal lugar, quiero que ustedes se familiaricen con los
contenidos de la Biblia Hebrea. No vamos a leerla palabra por palabra, claro. Leeremos con sumo cuidado algunos
trozos de la Biblia y en otros casos elegiremos una selección de textos de forma que puedan hacerse con una idea
clara. Será un muestreo elegido por su contenido.
El segundo objetivo es acercarles al estudio de la biblia desde varios puntos de vista, con metodologías
diferentes. Algunas son muy recientes, y otras son de hecho bastante antiguas. En algunos momentos jugaremos a
ser historiadores y en otros a ser críticos literarios.”¿Cómo se eniende este texto bajo un punto de visa literario?”
Otras veces seremos críticos religiosos y culturales.”¿Qué decían los israelitas en su momento, contra quién y por
qué?”
El tercer objtivo del curso es ofrecerles una visión de la historia de la interpretación bíblica. Me parece que
es la parte más divertida del curso.
La Biblia tiene un concepto radicalmente nuevo de lo divino. Tiene una presentación totalmente
revolucionaria del ser humano como agente moral. Tiene una fascinante historia de Israel como nación, de sus
episodios, que ha conducido a muchísimos lectores a meditar su sentido y su mensaje. Como resultado de todo ello,
la Biblia es la base de un enorme edificio de interpretaciones, comentarios y debates, lo mismo en un marco
tradicional religioso que en el marco académico, universitario y secular.
Y de cuando en cuando, princialmente en las discusiones, tendrán ocasión de entender la manera en que
determinados pasajes bíblicos han sido interpretados- a veces de forma contradictoria a lo largo de los siglos.
Créanme. Ea parte es la vez divertida y excitante.
Otro objetivo, el cuarto, es familiarizarles con la cultura del antiguo Israel tal como la presenta la Biblia con el
telón de fondo del entorno del APO, de su situación histórica y cultural, ya que los descubrimientos arqueológicos
nos presentan una herencia cultural y espiritual de los habitantes de la región, incluyendo los israeitas. Y una de las
consecuencias más importantes de estos descubrimientos es la luz que han proyectado sobre el fondo y el origen
del material que aparece en la Biblia.
Así nos daremos cuenta de las que las tradiciones que aparecen en la Biblia no surgen de una especie de
vacío. Los primeros capítulos del génesis, Gen 1 a 11, son los conocidos como la “Historia de los orígenes”, que,
dicho sea de paso, no es un nombre muy apropiado por la sencilla razón de que esos capítulos ni son ni pretenden
ser historia tal como hoy entendemos ese término.
Decía que esos capítulos son deudores en buena parte a los mitos que había en quella parte del mundo. La
historia de la creación en el primer capítuo del génesis nos lleva al relato épico babilónico conocido como Enuma –
Elish. Hablaremos de este texto más a fondo.

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La historia de la primera pareja humana en el jardín del Edén, que se encuentra en los capítulos 2 y 3 del
Génesis, tiene claras afinidades con el relato épico de Gilgamesh, un relato asiriobabilónico en el que el héroe se
embarca en una interminable búsqueda de la inmortalidad.
La historia de Noé y el diluvio qe aparece en los capítulos 6 al 9 del génesis es una versión israelita de otra
historia de una antigua inundación relatada en la narración mesopotámica llamada Épica de Atrahasis.

Las tradiciones bíblicas tienen sus raíces profundamente insertas en el mundo de los primeros tiempos, en
las tierras y tradiciones que les rodeaban. Los paralelos entre esas tradiciones y los relatos bíblicos han sido, y son,
objeto de un intenso estudio.
Sin embargo, no son los parecidos lo que más nos interesa. De hecho, lo más interesante y lo que hay que
destacar es la transformación bíblica de la herencia del Oriente a la luz de sus nuevos y radicales conceptos sobre
Dios, el mundo y lo humano.

Vamos a trabajar este tema con cierta profundidad.


Tenemos una historia sumeria del tercer milenio aC. Se trata de la historia de Ziusudra y tiene algunos
elementos comunes con la historia de Noe y la inundación. Tanto en la historia israelita como en la sumeria,
- la inundación es el resultado de una decisión divina deliberada.
- se perdona a un personaje concreto.
- a este personaje se le dan unas instrucciones concretas para la construcción de un barco.
- y se le dan también instrucciones precisas respecto de lo que ha de llevar a bordo.
- la inundación elimina todo ser vivo.
- el barco descansa al final en la cumbre de una montaña
- el héroe envía unos pájaros para hacer un reconocimiento de la tierra.
- cuando sale del arca, el héroe ofrece un sacrificio a Dios.

Todos estos elementos narrativos aparecen en ambos relatos. Es algo sorprendente cuando se leen en
paralelo. Pero, lo que tiene una especial importancia, no es el hecho de que el escritor bíblico vuelva a contar una
historia que circuló por todas partes en la antigua Mesopotamia. Lo que llama la atención es la deliberada
transformación de la historia de manera que, en cada caso, es una expresión de los valores específicos y de los
puntos de vista característicos de cada autor.
En los relatos mesopotámicos, por ejemplo, los dioses actúan de forma caprichosa, a su antojo. De hecho, en
uno de estos relatos, los dioses dicen:”Oh, esa gente, tan ruidosa que no puedo dormir, vamos a barrerlos a todos
ellos.” Es una reacción lógica, sin ningún escrúpulo de tipo moral. Destruyen a los estoicos y ninguneados humanos
que les están molestando y todo de acuerdo a una norma tiránica, injusta y desconsiderada.
En la historia bíblica, cuando los israelitas cuentan esta historia, la modifican. Son los compromisos éticos de
Dios los que le llevan a convertir la inundación en un acto de justicia divina. Está castigando la corrupción malvada de
los seres humanos que tan amorosamente había creado y cuya degradación no puede soportar. Aquí hay otro
mensaje, no es el mensaje mesopotámico.

Por eso, cuando comparemos la Biblia con la literatura del APO, veremos no sólo la inmensa herencia
cultural y literaria de la que todos aquellos pueblos participaban. También veremos cómo los escritores bíbicos, de
manera a la vez bonita e inteligente, expresan lo mismo pero con una idea subyacente radicalmente diferente.
Recurrieron a las mismas fuentes, pero las mezclaron y dieron forma a su modo y manera. Y esto nos conduce a un
problema crucial para todos aquellos que intentan reconstruir la antigua religión israelita tomando como base los
datos que ofrece la biblia.
Este problema reside en la diferente perspectiva de los editores finales del texto y algunas de las fuentes
más antiguas de la biblia. Porque, obviamente, estos relatos que se incorporaron a la Biblia tienen su origen en
fuentes muy antiguas.
Los responsables de la edición final de estos textos tenían una clara y decidida visión monoteísta que de
alguna forma impusieron a las narraciones más antiguas cuando llegó el momento de reescribirlas. Hay que
reconocer que, en gran medida, tuvieron mucho éxito.
Pero algunas veces, el resultado de su esfuerzo convierte el texto en algo ambiguo, poco claro y objeto de
muy serias y enconadas discusiones interpretativas.

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En muchos aspectos, la Biblia expresa como un disgusto, un rechazo del medio cultural en el que fue escrita,
y eso nos interesa, porque para mucha gente de hoy, la biblia es el modelo de lo intocable, de lo que hay que
conservar a toda costa. Y creemos que es un conjunto de datos anticuados, pasados de moda en formas e ideas, y
me parece que uno de los retos de este curso es precisamente el de intentar leer la biblia con ojos nuevos, frescos,
de forma que puedan apreciar, sin ideas previas, lo que la Biblia fue, y, en cierta medida, sigue siendo: un revulsivo,
una crítica cultural y revolucionaria.Pero, insisto, para ello, tenemos que dejar de lado nuestros aprioris culturales.
Es imposible, que, con mayor o menor fuerza, no tengan ustedes algunas ideas y opiniones sobre la Biblia,
porque creyentes o no, todos hemos oído alguna vez lo de “ojo por ojo, diente por diente” sin saber a ciencia cierta
qué es lo que quiere decir, porque no sabemos contextualizar la frase y la entendemos a partir de nuestras ideas y
valores éticos de hoy.
Por eso, por ese conocimiento cultural y difuso podemos creer que tenemos una idea aproximada de lo que
la Biblia es y de la visión del mundo que nos ofrece, cuando, de hecho, son puntos de vista gratuitos, sin contenido,
que no se apoyan en la realidad de lo que la Biblia dice y es sino en lo que se va oyendo por ahí. Ponemos en la Biblia
afirmaciones increíbles, que ciertamente, enla Biblia no están.
Así que, antes de seguir adelante necesito pedirles a todos ustedes que, para conseguir los propósitos de
este curso, dejen de lado algunas de las ideas, graciosas, míticas, imaginativas o dolosas que puedan o podamos
tener sobre la Biblia.

El punto primero, lo primero que debemos dejar de lado es la idea de que la Biblia es un libro. No. No es un
libro, es un montón de libros, cada uno con su autor, sus ideas, su contexto, su propósito, sus lectores, su estilo
literario… Y esto implica muchas cosas, entre ellas, que no podemos esperar encontrarnos con un estilo uniforme,
con formas de decir que se repiten en función del estilo del autor… porque no hay “tal” autor sino muchos autores.
En relidad, la Biblia es una biblioteca que contiene una serie de libros escritos y editados a lo largo de mucho tiempo,
por gente muy diferente, en situaciones diferentes, respondiendo a problemas políticos o históricos diferentes, con
intereses filosóficos o religiosos o éticos también muy diferentes.
Y claro, los temas que aparecen en la Biblia son muy diferentes.
Hay narraciones, preciosos relatos.
Hay todo tipo de leyes.
Hay textos de carácter ritual o cúltico que se refieren a determinadas ceremonias que se supone que se han
de celebrar.
También hay documentos proféticos, poesía lírica, poesía amatoria y salmos y proverbios y acciones de
gracias y profundos lamentos.

Todo esto supone una riqueza enorme y es una consecuencia lógica del hecho que la Biblia sea una especie
de antología de obras diversas y no un texto con una ideología única. Y este es el punto en que muchos alumnos
tienen dificultades. Porque tienen que enfrentarse con diferentes líneas de pensamiento, diferentes tradiciones,
cada una con sus propias características, como melodías musicales diferentes, pero formando todas juntos esa
magnífica sinfonía que es la Biblia.

El Génesis trata de los orígenes y tiene que lidiar con temas como la existencia del mal, la existencia de la
idolatría o del sufrimiento en un mundo creado por un Dios que es bueno.
Los textos sacerdotales como el Levítico y Números recalcan la santidad de toda vida y el ideal de pureza
ética y ritual.
Hay poesías a la razón humana, al conocimiento y al esfuerzo en los libros de la Sabiduría y Proverbios.
El Eclesiastés parece un escrito existencialista del siglo pasado: se rie un poco de cantidad de cosas,
incluyendo la propia sabiduría y ofrece un tipo de existencialismo positivo.
Los salmos son escritos muy personales que se dirigen a la piedad individual y al amor y alabanza de Dios.
El libro de Job, quizá el mejor libro de la Biblia hebrea, supone un reto a la religiosidad tradicional que llega a
la agridulce conclusión de que no hay justicia ni en este mundo ni en ningún otro pero sin dejar que esto sea una
excusa para la ingratitud ni, quizá, para no llevar una vida recta aunque sin sentido en el peor de los casos.

Resulta que por una de esas situaciones de la vida, una curiosa y feliz casualidad, los judíos de entonces
juntaron todos esos libros en esa colección que llamamos la Biblia. Optaron por mantener juntos libros muy
diferentes. No se esforzaron en limar o en disimular las diferencias entre unos y otros. Dejaron que cada libro tuviera

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su propia voz, que fueran una hebra particular en el magnífico tapiz de la experiencia humana y sus misterios, en la
reflexión sobre situaciones vitales diferentes, algunas sublimes, otras miserables.

Y esto me lleva al segundo punto. Las narraciones bíblicas no son narraciones piadosas o ejemplos de virtud.
Ni tienen todas ellas valor ejemplarizante. Narran hechos de la vida real vividos por personas reales que no siempre
son modelos para los lectores, aunque la tradición nos haya hecho creer que se trata de vidas de santos. No. Son
seres humanos normales, algunos escandalosos, otros violentos, rebeldes, lascivos, viciosos… Pero que, también,
como la gente real, pueden cambiar y comportarse de manera leal y auténtica hasta el heroísmo. Pueden cambiar.
Pueden crecer y mejorar.
Por eso me resulta algo extraño que haya gente que al abrir la bibia por primera vez, la cierra de inmediato
cuando se topan con personajes como Jacob, engañando a todos, o como José, un jovenzuelo malcriado y engreído o
como Judas que no cumple la palabra dada a su nuera y se va con prostitutas.
¿Quién es esta gente y cómo diablos está en la Biblia? Esperaban encontrarse con héroes y santos y resulta
que esa gente es como todos nosotros o bastante peor.
La Biblia no dice que sea modelo de perfección. Y los personajes que en ella aparecen tampoco. Son gente
real con conflictos morales, ambiciones y deseos reales, que pueden actuar con egoísmo y cortedad de miras. Pero
que, como todas las personas de verdad, pueden madurar y cambiar y si nos proponemos, quizá demasiado
rápidamente, justificar esos personajes simplemente porque están en la Biblia, nos perdemos lo mejor de la historia.
Nos perdemos su humanidad. Nos perdemos el juego de valores y criterios morales que los mueven. Nos
perdemos la agudeza y profundidad sicológica que ha hecho de estas historias algo extraordinariamente interesante
por encima del tiempo y de las modas.
Así que, lean la Biblia como leerían un buen libro de un buen autor que sabe presentar y mover a sus
personajes.

Y paso al tercer punto. La Biblia no es un libro para niños. Eso de “Historias bíblicas para niños” me pone de
los nervios. La Biblia no es algo apropiado para niños. Tanto los temas como el estilo de la narración exigen lectores
adultos. Las traiciones o los incestos no son apropiados para niños. Es material muy denso y va dirigido a gente con
conocimiento de la vida, de la lucha y del dolor y de la compasión y la alegría.
Bajo un punto de vista literario, tampoco es para niños. El estilo, la sofisticación, las metáforas, la sutileza
hace que en ocasiones, incluso un lector adulto esté perdido o tenga dificultad en la lectura.La Bibia no predica, o
raras veces, la moral. Sí que habla de ella porque los personajes se ven en situaciones que reflejan sus valores
morales, buenos o malos. Las conclusiones las tiene que sacar el lector. Eso supone jugar con ironías, juegos de
palabras, paradojas… que, con el tiempo, se llegan a valorar y disfrutar.

Este es el cuarto mito del que tenemos que desprendernos: la Biblia no es un libro de teología, ni es un
catecismo ni mucho menos un tratado de teología sistemática. No es un manual de religióna pesar de que, mucho
después, complejos sistemas teológicos se hayan tejido con las fibras de interpetación de pasajes bíblicos. No hay
nada en la Biblia que se corresponda con lo que, en occidente y hablando en general, entendemos por religión. De
hecho, esa palabra no existe en el lenguaje bíblico.
Cuando el Cristianismo se asentó, la religión occidental llegó a ser definida en buena parte por el
asentimiento intelectual a determinados puntos doctrinales. La religión se definió como un bloque de “creencias”,
un catecismo de verdades que había que aceptar, un estilo de religión centrada en un catecismo. En el mundo de la
Biblia no hay nada de eso. Le es totalmente ajeno.
En tiempos bíblicos y en general, en el OPA, la religión no era un bloque de doctrinas que había que aceptar.
Para hacerse israelita o, como más tarde se llamará, judío. Aclaro que este término empezó a usarse hacia el año 500
aC, de forma que en lo que nos concierne, es mejor hablar de israelitas.
Como decía. Para hacerse israelita basta con unirse a una comunidad israelita, vivir una vida de israelita,
morir también como un isrelita, obedecer las leyes y costumbres israelitas y respetar la sabiduría tradicional israelita.
Se entra en la comunidad histórica israelita aceptando que el destino de ese pueblo se confunde con el propio
destino. Algo así como lo que hoy llamamos naturalización.
De modo que queda claro que la Biblia hebrea no es un texto teológico. Contiene una serie de narraciones y
otros materiales que refieren la odisea de un pueblo, el pueblo de Israel. No es una explicación de lo divino (que es
lo que etimológicamente quiere decir teología) sino un relato de lo divino.

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Pero, una vez dicho esto hay que añadir que, aunque la Biblia no tiene expresiones formales de la fe religiosa
o de la teología sistemática, muchos aspecto morales y algunos aspectos existenciales que están en el centro de lo
que hoy llamamos teología, ya aparecen en la Biblia, pero tratados de diferente manera. Se habla de ellos de forma
indirecta, implícita. Se emplea el lenguaje de la historia, de la canción, de la poesía, de la paradoja o de la metáfora.
Y ciertamente este no es el lenguaje abstracto que posteriormente empleará la filosofía o la teología.
Finalmente quiero señalar otra cuestión. Podrá ser objeto de discusión en otro momento. Los libros de la
Biblia fueron escritos, reunidos, editados, modificados, adaptados y transmitidos oralmente al principio y por escrito
posteriormente por seres humanos, por hombres. En ningún momento dice la Biblia de sí misma que sea palabra de
Dios. Esta doctrina apareció mucho después. E incluso en ese momento, sería interesante saber lo que tenían en la
cabeza los que propusieron las doctrinas sobre el origen de los textos bíblicos. Hubo un tiempo en que la paternidad
de los cinco libros del Pentateuco, en bloque o en su mayor parte, fue atribuída a Moisés. Es cierto que en algunos
pasajes que hacen referencia a la Alianza se dice que fue Moisés el que los escribió, pero eso no implica que fuera el
autor de los cinco libros tal como la tradición afirma. Fueron muchas personas las que, a lo largo de los siglos,
contribuyeron a escribir esas páginas, y los estilos personales, las inquietudes y motivaciones políticas o religiosas de
esas personas afloran, quedan reflejadas en los textos.
Dejo a un lado el tema de la inspiración divina que es artículo de fe para muchas religiones que se basan en
la biblia. Pero aquí no entramos en el terreno de la fe. Ciertamente, es perfectamente compatible la fe en la
inspiración divina y la aceptación del papel que los seres humanos han tenido en la edición y transmisión de la Biblia.
En este curso, vamos a trabajar sobre la segunda parte, el papel humano.

Aunque insista en que el interés que tenemos en la Biblia Hebrea es un interés como objeto cultural o
literario más que un interés teológico o de fe, es claro que hay un hecho incontrovertible. Este documento, la Biblia,
está en la base de la fe religiosa de millones de personas. Y algunas de ellas están aquí presentes en la sala. Y es
deseable que al estudiar la Biblia puedan establecer un diálogo entre lo que estudian y sus propias convicciones
religiosas. Espero que, para algunos de ustedes, y deseo que lo sea para todos, este diálogo sea al mismo tiempo
enriquecedor y estimulante.
Para otros, puede entrañar algunas dificultades. Quiero adelantarme y asegurarles a todos ustedes que en
ninguna manera pretendo hablar mal o o socavar sus creencias, de la misma manera que no intento y no voy a hacer
proselitismo de la fe religiosa. No porque no sea importante, sino porque no es el tema de este curso. A lo largo de
nuestro estudio vamos a encontrarnos muchas veces con la experiencia de fe de los israelitas y con la afirmación de
esa fe. Está en los textos de ese maravilloso libro que llamamos la Biblia. Pues bien es esa afirmación y expresión de
fe la que nos interesa en este curso, más que la fe en sí.

Por experiencia les puedo asegurar que de vez en cuando, surgen algunas preguntas motivadas por un
compromiso previo con un determinado artículo de fe. En ese caso, invito a los que me han preguntado, y a todos
los demás, a replantearse quizá en otros términos lo fundamental del artículo de fe que hace problemático para esas
personas algo de lo que estamos estudiando.

No me voy a dejar arrastrar a debates de carácter filosófico o teológico sobre los méritos o deméritos de tal
o cual creencia. Sencillamente me voy a limitar a aclarar lo que el texto dice realmente, dejando que cada cual lo
interprete conforme a sus creencias. Estas situaciones pueden ser muy enriquecedoras para todos, al margen de que
para mí, no representan ningún problema.

Muy bien. Voy a ofrecerles unos cuantos detalles que pueden ser interesantes al trabajar con la Biblia y
después les aclararé algo respecto a la organización del curso.
Algo de lo que voy a decir lo tienen en los folletos. Les pueden servir de ayuda.
La Biblia es la recopilación de unos libros y escritos que aparecen a partir del año 1000 aC. Hay opiniones
sobre la fecha de redacción de los últimos libros. En general se les sitúa hacia el 160 aC. Hay que recordar que
algunos fragmentos, sea de narraciones, sea de textos legales o de tradiciones, pueden tener un origen bastante más
antiguo y tuvieron una transmisión oral hasta el momento en que fueron puestos por escrito.

En su mayor pare, la Biblia está escrita en Hebreo. De ahí el nombre de Biblia hebrea. Tiene algunos trozos
en arameo. En el folleto tienen el desglose de los tres bloques más importantes. Enseguida hablaremos de ello así
que ténganlos a mano.

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Estos escritos han tenido un impacto profundo y duradero en las llamadas religiones del libro: judaísmo,
cristianismo e Islam. Para las comunidades judías que reunieron estos escritos en su etapa precristiana, la Biblia es
antes que nada una crónica de la eterna alianza entre Dios y el pueblo judío. Por eso, los judíos llaman Tanak a la
Biblia. Ya lo veremos. Esa palabra, Tanak, corresponde al sonido de las etras “t”, “n” y “Kh”. Es un acrónimo.

La letra T se refiere a la Torah, que quiere decir instrucción o enseñanza. A veces se traduce por “ley”. Me
parece una traducción pobre, que minimaliza y desfigura el sentido real de la expresión. Prefiero el sentido de
enseñanza. Se refiere a los cinco primeros libros de la Biblia.
La letra N, hace referencia la segunda parte de la Biblia, los Nevi’im, los profetas.
En realidad esta parte se divide en dos. La primera contiene los relatos de las actividades de los llamados
profetas mayores. Está en prosa.
La segunda parte, son escritos poéticos y oráculos que llevan el nombre del profeta a quien se atribuyen
estos escritos. Hay tres profetas mayores y doce menores. Los escritos de estos últimos, cortos en general, se reúnen
en un único libro.
La sección final de la Biblia en hebreo se llama Ketuvim. Escritos, así sencillamente.
Y ya está. Con esto, ya han visto casi el 50% de todo el hebreo que vamos a emplear en el curso. Quedan un
par de términos más que veremos sobre la marcha. Realmente, no necesitan más hebreo para seguir el curso.
Esas tres partes marcan también el proceso en que fueron reconocidas como autoridad por la comunidad judía. La
Torah fue el primer bloque de libros que adquirió este status. Posteriormente llegaron los profetas y finalmente los
escritos. Hacia finales del siglo primero de nuestra era quedó organizada en buena parte la Biblia Hebrea tal como la
conocemos hoy.
Si echan un vistazo a otro folleto se dan de bruces con otro problema para cualquier curso sobre Biblia: hay
que elegir la biblia que vamos a utilizar y de la que hablaremos. Las diferentes comunidades religiosas han tenido
diferentes biblias.
Una de las más antiguas traducciones es la que se hizo del hebreo original al griego. Es conocida como “los
LXX” porque según la tradición se unieron setenta sabios judíos para hacerla. Se tuvo en cuenta la necesidad de los
judíos grecohablantes que vivían en Alejandría allá por el sigo III o II aC. Existen algunas diferencias entre esta
traducción y el texto original de la Biblia Hebrea tal como hoy lo conocemos, entre ellas el propio orden de los libros.
Tienen estos detalles en el folleto.
El criterio de los LXX para ordenar los libros es un criterio temporal. Agruparon en un bloque los libros que
van desde el génesis hasta Esther porque cuentan cosas del pasado. Otro bloque lo lo forma el grupo de libros que
va desde Job hasta el Cantar de los Cantares o el canto de Salomón porque contiene la sabiduría que se aplica en la
vida diaria. Y finalmente están los libros proféticos, desde Isaías a Malaquías, porque hacen referencia al futuro.
Algunas copias de los LXX incluyen algunos libros que no están en el cánon hebreo pero que fueron
aceptados en el primitivo cánon cristiano. Esta traducción se convirtió en la Biblia de la Cristiandad, o, siendo más
precisos, en el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana.
Los cristianos aceptaron la biblia hebrea como precursora de sus muy helenísticos evangelios. Una
asociación sumamente importante al sumar a los evangelios una tan antigua y respetada tradición.
Nosotros vamos a trabajar sobre todo con la biblia de la antigua comunidad israelita y judía, los 24 libros agrupados
en tres bloques, Torah, Profetas y Escritos que es la división más frecuente en todas las biblias.
Sean judíos o cristianos, estos 24 libros son una base común para todos.
El término “Antiguo Testamento” tiene una cierta carga teológica, como si su contenido fuera “antiguo”, algo
que ha sido superado y completado por el Nuevo Testamento. Por eso prefiero usar el término “Biblia Hebrea”. De
todas formas, pueden ustedes usar el término que les guste o el que suelen emplear normalmente, mientras quede
claro que se refieren sólo a los 24 libros y no a otros escritos que no están en la biblia hebrea tradicional. O sea que
van a estudiar algo menos. A mí personalmente me gusta más por su precisión el término “Biblia Hebrea”.

Desde el comienzo, los cristianos usaron la Biblia en esta traducción griega y por eso, el Antiguo Testamento
cristiano tiene libros que, como ya he dicho, no están en la Biblia Hebrea. Algunos de estos libros son llamados
“apócrifos”. Estos escritos a los que hago referencia se escribieron en el período comprendido entre el 200 aC y el
100 dC. Fueron ampliamente utilizados tanto por judíos como por cristianos. Los judíos no los introdujeron entre sus
24 libros, pero los cristianos los aceptaron como parte del canon de la cristiandad católico-romana. Esta opción fue
confirmada en el siglo XVI.

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Más adelante, algunos cristianos se interesaron por el texto hebreo y no por la traducción al griego, por
ejemplo los protestantes, y negaron el status canónico a los apócrifos, sin menoscabo de su valor para la vida y
piedad cristianas.
Otros escritos son conocidos como los Pseudoepígrafos. Hablaremos de todo esto con más detalle un poco
más adelante. Estos libros son más o menos de la misma época que los apócrifos y nunca han formado parte del
canon judío ni del católico, pero hay otros grupos cristianos que sí los han aceptado como canónicos.
Lo que tienen que sacar en limpio de todo esto es el hecho de que, aunque todos empleemos el término
común de “Biblia”, esta palabra no tiene el mismo contenido en todos los casos. Los 24 libros de los que estamos
hablando forman parte de todas estas “Biblias”.

Y otro tema impotante es el de las versiones. Desde el momento en que se escribieron estos textos, fueron
objeto de copias y traducciones a los diversos idiomas que usaban los primeros cristianos. Y como es lógico con
tantas copias y recopias, se deslizaron fallos de traducción o fallos de copia. Algunos, la mayor parte, involuntarios y
sin trascendencia doctrinal. Otros son pequeños retoques de adaptación a las corrientes ideológicas del copista o de
la época en que se hizo la traducción o la copia. Estas diferencias ya gtienen mayor importancia teológica al margen
de que son un reflejo de lo que se cocía en los ambientes de la época en que se realizó el desiz.
Hasta mediados del siglo XX, los manuscritos más antiguos eran del año 900. Y la distancia en tiempo a los
hechos que se narran es muy grande. Y la distancia en tiempo significa distancia en el vocabulario, en las
costumbres, en las ideas… Por eso es fácil deducir la enorme importancia de los llamados manuscritos del Mar
Muerto. Supusieron un cambio radical en la idea que se tenía sobre los manuscritos hebreos. No voy a insistir sobre
el dato porque es de sobra conocido.

Estos manuscritos se encontraron en cuevas próximas al desierto de Judea. Parece probable que fueran
guardados por piadosos judíos que huían de la conquisa romana del año 70. Algunos de estos rollos son copia del
libro de Isaías, no recuerdo si copia era entera o parcial. Y algunos de estos manuscritos datan del siglo III o IV aC.
Por fin, se había encontrado la constancia escrita de que existía continuidad en el tiempo entre los escritos
originales y las copias que actualmente disponemos. Como ya he comentado, hay diferencias entre los manuscritos y
los textos que empleamos hoy, pero es muy de destacar que las correspondencias textuales son, con diferencia,
mucho más importantes y frecuentes que las divergencias.
Los arqueólogos Yitzak Magen y Yuval Peleg en un libro publicado en 2006 suponen que el lugar de los
descubrimientos fue una fábrica de productos de cerámica o arcilla sin mayor relación con la actividad del lugar en
que fueron encontrados los manuscritos.
De alguna manera, esta idea contradice lo que hasta ahora se suponía respecto a los copistas de estos rollos.
Se creía que eran parte de una secta del judaísmo, un grupo monástico que vivía en Qumran, cerca del Mar Muerto.
Es un punto de vista que ha suscitado interés pero que en ninguna manera ha reemplazado el hasta ahora
consensus predominante en el sentido de que los manuscritos formaban parte de la biblioteca de la secta monástica
que residía en Qumran.

A partir de este momento, se dan normas de funcionamiento del curso, de las charlas, de los textos… Así que aquí
acaba la traducción.

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