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Nº 13 – Noviembre 2006
Democracia Contemporánea.
El modelo procedimental de Dahl y la
crítica normativa de Habermas
Los DAD tienen como objetivo poner a disposición de la comunidad académica la experiencia
docente de los/as profesores/as del Instituto de Asuntos Públicos.
Editora
Karina Doña Molina, Académica Instructora
Departamento de Gobierno y Gestión Pública
INAP – UNIVERSIDAD DE CHILE
Comité Editorial
Prof. Verónica Figueroa
Prof. Thomas Griggs
Prof. Ariel Ramírez
Asistente de Publicaciones
Diego Barría Traverso
Se autoriza la reproducción total o parcial del material publicado, previa cita de la fuente.
DEMOCRACIA CONTEMPORÁNEA:
MODELO PROCEDIMENTAL DE DAHL Y LA CRÍTICA NORMATIVA DE HABERMAS
PALABRAS CLAVES
Pero como se señalara, aun cuando las elecciones tal vez constituyen el
evento más importante en los sistemas democráticos, también es necesario
referirse al periodo que media entre una elección y otra, tiempo durante el
cual es imprescindible observar ciertas conductas o condiciones para
mantener la democracia. Ejemplo de esto es que la democracia requiere
que las decisiones que se adopten en este periodo se subordinen a las
establecidas en la etapa de elección, y que las decisiones o políticas que
se adopten en este periodo estén regidas por las condiciones ya
nombradas, a pesar que las circunstancias institucionales sean distintas.
Por ejemplo, Dahl establece que una condición esencial, y a todas luces
obvia, es que en las elecciones triunfen aquellas propuestas que obtengan
más votos, y se impongan sobre aquellas menos votadas. Pero si se revisa el
sistema político chileno, se puede concluir que esa condición no siempre
se cumple, pues el sistema electoral vigente (binominal) no es capaz de
garantizar esa máxima. No obstante, no parece argumento suficiente
Por lo tanto, ya no son exclusivamente las razones de los sujetos las que
explican la conveniencia de la democracia, sino que también ella
dependerá de las emociones, lazos afectivos o compromisos ideológicos
de los sujetos con los partidos y sus dirigentes.
Dentro de las razones de carácter individual por las cuales los sujetos
deberían anhelar la democracia, está la capacidad que ella presenta
para evitar los gobiernos autocráticos, impidiendo que líderes políticos,
civiles o militares, exploten las capacidades del Estado para la coerción y
la violencia con el objeto de ponerlas al servicio de sus propios fines. En
este sentido, ante la amenaza de un gobierno tiránico, la democracia
permite que las personas que están siendo gobernadas gobiernen y, por lo
tanto, se puedan proteger de los eventuales excesos que un mandatario
pueda cometer en el ejercicio del poder. Sin embargo, esta razón no deja
de ser cuestionable, pues para algunos la democracia significa la tiranía
de las mayorías, pues las minorías que se mantienen en esa posición
sistemáticamente, no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder y sus
postulados no tienen cabida igual a como sucedería en un gobierno
tiránico. Aún así las democracias son mucho menos tiránicas que los
gobiernos no democráticos y, por lo tanto, los crímenes o faltas que se
cometan en su nombre serán menores a los que se cometan en un
gobierno autoritario, aunque no por eso sean aceptables. Entonces las
Además, las democracias suelen ser menos bélicas que los demás
regímenes políticos, pues, por una parte, sus principios o postulados están
orientados primeramente a garantizar la paz y estabilidad de sus
ciudadanos, lo que desincentiva las acciones de guerra, además que las
comunidades políticas son más responsables de sus acciones y están
entrenadas para la negociación y el compromiso con sus resultados, por lo
que el emprendimiento de acciones bélicas les resulta más ajeno.
Finalmente, Dahl sostiene que los países democráticos tienden a ser más
prósperos, por cuanto, suelen implementar economías de mercado, con
distintos grados de regulación y control estatal, pero donde existe libertad
para que los trabajadores se muevan entre un lugar de trabajo y otro
según su voluntad y se generen relaciones comerciales que terminen por
beneficiar al país en su generalidad. Además, las democracias son
también más prósperas porque promueven la educación de sus miembros,
Dahl, R. (1992). “La Poliarquía”, en Albert Battle (Ed), Diez Textos Básicos de
Ciencia Política, Barcelona: Ariel.
Dahl, R. (1999). La Democracia. Una guía para los ciudadanos, Buenos
Aires: Taurus,
Habermas, J. (1998). Facticidad y Validez, Valladolid: Editorial Trotta.