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SILENCIO
Pieza teatral de Abel Enríquez.
Drama en un acto.
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A mi abuela, Tita…
por aquellos conmovedores y sonrientes días a tu lado
y estos en los que te seguiré amando con locura.
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PERSONAJES:
GUILLERMO (30 años. Alguna vez fue escritor y ahora un vago sin oficio, aunque con
mucho dinero.)
“MEMO” (20 años. Estudiante de Teatro.)
Total: 3 actores.
LUGAR: Departamento color azul siniestro de GUILLERMO. Espacio simple. Un mueble al medio,
sillas y cuadros que muestran diversos casos dolorosos, de enfermedades o simplemente la
soledad que a veces nos ataca. También se necesitará una mesa donde debe haber, siempre, una
botella de alcohol, de preferencia ron, un cenicero y un juego de ajedrez. Finalmente un pequeño
estante donde debe haber distintos libros y cajones donde se puedan guardar algunas cosas, entre
ellas una pistola.
*Si se desea contar con este texto, contactarme. Números de contacto: 976468075 / 6367183 o al
e-mail: abel_500@hotmail.com . Estaré gustoso de atenderlos.
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ACTO ÚNICO
ESCENA UNO:
“MEMO” y JAZMIN: Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños, Guillermito.
Feliz cumpleaños a ti… Tara tara tatán, ¡Cumpleaños feliz! ¡Te deseamos a ti! ¡Cumpleaños felices
te deseamos a ti!
(GUILLERMO continúa inmutado, aunque ahora algunas lágrimas aparecen en sus ojos. De la
nada sopla las velas. “MEMO” y JAZMIN” aplauden.)
JAZMÍN: ¡Bravo!
“MEMO”: ¡Esas son huevadas! Dímelo a mí, Guillermo, ¿cuál fue tu deseo? (JAZMÍN decide irse.
Va hacia la cocina.), ¿a dónde vas?
JAZMÍN: No dirá nada (A GUILLERMO) ¡No te atrevas a decir nada! (“A MEMO”) De verdad que te
comportas como un niño.
JAZMÍN: Lo que tú pides es ridículo… ¿Cómo crees que te va a decir su deseo? Eso es privado.
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“MEMO”: Nada es privado en este mundo, ¿por qué no te callas la boca? ¿Quién les ha dicho a las
mujeres que pueden hablar si solo sirven para tirar?
“MEMO”: Lo que escuchaste. Las mujeres sólo sirven para tirar y unas cuantas privilegiadas para
cocinar. Tú no eres una privilegiada, claro está.
“MEMO”: ¿Sí? ¿Y por qué no preparaste la torta? Sí, Guillermo, tuvimos que comprar la torta…
¡COM-PRAR-LA! Sólo porque esta buena para nada no sabía hacerlo.
JAZMÍN: No sé de repostería.
“MEMO”: Si hay algo que mi mamá sabía hacer, era cocinar… así que tú no le digas puta.
(“MEMO” empuja a JAZMÍN, quien grita. Está a punto de darle una paliza cuando la voz de
GUILLERMO detiene sus movimientos. Empieza a cantar “Feliz cumpleaños”.)
GUILLERMO: Feliz cumpleaños a mí. Feliz cumpleaños a mí. Feliz cumpleaños, Guillermo. Feliz
cumpleaños a mí…
Apagón.
ESCENA DOS:
Suena música dentro del departamento. GUILLERMO se encuentra echado en el sofá. Se está
masturbando con furia, como si hace mucho no tuviera sexo y mucho menos hiciera el amor. En
ese instante ingresa un peinado “MEMO” y queda observando a GUILLERMO, quien continúa
masturbándose, sin percatarse de su invitado. Largo rato pasa y el muchacho continúa
observando.
GUILLERMO: ¡En la mesa! ¡Ahí! ¡En la mesa! (“MEMO” corre por el papel higiénico y se lo da a
GUILLERMO.), ¡Au! Carajo (GUILLERMO se empieza a limpiar con suavidad.), ¿Tú quién eres?
¿Cómo entraste?
GUILLERMO: ¿Y por qué entraste? (Apaga la radio desde la que provenía la música), ¿Ves
puertas abiertas en las calles y entras?
“MEMO”: No, no mucha o quizás sí. Es que yo tengo que mantener a mi mamá y a mi hermano
menor. Yo los he cuidado a ellos desde que era chiquito. Sí eso cuenta como experiencia, tal vez
sí la tenga.
GUILLERMO: A mí.
“MEMO”: ¿Pero usted…? ¿Está enfermo? ¿Sufre de algo? ¿Es por lo de la sangre?
“MEMO”: ¿Entonces?
GUILLERMO: Han venido varios, ¿sabes? (GUILLERMO saca un cigarrillo del bolsillo de su
camisa, lo enciende y empieza a fumar mientras continúa hablando.). Uno más imbécil que otro.
No conversan, quieren quitarme mi trago y solo les interesa el dinero…
“MEMO”: Yo no…
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GUILLERMO: No me interesa lo que tú no. Quieres dinero, para eso has venido, para obtener
dinero. Mantienes a tu madre y a tu hermano menor, ¿verdad?
“MEMO”: Sí…
“MEMO”: Tal vez… bueno, quizás no quiero ver a mi mamá y estoy un poco harto de ella…
(Pequeño silencio. Ambos se miran fijamente. GUILLERMO suelta una carcajada).
GUILLERMO: Yo nunca he mantenido a nadie. Quizás esta sea la primera vez que lo haga.
“MEMO”: ¿A quién?
“MEMO”: ¿Cómo?
GUILLERMO: Tú sabes que el rey es la pieza más importante del tablero, ¿verdad? Si el rey
desaparece el juego termina. Los peones están ahí para ayudar a que el rey nunca caiga, que
nunca muera. Yo no necesito que cuides de mis enfermedades físicas, peón…
“MEMO”: ¿Entonces?
“MEMO”: ¿Qué?
GUILLERMO: Si te contrato yo seré el rey y tú serás el peón que me ayudará a seguir viviendo y
así ganar la partida, ¡jaque mate para la vida!
GUILLERMO: ¡Arte dramático! Vaya. Si es en las mañanas no hay problema. Me despierto a las
dos de la tarde, incluso a veces a las tres. Eso sí, a partir de las cuatro tendrías que estar aquí.
GUILLERMO: La idea sería que te mudes a esta casa y me ayudes en todo lo que necesite.
GUILLERMO: Eres un poco estúpido, ¿no? No logras captar las cosas rápidamente. Sí, mudarte,
aquí a mi casa…
GUILLERMO: ¿Sí?
“MEMO”: Sí, mira, yo puedo hacer de todo, ¡cocinar, planchar, lavar, ordenar! Todo, ¡en serio!
GUILLERMO: Muy bien, peón… Quiero que agarres esa botella (Señala una botella de ron.
“MEMO” la toma entre sus manos.). Muy bien. Ábrela (“MEMO” abre la botella.). Toma.
“MEMO”: ¿Qué?
GUILLERMO: ¿Siempre vas a hacer preguntas? Toma un poco de ron. Es una orden.
“MEMO”: Pero…
“MEMO”: Quiero el trabajo (GUILLERMO lo mira fijamente. “MEMO” hace lo mismo). Salud (Toma
un sorbo de la botella.).
GUILLERMO: ¡Excelente!
“MEMO”: Mierda…
GUILLERMO: Sí, las mujeres. Toma más (“MEMO” empieza a tomar más de la botella.).
GUILLERMO: ¿No? Pero si eres joven y no eres necesariamente feo, tampoco eres guapo, pero
no eres feo o al menos no más feo que otros que he conocido.
“MEMO”: Gracias.
GUILLERMO: ¿Pero qué? Tenme confianza. Somos hombres. Además vas a vivir conmigo, ¿no?
“MEMO”: Solo…
GUILLERMO: ¿Solo?
GUILLERMO: Recuerda que yo no acepto imbéciles… y que si te quedas acá, ya no tendrás que
volver a ver a tu mami…
GUILLERMO: A ver, cuéntame algunas, pero antes toma (“MEMO” empieza a beber más y durante
sus textos continuará bebiendo).
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“MEMO”: Empecé a tirar con putas cuando tenía diecisiete años. Me hacía sentir poderoso pagar
por tirarme a una mujer. La primera vez que fui me sorprendí. No era una chica muy guapa que
digamos, pero tenía todo lo necesario para hacerme pasar un buen rato. Primero me pidió el
dinero. Se lo di. Ella lo contó y luego me sorprendió que lo primero que me dijera sea “Sácate la
ropa y échate en la cama”. Yo creía que antes me daría unos besos, pero no. “Sácate la ropa y
échate en la cama”.
“MEMO”: Luego ella vino hacia mí y me dijo “Como has pagado cuarenta soles te la puedo chupar
sin preservativo”. Yo le dije que “No. Ni hablar”. Me puso el preservativo y ya estaba haciéndome
un sexo oral esa puta. Era delicioso y yo sentía el poder en ese instante.
“MEMO”: Ella se puso encima de mí. Empezó a moverse, pero no, esa vez no pude venirme, ¡era
mi primera vez! No pude venirme. Estaba nervioso, ¿sabes cómo me sentí? Como un hombre de
mierda, ¡No pude botar nada! Había pagado cuarenta soles y no pude venirme. Me pasó lo mismo
con las dos putas siguientes, pero hubo una, ¡Hubo una que hizo el milagro!
“MEMO”: Ella existía, Lia se llamaba. Era una colombiana preciosa. Entré y me pidió que yo le
sacara la ropa. Lo hice. Se la saqué muy rápido y luego ella me empezó a sacar la ropa a mí.
Caricias, besos, todo eso que te hace sentir querido. Luego el preservativo, el oral. Ella encima de
mí y me vine. No duré ni cinco minutos creo. Cuando terminé, ella me dijo en el oído “¿Vas a
volver, verdad?” y yo le dije que sí y ella: “Más te vale, si no te jalo de la oreja” y me tocó la oreja.
Me sentí tan bien…
GUILLERMO: Que delicioso se oye todo eso, ¿por qué nunca me tiré una puta?
“MEMO”: Es un poco triste tirarte a una puta. No por ellas, sino por uno mismo. Es decir… No la
quieres. No te interesa tanto lo que ella sienta y eso te hace sentir mal a ti, pero al carajo… ¡Yo he
pagado por ti, perra! Así que tú harás lo que yo diga. Tu cuerpo es mío por una hora, ¡por una hora
de mierda! Que buenas épocas, carajo. De verdad.
GUILLERMO: Cuanto me gustaría poder contar esas anécdotas (GUILLERMO le quita la botella a
“MEMO” y empieza a beber él también.). Solo las he contado a la hora de escribir. En la ficción. No
sabes lo estúpido que es vivir una mentira. Una mentira que solo tú crees. Voy a la radio
(GUILLERMO se levanta con dificultad, va hacia una radio. Busca un disco y lo coloca.). Coloco el
disco, busco la canción propicia (Suena música clásica) y me pongo a imaginar, ¿sabes qué
imagino ahora?
“MEMO”: No.
“MEMO”: ¿A Lia?
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“MEMO”: La colombiana…
GUILLERMO: Y ella, casi esquiva, me dice lo mismo. No quería que nadie nos vea. Sin embargo
no podemos aguantar y nos besamos y luego los dos nos tomamos fotos y las colocamos en
facebook y todos nos comentan “Que hermosos se les ve”, “son la pareja perfecta”. Qué vida para
más distinta a la mía…
GUILLERMO: Sería lo ideal, pero en la vida te tienes que conformar con lo que está “bien”.
GUILLERMO: ¿”Memo”? Yo soy Guillermo. En realidad esperaba que aparezca una mujer, pero
has llegado tú…
“MEMO”: ¿Sabías que nuestros nombres significan lo mismo? (GUILLERMO mira completamente
extrañado. JAZMÍN se torna muy, muy triste.)
Apagón.
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ESCENA TRES:
GUILLERMO se encuentra sentado en una silla mientras escribe en una laptop, lleno de furia.
Tiene una botella de vino vacía a su lado. La ha bebido claro está. Mira de un lado a otro.
GUILLERMO: Toda historia debería comenzar con un vacío. Yo escribía historias huyendo del
dolor, huyendo de ese vacío. Sí, lo hacía, “Memo”. Lo hacía. No sé cómo la soledad me encontró
un día y me colocó aquí, en este lugar. Solía divertirme. Tener las mujeres que quiera. El alcohol
que quiera. Los amigos que quiera. Incluso solía inventar historias de hombres apasionados que
llegaban a tener un “y vivieron felices por siempre”, ¿te imaginas? Solía tener todo lo que un
hombre en su infancia añora, pero en un tiempo se me dio por comer mucho, bastante. Tragaba y
tragaba. Empecé a engordar, ¿me entiendes? Y las personas se fueron alejando de mí. Sí, por
estar gordo, por cambiar. Ahora ya no estoy tan gordo, pero igual nadie se acerca a mí. Una vez
que algo cambia, la gente se va y no vuelve por más que hayas regresado a tu estado normal.
Aunque nunca regresas a tu estado normal… Y uno se empieza a volver adicto a esa soledad, a
esa tristeza. Se vuelve una rutina de la que no quieres salir. Encuentras un extraño disfrutar en el
llanto. Mi peón, escúchame… ¿qué pasa? ¿Ya no quieres que te llame así? ¡Eres mi peón y tu
obligación es cuidarme, “Memo”! ¡Esa es tu maldita obligación…! Discúlpame, ¿somos amigos o
no? Tú estás aquí. ¡Memo! ¡Memo! No me ignores, por favor. Tú no. Ya no quiero que me ignoren.
Una vez… sí, una vez una mujer me ignoró. Bueno, varias me han ignorado, pero con ella fue
distinto… Sentí que no merecía que ella haga eso. Que había hecho hasta lo imposible para que al
menos me acaricie el cabello, pero no… No pasó y yo siempre me quedé solo con ese olor. Sí, con
su olor. Con el exquisito olor de su perfume. Su perfume natural. Sólo yo, sólo yo sabré que he
vivido con ese perfume… Su olor y el dolor que provocaba (Silencio por un momento.) ¿Qué?
¿Estoy engordando? No, eso es imposible. No estoy comiendo nada, Memo. ¿Memo? ¡¿Memo?!
¡¿Estás aquí?!
Apagón rápido.
ESCENA CUATRO:
“MEMO”: ¿Y tú crees que para mí sí? He estado encerrado en casa. No he podido hacer nada
desde que te fuiste… por favor, reina, vuelve…
JAZMÍN: No pienso volver contigo. Tengo un novio que me quiere y que me trata bien. No podría
hacerle eso…
“MEMO”: Ese tipo es un imbécil, reina, querida… tú sabes que no has podido olvidarme, ¡ni yo a ti!
Ambos nos amamos. Nos necesitamos, ¡no seas estúpida!
“MEMO”: ¡Estoy cambiando por ti! No te das cuenta, no quieres darte cuenta…
“MEMO”: No te vayas, por favor. No me dejes, ¿yo qué voy a hacer sin ti?
“MEMO”: El hijo varón que querías tener conmigo, ¡el sueño de irnos a viajar por todo el mundo
juntos!
“MEMO”: ¿Por qué ser cruel con el chico que te amó tanto?
“MEMO”: No…
JAZMÍN: No, no es mentira. Hace una semana me hice la prueba y arrojó positivo. No lo teníamos
planeado, pero sucedió…
“MEMO”: ¿Cómo me dices esto en la casa donde tú y yo pasamos tantos momentos? ¿Cómo me
dices que vas a tener el hijo de otro en este lugar?
JAZMÍN: Ay, tranquilo… ya verás que con entrenamiento te saldrá mejor. A mí me gustó…
“MEMO”: Es que el hombre está un poco loco, ¿no crees? ¿Cómo la quiere volver a conquistar
apuntándole con un arma?
JAZMÍN: Tú solo sigue lo que dice el guion, ¿quieres pasar ese casting o no?
JAZMÍN: Siempre.
JAZMÍN: Ese hombre si no bebe está durmiendo o jugando ajedrez, ¡siempre es lo mismo!
JAZMÍN: Me relaja.
JAZMÍN: Es horrible vivir con bultos en la espalda. Por eso me fui de mi casa… mi familia era un
gran bulto. Ellos no entendían mi forma de vivir…
JAZMÍN: No he sido una santa… no podía ser libre allá. Por eso vine aquí, a estudiar actuación,
me apasionaba eso y cuando te vi a ti… vi a un muchacho apasionado, talentoso. Distinto a los
otros que siendo estudiantes ya querían ponerse la pose de “soy actor”. Estupideces.
JAZMÍN: ¿Te imaginas que de aquí a unos años los dos sigamos juntos y…? Ay, qué estúpida…
JAZMÍN: Nada. Solo que a veces fantaseo y, bueno… imagino que seguimos juntos y que hasta
tenemos un hijo…
JAZMÍN: Sería bonito. Sería libre, ¡haría lo que quiera! Y me encantaría que sea actor o escritor…
“MEMO”: Igual que yo… (JAZMÍN queda mirando a la nada por un largo instante. “MEMO la
observa detenidamente), ¿te pasa algo?
JAZMÍN: No. Me quedé en blanco nada más, ¿no te pasa? Que te quedas en blanco. Como si por
un segundo no recordarás dónde estás, ni quién eres. Se siente formidable.
“MEMO”: Me encantas…
JAZMÍN: Tranquilo, tengo que viajar para ver a mis papás. No saben nada de mí y la otra vez me
llamaron. No soy tan hija de puta… los quiero y quiero ir a verlos un rato.
“MEMO”: Ni hablar…
“MEMO”: Sí…
“MEMO”: No quiero que te vayas, ¡no quiero! (“MEMO” apunta con el arma a JAZMÍN, pero de
manera muy delicada.).
“MEMO”: Quiero que estés conmigo, ¡quiero que estés conmigo siempre!
“MEMO”: No soporto mi soledad. No soporto mi cuerpo. No soporto tener que cargar bultos,
¡enséñame a no cargarlos!
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“MEMO”: No, eres una mujer talentosa, ¡nunca vuelvas a decir que eres una mierda! Me
desconquistas cuando dices eso.
“MEMO”: Te necesito para seguir viviendo. Tú me haces creer que soy lo que no soy.
JAZMÍN: ¡Porque no te soporto! ¿Estás contento? No te soporto, estoy esperando un hijo de otro.
El sueño de tener un hijo, juntos, murió, y nunca quisiste viajar conmigo, ¡las oportunidades se
esfuman!
Apagón.
ESCENA CINCO:
“MEMO” se encuentra en el departamento. Está solo y arregla los libros de GUILLERMO. Se queda
leyendo uno por un momento. Lee en voz alta y empieza a interpretar una novela que ha
encontrado.
“MEMO”: “Disfruto que supliques, que pidas clemencia. Que te arrodilles a pedir perdón y que
quedes ahí por un largo instante, mientras jalo de tus cabellos y tú, extraños ruidos dejas en esta
habitación… (Ingresa GUILLERMO). Eres una puta. Clavas tus uñas por la espalda, para luego
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dejar terribles marcas cerca al corazón. Eres una cualquiera y yo un estúpido que quiere que seas
sólo mía… Y detesto sentir otras salivas en tus…”
GUILLERMO: “… labios que parecen arrugados de tanto uso. Tu saliva y la mía una sola deben
ser. Aunque sé que eso es imposible. Miénteme seguido y seguramente me convenceré que esas
extrañas no son más que pura imaginación de mi lengua solitaria…”
“MEMO”: Continúa.
GUILLERMO: Está bien, pero no vuelvas a leer los libros que yo escribí. En la carátula dice el
nombre, siempre que veas el mío lo dejas ahí. Agarra cualquier otro.
GUILLERMO: ¡No me da la gana! ¡No quiero que vuelvas a leer mis libros! ¡Son míos! ¡Ya ninguna
librería los vende y eso significa algo!
GUILLERMO: ¿Qué?
GUILLERMO: ¿Disculpa?
“MEMO”: Ya te pregunté.
“MEMO”: Yo solo…
GUILLERMO: Yo soy el rey aquí, ¡tú eres un simple peón! Tú estás aquí porque yo he decidido que
estés, pero te puedo botar en este momento si sigues metiéndote en mi vida.
GUILLERMO: ¡Te puedes largar si quieres! (Se hace un silencio. “MEMO” mira a GUILLERMO,
este no lo hace.)
(“MEMO” sale hacia los cuartos para buscar sus cosas. GUILLERMO queda solo, se acerca al
libro, lo toma entre sus manos.)
GUILLERMO: “…Mi chica de la letra G se ha ido para no volver, ¡y yo intento sonreír! ¡Intento
brincar de alegría! Discúlpame, pero no logro quitarme esos pensamientos de la cabeza… mi chica
G dónde te has metido… No quiero seguir viviendo sin tu presencia. Sin tus caricias. Sin tu olor…
Sí, lo sabes, tengo el sentido del olfato tan desarrollado que podía oler hasta tu saliva, tus lágrimas
y tus uñas tan bien cuidadas. Te amo, Chica G” (Empieza a romper el libro hoja por hoja. Con gran
furia y dolor). La amo. La amo…
GUILLERMO: Yo ya perdí las esperanzas de poder contestar esa pregunta. Te sugiero que
también lo hagas.
GUILLERMO: Gracias.
“MEMO”: Lo siento.
GUILLERMO: No. Antes de haberme enamorado no vivía. Era como un gusano que no podía
arrastrarse… y sin embargo luego de enamorarme empecé a moverme, a arrastrarme, a vivir… Me
movía y me movía, cada vez más intensamente.
GUILLERMO: Escapar del sufrimiento. Escapar. (Ambos se miran fijamente. Hay un pequeño
silencio). Me dijiste que eres actor, ¿verdad?
GUILLERMO: Entonces improvisemos. Llevé algunas clases de teatro cuando estaba en el colegio.
“MEMO”: En el colegio…
GUILLERMO: Excelente.
GUILLERMO: Una alabanza al dolor. Quiero hacerle una alabanza a todo esto que siento. No
puedo explicarlo con palabras. Tal vez con una alabanza pueda hacerlo.
GUILLERMO: Haré un movimiento que para mí signifique dolor. Luego tú harás otro e iremos
mezclando los movimientos hasta encontrar un punto en común. Un dolor en común.
“MEMO”: Y el dolor…
Apagón.
ESCENA SEIS:
JAZMÍN tiene puesta una bata de color blanco. Se encuentra bailando mientras tararea una suave
canción. Sus movimientos nos hacen recordar el temor a la muerte. En la esquina del escenario se
encuentran GUILLERMO y “MEMO” sentados en unas sillas con una mesa frente a ellos. Ambos
observan como si fueran miembros de un jurado. Sólo observan hasta que ésta se detiene.
GUILLERMO: ¿Bravísimo?
“MEMO”: Sí, se ve preciosa, ¿no crees? Toda una Diosa. ¿Qué te pareció a ti?
GUILLERMO: ¿Fenomenal?
“MEMO”: Hermosa.
GUILLERMO: Espera un momento. ¿Qué te pasa? Diez es el puntaje máximo que se debe dar.
“MEMO”: Por eso mismo. La mujer es preciosa y su baile ha sido digno de su belleza.
JAZMÍN: Gracias…
GUILLERMO: No. Un momento… no estoy de acuerdo con eso. Sí, ha sido un buen baile, no
puedo negarlo, pero qué pasaría si llegan bailes mejores. Tú le acabas de poner diez a la señorita,
si llegan mejores vas a tener que ponerles diez a ellos también. Eso quiere decir que a pesar de
que las otras personas hayan hecho un mayor esfuerzo, de igual modo terminarán con el mismo
puntaje que ella. ¿Te parece justo?
“MEMO”: ¿Cegado?
“MEMO”: Ya. Es normal que le quiera dar diez puntos… Oye, Guillermo, estamos…
GUILLERMO: ¡Cállate! (GUILLERMO se levanta y va hacia JAZMÍN). ¿No te das cuenta lo que ella
es? Mientras tú estás aquí, ¡Ella de seguro está moviéndose en la cama de algún tipo más alto y
guapo que tú y yo!
GUILLERMO: ¿Les molesta que diga la verdad? ¿Son la pareja perfecta ustedes? A ver, Jazmín.
Dime la verdad. ¿No tienes ganas de conocer a otra persona?
JAZMÍN: Ya cállate…
GUILLERMO: ¡Un hombre mejor que él! Que tenga dinero, un carro, que no sea un depresivo
imbécil, que sea más alto, más guapo, con un cuerpo tal vez más atlético.
GUILLERMO: ¡No me digas que el físico no te importa y las estupideces que dice la mayoría de
personas para hacerle creer a los demás que son distintos y que se fijan en lo que hay en el
corazón…! Si eso fuera así, ¡yo estaría casado, con un hijo y un hermoso gatito blanco!
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JAZMÍN: No… (Se hace un silencio. GUILLERMO y JAZMÍN se miran. GUILLERMO se siente un
tanto incómodo.)
JAZMÍN: ¿Ah?
“MEMO”: Nosotros.
“MEMO”: ¿Y por qué no me podría hacer preguntas? Sí, soy joven y justamente por eso. Quisiera
tener respuestas cuando sea un viejo de mierda…
GUILLERMO: Esas mujeres que siempre piden que les hables bonito, ¡son las peores!
“MEMO”: Baila de nuevo, por favor, ¡Baila! Muévete, pero al hacerlo mírame a mí (JAZMÍN no
responde.).
“MEMO”: No me digas “peón” y cállate, mierda (GUILLERMO queda sorprendido ante el grito de
“MEMO”). Baila, ¿Quieres que me arrodille a pedírtelo?
JAZMÍN: No…
(JAZMÍN empieza a bailar, pero a quien mira es a GUILLERMO. “MEMO” parece sentir un extremo
placer. GUILLERMO mira totalmente serio.)
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Apagón.
ESCENA SIETE:
GUILLERMO: Siempre me ha gustado comer de mi propia piel. Desde chico recuerdo. Mi mamá
me decía “Oye, mocoso, no te comas los dedos del pie”. Me sacaba la carnecita del pie. Así como
morderte los dedos de la mano, pero yo del pie. La mano no me atrae mucho. Es más sucia.
Agarramos muchas cosas. En cambio los pies están cubiertos por unas medias y unos zapatos que
hacen que estos estén a salvo de cualquier amenaza (GUILLERMO se saca los zapatos, luego las
medias y empieza a morderse las uñas del pie). Sabroso. Saben a… Es inexplicable.
(“MEMO” ingresa junto a JAZMÍN, quien ha llegado a ese espacio por primera vez.)
GUILLERMO: Dime. Dime (GUILLERMO continúa mordiéndose las uñas y la carnecita de sus
pies.).
GUILLERMO: Que bueno, ya sabes que tus amigos son bienvenidos. Ya te lo dije.
GUILLERMO: Por cierto, la otra vez que me obligaste a salir, el dichoso sol me quemó la espalda.
Te dije que no era buena idea, aunque estoy sacando provecho de eso. Me saco la piel y me la
como… Aunque nada como la piel de los pies.
JAZMÍN: Un gusto.
GUILLERMO: Ah. Tienes razón. Lo siento (GUILLERMO deja de hacerlo y luego va hacia JAZMÍN.
Esta vez la mira realmente. La mira, la mira demasiado…). Un gusto nuevamente. Te daría un
beso en la mejilla, pero, por lo que acabo de escuchar, seguramente te parecerá “asqueroso”.
JAZMÍN: Solo falta que él se la crea y terminaremos viéndolo en los grandes teatros…
JAZMÍN: Veinticuatro.
“MEMO”: Sí…
JAZMÍN: ¿Todavía?
JAZMÍN: ¿Prácticamente?
GUILLERMO: Que bueno. Ahora podrás ocupar tu cerebro en otras cosas que no sea la estupidez
de “me querrá o no me querrá esta chica.”.
JAZMÍN: Me gusta la casa. Para ser un par de hombres tienen buen gusto.
GUILLERMO: ¿Qué quieres decir con “para ser un par de hombres”? ¿Estás tratando de minimizar
mi sexo?
“MEMO”: Jazmín…
GUILLERMO: ¿Las mujeres qué? ¿No se dan cuenta que somos iguales? Hombre-Mujer, ¿Cuál es
la diferencia? Yo tengo pene. Tú tienes vagina. “Memo” también tiene pene, ¿no?
“MEMO”: Sí.
GUILLERMO: Sí. Lo único que nos diferencia es el alma y esta no se puede ver. Ah, y bueno, el
cerebro, siempre y cuando sepamos cultivarlo.
JAZMÍN: ¿Dónde me has visto el moño? ¿Crees que soy un obsequio? ¿Un regalo? No soy “su
mujer”.
GUILLERMO: Partida de ajedrez entonces. “Memo” ve por el tablero y las fichas, y tú sé buena
chica y anda a la cocina por una botella de vino.
(“MEMO” camina hacia el tablero y lo trae a la mesa de centro. Empieza a armarlo. JAZMÍN va a la
cocina.)
GUILLERMO: Hace mucho que no hablaba con una mujer. Me había olvidado que la sociedad las
está convirtiendo en fieras últimamente. No me extrañaría que pronto ellas sean las que tengan el
control de todo, ¡Si es que ya no lo tienen!
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GUILLERMO: No le disgustó ir a la cocina por la botella de vino. Esa al menos es una buena
señal…
“MEMO”: ¿Qué?
GUILLERMO: Yo creo que esa mujer te va a hacer daño. Tíratela y olvídate de ella.
GUILLERMO: La soledad te hace creer que estás enamorado de la primera persona que te da un
poco de cariño.
GUILLERMO: Muy bien, peón. Me quedo callado un rato, pero solo un rato…
“MEMO”: Gracias.
“MEMO”: Te quería contar que… Jazmín no es de Lima y ha venido hace poco acá para estudiar
actuación…
“MEMO”: Sus padres no la apoyan. No le mandan ni un sol. Creen que estudiar actuación es una
locura y quizás estén en lo cierto, pero qué interesa… la cuestión es que ella no… ella no tiene
ahorita la plata como para vivir sola y yo pensé que bueno, ella es mi enamorada y…
GUILLERMO: No.
“MEMO”: ¿No?
JAZMÍN: Claro…
(“MEMO” abre la botella de vino y empieza a servir en las copas. Le da la primera a GUILLERMO,
quien bebe.)
JAZMÍN: Empieza.
“MEMO”: Sí.
(“MEMO” y GUILLERMO quedan quietos. JAZMÍN los mira a ambos y luego ríe.)
JAZMÍN: A jugar.
Apagón.
ESCENA OCHO:
(GUILLERMO y MUJER EXTRAÑA dejan de tener sexo. Se detienen. Ambos miran a “MEMO”,
quien se encontraba totalmente enfermo.)
“MEMO”: ¡Suéltala! ¡No quiero que la toques! Dile que te da asco, ¡díselo por favor!
GUILLERMO: Yo estaba equivocado y ahora tú estás cayendo en lo mismo. Por favor, permíteme
ayudarte.
“MEMO”: ¿Tú me vas a ayudar a mí? ¡Depresivo hijo de puta! ¿Por qué no te vas a tomar tus
pastillas de sertralina? ¿No es la hora acaso?
(MUJER EXTRAÑA se levanta e intenta irse, pero “MEMO” la toma de los brazos).
“MEMO”: Guillermo dile que no se vaya, ¡a ti te hace caso! Por favor dile que no.
GUILLERMO: No te vayas.
MUJER EXTRAÑA: ¡No! ¡Ni siquiera te conozco! ¿Te puedes ir? Es muy vergonzoso esto.
(Dirigiéndose ahora a GUILLERMO.). Dijiste que no estaba en la casa…
“MEMO”: ¿Qué mierda les pasa a ustedes dos? ¿Quieren volverme loco? ¡Pues déjenme decirles
que lo están logrando!
MUJER EXTRAÑA: ¿Por qué dices eso? Yo no he conocido a una persona egoísta, yo…
GUILLERMO: Tú no sabes como era antes. Sólo pensaba en mí. No me importaba lo que puedan
sentir “Memo” o Jazmín.
GUILLERMO: Eso no importa ahora. Yo creía que ambos eran tipos simples y que estaban
aprendiendo de mí, pero no… Era todo lo contrario.
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“MEMO”: ¡No! ¡Te he dicho que no! ¡Tú no te vas a ninguna parte!
(“MEMO” va hacia uno de los cajones de la mesa y coge un arma. Una pistola. Apunta a ambos.)
MUJER EXTRAÑA: ¡Mierda! ¿Dónde me has traído? ¿Dónde mierda me has traído?
GUILLERMO: Sólo quiero que sueltes esa arma para así poder conversar los dos.
GUILLERMO: Ser el rey es una buena mierda… siempre siendo protegido, ¡no quiero ser un rey!
¡Quiero ser un peón! ¡Un luchador! Yo sé que puedo ayudarte. Yo he pasado por lo mismo. Hice
que vengas a mi casa justamente por eso.
“MEMO”: Tú no sabes nada. No entiendes nada. Ahora quiero que Jazmín venga hacia mí.
GUILLERMO: ¿Qué?
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“MEMO”: ¡No sigas con eso! ¿Quieres que te mate? ¿Eso quieres?
GUILLERMO: De rodillas, ¡de rodillas te pido que entres en razón! ¡Todo esto es mi culpa! Por eso
no me cansaré de querer ayudarte.
“MEMO”: Que bien se siente verte de rodillas. Me vuelvo a sentir poderoso, ¿sabes? (Ahora hacia
MUJER EXTRAÑA) ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! (MUJER EXTRAÑA mira aterrada. No se mueve.). ¡Qué
vengas! ¿O quieres recibir un balazo en la cabeza?
(MUJER EXTRAÑA camina hacia “MEMO” hasta estar frente a él. GUILLERMO continúa
arrodillado y con los ojos cerrados. “MEMO” ve a ambos. Luego vuelve su mirada a MUJER
EXTRAÑA. La imagen se congela.)
Apagón.
ESCENA NUEVE:
GUILLERMO se encuentra fumando un cigarrillo y bebiendo ron mientras juega ajedrez solo.
GUILLERMO: ¿Qué sucede cuando juegas solo? ¿Qué sucede cuando no tienes nadie a quien
mirar a los ojos o cuando no puedes sospechar de algún extraño movimiento? Mueves una ficha,
luego mueves otra… tus peones van yendo hacia el lugar indicado, las torres caen rápidamente,
¡maldita sea! El caballo parece estar ciego y se mueve torpemente, el alfil petrificado, no quiere
que nadie se acerque, teme… sea lo que sea, ¡finalmente jaque mate a ti mismo! Es así cuando
juegas solo, pierdes de todas formas… (“MEMO” ingresa a la casa. Se encuentra un tanto
angustiado.). Llegas tarde, ¿qué pasó?
GUILLERMO: Sí.
“MEMO”: Lo que pasa es que hoy siento que mi voz no es real. No creo en nada de lo que digo.
Como si no pudiera decir las palabras correctas, ¿ahora lo estoy haciendo bien? ¿Se me escucha
bien?
“MEMO”: Gracias.
“MEMO”: Estupideces…
“MEMO”: Sí, pero me refiero a cuando no queremos reproducirnos, ¿por qué lo hacemos? ¿Por
qué queremos penetrarlas?
“MEMO”: Sí, pero por qué no buscamos placer o poder de otra manera. Una caricia. Un beso.
Dormir juntos. Abrazados. No lo sé, cualquier cosa menos eso…
“MEMO”: Jazmín.
GUILLERMO: Pues está bien, eres joven, ¡enamórate todo lo que quieras!
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GUILLERMO: Con razón mi abuelo me decía que lo mejor era enamorarte cuando tenías muchas
cosas qué hacer. Así no torturas tu mente con preguntas. Enamorarte siendo un vago es sinónimo
de que todo saldrá mal.
“MEMO”: Yo solo quiero que todo salga muy bien. Quiero que ella me quiera.
GUILLERMO: No debes querer que ella te quiera. Debes hacer que ella te quiera.
GUILLERMO: Estrategia. Yo, con el tiempo, he aprendido como siempre ganar una partida de
ajedrez. Con el tiempo creé mi estrategia. Ahora soy infalible…
“MEMO”: Pero si todo el tiempo juegas solo, ¿cómo puedes saber que eres infalible?
GUILLERMO: Era extraño. Un alfil de color negro me esperaba en el pasadizo de la casa en la que
vivía cuando era chico. Yo era el rey y caminaba lentamente hacia él. Sabía que me iba a hacer
daño, sabía que estaba esperando cualquier movimiento para hacer el jaque, pero de igual modo
iba. Caminaba. Hacia él. Y él me sonreía y empezaba a cobrar vida. No llegaba a reconocer su
rostro, pero vi que tenía las uñas largas, muy largas. Cuando digo largas, es largas, ¿Me
entiendes? Eran del tamaño de unos tentáculos tal vez. Cuando llegué a estar muy cerca de él
decidí alejarme, pero ya era tarde. Ya estaba ahí, a su lado, y él me tomó con sus uñas gigantes,
largas y me empezó a frotar el cuerpo con ellas. Su sonrisa era pasivamente tierna y yo
sangraba… Sangraba y a él no le importaba porque creía que era lo mejor para mí. Para mí…
“MEMO”: Nunca he disparado de una pistola. Debe ser… debe ser muy emocionante, ¿no?
GUILLERMO: No lo sé. Ya te dije que no he disparado. Pero el día que lo haga, el día que pueda
disparar de esta arma podré decir que soy un hombre de verdad.
“MEMO”: Por ejemplo ahora. Yo vengo para hablarte de mis problemas, de mis rollos existenciales
y tú me sales con los tuyos y empiezas a hablar de ti nuevamente.
GUILLERMO: Pues estás equivocado (GUILLERMO apunta con el arma a “MEMO”.). Levántate.
GUILLERMO: ¡Levántate! (“MEMO” queda sorprendido.). ¿Por qué siempre te tengo que decir las
cosas más de dos veces? ¿Eres imbécil?
“MEMO”: No soy ningún imbécil (“MEMO” se levanta del mueble.). ¿Por qué siempre me tratas
mal?
GUILLERMO: ¡Cállate, peón! (GUILLERMO le tira una cachetada.). ¿Crees que de verdad no me
importa lo que puedas estar sintiendo?
“MEMO”: Sí. Lo creo. (GUILLERMO amenaza con la pistola que choca ya con el rostro de “MEMO”.
Hay un pequeño y perturbador silencio.)
GUILLERMO: Pues no es verdad (GUILLERMO baja el arma.). Me importa más de lo que crees.
Quisiera acariciar con mis palabras, pero a veces es imposible.
GUILLERMO: ¿Sí?
“MEMO”: Sí.
GUILLERMO: Hace un tiempo amanecí extraño… O no sé, como si fuera un extraño. Últimamente,
en realidad, había estado amaneciendo como si fuera un extranjero perdido. Un día en la mañana,
sin embargo, estuve aún más extraño que de costumbre. Como si fuera un total desconocido no
sólo para el mundo, sino también para mí. Me observe al espejo y me toqué el rostro. Lo acaricié.
Me toqué los labios y dije “Resecos”. Dije esa palabra: “Resecos”. Y esa palabra en estos
momentos me recuerda mucho a mí, a nosotros… “Resecos”. “Resecos”.
GUILLERMO: De saliva… (Ambos sonríen.). Tal vez tenías razón. No deberíamos beber hoy día.
GUILLERMO: Anda. Yo puedo cuidarme solo (“MEMO” sale y va hacia su cuarto.). Resecos
(GUILLERMO se toca los labios. Saca la lengua y los remoja.). Resecos… (GUILLERMO va hacia
su estante rápidamente. Toma un cuaderno y un lapicero. Vuelve al mueble. Se sienta y empieza a
escribir.). Entonces Gabriela llegó (Ingresa GABRIELA.). Estaba preciosa, como siempre. Se sentó
al lado del hombre (GABRIELA se sienta al lado de GUILLERMO.) y me dijo, completamente
apiadada de mí…
GUILLERMO: (Mientras escribe en la laptop) ¿Entonces por qué me dejaste? ¿Qué es lo que te
molesta de mí?
GUILLERMO: Sí. Soy el hombre que vive en ficciones (Ríe tristemente.). Te quiero demasiado, ¿tú
me quieres?
Apagón.
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ESCENA DIEZ:
GUILLERMO se encuentra sentado en la silla, borracho y casi desmayado. “MEMO” ingresa junto a
JAZMÍN. Ambos parecen muy divertidos. Han llegado de una fiesta en la que han bailado y bebido.
Se percatan de GUILLERMO y ríen por un instante. “MEMO” acomoda a GUILLERMO. Luego la
pareja se echa en el sofá, al parecer muy felices.
“MEMO”: ¿Qué?
JAZMÍN: Gracias.
JAZMÍN: Me encanta como hablas, ¿de dónde sacas todas esas frases?
“MEMO”: La leo en los libros de Guillermo (JAZMÍN mira a GUILLERMO. Se queda por largo rato
mirándolo). Él cree que lo que dice en sus historias son cursilerías baratas y, en realidad, yo, a
veces, también lo creo.
JAZMÍN: ¿Pero por qué? Todos somos unos cursis baratos cuando nos enamoramos.
“MEMO”: Bueno… estaríamos propensos a que se burlen de nosotros o a que vean que somos
débiles o dependientes de alguien.
“MEMO”: Yo también.
“MEMO”: ¿A Guillermo?
JAZMÍN: ¿Beber?
“MEMO”: Sí. La nuestra es la actuación. Aunque yo a veces me tomo mis tragos con él.
JAZMÍN: Siento que sufren, que algo les falta, que necesitan ayuda y a mí siempre me encantó la
idea de ser la salvadora de alguien. De llegar a su vida y arreglársela por completo.
(JAZMÍN y “MEMO” se miran a la cara cómplices y empiezan a darse besos. Son besos delicados.
Algunos en la mejilla, otros en la nariz, la frente, la barbilla. Sienten su aliento, se besan. Se
vuelven a mirar ahora llenos de pasión. GUILLERMO se empieza a mover un poco.).
(JAZMÍN toma la mano de “MEMO” y la lleva debajo de su falda. Esta vez se besan de manera
desenfrenada por un largo instante hasta que GUILLERMO habla.)
JAZMÍN: ¡Mierda…!
“MEMO”: Guillermo…
GUILLERMO: ¿Dónde mierda quedo yo? Aquí, borracho, ¡como si fuera cualquier cosa!
GUILLERMO: No necesito dormir, ¿cómo un peón le puede decir a su rey lo que necesita?
GUILLERMO: ¡Yo no me he tirado ninguna puta! ¡Ni una sola! Y sin embargo estoy borracho y con
dos personas que piensan hacer el amor en mi propia casa. ¿Por qué? Quiero que me den una
explicación. ¿Por qué no soy yo el que hace el amor? Este huevón (Va hacia “MEMO” y lo toma de
la camisa.) ha alquilado mujeres por dinero y él es más feliz que yo.
“MEMO”: ¡Cállate!
GUILLERMO: ¡Resulta que a él le dan el premio de hacer el amor! ¡Qué magnífico! ¡Qué hermosa
es la vida!
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GUILLERMO: ¡Claro que sí! ¡Claro que sí! Y ella era preciosa. Mejor que tú (GUILLERMO camina y
empieza a recordar a la mujer.). Se llamaba Gabriela. Vivía aquí conmigo (Se hace un silencio. Se
miran entre los tres).
GUILLERMO: Se tuvo que ir por unos días, pero ya volverá. Ella es hermosa, ¿sabes? Preciosa.
Todos los días me dice que soy el hombre de su vida. Que no pudo haber encontrado a otro loco
de mierda mejor que yo. Su familia me adora. Yo siempre llego a su casa en la mañana llevando el
desayuno. Su madre me dice “hijo” con tanta ternura. Con su hermano me llevo muy bien. Al
principio era un poco celoso, pero luego… luego nos tomamos un par de cervezas y situación
arreglada. Gabriela… Gabriela es doctora. Ayuda a los niños y ancianos. Es un ángel. ¿Y saben
algo más? Cuando hacemos el amor ella me dice “me encantas”, “me encantas”. Lo repite y lo
repite y cuando termina cierra los ojos y “Ah” y yo no termino. Yo solo quiero que ella termine. Yo
no importo. Yo ya luego veré.
JAZMÍN: ¿Qué?
JAZMÍN: ¡¿Entonces?!
(GUILLERMO cierra los ojos, JAZMÍN se acerca a él. “MEMO” observa todo como una especie de
infiltrado.)
GUILLERMO: Todo estaba bien, tan bien… el rey y la reina estaban juntos y ambos soñaban
siempre con convertirse en peones. No querían que nadie los cuide. Querían ser libres, pero
ninguno de los dos se había dado cuenta que ambos estaban condenados a ese reinado. El rey
empezaba a hartarse de él mismo y de ella, siempre la tenía al lado y ella empezaba a decir cosas
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que a él no le gustaban. Cada día su sonrisa adolescente iba desapareciendo y la paciencia del rey
también… tenía que llegar el día…
GUILLERMO: Sí, tenía que llegar… el rey decidió golpear a la reina, ¡matarla! Al instante se
arrepintió de aquello, pero ya era tarde. Ella se fue, se fue para siempre y él nunca pudo sepultarla.
Nunca… Ella siempre lo ignoró. Siempre. Nunca quiso acariciarle el alma ni el cabello. Ni el
cabello…
(GUILLERMO rompe en llanto. JAZMÍN se acerca a él y le acaricia el cabello. “MEMO” mira como
si se estuviera dando cuenta de algo…)
“MEMO”: ¿Qué?
GUILLERMO: ¡Quiero que me laven la cabeza! ¿Es tan complicado? ¡Un poco de shampoo y agua!
“MEMO”: Que se vaya a la mierda, ¡estoy harto! No soy un peón, ¡nunca me ha gustado ser un
peón!
JAZMÍN: “Memo” trae shampoo y agua (“MEMO” se sorprende al escucharla. Mira completamente
serio.), ¡”Memo” shampoo y agua!
(“MEMO” sale al instante. JAZMÍN mira fijamente a GUILLERMO, quien intenta tranquilizarse.)
JAZMÍN: Acércate. Ven a mi lado (GUILLERMO va hacia ella.). Eres una linda persona, ¿sabes?
(JAZMÍN acaricia a GUILLERMO, quien se incomoda un poco).
JAZMÍN: Ven (JAZMÍN besa tiernamente y este voltea el rostro al instante.). “Memo” no se va a
enterar.
JAZMÍN: Yo no te traicionaría…
(GUILLERMO y JAZMÍN se miran fijamente. Aparece “MEMO” con un balde de agua y un sobre de
shampoo. JAZMÍN y “MEMO” empiezan a lavarle la cabeza a GUILLERMO. Este se va
tranquilizando.)
Apagón.
ESCENA ONCE:
“MEMO”: Hola. Mi nombre es “Memo”. Tengo 20 años. Mi número de contacto es… No tengo
celular. ¿Podemos comenzar de nuevo? (Se queda callado un momento.). ¿Cómo lo hago,
Guillermo? Hoy es la primera vez que iré a un casting. ¿Cómo debo pararme? ¿Cómo debo
sonreír? ¿Sonreír? No estoy acostumbrado a hacerlo, ¿acaso los peones sonríen? Por eso quiero
ser un rey, como tú… No sabes lo bien que me siento estando aquí. Es como si estuviera en un
tercer lugar, en un refugio. Mientras ellos siguen allá afuera. Mi mamá está afuera, ¡ya no tengo
que verla nunca más! Eso es lo que más alivio me da. Ya no tengo que escucharla. Ya no tengo
que oír sus gritos y quejidos desde el amanecer. Vieja de mierda, vieja puta… Ella me quitó las
ganas de sonreír desde que era un niño, ¿mi papá? Nunca lo conocí. Quién será… Quizás eso
enloqueció más a la vieja. Hablaba de Dios todo el día, de Jesús, de Santos. Como si ellos te
fueran a ayudar o fueran a cambiar algo en tu vida. ¿Yo creyente? No. Esa vieja se encargó de
borrar toda la fe que pudo haber en mí, ¿por qué, ah? ¿Por qué algunos padres tienen que ser
así? Tus padres no te hicieron daño, ¿verdad, Guillermo? Tú eres un hombre sensacional. Se nota
que nadie te ha hecho nada. En cambio mi vieja, ella siempre me hacía hacer cosas desde niño.
Anda compra tal cosa, ve y lava la ropa, arregla por allá, limpia aquí, haz esto, haz lo otro, ¡no soy
tu esposo, vieja de mierda! No quiero hacer eso. Tu esposo te dejó hace años, ¿no te das cuenta?
El viejo ese nunca te quiso porque eres una puta, ¡y yo tampoco te quiero! No quiero hacerlo, ¡no
quiero! Por favor no… ¿Cómo uno puede sonreír teniendo tanta basura a su lado? Me alegra que
esté enferma ahora. Se lo merece. Se lo merece porque por su maldita culpa no puedo hacer el
amor… ¡y me duele no poder hacerlo! Me siento un poco hombre, Guillermo… Pero yo a ti sí te
importo, ¿no? Me he dado cuenta de eso. Por eso yo te quiero. Te quiero mucho… ¿sabes qué
siento en este momento? Que estoy yendo a un viaje sin retorno. Que ir a esa audición es de
verdad muy importante. Y siento que ya estoy caminando y veo una luz extraña que me transmite
paz, mucha paz. Qué pena tener que ir solo, ¿no quieres acompañarme, Guille…? ¿Guillermo?
¿Dónde estás? ¡¿Dónde estás?! ¿No me vas a desear suerte?
(“MEMO” realmente se está yendo. Está yendo a otro mundo. A otro lugar. A una audición que, de
seguro, si pasará.)
Apagón rápido.
ESCENA DOCE:
JAZMÍN se encuentra echada en el mueble. Su ropa está llena de sangre. Suena música.
GUILLERMO ingresa vestido de terno negro. Trae una rosa en una de sus manos. Mira a JAZMÍN
fijamente por largo rato y luego arroja la rosa. Camina y se queda mirando a la nada… Aparece
“MEMO”, se encuentra también vestido de negro, pero a diferencia de GUILLERMO, él está
bastante desarreglado y tiene una botella de ron en su mano (en la otra también tiene una rosa).
Se acerca a JAZMÍN y mira con un amor absoluto… deja caer la rosa.
GUILLERMO: Ya lo veremos…
(Ambos se sientan. La tabla de ajedrez ya está ordenada en una mesa. Los dos se miran
fijamente. Cualquiera puede comenzar con el juego.)
GUILLERMO: No lo sé, pero la sola idea de cerrar los ojos para siempre me aterra.
“MEMO”: Nunca te matarás porque realmente no quieres hacerlo, porque sí tienes esperanza.
GUILLERMO: Los cumpleaños me ponen mal. Me hacen sentir que todo es tan falso. Personas
que te llaman ese día, pero que nunca más en todo el año lo hacen. Personas que te saludan sin
siquiera conocerte. Abrazos, besos. Todo es falso.
GUILLERMO: Debí agradecerle. Debí haberle dicho un maldito “gracias”. ¿Qué me costaba
hacerlo?
“MEMO”: Me encanta cómo eres, Guillermo. Me encanta que seas así. Yo quiero ser así.
“MEMO”: ¿Por qué no? Soy más popular y les atraigo más a las chicas.
“MEMO”: No.
GUILLERMO: Tú sí puedes.
“MEMO”: Los peones se convirtieron en rey y reina. No sé cómo lo hicieron, pero fue así.
JAZMÍN: No me interesa…
JAZMÍN: Tranquilo, tengo que viajar para ver a mis papás. No saben nada de mí y la otra vez me
llamaron. No soy tan hija de puta… los quiero y quiero ir a verlos un rato.
“MEMO”: Sí, a dónde sea… escapémonos y tengamos un hijo. Vayamos de viaje. Juntos…
(“MEMO” rompe en llanto y abraza el cuerpo sin vida de JAZMÍN. GUILLERMO termina de jugar.)
Apagón.
ESCENA TRECE:
“MEMO” se encuentra intentando memorizar y profundizar un texto para sus clases de teatro, sin
embargo se le hace imposible. Piensa mucho en JAZMÍN. No se la puede sacar de la cabeza.
“MEMO”: ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión. Una sombra. Una ficción
(“MEMO” se queda pensando en esas últimas palabras y las repite.). Una ficción. Una ficción. Una
ficción. Sí. Una ficción. No puedo concentrarme. ¡Jazmín no puedo concentrarme! (Agarra una
botella de alcohol y empieza a beber.). No puedo hacerlo. Pienso demasiado.
(GUILLERMO ingresa, se encuentra algo peinado y más alegre. Va hacia “MEMO” y le toca el
hombro.)
“MEMO”: Intentando.
GUILLERMO: Creo que necesito estar allá afuera. Ya estuve mucho tiempo por acá… y bueno, me
han aceptado…
“MEMO”: Me alegra.
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GUILLERMO: Sí. Voy a ser profesor en el colegio que te conté, donde andaba negociando. Creo
que me voy a tener que afeitar.
“MEMO”: ¿A alguien?
GUILLERMO: Ella está afuera. No quería que entre sin antes preguntarte si quieres conocerla.
(“MEMO” voltea para ver a GUILLERMO, sin embargo este ya se había ido.)
GUILLERMO: “Memo”, ven (“MEMO” voltea y observa a MUJER EXTRAÑA.). Te quería presentar
a…
“MEMO”: Disculpa, no quiero ser grosero, pero no me importa… quiero seguir ensayando…
GUILLERMO: No te entiendo (GUILLERMO toma del hombro a “MEMO”, pero este lo separa con
brusquedad.)
“MEMO”: Tú me cagaste la vida. No es justo, ¿sabes? No es para nada justo. Yo llegué aquí, velé
por ti siempre… te podías haber ahogado con tu propio vómito de borracho, ¿sabes? ¡Y yo te
ayudé!
GUILLERMO: Discúlpalo, en serio… (Se dirige a MUJER EXTRAÑA.). Desde hace un tiempo está
un poco mal.
“MEMO”: ¿Cómo que yo estoy mal? ¿De qué hablas? ¡Oye yo te he ayudado!
“MEMO”: ¿Entonces cómo me puedes hacer esto? ¿No te das cuenta todo lo que he sacrificado
por ti?
GUILLERMO: ¡Jazmín ya se fue! ¡Está en otro lugar! No mires el pasado. Olvida. Jazmín no se fue
ayer ni hace una semana. Se ha ido hace mucho. Olvida. Ya has tenido el tiempo suficiente.
“MEMO”: ¿Oye por qué mierda me vienes a dar esa clase de consejos? ¿No te acuerdas lo que
eras? ¡Ay es que no…! Ahora tengo un trabajo, una mujer y por eso le doy consejos a este pobre
imbécil, ¡Pues vete al carajo, hijo de perra!
GUILLERMO: Yo sé lo que es pasar por esto. Yo me siento responsable, no sólo porque yo te traje
a este lugar, sino porque te quiero (Intenta tocar a “MEMO”, pero este se aleja.). Porque te quiero
mucho, ¡tu nombre “Memo” significa Guillermo en realidad! ¡Nos llamamos igual!
“MEMO”: ¡Y a mí qué mierda me importa! ¡Tú has destrozado mi vida! Seguramente te la querías
tirar, ¿no? ¡Te querías tirar a Jazmín!
“MEMO”: Cállate, ¡me quieres quitar a la única mujer que quiso hacer el amor conmigo! ¿Cómo te
atreves? ¿Cómo mierda te atreves?
“MEMO”: Eres un hijo de puta. Nunca debí intentar ayudarte. Me has robado todo.
“MEMO”: ¡Cállate la puta boca! Y tú Jazmín… ¡Tú! ¿Sabías todo lo que me hacía hacer mi mamá
cuando era niño? ¿Ah? ¿Lo sabías? ¡Yo no era su esposo! Por eso no puedo hacerte el amor. Por
eso no puedo hacerlo. Por eso sólo puedo tirar con putas, porque siento que me arrebataron el
amor y justo cuando creía que poco a poco volvía a renacer, resulta que te vas con este y me
quieren volver loco. Yo sé que puedo hacer mejor las cosas. Lo sé.
(“MEMO” intenta acercarse a MUJER EXTRAÑA, pero esta corre hacia GUILLERMO lo abraza y le
da un beso. “MEMO”, totalmente desgarrado, queda observándolos.)
MUJER EXTRAÑA: Deberías irte a dormir (“MEMO” intenta acercarse a la mujer.). No te acerques,
por favor. Te lo pido por favor.
Apagón.
ESCENA CATORCE:
MUJER EXTRAÑA camina hacia “MEMO” hasta estar frente a él. GUILLERMO se encuentra
arrodillado y con los ojos cerrados. “MEMO” ve a ambos. Tiene la pistola en la mano. Está
dispuesto a matar. MUJER EXTRAÑA y GUILLERMO no se mueven. “MEMO” camina por todo el
departamento, como viéndolo por última vez.
“MEMO”: Silencio. En este lugar todo es silencio. Quiero escuchar el sonido de las risas. Los
gemidos de las putas con las que tenía sexo. Escuchar un “¿Quieres hacer el amor?”. El del trago
cayendo en la jarra. De los aplausos. Quiero actuar un gran personaje y escuchar esos aplausos.
Tal vez llegue una fanática y me dé un beso en la boca. Escuchar ese beso. Salir y hablar con el
público, que me digan qué les gustó y que no. Espero que sean más las cosas que les hayan
gustado. Quiero ser un peón que lucha y no un rey que se oculta. Quiero que la reina vuelva a la
vida y me diga “sigue batallando, peón”. Pero ya no se puede… ya no puedo cobrar mi revancha.
Ahora solo quiero llegar a casa y ver que está todo ordenado. Que todo está bien y que si hay un
silencio sea lleno de paz y tranquilidad. Me encantan los ruidos hermosos. Esos ruidos que te
ayudan a seguir viviendo (Se queda callado. Continúa observando.). En estos momentos me
pregunto simplemente: ¿Cuál será el último sonido?
(“MEMO” regresa a su lugar, lleva la pistola hacia su cabeza. Se dispara. Cae al piso muerto.)
Apagón.
ESCENA QUINCE:
“MEMO”: Ella es muy buena. El que la ha estado tratando algo mal últimamente soy yo.
“MEMO”: ¿De verdad eres Guillermo? ¿De dónde salieron esas palabras?
GUILLERMO: No es buena la soledad, “Memo”. O al menos no por mucho tiempo. Está bien que
tengas una pareja. El silencio sólo te traerá más silencio.
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GUILLERMO: ¿Amigos?
GUILLERMO: Es bonito. A veces hacemos algunas ridiculeces, pero son divertidas. Me alegra que
hayan llegado. Me alegra haber colocado ese anuncio en el periódico.
(Aparece JAZMÍN.)
JAZMÍN: Agradece.
GUILLERMO: Nunca.
JAZMÍN: Dime.
JAZMÍN: No te preocupes.
JAZMÍN: De nada.
JAZMÍN: Sí.
(GUILLERMO y JAZMÍN se miran fijamente. “MEMO” los observa. GUILLERMO decide voltearle la
mirada. JAZMÍN se va.)
GUILLERMO: Te quiero.
FIN DE “SILENCIO”.