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Prefacio del autor: 

 
Una nota en lo que se verá en este libro. 
 
Este libro es sobre el discurso como un área del estudio del lenguaje. Como 
tal, el tema que le concierne es cómo los recursos codificados disponibles 
en el lenguaje son usados para comunicarse.  
El estudio del discurso en este sentido es una pregunta en general de cómo 
la gente produce significado, y cómo ​entiende ​el significado.  
El término “discurso” puede ser entendido de distintas maneras. Los 
significados que la gente produce no están restringidos solamente por el 
lenguaje que conocen, sino tambièn por el grupo social o comunidad al cual 
pertenecen; los significados son construcciones socio-culturales de la 
realidad: representan creencias y valores particulares que definen formas 
de pensar sobre el mundo. El estudio del discurso en este caso no se 
enfocaría tanto en cómo los textos dan cuenta lingüísticamente de los 
significados, sino en cómo los significados son socialmente construidos para 
que expresarlos sea, efectivamente, una práctica social.  
Estas dos formas de pensar el discurso no son mutuamente excluyentes. 
Es más una cuestión de énfasis. Este libro toma una perspectiva más 
lingÜística que sociológica y se enfoca en el discurso como uso del lenguaje, 
aunque el discurso como práctica social se verá en la sección I, y las 
referencias a trabajos que adoptan esta perspectiva se proveen en la 
sección 3. 
 
(...) 
 
Lenguaje en uso 
 
Una muestra de lenguaje. 
 
Dada una muestra de lenguaje, hay un montón de cosas que podemos decir 
al respecto. Tomemos por ejemplo un letrero público que nos es familiar:  
 
KEEP OFF THE GRASS 
Para empezar está en inglés; no está en francés, ni árabe, ni chino, ni ningún 
otro lenguaje. Son cuatro palabras, todas en mayúscula, y podríamos agregar 
a modo de experto, todas monosilábicas. Si hemos sido lo suficientemente 
afortunados de haber tenido alguna formación en lingüística, podríamos 
también puntualizar que las palabras se combinan para formar una ​unidad 
gramatical ​que es la ​oración​; una oración que además es imperativa, lo cual 
es distinto a que sea de tipo declarativa o interrogativa, que tiene dos 
constituyentes principales. El primero es una frase verbal, que está 
formada por dos palabras: KEEP OFF. El segundo es una frase sustantival, 
que en sí misma tiene dos constituyentes: el artículo definido THE y el 
sustantivo GRASS. Teniendo en cuenta estas características gramaticales, 
podemos pensar en muchas otras oraciones que parecen estar 
estructuradas de la misma forma: put out the light, por ejemplo, o turn off 
the tap, solo para darnos cuenta que quizás las apariencias engañan y que 
éstas oraciones no sólo no son lo mismo, sino que además funcionan 
diferente de una manera muy interesante. Estas dos estructuras también 
pueden formar secuencias alternativas: put the light out, turn the tap off; 
pero keep the grass off no funcionaría. 
Examinando las propiedades de nuestra muestra como una oración, nos 
puede llevar a una excursión fascinante a los misterios del análisis 
gramatical.  
Incluso aunque los lingÜistas pueden encontrar divertido analizar nuestra 
muestra de esta manera, no es algo que la gente haría en general. Nosotros 
usualmente registramos los lenguajes en términos analíticos: las gramáticas 
nos muestran el rango de posibles combinaciones estructurales en 
oraciones, y los diccionarios nos proveen listas de las palabras y sus 
significados ordenados alfabéticamente. Éstos pueden ser los recursos 
codificados de forma y significado que los hablantes de un lenguaje en 
particular saben intuitivamente cuando lo usan; pero no se corresponde con 
cómo los hablantes realmente experimentan el uso. Cuando alguien se cruza 
con un público, no lo ve como una muestra de lenguaje para analizar de 
acuerdo a sus constituyentes. Simplemente le dan importancia siempre que 
reconozcan su propósito, no como “analizable” sino como para actuar al 
respecto. En otras palabras, lo tratan como un texto.  
 
Qué es un texto? 
 
Un texto puede definirse como el uso real del lenguaje; diferente de una 
oración, que es una unidad abstracta de análisis lingüístico. Nosotros 
identificamos una porción de lenguaje como texto, tan pronto como 
reconocemos que el texto fue hecho con un propósito comunicativo. De 
todas maneras, podemos identificar que un texto tiene un propósito y no 
ser capaces de interpretar lo que quiso decir. Es una experiencia bastante 
común encontrarnos con textos en un idioma desconocido y aun así 
identificarlos como aVIsos públicos, etiquetas de comida, menúes, o 
instrucciones operativas, y estar frustrados por la incapacidad de 
entenderlos. Claramente, por lo general necesitaríamos saber el idioma del 
texto para poder interpretarlo; pero no es la única condición. Podemos 
saber el idioma y aun asi no saber qué significa en ese texto en particular.  
Consideren otra vez el aviso público: “Keep off the grass”. Podemos saber 
muy bien lo que denota la palabra “grass” (y si tenemos alguna duda 
podemos consultar un diccionario); pero lo que la palabra denota no es lo 
mismo a lo que pretende ​referirse​ en la frase en cuestión. El artículo 
definido the indica que se refiere a algo de conocimiento compartido. The 
grass. Què grass? Obviamente, uno diría, el grass cercano al aviso. Así que lo 
que hacemos es establecer una referencia relacionando el contexto en el 
que se coloca. Pero después surge la pregunta de qué tanto puede 
extenderse esa “cercanía” respecto al cartel. The grass se refiere solo a la 
porción donde el cartel está puesto o a otras porciones también, o al 
parque entero? El rango de referencia no está especificado en el lenguaje en 
sí mismo. Nosotros asumimos lo que es en base a lo que sabemos sobre 
avisos públicos de este tipo, y qué es lo que convencionalmente significan. En 
otras palabras: podemos relacionar el texto no solo a el contexto situacional 
real en el que lo encontramos, sino al contexto cultural abstracto de lo que 
conocemos como convencional.    
Mediante relacionar el texto al contexto inferimos no solo a lo que el aviso se 
refiere, sino también cuál es su propósito. Reconocemos que fue concebido 
como una prohibición. Si decidimos prestarle atención o no es otra cosa - 
que retomaremos después - .  
El mismo punto se puede hacer con otros avisos que nos cruzamos 
diariamente. Por eso reconocemos que los textos HANDLE WITH CARE o 
THIS SIDE UP se refieren a un contenedor en el que están escritos y 
funcionan como pedidos, que WET PAINT se refiere a alguna superficie 
cercana que fue pintada recientemente y funciona como advertencia. Del 
mismo modo, cuando vemos la etiqueta KEEP AWAY FROM CHILDREN en un 
frasco de medicina, lo tomamos como una advertencia específica que se 
refiere al contenido particular de esa botella, en vez de digamos un consejo 
general para mantener lejos a los niños todo el tiempo. Cuando nos 
encontramos con carteles o etiquetas, les damos sentido relacionando el 
lenguaje al contexto perceptual inmediato de donde están ubicados, y 
nuestro conocimiento conceptual de cómo esos carteles están diseñados 
para funcionar. No podemos darles sentido simplemente basándonos en el 
lenguaje. En el caso de textos simples como avisos o etiquetas, establecer 
las conexiones contextuales es usualmente un asunto sencillo. Con otros 
textos, incluso los que parecen simples, establecer esas conexiones no es 
tan fácil; lo puede decir cualquiera que haya intentado armar un mueble 
utilizando el papel instructivo.  
 
Texto y discurso   
   
Todos los textos sencillos que hemos considerado hasta ahora tienen una 
finalidad práctica:: los carteles, las etiquetas e instrucciones ya están 
diseñados para generar una determinada acción y que las cosas se hagan; 
pero claramente no todos los textos son tan directos ni tan simples en 
cuanto a su función. Aunque, como hemos visto, muchos textos no son más 
largos que una oración, muchos otros sí: guías de viaje, panfletos 
informativos, artículos de periódico, entrevistas, discursos, reportes, poemas, 
etc. Algunos de éstos tienen una finalidad práctica obvia, pero otros están 
pensados para servir un rango amplio de propósitos sociales: dar 
información, expresar un punto de vista, formar opinión, entretener, etc. 
Además, éstas funciones suelen estar combinadas de formas complejas: 
una guía turística, por ejemplo, puede dar información, pero también estar 
diseñada para promover las atracciones que describe; y lo que se presenta 
en el periódico como un hecho objetivo usualmente reflejará y promoverá un 
punto de vista en particular.  
 
Todos los textos, simples o complejos, son usos del lenguaje que se 
producen con la intención de referirse a algo con un propósito. Identificamos 
una unidad discursiva (stretch of language) como texto cuando reconocemos 
su intención; y hay veces en las que esa intención es explícita, cuando se 
nombra a un texto como “noticia”, “reporte” o “declaración”. Pero reconocer 
un texto no es lo mismo a saber qué quiere decir. Podrías no saber a lo 
que se refiere un texto o una parte del mismo, o podrías entender 
completamente a lo que se refiere pero no ver cuál es el propósito 
comunicativo detrás de la referencia. En el caso de los textos simples, como 
avisos públicos, es bastante simple unir intención e interpretación; pero en el 
caso de los más complejos, como artículos de diario, la mencionada unión - 
como veremos más adelante - probó ser altamente problemática.  
La gente produce textos para enviar un mensaje, expresar ideas y 
creencias, explicar algo, hacer que alguien haga ciertas cosas o piense de 
determinada manera, entre otras. Podemos referirnos a el conjunto de 
propósitos comunicativos como el ​discurso​ que subyace el texto y motiva 
su producción en primer lugar. Pero del lado del receptor, los que escuchen 
o lean deberán darle sentido al significado del texto para hacer que sea una 
realidad comunicativa. En otras palabras, tendrán que interpretar el texto 
como un discurso para que tenga sentido para ellos. Los textos, desde esta 
perspectiva, no contienen significado pero se usan para mediarlo entre 
discursos. A veces, por supuesto, como con los avisos que hemos estado 
viendo, las mediaciones son bastante directas: lo que el texto significa para 
el lector va a coincidir con lo que el productor del texto quiso decir. 
Obviamente, nosotros debemos asumir que en general los textos servirán 
para mediar alguna convergencia entre discursos, porque de otra manera no 
podría darse la comunicación. Como veremos, el grado de convergencia varía 
bastante. Todos sabemos por experiencia que no importa qué tan bien 
hayamos creído textualizar lo que quisimos decir, siempre está la posibilidad 
de que se interprete de una forma distinta.  
El término discurso entonces, se toma para referir tanto a lo que el 
productor del texto quiso decir, como a lo que el texto significa para el 
receptor. Claro que la intención de alguien al producir un texto puede ser 
referirse a asuntos más amplios, de acuerdo a los valores ideológicos y 
sociales con los que se identifiquen; y otra forma de pensar el discurso es, 
de hecho, enfocarse en esos asuntos y ver como los textos pueden usarse 
para expresar e imponer ciertas formas de pensar acerca del mundo. A 
esto volveremos en el capítulo 7.  
 
Por el momento, lo importante es que los textos son los rastros del 
proceso, no perceptible en sí mismo, de mediar un mensaje. En 
conversación, estos rastros son típicamente efímeros y fragmentados, y 
desaparecen tan pronto como se producen, para servir a su propósito 
discursivo inmediato. Por supuesto, ellos pueden ser registrados, pero no es 
necesario y usualmente no lo son. De hecho, los participantes de las 
interacciones habladas producen y procesan el texto en el momento, y no 
precisan retenerlo como un registro para mediar su discurso; ésta 
mediación se regula en tiempo real para negociar cualquier convergencia 
entre intención e interpretación que sea necesaria. 
El texto escrito se toma e interpreta como un proceso aparte. La mediación 
por ende es desplazada y se retrasa, y esto obviamente va a generar que 
la convergencia entre intención e interpretación sea más difícil de alcanzar. 
Y hay otra dificultad más: cuando la gente se comunica, no produce 
solamente textos lingüísticos. Hablando, ellos usan además del lenguaje, un 
paralenguaje - tonos de voz, acentuaciones variadas, pausas y otras cosas; 
lo que dicen lo acompañan con expresiones faciales y gestos, como parte 
del mensaje que tratan de transmitir. En la comunicación escrita, la forma 
que se le da al texto con el tipo de letra, o el arreglo de página pueden 
tener un significado lingüístico. Además puede ser multimodal, en el sentido 
de que el texto puede estar acompañado o relacionado con otros modos de 
comunicación como dibujos, diagramas, tablas, etc.  
La falta de correlación directa entre texto y discurso es lo que hace a la 
comunicación tan indeterminada e intrigante. La vida sería mucho más fácil si 
pudiéramos definir algo de forma más precisa; si todo lo que debiéramos 
hacer para comunicarnos fuera ensamblar una combinación de formas 
lingüísticas con significados establecidos, y transmitirlo luego para que lo 
desmantelaran del lado receptor. Un texto señalaría su propio significado, 
independientemente del contexto o el propósito de su producción.  
Pero cuando usamos el lenguaje, no solamente presentamos los significados 
que en él se codifican, sino que también los explotamos como un recurso 
potencial para crear nuestros propios significados.  
Los significados codificados son los ​semánticos​. Son los que se describen 
en libros de gramática o diccionarios. Saber un lenguaje es saber qué son, 
pero para usar el lenguaje, nosotros los ponemos en juego y actuamos de 
acuerdo a nuestras intenciones comunicativas. En otras palabras, nosotros 
siempre hacemos que el significado semántico sirva un propósito pragmático.   
  
Ejemplo dentro de un tren lleno de gente.   
 
A modo ilustrativo: supongamos que escuchas por arriba la siguiente 
“expresión” (chequear utterance) en una conversación entre dos personas:  
He has put it in a safe place and will not be found. 
Como información lingüística, lo que tiene que ver con la gramática es una 
oración en inglés completa y bien formada. El presente perfecto en la 
primera mitad (has put) Y el pasivo en la segunda (will… be found) se 
producen en conformidad con las reglas gramaticales. Hay concordancia 
entre el pronombre personal he y el verbo siguiente, los pasados están 
formados correctamente, el orden de las palabras es como debería ser, etc. 
En cuanto al léxico, podemos decir que las palabras de la oración son 
bastante comunes en inglés. Pero no solo reconocemos que es una oración 
común y bien formada; como sabemos que el significado semántico está 
dado por las formas gramaticales y léxicas que hemos visto, somos 
capaces de decodificar lo que está codificado y asignarle significado como 
oración. Sin embargo, aún no podemos decir de qué está hablando ésta 
persona. Quién es he y qué es it? ésos pronombres han establecido una 
denotación: he codifica los aspectos semánticos de masculino y singular, e it 
los de singular e inanimado. Pero aunque conocer estas denotaciones 
reduce las posibilidades, no nos dice a quién o qué nos estamos refiriendo.  
Lo que el lenguaje significa va a permanecer pragmáticamente impreciso.  
Esta utterance es por supuesto, solo un fragmento de una conversación, un 
pedazo de texto, que las dos personas en el tren están produciendo en el 
proceso de representar su discurso. Ellos saben de qué están hablando 
porque establecieron el contexto de lo que es conocimiento compartido y 
asumen que el lenguaje que producen se interpreta desde ahí.  
Si nosotros no somos parte de este contexto y solo tenemos el rastro 
lingüístico del discurso, no podemos interpretar lo que quieren decir con lo 
que dicen. Cuando estas personas se bajen del tren, se llevarán con ellos el 
significado de sus palabras, y nosotros no podremos descifrarlo, sin 
importar qué tanto analicemos el lenguaje real.  
 
Conclusión: 
Para resumir. Cuando la gente se comunica, utiliza los recursos semánticos 
codificados en su lenguaje para interpretar un contexto que asumen es 
compartido por las partes para establecer un discurso. Esto es, para 
transmitir un mensaje a otro. El rastro lingüístico de este proceso es el 
texto. En el caso de la conversación, el texto es producido en mientras tiene 
lugar la interacción manifiesta, y típicamente desaparece una vez que sirvió 
su propósito.  
En el caso de lo escrito, el texto se produce de manera unilateral y queda 
como un registro permanente. Aun así es solo un rastro del discurso, y lo 
que éste quiere decir tiene que ser interpretado; esto literalmente nos lleva 
a la pregunta de qué tanto la interpretación se corresponde con las 
intenciones que dieron lugar al texto e informaron el discurso en primer 
lugar.  
En circunstancias normales de uso, nosotros solo prestamos atención al 
texto para entender su función discursiva, y por eso pensamos texto y 
función como una sola cosa; como hacen algunos lingüistas que hablan de 
texto como un atajo para referirse a lo que significa para los lectores o 
para quien lo escribió, o para el hablante. Pero aunque nosotros 
normalmente experimentamos el texto como parte del proceso discursivo, 
es perfectamente posible enfocarse solamente en el texto. Esto es lo que 
hacen los correctores cuando escrutinian un fragmento de texto en busca 
de errores tipográficos o palabras que no se ajustan a las convenciones 
típicas de uso.  
Aún más interesante, los textos también pueden estar sujetos a análisis 
para encontrar patrones de uso real, que quienes los producen pueden no 
estar del todo conscientes. Un área a la que volveremos en capítulos 
posteriores; pero antes de seguir va a ser necesario que digamos un poco 
más acerca de cómo los conceptos que introdujimos aquí - significado 
pragmático y semántico, oración, utterance, texto, contexto, y discurso - 
aparecen en un modelo general de comunicación.  
 
Capítulo 2:  
 
Comunicación.  
 
Gramática y comunicación. 
 
Como puntualizamos al comienzo del primer capítulo, los lingüistas pusieron el 
foco de su atención primero en las propiedades internas de los lenguajes, 
en cómo el significado se codifica formalmente (formally encoded) en léxico 
y gramática. La descripción de éstas propiedades puede dar cuenta de lo 
que la gente sabe de su lenguaje, de su ​competencia lingüística. ​Fue dicha 
competencia la que nos permitió describir las características gramaticales de 
la utterance en el tren en el capítulo anterior. Claro que esa descripción usó 
terminología con la cual no están familiarizados incluso hablantes 
competentes del inglés: saber la gramática de un lenguaje no es lo mismo 
que saber cómo describirla; eso es a lo que se dedica un gramático. Pero el 
punto es que cualquiera que sea competente en inglés reconocería que la 
utterance respeta las convenciones de codificación del lenguaje estándar y 
que ejemplifica una oración bien formada, cosa que no haría si la oración 
hubiera sido:  
 
They has it in a safe place put and it will not to find.  
 
Podemos decir que la utterance original ejemplifica una oración posible en 
inglés, mientras que ésta última no. Así que si oímos este comentario en el 
tren, podemos juzgar en base a nuestra competencia lingüística si es 
gramatical y léxicamente posible o no de acuerdo a las convenciones de 
codificación del lenguaje, pero también podemos reconocer grados de 
posibilidad. Así que si la utterance hubiera sido:  
They has put it in a safe place and it will not be found 
 
Reconoceríamos que es una aproximación al lenguaje estándar.  
 
  
     
   
   

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