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En el gobierno de Alan García muchos peruanos migraron a otros países buscando una
vida mejor, y mi familia no fue la excepción, mi mami me contó que tenía un tío que
radicaba en España, se llamaba Walter, él y su esposa cuando esperaban a su primer
hijo, tuvieron que dejar nuestra tierra y terminaron viviendo en España, pasaron muchos
años, y mi tío no solo tuvo un hijo, sino cuatro: Antonio, Sergio, Carlos y mi pequeña
prima Isabel.
Luego de mucho tiempo, mi mami estaba muy emocionada al igual que toda mi familia,
después de muchos años mi tío Walter decidió retornar a su tierra natal Moquegua desde
España, ahí conocí a mis primos, pero sobre todo a mi hermosa prima española Isabel,
ella tenía 10 años como yo. Él nos contó muchas historias sobre cómo llegó a España y
todo lo que vivió allá, dijo entre sollozos que extrañaba nuestra tierra, la familia, su
comida, las ricas paltas y la paz que se respira en Moquegua.
Isabel no sabía nada de nuestro país, mucho menos de nuestra tierra, no conocía
Moquegua, yo como buen primo estaba decidido a hacerla vivir una experiencia
inolvidable y que cuando regrese a la madre patria, tenga un hermoso recuerdo en su
memoria, así que decidí buscar un tour y un buen guía turístico en mi ciudad, decidí
enseñarle nuestras manifestaciones culturales. Pero había un pequeño problema, no
sabía por dónde y cómo empezar con nuestra aventura turística.
Buscando consejo fui donde mi abuelita, ella tenía muchos años viviendo en el distrito de
las ricas paltas, Samegua y le pregunté qué debería hacer para que Isabel tuviera un lindo
recuerdo para llevar a su país. Ella me dijo, mira hijito tienes que llevarla a conocer los
museos, la plaza, la catedral, la rica gastronomía, además debes llevar a conocer nuestra
hermosa campiña moqueguana, me cansaría de decirte….jajajaja mi abuelita y yo reímos
a carcajadas.
Mi abuelita fue de mucha ayuda, prácticamente me dio un programa turístico, así que
comencé a planear donde iría primero con Isabel. Después de mucho pensar le pregunté
a mi mamá si conocía un guía turístico aquí en la ciudad, nos inscribió en un tours y así
fue como Isabel y yo conocimos al Sr. Antonio.
Antonio, era un joven de 25 años, muy alegre y cortés, se comprometió con mamá que
nos cuidaría y nos guiaría en esta aventura, acordamos los detalles y a la mañana
siguiente partiríamos rumbo a nuestra aventura turística.
Esa noche, Isabel y yo no podíamos dormir de la emoción que nos esperaba, tantos
lugares por conocer, tantos recuerdos y la rica comida que me esperaba, con ansias me
dormí esperando el amanecer.
A la mañana siguiente desperté muy temprano, aliste mis cosas, desperté a Isabel y
tomamos un rico desayuno preparado por mamá, el Sr. Antonio vino a recogernos tal
como lo habíamos acordado. Mi mamá nos dio su bendición y toda una lista de
recomendaciones, Antonio nos llevó hasta su oficina y nos embarcamos en el bus rumbo
a nuestra aventura con un grupo de turistas.
Iniciamos por el distrito de Torata, Antonio nos contaba de su historia, de la leyenda del
Cerro Baúl se dice que los
originarios lo llamaban “ AMIGO
NO TE RINDAS “ y del toro con
cadena de oro en el lugar, al subir
al majestuosos Cerro Baúl, fue una
experiencia inolvidable respirar aire
puro, vimos algunas ruinas y
algunas muestras de rituales de fé
en señal de pago a la tierra en el
sector, lo más hermoso fue ver a mi
prima respirar un aire tan puro a
esa altura, estábamos de hambre y queríamos comer algo. Nuestra siguiente parada seria
las cataratas de Mollesaja, Don Antonio nos dijo que este es una de las cataratas más
altas e importante del sur del país, se le dice Mollesaja porque está rodeada de bastante
molle y saja por las rocas pequeñas, un lugar muy hermoso, donde caen las aguas de
una altura de 70 y 80 metros, Isabel y yo decidimos chapotear en el agua, veníamos
preparados nadamos en aguas cristalinas y ayudamos a unos turistas de tercera edad a
ubicarse entre las peñas y refrescar sus pies, jugamos, cantamos, nadamos y tomábamos
fotos, entre tanta risa y risa tome un poco de agua, jamás había probado agua tan dulce,
ese día era simplemente perfecto.
Después de nadar tanto mi pancita me crujía, Isabel al escuchar el ruido que realizaba mi
pancita se comenzó a reír a carcajadas, yo simplemente no podía controlar ese sonido,
solo sé que tenía hambre, y vaya que se nos presentó ingresando a Torata, pero otra vez
llegó Don Antonio a salvarnos, nos dijo que era nuestro día de suerte que justamente hoy
en Yancango se estaba realizando el festival del pan, yo grité de alegría y le dije a Isabel
¡Pan, Isabel! ¡Pan, te imaginas!, yo ansiaba llegar a Yacango, el camino se hizo largo y
cuando llegamos, salimos corriendo para rodearnos de toda una variedad de panes
dulces, salados, pasteles en fin, el riquísimo pan Torata, Don Antonio nos comentó de los
molinos de piedra donde era, inicialmente se elaboraba la harina para hacer ese delicioso
pan, funcionaba con agua y se molía a primera luz del día, también vimos, pan con queso
las llamadas jetonas, empanadas calientitas, maicillos y los ricos y empalagosos
rosquetes, un nombre muy peculiar pero súper ricos y dulces, hasta el turista más
amargado sonreía ante tanta dulzura, Isabel comió una empanada de queso con azúcar y
yo una dulce y una riquísima rosca, necesitaba reponer mis fuerzas para continuar.
Don Antonio volvió a pedirnos que subamos al bus, con la pancita llena pero guardando
lugar para el almuerzo llegamos a Torata, con una plaza hermosa rodeada de árboles, y
al frente su hermosa y majestuosa iglesia, ingresamos a verla estaba llena de gente, es
de estilo barroco, donde encontramos catacumbas, los antiguos tenían la creencia que al
ser enterrados cerca de la iglesia se irían al cielo, Isabel me comentó que en España
había muchas iglesias, pero que ella tenía su favorita que es la iglesia de la Covadonga,
pero a partir de ahora sería la iglesia de San Agustín de Torata.
Para terminar nuestra linda experiencia en Torata, Don Antonio nos llevó a degustar un
rico almuerzo campestre un Plato de Picante de Cuy y una rica Chochoca Torateña.
En medio del tours Isabel y yo conocimos a María una Sra. de edad que venía del norte
de Tumbes, ella era una anciana muy amable, nos contó que hace poco enviudó y que
aún con tantos siglos como ella decía, decidió conocer el país antes de partir, Isabel y yo
nos unirnos a ella, queríamos saber si estaba segura del recorrido y le advertimos a Don
Antonio de ciertos lugares peligrosos que ella no debía de ir, el Sr. Antonio también le
preguntó sobre su hospedaje, el tiempo que se quedaría y si viajaba acompañada o sola,
a él se le veía muy preocupado.
Con María sumada a nuestra aventura decidimos visitar el Museo Contisuyo ubicado en la
Iglesia matriz para que ella conociera más de nuestra cultura, además era parte de tours
guiado por nuestro amigo Antonio, vimos las vasijas de nuestros antepasados usada en
los rituales del Cerro Baúl, el gorro de cuatro puntas de los Chiribayas y el kero Tiwanaku.
¡Ah! y no podría faltar nuestra visita al distrito de las paltas, Don Antonio nos dijo que allí
almorzaríamos en las glorietas, Isabel y yo al escuchar “Glorietas” nos imaginamos en el
mar, olas y arena, pero no fue así, se trataba de un restaurant muy conocido al lado de la
campiña Sameguana, rodeado de árboles frutales de palta, manzana, damasco y uvas,
degustamos de un rico cuy frito y unos chicharrones de chancho brindamos con vino de la
bodega Lindolfo, bueno nosotros no, María y Antonio con vino, Isabel y yo brindamos con
una fresca chicha morada celebrando el final de nuestro recorrido. Para endulzar nuestro
viaje y fuimos a la mejor panadería local cercana a la plaza, degustamos de guargüeritos,
niditos, alfajores y el delicioso alfajor de penco. María enloqueció con el sabor y compró
muchos recuerdos para su regreso, llevó una variedad de dulces para sus nietos.
Al regresar nos despedimos de María, nos tomamos muchas fotos para el recuerdo y nos
despedimos de Antonio, él se convirtió en un gran amigo para nosotros y quedamos muy
agradecidos con él por enseñarnos nuestra tierra, rescatar el valor, respeto y cuidado a
nuestro pasado, el amor a la gastronomía deliciosa de esta tierra bendita.
Al poco tiempo mi tío Walter debía volver, nos despedimos con un nudo en la garganta
sobre todo Isabel y yo, que habíamos hecho una amistad muy hermosa, ella se fue, yo
siempre la recodaré, me quedo feliz al saber que le enseñé los encantos de mi tierra, mis
tradiciones, mi pequeño hogar, ella siempre llevará en su corazón los buenos momentos
que pasamos juntos, siempre recordaré mi aventura turística con Antonio, María, Isabel.
Yo siempre llevaré a mi prima española en mi corazón.