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Formalismo ruso
Sociocrítica
Teorías psicoanalíticas
Teoría de la recepción
Colaboradores:
Elena Rodríguez Avila
Stefan Martchenko
Patricia Otegui
Universidad de la República
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
2011
’ -S -fc#' Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
u n ive rsid a d Universidad de la República
DE IA REPUBLICA
URUGUAY
ISBN: 978-9974-0-0708-6
Segunda edición - Febrero de 2011
© S ilka Freire
I N T R O D U C C I Ó N ............................................................................................. 1 3
1. O b je t iv o s g e n e r a l e s ....................................................................... .. 13
2 . L as ciencias de la cultura y sus desafíos .............................................. 14
3 . E l e fe c to d e s o iw i;v en la c o n s t r u c c ió n
P A R T E I ........................................................................................................................... 2 9
C A P ÍT U L O 1. F O R M A L I S M O R U S O ............................................... 2 9
1. A n t e c e d e n t e s , derivaciones y r e a c c io n e s . ......................... .. 29
2 . A spectos eu n da m isn t a i . es d e la p r o p u e s t a
FORMALISTA..................................................................................................... . 4 6
3 . C o r r e l a c io n e s y derivaciones d e l
fo rm a lis m o r u s o .............................................................................................. 5 9
4 . L o s c lá s ic o s o p o s it o r e s : L e ó n T r o ts k y y
M ija il Ba jt ín ........... ......................................................................................... 7 9
5. E l t r a d ic io n a l o u ts id e r : V la d im ir P ropp ................................................ 8 6
C A P ÍT U L O 2. S O C IO L O G ÍA D E L A L IT E R A T U R A . . . . 91
1. A spectos g e n e r a l e s ......................................................... ..................... .. . 91
2 . S o c io l o g ía em pírica: H a c ia una p o lít ic a d e l l ib r o .......................... . 9 6
3. L a escuela r u s a . ......................................................... ............................. 1 0 4
4 . S o c io l o g ía d ia lé c tic a : l it e r a t u r a e id e o l o g ía .. . . . . . . . . . . 110
4.1. Louis Althusser: el marxismo estrucluralista.................. 118
4.2. Raymond Mllianis: el materialismocultural....................125
PARTE I I .............................................................................. 137
BIBLIOGRAFÍA..............................................................., 233
En aquellos sistemas confortables con los
que la ciencia nos tranquilizó durante siglos, los
cambios minúsculos en las condiciones iniciales
no alteraban la solución; pero en los sistemas
caóticos cuando varían un poco las condicio
nes de partida, el objeto sigue un camino dis
tinto. Esto sería aplicable a tus guerras, claro.
Y también a la naturaleza y a la vida misma:
terremotos, bacterias, estímulos, pensamientos.
Vivimos en in teracción con el confuso paisaje que
nos rodea. Pero es verdad que un sistema caótico
está sujeto a leyes o reglas. Es más: hay reglas
hechas de excepciones, o de azares aparentes,
que podrían describirse con leyesformuladas en
expresiones matemáticas clásicas. Resumiendo
la conferencia, amigo mío, y' antes de que pagues
tú la cuenta: aunque rio lo parezca, hay orden
en el caos.
1 . O b je t iv o s g e n e r a l e s
P
ara esta propuesta hemos seleccionado, del extenso marco
teórico del siglo xx, cuatro paradigmas clásicos que han de
mostrado su capacidad de construir, dinamizar y especial
mente (des)ordenar ('I área de la investigación literaria desde
posiciones metodológicas diferentes y basados en sustentos
teóricos con orígenes diversos que han permitido abordar el objeto de co
nocimiento desde una postura racional. De esta manera se relegan los en
foques románticos, biografistas o deterministas, por una instrumentación
que otorga un eslalus científico a lo literario basado en la objetividad y
en la posibilidad de explicar su especificidad sin recurrir a posturas sub-
jetivistas o a conceptos abstractos, evitando que se otorgue la titulai tdad
interpretativa a la inspiración, a tos sentimientos del creador, al entorno o
a la buena o mala disposición del crítico, posibilidades que durante largo
tiempo gozaron de reconocida hegemonía.
Este trabajo tiene como objetivo principal la producción de un material
didáctico para uso de los estudiantes de la Licenciatura en Letras en general,
y específicamente para los del curso de Teoría Literaria 11. I la sido elaborado
con la modesta pero precisa pretensión no de totalizar información, tarea de
13
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo ,\x: Saberes opuestos, saberes desordenados
2. L a s c i e n c ia s d e l a cultura y s u s d e s a f í o s .
14
S ilkv F rf. ire
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Teorías lite ra ria s d e l sig lo xx: Saberes opuestos, sacres desordenados
16
S ílka F r eir e
1 M. fiel C. Bobes. «La literatura, la ciencia de la literatura, la crítica (le la razón literaria», en D. Villanurva
(coord.). Curso de teoría cíe la literatura. Madrid: Tuuniü, 1994, p. 30.
2 W: Dilthey. Psicología y teoría del conocimiento. México: fc l, 1945, 417.
17
Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
3 Ib., p. 343.
4 E. Cassirer. Las ciencias de la ciillum . México: pce, 1965, p. 121.
5 O. cit., p. 131.
18
S i i m F reirk
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Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
■$
6 VK Mignolo. Teoría del texto e interpretación de textos. México: u n a m , 1986. p. 215. I.vsie libro revisa y
amplía la posición expresada en Elementos para una teoría del texto Uteraiio, Barcelona: Crítica, 1978:
se recomienda del mismo autor el artículo: «¿leorías literarias o teorías de la literatura? ¿Qué son y para
qué sirven», en G. Reyes (ed.). Teorías literarias en la actualidad, Madrid: lil arquero, 1989. pp. 41-78.
7 G. Bacltelard. La formación del espíritu científico. Buenos Aires: Siglo XXL 1976, p. 16.
8S. Masón. Historia de. las ciencias, vol. 5. La ciencia del siglo xx. Madrid: Alianza. 1986, p. 100.
20
SlLKA F r EIHE
3. E l e fe c to d e s o r d e n
EN LA C O N ST R U C C IÓ N TEÓRICO-LITERARIA
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Teorías lite ra ria s del. sig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
22
S ilk \F reire
10 G. BaíanHier. E l desorden. La (eoría del caos y las ciencias sociales. Barcelona: Gedisa, 1990, p. 44.
23
T eorías mr. ramas d e l sici.o xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
4. O b je t iv o s e s p e c í f i c o s
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Sll.KA FREIRE
13 Para establecer divisiones entre posibles paradigmas véanse: M. del ('. Bobes, o. cit. (1984): W. Mignolo,
o. cit. (1986); S. Walmón. introducción a la historia de lew teorías literarias. Granada: Universidad de
Granado, 1991: José M. Pozuelo. «La teoría literaria en el siglo xx», en D. Villanueva (eoord.). Curso de
teoría de la literatura. Madrid: Tauros, 1994. pp. 69-98.
25
Teorías i ite ra ría s dei. sig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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S ilkv F rf.ire
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Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
28
PARTE I
1 . A n t e c e d e n t e s , d e r i v a c i o n e s y r e a c c io n e s
D
entro del variado espectro de propuestas teóricas del siglo
.xx, la denominada — por sus detractores— formalismo ru
so tiene desde su origen dos rasgos distintivos desequili
brantes: a nivel epistemológico surge como una propuesta
totalmente renovadora con la firme convicción de sepultar
los preceptos críticos normativos del siglo xix, especialmente los relacio
nados con la concepción simbolista de la poesía: este nuevo abordaje del
objeto literario fue sustentado mediante la elaboración de postulados de
corte científico que derivaron en un cambio sustancial en la interpreta
ción de los textos Acciónales. Simultáneamente, a nivel histórico-social
se produce un curioso y determinante relacionamiento entre discurso po
lítico y académico marcado por la coexistencia de dos acontecimientos
absolutamente diferentes en su origen, planteamientos y objetivos, como
29
Teorías lite ra ria s d e l sig lo x\: Saberes opuestos, saberes desordenados
1 \í. 1lobsbawn. Historia del siglo &x. Barcelona: Crítica. 1997, p. 63.
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31
T eorías i ,iterarías DEL SIGLO XX: Saberes opuestos, sabores desordenados
5 T. Ibdorov (comp.). Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Buenos Aires: Signo. 1970; ii. Volek.
Antología delformalismo ruso y el grupo de B ajtín, vol. 1. Madrid: Fundamentos, 1992; ib., vol. 2, Ma
drid: Fundamentos, 1995.
6 V. Erlich. E lformalismo ruso. Barcelona: Seix Barral, 1974. pp. 99-199.
33
Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
7 Véanse como ejemplos prácticos: B. Eiehenbaum. «Cómo está hecho “El capote de Gogol"1'», en T. Todo
rov. 'leona de la litemlura de losformalistas rusos. Buenos .Vires: Signos, 1970, pp. 159-176; Y Shklovsky.
«Sterne's Tristram Shandy: Slylistic Commentary». en L. Lemon y M Keis. Russian bbrmalist Criticism.
Üniversity of Nebraska ui\ 1965, pp. 25-57; Y Shklovsky. «Cómo eslá hecho Don Quijote: los discursos
de Don Quijote», en E. VoJek, o. cit., vol. 2., pp. 137-147.
8 J. Tynianov. «El hecho literario», en E. Volek: Antología delformalismo ruso y el grupo de Bajtín, vol. 1.
Madrid: Fundamentos, 1992, p. 210.
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Teorías lite ra ria s pee s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
9 J. 'lynianov. «Sobre la evolución de la obra literaria», en T. rlodorov. (comp.). Teoría de ía literatura de los
formalistas rusos. Buenos Aires: Signo, 1970, p. 91.
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S ilka F r eire
carece de credibilidad, como les había sucedido en los primeros años con
sus audaces y provocativas aseveraciones con respecto al aislamiento de la
obra poética^lista actitud revisionista lleva a publicaciones como La ter
cerafábrica, de V. Shklovsky (1926), en la cual este manifiesta un cambio
en cuanto a sus firmes convicciones de un pasado no tan lejano, admitien
do, por boca de quien había sido uno de los más brillantes representantes
en la expresión más ortodoxa, que lo extratextual, por convencimiento,
presiones o cansancio se incorpore al discurso formalista.
En este panorama plagado de divisiones, las diferencias entre los dos
grupos en cuanto a áreas de trabajo se hicieron más visibles en los últimos
años. Por un lado los moscovitas, que eran producto de la lingüística y se
habían formado en esa disciplina, propugnaban por medio de ella deter
minar las características de una moderna ciencia del lenguaje; en cambio
en San Petcrsburgo los de la Opoiaz no eran originariamente lingüistas
sino historiadores literarios. Esto determinó posicionamientos diferentes
en el campo de la investigación, lo que para unos era principio y fin de sus
trabajos, para los otros tenía el valor de instrumento auxiliar, valioso pero
no esencial y que no restringía las investigaciones a una sobrevaloración
de la poesía como género que mejor ejemplificaba el marco teórico que se
estaba elaborando.
En este contexto, la dispersión fue más que un hecho y por lo tanto solo
quedaba esperar las repercusiones que el tiempo se encargaría de descubrir
en lugares diferentes de Rusia y no siempre cercanos a ella, como Estados
Unidos o Francia. En este último país surgen sagaces intérpretes y traduc
tores de una nueva ciencia literaria nacida en uno de los momentos más
conflictivos del siglo xx y destinada a perdurar en el trabajo logrado por sus
componentes exiliados en el mundo académico europeo y estadounidense.
El final de esta escuela es expresado por su mejor historiador de la
siguiente forma:
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Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
■38
Sii.k\Fbeike
12 Aristóteles. Poética. Madrid: Credos. 1974; Aristóteles. Metafísica. Buenos Aires: Fspasa-Calpe, 194Í5.
13 V. Propp. Morfología del cumio. Buenos Aires: Fundamentos. 1977. p. 31. Por críticas a este trabajo,
véanse: Polémica Léri-Slrauss-l!Propp. Madrid: Fundamentos, 1977; C. Lcvi-Stranss. Antropología es
tructural. México: Siglo XXI, 1987, pp. 113-141; P. Ricoeur. Tiempo y narración, vol. 2. México: Siglo
XXi, 1995, pp. 426-435.
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Teorías lite ra ria s d f,l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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Peorías lite ra ria s dei.. s ig lo xx: Salieres opuestos, saberes desordenados
14 Culto. L. Lo. Historia ele la literatura rusa. Barcelona: Caraít, 1952, p. 315.
15 V. lirlich, o. cíl. p. 46.
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Snx\ F re ire
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Peorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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das). Erlich afirma que existió una influencia clara de este grupo en los
formalistas que incidió en su posicionamiento inmanentista, aunque en la
última etapa^el propio lVlaiakovski les aconsejó revisar su postura desideo-
logizante y encauzar sus teorías hacia 1111 enfoque expreso entre literatura
y sociedad, lo cual parcialmente terminaron haciendo, acentuando así el
fin de la renovadora escuela.
El formalismo ruso, enmarcado en el agobiante contexto político que
esbozamos, con sólidos antecedentes en el siglo anterior con respecto al
estudio del lenguaje poético, y a pesar de desarrollarse a contramarcha
de los principios estéticos defendidos por’ la mayoría de ios protagonistas
de uno de los capítulos nrás relevantes de la historia contemporánea, abre
decididamente la puerta de la teoría literaria del denominado siglo corto
(1914-1989), establece claras diferencias con propuestas anteriores, sin
llegar a tener como grupo plena conciencia de la gravitante influencia que
sus escritos tendrían en la manera de concebir lo literario en los presu
puestos teóricos del resto de la centuria. L. Dolezel resume de esta manera
su rol de bisagra en el pensamiento crítico de comienzos de siglo:
45
Teorías i ite ra ría s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
2. A s p e c tos f u n d a m en t a le s
DE LA PROPUESTA FORMALISTA
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Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
18 13. Lichenbaum. «La teoría del lkn lótorlo íormaP», en T. Todorov (comp.). Teoría, de la literatura de los
formalistas rusos, p. 25.
19 J. ’lyníanov. «La noción cJc construcción», en '1'. 'íódorov (comp,). Teoría de la literatura de losformalistas
rusos, p. 87.
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S h-ka F r eire
20 Pura ampliar el concepto y las características <le la lengua iraiisracional, véase: A. García Berrio. Signifi
cado actual delformalismo ruso. Barcelona: Planeta, 1973, pp. 161-198.
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Tf.orUs lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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S ilka F reire
22 R. jakobson define el término en una conferencia pronunciada en 1935 en Masaryk Universily en Brno
y publicada en 1971 en L. Matejka, Iv Pomorska, Jicading in llassian Toclics. Cambridge:. Mrr Press, pp.
83-87. Este término es heredado del filósofo alemán del siglo xix experto en estética Broder Christiansen,
señalado por los historiadores del formalismo ruso como uno de ¡os maestros de la escuela rusa. Para una
crítica a este concepto, véase C. Di Girolamo. Teoría crítica de la lileratum. Barcelona. 2001, cap. m.
23 V. Erlich. o. cit., p. 305.
24 O. Brik. «Ritmo y sintaxis», en T. Todorov (comp.). Teoría de la literatura de los formalistas rusos, p. 107.
51
T e o r í a s u t f .r a r ia s d e l s i g i ,o x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
25 Véanse en E. Volek, o. cit.. vol. 2, B. Eichenbaum. «El principio melódico del verso», pp. 37-42:
R. Jcikobson. «Los problemas fundamentales de la versología», pp. 43-61.1. Tynianov. «Ritmo como factor
constructivo del verso», pp. 63-86, «La semántica de la palabra en el verso», pp. 87-98, y B. Tomashevski.
«Verso y ritmo», pp. 99-111.
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SlLK\ FREIRE
53
T eorías i jterarivs del . siglo x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
29 Se recomienda la lectura de los siguientes artículos: E. Volek, o. cit., vol. 1: V. Shklovsky. «La conexión de los
procedimientos de la composición de! siuzhet con los procedimientos generales del estilo», pp. 123-156; E.
Volek, o. cit., vol. 2, V. Shklovsky. «Cómo está hecho Don Quijote: Jos discursos de Don Quijote», pp. 137-
147; I. Tynianov. «Fábula, siuzhel». estilo, pp. 165-170; E. Volek. Metaestracluralismo. Poética moderna,
semiótica, narrativa y filosofía de las ciencias sociales. Madrid: Fundamentos, 1992, pp. 129-160.
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30 K Albera («!.). Los formalistas rusos y el cine. Barcelona: Raidos, 1998. pp. 188-189.
31 I . Albera, o. cit., p. 21.
Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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37 K Jameson. La cárcel del lenguaje. Perspectiva crítica del estructuralismor delformalismo ruso. Barcelona:
Seix Barral, 1980, pp. 96-97. Sobre la importancia cíe este término, revísese: T. I lawkes. Slructuralism
and Semiotics. California, Universily of California Press, 1977, pp. 59-65.
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3. C o r r e l a c io n e s y d e r iv a c io n e s
D EL FORMALISMO RUSO
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T eorías utkrarias d fj , sir.i .o xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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SiUvV F reire
39 I). Alonso. Poesía espidióla. Ensayo de métodos y límites estilísticos. Madrid: Credos, 1952, pp. 401 -402.
40 M. Rilfalmc. Ensayos de. estilística estructural. Barcelona: Seix Barral, 1976, p. 175.
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Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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Teoríw LiTEiurtlAS del s i g l o xx: Saberes o p u e s t o s , saberes desordenados
■fl T. Todorov. «Las categorías del relato literario», en Barthes et al. Análisis estructural del relato. México:
(Joyoacán, 1999; T. Todorov. Gramática delÜecumcrón. Madrid: Taller de Adiciones, 1973; j. 'lynianov.
«La noción de construcción» y «Sobre la evolución literaria», en T. Todorov (comp.). Teoría de la liieru-
Litra de los formalistas rusos. Buenos Aires: Signos, 1970.
65
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Salieres opuestos, saberes desordenados
66
S ilka F r eire
Los estudios del círculo checo se orientaron a descubrir los mejores re
cursos del lenguaje poético, cuyo funcionamiento reside en lograr la mayor
actualización de sus significados lingüísticos como procedimiento opuesto
a la automatización que sufre el lenguaje en el habla cotidiana. En el es
quema de trabajo de esta escuela influyeron vatios proyectos, por un lado
la reformulación de una herencia formalista que Jan Mukarovskv (1891-
1975) reconoció especialmente, junto con la necesidad de incorporar mode
los relacionados con el pensamiento científico moderno y de establecer los
fundamentos teóricos para una estética serniológica que revalorizara la obra
de arte literaria’en lo que tiene que ver con su capacidad de transmisión, es
67
Teorías u te r a r ia s d f,l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
*
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SiLK\ F reire
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Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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Te o r ía s lite ra ria s dei. s ig lo x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
54 J. Striedter. IJleran-Estructure, Evoluíion, and I a lúe. Russian Formalism and Czech Slrucluralism Recon-
sidered. iVlas.sachuseUs: Harvard i.sp, 1989, p. 88.
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Peorías lite ra ria s d e l sig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
74-
S il k \F r eire
6(1 IC. Thompson. Hiwsiwi ¡brmalism and Anglo-Arnírican New Crilkism . Nctlierlonds: Mouton, 1971.
76
SlIXV F hEIRF
Thompson los señala como herederos de Kant y los inscribe en una ten
dencia idealista, mientras que el formalismo ruso en sil posicioriamieuto
más ortodoxo niega totalmente la posibilidad cognitiva del texto y lo dis
tancia de los requerimientos de la vida práctica. Basta recordar la famosa
afirmación de Shklovsky con respecto a la independencia entre el arte y
la política: «El arte siempre fue independiente de la vida y en su color
no se reflejaba nunca el color de la bandera izada sobre la fortaleza de la
ciudad» .b~
Las teorías formalistas estarían más relacionadas, según Thompson,
con una filiación neopositivista, que tiene en cuenta la premisa de que el
estudio científico de la literatura parte de la noción de literariedad, la im
portancia que se le otorga al interrelacionamiento de sistemas, a la jerar-
quización de la evolución literaria como contenedora y creadora de obras
artísticas y al avance en el concepto de estructura genérica. Las diferen
cias entre las dos propuestas son más significativas que las semejanzas;
el punto de divergencia es la consideración del poema como vehículo de
conocimiento, condición que para el New Griticism era fundamental:
77
Teorías lite ra ria s dei.. s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
65 La autoría del libro a M. üajlín ha sido confirmada en la década de los setenta; por más datos me remito
al prólogo de la edición utilizada en este trabajo, correspondiente a Amalia Rodríguez: Monroy, como tam
bién al trabajo de la misma autora incluido en el libi o coordinado por Iris Zavala. üa jlín y sus apócrifos.
Universidad de Puerto Rico: Anthropos. 19%, pp. 131 -148.
79
Teorías lite ra ria s d e l sig lo xx: Saberos opuestos, saberes desordenados
66 L. Tmslky, o. c i l p . 85.
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Siucv F r eir e
81
Teorías lite ra ria s d e l sig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
Trotsky realiza una crítica responsable desde una postura radical que
califica a los formalistas de ncokantianos, de hacer lecturas sin arraigo
histórico, como también de no tener en consideración al hombre como
unidad psicológica. Pero les reconoce e! hecho de que mediante sus estu
dios la teoría del arte pasó de la alquimia a la química, aunque ese avance
no es suficiente para las exigencias del gobierno de subordinación del arte
y sus interpretaciones a la esfera política.68
Estas afirmaciones son contestadas por B. Eichenbaum en su artículo
«En torno a la cuestión de los formalistas»,69 en el que defiende la posi
ción delgrupo y establece la imposibilidad de confrontar dos posturas
con orígenes tan diferentes como la expresada por una teoría particular
sobre el arte y una filosófica y general como el marxismo. Acusa a Trotsky
de entender la intención y los objetivos ele la propuesta formalista, que se
orienta no en contra del marxismo sino del «simple traslado de los proble
mas' sociales V económicos en el dominio del estudio del arte».
Por el lado de los coetáneos opositores, encontramos también la firme
posición del denominado Círculo de Bajtín o posformalismo soviético,
que reúne los trabajos hechos por el tardíamente reconocido investigador
M. Bajtín70 (1898-1975) y sus colegas. Esta propuesta utiliza la base for
malista para desarrollar una teoría sobre el lenguaje que traspasa amplia
mente las presuposiciones de la Opoiaz, al otorgarle la dimensión social
e ideológica que el reduccionismo formal había rechazado. Este grupo
formula una teoría que considera al lenguaje un intercambio diaíógico,
actividad que supone la múltiple concurrencia en el acto del habla, no
un simple acto en el que confluyen sola y aisladamente el hablante y el
67 Ib., p. 133.
68 Para un estudio detallado entre formalismo y marxismo: A. García Berrio, o. cit., pp. 313*404.
69 íí. Volek, o. cit., vol. 1, pp. 47-55.
70 De su producción se destacan: M. Bajtín. L a cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. E l con
texto deRabelais. Barcelona: Seix Barra!, 1974; Estética de la creación verbal. México: Siglo XXi. 1982.
Problemas de la poética de Dostoievsky. México: f c e , 1986; Teoría y estética de la novela. Madrid: lauras,
1989: E l marxismo y la filosofía del lenguaje. Madrid: Alianza. 1992,
82
S iijca F rfjre
8.3
T eorías lite r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
lili la posición de Bajtín hay una actitud respetuosa hacia una escuela
a la cual no le resta importancia, sino que enjuicia desde el reconocimiento
de su incidencia en el panorama cultural posrevolucionario. En este tra
bajo de 1928 señala que el formalismo raso era cosa del pasado, pero que
igualmente era necesaria una adecuada evaluación que tuviera en cuenta
una actividad que califica como fecunda y valiente en el momento de es
tablecer las problemáticas surgidas de la pretcnsión de crear una ciencia
literaria. Este autor afirma también, como corolario de su investigación,
que los marxistas deben aprender a «valorar mucho más a un buen ene
migo, que a un mal partidario».
En la óptica bajtiniana, la versión rusa de los formalistas desarrolla
ideas considerablemente diferentes de las propuestas en el resto de Euro
pa. La distinción más significativa se relaciona con la supresión por parte
de la vertiente rusa del plano semántico que presupone la estructura tex
tual, aspecto que era valorizado e incorporado como parte de la obra de
arte al afir-mar que la forma en sí misma posee una carga ideológica. De
esta manera, el formalismo ruso se alineaba con el positivismo científico,
conducta que Eichenbaum explicita en la primera parte de su artículo
«La teoría del método formal», de manera que sus formulaciones estéticas
no solo les significaban el aislamiento dentro de Rusia, sino también, en
una visión global, de otras manifestaciones formalistas del resto del conti
nente con el cual prácticamente carecían de contacto.
Bajtín señala como un elemento especialmente negativo su tendencia
al nihilismo. Desde su punto de vista los formalistas siempre apuntan a
restar significación, a eliminar efectos, lo que se refleja en la consideración
de la palabra, en la cual el énfasis está puesto en dejar de lado lo arcaico
para enmarcarla en un lenguaje transracional que valorice lo fónico y no
lo semántico. Señala que esta conducta de eliminación de posibilidades
expresivas también se refleja en el concepto de extrañamiento que en su
lectura apunta a la extinción del sentido primitivo de la palabra. De esta
forma, el énfasis analítico está en la pérdida y no en la incorporación de
un nuevo significado, loma como ejemplo el análisis de Shklovsky del
relato cjue Tolstoi t.itula./o/.v/wner, en el cjue la percepción del mundo se
da a través de un caballo; según este autor, las concepciones formalistas
se rigen por el principio de supresión, cjue ofrece una versión parcializada
del hecho artístico:
84
Snx\ F hfjre
85
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
5 . E l t r a d ic io n a l o u t s i d e r : V l a d im ir P r o p p
72 Ib;, p. 126.
86
S ilkv F rf.ire
87
Teorías u t e r i n a s d e l s ig lo XX: Saberes opuestos, saberes desordenados
Propp toma como base estos conceptos y estudia una importante colec
ción de cuentos maravillosos para llegar a la conclusión de que estos se
definen por la existencia de treinta y una funciones y siete personajes. Las
primeras son señaladas como elementos constantes, limitados y con idén
tica sucesión, de manera que considera que todos los cuentos maravillosos
desde el punto de vista estructural pertenecen al mismo tipo:
88
SlIKA FREIRE
Tí)Ib., Raíces históricas del cumio. México: Colofón, s/d. Para completar el trabajo de esle investigador se,
recomienda consultar su libro E l epos heroico ruso. 2 vol. Madrid: Fundamentos, 1983.
77 A. García Berrio v T. Hernández Hernández. La poética: tradición y modernidad. Madrid: Síntesis,
1994.
89
T eorías literarias df.l sio lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
90
CAPÍTULO 2. SOCIOLOGÍA
DE LA LITERATURA
1 . A spectos g en erales
E
nes artísticas, específicamente las literarias, ha sido objeto
de diferentes reconsideraciones, desde el clásico dictamen
lanzado por el vizconde Louis de Bonald en los albores del
siglo xix sosteniendo que «la literatura es la expresión de la
sociedad, como el habla es la expresión del hombre», hasta las posiciones
basadas en el pensamiento marxista que caracterizan gran parte de las
formulaciones expuestas en el último siglo y que se insertan dentro del va
riado espectro de teorizaciones que priorizan la inclusión y determinación
de los elementos extraestéticos en la configuración de las obras de arte.
Desde este posiciojiamiento se deslinda toda probabilidad de considerar el
objeto estético como una unidad ahistórica sujeta a disciplinas inmanen-
tistas e independiente de una inevitable contextualización.
Desde esta perspectiva, la consideración y aceptación del hecho litera
rio como un producto que solamente, se inscribe en una serie histórica, de
acuerdo con sus temas, estructura genérica o relacionamiento de los auto
res con determinadas comentes estéticas, son ampliamente superadas por
91
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
93
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
1C. Marx y E Engels. «Engels a J. Bloch». en Obras escogidas. (. ii. Moscú: Progreso, 1965, p. 484.
2 A. Candido. Literatura e socicdade. San Pablo: Companhia Editora Nacional, 1976.
94
S ilka F reire
3 Ib., p. 21.
4 Para ampliar sobre la problemática del objeto de la sociología de la literatura, su génesis, estrucluración
y íuncionamiento, recomendamos j. 1. Terreras. Fundamentos de la .sociología de la literatura. Madrid:
Cátedra, 1980.
95
T e o ría s i .it erarías raci. s ig l o xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
2 . S o c io lo g ía e m p ír ic a :
H a c ia u n a p o l ít ic a d e l l i b r o
96
S ilka F reire
6 Jh., p. 5.
97
T e o ría s u t e r a r ia s d e l s i g lo xx: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
98
Srucv F reire
99
T e o ría s lit e ra ria s df .i . s ig l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
100
SlLKA FREIRE
101
T e o r ía s lite r a r ia s d e l s ig l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
102
S i u t t F r e ir e
tantc es que un texto antes de ser publicado haya sido dicho para un pú
blico denominado interlocutor, de cuya identidad con el público receptor
van a depender las repercusiones de la obra. El lector en su invisibilidad
y anonimato es visto como un participante sin compromiso, es decir, en la
actitud opuesta a la del escritor.
De la misma manera que el escritor depende de un lector que le augu
re un consumo de su objeto, también es dependiente de lo que Escarpit
llama la comunidad de las evidencias, que tiene que ver con los valores y
creencias de una colectividad:
103
T e o ría s li t e r a r ia s d e l s i o lo xx: Saberes opuestos, sabe res desordenados
3. L a escuela rusa
104
S il k \F r e ir e
105
P e o ría s l it er a r ia s d e l . s ig l o ,\x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
11 Para un análisis detallado de este trabajo, véase Fierre Macherey. Para una teoría de la producción litera
ria. Universidad Ceníraf de Venezuela: Ediciones de la Biblioteca, 197-h pp. 103-136.
12 V. Lenin. Tolstoi. Buenos .Vires: Futuro, 1960. También se ha utilizado para identificar la obra el título de
su primer artículo: «'Tolstoi: espejo de la Revolución rusa».
106
SlLKA FREIRE
107
T k o ría s li t e r a r i a s DEL SIGLO XX: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
108
SlLKA FREIRE
15 M. Grande Rosaes. Proyección crítica de Bajtín. La articulación de una conlrapoélica. (¡ranada: Univer
sidad de Granada, 1994, [>. 111.
109
T e o r ía s lit era ria s d e i . s i c i .o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
4. S o c io l o g ía d ia l é c t ic a : lite r a tu r a e id e o l o g ía
110
S ilka F r e ir e
til
T e o ría s ijt e r a r iv s d e i. s i g lo xx: S a b e re s o p u e s to s , saberes desordenados
19 N. Bobbio, N. Miileucd y G. Pasquino. Diccionario de política. México: Siglo XXI, 1998, pp. 755-770.
113
T e o ría s li t e r a r ia s d e i, s i g lo xx: Saberes o p u e s to s , sabe res desordenados
114
SlLRV FREIRE
11 5
T e o ría s i jt e r a r ia s df.l s i g lo xx: Saberes opuestos, sabe res desordenados
atención para cumplir con las demandas, se debe tener en cuenta que «así
serán lo suficientemente conscientes para poder cuestionarlas».
Para ampliar el espectro de opiniones sobre un concepto tan contro
vertido y plurivalente, recurriremos a una postura diferente como la de
T van Dijk, quien señala también las dificultades para lograr un acuerdo
de significado, y establece la posibilidad de crear un nuevo concepto de
ideología a efectos de producir marcos teóricos alternativos basados en
la muItidisciplinariedad, con el fin de lograr una teoría más amplia que
tenga entre sus principales objetivos establecer las relaciones con valores
y estructuras sociales diferentes, liste lingüista hace hincapié en el análisis
de los sistemas de reproducción, especialmente mediante el discurso y su
organización interna, a la vez que diferencia entre ideología y otros siste
mas de ideas. Por lo tanto el enfoque apunta-a ¡a inserción de formas de
pensamiento en las estructuras y estrategias discursivas, a la vez que pro
pone dejar de lado las clásicas connotaciones del término relacionadas con
la legitimación del poder, la falsa conciencia o el ejercicio de la hegemonía.
El extenso estudio apunta a describir la constitución cíe las ideologías, más
allá de su carácter funcional, para demostrar el relacionamiento entre lo
ideológico y lo social y destacar el papel que le corresponde al discurso en
su calidad de constituyente o reproductor.
Para el conocido profesor de Amsterdam, es imprescindible una re
novación del concepto que le permita su objetivo general de relacionar
cognición, sociedad y discurso, división que sustenta su trabajo. Para este
fin plantea la siguiente definición;
116
S u » F r e ir e
24 Es necesario mencionar ei nombre de L. Goldmann entre las teorizaciones renovadoras del marxismo y su
unión con el estructuralismo. Su trabajo con base sociológica, claramente marcado por el pensamiento de
G. Lukács, se expresa mediante el denominado estructuralismo genético, en ei que el énfasis se centra en el
estudio de la dependencia de las obras con respecto a determinadas estructuras mentales que en deilniliva
son las que inciden en la labor particular del creador en cuanto sujeto colectivo, desechando la idea de la
existencia de un genio creador. Se trata de un reproductor de estructuraciones que lo trascienden porque
responden a determinados grupos sociales, io que se transmite en su clásico concepto de visión cleí mundo,
que apunta a la totalidad de los relacionamientos que el ser humano puede establecer entre sus congéneres
y con el universo. La coherencia conceptual que presentan ios textos se conforma como una totalidad
regida por los principios de relacionamiento entre las [jarles y el todo, por eso la comprensión se llevará a
cabo en la medida en que pueda analizarse la estructura que lo represente prácticamente en su totalidad,
para luego efectuar un proceso de explicación que consistirá en relacionar ese conjunto con las estructuras
exteriores que modelizan el sistema de pensamiento de determinado grupo y permiten la relación directa
entre su creación y determinado contexto histórico. Véanse G. Lukács. Para una sociología de la novela.
Madrid: Ciencia Nueva, 1967 y Sociología de la creación literaria. Buenos Aires: Nueva Visión, 1971.
118
SlLK\ F R E IR E
25 S. Walmón. Introducción a la historia de las teorías literarias. Granada: Universidad de Granada, p. 138.
T eorías literarias del . sig l o xx: Saberes opuestos, saberes desordenación
120
S ilk \F r eir e
28 Ib., p_ 13.
29 Pura el concepto de sujeto cultural, véase E. Cros. E l sujeto cultural. Sociocrílica y psicoanálisis. Buenos
Aires: Corregidor, 1997, pp. 9-10.
121
Teorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
122
S ilka F rf.ire
32 L Akhusser, «Sobre la literatura corno forma ideológica», en Para una crítica del fetichismo literario.
Madrid: Akal, 1975, p. -35.
33 K Vernier. ¿Esposible una ciencia de. lo literario? Madrid: Akal, 1975. Se recomienda también la lectura
de R Macherey. Para una teoría de la producción (iteraría. Universidad Central de Venezuela, 1974.
S ilka F r eir e
qxie trabaja con una concepción estructuralista del marxismo que no estu
vo exenta de críticas con respecto a su reduccionismo ideológico.
*■
4.2. Raymond IVilliams: el materialismo cultural
academia de una nueva visión cíe los conceptos básicos del marxismo en
lo que tiene que ver con la relación entre cultura y sociedad; es necesario
destacar que el hecho de que se los englobe bajo una misma denominación
no significa que compartan los mismos puntos de vista. Eagleton, por
ejemplo, se separa de las ideas aprendidas de su maestro Wi Ili ams y realiza
en Criticism and ídeology una revisión severa para defender una postura
en que el discurso crítico debe abogar por el cientificismo y centrar su ob
jetivo en las leyes que llevan a la producción de discursos ideológicos como
lo son los textos literarios.
La postura de Williams es realizar una relecturá del marxismo hacien
do énfasis en actualizar determinados conceptos para dejar de lado la pos
tura tradicional del marxismo ortodoxo y formular una teoría renovada
de la cultura en general y de la literatura en particular, con la idea expresa
de hacer resurgir estos presupuestos teniendo en cuenta que las lecturas
realizadas en la Europa continental, especialmente en Francia y en Italia,
están relacionadas con los aspectos políticos de Ja filosofía marxista. De
manera que la perspectiva en Inglaterra es hacer hincapié en la integra
ción de los conceptos que tienen que ver con la relación entre cultura y
sociedad en una óptica más flexible y con un punto de vista más amplio
y sociologizante.
En este trabajo tendremos en cuenta algunos de los conceptos básicos
de la obra de Williams Marxismo y Literatura, escrita a fines de la década
de los setenta, cuando el sociólogo inglés gozaba de un sólido prestigio
que trascendía ampliamente el ámbito británico. En este ensayo plantea
que es consciente de que lo escribe en un momento que denomina de
cambio radical, y una forma de expresarlo es exponer la posibilidad de
revitalizar teóricamente las bases de una teoría de la cultura marxista en
su cruzamiento con las problemáticas originadas en el ámbito de la lite
ratura teniendo como base su experiencia desde 1939 cuando llegó como
estudiante becado a Cambridge, pero sin dejar en ningún momento de
ser el hijo de un ferrocarrilero y el nieto de agricultores que en un pueblo
perdido en el límite entre Inglaterra y el País de Gales, llamado Pandy, le
enseñaron a ver y comprender el mundo mucho antes de su entrada al
prestigioso mundo académico británico.
De acuerdo con la organización elegida para el libro, comienza con sus
reflexiones sobre cuatro conceptos básicos, cultura, lenguaje, literatura e
126
SlLKA FREIRE
127
T e o r ía s lit e r a r ia s d e l s ig lo xx: Saberes o p u e s t o s , sab ere s desordenados
ele áreas que componen la parte superior del esquema clásico no está ga
rantizada por la variable económica; así lo explicita Engels en su conocida
carta a J. Bloch en 1890, en la que reconoce cjue esta lectura incorrecta
de los postulados deja de lado la importancia e influencia de variables
políticas, religiosas o jurídicas cuyas normas y principios también inciden
en los procesos de producción en los cuales el factor económico es conside
rado necesario pero no determinante. Por lo tanto la base de este renovado
punto de vísta es liberada de la noción de estatismo para establecerse co
mo un elemento con capacidad de tener movimientos dinámicos e incluso
contradictorios. Williams señala que el énfasis arfalítico deber ser puesto en
la operatividad de la idea de determinación que comprende «un proceso
de límites y presiones complejo c interrelacionado» que está incluido en
la totalidad de los procesos sociales y no admite una correlación abstracta
con el concepto de modos de producción.
La tercera parte de este ensayo está dedicada a la teoría literaria, a la
cual considera inseparable de cualquier propuesta teórica cultural. Lo ha
ce mediante variadas consideraciones — a partir de presupuestos que no
son todos de origen marxista— , entre las que destacaremos las realizadas
con relación al formalismo ruso, al que pone como ejemplo en cuanto a
evitar que el lenguaje cumpla su función de constituyente en la práctica
social material, que es la de la sociabilidad humana. Al ser considerado
excluyente de este objetivo, corre el riesgo de no ser reconocido, y en esto
caen los formalistas y su insistencia en buscar lo específico del lenguaje
literario en un intento que es visto como un procedimiento de conversión
de la práctica social y cultural a formas estéticas que desembocan, para
Williams, en la lingüística estructuralistay en las investigaciones estructu-
ralistas-scmióticas, entre las que destaca y analiza el concepto dejunción
como otra forma de salida; hace un análisis crítico de la clásica propuesta
de J. Mukafovsky sobre función, estética, normas y valores como hechos
sociales.
También en esta sección se refiere al problema de los géneros y sus
diferentes expresiones, señalando que dentro del pensamiento marxista
se debe tener en cuenta lo genérico, no como una eategorización ideal
ni sujeta a determinados principios técnicos, sino como un producto que
admite la variabilidad y la combinación pero que ha sido sustituido en la
práctica por la forma. Su razonamiento lo lleva a un reconocimiento y a
128
Sílk\F reirk
129
T e o r ía s l i t e r a r i a s d e l s i g l o x x: Saberes o p u e s t o s , saberes desordenados
130
S íu k x F r k ik k
productos culturales, pero que deben ser considerados dentro del término
y analizados según la definición que le ha otorgado al materialismo cultu
ral. Se afínriíi la idea de una democratización de los modos de-producción
cultural que abarque todas las formas creativas rompiendo definitivamen
te con la supuesta alta cultura o la que según sus expresiones es motivo
de alabanza y consideración en lo que él denomina la casa de té, como
ejemplo de una visión aristocratizante, y también rechazar la postura de
menosprecio hacia lo cultural por considerarlo marginal o transgresor.
Con estas ideas como base, el sociólogo británico trata de establecer
nuevas formas de pensar lo cultural en su relacionamiento con lo hege-
mónico, concepto de particular importancia en su teoría y que tiene como
base el pensamiento gramsciano. En este caso el énfasis está puesto en el
carácter dinámico de la esfera hegemónica, que al abarcar lo cultural y
lo ideológico está sujeto a permanentes cambios, dentro de los cuales el
carácter de dominante no es para nada estable y está sujeto a los procesos
contrahcgemónicos que permiten la alternancia y la incidencia de mo
dos de producción residuales, marginales o emergentes que pugnan por
desplazar a los claramente establecidos. De esta forma la estructuración
de la hegemonía se caracteriza por ser «un complejo efectivo de expe
riencias, relaciones y actividades que tiene límites y presiones específicas
y cambiantes». Por lo tanto Williams apuesta al carácter activo de esta
hegemonía y su potencial relatividad, porque, como señala, es imposible
que los modos de producción, por más relacionados que estén con lo hege-
mónico, den cuenta de la enorme variedad de la que es capaz la práctica
humana con todo su caudal energético y creativo en los diferentes estratos
sociales:
131
T eorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberes opuestos, salieres desordenados
37 M. lilis a Cevasco. Para leer a Raymond ¡IUhanis. Buenos Aires: Universidad de Quilines. 2003, p. 106.
38 R, WilÜains, o. cil., p. 70.
T eorías lite ra ria s d e l s ig lo xx: Saberos opuestos, saberes desordenados
39 13. Sailo. «Raymontl Williams: una releelura», en Nueras perspectivas clescie/sobrc América ¡xilina: til
desafio de. los estudios culturales. Chile: Cuarto Propio, 2000, pp. 315*316.
134
S hjov F r eire
135
Teorías lite r a r ia s d e l s ig lo x\: Saberes opuestos, saberes desordenados
1 . I n t r o d u c c ió n
2 E. Gómez Mango. Vida y muerte cu (a escritura. Literatura y psicoanálisis. Montevideo: Trilce, 1999. p. 1-f.
139
Teorías lite r a r ia s df.i. siCLO xx: Súberes opuestos, saberes desordenados
140
Sll.KA FREIRÉ
3 Paru una visión panorámica de los psicoanalista* y críticos iii(Tarios relacionados con este teína, recomen
damos A. Clancier. Psicoanálisis, literatura, crítica. Madrid: Cátedra. 1979.
Uí
T eorías ijterarias df.i . s io i .o x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
muy débiles que remiten a un mismo fantasma como matriz de todas las
ficciones, en este caso el materno, que por elaboración secundaria renace
ficticiamente y se convierte en la comprobación del trabajo de desplaza
miento realizado por el inconsciente y originado en la pérdida de su madre
a temprana edad, lo cual le valió a Bonaparte la crítica de haber realizado
una lectura simplista del trabajo de Poe, cayendo en lo que se denomina
una traducción a l esperanto infantil, que es considerada la lengua primi
tiva del deseo.
Se ha señalado que el trabajo de Bonaparte está muy ligado a la teoría
freudiana de los sueños, que considera la obra de determinarlo autor como
un texto onírico en el cual los mecanismos de condensación, escisión y des
plazamiento se convierten en elementos constitutivos básicos. Es bueno
recordar que la metáfora del sueño ha sido comúnmente utilizada para
definir los textos literarios, teniendo en cuenta que refleja la dinámica en
tre lo manifiesto y lo latente, y que puede llegar a considerarse la variación
de un sueño único y original. Volveremos a este concepto al referimos es
pecíficamente a Freud. También es conveniente recordar la admiración de
la llamada princesa del psicoanálisis por su maestro, una mujer con una
vida tan ostentosa como desdichada, que llegó a utilizar su poder econó
mico para salvar a Freud de la Gestapo y demostró siempre una especial
fidelidad a la técnica freudiana y a su creador.
Los nombres de jean Laplanche y J. B. Pontalis4 se destacan actual
mente por haber creado un diccionario de términos psicoanalíticos que
se ha constituido en un referente ineludible en el momento de esclarecer
determinados significados; y dado que su uso no se ha restringido a lo pro
fesional, se ha constituido en un elemento de apoyo interdisciplinario. Por
su parte, Laplanche es el autor de I lólderin et la question dupere, un reco
nocido trabajo psicobiográfico que relaciona la demencia del artista con la
falta de la presencia paterna. Pontalis se centra en establecer una perspec
tiva a partir de la influencia de Freud y en reconsiderar sus escritos; entre
sus trabajos relacionados con autores literarios se destaca especialmente el
dedicado a las novelas de G. Flaubert y a la obra de H. James La imagen
en el tapiz (existe una versión española titulada Vigencia de Sigmund Freud,
publicada en Buenos Aires en la década de los cincuenta).
5 J.-R Sartre. E l sery la nuda. Buenos Aíres: íbero-Americana, 1948, vol. .‘3, p. 204.
H3
Teorías ijtf.rakias dei. s ig u í .xx: Saberos opuestos, saberes desordenados
144
Suxv F reire
!! ,). Kristeva. Sentido y sinsentido de la rebeldía. Literatura y psicoanálisis. Chile: Cuarto Propio, 1999.
9 lb.,p. 29.
145
T eorías literarias d e i . siglo x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
Más allá de los rechazos lógicos y las críticas consecuentes a lo largo del
siglo XX y el cambio de siglo, el desorden y la importancia que significó la
utilización de la técnica psicoanalítica para determinar posibles decodifi
caciones de las obras literarias derivaron en un cambio de estatus de estas,
que fueron consideradas no solamente como el equivalente a un sueño,
sino también como un mito, en el sentido de fábula, de relato. A propósito,
M. Eliacle expresa las dificultades para llegar a una definición del término
que sirva a expertos y a legos y que además incluya su variación y fun
cionalidad en sociedades en diferentes etapas de desarrollo. Por lo tanto
propone esta definición :
10 R. Barthes. E l grado cero ele la escritura, tíllenos Aires: Jorge Aivarez, 1967.
11 j. Krisleva, o. cit, p. 328.
SlEKY FREIRE
H7
T eorías literarias d e l sig l o x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
esfera temporera cíe actividad que posee su tendencia propia», que tiene
una cuota de misterio, que va unido al disfraz, es algo (extra)ordinario:
148
Sux\ F re ire
149
T e o r ía s lit era ria s d f x s i g i x i x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
2 . P r in c ip a l e s e x p o n e n t e s
150
SlLK\FREIRE
18 Véase S. Freud. «Psicopatología de la vida cotidiana», en Obras completas, vol. iv. B. Aires: Ainorrorlu,
1984, pp. 145-146.
152
SlLK\ FREIRE
153
T e o r ía s i it e r a r ía s d e l s ig l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
Este viraje, que atañe tanto a cómo se escribe como a la forma en que
se recibe la información, es provocado por toda una corriente psicologista
bajo la batuta de Freud, quien tiene en el análisis de la actividad onírica
el principal argumento para establecer la existencia y la (rc)creación de
un texto que se escribe mientras dormimos y se inscribe en la formación
de nuestro yo, sin tener posibilidad de corregirse o eliminarse y que en
cuentra en determinados textos literarios los personajes que representan
las consecuencias de ese entramado onírico. Entre las características de
la función onírica, el médico vienés destaca como un factor importante
la actitud del sujeto con respecto a lo soñado, que si bien nos pertenece
en el lapso del dormir, adquiere un rasgo de ajenidad que se trata de
conservar al despertar. Esta actitud es entendida como producto de cam
bios psíquicos estructurales producidos en el sueño y que se traducen en
un distanciamiento entre la actividad y el reconocimiento de esta como
propia. Otra de las denominadas particularidades psicológicas del sueño
se relaciona con la afirmación de que este se realiza fundamentalmente
mediante imágenes visuales, sin descartar las de origen auditivo, pero la
producción a nivel de imagen, lo perceptivo, se convierte en un elemento
fundamental que permite las alucinaciones dentro del sueño en sustitución
de los pensamientos, porque lo conceptual está más vinculado al estado
de vigilia.
El sueño es considerado un alejamiento total del mundo real; explica
Freud: «en sueños no nos parece estar pensando, sino que nos parece
estar vivenciando». El padre del psicoanálisis hace una revisión biblio
gráfica deteniéndose en varias opiniones críticas sobre las ambigüedades
de la actividad onírica, y encuentra consenso en lo que concierne a las
características psicológicas de este estado. Algunos autores le adjudican
como elemento definidor la incoherencia de las imágenes y la presencia
de lo absurdo como factor constante, por lo que lo califican de anárquico
y de carente de «toda trabazón comprensible y objetiva». Se señala, en
oposición a la vigilia, la falta del poder lógico del yo central, por lo cual se
convierte en un campo creativo sin posible ilación, asimilándolo a la acti
vidad de una mente enferma. Freud explica que las opiniones van desde el
profundo menosprecio hasta la admiración más exagerada en que el sueño
es catalogado corno un elemento que «nos presenta la belleza terrena con
SlLKA FREIRE
20 S. Freud. «Lu interpretación ele lo.s sueños», en Obras completas, parte I, vol. -h Buenos Aires: Amorrorlu.
1984. p. 87.
155
Teorías i .iterarías d e i.s ig u ) xx: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
21 Ib., p. 1+2.
157
T e o ría s lit e r a r ia s dei.. s i g lo xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
22 Ib., p. 286. Para reforzar la relación del termino texto con su original texlus, creemos oportuno recordar
la cita que luice Freud del Fausto de Goethe, justamente en eí capítulo vi. «Ei trabajo del sueño», y con
relación al denominado sueño de la monografía botánica: . .un golpe del pie mil hilos mueve, / mientras
vienen y van las lanzaderas / y mil hilos discurren invisibles / y a un solo golpe se entrelazan miles».
23 Ib., p. 302.
158
SlLKX FREIRE
24 Ib., p. 313.
159
T e o ría s lit e r a r ia s d e l sifii.O XX: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
25 S. Freud. Obras completas, vol. v; véase como ejemplo el sueño fie la representación teatral, pp. 348-349.
160
Su x\F rfjre
161
T e o ría s litf.r\ri.\s d e l s i g lo xx: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
27 S. Freud. «F1 poeta y los sueños diurnos», en Obras completas. vol. vi, pp. 1343-1348.
162
S ilka F r e ir e
28 C. Castilla del Pino. «El psicoanálisis y el universo literario», en Pedro Auílón de l laro (ed.). Teoría de la
crítica literaria. Madrid: Trolla, 1994, pp. 309-310.
163
T e o ría s u t e r a r u s d e i. s ic i.q xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
164
Sn ,tv\F r e ir e
165
T e o r í a s l it e r a r ia s d e l s i g l o x x : S a b e re s o p u e s to s , sab ere s desordenados
166
SlLKA FREIRE
De esta manera es entendida esa relación expuesta por jung que per
mite una visión diferente de la esfera inconsciente, en que el individuo es
portador de imágenes, relatos, sensaciones, que remiten a un mundo ar
caico pero que se canalizan a través de un sujeto que sin advertirlo trans
porta valores culturales que a la vez pertenecen a un patrimonio universal.
Esto permite comprobar la existencia de mitologías, religiones, conductas
que pueden ser' similares en países totalmente diferentes; son almacenadas
colectivamente y expresadas a través de determinadas patologías, que se
convierten en la forma de acceso y comprobación de la existencia de una
convivencia a nivel psicológico que trasciende lo temporal y lo espacial. La
experiencia clínica le sirve a Jung de ejemplo y lo expresa de esta forma:
Jung parte de la base de que en cada ser humano además de los re
cuerdos estrictamente personales se ha ido acumulando todo un caudal de
grandes imágenes calificadas según la terminología de J. Burckhardt como
primordiales, que son «posibilidades de humana representación, hereda
das en la estructura del cerebro, y que reproducen remotísimos modos
de ver». Esta reserva del mundo primitivo establece la continuidad de
la evolución humana al mantener la posibilidad, de la representación con
30 H. Sarro. Prólogo C. Jung: E l yo y lo inconsciente. Santiago fíe Chile: Cultura, 1936, p. 24.
31 G. G. Jung. E l yo y lo inconsciente, o. eil., p. 50.
167
P e o r ía s l i t e r a r i a s dei . s i g l o x x : Saberes o p u e s to s , sa b e re s desordenados
32 C. G.Jung. Lo inconsciente. Madrid: Revista de Occidente., 1927, p. 206. Véase Arquetipos e. inconsciente
colectivo. Buenos Aires: Paidós. 2004.
168
S nx\ F r e ir e
con esta esfera, sino que afirma que la fuente de creación proviene de la
conciencia del individuo en cuanto artista, sin calificativos clínicos, por
que es simplemente su obra más que una persona. Por lo tanto se sirve
de la distinción expuesta anteriormente entre ló personal y lo colectivo,
insistiendo en que a nivel interpretativo no se debe tener en cuenta funda
mentalmente el rasgo personal, al que Freud apunta con el desciframiento
de los sueños, sino que el factor creativo está en relación con el espectro
colectivo. En la posición de Jung, este elemento actúa como «un carácter
compensatorio, es decir tienden a equilibrar ideológicamente, situaciones
de conciencia unilaterales, anormales o incluso peligrosas». Por lo tanto
se establece un sistema de compensación, y es una vía errónea reducir
la producción artística a la manifestación de lo reprimido, olvidando la
incidencia de lo incorporado naturalmente por una memoria anterior a la
infancia y común al hecho de ser humano, a tal punto que afirma en su
libro Filosofía de la ciencia literaria, en el capítulo dedicado «Psicología y
poesía»:
169
Te o r í a s l it e r a r ia s d e i . s i g l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
170
S il k a F r e ir e
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T e o r ía s l i t e r a r i a s d f . l s i g l o xx: Saberes o p u e s t o s , saberes desordenados
qiie, a pesar de estar influidas por factores sociales, est uneforme a priori
de rim agination, cuya definición se corresponde con lo siguiente:
37 Gh. Mamón. Des mckiphors obséciants cm Mylhe Personncl. París: Corti, 1963, pp. 195-196.
38 G. Genelte. Figuras, Retórica y eslmcUtralismo. París: Senil, 1966, pp. 151-157.
39 J. Beliemin-Noel. Psyc/tanalysc el liltéralure. París: Presses Universitaires, 1978, p. 98.
174
S t lk \F r e ir ií
175
riü O K k s l it e r a r ia s d e l s i g l o _\x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
41 J. Lacan. «Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis», en Seminario, vol. 11. Buenos Aires:
Pítidos, 1999, pp. 9-21. Para la biografía de Lacan, véase el clásico de Llizabelh Koudinesco. Lacan.
Esbozo de una vida, /usloiia de un sistema de pensamiento. Buenos Aires: Paidós. 1994.
176
S iu í \F hkire
177
Teorías l i t e r a r i a s d f x s ig lo x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
43 J. Lacan. «La instancia de la letra en el inconsciente o ia razón desde Freud». en Escritos. Buenos Aires:
Siglo XXJ, 1985. Véase la posición del denominado algoritmo saussuriano: s/s.
44 j. Lacan. «Ll yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica», en Seminario, vol. 2. Buenos Aires:
Paidós, 1988.
178
Sil ,K\F rf.ire
179
T e o ría s li t e r a r i a s df.i. sic;i.o xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
cual pierde así lo que parecía ser privilegio suyo [...] La dis
continuidad es pues, la forma esencial en que se nos aparece
en primer lugar el inconsciente como fenómeno — la disconti
nuidad en la que algo se manifiesta como vacilación.41’
180
CAPÍTULO 4. ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN
1 . I n t r o d u c c ió n
E
n esta sección de nuestro trabajo continuaremos con el es
quema propuesto al comienzo, que establecía la posibilidad
de enfrentar propuestas teóricas con posicionamientos to
talmente diferentes en el momento de decidir el punto de
partida para la interpretación de un texto literario. Por lo
tanto ahora abordaremos lo que originariamente denominamos el eje re
ceptivo o cotextual, que tiene como núcleo central de investigación la va
lorización del lector en el proceso interpretativo, adjudicándole una capa
cidad de producir significados y de dar sentido a la obra en cuestión. Este
encuentro con el texto no es entendido como una actividad meramente
pasiva, sino corno un acto de involucramiento que supone el desarrollo
de determinadas competencias y la generación de diversas actividades de
coparticipación que la estructura textual contiene en forma claramente
explícita o especialmente potencial. Estos elementos permiten establecer y
racionalizar un Sistema de cooperación creativa con el énfasis puesto en la
posición del receptor y en su trabajo alternativo de configuración estética
de la obra artística, como producto y respuesta a los efectos surgidos me
diante la relación sujeto-objeto literario.
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T eorías literarias df.l sig l o x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
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SlLKA FREIRE
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Teorías u te r a r ia s d e l sic.i.o xx: Saberos opuestos, saberes desordenados
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Peorías lite ra ria s dei. sir.10 xx: Saberes opuestos, sab ere s desordenados
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Sux\ F r e ir e
7 l\Vodicka. o. cil.
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Peorías i .it e r a r í a s del sici ,0 xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
8 U. Leo. Lector in fabula. Barcelona: Lumen, 1087. Véanse del mismo autor: Los límites de la interpreta
ción. Barcelona: Lumen, 1992, r Interpn'íueión y sobrehiterpretación. Madrid: Cambridge iip, 1997.
9 L. Hossenblatt. L a literatura como exploración. Mé.xico: f í j e , 2002. pp. 61 -62.
188
S ilka F r e ir e
10 S. Fish. «La liie m lu ru en el lector: estilística “afectiva'’», en R. Warning (ed), o. cit., pp. 111-131.
11 J. Culler. La poética estructwxdi'ila. El estnicturalismo, fu lingüística y eí estudio de la (Uemtura. Barcelo
na: Anagrama. 1979. p. 178.
189
T eorías literarias d el siglo x x : Saberes opuestos, saberes desordenados
2 . P r in c ip a le s t e ó r ic o s
12 11. Jauss. La historia ele la literatura como provocación. Barcelona: Península. 1976.
13 R. IloJub, o. cit., p. 54.
190
SlI,KA FREIRE
m
P eorías i .iterarías d e l s ic i,o xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
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SiLKX F h RIRF.
16 J l. Jauss. o. c iu p. 159.
193
T e o ría s li t e r a r i a s d e l s i g lo xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
17 \V' Godzich. Teoría lilcraríay crítica de la culium. Madrid: Cátedra. 1998, p. 52.
194
SlLKA FREIRE
18 JI. jauss. Pequeña apología de la experiencia estética. Barcelona: Paidós, 2002, p. 44.
196
SlLK ‘\F R E IR E
19 11. Jauss. «lií lector como instancia de una nueva historia de la literatura», en J. A. Mayoral (comp.).
Estética de la recepción. Madrid: Arco/Libros, p. 77.
19 7
T e o r í -vs lit e r a r ia s d e l s ig l o xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
20 11, Jauss. ><E1 texto poético en el cambio de horizontes de la comprensión». v\\Revista Maklomr. 19, p. 24.
21 Ib., pp. 27-28.
22 M. Bajtín. Estética de la creación verbal. México: SigloXXI, 19H2.
198
S il k \F r e ir e
28 11. Gadamer. «I listona de efectos y aplicación», en R Warning (ed.). Estética de la recepción, Madrid:
Vísor, 1989. p. 82,
24 11. Gadanier. Verdady método, p. 302.
199
T e o ría s li t e r a r ia s d e l s i g lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
20 0
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201
T e o ría s li t e r a r i a s d e l s i g lo xx: S ab o re s o p u e s to s , sabe res desordenados
27 Ib., p. 181.
28 lb.,p. 1B4.
203
T e o ría s li t e r a r ia s d e l s i g lo xx: Sabores opuestos, saberes desordenados
29 K. Muunheim. Elhombre y la sociedad en la época de. crisis. Buenos Aires: Pléyade, 1969, pp. 31 -32. Véase
también P. 13erger y T. Luckmaim. La. construcción social de. la realidad. Buenos Aires: Amorrorlu, 1968.
204
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20 5
T e o ría s ijt e r a r i a s d f j . sic.i.o xx: Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
206
SiLK\ F r e ir e
31 J. L. Austin, Palabras y acciones. Hacer cosas con palabras. Buenos Aires: Pitidos. 1971.
32 W’ Iser. «La estructura apelativa ele los textos», en R. W'amiitg (ed.), o. cit., p. 136.
207
T e o r ía s lit e r a r ia s d e l s ig l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
20 8
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211
T e o r ía s l it e r a r ia s d e l s ig l o x x : Saberes o p u e s to s , saberes desordenados
39 11»., p. 149.
40 W. lser. E l ciclo de leer. Teoría del efecto estético. Madrid: íaurus. 1987. p. 44.
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Teorías li t e r a r ia s d e l s i g lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
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T e o ría s li t e r a r ia s d f . l s i g lo xx: S a b e re s o p u e s to s , sa be res desordenados
43 M. Riffaterre. «Criterios para el análisis del estilo», en R. Warning, o. cit.. pp. 89-109. Véase tlel mismo
autor: Ensayos de estilística estructura/. Barcelona: Seix Barral, 1976.
44 S. Fish. «La literatura en el lector: estilística ‘‘afectiva"», en R. Warning. o. cit., pp. 111-131.
21 8
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TkokIvs li t e r a r ia s ni'.i. s i g lo xx: Saborea o p u e s to s , saberes d e sa n im a d o s
For defining the terrn iri this fashion allows hirri to inove to
and fo r from te.xt to reader w it h o u t cvcrclarifyingthe c o r n p o -
sition and conlribution of either hall’ oí this partnership. The
implied reader inay evidence a deficiency in rigor r a t h e r than
abundance of sophisticatiori."18
48 R. llolub,o,cit., p. 85.
22 0
S iu w F rf .irk
221
T eorías li t e r a r i a s di-:¡. s i g lo xx: Sabor es o p u e s to s , sa be res desordenados
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T e o rIa s i jt e r a r m s d f . l s i g lo xx: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
53 K. Slicrle. «¿Qué significa “recepción** en los textos de ficción?», en J. Mayoral (ed.). Estética de la recep
ción. Madrid: Arco/Libros, 1987, p. 88.
224
S ilka F r e ir e
‘2 25
CONCLUSIONES
E
ruptura de paradigmas afectó a todos los órdenes del acon
tecer de la humanidad generando un desorden, que en al
gunos casos no fue tan creativo ni positivo como pretende
Balandier, sino que instauró un caos irreversible en varias
regiones del mundo. En este contexto histórico tan conflictivo como varia
ble, el estudio de las humanidades y de la literatura en particular ha lo
grado aportes teóricos literarios especialmente relevantes, que determinó
la expansión y la inclusión definitiva de la disciplina teórica en el campo
de los estudios literarios, lo que ha significado la consideración y relectura
de diferentes posiciones críticas adoptadas en el momento de interpretar
o explicar — como lo prefiere Macherey— las obras con una visión reno
vadora y una concepción diferente tanto del objeto de estudio como de los
métodos.
En este trabajo de reconsideración metodológica del vasto concepto
denominado literatura, y en búsqueda de una forma racional de abor
darlo, ú formalismo ruso y la sociología de la literatura por un lado, las
denominadas teorías psicoanalüicas y la estética de la recepción por el
otro, conforman cuatro ejemplos contradictorios en su forma de expresión
Teorías lit e r a r ia s d e l s i g lo xx: Saberes opuestos, saberes desordenados
3 M. Cánido Gallardo. «Jakobson y [a semántica literaria», rn La crisis de. la literariedud. Madrid: lauros,
1987, pp. 11-26.
228
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22 9
T e o ría s ijt e r a r ia s df.i. s ig i.o xx: S a b e re s o p u e s to s , sabe res desordenados
A pesar de esa relación casi natural con la literatura, tanto Freud como
su sucesor Lacan sostuvieron que el psicoanálisis recibía ayuda de ella
como un instrumento de conocimiento de la psicología humana expresada
a través de personajes, en algunos casos muy famosos, no solo Edipo, sino
también por ejemplo Hamlct con relación al tema recurrente del deseo,
y Antígona como símbolo ético. De esta manera, el mundo de ficción les
permite confirmar diagnósticos y afirmar determinadas teorías sobre el
comportamiento humano, pero no se considera el camino inverso, por
que los grandes creadores — el ejemplo de Lacan para esta afirmación
es J . Joyce— no necesitan del psicoanálisis para lograr su reconocimiento
ni para probar su talento. Por lo tanto lo que se da es un cruce discursivo
en el que se conocen tanto las ventajas como las limitaciones. Ambos psi
coanalistas en diferentes momentos llegan a la conclusión de que su labor
tiene un camino trazado por el artista, que en definitiva es quien marca los
límites de la labor médica, quedándose con gran parte del misterio que su
escritura produjo, y que acepta en esta óptica una valoración general, pero
su propio lenguaje se resiste a una interpretación pormenorizada.
Para oponer a esta posición en la que el autor inevitablemente, en ma
yor o menor medida, es el eje de la discusión teórica, elegimos la deno
minada estética de la recepción, que irrumpe en la década de los sesen
ta en Alemania, proponiendo un cambio radical de mirada al establecer
la figura deJ lector no como un simple y posible consumidor del cual se
ha ocupado la sociología empírica y actualmente se ocupan las leyes del
mercado, sino como un sujeto que también se valoriza como el autor de
carácter extratextual, es objeto de una reconsideración que lo jerarquiza
a nivel de coautor y lo incorpora a la labor productiva, en la que leer se
convierte en crear a instancias de otro sistema de producción que es la
propia escritura.
El tablero teórico literario otra vez se desordena, se suma otro factor
más, la acumulación en este campo es continua, la sustitución como en el
ámbito científico no existe, por lo tanto, la simultaneidad es a la vez fac
tor de caos y de reordenamiento. Las cuatro teorías que nos convocaron
a su vez se relacionan e influyen en la creación de otras, el surgimiento
de algunas propuestas muchas veces ha supuesto el desconocimiento de
elaboraciones parecidas en lugares y tiempos diferentes, como afirma Je
sús Ibáñcfc: «El caos es un dispositivo de creatividad. La creación no es
Su xv F reire
2 Giuuk) por K. Markarián. «lnceríidumbre, caos: una visión físico-matemática», en Cerlidumbrvs. incer-
ddumbres, caos. Montevideo: Trilce, 1997. p. 99. Véanse Uva Prigogine. E lfin de. las certidumbres. Chile:
Andrés Bello. 1996; S. 1lawking. E l universo en una cáscaru de nuez. Barcelona: Planeta, 2002.
3 11. Atlan. Con razón o sin ella. Barcelona: lüsquets. 1991. p. 132.
BIBLIOGRAFÍA
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Siuo\ F r e ir é
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