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30. El reino de Dios no es comida.

Romanos 14: 14-20

Cuando los adventistas enseñan que no se han de comer ciertos


alimentos, ¿no contradicen el consejo del apóstol Pablo dado en
Romanos 14: 15?
En verdad la Iglesia Adventista no enseña que no se han de comer "ciertos alimentos",
sino enseña que no se han de comer las cosas que no son alimentos. Su enseñanza
propende a una reforma en los hábitos de vida y el uso de lo que en verdad es alimento.

En el versículo 15 dice: "Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya


no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien
Cristo murió". Enseñarle, pues, al creyente a lograr un mejor estado de salud, y a vivir
en forma saludable, no tiene el fin de "contristarlo" ni de que "se pierda aquel por quien
Cristo murió". Al contrario, al aprender formas correctas de alimentarse se sentirá feliz,
y al descubrir que sus hábitos alcohólicos, tabáquicos o de otra naturaleza eran los
causantes de sus graves males, o que en el futuro se manifestarían sus efectos
inevitables, se sentirá dichoso de que alguien se lo advirtió a tiempo.

Comprendemos que algunas personas esclavizadas por el alcoholismo, el tabaquismo, o


la costumbre de usar como alimentos los que no lo son, aun cuando se los advierte del
daño que producen al organismo, prefieren seguir con sus malas prácticas y se aparten
de la iglesia. En tal caso, ¿creemos que ese texto nos aconseja que los dejemos
tranquilos con sus vicios para no apartarlos de Cristo? ¿No será más bien que el que así
procede es porque amó más a sus vicios y malos hábitos que a Cristo? El Evangelio es
"poder de Dios para salvación a todo el que cree" (Rom. 1: 16). Por lo tanto, no
necesitamos bajar las normas de vida correcta, pensando que así ganaremos a los
hombres. Si siguen con sus pecados y abandonan la iglesia, no tienen la culpa las
correctas enseñanzas que ayudarán al creyente a gozar de mejor salud. No se aparta por
causa de la comida, sino por causa de su incredulidad al Evangelio.

El versículo 17 dice: "Porque el reino de Dios nos es comida ni bebida, sino justicia, paz
y gozo en el Espíritu Santo". La justicia, la paz y el gozo verdaderos se disfrutan en
plenitud cuando vivimos sanos física" y espiritualmente. Mucha verdad hay en el
antiguo adagio: "Mente sana en cuerpo sano".

Estas reflexiones nos permiten comprender que el apóstol no se refería en estos textos a
comidas sanas que favorecen la salud de los que aceptan al Señor, prohibiéndonos
enseñarles a dejar sus malos hábitos. Por lo tanto, los versículos 15 y 17 tienen que
referirse a alguna legislación arbitraria respecto a comidas saludables con las que harían
cuestión los flacos en la fe referidos en los versículos 1 y 2. Esas enseñanzas prohibirían
alimentos saludables, prescribirían ayunos obligatorios en días determinados (vers. 5,
6), indicando que para ser salvos había que cumplir esas ordenanzas. Tales medidas de
abstinencia, consideradas por esas personas como necesarias para la salvación, nada
tenían que ver con el reino de Dios.

Dicho esto, aún podría decírsenos que el apóstol no está de acuerdo con esa lista de
animales limpios e inmundos, puesto que dice que "de suyo nada hay inmundo" y que
"todas las cosas a la verdad son limpias" (vers. 14, 20). Si aceptamos que el apóstol
consideraba equivocadas las indicaciones de Dios dadas en Levítico 11 y Deuteronomio
14, lo sorprenderíamos en una seria contradicción, pues él mismo le dice a Timoteo que
"toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar. . . corregir. . ." (2 Tim. 3:
16), y a los romanos les dice que "las cosas que se escribieron antes, para nuestra
enseñanza se escribieron. . ." (Rom. 15: 4). Siendo que en su tiempo sólo existían los
escritos del Antiguo Testamento, sería aventurado pensar que el apóstol estaba en contra
de la enseñanza bíblica respecto a lo limpio y lo inmundo. Por lo tanto, los versículos 14
y 20 evidentemente se referían a alimento saludable que los débiles en la fe señalaban
como impropio, condenando su uso como un acto pecaminoso.

Por otra parte, si pretendiéramos que la expresión "todas las cosas a la verdad son
limpias" no excluye nada, acusaríamos a Pablo de haber cometido una tremenda
equivocación, pues nadie ignora que no "todas las cosas" son limpias o comestibles.
Hay muchas cosas que por repugnantes, provocan náuseas aun al pensar en ellas; otras
cosas son venenos violentos; ciertas cosas provocan enfermedades; y aún hay cosas que
sencillamente no se pueden comer aunque se quisiera. Así que, forzosamente, la frase
"todas las cosas" en la mente del apóstol debió haber tenido un límite, y ese límite lo
declaraba el Antiguo Testamento que eran las Escrituras que disponían los apóstoles.
(Véanse otros comentarios sobre la palabra "todos" en la pregunta No 28.)

Aquí volvemos otra vez a la importancia del contexto, a fin de ayudarnos a descubrir
ese límite. Los creyentes que el apóstol describe como "débiles en la fe", insistían que
ciertos alimentos limpios no debían comerse en ciertos días, porque hacerlo era pecado.
A "todas" esas comidas saludables se refería y no a lo señalado claramente por las
Escrituras como no aceptable como tal. Salir de esa conclusión es olvidar que "un texto,
sin su contexto, es apenas un pretexto". En este caso seria un pretexto para permitirnos
el uso de algo que nos gusta aunque atentaría contra nuestra salud, dejándonos abierto el
camino a fin de justificar cualquier otra costumbre incorrecta en relación con la
alimentación.

El apóstol Pablo comenta en 1 Timoteo 4: 1-5 un problema parecido relacionado con la


restricción en los alimentos saludables y que se explica en la pregunta 26, cuya lectura
recomendamos.

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