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CRÍTICA ALLIZON

El derecho procesal es un derecho de carácter instrumental, ya que no constituye un fin en


sí mismo sino que sirve como medio o instrumento para hacer valer el derecho
sustantivo mediante pretensiones procesales. Este carácter instrumental (también llamado
“formal” o “adjetivo”) es el que lo diferencia de otras ramas del derecho positivo;
instrumentalidad que consiste en estar integrado por normas que regulan el proceso
jurisdiccional, medio a través del cual se busca eliminar la insatisfacción jurídica y así
asegurar la efectividad de los derechos «materiales» o «sustantivos». Es decir, que si bien
puede haber derecho sustantivo sin que exista regulación procesal, no tiene sentido concebir
la idea de un derecho compuesto únicamente de normas procesales.

El derecho procesal civil es una rama del derecho que regula el proceso, a través del cual
los “sujetos de derecho” recurren al órgano jurisdiccional para hacer valer sus propios
derechos y resolver incertidumbres jurídicas. El derecho procesal civil es el conjunto de
normas jurídicas que regulan las relaciones jurídicas de los sujetos procesales y la aplicación
de leyes civiles a los casos concretos de controversia de las partes.
El derecho procesal penal es el conjunto de normas jurídicas correspondientes al derecho
público interno que regulan cualquier proceso de carácter penal desde su inicio hasta su fin
entre el Estado y los particulares. Tiene un carácter primordial como un estudio de una justa
e imparcial administración de justicia, la actividad de los jueces y la ley de fondo en la
sentencia. Tiene como función investigar, identificar y sancionar (en caso de que así sea
requerido) las conductas que constituyen delitos, evaluando las circunstancias particulares
en cada caso y con el propósito de preservar el orden social. En Perú, en la actualidad se
ha cambiado el antiguo código de procedimientos penales de 1940, el cual es
eminentemente inquisitivo, por el código procesal penal de 2004, el que propugnada un
sistema acusatorio-garantista con rasgos adversariales.

El derecho procesal laboral es otra rama del derecho procesal que se encarga de regular y
buscar solución a las controversias laborales, de forma individual o colectiva, que surgen en
los procesos en materia de trabajo y seguridad social, que se dan entre empresas y
trabajadores, sobre los contratos de trabajo o respecto de las prestaciones de seguridad
social entre el beneficiario y la administración. También se encarga de la relación entre la
Administración Pública y su personal (todo aquél que no es funcionario público y por tanto
se encuentra sujeto al derecho laboral). El objeto de estudio del proceso laboral son los
asuntos originados en conflictos individuales de trabajo.
En el caso de los procesos contenciosos administrativos, existe una acción contenciosa
administrativa prevista por el artículo 148 de la Constitución Política del Perú, para efectos
de la Ley N° 27584 se denomina “Proceso Contencioso Administrativo”. Mediante el proceso
contencioso administrativo, el Poder Judicial ejerce el control jurídico de las actuaciones de
la administración pública sujetas al derecho administrativo y la tutela de los derechos e
intereses de los administrados.

El derecho de familia es una rama del derecho civil; sin embargo, puesto que este último se
estructura sobre la base de la persona individual y dado que habitualmente se ha estimado
que las relaciones de familia no pueden quedar regidas solo por criterios de interés individual
y la autonomía de la voluntad, en la actualidad gran parte de la doctrina considera que es
una rama autónoma del derecho, con principios propios. Sin embargo, para considerarse
autónoma, es necesario que se den tres supuestos: la independencia doctrinal, la
independencia legislativa y la independencia judicial. Entonces, el Derecho Procesal de
familia es otra rama del derecho procesal encargado de regular los procesos interpuestos
para resolver los problemas involucrados con las relaciones personales y patrimoniales de
los miembros que integran la familia. Es así como el Derecho Procesal de Familia se ha
consolidado en la última década, al reconocérsele doctrinariamente características y
peculiaridades propias y la existencia de principios autónomos, así como la exigencia de
contar con un juez capacitado de manera especial en este tipo de procesos, con una
formación técnico – jurídica, en asuntos de índole familiar y una visión, completamente
distinta a los demás procesos civiles.
De esta manera concluimos que, el derecho procesal se caracteriza por su unidad: no hay
un derecho procesal por cada derecho sustantivo, sino que hay un único derecho procesal.
Gracias a esta unidad, es posible aplicar a todo proceso principios, instituciones y conceptos
del derecho procesal a cualquier tipo de proceso sin importar que su objeto esté vinculado
a un derecho sustantivo determinado (como el derecho civil, penal, laboral, etc.). Esta unidad
no significa que, por ejemplo, se sigan los mismos procedimientos en un proceso en el que
se tramita un divorcio que en otro que se condene al cumplimiento de un contrato, sino que
lo que se establece es la existencia de algunas normativas especiales en determinadas
materias, en el marco de un único derecho procesal.

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