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de la filosofía antigua
lo que se dice sin combinación significa esencia, cuantificado, cualificado, relativo, en alguna parte,
en un momento, encontrarse en una posición, tener, actuar o padecer.
ninguno de los términos de esta lista, enunciado solo, hace una afirmación; es la combinación de
estos términos entre ellos lo que produce una afirmación; en efecto, parece que toda afirmación es o
verdadera o falsa, de manera que entre las cosas dichas sin combinación, ninguna es verdadera ni
falsa, por ejemplo, hombre, blanco, corre, vence.
Entre estos dos pasajes tan directamente solidarios uno con otro se encuentran interpuestas:
en el capítulo 2, una clasificación de los seres (ónta) (por combinatoria, a partir de la
distinción entre “ser dicho de” y “estar en” y del concepto de sujeto-sustrato, hypokeímenon)
y, en el capítulo 3, la regla de la transitividad de la predicación (que sitúa los términos
generales por referencia al sujeto-sustrato). La imbricación compleja de todo el pasaje y los
conceptos que pone en juego constituyen ellos solos la parte mayor de la invención
aristotélica de las Categorías.
Henri Joly ha visto en los géneros del Sofista una tabla de las categorías en estado
embrionario.1 De hecho, los cuatro primeros capítulos de nuestro tratado, y muy
precisamente estos pasajes de los capítulos 2 y 4 cuya ligazón se ha marcado, se aclaran
cuando se los relaciona con el Sofista, respecto del cual Aristóteles vuelve a problematizar
aquí el enfoque.
Antes que nada, la distinción, en el capítulo 2, entre cosas dichas sin combinación y
cosas dichas en combinación proviene sin duda del final del Sofista. El término
“combinación”, symploké, por otra parte, lo tomó indudablemente de allí, y está ligado en el
diálogo con la problemática de la mezcla entre los géneros en la fundamentación del
enunciado por ensamblaje de un nombre y un verbo.2 El Extranjero, en efecto, en el Sofista,
atestigua que ni los verbos enunciados en lista –marcha, corre, duerme– como tampoco los
nombres enunciados en lista –león, ciervo, caballo– componen un enunciado (lógos) –este
enunciado, privado del cual estaríamos también privados de la filosofía-. Es en respuesta a la
combinación (symploké) de un nombre y un verbo que nacerá el enunciado: “(un) hombre
aprende” (ánthropos manthánei) –ejemplo totalmente análogo a los ejemplos elegidos por
Aristóteles: “(un) hombre corre”, “(un) hombre vence”: un nombre y un verbo son
suficientes para componer un enunciado. El lazo entre esta dimensión de la combinación y la
1
Joly 1985:173.
2
Al mismo tiempo, el término krásis en 243b5, 253b2 y 262c5, que enlaza el final del diálogo, sobre la
mezcla de géneros. Se reencuentra el término de symploké en la expresión symploké tês dianoias que
Aristóteles emplea a propósito del ser como verdadero (véase Met. X.8.1065a22 y Met., V.4.1027b29-30).
distinción entre verdadero y falso, tal como aparece en las Categorías, confirma además la
relación con el Sofista –fuera de la combinación no existe ni lo verdadero ni lo falso–, que se
logra por la instauración de la distinción entre verdadero y falso, la misma que negaba el
sofista.
En el tratado Sobre los gèneros del ser (Enéadas, VI.1-3) Plotino expresa su
desacuerdo con el trabajo de Aristóteles como con las categorías estoicas, entre otros
aspectos. Y es en respuesta a estos tratados, y contra ellos, que Porfirio, oponiéndose a su
maestro, redactará dos comentarios sobre la Categorías -el gran comentario, que está
perdido, y el Comentario por preguntas y respuestas- así como la Isagogé. Ahora bien,
parece que el título mismo de la serie de tratados que Plotino consagra a las categorías, y
además a los géneros del Sofista: Sobre los géneros del ser, replatonizando a Aristóteles,
demuestra la misma relación entre el tratado de las Categorías y el Sofista,3 que introduce
“los más grandes géneros”4 (el ser, lo mismo, el no ser o lo otro, el movimiento y el reposo) y
tematiza la mezcla de géneros.
En ese aspecto, la problemática de la predicación (kategoreisthai) retoma en
Aristóteles la problemática que trataba la parte central del Sofista, en un debate implícito con
la posición de Antístenes. La cuestión es saber cómo decir del hombre no solamente que es
hombre (oikeîos lógos de Antìstenes), “sino además que es bueno y una infinidad de otras
cosas”,5 de saber “de qué modo atribuimos cada vez a una misma y única cosa una pluralidad
de nombres” (polloîs onómasi);6 predicar, o atribuir, es “aplicar una pluralidad de
denominaciones” (poll'atta eponomàzontes), dado que es “referir a la cosa una pluralidad de
cualidades, colores, formas, tamaños, vicios y virtudes e infinidad de otros rasgos”.7 Predicar
consiste siempre, “cuando se quiere decir lo que la cosa es, en decir otra cosa y mucho más
que la cosa”,8 y la infinidad de atribuciones reposa sobre la “estructura lógica y simple de la
proposición”, que funda el primer entrelazamiento, la primera symploké de nombre y verbo.
Si se agrega que, para Platón, “todo discurso no solamente trata de un 'sujeto', sino que
enuncia una 'cualidad' y procede por 'afirmación' y 'negación', se puede deducir que se está en
presencia de la primera teoría de la proposición y de una tabla de categorías en estado
embrionario”.9
La polémica contra Platón aclara igualmente las definiciones que abren el tratado, de
manera abrupta y sin explicación, y permite dilucidar su objetivo. Por medio de ellas,
3
Esto puede justificar, a riesgo de hacer desaparecer el término de categoría, que se prefiera traducir por
“género de predicaciones” antes que “categorías de predicación”, como Brunschwig (1967) y Dorion (1995),
la expresión géne tôn kategoriòn que se encuentra en los Tópicos (I.9.103b20). Véase Glosario: Categoría -
Predicación.
4
Platón, Sofista, 254d.
5
Ibidem, 251b.
6
Ibidem, 251a.
7
Joly 1985:173.
8
Joly 1985:173.
9
Joly 1985:173. Sobre afirmación y negación, véase Cat., 4.2a5ss.; 5.4bss.; 10.12b5,13b-13b20.
Aristóteles se dirige a la teoría platónica de la participación y la rechaza.
De hecho, en la manera en que problematiza la distinción entre sensible e inteligible,
Platón utiliza el concepto de homonimia. En el Timeo, califica lo sensible como una segunda
especie “que porta el mismo nombre (homónymon) < que lo inteligible> y se le parece”.10 En
el Sofista, el Extranjero liga imitaciones y homónimos: el hombre que se pretende capaz de
producir todo por medio de un solo arte no realizará más que “imitaciones y homónimos de
los seres” (mimémata kaì homónyma tôn ónton).11 En el Fedón, Sócrates se pregunta sobre
“las múltiples cosas que son bellas”, ya se trate de hombres, de caballos, de vestidos o no
importa qué cosa de cualquier tipo, ya se trate de cosas iguales o bellas, en suma, de “todas
aquellas cosas que son designadas por el mismo nombre que los seres de los cuales se habla”
(pànton tôn ekeìnois homonýmon): las esencias. ¿Esas cosas siguen siendo las mismas? ¿O
bien, al contrario de las esencias, “no son nunca, por así decir, las mismas, tampoco en
comparación con ellas mismas más que en las relaciones con otras cosas?”.12 Las cosas
sensibles son “homónimas” de las realidades inteligibles de las cuales participan y de las
cuales sacan sus determinaciones.
Si la mención de la homonimia interviene a menudo en Aristóteles en el contexto de
una crítica a la teoría de las Ideas, es que reduce a la homonimia la teoría de la participación
que critica. Esta crítica es muy clara en el libro A de la Metafísica, cuando Aristóteles,
después de los pitagóricos, trata sobre los que postulan las Ideas como causas. Buscando
captar las causas de los seres que nos rodean, introdujeron otras realidades en número
superior a esos seres:
Es casi como si alguien, queriendo contar, se imaginara que es imposible hacerlo cuando las
entidades son pocas en número, y fabricara más para hacer la cuenta. Las Ideas, como se dice, son en
efecto más numerosas que los sensibles singulares (tôn kath' hèkasta aisthetôn) de los cuales, al
buscar las causas, los filósofos han partido: para cada singular, en efecto, existe un homónimo y no
se confunde con las esencias (kath' hékaston te gàr homónymon esti kaì parà tàs ousías), y para las
demás cosas existe uno para muchas, se trate de cosas de aquí abajo o de las eternas.13
Para cada singular se da, entonces, por una parte su clon inteligible (la Idea de Calias)
-pero “que no se confunde con las esencias”-14, por otra parte la multiplicidad de predicados
que se dicen de él, erigidos en esencias -lo cual justifica que haya más Ideas que sensibles
singulares-. Se reconoce el juego del Sofista y la manera en que atribuimos cada vez a una
única y misma cosa una pluralidad de nombres.
10
Platón, Timeo, 52a.
11
Platón, Sofista, 234b.
12
Platón, Fedón, 78e.
13
Metafìsica, M.4.1078b32-1079a4. Para la última frase, seguimos sin corrección el texto mejor atestiguado,
con Tredennick y contra Jaeger. El texto de Met. A.9.990a43-990b es muy próximo, pero habla de las Ideas en
número apenas igual o no mucho menor (schedòn ísa è ouk elàtto). Véase también A.9.990b4; 990b15;
990b20; 991a5; 991a20; 992a28-29; M.5.1079b22ss.
14
Entendemos aquí esencias en sentido aristotélico -ya sea que se prefiera entender esencia en el sentido de
esencia primera de Categorías, ya sea en sentido de forma, de lo esencial de la esencia (tò tí ên eînai). Véase
Glosario: Esencia.
Bajo el concepto platónico de homonimia, es por lo tanto más bien la sinonimia
aristotélica lo que se da a entender. Con la distancia que establece Aristóteles entre la
sinonimia que se espera y la homonimia que se encuentra, se debe medir la virulencia de su
crítica a la participación platónica, que no reconoce entre sus elementos, ligados por la
participación, ni siquiera una definición en común. Aristóteles lo dice claramente:
Si hay una identidad de forma entre las Ideas y los elementos que participan de ellas, habrá <entre
ellos> alguna cosa común (...). Si, por el contrario, no hay identidad de forma, serían entonces
homónimos, y será como si se llamara hombre a la vez a Calias y a un pedazo de madera, sin
proyectar ningún rasgo común entre ellos.15
En términos claros: o bien el tercer hombre, o bien la homonimia -en los términos
suficientemente cercanos de la definición de los homónimos en las Categorías para
identificar un acuerdo. Y si se debe reconocer una oposición aristotélica entre la naturaleza
que procede por sinonima y el arte (téchne), que procede por imitación o parecido,16 el
empleo del término 'homónimo' se justifica por el carácter forjado en la doctrina platónica:
decir que <las Ideas> son paradigmas y que el resto participa de ellas es valerse de
palabras vacías y hacer metáforas poéticas.17
15
Metafìsica, A.9.991a2-8. Véase también M.4.1079a37-1079b2.
16
Véase Cassin, 1996:348-353; véase además los textos siguientes de la Met. que cita Cassin (1996:nota 18,
590): Met., VII.1.1046a6, y V.12.1019b33 (a pesar de Tóp., VI.2.140a6-8).
17
Met., A.9.991a20-21.
18
Véase 5.2a19-27.
otra.19 Es sobre todo20 en el análisis de la cualidad que la paronimia, por su parte, encuentra
su aplicación, y la predicación paronímica propone, de hecho, un tratamiento antiplatónico de
la cualidad. Ackrill marca con justeza la heterogeneidad que existe entre homónimos y
sinónimos por un lado, y parónimos por otro. “Una cosa es parónima si su nombre es, de
alguna manera, derivado. El carácter derivado en cuestión no es asunto de etimología”.21 La
orientación de esta derivación ilustra la relaciòn de lo cualificado con la cualidad:22 los
cualificados son “lo que se dice de manera paronímica en funciòn <de las cualidades>, o a
partir de ellas, de la manera que sea”. En la mayor parte de los casos, en efecto, los entes
cualificados se dicen de manera paronímica en función de las cualidades: “por ejemplo,
blanco <viene> de blancura, competente en gramática de la competencia en gramática, justo
de la justicia, etc.” (8.10a31).23
Blanco viene de blancura, leukós deriva de leukótes: el orden de esta derivación
objeta la esencialización platónica de lo blanco y la hipóstasis del neutro: tò leukón.24 Intenta
hacer de barrera contra la ideología platónica que sostiene la sustantivación del neutro: la
definición de la cualidad, en la cual el dispositivo hace remontar todo enunciado sobre lo
cualificado a determinada cualidad y obliga a reconocer la cualidad que hace lo cualificado y
que no es esencia, deshace las falsas soluciones de la participación platónica.25 Sin embargo,
esta elección en el orden de la derivación, con el carácter primario de la blancura sobre lo
blanco -primacía del sustantivo, primacia de la cualidad sobre lo cualificado- manifiesta
todavía paradojalmente un cierto acercamiento a la Idea que critica, por la hegemonía del
sustantivo que instala, contra la sustantivación del adjetivo, emblema de la cualidad erigida
en esencia.26
Cualquiera que sea el residuo platónico, la distinción entre homónimos, sinónimos y
parónimos interviene en el contexto de una crítica de la teoría platónica de la participación. A
la univocidad de la participación platónica que funciona por eponimia y homonimia,
Aristóteles la sustituye or la distinción entre homonimia, sinonimia y paronimia que se
aplica, como acabamos de ver, al registro de predicaciones distintas: predicación unívoca o
sinonímica, derivada o paronímica, que se deben distinguir de la simple homonimia, que no
tiene más que el nombre en común. El “decirse de un sujeto” se explicitará en predicación
sinonímica. Para lo que está en un sujeto, si nada impide que el nombre sea a veces predicado
del sujeto, es en cambio imposible que lo sea la definición -Aristóteles no utiliza la expresión
'predicación homonímica'. En cuanto a la atribución de la cualidad, para las motivaciones
antiplatónicas que llevan al rechazo aristotélico de hipostasiar y esencializar lo cualificado,
como lo hace Platón, ella reduce el adjetivo neutro sustantivado, tò leukòn, lo blanco, a no ser
más que algo cualificado. Así logramos la tabla: ho ánthropos, el hombre: una esencia
19
Véase 5.2a28-33 y 3a15.
20
Véase Glosario: -onimos.
21
Véase Ackrill 1963:72.
22
Véase Glosario: cualidad, cualificado.
23
Sobre restricciones y excepciones (no hay nombre disponible para la cualidad, o no se deriva el nombre de
lo cualificado a partir de la cualidad, aunque exista el nombre disponible), léase lo que sigue: 10a34-b10.
24
Véase Glosario: cualidad, cualificado.
25
Cf. Narcy 1980:202.
26
Sobre este punto de vista, véase Libera 1996:59-63 y 1998:XCVII.
segunda, un cualificado en el campo de una esencia; un hombre determinado, ho tis
ànthropos, Callias, Kállias, una esencia primera, un singular.
27
Cat., 2.1a24-28s y 5.2a28ss.
28
Véase Glosario: cualidad, cualificado.
29
Platón, Fedòn, 74bss.
30
Ibidem.
31
Ibidem, 92d.
32
Apr., I.27.43a25ss.
33
La ausencia de artículo delante de aisthetón inclina en favor de una endíadis.
La inversión del orden platónico de presupuestos ontológicos
Aristóteles con frecuencia pone en guardia contra las confusiones que inclinan a una
excesiva confianza sobre la condición del lenguaje. Las diferencias entre las palabras o las
expresiones no permiten decidir sobre las cosas reales.44 ¿Se debería considerar, así, por
causa del número de las palabras, diferentes unas de las otras en sus rasgos, que Corisco y
Corisco músico son distintos? Es la distinción categorial lo que permite resolver la eterna
cuestión aristotélica de saber si Sócrates es lo mismo que Sócrates sentado, si Corisco y
Corisco músico son idénticos o diferentes. En efecto, uno [Sócrates, Corisco] “significan un
esto” (tóde ti) y lo otro [Sócrates sentado, Corisco músico] “algo de tal cualidad” (toiónde)
-algo cualificado que está en un sujeto; o que depende de un sujeto que es esencia primera:
Corisco.45 En consecuencia, no es posible poner lo segundo aparte, separarlo. Por lo tanto,
precisa Aristóteles, “no es el hecho de poner aparte lo que produce el tercer hombre, sino el
hecho de establecer que es un algo”, porque lo que el hombre es “no puede ser un esto”, a la
manera en la cual Calias es un esto:46 no se debe “establecer que el predicado que es atribuido
40
Met., 7.1.1028a28.
41
Ph., 1.2.185a31-32. El texto dice exactamente: “ninguna otra cosa es separada salvo la esencia; pues todo se
dice de un sujeto que es la esencia”. Se debe prestar atención al hecho de que la expresión kath'hypokeiménou
légetai no tiene en este texto la significación que tiene en Categorías.
42
Véase Vuillemin 1967:114.
43
Simplicio, In Cat., 105-7-20.
44
Met. V.7.1017a27-30 y IV.2.1003b27-28: “es la misma cosa 'un hombre', 'hombre existente' y 'hombre'; 'el
hombre existe, hombre y un hombre': esta reduplicación en la expresión (katà tèn léxin epanadiplouménon) no
indica nada diferente”.
45
Véase también Analíticos Posteriores, I.24.85a23-25.
46
Ref. sof., 22.179a4.
en común a todos los elementos es un esto, sino que se puede establecer que significa una
entidad cualificada, o un relativo, o uno cuantificado, o uno de los elementos de esta clase”.47
Muy confiados en la condición del lenguaje y en su supuesta capacidad para
informarnos sobre las cosas, pecamos a menudo, para Aristóteles, de prejuicio esencialista.
De un término separado tendemos a hacer una esencia. Así cometemos el error de suponer
que “todo predicado de una cosa es un algo” y de entenderlo como una cosa única: “porque
es a lo uno y a la esencia que lo que es algo y lo que es parecen corresponder”.48 Nosotros
producimos la esencia, compulsivamente y por error.49
Las Refutaciones sofísticas contribuyen así a aclarar la función de la distinción
categorial. Esto permite distinguir lo que la expresión, la léxis, o la condición del lenguaje,
recobra o deja de tomar por idéntico:
Los argumentos que dependen de la forma de la expresión (hoi dè parà tò schêma tês
léxeos symbaínousin) se dan cuando lo que no es lo mismo es expresado de la misma
forma; por ejemplo, un masculino es expresado como un femenino, o un femenino
como un masculino, o un neutro como uno de los otros; o incluso, un cualificado
como un cuantificado, o un cuantificado como un agente, y así, como se ha planteado
antes. Es, en efecto, posible que lo que no está entre las acciones signifique, por su
expresión, que está entre ellas. Por ejemplo, “estar en buena salud” (hygiaínein) se
dice, desde el punto de vista de la expresión, de la misma manera que “cortar”
(témnein) o “construir” (oikodomeîn), y por lo tanto uno designa un cualificado y de
alguna manera una disposición, mientras que los otros designan un actuar. Lo mismo
sucede en los demás casos.50
Existe, entonces, un filtro por el cual pasar el lenguaje, y ese filtro no es otro que la
distinción categorial. He aquí lo que significa: “poseemos los géneros de las predicaciones
(échomen tà géne tôn kategoríon)”. Eso se podría parafrasear así: poseemos la distinción
categorial. Eso nos permite “enfrentar los argumentos que se presentan cuyos elementos, que
no son los mismos, son dichos de la misma manera”.51
47
Ref. sof., 22.178b38-179a10. Este texto, que no es el único, parece desmentir por sí solo la hipótesis de
Benveniste acerca de la reducción de las categorías aristotélicas a categorías de lengua: “la categoría [de
ousía] es tan poco gramatical que todos los sustantivos que no expresan la noción de esencia deberían ser
excluidos” (Vuillemin, 1967:77). Así, los nombres propios de lugares (“en el Liceo, en el ágora”, Cat., 4.2a1),
y los nombres de relativos (el hábito, la disposición, la sensación, el conocimiento, la posición, Cat., 7.6b2-3
y 6b16), de cualidades (el calor, el frío, la blancura) (8,9a30-31), etc. Véase también Met., V.7.1017a7 ss.
Sobre todo este debate, véase el Dossier II, Categorías de pensamiento y categorías de lengua: el debate
contemporáneo, p. 328 ss.
48
Ref. Sof., 7.169a34.
49
Esto desemboca en la aporía del tercer hombre. En efecto, ningún predicado común significa un esto, sino
algo cualificado, o una cantidad, o algún otro de los tipos o géneros de predicados.
50
Ref. sof., 4.166b10ss.
51
Ref. sof., 22.178a4ss.
Curarse de platonismo por medio de las categorías
Las categorías, dispositivo antisofístico y que desbarata las trampas de una relación
natural con el lenguaje ordinario, sirven también, de nuevo, de protección contra el
platonismo. Aristóteles, en la Metafísica, presenta al platonismo como una confusión que
puede curarse con la distinción categorial. Los géneros de las predicaciones, o categorías,
permiten redistribuir los elementos de la cartografía platónica de los géneros inteligibles.52
Cuando trata sobre los paralogismos que dependen de la homonimia y la ambigüedad de la
expresión, Aristóteles explica que provienen de la incapacidad de distinguir los sentidos del
término que se toman en muchas acepciones. Así, los ejemplos que da Aristóteles son,
entonces, los que disfrutan, en el platonismo, de un favor absoluto: “no es fácil divisar ciertos
[términos]: por ejemplo, uno, ser, lo mismo”.53 Se reconocen los términos de la lista de
[términos] comunes (koiná) del Teeteto,54 necesarios para el análisis de la sensación, y
además de los géneros del Sofista, necesarios para la operación de la predicación. El mismo
razonamiento se aplica al bien.55
Lo que aquí se rechaza es precisamente la posibilidad del platonismo -no se podría
tomar la Idea común del bien, que se dice según “lo que es”, lo cualificado y lo relativo-. Lo
que permanece, entonces, en lugar de una Idea platónica es una plurivocidad que prodecede
de acuerdo con las categorías, por lo tanto irreductible a una simple homonimia. El bien,
como el ser, se declina según las categorías.
Que el ser, lo mismo, el bien se digan siguiendo las figuras de la prediacción, tà
schémata tês kategorías,56 condena la invención platónica de las Ideas, de la Idea de Bien, o
de los cinco grandes géneros del Sofista, entre los cuales figuran precisamente el ser, el no
ser, lo mismo, el movimiento. Cada uno de estos elementos, según Aristóteles, se dice según
las categorías; el movimiento mismo está sometido a la distinción categorial. Lo parecido
como lo igual y desigual, las Formas en Platón, son presentados en las Categorías
respectivamente como la característica propia de la cualidad, y como la de la cantidad.57
No hay Idea común a estos términos que se dicen según las categorías. Queda,
entonces, para ellos el riesgo de la pura dispersión -o de la homonimia-. En la obra de
Aristóteles, el privilegio de la esencia va a permitir que el hecho de decirse de manera
múltiple se opere, sin embargo, relativamente a una unidad, a una cierta naturaleza única
(pròs hén), es decir de manera no homónima, tanto para el ser como para el bien. La esencia
es lo común que permite reunir las diferentes acepciones, sin unirlas en un género o una idea.
52
He aquí uno de los argumentos que juegan a favor de la traducción de tà géne tôn kategoríon por “géneros
de predicaciones”. Véase Met., VII.9.1034b8 donde Aristóteles propone la división entre la esencia (ousía),
por una parte, y todos los elementos primarios (perì pánton tôn pròton), como lo cualificado, lo cuantificado,
kaì tôn állon kategoríon.
53
Ref. sof., 7.169a25.
54
Platón, Teeteto, 185e.
55
EN, 4.1096a19-28: “El bien se dice de lo que es, en lo cualificado y en lo relativo; pero lo que es por sí y
por esencia es por naturaleza anterior a los relativo (pues este último se parece a un retoño y a un accidente
del ser); se suerte que no podría haber una cierta idea común para estas cosas”.
56
Sobre esta expresión, ver infra, p. 48 y Dossier, p. 330-1.
57
Cat., 6.6a26-35 y 8.11a15.
No hay unidad más allá de la distribución categorial, y esta pluralidad irreductible es, sin
embargo, irreductible a la homonimia.58
Con las categorías, Aristóteles nos pide hacer el duelo del imaginario sobre una
plasticidad máxima del lógos, esa misma que planteaba Platón, que presentaba
explícitamente el lógos como más fácil de modelar que la cera o cualquier otra materia de esa
clase.59 Las categorías no son otra cosa que los límites a la plasticidad del lógos, bajo la
forma de posturas dicretas donde nos lleva la predicación, el hecho de decir algo sobre algo,
y a las cuales ella se refiere necesariamente. Sin reproducir la condición del lenguaje -la
forma de la expresión, schêma tês léxeos-, las categorías -figuras de la predicación, schémata
tês kategorías- aparecen como las venas del lenguaje, en tanto que significa y atribuye
-entendiendo venas en el sentido de venas de un mármol, con la diferencia de que las venas
del mármol son un trazado singular, continuo, sinuoso, mientras que las categorías son las
diferentes posturas singulares, ellas mismas discretas, de la predicación. Se pueden utilizar
nombres abstractos como kategoría ya sea en el sentido de “una kategoría particular”, ya sea
en el sentido de “una clase de kategoría”.60 Así, ese es el sentido de la multiplicidad de
categorías: cuando prediques, vas a predicar necesariamente de acuerdo con una (¿al
menos?61) de las categorías.62 Si predico, no lo hago nunca en general, sino siempre en una de
las rúbricas categoriales, o bajo de una de los índices categoriales.63 Y si hay privilegio de la
esencia sobre las otras categorías, que pueden referirse a afecciones de la esencia (páthe tês
ousías),64 no se puede por lo tanto referir la pluralidad de las categorías a ningún término
común.
Lo que parece seguro es que los significados categoriales componen una serie de
claves de interrogación,65 a los cuales someter nuestras percepciones tal como se expresan en
58
Es posible no pensar ni que la extracción de Aristóteles sea errática, ni que la “rapsodia” se siga del carácter
rapsódico del ser (Aubenque, 1962:189, nota 2 = Dossier, nº 13a).
59
Platón, República, IX.588d.
60
Frede, 1987:32.
61
Véase Glosario: Superposición de categorías.
62
Para la expresión “predicar de acuerdo con”, véase por ejemplo An. Post., I.22.83a20.
63
Esta característica justifica tanto el uso del término schêma para las categorías como el de ptôsis (véase
Met., N.2.1098a27: el no-ser, según el caso, se diría en número igual a las categorías). Imbert (1992:9)
subrayó la importancia y la necesidad del rasgo finito de las clases categoriales: “[...] bajo la forma que se la
considere, la sintaxis predicativa, inventariada bajo un protocolo finito de preguntas y de determinaciones
correlativas, regiría el acuerdo entre los fenómenos dados y de su enunciación”.
64
Véase Met.,m IV.2.1003b7 y GC, 317b11 y 33. También Fís., 193a24-25.
65
La determinación categorial de las palabras dichas sin combinación los “asocia”, sin ningún intermediario,
“a la realidad física, de la cual explicitan los aspectos”. Las categorías “tienen por primera tarea poner en
correspondencia los asuntos físicos y los predicados” (Imbert, 1992:207). El desplazamiento se opera
entonces “de las cuestiones dialécticas, determinadas por la exprectativa de los interlocutores, hacia las
cuestiones físicas, asociadas con la definición y con la causa de las cosas y acontecimientos”. Para de Libera
(1998:CIX) “[a] las categorías de Aristóteles se distribuyen en función de tres cuestiones distintas: tí en eînai,
para la esencia, categoría primordial; un grupo de cinco, póson, poîon, pròs tí, poû, póte, para las categorías
siguientes; pôs échei para las cuatro últimas (keísthai, échein, poieîn, páschein). [b] Es esta trída lo que opera
en la distinción que traza Porfirio entre tres tipos de predicación: en tôi tí esti, en tôi poîon esti, pôs èchon”. La
el lenguaje -serie finita o no, rapsódica o no, dependiente o no de las diferentes
significaciones del ser o de “ser”, dependiente, derivado o no de las características de la
lengua griega-.66 De la heterogeneidad gramatical de los diferentes elementos de la lista de
las categorías se saca, sin embargo, la forma indefinida de algunos, reverso de su giro
interrogativo. Eso parece el indicio que las diversas categorías erigen la lista de una serie de
interrogaciones a las cuales someter a cada elemento del que se debe dar cuenta, que se debe
indentificar. La consideración de la tradición categorial sustenta esta interpretación como la
manera en la cual las cuatro categorías estoicas67 recortan a su vez la serie de preguntas a las
cuales someter una situación dada, ocasionando las respuestas que, encastradas, dan cuenta
de la determinación singular de una situación.68
En las Categorías, el tratamiento de cada una de las categorías pasa por el examen de
sus propiedades y la búsqueda de su característica propia.69 Aunque aparece en los Tópicos,
cuando Aristóteles presenta las acepciones de “lo que es”, la pregunta de lo que es cada
categoría no es para el Estagirita un objeto de investigación en sentido propio. Como lo dice
en el libro VII de la Metafísica, “lo que es” pertenece completamente (o absolutamente,
haplôs) a la esencia, y a lo demás en un sentido [solamente] (pôs)”. Pero lo que es cada una
de las clases categoriales es secundario: podríamos decir de lo cualificado lo que es, de suerte
que lo cualificado también señalaría “lo que es”, pero no podría entenderse en un sentido
absoluto (haplôs) -más bien de manera verbal, o dialéctica (logikôs)-.70 Fundamentalmente,
las categorías son “los elementos que no pueden ser más que atributos y no sujetos”.
Según Tricot, “la expresión skhèma tês kategorías [...] (que se puede relacionar con
schêma toû syllogismoû) significa propiamente figura de predicación, tipo de categoría, o
simplemente categoría. Es el modo más correcto de designar las categorías”. Si la manera
más correcta de designar las categorías lleva a hablar de “figuras de la predicación”, esto
significa que el término schêma aporta alguna cosa específica a la comprensión y a la
conceptualización de lo que es una categoría. Ahora bien, es probablemente esta interrupciòn
lo que conspira para sugerir el uso del término schêma, en la expresión schêma tês
kategorías. El uso del término schêma dice que la exploración de las diferentes posturas de la
predicación se ha hecho, y parece que el uso de este término es un argumento en favor de una
lista finita. Puede ser, entonces, que el término de “lista” no sea adecuado.71 Es precisamente
en tanto que el nombre finito de clases categoriales es el principal auxiliar de la
determinación que no hay, por así decir, metalenguaje a propósito de las categorías. Como
útil diacrítico de la determinación, la distinción categorial no es el objeto problemático. Una
problemática de la determinación excluye de entrada toda tentación de meta-determinación.
relación con las categorías estoicas aparece claramente (De Libera, 1998:CXI): a las tres clases, sujeto-
sustrato (hypokeímena), cualificados (poìa), disposiciones (pôs échonta), los estoicos agregaban las
disposiciones relativas (prós ti pôs échonta). Este último sintagma figura con todas las letras en el texto de
Categorías, en 8a33, cuando Aristóteles analiza la cuestión de la compatibilidad entre relativos y esencias.
66
Véase Dossier II.
67
Véase Dossier VII.
68
Véase Imbert 1992:200-2.
69
Véase supra.
70
Véase Glosario: Esencia.
71
Véase Dossier 21.
“Atributos puros”, las categorías son “el correlato de los sujetos puros”: se trata de
esencias primeras. En los términos de Met. VII: si “otros elementos diferentes del ser
propiamente dicho” que es esencia “se dice que son seres”, es “porque son cantidades del ser
en este sentido, cualidades, afecciones, o cosas de este tipo”.72 En los términos de Categorías,
los “sujetos puros” son las esencias primeras de las cuales no se saca ninguna predicación.
En el hiato o el desajuste característico de la predicación, la esencia primera, que se define
como lo que no está en un sujeto ni se dice de un sujeto, es el término primero en el orden de
la determinación y de la realidad, segundo en orden de una regresión hacia el término-
fundamento. La lógica es solidaria de la realidad física, y de una realidad fundada sobre la
determinación, que es determinación singular.73 El asunto concierne a la realidad: “si no hay
esencias primeras, es imposible que haya otra cosa”.74 La detención de la determinación en
el reenvío a un afuera, a un esto real y singular, al cual se puede referir por deixis, a las
esencias primeras que “son sustrato” para todo el resto, puede explicar que la tradición latina
haya dado para ousía próte la traducción de sustancia primera, substantia75 -lo que está
debajo y es objeto de referencia. Las esencias primeras, esencias singulares, aparecen, con las
figuras de la predicación, los schémata tês kategorías, como el otro elemento relacionado con
la tarea de determinación, que no conoce de meta-determinación.
Antes bien que determinismo lingüístico, se trata, el Categorías, de una relación
crucial entre la “lengua de uso” y la “captación” de sus “recursos”:76 la lista de las categorías
corresponde a los diversos términos que ensambla o divide el pensamiento, y la combinación
como la división están en el pensamiento, y no en las cosas.77 Se debe a Claude Imbert la
mejor expresión, que da cuenta a la vez del contrato (feliz) que une la lógica a la física en la
predicación, y de la tarea apofántica, sintáctica y semántica que rige el proyecto aristotélico:
las categorías son las “dimensiones de una inteligibilidad discursiva”.78
72
Met., Z.1.1028a18.
73
Véase Cat., 5.2a35.
74
Cat. 5.2b6ss.
75
Sobre nuestra opción de traducción, véase Glosario: esencia.
76
Imbert: 1992:192. Véase también 82.
77
Met., V.4.1027b31-33.
78
Imbert, 1992:7.