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Staff
Nelly Vanessa

Bibliotecaria70 Osma

Mimi90 Maria_clio99
3

MissEvans Mayelie
Dabria Rose

Khira

Lectora
Índice
Sinopsis Capitulo 12

Prólogo Capitulo 13

Capitulo 1 Capitulo 14

Capitulo 2 Capitulo 15

Capitulo 3 Capitulo 16

Capitulo 4 Capitulo 17

Capitulo 5 Capitulo 18

Capitulo 6 Capitulo 19

Capitulo 7 Capitulo 20 4

Capitulo 8 Capitulo21

Capitulo 9 Epilogo

Capitulo 10 Próximo Libro

Capitulo 11 Sobre la autora


Sinopsis

E
ra la chica más hermosa que jamás había visto. Pura clase. Dinero
antiguo. Nunca tendría una oportunidad... hasta que rompió con su
novio imbécil y se salió del carril.
Brannon Forrester no esperaba mucho de la vida. La costeaba sin rumbo. Sin
partes reales. Sin nada que lo retuviera. Pasando el rato con su mejor amigo, el
cantante de una banda en un bar local, vive para el placer, lejos del protagonismo
pero con todo el exceso de la fama de una banda de un pueblo pequeño. Después
de todo, ¿por qué debería ser bueno cuando la única mujer que realmente ama
nunca le da ni la hora del día?
Entonces, una noche después de una fiesta, Sophie Buchanan entra por la
puerta. En un intento de lanzar la precaución al viento y soñar en alto, lo ve como 5
un guía para su lado salvaje. Como alguien que le puede mostrar toda la emoción
y la imprudencia que ha desaparecido de su mundo. Él se sumerge en la realidad
de su ferviente pasión... y de la devastadora traición.
Los papeles han sido establecidos. Él ha sido sólo un buen momento. Ella ha
sido siempre sólo una cara bonita.
Prólogo

S
e veía tan... nostálgica.
Estaba allí, sentada en el parque viendo la boda frente a ella; había
lágrimas en sus ojos. Pero no lágrimas de felicidad como las que gente
en general dejaba salir en las bodas. No de oh-mi-Dios-qué-hermosa.
Eran lágrimas solitarias que contenía, fingiendo serenidad.
A su lado estaba sentado un hombre que supuse era su novio. No era que
fuera amoroso o reconfortante en lo más mínimo. Parecía un imbécil total, en
realidad. Pero se inclinaba para murmurarle algo de vez en cuando; ella asentía y
se enderezaba. Había deslizado su máscara de compostura de nuevo.
En realidad no era que fuera hermosa. Pero, Dios mío, lo era. Cabello rubio
largo que se arrastraba por su cuello, cayendo en rizos dispersos a sus hombros
desnudos. Llevaba un vestido de color rojo oscuro que brillaba con las luces tenues
que rodeaban la pequeña reunión; su piel de marfil parecía suave y... perfecta.
Traté de no observarla. Estaba allí con mi amigo Cody, esperando que la 6
ceremonia terminara y la recepción empezara. Su hermano mayor era parte de la
banda, así que teníamos un poco de tiempo para matar. Y me mantenía
encontrándome atraído hacia ella. Preguntándome quién era. Cómo era. Por qué se
veía tan retraída.
Era como si estuviera esperando observar algo.
Entonces Cody sacó un cigarro de su bolsillo y se deslizó de nuevo detrás del
pabellón para pasar el tiempo.
El sol se había puesto justo cuando la novia y el novio decían sus votos y la
música había iniciado. Así como la recepción empezó a patear a alta velocidad, un
resplandor en la distancia me llamó la atención. A través de la sombras del parque,
vi los destellos de ese vestido rojo.
Mi primer pensamiento fue que estaba escabulléndose con su novio. Las
bodas tendían a ser una increíble forma de excitación para las mujeres. Me había
beneficiado de su intensa necesidad de tener relaciones una vez o dos en el
pasado.
Pero estaba extrañamente desconsolado por el pensamiento de que solo
buscara un interludio romántico.
Entonces, me di cuenta que estaba sola. Llevando sus zapatos en la mano, los
pies descalzos asomándose por su larga y amplia falda mientras se movía en
silencio a través de la hierba hacia la fuente.
Se detuvo un momento, leyendo el anuncio en la base, y, a la vez, puso la
mirada más fascinante en su rostro. Se mordió el labio y frunció la boca en una
sonrisa pícara. Entonces bajó sus zapatos al suelo, subiendo su falda para desnudar
algo de sus increíbles muslos bastante increíbles y entró en la fuente.
No era, de ninguna manera, un romántico. Era todo sobre el placer libre y
sencillo, nunca me había puesto todo sensible por una chica antes.
Así que tal vez era el cigarro. Quizás drogarme me había provocado cierta
profundidad, estimulando una sección de mi cerebro. Una parte que me hacía
pensar en todo tipo de mierda florida.
Igual que la forma en que su vestido brillaba en la oscuridad, como estrellas
en el cielo.
O la manera en que su rostro se iluminó cuando sonrió y se echó en la piscina
poco profunda.
Y en ese momento, quise conocerla. Quise averiguar qué la hacía temblar.
Cómo sonaba en la primera hora de la mañana, con su voz ronca por el sueño.
Quería ver si sus labios se sentían tan increíblemente suaves como parecían. Si su
cabello era tan suave como la seda, de la forma que aparentaba. Cómo su piel
desnuda brillaría de sudor en el calor de la pasión.
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Una risita casi infantil se le escapó y miró hacia la fiesta por un momento,
observando cuidadosamente. Bajó la mirada a sus pies, girando uno alrededor por
un momento más y dejó escapar un profundo suspiro.
Al salir de la fuente, la chica misteriosa recogió sus zapatos. Con una
anhelante mirada más a su escape momentáneo, regresó a través de la oscuridad
hacia la recepción.
No tenía idea quién era.
Pero la deseaba.
Cuando me enteré quién era, me hubiera gustado que hubiera sido alguien
más. Las leyes de orden social nunca permitirían que una chica como ella estuviera
con un tipo como yo.
Así que traté de olvidarla. De cualquier manera que pude.
Capítulo 1
Tres licenciosos años más tarde...

C
reo que fue la camiseta la que selló el acuerdo esa noche. Parecía que
tenía sexo más a menudo, realmente. Grandes letras mayúsculas que
decían ―Donante de Orgasmos‖, atravesaban la tela negra que, para ser
honestos, era tal vez de un tamaño demasiado pequeño. Afortunadamente, medía
un metro noventa y tenía bastante musculatura para usarla.
Me apoyé en el mostrador que separaba la cocina abierta de la gran sala. La
casa era bastante enorme, pero cuando tenías a cuatro chicos y una tonelada de
mierda de equipo para mantener la forma, se necesitaba un lugar bastante grande.
No era muy limpio, sin embargo, lo que era de esperar teniendo en cuenta los
miembros de la banda que vivían aquí. Más que un lugar de fiesta, era un lugar
para descansar de la forma de vida estridente. Y era mi hogar lejos de casa, cuando
los confines de mi propio mediocre apartamento empezaban a sentirse un poco
agobiantes.
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Había sido una larga semana en el taller, con dificultad para encontrar partes,
la gente sin querer pagar sus facturas, todo tipo de mierda. Mi abuelo me había
dejado el negocio que había sustentado a su familia durante cincuenta años.
Antes, cuando era adolescente, pasé bastante tiempo con él para saber el
dolor de cabeza que implicaba, pero esta semana realmente había apestado. Tal
vez debió habérselo dejado a mi hermana. Era la constante, la responsable. Yo era,
bueno... no.
Solo tenía veinticuatro años, demonios.
Así que exploré la habitación para ver quién podría estar dispuesta a pasarse
y entretenerme durante la noche. Necesitaba perderme. Estaba enojado y cansado,
lo que significaba que tenía que pelear o follar; y follar lo haría menos doloroso
por la mañana.
Laura estaba observándome desde el otro lado de la habitación. No estuvo
tan mal la primera vez, pero me encontraba un poco preocupado que pudiera
empezar a volverse pegajosa si le daba mucho ánimo. No podía enfrentar a una
pegajosa. Era difícil ser divertido cuando te enfrentabas con una pegajosa y algo
que me gustaba era ser divertido. No quería ser un imbécil, pero a veces ser un
idiota era el único idioma que las pegajosas podían entender.
Mirando a través de la multitud, se me ocurrió que Pauline parecía bastante
ardiente esta noche. Y, como bono, estaba un poco más relajada acerca de las
cosas. En realidad, lo habíamos hecho un par de veces y estaba muy lejos de ser
pegajosa, sobre todo porque parecía que le gustaba la variedad. También lo había
hecho con Denny, Justin, Cody y Drew.
Y Maggie.
Una noche, lo hizo con Drew y Maggie... juntos. Por lo que Drew me dijo, así
fue cómo él y Maggie conectaron en primer lugar. Tomé un trago de mi cerveza,
preguntándome si estaba de humor para ella esta noche. Era muy aventurera. Pero
entonces, Justin se acercó a su lado y procedió a chupar su cuello.
La había compartido con Justin una vez antes. Por desgracia, apenas
recordaba a la chica, eso como que me hacía sentir como un imbécil, pero había
estado muy borracho. Me acababa de terminar poco más de la mitad de una
botella de Jack. Y había sido oscuro. Toda la experiencia fue un poco confusa. Una
que estaba seguro no quería repetir.
Así que, podría tener a Pauline para él solo esta noche. Esta semana había
sido agotadora y además había ayudado a los chicos a establecerse en el
Copperline. Su concierto había sido ruidoso y estruendoso, como de costumbre,
sin dejar dudas que eran los Bangin‘ Mofos. Para el momento en que teníamos
todos los instrumentos empacados, había estado trabajando enérgicamente
durante unas veinte horas. Así que estaba buscando a alguien fácil. Realmente no
quería tener que esforzarme para conseguirlo.
Ruth... ella era una posibilidad. Era casi tímida en las fiestas. Dulce como la
miel en público, pero juraba como un marinero en la cama. Siempre era de las más 9
calladas. Sin embargo, podría chupar una pelota de golf a través de una manguera
de jardín y no le importaría hacer la mayoría del trabajo. Por desgracia, parecía que
había traído a un chico para la noche en el bar, lo que significaba que mis
posibilidades eran casi nulas.
Por esta noche de todos modos. Tal vez la próxima.
Miré por la habitación un poco más. Tan grande como era el lugar, la
distancia de las paredes era demasiado cercana y las personas seguían
apareciendo. Vi a Lily entrar y la consideré un segundo. Nunca la había tenido.
Cody sí. Parecía pensar que valía otra ronda en algún momento. Se volvió hacia la
puerta, que seguía abierta detrás de ella, y le indicó a alguien para que la siguiera.
Y entonces, ella entró.
Sophie Jodida Buchanan.
¿Qué mierda estaba haciendo aquí?
Por un segundo, pensé que estaba viendo cosas. No solo estaba aquí, en una
fiesta de banda, sino que su novio imbécil de la prepa no estaba con ella.
Se veía diferente. Muy diferente. Mi primer pensamiento fue que Lily
probablemente le había dado un cambio de imagen a puta. Delineador grueso
negro, labios rojo rubí, su rubio cabello salvaje y lleno de deliciosas ondas cayendo
alrededor de sus hombros desnudos, con rayas brillantes de color rosa, púrpura y
azul. Su pequeña camisa de tirantes mostrando las primeras curvas de sus pechos y
terminando justo por encima de una increíblemente corta, falda apretada. Una que
terminaba a pocos centímetros por encima de unas buenas botas altas asesinas.
En serio, puro material porno. Más sexy que una maldita cubierta de playboy.
Alejé la imagen de mi mente para la siguiente ocasión rara que tuviera que
encargarme de mi propia mierda.
Estaba de pie con Lily, mirando alrededor de la habitación, hojeando la
multitud. Lily señaló a una persona aquí y una persona allí, Sophie los miró por un
segundo antes de que Lily señalara a otro. Lentamente, recorrieron con la mirada la
gran habitación y luego Lily me señaló.
Con valentía, sostuve la mirada de Sophie mientras se centró en la mía, hice
todo el asunto de la mirada ardiente que generalmente bajaba bragas por toda la
ciudad. Su cabeza se inclinó un poco hacia un lado e, incluso desde la distancia,
pude ver el rubor en sus mejillas. Pude verla quedarse sin aliento.
Bajó la mirada hacia mi camisa y, por un momento, sus ojos mostraron una
leve insinuación de sorpresa. Rápidamente acomodó sus facciones, sin embargo,
enmascarando su expresión mientras Lily le murmuraba algo al oído. La observó
pensativamente y luego miró en mi dirección. Lily le dijo algo más que hizo a
Sophie sacudir la cabeza muy ligeramente. Luego respiró profundamente, pasó su
lengua por sus labios y dejó a Lily para abrirse paso a través de la multitud.
Hacia mí.
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Y sentí una enorme oleada de sangre apresurarse derecho a mi polla.
Cuanto más se acercaba, más duro me ponía. Siempre la había visto
únicamente desde la distancia; estaba de alguna manera más ardiente de lo que
había pensado, incluso bajo el grueso maquillaje. Me podía imaginar sus
regordetes labios envueltos alrededor de mi polla. Mi boca se hizo agua por
saborear la piel suave y cremosa de esas espectaculares tetas. Mientras se
acercaba, me di cuenta que tenía los ojos casi de un profundo turquesa, no de un
azul bebé, como había imaginado. Me pregunté cómo se verían cargados de lujuria
mientras me montaba hasta el agotamiento. El rubio alborotado de su cabello
enmarcaba su rostro en forma de corazón, las rayas multicolores sobre la
iridiscente piel desnuda de sus hombros.
Se acercó a mí y deliberadamente bajó la mirada a mi camiseta. Me preparé
para un comentario mordaz. Cada vez que la había visto antes, simplemente
rezumaba clase. Dinero. Estilo. Alta sociedad y, una vez más, solo pude
preguntarme qué diablos estaba haciendo aquí.
Fríamente tomé un sorbo de mi cerveza, inclinando la botella entre el pulgar
y el índice, esperando que hablara. Bajando la botella, se la ofrecí. Un desafío. Una
prueba. Vaciló solo un segundo antes de sostenerla y, sin apartar sus ojos de los
míos, beber.
Oh...
La forma en que sus labios se curvaron alrededor de la botella hizo que mis
pensamientos ya sucios se volvieran verdaderamente sórdidos.
Esos labios se sentirían impresionantes envueltos alrededor de mi polla.
Con la primera prueba, apenas contuvo la clara indicación que rara vez, o
nunca, bebía cerveza. La punta de su lengua se deslizó hacia fuera para captar una
gota perdida mientras inclinaba el cuello de la botella para tocar las letras en mi
camisa.
—¿Puedes cumplir esa promesa? —preguntó.
Maldita sea, sí.
Incluso en su ropa de zorra, rezumaba formalidad y corrección. Pequeña niña
rica. Ni siquiera debería estar jodidamente aquí.
Yo tenía tatuajes, perforaciones y cuero. Era mecánico. Clase baja todo el
camino. Criado por una madre soltera, luego por mi abuelo y su hermana mayor,
cuando el cáncer se la llevó lejos de nosotros. Rozaba la línea de clase media. Las
chicas de sociedad como Sophie Buchanan simplemente no venían y abiertamente
le hacían una proposición a tipos como yo. Tomó un minuto para que mi cerebro
captara que la proposición era exactamente lo que estaba haciendo.
Entrecerré los ojos en ella. Poco a poco, mi mirada viajó por su pequeña y
escasa vestimenta, tomando nota de sus perfectos senos, su pequeña cintura con
curvas y su falda súper corta. Reaccionó como si mis dedos acariciaran su cuerpo
en vez de mis ojos. Su aliento quedó atrapado en su garganta y un débil, pero 11
visible temblor la recorrió. Me tomé mi tiempo, cubriendo mi sorpresa con un
examen lento y detenido desde la punta de esas botas hasta sus muslos, luego
subiendo lentamente hasta encontrarme con su ardiente mirada.
Me enderecé, dando un paso más y tomando la botella vacía de su mano.
Sophie no dio un paso atrás, sino que se mantuvo firme. Cuando hablé, fue apenas
a un centímetro de distancia de ella:
—Ah, sí —contesté en un tono áspero, firme y bajo—. Garantizado para
hacerte gritar.
Podía ver las palabras llegar a casa. El rubor que calentó su piel. El sofoco en
sus ojos.
Realmente fui jodidamente suave.
Me miró fijamente a los ojos, estudiándome de cerca, todo el rato temblando
como una hoja.
Luego su lengua salió de nuevo para humedecer sus labios y ladeó la cabeza
hacia un lado, haciendo un gesto hacia el pasillo a la parte posterior de la casa.
—Vamos —dijo en voz baja.
Capté el temblor en su voz. Algo que decía que estaba aterrorizada en esas
jodidamente botas sexys-como-el-infierno. Pero también parecía determinada.
La deseaba desde la primera vez que la vi. Pero cuando me enteré quién era,
me di cuenta que nunca conseguiría estar a doce metros de ella. Los diferentes
círculos y toda esa mierda. No tenía idea por qué estaba allí, pero estaba muy
seguro que no iba a rechazarla para que algún otro tarado de aquí la tuviera. Me
había elegido. Fue el destino. Ya era hora. Cada buena acción que había hecho en
toda mi vida estaba dando sus frutos.
Comenzó a girar, tomando nerviosa mi mano. Ese primer toque envió una
descarga eléctrica a través de mí. Podría sonar cursi y lo más probable es que
hubiera sido solo el aire seco, pero en serio hubo un chasquido de electricidad
cuando me tocó por primera vez.
Raro. Pero extrañamente poético.
Su pequeño puño, muy ligeramente tembloroso, era cálido y suave. Quería
sentir ese toque en mi polla. El maldito pensamiento hizo que mi polla se moviera
rápidamente a través de mis putos vaqueros.
Dejé que me condujera a través de la gran habitación llena de gente. Me llevó
por el pasillo y no tenía ni idea de si sabía a dónde iba. Nunca había estado aquí,
por lo que podía recordar. Sabía, por visitas anteriores y fiestas pasadas, que la
banda mantenía gran parte de su equipo aquí, a veces usando el espacio para
practicar o escribir música o simplemente para perder el tiempo con una melodía.
Pero también había un enorme sofá mullido en forma de L. Cada lado era lo
suficientemente grande para que fácilmente alguien de mi altura se desparramara
cómodamente. Lo había hecho; y me desmayé en él suficientes veces como para 12
estar bastante seguro de eso.
Abrió la puerta, solo un poquito al principio, mirando a escondidas hacia
dentro para ver un conjunto de tambores, una guitarra y una mesa cubierta con
papel, bolígrafos y púas de guitarra. Había un tinte azulado en la habitación por un
viejo anuncio de cerveza Icehouse que Cody había enganchado del bar Copperline
una noche.
—Maldición, son instrumentos, no un dormitorio —murmuró en voz baja.
—Hay un sofá —susurré en su oído; sentí un temblor pasar a través de ella.
Su rostro se giró hacia mí solo un poco, lo suficiente para darme una idea de su
perfil; pero luego hizo una breve inclinación de cabeza y empujó la puerta abierta
el resto del camino.
Apiladas en un extremo del sofá verde profundo, había unas cuantas
almohadas suaves, mullidas y cuadradas. Y una pesada manta de peluche estaba
arrojada sobre la parte posterior.
Dio un par de pasos en la habitación. Su aliento parecía salir más rápido
ahora, respiraciones agudas que causaban temblores en su cuerpo. Se quedó allí,
de espaldas a mí, casi como si estuviera dándose una pequeña charla mental.
—¿Estás bien, nena? —pregunté y se volvió lentamente.
Su lengua salió para tocar sus labios nuevamente y sus dedos se retorcieron
con una obvia aprensión. Quise desesperadamente, en ese instante, dar un paso
más cerca. Tocarla y saborearla. Parecía lista para estallar, pero asintió. Luego cerró
sus asombrosos ojos por un momento y respiró profundamente.
Cuando los abrió de nuevo, había recuperado algo de calma. Su voz era firme
cuando habló:
—Cierra la puerta.
Levanté un poco la barbilla, estudiándola de cerca; luego hice lo que me dijo.
—¿Hay seguro? —susurró.
Asentí mientras aseguraba la puerta, el clic haciéndose eco a través de la
habitación, elevándose por encima del sonido de la fiesta de la banda.
—¿Y bien? —dijo en voz baja—. Hagámoslo.
Alcé la ceja perforada con sarcasmo.
—¿Estás segura que quieres hacerlo?
Su ceño se frunció y su voz sonó ligeramente con pánico.
—¿No quieres?
—Oh, sí. —Asentí con una sonrisa lasciva. Dejé caer mi mirada de nuevo para
que viajara más que un poco por su sexy cuerpo, se retorció bajo la intensidad. Sí,
jodidamente quería hacer esto. No tenía ni idea de cuánto tiempo había querido
esto, pero se veía a punto de saltar fuera de su piel. Deliciosamente en el borde, la 13
miré como si fuera mi presa. Leyendo cada tembloroso escalofrío que bailaba a
través de su piel—. Sí —dije de nuevo—. Estoy dentro si tú lo estás.
—Bien —dijo ella—, porque lo deseo.
Di un paso hacia ella, luego otro. Poco a poco, como si estuviera cazando un
conejo asustado. Sus ojos brillaban, por un lado, aterrorizados y por el otro con
excitación. Su exquisito pecho subía y bajaba, su postura se tambaleó solo un
poco. Durante todo el tiempo que avancé, me dije que debía estar tranquilo.
Cuidadoso. Lo repetí como un mantra una y otra vez en mi cabeza.
Jodidamente. No. La. Asustes.
Pero, al final, justo cuando llegué a la distancia de un brazo de ella, vino a mí.
Sus dedos tomaron la parte delantera de mi camiseta mientras se levantaba de
puntillas, con un brazo deslizándose alrededor de mi cuello.
Y me besó.
Desesperadamente y con un largo y profundo gemido que se hizo eco en mi
garganta y en mi cerebro. Sus labios sabían jodidamente increíbles; la piel desnuda
de sus hombros se sentía igual de satinada y suave como había imaginado. Mi
polla empezó a palpitar, lindando con el dolor, mientras sus manos se deslizaban
por mi pecho, deteniéndose en la cintura de mis vaqueros y luego deslizándose
debajo de mi camiseta. Las yemas de sus dedos sobre mi piel desnuda me
excitaron como nada que jamás hubiera sentido antes. Tiré de ella con fuerza hacia
mí, moliendo mi polla dura contra su cuerpo, tomando nuevamente el control. La
oí jadear mientras inclinaba mi cabeza para profundizar el beso; gemí ásperamente
mientras su lengua rozaba la mía.
Joder, podría haberla besado por siempre. Las pequeñas cosas que el cuerpo
necesitaba, como aire y comida, eran intrascendentes si se comparaban con la
necesidad desenfrenada creciendo dentro de mí. Su pequeño cuerpo blando se
frotó contra el mío y levanté la cabeza para mirarla. La expresión trémula que había
tenido antes había cambiado. Sus párpados estaban bajos, oscureciendo sus ojos
llenos de lujuria; sus labios magullados con la fuerza de nuestro beso. Sus
hermosas mejillas sonrojadas, su cuerpo se balanceaba contra mí mientras sus
labios se levantaban de nuevo para encontrarse con los míos.
La guie hacia atrás a través de la habitación hacia el sofá, levantando mis
brazos para permitirle pasar la camiseta por encima de mi cabeza. Sus dedos
temblaron cuando se estiró para tocar los gruesos músculos de mi pecho, la
exhibición de tatuajes en mis brazos y torso. Su respiración era pesada y rápida,
capturando un despeinado mechón de su cabello y moviéndolo contra mi piel
desnuda.
La necesidad furiosa que corría por mi cuerpo casi se rompió cuando tomó su
labio inferior entre sus dientes, me miró, luego llevó la cabeza hacia delante para
besar mi pecho. Para probar mi carne y trazar la gruesa línea de un tatuaje con la
punta de su lengua mientras sus uñas rozaban el anillo en mi pezón, atrapándolo y
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tirando de él ligeramente.
Sentí un gemido bajo dejar mi garganta con el golpe tímido de su lengua; y
regresó mientras sus dedos trazaron a lo largo de mis costillas, clavándose en mi
piel mientras mis dedos se enrollaban con fuerza en sus espesos y suaves rizos.
Sí, ella no tenía idea. Todo el mundo tiene a ese alguien perfecto encerrado
en su mente. Esa imagen de perfección y sex appeal puro. No tenía que usarla muy
a menudo. Generalmente había alguien que me ayudaba con eso. Pero cuando lo
hacía, Sophie era la imagen que tenía en mi mente. Había fantaseado con esto.
Sufría por esto. Por ella. Durante tanto tiempo. Y estaba aquí, estaba tocándome.
Estaba malditamente lamiéndome. Follándome. No había estado tan excitado
desde que había sido virgen a los catorce años, cuando mi pene fue acariciado por
primera vez.
Pasé una mano por encima de su pequeño trasero con curvas, por sus
piernas, hasta que pude levantarla contra mí. No era baja, ni tampoco era alta, pero
era delgada y sorprendentemente ligera. Por supuesto, mi cuerpo estaba excitado
y podría haber levantado un auto como el maldito Superman. Fácilmente, la
levanté en mis brazos y me arrodillé para acomodarla en el sofá.
Mientras yacía allí ante mí, su cuerpo estirado, tracé la piel de marfil de su
pecho por el borde de la camisa de corte bajo. Me incliné sobre ella, mirándola
nuevamente a los ojos.
—Estás segura de esto, nena —susurré, no tanto como una pregunta, sino
como dándole una salida. Tenía una sola noche ante mí, pero habría apostado mi
huevo izquierdo a que se trataba de un territorio desconocido para ella. También
estaba bastante seguro que mi cabeza o mis bolas explotarían si decía que no,
pero no era tan idiota como para no querer que estuviera segura—. Ni siquiera
sabes mi nombre.
Se lamió los labios y susurró en voz baja:
—Lily dijo que tu nombre es Brannon.
—Sí.
—Hola, Brannon —susurró con los ojos cerrados, levantándose sobre sus
codos para buscar mis labios de nuevo—. Soy Sophie.
—Sé quién eres —murmuré, sin saberlo, antes que mi boca se estrellara de
nuevo en la suya.
No pareció darse cuenta de mi desliz mientras tiraba de mí, instándome a
ponerme encima. Sus labios me enviaron a un frenesí, tomándome estrechamente,
curvando su cuerpo duro contra el mío, fundiéndose en mí. Me tragué su pequeño
jadeo cuando mi mano se deslizó por su cintura y sus caderas hacia abajo para
encontrar la piel desnuda de su muslo. La sangre surgió a través de mis venas
cuando envolvió su muslo alrededor de mi pierna y empujó sus caderas contra mí.
—Jodido Jesús Cristo —susurré aturdido—. No puedo esperar a estar dentro
de ese pequeño cuerpo sexy tuyo. —Estaba dolorosamente duro y su sorprendido 15
gemido de respuesta hizo que mi cuerpo y pulso latieran mucho más.
Mis labios pellizcaron y probaron la suave piel de su cuello; su espalda se
arqueó cuando su cabeza cayó hacia atrás, animándome hacia la curva de su
pecho. Sus caderas se molieron contra mí y gimió mientras presionaba mi dura,
dolorida polla en el vértice de sus muslos. Con las piernas abiertas, acunó mi
cuerpo entre ellas. Su apretada falda se había subido y me di cuenta de que no
llevaba nada debajo. Sin bragas, ni siquiera una sedosa tanga. Nada.
Me agaché para degustar la curva de su pecho a lo largo del borde de la
parte superior y pasé un grueso dedo a través del pliegue entre sus muslos. Se
había depilado hasta dejar una franja de pelo; la piel desnuda alrededor de su
vagina estaba caliente y suave, invitadora. Hizo mi maldita boca agua. Mi dedo se
sumergió muy dentro para encontrarla tan cálida y tan húmeda. Por mí.
—Oh, sí —suspiró mientras empujaba profundamente mis nudillos dentro de
ella otra vez y doblaba mi dedo para acariciar sus paredes interiores.
Todavía saboreando la delicada piel alrededor de su cuello, retiré mi mano y
la oí gemir.
—Oh Dios, por favor... vuelve a hacer eso. —Un jadeo sin aliento. Una súplica
ansiosa.
Un nuevo nivel de excitación comenzó a hacer estragos en mi polla.
Empujé un segundo dedo en ella con el primero, y gritó, el sonido
desesperado haciéndose eco a través de la habitación. Cada contacto en su interior
me ponía mucho más rígido, me hacía desearla mucho más.
Cada sonido que salía de sus labios rebotaba alrededor de la habitación y
vibraba a través de mi cuerpo hasta que sentí como si fuera a estallar.
Mi boca mordisqueó la curva de su pecho, justo por encima de la línea del
cuello de su camisa. Respondió tirando de la apretada tela hasta desnudar su carne
para mí. Pezones dulces y tiernos que sabían a gloria, que se fruncían contra mi
boca mientras los raspaba con mis dientes.
Sentí el roce ardiente de sus uñas clavándose en mis hombros y su cuerpo
sacudiéndose contra mí. Levanté la cabeza de su pecho y la besé de nuevo
firmemente en la boca, moviendo mi lengua profundamente dentro y tragándome
su gemido.
Podía sentir su tirón en la bragueta de mis vaqueros, mi mano detuvo la suya
por un minuto.
—Me muero por follarte, nena —susurré en su oído, mordisqueando el
pequeño y delicado lóbulo—. ¿Cómo de mal me deseas?
—Por favor. —Se quedó sin aliento—. Oh, por favor.
De acuerdo, así que tal vez era un completo cabrón. No había ninguna razón
en el infierno por lo que esto debería estar sucediendo.
No pudo haber estado en su sano juicio para incluso estar contemplando 16
esto, era un verdadero hijo de puta por sacarle provecho. Pero, al gritar, podía oler
el aroma embriagador de su excitación. La tenía mendigando por mi polla. Por
mucho que pensara que esto iba a volver para atormentarme, el sabor de su beso
en mi lengua, el sedoso toque de su resbaladizo pequeño coño y la desesperación
de su voz eran simplemente demasiado atractivos para que me alejara.
Así que levanté mis caderas, dándole acceso para desabrochar mi vaquero,
cuando alcancé mi bolsillo trasero. Un segundo más tarde, estaba sacudiéndome
con un repentino temblor debilitante mientras su pequeña mano se deslizaba en
mi bóxer y se cerraba alrededor de mi polla. Sus esbeltos, cálidos dedos apretaron
un poco, comenzando en la base y arrastrándose a lo largo; por un segundo me
olvidé de todo. Todo en lo que podía pensar era que tenía su mano sobre mi pene.
Sophie.
Sophie Buchanan tenía su pequeña mano caliente en mi puta polla.
Podría haber muerto allí mismo y haber sido el hijo de puta más feliz del
planeta.
Siguió moviéndose, acariciando, tirando de mí y presionando sus dedos de
todas esas increíbles pequeñas maneras que me tenían jadeando.
—Condón —murmuré—. Joder, nena, necesito un condón. —Finalmente
logré recoger mi cartera y la abrí para tomar un preservativo. Con toda la destreza
de un buey, me las arreglé para romper la lámina y envainármelo. Luego su mano
estaba de vuelta, guiándome hacia ella. El primer toque, el primer contacto directo
entre mi sexo y el suyo, el primer deslizamiento de la cabeza de mi polla
encontrándose con su pequeño coño apretado, malditamente cerca de
enloquecerme.
Todo lo que pude pensar por una fracción de segundo fue: santa mierda.
Mientras me acogía, su cuerpo vibró con deleite. Fue intensamente erótico y
estuve agradecido por la mala calidad de la luz del anuncio neón de cerveza que
colgaba en la pared para poder verla. Su boca formó una pequeña y suave perfecta
―o‖ mientras su aliento se quedaba atrapado en su garganta. Su cabeza cayó sobre
las almohadas esparcidas, su cuerpo arqueado para empujarse con fuerza contra
mí, tomándome más estrecho y profundo. Su cabello estaba desplegado alrededor
de sus hombros y sus pestañas eran gruesas y oscuras contra sus mejillas. Bajé mis
labios para rozar el pulso salvaje latiendo en su garganta y empujé con más fuerza
contra ella, sosteniéndola fuertemente mientras su cuerpo se estremecía a mi
alrededor.
—Oh Jesús —susurró con un grito ahogado, abrió los ojos para mirarme.
Reuniéndome con su mirada, me sacudí en su contra, sumergiéndome duro y
viendo el juego de sensaciones en su rostro. Sus párpados pesados, el profundo
turquesa de sus ojos se encontraron con los míos.
Quería ir despacio, saborear el fino agarre de su coño a mi alrededor, vivir en
ese momento. Pero, Cristo, era como el crack y cada movimiento de su cuerpo 17
contra el mío me hacía querer aún más. Quería moverme más rápido y más duro,
así que lo hice hasta que me estrellé contra ella. En segundos, sollozaba contra mi
pecho. Sus manos se deslizaron contra el sudor húmedo de mi espalda mientras
ella me aferraba a su cuerpo y yo hundía el rostro en la dulce, fragante piel de su
cuello.
Tenía que lograrlo, tenía que hacer que llegara a la cima antes que yo. Así que
con una resistencia inconcebible y fuerza de voluntad, no dejé de moverme,
empujando hacia atrás el dolorido deseo que amenazaba con rasgar a través de
mí. Me forcé, golpeándola casi brutalmente mientras mi pulgar se movía para
presionar círculos firmes alrededor de su clítoris. Casi me perdí cuando su coño se
apretó con fuerza a mi alrededor y mordí la piel de su hombro para evitar mi
liberación.
De repente, todo su cuerpo se apretó, entonces convulsionó en feroces olas
temblorosas. El sonido salió bajo de su garganta, profundo y ronco; luego se
levantó en un grito rasposo. Me agaché para tragarme el sonido, para besarla y
gemir de nuevo en su boca. Me enterré en su interior una última vez mientras el
torrente de mi propio orgasmo se disparaba directa y malditamente fuera de mí.
Capítulo 2
L
a cabeza me daba vueltas. Cada músculo de mi cuerpo se había vuelto
completamente líquido y mi corazón estaba corriendo. Probablemente
estaba aplastando a Sophie, pero, Cristo, no podía moverme. Mi cerebro
se negaba a pasarle el mensaje a mi cuerpo.
Afortunadamente, no parecía importarle. Su rostro estaba presionado en mi
cuello, su aliento jugando con mi piel. Sus dedos estaban sin fuerzas a lo largo de
mi espalda, contrayéndose al azar con un espasmo leve haciendo eco de su
pequeña vagina apretada.
Olía tan increíble. El fresco y limpio aroma de su cabello arremolinándose a
través del aire para mezclarse con el erótico olor del sexo sin inhibiciones.
Acostado allí con ella, encima de su cuerpo y todavía enterrado profundamente en
su interior, nunca querría moverme de nuevo mientras viviera. Había tenido algo
de sexo increíble antes, pero nunca me había venido de la forma como lo hice
follando a Sophie Buchanan.
Su pierna se enderezó un poco, su pie acarició mi pantorrilla y me apoyé
18
sobre los codos para mirarla. Por un segundo, sus ojos permanecieron cerrados
antes que los abriera para mirarme.
—Gracias —sonrió aturdida.
No esperaba que dijera eso. A pesar que fue una mierda increíble para mi
ego. Al inicio. Y entonces como que me golpeó, era algo así como que iba a
continuar con un ―fue divertido‖ o algo parecido.
—Mmm... Por nada —murmuré.
Una risa dulce la recorrió; bajó la mirada hacia mi pecho por un segundo
antes de llevar sus ojos de nuevo hasta los míos. Esta vez, sostenían una pizca de
timidez, un toque de vergüenza.
—Para que lo sepas... esto no es algo que haga mucho. Como, nunca he
hecho algo como esto.
—Como que deduje que el sexo con un desconocido no es lo tuyo.
—Es un poco fuera de lugar para mí.
No estaba seguro de cómo responder. No tenía idea qué decir. En parte
porque todavía tenía mis bolas profundamente dentro suyo y cada movimiento y
giro de su cuerpo enviaba una vibración débil a través del mío. Afortunadamente,
continuó así que no tuve que decir nada.
—Esto fue un poco como, bueno... no estoy segura de lo que fue, pero tenía
que hacer esto.
—Um, bien —dije, sin entender, pero también dándome cuenta de que se
estaba preparando para explicarse y desaparecer. Toqué su rostro con la palma de
mi mano, rozando su mejilla con mi pulgar—. Sabes, no tienes que explicarme
esto. Puede que no tengas mucha experiencia con este tipo de cosas, pero eres
jodidamente buena en eso, así que estoy seguro de que no me quejaré.
Se rió bajo y mi aliento se atoró por lo impresionante que se veía de cerca. Su
rostro se enrojeció, sus labios se hincharon, sus ojos brillaron en mi dirección.
—Eso es muy dulce de tu parte. —Sonrió.
—Palabra de honor —juré.
—Tienes una gran cantidad de tatuajes para ser un boy scout.
—Bueno, ha pasado un tiempo, pero todavía recuerdo todo el asunto del
honor.
Me moví un poco, provocando que Sophie respirara fuertemente mientras me
deslizaba. Ese pequeño jadeo, ese sonido entrecortado, agitó de nuevo algo en mí.
Jesús, era como el Viagra personificado. Ofrecí una rápida oración a cualquier
deidad que pudiera estar escuchando para tener más condones en la cartera.
Me levanté de ella y me quité el preservativo, lo arrojé a la basura junto a una
mesa cubierta con partituras y baquetas. Metiéndome de nuevo en mi pantalón,
me volví para verla sentada y ajustándosela ropa también. Pasó los temblorosos 19
dedos a través de los enredos que había causado y me miró con una repentina
vulnerabilidad abrumadora que me atrajo más. Me arrodillé en el piso delante de
ella, mis manos yendo a descansar sobre la suave piel cálida de sus muslos.
—¿Estás bien? —pregunté mientras sentía un temblor atravesándola.
Su mirada cayó sobre mi pecho y sus dedos se levantaron para tocar el
tatuaje de fénix que corría a través de mis clavículas, extendiendo sus alas hacia
cada hombro.
—Sí —respondió en voz baja—. Solo que esto es territorio desconocido para
mí. Me siento un poco incómoda, como si no supiera qué hacer. —Tragó—. ¿Debo
irme?
Su toque siguió hasta mi hombro, una caricia ligera como una pluma que se
disparó directamente a mis bolas. Levanté su barbilla para atraer sus ojos a los
míos.
—Podrías quedarte un poco más. De hecho, me gustaría un poco de otra
ronda—le dije con una voz gruesa, ronca—. Ver que otro tipo de ruidos puedo
conseguir que hagas.
No fue mi mejor línea, de verdad. Pero me miró y vio algo allí, algo que la
mantuvo en su lugar mientras descendía mis labios a los suyos otra vez y
suavemente exploraba la dulzura de su boca. Mientras la besaba, sentí el delicado
toque de sus dedos a través del cabello corto en mi nuca. Nuestras caricias
lánguidas nos jalaron más cerca y entonces estaba sentado en el sofá, tirando de
su cuerpo con suavidad y firmeza al mío.
Todo el frenético deseo que tuvimos antes se redujo a una pura y lenta
sensualidad de lánguidas lenguas y toques. Su cuerpo siguió al mío mientras me
recostaba en el sofá; mis manos en sus deliciosas, caderas curvilíneas se
intensificaban a una fuerza causante de moretones. Respirando con dificultad,
levantó la cabeza para mirarme. Me di cuenta que el fino tirante de su blusa se
había deslizado de su hombro, añadiendo un elemento más a su impresionante
aspecto desaliñado. Sus ojos ardían calientes en la penumbra cuando pasé mis
dedos a lo largo del dobladillo de su blusa. Esperé unos segundos, rozando mis
dedos por la tierna piel, leyendo su cuerpo por una señal de que estaba deseosa
de más.
Y allí estaba. Un pequeño empujoncito de sus caderas, la presión de su
cuerpo contra mi creciente dureza. Deslicé mis manos por su torso, mientras tiraba
de su blusa hacia arriba y sobre su cabeza.
Sophie en esa pequeña blusa de seda ajustada había sido increíblemente
sexy.
Pero fuera de esa pequeña blusa sedosa apretada me puso de semi-duro a
duro como una roca en uno-punto-cinco segundos.
Su sujetador de encaje negro cubría las curvas perfectas de sus senos. La tela
transparente casi ponía de relieve sus pezones de color rosa pálido que se 20
endurecieron mientras mis pulgares rozaban el encaje oscuro, causando que
emitiera un agudo jadeo. Sus ojos se cerraron y sus manos se juntaron sobre las
mías, en silencio rogándome que los amasara, pellizcara y acariciara. Así lo hice,
inclinándome para chupar y pellizcara través del fino encaje negro. Deslicé una
mano alrededor de su espalda, soltando hábilmente los ganchos y bajando las
correas de sus hombros. Mis labios siguieron un lado, empujándolo lentamente por
su brazo y luego volviendo a chupar firmemente su pezón. Mis manos amasaron
los montículos suaves, masajeando y apretando, mientras jugaba con un pico
endurecido, luego con el otro. Adelante y atrás. Sacando los gemidos más dulces
de sus labios.
Con un gruñido, tiré de su cálido torso desnudo hacia mí, mis labios se
tragaron el jadeo por el toque de nuestra piel desnuda. Se arqueó hacia mí, su
falda subiendo una vez más, peligrosamente alto mientras se retorcía para
acercarse aún más, y pasé las manos a lo largo de su firme e hinchado trasero.
Hasta el dobladillo de su falda, guiando sus movimientos rítmicos, retorciéndome
mientras se apretaba con fuerza contra mi pene.
El dolor estaba de vuelta, como si nunca me hubiera venido, como si hubiera
tenido las bolas azules por un mes. Giré nuestros cuerpos para que se sentara en el
sofá debajo de mí. La levanté un poco para desabrochar su falda y tirarla
suavemente por sus caderas y piernas, dejándola completamente desnuda excepto
por esas impresionantes botas de fóllame. Jalé mi cartera de donde la había dejado
caer antes junto al sofá y di las gracias a mi estrella de la suerte porque aún
hubiera dos condones dentro.
Mirando hacia Sophie, le entregué un paquete de aluminio; luego me quité
mis jeans mientras lo abría con un destello de sus perfectos dientes blancos.
Empujando mi jean, bajé de nuevo sobre su cuerpo, haciendo una pausa mientras
me envainaba y me guiaba de vuelta a su calor. Mientras poco a poco me hundía
en su interior, dobló las rodillas, dándome un flash periférico de sus botas altas;
hice todo lo que podía para no volverme todo animal y empezar a golpear
furiosamente sin sentido. Quería saborearla. Pareció terminar tan rápido la primera
vez, tan frenético y nervioso; quería absorber cada estremecimiento y temblor
porque mientras la follaba largo y lento. Precisos, trazos medidos que sacaron un
tranquilo gemido repetitivo de su garganta.
La pequeña rotación de sus caderas cambió y toqué un punto dulce que nos
sacudió a ambos. Una pequeña caricia más y ahí estaba otra vez. Sophie gritó
contra mi pecho, sus uñas clavándose en mis glúteos mientras me hacía una seña
para que fuera más profundo.
El ardor comenzó en mis brazos y piernas. Cada músculo de mi cuerpo
empezó a dolerme mientras comprimía mi necesidad inminente por golpear. Lo
tenía bajo control total, follándola con un suave y constante ritmo que la hizo
apretarse alrededor de mí tan perfectamente cuando comenzó a encontrase con
mis embestidas. Duro. Rápido. Impresionante. Se contrajo a mí alrededor e inclinó
21
sus caderas, haciendo que la punta de mi pene la golpeara solo en el lugar
adecuado para nosotros dos. Y con el primer temblor de su cuerpo creciente en la
liberación, también me dejé ir y caí en el olvido.

***

Exhausta, completa y totalmente agotada, Sophie durmió ligeramente allí en


mis brazos. Su cuerpo se movió y oí el débil chirrido de sus botas rozarse entre sí.
—Soph, nena —le susurré—. Vamos a quitarte las botas.
Murmuró un sonido somnoliento incoherente y decidí tomarlo como un
asentimiento. Me deslicé por su cuerpo para abrirla parte posterior de sus botas y
sacárselas.
En mi propio letargo saciado, miré hacia su cuerpo desnudo, iluminado por
las luces de neón. Mierda, era una maravilla. Había pensado eso en el segundo que
la vi por primera vez hace unos años en el parque. Y tener este momento para
estudiarla ahora parecía surrealista.
Lo había hecho con algunas chicas bonitas en mis días, algunas chicas habían
sido simplemente magníficas. Pero no podía recordar una sola que me diera una
emoción como esta.
Finalmente, no pude luchar contra el sueño por más tiempo. Mis ojos
comenzaron a cerrarse. Con mucho cuidado me quité el condón número dos y lo
arrojé a la basura que había tenido la previsión de mover cerca de nuestros pies.
Luego jalé a Sophie cerca, tirando de la manta por encima de nosotros y
quedándome dormido en un pesado sueño sin sueños.

22
Capítulo 3
C
uando me desperté la mañana siguiente, me dolía todo el cuerpo por el
sexo salvaje y desenfrenado con Sophie la noche anterior. Solo de
pensar en ella me ponía duro como una piedra otra vez y malditamente
me froté mientras me quedaba ahí, completamente desnudo en una manta, en el
sofá de Mofo‘s. Si los músculos doloridos no habían sido suficiente prueba, mi
estado de desnudez era una reafirmación de que había conseguido relajarme
totalmente. Esa tendía a ser la razón de que me despertara desnudo con el trasero
al aire de vez en cuando. Aunque, en general, había una chica desnuda con el
trasero al aire ahí conmigo.
Pero Sophie se había ido sin dejar rastro. Excepto por las envolturas de
condones en el suelo.
Y las marcas de rasguños en mi espalda y pecho.
Como un bastardo enfermo, las estudié en el espejo, casi deseando que me
dejaran una cicatriz. Un recuerdo permanente de anoche. Me sentía bastante
jodido, descentrado sobre todo. Intranquilo y molesto. No quería pensar en ella,
pero no pude evitarlo. 23
Así que me quedé ahí por un tiempo en una neblina aturdida, luchando
contra el impulso de revivir cada momento. No había tomado cosas fuertes, solo
cerveza y únicamente bebí dos, así que estaba muy lejos de tener resaca cuando
ella apareció. Ciertamente, ni cerca de un bajón borracho. Sin embargo, casi me
hubiera gustado que lo hubiera sido. Habría sido mucho más fácil olvidarlo si
hubiera estado drogado. Podría haber sido borroso y somnoliento, como si fuera
algo que hubiera evocado en mi mente.
En cambio, me imaginaba su cuerpo en el débil resplandor de neón. Oí su voz
susurrando en mi oído.
Todo acerca de la experiencia con Sophie esa noche parecía muy claro. Podía
recordarlo todo en alta definición, tipo mierda 3D... XD1. Cada gemido. Cada
suspiro. Cada pequeño apretón de su vagina alrededor de mi pene.
Realmente había jodido mi encanto sin preocupaciones.
No podía haber sido tan buena. No parecía posible. Nadie podría haber sido
tan bueno, no por mucho. Y, sí, ella era jodidamente caliente. Incluso más caliente
de lo que originalmente había pensado que sería.

1
Extreme Digital: es un formato de cine, la pantalla es más chica que la de IMAX pero cuenta con mejor
definición tanto sonora como visual.
Pero la forma en que se había movido debajo de mí, sobre mí, a mi
alrededor... Maldición. Era como brujería, algún hechizo pagano. Como si hubiera
habido luna llena o todos los planetas se hubieran alineado para que tuviera esa
increíble circunstancia, ese cautivante momento en el tiempo que no me podía
sacudir. Simplemente no parecía natural.
Mis pensamientos volvieron a preguntarme por qué diablos estaba allí en
primer lugar. ¿Cómo fue que incluso conoció a Lily? No podía entenderlo. Sophie
era de la alta sociedad. De los clubes de campo y del dinero. Hasta ahora no era de
mi nivel en la escala social, ni del de Lily. O de ninguna otra persona en la fiesta,
para el caso.
Era evidente que había estado descarrilándose por alguna razón desconocida.
Tal vez algo relacionado con su novio idiota. Algo la había lanzado, algo la había
sacudido y de forma desagradable, llevándola hasta el momento fuera de su
elemento. Fuera de su pequeño mundo seguro.
Lo que me hacía un pendejo total por tomar ventaja de ella. Había estado
nerviosa. Había sido errática e insegura. Alterada por algo. Francamente aterrada
de lo que estaba haciendo. Y lo hice a un lado, emocionado como el infierno de
tener la oportunidad de meterme en sus pantalones, de rascarme la picazón que
me había atormentado durante bastante tiempo.
Por primera vez en toda mi vida sexual activa, me sentí insignificante. Me
pregunté si estaría recordando con pesar. Claramente había estado usándome,
pero había estado usándola también. Me sentía bastante seguro que le había 24
servido jodidamente bien, sobre todo cuando pensé en ese grito que había dejado
salir cuando la follé.
Maldita sea. Eso fue malditamente sexy.
Pero mi suposición era que estaba mucho más familiarizado con el sexo
casual. Tal vez eso fue todo. Tal vez eso es lo que la hacía parecer un poco
diferente al resto. Lo que la hacía mejor. Su inquietud. Su energía nerviosa. Y la
forma en que había confiado en mí para darle lo que estaba buscando.
Todo lo que realmente sabía era que había una especie de rareza en esta
situación que no entendía. Alguna tipo de sentimiento loco que no podía romper.
Alguna conexión que no podía apagar en mi mente. No podía bloquearla. Me hacía
mierda la cabeza y todo alrededor parecía tan complicado e impredecible.
La había deseado durante años y, jódeme, me había emocionado el haberla
tenido. Sin embargo, estaba terriblemente irritado que pudiera ser la única vez
que la tuviera. Quería más. Como si su sabor solo hubiera incrementado mi apetito.
Me pregunté por un segundo si sería mi karma por todas las veces que había
apartado a alguien que había querido más de mí.
Debido a que en realidad no andábamos en los mismos círculos sociales, no
tenía ni idea de cómo encontrarme con ella casualmente. No tenía exactamente
una tarjeta como miembro del club de campo. No tenía cenas cada viernes por la
noche en la parte alta y no gastaba mi dinero, duramente ganado, en el spa
recibiendo masajes y manicura, ni cera sobre mi... um... bueno, solo de pensar en la
suya se me hacía agua la boca por una probada de lo que acababa de ver y sentir.
Y Sophie no se dejaba ver mucho por Copperline.
Como… nunca.
Tampoco vendría a otra fiesta de los chicos.
Estaba ridículamente deprimido. Así que me decía a mí mismo que era
Brannon Forrester, joder. Era una especie de superhombre y estoy seguro de que
me importaba una mierda una chica con la que alguna vez había conectado.
En otras palabras, me mentí a mí mismo. Una y otra vez.
Sabiendo que las acciones hablan más que las palabras, trabajé mi culo
durante el día, pasaba el rato en Copperline en la noche e iba de fiesta con los
Mofos cuando el bar cerraba. Me emborrachaba, me drogaba; me despedían.
Dormí con Laura y me volví un completo idiota cuando se volvía necesitada, pero
también salía como la mierda de ahí mientras la cosa era buena porque no era ni
remotamente como si hubiera estado con Sophie.
No, me dije. Sophie no era mejor que Laura o Ruth o Pauline o Maggie. Solo
la había idealizado en mi mente por ser ese malditamente irreal pedazo de trasero
atractivo.
Era inalcanzable, eso era todo.
Y casi me convencí. Estaba tan cerca de la normalidad de nuevo, tan cerca de
25
mi estilo de vida sin preocupaciones.
Pero, fuera de la mierda azul, después de un mes de pura fijación, ahí estaba
ella. Sentada justo en la parte delantera del público en el Festival Folk, patrocinado
en parte por Buchanan Investments. Es decir, por su papá.
Esta vez, era la Sophie seria. La Sophie original. No la Sophie sexy y excitada
que apareció y sacudió mi mundo, sino la Sophie formal y correcta detrás de la
máscara. Compuesta y serena con una sonrisa educada y sin emociones que la
hacían parecer como si estuviera en una burbuja, sin ser tocada por nada a su
alrededor.
Estaba sentada junto a su madre, quien tenía la misma expresión, salvo quizás
con una sonrisa más ansiosa. Se veía bien para su edad, aunque había un aire
plástico a su alrededor, como si hubiera tenido demasiados estiramientos faciales.
El padre de Sophie estaba sentado con severidad al lado de su madre, irradiando
poder aristocrático y riqueza.
El Festival Folk avanzaba, me senté detrás del escenario y traté de no ser un
total arrastrado de mierda. Seguí tratando de centrarme en el panel de sonido,
pero mis ojos seguían yendo hacia ella. Cada vez que pestañeaba, su sexy cuerpo
aparecía ante mis ojos. Su suave piel de marfil que brillaba en la luz neón. La
escuché jadear y gemir más fuerte en mi cabeza que la música que salía del
escenario. Al final del grupo, me sentí como un acosador total, tratando de no
mirarla, pero consciente de cada uno de sus movimientos. A la espera que un
vistazo de esa gatita sexual folladora atravesara su nube de compostura.
Mientras la banda celta que estaba ayudando terminó, di un adiós rápido y
salí de atrás del escenario, preguntándome a donde se dirigía Sophie ahora. La
última vez que la había visto, había estado yéndose con sus padres. Así que me
quedé atrás y la busqué entre la multitud. Gruñí mientras vi cómo ese imbécil
novio suyo caminaba hacia ella y sus padres.
Estrechó la mano de su padre y su madre le dio un pequeño beso en la
mejilla, luego se volvió hacia Sophie quien se endureció por una fracción de
segundo. Un brillo de enojo iluminó sus ojos. Evidentemente, algo estaba muy mal
entre ellos. Me pregunté si habrían peleado, si eso era lo que la había impulsado a
mis brazos en la fiesta. O si le habría contado lo que pasó en casa de la banda y tal
vez habrían peleado por mi culpa. Tan miserable como era, en realidad como que
esperaba que ese fuera el caso.
El padre de Sophie parecía muy contento que el imbécil estuviera ahí, igual
que la madre de Sophie, que se movió hacia él, poniendo su mano en su brazo
mientras él le acariciaba la mano con suavidad.
Era muy extraño estudiar la dinámica que existía en esa familia. Sophie era
claramente una adulta, sin embargo, vi como su padre, obviamente, la reprendió,
regañándola por su comportamiento como si fuera una mocosa de doce años. La
empujó hacia el idiota y luego jaló el brazo de su esposa para llevarla en la otra
dirección, dejando a Sophie con el tarado. 26
El imbécil intentó tirar de su brazo como el padre de Sophie había hecho con
su madre, pero Sophie se quedó allí negando. Obviamente no tenía ganas de ir
con él. Di unos pasos en su dirección, debatiendo si debería ser todo un caballero
blanco y golpearlo entre sus ojos. Traté de ser paciente, de dejarla encargarse del
asunto, sabiendo que no debería ir por ello, sin importar lo mucho que quisiera
noquear al bastardo.
Pero llegué a mi límite cuando le torció el brazo. Sophie se apartó con
vehemencia y él la jaló más cerca. Mis instintos protectores se hicieron cargo
mientras me metía entre la multitud.
—Richard —Sophie estaba suplicando—, detente, me haces daño.
—Haz lo que digo —gruñó el idiota de regreso—, y no tendré que hacerlo.
—Déjala ir —protesté.
Sorprendido por mi repentina aparición, Richard se volvió hacia mí, pero no le
soltó el brazo.
—¿Quién diablos eres? —preguntó con una mirada de desprecio.
Sophie se quedó boquiabierta. Su rostro mostró una gran variedad de
expresiones. Reconocimiento. Sorpresa. Vergüenza. Calor.
—Oh Dios mío —jadeó—, Brannon...
Mi nombre en sus labios era puro y erótico. Sexy y sin aliento.
Joder, sí. Se había acordado de mi nombre. Por lo general lo hacían, pero,
curiosamente, había estado un poco nervioso de que no pudiera hacerlo.
—¡¿Brannon?! —El idiota frunció el ceño y jaló su brazo de nuevo—. ¿Quién
demonios es Brannon, Sophie? ¿Lo conoces?
Al instante me enfadé y me acerqué, sujetándolo por la solapa de su pequeña
chaqueta deportiva de niño rico. Tenía cerca de diez centímetros y probablemente
unos veintitrés kilos de músculo más que el chico. Sentía como si pudiera romperlo
como a una ramita.
—Déjala. Ir —repetí.
Como un completo marica, el idiota le soltó de inmediato el brazo. Sophie se
movió rápidamente hacia atrás, frotándose la piel magullada mientras jalaba un
par de grandes alientos temblorosos.
—¿Qué estás haciendo, Brannon? —dijo sin aliento, con los ojos todavía
abiertos con sorpresa.
—Parecía que este hijo de puta te estaba molestando —le contesté,
nivelando mi mirada amenazante con el idiota—. Estoy aquí para detenerlo.
Una gota de sudor le corría por la sien.
Marica.
―Entonces déjala sola—le gruñí. 27
—N…no tienes idea de con quién estás hablando —tartamudeó de regreso.
—Me importa una mierda con quién estoy hablando —le respondí—. Déjala.
Malditamente. Sola.
—Sophie —espetó ansiosamente, mirando a mi alrededor para verla—. Dile
que me suelte.
Miré por encima de mi hombro para ver que Sophie parecía tener un poco de
dificultad para tranquilizarse. Sus ojos turquesa brillaban salvajemente de ida y
vuelta entre nosotros dos. Su boca se movió, pero parecía demasiado sorprendida
para hablar.
—¿Qué quieres que haga? —le pregunté, levantando mi ceja perforada―.
¿Quieres que lo suelte?
—Uhm —finalmente se forzó a decir—, bien, probablemente deberías
hacerlo.
—Gracias —gruñó el tarado cuando aflojé para que pudiera dar un paso
atrás—. Vámonos, Sophie.
Negó
—No me iré contigo, Richard.
—¿Qué? —gruñó y di una ligera sacudida hacia él. Saltó hacia atrás,
moviéndose con tanta violencia que pensé que podría lastimarse.
Qué total y absoluto idiota era este tipo.
—Bien, entonces —murmuró él con voz temblorosa—, hablaremos de esto
más tarde.
Retrocedió unos pasos más mientras sacaba las llaves del bolsillo. Apretando
un botón, un chirrido sonó desde un nuevo Mustang rojo brillante que estaba
estacionado cerca. Con una última mirada, se dio la vuelta y se montó en el auto.
Como si ya no hubiera sido totalmente desagradable, giró los neumáticos en la
salida del estacionamiento, pasando muy cerca de una multitud de personas que
cruzaban la calle delante de él.
Me volteé de nuevo hacia Sophie, quien todavía parecía alarmada, pero
también obviamente aliviada de que se hubiera ido.
Se quedó allí recuperándose por un segundo antes de que sus ojos se
encontraran una vez más con los míos.
—¿Estás bien? —le pregunté.
—Yo, eh… —tartamudeó—. Sí. —Abrió la boca para decir algo más, pero la
cerró de golpe.
Al abrirla de nuevo, liberó una respiración profunda y dio una especia de
sonrisa nerviosa.
28
Fue un momento incómodo total a la velocidad de una tortuga. Un
movimiento digno.
—Ese era mi ex —alcanzó a decir finalmente—, mi ex prometido, en realidad.
—Jesucristo, ¿te ibas a casar con ese idiota? —Las palabras salieron de mi
boca antes que las pensara.
Sophie se encogió de hombros.
—Siempre se esperó que lo hiciera —dijo con mueca irónica en sus labios
carnosos—. Sophie y Richard, un feliz para siempre. Pero luego se acostó con mi
mejor amiga y me dio una buena razón para no casarme con él, después de todo.
—Richard, ¿eh?
—Sí, Richard Banner...
—¿En serio? He oído el nombre, pero siempre pensé que Richard Banner era
viejo.
—Probablemente estés pensando en su padre. Mi ex, Richard, es el cuarto
Richard Banner.
Asentí con una sonrisa sardónica
—Bueno, es un nombre apropiado. Parece un verdadero idiota.
Sophie finalmente sonrió con tristeza, un brillo travieso iluminó sus ojos
—Lo es.
—Cuarto, en una larga línea de idiotas. Sin embargo, a tu papá parece
gustarle y a tu mamá también.
Bajó los ojos mientras fruncía el ceño.
—Mi padre y el suyo son socios de negocios. Desde muy joven, se me animó
a que me gustara. Se me alentó a salir con él. Se me alentó casarme con él. No
parecieron dispuestos a dejar ir su soñada unión —dijo mientras señalaba en la
dirección donde sus padres se habían ido—. Incluso si es más como una fusión de
negocios, que cualquier tipo de relación.
—¿Saben que te engañó?
—¿Qué es un poco de infidelidad cuando se compara con la posición social y
el dinero, no? De acuerdo a mi madre, todo es parte de la vida, lo que te da un
poco de información sobre el comportamiento de mi padre, supongo.
Tuve una sensación incómoda en las entrañas, retorciéndose y dándome
náuseas mientras se me ocurría que ella había ido por una cogida de venganza. Y,
tanto como realmente no quería eso, me molestaba.
—Entonces, te engañó, ¿y es por eso que me follaste?
Probablemente no debería haber preguntado eso, sobre todo en la forma en
que lo pregunté, pero era como si no pudiera detenerlo.
Me estaba carcomiendo, lo que debilitaba la confianza carismática que me
29
hacía fuerte.
Sophie pareció un poco sorprendida ante el brusco recordatorio de justo lo
que había pasado entre nosotros, pero me dio una sonrisa sombría.
—En realidad, estaba esperando que no me quisiera más. Sobre todo desde
que no me adhiero a la clase alta de la sociedad.
—Correcto —murmuré con más que un rastro de sarcasmo—, sería una
vergüenza desmentir las leyes del orden social. —Esta discusión estaba
demostrando ser un poco brutal para mi ego.
Al darse cuenta de lo que dijo y cómo había sonado, se apresuró a
contrarrestarlo:
—Para que lo sepas, esa es tu percepción, no la mía. Tienen esas nociones
malas sobre la riqueza y el prestigio. No es factible que una chica de clase alta
pudiera ir a buscar a un extraño con perforaciones y tatuajes a una fiesta.
—No, está bien. Soy muy consciente que hay algunas diferencias muy
marcadas entre ese imbécil y yo. —Traté de reírme de ello—. Jodidas gracias. —
Asentí hacia las marcas de deslizamiento donde el tarado había salido—. Parece
como si tu gran plan de soltarte en realidad no hubiera funcionado, sin embargo,
¿eh?
Sophie frunció los labios y sacudió la cabeza.
—No importa lo que realmente sucedió. Todo esto es solo como se ve en el
exterior. Los estilos de vida de los ricos y famosos.
—Entonces, todos te dejaron aquí. ¿Necesitas un aventón?
—Puedo, uhm —Bajó la mirada y tomó su labio con los dientes—. Bueno, ¿tal
vez? Pero... —Su voz se apagó.
—¿Pero, qué? —le pregunté.
—Bueno, realmente todavía no quiero ir a casa. Y, aunque no quiero que
pienses que estoy tratando de... porque, bueno, ya sabes lo que hicimos. Pero —
preguntó vacilante—, ¿tenías algún plan?
Deslicé una sonrisa perezosa en mi rostro cuando sentí la confianza fluir de
nuevo en mis venas. Estaba interesada en mí. Lo podía ver. El rubor rosado dulce
en sus mejillas y la forma en que trataba de sonar toda casual, como si no fuera
nada. Pero su voz era vacilante y temblorosa. Sus ojos se oscurecieron un tono
cuando se encontraron con los míos y ladeó la cabeza con coquetería.
—Bueno —le sonreí—, los Mofos estarán tocando en el Copperline esta
noche. ¿Te gustaría ir?
—¿Los Mofos?
—Son amigos míos. Era su fiesta a la que, uhm, sí… —Su enrojecida torpeza
parecía algo contagioso y me hacía sentir un poco acomplejado decir lo que
normalmente habría estado dispuesto a dejar escapar, con un montón de
improperios—. De todos modos, tienen una banda, Bangin´ Mofos. 30
—¿En serio? ¿Son buenos?
—Me imagino que depende de lo que creas que es bueno —encogí mis
hombros—, pero me gustan. Son como una pequeña banda de rock, un poco
alternativos, con un poco de estilo irlandés por las raíces de Denny.
—¿Tu amigo es irlandés?
—Nacido y criado en Dublín. Tiene algunos parientes lejanos en Butte y
quería ir a Tech. Conoció a Justin ahí y Justin nos conocía a todos nosotros. A
Denny le encantó estar aquí y no quiso irse. No estoy del todo seguro que tenga
papeles, sin embargo. —Me reí.
Sonrió.
—Suena un poco loco y maravilloso. Me encantaría ir a verlos.
—Muy bien, hagámoslo —le dije con una sonrisa, luego fruncí el ceño cuando
vi que se sorprendió un poco—. Soph, ¿estás bien?
Sonrió y miró sus pies, enrojeciendo ligeramente.
—Sí —me aseguró—, solo... tuve un recuerdo.
Hagámoslo... Sophie había dicho eso la noche en que la follé. Su voz había
estado entrecortada y determinada; ahora hizo eco en mi cabeza. Junto con los
gemidos y jadeos, los pequeños sonidos que había hecho cuando estaba en su
interior.
Jodido infierno, quería más de ella.
—¿Es un buen recuerdo? —murmuré, observando el ascenso y caída de sus
pechos. Asintió lentamente, mirándome a los ojos directamente. Esa emoción
onduló en mí. Nos miramos uno al otro por unos minutos—. Entonces, de todos
modos, mi auto está allá atrás —dije finalmente, señalando por encima del hombro
con mi pulgar.
Cualquier incomodidad que hubiera existido se evaporó al minuto que
Sophie vio mi auto. Mi maldito Cougar Cobra 1968 gris metálico con un motor
Ford Cobra Jet, una de las pocas posesiones que tenía que valía algo en absoluto.
Mientras abría el lado del pasajero y la puerta para ella, se le quedó viendo
con asombro.
—Vaya —murmuró en voz baja—, esto es absolutamente un auto.
—Mmm... Mi bebé. —Toqué el techo gris oscuro—. Fue de mi abuelo. Era
mecánico y yo estaba mucho en su taller cuando era niño.
—Es hermoso.
—Lo consiguió en una subasta, cuando yo tenía unos ocho años más o
menos. Con los años buscamos todas sus piezas, lo que, sinceramente, fueron
difíciles de encontrar como la mierda. Pero fue impresionante verlo lentamente
rugir de nuevo a la vida, tomando una vez más la forma y belleza que una vez 31
había sido.
Los ojos de Sophie se volvieron nostálgicos mientras hablaba. Soñadores
pero un poco tristes.
—Suena como que significa mucho para ti —dijo suavemente—. Como si él
hubiera significado mucho para ti.
—Era un gran tipo. —Sonreí—. Cuando murió, me dejó el taller, lo que fue
increíble. Pero me dejó esto que fue mucho más genial. Sin embargo, es cuestión
de tiempo para que hiberne.
—¿Para qué hiberne?—Sophie inclinó la cabeza con confusión.
—No me gusta manejarlo en invierno, por lo que hiberna en la trastienda de
mi taller, a salvo de todos los idiotas locos que no pueden conducir en la nieve.
—Oh. —Se rió—. He de decir que, sabiendo lo mucho que esto significa para
ti…
—Es ella —la corrigió.
—Bien —dijo Sophie con una sonrisa—, saber lo mucho que ella significa
para ti, me hace tener un poco de miedo de tocarla.
—No, es valiente y hoy es un día maravilloso para un paseo en algún buen
American Muscle2. Con el otoño aproximándose, no vamos a tener demasiados
días iguales. Podemos bajar las ventanas y escuchar el rugido de mi Cougar.
—¿Cougar?
—Sí... Es un Cougar Mercury. Algo así como un Mustang súper lujoso, excepto
que un Mustang solo corre rápido. Un Cougar corre rápido y come Mustangs para
el desayuno. —Sonreí con malicia.
—Richard conduce un Mustang. —Se rió.
—Sí, me di cuenta... cobarde. —Le sonreí de vuelta.
Sophie tenía la mirada más increíblemente traviesa en sus ojos.
—Bueno, ¿qué estamos esperando? Veamos a tu bebé en acción.

***

Mientras llegábamos a la carretera, Sophie se deshizo la apretada coleta


dejando volar su cabello violentamente con el viento. Su amplia sonrisa abierta era
contagiosa y se echó a reír cuando sacó su brazo por la ventana para sentir la
fuerza de las corrientes de aire. Era como una niña con un juguete nuevo.
Malditamente increíble y hermosa, la adición de su entusiasmo y ansia de
vida la hacía surrealista. 32
El Copperline estaba a mitad de camino entre Ophir y Butte, pero tomé el
camino largo entrando a la interestatal para dejar que el Cougar corriera bien.
Hicimos un amplio arco al siguiente desvío a unos cuarenta y ocho kilómetros de
distancia antes de dirigirnos por la carretera de dos carriles de vuelta al bar.
Una antigua parada de los días de la fiebre del oro, era fuera de lo común, lo
que lo convertía en un lugar impresionante para pasar el rato. Las bandas más
ruidosas siempre tocaban ahí. Las peleas eran siempre las más locas. Las chicas
siempre eran las más fáciles.
Mierda, pensé por un momento. Traer a Sophie quizás no fue la mejor idea.
Realmente esperaba que no hubiera nadie con quien me hubiera acostado. Por lo
menos esperaba que no hubiera ninguna con la que me hubiera acostado
recientemente.
Pero, era un poco demasiado tarde para preocuparse por eso. Además, en
realidad, ya sabía que era un mujeriego total. Es por eso que Lily me había
señalado la noche de la fiesta.

2
El AmericanMuscle Car debe ser un carro hecho en Estados Unidos, coupé, con tracción trasera, capacidad
para cuatro o más pasajeros y cuenta con un motor V8 bajo el cofre. Originalmente, también debían ser
accesibles y por esto mismo fueron todo un éxito entre los años 60 y 70.
Me detuve en la parte trasera del bar al lado de la camioneta de Denny y lejos
de la mayoría de los otros vehículos en el estacionamiento. Era un habitual aquí y,
al ser cercano a la banda, me había ganado algunas ventajas como un lugar
relativamente seguro para estacionar, donde nadie se metiera con mi auto.
Mientras entraba, me di cuenta que Sophie veía algunas chicas con poca ropa
riendo a través del estacionamiento, todas escotadas y con los muslos desnudos.
Mencioné que las chicas de aquí eran fáciles, ¿verdad?
Sophie miró su suéter con tristeza por un minuto y salió del asiento del
pasajero con una expresión preocupada en su rostro.
—Estoy vestida como para ir a la iglesia. —Frunció el ceño, mirando por
encima de mí.
Me reí.
—Bueno, tu cabello está algo salvaje. Bastante malditamente sexy, en
realidad. —Pude ver un ligero color de rubor en sus mejillas.
—Sí, pero mi ropa...
Respiró hondo y fijó su mirada en mí. Luego, su expresión cambió y me
regresó totalmente en el tiempo. Era la misma mirada que había tenido justo antes
de cruzar la habitación hacia mí la noche de la fiesta.
Desafiante. Decidida. Audaz.
Luego se quitó el suéter por encima de la cabeza para revelar una súper
33
ardiente camisa fina, de color rojo. Era sin mangas, con tirantes finos y delicados
encajes que bordeaban un escote apetitoso, revelando solo un toque de escote.
Estaba hecha de algún tipo de tela brillante que resaltaba la curva delgada de su
cintura y terminaba justo por encima de la falda de baja altura. La falda abrazaba
sus curvas tan solo en los lugares adecuados para hacer ver la curva de su trasero
como si pidiera ser manoseada. Se agachó y tomó el final de la breve apertura,
apenas por encima de una de sus rodillas y tiró, rasgando la costura y haciendo la
hendidura hasta mitad de su muslo.
Literalmente, pude sentir la sangre abandonar mi rostro. E inundar
directamente mi pene. De repente, todo lo que pude recordar fue el toque sedoso
de sus piernas. La forma en que su piel había sabido esa noche. Los suaves suspiros
carnales y los gemidos que se habían hecho eco en mis oídos. La forma en que se
sintió en mis brazos. Por encima de mí y a mi alrededor.
La forma en que se sentía perderme en sus suaves curvas.
Auch, joder. Abajo, muchacho.
—Ahora, eso está mejor —dijo, sacándome de los recuerdos que me
consumían.
—Joder, sí —murmuré con un gruñido animal. Fue todo lo que pude decir en
un segundo; sonrió y se volvió hacia la entrada.
—¿Vamos? —preguntó.
Joder, sí, hagámoslo.

***

—¡Sophie! —Lily gritó mientras guiaba a Sophie a entre la multitud—. ¡Oh,


Dios mío, chica! ¡Es bueno verte!
Lily estaba aparentemente extremadamente borracha, basado en los gritos
emocionados. Salió por encima de la barra para darle a Sophie un rápido abrazo.
Entonces me miró y vio con sorpresa a la belleza rubia, un poco abrumada, a mi
lado.
—¿Estás aquí con Brannon? Ooh...
Sophie se rió nerviosamente.
—Sí, uhm... solo estamos... no es... uhm...
—Solo nos encontramos el uno al otro —le dije, yendo al rescate,
despidiendo la sorpresa de Lily—. Me ofrecí a darle un paseo por aquí para que vea
a los chicos tocar.
Sophie me lanzó una sonrisa algo ilegible. Al parecer agradecida, tal vez un
poco anhelante mientras bajaba la mirada un poco. Luego volvía a mirar a Lily
quien todavía estaba hablando.
—Bueno, Brannon —arrastró las palabras, lo que confirmó mis sospechas 34
anteriores en cuanto a su estado de embriaguez—, nunca jamás había visto que
trajeras una chica a Copperline antes. Te he visto salir con muchas…
—Está bien, Lily, está bien… ―Traté de interrumpirla. Sin éxito, debo añadir.
—Pero nunca, nunca, nunca te vi entrar con una. —Lily miró a Sophie con
incrédulo asombro—. Quién sabría eso cuando entraste en mi tienda aquel día,
que daría lugar a tal logro increíble.
Sophie se rió.
—¿Increíble? —preguntó.
—Bueno, sí —Lily respondió con una amplia sonrisa—. Traer a un semental
lujurioso como Brannon en los talones.
—Es hora de llevar mis bolas lejos, Lily —dije mientras finalmente me
interpuse entre las dos chicas, físicamente terminando esta atroz conversación—.
Disculpa, tenemos que conseguir una bebida. —Lily sonrió aún más ampliamente
mientras comenzaba a guiar a Sophie lejos hacia la barra, pero por suerte no dijo
nada más. La miré con cada onza de advertencia ominosa que pude evocar en mi
rostro, pero solo se rió.
—Bueno, diviértanse chicos —bromeó.
No fue hasta que habíamos caminado unos metros de distancia que me di
cuenta que había puesto mis manos en las caderas de Sophie para guiarla hacia la
barra. Podía oler el dulce aroma fresco de su cabello en mi nariz, por encima del
olor de libertinaje que normalmente llenaba este ruidoso establecimiento. Luché
contra la sensación de enterrar mi frente en las olas suaves y despeinadas, para
presionar un beso contra su delicioso cuello. Para probar su piel y hacer que hiciera
uno de esos pequeños gemidos endurecedores de pene.
La gente ya estaba apretujada cerca de la barra y podía sentir mi cuerpo
responder a su trasero presionado contra mi polla. Sin duda, Sophie pudo sentirlo
también cuando mi brazo se deslizó alrededor de su cintura para evitar que
tropezara con un asiento en nuestro camino. Su propia pequeña mano se cerró
sobre la mía, manteniéndola bajo su estómago hasta que llegamos a la barra. Mi
voz sonó gruesa cuando murmuré en su oído para saber lo que quería.
—Uhm ―vaciló, mirando hacia mi rostro. Estaba tan cerca que podía haberla
besado con apenas un movimiento, a solo un par de centímetros de distancia—.
Realmente no lo sé. ¿Una cerveza, supongo?
Asentí con frialdad y me apreté contra ella para inclinarme hacia el camarero,
en realidad no intencionalmente, pero seguro como la mierda que disfrutaba cada
segundo. Podía sentir cada pequeño temblor en su cuerpo mientras pedía dos
botellas de Bud.
—Gracias —dijo Sophie, tomando la botella que le ofrecí.
—En cualquier momento. —Sonreí, me volví para mirar alrededor del bar 35
poco iluminado, tratando con mi mejor maldito esfuerzo de relajarme un poco.
La palabra clave era tratar. Porque, a pesar de que no estaba mirando
directamente a Sophie, sentirla ahí, era tan jodidamente difícil evitar que mis ojos
se desviaran hacia ella mientras observaba a la multitud con una sorprendida
fascinación. Me incliné hacia un poco y señalé hacia el escenario en el extremo de
la barra.
—Ahí están los chicos —le dije—: Denny es el cantante y toca un poco la
guitarra, Justin está en el bajo.
El cuerpo de Sophie se curvó en el mío un poco mientras hablaba, levantando
su oreja a mis labios para escucharme más claramente. Tuve que aclararme la
garganta para continuar, mientras la furiosa erección estaba empezando a afectar
mi capacidad de articular.
―Drew está en la guitarra principal y Cody en la batería. Cody también
trabaja en mi taller.
—Son muy buenos —respondió, a medio camino de gritar para hacerse oír
sobre los arenosos e ingobernables acordes y ritmo fuerte. Los chicos siempre
tocaban con intensidad alta; se giró ligeramente hacia mí, arrastrando su mano
contra mi pecho mientras se levantaba de puntillas y se inclinaba para hablar. El
suave toque quemó a través de mi camisa, traspasando a mis huesos, mientras sus
palabras tocaban suavemente mi piel:
—¿Han estado tocando durante mucho tiempo?
Estaba empezando a llegar a donde solo quería echarla por encima de mi
hombro y arrastrarla al baño para follarla excesivamente. En cambio doblé mi
brazo sobre su hombro y la acerqué más para responder:
—Sí, desde la universidad. Denny llegó a Montana para ir a Tech. Terminó en
un equipo con Justin y tenían un programa semanal de radio en la estación del
campus. Una vez que empezaron a tocar música con Cody y Drew, los cuatro
trajeron instrumentos para tocar en vivo en el show. En el momento en que Justin
se graduó y Denny se fue, todos en el Condado de Silver Bow sabían quiénes eran
los Bangin Mofos.
—Apuesto a que sí. —Sonrió mientras su cuerpo se sacudía un poco con el
ritmo y sus firmes senos rozaron mi pecho.
—¿Quieres bailar? —le pregunté.
Sophie me lanzó una mirada alarmada.
—No puedo bailar —comenzó, sacudiendo la cabeza.
—Estás prácticamente bailando en este momento.
—No, solo... no puedo. No aquí.
—Cualquiera puede bailar al ritmo de esta, Sophie. —Me reí—. Ni siquiera es 36
realmente bailar, solo es como moverse un poco con el ritmo.
—No, en serio. No puedo. Solo he practicado ballet.
—¿Ballet? —La imagen de las curvas de Sophie encerradas en un traje de
elegante bailarina no hizo nada para bajar mi creciente necesidad.
—Cuando era pequeña, tomé lecciones —negó—, pero nunca nada como
esto.
—Qué pasa con los bailes de la escuela —le pregunté, poniendo mi mano en
su cintura y acercándola para empezar a moverme—. ¿De regreso en casa? ¿En la
secundaria? Apostaría a que fuiste una reina del baile.
—Lo fui, pero no bailo. Solo uno lento cuando fui coronada. Mi madre… —
Cortó abruptamente sus palabras y negó—. Era algo que no estaba supuesta a
hacer.
Despectivamente, bajó la mirada, tomando un largo tirón en su cerveza para
acabarla. Tomé la botella de su mano y la puse sobre la barra detrás de ella.
—Ven a bailar conmigo, Sophie —insistí, luego tomé su mano y suavemente
la jalé a la pista de baile.

***
Resultó, que en realidad podía bailar. Bastante bien, en realidad, una vez que
salió de su caparazón y dejó que la música fluyera a través de su cuerpo. Envolví mi
brazo su alrededor, guiando sus movimientos con los míos propios primero hasta
que captó la idea. Pero en poco tiempo, el ritmo se hizo cargo. De una canción a
otra, se tambaleó contra mí, mientras la atraía más cerca; luego se sacudía con el
ritmo mientras yo retrocedía un poco. Incluso hizo un pequeño movimiento como
golpearse la cabeza que echó su cabello rubio claro alrededor de su rostro de una
manera que era realmente jodidamente caliente. Me encendió como si tuviera su
mano justo en mi pene y gruñí en su oído mientras la tiraba hacia mí. Se rió e
irradió una diversión pura, tan viva y sorprendente.
Estaba estropeado. Cada movimiento de su cuerpo contra el mío me había
embravecido. Dolorosamente anhelando su desnudez. Estaba bastante seguro de
que mis bolas me estarían doliendo permanentemente.
Sin embargo, la luz de sus ojos me hizo querer bailar con ella para siempre.
Mirándola cobrar vida mientras exploraba esta nueva libertad.
Mientras que la banda recorría su repertorio, otras personas entraron y
salieron de la pista de baile. Lily se presentó en un punto y la animó a hacer un
poco de baile chica-con-chica que me dio todo tipo de ideas lujuriosas. Algunos
otros se reunieron alrededor de nosotros, los fiesteros frecuentes que salían mucho
con mucho. La concurrida pista mantenía al grupo apretado y, más veces de las
que no, Sophie parecía gravitar hacia mí, como si fuera su ancla en este mar de 37
cuerpos retorcidos.
Con cada toque, palabra y sonrisa, me quedaba un poco más enganchado en
este enigma de chica. Cada capa descubierta revelaba otra faceta de su
personalidad. Otro aliciente fascinante que me atraía más cerca, haciéndola aún
más deseable que antes.
Estaba tan jodido.

***

Me estaba muriendo. Era casi la una y media de la mañana y el bar estaba


preparándose para cerrar a las dos.
No había duda en mi mente que tenía que llegar a casa y dormir. Estaba
tratando de terminar una revisión y realmente tenía que entrar al taller mañana por
la mañana, aunque fuera un maldito fin de semana.
Pero no quería dejarlo. No quería pasar otro mes sin verla.
Sophie estaba callada, mientras comenzábamos el viaje de regreso a Ophir,
mirando hacia la noche oscura, a la manta de las estrellas que se asentaban sobre
las cimas de las montañas. Su cabello estaba deliciosamente sucio y sudado de la
pista de baile, todavía no había puesto su suéter sobre esa pequeña camisa roja
sexy.
—No quiero volver a casa —murmuró distraídamente.
Joder, yo tampoco.
—¿Qué tal si desayunamos? —ofrecí.
Me miró con una ceja levantada escéptica.
—Es media noche.
—No. —Sonreí—. Es muy temprano en la mañana. Y Perkins está diciendo mi
nombre.
—¿Perkins?
—Abre veinticuatro horas, Soph. Incluso en Ophir.
—No tenía idea —reflexionó—. ¿Está abierto toda la noche?
—Sí y nada sabe mejor a las dos de la mañana que filete de pollo frito y Hash
Brown3.
—Eso suena horriblemente poco saludable. —Me entrecerró los ojos con
reproche, pero había una sonrisa tocando sus labios.
—Lo es. —Me reí—. Y es jodidamente increíble.
Sophie se mordió el labio mientras miraba hacia la oscuridad de nuevo,
pensando en mi sugerencia. 38
Supe cuando lo decidió porque se giró hacia mí con esa mirada pequeña y
traviesa que había visto en su rostro unas pocas veces antes.
—Bien. —Cedió—, tengo bastante hambre, ya que no tuvimos cena ni nada.
Así que nos sentamos en una cabina en Perkins a las dos de la mañana, a
comer pollo frito y grasientas papas. La mejor comida que he tenido en toda mi
vida. Sophie la devoró, exclamando lo maravilloso que era con pan rallado y
especias.
—Y, oh Dios mío, esta salsa es impresionante.
—Es simplemente viejo filete de pollo frito, Soph. —Me reí—. Estás actuando
como si fuera filete miñón o algo.
—Nací con una cuchara de plata. He tenido filete miñón toda mi vida. —
Sonrió—. Pero nunca he tenido nada como esto antes. Mi madre tendría un ataque
al corazón si supiera que comí algo que obviamente es malo para mí.
—Malditos sean los padres, siempre tratando de hacernos comer mierda
sana. ―Me reí.

3
Hash Brown:Se llama hash browns o hashed browns a una receta simple de patata en la que los trozos de
patata se fríen en una sartén después de ser cortados en tiras, juliana, dados o bien triturados
—La mía simplemente no quiere que engorde por todo lo relacionado con
eso de la perfección.
—Difícilmente eres gorda, Soph.
Levantó una ceja.
—Difícilmente soy flaca, Brannon.
—¿Estás metiéndome conmigo? Estás, bueno... —Mi voz se apagó, tratando
de pensar en algo que decir que no sonara totalmente sexual. Y fallé—. Bueno,
Mierda... me gustaría hacértelo ya.
Sophie jadeó una carcajada. Bajó la mirada a su plato, su rostro se volvió de
un delicioso autoconsciente rosa.
—Ya me tuviste —susurró tímidamente.
—Y fuiste jodidamente buena. —Me incliné hacia delante, sobre la mesa para
bajar mi voz—. Te lo haría de nuevo y no doy a muchas chicas una segunda vuelta.
—Qué halagador. —Se rió mientras enterraba su rostro en sus manos,
sorprendida, pero parecía estar intrigada también—. Debería estar mortificada por
eso.
La miré de cerca, esperando que me mirara. Tardó un minuto, pero al final
levantó los ojos para encontrarse con los míos.
No me jodas, era ardiente.
—Pero no lo estás —murmuré con voz ronca―, ¿o sí? 39
Se mordió el labio y miró hacia abajo, jugando con la última parte de sus
croquetas de papa. Un poco de silencio pareció rodearnos. Como si fuéramos solo
ella y yo existiendo en el resplandor de la luz de techo sobre nuestra mesa,
amortiguada del mundo que nos rodeaba.
—No —murmuró y se encontró con mi mirada de nuevo—, no en absoluto.
Y entonces la burbuja estalló.
—Brannon, hijo mío, ¿cuál es la diversión? —preguntó Denny llegando a la
mesa seguido por Cody, Justin, Drew y, la novia de Drew, Maggie. Cuando vio a
Sophie sentada frente a mí, su mandíbula golpeó el piso—. ¿Qué Demonios? —
exclamó.
Los cuatro chicos miraron a Sophie, después me miraron en obvia pregunta.
Maggie solo la miró sorprendida, como si estuviera sentado con una extraterrestre.
—Hey, chicos. —Me recosté en el asiento y esperé no hacer una gran cosa
acerca de que estaba aquí con una chica.
—¿Quién es el pajarillo? —Denny le sonrió a Sophie.
Maldita sea.
—¿Pajarillo? —preguntó Sophie con las cejas fruncidas.
—Habla americano, bastardo irlandés. —Justin frunció el ceño y dio le un
golpe en la parte posterior de la cabeza.
—Está hablando de ti. —Hice una mueca, mirando a Sophie—. Lo siento por
esto. Debería haber sabido que estos chicos se presentarían.
—Bueno, por supuesto que nos presentaríamos —dijo Drew, buscando en el
cuarto una mesa grande―. Son apenas cerca de las tres de la mañana un sábado
por la noche. Hemos estado trabajando duro y necesitamos sustento.
—Necesitamos alimentar a mi niño —Maggie sonrió con malicia,
acurrucándose contra su pecho—. Sin embargo tengo planes para ti esta noche.
—Entonces, ¿cuál es tu nombre, cariño? —Denny le preguntó a Sophie
directamente esta vez, dándose cuenta que estaba reacia a contestar.
—Apenas puedo entender una palabra de lo que estás diciendo. —Sophie le
devolvió la mirada.
—Creo que te he visto antes. —Justin sonrió, poniendo su encanto.
Fruncí el ceño hacia él.
—Estuvo en una fiesta en tu casa, imbécil.
—¿En nuestra casa? —preguntó Justin.
—Creo que me acuerdo de ti, ahora —Denny le murmuró a Sophie y sus ojos
se pusieron enormes―. Cerca de un mes o así.
40
La boca de Sophie se abrió. Mierda. Necesitaba salir como el infierno de aquí.
Además, estaba un poco enojado con ellos por interferir en lo que había sido una
especie de... bueno... un momento.
—Esta es Sophie —dije, probablemente sonando un poco petulante—. Soph,
estos son los Bangin Mofos. —Señalé a cada miembro de la banda mientras decía
sus nombres—: Ese es Denny, ese es Cody, Justin es el alto en la parte de atrás y
ese es Drew y su novia Maggie. —Volviendo a Denny, fruncí el ceño—. Y
terminamos, así que déjame salir de la cabina, hijo de puta.
—Bien, tarado. —Se rió—. Ve a casa y duerme un poco. —Inclinó su mirada
hacia Sophie—. O cualquier otra cosa que tuvieras en mente.
Denny dio un paso atrás mientras estaba de pie y miró a Sophie, quien
entendió claramente lo que había dicho en ese momento.
―¿Lista para irte, Soph?
Sonrojándose profusamente, Sophie asintió y se deslizó fuera del asiento.
—Sí —murmuró―. Oh Dios, sí. ―Se puso de pie a mi lado, se agitó un poco
mortificada mientras se dirigía fuera del restaurante. Dejé caer unos billetes en la
mesa para cubrir nuestra comida, les disparé a los chicos una última mirada
asesina, lo que solo los hizo reír y la seguí.
** *

—Soph —empecé mientras entraba a su edificio de apartamentos.


—¿Hmm? —preguntó con una sonrisa un poco agotada. En el pálido
resplandor de la farola, su piel brillaba.
—Esto puede sonar poco convincente como el infierno —comencé—, pero no
quiero que desaparezcas de mí otra vez. Tuve un montón de diversión contigo esta
noche. ―Su sonrisa de sueño se desvaneció en un tierno y dulce asombro.
—¿De verdad? Fui... ¿divertida?
—Bueno, sí —respondí, sorprendido por su respuesta—. ¿Por qué eso te
sorprende?
Sophie abrió la boca para responder, pero lo pensó mejor y sacudió la
cabeza. Dio una risa baja entrecortada.
—Gracias —dijo finalmente en un susurro.
—¿Por qué?
—Por esto. Por esta noche. Por dejarme experimentar tu mundo. —Me dio
una tímida sonrisa de soslayo—. Fue excitante.
—Sí, lo fue —acepto y sonrío como loco—. Tocan casi todos los viernes y
sábados por la noche en el Copperline, por lo que eres bienvenida a acompañarlos
en cualquier momento que desees. 41
—Me gustaría eso.
¡Dale un beso!, me dije. Pero antes de que pudiera hacer un movimiento,
estiró la mano.
Joder, un apretón de manos. No era una buena señal.
Pero pensé en mis abuelos y las lecciones que me habían enseñado acerca de
las mujeres cuando nos sentábamos y veíamos películas antiguas. En blanco y
negro, con mujeres atractivas y hombres que las seducían con sus sutiles gestos
suaves. Cary Grant, Humphrey Bogart, Gary Cooper... esos chicos habrían hecho
algo con un apretón de manos. Algo inesperado y romántico.
Le di una pequeña mirada indirecta mientras envolvía su mano en la mía,
entonces la levanté y la volteé ligeramente para exponer la fina parte inferior de
porcelana de su muñeca y rocé un beso ligero.
—Oh —susurró Sophie, sonrojándose levemente, casi como si todo
pensamiento simplemente se hubiera escapado por sus labios.
—¿Qué harás el próximo viernes? —le pregunté.
—Creo que me gustaría ir contigo al Copperline.
—Está bien. —Me reí—. Te recogeré a las siete en punto.
—Te estaré esperando.
Yo también. Toda la puta semana

42
Capítulo 4
—E
ntonces, tu niña rica se presentó en mi salón de nuevo.
Miré a Lily con cautela, mientras se inclinaba sobre el
compartimiento del motor del Buick4 en el que estaba
trabajando. Recordé claramente todo lo que había dicho la
otra noche en el Copperline. Toda la mortificada mierda sobre mí llevando chicas a
casa del bar, pero nunca apareciendo con una. El pensamiento de ella y Sophie en
la misma habitación sin mí, envió un escalofrío de terror puro a través de mi
columna. Solo podía imaginar toda la horrible inmoralidad de mi pasado que
podría haber sido el centro de su conversación.
— ¿Y? —Pregunté fríamente mientras hacía mi mejor esfuerzo para
mantenerme al margen y me centraba en el motor frente a mí—. ¿Otro cambio de
imagen? ¿De qué color es su cabello esta vez?
—En realidad, quería conseguir una perforación en la nariz.
La válvula se deslizó directo de mi mano, fue alrededor del motor y luego al
suelo.
43
—¿Ella qué?
—Sí, pero no lo hicimos allí, así que la llevé al salón de tatuajes de Drew.
Tiene una nueva chica que hace perforaciones. —Lily me dio una sonrisa torcida—.
Parece que tu niña buena quiere ser mala.
Entrecerré los ojos a Lily y luego miré a Cody, quien había tomado un
repentino interés en la discusión. Puse los ojos en blanco y me dejé caer al suelo
para agarrar la herramienta.
—No es mía, Lily.
—Oh, por el amor de Dios, Brannon. —Lily se rió—. Nunca traes a una chica al
bar contigo. Nunca.
Apreté la mandíbula e ignoré la burla. Desafortunadamente, Cody parecía
encontrarlo un poco humorístico.
—Maldita sea. —Sonrió—. Eso es cierto. Brannon, ¿qué pasa con esta chica?
—Somos amigos —dije—. Ahora, cierra la boca antes que incendie tu trasero.

4
Buick: es una marca de automóviles de Estados Unidos propiedad del grupo industrial General
Motors. Los modelos de Buick se sitúan en la categoría de lujo, por encima de Oldsmobile y por
debajo de Cadillac.
—Amigos que se reunieron para tener sexo. —Lily contrarrestó y Cody chilló
de risa—. Lo digo en serio, Cody. Apareció en mi salón un día, enojada con el
mundo y queriendo desahogarse. Así que la ayudé a sacar su zorra interior, la llevé
a la fiesta esa noche y le señale al mejor de los mejores.
—Gracias por pensar en mí. —La fulminé con la mirada y goteé sarcasmo—.
Pero ahora puedes cerrar la boca, Lily.
—Espera un minuto —dijo Cody, con un toque de asombro en su voz—.
¿Tocaste eso? ¿Estás jodiéndome?
Le di una mirada asesina a Cody.
—No es tu maldito asunto, tarado.
—Mierda, lo hiciste. —Abrió la boca y se giró hacia Lily—. ¿Qué demonios?
¿Por qué no me señalaste a mí? Brannon consigue bastantes coños. Me vendría
bien una cosita de clase alta como ella.
La sangre empezó a latir en mis venas. El idiota estaba hablando de mi chica.
Por supuesto, no era oficialmente mi chica. No estaba a punto de ser atado, pero
todavía quería que se alejara de ella.
—Te señalé también, Cody —explicó Lily—. Señalé un par de tipos. Pero... —
me dio una sonrisa conocedora—, eligió a Brannon.
—Maldito —murmuró Cody.
—Eso es todo. Estás despedido —le contesté.
44
—¿Otra vez? —Se rió entre dientes—. ¿No se supone que ya me despediste
una vez esta semana?
—Entonces, ¿qué diablos estás haciendo aquí? —me quejé de nuevo.
—Auch. —Cody sonrió—. Sé que no lo dijiste en serio.
—De todos modos —Lily interrumpió en voz alta—. Simplemente pensé que
te gustaría saberlo. Es como un pequeño pendiente brillante. Una aguamarina o
algo así, si mal no recuerdo. —Se encogió de hombros y se dirigió hacia la puerta,
lanzando las palabras casualmente sobre su hombro—. Es un poco lindo. De buen
gusto, por supuesto, porque es Sophie. Pero es una... versión provocativa de
Sophie.
Me incorporé mientras me miraba antes de salir. Doblando mis brazos sobre
mi pecho sabía que me veía medio enojado, a pesar que solo la mención del
nombre de Sophie me hacía todo tipo de mierda. Y el conocimiento de que Sophie
estaba haciendo algo ―provocativo‖ me tenía bastante intrigado. Me pregunté qué
otras cosas provocativas podría estar pensando.
Con un pequeño saludo, Lily desapareció por la puerta. Tomé un trapo y me
limpié las manos en él, frotando para quitar la grasa y la tierra del Buick. Podía
sentir a Cody mirándome de cerca. Lily definitivamente había agitado algo dentro
de mí con esa poca información; de repente me sentí inquieto y cauteloso.
Mierda, joder.
—¿Crees que podrías armar esto por tu cuenta? —le pregunté a Cody
mientras arrojaba el trapo en el carrito de herramientas—. Tengo que hacer un
recado.
Sonrió. Ampliamente. Juro que vi cada maldito diente que tenía.
—Claro B-dog. —Asintió, fallando miserablemente en ocultar su diversión—.
No hay problema.
B-dog. El apodo que tendía a ponerme cuando estaba al acecho. Ese bastardo
sabía exactamente a dónde iba.
—Estás despedido —murmuré, ignorando su risa mientras me dirigía a la
puerta.

***

Al principio no estaba seguro si estaba en casa. No tenía ni idea qué tipo de


auto conducía, pero estaba bastante seguro que estaba llamando a la puerta
correcta y nadie respondía. Una señora mayor en la casa al lado asomó la cabeza
por mi continuo golpeteo.
—¿Puedo ayudarte, hijo? —preguntó con una dulce y pequeña sonrisa de
señora vieja. 45
—Estoy buscando a Sophie Buchanan —le contesté. Me di cuenta de una
chispa de luz curiosa en los ojos de la mujer—. Esta es su casa, ¿no?
—Oh, sí —dijo ella—. Seguro que lo es.
De repente, la puerta se abrió ante mí y ahí estaba Sophie, sin aliento y
ruborizada con una pequeña gema brillante al lado de la nariz que casi coincidía
con el brillante turquesa de sus ojos.
—Mierda. —Jadeé—. Realmente lo hiciste.
—¿Brannon? —preguntó—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Al darse cuenta de
la señora mayor viendo ese intercambio de cerca, Sophie hizo un gesto rápido—.
Hola, Ethel.
—Sophie. —La mujer asintió con una sonrisa de complicidad y luego
retrocedió a su propio apartamento, cerrando la puerta.
—Lily se detuvo junto al garaje —le expliqué, estudiándola de cerca—. Me
contó acerca de tu... excursión.
—¿Te gusta? —preguntó con nerviosismo.
¿Qué si me gusta? Joder, sí, me gustaba.
—Me gusta. Es atractivo, pero creo que tus padres van a enloquecer.
—Sí, lo harán. —Arrastró los pies—. No sé, es que... —Su voz se apagó
mientras negaba. Dio un paso atrás en su apartamento, dejando la puerta abierta
para que pudiera seguirla.
La pequeña sala de estar de Sophie no era lo que esperaba. Calculé que olería
a dinero, cosa que hacía, pero eso fue lo único que anticipé.
El diseño era moderno. Parecía algo sacado de una revista de diseño de
interiores. Líneas finas, un montón de espejos. A lo largo de la pared detrás el sofá
había tres enormes dibujos sobre tela. Había visto fotos que eran similares. Las
reconocí como siendo modeladas por las glamorosas actrices de la pantalla
grande. Ingrid Bergman, con su largo vestido blanco de discoteca en Casablanca.
Audrey Hepburn, en su pequeño vestido negro, inclinando delicadamente un largo
cigarrillo en sus labios. Y mi abuela favorita, Grace Kelly, sentada con sus faldas
aventadas a su alrededor, viéndose casi angelical en la oscura luz.
Pero todas eran de Sophie.
Muy bien hecha y hermosa, sí. Pero este narcisismo no era lo que esperaba de
la vibrante chica que había llegado a conocer. Con la que me había acostado hasta
que gritó en el sofá de los Mofos. La que había bailado toda la noche conmigo en
el Copperline.
Me quedé de pie, congelado, preguntándome a qué dimensión alterna había
entrado.
Sophie se concentró en mi conmoción por la decoración.
46
—No preguntes —murmuró mientras caminaba hacia el sofá y se sentaba en
el borde.
Negué y señalé los bocetos con mi pulgar.
—Esos son tú —le dije en un aturdimiento irónico, luego hice un gesto
alrededor de toda la habitación—. Pero esto... esto realmente no lo es.
Sophie siguió mi mirada, viendo alrededor de la habitación con un toque
triste en su adorable y pequeña boca.
—No, esto definitivamente no lo es. —Levantó las rodillas hasta su pecho,
con los pies en el sofá; envolvió sus brazos alrededor de sus piernas dobladas—.
No estoy segura de lo que soy, pero no es esto. Mi madre eligió el apartamento y
un amigo de ella lo decoró para mí justo antes de que regresara de Francia.
Miré los grises apagados, el blanco y el negro. El único color en la habitación
era el brillante color turquesa de los ojos en las fotos donde aparecía Sophie. Todo
estaba colocado solo... así. Los estantes tenían un surtido de literatura clásica, todo
atado en cuero negro con letras plateadas. Unas revistas de moda estaban en la
mesa de café al lado de un florero lleno de una especie de flores blancas y
esponjosas.
Parecía... perfecto. Por etapas.
Completamente sin vida.
—Tal vez sea solo una corazonada, pero estoy pensando que todo esto… —
Moví la mano en torno a la estéril decoración, entonces apunté a su nueva
perforación—, tiene algo que ver con esto. Y el trato hace un tiempo en la fiesta.
Se sonrojó un poco ante la mención de la primera noche que pasamos juntos,
sus dientes mordieron sus labios con un tirón nervioso.
—Es todo tan difícil de explicar. —Encogió los hombros—. Es como si hubiera
algo atrapado en mí. Como si hubiera sido buena durante demasiado tiempo. —Se
sentó en el sofá con los pies metidos debajo de ella. Estaba absolutamente
aterrorizado de sentarme en el sofá blanco con mi grasienta ropa del taller, así que
me acerqué a su mesa de café, me senté frente a ella y la observé de cerca—. Sé
que simplemente sonará como una locura.
—Pruébame —le dije.
Sus ojos turquesa atraparon los míos y me estudió de cerca. La aprensión que
sentía estaba escrita en todo su rostro.
—Crecí en un museo, Brannon —dijo, después de un minuto—. Fui criada por
sirvientes y me vistieron para, más o menos, actuar para mis padres y sus amigos
de vez en cuando. Era una muñeca. Una marioneta. Una obra maestra. Algo que
podían presentar para que todos supieran la gran genética que tenían, lo
impresionante que había sido su crianza. Qué tan alto estaban arriba en la cadena
alimentaria. Esperaban que actuara de cierta manera, que hablara y caminara como
querían. Y, ciertamente, que nunca causara problemas.
47
Miró hacia abajo, quitando una pieza imaginaria de pelusa de sus pantalones
de yoga. Luego me miró de nuevo.
—Pero no puedo hacer eso. Iba a hacerlo. Toda mi vida iba a ser así. Y
entonces vi a Richard y Alyssa juntos.
—¿Alyssa?
—Era mi mejor amiga, supongo. Andábamos en los mismos círculos. Más o
menos como yo.
—No hay nadie como tú, Sophie. —Me sonrió.
Soltó una risa seca.
—Aparentemente no, porque ofrecía algo que yo no hacía. Algo que Richard
quería. Habían estado jugando por un tiempo, supongo. Mucha gente lo sabía.
Cuando lo encontré, rompí con él. De repente quise... —Se interrumpió,
sacudiendo la cabeza con una triste sonrisa―. De todos modos, terminé en la
tienda de Lily. Había conducido por allí un millón de veces y parecía un lugar
divertido. Tan colorido. Quería estar en un lugar nuevo. Quería algo salvaje. Entré y
le pedí que jugara con mi cabello; luego me desahogué y le dije... —Cerró los ojos
por un momento y tragó—. Le dije que quería una aventura de una noche. Sugirió
que fuera a la fiesta.
Hice una nota mental para besar los pies de Lily la próxima vez que la viera.
―Pensé que, tal vez si estaba contaminada de alguna manera, si era solo un
poco menos perfecta, podría vivir conmigo misma. Pero no importa lo que
realmente suceda, es todo acerca de cómo te ves. Y todavía me veía como Sophie.
Mis padres todavía querían que me casara con él. Él todavía quería que me casara
con él. Solo... —Negó e hizo señas por la habitación—. Estoy cansada de pretender
ser esto.
—Sophie, no deberías tener que fingir para nadie.
—¿Recuerdas que te dije sobre que tomé ballet cuando era niña?
Asentí, y bajó la mirada hacia sus manos.
—Me encantaban. Sentía que la música fluía a través de mi cuerpo. Podía
perderme en ella. Practicaba todo el tiempo. Pero cuando tenía unos doce años,
cuando mi cuerpo empezó a desarrollarse, mi madre me sacó. —Frunció el ceño
ante el desagradable recuerdo—. Estaba claro que no iba a tener el cuerpo de una
bailarina. Dijo que parecía tonta. Rechoncha y desesperada. Sobre todo en
comparación con las otras chicas.
—¿Qué mierda? —gruñí—. Es la cosa más insultante que tu mamá podría
decir. Jesús, tu cuerpo es sexy como el infierno.
Sophie soltó una risa cáustica y negó con incredulidad.
—Como sea.
—He visto un montón de senos y traseros, Sophie —dije serio—. Soy una
especie de experto en el campo, realmente. Pero, sinceramente, te... te he visto en 48
acción, de diferentes maneras. Hay algo verdaderamente mágico en la forma en
que te mueves. Nunca podrías parecer tonta.
Sus ojos brillaron hasta los míos, calientes y sobresaltados. Parecía estar
buscando algo en mi expresión. No estaba seguro de si lo encontró, pero confesó
en voz baja:
—No sabes la mitad de ello, sin embargo.
—Está bien —le pregunté con cautela—. ¿Qué más has hecho?
—Bueno, en realidad nada. Todavía no. Es solamente... todas las cosas que
quiero hacer.
—¿Cómo qué, Soph? —le pregunté en voz baja.
Un débil temblor sonó en su aliento cuando me miró por un momento antes
de responder.
—Quiero fumar hierba.
No era lo que estaba esperando.
—¿Qué? —Me reí.
Frunció el ceño.
—En serio. Quiero fumar hierba. Marihuana.
—Sé lo que es la marihuana. Pero tú…
—Nunca lo he hecho. Siempre envidié a los chicos que fumaban marihuana
en la escuela. Recuerdo viéndolos hablar de ello en los pasillos y reírse de lo
mucho que se divirtieron. ¿Alguna vez lo hiciste?
Me reí.
—Cariño, mis mejores amigos están en una banda. Sí, lo he hecho. No
regularmente, pero de vez en cuando. —Incliné mi cabeza para darle una mirada
de soslayo—. Sabes, sin embargo, la mayoría de la gente pasa por este asunto
completo de la rebelión a una edad mucho más joven.
—Lo sé. —Sophie negó con un poco de consternación por su tardío
florecimiento—. Tengo veintitrés años y nunca hice nada mal. Nunca. Siempre sigo
las reglas. Siempre hago lo que me dicen. No tengo un cabello fuera de lugar o
una arruga en mi ropa. —Me miró con una sonrisa irónica—. Estaba bien en mi
camino de convertirme en la perfecta esposa sumisa.
Eso me hizo reír, Sophie sonrió antes de mirarme de manera constante y
continuar en voz baja, decidida:
—Quiero hacer todas esas cosas que los chicos geniales hicieron. Todas las
cosas de las que estaba demasiado asustada para hacer. —Se inclinó hacia mí,
buscando mis ojos—. Quiero ponerme muy, muy borracha. Quiero drogarme. —Su
voz se convirtió en el más leve de los susurros—. Quiero besar a una chica.
Santa mierda. 49
—Quiero montar una motocicleta. Sin casco.
Ese hecho me hacía querer reír, pero parecía tan solemne y seria, así que lo
contuve, conformándome con una sonrisa.
—La otra noche, en el Copperline... fue increíble. Quiero hacerlo de nuevo,
bailar toda la noche e ir a desayunar a las tres de la mañana; ir a la cama cuando
salga el sol. Quiero... —hizo una pausa por un minuto y, después, susurró—: Quiero
hacerlo en público.
—¿Hacerlo en público? —Me atraganté. De ninguna manera. Seguro no
quiere decir lo que estaba pensando.
—Sí, como los Sims5 lo hacen en un vestidor o algo así.
Santa mierda, quiso decir totalmente lo que estaba pensando.
Pero Sophie no había terminado.
—Quiero hacer un trío.
Mi mandíbula cayó. Nunca había estado más sorprendido en toda mi vida.
Esta pequeña, formal y correcta cosita, esta imagen de clase y refinamiento, quería

5
Los Sims es un videojuego de simulación social y estrategia, El juego consiste en crear personajes
llamados Sims y "construirles" una vida, satisfacer sus necesidades, concretar sus aspiraciones y
cumplir sus sueños.
un... ¿un trío? Mi cerebro se quedó completamente en blanco por un minuto. La
idea de ver a alguien más tocándola mientras yo la tocaba, para adorar su satinada
piel a mi lado y saborearla y... Oh mierda.
—Brannon —susurró con voz temblorosa—. Di algo.
Mi voz sonó estrangulada cuando finalmente conseguí soltar unas palabras.
—¿Cómo con dos tipos, o un tipo y otra chica? —No era muy elocuente, pero
fue todo lo que pude escupir en el momento.
Sophie frunció los labios con nerviosismo.
—Bueno, quiero besar a una chica. Pero creo que, para un trío... quiero a dos
hombres.
Lo de la moto me sorprendió. El besar a una chica me derribó. Hacerlo en
público me desconcertó.
Pero el maldito trío me destrozó.
—Y quiero hacerme un tatuaje —continuó.
Esta vez, no pude detener la risa ronca que escapó de mi cuerpo.
—Um —murmuré en voz baja, absolutamente asombrado por sus profundos
y oscuros deseos—. ¿En ese orden?
Exhaló una risa vacilante.
—Te ves un poco sorprendido.
50
Me limité a asentir. Mi cabeza daba vueltas con un maldito millón de
diferentes escenarios, todos incluyendo a Sophie; la mayoría incluyéndola desnuda,
algunos con ella gritando mi nombre. Mientras me observaba cuidadosamente,
midiendo mi respuesta, por fin logré un pensamiento a medio camino consciente
en mi asombrado cerebro.
—Um, sabes... Podría ayudar con algo de eso.
Con mis palabras, su respiración comenzó a salir un poco más rápido, un
poco más duro. Con cada inhalación, sus hermosos pechos se levantaron para
presionarse contra la dulce curva redondeada de su escote.
—Obviamente —dije—, hay algunas cosas que no puedo hacer. No soy artista
de tatuajes, pero Drew tiene su tienda donde te perforaste la nariz. Y Denny
generalmente tiene algo de hierba por ahí. Dice que le ayuda a su creatividad
cuando está escribiendo música. —Le di una sonrisa de soslayo—. Eso sí, podrías
terminar en una canción.
Sophie sonrió y soltó una risa entrecortada.
—Estaré feliz de llevarte a Copperline en cualquier momento que desees. Y
podremos tomar el desayuno de nuevo en Perkins después. Y, um, andarás en
bastantes fiestas de los Mofos conmigo; creo que podríamos conseguir que beses
a una chica. —Incapaz de resistir el tirón de sus suaves labios, pasé mi pulgar a
través del hermoso arco de su boca—. Solo, um... asegúrate de que esté allí para
verlo. —Ahogó una risa medio mortificada, pero sus ojos se iluminaron con un
calor intenso—. Realmente, Soph. —Casi gemí—. Odiaría perderme eso.
Sus ojos bajaron durante un segundo, solamente un pequeño segundo,
donde tuve miedo que fuera a ponerse nuevamente la máscara. Que este
repentino ataque de confesión era una cosa que no duraría y que desaparecería en
su fachada recatada.
—Podemos empezar por ahí y trabajar en, um... —Mi garganta de repente se
sintió apretada y me atraganté mientras mi voz se desvanecía. Sophie ladeó la
cabeza un poco, animándome en silencio a continuar—. Trabajar en un... trío.
Su comportamiento cambio totalmente, hubo un calor repentino en sus ojos
que se mezcló con el reto en mi voz. Una vibrante electricidad parecía flotar en el
aire que nos rodeaba y algo se estremeció en mi torrente sanguíneo, quemando a
través de mis venas.
—Está bien —susurró, con el rostro enrojecido y su lengua lanzándose hacia
fuera para mojar sus suaves labios—. Me gustaría mucho.
Oh, Jesús Cristo.

51
Capítulo 5
—A
migo —dije en el teléfono a Denny mientras subíamos a mi
Cougar—, ¿estás en casa? Es cuatro-veinte.
Sophie me miró confundida y, sosteniendo su propio
teléfono para mostrarme la hora, susurró:
—Brannon, son solo las dos cuarenta y cinco.
Le sonreí y sacudí la cabeza.
—Es una expresión, nena. —Me reí.
—¿Qué carajos? —farfulló Denny cuando escuchó mi explicación—. ¿Estás
trayendo una loquita contigo?
—Sí, Sophie vendrá conmigo.
—Mierda —murmuró él—. ¿La jovencita rica de Perkins de la otra noche?
¿Vendrá a mi casa para ser drogada?
—Bueno, eso es lo que estamos tratando de hacer —dije con énfasis
exagerado. 52
—Jesús —respondió Denny—. Um, sí, lo capto. Vengan. Tendremos buena
parranda.
—Amigo. —Suspiré—. A veces es como si ni siquiera hablaras español.
—No lo hago, perdedor. —Se rió de nuevo—. Estoy hablando irlandés.
—Está bien, bueno, estaremos allí en diez.
Apreté finalizar para desconectar la llamada y miré a Sophie para ver sus cejas
levantadas con confusión.
—Cuatro-veinte significa que es hora de drogarse, Soph.
—Oh... —murmuró y sus cejas se levantaron, luego se juntaron de nuevo,
viéndose más bien perpleja—. Dios mío, es como un lenguaje completamente
nuevo.
—Está bien. —La tranquilicé con una risa ligera—. Me aseguraré que nada
malo te suceda.

***
—¿Qué pasa si no me gusta? —susurró Sophie con miedo cuando Denny
encendió la pipa.
—No tienes que hacerlo, Soph —ofrecí.
—No, quiero hacerlo. —Me tranquilizó rápidamente, negando con cierta
determinación—. Lo hago. En serio.
—Entonces —contesté—, si lo intentas y no te gusta, te aseguro que no
tendrás que hacerlo nunca más.
—Está bien. —Asintió mientras observaba a Denny dar una chupada
considerable. Luego su expresión se volvió un poco preocupada de nuevo—. ¿Qué
pasa si me gusta? ¿Qué pasa si me convierto en una adicta? ¿O si me pongo
paranoica? He escuchado…
—Estaré aquí. No voy a dejar que te pase nada. Lo prometo —la tranquilicé.
—Pero vas a drogarte, también, ¿verdad?
—Voy a tomar un par de chupadas, pero no estoy planeando drogarme
demasiado, ya que nunca has hecho esto. No sé cómo va a afectarte, así que
quiero estar algo lúcido.
Tomé la pipa que Denny me entregó. Él tenía una sonrisa divertida en su
rostro, probablemente reflejando la mía.
Sophie era adorable cuando estaba nerviosa y claramente estaba al borde.
Incluso sobre el borde ya, como el Coyote Wylie flotando en el aire por un
53
segundo justo antes de caer. Solo esperaba que no entrara en modo asustada-con-
pánico completo cuando realmente estuviera drogada.
—Lo que haces es simplemente jalar un poco a tus pulmones y mantenerlo
durante unos segundos —expliqué. Inhalé profundamente el dulce humo. Después
de unos segundos, lo dejé escapar lentamente, soplando un poco al lado para
poder centrarme en el rostro de Sophie. Sentí el cosquilleo inicial de calma, la
promesa de la inminente relajación y Zen. Entonces extendí la pipa para que
pudiera tomar una calada.
En lugar de coger la pipa, inclinó su rostro hacia mi mano. La incliné
ligeramente para que pudiera alcanzarla y tomó cuidadosamente una fumada.
Observar sus labios estrecharse sobre la pipa fue sorprendentemente erótico.
Mucho más de lo que nunca habría pensado. Mucho más de lo que jamás había
visto en otra chica. No solía fumar marihuana con chicas, en su mayoría lo hacía
con solo un montón de chicos. En las raras ocasiones en que una chica había
estado alrededor, no había sentido nada ni remotamente como esto. Pero ahora,
solo podía recordar cómo esos labios suaves se habían sentido en mi piel y, al
respirar, sentí una ola de temblor directamente a través de mi cuerpo, derecho a mi
polla.
Luego levantó la cabeza e inmediatamente exhaló todo en una nube de
humo.
—¿Así?
—Oh, Jesús, María y José. —Rió Denny con fingido horror—. No lo
desperdicies. Necesitas meterlo en tus pulmones. —Tomó la pipa que sostenía—.
Así.
La llevó a sus labios y respiró profundamente, conteniendo la respiración por
un período exagerado de tiempo antes de soltar el reprimido aliento. Exhaló,
respirando el humo directo hacia Sophie y envolviéndola en una nube
embriagadora.
Sophie tosió un poco, pero sonrió y asintió.
—Está bien, déjame intentarlo de nuevo.
Denny le entregó la marihuana y ella la pellizcó entre el pulgar y el índice,
emulándolo casi perfectamente. Esta vez lo sostuvo dentro, solo asfixiándose un
poquito mientras lo dejaba volver a salir. Miró atrás y adelante entre los dos con
expresión preocupada.
—No siento nada. ¿No debería sentir algo? ¿Y si no funciona en mí?
—Tomará un minuto o dos. —Sonreí. Me dio la pipa, negué y asentí hacia
Denny—. No quiero tomar demasiado, Soph. No estoy seguro de cómo vas a
manejarlo.
—Toma otro. —Denny hizo un gesto hacia ella—. No pasará mucho tiempo
antes de que lo sientas.
54
Fumó de nuevo, cerrando los ojos. No se asfixió esta vez y la expresión de su
rostro era suave. Relajada. Cuando volvió a mirarme esta vez, pude ver vagamente
las señales físicas que estaban empezando a golpearla. Le di una sonrisa
tranquilizadora y perezosamente me devolvió la sonrisa.
Denny codeó un poco su brazo y ella se la devolvió, mirándolo, estudiando su
técnica, sonriendo ampliamente mientras soplaba pequeños anillos de humo en el
aire. Los dos se la pasaron entre ellos y Sophie tuvo un caso bastante adorable de
risa.
Después de algún tiempo, se centró en mi rostro de nuevo. Algo así, de todos
modos. Su mirada parecía estar un poco más borrosa cada vez. Lánguida. Sus ojos
comenzaron a ponerse vidriosos y sus pupilas se dilataron, pero se centraron en mi
rostro con un serio y repentino enfoque cuando se inclinó.
—Sabes —murmuró—, tienes los ojos más hermosos. —Me estudió de
cerca—. Son tan... tan... grises... gris... azules.
—Supongo que estás comenzando a sentirlo. —Me reí, rozando su mejilla con
mi pulgar.
Me dio una sonrisa perezosa y estalló en otra ronda de risas.
—Pero lo son. Realmente son grises y... azules.
Denny me entregó la pipa y di una calada profunda. Sin exhalar, pronuncié
con voz ronca:
—Abre la boca e inhala, Soph.
Hizo lo que le pedí y cerré mis labios sobre los suyo. Poco a poco, dejé que el
humo saliera de mis pulmones, sintiendo como iba a los de ella, sosteniéndolo
dentro. Su risa se disolvió en un gemido mientras deslizaba sus brazos alrededor
de mi cuello y se derretía en mi contra, lo que permitió que la calma eufórica se
extendiera por nuestros cuerpos.
—Oh, mi… —susurró ella sin aliento después de que la dejé tomar aire.
El grueso y dulce humo, se arremolinó alrededor de nosotros, entre nosotros.
La realidad del mundo quedó velada fuera de nuestra propia pequeña neblina. Sus
ojos parpadearon lentamente abriéndose a medio camino para centrarse en mi
boca, su lengua se deslizó a lo largo de sus labios degustando mi beso.
—Bésame otra vez —susurró—. Me encanta cómo me besas. Por favor.
Por favor.
Jesucristo, esa pequeña palabra, ese leve toque de desesperación en su voz,
iba a perseguirme por el resto de mi puta vida.
El tiempo pareció detenerse entonces. La sensación de sus labios sobre los
míos me embriagaba más que la marihuana; saboreé su gusto, cada suspiro de
pura felicidad relajada. Me podría haber pasado horas besándola. De alguna
manera se sentía así y lo hice. Como si estuviera perdido en la dulce caricia de sus 55
labios, su cabello y su cuerpo. Me quedé embelesado por sus movimientos
letárgicos y el provocativo deslizamiento de su lengua.
Me incliné hacia ella un poco más y, poco a poco, volvió a caer en el sofá,
riendo un poco en mi boca mientras la cubría con mi cuerpo. Mi polla palpitaba,
pero al mismo tiempo sentía que esto podría durar para siempre. El dolor estaba
allí, pero la urgencia que normalmente sentía había sido sustituida por un
sentimiento de suprema alegría solo por estar acunado cómodamente por sus
muslos.
—No vuelvas a dejar de besarme, Bran —susurró contra mis labios—. Por
favor, siento como que estoy cayendo. No me dejes ir.
—Jesús. —Oí murmurar a Denny—. Eso es calor puro. Necesito escribir esa
mierda. —Vagamente lo oí levantarse y moverse a través de la mesa donde había
un montón de partituras y cuadernos de letras.
Todavía besaba a Sophie. Su pequeño cuerpo flexible envuelto alrededor del
mío mientras me devolvía el beso lentamente. Con una fascinación sosegada que
me tragaba completo.
—Dios mío, puedes besar —susurró contra mis labios—. Estoy perdida.
Oía el ocasional sonido del lápiz de Denny. Sonidos apagados en la pasión
que llenaba la sala, pasando sobre nosotros mientras yacíamos en los brazos del
otro, sin apenas movernos, sino explorando profundamente nuestro beso. Se
sentía como horas. Días. Como un sueño.
—Tócame, Bran —murmuró y comenzó a tirar de mi ropa—. Por favor. Quiero
sentir tu piel en la mía.
Levanté la cabeza, pero no podía quitar mi atención del acalorado rubor ni la
sensualidad en el rostro de Sophie.
—Lárgate de aquí, Denny —gruñí y bajé mi rostro para besarla de nuevo.
—Espera —gimió Sophie, empujándose de nuevo en el sofá un poco para
mirarme. Se aferró a mi camiseta mientras miraba ansiosamente a Denny y luego
de nuevo a mí, buscando en mis ojos—. Déjalo mirar.
El exhibicionista en mí dio volteretas, mi ya palpitante polla se volvió casi
insoportable.
—Maldito infierno, sí —gimió Denny—. Permíteme mirar.
—Sophie. —Suspiré, estudiándola de cerca por el más mínimo atisbo de
duda—. ¿Estás segura? No quiero que te arrepientas de esto.
—Me arrepiento de no haber hecho esto antes, Brannon —exhaló mientras
sus caderas se movían en las mías—. Por favor... esto es algo que siempre he
querido, que me observen.
—Mierda. —Mi aliento salió de mí mientras se inclinaba para besarme otra
vez. Envolvió sus brazos apretados alrededor de mi cuello y curvó su cuerpo en mí,
56
rogándome en silencio.
Con un gemido irregular, poco a poco saqué la ropa de su cuerpo y ella, a su
vez, tiró de la mía. Era incapaz de centrarme realmente en otra cosa que no fueran
sus dulces labios mientras me besaba, el toque ardiente de nuestra piel recién
descubierta. En la tierna necesidad en su voz mientras susurraba una vez más:
—Por favor, Brannon —susurró—. Por favor.
Me puse el condón y entré en ella despacio, mirándola a través de la bruma
de mi excitación e intoxicación mientras echaba su rostro hacía atrás y cerraba los
ojos. Un pequeño y suave ―oh‖ se escapó de sus labios mientras la llenaba
lentamente, allí mismo, delante de Denny, moviendo nuestros cuerpos para que
viera nuestra unión. Nunca había estado drogado y follando a alguien; la adición
de este ángulo voyerista a eso era tan... surrealista. Increíble y delicioso.
Además, la marihuana le hacía alguna cosa increíble a mi resistencia. Estoy
bastante seguro de que podría haber seguido para siempre. Suaves gemidos
hicieron eco desde la garganta de Sophie a través del aire. Llenaron la oscuridad,
acompañados de la cremallera de los vaqueros de Denny y sus débiles, tranquilos y
ocasionales gemidos y gruñidos cuando empezó a frotarse. Las uñas de Sophie se
clavaron en mis hombros mientras me miraba con expresión vidriosa.
Sus dedos se deslizaron por mi cuello hasta mi mandíbula.
—Dios, Bran —susurró—, las cosas que me haces sentir.
—Maldito infierno —dijo un débil susurro a través del cuarto.
Sophie miró a Denny, viéndolo por un momento mientras se acariciaba su
polla desnuda. Su coño se apretó a mi alrededor y me enterré en ella,
deleitándome en su agarre firme y caliente. El movimiento causó un gemido
irregular en ella y llevando sus ojos de nuevo a los míos.
—Fóllame, Brannon —susurró—, fóllame duro y feroz.
El erotismo de sus palabras roncas y el zumbido de ser observado por fin se
filtraron a través del humo de la marihuana, empecé a moverme más rápido,
presionando más y mirándola embelesado mientras las sensaciones jugaban en
toda su suavizada expresión. Sus dedos se enredaron en mi cabello, sus uñas
rasparon mi cuero cabelludo. Nuestros cuerpos comenzaron a brillar en la
habitación con poca luz con un brillo caliente–frío de sudor; sus caderas
empezaron a sacudirse contra mí, para encontrarse con mis embestidas.
Inclinándome, acaricié su clítoris, lentamente al principio, luego rápidamente
mientras la llevaba más cerca del borde, a la libertad. Cuando comenzó a
estremecerse debajo de mí, Denny soltó otro gemido largo y continué, sacando
cada temblor, cada estremecimiento de su clímax. Desacelerando para presionar
con firmeza dentro de ella, luego más rápido para usar la fuerza de mis caderas
para hacerla gritar. Embistiendo con renovada vitalidad que envió ondas de
choque a través de mi cuerpo.
Gritó en mi hombro y me alejé para ver lágrimas corriendo por sus mejillas.
57
—¿Sophie? —pregunté—. ¿Nena?
—Más fuerte. —Jadeó con abandono—. No te detengas. No vuelvas a
detenerte.
La besé con fuerza, saboreando sus lágrimas y sintiendo su necesidad de
seguridad, por la fuerza de mis sentimientos en ciernes, algo que no podía
expresar con palabras en ese momento. La envolví con fuerza en mis brazos y
embestí en ella, acariciando largo y profundo y lento hasta que mis bolas se
apretaron y no pude evitar la impresionante marea de pasión. La voz de Denny
apenas se oía por encima del roce de nuestra piel.
—Jesús.
Y me corrí con tanta fuerza que malditamente estuve cerca de desmayarme.
Malditamente vi destellos de luz mientras la soltaba. Era como una experiencia
fuera del cuerpo y mi mente fue arrasada por un largo tiempo después.
Vagamente oí el leve clic de la puerta mientras Denny salía en silencio de la
habitación, trayéndome un poco de regreso. Nos quedamos en silencio, saciados y
triunfantes. Nuestra respiración comenzó a volver a la normalidad; el cuerpo de
Sophie se relajó poco a poco y se suavizó en un profundo sueño. Estaba aturdido y
agotado, por completo. Por fin, me moví. Sophie dio un grito ahogado en un
susurro mientras salía de ella y la dejaba por un momento para disponer
rápidamente del condón. Entonces tiré de la manta afelpada sobre nosotros y
enrollé mi cuerpo a su alrededor, metiéndola en la protección de mis brazos.
Y me dormí.
Como una jodida roca.

***

Me desperté a las pocas horas, con Sophie todavía apretada fuertemente


contra mi lado. Sus rasgos eran relajados en su sueño, su control inexistente.
Incluso daba un ronquido de vez en cuando y era alimentado con una sensación de
intimidad que me desconcertó un poco. Arrastré mi dedo por su mejilla y apenas
presioné mis labios a los de ella, solo suave y dulce. A través de la bruma de sueño,
poco a poco comenzó a responder con un pequeño y débil gemido.
Probablemente todavía no se sentía ella misma del todo, aunque los efectos
de la marihuana seguramente estaban comenzando a desaparecer. Sus
movimientos eran un poco aletargados, pero tenían un propósito mientras se
moldeaba a sí misma aún más cerca de mí. Ladeó el rostro para profundizar el
beso y deslizó su mano hasta arriba para peinar mi cabellos con sus dedos.
Levanté la cabeza para mirar hacia ella, tomando su mejilla en mi palma. Sus
ojos, todavía con un toque vidrioso, atraparon los míos. La observé mientras me
miraba. Tranquila y quieta. Sin palabras. 58
—Eres tan hermosa —murmuré finalmente.
Se lo había susurrado innumerables veces a un sinnúmero de chicas, pero
nunca con la honesta reverencia ni con la convicción que sentí en ese momento.
Pero tal vez Sophie sabía que era una línea, ya que, en lugar de la sonrisa habitual
que tendía a recibir, frunció el ceño. Sus cejas se levantaron y su mirada fue al lado
de mí. Luego me empujó suavemente para salir de debajo de mí. Se sentó en el
borde del sofá, sujetando la manta de lana contra sus pechos en un seductor
intento de modestia.
Bueno, eso fue extraño.
—¿Soph? —susurré mientras me sentaba y le tocaba el hombro, un poco
confundido y preocupado—. ¿Estás bien?
Respiró profundamente y asintió, luego me miró para darme una media
sonrisa.
—Sí, todavía un poco fuera de todo, creo.
—Puede ser que tome un tiempo para que desaparezca por completo. —Mis
dedos se arrastraron por los largos, despeinados mechones de su cabello. Las
ligeras hebras parecían adquirir un tono azulado por la sombría luz de neón del
anuncio de cerveza, las curvas de su cuerpo se destacaban con las sombras. Le
acaricié el cabello y pasé los dedos por su espalda desnuda, trazando las delicadas
curvas de su columna. Tomó un poco de tiempo, pero la repentina tensión que
había tenido poco a poco comenzó a desvanecerse. Su postura se relajó y sus ojos
finalmente se cerraron con un dulce suspiro de felicidad.
—Entonces, ¿qué estabas pensando tatuarte? —pregunté en voz baja para
hacer que me hablara de nuevo.
—No sé —respondió en voz baja—. No algo enorme y loco, sino algo
significativo. —Se inclinó hacia mí y trazó el ave fénix en mi pecho—. ¿Qué quiere
decir el tuyo? ¿Qué te hizo decidir qué ponerte?
Sonreí.
—Podríamos estar aquí toda la noche si empiezo. Tengo unos cuantos y
algunos están un poco arraigados en asuntos no resueltos de la niñez. Al crecer sin
padre y todo.
Sophie se rió entre dientes débilmente.
—No tengo ningún plan por el que tenga que salir corriendo. —Me miró con
un leve levantamiento de sus labios que realmente le hizo una mierda seria a mi
polla, luego volvió su atención de nuevo al tatuaje en mi cuerpo—. ¿Cuál fue el
primero?
Levanté mi antebrazo, exhibiendo las palabras con guion que corrían a lo
largo de la parte inferior.
—Este —contesté—. Es una frase que Denny escribió para un amigo nuestro
que murió de sobredosis. Un grupo de chicos lo hicimos, como una manera de 59
mantenerlo cerca.
—Eso es muy dulce —murmuró—. Un poco sorprendente.
—¿Sorprendente?
—Sí, es bastante profundo para un montón de tipos que parecen... Bueno, no
parecen dejar que mucho llegue a ustedes, chicos. Eso es todo.
—Todos somos resistentes en el exterior —dije, dando un beso firme en su
hombro—, pero tenemos corazón.
Echó la cabeza hacia un lado para tocar las palabras en mi cuello.
—¿Hacer o morir?
Le di una sonrisa de soslayo.
—Es un recordatorio de vivir cada día como si fuera el último.
Sus manos se arrastraron desde el cuello hacia abajo hasta el ave fénix en mi
pecho.
—¿Y este? ¿Por qué es?
—Mi fénix. El resurgimiento de las cenizas. La superación de la adversidad de
la vida puede lanzarse sobre todos nosotros. —Era difícil concentrarme en mis
palabras cuando seguía acariciando las llamas y las plumas esbozadas en mi piel—.
La fuerza y el carácter… —seguí, entonces me detuve abruptamente al igual que mi
respiración. Sus dedos habían cambiado de dirección, haciendo que sus uñas
rasparan a través de mi pezón mientras jugueteaba con el pequeño, delicado anillo
que lo atravesaba.
El sonido atrajo sus ojos hasta los míos y sus pupilas se volvieron luminosas y
oscuras en el sombrío resplandor azul de neón. Capturé su mano y besé sus dedos,
incapaz de pensar con sus manos sobre mi piel.
―¿Qué es algo que siempre has amado? ¿Algo que veas y que no puedas
evitar sonreír?
Sophie pensó por un minuto, con la mirada fija en mis labios. Después de un
momento, respondió:
—La Rana René —susurró tímidamente—. Mi niñera me permitía una hora de
televisión al día, cuando era pequeña. Y siempre estaba Plaza Sésamo. René era la
mejor parte. Parecía tan dulce, como que le importaba tanto. Alguien a quien
quería tener alrededor. Pero eso no es todo duro como para un tatuaje.
Levanté mi brazo y señalé un pequeño tatuaje en mis costillas.
—Tengo a Marvin, el Marciano.
—Oh, Dios mío —dijo con sorpresa silenciosa—. Es verdad.
—Marvin me hacía reír. —Sonreí.
Sus ojos dejaron el tatuaje para encontrarse con los míos. 60
—Entonces, ¿René no sería tonto? —preguntó.
—De ningún modo.
Sophie se acercó, deslizando la manta de entre nosotros y levantó sus brazos
alrededor de mis hombros. Su cálido cuerpo desnudo se apoyó contra el mío.
—Entonces quiero a René —susurró. Mi mano se levantó a su mejilla, mi
pulgar acarició a lo largo de su mandíbula. Se apoyó en el toque y sus ojos se
centraron en el tatuaje en mi muñeca—. Me encanta este, sin embargo —dijo.
Tomó mi brazo y trazó con su dedo el corazón tribal tatuado alrededor de mi
muñeca―. ¿Sería extraño si me pusieran a René en medio de algo como esto?
Me reí ligeramente.
—No, sería único y eso es lo que se supone que son los tatuajes. —Sus dedos
corrían por el patrón de tinta negra, trazando todas las líneas nítidas. Ese pequeño
toque más leve estaba poniéndome todo excitado de nuevo, por lo que mi polla
estaba dura como el granito—. Drew podría dibujar algo para ti. Es increíblemente
talentoso. Ha hecho la mayoría de mi arte.
—A primera vista, nunca habría imaginado que tendrías un tatuaje de
corazón. ¿Por qué te lo pusiste? —preguntó en voz baja, sin mirarme, pero
cautivada por los giros y vueltas intrincadas del tatuaje que casi rodeaba mi
muñeca.
Tragando, me detuve un momento antes de responder.
—Tuve un gran enamoramiento por una chica que no sabía que yo existía. Era
inalcanzable. El concepto de amor parecía... doloroso. Áspero, como si espinas
afiladas se envolvieran alrededor de mi corazón.
—Necesita algo en medio. Es hermoso, pero parece... solo. —Parecía un poco
abatida por la idea de que tuviera un amor no correspondido, sus ojos se alzaron
para encontrarse con los míos con compasión.
Dudé al principio, luego asentí lentamente. Esto estaba tocando un terreno
peligroso.
—Solo... Está un poco vacío por dentro —susurré con reserva.
Las yemas de los dedos de Sophie salieron de mi muñeca para arrastrarse por
mi mandíbula mientras estudiaba mi expresión protegida.
—Era una idiota. —Su voz baja se sentía como la más suave de las caricias,
mientras se filtraba a través de mi mente.
Eras tú, pensé.
Casi lo dije, pero Sophie se habría asustado si lo supiera.
Era su chico de rebote. Su viaje por el carril travieso. Sabía que era mejor no
pensar que algo saldría de esto. A pesar de saber que eso apestaba.
Joder, tiempo de cambiar de tema.
—Está bien —dije, aclarando mi garganta y haciendo todo lo posible para 61
adoptar una sonrisa alegre—. Entonces, ¿dónde quieres hacértelo?
—No tengo idea —respondió, frunciendo los labios—. ¿Dónde te hiciste los
tuyos?
—Drew hizo la mayor parte de los míos en su tienda, en la que te hiciste tu
perforación en la nariz. Pero lo que quería decir era: ¿en qué lugar de tu cuerpo?
—Oh —dijo mientras su mirada de preocupación se intensificaba—. Supongo
que en algún lugar en el que pueda mantenerlo un poco secreto. Privado.
La eché hacia atrás para tumbarla en el sofá, tirando de la manta lejos de sus
caderas. Su cuerpo desnudo brillaba a la luz azul, etérea y prístina, un lienzo
curvilíneo en blanco, a la espera de una pequeña muestra de arte.
—Hay un montón de lugares. Tu hombro. —Mis dedos se arrastraron por su
clavícula, rozando todo el oleaje suave de su pecho y abajo de su torso. Su cuerpo
tembló y su pezón se puso duro mientras alcanzaba su punto máximo de piel de
gallina subiendo a lo largo de su cuerpo—. En tus costillas. Pero este… —moví mis
dedos hacia la piel sensible justo abajo y fui al hueso de su cadera, apenas
acariciando debajo a lo largo de la dulzura de su coño—, es el lugar más sexy para
tener un pequeño tatuaje. —Me deslicé hacia atrás en el sofá y me incliné para
presionar un beso firme allí, seguido por una línea de contacto de mis dientes—.
¿Qué piensas?
—Sí. —Jadeó en un suspiro roto—. Ahí.
Eché un vistazo al rostro de Sophie y sentí una oleada de anhelo atravesarla.
Mi dedo pasó a través de la delicada piel de su cadera hasta su muslo, moviendo la
manta un poco más mientras deslizaba mi mano entre sus piernas para abrirla. Su
coño era tan perfecto: mojado, apretado y tembloroso. Lamí mis labios y bajé la
cabeza.
—Bran. —Se quedó sin aliento al primer contacto de mi lengua—. Oh, mi...
Oh...
Joder, sabía increíble. Pasé mi lengua profundamente en su interior y chupé
duro su clítoris. Los dedos de Sophie fueron a mi cabello mientras sus caderas se
sacudían y luego comenzaban a moverse rítmicamente bajo mi boca. Podía sentir
lo que crecía dentro de ella, el salvajismo que imploraba ser liberado.
Callados gemidos se convirtieron en gritos no tan tranquilos mientras
presionaba dos dedos en su interior para jugar y llevarla hacia el borde.
Acariciando su centro húmedo y caliente, la lamí y acaricié, pasando duro mi
lengua, cerrando los labios sobre la hinchada carne para tirar suavemente. Sus
piernas abiertas de par en par mientras tiraba de mi cabello, mientras su cuerpo se
retorcía bajo mis labios. Era exquisito. Delicioso. Y parecía tan sexy, casi mágica, en
la pálida luz de neón.
—¡Oh Dios! —exclamó en una respiración rota. Su cuerpo se tensó y sus
músculos se apretaron, entonces perdió el control completamente en forma de
ondas sacudiéndola y azotándola. 62
La traje hacia abajo lentamente, metiendo mi lengua profundamente en su
interior para saborear el néctar de su liberación. Para explorar sus sedosos pliegues
y convencerla de que regresara aquí y ahora. Una de mis manos se movió hasta su
pecho, amasando la piel de color blanco lechoso y jugando con su pezón
endurecido, me agarró el brazo instándome a ponerme sobre ella.
—Dios, te necesito en mi interior —susurró cuando me levanté y cubrí su
cuerpo tembloso con el mío.
—Joder, Sophie. —Gemí—. No creo que tenga otro condón.
—Chaqueta. —Jadeó—. Agarré uno cuando fui a mi habitación para
conseguir mis zapatos. Está en el bolsillo de mi chaqueta.
—Jesús. —Jadeé—. Estabas esperando follar conmigo, ¿no?
—Sí —susurró frenéticamente mientras sus labios se levantaban a los míos.
Me besó con fuerza, gimiendo cuando probó su propia esencia en mi boca.
Sus piernas envueltas con fuerza alrededor de las mías, frotando su pequeño coño
mojado contra mi polla mientras lamía y probaba el sabor de su lujuria. Cada
gemido y suspiro, cada roce de su lengua tenía mis bolas hinchadas y doloridas
hasta que se sentían como si estuvieran a punto de estallar.
Con gran esfuerzo, tiré mi cabeza hacia atrás y me incliné al montón de ropa
junto al sofá, buscando desesperadamente su chaqueta. Tan pronto como mis
manos se cerraron sobre la tela y empezaron a tirar más cerca, Sophie la quitó de
mis manos, frenéticamente hurgando en los bolsillos para recuperar el pequeño
envoltorio de papel de aluminio. Tiró la chaqueta de nuevo al suelo mientras
arrancaba el paquete y lo abría con sus dientes, sin perder tiempo en absoluto, sus
movimientos frenéticos con necesidad.
Y luego, en cuestión de segundos, estaba enterrado en su interior otra vez. La
cabeza de Sophie cayó sobre las almohadas con un suspiro delirante. Sus músculos
internos me apretaron casi dolorosamente, como un increíblemente exquisito,
dolor impresionante. Sus uñas se clavaron en la piel baja de mi espalda, arañando.
Era pura jodida felicidad.
Golpeé contra ella y la sostuve, rodando mis caderas contra las suyas para
sacar un grito agudo de sus labios. Tiré de su muslo contra mis costillas y me
apreté aún más en su contra, más profundo de lo que nunca había estado en el
interior de ninguna mujer. Sentí el agarre de su coño mientras mi polla latía junto
con el latido de su corazón. Mis labios se encontraron con los de ella, desesperado
por otro beso, furioso con la urgencia de saborearla y tragarla y de ser totalmente
uno con ella.
Sus caderas se retorcieron, jadeó contra mis labios cuando empecé a
moverme. Su cuerpo estaba realmente fundido alrededor del mío, me agarré a ella
con todo lo que tenía. Nuestros insondables, calientes besos fueron interrumpidos 63
una y otra vez por sus gritos agudos mientras me estrellaba contra ella, más duro,
más rápido y más profundo. Necesitaba correrme, anhelaba esa salvación,
muriendo por derramarme en su interior en absolución.
No podía ceder ante el fenomenal tormento, sin embargo. Todavía no. Tenía
que seguir adelante. Tenía que mantener la quemazón dentro de mí, forzarme a
alejarme de la sensación de clímax mientras sostenía sus caderas y la penetraba de
nuevo y otra vez.
Pero luego se inclinó muy ligeramente y mis movimientos comenzaron a
golpear contra su clítoris. En un segundo, se rompió a mi alrededor, sollozando y
temblando. Y por la forma en la que pulsó alrededor de mí, su aliento agitado y la
felicidad pura en su rostro, no pude contener la marea más de lo que podría haber
evitado que mi corazón latiera.
Así que me dejé ir. Con todo.
Y, mientras volvía en sí, me pregunté cómo iba a recuperarme de Sophie
Buchanan.
Capítulo 6

N
o podía dejar de pensar en ella. Todo me la recordaba y pensar en
Sophie generalmente involucraba sus jadeos desnuda, lo que en su
mayoría me dejaba dolorido por su toque. Latiendo y rígido.
Y, como si eso no fuera suficientemente malo, era como que, entre más duro
se ponía mi pene, más suave se volvía mi corazón. Me estaba convirtiendo en un
completo idiota por Sophie. Me obsesionaba con ella todo el día, prácticamente
contando los minutos hasta verla de nuevo.
Las cuatro de la tarde.
A dos horas de distancia y me parecía una eternidad. Cuando la dejé en su
casa ayer por la noche, me había ofrecido a llevarla a la tienda de Drew hoy. Había
una especie de exposición de arte nativo americano a la que tenía que asistir
primero con sus padres, pero pensaba que podría estar de regreso en su
apartamento a las cuatro.
Pero el tiempo pasaba lentamente. A las dos, me encontré mirando la
64
exposición de arte en la computadora de mi oficina. Debería haber estado
terminando el auto que tenía que hacer; pero, como un idiota embrutecido, solo
quería ver dónde estaba. Lo que estaría haciendo.
La exposición en sí en realidad parecía bastante genial. Era un grupo de
artistas indios de la tribu Blackfeet, uno de los cuales creó obras maestras con
piezas de automóviles. Realmente no se me había ocurrido que estaría interesado,
pero las esculturas eran excepcionales. Cody dio un paso detrás de mí, limpiándose
las manos con un trapo mientras hablaba.
—Hey —dijo mientras asentía hacia el monitor—. Esas son como las
esculturas de los Blackfeet Rez.
—El artista está haciendo un espectáculo en la ciudad que comienza hoy —le
contesté, sin mirarlo. Pero también eternamente agradecido de que la exposición
no estuviera llena de flores, enormes cuadros o alguna otra cosa que estuviera
totalmente lejos de mi radar. Nunca hubiera oído el final de ello. Piezas de auto,
sin embargo... Todavía tendría mis bolas mirando partes de auto.
—Está muy bueno, verdad —reflexionó Cody—. Me gusta tratar de averiguar
qué partes son. Si alguna vez las has visto, deberías verlas.
—No lo sé, hombre. Tengo que armar el Buick de nuevo.
—Bueno, no puedo ir más lejos en el Ford hasta que lleguen las partes —
ofreció—. En realidad venía aquí para decirte eso, para ver si había algo más que
debería ir haciendo mientras espero. Realmente no quiero que me despidas. —Con
una sonrisa, se encogió de hombros—. Además, tienes todo el trabajo difícil
terminado. Armarlo de nuevo será fácil.
***
No la vi allí al principio, así que simplemente di vueltas alrededor y examiné
las diferentes esculturas que representaban al pueblo orgulloso de Blackfeet.
Curiosamente, no era el único mecánico grasoso en el espectáculo. Reconocí un
par de chicos de todas partes de la ciudad que reparaban autos americanos y
camiones campesinos sureños. Parecía un poco extraño verlos entremezclándose
con la secta más elitista.
Estaba, sin duda, más grasiento que algunos. No me había cambiado desde el
taller y, en cierto modo, me imaginé que parecía que estaba mendigando por las
esculturas como uno haría en un depósito de chatarra, en busca de esa parte difícil
de encontrar para hacer rugir un motor.
Mientras estaba admirando una pieza, un joven guerrero en su caballo,
escuché la inconfundible y altiva voz de la madre de Sophie no muy lejos de mí en
la multitud.
—Dios mío —dijo. Su altiva voz sonaba como si su nariz apuntara
directamente hacia arriba en el aire—. Estas son muy... interesantes. ¿Pero arte?
—Arte puede ser cualquier cosa, madre. —Sophie suspiró.
Luché contra la urgencia casi dolorosa de darme la vuelta y mirarla cuando la 65
escuché, pero pensé que tenía que ser solo un poco más astuto para evitar una
escena. Todo lo que sabía acerca de su madre me decía que no sería bien recibido.
—El arte está en el ojo del que lo mira —se burló su madre—. Pero esto es
basura. Estas están hechas de puros residuos.
—Sophie —dijo su padre con severidad—. Estuviste con tu madre en el
Louvre. Sabe que esto no es ni remotamente arte.
—Ninguna cantidad de entrenamiento parece mejorar tu gusto, Sophie —
murmuró su madre en voz baja.
Una gran parte de mí quería jugar al héroe una vez más, darme la vuelta y
decirle a su mamá que se fuera a la mierda. Decirle a su padre lo tarado que era.
Pero, a diferencia de cuando pude perseguir a Richard, sus padres eran una historia
diferente.
Eran hijos de puta, pero todavía eran sus padres y se me había inculcado a
una edad joven que debo mostrar respeto a mis mayores. Así, en lugar de poner a
Sophie en medio de una situación incómoda, me aparté de la pieza que estaba
viendo, moviéndome un poco entre la multitud. Me acerqué al otro lado de la
habitación, donde podría quizás mirarla a los ojos desde lejos.
La primera vista de ella, como siempre, más o menos me dejó sin aliento. Su
cabello estaba peinado hacia atrás, lejos de su rostro, para caer en suaves rizos por
su espalda. Llevaba un sencillo vestido negro que abrazaba sus curvas y casi caía
de sus hombros. Como si el más mínimo tirón pudiera jalarlo de su cuerpo para
revelar la piel marfil debajo de él.
Mientras sus padres continuaron reprendiéndola por encontrar belleza en la
obra de arte a su alrededor, Sophie exhaló profundamente y comenzó a escanear
la habitación. Sus ojos vagaron de una pieza a la siguiente mientras asentía de vez
en cuando, en respuesta a algo que uno de sus padres decía. Sus ojos finalmente
llegaron a mí, ampliándose mientras le guiñaba un ojo a través de una gran pieza
en el centro de la habitación. La insinuación más pequeña de una sonrisa tocó sus
labios mientras se acercaba a la escultura, con el pretexto de estudiar los
intrincados giros y las bobinas de metal. Sin embargo, sus ojos volvían a los míos.
Di un paso hacia un lado y ella dio otro, creando así una persecución lenta y
seductora alrededor de la escultura.
Era como un juego del que solo nosotros éramos conscientes.
Continuamos el privado juego del gato y el ratón mientras los padres de
Sophie iban a otra ala de la exposición, un largo pasillo lleno de pinturas que
representaban las tierras de la reserva a lo largo de la montaña rocosa frontal. Al
verlos deslizarse fuera de la vista, Sophie levantó una ceja y asintió hacia otro
pasillo al otro lado de la habitación. Dejando nuestro pequeño juego, se volvió y
casualmente vagó por el umbral y salió de mi vista.
La seguí.
El pasillo estaba vacío en el momento en que atravesé la multitud. Era largo, 66
pero había una serie de puertas establecidas que se abrían a alcobas desde el
pasillo principal. Me pregunté por un momento si habría ido a una de las
habitaciones; luego vi un destello débil de cabello rubio y ojos turquesa alrededor
de una esquina espiándome.
Me sonrió tímidamente cuando finalmente quedé de pie frente a ella.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con un brillo en sus ojos que
rivalizaba con el collar de diamantes que rodeaba su cuello.
—La busqué en la web y pensé que sonaba como una exposición interesante.
—Sonreí—. Partes de auto, ya sabes. Soy mecánico. Es algo natural.
Sophie se rió.
—Mis padres están horrorizados por las esculturas. Sienten que son tan
primitivas.
—Lo escuché. No estaba parado demasiado lejos de ti cuando tu madre
empezó. Como que quería decirle que se fuera a la mierda.
—Bueno. —Se rió—. Gracias por no hacer eso. No estoy segura de que me
gustaría enfrentar las consecuencias.
—Esa es la única razón por la que no lo hice, Soph —dije mientras daba un
paso más cerca.
Bajó la mirada a sus manos mientras retorcía los dedos nerviosamente, luego
lamió sus labios mientras me miraba. Su voz era un poco inestable cuando habló:
—Entonces, ¿realmente estás aquí solo para ver las esculturas? —Una tenue
luz de esperanza iluminó sus ojos.
La miré por un momento, reflexionando sobre mi respuesta. Joder no, fue el
primer pensamiento que tuve. Justo en la punta de mi lengua, fue todo lo que
pude hacer para detenerlo. Estaba allí cien por ciento para verla, pero eso podía
haberse escuchado un poco desesperado. Seguro como la mierda que no estaba
desesperado.
Pero fui honesto.
—En realidad, Soph —respondí poco a poco, sosteniendo sus ojos con los
míos—. Lo de las piezas del auto era un tipo de bono. No estoy aquí para ver arte.
En realidad no.
Se relajó un poco, una sonrisa tocó sus labios; sin embargo, el aire se llenó
con una nueva tensión. De calor y de vitalidad. Recordé lo que había pasado entre
nosotros antes. Me acerqué un poco más mientras se apoyaba contra la pared,
poniendo mis manos a cada lado de su cabeza, justo por encima de sus hombros.
Tenía tantas ganas de probar sus labios. Solo tenía que bajar ligeramente la cabeza
y podría hacerlo, mientras se mordía el labio con aprensión.
Pero justo cuando entré a matar, tan cerca que casi podía saborear su beso,
pasos resonaron al final del pasillo. Pasos que venían en nuestra dirección, la
67
zancada era larga y determinada. Los ojos de Sophie se abrieron y rápidamente
pasó por debajo de mi brazo para dar un paso atrás en el pasillo.
—Ahí estás —le reprendió su padre—. ¿En qué estás pensando yéndose solo
así…? —Su voz se cortó en seco cuando me vio en la habitación, e hizo una pausa y
me miró con suspicacia—. Sophie, vuelve con tu madre.
Sophie rápidamente me miró, la reacción que había tenido unos momentos
antes cambió radicalmente. Donde sus ojos habían sido impecables, la luz pareció
desvanecerse, alejándose. Y una vez más, en la dinámica impar de esta familia, me
pareció que trató de hablar.
—Pero yo… —Respiró.
—Dije —repitió con firmeza cuando volvió una mirada endurecida en su
dirección—, vuelve con tu madre. Ahora.
Bajó la mirada al piso y se alejó. Me lanzó una rápida mirada de disculpa,
entonces me apresuré a regresar a la sala principal. Su padre dio un paso hacia mí,
su voz cortada con un fuerte borde de acero.
—No sé quién eres, chico —advirtió—. Pero ella no es para ti.
—Con el debido respeto, señor —le contesté, subconscientemente inflando el
pecho—, no sabe nada de mí. —Traté de mantener la calma. Tratar de ver, por
Sophie, si podía suavizar las cosas un poco. Sin embargo, me estaba insultado con
su sentencia de que me encontraba falto de aptitudes.
Negó mientras veía mi ropa manchada de grasa.
—Puedo ver todo lo que necesito saber, ella no es para ti.
—¿No cree que eso debe decidirlo ella? —le pregunté con el ceño fruncido.
—No —respondió fríamente—: No lo creo.
—Es una persona adulta. Puede tomar sus propias decisiones, incluso si es su
hija.
—Captaste esa parte correctamente, muchacho. Es mi hija. Mía. —Señaló
hacia el pasillo por donde Sophie se había ido—. He invertido mucho dinero para
asegurarme que sea de sangre azul. La he pulido como a un diamante, haciéndola
el sueño de todo hombre. Desde el momento en que supe que era niña, he estado
preparándola para alguien mucho más grande que tú.
Entrecerré los ojos hacia él.
—¿Cómo para ese idiota que la engañó? —gruñí—. ¿De verdad cree que va a
ser feliz con él?
—¿Y tú crees que sería feliz contigo? —Movió hacia abajo su nariz por mi
cuerpo de una horrible forma aristocrática—. ¿Qué puedes ofrecerle? Es una mujer
de sociedad, muchacho. Nació y se crió para la clase alta. Su felicidad son
suntuosas fiestas y una tarjeta platino. Así que mantén tus sucias manos fuera de
68
ella.
Con eso, se dio la vuelta y se dirigió resueltamente por el pasillo sin siquiera
mirar atrás. Y me quedé parado allí preguntándome qué demonios pensar. No era
como si estuviera enamorado de Sophie. Era más justo decir que me gustaba. Y,
que me jodan, la deseaba. Lo había hecho durante mucho tiempo. ¿Pero era
suficiente para aguantar a ese pendejo? Si tuviera dos dedos de frente en mi
cabeza, nunca le daría un segundo pensamiento.
Pero luego de un par de imágenes rápidas cruzando por mi mente. Su sonrisa
cuando me había visto por primera vez allí hoy, solo una pizca de ella en sus labios,
excepto la luz que brilló en sus ojos. El tono de su frágil voz cuando me preguntó
si solo había venido por el arte. Y la forma en que la vida se desvaneció fuera de
ella cuando su padre apareció.
Realmente no podía evitarlo. Así que me quedé un poco más, viendo el resto
de la exposición.
Matando el tiempo, realmente, hasta un cuarto para las tres. Entonces salté en
mi Cougar y conduje al apartamento de Sophie.
Porque quería iluminarla de nuevo.

***
—Hacer o morir, ¿no? —preguntó Sophie mientras sostenía abierta la puerta
de la tienda de Drew para ella un poco más tarde.
Miré en su dirección para ver que había fijado su mirada en mi tatuaje en el
cuello. Centrándose en él para construir su confianza.
—Quieres hacer esto, ¿no? —le pregunté—. Él podría incluso no hacerlo hoy.
Siempre podemos hacer un cambio en la cita y darte un poco de tiempo para
pensarlo.
—No, quiero hacerlo. Solo estoy... —Respiró hondo y entró en la tienda.
En el mostrador estaba sentada quien asumí era la chica nueva de
perforaciones que Drew había contratado. Su nombre era Raven o algo así, su
cabello negro azabache tenía un tinte azulado brillante cuando la luz cambiaba.
Tenía las cejas perforadas y un piercing en el labio. A juzgar por el aspecto
ligeramente accidentado de sus senos debajo de su camiseta sin mangas, sus
pezones estaban perforados, también.
—Bueno, hola —saludó a Sophie con una amplia sonrisa, pareciendo
reconocerla.
—Hola —dijo Sophie también—. Raven, ¿verdad?
—Sí. —Raven sonrió—. Efectivamente. ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Tienes
problemas con tu perforación?
69
Raven se mantenía asomándose hacia mí, mirando atrás y adelante, como si
no pudiera imaginar lo que esta pieza-malditamente-caliente-pero-obviamente-
de-lujo estaba haciendo aquí conmigo en mi ropa grasienta de taller.
—¿Drew está aquí? —le pregunté—. Está interesada en hacerse un tatuaje.
—Está en la parte de atrás con un cliente —dijo—. Pero podría tomar tu
mensaje y dárselo cuando haya terminado.
—Solo dile que Brannon está aquí —dije y sus ojos se abrieron un poco más.
—Oh, eres Brannon —ronroneó—. He oído hablar de ti.
Obvio acercamiento. Tenía esa mierda todo el tiempo. Cuando conocía a
alguien que conocía a la banda muy bien, habían escuchado hablar de mí. Mis
hazañas eran una especie de leyenda, supongo.
Aunque justo en ese momento, que estaba aquí por Sophie, el repentino
cambio de atención de Raven como que me molestó un poco. Era un puto, pero no
era tan puto que dejaría que una chica me coqueteara completamente cuando
estaba con otra chica. No era que en realidad alguna vez realmente estuviera con
una. Así que esto era solo un poco torpe.
Sophie se sintió claramente incómoda por el coqueteo abierto, así que
terminé con eso deslizando mi mano en la cintura de Sophie y tirándola cerca de
mí.
—Sí y estoy aquí con Sophie —dije—, porque quiere un pequeño tatuaje. Así
que, ¿podrías avisarle a Drew?
Debidamente mortificada, Raven pareció captar mi indirecta.
—Por supuesto —murmuró—. Solo un segundo. Iré a decírselo.
Se deslizó por la puerta para volver y conseguir a Drew.
—Lo siento —me quejé hacia Sophie.
—Está bien, Bran —dijo mientras se alejaba para hojear un libro de diseños
en el mostrador—. Tienes una reputación que mantener. Además, no es como que
soy tu novia o algo así.
No me gustaba la forma en que jugaba conmigo. Realmente no quería una
novia, pero realmente deseaba a Sophie. Debería haber estado extático porque
solo me dio una luz verde para una mierda casual. ¿Qué hombre no querría poder
golpear su pequeño cuerpo sexy de vez en cuando? Y tener eso y aun así mantener
la totalidad de tu soltería ¡debería haber sido un sueño hecho realidad!
Sin embargo, la forma en que lo dijo sonó algo así como que no le fastidiaría
si me acostaba un poco con Raven. O con alguien más. Eso me molestaba más de
lo que quería admitir.
—Aun así —le dije—, no fue muy elegante que ella coqueteara mientras
obviamente estoy aquí contigo.
Sophie dejó de pasar las páginas y me miró. No podría decir lo que estaba
70
pensando, pero algo se revolvía en su cabeza, velado detrás de esos
impresionantes ojos turquesa. Entonces uno de los lados de su boca se elevó en
una pequeña dulce sonrisa, que de alguna manera hizo que mi pene hiciera
contorsiones en mis jeans.
Justo cuando se disponía a hablar, la voz de Drew sonó desde el pasillo
mientras venía a la puerta.
—Brannon, amigo —dijo—. Mantente malditamente lejos de mi perforadora.
No va a perforar tu polla… —Entonces sus ojos vieron a Sophie y se detuvo en
seco—. Oh, mierda. Hey, um...
—Sophie —dije, suministrando su nombre debido a que se había quedado
claramente en blanco.
—Sophie —murmuró—, correcto. —Me miró, todavía parecía un poco
sorprendido—. Amigo, esta es la chica que llevaste a Perkins la otra noche.
—Sí, hijo de puta. —Le fruncí el ceño—. Y puede oírte. Está de pie aquí.
Eso lo trajo de regreso a la realidad un poco. Volvió a mirar a Sophie con una
sonrisa irremediablemente patética.
—Lo siento —le dijo—. Simplemente no estoy acostumbrado realmente a...
bueno, él...
—Solo cierra la boca, hombre, y empecemos a hablar de por qué estamos
aquí.
La expresión en blanco de Drew se mantuvo.
—¿Por qué estás aquí?
—¿No te lo dijo Raven? Sophie quiere conseguir un tatuaje.
—Oh, mierda. Lo siento —farfulló Drew—. Solo volvió y dijo algo acerca de tu
pene queriéndose perforar. Parecía algo interesada y eso me molestó porque te
acostaste con mi última… —Se detuvo en seco—. Mierda. Nada. No importa. Solo,
bueno, es una gran perforadora y quiero que se quede un poco, así que... bueno...
Los ojos de Sophie se habían vuelto amplios cuando se volvió hacia mí.
—¿Perforar tu polla?
—Ha hablado de ello antes. —Ofreció Drew—. Sin embargo, le sigo diciendo
que tendría que darle un descanso para dejar que se cure y, conociéndolo…
—Drew —gruñí—. ¿Podemos hablar del tatuaje?
—Sí. —Asintió—. Vamos a hacer eso.
Se centró en una ruborizada Sophie que tenía su mirada fija en mi rostro.
Evidentemente, la idea de una perforación tenía a su mente dando vueltas. Joder,
¿cuánto tiempo tardaría en sanar? Y, ¿podría mantener mis manos lejos de ella
tanto tiempo? Ya quería clavarla otra vez y solo habían pasado unas horas.
—Entonces, Sophie —dijo Drew, rompiendo esa conexión entre sus ojos y los 71
míos—. ¿Qué estás pensando? ¿Deseas hacer una cita? ¿Tienes algo en mente?
—Bueno, sé que es de última hora y todo —empezó, un poco sin aliento—,
pero ¿podrías hacerlo hoy? Sé exactamente lo que quiero.
—Creo que sí. —Agarró un libro de citas del mostrador y pasó su dedo por la
página—. Estoy a punto de terminar con este chico y, sí, no parece que tenga a
nadie después. —Miró de regreso a ella—. No estoy seguro de si tendríamos
tiempo, sin embargo. Así que, depende de lo que quieras.
Sophie tomó mi mano, la que tenía el tatuaje en mi muñeca y me dio un
codazo para ponerla en el mostrador.
—Quiero algo como esto, pero…
—¿Quieren un tatuaje a juego? —Drew murmuró con una ceja levantada y
una pizca de sonrisa incrédula—. ¿Cuánto tiempo hace que se conocen uno al
otro?
—No a juego, realmente. —Sophie se rió nerviosamente—. No es como que
estamos... —Su voz se apagó mientras me miraba rápidamente, aclarándose la
garganta antes de mirar de nuevo para trazar las líneas de mi muñeca—. Quiero
algo que sea un poco así, pero más redondeado. Como todo el asunto en la forma
de un corazón. Y más doblado que afilado y dentado. —Se mordió el labio y miró
hacia Drew para estudiar su reacción—. Y quiero a René en medio.
—Está bien. —Drew asintió. Su estado de ánimo había cambiado de
desconcertado y divertido (probablemente por pensar en mí y una chica teniendo
tatuajes a juego) a modo de artista. Como si estuviera visualizando la idea de
Sophie.
Realmente era bueno en esto; tomó una hoja de papel y un lápiz para hacer
rápidamente un bosquejo. Vimos como la imagen comenzó a tomar forma.
—Supongo que quieres a René en color, pero el resto solo negro. ¿Dónde lo
quieres?
—Bueno —dijo Sophie, tiró de su camisa un poco para revelar la exquisita y
suave piel de su estómago. Mientras hablaba, también empujó un poco sus
vaqueros. Ahí estaba el hueso de cadera al que le di un pellizco y que saboreé.
Mi boca se hizo agua y mi pene se puso rígido.
Pero Drew era todo negocio. Levantó la vista de dibujo para ver donde
señalaba y asintió.
—Sí, será genial allí. Recomiendo que te lo hagas al menos de cinco a ocho
centímetros de altura para que puedas conseguir un buen detalle. Si es el primero,
mi suposición es que no lo quieres tan grande, ¿verdad?
—Sí. —Asintió—. No descomunal ni nada.
—Está bien, tomará poco más de hora y media. Tal vez de dos horas, como
mucho. Podría hacerlo esta noche si quieres salir un poco.
72
Sophie me sonrió.
—Suena muy bien para mí, pero tú me trajiste aquí. ¿Te importa esperar?
De ningún modo.

***

Unos cuarenta y cinco minutos más tarde, Sophie se recostó en una silla, sus
vaqueros desabrochados y bajados solo lo suficiente para revelar su cadera. Y me
estaba dando un infierno de dolor.
—¿Duele? —preguntó ella.
—Solo un poco —le contesté—. Pero no tan mal.
—Este lugar puede ser un poco sensible —explicó Drew con una sonrisa—.
Pero hay un montón de sitios peores en que podrías hacerlo.
Con el primer contacto de la aguja, el cuerpo de Sophie se puso rígido
ligeramente y sus dedos se apoderaron de mi brazo.
Sus ojos se cerraron y respiró profundamente, calmándose.
—¿Estás bien? —pregunté en voz baja.
—Sí —murmuró con tono lacónico—. Solo acostumbrándome, eso es todo.
Le aparté el cabello de los ojos y me miró, estudiándome cuando Drew
trabajó en las líneas oscuras del corazón y del contorno de René en el centro.
Centrarse en mi rostro parecía calmarla, jalar su atención de la incomodidad. De
vez en cuando, un agudo pinchazo la atrapaba con la guardia baja y bajaba
rápidamente mis labios a su frente para besarla y quitarle el dolor.
En algún lugar, después de que el esquema terminó y Drew empezó a llenarlo
con color, los ojos de Sophie comenzaron a oscurecerse; mientras el calor
comenzaba a correr a través de ella, como si el dolor punzante fuera un
afrodisíaco.
Su respiración se volvió superficial, su pulso empezó a latir. Me temblaron las
manos cuando un jadeo entrecortado escapó de sus labios y sentí su cuerpo
moverse hacia arriba, a mi toque.
Las expresiones que cruzaban su rostro tenían mi cuerpo palpitante de deseo,
duro como una piedra, dolorido y palpitante. Había visto la misma mirada en ella
antes, a la pálida luz de la señal neón de cerveza cuando tenía mis bolas enterradas
profundamente. Parecía que los pequeños sonidos que salían de su garganta eran
ecos de nuestra pasión. Tragó agudamente su aliento. Un pequeño suspiro.
En el momento en que Drew terminó, estaba sudando. Estaba dolorosamente
duro. Estaba bastante seguro que me encontraba a punto de estallar.
—Está bien —dijo Drew, dejando la máquina de tatuaje a un lado y
73
sosteniendo un espejo para que Sophie pudiera conseguir una buena mirada—.
¿Qué piensas?
Bajando la cadera, siguiendo la curva de su cuerpo, había una versión
ligeramente más pequeña y más redondeada del tatuaje de mi muñeca. La parte
exterior curvada entera era más de la forma de un corazón y la oscuridad dentada
de las líneas se arremolinaba y se cerraban un poco, apareciendo ligeramente más
suave y más femeninas. Y allí mismo, en medio del corazón estaba una pequeña
Rana René perfecta.
Sophie sonrió amplio.
—Me encanta —susurró—. Oh, Dios mío, me encanta.
Sus brillantes ojos se elevaron para encontrarse con los míos y levantó la
cabeza para darme un beso rápido en los labios antes de volver de nuevo a mirar
hacia atrás al espejo.
Drew colocó un pedazo de plástico transparente sobre él y lo pegó con cinta.
—Déjate esto por un par de horas y luego te lo quitas antes de irte a la cama
esta noche. —Se sentó en el taburete rodante, alcanzando atrás por un pedazo de
papel en el mostrador que le entregó a Sophie—. Usa agua fría para lavarla —
explicó, señalando aquí y allá en la hoja de instrucciones—, y jabón líquido
antibacterial, pero solo masajea muy suavemente con los dedos. Cuando hayas
terminado, acaricia cuidadosamente para secar y extiende una capa muy fina de
crema A&D6 o algo parecido. Nada a base de petróleo.
Sophie asintió mientras hablaba.
—No debes usar un vendaje, ya que tiene que respirar, usa ropa suelta por
una buena semana o así. Además, —Drew le guiñó un ojo—, tienes que tener
mucho cuidado en mantenerlo limpio, por lo que quizás quieras probar una
posición alternativa o poner algo sobre él cuando ustedes dos estén ocupados.
Sus ojos se ensancharon ante el comentario inadecuado de Drew; no pude
evitar reír mientras el teléfono comenzaba a sonar en la otra habitación.
Drew dio un vistazo al reloj. Eran poco más de las seis y media.
—Mierda —dijo levantándose y saliendo de la habitación—. Creo que Raven
se fue a casa, así que probablemente debería responder eso.
Sophie, con el rostro enrojecido pero con los ojos fríos y necesitados, me
miró una vez que Drew dejó la pequeña habitación. El aire de repente parecía
caliente mientras la observaba con avidez.
—Creo que necesito un poco más de información acerca de esas otras
posiciones —murmuró, mordiéndose el labio.
—¿Ah, sí? —Sonreí.
Sophie se inclinó sobre sus codos, por lo que su boca quedó a un centímetro
de la mía.
74
—Sí, porque algo sobre esto me tiene tan excitada ahora. Pero no quiero
estropear mi tatuaje. —Me besó ligeramente y luego susurró contra mis labios—.
Así que tal vez podrías follarme por detrás.
—Jesús. —Jadeé—. Nunca te había oído decir esa mierda antes y es
putamente muy caliente.
—No creo que haya dicho follar antes. —Sophie se rió—. Me siento un poco...
traviesa de repente.
—Quiero escucharte decir más —gruñí cuando tomé su rostro entre mis
manos y la besé con fuerza—. Quiero oírte gemir y gritar cuando esté dentro de ti.
La respiración de Sophie se atoró en su garganta y luego salió apurada.
—Llévame a algún lugar, Brannon. Ahora mismo. Me voy a morir si no me
tocas pronto.
Mi mano estaba abajo por su estómago, solo un toque lejos de estar en su
pantalón abiertos. Al oír su susurro desigual, la deslicé más, metiéndome en la
humedad entre sus muslos. Sophie jadeó y le di otro rápido beso duro.

6
Crema A&D: La pomada A+D, originalmente formulada para la irritación con el pañal, no es solo para
bebés. Esta pomada está llena de vitaminas A y D y ayuda a una gran cantidad de enfermedades de la piel.
Una pomada para todo tipo de variedades de irritaciones en la piel, A+D te ayuda a calmar y a sanar tu piel.
—Shh —susurré contra sus labios—. Drew está justo afuera de la puerta
abierta. Quiero ver si puedo hacerte venir antes de que vuelva. —Sus ojos se
abrieron de golpe y me miró mientras arrastraba un poco de su humedad hasta
esparcirla alrededor de su clítoris. Rezando para que Drew no se desviara y no
viniera de nuevo, añadí un poco de presión y rodeé su sensible lugar con mi
pulgar. Al mismo tiempo, enganché mi dedo dentro de ella y froté el punto ideal
que la hizo retorcerse y gemir.
Y entonces oí pasos en el pasillo.
—Mierda —dije mientras jalaba mi mano.
—No —gimió ella bajo; atrapé su grito con mi boca, besándola
profundamente.
Los pasos de Drew se detuvieron en la puerta abierta y su voz estaba llena de
risas mientras hablaba.
—¿Ustedes chicos necesitan unos minutos? Puedo volver.
Incliné la cabeza para ver hacia la mirada sensual de Sophie y casi le dije que
sí. Joder, sí, de hecho.
Excepto que la quería completamente desnuda, tumbada en mi cama. Quería
que gritara, jurara y jurara cuando la montara duro y feroz.
—¿Estás lista para irte? —pregunté.
Asintió, exhalando una respiración difícil.
75
—Por favor —susurró—. Llévame a algún lugar. Llévame a cualquier lugar.

***

No me tomó más de quince minutos llegar de vuelta a mi apartamento, otro


minuto y medio tenerla completamente desnuda; y, en uno más, estaba en mi
regazo balanceándose sobre mi pene mientras se apoyaba en mi pecho. Sus
piernas estaban abiertas mientras le tocaba el clítoris y gruñía en su oído.
—¿Cómo está eso, Soph? ¿Cómo sientes mi pene?
—Oh Dios, Brannon. —Se quedó sin aliento y golpeó contra mí. Su pequeña
apretada vagina hizo que me volviera loco y le mordí el hombro, lo que la hizo
gritar y moverse más rápido. Empezó a temblar y sollozar. Por un segundo se
quedó inmóvil y luego gritó.
—¡Mierda!
—Oh, Cristo, Sophie —gruñí y agarré sus caderas, levantándola y golpeándola
duro sobre mí mientras gritaba. Sentí el torrente de liberación acumularse, mis
bolas apretadas y doloridas. Luego todo se derramó de mí con un duro gemido
gutural.
Sophie lánguidamente se recostó contra mí, su rostro giró sobre mi cuello, mi
respiración pesada moviendo sus suaves flequillos de olor dulce. Mis ojos se
centraron en sus pechos desnudos, subiendo y bajando con nuestro esfuerzo
combinado. Mis dedos se arrastraron hasta su estómago, a la curva alrededor de
las olas de piel. Nuestra respiración entrecortada llenó la habitación y mi corazón
se sentía como que iba a saltar directo fuera de mi pecho. No sé si alguna vez me
había venido tan duro, mi función cerebral era lenta para regresar.
Sentí el toque ligero de sus dedos peinar mi cabello y sentí su susurro contra
mi piel:
—Creo que quiero otro tatuaje.
Me eché a reír, sosteniéndola con fuerza mientras se perdía en un ataque de
risa.
—Mierda, Sophie. —Suspiré, secándome las lágrimas de regocijo de mis
ojos—. Vas a matarme.

***

Dirigí a Sophie, desnuda y todavía riendo, hacia el baño donde me quité el


condón y lo tiré a la basura. Me agaché para comprobar su tatuaje y el plástico que
aún lo cubría, sin ser molestado.
76
Entregándole una camisa de franela que colgaba de un gancho en mi baño,
tomé un pantalón corto de baloncesto y me los puse. Sophie estaba terminando de
abrochar los botones cuando miré hacia arriba, viéndola incluso más sexy que hace
unos minutos. Si es que eso era posible.
Entonces mi estómago gruñó, alto y fuerte, y Sophie se disolvió en otro
ataque de risa.
Le di la vuelta hacia la puerta del baño y la guié para salir al pasillo.
—Vamos a ver lo que tengo para comer. —Me reí mientras le daba un
manotazo ligero en el trasero—. Sigues saltando sobre mis huesos y voy a
necesitar comida para recuperar mi fuerza.
—Sé cómo cocinar un poco —dijo tímidamente—. No he tenido mucha
práctica, pero tuve que llevar ―cocina en casa‖ como requisito en la secundaria.
—De hecho, puedo cocinar bastante bien, nena. —Sonreí—. Así que no te
preocupes por eso. Solo no estoy seguro qué tengo para preparar.
Miré a través de la nevera, pero no vi mucho ya que no solía comer en casa.
Más que nada tenía condimentos. Pero, cavando en el congelador, encontré algo
de coliflor y unos filetes congelados de tilapia, luego revolví atrás a través de la
nevera para tomar el queso parmesano, la mantequilla y la mayonesa.
—Toma asiento. —Le devolví la sonrisa a Sophie—. Tengo algo increíble que
puedo hacer que solo tomará unos pocos minutos.
Se sentó en uno de los taburetes en mi contra, remilgada como podría estar
en mi camisa de franela, una suave pierna desnuda cruzada sobre la otra mientras
me observaba trabajar. Con el horno caliente, mezclé el parmesano y la mayonesa,
extendiéndola sobre los filetes mientras cocinaba la coliflor al vapor en el
microondas. Coloqué el pescado en la parrilla y agité la mantequilla en la coliflor.
En poco tiempo, tenía un plato para cada uno de nosotros.
—Oh, ¡wow! —exclamó Sophie cuando dio un mordisco a la tilapia—. Esto es
realmente bueno.
—Me gusta porque es fácil.
—Pero es muy, muy bueno. Creo que quiero que cocines para mí todos los
días. —Sonrió mientras se metía un pedazo de coliflor en la boca.
Le di un beso rápido en los labios mientras masticaba.
—En cualquier momento, Soph.
Todo se sentía tan condenadamente fácil. Tan correcto. No era el tipo de
chico que hacía mierda como esta. Cocinar para una chica, incluso si no era mucho.
Tenerla allí después de follar. Generalmente quería que se fueran por la puerta
bastante rápido, nunca las traía a mi casa en absoluto, lo cual era un
acontecimiento muy raro en sí mismo.
Pero había algo acerca de Sophie que me hacía pensar que podría 77
acostumbrarme a esto.
Y eso como que envió una sensación aprensiva por mi estómago.

***

Ni siquiera le pregunté si quería ir a casa. Creo que tal vez tenía un poco de
miedo de que dijera que sí, por lo que solo la tuve como rehén, desnuda a
excepción de mi camisa de franela, escondida a mi lado mientras veíamos
Underworld. Sophie estuvo cautivada por la historia, por los matices sexys, por el
traje de cuero negro que llevaba Kate Beckinsale (que tendía a cautivarme mucho,
también). Al final, sin embargo, sus ojos cayeron y dio un largo bostezo que sentí
por todo mi cuerpo. Sus ojos se cerraron una vez, luego otra vez mientras los
créditos comenzaron a pasar.
—Te quedarás, ¿cierto, Soph? —le pregunté bajo.
Lánguidamente me miró, estudiándome durante un minuto antes de asentir.
—Si me lo permites.
¿Si se lo permitía? Por el amor de Dios, aquí había estado sopesando los pros
y los contras de secuestrarla si decía que no.
—Levántate un segundo —dije y se sentó, temblando mientras salía de la
calidez de mi pecho desnudo. La levanté para que se pusiera de pie y la llevé al
cuarto de baño donde quité el plástico que cubría su tatuaje.
De rodillas ante ella, lavé suavemente la tinta de la piel con agua fría,
secándola, y alcancé la crema A&D.
—Es bueno que estés preparado. —Me sonrió.
—He estado allí y hecho eso. —Sonreí mientras ponía una capa delgada de
crema sobre su tatuaje y suavemente se aplicaba—. He hecho la cosa post
tratamiento de tatuaje bastante bien.
Sus dedos rozaron mi cabello despeinado, un gesto de ternura que me hizo
sentir protector y caliente, todo a la vez. Le di un suave beso junto al tatuaje.
—Ahí tienes —dije, levantándome de vuelta y mirando hacia abajo para ver
su expresión tierna—. Eso es todo lo que hay que hacer.
Se levantó de puntillas para darme un beso, solo una ligera caricia, como una
pluma, de sus labios sobre los míos.
—Gracias —susurró.
Metí la mano en el cajón superior de mi botiquín y saqué un nuevo cepillo de
dientes, un repuesto que había recibido del dentista no mucho después de la
primera noche que habíamos pasado juntos. Hacía un tiempo atrás, poco después
de esa primera fiesta; mi cabeza había estado circulando con pensamientos de
Sophie. Diciéndome que no estaba haciendo exactamente lo que estaba haciendo, 78
había escogido uno de color turquesa porque me recordaba sus ojos.
Sacando del cepillo del empaque, se lo entregué y tomé el tubo de pasta de
dientes. Por unos segundos, Sophie vaciló antes de tomar el cepillo de mi mano.
Una pregunta silenciosa se reflejó en sus ojos mientras me observó.
—Es uno extra —dije con una sonrisa despreocupada—. Lo conseguí en mi
última cita de revisión dental. No estoy seguro de si eres igual, pero no me gusta
tener los dientes sucios.
—Gracias —murmuró en respuesta cuando agarré mi propio cepillo de
dientes y comencé a cepillarme.
Era extrañamente doméstico, de pie allí con ella en el lavabo del baño.
Monstruosamente cómodo, empujé esa sensación al fondo de mi mente. Examinar
esto demasiado cerca no sería una buena idea.
Finalmente, la llevé a mi habitación, a mi cama no tan lujosa, pero ―muy‖
malditamente cómoda. La metí entre las sábanas de franela de color azul oscuro.
Di una vuelta rápida alrededor del apartamento para apagar las luces y me uní a
ella, tirándola con fuerza contra mí y enterrando mi rostro en el dulce olor de su
largo cabello rubio.
Capítulo 7

― ¡C onseguí un trabajo! ―gritó Sophie en el teléfono

mientras entraba en la oficina de mi taller y cerraba la puerta detrás de mí. No


necesitaba que Cody la escuchara y me molestara por hablar con una chica por
teléfono. Estaba viéndome raro desde que repentinamente me había detenido en
la caza constante de vaginas.
Y realmente no quería tener que despedirlo de nuevo esta semana.
—¿Un trabajo? ¿Por qué hiciste eso? —Reí—. Ni siquiera sabía que estabas
buscando uno.
—Todo esto es parte de la nueva yo. Estoy tratando de ser autosuficiente y no
depender tanto de mis padres ni de su dinero —explicó Sophie, hablando
rápidamente debido a su excitación—. De todos modos, hoy me detuve en el salón
de Lily, quien estaba regañando a su recepcionista por no ir a trabajar. No le llamó 79
ni nada durante dos días y luego se presenta esta mañana como si nada. Lily le dijo
que necesitaba organizarse mejor. La chica se puso toda loca y desagradable, por
lo que Lily la despidió. Y ahora soy su recepcionista.
—Bueno, eso es genial, Soph.
—Lily quiere que salga con algunas de sus amigas esta noche para celebrar.
Supongo que es Miércoles de Mujeres en Teasers y tendrán strippers masculinos o
algo así. Nunca he ido a ver strippers antes. —Se rió—. Sin embargo estoy un poco
nerviosa. Es con algunas de las chicas de las fiestas de los Mofos, pero también con
un grupo de chicas que no conozco.
Había pasado una semana más o menos y las cosas parecían extrañamente
resueltas de alguna manera. Sophie evitaba a su familia siempre que podía; por lo
general se escondía en mi casa. Un acuerdo tácito que de alguna manera
funcionaba un poco demasiado bien. Con el cuerpecito sexy de Sophie en mi cama
casi todas las noches. Sin embargo, evitábamos cualquier mención de sentimientos
o apego.
El sueño de todo chico, ¿no?
No obstante, a pesar que no habíamos dicho una palabra al respecto, algo
estaba pasando entre nosotros. Pero eso me ponía más que un poco nervioso. En
este momento, era algo tenue y frágil.
Ahora ella pasaría la noche en un club de striptease en Butte, hostigada por
un montón de hombres, en su mayoría desnudos, así como por un montón de
chicas sucias que me conocen demasiado bien. Con una repentina sensación de
miedo penetrante en mis entrañas, me pregunté con cuántas de esas chicas me
habría acostado en el pasado.
Sophie parecía nerviosa. Tal vez se preguntaba lo mismo. O tal vez estaba
sintiéndose genuinamente tímida y cohibida en general.
—Vas a estar bien, Soph —dije, haciendo mi mejor esfuerzo para tranquilizar
mi propio temor aprensivo tanto como el de ella—. Solo ten mi número a mano y
llámame si me necesitas.
—No quiero estar molestándote todo el tiempo.
—No te preocupes, Sophie... nunca lo harás.

***

—Relájate, Brannon, y deja de revisar tu teléfono. —Denny se rió mientras me


miraba desde el otro lado de la mesa de billar y alineaba su disparo. Era miércoles
por la noche y el Copperline estaba un poco tranquilo con solo algunos de los
asiduos acérrimos sentados en el bar.
—Vete a la mierda ―le contesté—. Estoy un poco preocupado porque lo 80
último que supe era que estaban bebiendo Jägerbombs. Sophie no tiene mucha
experiencia en beber tragos cargados.
—Joder, estás actuando como una mamá gallina —se burló Cody y me
entregó el taco de billar—. Solo cálmate de una puta vez y haz tu tiro.
—No me digas qué hacer, hijo de puta —murmuré de regreso, cuando tomé
mi turno—, o voy a despedir tu trasero.
Sin embargo, mi mente no estaba en el juego y no estuve ni remotamente
cerca de meter ni una sola bola en los hoyos. Así que le devolví el taco, me senté y
miré el teléfono de nuevo.
Todavía nada.
¿Debería enviarle un texto? ¿Debería llamarla? ¿Sueno como un hijo de puta
necesitado?
Por supuesto que sí.
Por fin, mi teléfono sonó. Gracias. Un texto de Sophie.

Vny rcogm
—¿Qué demonios significa eso? —preguntó Denny, leyendo el texto por
encima de mi hombro.
—No estoy del todo seguro ―le contesté—. Pero creo que tal vez quiere que
vaya a buscarla.
Le respondí el texto a Sophie:
¿Estás bien?
La respuesta vino muy, muy lentamente.
Soy una mierda. Quiero ir a casa.

—¿Mierda? —preguntó Denny.


—O nauseas —murmuré—. Amigo, ¿puedes prestarme tu camioneta?
—Ni de coña. Eres el único que pidió eso. Ella vomitará en tu auto.
—De ninguna manera, hombre —Cody jadeó mientras caminaba detrás de
Denny―. El Cougar no.
—Oh, por el amor al cielo, Cody. ―Denny le frunció el ceño—. No entres en
pánico. No dejará que nadie vomite en el Cougar. —Miró hacia mí una vez más—.
Simplemente deja que Lily se encargue de ella si se siente mal. Sophie puede
vomitar en su auto.
—Vete a la mierda —le contesté con brusquedad—. Sophie no está 81
acostumbrada a ese tipo de cosas. No puedo dejarla ahí.
—Increíble —murmuró Justin, moviendo las pestañas y la mano con un toque
dramático—, Brannon está convirtiéndose en chica.
—Demonios —añadió Drew—. Deberías haberlo visto cuando la acompañó a
hacerse su tatuaje. Besándole la frente y toda esa mierda.
—Váyanse a la mierda. —Les fruncí el ceño a los dos.
—Jesús —dijo Denny—. Relájate. Ella es algo bueno y fino, te doy eso. Te he
visto montarla y… ―Se volvió y asintió a los otros chicos—, esa pajarita realmente
es ardiente...
—Tú, hijo de puta —Cody escupió a Denny—. ¿Los has visto?
Pero Denny ya me miraba de nuevo para terminar de regañarme.
—... pero ¿realmente dejarás que vomite en tu auto?
—Ni siquiera sabemos si va a vomitar —discutí, sacando las llaves de mi
bolsillo mientras me dirigía a la puerta principal.
—Solo dijo que tiene náuseas —gritó Denny de nuevo—. Tú, idiota azotado.
—Eso no quiere decir que vaya a vomitar mi auto —le respondí, luego cerré
la puerta atrás de mí y fui de noventa a nada a Teasers para recoger a una Sophie
muy bebida.
***

Lo primero que pensé cuando la vi fue que totalmente iba a vomitar en mi


auto. Y que realmente debería haber traído la camioneta de Denny. Demasiadas
bebidas para contarlas y se sentía mareada. Se había quitado los zapatos de tacón,
lo que apestaba porque parecía que se veía muy sexy, estaba haciendo su mejor
esfuerzo para sostenerse mientras el ritmo del baile palpitante reverberaba a través
del club.
—Brannon —gritó Lily, los ojos de Sophie se abrieron. O, más bien, se
inclinaron abiertos, de forma rápida, si es que eso era posible. Pauline estaba
riéndose de algo, solo Dios sabía de qué, a la derecha de Sophie; su boca se abrió
cuando me vio.
—Mierda, ¿Brannon? ¿Viniste a desnudarte para nosotras?
Apenas miré a las otras chicas, de las cuales cerca de la mitad, de hecho, me
había follado en un momento u otro, lo que no hizo nada para calmar la agitación
incómoda en mis entrañas. Pero no les presté atención mientras me acercaba a
Sophie, tomando su rostro en mi mano. Olía a destilería.
—Hola —murmuró mientras se apoyaba en mi palma con los ojos cerrados.
Por supuesto, cuando se inclinó en mi palma todo su cuerpo hizo lo mismo y
comenzó a caer de lado. 82
Me reí mientras tomaba su cuerpo inerte y la atraía hacia mí. Su cabeza cayó
pesadamente sobre mi pecho y me di cuenta que estaba apoyada completamente
en mí.
—Sophie, cariño, estás borracha.
Hizo un pequeño movimiento como si estuviera tratando de levantar la
cabeza, pero no llegó muy lejos.
—Jägerbombed —resopló en mi camisa.
—Sin embargo todavía eres ingeniosa, ¿verdad? —Sonreí cuando puse mi
brazo detrás de sus rodillas y la levanté contra mi pecho—. Está bien, señoritas.
―Me volví hacia Lily, quien estaba de pie con Pauline, Ruth y Laura, así como un
pequeño rebaño entero de faldas cortas que flotaban alrededor―. Llevaré a Sophie
a casa.
—Brannon —Lily se rió—, ni siquiera son las once.
—Sí, Lily —respondí—. Soy consciente de eso. Pero ya terminó.
Pauline rió.
—Es un pequeño peso ligero.
—Bebió mucho, sin embargo —dijo Lily―. Estaba tomando tragos donde
quiera. Y no creo que comiera mucho antes de llegar aquí.
—Bueno, creo que aún no estoy lista para irme, sin embargo. ―Pauline
sonrió―. Solo estoy empezando.
Lily asintió.
—Estamos bien, Brannon —dijo ella—. Solo cuida de tu chica.
—¿Su chica? —Ruth soltó una risita—. ¿Desde cuándo Brannon tiene chica?
No será de mucha utilidad esta noche. Quizá deberías quedarte. Podrías subir al
escenario y bailar para entretenernos, luego podríamos entretenerte.
Le enseñé lo que esperaba que pareciera simplemente una sonrisa suave, a
pesar que había demostrado cada onza de incomodidad que sentía en ese
momento.
—Pasaré, Ruth, pero gracias —dije y fui hacia la puerta.
Sophie me recordó a una gelatina mientras la instalaba en mi auto y le
abrochaba el cinturón de seguridad. Un indicio de gemido salió de sus labios
cuando me coloqué en el asiento del conductor. Se acurrucó de lado, frente a mí,
cerrando los ojos.
—Todo se está moviendo —se quejó.
—¿Al menos te la pasaste bien? —le pregunté con una media sonrisa tocando
mis labios.
Sus ojos permanecieron cerrados, pero sonrió.
—Fue impresionante. 83
Dormitó un poco, o se desmayó un poco, mientras nos dirigíamos por la
autopista hacia Ophir. Mientras salía de la interestatal hacia la carretera de dos
carriles a la ciudad, el movimiento le echó la cabeza hacia un lado y la levantó
repentinamente.
—Oh, Dios mío —susurró con voz ronca—. Detente, por favor. Voy a vomitar.
Afortunadamente, había disminuido la velocidad por la curva de todos
modos, así que pude estacionarme rápidamente a un lado mientras Sophie trataba
de quitarse el cinturón de seguridad. En un instante, se movió más rápido de lo
que jamás podría haber imaginado para alguien tan borracho como ella, salió del
asiento del pasajero y de inmediato cayó de rodillas en el suelo, con arcadas
violentas. Su cuerpo se estremeció con las arcadas mientras expulsaba la cantidad
excesiva de alcohol que había consumido esta noche.
Me arrodillé en el suelo detrás de ella, atrayéndola de nuevo a mis brazos y
quitando el cabello de su rostro. Se veía realmente verde, incluso en la oscuridad
de la noche que nos rodeaba.
—Me siento muy mal —se quejó.
—Te creo —le respondí con una sonrisa triste, quitándome la chaqueta para
cubrir su cuerpo escasamente vestido con calor.
—Todo está girando —dijo en voz baja.
—Solo quédate inmóvil por un segundo, Soph. Pasará.
Se relajó contra mí, escondida en mi cuerpo, mientras nos sentamos ahí en la
fría noche de otoño al lado de la carretera. Por un segundo, pensé que podría estar
quedándose dormida.
—¿Brannon?
—¿Sí, Soph?
—¿Es raro que, tan mal como me siento, también esté muy orgullosa de mí
misma por estar tan ebria?
Me reí.
—Sí, nena, eso es un poco raro. Pero he estado ahí, sé exactamente lo que
significa. Es como un rito de paso o alguna mierda.
Durante un tiempo, nos sentamos de nuevo en silencio. Una brisa fresca
soplaba a través del campo junto a la carretera, atrayendo el aire fresco de las
montañas del oeste. Sophie respiró el aire fresco profundamente.
—Lamento haber arruinado tu noche.
—No tenía mucho que hacer, Sophie.
Resopló un poco en tono de burla.
—No me imagino a un tipo como tú solamente sentado en casa solo.
—Bueno, no. No estaba sentado en casa solo en absoluto, pero…
84
Sophie de repente se alejó de mí y se tambaleó poniéndose de pie,
moviéndose un poco mientras se estiraba para desempolvar su pequeña falda
corta.
—Correcto —dijo en voz baja—. Por supuesto que no lo estabas.
—Espera un segundo. ¿Qué significa eso? —le pregunté.
—Eres Brannon Forrester —dijo Sophie, como si eso lo explicara todo.
— ¿Y?
—Y tienes una gran demanda.
—No te sigo, Sophie.
Con un suspiro, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia mi auto. O a
tropezar hacia mi auto. Con cautela, ya que anteriormente habíamos puesto sus
zapatos en el asiento de atrás y la carretera de roca seca podría no haberse sentido
demasiado bien en sus pies descalzos.
—Solo me puedes llevar a casa y luego volver a lo que estabas haciendo
―dijo—. O con quienquiera que estuvieras haciéndolo.
—Whoa, espera. —Me quedé sin aliento—. ¿Crees que estaba con otra chica?
—No tengo ninguna hipótesis absurda. Sé quién eres. Sé lo que haces. Y
aunque no lo supiera, me lo recordaron esta noche. Un par de veces.
Ahí estaba. Alguien había llegado a ella. Alguien con quien estuvo esta noche.
Ardiendo con una irritación que no entendí muy bien, la agarré del brazo y la
jalé para que me enfrentara. No quería mirarme, era evidente. Parecía estar
luchando con algo, lágrimas o ira, no tenía idea de cuál.
—¿Quién te dijo mierda sobre mí esta noche? —gruñí.
—No importa. —Negó, tratando de alejarse.
—Sí, de hecho importa. No creo que Lily dijera cosas así. Parece estar toda
entusiasmada con esta cosa que tenemos en marcha.
—¿Qué cosa? —Sus ojos brillaron hasta encontrarse con los míos por un
segundo―. Solo follamos, la verdad. Eso es todo.
Mi primer pensamiento fue: Mentira. Había más que eso. Más para ella. Tenía
que sentirlo, también.
—Está bien —dije con dientes apretados—. Tu diciendo ―follamos‖ fue
realmente sexy cuando lo hiciste el otro día. No tanto ahora.
—Es cierto, sin embargo. —Trató de alejarse de nuevo, tirando de su brazo―.
Todo el mundo lo sabe. Eso es lo que hacemos. Eso es lo que haces.
Odié la acusación que resonó en su voz.
—Sophie —le advertí.
Pero estaba en su mundo.
85
—Quiero decir, mira lo rápido que te acostaste conmigo. Te dije dos o tres
palabras y fue todo ―hagámoslo‖. No tomó mucho esfuerzo meterte en la cama
conmigo.
—No. Joder, no. —Fruncí el ceño duramente mientras luchaba para
mantenerla cerca—. No tienes ni idea de lo que estás hablando.
Sophie, todavía sin mirarme, estaba tratando de quitar mis dedos de su brazo.
Aún tirando y alejándose. Y todavía me negaba a soltarla.
—Oh, como sea, Brannon. Soy rubia, pero no soy idiota. No tienes que actuar
como si fuera algo especial.
—Por supuesto que eres jodidamente especial —le respondí.
—Oh, por favor —se burló—. Me acerqué a ti, te pedí que tuvieras sexo
conmigo, me dijiste que sí sin siquiera preguntar mi nombre. —Con eso,
finalmente logró zafarse de mí y se dirigió una vez más a mi auto.
—Maldita sea, Sophie —dije entre dientes con voz seria—. No tuve que
preguntarte tu puto nombre. Te había deseado desde hace años. Sabía
exactamente quién eras en el momento en que entraste al club.
Eso la detuvo. Se quedó congelada. Poco a poco se dio la vuelta para
mirarme. La luz de las estrellas y de la luna se reflejaron en las lágrimas corriendo
por su rostro. Ni siquiera me había dado cuenta que estaba llorando. Incluso
bebida hasta el fondo, había escondido su rostro y controlaba su voz tan bien. Pero
esta pequeña revelación la aturdió por completo y por uno momento su guardia
cayó.
—¿Sabías quién era?
Su voz sonaba extraña. Cautelosa. De repente se me ocurrió que tal vez no
debería haber dicho eso. Porque solo Dios sabe qué clase de mierda loca y
retorcida vería su mente, altamente intoxicada, con esa poca información.
—Sí, lo sabía —dije con cautela, mientras empezó a retroceder, negando—.
Pero escúchame. No es tan espeluznante como suena.
—Oh, Dios mío —susurró—. Sabías quién era.
Agarré sus hombros, sosteniéndola cuando se tambaleó contra mí.
—Sophie, espera. Solo dame un minuto para explicarlo.
Un pequeño sollozo se abrió paso y las lágrimas comenzaron a correr por su
rostro de nuevo. Pero tenía que hacerle entender. Solo tenía que hacerlo.
—La primera vez te vi fue hace años —empecé con voz entrecortada,
eligiendo mis palabras cuidadosamente para ayudarla a entender qué era lo que
realmente me atrajo de ella—. Fue en una boda en el parque. El hermano mayor de
Cody era parte de la banda que tocaba. Cody y yo estábamos ayudándolo a
acomodar, mover el equipo y mierda como esa.
Dejó de tirar de su brazo y me miró con un brillo sospechoso en sus ojos.
86
―Tenías ese vestido rojo que solo... Dios... y te veías tan... joder... con todas
esas pequeñas cosas brillantes en él.
Mi corazón latía con fuerza, haciendo sonar mis costillas. Había estado
bastante seguro que nunca iba a decirle esto. A menos que, por alguna extraña
razón, fuéramos viejos y canosos, sentados un poco jodidos en mecedoras en el
porche, viendo a nuestros nietos jugar. Pero era un pequeño comportamiento
espeluznante, acosador. Incluso reconocía eso. Ella sin duda lo pensaría, incluso
sobria. Y seguro como la mierda que no quería decirle esto ahora.
Esta noche. Sobre todo porque estaba tan impresionada.
―Estabas ahí, sentada con ese imbécil novio tuyo.
—Ex-novio —corrigió como si hacerlo fuera una segunda naturaleza.
—Ex-novio. No me importa la maldita semántica en este momento. Pero...
Dios, te veías tan prístina. Intocable. Fuera de mi alcance. —Se apartó débilmente,
pero me negué a dejarla ir. Me moví para abrazarla más firmemente con una mano
y pasar mis dedos por la curva de su mejilla con la otra, acariciando los senderos
húmedos de lágrimas—. Eras tan no mi tipo... Como una muñeca de porcelana, tan
triste, hermosa e intocable. No podía dejar de mirarte y no podía entender por qué.
—Sé por qué. —Negó con tristeza—. Me criaron para llamar la atención.
—No era solo cómo te veías; sin embargo, realmente podrías poner a un
santo de rodillas. Pero había algo acerca de ti. Como si esperara que tú hicieras...
—Las palabras se desvanecieron mientras trataba de articular la forma en que me
había hecho sentir tanto tiempo atrás.
—Hiciera, ¿qué?
—Me sorprendieras. Me mostraras el espíritu que parecía estar escondido
detrás de una máscara de cortesía y serenidad.
Se mordió los labios y sorbió un poco, bajando los ojos a la parte delantera
de mi camisa.
―Un rato después, Cody y yo nos dirigimos atrás del pabellón para fumar y
te volví a ver. Estabas caminando sola junto a la fuente. Vi los destellos de tu
vestido a la luz de la luna.
Levanté su barbilla y sonreí. Sus lágrimas se habían detenido. Tenía los ojos
brillantes y sus pestañas estaban todas erizadas de tanto llorar. Pero finalmente me
miró. Realmente me miró.
―Estabas viendo la fuente y tenías esa mirada en el rostro. La primera
expresión real que mostraste esa noche. Arrojaste tus zapatos a un lado y tiraste de
tu falda larga arriba de tus rodillas. —Pude ver las ruedas girando en su cabeza, en
realidad podía verla recordar. La luz tenue de la luna atrapó sus ojos, haciéndolos
brillar como piedras preciosas—. Y entraste a la fuente. Moviste tus pies alrededor.
Fue ligero y torpe. Me dejó sin aliento. 87
—Había un cartel en la fuente —murmuró en voz baja—. Decía que no debías
meterte. Pensé que era un poco tonto que necesitaran publicar eso. Me dieron
ganas de romper la regla. Eso parecía... seguro, creo.
—La buena chica que quería ser mala.
—Es un poco idiota, de verdad.
—Sophie, en ese mismo momento, me tuviste. No tenía idea de quién eras
esa noche, pero quería saber lo que estabas pensando. Quería verte empujar tus
límites y reírte de las pequeñas y estúpidas reglas arbitrarias que nos rodeaban.
Quería que pudieras mostrarle al mundo lo que vi esa noche. —Moví la cabeza más
cerca de ella, a unos centímetros de un beso—. Y puede sonar completamente
loco, pero quede un poco devastado cuando me enteré de quién eras porque eso
hundió mis esperanzas en el infierno.
—¿Por qué? —preguntó, su frente arrugada.
—Porque eres Sophie Buchanan. Los Brannon Forrester del mundo no
consiguen a las Sophie Buchanan. —Le di una sonrisa irónica—. Así que, sí, sabía
quién eras al segundo que entraste por la puerta de esa fiesta... porque eras la
chica que había deseado durante años.
Rápidamente bajó la mirada y apoyó su cabeza en mi pecho, descansado
todo su cuerpo contra el mío. Apenas oí cuando dijo suavemente mi nombre, solo
un susurro en el viento.
—¿Brannon?
—¿Sí, Soph?
—No sé qué pensar de esto por el momento. Estoy muy borracha.
La abracé con más fuerza.
—Puedes estar enojada conmigo después de dormir un poco, si quieres.
—¿Me haces un favor? —preguntó.
—Cualquier cosa —le prometí.
Se apartó un poco para mirarme.
—Si no recuerdo esta conversación mañana, ¿la podemos tener de nuevo?
Le sonreí suavemente y le di un tierno beso en la punta de su nariz.
—Por supuesto.
Todavía estaba aquí conmigo. Quería estar aquí conmigo, incluso después de
lo que acababa de decirle.
Malditamente gracias.

88
***

El resto del viaje a casa fue bastante tranquilo. Sophie estaba helada, así que
la convencí de ponerse mi chaqueta y subí la calefacción del Cougar. No dijo
mucho... nada realmente. Pero mientras nos deteníamos de nuevo en el camino
hacia la casa, se acercó y deslizó su mano en la mía.
No le pregunté si quería ir a su casa. Solo la llevé a la mía y la cargué al
interior, ignorándola por completo cuando dijo que podía caminar. Saqué un par
de ibuprofenos y el cepillo de dientes de repuesto. Mientras se cepillaba los
dientes y se lavaba el rostro, le traje una camisa de franela caliente, un par de
calcetines gruesos y una botella de agua helada.
Luego entré en la habitación e intenté realmente duro no ser un tarado total.
Sin éxito, sin embargo. El reflejo en el espejo de cuerpo entero en la puerta de mi
habitación me dio un pequeño vistazo tentador de su hermoso cuerpecito
mientras se cambiaba de ropa. El cuerpo que había tocado y probado. Con el que
fantaseaba cada vez que cerraba los ojos.
Salió del cuarto de baño a mi habitación, un poco tímida, muy agotada y aún
lejos de estar sobria. Me senté en el borde de la cama y miré hacia arriba mientras
se acercaba, apenas conteniendo el gemido que luchaba por escapar cuando vi sus
piernas suaves y sedosas con los calcetines de lana alrededor de sus tobillos. Le
tendí la mano en silencio pidiéndole que se acercara y lo hizo.
Mis brazos se cerraron alrededor de su cintura, con lo que su cuerpo quedó
entre mis piernas y la guié para sentarla a un lado. Dejó escapar un bostezo y tomó
un largo trago de agua fría; luego apoyó la cabeza en mi hombro pesadamente. Le
acaricié la piel suave del muslo, sintiendo que su cuerpo se comenzaba a relajar
contra mí. A medida que su peso se movía, fundiéndose conmigo, puse el agua a
un lado y tiré suavemente las mantas volviéndola a meter en mi cama.
Y entonces la vi desvanecerse y dormir, su piel pálida en contraste contra el
azul oscuro de las sábanas de franela y de las almohadas. Sus pestañas se
asentaron oscuras y gruesas contra sus mejillas. Se acurrucó en las almohadas,
suspirando suavemente con el suave toque de mi mano en su cabello.
Por fin, mis párpados comenzaron a volverse pesados, cerrándose. Su cuerpo
suave y cálido me llamaba, así que me acosté a su lado y la abracé mientras todo
lo demás se desvanecía.

89
Capítulo 8

M
e desperté con el sonido de un gemido triste a mi lado. Sophie
estaba acostada con la mano sobre los ojos, en angustia pura y sin
apenas moverse, excepto por el ligero temblor de sus dedos
apretados contra sus sienes.
Me moví un poco y bajó la mano para mirar por encima de mí. Frunciendo el
ceño y, obviamente, no sintiéndose ni de cerca en su mejor momento, seguía
siendo preciosa. Su cabello rizado en ondas gruesas se desplomaba alrededor de
sus hombros. Todavía había una tenue oscuridad de maquillaje alrededor de los
ojos que no había retirado totalmente anoche y hacía que el cristalino turquesa de
sus ojos se destacara contra su pálida piel.
No estaba seguro de si habría alguna vez un momento en que no la deseara.
Podría haberla tomado en ese momento si hubiera estado dispuesta.
Dicho eso, claramente no lo estaba. Bajó los ojos y se acercó más a mí,
apoyando su cabeza contra mi pecho.
90
—Me siento muy mal —susurró.
—No me sorprende —le respondí en voz baja—. Creo que vomitaste todo el
bar al lado de la carretera anoche.
—Oh, Dios —gimió—. Lo siento mucho. Tenía miedo de vomitar en el auto.
—No habría sido la primera vez que alguien vomita en mi auto. Infiernos, he
vomitado en él.
Sentí su sonrisa sombría y comencé a acariciar los enredos en su cabello con
mis dedos. Yació en silencio durante mucho tiempo, tanto tiempo que casi pensé
que tal vez se había vuelto a dormir. Pero luego volvió a hablar, tímida y cautelosa.
—¿Por qué me deseas? —preguntó.
Mi mano inadvertidamente se tensó y apretó un poco más duro en el nudo en
su cabello, pero no se movió ni gritó. Estaba tan concentrada en lo que iba a decir
que no estoy seguro que ni siquiera notara el tirón. Podía sentir que era un terreno
peligroso. Me acordé de la conversación de anoche, probablemente mejor que ella.
Pensé por un momento, saboreando mis palabras antes de permitir que llenaran la
oscuridad.
—Quería ver cómo eras por dentro —comencé a hablar finalmente. No dijo
nada, pero sentí el movimiento de sus pestañas contra mi pecho mientras
hablaba—. No estoy ciego. Podía ver cuán perfectamente hermosa eras, pero
parecía como si hubiera más de ti. Tus ojos se veían tan... sombríos. Anhelantes.
Solitarios.
—Esa boda —comenzó Sophie—. Supongo que es donde me comprometí.
No es que se me propusieran entonces, pero mi madre acababa de comenzar a
hablar de cuánto mejor sería mi boda con Richard. Más grande. Más cara. Mi padre
y Richard se unieron, como si todos lo hubieran hablado antes. —Con un suspiro
triste, continuó—: No fue oficial por alrededor de un año, sin embargo. Tuvimos
que ir buscar el diamante perfecto, después al mejor joyero para fijar la piedra.
Pero finalmente tuve una enorme roca en mi mano. Se sentía como un grillete.
—Podrías haber dicho que no cuando finalmente te lo pidió.
Negó.
—¿Y qué? Mis padres me criaron para ser una esposa de sociedad. Para ser
vista, lucir bonita y para sonreí, mientras mi marido le da a alguien un gran cheque.
—Se encogió de hombros, un gesto compungido que transmitió su impotencia—.
Además, me lo preguntó en medio de la lujosa fiesta de aniversario de mis padres
frente a trescientos de sus amigos más cercanos. Mi mamá me entrenó en cómo
responder. Fue toda una actuación, la verdad. Debiste haberla visto.
—Sí, no lamento habérmela perdido —dije con un toque sombrío. Me moví
un poco para mirarla, pero mantuvo su enfoque en mi pecho, sin dejarme entrar.
No permitiéndome ver lo que estaba en su cabeza—. Te vi de nuevo un par de
semanas más tarde. Estabas en un restaurante sentada con tus padres, con otra
pareja de más edad y con ese idiota. 91
Todavía no me miró, pero sonrió un poco con eso. Los pocos botones
superiores de la gran camisa de franela que llevaba se abrieron, así que pasé mi
dedo a lo largo del borde de su oreja, por su cuello y a lo largo de su clavícula
hacia la piel desnuda de su hombro que se asomaba por la tela escocesa suave.
—Esa otra pareja eran probablemente los padres del idiota —dijo—. Parece
como si estuvieran siempre alrededor.
—No me pareció que estuvieras teniendo un muy buen momento.
—Probablemente no lo hacía. Estaba siempre bajo un microscopio. Siempre
me decían lo importante que era ser perfecta, para que Richard y sus padres
pensaran que era digna. —Finalmente me miró—. Era tan importante para mi
padre, y por lo tanto para mi madre, que nosotros dos termináramos juntos. La
fusión de Inversiones Buchanan con Empresas Banner. Una forma de crear una gran
empresa sin todas las complicaciones de la compra, el pago de honorarios y de
jugar con los accionistas y todas esas cosas. —Miró a un lado—. Después de todo,
era la única heredera de mi padre. Richard es igual para su padre.
—Tu padre podría haber simplemente adaptado tu educación para manejar el
negocio —dije, confundido por el todo escenario—. ¿Por qué simplemente no
planeó dejártelo?
—Porque soy una chica bonita. Lo he escuchado toda mi vida. Mi padre es
todo sobre recoger el mejor atributo de alguien y ampliarlo. Ser bonita era el mío.
—Frunció el ceño—. Y las niñas bonitas de sociedad no tienen cabeza para los
negocios. No está de moda.
—Sin embargo, te envió a la escuela en París.
—Sí. —Se encogió de hombros—. Estudié arte. Vino. Moda. Cultura europea.
Todas las cosas que una buena mujercita rica debe saber. Pero nada realmente útil.
—Eso es... arcaicamente machista —murmuré y volvió la mirada hacia la mía.
—Ese es mi padre. Yo era una mercancía. Todavía lo soy, supongo.
—No tienes que serlo —dije con vacilación después de un momento—. No
tienes que hacer lo que esperan que hagas.
—No sé para qué más soy buena —respondió con el ceño fruncido y
compungido—. En realidad estoy aterrorizada de trabajar para Lily.
—¿Por qué?
—¿Y si no puedo hacerlo? —Sus cejas bajaron con consternación—. ¿Qué
pasa si soy muy mala en hacer citas o estropeo su chequera? Ni siquiera he tenido
mi propia chequera. Nunca la necesité. Solo gastaba y el dinero siempre estaba ahí.
—Sophie —dije, levantando su rostro para que mirara hacia mí—. Eres mucho
más que un rostro bonito.
Con eso, sus ojos se llenaron de lágrimas y su labio tembló. 92
—No sé lo que soy —susurró con tristeza—. Esto es todo lo que siempre seré.
—Esto es lo único que tal vez se esperaba de ti, pero no es todo lo que eres.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó con un escepticismo desgarrador—. No me
conoces tan bien.
—Lo sé porque he visto la luz en tus ojos cuando te dejas llevar. Te he visto
llegar a algo, a una vida plena que no es solo por la que pasas. He visto tu bondad,
tu ingenio y tu valiente sentido del humor. —La besé suavemente, mis labios
apenas tocando los suyos. Mientras movía mi cabeza hasta solo un toque, vi su
mirada y la sostuve, serio y constante—. Tengo la sensación que has sido más real
conmigo de lo que alguna vez has sido con nadie. ¿Me equivoco?
Sus ojos mostraban un poco de miedo, un brillo tenue de auto conservación.
Pero, al final, negó lentamente.
—No, no estás equivocado. —Parecía que iba a seguir, pero en cambio cerró
la boca y me miró por un momento, luego se volvió hacia mí. Su voz fue el más
elemental de los susurros—. Tú me haces sentir... libre.
—Lo eres. Sophie. Puedes hacer cualquier cosa. Solo tienes que averiguar lo
que quieres.
—Mi padre tiene otras ideas, con él es todo o nada. Si voy en su contra,
contra lo que quiere... no sé cómo hacerlo.
Al final, a pesar que no lo dijo a quemarropa, no sabía cómo vivir sin él
Dinero. Toda su vida fue un lujo. Su apartamento y todo su contenido eran de
mucho dinero, pagado por su papá. Su auto. Su ropa y todo su ser.
Y, por mucho que me hubiera gustado decirle que todo estaría bien, nunca
había tenido eso; joder, estoy seguro que no entendía ese sentimiento. Había
tenido momentos en los que era cuestionable si podía llegar al alquiler. Mi mamá
había escatimado y ahorrado, pero siempre se preocupó por alimentar a sus hijos.
Acerca de cómo llegar al fin de mes cuando había muchos días en el mes para el
poco dinero. Solo nos teníamos el uno al otro. Y a mi abuelo. Y estuvimos
apretados hasta el final.
Nos teníamos unos a otros, sin embargo. Había una seguridad en eso, una
red de seguridad mental. Pero ese tipo de seguridad era un concepto totalmente
ajeno para Sophie. Todo lo contrario de lo que conocía.
Y no podía ofrecerle nada como su vida, incluso si confiaba en que la
ayudaría. Las posibilidades eran muy escasas que lo hiciera. Soy un hombre
mujeriego. Mi historial con las mujeres era deplorable. Nunca había tenido, ni
siquiera querido, más que una emoción barata.
No hasta ella.
No hasta Sophie.

93
Capítulo 9
—E
ntonces, ¿qué pasa? —preguntó mi hermana por teléfono—.
Tendremos espaguetis para la cena de esta noche.
—No puedo, Mira. Es viernes. Tengo planes.
Con Sophie. Se suponía que debía recogerla para ir a Copperline en
aproximadamente una hora. Pero no estaba a punto de decirle eso a mi hermana.
Pensaría que todo era significativo y mierda, que estaba invitando a salir a una
chica. Sacaría todo fuera de proporción y era probable que deseara conocerla. ¿Y
qué si esto era un poco fuera de mi forma de ser? Era algo sobre Sophie. Todavía
tenía la misma jodida fobia–a–las–relaciones. Decirle a Mira sobre Sophie ahora
solo significaría explicaciones más adelante, cuando volviera a mis viejas
costumbres.
—¿Qué tal mañana? —preguntó.
—Um, es sábado. Ocupado. —De hecho, esperaba tener las bolas
profundamente enterradas en el pequeño cuerpo apretado de Sophie la mayor
parte del día de mañana. No podía tener suficiente de ella. 94
—Sé que es sábado. Pero todavía podrías venir a cenar —refunfuñó—.
Además, no has venido en mucho tiempo. Tus sobrinos te extrañan.
—Nunca entenderé por qué quieres que pase tiempo con ellos. No soy
exactamente el mejor modelo —dije la verdad. Habría pensado que querría
mantenerlos lo más lejos posible de un idiota como yo.
—Oh, lo que sea —se burló—. No eres tan duro como piensas.
—Bueno, ciertamente no soy un ángel.
—Como si tuvieras que decirme eso. Eres el mocoso que solía tirar mi
maquillaje en el baño cuando éramos niños. Estás lejos de ser un ángel. —Suspiró
pesadamente—. Tal vez podrías venir en algún momento durante la semana,
entonces —sugirió.
—Ya veremos, Mira, ¿de acuerdo?
—Brannon...
—Tengo que irme, Mira —dije, haciendo caso omiso de la frustración en su
voz—. Te llamaré.
—Brannon, ¿está pasando algo?
—Bien, Mira. En serio. Me tengo que ir.
Terminé la llamada antes que pudiera empezar de nuevo. No éramos muy
cercanos en estos días, no como justo después que nuestra madre muriera. Tenía a
su familia para cuidar, el fútbol, las citas para jugar de los niños y el jodido PTA. Yo
era, bueno... un poco más libre y fácil. Simplemente no teníamos mucho en común.
Al mismo tiempo, sin embargo, poca gente podía hacer que derramara mis
entrañas como mi hermana.
Pero no estaba seguro de querer hablarle de Sophie.
Más exactamente, no quería pensar demasiado sobre la situación en la que
me encontraba. Si no lo hacía, no me ponía nervioso sobre la cantidad de tiempo
que pasaba con Sophie, o incluso por pensar en ella. Tenía la oportunidad de pasar
por alto el hecho que, tal vez, la echaba de menos cuando no estaba en mi cama
por la noche. Era mucho más fácil simplemente pensar en el sexo increíblemente
ardiente, pretender que no estaba llegando a mí.

***

Mientras atravesaba el Copperline de regreso a Sophie, con una cerveza en


cada mano, me detuvo Vivienne, quien era un par de años mayor que yo,
probablemente llegando a los treinta. Se había mudado a Ophir hace unos pocos
años, luciendo como la típica estrella porno tetona y de pelo oscuro. Corría el
rumor que había sido una muy buena stripper en Las Vegas o alguna mierda, antes
95
de casarse con un tipo rico y viejo que murió y le dejó un montón de dinero. Por lo
tanto, era bastante conocida, muy bien construida. La había besado un par de
veces, pero, sorprendentemente, nunca habíamos tenido sexo. Sin embargo,
parecía querer cambiar eso mientras pasaba la uña por mi pecho en un gesto
dolorosamente obvio.
—Hola, Brannon —susurró.
—Viv —murmuré, tratando de rodearla, pero se agarró a uno de mis brazos e
hizo un puchero gracioso.
—¿Ni siquiera un besito? ¿Nada en absoluto? —Apretó los pechos contra mí.
Jódeme. Viv tenía unas tetas muy bonitas. Definitivamente falsas, pero tenía
que haber estado muerto para que no me afectaran ni un poco. Era un hombre,
después de todo.
No era un idiota total, sin embargo. Tenía algo de moral y habría sido
bastante jodido, incluso para mí, estar metiendo la lengua en la garganta de Viv
con Sophie a pocos metros de distancia.
—No esta noche —dije, tratando de dar un paso lejos. Justo entonces, Sophie
levantó la vista de su conversación con Lily y me vio con Viv apretada contra mi
brazo. Sus ojos viajaron sobre Viv por un segundo con un ceño perplejo, pero... de
repente se me ocurrió una idea.
—Entonces, Viv, no hay beso por mi parte, pero ¿qué pasa con la chica con la
que estoy?
Los ojos oscuros de Vivienne brillaron sobre mí divertidos, pero también
intrigados.
—¿Estás aquí con una chica? Nunca estás aquí con una chica. Te vas con un
montón de chicas, pero nunca llegas aquí con una.
—Sí, eso he escuchado. —Puse los ojos en blanco—. Ocasión especial. Tiene
una pequeña lista sucia y una de las cosas que quiere hacer es besar a otra chica.
Puedo decir por experiencia que eres muy buena en eso. Creo que serías una
buena opción para una virgen en el tema chica-con-chica. ¿Qué dices?
Vivienne rió, pero luego su risa se desvaneció.
—Espera, hablas en serio. —Parecía completamente aturdida.
—Sí. —Volví mirar a Sophie y le lancé una sonrisa súper traviesa. Su rostro
mostró algo de confusión, un poco de desconfianza; pero como me vio sonriendo
hacia ella, la forma en que estaba sonriendo, se sonrojó un poco y me dio una
sonrisa nerviosa de regreso.
Vivienne tenía casi tantos escrúpulos como yo, así que se encogió de
hombros y ladeó la cabeza hacia mí.
—¿Es ella? —preguntó, señalando con la cabeza a Sophie, quien se destacaba
como un faro de perfección impresionante en el mar de chicas comunes—. ¿Por
qué no? Suena interesante y es una muy linda cosita. 96
Caminé entre la multitud hacia Sophie, seguido por Vivienne; puse las
botellas en la mesa alta al lado de Lily.
—Aquí tienen —dije, empujándolas hacia Lily y Pauline—. Tomen una bebida
de mi parte.
Pauline arrugó la nariz.
—No me gusta la cerveza, Brannon —se quejó—. Lo sabes. —Tenía la
sensación de que el énfasis en la palabra ―sabes‖ era debido a Sophie y me
pregunté por un segundo qué clase de mierda habría estado diciendo Pauline. Otra
vez. Estaba bastante seguro que era una de las perras que hicieron que Sophie se
irritara conmigo la noche en la que se había emborrachado con los chupitos. Pero
tenía otras cosas en mi mente.
—Bueno, entonces dásela a quien la quiera. Necesito que me prestes a
Sophie por un minuto. —Le di la vuelta a Sophie sujetándola por los hombros y la
guié por el pasillo hacia la entrada trasera del bar. Una rápida mirada me indicó
que Vivienne estaba siguiéndonos.
Una vez que llegamos afuera, volví a Sophie para que me mirara y asentí
hacia Viv.
—Así que, Vivienne aquí se balancea en ambos sentidos —comencé.
La mirada confundida de Sophie solo se volvió más perpleja.
—¿Qué significa eso?
—Me gustan los chicos y las chicas, cariño —murmuró Vivienne, acercándose
un poco más a Sophie y a mí—. Y Brannon dice que tienes un poco de… curiosidad
por ello.
—¿Curiosidad por ello? —respiró Sophie.
—Que quizás quieras probar un pequeño coño —murmuró Viv, estudiando a
Sophie de cerca.
—Solo un beso, Viv —le recordé.
—Brannon —dijo Viv con una malvada ceja levantada—, besar a una chica no
es en absoluto lo mismo sin una pequeña caricia. —Dio otro paso hacia Sophie,
acosándola—. Sin sentir la suavidad de los pechos de la mujer. Los suaves y
calientes pliegues entre sus piernas. Eso es lo que lo hace divertido.
La mirada confundida que Sophie había dado paso a algo más. Sentí un
temblor atravesarla mientras miraba a Viv, un poco impresionada por la exquisitez
de las curvas de la mujer más mayor, que con orgullo se mostraban en su apretado
y sexy vestido. Cuando miró hacia mí, pude ver el miedo. Pero pude también ver la
fascinación. El deseo de intentarlo. De vivir con todo, sin reservarse nada.
—¿Hacer o morir? —susurró.
—Exactamente —contesté.
97
—No tengas miedo, cariño —la arrulló Vivienne, acercándose un poco más,
pasando los dedos a lo largo de la mejilla de Sophie.
Me puse detrás de ella y envolví mi brazo alrededor de su cintura,
apretándola fuertemente contra mí, sirviéndole de refugio.
—¿Todavía quieres hacerlo? —susurré en su oreja—. No tienes que hacer más
de lo que desees. Ni siquiera tienes que besarla. Podríamos encontrar a alguien
más. —Todo su cuerpo temblaba. Aparté su cabello a un lado para darle un beso
en el cuello—. Podrías escoger.
—No quiero que sea alguien que conozcas bien —susurró Sophie, luego
frunció el ceño y asintió hacia Viv—. ¿La conoces bien? ¿Tú... ? —Su voz se apagó
en un suspiro nervioso.
—Nunca me he acostado con Vivienne, nena —dije.
—No por falta de intentos por mi parte —murmuró Viv y Sophie le lanzó una
mirada de reojo—. Pareciera que las estrellas nunca se alineasen para nosotros,
¿verdad, cariño? —Vivienne me dio una sonrisa que dejó la invitación abierta, pero
luego se volvió para mirar a Sophie.―. Pero eres una linda cosita. Puedo ver por
qué le gustas a Brannon. —Pasó una larga, oscura uña a lo largo de la mejilla de
Sophie a través de su clavícula, hasta el suave oleaje de su pecho, que se elevaba
por encima del escote de su camisa.
La respiración de Sophie brincó.
—Tienes unos pechos hermosos —murmuró Viv, acunando las curvas de
Sophie mientras se acercaba a nosotros. Se inclinó para susurrar en su oído—:
Apuesto a que tus pezones son simplemente deliciosos.
Sophie se retorció con su toque, empujando su culo contra mi polla,
frotándose contra mí. No pude detener el débil gemido que escapó de mi
garganta.
Vivienne continuó moldeando sus manos sobre las tetas de Sophie,
masajeándolas suavemente. La besó justo debajo de la oreja y luego la lamió,
arrancándole un jadeo.
—Tan sabrosa. —Respiró contra su piel.
Mi mano se deslizó por el estómago de Sophie, rozando la piel desnuda justo
encima de los vaqueros de baja altura.
—¿Quieres que te bese? —le pregunté en un susurro.
Cerró los ojos y asintió. Viv oyó la pregunta, vio la respuesta y dio un paso
adelante, presionándola duro entre nosotros. Su mano se deslizó hacia abajo para
tomar el pecho de Sophie mientras bajaba sus labios rojos rubíes a los rosados
suaves de ésta.
Podía sentir el beso a través de Sophie. Viv estaba dándolo todo, tal vez con
la esperanza de que la invitáramos a ir a mi casa para un pequeño ménage, pero
todo esto era por Sophie. No es que no me gustara un poco también. Ella era 98
jodidamente ardiente, pero la fuerza impulsora era que Sophie experimentara
todas estas cosas locas. La mano de Vivienne se deslizó a lo largo de la línea del
cuello de la camisa de Sophie, apenas debajo. Inclinó la cabeza para profundizar el
beso por un largo momento antes de echarla hacia atrás.
—¿Puedo ver esos pezones, niña bonita?
Un sollozo quebrado se liberó de Sophie. Volvió el rostro en mi cuello.
—Bran... —susurró con voz ronca.
—Te tengo, nena —murmuré—. ¿Quieres que pare? ¿O seguir adelante?
—Más… —Respiró, agarrando mi mano abajo en su estómago. Mis dedos se
sumergieron en la cintura de sus vaqueros. Se estremeció contra mí.
Con la otra mano, alcancé el escote de Sophie y, poco a poco, moví la tela
hacia abajo, dejando al descubierto uno de sus redondos y perfectos pechos. Mi
otra mano se deslizó un poco más en sus bragas, ahuecando su montículo
mayormente depilado y levantándola contra mí. Su cabeza cayó hacia atrás sobre
mi hombro.
—Dios, es perfecta —susurró Vivienne—. ¿Puedo probarte, cariño?
Sophie curvó su brazo alrededor de mi cabeza, atrayendo mis labios a los
suyos.
—Sí —dijo con un ligero jadeo que me tragué con mi beso. Gimió
profundamente en mi garganta. Abrí mis ojos para ver a Vivienne tirar del tierno
pezón rosa de Sophie en su boca, trabajando en la generosa carne redonda,
después mordiéndola.
Las caderas de Sophie comenzaron a moverse rítmicamente contra mi ingle,
montando mi mano mientras me besaba. Parecía estar derritiéndose en mí, lejos de
Viv a pesar de la atención que la otra mujer le estaba dando.
Estaba excitada, eso era obvio por los gemidos de su garganta. Pero mientras
que su cuerpo reaccionaba al toque de Vivienne, su mente se encontraba enfocada
en mí. En mis manos, en mis labios y en mi dolorosamente dura polla que apretaba
contra su dulce y curvilíneo culo.
Vivienne levantó su cabeza, rodando el distendido pezón de Sophie entre el
pulgar y el dedo índice mientras la observaba retorcerse contra mí. El cuerpo de
Sophie se apretó contra mi mano. La agarré con fuerza.
Con una sonrisa, Vivienne trazó la curva de la mejilla de Sophie, luego apartó
su rostro del mío y le sostuvo la mirada por un momento. Se inclinó y tocó los
labios de Sophie de nuevo, profundizando y persuadiendo a Sophie para que
respondiera.
Joder, esto era ardiente. Impresionante.
Le devolvió el beso tentativamente, mientras Viv lo profundizaba y acariciaba
su pecho. No pude detener el empuje de mis caderas contra el cuerpo de Sophie,
99
un empujón que nos sacudió un poco a ambos. Se echó hacia atrás, moliéndose
contra mi polla con un pequeño suspiro. Me agaché para morder la sensible piel
donde su cuello se encontraba con su hombro. Sophie respondió con un gemido
de necesidad.
Mi dedo presionó la húmeda suavidad de Sophie; se quedó sin aliento y echó
su cabeza hacia atrás un poco, su respiración agitada. Viv enredó una mano en su
cabello y sostuvo su rostro con firmeza mientras la besaba de nuevo fuertemente.
Sentí una oleada de placer recubriendo mis dedos y froté la humedad contra su
clítoris antes de retirar la mano.
La humedad de la excitación de Sophie se enfrió rápidamente en el aire de la
noche cuando agarré la mejilla de Viv, guiando sus movimientos ligeramente
mientras violaba los labios de Sophie. Captó el olor de su esencia y se volvió para
atrapar mi dedo, chupándolo con su experta boca. Lo chupó hasta dejarlo limpio,
luego acercó sus labios a los de Sophie por un instante.
—Tienes un coño delicioso, pequeña —susurró, entonces metió la lengua su
boca.
Mordí el cuello de Sophie y metí mi mano en sus vaqueros, en sus suaves y
calientes pliegues.
Esparciendo su excitación, llevé algo de humedad hasta su clítoris y Sophie se
sacudió contra mí.
—Joder, Bran —gimió, apartando su boca de la de Viv.
Vivienne levantó la mirada y la observó por un segundo. La mano de Sophie
se había elevado para enredarse en mi cabello, incitándome con desenfreno a
tomar el control. Liberando mi instinto animal, mi pura y salvaje necesidad de
aparearme.
—Abre los ojos, chica bonita —le ordenó Vivienne suavemente. Sophie se
tensó un poco, como si acabara de recordar que Viv estaba ahí, pero obedeció. Viv
acarició la suave piel de su mejilla y estudió sus facciones—. Creo que prefieres al
chico, cariño —murmuró finalmente, cubriendo el pecho de Sophie con la
camisa—, pero tenme en cuenta si alguna vez quieres volver a intentarlo. Eres
divina. —Viv me miró y esbozó una sonrisa seductora—. Lo mismo va para ti,
Brannon.
Sophie escondió el rostro en mi cuello de nuevo. Estaba temblando, tal vez
por el frío. Quizás por la desesperación. Posiblemente por la vergüenza. Realmente
no podía decirlo. Con una última mirada a nosotros, Vivienne se volvió y se dirigió
de nuevo al bar. Le di la vuelta a Sophie para que me mirara. Parecía insegura,
como si en realidad no supiera qué pensar. La acerqué a mí, absorbiendo sus
escalofríos y apretándola firmemente en mis brazos.
—Soph —pregunté—, ¿estás bien, cariño?
Asintió contra mi pecho.
—Eso fue... un poco raro —susurró en mi camiseta—. Fue ardiente, pero
100
sobre todo cuando cerré los ojos. Mientras la sentía tocarme estando en tus brazos.
—Eso fue jodidamente sexy para mí —susurré—. Observarla tocarte y
degustarte, sintiendo tu cuerpo clamar por el mío.
Sophie me miró.
—Fue todo por ti. Todo lo que podía pensar era en ti.
La besé suavemente, un poco sacudido por eso. Por su atracción hacia mí,
incluso cuando estaba siendo besada y acariciada por otra persona. Mis brazos se
apretaron a su alrededor y su frente se recostó en mi pecho.
—Y cuando tocaste mi... —su voz se fue apagando.
—Tu pequeño coño mojado —ofrecí con brusquedad.
—Sí —dijo, a medio camino de gemir—. No sé si soy... ¿qué lo llamó?
¿Bicuriosa?
Asentí.
—Sí. —Mi voz era mitad risa, mitad gemido estrangulado, atrapado en mi
garganta.
—Bien, no sé si soy eso, sin embargo —murmuró, sacudiendo la cabeza—.
Parecía buena besando, pero no era nada como lo que siento cuando te beso. —
Con eso, levantó la cabeza y esbozó una sonrisa frágil, insegura y tímida, hasta que
solté un suspiro y le sonreí también—. Me gusta mucho más cuando me besas —
susurró.
—Bueno, verla besándote fue jodidamente ardiente —dije, tocando con mis
labios la punta de su nariz, luego bajándolos para flotar por encima de sus labios—
. Pero honestamente, Sophie, me gusta mucho más cuando te beso, también.
Así que le di un beso y me lo devolvió totalmente. Envolvió sus brazos
alrededor de mi cuello y apretó su cuerpo contra el mío. Pasó la lengua por mi
boca y gimió en mi garganta. Me dio todo lo que no le había dado a Viv.
Y lo tomé completamente.
Incluso más tarde mientras la desvestía en mi cama. Cuando miraba su dulce
rostro transmitir el puro placer que mi toque le producía. Mientras le daba vuelta
para colocarla sobre su estómago y besaba un camino por su espalda, levantando
sus caderas para dejar su culo en alto.
Me arrodillé detrás de ella, empujando lentamente en su dulce y empapado
coño, sintiendo su cuerpo arquearse contra mí, el rostro apretado contra el colchón
mientras gemía con exquisita felicidad. Mis dedos se arrastraron hacia abajo, a la
curva de su columna, hasta la hendidura de su culo, rozando su apretada y fruncida
entrada. Su cuerpo respondió hermosamente, sus caderas se sacudieron y me hizo
señas para que la tocara allí. Para sumergirme en su interior.
—¿Alguien ha tomado tu culo, Sophie? —pregunté, mi voz áspera y dura.
—No —jadeó—. Nunca. 101
—¿Quieres que lo haga?
Dudó un momento, su respiración áspera y entrecortada. Presioné mi dedo
suavemente en su interior, solo un poco, y arqueó la espalda.
—Sí. Por favor, Brannon.
Sumergí mi pulgar donde nuestros cuerpos se unían, arremolinándolo
alrededor para recoger algo de humedad. Luego lo retiré y la penetré.
—Oh, Dios mío —jadeó.
—¿Te gusta eso, nena?
Pregunta tonta.
La respiración de Sophie se atoró y se quedó inmóvil por un momento, luego
levantó sus caderas un poco para tomarme más profundo.
Su bonito y pequeño agujero estaba apretado alrededor de mi dedo pulgar y
la empecé a penetrar lentamente, por ambos, su coño y ese precioso pequeño
culo.
—Más —susurró—. Quiero más
Apenas podía hablar. Latía alrededor de mi polla y gimió cuando retiré mi
pulgar. Pasé dos dedos alrededor de nuestros cuerpos conectados, reuniendo más
de su lubricación natural, después presioné ambos dentro de ella. Se sacudió
contra mí al principio, girando lentamente sus caderas mientras me movía.
—Eso se siente tan... Dios… Quiero tu polla ahí.
Una nueva oleada de sangre hinchó mi polla, casi me corrí allí mismo. Joder,
me encantaban las cosas que salían de su boca cuando estaba delirando de lujuria.
Me retiré del apretón caliente de su coño y me ubiqué en su culo.
—Dime si te duele. Dime si quieres que me detenga —suspiré, jodidamente
esperando poder hacerlo.
—No lo haré —gimió—. Quiero que folles mi culo.
Cristo.
La penetré lentamente y Sophie gimió un poco en el colchón.
—Joder, Sophie, ¿te duele? —Me quedé sin aliento y comencé a retroceder.
—Solo un poco —sollozó frenéticamente—, pero es bueno. Tan bueno. Oh
Dios, no te detengas.
—Oh Jesús, Sophie. —Me deslicé dentro de su apretada entrada de nuevo,
haciendo que todo el cuerpo de Sophie temblara—. Joder, nena, empuja contra
mí... Ahh sí, así.
Su fuerte gemido resonó en la habitación mientras me deslizaba suavemente
en su interior hasta la empuñadura, en ese espacio que ningún otro hombre había
tenido. Por un momento me contuve, dándole a su cuerpo la oportunidad de 102
adaptarse al mío. Esperando por su señal. Para que me dijera que estaba lista para
más. Un instante después, ahí estaba. Una inclinación temblorosa de sus caderas. Y
otra. Un suave jadeo entrecortado mientras empezaba a moverme.
La observé completamente cautivado. Las curvas redondeadas de su culo se
mecían contra mí con cada embestida. El arco de su espalda cuando rodaba sus
caderas. El contraste de sus blancos dedos doblados en las sábanas de franela
oscura. Las débiles bofetadas de nuestra piel mientras comenzaba a moverme más
rápido.
El erotismo de observar mi polla entrar y salir de su culo.
Sus respiraciones jadeantes se convirtieron en sollozos, arrancados de lo más
profundo de ella. Más rápido y más duro. El instinto tomó el control y la dulzura se
desvaneció en una necesidad visceral, abrumadora. Golpeé contra ella con tanta
fuerza como para causarle hematomas, espoleado por sus gritos desesperados
hasta que...
Mierda. Me estaba corriendo.
No. No, no, no.
No estaba preparado.
Pero las olas de intenso placer me atravesaron, tan fuerte que pude ver luces
destellando detrás de mis párpados. Sophie estaba temblando. Sus escalofríos de
placer incitaron las últimas oleadas de mi clímax. Su cuerpo estaba todavía
dolorido, rogando por su propia liberación.
En un estado de ensueño, un poco mortificado por haberme corrido antes
que ella, deslicé mi mano alrededor de su clítoris. Una sacudida de lujuria la
atravesó mientras se sacudía contra mí. Mi polla todavía estaba dentro de ella y
gruñí cuando comenzó a montar mi mano. Presioné su clítoris, haciendo círculos
firmes en la carne hinchada.
Sophie gritó y estalló como un cohete, como fuegos artificiales iluminando el
cielo. Se sacudió violentamente y sollozó cuando las olas del orgasmo atravesaron
su cuerpo.
Cuando me desplomé sobre ella, aturdido y todavía enterrado en su interior,
apretó mi brazo contra sus suaves pechos.
—No me dejes ir —susurró, agarrando mi mano entre las suyas—. Por favor,
no me dejes ir nunca.
Mientras su suave súplica resonaba en mi mente y en mis sueños, la aferré
con más fuerza. No sabía si sus palabras entrecortadas habían sido impulsadas por
su apasionada liberación o por una genuina y sentida emoción. Y no estaba del
todo seguro de qué quería más.
Todo lo que sabía era que podría haber vivido en ese instante para siempre.

103
Capítulo 10
—E
ntonces. —Denny sonrió mientras se dejaba caer en el sofá de
la sala de práctica—. Tienes la noche libre, ¿eh? —Era un
viernes por la tarde y los chicos estaban ordenando sus cosas
antes de dirigirse al Copperline.
—¿De qué estás hablando? —le pregunté.
Tiró de las cuerdas de su guitarra mientras Justin y Drew terminaban de
configurar su equipo.
—Estoy hablando de Sophie, tú, idiota. Estoy realmente sorprendido que no
esté contigo. Pensé que estaban conectados por la cadera en estos días.
—O por la ingle. —Justin rió, seguido de un badum dum de Cody saliendo de
la batería.
—Estás despedido —le gruñí a Cody.
—No me puedes despedir cada vez que no te guste lo que diga, sabes. —Se
rió de nuevo. 104
—¡Oh-oh! —Denny miró a Cody con fingido horror—. ¿Cody ha sido un niño
travieso?
—Creo que Brannon acaba de perder su sentido del humor —respondió
Cody—. Especialmente si la broma es acerca de cierta pequeña rubia sexy con
quien ha estado pasando mucho tiempo. ¿Dónde está esta noche, de todos
modos? ¿Irás a Copperline solo para variar?
Denny se rió entre dientes.
—¿Cómo volverás a defenderte de todas las bromas sin tu chica allí?
—Lily y ella fueron a hacer un poco de compras —le expliqué—. Por lo que
dijo que Lily podría llevarla cuando terminaran.
—Ah, así que no tienes la noche libre después de todo. —Denny se encogió
de hombros.
—No es así. —Fruncí el ceño—. Realmente como que me gusta pasar tiempo
con ella.
—Esa es toda una hazaña de tu parte, entonces. —Justin sonrió mientras
terminaba de afinar su guitarra—. Nunca he sabido que te guste tanto una chica
después que vuelve a vestirse.
—Está bien, déjenlo en paz —dijo Drew, viniendo al rescate—. Va a pasarle al
resto de ustedes un día de estos, también, saben.
—Whoa, espera —argumentó Justin, negando—. Solo porque les pasó a dos
idiotas no quiere decir que va a sucederles a Denny o a Cody. Y seguro como la
mierda no va a pasarme a mí.
Infló su pecho y sonrió ampliamente.
—Soy demasiado hombre para una mujer. Podría establecerme con dos.
—Vete a la mierda, Justin —respondió Drew—. Esa mierda no es como
piensas. Nunca en un millón de años pensé que Maggie y yo terminaríamos juntos.
Joder, pensaba que estaba toda sobre ti.
—Lo estaba. —Justin rió—. Nunca se habría acostado contigo sin mí allí,
tampoco.
—Tal vez sea así —replicó Drew—, pero después de tomarnos un tiempo de
prueba, decidió que le gustaba más. Uno de estos días, Justin, ese ego tuyo va a
recibir un golpe en la cabeza por una chica y no sabrás si vienes o vas.
—Lo que sea —se burló Justin.
—Tiene razón. —Denny reflexionó pensativo... casi con nostalgia, lo que
parecía muy extraño—. Ninguno es inmune. —Todos, inexpresivamente, lo
miramos fijamente durante un minuto mientras tiraba de las cuerdas. Cuando
levantó la vista y nos vio, hubo un atisbo de algo que nunca había visto realmente
en sus ojos. En un instante, se había ido, reemplazado con una sonrisa burlona—. 105
Quiero decir, si el poderoso Brannon Forrester, rey de todos los mujeriegos, puede
caer, cualquiera de nosotros puede hacerlo.
—No me enamoré —gemí—. No es como que estamos acostándonos para
casarnos o algo. ¿Y no deben estar practicando o alguna mierda?
—Así es, tienes razón. —Denny asintió—. Está bien, nadie puede meterse más
con mi chico. Se siente de mal humor sin su pajarita alrededor.
—Vete a la mierda, Denny. —Suspiré dejando caer con exasperación mi
cabeza hacia atrás contra el sofá.
—Solo estoy abusando de ti, Brannon. —Sonrió.
—Y habla español, hijo de puta —murmuré.
Los cuatro Mofos rieron mientras empezaban a tocar, recorriendo su
repertorio para la noche. Denny comenzó con una melodía de una canción que
estaba escribiendo, pero no estaba dispuesto a compartir las letras todavía.
—Es algo especial para la pareja feliz —dijo, mostrando una sonrisa pícara
hacia mí.
Auch, joder. Eso no sonaba bien. Solo Dios sabía lo que había escrito. De
repente recordé de nuevo una tarde brumosa cuando habíamos drogado a Sophie.
Y todo lo que siguió.
Y Denny escribió canciones mientras observaba y se masturbaba.
Maldita sea.
Al menos la melodía era gentil. Más bien lenta y sensual. Estaba
especialmente contento que no fuera una canción ruidosa como solía escribir en
ocasiones. Mientras Cody tocaba el ritmo y Drew y Justin hacían sus propios riffs,
las imágenes de ese día comenzaron a filtrarse a través de mi mente. Había
capturado perfectamente el momento en algunas notas de una página y una parte
de mí no podía esperar a que Sophie la escuchara.
Solo esperaba que las letras no fueran precisas.

****

—Jesús. —Quedé boquiabierto—. ¿No tienes frío?


—¿No te gusta? —preguntó Sophie, mirando hacia abajo a su nuevo traje.
Oh, me gustó. Maldita sea sí, me gustó.
Su cabello estaba alisado de tal manera que caía como seda por su espalda.
Su maquillaje se había oscurecido, delineador de ojos ahumado y grueso alrededor
de sus ojos turquesa brillante, sus carnosos labios eran de un rojo manzana
voluptuoso.
Y la ropa... Dios mío, la ropa. 106
A pesar de que era a mediados de octubre y las noches eran cada vez más
frías, Sophie tenía un pantalón corto.
Uno jodidamente sexy que estaba todo deshilachado y apenas cubría su
trasero. Lily debía tener una mano en eso. Habían tardado un poco más para llegar
allí de lo que pensé, pero ahora podía ver en lo que habían estado. Debería
haberlo sabido, sobre todo porque Lily se ofreció a darle un paseo después del
trabajo. Era como si el objetivo de su vida fuera vestir a Sophie en formas que
hacen que se me debiliten las rodillas.
—Estás usando un pantalón corto —gemí—. Y esa es solo, como, media
camisa.
—Tengo una chaqueta, también. —Sonrió, pasando sus dedos por la
cremallera de la chaqueta de cuero negro que llevaba, rozando la suave piel
expuesta por la camiseta escotada debajo—. Y estos calcetines son muy calientes.
Me ponían caliente. Joder, me ponían más caliente como si estuviera en el
infierno. De hecho, rompí a sudar solo de mirarla. Los ―calcetines‖ subían más allá
de sus rodillas hasta medio muslo, dejando una buena cantidad de piel entre ellos
y la desteñida tela desgastada. Más de la piel se mostraba entre la poca altura de
su pantalón y el borde de su blusa, si eso incluso podría ser llamado blusa. Estaba
bastante seguro que, si levantaba sus brazos, sus senos se saldrían para que todo
el mundo los viera.
Me encantó.
Pero también lo odiaba, porque todos los pendejos de mierda en el
Copperline estarían mirándola. Y la mitad de las chicas.
Era realmente tan jodidamente caliente.
—Puta madre, Sophie —dije con voz ronca, metiendo mis manos debajo de
su chaqueta para descansarlas en la cálida y desnuda piel de su cintura—. Contigo
viéndote así, voy a terminar metiéndome en una pelea esta noche.
Se mordió los labios y deslizó sus brazos alrededor de mi cuello, presionando
su cuerpo contra el mío.
—Supongo que vas a tener que mantenerme muy cerca entonces —murmuró
con una sonrisa pecaminosa mientras ligeramente besaba mis labios y me llevaba
hacia la pista de baile.
A medida que la noche avanzaba, nos detuvimos justo fuera del escenario
viendo a los Mofos comenzar a tocar. Sophie se recostó contra mí y se estiró hasta
deslizar su mano por la parte trasera de mi cabeza. De pie tan cerca de los
altavoces, pero solo a un lado, sentíamos la música tanto como la escuchábamos. Y
Sophie parecía realmente sentirla.
Envolví mis brazos a su alrededor, metiendo mis manos bajo su pequeño top
blanco para ponerlas completamente contra su vientre desnudo, y le di un beso 107
suave justo debajo de la oreja. Con el empujón de respuesta de su dulce trasero
con curvas tan deliciosamente apretado contra mi pene, acaricié su cuello con
firmeza y mordisqueé su piel.
Los dedos de Sophie se doblaron alrededor del cabello en la parte trasera de
mi cabeza y tiraron en silencio, pidiendo más.
Había gente por todas partes, pero todos más o menos estaban centrados en
el escenario frente a nosotros. En la maldita actuación de la banda. Guié a Sophie
uno o dos pasos hacia atrás en las cortinas gruesas aterciopeladas que se habían
reunido a lo largo del lado del escenario. Apenas en las sombras, solo iluminados
por el parpadeo de las luces que latían a un ritmo palpitante.
—Quiero hacerte venir, Sophie —gruñí en su oído—. Aquí mismo, ahora
mismo.
Su mano libre cubrió la mía en su cintura. Su cuerpo se estremeció mientras
me apretaba contra su torso desnudo y luego froté su trasero contra mi pene de
nuevo, llevando mi mano hacia la cintura de su pantalón.
—Traje una cosita —murmuré, un atisbo de sonrisa asomó en mis labios.
Desabrochando los botones de su pantalón corto con una mano, alcancé con la
otra el bolsillo de mí chaqueta, tomando la pequeña bala vibradora que había
recogido anteriormente ese mismo día. Estaba fría al tacto y Sophie se estremeció
mientras la presionaba contra su vientre desnudo y la movía hacia abajo para
meterla en sus pequeñas bragas de seda.
Y me dejó. Allí mismo, apenas fuera del escenario, delante de Dios y de todos.
—Bran —comenzó, pero se detuvo abruptamente cuando deslicé la bala
hacia abajo, contra su hinchado clítoris.
—Shh... Solo relájate, nena. Déjame encenderte.
Con un toque de mi pulgar, comenzó a vibrar.
Sophie chilló un poco por los primeros movimientos mientras palmeaba su
clítoris, usando mis dedos para barrer su humedad y hacerle cosquillas muy
ligeramente en el interior.
—Shh... Hay personas rodeándonos, Soph —gruñí en su oreja.
Sentí crecer su emoción mientras ondas de placer comenzaban a pulsar a
través de su cuerpo. Su cabeza cayó de regreso contra mi pecho, con los ojos
cerrados; gimió de manera profunda y gutural en mi oreja. Los pequeños
movimientos de su cuerpo contra mí estaban empezando a hacer que la
entrepierna de mis vaqueros se apretara casi dolorosamente.
—Tienes que estarte quieta, nena. Actúa natural.
Volvió la cabeza, presionando su rostro en mi cuello, justo a lo largo de mi
tatuaje. Sentí el aleteo de la caricia de sus pestañas a lo largo de mi tinta, casi una
señal.
108
Hacerlo o morir.
Maldita sea sí.
Desde el exterior, estaba haciendo todo lo posible para no parecer afectado.
Como si solo estuviera parado detrás del escenario con mis brazos alrededor de mi
chica.
En el interior, residía una intensidad feroz, con un dolor que quemaba. Crecía
y pulsaba a través de mí, cada espasmo de su trasero contra mi palpitante pene
intensificaba esa necesidad frenética.
Un gemido gutural escapó de mis labios y me apreté con más fuerza contra la
cálida piel de su cuello para amortiguar el sonido, mordiéndola suavemente.
Las luces destellaban y los chicos tocaban una canción conmovedora y
embriagadora. Llevé a Sophie a la cima en la habitación con un centenar de otras
personas. A medida que su cuerpo comenzaba a temblar, cuando su orgasmo se
apoderó de ella, las rodillas le empezaron ceder. La abracé con fuerza contra mí,
tomé todo su peso mientras se corría en mi mano. Sentí la punta de su humedad y
mi boca se hizo agua por saborearla. Tuve la tentación de tirar de ella más lejos en
las cortinas, para tumbarla en el suelo y enterrar mi rostro entre sus piernas hasta
que estuviera gritando mi nombre.
Esa imagen por sí sola me llevó malditamente cerca de perderme. Lo único
que me detuvo fue el conocimiento de que Sophie probablemente conseguiría un
montón de burlas de parte de su gente si terminaba en la cárcel por indecencia.
Apagué el vibrador y sostuve mi mano contra ella por un momento más, lo
que le permitió flotar de vuelta a la conciencia. Mis dedos se movían lentamente,
calmando la tensión rígida de su cuerpo, girando a través de la carne suave y
húmeda.
—Joder, me encanta ver cuando te vienes —le susurré con dureza en su oreja.
Escondidos en las cortinas como estábamos, cualquier persona que nos
mirara solo vería su rostro presionado contra mi cuello, mis brazos fuertemente
envueltos a su alrededor. Dulce y protector. Pero saber que era mucho más, que le
acababa de hacer mucho más a ella y que nadie de los que nos rodeaba lo sabía
mejor... eso había hecho que todo fuera más torturante.
—¿Y tú? —Sophie sopló en mi oreja, atrapando el anillo en sus labios y
tirando muy ligeramente.
Dios. Mi pene palpitó.
Quería estar tanto en su interior que apenas podía pensar. Sostuvo un poco
su propio peso, moviéndose un poco para voltearse y mirarme. Mientras deslizaba
mi mano de sus bragas, le mostré el pequeño y brillante vibrador azul que acababa
de utilizar en ella.
—Voy a tener que conformarme con una probada rápida —respondí, 109
encontrando su mirada y manteniéndola firme mientras llevaba el vibrador a mis
labios y lo lamía.
La lengua de Sophie se extendió por todo su labio inferior y sus ojos se
oscurecieron de forma sensual mientras me observaba, poniéndose de puntillas
para degustar mis labios cuando metí el vibrador en el bolsillo de mi chaqueta.
—Quiero probarte —susurró ella.
—Dios, Soph —gruñí—. No digas eso. Estoy a punto de estallar así como
estamos.
Apretó su cuerpo contra el mío, retorciéndose para acercarse; sus dedos
desabrocharon cuidadosamente el botón superior de mi camisa. Sus labios bajaron
por mi cuello, chupando mi piel. Mi mandíbula se apretó mientras trataba
desesperadamente de frenarla.
—Por favor —murmuró contra mi piel—. Por favor, Bran. Quiero probarte.
Quiero sentir tu pene deslizarse en mi boca.
Oh mierda. La habladora sucia Sophie lo hizo. Todo era su culpa. Podía
resistirme a la dulce Sophie. Era mucho más difícil resistir a la Sophie apasionada.
Pero la habladora sucia Sophie era como maldita kryptonita para mi sistema.
Tomé su mano y la llevé hacia la puerta de la pequeña zona de detrás de la
barra. Hacia el Cougar, estacionado allí esperando pacientemente como un oasis
en un maldito desierto. Rápidamente me lancé a abrir la puerta de pasajero y
Sophie saltó dentro, viéndome con una mirada ardiente mientras caminaba
alrededor del lado del conductor y subía.
Literalmente atacó mis jeans en el momento en que me senté, abriéndolos y
liberando mi pene a la fría noche de otoño. Sus labios estaban tan cerca que podía
sentir su respiración entrecortada mientras acariciaba mi longitud con un
insoportable empuje lento y dando un tirón.
—Me encanta tu pene —susurró y luego bajó los labios.
Santa mierda.
Creo que perdí el conocimiento por un momento al primer toque caliente, al
tacto húmedo de sus labios. Solo tomó un poco primero, girando la lengua
alrededor de la punta y gimiendo profundo con su garganta. Luego tomó más de
mí, llevándolo a la parte posterior de su garganta, chupando suavemente mientras
agarraba la base y tiraba de ella hacia abajo.
Fue como una experiencia religiosa. Como el rapto o alguna mierda. Mi
cuerpo se sacudió con cada pequeño golpe de su lengua y mis caderas se alzaron
a su boca, a esos putos hermosos labios.
Golpeé su reflejo nauseoso y alejó su cabeza solo un poco, jadeando
rápidamente, antes de inhalar profundamente mientras volvía por más. Como si
realmente se muriera de hambre por mí. Hice todo lo posible para mantenerme
quieto y tomarlo, dejando que me devorara hasta que exploté en su garganta. Me
110
exploró con la lengua, arrastrando cada arista, vena y curva de mi pene. Estaba
fascinada por eso, subiendo por aire y después atacándolo con una fuerza
renovada. Mis dedos se doblaron a través de sus largas curvas.
Incapaz de controlarme, empecé a empujar de nuevo y se movió junto
conmigo, deslizando sus labios abajo en mi pene, apretando a su alrededor con
sus dedos cuando comenzó a moverse más rápido.
Traté de advertirle que me iba a venir, pero resistió mis intentos de alejarla.
En su lugar, me tomó más profundo y las vibraciones de su gemido arrancaron el
último jirón de restricción que tenía. Sophie no retrocedió. No se apartó. Me
saboreó, lamiendo y persuadiéndome suave hasta la última gota de mi cuerpo.
En cierto modo me fundí en el asiento mientras ella levantaba la cabeza para
mirarme.
—Eres delicioso —susurró con malicia, con los labios rojos de la fricción por
lo que era una mamada jodidamente increíble.
Mis manos todavía estaban enredadas en su cabello, tomé su rostro y llevé
sus labios a los míos. Se inclinó sobre la pequeña consola central, profundizando el
beso, y pude probar solo el tinte salado más débil en su boca. El sabor de mi
propio semen. Era erótico y poderoso, y me perdí en ese beso.
Unos golpes en la ventana a mi lado me sacudieron de mi Edén. Las ventanas
se habían empañado, así que puse cierta distancia para ver a Denny y a Justin
sonriéndonos.
—Brannon, tu auto se está derritiendo. —Denny se rió—. Si hubiera sabido
que ibas a venir aquí y a echar un polvo, me hubiera tomado un descanso para
venir a verte.
Lo miré mientras me lo metía de nuevo en mis vaqueros, mirando a Sophie,
quien seguía luchando con la bruma de nuestra pasión. También parecía un poco
avergonzada acerca de dónde estábamos y lo que acabábamos de hacer.
—Voy a sacarlos de aquí, Soph —murmuré—. Lo siento.
—Está bien —murmuró—. Me dejé llevar un poco.
Sus ojos se inclinaron hacia mí, con una escasa pizca de sonrisa tocando esos
exquisitos labios.
—Ven aquí, taradito —gritó Justin—. Es tiempo de ayudar con el equipo.
—Dame un minuto, imbécil —gruñí de regreso.
—Te ayudaré. —Se rió Sophie—. Cuanto más rápido terminemos, más rápido
podremos ir de regreso a tu casa a desnudarnos.
—Jesús, ¿cómo diablos haces eso? —Me reí—. Me acabo de venir con tanta
fuerza que pensé que no querría sexo durante una semana. Pero ahora voy a tomar
toda esa mierda y a tener una nueva erección.
111
—Bueno, vamos a trabajar. —Se rió y me dio un duro beso rápido antes de
abrir la puerta y salir del auto.
Al salir a la noche, fulminé a Denny y Justin con un hosco ceño fruncido.
—Pendejos —murmuré—. ¿No puede un hombre tener un momento en paz
por aquí?
Justin se rió y me dio una palmada en la espalda.
—Bueno, a la mierda, Brannon. —Sonrió—. Lo menos que podías hacer era
invitarnos a unirnos a ti.
Le disparé otra mirada sucia mientras me acercaba a Sophie y pasaba mi
brazo sobre sus hombros para tirarla hacia mí.
—Sí, ya bastardo. —Denny estuvo de acuerdo—. Te he visto en acción un par
de veces, Bran, pero, buen Dios, Sophie. —Denny sonrió—. Nunca he visto nada
como ustedes dos juntos.
—¡Denny! —Sophie se quedó sin aliento con indignación y pura
mortificación—. Oh, Dios mío, no puedo creer que solo dijeras eso.
—¿Qué, Sophie? Eres algo bueno. —Se rió—. Fue todo lo que pude hacer
para echar fuera todo sobre ambos.
Sophie se volvió en mis brazos, enterrando su cabeza en mi pecho.
—Mátame ahora —murmuró—. Oh por Dios, solo mátame ahora.
—No puedo creer que no participaste. —Justin se quedó mirando con
incredulidad a Denny—. Joder, habría estado en todo eso.
—Ese es tu problema, no el mío, Justin. —Denny sacudió la cabeza con una
amplia sonrisa—. Prefiero el sexo uno-a-uno. Además, a Brannon no le gustan ese
tipo de cosas, ¿verdad, Brannon? —Me miró, luego de vuelta a su compañero de
banda—. Pero déjenme decirles, que fue un espectáculo que valió la pena.
—Oh Dios —gimió Sophie en mi camisa, como si estuviera esperando que la
tierra se abriera y se la tragara entera.
—Hombre, te lo estás perdiendo —dijo Justin, levantando las cejas hacia mí—
. Nada en el mundo es como una pequeña doble penetración.
Sophie levantó la cabeza y me miró. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos
estaban calientes de nuevo.
—¿Doble penetración? —susurró en voz tan baja que solo yo podía escuchar,
mientras Denny y Justin continuaban su debate detrás de ella.
Una lenta sonrisa comenzó a formarse en mi rostro y le guiñé un ojo.
—Vamos a trabajar, nena —murmuré de regreso y sus dedos se clavaron en
mi brazo por mis palabras ásperas.
Denny y Justin aún discutían sobre los pros y los contras de unirse, o
simplemente masturbarse, como Denny decía con ese acento irlandés suyo.
112
Continuaron su debate todo el tiempo que cargamos el equipo en la parte
posterior de la maldita vieja camioneta de Denny. Algo de eso hilarante, sino un
poco desconcertante para Sophie, que, en sí misma, se estaba riendo.
—Está bien, te lo apuesto —escuché a Denny decir mientras Sophie y yo nos
dirigíamos al aire libre con lo último del equipo.
—Bien —respondió Justin—. Voy a tomar esa apuesta. El perdedor se tatuará
pendejo en el brazo.
—En el brazo que usa más. —Rió Cody.
—Espero que tengas un lugar listo, Justin. —Denny sonrió, como si ya hubiera
ganado todo lo que habían apostado—. Ya no tengo lugar.
—¿Lugar? —preguntó Sophie mientras le entregaba una pequeña caja a
Denny.
—Significa que nunca pasará algo así —respondió Denny.
—¿Qué no va a pasar? —preguntó con las cejas juntas con confusión
La miró por un momento, su rostro teñido de culpa como si solo hubiera sido
atrapado haciendo algo malo. Pero solo un segundo y luego se recuperó, tomando
la caja de cables de Sophie.
—Nada va a suceder, princesa —dijo y le sonrió a Justin—. Nada en absoluto.
Mientras Denny aseguraba el toldo de la camioneta y se dirigía a la puerta del
conductor para subirse, Justin pasó su dedo detrás a través del polvo y la tierra al
lado. Sophie y yo nos quedamos en el Cougar, y medio resopló una carcajada;
luego estalló en un ataque de risa cuando vio lo que Justin había escrito en la
tierra.
DENNY ES UN PENDEJO
—Denny va a patear su trasero. —Me reí.
—¿No deberías decirle o limpiarlo o algo por el estilo para que no conduzcan
por ahí así? —preguntó Sophie mientras trataba de apaciguar su risa.
—No —dije y le di una sonrisa maliciosa—. Estoy más interesado en llegar a
casa y, ¿qué dijiste? Ah, sí, es cierto... desnudarnos.
Con eso, mi Cougar rugió a la vida y arrastró nuestros traseros para llegar a
casa. La desnudez nos esperaba.

113
Capítulo 11
E
l segundo viernes de noviembre trajo nieve. Escamas gruesas y
esponjosas que cubrieron el suelo durante la noche. Cuando desperté,
me quedé impresionado; de inmediato abandoné el trabajo y llamé a
Sophie para ver si quería ir a dar un paseo en moto de nieve.
Mientras esperaba al frente de su edificio de apartamentos, en mis oídos aún
sonaba el chillido emocionado que había dado.
Había estado un poco sorprendido. Ha estado bajo el pulgar de su madre en
los últimos días después de hacerla sentir culpable para que le ayudara a organizar
algún beneficio para el hospital. Las últimas dos semanas hemos tenido una
relación un poco clandestina. Inventó excusas de por qué no podía estar con su
familia mientras trabajaba. Generalmente sus propias vidas sociales les impedían
estar demasiado preocupados cuando pasaba tiempo conmigo los fines de
semana, excepto que los deberes parecían estar pidiendo un poco más
últimamente mientras las vacaciones se acercaban y toda la planificación de
grandes eventos para recaudar fondos en las vacaciones comenzaba.
114
Y parecían encontrar mucha importancia en darle a los menos afortunados.
Por supuesto, casi todo el mundo era menos afortunado que los Buchanan, pero
parecían poner mucho énfasis en ser notablemente más caritativos con
organizaciones que tocaban los corazones y los bolsillos de la gente. Los refugios
de animales y hospitales infantiles. Los cachorros y los bebés. Las grandes
organizaciones que seguramente se beneficiaban de las donaciones que recibían,
pero también las que fueron dirigidas por personas con influencia. Las personas
que hicieron una demostración de generosidad con muchas ceremonias de cortes
de cintas y fotografías. Los padres de Sophie estaban en frente y en el medio,
sosteniendo un gran cheque. Tan filantrópico.
Tan falso.
Porque vi lo poco que realmente les importaba cuando miré los ojos de
Sophie. Cuando hice comentarios sobre lo divertida que podía ser, su sorpresa
inicial no dejaba ninguna duda en cuanto a la rareza de un cumplido no se centrara
en cómo se veía o lo que poseía. O lo amable que podía ser cuando era
verdaderamente obvio que no lo hacía por los elogios. O lo rápido que captaba los
matices en ayudar a administrar la tienda de Lily y su relación con los clientes.
Y su capacidad para manejar los factores estresantes de lo que era, en
esencia, una doble vida.
―¡Es tan bonito! —gritó Sophie mientras saltaba por la acera hacia mi
camioneta.
El Cougar estaba cubierto y empacado para el invierno, sano y salvo en la
parte trasera del taller de mi abuelo. Mientras mi camioneta estaba lejos de ser un
viejo clásico, no era nada nueva tampoco. Tracción en las cuatro ruedas, servicios
bastante básicos y fiables, con una pesada unidad que fácilmente podría entrar y
salir de las montañas para jugar en la nieve. Había cargado mi viejo Arctic Cat 7 en
la parte de atrás, tomado un termo de café, con poca azúcar y crema y un toque de
Jameson8, para ayudar a evitar el frío. Sophie, que se ofreció a llevar un par de
sándwiches y una bolsa de papas fritas, las arrojó sobre el asiento de la camioneta
antes de subirse.
—No puedo creer que estemos haciendo esto —chilló—. ¡Estoy tan
emocionada!
—Nunca lo hubiera adivinado. —Me reí mientras encendía la camioneta y
arrancaba—. De acuerdo, no es una motocicleta, pero la moto de nieve puede ser
aún más divertida, en mi opinión.
Sophie iba bien cubierta con un abrigo grueso, pantalón de mezclilla, botas
de nieve de chica con brillos y tacones altos, un gorro suave y esponjoso y guantes
que casi hacían juego con el color turquesa de sus ojos.
Su pequeña perforación aguamarina brillaba bajo el sol brillante, reluciente,
casi tanto como el resplandor de la nieve en el suelo a nuestro alrededor.
115
—Entonces, ¿a dónde vamos? —preguntó Sophie.
—Cerca de dieciséis kilómetros hay una quebrada que es impresionante para
motos de nieve. Mi abuelo solía llevarnos con frecuencia a Mira y a mí cuando
éramos más jóvenes, tanto que solía enloquecer a mi mamá.
—¿Por qué? ¿Es peligroso o algo así?
—En realidad no. Pero siempre aseguró que él tendría un ataque al corazón y
moriría en algún lugar en la nieve. Era un poco neurótica y tenía todo un escenario
elaborado en el cual los niños éramos devorados por un león de montaña
hambriento o algo.
—¿Es una posibilidad? —Los ojos de Sophie eran enormes, similares a la
expresión de mi mamá cada vez que me dirigía a la puerta con mi abuelo.
—No te traería hasta aquí para que te coman los pumas, Soph ―dije,
frotando mi mano sobre su rodilla para calmar su preocupación—. Probablemente
incluso ni siquiera veamos uno. Y no son propensos a atacar a dos personas en una
moto de nieve.

7
Marca que diseña, fabrica y comercializa motos de nieve, vehículos todo terreno (ATV) y Side by
Sides, así como las partes relacionadas, prendas de vestir y accesorios.
8
Es un whisky irlandés mezclado. Originalmente uno de los cuatro whiskys más importantes de
Dublín.
—No es probable, pero, ¿podrían hacerlo?
—Jesús, suenas como mi mamá. —Me reí y me lanzó una mirada asesina,
luego se volteó a la ventana.
Pero después de un momento, vi por el rabillo del ojo una sonrisa pequeña
tocar sus labios.
—Estaba preocupada por ti —dijo suavemente, sin dejar de mirar hacia las
maravillas del invierno mientras conducíamos.
—Sí —le contesté—, lo estaba. Y Dios no hubiera querido que nos quedemos
afuera hasta que oscureciera. Mamá despotricaba su delirio contra nosotros por
semanas. Si parecía que íbamos a regresar tarde, teníamos que sacarle provecho,
ya que, lo más probable era que no nos dejara salir por un tiempo. Pero esos días
fueron algunos de los mejores de mi vida.
—Me encanta el invierno. No tuvimos la oportunidad de disfrutarlo mucho.
Siempre quise ir a esquiar. Patinar sobre hielo. Subirme en las motos de nieve.
―Me lanzó una sonrisa emocionada—. Solíamos ir mucho a algún lugar tropical
durante las vacaciones escolares, así que realmente no lo conseguía. Pero un año,
fuimos a Big Sky para Navidad. Pensé que estaba en el cielo.
—Big Sky es hermoso. Justo a lo largo del parque Yellowstone. Lástima que
construyeron un resort allí.
—Me alegra que lo hicieran o nunca lo habría visto. Pasamos dos semanas
ahí. Esquié un poco, pero nunca salí de las pistas de principiantes. Mi mamá estaba 116
más preocupada que diera un espectáculo llamativo en la nieve y pasé mucho
tiempo en las tiendas. —Suspiró con nostalgia—. Pero había algo en el medio
ambiente. La atmósfera. Las personas que trabajaban ahí.
Un tono extraño había entrado en su voz; la miré, se estaba mordiendo el
labio.
—¿Cómo qué? —le pregunté.
—Como el equipo que trabajó en la casa de campo. Parecían una pequeña
comunidad. Parecían casi como una... familia. La mayoría estaba en la adolescencia
tardía o tenía veinte años, creo. Justo saliendo de la secundaria o en la universidad,
supongo. Era difícil decirlo porque solo tenía catorce años. Todos parecían tan
impresionantes, mayores y... divertidos.
Sabiendo lo que conocía acerca de Sophie, pude ver el atractivo ahí.
Representaban un verdadero sentido de pertenencia que nunca había sentido.
―Siempre he pensado en eso, desde hace años. Busqué un par de veces... en
el sitio web. Sobre cómo trabajar ahí. Pensé que podría ser ama de llaves,
recepcionista o algo así. Incluso lo solicité una vez, no mucho después de que volví
de París. Como que tuve una entrevista a través de Skype y me ofrecieron un
puesto de trabajo.
—Estabas hablando en serio, ¿eh? ¿Por qué no fuiste?
—Mi mamá... Estaba horrorizada de que incluso lo hubiera solicitado. —
Sophie hizo una mueca—. Pensó que era un escándalo que quisiera limpiar
habitaciones de hotel. Así que escribí de nuevo y les dije que algunas cosas
ocurrieron y que no podría hacerlo en ese momento.
Entré a un lado del camino de tierra a pocos kilómetros de los límites de la
ciudad. Había algunas pequeñas colinas para cruzar con la moto de nieve, pero
entonces un valle glaciar muy abierto hizo que pensara en algo que a Sophie le
encantaría.
Agarrando la mochila de detrás del asiento, me estiré y le entregué unas
gafas de esquí. Luego me puse las otras.
—Mete tus sándwiches aquí con el termo. —Sonreí, entregándole el
paquete―. Vamos a ir a hacer un picnic en la nieve.
Con unas pocas maniobras, guié la moto de nieve por las rampas de acceso a
la tierra. Acariciando el asiento detrás de mí, me volví a mirar a Sophie que estaba
deslizando sus brazos por las correas de la mochila.
—Vamos, nena. —Sonreí.
Sophie se subió en la parte posterior, envolvió sus brazos en mi cintura y
gritó en mi oreja mientras me internaba en los montones blancos.

***
117

—¿Quieres conducir? —le pregunté.


Sophie negó y se rió.
—No sé cómo.
—Es fácil. —Le sonreí—. Y estaré aquí contigo todo el tiempo.
Me bajé y la nieve me llegaba hasta las rodillas. Con las pistas que sostienen
la moto de nieve, me hundí a un nivel que malditamente estuvo cerca de ponerme
a nivel de los ojos de Sophie, que estaba sentada. Sus ojos se pusieron enormes.
—Santo Dios, eso es un montón de nieve. —Se quedó sin aliento.
Acaricié su pequeño trasero con curvas.
—Mueve tu trasero hasta el frente y déjame subir.
Cuando me subí atrás, incliné mi cabeza hacia adelante para mostrarle los
frenos y el acelerador. Después de una larga explicación, más detallada sobre lo
que tenía que hacer, la miré para encontrarla observándome de cerca; pero era
evidente que no había escuchado una palabra de lo que le dije. Se quedó mirando
mis labios.
—¿Soph?
—¿Hmm? ―respondió en sueños.
Lo intenté de nuevo.
—¿Soph?
—¿Sí? —Suspiró, sin dejar de mirar mis labios.
Moví mis dedos enguantados bajo su barbilla y la levanté para que
encontrara mi mirada. Se había llevado los lentes a la parte superior de la cabeza y
sus ojos estaban ardiendo.
—¿Escuchaste una palabra de lo que dije?
—Ahí está la cosita de la mano —dijo, un poco aturdida—, que hace que
camine y la cosita de freno que hace que se detenga.
—¿Qué tal si solo guío tus movimientos un poco?
Asintió y dejé caer un pequeño beso en sus labios, luego le bajé las gafas y
puse sus manos en las mías. Mientras me inclinaba hacia ella, sentí un leve
escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Tienes frío?
—No —susurró. Se acurrucó más contra mi cuerpo, su trasero pequeño y
dulce empujó mi ingle.
—Compórtate —gemí.
—Lo siento. —Sonrió, pero de todos modos se movió contra mí de nuevo. Así
arranqué la moto de nieve y dejó escapar un grito de sorpresa, mientras se
tambaleaba hacia delante. Era eso o rasgar su pantalón y tener sexo con ella en ese 118
mismo momento.
No es que pensara que la idea no tenía mérito. Era sobre todo que no estaba
seguro si tenía un condón conmigo.
Maldita sea.
Hice una nota mental para siempre asegurarme de tener un condón cuando
estuviera con Sophie.
Siempre.
Entendió el manejo con bastante rapidez, pronto se dirigió y se movió por su
cuenta, o algo así. Cada vez que la dejaba a cargo de la conducción, se ponía un
poco nerviosa. En un momento dado, se acercó demasiado a un pino y la moto
comenzó a deslizarse hacia abajo en la depresión natural producida por la falta de
nieve debajo de sus ramas. Sophie entró totalmente en pánico y dejó el pie en el
acelerador, lo que hizo que se deslizara hacia abajo, incluso más. Tomó un poco de
fuerza bruta, pero me las arreglé para conseguir que subiéramos del hundimiento.
Fue increíblemente cautelosa para no acercarse tanto a un árbol después de eso.
Nos detuvimos en un valle abierto para el almuerzo y Sophie tuvo su primer
paseo a pie en el reposapiés, se dejó caer de nuevo en el buen manto de polvo
blanco para hacer un ángel de nieve. Desafortunadamente, la nieve era un poco
profunda para eso. Prácticamente se enterró cuando cayó hacia atrás y comenzó a
moverse, pero se veía más bien como un ángel de nieve cuando se puso a
desempolvarse a sí misma.
A pesar de la profunda nieve en el suelo, el sol era sorprendentemente cálido
para un día tan brillante. Después de su jugueteo en la nieve, Sophie se quitó el
gorro y los guantes y abrió la cremallera de su abrigo. Nos sentamos uno frente al
otro, entre el asiento de la moto de nieve, mientras comíamos. Miró a su alrededor,
al prado muy abierto, a la gruesa nieve en los limítrofes árboles de hoja perenne.
—Esto es tan hermoso —murmuró—. Parece... Navidad. —Tomó otro bocado
de su sándwich y me miró—. Como siempre pensé que la Navidad se supone que
era.
—¿Y cómo se supone que es la Navidad? —le pregunté con una sonrisa.
—Prístina. Tranquila y pacífica —respondió distraídamente, luego frunció el
ceño―. Con mi familia, siempre es más un espectáculo. Para ver quién podía donar
la mayor cantidad de dinero, quién podría dar las fiestas más fastuosas, quién
podía dar los regalos más extravagantes.
—Probablemente tienes alguna mierda buena por eso, sin embargo, ¿no? —
Tenía que haber un lado positivo. Yo venía de una familia que a veces se
preocupaba por si incluso habría Navidad.
—Supongo. Siempre tuve el juguete que ―debía tener‖ de la temporada,
aunque fuera algo que no quisiera. Por lo general, era algo que no quería. —Sus
cejas se arrugaron, me miró como disculpándose—. Eso me hace sonar bastante 119
ingrata, ¿no? No era que quisiera algo más. Realmente no quería nada. Fui una
niña buena, sin embargo. Sonreía y estaba agradecida, justo como me dijeron que
fuera. —Su boca se torció mientras pensaba en aquellos días—. Como con mi auto.
—¿Recibiste tu auto por Navidad? —Había visto su auto y era muy consciente
de que probablemente costaba más de cuarenta mil dólares. ¿Y fue un regalo de
Navidad?
—Tenía un buen y normalito Subaru, en la secundaria. Nada terriblemente
llamativo. Pero tenía una gran calificación en seguridad. —Me dio una sonrisa
triste, poniendo los ojos un poco en blanco sarcásticamente.
—Está bien que se preocuparan por tu seguridad, supongo —le dije, un poco
confundido por el tono de su voz.
—Eran muy buenos para decirles a todos lo mucho que les importaba. Era
como un punto de jactancia para mi madre decirles a todos sus amigos lo
importante que era mantener a su única hija a salvo.
Está bien, podía verlo. Totalmente.
Lo poco que sabía de la madre de Sophie, las partes y las piezas que Sophie
me había dicho se mezclaban con mis propias observaciones acosadoras. No
parecía del tipo cálido y difuso. Ciertamente no parecía del tipo de ir a la función
sobre moda. A menos que la función de moda fuera por el simple hecho de ser
funcional.
—Entonces, mi papá me sorprendió la Navidad pasada con el BMW. Con un
gran lazo y todo. Solo como un anuncio de autos de mierda. Las camionetas de
lujo están de moda ahora, ¿sabes? —murmuró sardónicamente y se encogió de
hombros—. Además, la madre de Richard tiene una, así que de alguna manera me
estaban moldeando a liderar la próxima generación de mujeres Banner al ponerme
en el mismo tipo de auto. —Sonrió con ironía—. También les da otra cosa para
poner sobre mí. Para recordarme que les debo todo.
Alcancé el termo y serví un poco más de café en la taza. Entregándoselo, traté
de evitar el tono brusco de mi voz.
—Tus padres como que me enfurecen, Soph —dije, mirándola soplar en la
taza para que se enfriara antes de que tomara un largo trago.
Me devolvió la taza con una sonrisa triste.
—Creo que por eso me gustas tanto.
—¿Debido a que tus padres me enfurecen? —Levanté la ceja perforada y bebí
más del café irlandés, sintiendo el calor filtrarse por mi cuerpo—. ¿O porque
realmente odiarían que pasaras tiempo con alguien como yo?
—Ninguna de las dos —dijo Sophie, negando.
Tomó el vaso de mí, bebió el último sorbo y puso la taza de nuevo en el
termo.
Inclinándose hacia delante para colocarlo nuevamente en la mochila que
colgaba de uno de los manillares, se escabulló un poco más cerca de mí, 120
envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros y besando mis labios
ligeramente.
—Es porque no eres nada como ellos, Bran —afirmó con convicción. Luego se
acurrucó en mí, presionando su rostro en mi cuello—. Nada en absoluto.

***

—¿Quieres que te lleve a casa? —le pregunté al pasar el letrero de los límites
de la ciudad de Ophir.
Sophie estaba sentada cerca de mí en el asiento de la camioneta, con su
cabeza en mi hombro mientras conducía, la mochila en el lado del pasajero. Su
nariz estaba ligeramente quemada por el sol, a pesar de la protección solar que
usó, por estar todo el día en el brillante resplandor de la nieve. El tinte rosado
brilló en el ocaso mientras sacudía su cabeza.
—No —dijo, luego se vio confundida—. Quiero decir, a menos que lo desees.
Realmente no quiero retenerte de lo que tuvieras planeado…
—Sin ningún plan, Sophie. —Sonreí.
—Es viernes —dijo, con una ceja levantada.
—Sí —le contesté—, así que vamos a conseguir unas empanadas y a regresar
a mi casa. Hay un lugar de comida para llevar en las afueras de la ciudad.
—¿No necesitas ir a ayudar a la banda o algo así?
—No, tienen un par de manos extra esta noche. Como que... me gusta la idea
de simplemente pasar contigo el rato un poco más. —Lancé una mirada de reojo
en su dirección—. Desnuda, por supuesto.
Sophie se rió, mordiéndose el labio mientras sus ojos brillaban.
—Creo que eso podría arreglarse.
Así que nos detuvimos en el camino a mi casa y tomé un par de empanadas
con salsa extra. Las dejamos en el mostrador de la cocina y se enfriaron mientras
nos calentamos en la ducha. Pero, incluso recalentadas en el microondas, Sophie
todavía dijo que eran de lo mejor que alguna vez había comido, tal vez a excepción
de la tilapia que le había hecho hace un tiempo.
Y una vez más, no le pregunté si quería ir a casa. La mantuve envuelta en una
manta conmigo, acurrucados en el sofá mientras más nieve comenzó a caer fuera,
soplando y arremolinándose en la ventana.
Hasta que se hizo muy tarde y comenzó a desvanecerse en el sueño. Luego la
llevé al baño donde busqué lo que se había convertido en su cepillo de dientes. En
el cepillo de dientes de Sophie en mi casa.
Y Sophie en mi cama.
121
Todo parecía tan increíblemente correcto.
Capítulo 12

—H
aré la receta de enchiladas de mamá para la cena —dijo
mi hermana en el teléfono.
—¿Qué quieres, Mira? —le pregunté con
desconfianza.
—¿Qué? Solo quiero que mi hermano pequeño venga a cenar —contestó
inocentemente—. Y quizás traer a esa chica que Cody dijo que has estado viendo.
—¿Qué demonios? Voy a despedir a ese hijo de puta. —Fruncí el ceño—.
¿Cuándo hablaste con Cody?
—Bueno, estaba tratando de hablar contigo. Me detuve en el taller el viernes
para preguntarte acerca de Acción de Gracias y Cody dijo que te habías ido a andar
en moto de nieve con Sophie. —Me podía imaginar la expresión del rostro de Mira.
Era la misma que probablemente llevaba cuando le había destrozado su auto en la
secundaria. Estaba muy enojada—. Lo dijo como si debiera saber quién era Sophie.
Pero mi hermano no me había hablado de ella.
—No es una gran cosa, Mira. 122
—¿Estás seguro de eso?
¿Lo estaba?
Por supuesto que lo estaba.
Sí, tal vez era más serio que con cualquiera que hubiera estado involucrado,
pero eso no decía mucho.
—Sí, estoy seguro.
—Cody dijo que has estado viéndola mucho últimamente.
Y así era. Cada vez que podía alejarse de las demandas de la sociedad y de
sus padres. No dormía sin ella desde la noche del jueves y estaba un poco
acostumbrando a eso. A tenerla en mi cama todas las noches.
—En realidad no es un gran asunto.
—Dijo que ustedes están prácticamente viviendo juntos, Brannon —acusó
Mira con una risa en su voz—. ¿Por qué no me dijiste que tenías novia?
—No es tan serio, Mira —discutí—. En realidad no hay nada que contar. Solo
pasamos como... tiempo juntos.
—Pero es serio. —Se quedó sin aliento. Su tono se volvió inquietantemente
similar a la forma en que solía bromear conmigo cuando éramos niños—. Cody
dijo que has estado llevándola a Copperline y, por lo que escuché, nunca llevaste a
una chica contigo a Copperline. Te vas con un montón, pero nunca llevas a una
contigo.
—¿Por qué diablos todo el mundo sigue diciendo eso?
—Porque eres un mujeriego, Brannon —exclamó—. ¿Con cuántas otras chicas
te has acostado últimamente?
—Eres mi hermana. No me siento cómodo hablando de eso contigo —
empecé.
—¿Con cuántas, Brannon?
—Mira…
—Cody dijo que es la única pieza que has tenido por un par de meses…
—¿Desde cuándo tú y Cody llegaron a ser tan amigos?
—… y así no eres tú.
—Hazme un favor, ¿sí? Dile que estará jodidamente desempleado la próxima
vez que esté chismeando y comparta recetas y toda esa mierda de BFF9 contigo.
—¿Cuándo voy a conocerla? —preguntó.
—No sé si alguna vez llegues a eso, Mira —gemí—. En realidad no es un gran
asunto.
—Bien —anunció, como si ni siquiera me hubiera escuchado—. Haré
123
enchiladas para la cena y quiero que la traigas.
—No puedo, Mira. —Me reí—. No esta noche.
—¿Qué? —Su voz era un poco de broma, como si supiera que no estaba
planeando hacerlo pero queriéndome darme un mal rato—. Brannon, siempre
vienes cuando hago enchiladas.
—Sí, pero tengo planes para esta noche.
Silencio por un minuto que, para mi hermana, nunca era bueno.
—¿Tienes planes con Sophie? —preguntó finalmente con una sonrisa en su
voz. Totalmente estaba disfrutando esto.
—Tal vez... —Mi voz se apagó, no realmente queriendo admitirlo,
especialmente con ella, incluso conmigo mismo. No estaba del todo seguro de lo
que estaba sucediendo entre Sophie y yo, pero me gustaba y no quería estropearlo
examinándolo muy de cerca.
Pero, con todo eso de lado, oh sí... Tenía grandes planes con Sophie para la
noche.

***
9
BFF: Best fríen forever; mejores amigos por siempre
—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó Sophie mientras llegábamos a la
casa de los Mofos un poco más tarde. Le había dicho que le tenía una sorpresa,
pero ni siquiera me había dado a entender en cuanto a lo que era—. No se ve
como que hay alguien en casa.
Nivelé mi mirada con la suya, mirándola atentamente.
—Justin sí.
—¿Justin? —Sophie pareció confundida por un momento y luego comenzó
claramente a entender por qué estábamos allí. Su voz tembló un poco y se quedó
sin aliento—. Entonces, ¿nosotros y Justin?
Asentí lentamente, estudiando cada movimiento. Cada respiración. Cada
latido de pulso en su cuello.
—Si todavía quieres...
Sophie miró hacia su regazo, donde sus manos estaban entrelazadas. Su
respiración se hizo más rápida, más pesada. Un leve rubor de color rosa comenzó a
colorear sus mejillas. Su lengua salió para mojar sus labios. Cuando volvió a
mirarme sus ojos eran oscuros y calientes.
—Todavía quiero hacerlo —susurró con un suspiro tembloroso.
Me incliné hacia ella y la arrastré por el asiento de mi camioneta, más cerca
de mí. Poniendo mi mano alrededor de la parte posterior de su cabeza, más o
124
menos tiré de sus labios hacia los míos, besándola ferozmente. Sus ojos estaban
cargados de lujuria cuando levanté la cabeza.
—Vamos entonces —gruñí contra sus labios.
No llamé. Justin dijo que estaría en su habitación, así que tomé la mano de
Sophie y la llevé hasta las escaleras. Su puerta estaba abierta cerca del final del
pasillo. Mientras nos acercábamos, Sophie comenzó a temblar. Me detuve en la
puerta, de pie a un lado, cuando hice un gesto con la mano y esperé a que se
adentrara en la habitación.
—Las damas primero —dijo en voz baja.
Sophie me miró por un minuto y luego a la habitación donde Justin seguía
mirando por la ventana. Se veía puramente aterrorizada, pero llena de anticipación.
Levantando la cabeza, cuadró los hombros, respiró profundo y entró en la
habitación. La seguí y cerré la puerta detrás de mí.
Justin se alejó de la ventana al oír el sonido de la cerradura haciendo clic.
Di un paso detrás de Sophie, doblando mi brazo alrededor de su cintura. Ella
estaba temblando. Su respiración era errática. Echó la cabeza hacia atrás en mi
hombro mientras se movía más cerca.
—Nos puedes detener en cualquier momento, Soph —le susurré al oído—.
Todo esto es para ti.
—Está bien. —Respiró y se volvió hacia mí para besar las letras entintadas en
mi cuello.
Hacer o morir.
Agarré su mano y la llevé hasta la cama donde me senté en el colchón bajo,
tirando de ella de pie entre mis piernas, frente a mí. Le quité el abrigo que llevaba
para revelar un vestido simple, como una camisa larga, con botones en el frente y
un cinturón fino en la cintura. Estirándome, aflojé la hebilla de su cinturón fino y
comencé a desabrocharle el vestido. Poco a poco. Con cuidado. Mirando mis
manos. Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando tuve su vestido a mitad
de camino y me miró al rostro. Tenía los ojos cerrados con fuerza, sus pestañas
oscuras contra sus mejillas. Su pecho subía y bajaba con dificultad y su voluptuoso
pecho se asomó por la apertura de su vestido, luchando contra su pequeño
sujetador de encaje negro.
—Sophie, nena —susurré—. Mírame.
Sus ojos se abrieron, centrándose en los míos. Pasé mi dedo por su mejilla,
calmando su ceja arriba.
—¿Estás bien? —le pregunté—. Sí no quieres hacer esto podemos esperar.
Negó rápidamente.
—No quiero esperar.
—¿Estás nerviosa por Justin? Podríamos encontrar…
125
—Estoy nerviosa. —Exhaló—. Pero quiero hacerlo. Quiero esto ahora.
—Estaré aquí contigo, nena, todo el tiempo —le prometí—. Solo tú y yo hasta
que estés lista. Justin esperará hasta que le digamos que se puede unir a nosotros.
Sophie asintió y llevó sus manos a cada lado de mi rostro, bajando sus labios
a los míos, besándome febrilmente. Desesperadamente. Un pequeño gemido
jadeante se le escapó mientras abría los últimos botones y empujaba el vestido de
sus hombros.
—Joder. —Escuché a Justin susurrar a través del cuarto—. Denny tenía razón,
es jodidamente increíble.
Y lo era, de pie delante de mí. En sujetador negro de encaje y bragas, medias
hasta el muslo y brillantes tacones negros.
Increíble ni siquiera empezaba a describir a Sophie.
Continuó besándome, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros. Mis
manos se posaron en la curva de su trasero poco cubierto de encajes y amasé su
piel suave para acercarla. Nuestras lenguas se juntaron, jugando y sacándola de su
caparazón. Ampliando su pasión. Avivando el fuego consumidor de su cuerpo.
Gimió suavemente mientras mi mano acariciaba su espalda en el broche de su
sujetador; su beso se intensificó a medida que soltaba y deslizaba las correas de
encaje por sus hombros. Mis labios se arrastraron por su cuello, sobre su clavícula,
en el pico apretado de su pecho. Al mismo tiempo, la mano que tenía en su parte
inferior resbaló dentro de sus bragas. La cabeza de Sophie cayó hacia atrás y dejó
escapar un gemido gutural que hizo eco en Justin desde la ventana.
Puse mis dedos en el trozo de encaje negro de sus caderas y tiré de sus
bragas hacia abajo, sobre sus medias, ayudándole a liberarse de ellas. Entonces
levanté la cabeza para mirar a mi chica perfecta.
Tenía los ojos cerrados, con el cabello alborotado alrededor de su cabeza.
Labios rojos y húmedos por mis besos. Sus pechos subían y bajaban, rogándome
probarlos y tocarlos, jugar con ellos.
La cama de plataforma de Justin estaba cerca del piso y, al doblarme hacia
abajo, incliné la cabeza pudiendo llegar a la fina franja de vello en el ápice de las
piernas de Sophie. Acaricié la suave piel, respirando profundamente para absorber
el olor de su excitación y saqué mi lengua para pasarla contra su clítoris. Tan dulce,
tan irresistible. El jadeo de Sophie resonó en la sala y agarró mi cabello, tirando de
mi rostro con más firmeza contra su dulce coño. Tembló y se retorció contra mí,
gimiendo por el placer de mi lengua.
Justin gimió y levanté mi cabeza de mi regalo de felicidad para mirar por
encima de él.
—¿Qué te parece, Justin? ¿No es la cosa más caliente de mierda que has
visto?
—Joder, Brannon —gimió—. Date prisa, que me estoy muriendo.
Los ojos de Sophie se abrieron un poco y volvió sus pesados párpados para 126
mirar hacia él. Pasó los dedos a través de la maraña de mi cabello corto, jadeando
un poco mientras le daba picotazos en la piel baja de su estómago.
—Probablemente deberías estar listo —le susurró a Justin, luego miró de
nuevo a mí—. Ustedes tienen demasiada ropa.
Sophie dobló ligeramente las rodillas y sus uñas patinaron por mi costillas
para recoger la tela de mi camiseta. Se inclinó para besarme duro mientras
comenzaba a tirarla para arriba, tirando hacia atrás para deslizarla sobre mi cabeza.
Descansando ambas manos ligeramente sobre el ave fénix en mi pecho, cernió sus
labios sobre los míos.
—Tú primero —respiró—. Quiero que me penetres primero.
—Jesús, Sophie —gemí—. Justo cuando creo que no puedes decir nada
mejor, malditamente haces explotar mi mente.
—Primero y último —dijo en voz baja—. Todo comenzará y terminará
contigo, Bran.
Me agaché bajo las dulces curvas de su trasero y la levanté contra mí, girando
y rodando para sentarla sobre la cama debajo de mí. Sus piernas se movieron en
medio a la cuna de mis caderas, de par en par mientras se colocaba delante de mi
pene. Mis labios se cerraron sobre los suyos; gimió profundamente en mi garganta
mientras mis dedos peinaban su cabello, sosteniendo su cabeza inmóvil durante el
asalto de mis labios a los suyos. El fuerte roce de sus uñas se calvó bajo en mi
espalda, arañándome para que me acercara. Rítmicamente apretó su vagina contra
mi cadera cubierta de mezclilla.
—Por favor —susurró mientras se movía un poco hacia atrás—. Por favor,
Brannon, te necesito tanto justo ahora.
El rasguño de sus uñas viajó hasta mi bragueta, luego a la izquierda de mi
piel cuando comenzó a tirar de los botones. Oí un revolver débil de tela en otro
lugar de la habitación, lo más probable es que Justin se estuviera desvistiendo. Así
como la mano de Sophie se envolvió alrededor de mi pene, se oyó el ruido de una
apertura y cierre de cajón y una banda de condones aterrizó en la cama junto a
nosotros, junto con una pequeña botella de lubricante.
Sophie abrió los ojos para ver a Justin sentado desnudo en el borde de la
cama, mirándonos y acariciándose el pene lenta y metódicamente.
—Condón —susurró y Justin estiró su otra mano para agarrar uno, abriéndolo
y entregárselo—. Tú también —le susurró, rasgando el paquete y deslizando sus
manos debajo de mi abdomen para deslizar el látex sobre mi pulsante longitud.
Sophie poniendo un condón en mí era casi suficiente para enviarme por
encima del borde. Cada. Maldita. Vez. Lo rodó hacia abajo, acariciando y apretando
ligeramente; levantó sus labios para un duro beso animal. Sus caderas se inclinaron
solo ligeramente y mi pene dio un codazo en su resbaladizo centro, tan locamente
mojado, y se metió en la calidez de su cuerpo apretado.
127
La acaricié una vez, de nuevo, más duro y más fuerte, sosteniéndome a mí
mismo tan profundamente en su centro caliente.
—¿Estás lista para más, Sophie? —le pregunté con voz ronca.
Sus ojos se abrieron y asintió.
—Quiero chuparle el pene mientras me penetras —susurró.
Justin se acercó más, posicionando su gruesa, dura longitud por encima de
ella.
—Tengo sabor a fruta, incluso, nena —dijo mientras se rodaba el condón—.
¿Quiere una probada?
Sophie lo agarró con la mano y lo guio hacia sus labios. La punta de su
lengua salió contra él, saboreándolo con un largo golpe, después levantó la cabeza
para tomarlo en su boca.
Eso fue muy putamente caliente.
Tan caliente que malditamente-estuve-cerca-de-venirme-justo-ahí.
Mi propio pene enterrado profundamente dentro de Sophie, sentía cada
pequeño apretón y pulso de su vagina. Mi mano tomó su pecho y pellizqué sus
sensibles pezones; los labios de Sophie se envolvieron alrededor del pene de
Justin.
Me quedé muy sorprendido por lo mucho que me gustaba. Y cuánto lo
odiaba. Todo al mismo tiempo. La guerra de emociones se torcía dentro de mí.
Estaba celoso y cautivado. La lujuria enojada salía a través de mi cuerpo,
golpeando mis venas, atravesando mi pene. Empecé a follarla duro, con ásperos
golpes casi castigándola por chuparlo hasta la garganta, por la forma en que sus
dedos tomaban sus bolas y acariciaba su longitud.
Los dedos de Justin se enredaron en su cabello y sus caderas empezaron a
doblarse en su contra, follando su boca mientras yo follaba su vagina. Mi mano
sobre uno de sus muslos, con la otra en su pecho, acariciando y amasando,
sosteniéndola firme mientras adorábamos la belleza acostada debajo de nosotros.
Rodé mis caderas y Sophie se puso rígida y dio un grito ahogado, quitando
su boca de él, su grito se hizo eco a través de la habitación.
—¡Bran! —exclamó.
Sentí un momento de éxito, una emoción de victoria porque la había tirado
de regreso a mí, que había conseguido aún más.
La mano de Justin volvió a su pene y tiró con brusquedad, bajando la cabeza
al pezón de Sophie, chupándolo con dureza, mordiendo la piel que lo rodeaba,
dejando mordiscos pequeños y afilados en la blanca y suave piel de su pecho. Le
levanté la pierna, aún cubierta en la media negra hasta su muslo y Justin se movió
contra su cuerpo, abriéndola amplio para poder chocar contra ella con renovada
fuerza.
128
—Joder, Bran —Justin gimió—. Eso se ve increíble.
Reduje la velocidad, empujando profundamente dentro de ella, sosteniéndola
hasta que los músculos me quemaron por el continuo movimiento, luego tirando
hacia atrás, casi por completo. Volviendo de nuevo y manteniéndola apretada.
Sophie se ponía rígida y gemía cada vez que me sumergía en su interior, después
su respiración se atoró mientras la cabeza de Justin se sumergió para cortar por la
parte posterior de su muslo a la piel desnuda justo por encima de la parte superior
de encaje de su media. Mientras me retiraba, la lengua de Justin se deslizó más
arriba hacia su coño, lamiendo duro y girando alrededor de donde Sophie y yo nos
conectábamos.
Debería haber estado completamente extrañado por eso. Era totalmente
etéreo, por lo menos siempre había pensado que lo era, pero algo acerca de ver su
boca tan cerca de mi pene me puso repentinamente e irracionalmente caliente.
Chupó un poco el suave montículo de piel justo al lado de su clítoris y sentí la
áspera caricia del raspón de su mandíbula sin afeitar a lo largo de mi longitud.
Incluso sentí el golpe de su lengua en mí, aunque intenté realmente duro no
pensar en eso. Se sentía tan increíblemente mal. Me concentré en Sophie,
gimiendo y sacudiendo su cabeza sobre la almohada, tenía una expresión
entusiasta en su rostro.
La mano de Justin se deslizó debajo de las caderas de Sophie mientras él
jugaba con ella, e incluso conmigo. Deslizó un dedo dentro de su vagina, justo al
lado de mi pene, acariciando nuestros cuerpos unidos un par de veces antes de
que se retirara y arrastrara la humedad hasta el círculo del agujero fruncido
apretado debajo de él. Lo sentí resbalar su dedo en su trasero, lo sentí llenar el
largo y estrecho pasaje y Sophie se acurrucó contra mí.
—Joder, sí —exclamó.
Me senté, tirando de ella conmigo, sin romper la conexión que teníamos, y caí
hacia atrás contra el colchón. Envolviendo mis brazos con fuerza a su alrededor, le
abrí las piernas amplio con las mías, empujándola, abriéndola para levantarla y que
Justin tomara su trasero.
Y así lo hizo. Se movió detrás de ella, agarrando rápidamente la botella de
lubricante y liberalmente recubrió su pene. Arrastró un poco abajo a lo largo de la
hendidura de su trasero y goteó a mi bolas, frío y húmedo en el calor de nuestro
acoplamiento. Se inclinó, presionándose lentamente contra ella y dejé de moverme
por un minuto, sosteniéndola quieta. Su cuerpo se retorcía capturado firmemente
en mis brazos.
Podía sentirlo a través de las delgadas paredes de su vagina. Podía sentirlo
empujarse dentro, casi acariciando mi pene mientras comenzaba a penetrarla.
Había estado bebido la única otra vez que había hecho algo así y había sido torpe
y salvaje, ni remotamente igual.
Esto... esto era calculado. Justin tuvo precaución mientras la llenaba. Sophie
se puso tensa y todo su cuerpo se arqueó contra él, contra mí.
129
—Joder, cariño —Justin susurró ronco—. Levanta ese trasero sexy solo un
poco. Ah, sí... así... joder...
Poco a poco él se movió, despejando el apretado anillo de músculos a lo
largo del borde y sacando un largo y profundo gemido de la garganta de Sophie.
Un gemido que capté con mis labios. Mientras la dejaba tomar aire, ella susurró en
mi contra:
—Oh mierda, Bran. —Respiró—. Dios mío.
Sentí el roce de las bolas de Justin contra las mías y me di cuenta que estaba
completamente dentro de su tembloroso y pequeño cuerpo. Los dos lo hacíamos.
Sophie se estremeció y tembló entre nosotros, su cuerpo apretando mi pene tan
fenomenalmente.
—Joder, Soph —gruñí—. Tu vagina está haciendo algo de mierda increíble en
este momento.
Jadeamos y gemimos cuando Justin comenzó a moverse, sus profundos
golpes duros frotando a lo largo de los dos. Poco a poco, mis caderas comenzaron
a sobresalir hacia arriba, doblándose en su contra y en poco tiempo, tanto Justin
como yo estábamos ganando velocidad, en un maldito ritmo sincrónico que tenía
a Sophie gritando en la callada habitación.
—Bran —sollozó desesperadamente.
—Justo aquí, nena —gemí contra su cuello mientras seguíamos el ritmo—. Te
tengo, Sophie. Joder, nena, te tengo.
Empezó a temblar con más violencia, sus músculos se apretaron y su vagina
me apretó casi dolorosamente.
—Joder —dijo Justin entre dientes—. Mierda santa... esto... joder.
Salió, arrancándose el condón y frotando su pene mientras yo seguía
golpeando a Sophie sobre mí, brutal y vicioso, mis dedos, haciendo magulladuras
en la tierna piel de sus caderas con mis desesperadas manos.
Sophie gritó mi nombre y comenzó a estremecerse sobre mí. Dos o tres
estocadas más y terminé. Todo terminó mientras Justin daba otro golpe o dos,
viniéndose en caliente brotes por todas partes sobre la espalda y trasero de
Sophie.

***

Sophie estaba aturdida, tumbada encima de mí, respirando con dificultad,


pero con los ojos cerrados con fuerza.
Apenas respondiendo.
Mi chica acababa de venirse realmente duro.
Abrí los ojos para ver a Justin pasar sus dedos por las salpicaduras de semen 130
en su piel. Sus ojos se encontraron con los míos por un minuto.
—Eres un hijo de puta con suerte. —Sonrió con una respiración saciada—.
Eso fue jodidamente increíble.
Puse mis labios contra la frente de Sophie.
—Ella es increíble —le dije, como total materia femenina blanda, pero mi
cerebro no podía pensar en nada más que decir.
Porque lo era. Todo en ella.
—Voy a limpiarme en la otra habitación —dijo en voz baja, echando una
última mirada larga a la hermosa piel pálida mostrada delante de él—. Les daré un
poco de tiempo. Hay un par de toallas en el armario.
Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo.
―Solo avísenme cuando estén listos para otra ronda. Haría esto otra vez en
un latido.
Caliente como había sido, al instante me enfadé. Mi mandíbula se apretó
mientras trataba de mantener el poco de control que me quedaba en ese
momento.
―La tomaré por el frente la próxima vez, sin embargo. —Justin rió en voz
baja.
—Lo siento, amigo —dije de un tirón, sin bromear—. Esto es todo.
—¿Qué? ¿Por qué? Fue increíble.
—Esto fue solo para ella, para su lista. Seguro como la mierda no se la daré a
nadie como yo la tengo.
—Amigo, a ella le gustó.
—Sí, pero... no. No más. No quiero compartirla de nuevo.
—Espera un minuto. ¿Desde cuándo te sientes posesivo con cualquier chica?
Miré hacia abajo a Sophie, exhausta y más o menos desmayada encima de mí.
—Ella no es solo cualquier polluelo.
Mientras las palabras salían de mi boca, mi corazón dio un vuelco con la
comprensión de que todo eso era muy cierto.

***

Sophie estaba callada cuando la desperté y pude sentir un aire inseguro a su


alrededor. Con cada fibra de mi ser, sabía que debería ofrecerle algo de seguridad.
Parecía agitada y preocupada.
Pero estaba conmovido y preocupado también, no podía encontrar qué
palabras ofrecerle. Así que la sostuve cerca de mi corazón, envuelto a su alrededor 131
como si pudiera tragármela entera con mis brazos.
Levantándome un poco más tarde para tirar de mis vaqueros, la ayudé con su
vestido, acariciando sus temblorosas manos para sujetar sus botones. Metí el
sujetador y las bragas en mi bolsillo de la chaqueta y sostuve su abrigo mientras se
lo ponía.
En mi camioneta, se quedó callada. Se mordió el labio y miró por la ventana
hacia el desvanecimiento de la puesta del sol. Las nubes en la distancia habían
adquirido una tonalidad rosa invernal que reflejaba las fuertes nevadas que nos
rodeaban.
Pintaba su pálida piel con un suave rubor y un dulzor suave que me hizo
estirar por su mano. A medida que las yemas de sus dedos se cerraban en las mías,
me miró, insegura y tímida.
Entré en el estacionamiento fuera de mi edificio y salí de la camioneta,
haciéndole un gesto para que se deslizara hacia mí. La guié al suelo helado y luego
metí su brazo en el mío, mientras nos dirigíamos dentro de mi apartamento.
Sophie entró por mi puerta, caminando unos pasos hacia mi sala de estar,
girando lentamente para verme cerrarla al mundo exterior.
—Bran —preguntó con un suspiro roto—. ¿Estás enojado? ¿Hice algo mal?
Di un paso hacia ella, tirándola ásperamente a mis brazos y besándola duro.
Sus brazos se deslizaron alrededor de mis hombros, agarrándome a ella,
aplastando su cuerpo contra mí. Levanté la cabeza y la apreté más cerca,
enterrando mi rostro en su cabello.
—Joder, Sophie —gemí—. No estoy enojado. Estuviste... joder, estuviste
increíble. —Levanté la cabeza y la besé en la sien, tomando su rostro en mi mano—
.Solo... realmente espero que lo hayas sacado de tu sistema porque creo que
mataría al próximo hijo de puta que te toque.
Ahogó una carcajada, medio sorprendida, medio aliviada. Luego su expresión
se volvió seria, sus cejas se juntaron.
—Fuiste tú —susurró—. Solo podía pensar en ti. —Me besó suavemente y
respiré sus palabras contra mis labios—. Estuvo ardiente y sucio y emocionante e
incorrecto. Fue todo lo que pensé que sería. Pero todo lo que quería era a ti.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y la levanté contra mí, con sus pies
colgando sobre el suelo mientras me abrazaba fuerte y respiraba pesadamente en
mi hombro.
—Dios, Sophie —dije. No tenía más palabras. Cada pensamiento en mi
cerebro se estaba retorciendo junto y no podía darle sentido a nada de esto. Solo
podía abrazarla, sentirla agarrándome con fuerza, queriendo creer que todo esto
realmente significaba algo para ella.
Por fin, di unos pasos hacia el baño, sin soltarla, llevándola conmigo.
132
—Necesitamos una ducha. Tengo que lavar el esperma de ese hijo de puta de
encima de ti.
Sophie rió en mi cuello, cojeando como una muñeca de trapo en mis brazos.
—Dios, por favor... —susurró y rió de nuevo—. Solo quiero tu esperma en mí.
En el baño, le bajé al suelo y tomé su rostro entre mis manos. Su expresión se
puso seria, probablemente reflejando la mía. Las palabras estaban allí mismo, en la
punta de mi lengua, deseando salir.
Te amo.
Me quedé inmóvil por un segundo, tratando de envolver mi mente alrededor
de eso. No parecía posible. No para mí. No todavía.
Entonces Sophie se levantó de puntillas y me besó suavemente, se fue. El
momento pasó.
Empecé a soltar los botones de la parte delantera de su vestido, por segunda
vez en el día. Esta vez, había una nueva determinación en mi toque.
—Tan ardiente como fue lo de hoy, Sophie, putamente odié que te estuviera
tocando.
Sus ojos se encontraron con los míos y tomé su mandíbula con fuerza.
—Casi como que empecé a pensar en estos labios como míos.
La besé ferozmente deslizando mis dedos por su cuello para rastrear su
clavícula. Empujé el vestido de sus hombros y dejé caer las manos a sus pechos,
levantándolos y jugando con sus pezones con mis pulgares.
―Estos hermosos pechos de mierda —le dije y la besé de nuevo con fuerza,
pellizcando sus pezones hasta el punto que casi la lastimé—. Creo que son míos
también.
Su respiración comenzó a salir pesada y su ingle empezó a presionarse contra
la mía. Mis dedos bajaron sobre su estómago al calor suave y húmedo entre sus
muslos.
—Esta vagina es mía. —Mi voz se había vuelto dura mientras gemía contra
mis labios.
Mis dedos se sumergieron en el interior de su centro, sintiendo su apretón a
mi alrededor, luego alrededor de su trasero a la hendidura ahí, solo acariciando la
apretada entrada.
—Y este trasero es mío. No creo que pueda soportar ver que alguien tomarte
por ahí de nuevo, no importa lo maravilloso que se sienta. Soy un hijo de puta
codicioso.
La levanté en mi contra y entré en la ducha, lavé todas las huellas de Justin.
Enjaboné su piel y me apoderé de cada centímetro de ella, alrededor de sus curvas
y en su caliente, mojado centro. La dejé bajo el chorro caliente por un momento
mientras rápidamente tomaba un condón y luego regresaba su lado. La empujé 133
contra la pared de azulejos y la penetré duro y rápido, mordiendo su hombro y
marcándola, cubriendo los pequeños mordiscos que Justin había dejado en sus
pechos con los míos. Sophie gimió y se retorció en mi contra. Encontrándose con
cada embestida, arañó mi piel acercándome mientras se movía, gritando mi
nombre.
Mía.
Quería que fuera mía.
Capítulo 13
E
lla fue en todo lo que pensé... todo el día.
Esperé fuera del salón de Lily, dolorido por ella. Literalmente. Los
pensamientos que tenía sobre ella generalmente involucraba mucha
desnudez y mi cerebro había estado completamente en modo porno
ese día. Mi pene en realidad me dolía. Casi me corrí y me froté en el baño del taller
antes de irme, pensando que probablemente no apreciaría que solo la atacara en
el minuto en que la tuviera sola.
Pero, entonces, pensé, tal vez lo haga.
Allí estaba ella, dando un paso fuera, rápidamente corriendo por el aire fresco
a mi camioneta. Salí y le hice un gesto hacia el lado del conductor. Quería su
trasero a mi lado.
A medida que se acercaba, tomé su rostro en mis manos, solo con la
intención de colocar un suave beso en sus suaves labios. Pero, al primer toque,
echó los brazos en mi cuello y se colocó cerca, inclinando la cabeza para
profundizar el beso y agitar su lengua en mi boca.
134
El viento soplaba, los copos de nieve caían sin prisa a los cuatro vientos y nos
cubrió un polvo frío de nieve. Sophie dio un pequeño chillido que me hizo reír
mientras la giraba por los hombros y la ayudaba a entrar en la camioneta. La ayudé
mientras ponía mi mano en su trasero y más o menos la acariciaba mientras subía.
Fue efectivo. En más de un sentido. Mientras subía a su lado, se inclinó y
mordió el lóbulo de mi oreja.
—Llévame a casa, Bran —dijo con un gemido gutural.

***

Dos horas más tarde, estábamos tumbados en la cama, metidos en las cálidas
sábanas de franela comiendo una pizza que acabábamos de recibir. Cena en la
cama. Cena desnudos. La mejor cena.
Tomé un sorbo de mi cerveza, inclinándole la botella a Sophie en oferta.
—Sabes —dijo, dejando su pizza para tomar la botella—, nunca ni una vez
había probado la cerveza antes de conocerte. —Su otra mano sostenía las oscuras
sábanas hasta sus pechos desnudos y estaba tratando de imaginar la manera de
convencerla de que se echara hacia atrás para poder verter la bebida sobre ella y
tomarla de su piel. Tomó un sorbo mientras sonreía—. Como que me gusta. No
estaba muy segura al principio.
—Bueno, es probable que sea un poco diferente de tu vino fino de todos los
días.
—De hecho, es como vino barato. —Se rió—. Mis padres me fruncen las cejas
cuando bebo mucho de algo porque saben que no tengo sabor. Así que gran parte
de eso fue tan... similar. Realmente no podía decir la diferencia, por lo que
generalmente me quedaba con cosas no alcohólicas. Además, mi madre siempre
estaba sobre mí acerca de las calorías.
—El vino no era lo mío. —Me reí—. Probé la sucia cosa barata cuando era
más joven, como Mad Dog y Boone‘s Farm, pero eran bastante afrutados. Siempre
fui un poco directamente por las cosas duras. Y entonces Denny me enseñó
Jameson. Pero me gusta una buena cerveza fría.
—Suenas como un viejo. —Sophie se rió mientras se limpiaba los dedos con
una servilleta—. ¿Cuándo eras más joven?
—Bueno, era muy joven cuando empecé a beber, realmente —admití—.
Incluso para los estándares de una pequeña ciudad de Montana. No mucho tiempo
después que mi madre murió caí con una especie de malas compañías, la mayoría
de las cuales tenían padres con gabinetes de licor bien surtidos.
Un poco cauteloso por ser demasiado serio, tomé el último bocado de la
corteza y cerré la caja de pizza, poniéndola en mi tocador. Me imaginé que
135
simplemente tiraría el resto en la mañana. Sophie me observaba de cerca, callada.
—¿Qué edad tenías cuando murió tu madre? —preguntó finalmente con una
voz suave y apacible.
No quería ponerme tan serio. Me recosté en la cama, con la cabeza sobre la
almohada; la atraje para que descansara su cabeza en mi pecho.
—Acababa de cumplir doce años. —Mi garganta de repente se cerró. Nunca
realmente había hablado mucho sobre ello, con nadie. Ni siquiera con Mira o mi
abuelo. Ni con Denny. Pero por alguna razón, no podía evitar decírselo a Sophie.
—Eras muy joven —susurró. Sus dedos se arrastraron a través de mi clavícula
y mi hombro. Por mi brazo.
—Sí, supongo. —Traté de encogerme de hombros—. Solo había estado
enferma durante unos meses. Fue un bonito cáncer agresivo. Luchó contra él. El
cáncer pudo más. Apenas fue diagnosticada y después de eso se estaba muriendo.
—Sophie no dijo nada. Solo... me sostuvo, tan femenino como suena.
Me volví para mirar hacia ella y le di un rápido beso suave contra su frente.
—Después de eso, fue casi como que mi hermana sintió la necesidad de
asumir el papel de nuestra madre, como si su propósito en la vida fuera decirme
qué hacer. Solo se puso peor cuando mi abuelo murió. Cuando me dejó su taller.
Sophie se levantó por encima de mí, quitando un pequeño mechón de
cabello de mis ojos. En realidad no dijo nada, solo escuchó mientras hablaba.
—Mira y yo éramos realmente la única familia que le quedaba. Estaba recién
casada, por lo que le dejó su casa por eso. Tenía todo el sentido ya que es mayor
que yo. Mucho más estable. Pero entonces ese viejo loco fue y me dejó su taller.
Tenía apenas veintitrés años en ese momento. Incluso ahora, un año más tarde, no
me siento como si tuviera algún negocio funcionando en ese lugar. Sinceramente,
pregunto a su sabiduría por qué dejó el trabajo de su vida en manos de alguien
como yo.
—Debe haber visto algo en ti, Bran —murmuró—. Tal vez algo que todavía no
ves en ti mismo.
Di un resoplido burlón y negué.
—Le dije a Mira que solo iba a venderlo.
—Supongo que no lo hiciste, ya que todavía lo tienes.
—No, estoy seguro que no lo hice. Ella vino a darme esta regañina,
diciéndome lo mucho que nuestra madre y abuelo querrían que tuviera una buena
vida. Me dijo que debía quedármelo, que no estaba dispuesta a dejar que me
echara atrás. Estaba en un modo muy mandón y puede ser que sea un poco
intimidante cuando hace eso.
Sophie sonrió.
—Se preocupa por ti. 136
—Sí, supongo que sí. —De repente me sentí culpable por quejarme de Mira,
dándome cuenta que Sophie habría dado cualquier maldita cosa para tener algo
de ese tipo de relación cuando era niña—. Yo, um... —murmuré con voz gruesa
mientras la acariciaba de nuevo y miraba sus ojos—. Me gustaría que la conocieras.
Era una implicación muy fuerte. Nunca jamás ni una sola vez había llevado a
una chica a conocer a mi hermana y no había ninguna duda en mi mente de
exactamente de lo que estaba pidiendo. Cuando esa tierna mirada se reflejó en los
ojos de Sophie, cuando un destello dulce de pertenencia brilló, pude ver que lo
entendía, también.
—Me gustaría eso —murmuró, diciéndolo con su voz más débil. Luego se
inclinó para besarme tiernamente y pronto nos habíamos olvidado de todo,
excepto de nosotros dos.

***

El Copperline estaba lleno y la banda cantaba una canción tras otra. Lily
arrastró a Sophie al baño con ella mientras me dirigía a la puerta de atrás para
encontrar un poco de aire fresco del invierno. Hacía muchísimo calor en el bar.
Todos esos cuerpos y las luces del escenario brillantes tenían a la banda sudando
hasta el punto donde se veían un poco peor de lo normal.
Me apoyé en la puerta abierta y respiré hondo, mirando hacia la noche
oscura. La temperatura oscilaba apenas por debajo de cero y una nube de aire
tórrido se arremolinó alrededor de frío mientras estaba allí por un momento. Por
encima de la banda de golpes, sin embargo, oí voces femeninas a través de la
puerta del baño.
—Bueno, por supuesto que iba a acostarse contigo —dijo una chica, tal vez
Laura—. Eres una novedad. Eres caliente y eres rica. ¿Por qué no iba a querer una
probada de eso?
—Sí —dijo otra, esa sonaba como Pauline, creo—, pero ¿de verdad crees que
va a cambiar por ti? ¿De verdad crees que eres tan especial? Porque debajo de
todo ese dinero y detrás de ese rostro bonito eres solo una pequeña zorra como el
resto de nosotras.
—Vete a la mierda —escuché claramente a Lily escupirles—. Las dos están
celosas de que quiera a Sophie y no a ustedes.
Laura resopló.
—Solo la quiere porque es bonita, rica e inalcanzable.
Empujé la puerta con tanta fuerza que se estrelló contra la pared. Sophie
estaba detrás de Lily, su rostro blanco como el papel. Su estado de ánimo, antes
boyante, se había evaporado a una presencia sombría. 137
—¿Qué demonios está pasando? —gruñí hacia Laura y Pauline. Lily estaba en
su modo madre, directo en el rostro de Paulina.
Laura se echó hacia atrás por mi aspecto ceñudo.
—Brannon —se quedó sin aliento.
Sophie me dio una mirada desconcertada. Esta claramente no era la primera
vez que este tipo de conversación se llevaba a cabo. Me acordé de la noche en que
las chicas se emborracharon y sobre las percepciones de Sophie en aquel entonces.
Debería haber adivinado que esas dos eran las culpables.
Los ojos de Sophie de repente parecieron cautelosos y dudosos. Tenía su
máscara en su lugar. Su protección de todos y de todo, incluyéndome a mí.
Mierda.
—Lily, llévala a mi camioneta.
—Vamos, chica —murmuró Lily e hizo pasar a Sophie fuera del baño, en
dirección a la puerta de la parte de atrás, en lugar de por el pasillo a la barra.
Me giré hacia Pauline y a Laura.
—Déjenla malditamente en paz.
—Eras mucho más divertido antes de que apareciera, Brannon —replicó
Laura—. ¿Qué diablos tiene que no tenga yo? ¿O Pauline? ¿O Ruth?
—Clase —le gruñí en respuesta—. No porque tenga dinero, sino porque tiene
integridad. Tiene una puta conciencia y un corazón de mierda. Así que déjenla en
paz.
Con eso, seguí a Sophie y Lily al exterior.
—Están celosas, Sophie —le decía Lily.
Sophie estaba en mi camioneta, frotándose los brazos desnudos en la fría
noche de invierno. Me quité la camisa de franela, que llevaba por encima de la
camiseta de algodón y la pasé por sus hombros.
—Soph, no las escuches —murmuré contra la parte superior de su cabeza
mientras la acercaba—. Cometí el error de acostarme con Laura hace un tiempo.
Simplemente está enojada porque no quise más de ella.
Lily dio un codazo en mi brazo y arqueó una ceja hacia mí.
—No estoy segura de que admitir que te acostaste con esa perra realmente
vaya a ayudar, Brannon.
—Bueno, me desharía de esa mierda si pudiera —le espeté—. Jesús, lo siento,
Soph. Lo siento mucho.
—Está bien —murmuró en voz baja—. Estoy bien.
Pero no estaba bien. Ella no estaba bien.
—Por qué no se van los dos y regresan a casa —sugirió Lily, poniendo el
cabello de Sophie fuera de su rostro—. Les diré a los chicos lo que pasó, para que 138
no se estén preguntando a dónde fuiste.
—Gracias, Lily —asentí.
Lily me dio una sonrisa simpática y miró a Sophie.
—No dejes que esas perras te hagan sentirte mal, Sophie. Eres la que está
envuelta en sus brazos en este momento.
Sophie no pareció totalmente convencida, pero se apretó un poco más cerca,
buscando mi calor y mi fuerza.
Eso era algo, de todos modos.

***

—Nunca te has quedado en mi casa —dijo Sophie tranquilamente mientras


llegábamos a la orilla de Ophir—. ¿Quieres hacerlo? —Se sentó apoyada contra mí
en el centro del asiento de la camioneta, pero su mirada estaba pegada en la
distancia, mirando por la ventana del lado del pasajero al mundo que nos pasaba.
Esa parecía una pequeña y extraña petición. A Sophie ni siquiera le gustaba
su apartamento. La única vez que había estado en el interior, eso había sido
dolorosamente claro. No estaba ni remotamente cómoda allí, que es
probablemente por lo que siempre nos quedábamos en mi casa.
—Claro —le respondí con cautela—. Supongo.
Apoyó la cabeza en mi hombro.
—¿Estás bien, cariño? —le pregunté.
—Estoy bien, Bran —dijo—. No es la primera vez que me dan una palmada en
la cabeza con algo así... —Su voz se apagó y respiró hondo—. No quiero pensar en
eso. Solo quiero olvidarme de todo, estar en tus brazos. Me gusta esa realidad
mucho más que lo verdadero.
—Soph…
Se volvió más hacia mí, arqueándose para besar suavemente mi cuello
mientras su mano se desviaba hacia abajo entre mis piernas.
—Por favor, Bran —susurró—. No quiero hablar. Solo quiero ir a casa para
que me hagas sentir libre.
Así que lo hice.
No la presioné para hablar. Tal vez debería hacerlo. Me habría ayudado a
abrirme, demasiado tal vez. Pero no lo hice. No podía. A decir verdad, toda esta
mierda, la forma en que estaba empezando a sentirme por ella, me ponía inquieto.
Y cuanto más tiempo lo analizaba, las cosas se volvían más precarias. Había más
oportunidades para que las cosas se pusieran realmente jodidas.
139
Entonces lo empujé de mi mente, negándome a ver las frágiles grietas que se
estaban formando en nuestra pequeña burbuja. Me negué a reconocer cualquier
cosa que no fuera esta realidad.
Llegamos a su apartamento y me llevó a su dormitorio, decorado fríamente
con el mismo estilo elegante que carecía de la personalidad de Sophie en absoluto.
Sin decir una palabra, me desnudó y se puso de rodillas delante de mí.
Y entonces dejé de pensar en otra cosa que no fuera su dulce boca. Sus ojos
cristalinos brillantes mientras me miraba, sus labios alrededor de mi pene. Sus
pestañas oscuras que se desplegaban por sus mejillas cuando cerraba los ojos.
Todo en ella era hermoso. Por dentro y por fuera. Real y apasionado, incluso
cuando se frenaba...
Como ahora.
Tiré de ella hacia atrás, agarrando un condón de mi cartera con una mano y
tirando de ella para ponerla de pie con la otra. Todo parecía vagamente peligroso,
al borde del colapso total; eso me ponía nervioso. Ásperamente la empujé hacia la
cama. Haciéndola reaccionar. Quería que gritara para mí.
Alimentándose de la misma energía incierta, se quitó el vestido mientras me
deslizaba el condón y me ponía encima de ella. Su sujetador verde azulado de
satén y pequeñas bragas a juego hacían que su piel pareciera de color blanco
nacarado, suave y tierna. Y por mucho que quería disfrutar de la imagen y
mantenerla para siempre en mi mente, la furiosa necesidad de mi cuerpo la
deseaba como al puto aire.
Empujé la entrepierna de sus bragas a un lado e irrumpí en ella, duro y
brusco. Jadeó ante la repentina intrusión, pero sus caderas se levantaron para
encontrarse con las mías. Sus dedos se enredaron en la colcha de la cama mientras
yacía debajo de mí y atraje sus piernas apretándolas contra mis costillas, jalándola
más cerca de donde estaba junto a su cama.
Chocando contra ella con golpes furiosos.
Como si al penetrarla pudiera hacerla creer en mí.
Al final, me corrí primero. Perdí el control total de mi boca por un segundo.
—Te amo. —Las palabras salieron de mi garganta antes que me diera cuenta
y mi voz fue dura por la pasión. Atrapadas con la inminencia de mi liberación.
Se detuvo de inmediato, congelada sólidamente debajo de mí.
—¿Qué? —susurró.
Me quedé helado también. Mi mente se revolvió con las implicaciones de lo
que acababa de decir.
Oh mierda.
Le dije que la amaba.
Por mucho que mi mente al instante se rebeló contra el pensamiento, supe 140
en ese momento que no podía negarlo más, ni siquiera a mí mismo. Había una
intensa fuerza emocional. Más fuerte que cualquier cosa que jamás hubiera
conocido.
Joder, realmente la amaba.
Pero, Jesús, no podía admitirlo ante ella. Todavía no. Ahora no. No estaba
dispuesto a decir más de lo que estaba dispuesta a escuchar. Especialmente esta
noche después que las perras en el bar la trastornaron tanto. Y, a la mierda, no en
medio del sexo. Simplemente era el peor momento para decir algo tan profundo.
Distráela. Tenía que distraerla. Mierda.
Así que en vez de responder, me lancé con voracidad sobre ella, besándola
con una fuerza brutal. Metiéndome de regreso en su interior con un empuje
implacable que disparó un profundo gemido de su garganta. Seguí besándola,
golpeando con todo lo que sentía en ese momento. Un ritmo frenético que
drenaba mis músculos y hacía que mi cuerpo entero me doliera con la liberación.
—Bran… —Sophie respiró contra mis labios—. Joder, por favor.
Todavía aturdido por lo que había dicho, todavía tratando de forzar mis
palabras de su mente. Me estremecí y me puse furioso, tenía que hacer lo que sea
para no hablar de ello. Así que moví los dedos por su lado, tomando su pequeño
trasero con curvas y deslizando un dedo para empujar en su entrada trasera
apretada.
Eso lo hizo.
Ese pequeño toque hizo que echara la cabeza hacia atrás con un grito agudo.
Su cuerpo se iluminó y sus uñas se hundieron en mi espalda. El dolor agudo lanzó
una emoción salvaje a mi alrededor. Una mezcla sensorial de jadeos y ronroneos
como de gatito, dulce alrededor de mí. Tenía las mejillas sonrojadas y sus cálidos
labios suaves. Sus uñas arañándome y sus gritos delirantes. Me moví duro, más
rápido, saboreando el delicioso deslizar de su dulzura tirando de mi pene.
Un último pensamiento atravesó mi cerebro cuando estallé en su interior.
Maldita sea, sí la amaba.
No podía decirle eso.
Así que pasé la noche literalmente follándo toda posibilidad de discusión.
Cada vez que nos deteníamos de tener sexo, al minuto en que tomaba aire
picaba con las palabras que le había dicho, en el segundo que parecía como si
fuera a hablar, la distraía. Me distraía. Y teníamos sexo de nuevo.
Evitar parecía funcionar. Mi bombeo parecía estar flotando en el aire,
sostenido en una extraña manera nerviosa. Y en el momento en que se derrumbó
de agotamiento, los dos estábamos pretendiendo plenamente que las dos
pequeñas palabras no se habían dicho en absoluto.
141
Capítulo 14

T
e amo.
Fue lo primero que pensé cuando me desperté. Pero lo
último que quería recordar.
Sophie se movió a mi lado, acurrucándose junto a mí con un
suave suspiro. Sentí sus pestañas rozar la piel de mi cuello. Busqué algo inofensivo
sobre lo que hablar. Para alejar la conversación de las palabras que, más o menos,
había vomitado en el calor de la pasión.
Abrí los ojos para centrarme en el extraño aparato que colgaba del techo.
—Sophie —murmuré—, nena, esa es la lámpara más extraña que he visto en
mi vida.
Sophie soltó una débil risa agotada y siguió mi mirada.
—No tuve nada que ver —prometió. Mi acelerado corazón se calmó un poco.
Parecía que iba a dejar que esas palabras se desvanecieran con el tranquilo
amanecer—. Nada en absoluto. 142
—Es muy extraña —comenté, todavía un poco cauteloso. No sabiendo cómo
erradicar con certeza la vaga tensión que aún persistía—. Ni siquiera estoy seguro
de cómo describirla.
—Siempre pensé que parecía una bola de papel arrugado.
—Si no hubiese estado aquí antes, nunca creería que tu apartamento tiene
este aspecto —reflexioné, mirando la habitación moderna y estéril. Como el resto
de su apartamento, la decoración no era Sophie en lo más mínimo—. ¿Siquiera te
preguntaron lo que querías?
—No, mi madre solo me dijo lo mucho que gastó. Que ese artefacto de
iluminación fue importado de Italia. —Frunció el ceño y señaló un espejo de
cuerpo entero de pie en la esquina—. Y ese es un marco único hecho por alguien
que cree que es realmente importante.
—Lujo a tu alrededor —murmuré, casi abatido—. Tengo que admitir, sin
embargo, que estas sábanas son bonitas.
—Me gustan más las tuyas. Para ser honesta... realmente, no me gusta mi
apartamento. —Sonrió con tristeza—. Me recuerda a mis padres.
La miré, tumbada en sus sábanas de millones de hilos, rodeada de muebles
de dormitorio que, fácilmente, costaron más que mi camioneta y la recordé en mi
cama. Rodeada de mis cosas. Era en gran medida un soltero; en realidad no tenía
mucho, pero las cosas que tenía eran resistentes y cómodas. La mayor parte fueron
heredadas de mi abuelo y de mi madre.
Pero, a pesar de que Sophie había vivido rodeada de lujo toda su vida,
parecía más cómoda en mi casa que aquí.
—¿Hay algo que tengas que hacer hoy? —pregunté.
Quería salir de aquí más que nada, pero con ella. A cualquier lugar lejos de
aquí y del eco de las palabras que no debería de haber dicho.
Y, francamente, con lo agobiantes y asfixiantes que eran los padres de Sophie,
me sorprendía que no hubiese cámaras grabando todos nuestros movimientos.
Anoche hubiesen tenido todo un espectáculo. Era un poco exhibicionista, pero el
pensamiento de su bastardo padre mirándonos me hacía sentir un poco enfermo.
—No, evitaré cualquier contacto con mis padres durante unos días.
Como si fuera una señal, el timbre sonó.
Sophie me miró alarmada.
—Oh, Dios, esa probablemente es mi madre.
—Simplemente hagamos como que no estamos —sugerí.
—Tiene llave. —Sophie frunció el ceño—. Mejor contesto. —Se apartó y salió
de la cama, para alcanzar una bata de seda que le realzaba cada curva perfecta y
me dieron ganas de mandar al diablo todo de nuevo—. ¿Por qué no te vistes? En
cuanto se vaya, saldremos de aquí. 143
—¿A dónde quieres ir?
—A cualquier lugar, menos aquí.
Hizo una mueca y luego salió de la habitación, cerrando la puerta a su paso.
Salí de la cama, gimiendo un poco, debido a mis músculos doloridos de
anoche. Sintiendo como que algo todavía estaba fuera de juego. Sophie estaba
claramente nerviosa y eso me hizo temblar. Me puse los pantalones y acababa de
agarrar mi camiseta, cuando oí la voz de una mujer en la sala de estar.
—Oh, Sophie, gracias a Dios que estás aquí. Sé que las cosas han sido
extrañas, pero…
—Alyssa, ¿qué haces aquí?
La voz de Sophie sonaba completamente sorprendida. ¿Quién diablos era
Alyssa? ¿De qué me sonaba ese nombre?
Alyssa siguió, con una pequeña voz cursi. Una de esas voces que sonaba
odiosamente como de niña. Voces como esa me volvían malditamente loco.
—… y sé que esto puede ser un poco delicado, pero... Sophie, creo que él está
cansado de mí...
—¿De qué estás hablando? —Escuché preguntar a Sophie.
—Richard, él sólo... parece estar perdiendo interés. Creo que tal vez todavía te
ama y... oh, Dios, estoy perdiendo mi oportunidad con él.
¿Richard? ¿El ex de Sophie? Volví a pensar en una conversación con Sophie,
cuando había tenido su piercing en la nariz. Y me di cuenta. Alyssa era la amiga de
Sophie que se había acostado con Richard. No podría llegar a entender lo
excéntrico de esta conversación.
—Espera, ¿qué? —Sophie sonó tan perpleja como yo—. Déjame ver si lo
entiendo... piensas que tu novio, mi ex novio, el mismo hombre con el que te
acostaste cuando sabías que estaba comprometido conmigo, está perdiendo
interés en ti.
—Bueno, sí.
—Y, ¿por qué me lo cuentas?
—Pensé que, tal vez, podrías darme algún consejo; ya que salieron durante
tanto tiempo.
No podía soportarlo más. Agarré mi camisa y me dirigí a la sala de estar.
—Jesús, ¿fumaste crack?
Sophie y Alyssa se giraron para verme salir airadamente, con el torso
desnudo, de la habitación de Sophie.
—Brannon —susurró Sophie—, tu camisa.
—Sophie —chilló Alyssa—. ¿Quién es este hombre? —Arrugó la nariz como si 144
me acabara de arrastrar fuera de una cuneta.
Sophie no parecía saber cómo responder.
—Um...
Y eso ayudó a que perdiera los estribos. De hecho, tan inquieto como me
había sentido, estaba rápidamente poniéndome jodidamente enojado.
—Quiero decir, míralo —comentó Alyssa, claramente consternada—. ¿Qué
estaría haciendo en tu apartamento sin camisa?
Sophie miró entre Alyssa y yo, con el pánico en toda regla en sus ojos.
—Él, um... —balbuceó.
—¿Es un hombre de mantenimiento o algo así? ¿No llevan uniformes? Pensé
que tus padres pagaban mucho dinero por este lugar, ¿y los hombres de
mantenimiento no llevan uniforme?
Miré a Alyssa.
—No soy un hombre de mantenimiento.
Pero continuó como si ni siquiera hubiera hablado.
—Oh, ¿tienes una tubería con una fuga o algo así? Eso podría explicar por
qué no tiene camisa... si se mojó o algo así. —Miró a Sophie con su pequeña bata
de seda y su voz se calló. Escandalizada—. Pero, Sophie, ¿no deberías vestir un
poco más apropiadamente cuando el hombre de mantenimiento está aquí?
—No soy el hombre de mantenimiento —protesté de nuevo.
Sophie se quedó sin aliento, sus ojos vivos con temor.
—Es... bueno... no se lo digas a mi madre.
Como si fuera una señal, una voz estirada y tensa habló desde la puerta
abierta.
—¿No le digas a tu madre, qué?
—¡Madre! —chirrió Sophie.
—Dios mío, Sophia —escupió su madre—, estás de pie allí medio desnuda
con la puerta principal abierta de par en par. —Llegó detrás de ella para cerrar la
puerta con firmeza y luego se volvió para fruncirle el ceño a Sophie.
—Oh, Dios —Sophie se quedó sin aliento y me miró de nuevo, moviendo la
boca como si estuviera tratando de hablar, pero simplemente no podía averiguar
qué decir.
Fue ese movimiento que llevó la atención de su madre a mí.
—Oh, ¿eres el nuevo hombre de mantenimiento? —la madre de Sophie le
habló a su hija sorprendida, pero mirándome por encima del hombro—. Pensé que
tenían que usar uniformes. Dios mío, no tienes camisa. ¿Y los tatuajes? ¿Piercings?
Esto es simplemente vergonzoso. Tendré una charla con el encargado. 145
—Madre, espera. —Sophie dio un paso hacia ella, pero lo tomé. Estaba al final
de mi cuerda, así que me imaginé que también podía ahorcarme.
—¡No soy el maldito hombre de mantenimiento! —grité.
—Joven, no hay necesidad de ese tipo de lenguaje. —Se volvió hacia
Sophie—. ¿Quién es este grosero libertino?
—¿Libertino? —repetí. Y luego le lancé una mirada oscura a la fría y severa
mujer—. ¿Quién demonios dice libertino?
—Bueno, yo nunca… —la madre de Sophie dio un grito ahogado, mirando a
otro lado y viendo a Alyssa allí de pie—. Oh por Dios, ¿Alyssa, también, Sophia?
Sabes que está detrás de Richard.
—Madre, rompí con Richard —murmuró Sophie, su rostro reflejaba a la
perfección su conmoción. Su pánico ante la incapacidad para controlar esta
situación. Su confusión y el conflicto interno.
—Y Richard seguramente se quedará atónito por esta... esta... basura en tu
apartamento. Ponte la camisa —se burló en mi dirección y se acercó a su hija,
señalando de nuevo a mí—. Sophia, ¿quién es este rufián?
La respiración de Sophie se había vuelto errática. Su rostro estaba enrojecido.
—Él, um...
De repente me di cuenta. Estaba avergonzada de mí. Avergonzada por mí.
Tratando de averiguar lo que alguien como yo estaría haciendo aquí. Con mis
tatuajes y piercings. Con mi obvia apariencia de obrero, todos creían que era un
hombre de mantenimiento de mierda.
Y, aunque sabía en mi corazón que podría estar exagerando, ese hecho me
molestó.
—Sí, Sophie —gruñí—. ¿Quién soy?
—Es... —tartamudeó, mirando a su madre, de nuevo a mí, a Alyssa, entonces a
mí otra vez—. Bueno, es... un mecánico.
¿Un jodido mecánico? Hemos follado de manera brutal durante los últimos
dos meses y, en serio, me presentó solo como un mecánico.
—¿Un mecánico? —gritó la madre de Sophie—. ¿Hay algo mal con el BMW?
Porque este chico —me miró y arrugó la nariz con disgusto—, no se ve ni
remotamente calificado para incluso tocar un vehículo de lujo como ese. Sólo lo
enviaremos a la agencia en Bozeman.
Sophie negó
—No hay nada malo con el BMW, madre.
—Bueno, entonces —escupió su madre de nuevo—, ¿qué hace este mecánico
en tu apartamento?
—Bueno, eh... —Sophie me miró, sus ojos suplicando comprensión.
146
Pero estaba tan lejos. No podía ceder en eso en este momento.
—Yéndose —le aseguré y me dirigí hacia la puerta.
No estaba seguro de lo que sentía, excepto que sabía que estaba furioso.
Estaba enojado con Sophie. Estaba enojado con su madre y con, su una vez, mejor
amiga.
Pero estaba real y jodidamente enojado como el infierno con la sociedad en
su conjunto, por tirarme a lo más bajo de la escala social. Por hacerme sentir como
basura.
—Sólo un segundo, por favor. —Oí decir a Sophie desesperadamente a su
madre y a Alyssa. Sus pasos sonaron detrás de mí cuando llegué a la manija de la
puerta—. Brannon, espera.
Me di la vuelta, echando humo.
—¿Para qué, Sophie?
—No te enojes, por favor —susurró, negando—. Por favor, Bran.
La seguí de nuevo y la miré.
—¿No te enojes? ¿Me estás jodiendo? ¿Qué mierda fue esa, Sophie? Me
dijiste, innumerables veces, que deseabas alejarte de eso. Acabas de tener la
oportunidad de tu maldita vida.
—Oh. —La madre de Sophie se quedó sin aliento desde el salón—. Qué joven
tan horrible.
—No puedo decírselo —susurró mientras las lágrimas comenzaban a reunirse
en sus ojos—. Aún no. Simplemente... no lo van a entender.
—Creo que yo tampoco —me opuse, sin intentar mantener la voz baja. Me
acerqué, obligándola a retroceder contra la pared. Mi voz sonando áspera—.
Putamente te dije que te amaba...
—Pero, ¿lo haces? —preguntó en un sollozo silencioso—. ¿O sólo fue por
Pauline y Laura anoche?
—¿Qué carajos? —Estaba estupefacto. ¿Eso es lo que pensaba? ¿Qué era un
tópico vacío?—. ¿Cómo llegó tu mente a esta mierda?
—Me lo dijiste una vez... sólo una vez, mientras teníamos sexo después de
una noche realmente horrible. Un montón de mierda puede salir de una persona
en medio del sexo. Entonces, ¿cómo puedo saber que no fue una línea? ¿Cómo sé
que quisiste decirlo?
—Por supuesto que lo dije en serio —le espeté.
—Entonces, ¿por qué no me contestaste cuando te pregunté sobre eso?
―respondió en voz baja—. En lugar de hablar conmigo, me distrajiste. Me hiciste el
amor. Y ahora, ¿estás enojado conmigo porque no te creo?
—Sophia, —la voz chillona de su madre sonó por el pasillo—, acaba con eso,
porque ¡tenemos que discutir esta situación indignante! 147
—Sólo un minuto, madre —declaró Sophie.
—Retroceda —le espeté ceñudo a la desagradable mujer.
—Se acabó —jadeó la madre de Sophie, levantando la nariz en el aire
mientras tomaba el teléfono—. Llamaré a las autoridades.
—Brannon —susurró—, por favor. Ya va a ser suficientemente duro
suavizarlo, tal como está.
—Entonces no lo suavices, Sophie —gruñí—. Pelea.
—Y entonces, ¿qué? —preguntó con silenciosa desesperación—. Brannon,
mis padres me mantienen. Pagan mi alquiler, mis cuentas, todo. No puedo dejar
caer una bomba como esa sobre ellos. Me repudiarían. Sería una
persona sin hogar.
—Entonces déjame ayudarte —aseveré con fuerza, agarrando sus hombros en
un apretón duro—. Puedes quedarte conmigo, en mi casa. Voy a hacer…
—Pero, ¿qué haré… —interrumpió—, … cuándo se te pase la novedad?
Eso me detuvo en frío. ¿La novedad? ¿Esta era una novedad?
—Brannon, en este momento, sea lo que sea que hay entre nosotros es todo
nuevo y maravilloso. —Una lágrima gruesa se liberó de sus ojos y goteó por su
mejilla—. Y una noche, en medio del sexo salvaje, dices que me amas. Pero no soy
idiota. Todo se irá a la mierda, tarde o temprano, sabes que será como terminará.
—No me jodas, Sophie. —La miré boquiabierto—. ¿Hablas en serio?
—Sé exactamente lo que soy. Es como Pauline y Laura dijeron. Soy atractiva y
rica. Soy una cara bonita. Pero no soy mejor que el resto de ellas. Y todoel mundo
sabe que no voy a mantener tu atención por mucho tiempo.
Simplemente estaba muy sorprendido por lo que Sophie estaba diciendo, por
cómo se sentía. Sentí como que algo había hecho corto circuito en mi cabeza. Esto
significaba mucho más para mí. Ella significaba mucho más para mí.
Pero estaba dejándolo muy claro. Era temporal. Un coqueteo.
No tenía ninguna puta fe en mí. Ni fe en nosotros.
—Sophia. —La voz abrasiva de su madre gritó hacia la puerta principal.
—Tu madre te está llamando —pronuncié fríamente mientras me deslizaba la
camisa sobre mi cabeza—. Deberías irte. No quiero que la hagas esperar.
—Bran —susurró, sacudiendo la cabeza.
—Suaviza las cosas, Sophie —dije, abriendo la puerta yendo al pasillo. A unos
metros de distancia de ella, miré por encima del hombro—. Solo quiero saber cuál
es tu historia para saber qué esperar.

*** 148

Llamó poco más de dos horas después.


Dejé que la primera se fuera al correo de voz, pero no dejó mensaje.
Todavía estaba enojado y no sabía exactamente lo que me molestaba.
Debería haberlo esperado. Debí haberlo visto venir. Era Sophie Buchanan.
Y yo era su juguete.
Así que supongo que me molestó que no fuera más. Que todo el tiempo que
habíamos pasado juntos no hubiera significado más para ella. Siempre había
fingido que no le importaba, pero ahora estaba claro que no nos veía yendo a
ningún lugar debido a nuestras posiciones en el sistema de clases.
Así que no pude responder la primera vez que llamó. Entonces me senté en el
borde de mi asiento, mi corazón en mi garganta, esperando a que volviera a
llamar. Unos cuarenta minutos después de la primera llamada, llamó otra vez. Esta
vez contesté.
—Hola —contesté, aceptando la llamada.
—Hola —respondió en voz baja. Después se quedó callada.
Apreté los dientes y sentí el paso del tiempo. Sentí cómo el silencio me hacía
pedazos. ¿Eso era todo? ¿Este era el final que ella había profetizado?
—Brannon, siento mucho todo lo de esta mañana —reconoció finalmente—.
Con mi madre y Alyssa.
—¿Las cosas se solucionaron? —pregunté con una fría calma. Una calma que
definitivamente no sentía. Mi corazón latía con rapidez. Había roto en un sudor frío
y apenas podía respirar. ¿Les había dicho la verdad?
—Les dije que te conocía —murmuró—. Que éramos... amigos.
La horrible sensación en mi estómago creció y bruscamente se enredó. A
través de mi caja torácica y alrededor de mis pulmones con un toque doloroso.
—Amigos —dije con dureza.
—Bran, no sé qué decir —respondió con una voz frágil.
La ira que había sentido antes, el rechazo y la vergüenza, comenzaron a
calentar mi sangre una vez más.
—Creo que estás diciendo mucho ahora mismo, Sophie.
Oí un suspiro tembloroso a través de la línea telefónica, un ligero suspiro. Y
sentí una extraña sensación de logro al lastimarla.
Porque, sinceramente, me estaba matando.
—Brannon, por favor no lo hagas —susurró por fin—. No te enojes.
¿No te enojes? Joder, en cierto modo, quería darme de cabezazos contra la
pared en ese momento. Darle una paliza a algo o a alguien.
149
—Háblame —suplicó en un sollozo bajo.
—Esta cosa del teléfono es una mierda, Sophie —le dije—. ¿Estás en casa?
Voy para allá.
—Así es, pero… —dudó—, se supone que quedé con mis padres para cenar
en el Uptown, dentro de poco.
Sus padres, pensé. Grandioso. Eso es lo que necesitaba... más tiempo con
ellos.
—¿Tal vez después? —preguntó—. Podría ir a tu casa tan pronto como
termine.
Apreté mi mandíbula, tratando de mantenerme tranquilo.
—¿A qué hora? —quise saber.
—Se supone que debo encontrarme con ellos a las cinco y media —
contestó—. Así que tal vez, ¿a las siete y media? ¿A las ocho en punto?
Una parte de mí quería decirle que no estaría en casa. Que estaría con los
chicos, emborrachándome y echando un polvo.
Olvidándola.
Pero no podía. Sólo... no pude.
—Estaré en casa —murmuré y terminé la llamada.
***

Me senté en la sala de estar y miré el reloj hasta las seis y veinticinco. Era una
tortura. No podía esperar más.
La escena en su departamento se seguía reproduciendo en mi cabeza,
repitiendo sus reacciones, sus palabras en el pasillo. Y de repente, como un rayo,
me di cuenta.
Necesitaba que peleara por ella. Por nosotros.
No podía enfrentarse sola a sus padres y la había decepcionado,
completamente, por la forma en que reaccioné.
Me había enojado con ella por tener miedo. Por supuesto que estaba
aterrorizada. ¿Por qué no iba a estarlo? Nunca había estado sola antes. Nunca
había tenido que cuidar de sí misma.
Con una explosión de caballerosidad, llegué a una decisión precipitada. Iría al
Uptown. Me enfrentaría a sus padres. Le diría a ellos y a Sophie lo mucho que la
amaba. Lo mucho que la necesitaba conmigo. Podrían aceptarme o no, pero ella
tenía que saber cómo me sentía. Tenía que saber que esto no era algo pasajero.
Que no perdería el interés. Que estaba en esto en el largo plazo.
Entré en la camioneta e hice el viaje de veinte minutos en auto en quince. Una
150
vez que llegué a la ciudad, de alguna manera, me tocaron todos los semáforos en
verde. Los dioses estaban a mi favor o alguna mierda, porque incluso encontré
dónde estacionar justo en la entrada principal. Salté del auto antes, incluso, de que
el motor se hubiese apagado por completo.
El pequeño maldito debilucho del maître intentó detenerme. Dijo algo sobre
que necesitaba una reserva o una mierda así. Lo empujé a un lado y me dirigí a la
zona de comedor.
Y me detuve en seco.
Porque allí estaba ella. Sophie. Sentada, encantadora como siempre. Pero sus
padres no estaban por ningún lado. Estaba con su ex tarado. Y ese hijo de puta
tenía un anillo.
Ella lo escuchaba mientras él hablaba, con la cabeza inclinada hacia él para
escuchar su voz baja. Miró el anillo y luego a él. Él dijo algo más y ella lo alcanzó,
sosteniéndolo entre el pulgar y el índice, estudiándolo bajo la débil luz del
restaurante.
Y entonces vi rojo, mientras se ponía el anillo en el dedo.
Parecía como si estuviese sucediendo a cámara lenta. Toda mi vida había
pensado que era un hijo de puta sin emociones. Pero, en ese momento, juro que
escuché a mi corazón abrirse y romperse, explotando a través de mi pecho. Sentí el
aumento de calor de las acometidas de la sangre en mi rostro y todo mi cuerpo,
sólo... reaccionó.
En un segundo, había cruzado la habitación y sacado a ese hijo de puta de su
silla.
—Oh, Dios —gimió—. No otra vez.
Vi cómo la sorpresa de Richard se convertía en miedo, mientras lo empujaba
hacia atrás a través de la habitación. Tropezó con otra mesa y cayó al suelo. Oí a
Sophie gritar mi nombre, sentí su mano agarrando mi brazo, mientras me
suplicaba que me detuviera.
Me decía a mí que me fuera.
—¿Qué diablos está pasando, Sophie?
—Nada —exclamó.
—¿Nada? ¿Está jodidamente bromeando? —Agarré su mano, la mano que
ahora tenía un anillo con un pequeño y brillante diamante—. ¿Qué diablos es esto,
entonces?
—Brannon, por favor —comenzó, su voz llena de pánico—. No es lo que
piensas.
—¿No es lo que pienso? ¡Sophie, acabo de ver a este hijo de puta darte un
anillo! —rugí.
Sentí unos brazos tirando de mí, la voz baja de un camarero diciéndome que 151
me fuera antes de que llamaran a las autoridades.
—Brannon, tienes que salir de aquí —me rogó Sophie, casi histérica con una
urgencia frenética—. Iré a tu apartamento tan pronto como termine aquí. Voy a
explicártelo, pero, por favor... no te quiero metido en problemas. Van a llamar a la
policía.
—¡¿Quieres que me vaya a la mierda?! —grité, completamente sorprendido
de que se fuera a quedar aquí con el tarado—. No puedo creerlo, Sophie.
—Brannon, por favor…
—No te molestes —gruñí y sacudí mi brazo de su desesperado agarre—. Sólo
putamente quédate aquí con el estúpido, Sophie. Malditamente ya no me importa.
Me di la vuelta rápidamente y el camarero se encogió con mi mirada asesina.
Lo oí detrás de mí, murmurando algo acerca de llamar a la policía.
—Por favor, no lo hagan. —Oí decir a Sophie—. Pagaré los daños y perjuicios,
simplemente no lo hagan. Por favor...
—Sophie —gimió el imbécil y, rápidamente, miré los restos detrás de mí.
Sophie me vio voltearme y empezó a caminar hacia mí, pero Richard tomó su
brazo—. ¿Adónde vas?
—Sólo un segundo, Richard —explicó, colocando su mano sobre su pecho—.
Por favor, quédate aquí unos segundos. Ya vuelvo.
Eso me terminó de cortar. Ver que lo tocaba suavemente. Esa familiaridad.
Cortó la última pizca de esperanza en mi corazón. El último pensamiento de que
alguna vez planeara estar conmigo.
Había estado jodidamente jugando conmigo todo el tiempo, dando a
entender que era una niña rica aburrida. Había sido una distracción. Una desviación
de la perfección mundana de su vida.
Jodidamente la amaba y tenía la intención de casarse con ese imbécil. Llevaba
un anillo que lo probaba.
Atravesé furiosamente el comedor y salí por la puerta principal. La oí
perseguirme, la fuerte alarma en su voz.
—Brannon, espera —exclamó.
Me di la vuelta, capturando sus hombros en un apretón de trituración y
empujándola con fuerza contra el edificio.
—¿Por qué, Sophie? ¿Qué carajos podrías decir que pudiera hacer que algo
de esto está bien?
—No entiendes…
—Estás jodidamente en lo correcto, no lo hago. —Alcanzando su mano
izquierda, tiré de ella para arriba a la luz entre nosotros—. ¡Estás jodidamente
llevando su anillo!
—No es lo…
152
—Estupideces, Sophie —grité, sacudiendo la furia roja mientras mi sangre
rugía a través de mí—. Vi al hijo de puta dártelo. ¡Vi como lo deslizaste en el
maldito dedo!
—Bran…
—¿Y toda esa mierda, todo esto sobre cómo vas a pagar los daños y
perjuicios? Eres igual que tus putos padres, usando dinero e influencia para barrer
la basura como yo bajo la alfombra.
—Brannon, detente —me rogó, las lágrimas corrían por sus mejillas—. No lo
entiendes.
—Entiendo que no eres más que una niña rica aburrida que me tocó como a
un maldito violín. Así que finalmente elegiste el dinero, ¿eh? Era sólo cuestión de
tiempo.
—No… —susurró, sacudiendo la cabeza—. No, Brannon…
—No me llames nunca. No vengas a mi maldita casa. Eres sólo otro pedazo
de trasero y ahora tienes mucho más de dónde vienes.
—No quieres decir eso. —Su voz era pequeña y apretada, ronca por la
emoción.
—Fuiste un buen polvo, Sophie —gruñí—, pero no fuiste tan buena.
La empujé con firmeza contra la pared otra vez, sosteniéndola quieta y luego
la solté y retrocedí, alejándome en la noche oscura.
No llamó.
No vino a mi casa.
Fiel a su estilo, Sophie hizo exactamente lo que le dije.

153
Capítulo 15
L
os días siguientes a la escena en el Uptown fueron sombríos. Vacíos.
Estaba enojado y, si era honesto conmigo mismo, estaba herido.
Aunque estoy seguro como la mierda que no admitiría eso ante nadie.
Debido a que los idiotas sin corazón como yo no nos lastimaban.
Mi hermana vino a mi apartamento después que dejé de contestar sus
llamadas. Las llamadas de todos. Me quedaba allí borracho y melancólico en mi
habitación con las cortinas corridas, revolcándome en la oscuridad y en la furia que
todavía sentía cada vez que cerraba los ojos para ver a Sophie deslizando ese anillo
en su dedo.
Esa visión iba acompañada por un brutal y cruel tormento, girando a través
de mis entrañas por la facilidad con la que había creído sus mentiras.
Pobre niña rica. Tan sola. Había dicho que le gustaba porque era diferente.
Que no quería su mundo, que quería estar en el mío.
Pero fue todo acerca de su lista traviesa. Solo fui un parque de atracciones de
mierda para ella, llevándola a un infierno de paseo, todo el tiempo pensando que 154
en realidad al final me podría elegir.
No contesté la puerta cuando Mira llamó. No sabía que era ella, pero no
habría contestado aunque lo hubiera sabido. Por desgracia, después escuché una
llave en la cerradura.
Mierda.
—¿Brannon? —Su voz sonaba en mi sala de estar.
Me quedé allí en silencio, casi sin respirar, con mis cobijas levantadas por
encima de mi cabeza, esperando que pensara que no estaba en casa y acabara por
irse.
—¿Brannon? —Esta vez, habló desde la puerta de mi dormitorio, mirando el
montículo de mantas bajo el que me escondía. La escuché moverse más cerca y,
entonces, sentí su peso al sentarse en mi cama—. ¿Estás bien?
—Estoy bien, Mira —le contesté rotundamente—. Sólo quiero estar solo.
—¿Qué pasó? —preguntó, haciendo caso omiso de mi petición.
—No quiero hablar de eso. Sólo quiero estar solo.
—Cody me llamó. Está preocupado por ti. Dijo que no habías ido al taller.
Dijo que ninguno de los chicos había oído de ti en días.
—No quiero ver a nadie en este momento.
—¿Puedo hacer algo? —No respondí y Mira se quedó callada por un
momento—. ¿Ya comiste?
Finalmente deslicé la manta hacia abajo para mirarla.
—Eres un verdadero dolor en el trasero, ¿lo sabías? —gruñí.
Su ceño preocupado se profundizó mientras me estudiaba de cerca. Debo
haber parecido una completa mierda. No había hecho nada, nada en absoluto, en
días. No había estado trabajando. No me había duchado. No había comido.
Todo lo que había hecho era yacer en la callada oscuridad de mi habitación
con un par de botellas de Jameson y dejando que la ira y el dolor se pudrieran
hasta que sentía que iba a explotar.
—Eres mi hermanito. Estoy preocupada por ti. —Su voz era pequeña y
prudente—. Tú nunca... el taller del abuelo. Es todo para ti.
Me di la vuelta, cerrando los ojos y pellizcándome el puente de la nariz entre
el pulgar y el índice.
—No sé lo que pasó, Bran. No sé lo que te hizo. Sin embargo, no vale la pena
esto —dijo Mira blandengue—. Y hay gente que te extraña. Personas que te
necesitan.
Simplemente no Sophie, pensé.
Después de mucha insistencia, de una regañada sin fin y de la culpa
arremolinándose por hacerla preocuparse por mí, Mira consiguió que saliera de la
155
cueva de mi amargo abatimiento. Se las arregló para conseguir que comiera algo y
me hizo prometerle que iría a cenar esa noche. En cierto modo me sentía como
que necesitaba una noche con su familia como necesitaba un agujero en la cabeza.
Verla a ella y a su marido juntos, siempre felices, me picaría un poco. Y los
decibelios que estaba seguro vendrían de sus muchachos traviesos eran propensos
a no hacerme nada bueno.
Pero, en cambio, era extrañamente reconfortante, algo para recordarme que
aún estaba vivo. Algo pateándome el trasero para poder pasar más allá de Sophie y
su engaño manipulador.
Era Brannon maldito Forrester. Esa mierda no le sucedía a tipos como yo.
Durante los siguientes dos días, traté de volver a lo que era. Antes de Sophie.
A.S.
Parecía apropiado referirse a ella como eso porque era totalmente una
mierda, la idea de que podría olvidarla.
Pero, joder, lo intenté. Bebí hasta que vomité. Fumé hierba como un hijo de
puta. Empecé una pelea sin cuartel en Copperline cuando alguien tropezó conmigo
y derramó mi bebida.
Después de unas semanas de eso, de tratar de vivir en un estado de estupor
que pudiera apagar la angustia, el caos golpeó en el lugar de los Mofos. La casa
retumbaba con el jolgorio habitual que seguía a un espectáculo. Había estado
bebiendo whisky constantemente desde el mediodía y todos los hijos de puta
felices-y-con-suerte a mi alrededor estaban realmente haciéndome enojar.
¿Cómo se atrevían todos esos hijos de puta a divertirse mientras me sentía
miserable?
Estaba borracho como un canalla y en busca de una pelea. En un momento,
me volví más que un hablador y Justin me dijo que fuera a echar un polvo, así
dejaría de actuar como una perra. Casi lo atravesé por la pared. Entonces Denny se
puso todo chica conmigo y me preguntó si estaba bien.
Fue en ese momento que me di cuenta de que tenía que dar ese último paso.
El que había estado temiendo. Tenía que seguir adelante. Tenía que encontrar a
alguien que fuera suave y dulce y que estuviera dispuesta a sacar con sexo a
Sophie de mi sistema.
Una mano tocó mi brazo. Pequeños, menudos y delgados dedos con uñas
perfectamente pulidas. Cerré mis ojos por un minuto y oré como un hijo de puta
para que al abrirlos viera a Sophie.
Pero los ojos que miraron hacia mí no eran de un brillante cristal turquesa. El
cabello de mujer no caía en olas sobre sus hombros.
No era Sophie, sino Vivienne.
—Necesitas aliviar un poco de tensión, cariño —susurró—. Deja que te ayude.
Estaba borracho. Más allá de borracho, realmente, apenas capaz de 156
mantenerme en pie. Me encontré caminando detrás de ella mientras me llevaba de
regreso a la sala de equipos. Me dio un codazo y cerró la puerta.
Entonces me empujó para que me sentara en el sofá y se sacó su pequeño
vestido ajustado, revelando nada debajo. Arrodillada en el suelo delante de mí,
soltó mis jeans y empezó a chupar mi pene.
Vi todo eso como si estuviera sucediéndole a otra persona. Viv tenía talento.
Le daría eso.
Sabía cómo trabajar con su lengua. Sabía cómo gemir también, de una
manera que las vibraciones de su garganta ondulaban tan deliciosamente a lo
largo de tu cabeza. Me acarició, chupó y lamió. Había estado tras de mí durante
mucho tiempo y parecía que no iba a desperdiciar la oportunidad.
Pero a pesar de que podría probablemente haber chupado el tocino del
cerdo, no era Sophie. Mis ojos se cerraron para ver el rostro de Sophie. Los ojos de
Sophie. En mi mente, era los labios de Sophie en mi pene. Casi podría fingir. Tan
borracho como estaba, casi podía creerlo.
La familiar marea de liberación comenzó a subir. La hinchazón de mis bolas y
la sangre corriendo por mis venas. Un profundo gemido entrecortado emanó de mi
garganta y se hizo eco a través de la callada habitación.
—Joder —gemí en un susurro delirante—. Eso es, nena. Eso es, Soph.
El movimiento en mi pene se detuvo por un segundo, solo un momento,
mientras su boca se elevaba.
—Lo tomaré —le oí decir una voz extraña y distante—. Seré Sophie para ti
esta noche, cariño.
Y lo fue. En ese momento, mi mente se negaba a creer otra cosa. Cerré todos
los sonidos a mí alrededor. Ignoré totalmente todo lo demás en el mundo, excepto
esos labios que expertamente traían el fantasma de Sophie de nuevo a mí.
Entonces, se desató el infierno. La puerta se abrió de golpe, pegando contra
la pared con un crash.
Y Sophie estaba allí.
La verdadera Sophie en carne y hueso, no una aparición. Se recortaba por las
luces del pasillo detrás, horrorizada por lo que veía ante ella.

157
Capítulo 16
—O
h, Dios.
El quedo murmullo de Sophie apenas se oye. Solo
un suspiro, casi ni un sonido.
—Sophie —mi voz chirrió áspera con sorpresa,
gruesa de lujuria. Estaba a punto de lograr mi primer orgasmo en semanas, tan
cerca de disparar mi taco en la garganta de Vivienne y la agonía de que se hubiera
detenido me mató—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Vivienne levanta la cabeza y se vuelve para ver a Sophie de pie en la puerta
abierta. Deliberadamente lame sus labios y sonríe, sin hacer nada para ocultar su
desnudez.
La mirada impactada de Sophie cambia a una mezcla de rabia y vergüenza.
No dice ni una palabra, solo me mira acusadoramente mientras mi instinto
empieza a torcerse con un pesar terrible.
Denny solo me miró un poco por un instante, como si estuviera tratando de
averiguar exactamente qué decir. Tenía su brazo alrededor de la cintura de Sophie,
158
congelado en el acto al tratar de sacarla de nuevo al pasillo, para alejarla de allí.
—Bueno, si es nuestra pequeña Sophie, eh, Brannon —murmuró Vivienne con
una entonación ronca—. ¿Quieres unirte a nosotros, cariño? Estoy dispuesta a
compartir, igual que antes.
Sophie se quedó mirándome, su atención fija en mi rostro. Sus ojos
tormentosos, con acusación.
¿Cómo se atreve a estar molesta conmigo?, pensé. Jugó conmigo. Me había
mentido y me había utilizado.
¿Y ahora estaba molesta?
Vivienne sonrió mientras se levantaba de sus rodillas y acomodaba su cuerpo
desnudo en mi regazo, presionando sus pechos desnudos contra mi mejilla.
Envolvió un brazo alrededor de mis hombros y pasó sus dedos debajo de mi pecho
y abdominales. Entonces los cerró con fuerza alrededor de mi pene. Siseé un grito
agudo cuando empezó a acariciarlo, desvergonzada y descaradamente.
—Tiene un hermoso pene, ¿no? Y su sabor es tan jodidamente bueno —se
burló y un sollozo callado rompió a través de las siniestradas facciones de
Sophie—. Lo podríamos chupar juntas, tú y yo o podría comer tu coño mientras él
me penetra por detrás.
Sophie cerró los ojos y se volvió hacia Denny. El leve movimiento lo sacudió a
la acción, la sacó al pasillo y cerró la puerta detrás de ellos.
Vivienne me miró y se encogió con indiferencia.
—Supongo que somos solo tú y yo, Brannon.
Bajó la cabeza y empezó a besarme, amasando mi pene en un intento de
llevarme de nuevo a su red. Metió la mano en el bolso que había tirado en el sofá y
sacó un condón. Subiendo a horcajadas, abrió el paquete y agarró mi pene para
envainarlo.
En mi propio estado de embriaguez impactada, casi la dejé. Una parte de mí
quería hacerlo, sin otra razón que para bloquear las voces apagadas en el pasillo.
Pero no podía borrar los sonidos.
—Esto es lo que hace, Sophie. —Oí la voz filtrada de Denny decir a través de
la puerta—. Ha sido un mujeriego por años, no se involucra. Nunca lo ha hecho.
No hasta ti.
—Oh, puedo ver cuán involucrado está —se burló devolviéndole la mirada
con dureza. La enorme angustia en su voz me cortó hasta los huesos.
—Sophie, eres diferente. No sé qué…
—Lo que sea, Denny. Malditamente no me importa. Terminó conmigo, está
bien. Me acostaré con alguien más.
Los dientes de Vivienne tiraban del lóbulo de mi oreja, jugueteando con el 159
anillo; su mano pasó el látex por mi pene mientras se acariciaba la punta contra su
clítoris. Y como que me estaba haciendo enojar porque, incluso aunque realmente
no quería, tenía que escuchar lo que estaba pasando en el pasillo.
—Maldito Jesús, Sophie —replicó Denny—. Le importas.
—Fue solo un polvo, Denny —gritó Sophie—. ¿Dónde está Justin? Me acosté
con él antes, solo lo haré de nuevo.
De ninguna manera. ¡Al diablo con eso! No con Justin. No aquí. No vino hasta
aquí por eso. Este era mi lugar, mis amigos.
El fantasma de Sophie tenía que irse de una puta vez.
Tomé a Vivienne y ásperamente la arrojé a un lado mientras me levantaba.
Quitándome el condón, apenas metí mi pene de nuevo en mis vaqueros para el
momento en que llegué a la puerta. El pasillo estaba vacío y me dirigí rápidamente
a la gran sala, empujándome a través de la multitud hasta...
Allí estaba ella, alejando su brazo de Denny y en dirección a Justin cuando se
inclinó contra el mostrador. Tres pasos. Le tomó tres pasos llegar a él, una fracción
de segundo envolver sus brazos alrededor de su cuello y luego se puso a besarlo.
Su asombro se fundió en un profundo gemido cuando ella movió la cabeza para
profundizar el beso, pidiéndole una respuesta. Él obedeció y comenzó a besarla
también vorazmente, sin preocuparse por las lágrimas que corrían por sus mejillas.
—Sophie —murmuró Denny con brusquedad a un lado, estirándose por su
brazo—. No es una buena idea.
Justin levantó la cabeza un momento para murmurar:
—Vete a la mierda, Denny. —Y sus labios cayeron sobre Sophie mientras
deslizaba sus brazos hacia abajo más allá de su cintura y metía la mano debajo de
su falda para tomar su trasero.
Una neblina roja había estado creciendo en mi visión, una ira violenta que
nunca había imaginado, mucho menos sentido. Con la visión de pesadilla ante mis
ojos, se intensificó y fulminó en blanco, cegándome a todo, excepto a mi emoción
ardiente.
El sonido no se registró en mí al principio, como si la neblina de furia me
ahogara, pero el rugido vino de mi propia garganta. Fui a través de la multitud y
arranqué a Sophie lejos de Justin.
Con sus labios aún húmedos de su beso, Sophie jadeó hacia mí mientras la
golpeaba contra la pared, sosteniéndola por un segundo con la parte plana de mi
mano en su esternón. Sus ojos llenos de lágrimas me dispararon una mirada
furiosa antes de que me volviera a Justin y le marcara la mandíbula. Él cayó de
regreso en la multitud en un torpe estupor.
—Jesús Cristo de mierda, ¡Brannon! —gruñó mientras permanecía de pie, con
cautela sobando su mandíbula—. ¿Por qué diablos fue eso?
—Ella es mía, hijo de puta —le gruñí y comencé a mirarlo. 160
Justin me encontró a mitad de camino y se tambaleó hacia delante,
empujándome hacia atrás con los puños volando cuando parte del público
alrededor de nosotros retrocedió. Por el rabillo de mi ojo, vi a Denny tirando del
brazo de Sophie, intentando llevarla lejos. Pero, a diferencia de todos los demás
que estaban tirando hacia atrás, ella se adelantó y me agarró.
—Basta, Brannon —gritó.
Pero estaba demasiado concentrado en ganarle al infierno siempre amoroso
de Justin. Ese hijo de puta la había tocado. Le había dicho antes que era mía, que
nunca la tocaría de nuevo. Con todo lo que tenía y usando mi ira, lo empujé con un
golpe hacia atrás contra la pared. A cambio, dio un paso adelante y consiguió
darme un puñetazo en mi ojo, un golpe que me sorprendió. Caí hacia atrás por un
segundo en una ventana que se rompió mientras la golpeaba con mi hombro.
Raspado y sangrado, me lancé hacia él una vez más. Mis puños se balancearon y
mis fuertes empujones solo fueron separados por palabras airadas.
—¡Ella vino a mí, hijo de puta! Me desea —gritó Justin.
¡Idiota!
—¡Vete al infierno! —grité de regreso—. La has deseado todo este tiempo.
Crash.
—Solo estás enojado de que se cansara de ti —contrarrestó Justin.
Sentí y luego vi a Sophie tratando de empujarse en medio de nosotros,
tratando de separarnos; oí a Denny gritar su nombre cuando tiró de ella hacia atrás
gritando por Cody y Drew para separarnos a Justin y a mí.
Luché contra el agarre firme de Cody mientras Sophie intentaba sacudirse del
agarre de Denny, con una furia al rojo vivo que brilló en sus ojos.
—Vete al infierno, Brannon —susurró mientras finalmente se liberaba. Dio un
paso más cerca de mí y su voz se hizo más fuerte, el tono áspero y amargo—. Vete
a la mierda. Te odio, hijo de puta. —Denny se mantuvo tratando de guiarla hacia
atrás, pero se resistió, tirando lejos en su rabia mientras su voz gradualmente se
elevaba a un grito—. Vuelve y acuéstate con Vivienne, maldito pedazo de basura.
No conseguirás decir quién me tendrá a mí.
Negué y grité a mi vez.
—Puedo ser basura, pero me escogiste esa noche, Soph. De todos los hijos de
perra en toda la fiesta, me elegiste. Tiene que haber una razón.
—Quería tener sexo con alguien —gritó de nuevo—. Quería sexo sin sentido
después de la ruptura y tú fuiste fácil. Me di cuenta solo mirándote que no eres
más que un hombre putamente sucio y mujeriego. Y eso era todo lo que quería.
—¡Eso es mentira! —grité.
—Es cierto —gritó, sacudiendo la cabeza con furia—. Estaba buscando a
alguien con quien acostarme, alguien que fuera una cosa segura. Alguien sin
sentido para usar. 161
Denny se interpuso entre nosotros, con una mano en cada, haciendo todo lo
posible por mantenerla lejos de mí.
Sophie continuaba, empujando su mano.
— ¡Mi único error fue pensar que tenías en ti algo más que eso! —gritó—.
Nunca malditamente vuelvas a hablar conmigo de nuevo. Jodidamente te odio
mujeriego sin corazón. Espero que pesques alguna enfermedad desagradable del
pozo negro de vagina con la que te estás acostando.
Con eso, se alejó de Denny y se empujó a la puerta, para hacer su escapada.
Pero no iba a dejar pasar esto. No iba a dejar que se fuera sin hacer valer mis dos
centavos.
Me arranqué del alcance de Cody, empujando a Denny duro mientras trataba
de detenerme.
—Brannon —gritó—, no, tú maldito tont…
Sin hacerle caso, bajé corriendo las escaleras del porche, a la fría noche
amarga tras Sophie mientras se dirigía a su auto. Agarré su brazo y le di media
vuelta para que me mirara.
—Qué se supone que debo hacer, ¿eh? —rugí—. ¿Debo dejar de vivir mi vida
y jodidamente sentarme alrededor esperando a que bajes de tu nube de nuevo?
—¿Qué demonios significa eso? —gritó, tratando de sacar su brazo de mi
agarre.
—Como si alguna maldita vez hubieras jodidamente pensado en quedarte.
Volviste a donde perteneces, a tu puto novio. A tu pequeña vida perfecta. A tu
maldita torre de marfil donde solo puede existir esa cabecita vacía tuya.
De repente, Sophie vino hacia mí como si estuviera poseída, golpeando sus
manos contra mi pecho.
Palabras ininteligibles brotaron de su garganta mientras desataba toda la
rabia viciosa que se había acumulado en su mente. Toda la ira, el miedo y la
soledad, la emoción que nunca había sido capaz de mostrar, se destrozó y estalló
en un torrente violento. Luchó contra las manos que trataban de mantenerla atrás,
gritando como si hubiera perdido por completo su mente, como si la máscara se
hubiera destrozado para revelar el dolor visceral que ocupaba su interior.
Y lo siguiente que supe, es que gritos llenaron el aire. Sophie y yo fuimos
brutalmente separados y me estrellé en el suelo cubierto de nieve. Fue solo
entonces cuando me di cuenta de las luces rojas y azules parpadeando a lo largo
de la casa y en el patio. El cuerpo sujetándome llevaba uniforme y, aturdido, vi a
otro oficial esposando a Sophie mientras sentía el frío desliz de metales rodeando
mis propias muñecas.

****
162

La puerta de afuera se abrió al mismo tiempo que mi teléfono sonó y miré a


través de los barrotes mientras el oficial la abría y daba grandes zancadas. Pasos
resonaron por el pasillo y se detuvieron en un largo camino hacia abajo.
—¿Sophie Buchanan? —preguntó el oficial. Un momento de silencio y luego
volvió a hablar—. Vamos, cariño. Tu padre está aquí. Eres libre de irte.
—Imagínatelo... —murmuró la amarga voz de otra mujer.
—Sí —otra escupió—. Con diamantes como ese que lleva puesto, nadie la
dejaría aquí por mucho tiempo. Pequeña perra rica malcriada.
Solo Dios sabía con qué clase de escoria había estado encerrada.
Probablemente con adictas a las metanfetaminas. Alguien que no sería demasiado
amablemente para estar encerrada por el aura de riqueza que rodeaba a Sophie.
Una parte de mí esperaba que la dejaran en paz a pesar de que no quería que
me importara. Nada, realmente.
Con un tintineo de llaves del oficial y el clic de la cerradura, escuché que la
puerta se abría y después se cerraba de nuevo. Pasos resonaron de nuevo hacia la
entrada, justo en frente de mi celda.
Mecánicamente, miré hacia arriba para verla allí, de pie mientras esperaban a
que fuera a la habitación de al lado.
Sophie estaba pálida, con los ojos bajos. Como un idiota, me quedé
mirándola mientras esperaba con indiferencia. Justo cuando la puerta zumbó,
volvió la mirada hacia mí, su expresión plana y sin vida. Parecía... rota.
Su cabello cayó hacia adelante en sus ojos inyectados de sangre y gruesas
manchas de maquillaje se arrastraban por sus mejillas.
Nada en su interior. Ninguna emoción. Ni siquiera parecía que me odiara.
Pero todavía podía oír los gritos que hacía. Podía oír los ecos de su furia y la
mía golpeando en mi cabeza. De repente hubo una gran división entre nosotros.
Un abismo infranqueable que parecía expandirse cuando pensé en las cosas
horribles que nos habíamos dicho uno al otro.
Así que seguí con mi propia expresión vacía, sin ganas de demostrarle lo
mucho que me estaba destrozando. Tragué saliva para aliviar el grueso nudo en mi
garganta y vi como bajó los ojos y siguió al oficial a través de la puerta abierta.

163
Capítulo 17

D
enny se presentó alrededor de media hora después que Sophie se
fuera. Había logrado reunir un poco de dinero de los otros chicos para
la fianza. Aparte de decirme que sus vecinos habían llamado a la
policía cuando escucharon la pelea y vieron la ventana rota, estuvo muy callado
mientras conducía por la mañana gris. Casi toda la última nevada se había
derretido y el mundo a mi alrededor era aguanieve sucia. Parecía apropiado.
—Tocaremos esta noche —comentó Denny—, pero no tienes que echarnos
una mano si no estás a la altura. —Apretó la mandíbula y me dio una mirada de
soslayo—. Sin embargo, Justin y tú deberían tener una charla ahora que los dos
tendrán que estar sobrios.
—Fui un idiota —murmuré.
—Lo fuiste —respondió Denny.
Asentí y miré por la ventana.
—¿Está en casa? 164
—Lo estaba cuando me fui —aclaró—. Con el ojo morado y todo, después
que lo dejaras tendido en el piso. Coincide con el tuyo, en realidad. Parecen
gemelos o alguna mierda así.
—Mi camioneta sigue allí, ¿verdad?
—Sí.
Di una respiración profunda y la solté lentamente.
—¿Es a dónde vamos?
—Sí.

***

Justin estaba sentado y encorvado sobre una taza de café cuando entré por la
puerta y dejé caer una bolsa de galletas Hardee en la mesa, delante de él.
—¿Qué carajos es eso? —se quejó.
—Una ofrenda de paz —contesté rotundamente—. Fui un idiota.
—Sí —respondió—, lo fuiste. —Tomó un largo sorbo de su café—. Ambos lo
fuimos, sin embargo. Sabía, Brannon... sabía que ella significaba mucho para ti.
Mi mandíbula se apretó; no por enojo, más bien para cubrir el duro vacío de
la pérdida. Solo que, simplemente, me sentía como una total y absoluta mierda sin
ella. Cuando pensaba en ella. Cuando pensaba en esa mirada desolada en sus ojos
mientras salía de ese bloque de celdas y, más que probable, fuera de mi vida por
última vez.
—No importa —negué—. Hermanos antes que mujeres.
—Eso son mentiras —afirmó Justin—. Te tiraría una tonelada de ladrillos si
tuviera a alguien como ella en mi cama.
Eso me hizo enojar y Justin, evidentemente, lo vio. El hijo de puta incluso
sonrió a mi ceño fruncido.
—No ella, sin embargo —dijo secamente—. Solo le interesabas tú, hombre.
—No —contradije—, le interesaba el dinero. Nació como una perra rica. Fui
una distracción.
Denny me entregó una taza de café, luego levantó una botella de Jameson
para ver si quería una dosis en mi taza. Negué y jalé una silla. Lo último que quería
era beber.
En cierto modo, solo quería regodearme en mi miseria por un tiempo. Para
aprender la lección. El amor no era para mí, eso me había quedado claro hace
mucho tiempo. Y lo había olvidado. Me había olvidado de lo mucho que podía
doler perder a alguien.
Mientras miraba mi café, Justin alcanzó la bolsa y sacó un par de galletas, 165
dándonos algunas a Denny y a mí, como si fueran las cartas de una partida de
póquer.
No dijimos mucho. Éramos hombres después de todo. Los amigos no
comparten y se ponen todo blandos sobre mierda. Simplemente nos sentamos allí
y comimos nuestras galletas. El aire que nos rodeaba se relajó lentamente. Poco a
poco dejamos que la jodida noche anterior se desvaneciera.

***

Esa noche, ayudé con sus equipos a los Mofos, pero me quedé detrás del
escenario. Realmente no quería ver a nadie. Seguro como la mierda que no quería
ligar. Sucedió de todos modos. Ruth y Laura me atraparon en
la puerta trasera, sorprendiéndome y hablándome sobre el drama de anoche.
Preguntando si necesitaba a alguien para ayudarme a calmar los nervios. Casi lo
consideré durante, aproximadamente, medio segundo.
Sintiendo mi indecisión, Ruth se inclinó hacia mí.
—Si estás teniendo un momento difícil decidiendo entre nosotras, tal vez...
¿las dos?
Pero luego pensé en lo celoso que me había puesto durante ese ménage con
Justin. Cuán necesitada Laura se había puesto conmigo antes. Cómo Laura y
Pauline habían atacado verbalmente a Sophie. Y cómo, en realidad, estaba todavía
un poco molesto por eso, a pesar de que no debería estarlo.
Y así como así, vi el rostro de Sophie de nuevo. Claro como el día, vi su
desilusión al verme con Vivienne. La mirada vacía y muerta cuando me vio por
última vez.
Sí, no estaba listo para salir y acostarme con alguien. Quería estarlo, pero la
idea de eso, en realidad, como que revolvió mi estómago. Por la manera en que
me sentía en ese mismo momento, pasaría un tiempo largo antes que estuviera
listo para esa mierda.
—No lo creo, señoritas —dije educadamente. No era un completo idiota, solo
uno pequeño mientras sacaba la mano de Ruth de mi pecho y le daba la espalda
por el pasillo—. Es posible que desees comprobarlo con Justin, sin embargo. Ayer
también tuvo una noche de mierda. Probablemente podría necesitar un poco de
cariño y atención, incluso más que yo.
Laura levantó una ceja y frunció el ceño, pero no se opuso cuando Ruth se la
llevó.

***
166
A medida que cargábamos las últimas herramientas, Ruth y Laura se
arremolinaron en la camioneta de Justin. Dándole el último de los cables a Denny,
Justin se volvió y me dio una palmada en el hombro con una sonrisa.
—Te lo debo, hombre. —Se rió.
Denny y Cody se rieron y negué.
—Ve por ellas, tigre —me burlé con sequedad.
Luego me dirigí a mi camioneta para irme a casa.
Completamente solo.
Mi apartamento parecía más callado que nunca. Un silencio que casi hacía
eco, tan raro como suena. Lancé mis llaves al mostrador y miré alrededor. Botellas
de cerveza vacías, botellas de whisky y vodka no totalmente vacías. Me había
emborrachado un poco las últimas semanas. Bebía en el desayuno, almuerzo y
cena. Como ese chico que había sido una vez, tratando de olvidar a mi madre;
había hecho lo mismo recientemente, tratando de olvidar a Sophie.
Miré el reloj. Eran casi las tres de la mañana y sabía que debía irme a dormir.
Sin embargo, mi mente estaba inquieta. Cada vez que dejaba de centrarme en
algo, todo lo que podía ver era a Sophie.
Bueno y malo. Justo e injusto. La sonrisa de Sophie. La furia de Sophie. La
pasión de Sophie. El dolor de Sophie.
Al entrar en la cocina, levanté el vodka y desenrosqué la tapa, sujetándola por
un momento y tratando de decidir si la nube de escape valía la pena el precio de
desmoronarse de nuevo.
Al final, la vertí en el fregadero. Después el whisky. Empecé a limpiar mi
pequeña cocina, luego mi sala de estar. Fui al baño y me puse a limpiar la
encimera. Mientras arrojaba mi pasta de dientes en el primer cajón del gabinete, vi
el débil destello de un cepillo de dientes azul aguamarina.
El cepillo de dientes de Sophie.
Como un completo idiota, lo saqué del cajón y, prácticamente, lo acuné en mi
mano, casi abrazando al hijo de puta.
De repente, me hubiera gustado no haber tirado todas mis bebidas.
Una oleada feroz de agonía me atravesó y quise tirarlo a la basura. Lo quería
fuera de mi apartamento.
La quería fuera de mi mente.
Pero, en cambio, lo puse suavemente en el cajón. Y se quedó allí. Al día
siguiente. El día después de éste.
Cada mañana y cada noche cuando me lavaba los dientes y lo veía allí
pensaba en Sophie... y la echaba de menos.
167
Me dije que tiraría ese puto cepillo de dientes a la basura.
Pero no me atrevía a hacerlo.
Capítulo 18
—¿M e trajiste un maldito árbol de navidad? —Me quedé
mirando a Mira como si hubiera perdido la cabeza mientras
permanecía de pie en mi puerta con un pino a la altura de
la cintura y de aspecto triste.
—Sí, adornos también, maldito Scrooge —respondió, sosteniendo una bolsa
de adornos en la otra mano—. Y cuida tu lengua.
La miré, sin capturar el árbol o los adornos.
—Brannon, vamos —persuadió—. Pasaste de ser un chico de fiestas a un
adicto al trabajo en cuestión de un mes. Sin vida. Necesitas un poco de alegría.
—¿Así que me trajiste un árbol muerto?
Mira empujó el árbol en mi pecho y pasó junto a mí.
—Sí —respondió, dejando los adornos en mi sofá y moviendo una mesita
para sentarse delante de la ventana de mi apartamento. Corrió las cortinas y las
abrió para revelar la ligera caída de los copos de nieve iluminados por las farolas—. 168
La nieve es tan bonita, me hizo dar cuenta que probablemente no fueras a hacer
una mierda como esta por ti mismo. —Dando un paso atrás, miró la mesa y luego
la empujó un poco para centrarla bajo la ventana—. Está bien, esto estará muy
bien. —Asintió.
Puse los ojos en blanco y di una patada a la puerta, cerrándola detrás de mí
mientras la seguía junto a la ventana.
—No tengo base, genio —me quejé.
Mira rebuscó en las bolsas hasta alcanzar un cubo de color rojo brillante de
tamaño mediano y una gran bolsa de algunas rocas cristalinas de aspecto extraño.
Lo colocó sobre la mesa e hizo un gesto hacia el árbol.
—Solo mételo en el cubo y mantenlo recto.
Había aprendido hace mucho tiempo que mi hermana mayor podía hacer
todo tipo de mierda para hacer mi vida miserable, así que hice lo que dijo,
sosteniendo el árbol mientras vertía las rocas en el cubo para mantenerlo en
posición vertical. Finalmente, sintiéndose segura que permanecería de pie, entró en
mi cocina por una jarra de agua que vertió en la base.
—Está bien —dijo con firmeza—. Hay algunas luces en una de esas bolsas.
Sácalas y vamos a decorar este cachorro.
Odiaba admitirlo, pero Mira tenía un poco de razón. Parecía extraño, pero las
luces chispeantes lanzaron un cálido resplandor a través de mi apartamento
relativamente sombrío y, mientras decorábamos, la nieve comenzó a caer
pesadamente, cubriendo el mundo exterior. Muy pintoresco.
Lo último que Mira sacó de la bolsa fue un paquete de mezcla de chocolate.
—¿Trajiste alguna bebida para eso? —le pregunté con sarcasmo, levantando
una ceja.
—Eres demasiado hombre como para beber chocolate, ¿cierto, Brannon? —
me reprendió.
—No tengo cuatro, Mira —me quejé.
—Dímelo a mí —replicó mientras se dirigía a la cocina para calentar un poco
de agua en el microondas.
Mientras nos sentábamos en el sofá tomando chocolate, mirando las luces
brillantes y los copos de nieve caer, empezó a husmear en mis asuntos.
—Entonces —comenzó—. ¿Qué está pasando?
Eché una mirada sospechosa en su dirección.
Frunció los labios y miró deliberadamente hacia mí.
—¿Es esa chica Sophie?
Dio justo en el clavo. Pero no quería hablar de eso, solo quería olvidar. Miré
hacia abajo y tomé un sorbo de mi chocolate. 169
—No es asunto tuyo.
—Escuché un poco acerca de lo que pasó —dijo en voz baja—. No podías
mantenerlo dentro de tu pantalón.
—Dios, no... Eres mi hermana.
—La hermana que prácticamente te crio después que mamá murió —
replicó—. Entonces, ¿qué es lo que pasó? ¿La engañaste?
—Me engañó con alguien —finalmente admití—. Pero ya habíamos... ya se
había terminado. Se va a casar con alguien de su mismo peldaño de escala social.
—¿Se va a casar con alguien ya? —preguntó Mira sorprendida.
—Me dijo que había roto con él, pero lo vi darle un anillo.
—¿Por qué aceptó el anillo si había roto con él?
—No se lo pregunté. No tuve que hacerlo.
—¿No se lo preguntaste? Solo asum... —Mira se detuvo un minuto,
frunciendo el ceño con confusión—. ¿Qué hiciste, entonces? Si no se lo
preguntaste.
—Lo lancé a través del Uptown.
La mandíbula de Mira se abrió.
—Brannon…
—Le dio un puto anillo. Me quedé allí y observé mientras ella se lo deslizaba
en su dedo. Un pequeño diamante brillante.
—¿Pequeño? —preguntó—. ¿Qué tan pequeño?
Solté un suspiro de exasperación.
—Todo lo que vi fue una maldita roca. No lo sé.
Estiró la mano izquierda, mostrando su propio anillo de bodas.
—¿Más grande? ¿Más pequeño?
—No lo medí, Mira —murmuré—. Del mismo tamaño, supongo.
—Hmm... —dijo pensativa, frunciendo los labios y mirando hacia su propio
anillo—. Pensé que esos chicos estaban todos cargados de dinero.
—¿De qué diablos estás hablando? —le pregunté.
—Todo ese montón. Sus padres. Su ex. —Negó—. Todos son del tipo de
brillantes y grandes rocas ostentosas.
—Lo que sea —me burlé—. Era claramente un anillo de compromiso.
—¿Y no hablaste con ella? —preguntó levantando una ceja acusadora.
Mierda. Totalmente iba a alguna parte con esto.
—Hizo su elección.
170
—Claro. —Mira se encogió de hombros—. Así pues, ¿solo te fuiste y te
acostaste con otra persona?
—No me acosté con otra persona —repliqué—. No es que sea de tu
incumbencia, pero solo me hizo una mamada.
Mira levantó la mano y giró su rostro con disgusto.
—Oh, Dios mío, DI10, Brannon. Pero eso en realidad no lo hace mejor, sabes.
—Sus ojos se suavizaron—. No si te ama.
—Bueno, no me ama como la mierda —le escupí con dureza y miré a mi
hermana—. Sabes, si estás tratando de hacerme sentir mejor, estás haciendo un
trabajo pésimo con eso.
Mira abrió la boca para impartir más de sus grandes palabras fraternales de
sabiduría, pero fue interrumpida por un golpe callado en la puerta de mi
apartamento. Lanzando otro extraño vistazo en su dirección, dejé mi chocolate en
la mesa de café, lo suficiente para hacer que salpicara sobre el borde de la taza; me
levanté para responder con el ceño fruncido, gruñendo todo el camino.
Pero mi mandíbula cayó al suelo mientras abría la puerta. Pensé que mis ojos
me estaban jugando una mala pasada, igual que todas esas noches de insomnio
cuando me quedaba allí durante horas, extrañándola. Y allí estaba ella...
10
Demasiada información.
Sophie, de pie justo en frente de mí.
Pero diferente de cualquier Sophie que jamás hubiera visto antes.
Su largo cabello rubio estaba mojado, colgando sin fuerzas en una masa
empapada aglomerada de fusión rápida con los copos de nieve. Solo llevaba una
chaqueta ligera de lana, jeans y algunas pequeñas botas marrones que eran
probablemente más para moda que funcionales y, obviamente, estaban
empapadas. Su ropa estaba empapada y se quedó allí temblando, con los labios
casi azules por el frío de la noche.
Y sus ojos... enmarcados por el maquillaje oscuro que estaba embarrado y
manchaba su alrededor, el cristalino azul aguamarina parecía casi líquido.
Claramente había estado llorando y hasta ahora apenas parecía mantenerse
controlada.
—Jesús, Sophie —jadeé.
—N-no pretendí v-venir aquí —respiró tristemente castañeando sus
dientes—. Pero n-no sabía a dónde más i-ir.
—¿Qué te pasó?
—Yo... yo... —comenzó mientras sus ojos se voltearon para ver a Mira, quien
venía detrás de mí. El rostro de Sophie cayó aún más, si eso era posible. Por una
fracción de segundo, una confusión torturada, una vívida e inquietante
consternación, se apoderó de su rostro. Se mordió el temblor del labio frío y
comenzó a alejarse—. Lo siento, no sabía... No me quieres aquí... —Se fue 171
apagando en un hilo de voz, presa del pánico—. Me iré.
Sin otra mirada o una vista hacia atrás, comenzó a irse por el pasillo hacia la
escalera.
—Sophie, espera. —Corrí tras ella y la agarré del brazo, girándola alrededor.
Mantuvo el rostro volteado, con los ojos bajos; pero podía ver lo que se estaba
derritiendo, sea la nieve o las lágrimas resbalando por sus mejillas.
—No, Bran —susurró, negando—. No debería haber venido.
Tiró de su brazo, tratando de apartarse, pero no se lo permití. No sabía lo que
había pasado, pero se encontraba claramente en algún tipo de problemas y estaba
preocupado por ella.
Pero aún más, todavía malditamente la amaba. Incluso con toda la mierda
que había sucedido allí mismo al final. Aun sabiendo cómo había jugado conmigo.
No quería que se fuera.
—Sophie. —La acerqué suavemente—. ¿Qué pasó?
—Dios, Brannon —vaciló en voz baja, sus hombros temblando—. Solo
detente. Déjame ir. Regresa con tu invitada.
¿Con Mira? ¿Se iba debido a Mira?
—¿Esta es Sophie? —preguntó Mira desde unos pocos pasos de distancia.
Tenía esa mirada de pregunta maternal en sus ojos.
Sophie aspiró, sin mirar hacia atrás. Tiró de su brazo de nuevo, cerrando los
ojos con fuerza y volviendo a intentar alejarse.
—Soy Mira —dijo mi hermana, dando un paso más cerca—. La hermana de
Brannon
Sophie inmediatamente dejó de tirar y se volteó con una mirada sorprendida
y llorosa a Mira.
Mira solo le sonrió, una luz cálida y preocupada en sus ojos, cambiando a
alarma cuando la respiración de Sophie cayó en picada, con lo que su mano cubrió
sus ojos mientras se echaba a llorar. Sollozos rompe-cuerpo que la sacudieron
tanto a ella como a mí. Envolviendo mis brazos a su alrededor, jalé su figura medio
helada contra mi pecho.
Y lloró. Se rompió por completo, tomando respiraciones irregulares y
convulsivas mientras lloraba. Mira me lanzó una mirada asesina.
—Jesús, Brannon, llévala dentro —ordenó con el ceño fruncido.
Debidamente castigado por mi hermana, deslicé un brazo debajo de las
piernas de Sophie y la levanté a mi pecho, dirigiéndola a mi apartamento. Mira
cerró la puerta detrás de nosotros y se metió en mi habitación para tomar una
manta de mi cama. Mientras me instalaba en el sofá con una sollozante Sophie en
mi regazo, Mira metió la manta alrededor de Sophie y de mí. 172
Apartó un mechón de cabello medio derretido lejos del rostro de Sophie.
—Aww, cariño —dijo—. Estás congelándote. Iré a calentar un poco de agua.
Te haré un poco de chocolate.
Mira bullía alrededor de mi cocina mientras estaba sentado allí con Sophie,
mientras sus lágrimas finalmente comenzaron a desvanecerse y su agitada
melancolía acalló hasta sus agotados sorbidos.
—Lo siento —susurró contra mi cuello—. Me siento como una idiota.
Acaricié con mi rostro la parte superior de su cabeza todavía empapada, pero
un poco caliente ahora para emanar ese fresco olor familiar y limpio. Un aroma
que pensé que nunca experimentaría de nuevo. Un aroma que solo era siempre de
Sophie. Que me hacía doler el pecho fuertemente, pero no lo habría cambiado por
nada en el mundo ahora.
—¿Qué pasó? —finalmente murmuré, pero fui interrumpido por mi hermana
que apareció ante nosotros con una humeante taza de chocolate.
—Aquí —dijo Mira, sujetándola para Sophie—. Toma unos sorbos, mantén la
taza contra ti para calentarte.
Sophie le lanzó una mirada culpable, pero hizo lo que le dijeron.
El silencio llenó la habitación. Preguntas tácitas de Mira. Mi sorpresa total de
que Sophie estuviera aquí, aún más por su estado emocional y físico. Sophie,
después de haber conseguido por fin un poco más de control sobre sí misma,
parecía querer desaparecer directo en el sofá. Para desaparecer ante nuestros ojos.
Mira la observó pensativa, luego dio un agudo vistazo en mi dirección.
—¿Necesitan algo? —preguntó, haciendo un gesto de la mano atrás y
adelante entre Sophie y yo—. Probablemente debería ir a casa antes de que Chase
y los chicos piensen que no voy a volver.
Sophie se quedó mirando su taza y tragó.
—Creo que estamos bien, Mira —le contesté.
—Está bien. —Sonrió, un poco ansiosa e inquieta—. Llámame si surge algo.
Asentí y le di una mueca preocupada mientras se levantaba para tomar su
abrigo y bolso. Unos segundos más tarde, sin embargo, otra mirada aprensiva y se
dirigió hacia la puerta.
Sophie no habló al principio. Se sentó en mi regazo en silencio sosteniendo
su chocolate. Su ropa me tenía empapado hasta los huesos, pero no iba a decir
nada. No quería que se moviera.
Nunca.
—Me fui —murmuró después de un largo tiempo.
—¿Te fuiste de dónde? —le pregunté en voz baja. 173
—De todo eso. De todo. —Su cabeza estaba aún metida en mi hombro, su
voz apenas un susurro. Pero podía sentirla negando solo un poco, el flequillo
mojado rozando mi mandíbula—. Lo intenté. Intenté regresar. A todo como había
sido antes. Intenté... ser la pequeña perfecta Sophie de nuevo.
—¿Volviste a Richard? —No pude evitar la amargura de mi voz y eso hizo que
Sophie levantara la cabeza para mirarme.
Frunció el ceño ante mi expresión oscura, negando.
—No con Richard. Nunca regresé con Richard.
—Sophie —argumenté en voz baja—.Te vi. Vi el anillo. —Saqué la mano fuera
de la manta para ver que todavía estaba allí. Mi estómago se revolvió al ver el
pequeño diamante.
Porque me di cuenta que realmente era como un pequeño diamante. Muy
diferente de Richard y su llamativo nuevo Mustang rojo. Una sensación de malestar
comenzó a subir en mis entrañas mientras empezaba a preguntarme si
posiblemente habría sobreactuado esa noche.
—No era lo que parecía —susurró, sus ojos luminosos reflejando un
desaliento sombrío—. Era el anillo de mi abuela.
—¿Por qué Richard te lo dio? ¿Por qué estabas incluso con ese hijo de puta?
Pensé que se suponía que cenarías con tus padres.
—Lo iba a hacer. Quedé en cenar con mis padres, quiero decir. Llegué allí y
Richard estaba en su lugar. Mi papá lo tramó. Mi madre le dio el anillo de mi
abuela, pensando que el sentimentalismo podría traerme de vuelta. —Miró el
anillo—. Se me propuso al tiempo que se disculpaba por el pequeño diamante que
era. Bastante típico —dijo, con una sonrisa desolada inclinando sus labios. Sus ojos
se levantaron a los míos—. Y dije que no. Le dije que, tanto como tener ese anillo
significaría para mí, no podía casarme con él. Le dije que le llevara el anillo de
nuevo a mi madre.
Negué con incredulidad.
—Pero lo tomaste. Sophie, te vi tomarlo y deslizarlo en tu dedo. Joder,
todavía lo tienes, incluso ahora.
—Él hizo la primera cosa decente creo que ha hecho por mí —dijo,
respirando temblorosamente—. Dijo que debería tenerlo de todos modos, sin
ningún compromiso. No como un anillo de compromiso, sino solo porque
significaba algo para mí. Dijo que había prometido intentarlo una última vez, hacer
lo que pudiera para hacer a nuestros padres felices. Pero también dijo que
entendía, que me lo daría y me pedía que no me casara con él. Ahí fue cuando lo
tomé.
Realmente no sabía qué decir. Mi terrible culpa amenazaba con ahogarme
mientras entendía claramente que realmente, realmente la jodí. Porque me lancé a
conclusiones y perdí mi temperamento completamente. Había perdido mi mente,
pensando que me estaba engañando. 174
Pero lo peor de todo, era que la había perdido a ella. Había perdido a Sophie.
—Estabas tan enojado —continuó—. Como si me odiaras. Me dijiste que no
llamara ni me acercara y no podía soportar ver esa mirada en tu rostro otra vez,
escuchar ese odio en tu voz. —Su labio tembló y miró hacia abajo a la taza de
nuevo—. Pero entonces, yo, eh... hablé con Lily en el trabajo.
Le sequé una nueva lágrima que bajaba por su mejilla, pero no miró de
regreso hacia mí. Respiró y continuó:
—Me dijo que pensaba que te importaba. Que me equivocaba al mantenerme
alejada. Que habías cambiado en el tiempo que estuvimos juntos. Me dijo que
debería ir a verte... así que fui a la fiesta…
Se detuvo abruptamente, mordiéndose el labio. Luchando por contener las
lágrimas a raya, cerró los ojos, solo para que se desbordaran y se arrastraran por
sus mejillas.
Ya me sentía como un imbécil. En mi propia devastación ensimismada, ni
siquiera se me había ocurrido cómo ella vería las cosas. Y Viv... fue el punto de
inflexión definitivo. Por mucho que me hubiera destrozado pensar que había
elegido a Richard sobre mí, solo podía imaginar cómo Sophie se había sentido al
entrar y vernos a Viv y a mí. Debido a que no había duda de lo que había pasado
allí.
Acercándola más, presioné mis labios contra su cabello.
—Dios, lo siento mucho, Sophie. Eso fue... esa mierda con Vivienne... Siento
mucho que vieras eso.
—No, no lo estés. —Negó—. Solo pareció un llamado de atención. Aquí
estaba pensando que era especial y…
—Fuiste especial —interrumpí—. Lo eres.
Sus ojos se cerraron fuertemente mientras luchaba con la marea de sus
lágrimas.
—Fui una tonta. Al pensar que podrías... —Su voz se desvaneció cuando
empezó a temblar con sollozos.
—Dios, Soph —dije, jalándola tan cerca como pude—. No llores, cariño.
Joder, no llores.
Por una vez, Sophie no hizo lo que le dijeron. Parecía que no podía. Mi
corazón se rompió sosteniéndola mientras lloraba, sabiendo que todo el dolor que
sentía era por mi culpa. Era un imbécil.
—Soph, estaba tan enojado. Estaba borracho y fuera de mí —le susurré—.
Estaba desesperado por olvidarte y no sabía cómo.
Sophie sorbió su nariz contra mi pecho, un suspiro tembloroso sacudió sus
hombros.
—Esa fue la única vez —continué—. No es que importe, pero fue la única vez 175
que toqué a otra chica desde aquella primera noche en Copperline.
—No importa —aspiró, negando lentamente—. Como dije, eso solo pareció
confirmar que iba en la dirección equivocada. —Respiró profundamente y me
miró—. Así que me fui a casa. Volví con mis padres.
—¿Con tus padres?
—Traté de ser lo que era antes. Intenté encajar de nuevo en su mundo. —
Ahogó una risa seca—. Incluso estuve de acuerdo en ser la dama de honor de
Alyssa después que Richard le propusiera matrimonio.
—Jesús —murmuré—. Eso pasó algo rápido.
—Está embarazada. Supongo que finalmente encontró una manera de
mantenerlo.
—Ugh.
—Sí, ugh. —Sophie estuvo de acuerdo con tristeza—. Pero me quedé ahí. Me
puse la máscara y me convertí en Sophie Buchanan de nuevo. Cada día parecía un
poco más fácil que el día anterior. Las cosas comenzaron a sentirse... entumecidas.
Y luego, esta noche, mi padre se soltó. Está furioso conmigo por alejar a Richard.
Dijo que incluso había tratado de sobornar a Alyssa.
—¿Sobornarla para qué?
—Para tener un aborto. Dijo que era escandaloso, lo que estaba haciendo.
Que no era mejor que una basura, que debía haber sido mi influencia debido a que
había caído en desgracia yo misma.
—¿Qué carajos?
—Justo en medio de eso, me fui. Subí a mi auto y me fui. Conduje por un
rato, sin rumbo. —Sus cejas se juntaron y cerró los ojos de nuevo—. Y me di
cuenta. No encajaba. En ningún lugar. No con ellos. Ni contigo.
—Sophie.
—Me hice a un lado de la carretera y vi que empezaba a nevar. De repente,
todo pareció tan claro. Toda mi vida he estado rodeada de lujo. Me han dado todo
lo que cualquiera pudiera desear, excepto la única cosa que realmente necesité. —
Me miró—. Nunca he sido amada.
—Soph.
Colocó sus dedos sobre mis labios, deteniéndome.
—Me sentí como si lo fuera contigo —susurró, causando que mis ojos
quemaran y mi garganta se apretara—. Por ese pequeño corto lapso de tiempo,
realmente me sentí como si lo fuera. No por cómo me veía o lo que podía hacer
por ti o lo que podías sacar de estar conmigo. Sino todas estas pequeñas cosas. —
Una pesada lágrima bajó por sus mejillas mientras pasaba sus dedos a lo largo de
mi rostro, sobre el anillo en mi ceja y abajo de mi mandíbula—. Amabas hacerme
reír y hacerme gritar. Amabas hacerme soltar todo lo que pensabas que tenía que 176
ser. Amabas mostrarme lo que podía ser. Te encantaba enseñarme quién era
realmente por dentro, para que saliera a la luz y compartirlo. Ayudarme a dejar ir la
máscara que he llevado durante tanto tiempo.
Se formó un enorme nudo en mi garganta mientras hablaba, un sentido
hueco de pesar tan fuerte que apenas podía soportarlo. Ni siquiera podía hablar.
No tenía ni idea de qué decir. No había tenido la menor idea de lo que había
significado para ella.
Su voz se volvió un susurro:
—Estaba tan asustada de dejarlos. Tan infeliz como era con ellos, mi familia
siempre me proveía seguridad. Por mucho que quería dejar todo eso atrás, tenía
miedo. Miedo de fallar. Temerosa de que te aburrieras de mí, o de que no me
quisieras más si no era perfecta. —Su voz se quebró y se mordió el labio―. Tal vez
nunca realmente había planeado dejar todo atrás. Pero esta noche, sentada sola en
la oscuridad, solo quería que se fuera, dejar todo atrás. Para siempre. Me senté allí
y decidí que tenía que hacer algo drástico. Entonces, abrí mi bolso y saqué mi
billetera. Saqué todas mis tarjetas de crédito. Catorce. Mi límite de crédito es
astronómico porque mi padre paga todas las cuentas. Las aventé, una por una, en
el compartimiento central de mi auto.
Respiró profundo, agarrada de un mínimo de control, y se volvió hacia mí de
nuevo, su mirada se estrechó y fue contemplativa.
―Tengo una cuenta de ahorros. Es bastante todo el dinero que gané al
trabajar para Lily. Mi padre no lo sabe. Ni siquiera le dije que tenía un trabajo. No
es mucho, pero es suficiente para que tal vez pueda sobrevivir hasta que pueda
entender las cosas. Solo tenía cuarenta y dos dólares en el bolso, sin embargo, por
lo que tenía que encontrar un lugar para quedarme hasta mañana.
—Y viniste aquí —le dije.
—No quise decir eso, realmente. —Negó—. Pensé que estaba cerca de
Perkins, que a lo mejor podía ir allí y beber un poco de café. Solo tenía que esperar
hasta que el banco estuviera abierto, así podría conseguir algo de dinero. Pensé
que tal vez compraría un billete de autobús a Big Sky, para conseguir un trabajo en
el complejo, en las labores de limpieza o algo así.
—Tu trabajo ideal —susurré en una broma sombría. Mis propios ojos estaban
cerrados en este momento. Cada palabra de lo que decía era insoportable.
—Solo quería hacer algo como la gente normal. —Aspiró y puso su cabeza en
mi pecho—. Entonces, pensando que iría a Perkins, tomé mi teléfono y le envié un
correo electrónico a mi padre. Le dije dónde estaba el BMW, que todas sus cosas
estarían dentro, pero que me iba. Luego puse mi teléfono con las tarjetas, saqué las
llaves del contacto y las arrojé por allí también. Cerré las puertas mientras salía y lo
dejé todo.
—¿Cómo llegaste aquí? —le pregunté, deseando más que nada que dijera
que era porque me amaba.
177
—No sé cuánto tiempo caminé cuando la nieve comenzó a caer
pesadamente. Supongo que no estaba realmente prestando atención, pero parecía
que, de repente, estaba cayendo en copos gruesos que se comenzaron a juntar,
derritiéndose contra mi piel y cabello, filtrándose en mi chaqueta. Mis botas
estaban empapadas de chapotear en ella y mis pies estaban empezando a dolerme
por tanto frío.
Se detuvo un momento y me incliné hacia atrás para mirarla. Sus pestañas
estaban mojadas por sus lágrimas contra sus mejillas sonrojadas.
—Pensé que no podría haber ido mucho más lejos. Las cosas que me
rodeaban parecían familiares, era todo lo que podía decir en la oscuridad y los
remolinos de nieve. Y entonces di la vuelta a una esquina y me di cuenta que no
estaba en ninguna parte cerca de Perkins. —Levantó los ojos para mirarme—.
Estaba allí mirando tu edificio. Podía ver las luces encendidas en tu apartamento.
Podía ver tu árbol de Navidad.
—Mira me lo trajo esta noche —le dije bajito, tratando de ignorar la
realización sombría de que no había querido venir aquí en absoluto.
—Estaba tan frío. En realidad no estaba pensando con claridad en ese punto.
Probablemente no debería haber venido, pero solo quería calentarme.
—Me alegro de que aparecieras, Soph —murmuré.
La comisura de sus labios se levantó en una débil sonrisa irónica.
—Siento haberme derrumbado. Tu hermana debió pensar que estoy
completamente loca.
—Bueno, te relacionó conmigo y no puedes ponerte mucho peor que yo. No
dejes que eso te afecte demasiado.
Durante un tiempo, no dijo nada. Solo se apoyó en mi hombro, sumida en sus
pensamientos. Tenía mi propia mierda rodando por mi cabeza. Sobre todo de cuán
abominable lo había jodido. Pero también solo deseaba que hubiera venido a mí, a
pesar de que no merecía nada de ella, ni siquiera el sentido tonto de alegría que
me daba solo tenerla en mis brazos.
Solo esta última vez.
—¿Me prestas tu teléfono? —finalmente susurró en voz baja.
—¿Mi teléfono?
—Sí. —Asintió con la cabeza contra mi pecho—. Para poder llamar un taxi.
—Sophie, no necesitas llamar un taxi.
—Iré a Perkins, Bran —sostuvo—. Está justo del otro lado de la calle del
banco y voy a pasar el rato simplemente allí como había planeado.
—Quédate aquí —le sugerí.
Alzó la cabeza, sus cejas se levantaron firmemente y un renovado dolor
parpadeó a través de sus ojos.
—No puedo hacer eso. 178
—Sí, puedes. Puedes dormir en mi habitación. —Tragó, estudiándome cerca
antes de comenzar a negar. Rápidamente seguí antes que pudiera hablar de
nuevo—. Dormiré aquí en el sofá. Todo estará bien.
—Bran… —Cerró los ojos con fuerza.
—Está bien, Sophie. Solo esta noche. Tuviste un día de mierda, necesitas
dormir un poco.
—Pero, yo…
Levanté su barbilla para mirarla.
—No tienes que leer nada en eso. Es solo un amigo ayudando a otro.
Su labio tembló cuando sus ojos cayeron de vuelta a su taza y se estiró por
ella, inclinándome hacia adelante para ponerla sobre la mesa de café.
—Levántate —le dije, tratando con mi mejor esfuerzo de no sonar afectado.
Ignorando la brutal guerra dentro de mí. Quería desplegarme, solo decirle lo
mucho que quería abrazarla esta noche. Todas las noches. Pero lo había jodido tan
estúpidamente y esa comodidad de mí era probablemente lo último que ella
necesitaba.
Mientras bajaba de mi regazo, se estremeció y puso la manta alrededor de su
cuerpo frío, todavía húmedo de la nieve. Le di la vuelta hacia mi dormitorio,
guiándola con mi mano en su espalda baja. Pude sentir su temblor, sin tener idea
de si era por el frío o la emoción. Al entrar en mi habitación, saqué una camisa
limpia de mi armario y la puse sobre la cama, luego me volví hacia mi tocador
agarrando unos calcetines gruesos y un pantalón de dormir para mí.
Extendí los calcetines hacia ella y vi que se había acomodado en mi cama, con
un ceño triste en los labios mientras parecía un poco aturdida por los fantasmas de
esta habitación. Nosotros acostados, acurrucados en los brazos del otro. Me
pasaba mucho a mí también. Todo el tiempo. A veces cerraba los ojos por la noche
y casi podía sentirla a mi lado, arropada en las cálidas sábanas de franela oscura.
—Aquí, Soph —murmuré, sacudiéndola de vuelta al presente. Deslizó una
mano fuera de su manta para tomar los calcetines.
—Gracias —respondió mientras agarraba la camisa, sin levantar la mirada
hacia mí y dando un paso hacia la puerta—. Iré a cambiarme al baño.
—Aquí, solo un segundo. —Fui a su alrededor, yendo al cuarto de baño
mientras me seguía en silencio detrás. Abrí el cajón superior del gabinete, justo al
lado del fregadero, y saqué su cepillo de dientes azul aguamarina.
El que había mirado todos los días, pero nunca había podido deshacerme de
él.
—Tu cepillo de dientes —murmuré, poniéndolo sobre el mostrador con un
tubo de Crest11.
La miré por un segundo, el tiempo suficiente para ver el dolor crudo en sus 179
ojos. Mi voz sonó ronca cuando hablé.
—Voy a cambiarme en mi habitación muy rápido mientras estás aquí.
Sophie asintió y salí del baño, cerrando la puerta detrás de mí.
Como mierda igual que todo lo demás parecía por el momento, se sentía un
poco impresionante quitarme esa ropa húmeda y conseguir ropa de dormir. No me
había dado cuenta de lo mojado que me había puesto, sentado ahí en el sofá. Y sin
ella en mis brazos, tenía frío. Agarré una Henley12 y salí al salón para encender la
calefacción solo un poco más, tirando de la camisa del sofá. Oí el clic de la puerta y
levanté la vista para ver a Sophie que bajaba por el corto pasillo del baño. Sophie
en mi camisa. Igual que antes.
—Brannon —dijo en voz baja—. Puedo dormir en el sofá. Está bien. Si lo
deseas puedes conseguirme una manta seca, estaré bien.
Negué y me acerqué, poniendo mis manos sobre sus hombros para darle la
espalda hacia el dormitorio.
—No, Soph —discutí—. Toma la cama.

11
Marca de crema dental
12
Camiseta
La guié al dormitorio y hacia la cama, tirando de las mantas para que pudiera
deslizarse entre las sábanas. Me dio una última mirada atormentada, como si
estuviera tratando de disuadirme todavía de esto. Pero no la dejaría pelear y la
instalé en mi cama mientras ponía la cálida colcha sobre su pecho, sentado en el
borde de la cama a su lado.
—Solo trata de dormir un poco —la insté—. Mañana te llevaré a donde
quieras.
—Bran, yo no…
—No quiero discutir más contigo, Soph —dije con una sonrisa triste.
—No estoy tratando de discutir. Solo... no quiero poner esto sobre ti.
—No tienes que estar sola.
—Esto puede sonar un poco raro, pero sí lo hago. Tan sola como me he
sentido toda mi vida, nunca he estado sola. Nunca me he ocupado de mí misma.
Tomado responsabilidad. Necesito saber, Bran —susurró—. Necesito saber que
puedo hacerlo. ¿Tiene algún sentido?
—En realidad, —Suspiré con tristeza—, lo tiene. Pero puedo ayudarte a
empezar.
Me volví para apagar la luz de la mesilla, dejando un débil resplandor que
entraba por la puerta abierta al pasillo. Mirando hacia atrás a Sophie,
distraídamente alisé la manta sobre ella, acariciando la suave curva de su pecho
antes de que me diera cuenta que incluso lo había hecho. Me quedé helado y los 180
ojos de Sophie se dispararon para captar los míos, su respiración superficial, casi se
detuvo por completo.
Estaba allí, esa electricidad que siempre nos había atraído. Ese anhelo. Y, por
un momento, mi mente me gritó que la besara. Que bajara la cabeza a sus suaves
labios, sorprendiéndola. Para saborear su dulzor una vez más.
Tembló bajo mi mano y ese pequeño temblor me sacudió del aturdimiento.
Cerré los ojos, centrado en mí mismo, re-alineando mi compostura y luego volví a
mirarla de nuevo.
—Buenas noches, Sophie —susurré.
Vi el brillo tenue de sus dientes atrapando su labio inferior tembloroso antes
de que respirara de nuevo su inestable respuesta.
—Buenas noches, Bran.
Entonces, me obligué a ponerme de pie, a darme la vuelta y caminar desde la
habitación. Cada célula de mi cuerpo quería quedarse. Salir de esa habitación fue
una de las cosas más difíciles que jamás había hecho.
Especialmente cuando me llamó justo antes de cerrar la puerta detrás de mí.
—¿Bran?
Parado en la puerta, sin darme la vuelta, pero inclinando la cabeza hacia un
lado para escuchar más de cerca, esperé.
Hubo un pequeño matiz de su voz y entonces simplemente dijo:
―Gracias.
Cerré los ojos con fuerza, no realmente confiando en mí para hablar. Para
mirar hacia atrás, a ella. Para hacer otra cosa que ofrecerle una ligera inclinación de
cabeza en respuesta.
Y luego cerré la puerta detrás de mí.
Todo el tiempo que estuve en el baño, cepillándome los dientes, peleé contra
ello. Ese intenso impulso de volver ahí. Para rogarle que no se fuera. Era como si se
hiciera más fuerte a cada segundo. Como que fuera insoportable que no lo hiciera.
Ir en contra de mi mejor juicio.
No la mereces, me decía a mí mismo. Nunca lo hiciste.
Y seguí mi conferencia interna mientras me miraba a mí mismo largo y duro
en el espejo, cuando salí del cuarto de baño. Sabía que no debía hacerlo, pero no
pude evitar girar para mirar hacia la puerta cerrada. Di un paso más cerca y puse
mis manos contra el marco de la puerta, sosteniéndome a mí mismo. Literalmente.
Y justo cuando pensaba que podría tener todo bajo control, justo cuando
estaba a una fracción de segundo de soltar el marco de la puerta y salir a la sala de
estar, la puerta se abrió de repente delante de mí.
181
Sophie parecía nerviosa. Agitada. Su respiración era entrecortada y afilada
mientras estaba allí ante mí. Mientras se acercaba más y las lágrimas llenaban sus
ojos. Su labio tembló mientras se acurrucó en mí, levantándose contra mi pecho
desnudo y envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. Mi agarre en el marco
de la puerta se volvió doloroso, luchando contra la intensa necesidad de envolverla
en mis brazos.
—Te extraño —susurró en un sollozo roto.
Capítulo 19

D
ios. Su toque...
—Todas las noches —respiró Sophie contra mi pecho—,
cierro los ojos y te veo. A veces éramos tú y yo. —Levantó la
cabeza, presionando su rostro en mi cuello—. A veces tú y ella. Y
eso me rompe el corazón. Me da rabia. Me pone enferma —susurró—. Pero todavía
te extraño. —Sus labios rozan mi clavícula presionando suaves besos en mi piel
desnuda, entremezclados con sus susurros—. Me siento como una idiota por eso,
pero echo de menos todo de ti.
Luché contra ello. Mis dedos me dolían por tocarla. Amarla había sido
abrumador. Perderla había sido desgarrador. Vivir sin ella había sido un verdadero
infierno. Había intentado tan duro olvidarla. Dejar atrás lo que sentía por ella, todo
lo que recordaba y apreciaba.
Pero esta era Sophie. No podía negarle nada. Incluso ahora, sabiendo que era
una mala idea, no podía alejarla.
—Sophie. —Respiré, un último control sobre mi moderación. 182
—Te amo. —Se enderezó y me miró como un rastro plateado de lágrimas
corriendo por sus mejillas, reflejando la luz del pasillo—. Nunca había conocido
realmente el amor... hasta ti.
Eso fue todo. El colmo. No había manera de mierda que pudiera luchar contra
eso.
Ella me amaba.
Por un segundo, solo me quedé allí congelado, dejando que se hundiera en
esa dura cabeza mía. Me aparté y busqué en sus ojos por una señal de que
acababa de decir lo que había escuchado.
Luego, en un apuro, mis manos cayeron desde el marco de la puerta, se
enredaron en su cabello y atraje sus labios hasta los míos.
Me moría de hambre por su beso. Era como nada más. Nada. Con una
creciente emoción desesperada en mi pecho, girando mi lengua con la de ella.
Aspiré su aire e incliné mi cabeza para profundizar el contacto. Sus manos se
deslizaron hasta mis hombros y aplanó su cuerpo contra el mío con un débil
gemido. Una de mis manos se deslizó de su cabello, por la curva de su columna y
ella se puso de puntillas para fundirse contra mí.
Levantando la cabeza, tomé su mejilla en mi mano, sosteniéndola con fuerza
con mi otro brazo.
—Sophie —suspiré con un grueso, gemido irregular—. No sé ni quién soy. No
sin ti.
Subió contra mí y mi mano se deslizó hacia abajo sobre su trasero,
levantándola mientras sus piernas se curvaban alrededor de mi cintura. Me acerqué
a la cama, bajándola al colchón y siguiéndola, mis labios bloqueando los suyos. Sus
piernas abiertas debajo de mí mientras apretaba sus caderas en las mías.
—Mi Sophie —murmuré contra sus labios—. Eres mía.
—Soy tuya —susurró de regreso—. Te amo. Te extrañé.
Tiré de los botones de su camisa, dejando al descubierto su piel, besando y
mordisqueando entre sus pechos. Mis labios se desvían hacia un lado para capturar
un pezón fuertemente mientras saco la franela suave de su piel. Su cuerpo se
arqueó contra mí, sus dedos se doblaron por mi cabello, instándome con mayor
firmeza en su contra. Su sollozo entrecortado resonó por toda la habitación
callada, reverberando a través de mi alma.
Mi cuerpo estaba en llamas. Cada centímetro de mi piel se quemaba con la
necesidad de tocarla. Todo se sentía precipitado con la necesidad de sumergirme
dentro de ella y experimentar el éxtasis que solo Sophie podía proporcionarme. Me
levanté sobre ella y se apresuró a meterse en mi pantalón de dormir, deslizando
los dedos por su parte delantera para liberar mi pulsante, dolorido pene.
Levanté la cabeza para mirarla, sosteniendo su mirada firme y decidida.
—Quiero desnudarte, Soph. Nunca he tenido a una mujer de esta manera, ni 183
una sola vez en toda mi vida. Pero, Dios, solo para sentirte muy profundo.
—Sí —susurró Sophie.
Se movió, con lo que mi cabeza palpitante encontró su centro húmedo, luego
inclinó sus caderas hacia arriba mientras la llenaba.
El dulce suave resbalar de su vagina, casi me deshizo. Increíble. Tan diferente
y tan... Joder.
—Jesús, Soph —gemí—. Dios, yo... oh mierda. —No pude detener el
murmullo, la incoherencia pareciendo tomar el relevo.
Y entonces Sophie hizo que todo fuera mucho mejor con su susurro sin
aliento.
—Te amo.
Su voz sonó contra mi oído. Se hizo eco en mi mente. Me sentía
completamente poseído por ella, embelesado por el calor dulce y suave de su
toque. Levanté la cabeza para mirarla y colocó sus palmas a cada lado de mi
mandíbula.
El delicioso resbalar de mi pene desnudo enviaba emociones a través de todo
mi cuerpo cada vez que me empujaba profundamente dentro de ella. El increíble,
resbaloso, sedoso calor endurecido de sus músculos mientras levantaba las caderas
para encontrarse con mis lentas embestidas deliberadas.
Siempre había sido diferente con ella. Antes de Sophie, el sexo había sido
entretenimiento. Sin sentido y divertido. En las semanas que habíamos estado
separados, el odio por mí mismo por encima de mi comportamiento me había
hecho trizas. El conocimiento de que lo había perdido todo. El ansia amarga del
menor atisbo de lo que habíamos tenido. Incluso la emoción vacía que había
tenido antes de ella. La entrega total a su memoria, sabiendo que nunca tocaría tal
perfección de nuevo.
Pero justo en ese momento, era como si pasáramos por los lazos mortales de
nuestra carne, como si nuestras almas estuvieran entrelazadas juntas, cada uno
reclamando al otro.
—Te amo, Sophie. —No pude evitar las palabras, una y otra vez, mientras mi
cuerpo se fundía con el de ella.
Y sus palabras se hicieron eco de las mías. Arremolinándose alrededor de
nosotros, envolviéndonos en pura emoción en estado puro.
—Te amo, Bran.
Me di la vuelta sobre mi espalda, tirando de ella conmigo y sentado en
posición vertical para atraerla a mi cuerpo. Rodeó sus caderas al ritmo de un latido,
sus dedos acariciando mis hombros, cuello y mandíbula mientras me besaba, al
respirar las palabras en mi propia existencia. Éramos un ser, una mente y un
corazón, moviéndonos juntos. La tempestad comenzó a subir dentro de los dos. Su
cuerpo me hipnotizó y me apretó duro mientras comenzaba a elevarse, mientras
sollozaba contra mis labios y sus movimientos se volvieron erráticos y temblorosos. 184
Y entonces se iluminó a mi alrededor con un jadeo desesperado. La empujé
de regreso a la cama, rodando por encima de ella y bombeando en ella con una
fuerza tremenda. Yacía envuelta en mis brazos, jadeando y lamentándose en mi
pecho mientras lo hacía solo un par de veces más y luego me perdí dentro de ella,
sintiendo el flujo de calor llenándola, un grito desgarrador de sus labios tiernos.
Me mantuve profundo, disfrutando el tacto sedoso de su vagina, la humedad
de su liberación y la mía juntas, calientes y eróticas. Una epifanía orgásmica.
Respiré contra su frente, superado la conciencia, con la sensualidad y la
emoción del momento. Mi corazón latía con fuerza. Mi garganta se sentía apretada
y mis ojos ardían con lágrimas. Pensé por un segundo que gritaría como una niña.
No había sentido nada tan poderoso desde que mi madre murió.
Sophie respiró en mi piel y pasó los dedos por mis hombros. Me había
envuelto a mí mismo a su alrededor mientras yacía acunada debajo de mí, los dos
flotando en la consumación de reverencia pura.
Nunca había experimentado nada tan profundo. Como una absolución
pagana, el amor nos agarró con fuerza en un solemne vínculo que hablaba de
perdón, de devoción y de fidelidad.
Había susurrado tantas veces, contra su piel y sus labios, pero no pude evitar
el agotado suspiro mientras la bruma de nuestra pasión comenzaba a decaer.
—Te amo, Soph.
Y el aliento susurrado, una caricia tranquilizadora sobre todas las cicatrices de
nuestra angustia en curación.
—Te amo, Bran.

****

El delicado roce de los dedos finos a lo largo de mi mandíbula, me excitaron.


Cuando abrí mis ojos a la tenue luz, del ante amanecer pálido, vi a Sophie
estudiándome. Estaba en mis brazos, a pocos centímetros de distancia, mirando el
camino de sus dedos a medida que pasaban por encima de mi tatuaje. Levanté la
vista y puse mis ojos en ella.
—La primera vez que desperté —dijo en un susurro—, pensé que estaba
soñando. Estando tan cerca de ti. Estar en tus brazos. —Metió la cabeza debajo de
mi barbilla, acurrucándose contra mi pecho desnudo—. Nunca pensé que tendría
esto de nuevo.
—Yo tampoco —murmuré, cerrando los ojos. Mis brazos se apretaron a su
alrededor mientras saboreaba la tranquilidad, la oscuridad y la sensación de su
piel. Rozando la mano por su hombro, acaricié suavemente la textura suave y
sedosa—. Tenerte aquí en carne y hueso. En mi cama. Me acostaba aquí cada
noche pensando en ti. Echándote de menos. 185
Besó mi bíceps, aplastándose más profundamente en mis brazos.
—Te extrañé mucho más. Estoy segura de ello.
—Imposible —susurré en su cabello. Mis ojos se cerraron mientras recordaba
lo que había dicho anoche—. ¿Todavía te irás, Sophie?
Se apartó y me miró con expresión preocupada. Tragando, con su voz baja y
rota, habló:
—No sé qué hacer. Necesito saber que puedo cuidar de mí misma. Necesito
averiguar quién soy. Siempre he sido lo que otras personas querían que fuera.
—No tienes que irte, sin embargo. Tendrías un trabajo aquí. Estoy seguro de
que Lily te tomaría de nuevo en un segundo.
Sophie negó.
—Como que la defraudé, Bran.
—Estoy bastante seguro de que entiende por qué. Apenas quiere hablar
conmigo, excepto para decirme qué idiota soy. —Torcí los labios—. De vez en
cuando, preguntaba acerca de ti y ella me daba mierda.
—No tendría mucho que compartir. No la he visto desde esa... esa noche
horrible. La llamé al día siguiente para decirle que no podía volver. Ni siquiera le
dije por qué.
—Lo supo. —Hice una mueca.
Sophie pasó sus dedos a lo largo de mi mandíbula. La tristeza en sus ojos me
estaba destrozando. El pensamiento de que me dejara, ahora... La amaba.
—Puedes quedarte aquí —le ofrecí, tratando de sonar casual todo el tiempo,
sintiéndome todo lo contrario. De repente sentí como si me hubiera tragado un
pomelo. Como que no podía respirar y la sangre golpeaba mis venas.
—Si lo hiciera —susurró—, sería demasiado fácil que cuidaras de mí.
Negué y respondí enfáticamente:
—Entonces no hagas que sea difícil.
—Tengo que tratar de hacer algo por mi cuenta, Bran, solo por un rato. Si no
lo hiciera, me sentiría como una carga para ti.
—No eres una carga —argumenté—. Dios, Sophie, estoy seguro como la
mierda que no te merezco, pero no quiero que te vayas.
—Eres mucho mejor de lo que piensas, Brannon. Mucho más de lo que te das
crédito.
Pasó los dedos por mi mejilla.
Durante un tiempo, solo nos quedamos allí, estudiándonos entre sí
estrechamente como si el recuerdo de este momento nos pudiera hacer atravesar
las próximas semanas o meses. Por mucho después de que ella hubiera
desaparecido. 186
—Tal vez no deje que te vayas —le susurré después de un tiempo,
inclinándome hacia adelante para besarla suavemente en los labios. Mi triste y
suave broma, un intento de melancolía para hacer esto más fácil para los dos—.
Solo voy a encadenarte aquí desnuda en mi cama.
—No puedo pensar en cosas peores —murmuró suavemente en mi beso—.
No creo que pudiera haber algo mejor.
—Entonces quédate. —Suspiré—. Quédate aquí conmigo.
—Brannon, solo necesito un poco de tiempo... para averiguar quién soy.
Cerré los ojos con fuerza, apreté mi mandíbula y asentí.
—Te daré lo que quieras, Sophie —prometí en silencio. Todo lo que estaba
diciendo tenía sentido. Necesitaba entender la independencia para sentirse
verdaderamente libre conmigo.
Eso apestaba.
Pero tenía razón.
—Haré cualquier cosa por ti, Soph... incluso esto. Lo odio, pero lo haré.
Sophie sonrió con un dejo de tristeza todavía en sus ojos. Echó la cabeza
hacia adelante, presionando su frente contra mi pecho mientras inhalaba
profundamente.
—Hay una condición, sin embargo —susurré en su cabello.
—¿Cuál?
—Te tendré por hoy. Mañana, te dejaré ir. Te llevaré al banco. A la estación de
autobuses. Te dejaré hacer lo que tengas que hacer. —Se apartó y me miró, mi voz
se volvió cargada de emoción—. Pero hoy te tendré para mí. Todo el día. Durante
toda la noche.
Pasó el dedo por mi mejilla, viendo que raspaba contra mi mandíbula sin
afeitar.
—¿No tienes que trabajar?
—No hay nada que no pueda esperar hasta mañana.
Sus dedos se arrastraron de mi mandíbula para seguir el tatuaje en mi pecho,
siguiendo las líneas de las alas que se extendían de un hombro al otro. Luego se
inclinó hacia adelante y suavemente apretó los labios en él.
Moldeó su cuerpo cerca del mío y habló en voz tan baja que apenas pude
escucharla:
—Soy toda tuya, Bran.
—Sellémoslo con un beso, Sophie —demandé con voz ronca.
Se inclinó un poco hacia atrás, una inclinación sombría en sus labios mientras
me estudiaba. Su expresión partida en una profundidad agridulce de emoción que
me emocionaba y me dolía. Un principio y un final, todo en uno, allí mismo en sus 187
llorosos ojos turquesa. Sus palmas acunaron el ángulo de mi mandíbula mientras
llevaba sus labios ligeramente a tocar los míos. Un tierno beso que me dejó sin
aliento.
Me di la vuelta sobre mi espalda, tirando de ella hacia arriba por encima de
mí; su cabello cayó en una suave cortina que nos protegió del mundo exterior. Sus
movimientos pausados me calmaban y excitaban. El moviendo de su dedos
mientras bailaban ligeramente sobre mi piel, sus labios se arrastraron a lo largo. Y
en la débil luz, temprano por la mañana, Sophie me hizo dulcemente el amor de
una forma lenta.
Con paz, deliberadamente, le dio vida a mi cuerpo y me dolí por la exquisita
sensación de ella, la humedad suave y sedosa que me atraía. Mis manos se
movieron a la curva redonda de su parte inferior, empujando en sus brazos, una
súplica silenciosa por algún alivio de su dichoso tormento. Pero agarró mis manos
y las empujó en la cama, planas por mis hombros.
—Todavía no —susurró en mi oreja—. Tenemos todo el día. Toda la noche.
¿Recuerdas? —Arremolinó la lengua suavemente por mi pendiente mientras sus
dedos se entrelazaban con los míos—. Solo déjame amarte.
Así que lo hice.
Me quedé inmóvil, permitiendo que la reverencia se arrastrara sobre mí,
sintiendo la devoción de su corazón y alma filtrarse a través de todo mi cuerpo.
Haciendo retroceder el anhelo casi doloroso de tomar el control. Peleando contra
el deseo de darme la vuelta en la parte superior de ella, de envolverla en mis
brazos y amarla hasta que no pudiera irse.
Pero me resistí.
Dejé que Sophie me amara.
Por fin, después de explorar cada curva de mis músculos y tendones, se
deslizó por encima de mi cuerpo y me tomó dentro. Su piel blanca y de marfil
brillaba en el sol de la mañana, etérea y radiante mientras se sentaba en mi carne
dolorida. Sus movimientos engañosos, deliberados y relajados. Sentí cada temblor
de sus profundidades, su cercanía rodeándome. Cuando me tomó completamente,
arqueó la espalda y se sacudió con delicadeza, jugando conmigo y
complaciéndome en la tranquilidad de la mañana.
Nunca había conocido tanta belleza. Nunca había sentido tal maravilla y
conexión. El movimiento suave de Sophie nos llevó más cerca de una cúspide
etérea, nos volcó en el borde en un zarandeo, de un enredo de alientos de apatías.
Por ese breve instante de tiempo, todo estuvo bien en el mundo. Debido a
que Sophie me amaba.
Durante las siguientes horas, apenas la dejé fuera de mi vista. O de mi
alcance.

**** 188

Nos cepillamos los dientes y me incliné sobre el mostrador del baño mientras
ella miraba nuestro reflejo en el espejo. Nos duchamos y terminé teniendo sexo
con ella contra la pared de azulejos. Cocinamos la cena y la extendí sobre el
mostrador y me serví su coño como aperitivo. Vimos una película y celosamente
saboreó mi pene para el postre... con crema batida en la parte superior.
En el momento en que estuvo oscuro, los dos estábamos exhaustos.
Agotados. Doloridos. Cada músculo de mi cuerpo me dolía como si hubiera estado
en el gimnasio durante horas. Así que nos dirigimos a mi cama para poner al
descubierto la luz suave, sosteniéndonos uno al otro con una comprensión
agridulce.
Le había prometido dejarla ir, pero no quería. Sabía que tenía que encontrar
su mierda. Necesitaba meter cosas directamente en su cabeza. Lo entendía. Lo
captaba.
Pero no lo hacía más fácil.
Y, a pesar de que nuestros cuerpos estaban maltratados y abusados por la
intensidad de nuestra carnalidad, ninguno de nosotros quería dormir. Hasta bien
entrada la noche, en silencio compartimos historias. Pedacitos divertidos de
nuestra juventud. Locas anécdotas de la gente que conocíamos. Le hablé de mi
abuelo y de mi madre, de lo mucho que me había destrozado perderlos. Llorando,
me besó y me tomó la cabeza contra sus suaves pechos mientras hablaba.
Superamos todos los niveles de intimidad que habíamos tenido hasta el
momento. Nos enamoramos más profundo esa noche y, mientras las astillas de la
mañana comenzaron a verse a través de las cortinas, me prometí que esto no sería
lo último de nosotros.
Que todo lo que hiciera por el resto de mi vida... sería por Sophie.

***

Demasiado pronto, llegó la mañana.


Ella no tenía nada para hacer maletas. Casi le ofrecí el cepillo de dientes azul,
pero egoístamente quise mantenerlo. Ridículo, pero era como si, siempre y cuando
tuviera ese maldito cepillo de dientes, volvería.
Paramos en el banco y retiró un poco de dinero, cambiando su cuenta de
ahorros para comprobar y obtener una tarjeta de débito. Fue un poco de consuelo
que mantuviera su cuenta allí, incluso si se trataba de una cadena nacional.
A pesar de sus protestas, me detuve y le conseguí un teléfono, agregándola a
mi plan. Peleó conmigo, soltando todas las mismas cosas sobre la necesidad de ser
independiente y hacer esto por su cuenta, pero no cedí. Tenía que mantener
189
alguna conexión. Finalmente cedió, e inmediatamente programé mi número en él y
puse su nuevo número en el mío.
Luego paramos en Target, donde le compré un nuevo cepillo de dientes y
otros artículos de tocador. Compró un par de jeans, algunas camisas, unos
calcetines y ropa interior. Una parte de mí estaba un poco contento de que no se
fuera por las pequeñas bragas sexys, sino por lisas de algodón en su lugar. En
realidad, estaba siendo frugal, pero me gustaba pensar que las escogió porque no
tenía intención de dejar que nadie las viera.
Odiaba ir de compras. Con pasión. Siempre había sido así. Mi hermana
compraba la mayor parte de mi ropa, mierda para mi casa, casi todo. A veces
incluso me compraba víveres.
Pero sabía que cada minuto que pasara con Sophie sería una instantánea en
el tiempo, algo que podría sostenerme cuando se fuera.
Entonces estuvimos en la estación de autobuses. Esperando. Sentados en una
pequeña mesa con tazas de maldito café. Entrelazó mis dedos con los suyos y olió.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas mientras me miraba.
—No tengo derecho a pedirte que espere por mí —susurró—, pero quiero
hacerlo.
—No te vayas —le susurré.
Bajó los ojos para estudiar nuestras manos y una pesada lágrima golpeó la
mesa delante de ella.
—Lo siento —le dije con dolor primitivo en mi voz—. Sé que tienes que hacer
esto. Solo vuelve a mí.
Levanté la mano y le alcé la barbilla para que me mirara. Cuando vio la
humedad en mis propios ojos, me dio la más dulce sonrisa triste que he visto
nunca.
—Lo haré.
Entonces su autobús fue anunciado. Un último beso tortuoso y se fue un paso
lejos, las lágrimas se vertían por sus mejillas, todo lo que tenía estaba en una
mochila en su hombro.
Y entonces... se fue.

190
Capítulo 20

S
olo habían pasado un par de semanas, pero la echaba de menos.
Mucho. Desgarraba mi dolorido corazón y me mantenía despierto
por la noche.
No tenía ganas de ir a ninguna parte, ni hacer nada. Solo quería
tumbarme en mi cama y acurrucarme con la almohada en la que Sophie había
dormido la última noche que estuvo aquí. Recorrer mi apartamento para revivir los
momentos que habíamos compartido. Llamarla y enviarle textos. Verla y abrazarla.
Durante los primeros dos días, seguí mecánicamente con mi vida. Me iba a
trabajar y, realmente, no hablaba mucho con Cody. Éramos tipos, por lo que no nos
metíamos en todo ese asunto de los sentimientos de cada uno y esa mierda de
todos modos.
Me había vuelto aún menos hablador desde que Sophie y yo tuvimos la gran
explosión, hace un tiempo. No había amenazado con despedirlo en semanas. Así
que cuando no hablé mucho, después que Sophie se fue de la ciudad, esperaba
191
que acabara por pasar desapercibido. Y eso parecía. Afortunadamente, no tenía
que entrar en detalles acerca de mi más reciente alta y baja, porque no preguntó.
Trabajaba a mi lado y, de vez en cuando, me miraba con cautela.
En cambio, Denny no lo dejó pasar tan fácilmente. Pasó por el taller el
viernes, después que Sophie se fuera, para ver si iba a Copperline. A la primera
señal de desánimo, empezó a curiosear y, al final, me llamó fuera.
—Entonces, ¿quién se meó en tus cereales? —se quejó.
Lo miré un minuto, luego rotundamente respondí:
—Sophie se fue.
Él y Cody se dieron miradas perplejas entre sí. Cody se encogió de hombros y
se volvió a la vieja camioneta en la que estaba trabajando.
—Pensé que se habían separado hace un tiempo, Brannon —dijo Denny
mientras me estudiaba, obviamente confundido—. Dijiste que iba a casarse con ese
pendejo rico.
—No. —Negué—. La jodí. A lo grande.
—¿Sabías algo de esto? —le preguntó Denny a Cody.
Cody se limitó a negar, viéndose bastante incómodo, y siguió trabajando.
También continué con el trabajo. En cierto modo; esperaba que, tal vez, si
ignoraba a Denny, lo dejara y desaparecería.
No funcionó, sin embargo.
—Entonces, ¿qué pasó? —preguntó finalmente.
Con un profundo suspiro, dejé mis herramientas y le hablé de cuando
apareció en mi casa. Le conté su parte en toda la mierda que había pasado, la
forma en la que la había jodido a lo grande en el Uptown.
Cody salió de la oficina por un minuto, volviendo con un par de cervezas frías
de la nevera de los viernes. Nos entregó una a Denny y a mí, guardando una para
él.
Y seguí desahogándome. Una conversación más larga, más profunda de la
que probablemente había tenido con hombres antes. Con nadie en realidad, a
excepción de Sophie. Por su bien, dejé fuera las cantidades enormes de sexo por
todo mi apartamento; pero confesé totalmente que la amaba. Que me amaba. Pero
que, aun así, se había ido.
—Bueno —dijo Denny finalmente—, eso va a endurecerte.
—Sabes —fruncí el ceño por un minuto—, a veces no tengo ni puta idea de lo
que estás diciendo.
—No me digas —dijo Cody—. Habla español, hijo de puta.
—Vete a la mierda. —Denny rió de vuelta a Cody antes de volverse hacia
192
mí—. Entonces, ¿cuándo regresará?
Negué
—No lo sé.
—Maldito infierno. —Suspiró.
—Sí. —Estuve de acuerdo—. Maldito infierno.
—Sí, maldito infierno. —Cody se hizo eco—. Pero, ¿va a volver? ¿Estás
seguro?
—Dijo que lo haría. —Me encogí de hombros—. Pero podría decidir que no,
dentro de unas semanas. Podría encontrar a alguien más.
—Sí, es jodidamente hermosa —concordó Cody—. Sin duda llama la
atención.
—Jesús, María y José. —Denny le frunció el ceño—. Cierra la puta boca,
maldito idiota. No debería escuchar mierda como esa. —Luego se volvió para
mirarme—. Te ama, Brannon —aseguró—. Eso está claro. Fue obvio hace mucho
tiempo. Hiciste lo que tenías que hacer, dejando que se fuera así.
—Si amas a alguien, déjalo libre... —Mi voz se apagó. No quería pensar en la
parte de si no lo hacen.
—Bueno. —Denny suspiró—. Simplemente no seas pendejo y haz todo de
nuevo. Y, mientras tanto, podríamos necesitar una mano esta noche, si estás a la
altura. De lo contrario, solo siéntate y deprímete como una chica.
—Vete a la mierda. —Me reí secamente.
—Te regresaremos a casa a una hora respetable. Sin ningún asunto divertido.
Cody se rió.
—Sí y solo si puedes enviar a todas las pollitas en mi dirección, Brannon.
Puse los ojos en blanco y suspiré:
—Qué idiotas son.
—Así que, ¿vendrás entonces? —preguntó Denny con una ceja levantada.
—Bien. —Suspiré—. Estaré allí.

***

Desde la noche en que Sophie se había presentado en mi casa, también


ignoraba las llamadas telefónicas de Mira. Mientras Sophie estaba conmigo, no
quería que nada se entrometiera en ese pequeño momento en el tiempo donde
estábamos juntos, tan corto como fuera. Mira llamó un par de veces los días
siguientes, pero dejé que saltara el contestador. Solo tenía cierto temor de tratar
193
de explicarle toda esta mierda.
Pero finalmente, mientras conducía hacia Copperline esa noche, le contesté.
Probablemente vendría a buscarme si no lo hacía y, que tu hermana mayor se
presentara para sacarte del bar, no hacía mucho por la hombría de un chico.
—Ya era hora —se quejó inmediatamente cuando le contesté—. Entonces,
¿están juntos de nuevo?
—Hola, Mira —respondí secamente—. ¿Cómo estás?
—Maldita sea, Brannon, ¿lo están?
—Realmente no sé cómo responder a eso. —Y ni siquiera era una mentira. No
tenía ni idea—. ¿Más o menos? ¿Puede ser?
—¿Más o menos? ¿Puede ser? ¿Qué significa eso?
—Bueno, estábamos trabajando las cosas…
—¡Oh sí!
—Pero entonces se fue.
—Espera, ¿se fue? ¿Cómo que estaban de nuevo juntos y rompieron de
nuevo?
—Realmente no rompimos de nuevo. —Suspiré—. No estoy seguro de cómo
explicarlo exactamente. Solo... se fue por un tiempo.
—¿A dónde se fue?
—Se fue sola. A Big Sky.
—¿Se fue a un maldito complejo de vacaciones? —gritó a través del teléfono.
Alejé el teléfono de mi oído y esperé a que se relajara antes de responder:
—Bonito lenguaje, hermana.
—¿Está tomando unas vacaciones o algo así? —Su voz era dura con
desprecio. Era su hermano pequeño, después de todo, tendía a ser un poco
protectora conmigo.
Entonces, sentí la necesidad de defender a Sophie un poco.
—No, fue allí a trabajar.
Hubo un silencio momentáneo de asombro en el teléfono.
—¿Trabajo? ¿Haciendo qué?
—Ama de llaves o camarera, algo así.
—Pero, Brannon, ¿por qué iba a hacer eso? —murmuró Mira—. Es rica.
—No —puntualicé—. Sus padres son ricos. La razón por la que estuvo aquí la
otra noche es porque, más o menos, les dijo que la dejasen en paz. No quiere tener
nada que ver con ellos.
—Entonces, ¿va a volver?
—Sí —aseguré. Esperando que, en realidad, lo hiciera; deseando todo el 194
tiempo que no se llevase mis pelotas con ella. Me sentía como un cobarde total—.
Con el tiempo.
—¿Con el tiempo? —Mira dejó escapar un largo y profundo suspiro—. Por
ejemplo, ¿en cuánto tiempo?
—No lo sé, Mira. Mientras lo necesite. Pero no podía obligarla a quedarse.
Incluso si… —Mi voz se fue apagando. Porque no pude terminar ese pensamiento
en voz alta. Aunque nunca regrese.
¿Ves? Sin bolas. Puede que también me haya crecido una vagina.
—La amas —dijo en voz baja.
Me quedé en silencio durante un minuto antes de contestar:
—Sí.
—Asombroso. —Suspiró. Y fue interrumpida por la cacofonía de sus chicos
gritando en el fondo—. ¿Quieres venir a cenar? —gritó sobre el escándalo.
—Dios, no. —Me reí.
—Brannon…
—Estoy bien, Mira. No voy a parapetarme en mi cuarto o a convertirme en un
borracho furioso de nuevo. Simplemente ya quedé en ayudar a Denny esta noche.
Así que está bien.
—¿Tal vez mañana, entonces? —preguntó esperanzada.
—¿Podrías sedar a esos niños tuyos primero?
—Por Dios, Brannon —resopló—. No son nada en comparación con lo que
fuiste a esa edad. Solo llega aquí a las seis.
Y con eso colgó, sin darme más oportunidad de discutir.

***

Los días iban y venían, arrastrándose a lo largo de una fluencia dolorosa.


—Te extraño —murmuró Sophie en el teléfono, mientras hablábamos a las
tantas de la madrugada.
Aquellas pequeñas palabras siempre hacían que me sintiese en conflicto. Me
hacían extrañarla demasiado. Me hacían quererla en casa. Sin embargo, me hacían
sentirme conectado a ella y, en cierto modo, me aseguraban que con el tiempo
volvería a casa por mí. Algún día.
—Bueno, me alegro que me eches de menos. —Me reí secamente, acostado
en mi cama vacía. 195
Esto se había convertido, más o menos, en un ritual nocturno, nuestras voces
uniéndose en la oscuridad. Ella tan distante en las montañas de Big Sky, yo
suspirando por ella en el valle cerca de Ophir.
Sonaba terriblemente lejos mientras hablaba:
—Realmente, sin embargo.
Y durante solo un segundo, permití que la pura, cruda emoción resonara en
mi voz:
―También te extraño, Sophie.
Por un segundo, no dijo nada. Oí un estornudo leve a través de la línea
telefónica y, entonces, lanzó un suspiro largo y lento:
—¿Por qué estoy haciendo esto? —susurró.
Mi mente me gritó.
Dile que venga a casa.
Ruégale.
Pero no lo hice. Me resistí. Hice todo lo que pude para ser fuerte por los dos.
—Porque nunca lo hiciste antes.
—¿Pero eso significa que debería hacerlo? —Su incertidumbre torturaba mi
frágil voluntad y todo lo que pude hacer fue mantenerme firme... por ella.
—Soph —pregunté suavemente—, ¿has visto alguna vez Desayuno con
diamantes?
—¿Qué? —Sorbió de nuevo.
—Desayuno con diamantes. Era una de las películas favoritas de mi abuelo.
Solía hacerme verla todo el tiempo.
—No creo que la haya visto nunca, pero una de las imágenes de mi antiguo
apartamento está inspirada en ella.
—Sí, Holly Golightly13. Me recuerda a ti.
—Brannon, no me parezco en nada a Audrey Hepburn.
—No, Soph —dije en voz baja—. No en cómo se veía, sino en algo que
siempre decía.
—¿Qué decía? —susurró.
—Cada vez que alguien le preguntaba por qué hacía algo, decía que era
porque nunca lo había hecho antes. —Sophie no dijo nada en respuesta, así que
no paré de hablar, llenando el silencio para mantenerla conmigo—. Desde que te
conocí, has estado buscando hacer cosas que nunca habías hecho. Y las está
haciendo, nena. Una por una. Igual que Holly Golightly.
Después de una larga pausa, volvió a hablar. 196
—¿Cómo lo logró?
Rompió su corazón y el del hombre que amaba; pero, al final, volvió a él.
Realmente no podía decirle eso. Hubiera sido una completa tontería para
escupir y ya estaba bordeando la zona de idiota lamentable. Pero, al final, mandé a
la mierda a mi ego y le dejé una puerta abierta.
—Cuando vengas a casa —prometí—, lo revisaremos y podremos descubrirlo.

13
Holly Golightly: personaje protagonista de la película Desayuno con Diamantes.
Capítulo 21
C
uanto más tiempo estaba en Copperline, más me hubiera gustado no
haber accedido a esta mierda esta noche. Era un típico viernes de
concierto de noche para los Mofos, pero estar allí sin Sophie era en
realidad muy, muy insoportable.
Más cada vez que iba allí durante las últimas dos semanas.
Real y jodidamente la echaba de menos.
Hablábamos por teléfono casi todas las noches. A veces más tarde que otras
si estaba trabajando el turno de la tarde o yo estaba con los Mofos, pero uno o
ambos de nosotros siempre intentábamos conectarnos.
La primera vez que llamé y recibí su grabadora de voz en la noche, de hecho
entré en pánico. ¿Dónde estaba? Me había dicho a mí mismo. ¿Con quién estaría?
¿Qué tan rápido podría conducir a Big Sky y patearle el trasero al hijo de puta?
La verdad era que había sido un bastardo durante tanto tiempo que era difícil
para mí confiar en ella. Sabía cuán bastardos los chicos furtivos podían ser. Podían
oler el abatimiento y la soledad, lo utilizarían para influir en ella.
197
Para alejarla de mí.
Así que vivía en constante temor de que terminara.
Sabía que también se preocuparía si no me pudiera localizar. Con mi pasado
libidinoso, realmente tenía una gran parte de razón para hacerlo. Nunca me había
mostrado a mí mismo como digno de confianza para ninguna chica antes. Así que
malditamente trataba de asegurarme de responderle cuando llamaba cada maldita
vez. No quería darle ninguna razón para dudar de mí.
Le gustaba su trabajo como recepcionista en el restaurante del Huntley Lodge
y adoraba a la gente con la que trabajaba. Le gustaba sentirse independiente por
primera vez en la historia y estaba encantada con lo hermoso que era Big Sky. Al
principio, esas conversaciones desgarraban mi corazón. Me hacían pensar que
podría no funcionar.
Que a ella no podría importarle tanto como yo me preocupaba por ella. Su
voz estaba llena de emoción acerca de esta aventura en su vida.
A medida que pasaba el tiempo, sin embargo, la novedad se disipó. Estaba
volviéndose más confiada, al darse cuenta que en realidad era perfectamente
capaz, pero su voz se hacía más melancólica. Sonaba más solitaria. Como si
estuviera acercándose a un punto de ruptura. Esperaba fervientemente que eso
significara que vendría a casa pronto, pero quería acabar la temporada de esquí;
eso era probable que le tomara unos meses. Con las tormentas de nieve de
primavera, podría ser hasta abril.
Así que no le pedía que volviera a casa, a pesar de que estaba en la
vanguardia de mi mente cada vez que hablaba con ella. En cambio, trataba de
mantenerme optimista sobre todo. Trataba de no dejarle escuchar el anhelo
lamentable en mi voz.
¿Cuándo me convertí en este patético hijo de puta?, me pregunté, mirando
alrededor del Copperline.
El bar no había cambiado. El mismo suelo pegajoso. Las mismas conejitas
buscando una emoción. Mierda, aunque la banda no había cambiado. Los Bangin
Mofos no habían hecho más que mejorar con los años, pero eran como un
sinónimo del Copperline.
Pero yo había cambiado. No veía este mundo ni de lejos igual. Solía saborear
la prisa que tenía simplemente de caminar por la puerta y esta había desaparecido
por completo. En lugar de ser donde quería estar, era un lugar del que no podía
esperar a escapar.
Desde que Sophie se había ido, las mismas de siempre me daban la vuelta
para hacer las sugerencias ilícitas habituales.
Desde Ruth, quien no parecía tan sorprendida cuando pasaba. Después
Pauline, quien parecía casi enojada porque la rechacé. Esto no me molestaba tanto.
Francamente, todavía estaba un poco enojado con ella, también, por ir tras Sophie
198
hace un tiempo. Entonces Laura me llegó y se puso un poco pegajosa. No me
convertí en un completo idiota, a pesar de que todavía estaba enojado con ella,
también, pero le dije que retrocediera. Que la mierda que habían dicho no estaba
bien conmigo.
Mi estado de ánimo era una mierda.
Solo quería a Sophie.
Así que me quedé en la parte de atrás, de vuelta en las cortinas, lejos de la
mayor parte de la multitud. A la espera de volver a casa y encontrarme en la cama,
así podía escuchar su dulce voz a través de la línea telefónica. Me incliné hacia
delante para comprobar el reloj en la pared del fondo y vi que todavía había un
buen par de horas por pasar.
Maldita sea.
Del mismo modo que empecé a acomodarme de nuevo en mi pequeño
rincón antisocial, un destello de cabello rubio claro me llamó la atención junto a la
barra. Igual que Sophie, pensé. Y así, la siempre presente punzada de extrañarla se
intensificó. Como si hubiera conjurando que se levantara de la nada.
Entonces me di cuenta que Lily estaba a su lado.
¡Santa mierda!
¡Esa era Sophie! ¿Qué diablos estaba haciendo allí?
Mis pies se movieron antes que mi cerebro pudiera procesarlo. No tomé la
decisión consciente de dirigirme a la parte de atrás fuera del escenario. Toda mi
mente solo podía centrarse en que estaba aquí. Sophie estaba aquí.
Estaba de regreso.
Rodeé la habitación hacia la barra, dando un paso detrás de las chicas
escuchando la suave voz de Sophie, entrar en pánico.
—No lo veo, Lily. Tal vez no está aquí.
—Estoy segura de que lo vi antes, Sophie. Y su camioneta estaba fuera,
¿verdad?
—Oh Dios —gimió Sophie, sacudiendo la cabeza—. No crees que él… —Se
detuvo en seco—. No, no, no lo haría, ¿no?
—No —dijo Lily con firmeza—: tienes razón. No lo haría. El viejo y mujeriego
Brannon probablemente lo haría, pero ya no es ese tipo.
—Pero lo dejé. ¿Por qué no lo haría? —Su voz se quebró mientras enterraba
su rostro en sus manos—. ¿Por qué lo dejé? Lo amo. Joder, lo amo tanto. Esto no
va como pensaba que sería. Y mi maldito teléfono está muerto. Pensé que tenía
carga, pero murió antes de llegar a Bozeman. No puedo siquiera llamarlo o
mandarle un texto. Estoy tan cerca, y nopuedo encontrarlo.
Lily pasó el brazo por los hombros de Sophie.
—No te estreses, Sophie. Lo encontraremos. —Metió la mano en su bolso y
199
sacó un cargador portátil—. Aquí —dijo—. Enchufa tu teléfono y llámalo. Lo
encontraremos.
Sophie sorbió mientras obedecía, sacando su teléfono de su bolsillo.
—Nunca debí haberme ido. Me dijo que me amaba y me fui. —Sus hombros
empezaron a temblar con sollozos mientras torpemente intentaba conectar el
cable, luego se rindió y airadamente limpió las lágrimas de sus ojos—. Dios, soy
una idiota. No puedo incluso enchufar este teléfono.
Lily se hizo cargo, adjuntando la fuente de alimentación.
—Solo debe llevar unos cuantos minutos antes de que tu teléfono tenga la
carga suficiente para encender.
—Tenía todo planeado en mi cabeza —sollozó Sophie—. Lo vería y me
volvería a ver y... —Me recosté en la barra y le hice un gesto al camarero por una
servilleta, luego me moví detrás de Sophie y se la entregué, empujándola contra la
punta de sus dedos.
—Gracias —susurró mientras la tomaba, solo mirando mi mano. Se quedó
paralizada cuando vio el tatuaje en mi muñeca. Su cabeza se sacudió hasta verme
observándola.
—Estás aquí —murmuré tontamente.
Asintió lentamente, pero no dijo una palabra.
Me acerqué un poco más, tomando su mejilla en mi palma, limpiando sus
lágrimas con mi pulgar.
—Sophie, nena... estás aquí.
—Quería darte una sorpresa.
—Lo hiciste —le dije con voz ahogada, tocando mi frente con la suya—.
Joder, te he echado de menos. ¿Cuánto te quedarás aquí?
Por favor, di que para siempre. Por favor, di que para siempre. Por favor, di
que para siempre.
—Estoy aquí todo el tiempo que me quieras —susurró con labios
temblorosos.
Bastante bien.
—Está bien —le sonreí mientras bajaba mis labios a los de ella—. Para
siempre será.
Sus labios eran suaves y cálidos y sabían a lágrimas. Levantó los brazos
alrededor de mi cuello y se apretó cerca de mi cuerpo. Y la sostuve,
balanceándome un poco al ritmo constante de la canción de los Mofos. Sostuve mi
chica que estaba aquí para quedarse... Para siempre.
Finalmente levantó la cabeza de mi hombro y deslizó una sonrisa temblorosa
hacia mí, la alegre intención completamente dominada por la emoción
inconfundible en sus ojos.
200
—Supongo que tendré que quedarme contigo ya que me tienes como tu
rehén con mi cepillo de dientes favorito.
Me reí, tragándome el nudo apretado en mi garganta.
—Me quieres por ese cepillo de dientes.
—Esto va a sonar realmente estúpido, pero... casi me lo llevé y no pude. Era
como si lo necesitara allí, así sabrías que iba a volver.
—Sophie…
—Estúpido, ¿verdad?
—No habría dejado que te lo llevaras, Soph —sonreí—. Necesitaba que
permaneciera allí por la misma razón.
Sophie sonrió, pero levantó la ceja dubitativa.
—No estoy bromeando tampoco. Hubieras tenido una pelea en tus manos si
lo hubieras intentado.
Cuando la canción terminó, oí la voz de Denny, entrando a la habitación.
—No solemos hacer dedicatorias —dijo en el micrófono—, pero en realidad
escribí una canción sobre una pareja que está aquí esta noche. Verán, ese pequeño
pájaro dulce de Lily aquí —asintió a Lily quien estaba de pie junto a su lado en el
escenario—, me acaba de decir que nuestra chica Sophie ha vuelto a casa.
Sophie había mirado al escenario cuando Denny empezó a hablar, pero en
ese último momento, sus sorprendidos ojos se volvieron a los míos.
—¿Qué está haciendo?
Se veía tan jodidamente linda que no pude evitar reír.
—No tengo idea.
—Sophie chica, mira aquí... al escenario. Ahí estás. Entonces, de todos modos,
mi amor, todavía estaba un poco sorprendido cuando apareciste en nuestro lugar
hace un tiempo. Más aún cuando mi hombre Brannon te trajo al Copperline. Nunca
traía trozos de cosas al Copperline. Se iba con un montón, pero nunca traía a una.
—Me gustaría que todo el mundo dejara de decir esa mierda —murmuré y
miré tímidamente hacia Sophie, quien se mordía el labio con aprehensión. Sin
embargo, había un baile de luz divertida en sus ojos.
—¿Y Perkins, también? En ese mismo momento —continuó Denny—, debí
haber sabido que había algo especial. Sin embargo, estuve un poco sorprendido
cuando te llevó a la casa unos días más tarde. Me guardaré algunos de esos
detalles para mí mismo. —Suspiró felizmente, provocando una risa de la
multitud—. Pero diré que, ella puede verse como una Barbie, pero puede fumar
como Marley.
—Oh, Dios mío. —Sophie se quedó sin aliento—. Acaba de decirles a todos
que fumé marihuana.
Me agaché y murmuré en su oído. 201
—Solo espera que eso sea todo lo que les diga, Soph.
Alarmada, se quedó con los ojos abiertos, mirándome, luego frunció la frente
y asintió.
—Buen punto —dijo.
—Además —agregué—, la mitad de las personas aquí no pueden entender
una palabra de lo que dice con esa mierda de acento suyo.
Fui recompensado con una risita agradecida.
—Esa grieta fue poderosa por un tiempo —Denny divagó, mirando por
encima de la multitud con un innato talento por el espectáculo.
—Para ser honesta —Sophie se inclinó para decirme al oído—, no estoy
segura de que entienda mucho lo que está diciendo, tampoco. ¿Qué significa la
grieta?
—Es algo irlandés para impresionarte. Muy divertido... o alguna mierda así —
le expliqué—. No estoy del todo seguro.
La voz de Denny llevó nuestra atención hacia él.
—Verán, por un tiempo, Brannon fue como todo un hombre nuevo. Fue un
poco agradable que estuviera asentando porque liberó algún gatito para el resto
de nosotros. Pero, entonces como que la jodió.
Casi como si estuviera ensayado, la multitud hizo un ―aww‖ melancólico
sincronizado y Denny sacudió la cabeza con tristeza, mirando hacia atrás a
nosotros.
Sophie se volvió hacia mí con una mirada de preocupación y de pesar.
—Como que la jodí, también —susurró y le di un encogimiento de hombros
medio culpable antes de volverme para mirar a Denny y no asesinarlo.
—No fue un espectáculo agradable —parloteó Denny—. El chico se bebió su
peso en whisky por una semana después, tratando de olvidarte, Sophie. Déjame
decirte, que en el pasado mes o dos, ese amigo ha sido, el más triste, pensativo,
sufrido amigo como nunca he visto.
—Voy a matar a ese hijo de puta —dije en voz baja, mirando hacia abajo para
ver a Sophie mirándome de cerca. Sabía que estaba escrito por todo mi rostro.
Podía sentir la vulnerabilidad pateando su camino a través de mi fachada no
afectada. Un cálido rubor quemando mi piel.
Pero Denny simplemente siguió su camino. Bastardo.
—Nunca pensé que le pasaría a un tipo como él, pero estaba putamente
abatido. Las chicas ya no lo intentaban porque sabían que iba a limitarse a
disparar. Así que, Sophie chica —continuó Denny—, haznos un favor a todos.
Envuélvete en los brazos de Brannon y baila al ritmo de la canción que escribí para
ti. Y no lo dejes ir esta vez, ¿de acuerdo?
Un largo tañido de guitarra eléctrica sonó cuando Drew hizo el primer acorde 202
y los Mofos comenzaron a tocar.
Era la canción que había escrito acerca de nosotros.
Acerca de una buena chica que se salió del carril. Y de un tarado que no
merecía amarla. Estando ocupados en un sofá mientras él observaba. Fue toda la
belleza, la intensidad y pura pasión cruda.
—Está bien —me incliné para murmurar en su oído—. Ahora sí se lo dijo a
todos los demás.
Mientras retrocedía, Sophie bajó los ojos y soltó un suspiro tembloroso. Una
sonrisa temblorosa tocó sus labios.
—Me advertiste acerca de eso hace mucho tiempo. —Rió entre lágrimas.
Luego levantó la mirada y sus ojos se oscurecieron. Serios. Y sin decir nada más,
solo en un arrebato de emoción, se levantó para besarme.
Con los acordes de la guitarra, primitivos en bruto y la profunda ronca voz de
Denny, oí lo que podrían haber sido aplausos. Un grito y un silbato se registraron
débilmente en mi cerebro. Pero todo en lo que pude concentrarme fue en el sabor
del beso de Sophie, la sensación increíblemente abrumadora en el fondo de mi
alma de que todo estaba bien en el mundo de nuevo.
Debido a que Sophie estaba de vuelta en mis brazos... para siempre.
***

—Bienvenida de nuevo, cariño —dijo Denny mientras le daba a Sophie un


rápido abrazo. La banda acababa de terminar por esta noche y se preparaba para
irse—. Brannon, tenemos una mano extra esta noche, así que se pueden ir ya si
quieren.
Cuando se volvió para tomar su chaqueta, Sophie agarró su brazo.
—Denny —se quedó sin aliento—, perdiste la apuesta.
—Maldito infierno —contestó, sosteniendo su antebrazo que recientemente
había recibido un tatuaje hacia abajo, grande y audaz, que decía PENDEJO. Frunció
el ceño a Sophie y a mí—. Es tu culpa, de los dos.
—¿Nuestra culpa? —Sophie se quedó sin aliento—. ¿Por qué es nuestra culpa
que hayas perdido la apuesta?
—Porque la apuesta era sobre los dos —se quejó—. Bueno, de ustedes dos y
de Justin.
La boca de Sophie se abrió.
—¿De nosotros y de Justin? —chilló—. Oh, Dios mío, Denny, por favor dime
que no es lo que pienso que es.
—Nunca pensé que lo tuvieras en ti, Sophie. —Denny se rió—. Resulta que ya
tenías las dos cosas en ti. 203
Sophie se dio la vuelta para plantar su rostro en mi pecho, un rubor brillante
quemaba sus mejillas.
—Oh mi Dios, Brannon —se quejó—. ¿Se lo dijiste?
—No —le dije mientras miraba a Denny, tratando realmente duro de verme
enojado aunque esta conversación era en realidad un poco graciosa.
—No, Justin no podía esperar para decírmelo. —Rió Denny.
—Imbécil —gruñí, a pesar de que no pude borrar la sonrisa de mi rostro—.
Voy a tener que darle una patada en el trasero de nuevo.
—Te agradecería eso —murmuró Sophie en un gemido ahogado.
—Bueno, —Miré a Denny—, puedo garantizarte que no sucederá de nuevo. A
partir de ahora, nadie, varón o incluso mujer, tocará a Sophie excepto yo.
—De acuerdo. —Su voz era apenas audible, pero lo suficientemente alta
como para que supiera que estaba perfectamente bien con eso.
Epílogo

U
nas semanas más tarde...
Sophie y yo estábamos en la cama. En nuestra cama... en
nuestro apartamento. Una mañana tranquila de sábado, igual que
el sábado anterior y el anterior a ese. Como todos los sábados
que vendrían.
Ayer fue el cumpleaños de Sophie. Me había devanado el cerebro con
compras de última hora, tratando de conseguirle el regalo perfecto. Pero, ¿qué se
le regala a la chica que lo tuvo todo, pero que lo dio todo para estar contigo?
Peor aún, no quería nada. Nada. Nada. Cada vez que le preguntaba, me
miraba con una sonrisa en sus ojos turquesa y decía:
—Tengo lo que quiero. Te tengo a ti.
Así que fue un completo desastre. No podía entenderlo. Ni siquiera podía
imaginar lo que podría ser digno de ella. El dinero no era problema. No es que nos
sobrase, pero el taller estaba yendo bastante bien y me las había ingeniado para 204
apartar un poco. Sophie había vuelto a trabajar para Lily a medio tiempo y también
se encargaba de la facturación del taller. Era increíble lo mejor que iba la tienda
con alguien vigilando los ingresos y gastos un poco más cerca; ella,
definitivamente, era buena con los números.
En realidad, no es que no pudiese gastar mucho. Sino que, con Sophie,
parecía como si la fuese a defraudar si gastaba mucho.
Al final, le compré un pequeño anillo de plata. No era llamativo, ni glamuroso.
No fue escandalosamente caro, pero estaba ingeniosamente elaborado. Un
delicado anillo de plata de filigranas entrelazadas, con una piedra preciosa de un
profundo turquesa en el centro, cortado en forma de corazón. Me recordaba al
tatuaje de mi muñeca. Solo que, ahora, con el color de sus ojos, estaba completo.
Un anillo. En general, parecía ridículamente tópico; pero como... que parecía
encajar.
Al regresar de Butte, sin embargo, empecé a darle vueltas.
Un anillo. Mierda. Acabo de comprarle un anillo. Por supuesto, no parecía un
anillo de compromiso; pero, ¿pensaría que le estaba proponiendo matrimonio?
Mierda, ¿le estaba proponiendo matrimonio?
Quería casarme con ella, a la larga. No tenía ninguna duda de ello.
Pero, ¿estaba preparada? ¿Sería demasiado pronto? ¿Se asustaría?
Casi di la vuelta, para volver a Butte y cambiarlo por un collar. O también. Sí,
también, no en su lugar. Ya que el anillo era, realmente, perfecto para ella. Tal vez
podría encontrar un collar a juego. Y pendientes.
Pero entonces, enloquecería porque hubiese gastado tanto.
Al final, me dije, hazlo o muere.
Así que le di el anillo.
Nos sentamos en el sofá y le hice hacer toda la cosa de cierra los ojos.
Cuando le dije que los abriera, me miró como si estuviera buscando en mi rostro
por lo que significaba. Casi vomité una propuesta en ese mismo momento, pero
me salvó al hablar primero.
—Es como tu tatuaje —susurró entre lágrimas.
—Y el color de tus ojos —puntualicé, sintiéndome totalmente débil por las
palabras que salían de mi boca—, porque llenaste mi vacío corazón.
Queso total, lo sé, pero tuvo el efecto deseado.
Se lanzó sobre mí, besándome con firmeza y, lo siguiente que supe, es que
estábamos rodando desnudos en el suelo. Bueno, no totalmente desnudos, Sophie
tenía el anillo.
Ahora bien, a la mañana siguiente, estábamos tumbados en la cama. Y seguía
llevando únicamente el anillo.
—Bran, todavía hay un problema —dijo Sophie suavemente, su rostro 205
apretado contra mi pecho.
¿Problema? Sentí el frío helado del terror llena mis venas. Un escalofrío de
pánico. Mi mano se congeló en su lugar, donde había estado peinando su suave
cabello hacia atrás.
—¿Cuál, Sophie?
—Todavía soy Sophie Buchanan —susurró, sacudiendo la cabeza.
Um...
—Soph, no eres la misma chica que solías ser.
—Lo sé, pero sigo teniendo el mismo apellido.
Pregúntaselo, gritó la mitad de mi cerebro.
Vete a la mierda, gritó la otra mitad.
Entonces, como un tonto, cité a Shakespeare.
—‗‘Una rosa por cualquier otro nombre14‘‘, Soph.
Se levantó, apoyándose con los brazos para captar mi atención. Parecía
totalmente seria, casi llorosa.

14
De la obra Romeo y Julieta de William Shakespeare.
—No quiero ser más Sophie Buchanan.
Hazlo, pensó el imprudente Brannon.
No, la espantarás, advirtió el cauteloso Brannon.
Francamente, tenía miedo de abrir la boca, porque no estaba seguro de qué
parte de mí saldría. Contuve la respiración y esperé a que continuara.
—Quiero ser Sophie Forrester.
Ambos lados de mi cerebro se quedaron en silencio. Como si no hubiera un
pensamiento en mi mente. Totalmente estéril. En blanco.
— ¿Qué? —le pregunté.
—Quiero llevar tu apellido —susurró nerviosamente.
—No me jodas —murmuré—. ¿Estás proponiéndome matrimonio?
Sus ojos se abrieron y negó, con un poco de demasiado énfasis.
—No quiero que sientas como si estuvieras siendo presionado a hacer nada.
No tenemos que casarnos de inmediato. No tienes que casarte conmigo en
absoluto, si no quieres —explicó rápidamente—. Pero, ya sabes, vivo contigo, y...
me encantaría ser Sophie Forrester.
Se estaba sacudiendo de la forma que tendía a hacerlo cuando se ponía
nerviosa. Me gustó lo que había dicho, sin embargo. Y quería callarla antes de que
cambiara de opinión.
206
Así, en un movimiento rápido, nos rodé, ella sobre su espalda y yo encima, y
la besé.
Largo y duro hasta que sentí que su cuerpo se relajaba y se aflojaba debajo
de mí. Y un poco más de tiempo por una buena medida. Cuando finalmente
levanté la cabeza, sus ojos tenían un destello de ensueño, sus suaves labios
entreabiertos y respiraba con dificultad.
—Sabes que le voy a decir a todos los Mofos que me propusiste matrimonio,
¿verdad? —Sonreí.
—No te propuse matrimonio, Bran —susurró con una pequeña sonrisa.
—Sí que lo hiciste.
—No. —Negó.
La besé de nuevo. Más largo y más duro.
—Sí —susurré contra sus labios—. Y dije que sí.
—Bran…
La besé de nuevo. Esta vez jalando todo su cuerpo contra el mío, separando
sus dulces muslos mientras me deslizaba en su interior.
—Bueno, está bien —aseguró sin aliento—. Lo hice.
—Si ayuda, Soph… —murmuré, gimiendo un poco mientras se apretaba a mi
alrededor—, he estado queriendo pedírtelo desde que te compré el anillo.
La miré para ver un brillo de lágrimas de felicidad llenar sus ojos.
Y luego la besé de nuevo.
Y después hice más.

207
Busca el libro de Denny:

208

Disponible
a partir de la primavera del 2015.
Sobre la autora
S
ibylla Matilde creció en los valles de las montañas del suroeste de Montana,
explorando los campos de alfalfa en la parte posterior de
un caballo. A la edad de 12, Sibylla descubrió el romance
histórico, alimentándose del trabajo de Jude Deveraux, Lisa
Kleypas, y Karen Robards. Siempre teniendo historias
circulando en sucabeza, vivió algunas fantasía hasta que
decidió escribirlas para liberarlas. Es una verdadera
romántica, un poco como Pollyanna, y con un alma
profundamente emocional.Sibylla vive con su esposo, Mike, 209
un hombre del que cree firmemente que la salvó de su
auto-destructivo, lío caliente. En 18 años, nunca han tenido
una pelea, pero sostienen discusiones regulares con sus
dos hijos adolescentes que, por desgracia, heredaron el
rápido ingenio de su padre.
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