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Resumen
Introducción
Hace una década atrás el Dr. Shaul Magid, Profesor de Pensamiento Judío en el
Jewish Theological Seminary, una institución del Judaísmo Reformado con sede en Estados
Unidos, publicó en una revista teológica católica un artículo en el cual abordaba el tema de
la reconciliación como idea política y teológica desde la perspectiva del Judaísmo 1. En ese
artículo se trató a la reconciliación tanto como una construcción teológica de fuentes judeo-
cristianas como su posible aplicación al plano político a fin de ser usada para resolución de
conflictos regionales o globales. Magid buscaba presentar la manera “cómo el Judaísmo
puede contribuir a disminuir el conflicto en el mundo, o cómo puede desplegarse el
pensamiento teológico judío para mitigar y no endurecer los polos opuestos en cualquier
conflicto”.
1
S. Magid, Concilium, Vol. 303, 2003, pp. 81-94.
2
La versión Reina-Valera5 rinde este texto de la siguiente manera: “A los diez días de
este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis (~t,ÞyNI[iw>)
vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Hashem”. Como se puede observar, he
añadido a la traducción la porción hebrea referida a “y afligiréis”, la cual proviene de la
expresión hn"[' (aná) que significa afligirse o humillarse; lo cual naturalmente involucra el
acto de arrepentimiento. Este es el vínculo –lingüístico- más cercano entre los conceptos de
“arrepentimiento” y “reconciliación” en el contexto del Día de la Expiación según aparece
en la Torah.
en donde se busca la salvación del hombre; y no hay preocupación alguna en el campo político aunque si la
hay en el terreno de las obras sociales (creación de hospitales, orfanatorios, etc.).
4
Magid no proporciona cita alguna al respecto, y hasta donde yo conozco, no creo que exista tal idea en el
pensamiento rabínico.
5
Esta es la versión en español que estaré usando en este trabajo.
6
bWvt.)
Esta palabra modernamente significa respuesta (
4
Según apunta Magid, la importancia de este término viene a emerger con fuerza con
la actuación de los profetas, quienes ante la apostasía de Israel, llaman al pueblo a regresar
a Dios y convertirse de sus malas obras y evitar así el castigo divino. Por ejemplo, en Is.
31:6 el texto hebreo es:
Como bien señala Magid, dado que los judíos –religiosos- se consideran a si
mismos “miembros imperfectos” de la alianza con Dios, la rectificación del
comportamiento erróneo se realiza mediante “el arrepentimiento que implica el
reconocimiento de su pecado y la determinación de vivir en mayor sintonía con la voluntad
divina”. Aun más, la propia esencia de la teshuvah tradicional judía es un acto que
sirve para cancelar y expiar el pecado 7. En virtud de ello, la liturgia judía consiste
entonces “en la confesión, tanto comunitaria como individual, que el penitente recita –
siguiendo los manuales de oración- para articular y dirigir su propia introspección personal”
con el objeto en mente de cancelar los pecado pasados8. Como se ve, la teshuvah, en tanto
7
Recuérdese que en el marco de los servicios rituales del día de la expiación –y en general en los sacrificios
diarios- se requerían del individuo o de la comunidad tanto como la ofrenda respectiva como la teshusvah o
aflicción; ya que “el alma que no se afligiere será cortada” (Lev. 23:27). Después de la destrucción del
segundo Templo el Judaísmo rabínico sustituyó los sacrificios por un conjunto de ritos, pero la idea de
teshuvah, como parte de los requisitos para obtener expiación quedó inalterada.
8
En un manual de oración ashkenazí para el día de Yom Kippur leemos parte de la introducción: “Mientras
sentimos pesar por los pecados pasados hay varios niveles de pesar. Uno puede entender que ha cometido
errores ... sentir temor por el eventual castigo por los pecados cometidos ...también se puede adquirir un
sentido de la terrible majestad de Dios. Todos esos niveles de arrepentimiento son aceptados, pero de la
misma manera. Ello depende de la calidad del remordimiento”. Machzor for Yom Kippur, The Schottenstein
Edition. The Artscroll Series. Mesorah Publications Edited by Rabbi M. Davis (2004), pp. XXII.
5
Sin embargo, aun en el plano estrictamente teológico –sin pensar en algún momento
en aplicación política alguna- en los términos en el cual se expresa la idea tradicional judía
sobre arrepentimiento tiene una grave deficiencia: “es un acto reactivo”; el cual a su vez
depende de un presupuesto antropológico, el cual, Magid apenas se atreve a insinuar. La
teshuvah, en tanto como acto reactivo, se convierte en una vía para “salir del pecado”. En
palabras de Magid: “Es decir, uno peca, se siente contrito, actúa sobre ese sentimiento
evaluando de nuevo su comportamiento y las motivaciones subyacentes, confiesa su pecado
en la liturgia, y sigue su vida esperando el próximo pecado que le provoque
arrepentimiento”. Aquí es necesario señalar que el Judaísmo al concebir la teshuvah como
un “acto reactivo” está a su vez definiendo el pecado del hombre como un acto, no una
condición inherente al hombre; concepción –como veremos- a la que apuntan las
orientaciones que Magid dará a su definición de teshuvah.
Con el objeto de penetrar con mayor profundidad en los planteamientos que esgrime
Magid es pertinente hacer una breve parada para tener una idea general del pecado y de la
antropología tradicional del Judaísmo rabínico.
El Judaísmo, por su parte, entiende que las inclinaciones malas (yetzer hará) y las
buenas inclinaciones (yetzer hatov) son inherentes a la naturaleza humana y, por tanto,
creadas por Dios. Esta idea proviene de una particular exégesis de Dt. 6:5 que hace el
tratado talmúdico Berajot9. De manera pues que el hombre no nace con una naturaleza
pecaminosa como tampoco Adán fue creado con una naturaleza buena; sino que, tanto
Adán como nosotros -según el Judaísmo rabínico-, fuimos creados con ambas inclinaciones
y, en virtud de nuestro libre albedrío escogemos seguir una o la otra, y allí entra el pecado o
se producen tzadikim, hombres justos. Por tanto, somos pecadores por nuestras malas
acciones y no por que tengamos –a causa del pecado de Adán- una naturaleza
pecaminosa10.
9
Citado en Maimónides, Guía de los Perplejos. Ed. CONACULTA. México, 2001. Vol. III, pág. 139.
10
Otros autores afirman, con claros ribetes platónicos, que el hombre tiene una naturaleza dual: el alma (la
cual posee la buena inclinación) y el cuerpo (el cual posee la mala inclinación).
7
En este sentido, Magid piensa que el tipo de reconciliación que el Judaísmo tiene
que ofrecer al mundo es una idea según la cual la reconciliación es entendida sobre la base
de “la transformación del individuo (o la comunidad) mediante aquel arrepentimiento que
produce otro nivel de no resolución, que es el que hace que las partes implicadas
permanezcan siempre en la culpa y deseosas de actuar en un modo que revelará otros
niveles de imperfección [humana]”.
Magid reconoce que sus ideas acerca de la teshuvah -y las consecuencias que
extrajo de ellas-, provienen del sabio jasídico de finales del siglo XVIII, Rabí Nahmán de
Bratislava, quien, según Magid, fue “el primero que expuso esta concepción existencial y
11
Más adelante se verá claro que tal revelación Magid no la piensa en términos sobrenaturales, no es más que
una mayor y mejor percepción de la realidad.
8
12
En breve veremos en que sentido entiende Magid esta “condición depravada del género humano”.
13
Véase por ejemplo, F. M. Cornford, Antes y después de Sócrates. Ed. Ariel. Barcelona, 1981.
9
“tal postulado presupone la noción de que cada alma humana posee el necesario poder de
percepción o intuición inmediata del bien y del mal ... y si toda alma está capacitada para
percatarse de su propio bien, entonces las acciones no podrán gobernarse por ningún código
de reglas procedentes del exterior”14.
Pero Magid, y todo el Judaísmo con él, no endosa el presupuesto –subjetivo- de este
postulado, acepta el postulado pero con un presupuesto distinto, a saber, la ley o la Torah –
un elemento objetivo- es el instrumento por excelencia destinado a instruirnos sobre el bien
y el mal. Así lo expresó Maimónides:
“El conjunto de la Ley tiene como fin dos cosas: el bienestar del alma y del cuerpo. El
bienestar de alma consiste en que todos los hombres tengan ideas sanas, según sus facultades
respectivas. Sobre esto se expresa la Escritura en términos claros o mediante alegorías; pues
no está en la índole de los hombres comunes el tener la capacidad para comprender este
asunto en toda su realidad”15.
“...Dios no cambia, sin embargo, por milagro la naturaleza de los individuos humanos.
Debido a este principio importante está dicho: “¡Oh! Si tuviesen siempre este mismo
corazón” (Deuteronomio 5:26). He aquí la razón de los preceptos, de las prohibiciones, de
las recompensas y de los castigos ... No profesamos este principio porque creamos que a
Dios le sea difícil el cambio de la naturaleza de un individuo humano cualquiera. Al
contrario, ello es posible y depende de la potencia [de Dios]. Sin embargo, según los
principios contenidos en la Ley del Pentateuco, jamás ha querido hacerlo, y no lo querrá
jamás, pues si fuera su voluntad cambiar cada vez la naturaleza del individuo humano a
causa de lo que se quiere obtener de él, serían inútiles la misión de los profetas y toda la
legislación [mosaica]”16.
14
Ibíd., págs. 42,43.
15
Maimónides, op. cit., pág. 168.
16
Ibid, pág. 201.
10
Una vez que hemos intentado comprender los argumentos de Magid relacionados
con la noción de teshuvah y los presupuestos que hay tras ellas, examinemos brevemente a
continuación el impacto de esta nueva conceptualización sobre la categoría teológica de la
reconciliación.
Ya hemos señalado que Magid entiende que la clase de teshuvah formulada por
Rabí Nahmán sugiere por un lado, que no es un acto para eliminar el pecado, y por otro,
logra que el individuo se haga transparente a si mismo; y por tanto, según concluye Magid,
“no lleva a la consecución de la reconciliación del cuerpo y el espíritu”, al estilo del modelo
cristiano. Pero entonces, ¿a que clase de reconciliación se refiere o lleva la teshuvah de
Nahmán?, y además, ¿para que serviría esta clase de reconciliación?. La respuesta a la
primera pregunta es la siguiente: “el acto existencial de la teshuvah es, de hecho, la
experiencia de la reconciliación”. Es decir, la experiencia de la reconciliación forjada
por la teshuvah de Namán es nada más y nada menos que la reconciliación del
hombre consigo mismo, el hombre llega al más ventajoso nivel de la autocomprensión de
su propia imperfección y de sus limitaciones; es un acto existencial en esencia. Pero Magid
extiende la conceptualización de este acto hasta incluir el reconocimiento que el otro –el
adversario- se encuentra en la misma condición de imperfección –aunque no esté
consciente de ello. Debe además entenderse que este acto existencial –la reconciliación
como no resolución del yo- no es un punto de llegada, se trata más bien de un proceso, un
permanente movimiento interior.
Nótese que, Magid insiste que la reformulación de la teshuvah “tiene poco que ver
con el pecado”, esto es, no expía o cancela el pecado. El arrepentimiento auténtico lo que
hace es disipar las tinieblas que las malas acciones18 del hombre han generado y los falsos
mundos que ha creado19. Con lo cual se distancia de la postura judía tradicional
17
Ibid, pág. 205
18
La frase de Magid de “disipar la tiniebla” (ver pág. 92) parece una alusión al texto de Isaías 44:22: “Yo
deshice como nube tus rebeliones”.
19
La referencia a falsos mundos en Magid (ver pág. 92) parece una alusión al texto de Oseas 6:4: “la piedad
vuestra es como nube de la mañana”.
11
reconocimiento de las limitaciones del otro a través de las propias limitaciones”. Magid
piensa que el Judaísmo puede contribuir a la resolución de conflictos con la nueva
formulación de teshuvah, la cual ahora se comprendería “como una actitud de
reconciliación la no resolución del yo (la propia imperfección) y el reconocimiento de la
comprensión imperfecta del otro”.
Desde esta perspectiva entonces, “la reconciliación –la que propone Magid- no lleva
a la resolución de polaridades sino al reconocimiento de que existe una no resolución
igualmente primordial en ambos polos”. No obstante eso, según pienso, mantener la
consistencia en cuanto a la conciencia de esta condición constitutiva de la naturaleza
humana, al menos en uno de los polos en conflicto, contribuiría, si no a la resolución de la
problemática, por lo menos a bajar la intensidad o el grado del conflicto. En este sentido, el
modelo que propone Magid “puede servir para minar la arrogancia y la certeza que están el
fondo de los conflictos humanos”.
A manera de conclusión
Cristianismo. Basta leer el Tratado talmúdico Avodah Zarah y cualquier otra literatura
judía que hable de las expectativas mesiánicas de Israel para percatarse de esta realidad.
Pero por sobre todo, Magid necesita reconocer que la comprensión que ha alcanzado
con la formulación de teshuvah de Nahmán -y así alejarse de la teshuvah tradicional que
sirve para expiar el pecado como hasta el día de hoy- él sencillamente se ha acercado a las
nociones fundamentales del arrepentimiento cristiano que hace alrededor de dos milenios el
Apóstol Pablo ya había desarrollado en sus famosas epístolas. Pero esto es de todos modos
un punto a su favor, porque con ello el Judaísmo –al menos el que él propone- se ha
acercado lenta y tímidamente a una de las vías que pueden conducirle al reconocimiento del
Mesías que por dos mil años el Judaísmo rabínico ha negado20.
En las condiciones actuales, sobre las ideas religiosas del Judaísmo tradicional y de
las del mundo musulmán, es casi imposible alcanzar un acuerdo de paz estable y duradero;
ya que, por el lado del Judaísmo debe imponerse cambios profundos como los que propone
Magid, y tales cambios no se avizoran en el horizonte teológico judío. Por el lado árabe, la
situación es mucho más complicada: la explosiva mezcla de religión y política, más el
ingrediente de resentimiento y odios hacia el sionismo, los cuales son extendido a todo
20
El otro Judaísmo, el mesiánico, desde los tiempos del movimiento apostólico ha aceptado el carácter
mesiánico de Cristo.
13
Israel, nos muestra que por esta vía no habrá solución alguna posible al recurrente conflicto
del medio oriente.
Agradecimientos