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Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2. No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.
 Bautismo.
 Confirmación.
 Penitencia.
 Eucaristía.
 Unción de los Enfermos.
 Orden sacerdotal.
 Matrimonio.

Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.

I.- Obras de misericordia corporales:

En su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final. Son:

1) Visitar a los enfermos


2) Dar de comer al hambriento
3) Dar de beber al sediento
4) Dar posada al peregrino
5) Vestir al desnudo
6) Visitar a los presos
7) Enterrar a los difuntos

II.- Obras de misericordia, espirituales:

Han sido tomadas por la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo:
el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc. Son:

1) Enseñar al que no sabe


2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
El Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa Virgen María; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió a los cielos.
Está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha de venir juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y
la vida eterna. Amén.

Credo Niceno-Constantinopolitano

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que
por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer
día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los
pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Dones del Espíritu Santo

Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios.


Inteligencia (Entendimiento): Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades
reveladas.
Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde,
lo que conviene más al alma.
Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de
nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del
ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.
Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los
hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar ¡Abba, Padre!
Temor de Dios: Espíritu contrito ante Dios, concientes de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia
divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor de Dios:
el alma se preocupa de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de "permanecer" y de crecer en la
caridad (cfr Jn 15, 4-7).

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