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CAPITULO III

LA ESENCIA DEL CONOCIMIENTO


Introducción:
El conocimiento representa una relación entre un sujeto y un objeto. El verdadero
problema del conocimiento consiste, por tanto, en el problema de la relación entre el
sujeto y el objeto. Hemos visto que el conocimiento se representa a la conciencia natural
como una determinación del sujeto por el objeto. Pero ¿es justa esta concepción? ¿No
debemos hablar a la inversa, de una determinación del objeto por el sujeto, en el
conocimiento? ¿Cuál es el factor determinante en el conocimiento humano? ¿Tiene éste
su centro de gravedad en el sujeto o en el objeto? Se puede responder a esta cuestión sin
decir nada sobre el carácter ontológico del sujeto y el objeto. En este caso nos
encontramos con una solución premetafísica del problema. Está "solución "puede
resultar tanto favorable al objeto como al sujeto. En el primer caso se tiene el
objetivismo; en el segundo, el subjetivismo. Bien entendido que esta última expresión
significa algo totalmente distinto que hasta aquí. Si se hace intervenir en la cuestión el
carácter ontológico del objeto, es posible una doble decisión. O se admite que todos los
objetos poseen un ser ideal, mental ‐ésta es la tesis del idealismo‐, o se afirma que
además de los objetos ideales hay objetos reales, independientes del pensamiento. Esta
última es la tesis del realismo. Dentro de estas dos concepciones fundamentales son
posibles, a su vez, distintas posiciones. Finalmente, se puede resolver el problema del
sujeto y el objeto, remontándose al último principio de las cosas, a lo absoluto, y
definiendo desde él la relación del pensamiento y el ser. En este caso se tiene una
solución teológica del problema. Esta solución puede darse tanto en un sentido monista
y panteísta como en un sentido dualista y teísta.

1. SOLUCIONES PREMETAFÍSICIAS:

El conocimiento de la realidad, en esencia, es imposible; parece que los seres


humanos no nacimos para conocer la realidad, tal vez, sólo vengamos a este mundo
con las facultades necesarias para sobrevivir en él, mas no para conocerlo en
esencia. Dice Hessen que:
"…vista desde el sujeto, esta aprehensión se presenta como una salida del sujeto
fuera de su propia esfera, una invasión en la esfera del objeto y una captura de las
propiedades de éste. El objeto no es arrastrado, empero, dentro de la esfera del
sujeto, sino que permanece trascendente a él…" (Hessen, 2009: 16).

1.1.El objetivismo:
Para el objetivismo, el objeto es el factor más importante de los dos elementos
involucrados en la relación cognoscitiva. El objeto determina al sujeto. Este
debe ser regido por aquel.
El problema del conocimiento surge cuando el sujeto pretende establecer la
relación de discernimiento con el objeto, debido a que ambos (el sujeto
cognoscente y el objeto por conocer) se encuentran en mundos diferentes,
distintos, y hasta contrarios: el sujeto cognoscente es el alma humana, su
psique, pensamiento, razón, mente, etc.; y, por lo mismo, se encuentra en la
esfera psicológica. En cambio, el objeto por conocer es la realidad (que puede
ser material o inmaterial), pertenece a la esfera ontológica. Hessen afirma que:
"…el conocimiento se presenta como una relación entre estos dos miembros –
se refiere al sujeto y al objeto -, que permanecen en ella eternamente separados
el uno del otro…" (Hessen, 2011: 15).
1.2.El subjetivismo:
Intenta radicar el conocimiento humano en el sujeto. Para conseguirlo, instala
el universo de las ideas, el conjunto de los principios del conocimiento en un
sujeto. Este se convierte, para expresarlo en alguna forma, en el pedestal que
sostiene la verdad del conocimiento humano. Pero adviértase que cuando se
habla del sujeto, no se está designando a un sujeto concreto, individual, sino a
un sujeto superior, trascendente del pensamiento.
Al sujeto cognoscente (el alma humana) le es imposible penetrar la esfera del
objeto por conocer (la realidad concreta o abstracta). Es por ello que la relación
de conocimiento sólo se puede dar en el mundo lógico, en la esfera discursiva.
Todo lo que un sujeto pueda decir sobre determinado objeto, no será la realidad
del objeto, lo que éste es, sino sólo un discurso sobre el mismo, será un
lenguaje sobre el objeto, una disertación elaborada por un sujeto que no
forzosamente coincide con el razonamiento elaborado por otro sujeto:
"…el lenguaje humano no está hecho para hablar de conocimiento: la
formalidad lingüística no es la cognoscitiva; hay niveles cognoscitivos
infralingüísticos y supra-lingüísticos…" (Polo, 2006: 14).

2. SOLUCIONES METAFÍSICAS

2.1.El realismo
Por realismo debemos entender la postura epistemológica que afirma que existen
cosas reales, independientes de la conciencia. Esta actitud filosófica admite
varias exposiciones. El realismo ingenuo se manifiesta cuando no se ha
presentado la influencia de una reflexión crítica sobre el conocimiento. El
realismo natural es diferente del realismo ingenuo. En él ya no aparece la
credulidad absoluta, pues inmediatamente se manifiestan algunas reflexiones
críticas sobre el conocimiento, ya no se confunde el contenido de la percepción
con el objeto percibido. A pesar de esto, se afirma que los objetos corresponden
totalmente a los contenidos de la percepción. Una tercera forma de esta postura
filosófica es el realismo crítico, así llamado porque se apoya en numerosas
reflexiones críticas sobre el conocimiento. El realismo crítico no acepta que en
las cosas residan todas las cualidades comprendidas en los contenidos de la
percepción; por el contrario, sostiene que todas las propiedades o cualidades que
únicamente pueden ser percibidas por un sentido, como los colores, los sonidos,
los sabores, etcétera, sólo existen en nuestra razón. Estas propiedades sólo
pueden ser notadas cuando sobre los órganos de nuestros sentidos actúan ciertos
estímulos externos.

2.2.El Idealismo
Este sostiene la teoría de que no existen cosas reales que sean independientes de
la conciencia. Habiendo suprimido las cosas reales, sólo restan dos clases de
objetos: los de la conciencia (representaciones, imágenes, sentimientos, etc.), y
los ideales (los objetos de la lógica y de la matemática), por lo que el idealismo,
necesariamente, debe considerar que los objetos, llamados reales por otros,
pertenecen a la conciencia o al ideal. De esta consideración surgen dos
tendencias del idealismo: el subjetivo o psicológico y el objetivo o lógico.
El término 'idealismo' es bastante común para referirse a las ideas platónicas y
neoplatónicas. Sin embargo, desde la perspectiva de la teoría de los universales, los
filósofos de inspiración platónica son en rigor, 'realistas' por tanto las ideas poseen una
existencia 'real'.
Platón uso el término 'idea' para designar la forma de una realidad 'eterna' e 'inmutable'.
Y en este sentido, la idea es el 'espectáculo' ideal de una cosa. Así, concebirá con
frecuencia que las ideas son modelos de las cosas o también las cosas mismas en su
estado de perfección. Por ello la idea no puede aprehenderse sensiblemente, sino que su
visibilidad depende de la mirada interior. En consecuencia, Platón ira reduciendo las
ideas a objetos matemáticos y a ciertas cualidades como la bondad y la belleza. Más
tarde, Aristóteles negará que las ideas pudieran tener una existencia independiente de la
realidad sensible.

2.3.El Fenomenalismo
Es una teoría que afirma que no podemos conocer las cosas como son en sí, sino
tan sólo en su apariencia. El fenomenalismo acepta la existencia de las cosas,
pero niega que podamos conocer su esencia. Únicamente podemos conocer que
las cosas son, pero no podemos saber lo que son.
El fenomenalismo surge como combinación de racionalismo cartesiano y
el empirismo humano. El fenomenalismo vendría a resolver los problemas
relativos al origen del conocimiento en estas dos corrientes.
Racionalismo: Plantea que el origen del conocimiento está en la razón, la cual es
considerada como la fuente principal de éste.
Empirismo: Considera que el origen está en la experiencia. Parte de los hechos
concretos y es una posición cuyo origen se encuentra fundamentalmente en
las ciencias naturales.
El fenomenalismo es una combinación de estos dos, partiendo de la base que
tanto la razón como los fenómenos empíricos sirven de manera ecuánime. para
obtener conocimiento.
2.4.Critica y posición propia:

Estamos ahora en situación de hacer la crítica del realismo y del idealismo y de


tomar posición en la disputa entre ambos. Como hemos visto anteriormente, el
idealismo no logra demostrar que la posición realista sea contradictoria y, por
ende, imposible. Mas, por otra parte, tampoco el realismo consigue abatir
definitivamente a su adversario. Las razones que podía hacer valer no eran,
como se vio, lógicamente convincentes, sino tan sólo probables. Parece, pues,
que no puede terminarse la disputa entre el realismo y el idealismo. Esto es lo
que ocurre, en efecto, mientras sólo se emplea un método racional. Ni el
realismo ni el idealismo pueden probarse o refutarse por medios puramente
racionales. Una decisión sólo parece ser posible por vía irracional. El idealismo
volitivo es quien nos ha enseñado este camino. Frente al idealismo, que quisiera
hacer del hombre un puro ser intelectual, el realismo volitivo llama la atención
sobre el lado volitivo del hombre y subraya que el hombre es en primer término
un ser de voluntad y de acción. Cuando el hombre tropieza en su querer y desear
con resistencias, vive en éstas de un modo inmediato la realidad. Nuestra
convicción de la realidad del mundo exterior no descansa, pues, en un
razonamiento lógico, sino en una vivencia inmediata, en una experiencia de la
voluntad. Con esto queda superado de hecho el idealismo.
Pero el idealismo fracasa también en el problema de la existencia de nuestro yo,
de la cual estamos ciertos por una auto intuición inmediata. Ya San Agustín hizo
referencia a este punto. Desarrollando sus ideas, formuló posteriormente
Descartes su célebre cogito, ergo sum. En nuestro pensamiento, en nuestros
actos mentales ‐ésta es su idea‐, nos vivimos como una realidad, estamos ciertos
de nuestra existencia. Como paralelo al principio cartesiano ha formulado más
tarde Maine de Biran el principio voló, ergo sum. Ambos principios tratan de
expresar, sin embargo, la misma idea funda‐ mental: que poseemos una certeza
inmediata de la existencia de nuestro propio yo. Pero el uno parte de los
procesos del pensamiento y el otro de los procesos de la voluntad. Todo
idealismo fracasa necesariamente contra esta auto certidumbre inmediata del yo.

3. SOLUCIONES TEOLÓGICAS

3.1.La Solución Monista y Panteísta


El idealismo, al negar la realidad, en cierto modo desconoce uno de los dos
elementos que intervienen en la relación del conocimiento; el realismo permite
que ambos coexistan; el monismo intenta reunirlos en la unidad última. El sujeto
y el objeto, el pensamiento y el ser, la conciencia y las cosas, sólo en la
apariencia son una dualidad, pues en la realidad constituyen una unidad. Son dos
aspectos de la realidad única. Lo que se presenta ante la experiencia como una
dualidad, para la metafísica, única ciencia que profundiza en la esencia, es una
unidad.

3.2.La Solución dualista y teísta


Se tiene una concepción dualista y teísta del universo, cuando se admite la
existencia de un dualismo empírico de sujeto y objeto que se fundamente en un
dualismo metafísico. En esta concepción de universo, se sostiene la diferencia
metafísica esencial entre el objeto y el sujeto, entre la conciencia y la realidad.
Sin embargo, esta dualidad, en su opinión, no es definitiva. El sujeto y el objeto,
el pensamiento y el ser, finalmente deben ser reducidos a un último principio
común. Este principio se identifica con la Divinidad, causa común de la
idealidad y de la realidad, del pensamiento y del ser. Siendo la causa eficiente
del mundo, Dios ha ordenado el reino ideal y el reino real de tal manera, que
ambos concuerdan para que exista una armonía total entre el pensamiento y el
ser.

CONCLUCIONES:
Se puede estimar que los seres humanos no venimos a este mundo con las
facultades necesarias para conocer la esencia de la realidad educativa y que, por lo
mismo, lo único que podemos hacer, en términos cognoscitivos, es elaborar un
mapeo de la misma (definición, características, función, finalidad, clasificación,
elementos, etc.) utilizando para ello nuestras facultades (razón y/o sentidos) con las
que elaboramos ciertos supuestos para resolver los problemas del conocimiento
dependiendo de nuestros intereses ontológicos. Existe una relación de dependencia
entre los supuestos filosóficos que se utilizan para resolver el problema de la
relación sujeto-objeto de conocimiento, las facultades cognitivas de todo sujeto
cognoscente, los intereses ontológicos del espíritu epistémico y el discurso teórico
que se construye en todas y cada una de las teorías analizadas. Todo lo anterior se
reduce a determinismo, indeterminismo o a estados intermitentes entre uno y otro.
Si se desea determinar a los demás, se argumentarán razones para ello; si se los
quiere indeterminar, los sentidos proporcionarán los argumentos necesarios y; si se
necesita conciliar los contrarios, se podrán utilizar ambas cualidades. El problema
de la relación sujeto-objeto de conocimiento en los discursos educativos no pude
tener una solución única porque obedece a intereses y necesidades de sus
promotores. En ese sentido, la educación es un problema político.
En términos epistemológicos sólo son conjeturas, suposiciones, presunciones,
hipótesis, cálculos, creencias u opiniones derivadas de la razón, los sentidos o de
ambos y, ontológicamente, la elección dependerá de los intereses existenciales de la
persona o grupo de personas que los utilicen y, en ese sentido, de los supuestos
filosóficos en los que se ubique el discurso educativo.
Se puede estimar que los seres humanos no venimos a este mundo con
las facultades necesarias para conocer la esencia de la realidad educativa y que, por
lo mismo, lo único que podemos hacer, en términos cognoscitivos, es elaborar un
mapeo de la misma (definición, características, función, finalidad, clasificación,
elementos, etc.) utilizando para ello nuestras facultades (razón y/o sentidos) con las
que elaboramos ciertos supuestos para resolver los problemas del conocimiento
dependiendo de nuestros intereses ontológicos.
Existe una relación de dependencia entre los supuestos filosóficos que se utilizan
para resolver el problema de la relación sujeto-objeto de conocimiento, las
facultades cognitivas de todo sujeto cognoscente, los intereses ontológicos del
espíritu epistémico y el discurso teórico que se construye en todas y cada una de las
teorías analizadas.
Todo lo anterior se reduce a determinismo, indeterminismo o a estados
intermitentes entre uno y otro. Si se desea determinar a los demás, se argumentarán
razones para ello; si se los quiere indeterminar, los sentidos proporcionarán los
argumentos necesarios y; si se necesita conciliar los contrarios, se podrán utilizar
ambas cualidades.
El problema de la relación sujeto-objeto de conocimiento en los discursos
educativos no pude tener una solución única porque obedece a intereses y
necesidades de sus promotores. En ese sentido, la educación es un problema
político.

BIBLIOGRAFÍA

Aristóteles (a) (1981).

Ética Nicomaquea. Porrúa (Col. “Sepan cuántos…”, núm. 70). México. (b) (1981).

Hessen, Juan (1999). Teoría del Conocimiento. Porrúa (Col. “Sepan Cuantos...”,
núm. 351).

Verneaux, Roger (2011). Curso de filosofía tomista. Epistemología general o


crítica del conocimiento. Herder. España.

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