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Recibido: 11 enero 2019 / Revisado: 28 enero 2019 / Aceptado: 31 enero 2019 / Publicado: 15 febrero 2019
enfoques, métodos y objetos de estudio– dejó corrientes posmodernas8. Según este autor, ello
un terreno plural en cuanto a formas de hacer habría propiciado una retahíla de críticas sobre
historia, pero completamente desmenuzado la idea de progreso y habría amenazado la rela-
desde un punto de vista teórico6. Por un lado, ción entre pasado, presente y futuro; hechos
esta diversificación generó un clima de incerti- que en el peor de los casos se habrían traducido
dumbre que suscitó dudas sobre el futuro de la en interpretaciones negacionistas y relativistas
disciplina y la validez de la historia como cien- de la historia, respectivamente.
cia. Sin embargo, por otro lado, es indudable
que la adopción de nuevos enfoques de estudio Entre los distintos problemas y preocupaciones
durante la segunda mitad del siglo XX contribu- que surgen a raíz de este convulso desarrollo
yó sustancialmente al enriquecimiento y a la teórico vale la pena recalcar los perseverantes
transformación de la historiografía en diversos deseos por parte de historiadores como Barros
aspectos. A saber, con la superación del hori- o Burke de querer dar con un nuevo paradigma
zonte rankeano no sólo se pusieron en duda la historiográfico que permita sortear el estado de
univocidad de los relatos decimonónicos, tam- crisis. Coincidimos con ellos con que dicho em-
bién se desmintió el valor exclusivo del docu- peño debe pensarse a partir de la síntesis entre
mento, se modificaron las perspectivas de aná- viejos y nuevos modelos, capaz de ofrecer una
lisis y las escalas de observación e incluso se visión amplia y global de un pasado que recupe-
abrió el debate sobre la elaboración de los rela- re el legado de la longue durée9.
tos históricos con un polémico retorno del na-
En lo que llevamos de siglo, parece que existe
rrativismo7.
cierto consenso en reconocer a la historia glo-
Esta situación se produjo como resultado de bal como una tendencia historiográfica capaz
una compleja coyuntura en la que confluyeron de lidiar con la crisis de la disciplina10. Se trata
la apertura académica de la historia –hecho que de una corriente que “nació de la convicción de
permitió incrementar el diálogo y las relaciones que los medios que los historiadores han estado
con otras disciplinas humanísticas– con una usando para analizar el pasado han dejado de
incipiente voluntad de explotar la reflexión ser suficientes”11. Dado su carácter holístico, la
historiográfica y de buscar nuevas líneas de historia global se postula como una fórmula
investigación que permitieran situar a la disci- suficientemente flexible como para hacerse
plina histórica en medio de un mundo que se
encontraba en pleno proceso de globalización. 8
Aludiendo explícitamente los trabajos de El fin de
En esta misma coyuntura cabe destacar, como la historia de Fukuyama y a los ensayos sobre la
ha señalado Barros, que el agotamiento progre- postmodernidad de Jean-François Lyotard y de
sivo de los modelos tradicionales y el período Gianni Vattimo.
de conservadurismo político que se vivió en los 9
Según han expuesto Jo Guldi y David Armitage nos
ochenta, contribuyeron a la propagación de encontramos en una crisis de corto-terminisme
concepciones neoliberales y a la divulgación de (short-term), agravadas con los problemas de medio
ambiente, de gobierno, de democracia y de capita-
lismo, que dificulta las investigaciones a gran escala
y que sólo podremos superar mediante una amplia-
6 ción de miras. Véase Guldi, Jo y Armitage, David,
Concepto desarrollado por François Dosse en su
obra L'histoire en miettes. París, La Découverte, Manifiesto por la historia. Madrid, Alianza, 2016, p.
1987. 216.
7 10
Véase Burke, Peter (ed.), “Obertura: la nueva histo- En pocos años están aumentado mucho los traba-
ria, su pasado y su futuro”, en Formas de hacer his- jos teóricos que abordan la historia global como
toria. Madrid, Alianza, 2012, pp. 13-38. Donde se tendencia historiográfica. Merece la pena mencionar
reflexiona sobre el surgimiento de dichas corrientes algunas de las últimas publicaciones de peso:
y escuelas y se afirma que ello ha obligado a replan- Stearns, Peter N., World History: The Basics. Lon-
tear la manera de abordar el texto historiográfico en dres, Routledge, 2010; Subrahmanyam, Sanjay, Aux
su plenitud. En su obra se compendian muchas de origines de l´histoire globale. París, Fayard, 2014; VV.
las corrientes, tendencias y formas de hacer y escri- AA., The Prospect of Global History. Oxford, Universi-
bir historia que han ido desarrollándose durante la ty of Oxford, 2016; Conrad, Sebastian, Historia glo-
segunda mitad del siglo XX: historia desde abajo, bal. Una nueva visión para el mundo actual. Barce-
historia de la vida cotidiana, microhistoria, historia lona, Crítica, 2017.
11
cultural, historia medioambiental, etc. Conrad, Sebastian, Historia global…, op. cit., p. 8.
cargo del estado de fragmentación de la histo- cial. Así pues, ¿en qué medida el espacio forma
riografía. La laxitud del término “historia glo- parte del interés historiográfico? ¿Qué relación
bal”, la ausencia de una definición clara o ce- guardan tiempo y espacio y cómo eso repercute
rrada que acote o determine sus límites, la afi- en términos teóricos, de representación y de
nidad con las ideas de la historia total braude- lectura?
liana y la voluntad de quererse presentar como
un modelo de análisis que se adecue y se con- “Desde el siglo XVIII espacio y tiempo son
jugue con los problemas y las necesidades del habitualmente referidos el uno al otro [...]
mundo en lo que vivimos, hacen que la historia pertenecen, dicho categorialmente, a las
global se presente como una solución viable a condiciones de posibilidad de la historia”12.
las dificultades de las últimas décadas. Por otro
Tal y como nos recuerda Koselleck, durante la
lado, no podemos evitar vincular esta corriente
modernidad, espacio y tiempo fueron concebi-
con el resurgimiento del pensamiento espacial
dos como categorías supuestamente indisocia-
que ha estado teniendo lugar en la mayoría de
bles la una de la otra, hasta el punto que la
las ciencias sociales y humanas sin que la disci-
contextualización de cualquier hecho histórico
plina histórica apenas se haya percatado; más
la hacemos habitualmente dando por hecho
tarde volveremos sobre este punto.
ambas dimensiones, siguiendo un criterio de
Si hacemos uso del diálogo interdisciplinar, son razonamiento que se asemeja a lo siguiente:
muchas las experiencias que podemos inter-
“El espacio y el tiempo. El tiempo y el es-
cambiar y establecer bajo el objetivo común de
pacio. Dos categorías que sirven para ex-
superar la crisis de la fragmentación y consoli-
plicar toda la realidad, dos coordenadas
dar un nuevo paradigma que esté a la altura de
que se entrecruzan para decir un algo an-
los nuevos tiempos que corren. Pero para ello
tes indefinido, inexistente. Todas las pre-
es necesario problematizar y sacar a debate
guntas posibles pueden ser respondidas
algunas cuestiones fundamentales que tienen
por medio de estos dos ejes: aunque unas
que ver con la relación entre el tiempo y el es-
realidades sean más “temporales” y otros
pacio, entendidas como categorías históricas.
más “espaciales”, el registro “espaciotem-
2. LOS EJES DE LA HISTORIA poral”, la hibridación o amalgama de am-
bos es la dimensión de un concepto filosó-
Pensar la historia es pensar en las continuida- fico que permitirá resolver el dilema por
des y los cambios ocurridos en las sociedades medio de un binomio, de dos términos
humanas a lo largo del tiempo, pero también es contrapuestos pero complementarios e in-
pensar en los espacios vividos, construidos y separables, porque una realidad no puede
habitados donde se yuxtaponen y se leen todo ser explicada, ni siquiera pensada, sin re-
tipo de acciones, vínculos, tensiones y expe- querir la presencia de esta doble idea”13.
riencias humanas. Desde la Antigüedad, el os-
tensible vínculo del hombre con lo geográfico y Según lo citado, la realidad y las representacio-
su persistente interacción con el entorno natu- nes de la misma son percibidas y asimiladas por
ral y urbano han puesto de manifiesto el desa- esta dualidad epistemológica que nos debería
rrollo de una conciencia y una cultura propia- servir para “explicar toda la realidad”. Los ejes
mente espaciales. El espacio, entendido como fundamentales del tiempo y el espacio, estas
una categoría física, ha contribuido indiscuti- dos categorías teóricamente indivisibles, con-
blemente a la formación y consolidación de la forman una aparente unidad que sin embargo,
idea de historia, hasta el punto que no es posi- a efectos de una representación historiográfica
ble concebir la práctica historiográfica sin aco- no se manifiestan de manera equitativa, sino
tar su marco espacial, al igual que no podríamos
hablar de historia si desatendiéramos la noción 12
Koselleck, Reinhart, “Espacio e historia”, en Los
temporal. Sin embargo, durante la modernidad estratos del tiempo: estudios sobre la historia. Barce-
los discursos historiográficos han mantenido un lona, Paidós – I.C.E. de la Universidad Autónoma de
fuerte predominio del tiempo sobre el espacio. Barcelona, 2001, pp. 94-97.
El paradigma evolutivo, fuertemente condicio- 13
Camarero, Jesús, “Prólogo. Escribir y leer el espa-
nado por la construcción occidental de la crono- cio”, en Perec, Georges, Especies de espacios. Barce-
logía, se ha impuesto sobre la perspectiva espa- lona, Montesinos, 1999, p. 9.
que el peso y la presión de la temporalidad do a las prácticas discursivas promovidas por las
predomina en el imaginario y la conciencia de la instituciones científicas y es fruto de un proceso
praxis histórica. La combinación de estos dos dictado por una voluntad estrictamente funcio-
ejes debería proporcionar una visión amplia y nal, la de “aglutinar una serie de eventos en un
completa del conjunto estudiado, pero el hecho todo coherente”14. Si tiramos de este hilo, la
de que estas dos dimensiones puedan ser de- historia se convierte entonces en “el concepto
nominadas por separado también nos indica regulativo de todas las experiencias pasadas y
que conceptualmente pueden ser percibidas y futuras, reúne con más intensidad que cual-
teorizadas de manera independiente. quier otro los cuatro rasgos de temporalización,
ideología, politización y democratización.” Este
Así pues, mientras la imagen de la cronología proceso se va configurando durante el siglo XIX,
queda plasmada de forma evidente en la elabo- momento en que “nace la Ciencia histórica,
ración de los discursos historiográficos y en la estableciéndose como ciencia autónoma dedi-
voluntad de reconstrucción de las representa- cada a estudiar el pasado”15.
ciones del pasado, la presencia del espacio es
más bien modesta y mantiene una relación de Esta revisión nos permite ahondar en la relación
ambigüedad dentro del ejercicio historiográfico. desigual que se da entre la percepción histórica
Pensar la historia ha sido, durante la moderni- del tiempo y el espacio. Lo verdaderamente
dad, un ejercicio en el que el espacio quedaba relevante del asunto es ver que esta relación de
implícito y asumido dentro del propio discurso. subordinación afecta también a la construcción
¿En qué nos basamos al afirmar esto? ¿Cómo del relato histórico. Así pues, llegados a este
ocurrió esta supuesta escisión del espacio y el punto parece razonable hacer algunas matiza-
tiempo? Para verlo es preciso adentrarse en el ciones sobre este proceso de elaboración del
origen conceptual de la idea moderna de histo- relato histórico que Michel De Certeau ha de-
ria. nominado operación historiográfica.
Como sabemos, a lo largo del siglo XVIII, la teo- Historiar la realidad, tal y como ha señalado
ría historiográfica moderna se fue decantando Darío Villanueva, no significa comprender ni
hacia un modelo teleológico y progresivo que, tampoco interpretar, sino realizar una recons-
sintonizando con los ideales de la Ilustración, trucción coherente de la historia que le otorgue
otorgaba al orden temporal unas cualidades de sentido16. Vista desde esta perspectiva, la histo-
dinamismo que motivaron sustancialmente esa riografía trabaja en la amalgamación de una
preponderancia del tiempo respecto al espacio. selección de hechos dispersos en el tiempo que
Con la llegada de la historiografía decimonónica no tienen por qué mantener una correlación
y la gradual institucionalización y especializa- significativa para ser expuestos, sino que la
ción de la historia como disciplina académica disposición diacrónica del pasado se centra en
esta división se ensanchó. La tradición rankeana enlazar un hecho tras otro. Naturalmente, la
consolidó la cronología como la materia prima imposibilidad de hacerse cargo de la totalidad
de la representación histórica al considerar que de los hechos históricos conlleva la obligatorie-
la historia debía ocuparse de la ordenación de dad de realizar una selección de lo que se quie-
los acontecimientos mediante una representa- re historiar. Tal selección se verá expuesta
ción discursiva lineal, cronizada, en sintonía con además, al problema de cómo exponer la na-
la forma narrativa de la modernidad. Por su rración histórica.
lado, el espacio se vio relegado a la mera condi-
ción de escenario o decorado de las acciones y ¿De qué manera la elaboración del relato histó-
los hechos narrados. La dimensión espacial rico viene determinada por concepciones teóri-
quedaba por lo tanto, mitigada y aplacada por cas u otros agentes? Como sabemos, el produc-
el peso de una temporalización histórica. to resultante de la investigación histórica se
expone siguiendo un “orden cronológico” que
En las postrimerías del siglo XVIII debemos ubi-
car también el origen moderno del concepto 14
Koselleck, Reinhart, historia/Historia. Madrid,
historia. En este sentido, no podemos desesti- Trotta, 2011, pp. 29-30.
mar las indagaciones que Koselleck efectuó 15
Ibid. pp. 21-22.
sobre el nacimiento de un término que, a su 16
Villanueva, Darío, El polen de ideas. Barcelona,
entender, se encuentra estrechamente vincula- PPU, 1991, p. 118.
puede jugar más o menos con las técnicas de existir una correlación directa entre lo episté-
presentación y organización, pero que en cual- mico y su voluntad de representación, el relato
quier caso, se articula en torno a un eje que histórico que surge tiene que ver con la concep-
“proyecta sobre el texto la imagen invertida del tualización que lo respalda. Por otro lado, que-
tiempo”. El relato historiográfico toma así la remos destacar que los relatos historiográficos
forma de un artefacto que, mediante la puesta de la modernidad no han sido pensados para
en marcha de un dispositivo textual une el pre- representar la realidad histórica de la mejor
sente con la trayectoria cronológica17. En La manera posible, sino más bien para ratificar los
escritura de la historia, De Certeau considera ideales que sostienen una determinada concep-
que la práctica historiográfica moderna es fruto ción epistemológica previa.
de una operación de interrelación entre tres
elementos: la particularidad del “lugar social” ¿Hay alternativas a este tipo de relación que se
desde el que se escribe, vinculado a un espacio da entre tiempo y espacio? ¿Puede una mirada
de “producción socioeconómica, política y cul- espacial generar relatos que se hagan cargo de
tural”; el conjunto de prácticas científicas y la realidad histórica con mayor acierto? ¿De
procedimientos de análisis empleados; y “la qué modo puede esto ayudar a superar la crisis
construcción de un texto” histórico que es el paradigmática? Con el objeto de lograr una
resultado de una práctica social18. Este proceso mayor comprensión de lo que supone la inclu-
de elaboración de la obra historiográfica es lo sión de la dimensión espacial en la narrativa
que nos permite cuestionar por lo tanto, el cri- histórica debemos realizar una indagación a
terio seguido a la hora de seleccionar y manipu- través de la herencia del pensamiento espacial.
lar los conocimientos históricos con los que se
3. ESPACIALIZAR LA HISTORIA
construye la trama del pasado. De Certeau ad-
vierte además, que el procedimiento de confec- Reinhart Koselleck advirtió en una ocasión que
ción del producto historiográfico se encuentra todavía hoy en día “falta una historia concep-
respaldado por el poder institucional, de tal tual del concepto espacio”19. Si bien ese lamen-
forma que los criterios de investigación respon- to no deja de ser cierto también hay que preci-
den a necesidades y órdenes de grupos políti- sar que a pesar de las muchas carencias no par-
cos, eruditos y eclesiásticos que se especializan timos de cero. El pensamiento espacial cuenta
de manera recíproca. Poco a poco se va esta- con una larga tradición y es posible reseguir sus
bleciendo así un saber vinculado a lo institucio- huellas desde Heródoto hasta geógrafos con-
nal. temporáneos como David Harvey, Edward Soja
o Doreen Massey, pasando por autores como
Al referenciar a De Certeau, a la operación his-
Alexander von Humboldt, Carl Ritter, Karl Lam-
toriográfica y a la institucionalización de la his-
precht o Friedrich Ratzel; tal y como ha reivindi-
toria no pretendemos criticar ni a la historiogra-
cado el historiador Karl Schlögel20. Además, no
fía actual, ni a su reflexión teórica, ni mucho
hay que olvidar que el interés hacia la dimen-
menos poner en duda su cientificidad, como
sión geográfica ha ido resurgiendo a lo largo de
tampoco queremos entrar en áridos debates
las últimas décadas gracias al auge del denomi-
sobre la realidad y la ficción en la escritura de la
nado giro espacial; concepto sobre el cual es
historia. Lo que se persigue es más bien, con-
preciso detenerse para entender en qué se
textualizar el nacimiento de la historiografía
sostiene la tesis de la espacialización de la his-
moderna dentro de un marco que relaciones el
toria.
paradigma temporal con un modo muy concre-
to de exposición que se limita a reproducir las La noción de giro geográfico o giro espacial, tal
lógicas del patrón propio del tiempo. En otras y como lo ha definido Jo Guldi, “implica retros-
palabra, evidenciar que el paradigma de la
temporalidad no es solamente una cuestión de
19
teleología, sino también de narración y que al Koselleck, Reinhart, Los estratos del tiempo, op.
cit., p. 94.
20
Karl Schlögel ha reconocido a estos autores como
17
De Certeau, Michel, La escritura de la historia. referentes teóricos del pensamiento espacial. De
México, Universidad Iberoamericana, 1993, pp. 104- Friedrich Ratzel proviene, de hecho, la frase “en el
106. espacio leemos el tiempo”, que Schlögel toma como
18
Ibid. p. 68-69. título de su obra.
y marcó un punto de inflexión conceptual que del espacio se van multiplicando sustancialmen-
invitaba, entre otras cosas, a realizar una relec- te. Guldi ha insistido que el pensamiento fran-
tura del entorno urbano en unos términos que cés (French Theory) de estos años destacó por
se adecuaban más a unas necesidades contem- la proliferación de publicaciones. Además de
poráneas. Se trata, tal y como lo expone el au- Foucault, quien durante esta década centra sus
tor al comienzo del texto, de un cambio de per- estudios en los espacios del poder –a través del
cepción paradigmático a favor de la dimensión panoptismo de los centros penitenciarios y
espacial: psiquiátricos–, hubo otros autores que destaca-
ron en el teorización de la dimensión espacial,
“La gran obsesión que atravesó el siglo XIX, entre los que destacan Henri Lefebvre, Paul
como se sabe, fue la historia: temas del Virilio o Michel de Certeau. Fernando Cabo se
desarrollo y de la detención, temas de la ha fijado también que tan sólo entre los años
crisis y del ciclo, temas de la acumulación 1973 y 1974 salieron a la luz tres ensayos de
del pasado, gran sobrecarga de muertos, gran repercusión y de distinta procedencia:
enfriamiento amenazador del mundo. El Especies de espacios de Georges Perec, El cam-
siglo XIX encontró en el segundo principio po y la ciudad de Raymond Williams y La pro-
de la termodinámica lo esencial de sus re- ducción del espacio de Lefebvre27.
cursos mitológicos. La época actual sería
más bien la época del espacio. Nos halla- Todo este cuadro conceptual sucintamente
mos en la época de lo simultáneo, nos ha- desgranado, conduce a un momento funda-
llamos en la época de la yuxtaposición, en mental para la idea de espacio. El tránsito de los
la época de lo cercano y lo lejano, del lado años ochenta a los noventa está dominado por
a lado, de lo disperso. Nos hallamos en un la actividad académica de los citados Edward
momento en el que el mundo se experi- Soja, David Harvey o Doreen Massey, quienes
menta, creo, no tanto como una gran vida estimulan un debate crítico dentro y fuera de su
que se desarrollaría a través del tiempo disciplina. Soja por su parte, desarrolla sus tesis
sino como una red que relaciona puntos y del tercer espacio y sus estudios sobre la post-
que entrecruza su madeja”26. metrópolis partiendo de la figura de Lefebvre,
tratando de dar respuesta a la neutralidad o
Tal declaración contiene un tono fundacional. pasividad teórica y social del espacio:
Primero porque se reconoce a la disciplina his-
tórica como “la gran obsesión” propiamente “¿por qué al tiempo se le considera dialéc-
decimonónica. En ese sentido, Foucault identifi- tico, en movimiento, en proceso, en cam-
ca claramente una forma de concebir la historia bio… y por el contrario al espacio se le tra-
que se encuentra arraigada en un pensamiento ta como fijo, muerto, con un trasfondo in-
lineal y en un sistema de enunciación estricta- móvil?”28.
mente cronológico y que, por lo tanto, se olvida
de todo lo que es “simultáneo”. En segundo El énfasis de Harvey se centra en la realización
término, el autor hace hincapié en “el espacio” de una lectura político-económica que describa
como categoría que debe hacerse cargo del las lógicas sociales en las ciudades. Massey, por
estudio de “la época actual”. Se trata de una su parte, insiste en la necesidad de repensar la
contraposición teórica entre dos modelos de relación de oposición en la que conviven las
conceptualización y despliegue de los relatos categorías de espacio y tiempo desde la mo-
históricos. Dicho en otras palabras, Foucault dernidad y en el problema de la narración geo-
considera la obsolescencia de lo temporal, ins- gráfica29. La lectura de estos tres geógrafos nos
trumento que anteriormente habría permitido
exponer lo histórico y llama la atención sobre el 27
Cabo, Fernando, “El giro espacial en la historia
espacio como nuevo valor de exploración. literaria”, Actas de Congreso Literatura e historia,
Fundación Caballero Bonald, 2004, p. 70.
A partir de la década de los setenta las publica- 28
Benach, Núria y Albet, Abel, Edward W. Soja. La
ciones y las alusiones hacia el reconocimiento perspectiva postmoderna de un geógrafo radical.
Barcelona, Icaria, 2010, p. 60.
26 29
Foucault, Michel, El cuerpo utópico. Las heteroto- Velázquez Ramírez, Adrián, “Espacio de lucha
pías. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2010, pp. política: teoría política y el giro espacial”, México,
63-64. Argumentos, 26 (2013). Disponible en:
anima a estudiar los procesos y las transforma- tiempos históricos se mueven a distintas veloci-
ciones de las urbes de los siglos XX y XXI desde dades, en el prólogo de la obra reconoció que el
el convencimiento de que se tratan de espacios espacio escogido –el de ese gran personaje que
socialmente dinámicos. Su gran aportación re- resulta ser el Mediterráneo– le había permitido
side en saber ensalzar lo fragmentario y anali- “destacar con mayor fuerza los nexos perma-
zarlo desde una hermenéutica de lo simultáneo. nentes que unen la historia al espacio”31. Habría
que añadir además, a pesar de que no es un
Estas breves pinceladas sobre algunas de las aspecto de su obra que se haya destacado es-
principales contribuciones que el giro espacial pecialmente, que la propuesta de la diversidad
ha otorgado a las ciencias sociales, resultan de los tiempos le permitió presentar un desa-
útiles para subrayar la poca atención que, com- rrollo histórico menos lineal de lo que era habi-
parativamente, la historiografía le ha dedicado tual. Al fin y al cabo, un enfoque que incluye
al tema. La disciplina histórica se ha mantenido más de una línea temporal no permite presen-
al margen de la resignificación de los espacios y tar una narración teleológica con una única
cuenta, en efecto, con participaciones muy meta32.
modestas.
En cualquier caso, es plausible que el carácter
Uno de los campos en el que se puede trazar un total de la obra de Braudel ha ejercido una in-
interés historiográfico más continuado hacia el fluencia notable no sólo en la historiografía del
pensamiento topológico es en la esfera de la momento, sino también en los actuales empe-
geopolítica. En esta línea, uno de los ejemplos ños por consolidar una historia global. El despe-
históricos más destacados lo encarna la figura gue de esta visión globalizada es, a fin de cuen-
de Karl von Clausewitz, como precursor de una tas, una de las señales más flagrantes de que
mirada política, estratégica y militar del espacio nos encontramos ante una nueva conciencia
y del territorio: histórica y pese a que no hay todavía una defi-
nición unísona de lo que debe abarcar la histo-
“el sentido del lugar al que hacía referencia
ria global, es de suponer que tender puentes
Clausewitz en el siglo XIX, resulta igual-
con la dimensión geográfica debe ser una de
mente importante para la práctica política
sus prioridades33. En este sentido y teniendo en
al interior de la sociedad contemporánea,
cuenta el enfoque del presente trabajo creemos
como para su análisis. Todo antagonismo
muy conveniente citar el siguiente fragmento
social supone una dimensión espacial”30.
de Collot: “Una historia mundial (World History,
Esta perspectiva se basa en una interacción Global History) debe renunciar a un modelo
entre la guerra y el espacio que forma parte del lineal y unitario de los procesos históricos: tiene
orden del día, pero su exégesis teórica se redu- que actualizar las múltiples temporalidades
ce a la historiografía política y militar contem- superpuestas en el espacio-tiempo, y debe te-
poránea. ner muy en cuenta los factores geográficos”34.
En lo que llevamos de siglo han surgido nume- los cimientos de un relato construido bajo esta
rosas obras que se autodefinen como historia misma concepción.
global. Ejemplos de peso son el El nacimiento
del mundo moderno, 1780-1914 de C.A. Bayly En este sentido, la obra de Schlögel se plantea
(2004) o La transformación del mundo de Jür- como una excepción dentro de la teoría histo-
gen Osterhammel (2013). Historias monumen- riográfica, puesto que parte de un profundo
tales que con una vasta cronología y una amplia conocimiento sobre el pensamiento espacial y
base geográfica se zambullen en el reto de encara el doble desafío de recuperar el peso del
mantener vivo y renovado el espíritu de la his- espacio como categoría histórica y de elaborar
toria total. Es indudable que la historia global, una narrativa de la simultaneidad que logre
con su vocación y su herencia braudelianas, se hacerse cargo de la experiencia y la representa-
está mostrando cada vez más sensible con la ción espaciales. Con todo, el giro geográfico se
cuestión espacial. Sin embargo, no podemos nos manifiesta no solamente como un retorno
evitar comparar los planteamientos espaciales al espacio, sino también como un retorno al
contenidos en las historias globales con las tesis relato. Ahora bien, ¿de qué modo podemos
que Karl Schlögel dedica en su obra ya citada. Al resolver el problema de la explicación de la
hacerlo nos damos cuenta que las diferencias historia bajo un paradigma espacial?
son todavía importantes y que el espacio no se
4. KARL SCHLÖGEL Y EL RELATO DE LA
ha interiorizado del todo en el pensamiento
SIMULTANEIDAD
histórico.
A lo largo del presente ensayo hemos descrito
Ciertamente, la historia global está resultando
la situación en la que se encuentra el pensa-
ser una vía muy útil para canalizar preocupacio-
miento espacial dentro de la teoría de la histo-
nes que tienen que ver con problemas históri-
ria y a la vez hemos problematizado algunas
cos propios de la dimensión espacial: los proce-
cuestiones que tienen que ver con la elabora-
sos de globalización, la geopolítica o el cambio
ción del relato historiográfico teniendo en
climático. Gracias a ello, la teoría historiográfica
cuenta la dependencia con una lógica temporal.
actual ha empezado a dar muestras de una
De esta manera, queda claro que la narración
incipiente conciencia hacia lo espacial, aunque
histórica se mueve cómodamente a través de la
se echan en falta planteamientos y lenguajes
cronología, pero falta por aclarar de qué modo
que integren, asimilen o aprendan de los deba-
puede llegar a ser representado el espacio te-
tes que han ido surgiendo en aquellas discipli-
niendo en cuenta que juega en el terreno de la
nas que se han dedicado específicamente al
simultaneidad, la yuxtaposición y la multiplici-
asunto. Los logros son modestos y los desafíos
dad. No es un problema menor:
marcados no van más allá de “ir variando entre
las diversas escalas de análisis y lograr articular- “La narrativa histórica sigue el orden del
las, antes que aferrarse a territorios determina- tiempo. Su prototipo es la crónica […] Des-
dos”35. En este sentido, parece sensato pensar cribir un lugar ha de corresponderse por
que la experiencia del giro espacial puede ser el fuerza con lo yuxtapuesto, no con lo suce-
motor de una mayor comunicación entre lo sivo. Uno lo hace por escrito y sucesiva-
temporal y lo espacial, pero también puede ser mente, cierto, porque también pensamos y
el garante para que los estudios históricos enri- formulamos sucesivamente, pero alfa y
quezcan su lenguaje conceptual y temático. Por omega de ese suceder vuelve a ser siempre
otro lado, la teoría de la historia ha empezado a la simultaneidad de apariencia sobre el te-
digerir la crisis de la pérdida de fe en el progre- rreno”36.
so, pero lo ha hecho, sin llegar a poner en duda
En efecto, se podrá alegar que la mejor forma
17-18; traducido del francés: “Une histoire mondiale de presentar una narración histórica es median-
(World History, Global History) doit renoncer à un te la exposición cronológica a la que el propio
modèle linéaire et unitaire des processus his- orden del lenguaje obliga. Según esta idea, la
toriques: elle met au jour des temporalités multiples subordinación del espacio al tiempo se produci-
superposées dans l'espace-temps, et doit tenir le ría por razones obvias. Puesto que dos palabras
plus grand compte des facteurs géographiques”.
35
Conrad, Sebastian, Historia global…, op. cit., p.
36
109. Schlögel, Karl, En el espacio..., op. cit., pp. 52-53.
no pueden ocupar un mismo lugar, la represen- discursiva no surge exclusivamente como nece-
tación y concatenación lineal de los hechos sidad de ruptura respecto a una temporalidad
parece ser, a priori, la forma más natural de preponderante, sino que se plantea ante la
exposición histórica. Pero hay que aclarar en evidencia de que existe un vacío interpretativo
este sentido que una concepción no lineal no y expositivo en la historiografía cronológica. En
tiene que ver con el estilo de presentación, este sentido, la pregunta que Schlögel lanza es
pues puede darse una estrategia narrativa que la siguiente:
presente el desarrollo de información ordenado
cronológicamente y no obedecer por ello, a una “¿qué pasa si se piensan conjuntamente
concepción lineal. historia y lugar? […] ¿qué ganamos en per-
cepción y perspicacia histórica si nos to-
Es el caso defendido por Manuel De Landa en mamos en serio por fin (de nuevo) espa-
Mil años de historia no lineal, donde elabora cios y lugares?”39.
una reflexión histórica que tiene por objetivo
“eliminar de la historia cualquier aspecto teleo- No se trata pues de excluir o de substituir un
lógico”, de tal modo que “la conquista progresi- paradigma por otro, sino de sintetizarlos, de
va del pasado milenio por el Occidente” no sea incluir ambos modelos de lectura y combinarlos
vista como una meta forzosamente necesaria o en función de las necesidades. “La historia de
inevitable. “La explicación de este desenlace los hechos, la de la vida cotidiana, la de las
tiene que ser hecha en términos contingentes: mentalidades, son todas ellas únicamente dis-
procesos que ocurrieron pero que pudieron no tintas facetas y maneras de poner el acento”40.
haber ocurrido”37. Para respaldar su tesis, el
La manera de escribir historia que propone
autor hace uso de representaciones y concep-
Schlögel pasa por saber apreciar la importancia
tos propios de la física, los cuales no presupo-
del trabajo visual, de agudizar los sentidos so-
nen necesariamente un ordenamiento dinámico
bre el terreno, de dejar atrás el marco del esta-
lineal de los hechos, sino que incluyen acciones
do nación y de aprender de la forma de los ma-
combinatorias que rompen inevitablemente
pas.
con las lógicas progresivas y lineales. A pesar de
tratarse de un ensayo articulado desde la filoso- “Una mirada al mapa nos muestra, de la
fía de la historia, se encuentra perfectamente mejor manera, lo que significa la simulta-
enmarcado dentro de los debates de la teoría neidad de los acontecimientos en un lugar.
historiográfica actual. Resulta interesante ob- […] El mapa reproduce, de un modo espa-
servar que la crítica que De Landa efectúa a la cial, lo que la división del libro despliega
idea de progreso se fundamenta, principalmen- desde el punto de vista narrativo”41.
te, a partir de cuestiones tan arraigadas en la
episteme del paradigma cronológico como son A partir de aquí, la estrategia que sigue la narra-
la termodinámica o el darwinismo evolutivo: tiva de la simultaneidad se asemeja a un collage
un –“montaje literario” que decía Benjamin42–
“Tanto la termodinámica clásica como el en el que se ofrecen “las imágenes que luego se
darwinismo admitían sólo un resultado his- unirán en la mente para formar un panorama”
tórico posible, el alcance del equilibrio del hecho o del proceso histórico43. Escribir
térmico o del diseño más apto. En ambos historia siguiendo esta mirada topológica con-
casos, una vez que este punto era alcanza- lleva, en definitiva, un esfuerzo narrativo que
do, los procesos históricos cesaban de con- permita hacer emerger aquello que bajo las
tar. En cierto sentido, el diseño óptimo o la
distribución óptima de energía represen-
taban para estas teorías el fin de la histo- 39
Schlögel, Karl, En el espacio..., op. cit., p. 15.
ria”38. 40
Schlögel, Karl, Terror y utopía. Moscú en 1937.
Barcelona, Acantilado, 2014, p. 25.
La narrativa de la simultaneidad también res- 41
Ibid., p. 23.
ponde a una lógica no lineal, pero su estrategia 42
Benjamin, Walter, Libro de los pasajes. Madrid,
Akal, 2005, p. 462; Léase la cita completa: “Método
37
De Landa, Manuel, Mil años de historia no lineal. de este trabajo: montaje literario. No tengo nada
México, Gedisa, 2011, p. 18. que decir. Sólo que mostrar”.
38 43
Ibid., p. 10. Schlögel, Karl, Terror y utopía, op. cit., p. 29.