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TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
Presentado por:
Grado y Sección:
3° - A
ICA - PERÚ
2019
LA PROPIEDAD AGRARIA EN LA REGION DE ICA
Y EL PERÚ
DEDICATORIA
Ala universidad nacional san Luis Gonzaga de Ica que me ha abierto su puerta de
estudio y a su plana de docente quienes nos imparten conocimiento, formación,
respeto y personalidad para ser profesionales de éxito y competitivos, capaces de
enfrentar y asumir retos en este mundo globalizado y competitivo.
INTRODUCION
El Derecho como producto cultural surge y evoluciona a través de la Historia con las
transformaciones de las estructuras políticas, económicas y sociales de los pueblos.
En efecto, uno de los más antiguos textos de derecho positivo llegado a nuestros días,
el Código de Hamurabi (1780 a.c) trataba en particular de las relaciones jurídicas entre
el hombre y la tierra. También las Leyes de Solón (640-588 a.c.) contuvieron principios
de reforma agraria. Por su parte los romanos dedicaron a la regulación de la agricultura
las partes más importantes de la Ley de las Doce Tablas y dictaron entre los Siglos V
y I a.c., no menos de siete leyes agrarias. El Derecho Romano, como sabemos,
después de una larga evolución se cristalizó en el Corpus Iuris Justiniano
perfeccionando el derecho de propiedad privada individual con marcada tendencia
egocentrista.
Durante la Edad Media los atisbos de los derechos humanos proclamados por los
Padres de la Iglesia, quedaron sepultados por la implantación de la servidumbre de la
plebe y el cúmulo de privilegios feudales representados por los señores laicos y
eclesiásticos desligados y jerarquizados, sujetos a diezmos y a un infinito número de
obligaciones y vinculaciones, cuya representación real era el dominio útil como reflejo
de una propiedad imperfecta e incompleta.
Aunque el feudalismo llegó tarde a España debido a que las guerras de la Reconquista
consolidaron y fortalecieron el poder de la Monarquía que, vencedora de los árabes,
aplastó a las comunidades.
Mientras tanto en los Andes habían surgido distintas culturas (Chibchas, Shiris,
Cañaris, Mochicas, Waris, Paracas, Aymaras, etc.) que desarrollaron un derecho
consuetudinario basado en los principios de reciprocidad y ayuda mutua que culminó
con la expansión del Imperio del Tahuantinsuyo calificado como el Estado Universal
Andino, realizador del ideal del “Estado Providencia” sustentado en el riguroso
equilibrio hombre-tierra.
La primera fuente del Derecho Colonial en el territorio del Perú fue el contrato
denominado “capitulación”, celebrado en la ciudad de Toledo entre el Emperador
Carlos V y Francisco Pizarro, en cuya virtud éste y sus hombres a cambio de la
conquista de nuevas tierras para la Corona recibían ciertos privilegios y beneficios
“con resabios señoriales de carácter medioeval”.
El Derecho Agrario Peruano nació así del mestizaje producido por la vertiente del
Derecho Castellano de origen germánico y fuertemente influenciado por el Derecho
Romano y de la vertiente que nace de la realidad ecológica de los Andes cuyas raíces
persisten como respuesta al enigma de las frustraciones de trasplantes serviles de
otras instituciones ajenas a nuestra realidad.
Durante la Edad Moderna, el Perú, como el resto de América, vivió bajo la dominación
colonial siendo las tierras sometidas a dos regímenes.
De un lado, la propiedad privada de cuño cuasi feudal que constituyó el más sólido
elemento de riqueza y la parte más importante de un patrimonio. Este poder
económico fue reforzado por una función política que la consagra como cimiento de la
soberanía en los Estados. Y de otro lado, la propiedad comunal.
Durante el siglo XIX los Códigos Civiles continuaron colocando en primer plano a los
derechos reales y dieron prioridad a la propiedad inmobiliaria sobre los demás
Institutos Jurídicos. El derecho de propiedad, debido a que aquella se mantiene dentro
de la órbita de la voluntad del individuo. De este modo, la propiedad de la tierra en su
concepción más absoluta se convirtió en la clave de bóveda de todo el derecho privado
y las relaciones jurídicas privadas sólo se concibieron dentro del derecho civil.
Este momento histórico ha sido señalado como el del nacimiento de los derechos
sociales. En primer lugar, el derecho laboral que predicó el respeto por la dignidad
humana de los trabajadores; y después el derecho agrario, que surge con cierto
retraso debido a que los campesinos en su aislamiento geográfico y mental percibieron
tardíamente la importancia de su rol económico y social.
En el Perú, después de un eclipse que duró los primeros cien años de vida republicana
fue reconocido el carácter pluriétnico del país, primero tímidamente por la Constitución
de 1920 y cada vez con mayor vigor en las Constituciones de 1933 y de 1979, incluso
la vigente de 1993. No obstante declararlo expresamente, ésta busca a posteriori la
unificación. Por tal causa es necesario analizar separadamente los dos hemisferios
que integran el Derecho Agrario Peruano.
Dichas reformas estructurales han tenido como eje central la liberalización de los
mercados internos y externos; y responde a la llamada estrategia de “globalización”
de la economía mundial caracterizada por el desmantelamiento del proteccionismo
estatal mediante la desregulación de las actividades económicas y la privatización de
los servicios públicos para abrir el camino de la dominación de los mercado por la
empresas transnacionales a nivel mundial. Se ha impulsado la “modernización”
entendida unilateralmente como el retorno del “capitalismo salvaje” sin advertir que lo
propios países desarrollados dentro de su política neoliberal promueven, protegen y
subvencionan la actividad agraria eficiente.
CAPITULO II
La palabra derecho deriva del latín “directum”, y está formado por los postulados de
Justicia que constituyen el orden normativo e institucional de una sociedad. Se trata
del conjunto de norma que permiten resolver los conflictos sociales. Lo agrario, por
otra parte, está vinculado a la agricultura (los trabajos relacionados con el tratamiento
del suelo, la plantación de vegetales y la transformación del medio ambiente para la
satisfacción de las necesidades del ser humano).
De igual modo, podemos decir que el derecho agrario es una rama del derecho que
incluye las normas reguladoras de las relaciones jurídicas relacionadas a la
agricultura. Esto supone que, en sus formas más básicas, los orígenes del derecho
agrario se remontan mucho tiempo atrás. Hay que tener en cuenta, por ejemplo que
la explotación agrícola hizo que los hombres se vuelvan sedentarios y comiencen a
considerar la propiedad privada sobre bienes inmuebles.
Recuerda Carrozza que a pesar de la juventud del derecho agrario sus definiciones
son numerosas y los estudiosos de nuestra materia se han sentido inclinados a
buscar la esencia y el objeto a través de ellas. En realidad, dice, no se trata de
definir por definir, sino que al contrario se busca encontrar en ellas los elementos
típicos de nuestra materia por razones científicas o bien solamente didácticas.
a. La noción de agricultura;
b. La propiedad;
c. El sujeto; y
d. Definiciones mixtas y atípicas.
Pérez Llana:
Arcangeli:
Ballarín Marcial:
Sanz Jarque:
a. Agricultura.
Se ha negado que el cultivo del suelo con fines de investigación científica pueda
calificarse como actividad esencialmente agraria. Sin embargo, la gran
importancia económica de la biotecnología así como la calificación de las nuevas
variedades como bienes económicos hacen que descartemos esta opinión.
En cuanto a los cultivos de invernadero que tradicionalmente no se consideraban
una actividad agraria propia por no usar el suelo en sentido estricto como medio
de producción, la revolución producida por el uso de los plásticos en determinados
cultivos (hortalizas, flores y algunas frutas) ha sobrepasado el anterior criterio.
b. La Ganadería.
c. La Silvicultura.
No debe confundirse la silvicultura con la tala irracional del bosque, pues para que
ella exista es indispensable que éste se reponga metódicamente, sea preservado
de plagas, enfermedades, malformaciones, etc. La silvicultura implica el cultivo, la
explotación racional y la reposición continua del bosque. La tala, en cambio, se
asemeja a la minería. Coinciden ambas en que el producto ha sido terminado por
la naturaleza sin la intervención del hombre que se apodera de lo que le sirve y
desecha lo demás y una vez agotado el recurso cesa su actividad.
LA PROPIEDAD AGRARIA
Ahora, en el caso de la propiedad rural, la definición se torna un poco más compleja, toda
vez que el concepto o definición de la palabra “rural” puede tener varias aristas, conforme
a lo señalado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)2. Dicha
organización indica que al momento de precisar las competencias de las estrategias
rurales se han impuesto dos definiciones. Una de ellas es de orden económico sectorial, y
establece una identidad entre la economía rural y la economía agrícola, en su sentido más
amplio. De allí se desprende que el mundo rural es aquel que sirve de hábitat a la
agricultura y sus encadenamientos, y por tanto, es un mundo compuesto por agentes
económicos que participan de estos mercados, por lo que se concluye que la economía
rural está determinada por la economía agrícola, fusionándose así ambos conceptos.
Podemos decir entonces que, en el caso de nuestro país, el término o concepto “rural”, específicamente
en cuanto respecta a la formalización de la propiedad, está estrechamente vinculado a temas como la
agricultura, acceso a derechos de poblaciones de menores recursos que incluye un componente
económico de incorporación de tierras al mercado. En este contexto, la propiedad rural, por sus
características especiales, ha tenido, en la mayoría de los casos, regímenes especiales para su
regulación, partiendo de la Ley de Reforma Agraria y sus innovaciones, hasta su derogación por el
Decreto Legislativo Nº 653, que aprueba la Ley de Promoción de las Inversiones en el Sector Agrario
(1991) y la propia Constitución Política del Perú de 1993.
El Artículo 88º de la actual Constitución Política del Perú señala que el Estado apoya
preferentemente el desarrollo agrario y garantiza el derecho de propiedad sobre la tierra,
en forma privada, comunal o en cualquier otra forma asociativa. Asimismo, este señala que
la ley puede fijar los límites y la extensión de la tierra según las peculiaridades de cada
zona.
Sin embargo, el vínculo entre lo rural y lo agrario había sido establecido desde 1991, con
el Decreto Legislativo Nº 667 - Ley de Registro de Predios Rurales, y el Decreto Legislativo
Nº 653 - Ley de Promoción de las Inversiones en el Sector Agrario. El primero de los
decretos legislativos antes referidos (norma derogada respecto de los procedimientos de
inscripción de predios rurales) definía el predio rural, en su Artículo 4º, como aquella
porción de tierra ubicada en un área rural o en áreas de expansión urbana declarada zona
intangible, dedicada al uso agrícola, pecuario o forestal, considerando también como tales
a los terrenos eriazos calificados para f nes agrícolas.
La mayor parte del territorio nacional se encuentra conformado por tierras aptas para la
producción forestal o de protección (80%, aproximadamente)5, razón por la cual los
diversos mecanismos de formalización de la propiedad generaron la pérdida de recursos
naturales, especialmente de bosques, biodiversidad y, consecuentemente, de los servicios
ambientales asociados a estos.
La reforma de Velasco
La reforma agraria se ejecutó sobre todo en la costa y sierra del país, las dos regiones con
mayor población rural y mayores áreas de uso agropecuario. Entre junio de 1969 y junio
de 1979, se expropiaron 15 826 fundos y más de 9 millones de hectáreas10, y la mayor
parte de esta área fue adjudicada a 370 mil beneficiarios. La promulgación de la Ley de
Reforma Agraria significó no solo una nueva forma de distribución de la tierra, sino que fue
el instrumento legal mediante el cual se buscaba implementar un proyecto político de
transformación agraria y desarrollo rural. En este sentido, anuló el régimen de la hacienda
que databa desde la época de la colonia, lo que significó una ruptura con el régimen de
propiedad hasta ese entonces imperante, pues esta reforma disponía instituir un orden de
naturaleza cooperativa y corporativa basado en una radical y mecánica transferencia de la
tierra a través del mayor alcance de las afectaciones, el procedimiento expeditivo
adoptado, el drástico método de valorización de tierras y de compensación a los
expropietarios, así como los lineamientos de organización de naturaleza asociativa para
las unidades a constituirse.
esta. Además, como bien sostiene Del Castillo (1997), si bien la tierra fue dividida, la
mayoría de beneficiarios no recibieron los títulos necesarios que respaldaran esa
propiedad. Más aún, Del Castillo (1997) señala que de las 9,4 millones de hectáreas que
se adjudicaron a 438 000 familias (la mayor parte perteneciente a asociaciones de algún
tipo), solo se expidieron títulos para 5,1 millones de hectáreas (66 000 títulos), quedando
pendientes de regularización 4,3 millones de hectáreas, y por registrar la mayor parte de
ellas.
En consecuencia, si bien son múltiples las lecturas sobre la reforma agraria, y sobre todo
sobre los beneficios o perjuicios que esta generó, resulta indiscutible que esta produjo un
gran desorden. La falta de culminación de los procesos de expropiación, la no inscripción
de los procesos terminados, la individualización de áreas adjudicadas y la extinción de las
cooperativas o empresas asociativas evidencian el caos posreformista. Es así que, a pesar
de los grandes cambios que esta reforma ocasionó, estos no fueron suficientes para
organizar la situación de la tierra.
Con el transcurso de los años y ante diversas situaciones de índole política generadas por
fuertes presiones a nivel nacional e internacional, en agosto de 1975, el general Morales
Bermúdez da un golpe de Estado al gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Aunque
se prosiguió con el régimen militar, el gobierno de Morales Bermúdez convocó a una
asamblea constituyente, la cual promulgó una nueva Constitución en 1979, bajo cuya
regencia se convoca a elecciones democráticas en 1980, concluyéndose así el decenio
militar.
Ahora, es preciso mencionar que, si bien la reforma agraria no alcanzó a la selva, en los
años del gobierno militar se dieron dos normas importantes desde el punto de vista del
acceso a la tierra y de la seguridad de la tenencia para las comunidades nativas. Ello
sucedió con la promulgación del Decreto Ley Nº 20653 - Ley de Comunidades Nativas y
de Desarrollo Agropecuario de las Regiones de Selva y de Ceja de Selva, y el Decreto Ley
Nº 21147 - Ley Forestal y de Fauna Silvestre, en los años 1974 y 1975, respectivamente.
Estas leyes reconocieron la existencia legal y la personería jurídica de las comunidades
nativas y promovieron la agricultura en la selva. Sin embargo, tampoco fueron ajenas al
caos posreformista, en el que la titularidad de las tierras rurales, y en este caso en
particular, de las comunidades nativas, no contaba con la claridad normativa necesaria
para su correcta aplicación. Por ejemplo, si bien la referida Ley de Comunidades Nativas
reconocía la propiedad de estas comunidades sobre todo su territorio (lo que podría incluir
bosques), la referida Ley Forestal determinó que el Estado era el propietario de los
bosques. Por ello, cuatro años después de su emisión, la Ley de Comunidades Nativas
tuvo que ser modificada, introduciéndose el Artículo 11º, el cual indicaba que solo se
entregaría título de propiedad para tierras con aptitud agrícola, mientras que para aquellas
tierras de aptitud forestal y de protección, se entregarían contratos de cesión en uso.
De esta distinción surgió la necesidad de clasificar los suelos para determinar qué porción
de territorio se titularía en propiedad y qué porción del territorio se cedería en uso, lo cual
originó mayor confusión (BID 2014). Finalmente, como bien señala Eguren (2014), es
probable que las poblaciones nativas amazónicas constituyan el sector rural que más ha
sido afectado en cuanto respecta a sus derechos sobre los recursos naturales y sobre el
territorio. Lo cierto es que el tipo de control territorial propio de estas poblaciones no se
ajusta al concepto de propiedad occidental, el cual supone límites precisos en la extensión
y definición de los derechos de propiedad.
CAPITULO IV
ACTUALIDAD DE LA REFORMA
LA DEUDA AGRARIA
A pesar de los años transcurridos (casi cinco décadas), la reforma continúa siendo, en
muchos aspectos, un tema de actualidad. En primer lugar, porque solo una parte de los
bonos entregados a los propietarios expropiados fueron redimidos; los que no recibieron
ningún pago continúan reclamándolo desde hace décadas. Con el tiempo transcurrido, el
punto crucial reside en cómo se calculan el valor actual de los bonos, dada la gigantesca
inflación de la década de 1980 (que licuó su valor), y los intereses acumulados: ninguno
de los gobiernos ha aceptado pagarlos en las condiciones exigidas por los tenedores. He
aquí que un fondo especulativo con base en Estados Unidos, Gramercy Fund
Management, adquirió en años recientes, a precios muy reducidos, una buena parte de
esos bonos — alrededor del 20 %, según declara — a los tenedores originales e inició el
proceso de reclamo al Gobierno peruano: según sus cálculos, la deuda asciende a USD
1600 millones, y amenaza con acudir a tribunales internacionales si este no paga. El
presidente Kuczynski ha sido muy enfático en rechazar el pago reclamado: «Estas
personas piensan que pueden comprar algo por un centavo y ganar cien. No funciona de
esa manera. […] No creo que les debamos nada. Es así de simple» 2. En efecto, el
Gobierno estimó que la demanda, de tener éxito, significaría una rentabili- dad de hasta
4000 % 3.
Pero la reforma agraria mantiene su actualidad, en segundo lugar, porque existe una lucha
por la memoria de qué es lo que significó, si estaba o no justificada, y sobre sus resultados.
Simplifiquemos: hay quienes consideran que no solo interrumpió un desarrollo de la
agricultura en proceso, sino que la hizo retroceder décadas, además de violar los derechos
de la propiedad privada; y están quienes, por el contrario, sostienen que, aun con todos
sus defectos, fue necesaria para la modernización económica y la democratización del
país.
Mientras que hay suficientes muestras de que la reforma agraria, en efecto, democratizó
la sociedad rural — hizo posible la instalación de gobiernos municipales rurales libremente
elegidos por campesinos; influyó para que se diera el voto a los analfabetos; contribuyó,
en suma, al ensanchamiento de la colectividad política y al acceso a la ciudadanía de
millones de peruanos —, sus detractores han recurrido más a un discurso ideológico de
defensa de la propiedad y la gran inversión, que a argumentos sustentados en el análisis
de los hechos. No obstante, en un clima en el que el pensamiento neoliberal ha logrado
calar en los sentidos comunes, el rechazo actual a la reforma agraria parece ser mayor
que su aprobación. Su demonización ofrece el perfecto contraste con el éxito idealizado
de la gran agroindustria exportadora, de la gran inversión corporativa: la reforma agraria
habría fracasado porque las tierras fueron entregadas a trabajadores agrícolas y
campesinos, mientras que el actual renacimiento del agro se debería a la gran inversión.
Esta sería, para los detractores, la lección de experiencia tan traumática. Pero esta
idealización es, también, un intento de ahuyentar toda iniciativa de regular el tamaño de la
propiedad como potencialmente destructiva de los avances logrados: la concentración de
la propiedad de la tierra en la costa del país, en empresas mayores de mil hectáreas, ya
alcanza un tercio de toda el área cultivable de la región y ha dado lugar a algunas tímidas
iniciativas de regulación. Con la ayuda de los sucesivos gobiernos, de entregar las nuevas
tierras ganadas por irrigaciones a grandes corporaciones, dentro de un lustro dicha
concentración podría superar el 40 % de esa área.
Según el presidente del Instituto Peruano del Espárrago y Hortalizas, uno de los más
conspicuos detractores de la reforma agraria, esta hizo perder, «como mínimo, 30 años en
[la] evolución [de la agricultura]» 4, la cual se encontraría hoy casi en la vanguardia de la
agricultura mundial. Según el boletín virtual Lampadia, el Perú actual se ha convertido en
uno de los diez principales abastecedores de alimentos del mundo 5 (en realidad, hay
alrededor de cuarenta países que exportan más alimentos que nosotros 6.
Se suele creer que esta empezó el 24 de junio de 1969, con la dación de la ley respectiva
y, simultáneamente, la intervención estatal de los grandes complejos azucareros de la
costa norte. Pero la reforma agraria entró en la agenda política mucho antes, a las pocas
semanas de que el presidente Manuel Prado (1956-1962) asumiera el mando.
«El Perú ha llegado a una etapa de su vida nacional en la cual son inadecuadas las bases
institucionales sobre las cuales ha organizado su sociedad y su Estado. Su economía es
deficiente en aspectos decisivos; los niveles de vida de su población reflejan la incapacidad
de esa economía para proveerla de los medios que necesita; y su cultura más es expresión
de formas pasadas, que ideal y aliento para empresas futuras» 7.
Para Alayza, la reforma agraria era «uno de los elementos fundamentales e indispensables
de esa renovación social y económica»; más aún, debía ser parte de cambios más amplios:
«la condición para que la reforma agraria rinda la plenitud de sus resultados» era «el
desarrollo de la minería, la industria, el comercio y los demás medios de vida, dentro de
un organismo armónico y equilibrado».
Viniendo de quien venían esas afirmaciones, poca duda cabe de que la reforma agraria
era una necesidad. Ernesto Alayza no era un izquierdista; era un respetado abogado,
hermano de un próspero hacendado costeño. Luego, con otros políticos del ala más
conservadora del PDC, fundaría el Partido Popular Cristiano (PPC), con Mario Polar,
Roberto Ramírez del Villar y Luis Bedoya Reyes. Fue congresista y vicepresidente de la
Asamblea Constituyente de 1978.
El ambiente político en el Perú actual es tan conservador, que las palabras de Alayza
parecen salidas de la boca de algún militante del hoy Frente Amplio. En efecto, él afirmaba
que «las tierras nuevas que origine el riego de los eriazos de la costa o la apertura de las
tierras del Oriente deben también destinarse a esta misma finalidad [fomentar la difusión
de la pequeña y mediana propiedad], sin permitirse que se siga acentuando la
desproporción actual entre la grande y la pequeña propiedad» (p. 10). Esta posición
contrasta de manera frontal con las políticas seguidas, años después, por el gobierno de
Alberto Fujimori, que entregan las nuevas tierras — ganadas con las obras de irrigación —
a corporaciones, las que luego forman neolatifundios [<(8) 8].
La rectificación de la estructura agraria, según Alayza, tendría que alcanzar otro objetivo
básico: elevar la productividad, para lo cual se debería organizar y prestar servicios de
asistencia técnica, económica y social a la pequeña y la mediana empresa. Además de
redistribuir la tierra y elevar la productividad, el vicepresidente de la CRAV sostenía que el
tercer objetivo básico era una mejor distribución de la renta producida por la explotación
de la tierra, entre los propietarios y los asalariados 9.
En 1962 — en plena Guerra Fría —, los países latinoamericanos, reunidos en Punta del
Este (Uruguay), en la asamblea de la OEA, acordaron realizar reformas agrarias,
motivados en parte por Estados Unidos, temeroso de que rebeliones campesinas pudiesen
desembocar en revoluciones como la cubana, con el riesgo de ampliar el área de influencia
de la entonces Unión Soviética. Además de lo anterior, los afanes industrialistas de los
países latinoamericanos requerían la ampliación de los mercados internos, particularmente
en las áreas rurales. La Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (Cepal)
advirtió que estas reformas eran necesarias, pues la concentración de la propiedad de la
tierra tenía como consecuencias «la estratificación social de la población rural
latinoamericana en verdaderas castas cerradas, la miseria y las deficientes condiciones de
vida para la mayor parte de ella» (Cepal 1965: 29) 10. Para superar esta situación, «no
cabe sino proceder a un cambio radical de las actuales condiciones de tenencia de la tierra
agrícola y de las aguas de regadío» (íd.: 30).
La Cepal anticipó algunas de las características que luego tendría la reforma agraria
emprendida en el Perú por el gobierno de Velasco Alvarado, en particular, la formación de
cooperativas agrarias de producción. Así, afirmaba que, en algunos casos, «puede ser
indispensable mantener la gran unidad de producción buscando modalidades de
explotación colectiva o de asociación y coparticipación en la propiedad y en los beneficios
entre los que trabajan en ellas, a fin de hacer posible el desarrollo de una agricultura
eficiente» (íd.: 30).
En 1963, la Junta Militar de Gobierno — que había derrocado el año anterior a Manuel
Prado —, presidida por el general Nicolás Lindley (1962-1963), promulgó una ley de
reforma agraria de alcance local para que fuese aplicada en el valle de La Convención y
Lares, en donde un movimiento campesino había ocupado las tierras de las haciendas.
Dicho movimiento era, sin duda, progresista, pues además de reclamar las tierras, exigía
que a todo trabajo para un empleador correspondiera un salario (y no una renta en especie
o trabajo) y que los arrendires — muchos de ellos, productores de café — deberían poder
vincularse de manera directa con el mercado, sin la intermediación forzada del hacendado.
Dos años antes, Carlos Malpica, diputado y militante del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), había presentado un proyecto de ley de reforma agraria en el
Congreso y, tres años después, publicaría un estudio sobre la situación del agro
peruano 11, en un contexto en el que ocurrían importantes invasiones de haciendas por
campesinos. Allí criticó la propuesta de ley de reforma agraria de la alianza Acción Popular
- Democracia Cristiana, por ser «muy semejante al Proyecto Beltrán y, entre los de América
Latina, solo comparable, en reaccionario, a la legislación paraguaya» (Malpica 1963: 4)
[<(12) 12].
Todo este relato de los antecedentes de la reforma agraria muestra, por contraste, el grado
actual de derechización no solo de la política peruana, sino de los «sentidos comunes» de
la opinión pública. Varias de las medidas sugeridas por la CRAV, o implementadas por el
gobierno del general Lindley, serían calificadas hoy día como propias de una «izquierda
trasnochada».
Cupo al senador Mario Polar fundamentar ante el Senado, en los primeros meses de 1964,
la ley de reforma agraria de la alianza Acción Popular - Democracia Cristiana. Algunos de
los pasajes de su larga intervención resultan interesantes, pues diagnostican la situación
del agro en ese momento y fundamentan la necesidad de la reforma agraria para el
desarrollo del país, desarrollo que — sostuvo — no podría ocurrir si no se ampliaba el
mercado interno, lo cual requería «la transformación de las viejas y caducas estructuras»,
pues «Solo donde hay poder de compra y donde todavía se mantiene al margen de la
economía monetaria, es posible crear mercado de consumo capaz de estimular la
industrialización del país» (Lecaros 2007: 309) 13. No solo había un problema económico
que enfrentar, sino también social: «La legislación social no ha llegado al campo, como
tampoco la salubridad y la educación, salvo casos de excep- ción. El crédito agrícola es
otorgado, preferente y mayoritariamente, a la gran agricultura y en especial para cultivos
de exportación 14; la mecanización agrícola solo alcanza al 18 por ciento del área
cultivada, y a cerca del 40 por ciento de la superficie mecanizada» (loc. cit.). Para la alianza
AP-DC, en palabras de Polar, «la actual estructura de la propiedad rural petrifica las castas
sociales, impide la capilaridad social, da a una pequeña minoría un gran poder, que
fácilmente deriva hacia el abuso, y crea un clima general impropio para el desarrollo» (íd.:
312). Por tanto, la reforma «debe comprender la parce- lación de latifundios y el fomento
a la pequeña y mediana propiedad; la asistencia técnica, económica y social, del
campesino, para elevar los niveles de vida de la productividad [sic]; y una política de
comercialización de los productos» (íd.: 311).
Polar advierte, sin embargo, que la reforma agraria no puede significar el sacrificio de los
avances de la agricultura empresarial, sobre la cual no habría que aplicarla. En estos
casos, lo que cabe «en estas grandes empresas […] es la reforma de la empresa; es decir,
brindar acceso al trabajador en el capital, en la utilidad y en la dirección» (321). Y esto
porque lo que interesa es servir al hombre: «No somos de los que queremos medir el
bienestar del país por índices más concretos: el nivel de empleo; el nivel de haberes de
ingresos. Creemos, como los griegos antiguos, que el hombre sigue siendo la medida de
todas las cosas y, por lo tanto, hay que ayudar al hombre; al campesino, con la reforma
agraria; al trabajador agrícola, con la reforma de la empresa».
Esta percepción del agro peruano en la década del sesenta, contrasta con la visión
idealizada sostenida por muchos de los más acervos críticos de la reforma agraria.
El movimiento campesino
En 1964, el gobierno de Fernando Belaunde promulgó una ley de reforma agraria que tuvo
un alcance limitado. La mayoría parlamentaria, formada por la alianza entre el APRA y el
partido Unión Nacional Odriísta, obstaculizó la realización de la reforma. Prácticamente,
no se aplicó en la costa, aunque alrededor de 15 000 yanaconas — muchos de ellos, de
haciendas algodoneras — se convirtieron en propietarios de las tierras que trabajaban. Se
expropiaron algunas haciendas ganaderas de la sierra. En total, la extensión transferida
no alcanzaba las 400 000 hectáreas, en su mayor parte pastos naturales18. Fueron
redistribuidas a 11 000 familias. Para Pedro Pablo Kukzynski — quien fuera asesor de
Belaunde y gerente del Banco Central de Reserva al final del su gobierno —, «la
redistribución de la tierra fue, ciertamente, más una amenaza que una realidad» .
La reforma quedaba como un pendiente, una promesa incumplida, una necesidad; habría
que esperar aún un lustro para que se ejecutase una radical reforma agraria, esta vez por
decisión de otro gobierno militar: el presidido por el general Juan Velasco Alvarado. En un
lustro fueron expropiados cerca de 16 000 fundos; «el 71 por ciento de las tierras de cultivo
bajo riego, que habían sido de propiedad privada, fueron expropiadas y adjudicadas; lo
propio ocurrió con el 92 por ciento de las tierras de cultivo de secano (dependientes de las
lluvias) y el 57 por ciento de los pastos naturales». Fueron beneficiados alrededor de una
cuarta parte de familias rurales (370 000)
CAPITULO V
LA TITULACIÓN AGRARIA
No se puede hacer una evaluación del estado de la titulación agraria en el Perú, sin
hacer un alto para revisar lo que ha venido sucediendo en este campo durante las
últimas décadas. El régimen de la propiedad rural es un tema que ha merecido la
atención del Estado Peruano de manera permanente. En efecto, la titulación agraria y las
distintas regulaciones que ha tenido la tenencia de la tierra en nuestro país, han
significado parte importante de la política social y económica de los gobiernos.
Hasta la década del sesenta la distribución de las áreas agrícolas en el Perú tenía como
característica fundamental la concentración de la tierra en muy pocos propietarios (se
calcula que el 90% de las tierras de uso agrícola eran de propiedad de apenas el 5% de
los propietarios). Por otro lado, la situación social en el campo venía siendo cuestionada
desde distintos frentes, dada las terribles condiciones de vida a las que se encontraban
expuestos los campesinos.
a. Fue de carácter masiva, afectando no sólo a los grandes latifundios, sino también a la
mediana e incluso pequeña propiedad.
El PETT se creó como un proyecto dentro del marco de la reforma institucional del Sector
Público Agrario, básicamente con el objeto de realizar las acciones necesarias para
impulsar y perfeccionar la titulación y el registro de los predios rurales expropiados y
adjudicados durante la vigencia de las normas contenidas en Texto Unico Concordado
del Decreto Ley N° 17716, complementarias y conexas; culminando los procedimientos
de adjudicación y titulación que habían quedado inconclusos. Además de realizar la
titulación de los predios de propiedad del Estado y lo que adjudique o transfiera con
posterioridad a la vigencia del Decreto Legislativo N° 653.
La rectoría del MINAGRI en esta materia quedó aún más clara con la promulgación de la
Ley Nº 30048, que modifica el Decreto Legislativo que aprueba la Ley de Organización y
Funciones del MINAGRI, y que establece como función específica y competencia exclusiva
de dicho ministerio, dictar las normas y lineamientos técnicos en materia de saneamiento
físico-legal y formalización de la propiedad agraria, lo que comprende las tierras de
comunidades campesinas y nativas.
Sin embargo, es preciso mencionar que en julio del 2014 se emitió la Ley Nº 30230 - Ley
que Establece Medidas Tributarias, Simplificación de Procedimientos y Permisos para la
Promoción y Dinamización de la Inversión en el País, la cual, en su Título III, establece los
procedimientos especiales para el saneamiento físico-legal de predios para proyectos de
inversión y otras disposiciones para propiciar la eficiencia en la administración de predios
del Estado. La razón de ser de esta norma es facilitar la ejecución de obras de
infraestructura vial. Sin embargo, la norma vuelve a facultar a COFOPRI para que ejecute
los procedimientos especiales para el saneamiento físico-legal –incluyendo la rectificación
de áreas– de aquellos predios de particulares involucrados en el desarrollo de proyectos
de inversión pública y/o privada, lo que ocasiona nuevamente confusiones no solo por la
incorporación de un nuevo actor en temas de formalización, sino también por cómo se
ejercerán las competencias de cada sector y cuál será el rol del MINAGRI frente a los
procedimientos especiales y los criterios que se deben utilizar para la identificación de
áreas a formalizar y los derechos preexistentes en estas áreas, y cómo queda el rol de los
gobiernos regionales. El problema de que COFOPRI se encargue de estos procedimientos
especiales radica nuevamente en el involucramiento de otro actor, lo que no solo genera
confusión sino también caos institucional, legal y procedimental.
En una primera etapa, que podríamos llamar de reforma parcial, se le otorgó prioridad en
la acción pública a la culminación del proceso de reforma agraria y a la regularización de
la propiedad de los llamados “parceleros” formados por la disolución de las empresas
asociativas, mayoritariamente ubicados en la costa y cuyo número aproximado se
estimaba en 100 mil con problemas de titulación y registro.
La segunda etapa, que podríamos llamar de reforma integral, se inició con la dación de
una nueva ley de tierras en 1995 con la intención de generar un único marco jurídico y de
políticas para las tierras rurales sobre la base del pleno funcionamiento del mercado de
tierras. En esta etapa no solamente se buscaría introducir los mecanismos de mercado en
las áreas reformadas, sino en las extensas zonas manejadas por comunidades a nivel
nacional.
Cabe señalar que en esta segunda etapa el avance de la reforma ha sido mucho más
limitado en la medida que ahora se trata de transformar las condiciones de explotación y
acceso a la tierra en todo el territorio nacional, cuya heterogeneidad es enorme.
En el proyecto actual una tarea fundamental del PETT es llevar a cabo un nuevo
catastro rural en todo el territorio nacional. El último catastro realizado en el Perú data
de 1972, y fue básicamente orientado a conocer la estructura de posesión, mas no
la de propiedad (de acuerdo a los criterios de la reforma agraria de ese entonces).
Asimismo, el catastro anterior no dispuso de los avances tecnológicos actuales y la
mayor parte del trabajo previo estuvo sujeto a serios errores de medición y
superposición.
La nueva versión del catastro rural en que viene trabajando el PETT
actualmente está orientada a determinar la estructura de propiedad de la tierra rural
en el Perú. El sistema, en su parte técnica, se basa en la información proporcionada
por fotografías aéreas, las cuales son utilizadas por las brigadas del PETT para
realizar las concordancias a nivel de campo. Las mediciones se basan en el uso de
coordenadas que eliminan la posibilidad de tener dos predios superpuestos, y está
totalmente computarizada.
Pero junto al saneamiento físico de los predios rurales, este tipo de catastro requiere de
un saneamiento jurídico, es decir, conocer el estatus legal de la propiedad de las
tierras. Las brigadas del PETT también tienen como tarea esta labor, tomando la
información y documentación requerida para demostrar la propiedad (o posesión) de
parte de los agricultores. La información técnica y legal recogida es luego enviada a los
RRPP cuando se trate de predios sin título registrado, que es el momento en que
SUNARP entra a tallar.
“...la posesión en este registro significó la transformación del trámite judicial de prescripción
administrativa de dominio en uno de naturaleza registral (o administrativa). Sólo en caso
de presentarse la oposición de alguna persona interesada, dicho trámite deriva en la vía
judicial...El DL 667 permite a los posesionarios, ‘es decir personas que estén poseyendo o
explotando económicamente un predio rural de propiedad de particulares en forma directa,
continua, pacífica, pública y como propietario, por un plazo mayor de cinco años, solicitar
la inscripción de su derecho de posesión en el registro predial. De no presentarse
oposición, dicha inscripción se convierte automáticamente en inscripción de propiedad. De
esta forma, aunque el Registro de Predios Rurales no titula, sino simplemente inscribe, con
este mecanismo se lograría la titulación y la inscripción de la propiedad de los agricultores”
(Del Castillo, 1997, p. 67).
El DL 667 estableció una serie de documentos válidos que los posesionarios debían
presentar (probanzas) para demostrar su posesión y explotación económica. Y aunque
estos mecanismos han sido sujeto de cierta controversia, en general se acepta que:
“...es indudable que el Registro de Predios Rurales presenta grandes ventajas sobre el
Registro de Propiedad Inmobiliaria (vigente en el Perú desde 1930). La primera ventaja es
la simplificación de los trámites, también lo es el ahorro de tiempo; y el propio sistema
registral, que imposibilita la duplicidad de las inscripciones sobre el mismo predio y facilita
adicionalmente las búsquedas registrales” (Del Castillo, 1997, p. 67)
Con la posterior creación del sistema nacional de registros públicos, la propuesta de crear
un nuevo y distinto registro predial parece haber sido desechada en la práctica
(actualmente el llamado Registro Predial, concebido sólo como plan piloto, sólo opera en
algunas provincias del departamento de Lima) aunque aún las normas indican la existencia
de dos registros de predios rurales.
Dentro del marco del programa con el BID se debió subsidiar fuertemente este
servicio de registro ya que en muchos casos los agricultores no estaban dispuestos
a pagar las sumas requeridas, aunque fueran muy bajas (actualmente, por un registro
de posesión se cobra solamente cinco soles, unos dos dólares).
Como en muchos casos los beneficiarios no estaban dispuestos a pagar esta cifra,
el Ministerio de Agricultura creó un fondo rotatorio para financiar los gastos de registro
de los beneficiarios más pobres.
toda vez que la Cordillera de los Andes tiene poca presencia en la región, lo que facilita
una mayor conectividad interna.
La Región Ica, ubicada al sur de Lima, limita por el este con Huancavelica y Ayacucho, por
el sur con Arequipa y por el oeste con el Océano Pacífico, y cuenta con una población de
731 mil habitantes, la mayor parte de ellos habitando ciudades importantes como Ica,
Chincha y Pisco, y con poca población rural.
Recorren su territorio los ríos Pisco e Ica, dos grandes cuencas fluviales que alimentan los
valles de la región. Se distingue también la Laguna de la Huacachina, a 500 metros sobre
el nivel del mar, la cual pertenece a la cuenca del río Ica, que desemboca en la vertiente
del Pacífico.
Una de las principales fortalezas de la región es que presenta una base productiva
bastante diversificada que comprende una cartera de productos agrícolas y
agroindustriales con una gran demanda y alto valor agregado; importantes recursos
pesqueros, una manufactura pujante, cuya participación en la producción regional es
incluso superior a la de Lima Metropolitana y Callao; un importante desarrollo hotelero,
derivado de los atractivos turísticos de Ica; y el dinamismo de los sectores comercio y
construcción, vinculado con los mayores niveles de empleo e ingresos de la población.
Ica cuenta con inmejorables ventajas comparativas naturales para el desarrollo de la
agricultura como un clima excelente y uniforme que posibilitan el cultivo a lo largo del año;
y la disponibilidad de más horas de luz al día (luminosidad). Además de estas condiciones
que favorecen el cultivo de frutas, hortalizas y diversos productos agrícolas, Ica cuenta con
acceso a los mercados a través de la Panamericana Sur y la vía Los Libertadores la
conecta con aquellos del centro del país. Asimismo se ha venido desarrollando un clima
de negocios atractivo a la inversión.
El espárrago, principal cultivo de la región inició un crecimiento sostenido desde 1990 hasta
alcanzar en el año 2009 un nivel de producción de 122 mil toneladas métricas, siendo el
primer productor nacional del espárrago verde. Esta evolución ha contribuido
significativamente a consolidar al Perú como el primer exportador mundial de espárragos
frescos y el segundo en conservas.
rendimientos en el cultivo. Así, en el año 2009 se obtuvo un nivel de producción de 127 mil
toneladas métricas con un rendimiento de 21 toneladas métricas por hectárea,
alcanzándose un máximo histórico más del triple de el obtenido en el 2000. Para el futuro,
las perspectivas son muy favorables por el mayor acceso a los mercados internacionales
por efecto de los acuerdos comerciales, destinándose en la actualidad el 50 por ciento de
la producción a la exportación.
Ica también destaca por ser el principal productor de vinos y pisco en el país, siendo el
Pisco la primera denominación de origen del Perú. Entre las variedades que se orientan a
la industria del pisco se tiene a la uva quebranta, negra corriente, mollar y uvina; y las
aromáticas como la italia, moscatel, albilla y torontel.
Cabe mencionar que este crecimiento de la actividad agrícola enfrenta riesgos derivados
de la cada vez más creciente escasez de agua, dado el agotamiento del acuífero, problema
que debe ser enfrentado de manera coordinada e integral con el fin de utilizar en forma
sostenible los recursos hídricos.
La Región de Ica abarca una superficie agropecuaria de 120,416.91 has, de las cuales se
encuentran bajo riego 117,384.44 has y bajo secano 3,032.47 has. Comprende una
población rural de 75,945 habitantes, representando el 11% de la población total según el
censo del 2,007, haciendo un total de 711,932 habitantes.
Tiene dos regiones naturales: Costa y Sierra. La Costa tiene un clima seco, con
variaciones de temperatura de 12ºC a 32ºC. La afluencia de los ríos condicionan la
formación de cinco valles: Chincha, Pisco, Ica, Palpa y Nazca, aislados entre si,
facilitando la sanidad agraria y la aplicación de programas de control. Presenta grandes
ventajas para los cultivos de menestras, vid, algodón, maíz amarillo, espárrago, frutas,
entre otros, con gran potencial de exportación.
Superficie Agropecuaria
La Región Ica ha mostrado un marcado dinamismo en los últimos años, sobre la base
de la explotación de sus ventajas comparativas, con la consecuente generación de
empleo e ingresos de los hogares y la mejora del bienestar de la población. Ello se
refleja en el hecho que, entre los años 2002 y 2008, Ica ha pasado de ser la novena a
la séptima economía regional del país, con una participación de 3,1 por ciento en la
producción nacional en el 2008 (2,5 por ciento en el 2002)
Algodón
(iii) menores precios en chacra; (iv) estructura minifundista de propiedad, que no permite
aprovechar economías de escala y que podría atenuarse a través de la asociatividad de
las unidades agropecuarias; y (v) alto grado de informalidad.
Maíz amarillo duro
Papa
Espárrago
UVA
Palta
Mandarina
Alcachofa
Con una producción de 47 mil toneladas métricas en el 2009, que representa el 40 por
ciento del total nacional, la producción de alcachofa en Ica ha presentado una tendencia
creciente desde el año 2000, tanto por una mayor superficie cosechada cuanto por un
mayor rendimiento (20,2 toneladas métricas por hectárea en el 2012) que es mayor que
el registrado a nivel nacional (17,3 toneladas métricas por hectárea).
Las exportaciones a nivel país se concentran principalmente en la presentación de
alcachofas preparadas o en conserva, habiendo ascendido en el 2012 a US$ 74
millones. Las exportaciones provenientes de Ica sumaron US$ 16 millones, siendo la
principal empresa exportadora de Ica la Sociedad Agrícola Virú, que concentra el 84 por
ciento de las exportaciones regionales y orienta sus ventas principalmente a Estados
Unidos, España y Francia.
Cebolla
Este producto presenta una clara tendencia creciente desde inicios de la década de los
90, alcanzándose en el 2012 un nivel de producción de 87 mil toneladas métricas en 1,5
mil hectáreas. La variedad amarilla dulce se destina principalmente al mercado externo,
mientras que la variedad roja se destina al mercado interno.
Tomate
Pallar
Este producto cuenta con la denominación de origen “Pallar de Ica” desde noviembre
de 2007, debiendo relevarse que la colaboración, tanto del sector público cuanto del
sector privado, coadyuvó a dicha denominación, habiéndose delimitado la zona para el
cultivo y producción con esta denominación a las provincias de Chincha, Pisco, Ica,
Palpa.
Producción Agrícola de los Principales Cultivos Agrícolas
DICIEMBRE ENERO-DICIEMBRE
CULTIVO
ELABORACIÓN: BCRP.
Inversionistas de Chile y Colombia incrementan adquisición de tierras
agrícolas en costa peruana(ICA)
“En Trujillo, Chiclayo y Piura continúa el boom agroexportador, todo el mundo busca
tierras en esas zonas, pero también es muy interesante la creciente demanda por
terrenos en Casma y Huarmey”.
Las empresas buscan terrenos de 500 a 700 hectáreas, y el costo de estas tierras
depende de cuánta agua dispone la zona donde se va a desarrollar el proyecto agrícola.
Explicó que una empresa que se dedique al cultivo del espárrago en dicha región puede
sacar unas 20 toneladas por hectárea al año, y si sólo se multiplica un dólar por kilo, son
20,000 dólares por hectárea, lo que significa que la inversión en dicho proyecto se
recupera en dos o tres años como máximo.
este dinamismo en las compras de terrenos agrícolas se está viendo afectado por la
transferencia de funciones del Organismo de Formalización de la Propiedad Informal
(Cofopri) a los gobiernos regionales, lo que ha detenido el proceso de saneamiento y
titulación de tierras.
“Este proceso recién se está implementando pero los gobiernos regionales no tienen la
capacidad de manejar estos temas.
EMPRESAS AGROEXPORTADORAS MAS GRANDES DEL DEPARTAMENTO DE ICA
Ica, reconocida por la excelente calidad y sabor de los frutos de la vid; es además, una
de las regiones pioneras en el cultivo de espárrago en el Perú.
Desde hace dos décadas BETA, viene generando trabajo formal en esta zona,
tradicional y predominantemente agrícola.
La operación de BETA en Ica, agrupa a los Fundos: Santa Margarita, San Hilarión, Los
Castillos, La Castellana y Luren. Beta se ubican en los departamentos de Piura,
Lambayeque e Ica.
CASA CHICA
283 Ha
Mandarina / Naranja
DON CARLOS
163 Ha
Uva
EL ALTO
120 Ha
Uva
EL OLIVO
35 Ha
Palta Hass
EL TUNAL
143 Ha
Uva
LA MÁQUINA
185 Ha
Arándanos / Uva
LA PAUSA
101 Ha
Uva
LA QUEBRADA
81 Ha
Palta / Uva
LA RINCONADA
98 Ha
Mandarina
LA UNIÓN
63 Ha
Uva
SANTA ROSA
154 Ha
Palta Hass / Uva
YANCAY
179 Ha
Palta Hass / Uva
AGRICOLA CHAPI
700 hectáreas de tierra fértil y privilegiada. El Fundo Don Ernesto fue el primero de
nuestra compañía albergando nuestros principales cultivos de gran calidad desde hace
20 años.
Antes de llegar a la ciudad de Ica, en una zona que fue desértica, se encuentra este
fundo. el mismo que cuenta con poco más de 200 hectáreas dedicadas a diferentes
variedades de uva de mesa.
Asimismo, dentro del mismo fundo se encuentra nuestra planta de empaque para
frutas y los cinco pozos de agua de gran calidad que permiten nuestras operaciones.
Fundo Alesves
Este fue el último fundo adquirido por la empresa en la ciudad de Ica dedicado al
sembrío de la granada.
Dentro de sus instalaciones cuenta con tres pozos para el crecimiento de la granada
que es por el momento el único cultivo sembrado en esta unidad productiva.
Ubicado a 400 Kms. al norte de Lima, en el Valle de Casma, este fundo cuenta con 700
hectáreas.
A la fecha este fundo cuenta un poco más de cien hectáreas de espárragos verdes y
cuenta con 4 pozos de agua que sostienen nuestra actividad
Fundo Constancia
c. El Derecho Agrario en el Perú, surge luego de los primeros cien años de vida
republicana, en la que recién se reconoce el carácter pluriétnico del país,
primero tímidamente con la Constitución de 1920 y cada vez con mayor vigor
en las Constituciones de 1933 y de 1979, incluso la vigente de 1993.
Dirven, M., Echeverri, R., Perico C., Sabalain A., Rodríguez, D., Baeza,C., Peña,C. y
Faigu, S. (2011). Hacia una nueva definición de “rural” con fines estadísticos en
América Latina: Documento de Proyecto: Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL). En línea. Fecha de consulta: 30 de octubre del 2015. Disponible
en: http://www10.iadb.org/intal/intalcdi/PE/2011/08534.pdf