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Conspiración en La Habana

E s t a o b r a s e e n c u e n t r a r e g i s t r a d a e n e l C e n t r o N a c i o n a l d e D e r e c h o d e Au t o r d e l a R e p ú b l i c a d e C u b a
(CENDA)
Con el No. 942-2009
Email: cenda@cubarte.cult.cu
http://www.cenda.cu

Conspiración

en

La Habana
Eduardo Cordoví Hernández

Última revisión del autor:12 feb rero del 2009

31 marzo del 2011

15 marzo 2012

6 febrero 2015

noviembre 2016

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Eduardo Cordoví Hernández

…debemos aceptar a la naturaleza tal como es: ab surda.

R i c h a r d F e yn m a n , ( 1 9 1 8 - 1 9 8 8 ) . P r e mi o N o b e l d e F í s i c a e n 1 9 6 5 .

En la escala de lo cósmico,

(Toda la física moderna nos lo enseña),

solo lo fantástico tiene probabilidades de ser verda dero.

P i e r r e T e i l h a r d d e C h a r d i n , ( 1 8 8 1 - 1 9 5 5 ) . S a c e r d o t e j e s u i t a , p a l e o n t ó l o go y fi l ó s o fo fr a n c é s .

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Conspiración en La Habana

CAPÍTULO I
Ciudad de La Habana, 1989

Nunca seremos capaces, los seres ordinarios, de vislum brar cómo los
hechos, al parecer intrascenden tes y acci dentales, pueden encadenarse en
una serie de eventos terribles.

Un conocido, ni siquiera un amigo , invitó a, Rodelio Fan del, para


participar de una reunión tenebrosa. Había oído decir que era un estudioso,
un investigador o algo por el estilo.

Fandel, nunca había tenido una experiencia similar. Moti vado porque,
según su vecino, se trataba de algo excepcional, s olo extranjeros e
intelectuales tenían ac ceso, se decidió a acompañarlo. Así supo de la
existencia de Encarnación , La China.

La amistad de este vecino con Mairel ys; una joven santia guera quien se
iniciaba en La Habana, por cuenta propia, en la especialidad de
acompañante de turistas españoles; fue la vía para acceder a la hermé tica
sesión.

El peninsular, compañía oportuna de la muchacha, era un vizcaíno


cincuentón, interesado en conocer deta lles, de primera mano, sobre la vida
de Martí.

No se trataba de viajar en el tiempo, a lo Wells, por me dio de un


estrambótico artefacto, sino de una experien cia de lo real maravilloso. El
recurso para tal acercamiento fue a través de una médium: Encarna ción;
conocida en Luyanó, desde siempre, s olo como La China. Luego de su
inicio en la metempsicosis, su nom bre devino en, Encarnación La China, tal
como hoy conoce mos a Isabel la Católica, a Catalina la Grande, o a Juana la
Loca.

El espiritismo en Cuba (frase tan idónea para titular un libro ; que


aseguraría existe) difiere mucho del que pue den conocer los seguidores de
esta disciplina en Inglate rra; cuna de esta ciencia, para llamarlo como
conviene referirse a lo desconocido; o los de Francia, patria de Allan
Kardec.

Pudiera parecer poco serio valerse del espiritismo para una entrevista
profesional, pero si n os detenemos en un breve análisis argumentativo,

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Eduardo Cordoví Hernández

podremos presentar una lista, sino extensa, al menos suficiente, dada la


celebridad de quienes la forman.

Sir Arthur Conan Doyle, creador del mito literario de Sherlock Holmes,
invirtió su fortuna viajan do para dar conferencias en favor del espiritismo;
el escritor, sir Oliver Lodge (1851-1940) no ocultó sus inclinacio nes hacia
este campo; tampoco , sir William Crookes, (1832 -1919), químico y físico
británico. Su coterráneo, el escritor Arthur Machen , militó en la secta
hermética Golden dawn, la cual, si bien no era espiri tista, sí era de
declarada proclividad hacia el ocultismo y la comunicación con seres
superiores; Bulwer Lytton, autor de , Los últimos días de Pompeya, fue
miembro de la sociedad Rosacruz inglesa (fundada en 1867 por Robert
Wentworth Little ) cuyos miembros eran reclutados en tre los maestros
masones, (también, Martí, fue maestro masón en la logia, Armonía Número
Cinco, de Madrid). A esta secta, Golden dawn, asimismo, estuvo afiliado
Bram Stocker, autor de , Drácula, (Personaje real, cuya influencia tiene
mucho que ver con los acontecimientos que describi era, Rodelio Fandel ,
tiempo después y que, ahora, dan lugar a este libro ). Gertrudis Gómez de
Avellaneda, de igual manera, se interesó por el espiritismo; y ni qué decir
de Camilo Flanma rion, de Baudelaire, de Poe. Edisson y Marconi , compro-
metieron su prestigio como investigadores en emplear tiempo y dinero para
crear un aparato para comuni carse con los muertos. Simón Newcomb, María
Curié... en fin.

En Cuba, el espiritismo, tiene otras dimensiones más pinto rescas. La


interacción con las culturas africanas ha incorporado al clásico vaso de
agua, al perfume y las flores; el aguardiente de caña, el tabaco y hasta los
mismos espíritus. La mayoría, para no decir to dos, son entidades africanas:
negros congos; esclavos y cimarro nes. Son raros, ya ¡pero aparecen todavía!
algún que otro árabe o ¡las gitanas! quizás, debido a la fuerte influencia del
turismo, procedente de España, en los últ imos años. La presencia de los
indios norteame ricanos sí ha mante nido una invariabilidad preocupante
(asociados siempre a Changó), a pesar de la lucha nacional contra todo tipo
de penetración ideológica, en especial proveniente de los Estados Uni dos.

Encarnación La China, era una médium novedosa; s olo servía de vehículo


a espíritus de celebridades.

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Conspiración en La Habana

A pesar de ser mulata, 1 mantenía la ortodoxia de la Es cuela Espirita de


Joaquín Trincado 2 , la cual, como se sabe, se abstiene de los trances
aparatosos y no pasa de un vaso de agua como medio tradicional.

Aquello era raro. Por sus ancestros debía tener fuerte influencia africana
en su formación profesional. Del mismo modo, por mantener una relación,
al parecer estable, con Domingo Riesling: un negro con inqu ietudes de
búsqueda, como se supo unos años des pués, en las tendencias que exploran
el Más Allá por medio de lo que muchos llaman brujería conga pero que, en
buena técnica, se denomina: Regla de Palo Monte, cargada de elementos de
vigorosa sugestivi dad.

Así, fue como llegaron.

Los pormenores: obvios. Bien se conoce cómo se instru mentan las


conexiones comunicativas con el ex tranjero, sobre todo telefónicas y vía
satélite. El caso fue que la entidad invocada, se puede decir, llegó.

Se sabe, por Jorge Mañ ach 3 , quien logró entrevistar perso nas que
conocieron al maestro, que éste tuvo una voz melodiosa y conquistadora; y
aunque no dejaba de serlo, usando de instrumento a una mujer co mo, La
China, a Fandel , no le gustó para nada.

Al vizcaíno le interesaban , en particular, los detalles oscuros de aquella


reunión, a puerta cerrada en La Mejo rana, con Maceo y Gómez, de la cual,
según él, se dicen muchas cosas inquietantes y se especulan otras, que
tienden a ensuciar la imagen de hombres que hoy están cubierto s de gloria.
Pero, según explicó con posterioridad La China, en los planos superiores
los espíritus se liberan de las ataduras terrenales y olvidan, por así decirlo,
las desavenencias y resenti mientos que los ataban a la materialidad
mundanal, quizás por ello, insistió tanto en recitar Los zapaticos de rosa, y
contar la historia de Meñique, que se avienen mejor a la ar monía y los
sentimientos nobles.

Fraude o no, aunque el español quedara con la duda so bre un asunto que ,
en realidad, al resto ni le s iba ni les venía ni con el cual ¡nadie! iba a
resolver problema al guno, salieron de casa de , Encarnación la China, bajo
la mirada inquisitiva de Domingo Riesling, quien no dejó de mirar , a
Fandel… como si lo conociera. Por in sólito que parezca, a Rode lio, la cara
de Domingo Ries ling no le resultaba del todo ajena ; aunque no podía

1
Muy bien plantada por cierto.
2
Español, de origen vasco, nacionalizado argentino.
3
Autor de: Martí, el Apóstol, primer a biografía mart iana, a saber .

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Eduardo Cordoví Hernández

identificar a aquel moreno fornido , aún en sus cincuenta y tantos, enfun -


dado en una guayabera pana meña, cuidadosamente rasurado, oloroso a
buena marca de colonia... La mir ada, de Riesling, era como si; por esos
misterios de la vida, con los que , a veces, nos encontramos en el deve nir de
nuestra existen cia; tuviera un atisbo sobre la tortuosa historia que, en el
futuro, relacionaría sus vi das.

CAPÍTULO II
Hawai 1947-Miami 1957
Las Islas Hawaii, como se les llama en inglés o Hawái, como se les dice,
con algo más de economía, en español; están, desde el punto de vista
geográfico, situa das en el Océano P acífico Central, compuestas por
dieciocho is las y varios islotes o atolones que to man, en la actuali dad, el
nombre de la mayor.
El explorador inglés , James Cook, desembarcó en Kauai, la cuarta en
tamaño de las que más tarde , en enero de 1778, fueron llamadas, Islas
Hawái.
El archipiélago fue bautizado, de inicio, con el nombre de Islas
Sándwich, en agradecimiento a quien financió sus expedi ciones: el cuarto
conde de Sándwich, John Mon tagu, a quien, entre sus glorias se le recuerda
como el inventor d el emparedado; cuando, en 1792, durante un juego de
naipes estuvo sentado ante una mesa veinti cuatro horas continuas y solicitó,
para no ensu ciarse los dedos ni tener que dete ner la partida, que le sirvieran
carnes, salsas y vegeta les entre un pan abierto.
Kauai, conocida, como Garden Island es, como las otras, de formación
volcánica y monta ñosa, pero muy fértil, sobre todo al norte, donde se cul -
tiva la caña de azúcar y hay abundancia de frutas tropica les. Al noroeste, la
isla presenta la famosa costa, Na Pali, de espectaculares acantila dos; algo
que se añade, con singular fulgor, al despliegue de sugestivida des que atrae
a los turistas desde siempre.

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Conspiración en La Habana

La población autóctona es de origen polinesio, pero hacia los años de


1790, en que ya los co lonizadores se habían establecido de forma definitiva,
comenzó a acre centarse la disminución de los nativos debido a enfer -
medades infecciosas y al alcoholismo.
En los diez años siguientes , Kamehameha I, un nativo erigido líder,
unificó la política de las islas, con lo cual obtuvo el apodo de: El Grande;
constituyendo, con su nombre, una dinastía de cinco reyes qu ienes goberna-
ron hasta 1872.
La dinastía, de la llamada Casa Kamehameha , estrechó lazos comerciales,
políticos y culturales con los colo nos norteamericanos; pero la muerte del
rey Kamehameha V, soltero y sin nombrar heredero, dio lugar a la
celebración de un plebiscito, que concedió la victo ria al rey Lunalilo frente
a Kalakaua. Al cabo, el poder acabó en manos de la Casa Kalakaua, tras el
fallecimiento de Lunalilo, y una elección muy dispu tada y plagada de
acusaciones de fraude , en el año 1874, entre Kalakaua y Emma , su
oponente, lo cual produjo distur bios populares y esto, a su vez, la
intervención de tropas de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña, para
mantener la paz, quedando el trono en manos de Kalakaua.
Los siguientes monarcas; el rey Kalakaua y la reina Liliuo kalani, su
hermana, quien le siguió al trono con posterioridad; se esforzaron por
oponerse a la influen cia extranjera c on un fuerte nacionalismo. Hacia 1890 ,
la tarifa McKinley impuso altos impues tos a la produc ción azucarera de las
islas y esto debilitó la economía real. El control político pasó, en tonces, a
un Comité de Seguridad , el diecisiete de enero de 1893, esta bleciéndose un
gobierno provisio nal presidido por, Sanford B. Dole, hijo de un misionero
estadounidense, quien pro puso la anexión del reino a l os Estados Unidos.
La administración del presidente norteamericano, Grover Cleveland, no obs -
tante, rechazó la propuesta. El gobierno provisional creó , entonces, la
República de Hawái, el cuatro de julio de 1894 con , Sanford B. Dole , como
primer presidente constitucional.

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Eduardo Cordoví Hernández

El presidente de los Estados Unidos, William McKinley, solicitó en 1898 ,


la anexión del territorio, la cual se produjo el doce de agosto de ese año,
convirtiendo al archi piélago en una de l os baluartes para la presencia esta -
dounidense en el Pacífico; quedando , Dole, como su primer gobernador.
En la isla de Oahu , el complejo portuario y base mi litar de Pearl Harbor,
el siete de diciembre de 1941, fue ob jeto de un ataque sorpresivo por parte
de Japón, ante el bloqueo económico que estaba ejerciendo , los Estados
Unidos, sobre el llamado, imperio del Sol Naciente. Esta agresión decidió
la entrada activa de Norteamérica en la segunda guerra mundial.
Los cammaainas, como se autodenominan los aboríge nes hawaianos, se
encuentran, hoy en día, muy mestiza dos y se distinguen como identidad
étnica por rasgos culturales como , por ejemplo, su idioma o sus costumbres
religiosas, formadas por un amplio aba nico de tabúes conocido como ,
sistema Kapu. Tal sincretismo ya era connotado desde los inicios del si glo
XX, de modo que, en 1947, en Lihue, una de las dos ciudades más importan -
tes de Kauai, no fue algo ex traño que en medio de una familia cammaaina,
una joven de veinte años tu viera pretensiones de viajar, cono cer el mundo,
ser artista, cambiarse el nombre y ser, en otras palabras, dis tinta. Ese fue el
caso de Wimalele. Un buen día , amaneció diciendo que se lla maría, desde
entonces, Wilma; se buscó un novio nortea mericano, sargento en una base
militar y se fue para los Estados Unidos. Atrás, dejó a medio vecinda rio y a
parte de la familia considerándola una malihiais; término, por demás,
peyorativo que se le da a los extranjeros; pero al resto, considerándola una
triunfadora.
Cuando conoció a su sargento, de extracción latina, ya mascullaba el
castellano pues tenía algunos veci nos borikén o sea puertorriqueños;
aunque, también, mexicanos y filipinos con quienes se entendía muy bien.
Se casó rápido, con el fin de obtener la nacionali dad de su esposo pero ,
seis meses más tarde, el militar fue destacado en la base naval de Guantá-
namo, en Cuba, lo cual no la entusiasmó , y decidió to mar otro rumbo.

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Por entonces, ya con su ciudadanía norteamericana en regla, comenzó a


considerar la posibilidad de explotar su biotipo y hacerse pasar por
descendiente de pieles rojas y aprovechar así las prebendas otorgadas por la
ley a los indios en cuanto a la exoneración de impues tos del fisco.
Poco después, conoció a un turista francés en su afán de conocer lenguas
extranjeras, sobre todo si eran mas culinas. Apenas logró cantar con fluidez
y entender las canciones en la voz de Edith Piaff, conoció a un ga llego
residente en Cuba, con quien inició una relación muy intensa hacia
principios de 1956, pero que, a los pocos meses, perdió de vista por
completo. Sin embargo, días más tarde conoció, al pare cer para su suerte, a
otro peninsular afincado en La Habana, quien negociaba, chorizos y aceite
de oliva españoles , en Miami.
Esta fue su primera relación significativa. El peninsu lar parecía
adinerado, le resultaba atractivo y era ca sado, lo cual lo hacía aparecer
como alguien distinguido y, a ella, le conferí a un aura de mujer fatal, de
vampiresa a lo Betty Davis, que la hacía sentirse tan bien; además, le
encantaba el detalle de un pequeño lunar en forma de medialuna en el cuello
hispano; le hacía recordar la proximidad española con los gitanos, con los
árabes, ¡Ah, los ára bes! Y recordaba, entonces, la figura de Rodolfo Valen -
tino con su turbante en, El sheik, aquel filme de los años veinte que le
gustaba tanto a su madre…
Se trataba, el gallego, de un buen hombre. Muy recto, eso sí. Pero estaba,
al parecer, enamorado y eso era importante. P or lo que quedó embarazada y,
el ingenioso hidalgo , se perdió de vista en Miami.
En julio de 1957, dio a luz una niña. Era bonita, pero traía la marca de su
padre: el hereditario lunar en el cue llo. Solo que a Wilma ya no le
recordaba a Valentino, sino al comerciante español aplata nado en Cuba que
la dejaba en la situación, quizás no tan difí cil, de tener que hacer lo que las
prostitutas poco agracia das, en La Habana, lo cual había pasado a ser un
dicharacho popula r en Cuba: buscarse un chino que le pusiera un cuarto. Y

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Eduardo Cordoví Hernández

así lo hizo, pero antes se las agenció para extirparle a la niña, antes del año,
la sombra paterna, con la promesa facul tativa de que no le quedaría cicatriz.
Antes y después de la segunda guerra mundial, los residen tes de Hawái
pidieron pertenecer a los Estados Uni dos como un estado más, pero los
prejuicios contra los nipo nes y la preocupación por la influencia comu nista
sobre los sindicatos de trabajadores hawaianos, hicieron lenta la campaña
por tal status; al cabo, el congreso aceptó las demandas, convirtiéndose así,
el veintiuno de agosto de 1959, en el estado cincuenta de la unión.

CAPÍTULO III
España, 1598

Cuando a la edad de veinte años , Felipe II I , asume el trono, encuentra el


país empobrecido.

Su padre, Felipe II , llamado el Prudente ¡quien jamás imaginó que su


nombre se popularizaría en una marca de coñac! había ascendido al trono de
España cuarenta y dos años atrás. Había hallado el reino ago tado por las
guerras de expansión llevadas a cabo por su padre, Felipe I , el Hermoso; no
obstante, quiso eri girse en paladín del catolicismo.

Felipe el Prudente, tratando de seguir los pasos de su progenitor, hizo la


guerra contra Francia alcanzando la victoria de San Quintín, al año de su
reinado, y forzó a Enrique IV , defensor de la Reforma Protes tante, a dejar el
sitio de P arís. A pesar de ello, el vi gor del parlamento francés y la
conversión al catoli cismo del mo narca galo, le obligaron a desistir de sus
propósitos. Luego, queriendo vengar a María Es tuardo, lanzó la fa mosa
Armada Invencible , contra la Gran Bretaña, ll evando a la ruina a la marina
peninsular.

Corsarios y piratas, a menudo, asaltaban sus colonias en América, así


como los buques que traían, desde ellas, mercancías y riquezas a la

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Conspiración en La Habana

metrópoli. El corsa rio, Francis Drake, agredió la bahía de Cádiz , destru-


yendo una treintena de barcos españoles y robando tres mil botas de Jerez.

Por otra parte, el rey obtuvo, bajo la dirección de su hermano , don Juan
de Austria, la victoria contra los tur cos en la famosa batalla naval de
Lepanto, en 1571; donde adquiriera sobrenombre de El Manco, el autor del
Quijote; pero salieron ganando los turcos a la larga cuando le arrebataron
Túnez en el setenta y cua tro.

En 1572, los Países Bajos, se sublevan. A pesar de los esfuerzos militares


del duque de Alba, debe con cluir, el rey, entregando esta suculenta posesión
española, a su hija, Isabel Clara Eugenia.

Otros de los sucesos que coadyuvaron al desgaste polí tico y económico


fueron: la rebelión de los moros en Granada, fustigada con severidad; de la
misma forma, el sombrío asunto del infante don Carlos y la lucha con tra
Antonio Pérez.

El príncipe don Carlos nació , en 1545, del primer matrimonio real


contraído con María de Portugal. El muchacho, quizás demasiado activo y
al parecer de no muchas luces, sufrió un accidente qu e lo llevó al borde de
la muerte, quedando comprometida su cor dura. Felipe, en prueba de que su
apelativo de prudente era del todo fidedigno, lo confinó en su pala cio,
donde murió a la edad de veintitrés años. La lo cura, prisión y muerte del
infante, dieron lugar a habla durías y chismes, perjudi cando el buen ver que
se le debe a un monarca.

El asunto de Antonio Pérez , fue similar. Había nacido en Madrid , en


1534. Su amistad con la princesa de Éboli , le propició llegar a ser
secretario del rey. De bido a situacio nes de interés político, se presentaban
problemas en los Países Bajos, donde gobernaba el hermano del rey; don
Juan de Austria. Felipe, ordenó a Antonio , fiscalizar la conducta de aquél, y
durante este proceso, ocurre el asesinato de Escobedo , secretario de don
Juan. Parece que, de nuevo, la prudencia del rey decreta encarce lar a

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Antonio, a lo que éste, respondió yéndose de viaje a Zaragoza y luego,


como si no le resultara suficiente distancia, se marchó a Francia, donde ,
igual, le pareció poca, pasando a In glaterra; donde ter minó por dedicarse a
escribir un volumen titulado Relaciones y otro, Cartas, en los cuales hacía
pública la integridad de su proceder, pero sirvió para poner en tela de juicio
el prestigio real de Felipe.

No obstante, estas circunstancias adversas durante su reinado, se llevó a


cabo la construcción del monaste rio de San Lorenzo del Escorial. La
monumental edifica ción, que demoró veintidós años en terminarse , y que
sirve de panteón a los reyes de España. Es de impecable estilo clásico en
granito gris. Fue dirigida por tres nota bles arquitectos, según el trazado
original del pro pio rey. En el centro, se yergue la cúpula de la igle sia con
una altura de noventa y cinco metros. Consta de : mil ciento diez ventanas ,
cuya madera, así como toda la ebanis tería, procede de los bosques de Cuba.
Aloja, además, una valiosa colección de obras pictóricas, tapices y una
codiciable biblioteca.

Obra tal contribuyó, en gran medida, a testimoniar un florecimiento de


las Artes, que sirvió de base para el empeño soberano de recordar la victo -
ria de San Quintín. De la misma manera, para empobrecer las ar cas.

Así encontró la nación , Felipe I II , conocido como El Pia doso. Quizás, por
su juventud se sintió incapaz para hacerle frente a la situación y delegó las
decisiones de estado en Francisco de Sandoval y Rojas, du que de Lerma,
hábil político de vasta experiencia, quien ase soró a la corona durante veinte
años.

Éste, en su afán por reponer las haciendas, interviene ante el rey para
promover, a don Francisco Manso de Contreras , como Oidor Mayor , en
Santo Domingo.

En ese mismo año, 1598, don Francisco, embarca con su esposa , hacia el
Caribe.

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Conspiración en La Habana

Entre sus responsabilidades estaba hacer la guerra a los piratas que


asediaban la zona, con la or denanza de confis car el botín mal habido por los
filibusteros, a fin de rehabilitar las finanzas reales, con la prerroga tiva de
participar de ellas en su propio beneficio.

Durante la travesía marítima hacia el llamado Nuevo Mundo, un hombre ,


de pasados los cincuenta años de edad; acariciando la cabeza de dragón en
plata cincelada que, como empuñadura, tenía su bastón; le obser vaba en
cubierta.

CAPÍTULO IV
Lawton, La Habana, 1987

Tal como Gregorio Samsa 4 (más o menos) Rodelio Fan del, se observó
decúbito dorsal sobre la cama, pero no amaneció convertido en abejorro. Su
vida, nada tenía que ver con la infancia anormal de un judío checo.

Pasadas las diez y once en punto , todavía, estaba algo oscuro: Rodelio,
dormía con la ventana ce rrada.

Como de costumbre, buscó en el cielo raso las estre llas que le anunciaban
el día: agujeros en las láminas de zinc plegado que le techaban.

¿Huecos? Sí, huecos. ¡Huecos! Pues vaya si lo eran. So bre todo en


tiempo de lluvia.

Se levantó.

Abrió la ventana y se asomó al mundo. ¡No a todo! Sino a la parte a que


tenía acceso. La otra, un poco mayor, no dejaba de estar comprendida en
esa, aunque no la viera; pero aquel día no estaba para eso. Era el día de los
huecos.

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N o mb r e d e l p e r s o n a j e d e l c u e n t o L a m e t a m o r f o s i s , d e K a f k a .

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Eduardo Cordoví Hernández

A esa hora regresaban del trabajo, (una larga noche de faena para lograr
el sustento); Benito, el panadero del barrio; Miguel, el sereno de la escuela;
así como Yuni lis, Yordanka e Isomara, las pepillas orientales que patru-
llaban El Vedado, en busca de turistas aburri dos. Con sus cuerpos
exhaustos, llegaban a sus casas. ¿Sus ca sas? Sí. Pero, en realidad, es un
decir, y no porque las tres jovencitas estuvieran compartiendo un cuarto
alquilado en clandestinaje, sino por algo de más peso.

A esa hora, la mayoría de las vecinas comenza ban a preparar el almuerzo


y todo era un tras teo de cazuelas y de ollas. ¿Ollas? Sí. Tal como pronun -
ciamos muchas palabras con intención de ser enten didos, según
conclusiones rodelianas, sin que se tenga la menos rotunda idea de lo que
en realidad expre samos, ni la más lejana proximidad con la esenciali dad
substancial de lo que se quiere decir; que dando, así, en la nebulosa incierta
de las ideacio nes.

¿Qué es la Verdad? (Jn. 18:38). Preguntó, Pilatos, a Jesús.

Explicar la verdad de las cosas no es fácil y se corre el riesgo de no ser


entendido, cuando no de pasar por tonto, máxima infamia destinada a los
espíritus tiernos. Quizás, por ello, Jesús, dejó al romano, inmerso en la
duda, más tarde dignificada por Descartes.

En presencia de tales sugerentes eventos, Fandel, pensó en , Aristóteles,


quien dicen que dijo: El hombre es todas las cosas, o El hombre es la
medida de todas las cosas, o algo así. (La gente dice muchas cosas).

La medida de todas las cosas es el hueco. –concluyó, Fandel. –Porque la


casa no es la casa. La casa: eso que vemos de ladrillos revocados ¿Es la
casa? No, la casa es lo que está dentro, pero no las cosas que tiene dentro,
sino el hueco mismo que forman las pare des y el techo.

Digamos que vemos almacenadas las piezas prefabrica das de una casa,
antes de ser ensambladas. Están ahí, un os sobre otros, los paneles de

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Conspiración en La Habana

paredes y techo, sin formar hueco alguno; y no habrá casa. La casa


necesita de la materialidad de las paredes para actualizarse pero, en
substancia, no es la mate ria.

Como la olla, digamos ahora: de barro. La olla es el espacio hueco (el


hueco) que aprisiona el barro , pero no el barro que lo aprisiona. ¡Rómpase
la olla! y se tendrá el mismo peso que tenía, la misma cantidad de ma teria,
pero no se podrá cocinar una sopa en los ties tos.

De modo que la necesaria esencia última de todo, no se encuentra en este


mundo visible y material donde nos empleamos a fondo todos, en la
intrascendencia de cin cuenta mil eventos cotidianos.

Tales recovecos filosóficos, sondeaba su mente desde la muerte de su


padre la semana anterior. El Viejo, como él le decía, antes de morir le había
hecho una confesión paralizante; dando lugar a una crisis de valo res que le
obligaba replantearse nuevos patro nes de conducta.
Él, le decía El Viejo. Los demás, El Gallego, pues era hombre robusto y
colorado, además de ser descen diente de españoles.
El gallego, había tenido que salir del país , a finales de 1956. La policía
del régimen dictatorial , de Batista, le seguía los pasos por sus vínculos con
miembros del Movi miento veintiséis de Julio (M-26-J), de modo que se fue
a los Estados Unidos, a Miami, regresando en el cin cuenta y nueve, después
del triunfo revolucionario, para reunirse con su esposa y su hijo , Rodelio.
El asunto estribaba en que , durante su primer año de estan cia en Miami,
1956; sostuvo relaciones amorosas con una norteamericana llamada Wilma,
a quien dejó de ver en noviembre de ese año por ofrecérsele un em pleo
tentador más al norte.
Antes de su regreso a La Habana, un amigo, qu ien los conocía, le dijo
que había visto a Wilma y, aunque habían hablado poco, pudo saber que
había tenido una hija en el cincuenta y siete y que el progenitor, según le
dijo ella, entendió que era: El Gallego.

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Eduardo Cordoví Hernández

El padre, de Rodelio , estuvo indagando por Wilma, en Miami, en algunos


lugares que frecuentaban por aque lla época. Solo pudo saber que se había
casado, hacía poco, con un chino. Apremiado por su pasaje de re greso
abandonó la búsqueda, pero quedó en con tacto con su amigo, por si tenía
nuevas noticias.
La idea de tener una hija desconocida no lo hacía sen tir bien, pero no era
algo que pudiera crearle proble mas; los separaba el Golfo de México y la
creciente enemis tad de Cuba y los Estados Unidos. Su esposa , jamás se
enteraría; tampoco, su hijo. Nunca vio , a Wilma, durante el embarazo, ni
siquiera lo supo, n i conoció a la niña quien, a la fecha, no debía vivir con
dudas sobre el papá chino que, su madre, le había conseguido.
En 1971, en seguida de la decepción nacional en Cuba; debido a la
imposibilidad de consumarse la Zafra de los diez millones, en los setenta; el
padre de Rodelio reci bió una carta demoledora. Le escribía su amigo, desde
Miami, dándole referencias sobre cierto indivi duo, en Lawton, La Ha bana,
quien parecía tener informa ción confiable sobre la historia de su hija y del
paradero de la misma en esta capital, pero no le daba dirección, s olo un
nombre: Olidio Olderfán.
¿Cómo supo, su amigo, sobre tal sujeto desde Miami? ¿Quién era, ese
nuevo personaje? Le escribió pre guntándole pero nunca recibió respuesta.
Si su hija estaba en La Habana, cabía la posibilidad de que llegara a
conocer a Rodelio. Ella , para la fecha, debía tener unos catorce años,
Rodelio, dieciséis, y ¡La juventud e s tan loca! Entonces, comenzó una
desenfrenada búsqueda de indagaciones infructuosas hasta 1987, en que
cayó enfermo de gravedad . Su esposa, había muerto en el ochenta. No se
alegró, pero sintió que le quitaban un peso.
Ya al borde de la muerte , debía confesarle a su hijo el peligro en que se
hallaba, debido a la culpa paterna. Le sería fácil, un hombre siempre
comprende mejor a otro hombre. Y así lo hizo.
Al recibir tal noticia, Fandel, tenía treinta y dos años de edad, su
hermana debía tener treinta. Él, no se había casado aún, aunque había

16
Conspiración en La Habana

tenido varios romances. ¿Sería posible que se hubiese acostado ¡ya! con su
hermana sin saberlo? Fue, entonces, que tomó dos determina ciones
trascendentales: la primera, encon trar a Olidio Ol derfán, a fin de conocer la
identidad y el paradero de su hermana, y despejar así aquella incóg nita; la
segunda, no tener más contactos sexua les. Sería su castigo, caso de haber
cometido incesto. La forma de evitarlo, si no.
Quizás pueda parecer exagerada una determinación así ; pero la historia,
registra hechos mucho más absur dos.

El caso de la secta cristiana skoptzy, o skoptsy, constituye una muestra


impresionante.

Fue una exaltada asociación que tuvo origen en el si glo XV I II en Rusia y


prolongó su presencia hasta los umbra les del XX. Los hombres que la
formaban eran castrados y las mujeres se prostituían, con el consenti miento
de sus maridos, para evitar la extin ción del grupo. El pro feta de la secta fue
Condrati Seli vanov. De él, nos dice la Enciclopedia Británica :

«Selivanov era campesino e inició su carrera reli giosa como ayudante de


Andrei Ivanov, acusado este último por la policía zarista de haber
convencido a otros trece campesinos de practicar la automutilación genital.
A raíz de este episodio, los dos fueron preso s y enviados a Siberia.
Selivanov logró volver, y se pro clamó a sí mismo Hijo de Dios , encarnado
en la persona de Pedro I II , emperador muy popular entre los campesinos.
Más tarde se añadieron los títulos de Dios de los Dioses y Rey de reyes.

»Anunciaba su testimonio divino: Los creyentes que practi casen la


automutilación voluntaria serían salva dos. Por este medio consiguió
convencer y conver tir a nobles, militares y hasta religiosos de otras sectas.
Durante dieciocho años vivió en San Pe tersburgo, en la residencia de uno
de sus discípulos, recibiendo doble home naje: Como, Cristo y como zar. En
1779 fue arres tado, esta vez por orden de Pablo I, e internado en un
hospicio. Bajo el régimen de Alejandro I , obtiene la liber tad, pero en 1820

17
Eduardo Cordoví Hernández

lo encerraro n en el monasterio de Szerdal, donde murió en 1832, a la edad


de cien años. » 5

Los skoptzys se llamaban a sí mismos los limpios, los justos, los hijos del
Señor. Mantenían que Dios había creado a sus hijos para que vivieran en
abstinencia sexual. Y el pecad o original consistió, con precisión, en violar
ese mandato. Por tanto, s olo podía expiarse con la amputación de los
genitales pecadores. Una vez castra dos, se les reabrirían las puertas del
Cielo.

La secta seguía, al pie de la letra , las instrucciones de Jesús (San Mateo,


19:12) “...pues hay eunucos que nacie ron así desde el seno de sus madres; y
hay eunucos que fueron hechos por los hombres y hay eunucos que a sí
mismos se han hecho eunucos por causa del Reino de los Cielos. ¡El que
puede recibirlo, recíbalo!”

Citaban a menudo, otra exhortación del Reden tor (San Mateo18: 8 y 9)


“Por tanto, si tu mano o tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo y échalo de
ti: mejor te es entrar cojo o manco en la vida, que teniendo dos manos o
dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer,
sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que te -
niendo dos ojos ser echado en el infierno del fuego ”.

Sin ser psicoanalistas, los skoptz ys percibieron el transparente


simbolismo genital de los miem bros y los ojos y, con esmero, se sometieron
al mandato divino.

Es indudable que la conducta de la secta era, en abso luto, espantosa,


singular y ajena a la liturgia del resto de las iglesias cristianas. Pero ,
tampoco, era disparatada aunque su lógica fuera rigurosa. Por otro lado, en
nuestra época, no faltan mitigados sucedáneos de aquellos siniestros
ceremoniales, incluso en la Iglesia de Roma. ¿No es acaso una castración
simbólica el voto de casti dad del sacerdote católico?

5
B r i t i s h E n c yc l o p a e d i a : R u s s i a n R e l i g i o n s .

18
Conspiración en La Habana

Fandel, no obstante, no era un fanático. Le quedaba, para los momentos


de urgencia, el recurso de la masturba ción para evadir el lastre de la
concupiscencia.
Así, a partir del año 1987, continuó la búsqueda de Oli dio Olderfán,
iniciada por su padre dieci séis años atrás. Tenía ciertas ventajas: una, no se
engañaba pen sando que fuera fácil, sabía de antemano que sería casi
imposible dar con Olderfán; otra, era joven y, la princi pal: era su esperanza
para dejar de masturbarse.
No podía imaginar que tendr ían que transcurrir siete años más, para que
su investigación diera frutos ; mucho menos, para concebir que se
involucraría en otra intriga mayor.

CAPÍTULO V

A propósito de la secta skoptzy, llama la atención que fuera en Rusia


donde prendieran de forma persistente estas ideas autodestructivas.
Fue una de las sectas espantosas más cono cida. Constituye, acaso, el
último nivel de la enaje nación humana y encuentran sus precursores en l os
primeros tiem pos del cristianismo.
Hasta donde sabemos, Orígenes y Leoncio de Antio quia fueron los
primeros cristianos que se amputaron los geni tales; el árabe Valerio,
reivindicó la dudosa distin ción de organizar una hermandad sobre la idea de
la emasculación. Estos fanáticos se convirtieron en peli gro público; no se
contentaban con castrar a sus seguido res, sino que hacían víctimas por
doquier, entre personas ajenas a tales ideas, con la intención de otorgar les:
la Salvación .
En un año, de cos echa bastante favorable, castraron a seis cientos
noventa hombres. La idea de que extirpar el órgano sexual pecaminoso, era
grata a Dios (conocida ya en los primeros siglos después de Cristo ), nunca
desapareció en su totalidad de la vida de las co fradías.

19
Eduardo Cordoví Hernández

Pero aparte de la horrible entidad de la castración con fines musicales


(durante mucho tiempo los eunucos repre sentaron sobre la escena teatral
papeles femeni nos y los niños castrados, llamados sopraninos, o castrati,
formaban los coros de la iglesia), esta suplen cia solo halló expresión en una
serie de tragedias indivi duales. Después de la desaparición de los seguido -
res de Valerio, no volvió a constituir el funda mento de otra comunidad
sectaria en mucho tiempo.
No es hasta el siglo X V II I , que descubrimos grandes grupos de eunucos en
Rusia. En el año 1715, se arrestó a una canti dad considerable de estos
desequilibrados en el distrito de Uglitch, de la provincia de Jaroslav. Dos
años más tarde, se realizó gran número de arrestos en Moscú, donde la
asociación estaba regentada por un hom bre llamado Lupkin, de quien se dice
que fundó su cofradía luego de trabar amistad con un extraño indivi duo que
portaba un bastón, cuya empuñadura de plata representaba la cabeza de un
dragón. Tras la muerte de Lupkin, su nombre y su tumba se convirtie ron en
bandera y lugar de peregrinaje de sus discípu los. En 1738, la zarina , Ana
Ivánovna, decretó que el cadáver , de Lupkin, fuera exhumado y quemado.
Pero la epidemia de auto castración se difundía cada vez más. Los
sumarios ulteriores revelaron hechos horri bles: canibalismo, asesinato de
niños, orgías, etcé tera. Las órdenes represivas, no obstante, resulta ron
inútiles. En el año 1771 apareció el Mesías de los skoptsys; Kondradtij
Selivanov, un original aventu rero que se hacía pasar por reencarnación del
zar Pedro II I . Los skoptsys adoraban en él al Hijo de Dios, y conside raban
que la misión del ruso era ma yor que la de su hermano Jesucristo.
Seguir en detalles la historia posterior de los skoptsys impresiona. Fueron
multitudinarios durante la segunda mitad del siglo X IX y llegaron a pene trar
el siglo XX, apoyando al sistema comunista sovié tico. Se afirma que, Georgi
Maksimiliánovich Malen kov; sucesor de Stalin, a la muerte de éste, desde
marzo a setiembre de 1953 y luego, desde 1953 hasta 1955, primer ministro
de la URSS; dio protección, a semejante secta porque, se especula, militaba
en la ella.

20
Conspiración en La Habana

El más elevado porcentaje de adeptos , correspondía a las provin cias rusas


de Orel y Petersburgo, en las que se c ontaba ocho skoptsys por cada mil
habitantes. Algunos distritos esta ban libres de esta sarna religiosa, pero
Galitzia, y sobre todo Rumania , estaban infestadas. Bernhard Stern, calculó
su número, en las tres principa les ciudades ruma nas (Bucarest, Galatz y
Jass y), en no menos de veinte mil. Un hecho curioso, observado por
Hechetorn: en Jassy, es que todos los conducto res de los coches de alquiler ,
eran skoptsys.
A principios del siglo xx , se cree que llega ron a una membrecía de cien
mil adeptos , en el Este europeo pero, ya en el año 1929, debido a la
represión soviética, se contaban unos pocos miles y es muy poco probable
que existan agrupaciones , de este tipo, en la segunda década del dos mil.
De acuerdo con esta congregación, tanto Cristo , como su hermano,
Selivanov, eran eunucos; Cristo había predi cado el dogma de la castración
pero, en el decursar de los siglos , el texto del Nuevo testamento, había sido
deformado y falsificado, de modo que ya no era posible recono cer la idea
original. S olo unas pocas frases, dejaban entrever el gran secreto. Y , de este
modo, argumentaban que la expresión : bautismo de fuego, aludía a la
castración.
En las grandes ciudades , como Moscú y San Peters burgo, a menudo se
sujetaba a las víctimas a un inge nioso art efacto en forma de cruz. Pero , con
independencia de los métodos y etapas, el obje tivo final era el mismo:
destruir los órganos sexuales tanto de los hom bres como de las mujeres,
llegando a ser tan hábiles , los encargados de realizar tales operacio nes
quirúrgicas, que rara vez ocurrieron compli caciones. Por otra parte, aunque
parezca extraño, la capacidad para el goce sexual, y , aún la de concebir, no
siempre eran destruidas por estas operacio nes.
Se sabe que algunas mujeres skoptsys, se dieron a la prostitución.
En general, sus asambleas eran una nausea bunda mezcla de éxtasis
religioso, sadismo y prácti cas sexuales pervertidas que , a menudo,

21
Eduardo Cordoví Hernández

desembocaron en el crimen, a pesar de declararse como pasivos vegetaria-


nos.
El fundador de una de las m ás pavorosas sectas rusas, los chisleniki ,
afirmaba lo siguiente: “Los hombres de ben ser salvados del pecado. Pero si
no pecan, no pue den ser salvados. Por consiguiente, el pecado es el pri mer
paso en el camino de la salvación ”.
Taxas Maxim , el campesin o de Shemenov, quien estableció este
extraviado principio, lo transformó en uno de los principales dogmas
teológicos de su congrega ción, gracias al financiamiento que le propor -
cionó, al parecer de algunos, un tal Alithius Vila novas, de origen español.
Otro apóstol ruso, el misterioso monje Serafín, declaró en 1872: “Solo en
el pecado es posible hallar la verda dera salvación del alma. Cuanto más se
peca, más glo rioso es el mérito del Salvador .”
Estos exaltados , llamaban al pecado: la puerta de ac ceso a la gloria del
Otro Mundo.
Otras hermandades fueron , tal vez, menos radicales pero, en esencia, eran
iguales. Está el caso de: los rusos errantes. Afirmaban que el mundo estaba
en poder del demonio; por tanto, carecía de importancia evitar el pecado .
Por el contrario, todo estaba permi tido... incluso el crimen, el robo o el
asesinato.
Una primitiva secta cristiana, fundada por Carpócrates de Alejandría ,
expuso que los humanos se halla ban, de continuo, en poder de demonios. De
modo que, era mejor conciliarlos viviendo en la disipación... y, por
supuesto, las mujeres debían ceder a las exigen cias masculinas. La secta de
Carpócrates , fue una de las prime ras en abolir el matrimonio; por princi pio,
todas las mujeres eran compartidas por to dos los hombres de la comunidad.
Durante los siglos posteriores , no faltaron imitadores que profesaron las
mismas creencias y siguieron las mis mas prácticas. Los paterniani o
venustiani, afirmaban que Dios y Satán compartían la responsabili dad de la
creación de la humanidad.

22
Conspiración en La Habana

Dios, era responsable de la parte superior de nuestro cuerpo; el diablo, de


la inferior. De ello de ducían que los órganos satánicos del hombre, debían
ser aplicados al trabajo del diablo.
En el siglo X IV , los lothardi, concibieron un dogma más particular aún.
Afirmaron que los humanos debían llevar una vida moral... mientras ,
estuvieran al nivel del suelo ; pero, a la profundidad de tres elles (un elle
equivalía a siete décimos de yarda) las nor mas morales perdían vali dez. Por
consiguiente, se reunían en recintos subterrá neos, donde realizaban orgías:
salvajes flagelaciones, toda clase de perversiones sexuales, asesi natos y
suicidios. Los lothardi, se caracterizaron por lo extremado de sus pun tos de
vista y por sus retorci dos razonamientos.
Pero muchas hermandades , aceptaron y aprobaron el pecado y la
perversión por otras razones de carácter general. Argüían que, a los
humanos, santificados por la fe, el mal no podía hacerle s daño; ninguna
aberración de la carne, podía manchar el ropaje del alma purificada por la
fe auténtica.
Uno de los profetas de la lujuria, Dulcinius, que vivió en el siglo X IV ,

dividió la historia en tres períodos. Du rante el primero, que comprendía


toda la Antigüedad hasta el nacimiento de Cristo, Dios gobernó el mundo.
En el segundo, desde Cristo hasta el año 1300, Jesús , fue el amo espiritual
de la humanidad. Pero , después, el tercero, el Espíritu Santo , sustituyó al
Padre y al Hijo; y el Espíritu Santo se hallaba repre sentado por Dulcinius.
En su reino, la d isipación sexual no era un pecado. El profeta, que había
reunido seis mil adeptos, tuvo mal fin; el papa, Clemente IV, lo excomulgó,
fue detenido junto con su esposa y, ambos, fueron muertos en la rueda y
quemados, luego.
Algunas cofradías, por ejemplo, los euquitas, convirtieron el acto sexual,
en parte de su ritual religioso. Asesinaban niños en estas orgías, recogían la
sangre de los infantes y quemaban los cuerpos en una hoguera; luego, se
mezclaban las ceni zas con la sangre recogida, y se preparaba un brebaje.
(Osellus, quien relata tal ceremonia, agrega que, el propósito del asesinato

23
Eduardo Cordoví Hernández

de los inocentes era: “…destruir el sello adherido con fuerza al alma


humana y evitada por los demonios del mal ; para que dichos demonios ,
pudieran entrar sin inconve niente en los cuerpos y concertarse con ellos )”.
Los bogomils, muy activos en Francia, permitían la relación promiscua
de los sexos.
Afírmase que, los fraticelli, practicaban orgías análo gas.
Bozovius, afirma que: “…los niños nacidos de esas rela ciones eran
arrojados de unos a otros, en el círculo de los sectarios, hasta que
perecían”.
En 1723, la policía de Montpellier, en Francia, cayó so bre el refugio de
una comunidad consagrada , casi en exclusivo, a los placeres sexuales. Se
llamaban, los multiplicantes; y sus orgías solían prolongarse desde el
sábado, por la noche, hasta el lunes, por la mañana.
Este grupo reconocía, al menos, la institución del matri monio... pero
sujeta a reformas.
Dichos matrimonios ; bendecidos por el profeta de la secta, uní a a los
cónyuges por el término de veinticua tro horas; debían ser consumados en un
lecho especial, bajo la mirada vigilante de tres testigos.
Los multiplicantes, fueron tratados con rudeza por las autoridades. Los
jefes, fueron ahorcados; los hombres , sentenciados a galera perpetua ; a las
mujeres, se les afeitaban las cabezas y se les encerr aba en conventos.
Veinte años antes de la exterminación de los multiplican tes, en Alemania,
existió una secta lla mada Buttlarsche rotte (la banda Buttlar), encabezada
por Eva Margarita von Buttlar , mujer de buena familia qu ien, a la edad de
quince años, contrajo matrimo nio con Jean de Vesias , maestro de pajes , en
la corte de los duques de Sajonia.
En colaboración con un confuso teólogo, lla mado Justus Gottfried Winter
(de quien muchos investiga dores sospechan era Alithius Villanueva), y con
un poetastro de nombre Appenzeller -Leander, inventó una nueva religión,
cuyo objetivo, era la creación (o más bien recreación) de un ser primige nio,

24
Conspiración en La Habana

bisexual e inmaculado. La hermandad, solo tenía un obje tivo real: satisfa cer
los apetitos sexuales de los fundado res.
Tal era el propósito declarado o secreto de ta les excepcionales Mesías,
como Rosenfeld, de Berlín (1718 -1781), quien organizó un harén de siete
muchachas, con el fin de romper los siete sellos del Libro de la Vida ; o del
inglés, Henry James Prince y Pigott , quien fundó la secta del amor; o el
refugio de amor, instituida por el arzobispo Kowalski , cuya extraña fe
prosperó en Polo nia hasta que, en 1928, fue e ncarcelado. Hubo muchos
otros... y algunos de ellos desarro llan sus actividades en nuestros días.
Los adamitas , duraron mucho tiempo. La congregación original, estaba
encabezada por un tal Prodicus. Sus militan tes asistían desnudos al servicio
divino. Explicaban esa acti tud diciendo que, la virtud, era real solo cuando
abundaban las tentaciones. Se declaraban contra todos los placeres de los
sentidos, pero en apa riencia el dogma era solo teórico, pues cedían con
frecuencia a las incitaciones que l os rodeaban. Rudolf Quanter, en su obra:
La mujer en las religiones de las naciones, declara que el culto de esta
asociación: “…no era mucho me jor que las orgías en los templos de
Astarté”. La liga desapareció pronto, pero sus basamentos teológicos sobre -
vivieron siglos. Bajo diferentes formas, aparecie ron en otras épocas y
lugares. A media dos del siglo X IX , fue preciso llamar a las tropas para que
intervinieran en el distrito de Chrudim, en Bohemia, contra un grupo de
sectarios adamitas, dirigidos po r un intrépido tejedor ambulante, llamado
Pelzmann. Durante la primera década del siglo XX, apareció en los Estados
Unidos el matrimonio Sharp; ambos cónyu ges representaron los papeles de
Adán y de Eva, en sin cero esfuerzo por restablecer el paraíso en la tierra,
de acuerdo con la tradición legada por sus prede cesores adamitas.
El culto de la desnudez , a veces, adoptaba formas más refinadas y más
astutas. La secta mucker, de Koenis berg, fue organizada por dos hombres
llamados Ebels y Diestel, a principios del pasado siglo xx.
Esta extraña organización alcanzó éxito en los círcu los aristocráticos del
nordeste de Alemania. La teoría de sus dogmas fue tomada de los escritos

25
Eduardo Cordoví Hernández

del poeta místico Johann Heinrich Schónherr ; pero, en reali dad, se trataba
de una mezcla de insensateces disfra zadas de profunda sabiduría , inducidas
por un amigo suyo , con fama de ser una mezcla de vampiro, alqui mista y
pícaro español llamado Aliteo Vila No vas.
De todos modos, esa dosis de tontería no fue obstá culo para el desarro llo
de tal grupo. Ebels, era hombre de gran prestancia física , según cuentan; la
forma de su religión resultaba tentadora y atractiva, y de gran poder suges -
tivo sobre los espíritus inclinados a la pie dad soñadora; la mayoría de sus
seguidores eran individuos que, en secreto, habían estado repri miendo sus
deseos sexuales. Ebels, en quien los miem bros de la secta veían al Hijo del
Hombre (es decir, a una reencarnación de Jesús) tenía tres concubinas . La
primera (la menos respetada y la de menor jerar quía) era su esposa legal. En
la compleja termino logía de la secta, se la llamaba , La Envoltura. La se-
guía, Emilie von Schroetter, la Naturaleza de las Sombras; y la de mayor
jerarquía era su, Primera Esposa en el Espíritu, Ida von Groeben, qu ien
llevaba el bello nombre de Naturaleza de la Luz . De tiempo en tiempo ,
miembros de tal iglesia, debía confesar sus peca dos a estas mujeres,
arrodillándose a los pies de la dama confesora.
Más importantes que las confesiones , eran los ejercicios de santidad. El
primero de ellos, el Beso del Serafín, era inocente: los creyentes , de sexos
opuestos, debían saludarse con la punta de la lengua.
Los ejercicios de santificación desarrollados por los mucker tuvieron
muchos imitadores. Por ejemplo, los Bdenje (Vigilia) instituidos por el
notorio ruso Rasputín, conocido como El Monje Negro; o las llamadas
pruebas, ideadas por, Daria Smirnova , quien fundó una secta en San
Petersburgo. Esta santa o Divina Madre, como se le llamaba, se desnudaba
en compañía de sus adeptos masculinos, para poner a prueba el vigor de su
fe; las tales pruebas eran tan escandalosas, que cuando , la Smirnova, fue
procesada en el año 1914, las audiencias se desarrollaron a puertas
cerradas.

26
Conspiración en La Habana

Häusser, fue otro de los grandes salvadores que turbaron la paz de


Alemania durante, casi, diez años. Este extraño profeta, qu ien murió en
1927, había quedado impotente , después, de una vida de frenética
disipación y se dio a predicar la supresión de los place res de la carne...
pero, en lo personal, se esforza ba en obtener , al menos, complacencias su-
cedáneas.
Por otra parte, los purificantes, cuyo foco estaba en Siberia, y cuyas
enseñanzas se difundieron hasta Finlandia y el sur de Rusia. Su dogma
principal era la supremacía de las mujeres.
Afirmaban que, como el pecado había llegado al mundo a través de Eva,
por sus hijas se obtendría la salvación. Fue una comunidad de tonos maso-
quistas; y fue descrita en detalle por el propio Sacher Masoch , el autor que
dio denominación a esta aberración sexual.
Los moravi os, o herrnhuter, establecieron una observancia con elementos
de perversión sexual. (No se hace referencia aquí a los hermanos de
Plymouth, ni a los actuales herrnhuter, cuyos ejes se encuentran en diversos
lugares de Alemania, Gran Bre taña y los Estados Unidos, sino a los
orígenes de esta secta en las décadas del cua renta y cincuenta del siglo
XV II I ).

El conde Zinzendorf , su fundador, fue el responsable de las fantásticas


interpretaci ones que, los moravios, hicieron de ciertos pasajes bíblicos.
Identificaban el sexo con la religión, y todo el culto se fundaba en la
herida, que la lanza del legionario , abrió en el costado de Cristo, cuando los
verdugos quisieron comprobar si el Salvador estaba muerto. S olo una
profunda neurosis sexual puede expli car el hecho de que, Zinzendorf,
transformara en acto sexual la penetración de la lanza del legionario bajo el
costillar derecho de Jesús crucificado.
Zinzendorf, creó vice-esposos, o procuradores matrimo niales, que eran
representantes de Cristo, en su caráct er de auténtico esposo de todas las
almas humanas. Algunos de los primitivos himnos moravios constituyen
sorprendentes expresiones de obscenidad de un sentimenta lismo enfermizo.

27
Eduardo Cordoví Hernández

Hubo otras variantes, pero todas se fundaban en la folie erotique


deformada o desviada. Las sectas de flagelantes han durado casi dos mil
años. Los chlystes de Rusia en nada cedían a l os grupos flagelantes de la
Edad Media, y eran tan capaces , como estas últimas, de combinar la lujuria
y el desequilibrio con la tortura; poco a ntes de la primera guerra mundial ,
los Devil Hunters (Cazadores del Dia blo) en los Estados Unidos golpea ron
a un niño hasta matarlo, en su esfuerzo por sa carle al diablo del cuerpo al
chiquillo. A la misma categoría pertene cen las extrañas escenas de
flagelación de la secta de la Sagrada Madre, María Mesmín, quien fuera
enjuiciada en Burdeos, Francia, en el año 1926.
En el caso de los Devil Hunters, el asesinato del infortunado niño , parece
haber sido acciden tal; pero el ascetismo , a veces, impulsa a los fanáti cos a
suicidarse, o a matar a sus propios compañeros de co fradía.
En este sentido, la historia cultural ofrecee abundan tes pruebas. A
menudo, ocurre que los sectarios se suici dan, en la creencia de que , Dios,
exige de ellos una entrega especi al... el supremo sacrificio.
El ascetismo , no se detiene ni siquiera ante las más horri bles formas de la
muerte. El hecho de que Cristo fuera crucificado, hace que el modo de
terminar con la vida de esta manera ocupe un lugar de cierto privile gio en
el pensamiento fanático autodestrutivo. Los convul sionistas, que se reunían
en la tumba del abad de París, se limitaban a jugar con la crucifixión de un
modo que armonizaba con sus otras locuras. A último momento, cuando el
juego amenazaba adquirir contor nos graves, aflojaban las cuerdas y
retiraban los clavos, y revivían a tiempo a las mujeres tortura das. Pero, en
muchos casos , este juego religioso sexual acababa en el crimen. El zapatero
italiano, Mateo de Casale, se colgó de una cruz frente a su casa; po co fal-
taba para que mu riese, cuando algunos transeúntes se apiadaron de él y lo
bajaron. Acabó sus días en un manicomio, víctima de su religiosidad
patológica.
En el año 1823, la sagrada Margarita , fundadora de una extraña sociedad
en Wildisbuch, Suiza, fue torturada por sus adeptos. Estos la mataron

28
Conspiración en La Habana

porque ella les había prometido que resucitaría al ter cer día de su muerte.
Fue crucificada, y le clava ron clavos de hierro en los pies, en las manos y
en el pecho. Y como no demostró dolor, y solo alegría en su muerte de
mártir, cumplieron el último pedido de la mujer, y le hundieron en la
cabeza una cuña de hierro, de las que se usan para partir madera. Los
asesinos, nunca fueron encausados.
El efecto de sugestión de estos actos , puede ser nota ble, y la manía
fundamentalista se extiende en círculos cada vez más amplios. Fue dudoso
privilegio de Rusia haber produ cido una variada gama de sectas, todas
fundadas en los principios del asesinato y el suicidio en masa. En todos los
casos, existían ocultos mot ivos o causas de carácter sexual. Hubo
agrupaciones rusas que predicaban la bienaventuranza de la muerte
mediante la estran gulación; en otras, los miembros eran quemados vivos y,
en otras, preferían morir enterrados antes de morir…
A menudo, los habitant es de aldeas completas perecían por el fuego. En
el distrito de Olonetz , murieron, de este modo, tres mil sectarios. En tre los
años 1896 al 1897, cierto, Feodor Kovalev, enterró vivos a veintiuno de sus
fieles... pero olvidó incluirse. Algunos afirman que no fue asunto de mala
memoria, sino indicaciones de cierto maestro Alithius, de quien, Kovalev,
era discípulo directo, según propia confesión a sus más próximos segui -
dores.
En el año 1917, un predicador llamado , Chadkin, condujo a sus fieles al
bosque, donde todos debían morir de ham bre. Vistió de harapos a las
mujeres, y les prohi bió llevar alimento o bebida. Comenzaron a agra varse
los padecimientos del grupo, y uno de aque llos infortuna dos huyó.
Chadkin, temió que la policía pudiera hallarlos, y resolvió que todos
debían morir de inmediato. Primero, asesinó a los niños ; luego, a las
mujeres y, al final, a los hombres. Cuando llegó la policía, s olo encontró
con vida a Chadkin y a dos de sus apóstoles.
No es fácil determinar hasta qué punto tales hermandades perduran y se
mantienen activas. Hacia los años treinta años del siglo XX, se filtraron

29
Eduardo Cordoví Hernández

noticias de algunas extrañas y temi bles comunidades, activas en la región


de Moscú. En ellas , la folie erotique halló su forma final y más frené tica,
demostrando cuánto el fanatismo puede impregnar todos los campos de la
actividad humana, todas las for mas del pensamiento y de la fe.
El evidente protagonismo ruso en esta historia, de adulte rada
exacerbación religioso -sexual, ha servido para propiciar l a idea de que los
incidentes acaecidos en La Habana en las postrimerías del siglo XX, y
relatados por más tarde por Rodelio Fandel, tuvieron inicio en las
relaciones del estado cubano revoluciona rio con la antigua Unión Soviética.
Pero tal, si acaso, fue solo un accidente y una casualidad aprovechada por
los detractores del sistema político cubano, asentados en Miami. La realidad
de los eventos de los que, a veces, somos espectadores y, otras, protago-
nistas, es mucho más os cura; pero no porque sea com pleja, sino porque,
como le dijera la zorra al Principito, es invisible a los ojos .

CAPÍTULO VI
Ciudad de La Habana, 1994 . La ínfima infamia del fin

Augusthe Duphane, tocó a la puerta con autoridad.

Quizás quien lea esta obra sea lo que ahora se conoce como: lector
crítico. Alguien quien lee como pasatiempo, por simple complacencia
estética, pero que posee ya cierto bagaje intelectual, algunas herramientas
técnicas para apreciar la estructura de aquello que toma como objeto de
atención.

Es probable que, usted, quien se adentra en estos infolios, lo haga con un


prejuicio. Sabe que en prosa, (las obras de narrativa se escriben en prosa) 6,

6
Aunque esto no es exacto: algunos textos de magníf ica poesía se han escrito en prosa y
muchas obras didácticas en verso. Pero , en realidad, las obras narrativas, que es en
definitiva de lo que estamos hablando, se escriben en papel.

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Conspiración en La Habana

debe evitarse la cacofonía. Com o habrá notado, el título de este trabajo no


puede ser más cacofónico; pero el primer lugar en títulos cacofónicos lo
tiene el escritor cubano, Guillermo Cabrera Infante, con sus Tres tristes
tigres o, La Habana para un Infante difunto, pues ha sido merece dor del
premio Cervantes.

Titular este capítulo con tal rótulo no fue con intención de superar a
Guillermo sino, más bien, pensando en la supuesta aversión por las
cacofonías de los lectores críticos, a fin de evitar su lectura. Y ya se verá
por qué.

¿Augusthe Duphane, tocó a la puerta con autoridad?


Sí y no.

Sí, porque los oficiales del Departamento Técnico de Investigaciones


(DTI) del Ministerio del Interior (MININT) son profesionales, y todos los
profesionales se sienten autorizados a tocar puertas co n autoridad; sobre
todo cuando están de servicio, según nos refiere, Enrique Jardiel Poncela.
Y no, por dos razones: la primera, necesaria para comprender la
psicología peculiar de este hombre: Augusthe Duphane, no tocó a la puerta
con autoridad, tocó sol o. La segunda, es sencilla, no tocó con autoridad,
tocó con los nudillos de su mano izquierda. Y no crea que se trata de algo
superfluo.
En esta obra todo está en función del verdadero asunto, el cual no es el
de la obra, como ya he advertido. Recuerde q ue existen dos procedimientos
en el estudio de la electricidad, en Física, para determinar el sentido del
campo magnético en los conductores, llamado s Ley de la Mano Izquierda y
Ley de la Mano Derecha; as í, en el ocultismo, se habla del Camino de la
Mano Izquierda y del Camino de la Mano Derecha. ¿Y qué me dice de la
Política? De seguro , también, ha oído hablar, usted, del jefe piel roja de la
tribu Cheyenne, Mano Amarilla; pues, su mano amarilla, era una de las dos.

31
Eduardo Cordoví Hernández

Por tanto y de más, no tome ningún dato que aquí se dé como


disgregaciones del autor o elementos innecesarios que no intervienen en el
objetivo del desarrollo del tema.
Pero quiero destacar algo. Debe , usted, descubrir la trascendencia del
texto, leer entre líneas, hallar las íntimas y recóndi tas intenciones del autor
y del personaje porque de otra forma, y éste es el quid, usted no pasará de
creer que ha leído un pésimo cuento policiaco.
Puede parecer extraño que un investigador de la policía cubana tenga un
nombre así, pero en lo que ha dado en llamarse la vida real, acontecen
hechos mucho más extraordinarios con los nombres y con las personas, así
como con los nombres de las personas, y nadie se sorprende: Joseph
Conrad, siendo polaco escribió en inglés. Joyce, Proust, Kafka, no ganaron
el Nobel; Pablo Neruda, no se llamaba Pablo Neruda; ni Rubén Darío,
Rubén Darío; y ¿Qué decir de Gabriela Mistral?; Fernando Pessoa, tampoco,
fue siempre Pessoa, todos ya saben que fue algunas veces, Álvaro de
Campos, otras, Ricardo Reis y otras, Alberto Caeir o; nadie conoce a
Narendranath Datta, pero todo el mundo sabe quien fue Vivekananda; el
verdadero nombre de Paul Éluard era Eugène Grindel; Gary Cooper no
vaciló en ocultar su identidad; Georges Courteline, tampoco se llamaba así;
Rodolfo Valentino alteró su verdadero nombre y Juan Pablo II fue, en
realidad, Karol Wojtyla. Pero no se asombre, mi vecino ha bautizado a su
recién nacido hijo: Yunizlissiesqui, de modo que no se sorprenda, si al final
de este texto, descubre que, Augusthe Duphane, no es en reali dad, Augusthe
Duphane. 7 (No se angustie, le aseguro que no se llama Marcos Pérez, ya
que, según se dice, en La Habana desde siempre, hay muchos, llamados así,
en Buenavista).
Pero, además ¿Qué tiene de raro que un policía cubano tenga nombre
francés? Juan Clemente Zenea, según nos dice Menéndez y Pelayo en su

7
No crea ¡Ni por un momento! que los acontecimientos extraños, y hasta e n verdad,
reales sucesos inverosímiles, quedan en este parrafito argumentativo. Sobre tal tesis
podrían escribirse cientos de tomos.

32
Conspiración en La Habana

Horacio en España 8,... en su modo de sentir, como en su modo de escribir,


fue mucho más francés que español ... José María Heredia, primo del cantor
del Niágara (nombrado, también, José María Heredia) e scribió en francés.
Pablo Lafargue, quien se casó con una hija de Carlos Marx , y murió en
Francia en 1911, escribió en francés. Pero, lo hicieron así, los escritores
cubanos, Andrés Poey y Henri Diesdier, así como Augusto de Armas, quien
publicara en París , en 1891, sus Rimes byzantines . Cornélius Edouard Price,
escribió en francés pero, por su nombre, nadie diría que era cubano.
Armand Godoy, publicó más de cuarenta volúmenes en editoriales
francesas. ¿Qué decir de Alejo Carpentier?
Claro que resulta neces ario hacer este comentario. Enfrentarse a la
realidad, con la resolución que lo hacen estas páginas, obliga.
Augusthe Duphane, volvió a tocar a la puerta.

Así lo comentó, tiempo después, luego que pasaron aquellos días de


pesquisas.

Augusthe Duphane, no t endrá nunca la popularidad de un Sherlock


Holmes, ni de un Hércules Poirot, ni tan aún la de un Arsenio Lupin, ni
siquiera la de un doctor Watson, pero la proeza intelectual que llevó a cabo
para descubrir ¡No el trágico hecho de un asesinato! sino su tras cendencia,
supera, no digamos la capacidad de creación del escritor más imaginativo,
sino el nivel de iluminación del gurú más connotado.
Dije que, Augusthe Duphane, había vuelto a tocar a la puerta pero,
además, miró hacia su mano derecha. En ella, asía s u paraguas, que ahora
apoyaba en el umbral, destilando un hilillo de agua que avanzaba con
lentitud, brillando como metal fundido, gracias al sol del mediodía de
agosto.

Por un instante, Augusthe Duphane, consideró como un suceso


extraordinario o un enigma para alguien no entrenado, el hecho de que, sin
estar lloviendo en la ciudad, su paraguas pudiera estar en tales condiciones
8
Tomo II, pág. 267, Madrid 1885).

33
Eduardo Cordoví Hernández

siempre, de modo que sus compañeros de trabajo le llamaban El hombre del


paraguas mojado, El hombre que viene de la lluvia o El mi sterioso ser del
aguacero.
Pero lo enigmático suele venir de la ignorancia, aunque la verdad no deja
de estar impregnada, también, de su cuota de tragedia y de heroísmo.
Augusthe Duphane, vivía en el décimo apartamento al final de un largo
pasillo de, con aproximación, una treintena de metros. Sobre esa planta se
levantaban dos pisos más y, en la azotea, estaban los tanques de
abastecimiento de todo el edificio, pero las válvulas de entrada estaban
rotas y a lo largo de todo el pasillo, a diario, chorreaban los casi treinta
metros de alero, manteniendo en un perenne diluvio todo el pasillo 9.
La puerta se abrió y el detective dejó sus meditaciones para enfrentarse
a: ¿Lo inesperado?

El día había comenzado de forma rutinaria. Todo parece indicar que en


ciertas ocasiones y bajo determinadas circunstancias, que pueden variar de
un sujeto a otro, los eventos recurrentes (véase cierta conexión con el
eterno retorno nietzschiano) despiertan zonas del conocimiento que
permanecen aletargadas para el resto de los mort ales.
Alguien avisó sobre la aparición, durante la noche, de un cadáver en la
intersección de las calles Justicia y Compromiso, en el barrio habanero de
Luyanó. La locación era demasiado alegórica, como para testimoniar una
vendetta, o anunciar un acto de compromiso con la justicia . Aquello, hacía
pensar en asesinos intelectuales; pero no existe tal tradición, al menos , en
Cuba.
De inmediato, se personaron en el lugar, varias horas después, los
agentes del orden público.
Augusthe Duphane, encargado de la investigación, entrevistó a la
10
presidenta del CDR solicitándole el nombre del vecino a quien le

9
Sin embargo, en diversos barrios de la ciudad había tal escasez del líquido que era
necesario abastecerlos periódicamente con pipas.
10
Siglas de Comités de Defensa de la Revolución, organización de masas para los fines
que su nombre indica.

34
Conspiración en La Habana

correspondía la guardia nocturna en esa oportunidad, resultó que la lista de


programación de guardias señalaba a un individuo que recién se iniciaba en
11
un trabajo nocturno y no había efectuado su misión cederista
correspondiente. En ese defecto, debía asumir la guardia la responsable de
vigilancia pero, ésta, se hallaba trabajando en el extranjero desde hacía dos
meses.
En fin: nadie había escuchado ni sabía n ada.

Pero en la pared, junto al presunto muerto, había escrito con tiza un


letrero: CHOR I.

Cualquiera pensaría que se trataba del simple nombre de un percusionista


cubano de las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo veinte, quien se
presentaba en club es nocturnos de las playas de Marianao, y quien
terminara sus días deambulando la ciudad, escribiendo su apodo por todas
las esquinas a modo de publicidad, pero, Augusthe Duphane, enseguida
sospechó que tras aquellas letras se ocultaba una clave.
En efecto, en CHORI, hay cinco letras pero en español la combinación
CH funciona como un signo independiente, de modo tal que el vocablo,
CHOR I, no está formado por cinco letras sino por cuatro y no pudo evitar
que le vinieran a la mente el tetragrámaton y la extraña coincidencia de que
el nombre de Dios contara cuatro letras en todos los idiomas. ¿Existiría
para este crimen un motivo místico?
–Buenas tardes. – Escuchó el detective.
–Buenas tardes. ¿El Profe está en casa...?
–Sí, pase adelante, enseguida lo llamo.
Ya, Augusthe Duphane, había recibido un amplio informe sobre el caso.
Se trataba de Domingo Riesling, alias Albaricoque. Aquí podían haber (al
menos para comenzar a investigar) varias pistas: Domingo, es el nombre del
séptimo día de la semana y significa día del sol (Sunday en Inglés, Sonntag
en alemán) en alusión a una antigua fiesta pagana; teniendo que hacer esta

11
Miembros de los CDR y genérico de las misiones de esta entidad.

35
Eduardo Cordoví Hernández

concesión en favor de las lenguas anglosajonas por su apellido Riesling,


pues no sería apropiado acogerse al significado latino dominica, aunque el
hacerlo llevaría, de la misma forma, a un concepto religioso, pues dominica
significa día del Señor. Por otra parte, Riesling, es nombre de una variedad
de uvas y es harto conocida la directa relación del fruto de la vid con la
elaboración del vino y de éste con las actividades religiosas al representar
la sangre de Cristo . ¿Pero y el alias? ¿uvas y albaricoque? ¿No sería un
buen comienzo para investigar en las aduanas sobre contrabando de frutas
exóticas?
También, se supo que, Domingo Riesling, ya habí a realizado dos intentos
de suicidio: el primero, lanzarse ante un velocípedo a exceso de velocidad
en el parque de la calle Fábrica y, el segundo, tratar de cortarse las venas
con una bola de billar en la Esquina de Toyo.
Estos antecedentes hicieron pens ar, a Augusthe Duphane, en la
necesidad de asesorarse con un erudito, con alguien con suficiente
información, agudeza y experiencia como para relacionar los detalles más
sutiles. Esta fue la causa de hacer una visita de consulta al Profefráter.
Juan de Di os, su verdadero nombre a saber, hijo de María de los Ángeles
y J osé de los Santos, fue siempre un hombre dado al estudio autodidact o. Su
espíritu antiescolástico no le permitió ir a la escuela. Eso, no obstante, no
fue impedimento para hacerse de una sóli da cultura, al punto que, todo el
mundo, lo conocía como el Profe.
A la edad de cincuenta años, al morir su padre, se vio precisado a buscar
trabajo, y decidió impartir conferencias en la Universidad de La Habana.
Allí le informaron que para dar clases co mo profesor debía presentar un
título académico. ¡Y allí mismo! indignado por lo que llamó La Afrenta de
la Colina 12 , en gesto épico, digno del mismísimo Cid, expuso su viril
Alegato de Protesta, (lírico, como Jesús en El Sermón del Monte;
filosófico, como Buda en su Sermón en el Parque de las Gacelas) en el cual
rechazaba semejante nombramiento feminoide, pues el sufijo Sor, que
12
La Colina; nombre con que se r econoce por el pueblo, desde su fundación, a la
Universidad de La Habana

36
Conspiración en La Habana

pretendían atribuirle a su apodo de Profe, es un latinismo que significa


hermana, haciéndose llamar, desde entonces, Profefráter.
Todavía, en Luyanó, muchos ríen pensando que , los Beatles, titularon
uno de sus más líricos temas inspirados en aquella histórica protesta. 13

El Profefráter, apareció en calzoncillos tras la cortina.

–Le estaba esperando. Cuénteme, usted, de inmediato.


–Todo es muy confuso, hay demasiadas pistas y me parece que hay algo
más tras todo esto.
–Trasto Doesto. Mmm... Continúe.
–Supongo que está, usted, ya al tanto de...
–Psssss... No faltaba más.
–¿Pero, cómo supo lo del cadáver?
–¿Qué cadáver?
–Recién llego y me dice que me espera y que le cuente de inmediato:
debo suponer que conoce a qué vengo.
–Por supuesto: Viene a contarme. ¿Usted, siempre no me cuenta?
–Exacto, pero ¿Por qué dijo que me esperaba?
–Lo vi por la ventana desde que dobló la esquina. Pero ¿Por qué se
dedica a cadáveres ahora? ¿Usted, no era policía?
–Lo soy.
–¡Ahhh! Pensé que trabaja en otra cosa ahora... ¿Y qué tiene, usted, que
ver con eso?
–Investigo el caso. Me parece que estamos ante un crimen.
–Yo no.
–¿Por qué lo cree?
–No lo creo. Estoy seguro.
–¿Pero, por qué?
–Porque no estamos ante un crimen. En todo caso, quien está ante un
crimen es usted, Duphane.

13
Se refiere el autor al número titulado: El tonto de la colina.

37
Eduardo Cordoví Hernández

–¿Le parece?
–Estoy seguro. ¿No le parece un crimen que yo no tenga un pantalón
decente que ponerme?
–Es cierto, pero...
–¡Pero nada, Duphane! Que yo no tenga un pantalón para recibirlo, es lo
más bochornoso para un intelectual, para un científico como yo, Duphane.
El ridículo, es la afrenta mayor que tenemos que soportar los seres
sublimes. ¡Qué escarnio!... Retomando el tema: ¿La mujer de quién me
decía, usted?
–No, Profe, no le hablaba de la mujer de nadie.
–Siempre hay una mujer tras cualquier problema, Duphane, nunca olvide
eso. Y siempre una mujer, es la mujer de alguien. Siempre, Duphane. Y me
disculpa, pero debo practicar mis lecci ones de Ballet. Siga esa pista,
Duphane.
Con aquella nueva herramienta, el detective, salió a la calle.

Al llegar a su oficina le esperaba una sorpresa, pero antes de llegar a su


oficina le esperaba otra sorpresa. Es decir, le esperaba una mujer, o mejor
dicho: le esperaba una mulata, que resulta ser otra sorpresa, agradable por
cierto, ya que se trata de un tipo muy especial de mujer 14.

Se trataba de Encarnación La China, se identificó como esposa de


Domingo Riesling (pero en realidad había sido su concub ina); trajo, al
parecer, la solución del caso, tal como el Profefráter había vaticinado.

No se trataba de un asesinato, según su versión, sino de un nuevo intento


de suicidio, esta vez más certero.

Según la declaración expresa de Encarnación La China, conn otada


espiritista, Domingo, un hombre celoso y pasional, se sintió herido por las
especiales atenciones que ella dispensaba a ciertos turistas quienes, atraídos
por su calidad profesional, venían a consultarla, y decidió ir a casa de Taita
14
Mulata: primer producto, de alta calidad de la ingeniería genética, de origen español
creado en Cuba.

38
Conspiración en La Habana

Manué, donde ést e le informó que, Domingo, había ingerido casi un galón
de chamba.

Para mejor comprensión de los sucesos, se adjunta fragmento del informe


policial oportuno:
Es notable distinguir las cuatro religiones africanas que se
transculturaron en Cuba y que son, a saber: La Regla de Ifá 15, la Regla de
Ocha 16 ; formando estas dos reglas, pertenecientes a la cultura yorubá o
lucumí, el complejo Ocha -Ifá. La Regla Arará 17 que pertenece a la cultura
carabalí. Y la Regla de Palo Monte o Regla Conga 18 que pertenece a la
cultura bantú, algo menos evolucionada que las anteriores. A su vez la
Regla de Palo se subdivide en cuatro variantes: La briyumba, el mayombe,
la kimbisa y el kinfuite, las cuales establecen comunicación o trabajan con
el mundo de los muertos , dentro de sus diferentes características.
Pues bien, Taita Manué era un tatagnanga de briyumba y era el padrino
de, Domingo Riesling.

La chamba, resulta ser un brebaje de alto poder alcohólico con el cual se


despierta a la prenda o fundamento religioso. Se toma un buche y se le
atomiza haciéndolo salir, con violencia, de la boca por entre los dientes
con un fuerte soplido pero, también, se bebe en pequeñas porciones en una
jícara de güira. Se prepara con aguardiente de caña, pólvora, pimienta,
ajíes picantes, ajo, jengibre y otras hierbas, raíces y tallos herbáceos o
maderables además de otros ingredientes desconocidos para los no
iniciados, este combinado se pone a fermentar en un porrón de barro o
vidrio bajo tierra durante unos cuarenticinco días quedando, a ese término,
muy cercano a un producto de alto poder explosivo. Se sabe que, la NASA,
realizó experimentos para utilizarla en la propulsión de los
transbordadores espaciales.
15
Constituida por los babalawos.
16
Constituida por los santeros y santeras, respectivamente: babaloshas e iyaloshas
17
Conformada por las llamadas Tierras de Efí y de Efó que son, respectivamente, las
áreas de La Habana y de La Provincia de Matanzas; donde se asientan lo s distintos
juegos de las sectas abakwá conocidas cómo ñáñigos.
18
Formada por los paleros o brujeros.

39
Eduardo Cordoví Hernández

Ya en su oficina, sobre su buró, otra sorpresa, ¿O acaso un milagro? El


informe forense detal laba la imposibilidad de practicar la autopsia a
Domingo Riesling, dada la rotunda negativa de éste, quien, después de una
historia de tres intentos de suicidio, a saber, le daba el capricho de no
querer morirse.

De modo que, aquel caso tan enigmático, ta n misterioso e intrincado que


bien pudo incorporarse por su complejidad a la literatura técnica policial
haciendo catapultar a Augusthe Duphane a la cumbre de su carrera y
llevarlo a codearse con sus colegas del resto del mundo: los inspectores y
detectives de la Interpol, de Scotland Yard, de la Suretté o del FBI, o que
bien pudo haber trascendido al celuloide, en fin, se desvaneció. ¡Ah que tú
escapes! Se quejó Lezama.

Augusthe Duphane, por una leve variante o por, quizás, un giro brusco en
la concatenaci ón de las cosas, quedó, por un tiempo, siendo el centro jocoso
y el asedio de la crueldad camaraderil; el foco de las risitas.

Ahora, comenzaba a sospechar que, tras el velo que nuestra imaginación


interpone entre noso tros y la realidad, coexiste otra rea lidad, mucho más
contundente y amenazadora, la cual sería, desde enton ces, su objetivo.

CAPÍTULO VII
Lawton, La Habana, 2007

Ayer asaltaron la bodega del barrio.

En realidad, aunque el barrio sea Lawton, y éste, el te rruño de todos sus


habitantes, en propiedad el barrio es una zona reducida a una o dos cuadras,
quizás tres, a la redonda de donde se vive.

Pues sí, robaron en la bodega de Rodelio Fandel, de modo que , él diría:


robaron en mi bodega. El cubano dice así, al menos desde 1960 hasta hoy
(abril del 2016) refiriéndose a la propia; no porque sea de su propiedad, ni

40
Conspiración en La Habana

porque sea en la que le gusta comprar, sino porque es la única en que puede
hacerlo. En ella está inscrito, es: la que le toca.
Dicen, que se robaron los cigarros (en Cuba , se le dice así a los
cigarrillos aunque, en propiedad, cigarro sea más bien el puro).
Desaparecieron los de la cuota (que es mensual) y los liberados.
Los de la cuota, le pertenecen a uno, aunque no fume; tres cajetillas de
fuertes (se le llama fuertes a los cigarrillos de tabaco negro), a dos pesos
cada una y dos cajetillas de suaves (cigarrillos de tabaco rubio); éstas,
Fandel, no sabe ni cuánto valen porque nunca las compra, ni si quiera para
cambiarlas por fuertes; son pocos los que fuman suaves. En la actualidad,
tampoco, es tan así, por que le tocan solo a los mayores de cuarenta y cinco
años. Los liberados no le tocan, son por la li bre, están al acceso de todo
aquel que los pague. En lo adela nte, los futuros fumadores no tendrán
cuota, teniendo que fumarse los liberados que, en el caso de los fuertes,
cuestan siete pesos. Pero , el precio de los cigarros , es un asunto fluctuante.
Hasta hace unos años , la cajetilla costaba diez pesos (pre cio oficial). Ya
por esta época comenzaban a esca sear; un treinta y uno de diciembre, por
los finales del noventa (del siglo XX), la cajeti lla llegó a venderse, en cien
pesos. Un poco más atrás , costaba un peso sesenta centavos (¡Y parecía
estar cara!). Unos tantos años antes, todavía , con ese precio oficial, no se
encontraba en ninguna cafetería, pero llegó a ven derse, de forma
clandestina, en veinte pesos... En 196 4 la cajetilla ya costaba solo veinte
centavos. En 1959 se compraba en diez. Pero eso es nor mal, todo el mundo
sabe que los productos suben de pre cio; la gente gana más a medida que
pasa el tiempo. Lo que puede marcar la diferencia es que el aumento de
sueldo sea suficiente para cubrir las exigencias primordiales de comida,
vestuario, incluido calzado, gastos de energía eléc trica, agua y alcanta-
rillado, gas, productos para la higiene como deter gentes, jabones,
desengrasantes, y que quede algo para ir alguna vez al cine, a la playa,
ahorrar para eventualidades tales como alguna medi cina, man dar a arreglar

41
Eduardo Cordoví Hernández

la TV cuando se rompa , actualizar un equipo electrodoméstico o pintar la


casa una vez al año. En Cuba, país del tercer mundo, no es así.
Hoy por hoy (enero del 20 15, en que se actualiza este texto ) existen tres
marcas de cigarrillos fuertes al acceso del dinero cubano lla mado moneda
nacional, (aunque el CUC, conocido como chavito es, igual, moneda
nacional, pero conver tible en divisas): Populares y Criollos, que son
liberados, y Titanes, los de cuota. Los Criollos son los mejores, aunque se
producen en Holguín, provin cia oriental ; siendo reconocido, mejor tabaco ,
desde siempre, el de Pinar del Río, en occi dente. Hay quien es dicen que lle-
van el tabaco de Pinar para Holguín, pero ¿quién se va a poner a averiguar
semejante cosa? De todos m odos, robarse los cigarros es negocio para los
ladrones porque, los Criollos , se venden en bolsa negra entre ocho y diez
pesos y, los Titanes, entre seis y ocho.
Igual, está el asunto de los nombres. Las revolucio nes se caracterizan por
cambiar los nombres a todas las cosas. La francesa, cambió hasta el nom bre
de los meses del año. No s olo se cambian nom bres; también, tradiciones,
costumbres, relaciones de producción, huma nas, normas, leyes …
Antes del cincuenta y nueve del siglo XX, había una gran diversidad de
marcas de cigarrillos cubanos: Com petidora Gaditana, H. Hupman, Regalías
el Cuño, Edén, Súper Royal, Trinidad y Hermanos, Partagás, Vi sant, Kent,
sin contar las marcas americanas: Chester field, Camell, Malboro… La
revolución eli minó la competencia norteña y cambió los nombres de las
19
marcas de tabaco negro cubano: dos de Popular (cortos y con filtro ),
Vegueros, Agrarios, Ligeros; de tabaco rubio: dos de Aromas (cortos y con
filtro) y Dorados.
Años después, (quizás diez) un nuevo cambio , solo una marca fuerte:
Popular corto, pero en dos colores de cajeti llas: azul que se vendía caro (un
peso sesenta centa vos) y la roja que era para satisfacer la cuota entre gada
por la libreta de abastecimientos a precio más bajo, y una de suaves,
Aromas corto. El siglo XXI trajo las marcas Populares a siete pesos (no

19
Lo s fi l t r o s n o e r a n d e f i e l t r o , s i n o d e p a p e l h i gi é n i c o ( s a n i t a r i o ) .

42
Conspiración en La Habana

confundir con los Popular a sesenta centavos convertibles que tienen filtros
de los buenos y la cajetilla con protec ción de celofán) y los Criollos, de
mejor calidad y con mejor presencia .
¿A qué ha venido este asunto de los cigarros...? ¡Ah! Por el robo de la
bodega. Pues sí, antes robaban el di nero... pero ahora hay muy poca venta.
Los bodegueros se la pasan jugando al ajedrez, a las damas o senta dos
haciendo cuentos o aburriéndose en las bodegas vacías.
¡Las bodegas! Las bodegas ya no son bonitas ni dan de seos de comprar
nada. Uno compra por pura necesi dad, no por gusto. Y, en realidad, así es
como debe ser.
Pues sí, ayer robaron en la bodega. La de Fandel , es la de Diecinueve y
Tejar, esa es su ubicación y ha pa sado a ser su nombre. Al menos , en su
barrio, aunque todas tienen nombre, la gente las llama por su ubica ción.
Antes, no era así. La de Fandel, por ejemplo: ¡Ahora! Es La bodega de
Pancho, porque antes él no compraba ahí . Pancho, dejó de ser dueño de su
establecimiento desde 1968, año de la llamada Ofen siva Revolucionaria,
que puso todos los timbiriches y negocios por cuenta propia en manos del
estado, o sea del pueblo, pero la gente le sigue llamando así, al cabo de casi
cuarenta años . Tal como le sigue lla mando Dolores a la Avenida Camilo
Cienfuegos, o Carlos III a la Avenida Salvador Allende, o La Casa de los
Tres Kilos a la Tienda Yumurí.
Desde que era niño, en su casa, compraban en la Bo dega de Esteban,
aunque podían comprar en otra cual quiera. Por ejemplo: en la del Calvo,
que era al do blar, hacia abajo; o en la de Atilano, que era en la otra
esquina; o en la de Delfín, que era frente a la de Pancho; o en la bodeguita
de Matanzas, que estaba a media cuadra ent re la de Pancho y la de Esteban;
o en la del Chino, una cuadra hacia arriba en Veinte y Dolores... en fin, que
casi había una bodega en cada esquina. Pero , si no era una bodega era una
farmacia, un bar, una cafe tería, una panadería o una tienda de ropa, pero
podía ser un puesto de vian das y frutas, una quincalla, o un zapatero
remendón. Resulta económicamente extraño , que existieran

43
Eduardo Cordoví Hernández

establecimientos públicos tan próximos y que fueran rentables en un país


miserable que tuvo que realizar una revolución par a darle bienestar al
pueblo.
Hacia finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo
xx, en las bodegas vendían de todo. Uno se quedaba maravillado mirando
los estantes de bebidas, ¡Cuántas botellas con etiquetas boni tas! Vinos
españoles, rones cubanos, coñacs, sidras, ¡Bah! ¿Y confituras? Hoy, al
mirar la antigua bodega de Esteban, donde hoy está el puesto de viandas,
parece mentira que en tan poco espa cio hubiera tantas cosas. Bombones de
licor, besitos de chocolate que eran unos bom boncitos chiquiticos, bombo -
nes grandes de crema con una capa de chocolate, otros semejantes en forma
a los besitos, pero más gran des, con envol tura metálica de colores vivos.
Africanas, petters, Chicletts, bizcochos duros, otros más blandos llama dos
achampanados, queques, panqués, galleticas dul ces llamadas de María, otras
llamadas Gacusa, otras de chocolate, de chocolate con crema de vainilla,
cuadradas, rectangulares, redondas... ¡Y las de sal!. Galle tas El Gozo,
galletas Gilda, las llamadas De Ba rco, galleticas de Soda, Siré... ¡Y
caramelos! ¡Qué manera de haber cosas en esa bodega de Esteban! Un poco
más allá, las bolas de queso amarillo con sus recubri mientos de cera roja,
las colgaduras de chori zos, morcillas, longanizas, butifarras, salame,
mortadella, jamonada, las pencas de tasajo y de baca lao. ¡Latas de
conservas! Y la bodega de Esteban era pequeña. ¡Y esto era lo que se veía!
Porque en la ne vera había una fiesta de refrescos: Cawy, Royal Crown ,
CocaCola, PepsiCola, Ironbeer, Materva, S alutaris, Piña Lanio, Jupiña,
Orange Crush, Ginger Ale, Green Sport …Pero, además: Cerveza Hatuey,
Cerveza Polar, Tropical, Tropical 50, Cerveza Cristal, Malta Hatuey,
Maltina, Trimalta Polar, Cerveza Ca beza de Perro...
La calidad, cantidad y variedad d e productos , de todo tipo, que se
ofertaban en la bodega de Esteban , sobrepasan con creces la de las actuales
tiendas llamadas Shoping que ofertan en moneda libremente converti bleo
divisas. Y para colmo; aparte de ser más barato, había facilida des de pago

44
Conspiración en La Habana

para los clientes fijos, además , de regalías (al comprar café regalaban el
azúcar; si frijoles, la sal…) y de ofertar, gratis, los enva ses que hoy, el
cliente, tiene que conseguirlos .
El precio de un refresco era cinco centavos. Muchas ve ces, Fandel, en su
infancia, jugando en la esquina, ahí en el portal de la bodega, cualquiera
llegaba y le decía al dependiente: Oye, dale un refresco al fiñe. Además, al
menos en su barrio, nunca robaron una bo dega.

Hoy; en el 2015, en cafeterías y merenderos, ¡No en bodegas!; un


refresco efervescente embotellado puede costar seis pesos, si es enlatado
nueve o diez, o cua renta y cinco o cincuenta centavos convertibles, cosa
que no todo el mundo se atrevería a regalar a un chiqui llo desconocido.
Cuando la madre, de Fandel, lo llevaba a la escuela, tem prano en la
mañana, tenían que caminar unas siete cua dras. Hoy, oyendo hablar de
tantos robos, le llama la atención que, en aquellos años de niñez , veía a dia-
rio, en casi todas las puertas de las casas, camino a la escuela, los litros de
leche vacíos con veinte centavos de ntro, para que el lechero recogiera el
envase con el costo del litro de leche cuando pasara a dejar el lleno. En
aquellos años que, en la actualidad, se sabe eran tan malos, los ladrones no
se robaban el litro vacío , ni el lleno, ni la peseta, y en aquellos años una
peseta ¡Era dinero!
Tales hechos; que comenzaron a marcar la diferencia con visos de
ineficacia laboral, aumento de la po breza, resquebrajamiento de valores
morales y de rela tiva incomodidad en la población a expensas de los reales
esfuerzos, empeños, inversiones y proyec tos del nuevo estado
revolucionario; tenían su real asi dero ¡No en asuntos político -económicos
ni en los reproches contra la calidad de dirección de las figuras del poder
revolucionario o del sistema socialista! Sino en otras causas más
trascendentales y desconocidas: en el reino de las sombras, en la región os -
cura donde las fuerzas malignas entretejen los hilos con los cuales tiran de
los destinos humanos.

45
Eduardo Cordoví Hernández

CAPÍTULO VIII
Miami, diciembre de 1963. La Habana, 1885
José Chang, regresaba a La Habana. No había logrado ahorrar mucho
dinero. Traía dos niñas, una de cuatro años, otra de seis. Su mujer , lo había
abandonado a fina les del sesent a y uno, poco después de cumplir dos años
la menor.
Chang, había gastado mucho en la atención de sus hijas, pero ahora todo
podía mejorar para ellos. La revolución triunfante desde 1959 era, a juzgar
por las cartas de sus hermanas, un canto de esperanzas: había trabajo,
educación y asistencia médica gratuita, tierra para los campesi nos, rebaja
de los alquileres de las viviendas y seguridad de llegar a ser propietario…
sus padres eran ancianos y las niñas requerían el cuidado de la familia.
José Chang, había nacido en La Habana. Era hijo de chi nos que, a su vez,
eran hijos de chinos, de modo que ya no tenía , de asiático, más que los
rasgos faciales. José Chang, ni siquiera hablaba la lengua de sus abuelos.
A finales de los cincuenta del siglo XX, La Habana era peligrosa. La
lucha revolucionaria clandestina en la capi tal, su fortalecimiento y avance
militar en el interior del país y la reacción del gobierno, no garantiza ban el
sosiego. Esta fue una de las causas para que Chang, a sus treinta y tres, se
fuera a Miami en busca de mejorar su economía. Al menos, así le dijo a
Walterio, un viejo intelectual fracasado , quien le prestaba libros y que, para
ayudarlo de alguna forma, le dio la dirección de un amigo suyo en Mia mi
quien, quizás, pudiera encaminarlo en tierras del norte.
No le fue del todo mal. Al menos le iba mejor que en Cuba. Consiguió un
trabajo estable, gracias al amigo de Walterio, aunque mal pagado debido a
su status de ilegali dad por no tener residencia. Pero eso se resol vió.
Conoció a Wilma, casi al llegar. Una mujer de Idaho , según le dijo, quien
probaba suerte en Miami. Tenía rasgos asiáti cos como él, pero no era
descendiente de chinos. Al princi pio, le pareció latina, hablaba el español

46
Conspiración en La Habana

fluido y sin acento de quienes tienen el inglés por lengua materna, tampoco ,
era mexicana y, por si fuera poco, hablaba francés.
Al conocerla, Wilma, tenía una hija, producto de una relación pasional
con un gallego de quien había que dado embarazada a finales del cin cuenta y
seis. Aquello no le disgustaba tanto y la muchacha era bonita, de modo que
se casó con ella en el cincuenta y ocho , reconociendo a la niña como suya.
Pero le gustaba Wilma. Decía ser descendiente de in dios de la tribu
shoshone. Argumentaba que era nieta de un tal , Jean Baptiste, quien era, a
su vez, tataranieto directo de Sacagawea, una exploradora considerada una
leyenda, quien había puesto ese nombre a su hijo. Sus descendientes
siguieron, como tradición familiar, lla mando, Jean Baptiste, a sus
primogénitos varones. Wilma , sentía orgullo por eso y mostraba como
prueba su facili dad para los idiomas.
En 1961, el movimiento hippie, la música, el idea lismo romántico de las
ideas humanísticas, espiritualis tas, la Nueva Era, los teddy buppers , la ma-
rihuana, el amor libre, el lema peace and love y el espíritu aventurero y
exacerbado que hizo bullir la ima ginación durante la Década Prodigiosa, la
hicieron poner rumbo hacia La Louisiana tras un negro con de seos de
grandeza y que tocaba a menudo una armónica y soñaba con lograr, algún
día, merecer el rango de Soberano Gran Comenda dor del Ku Kux Klan ;pero
que, hasta donde se logró saber, salvó de milagro la vida, huyendo hacia
Los Ángeles, con la esperanza de hacerse director de cine en Holl y wood.
En La Habana, las cosas no marchaban tan bien como esperaba , José
Chang. Eso sí, la esperanza nacional alcan zaba cotas de altitud
insospechadas.
Tuvo que dejar el barrio chino de Zanja. La familia había crecido y se le
ofreció un trabajo en Lawton , en el establecimiento de un paisano solvente ,
quien le brindaba, como añadidura, alojamiento.
En Lawton se encontró con el viejo Walterio , una tarde que llevaba a las
niñas al parque.

47
Eduardo Cordoví Hernández

–Son muy lindas. ¿Las dos son tuyas? –Walterio, había observado con
curiosidad a la mayor.
–Sí. –Respondió Chang. De inmediato se le acercó ba jando la voz. –La
mayor no. La crié desde pequeña y le di mi apellido. A fin de cuentas es
chinita. La quiero como si lo fuera pero no quiero que lo sepa.
–Te entiendo, te entiendo, eso a veces resulta frus trante. ¿Y la madre?
–La madre era un poco loca, ya sabes. Yo estaba algo apurado con el
asunto de arreglar mis papeles de residen cia y me casé con Wilma, así se
llama, que es norteamericana. Por otro lado me gustaba, aun que sabía qu e
era pólvora. Había quedado embara zada de un gallego que la dejó apenas lo
supo y ya sabes… terminó la historia yéndose detrás de un negro.
–¡Avemaría!
Volvieron a verse pocas veces de nuevo. Walterio , era ya viejo y Chang
estaba ocupado con el trabajo. Al cabo de un par de meses, Chang, se fue a
vivir con una mujer en Marianao. Las niñas, quedaron al cui dado de una tía
para que no tuvieran que estar cam biando de escuela, pero al final
terminaron mudán dose con ella pues Chang se fue más tarde a pasar un
curso laboral en Leningrado donde terminó casándose con una rusa sin que
se supiera más de él.
En 1980, las hijas de Chang, ya eran mujeres. Tenían veintitrés y
veintiún años de edad, a la fecha.
La mayor estudiaba Filología. No resultaba ser una estu diante excelente,
de acuerdo a su rendimiento acadé mico, pero pasaba horas interminables en
las bibliotecas; en la librería Canelo; en casa del famoso Fortún, el
anticuario de la calle Dragones, aledaña al Barrio Chino; en la Sociedad
Teosófica y en la Orden Rosacruz de Santos Suárez; y, quizás por eso, aún
era virgen, no por falta de atributos, que si bien , como mujer, no era un
escándalo público, tampoco, estaba para des preciar.
La menor, era mucho más operativa. Había partici pado,con entusiasmo ,
en las zafras de la toronja, en la Isla de la Juventud , y trabajaba de

48
Conspiración en La Habana

secretaria. Se había casado a los dieciocho, divorciado a los diecinueve. No


tenía hijos y llevaba una vida divertida.
Las hermanas se relacionaban muy bien , a pesar de sus diferencias. Se
contaban sus historias íntimas, se ayuda ban en las labores hogareñas y hasta
salían juntas, a veces, al cine. La menor, a quien no le gustaba leer, por
tener economía estable, siempre le daba di nero a la otra para comprar libros
raros porque le gus taba, antes de dormir, que le contara de qué trata ban.
Una de esas noches, a mediado de los ochenta, motiva das por la lectura y
comentarios sobre , La biblia de los vampiros , fueron a ver el filme
Drácula. De regreso, cada cual en su cama, como era costu mbre,
conversaron un poco.
–¿Cómo te va con tu nuevo novio?
–Dirás nueva relación, porque el novio ¡Nuevo! no es ni está.
–¿Ajá?
–Sí, es algo mayor. Pero es un hombre de mundo. ¡Ha viajado y tiene
muy buenas relaciones!
–¿Sí?
–Mmm… te llevarías bien con é l, porque está en estos asuntos del
ocultismo, los vampiros y esas co sas…
–¡No me digas!
–Pues sí. Pero no es de libros como tú. ¡Aunque sí tiene libros, claro!
Quiero decir que está en la práctica…
–¿Cómo en la práctica?
–No sé bien. Mañana me va a prese ntar a un amigo suyo, un tipo muy
influyente, que tiene grandes perspecti vas.
–¡Tengo que conocer a esa gente!
–¡Seguro! Pero después de mañana. Quedamos en que sería algo muy
confidencial.
–Ten mucho cuidado, trata de que sea en un lugar público…
–¿Piensas que soy boba?

49
Eduardo Cordoví Hernández

–Sé bien que no. Pero cuidado y mantenme al tanto. Eso puede ser
peligroso, hay mucha gente jugando con candela sin saber lo que hace.
–Te contaré, te contaré. Descuida. Y no te preocupes que estoy en todas.
A pesar del recelo estaban a mi llas de la realidad. Por eso Vilma, la
mayor, apagó la luz. Sabía que , Mávil, se dormía enseguida. Minutos
después se sumía en una de sus fantasías sensuales: comenzar, con
suavidad, a acari ciarse, entre las sombras bajo las sábanas, en la intimidad
de sí misma; más o menos igual a cómo, por primer vez en la Literatura,
fuera descrita, por el escri tor francés, Restif de la Bretonne, (1734-1806),
actividad femenina tan secreta.

CAPÍTULO IX
Roma, 1566 – 1985

El siete de enero del año 1566, el cardenal, Miguel Ghislieri, toma


asiento en el trono de san Pedro, adoptando el nombre de Pío V.

Quince años atrás, durante el segundo del papado de Julio I II , el cardenal ,


Juan Pedro Caraffa , lo había nombrado, general de la Inquisición.

Al deceso de Julio III, en el año 1555, le sucede, Marcelo II , en un breve


pontificado de menos de un mes. El veintitrés de mayo de ese año, el
cardenal, Caraffa, es elegido nuevo p apa, con el nombre de Pablo IV ,

otorgándole la púrpura cardenalicia a , Miguel Ghis lieri.

El poder de Ghislieri , al frente de la Inquisición , había alcanzado límites


insospechados, creando toda una estruc tura para hacerse de información
confidencial.

La eficacia operativa de quienes estaban a su mando, así como los


excesos en el cumplimiento de la justi cia contra los herejes, rayaban en el
terror, al punto de ser conocidos por el pueblo como los monjes negros.
Asimismo, el cardenal, Ghislieri, era llamado, El papa de las sombras.

50
Conspiración en La Habana

Pablo IV , fallece el dieciocho de agosto del año 1559. De inmediato,


comienza una ola de persecuciones y asesi natos contra los inquisidores. El
cardenal, Ghislieri, tuvo que huir y refugiarse en un monasterio.

Las manifestaciones populares , fueron tan hostiles que el pueblo de Roma


asaltó el tribunal de la Inquisi ción, echando abajo la estatua del papa.

La ola de violencia se aplaca cuando el veinticinco de diciembre de ese


año, el cardenal, Giovanni Angelo Médi cis, enemigo del anterior papa,
coloca en su anular derecho, El anillo del pescador, bajo el nombre de , Pío
IV .

En sus primeras ordenanzas disuelve la Inquisición y confina , al cardenal


Ghislieri, a sus labores pastorales en su antiguo obispado. La situación de
éste era crítica pero , Felipe II, rey de España, le sostuvo con ocho mil duca-
dos anuales , durante varios años.

El papa, Pío IV, muere el nueve de diciembre de 1565, veintinueve días ,


después, Ghislieri , se ceñía la tiara ponti ficia eligiendo el nombre de , Pío
V. Iba a em plear su vasta experiencia al frente de la Inquisición , para crear
un servicio de espionaje de estricta obedien cia al pontífice.

Tal aparato de inteligencia , fue bautizado con el nom bre de, Sant a
Alianza, en honor a la coalición entre el Vati cano y la reina María
Estuardo, de Escocia.

La primera misión del servicio secreto , fue prestar ayuda a la reina para
restaurar el catolicismo en Esco cia, declarada presbiteriana , desde el año
1560, por imposi ción de Inglaterra.

A partir de entonces , la Santa Alianza , comenzó a recabar información


clasificada sobre asuntos religiosos y políticos en todos los estados del
orbe, participando de forma activa, y en muchos casos agresiva y de du dosa
legalidad, hasta el límite de verse implicada en hechos de sangre.

51
Eduardo Cordoví Hernández

El primero de ellos fue el regicidio de lord Enrique Darn ley, rey de


Escocia, por su matrimonio con María Estuardo. Darnley , había intervenido
en el asesinato de David Rizzio, agente de la Santa Alianza , infiltrado co mo
secretario, primero, y, más tarde, como amante de la reina. El papa Pío V,
no podía permitir que que dara impune la muerte de Rizzio , ordenando la
acción a Lamberto Macchi, un padre jesuita , miembro de la Santa Alianza.
La noche, del domingo nueve al lunes diez de febrero de 1567, la residencia
del rey estalló en pedazos.

El diez de julio de 1584, en Delft, resultó asesinado el príncipe holandés ,


Guillermo de Orange. Organizó el atentado el padre jesuita , Crichton,
siendo la mano ejecu tora dos católicos fanáticos de Borgoña; Balta sar
Gérard y Gaspar de Al brech, a quienes se les ocupó un documento que los
identificaba como miem bros del Círculo Octógonus o Círculo de los Ocho,
secta súper secreta de hombres entregados al servicio de Dios , hasta los más
extremos sacrificios, de la cual, es probable que , La Santa Alianza, se
sirviera para la ejecución de misiones de extremo peligro.

Enrique III de Borbón, rey de Navarra, asciende al trono de Francia en el


año 1589, como Enrique IV. Era protestante, pero fue aceptado como
soberano por la ma yoría de los católicos franceses, cosa que no era espe -
rada. Debido a las contiendas con Felipe II de España, se convierte al
catolicismo el veinticinco de julio de 1593, firmando la paz, en Vervins,
con su rival espa ñol. Ya en el año 1610, pensaba unirse de nuevo a los
protestantes, para obtener el apoyo de la Alemania lute rana y derrocar la
Casa de Austria. En el año 1594, había recibido una herida de puñal en un
brazo, producto de un atentado perpetrado por un fraile. El catorce de mayo
de 1610, muere por orden del pa pa Pablo V, según afirman lenguas
viperinas.

El quince de setiembre de 1644, el cardenal , Juan Bautista Pamphili, sube


al trono de Pedro, como Inocencio X. Su cuñada, Olimpia Maidalchini,
comenzó a dirigir las operaciones de la Santa Alianza , creando la O rden Ne-

52
Conspiración en La Habana

gra, una especie de departamento de contraespionaje que, en realidad, era


una unidad especializada para asesi nar a los espías enemigos infiltrados
dentro del Vati cano. Creó la Sección Maleficarum, destinada a investigar
reportes de supuestas act ividades conspirati vas que un extraño sujeto, de
apariencia diabólica, venía realizando en diversos países de Eu ropa.

El veintidós de julio de 1676 , muere Inocencio X, siendo el papa que


beatificó a Pío V, general inquisidor y fundador de la Santa Ali anza.

La Santa Alianza, realizó misiones a favor de los inter eses vaticanos


durante la Revolución Francesa y el Impe rio Napoleónico, en la Guerra de
Secesión Norteamericana y en las dos grandes guerras mundiales.

La revolución rusa del año 1917, devino un nuevo pro blema para el
desarrollo del catolicismo, debido al ateísmo comunista del naciente estado
soviético. La Santa Alianza , había detectado actividad de supuestos
vampiros en Rusia.

Para 1929, Stalin, había hecho dinamitar las iglesias católi cas. Los
católicos eran reprimidos, y cientos de clérigos y monjas estaban en la
Siberia cumpliendo sancio nes de trabajo forzado.

Esto hizo que la Iglesia buscara apoyo en quienes se prefiguraban como


potenciales enemigos de Rusia: el papa Pío XI, firmó, en el año 1929, un
tratado con la Ita lia fascista; y en el 1933, con la Alemania Nazi.

El once de febrero de 1929, gracias al duce, Benito Musso lini, Italia y el


Vaticano firmaban los Pactos Latera nenses, en los que se reconocía al
Vaticano como estado independiente.

A finales del veintinueve, el papa, ordena la creación de un departamento


especial dentro de la Santa Alianza: el Russicum, el cual atendería los
asuntos soviéticos, paralelo a la sección Maleficarum. Ésta, por su parte,
informa al vicario de Roma que, el misterioso perso naje, objeto de su
atención, ha lo grado ser identificado como un hombre noctámbulo, al

53
Eduardo Cordoví Hernández

parecer de origen espa ñol y ademanes refinados, por lo general solitario y


de apariencia elegante: siem pre viste de negro, con una edad próxima a los
cincuenta y cinco años y que se apoya en un bastón con empuñadura de
plata.

El veinte de julio de 1933, Berlín y el Vaticano fir man un acuerdo. El I II

Reich, permitiría el ejercicio de la Igle sia, el acceso católico a la enseñanza


pública y la carrera de Teología en las universidades alemanas. El acuerdo
fue firmado, por la parte religiosa, por el nuncio en Berlín, cardenal ,
Eugenio Pacelli, futuro papa Pío X II .

En 1937, el papa Pío XI, es informado por la Santa Alianza de


irregularidades en Alemania en torno a los asuntos raciales: extraños
experimentos sexuales de muje res arias con altos dirigentes del partido nazi
y oficiales de las SS , en un instituto especializado, los cuales iban contra la
moral cristiana. Esto dio lugar a una encícl ica del sucesor de Pedro, en
protesta, pero cuidando de no mencionar el instituto para no comprome ter a
sus agentes , quienes estaban allí infiltra dos.

La reacción nazi, contra la Iglesia fue inmediata: más de mil sacerdotes,


monjas y ciudadanos católicos presos. A finales del año 1938, trescientos
cuatro, de ellos, habían sido enviados al campo de concentración de Da-
chau.

Durante la visita que Adolf Hitler , efectuó a Roma en tre el tres y el


nueve de mayo de 1938, el papa, Pío XI, se enclaustró, en su residencia de
Castelgandolfo, para no recibirlo, ordenando, asimismo, cerrar los museos
del Vaticano para evitar la visita del Fürher.

El diez de febrero de 1939, muere , Pío XI.

Hitler, deseaba un papa pro alemán y su preferido era , el cardenal


Pacelli. Hab ía sido nuncio en Berlín, hablaba fluido el alemán y, siendo

54
Conspiración en La Habana

secretario de estado del Vati cano, se había rodeado de una corte de


teutones.

Reinhard Heydrych, jefe del Servicio de Espionaje Nazi, había creado un


departamento para atender asun tos religiosos al frente de Albert Hartl. A
fin de conseguir un papa pro alemán, se planeó la Operación Oro Puro . Se
trataba de tres millones de marcos en lingotes de oro del Reichbank, con los
cuales se inten taría com prar el voto de los cardenales , durante el cónclave,
a favor de sus candidatos: los cardenales , Mauricio Fossati y Elia Dalla
Costa. La operación , estaría a cargo de Taras Borodajkewycz, espía nazi ,
infiltrado en el Vaticano.

Himmler, y Hitler en persona, dieron el visto bueno , y el oro salió, en


tren, hacia Roma.

El primero de marzo del treinta y nueve, a las seis de la mañana, dio


inicio el cónclave. El dos de marzo por la tarde, en la junta cardenalicia
más rápida en tres siglos, fue elegido , el cardenal , Eugenio Pacelli, quien
tomó el nombre de Pío XII.

En Berlín, la noticia causó extrañeza ; Pacelli, no estaba entre los


candidatos de la Operación Oro Puro. Himmler , ordenó, de inmediato,
recuperar el oro del Reich.

El cadáver de Taras Borodajkewycz , fue encontrado colgado de una viga


en un parque romano. Había cum plido con el adagio antiguo: Ver Roma y
después morir.

Existen dos versiones.

Una: que el espía teutón fue asesinado por sicarios de las SS , enviados
por Himmler, reintegrando el oro al Reichbank. Otra, más verosímil , pues se
encuentra en los registros del servicio secreto italiano, fechado el veintiséis
de febrero de 1939: Taras Borodajkewycz , estuvo todo el día recorriendo
varias fundiciones de las afueras de Roma , junto a un hombre alto, bien

55
Eduardo Cordoví Hernández

parecido y de tez morena. Fue conocido, por el espio naje alemán, que,
Nicolás Estorzi, era el contacto de Borodajkewycz , dentro del Vati cano, y
que tenía idén tica descrip ción. Como es lógico, intentaban refun dir el oro.
Donde termina esta versión es que, Estorzi, era miembro de la Santa
Alianza.

En nuestros días (año 2008), todavía , el paradero del oro alemán se


20
encuentra entre los mayores enigmas de teso ros perdidos del siglo XX.

Lo que nunca trascendió fue que , Borodajkewycz, te miendo un juego


sucio de la Santa Alianza, así como de l a contrainteligencia germana,
confió el pequeño carga mento de oro bajo su custodia, a un individuo de su
entera confianza. Las pocas personas que lograron verlos juntos; su casera,
por ejemplo, o el propietario del café contiguo a su piso alquilado en el
barrio del Trastevere romano; aseguran que era un individuo que frisaba los
cincuenta, siempre vestido de negro, de modales refina dos, y llevando un
bastón con una empuñadura cince lada en plata, representando la ca beza de
un bicho raro.

El veinte de enero de 1942, en la ribera del lago Wansee, en una casona


de descanso, se reunieron quince al tos oficiales nazis , conducidos por
Reichart Heydrich, para discutir la Solución Final del Problema Judío,
frase que dio título al acuerdo unánime de la sesión. No era más que la
eliminación de todos los judíos de Eu ropa. En correspondencia con el
criterio de Aldolf Eichmann, uno de los asambleístas: se trataba de once
millones de almas.

Veinte días , después, el papa, Pío X II , era informado por la Santa Alianza
de tales conclusiones. El dieciocho de marzo, le llegó el primer informe
sobre crímenes masi vos y deportaciones multitudinarias. El papa se abstuvo
siempre de pronunciarse , de forma oficial, en contra de tales hechos.

20
G r e a t T r e a s u r e s S t o r i e s o f Wo r l d Wa r I I , K e n n e t h D . A l f o r d . N Y , 2 0 0 1

56
Conspiración en La Habana

La SS, fue una institución élite militar, encargado de misio nes


especiales, ideada por, Adolf Hitler, bajo el mando de , Heinrich Himmler.
En teoría, tales servicios eran defen der la seguridad del Tercer Reich; pero,
en la práctica, servían a la realización de los anhelos de Hitler: librar a
Alemania y a Europa de quienes , él, consideraba indignos de vivir, por lo
que se debía exterminar a todos los judíos del continente, así como
esclavizar a las otras razas débiles que poblaban las tierras eslavas . Para
cumplir con esta s misiones, la SS organizó y consumó el asesinato de, con
aproximación, catorce millones de personas, desglo sados en: seis millones
de judíos, cinco millo nes de rusos, dos millones de pola cos, medio millón
de gitanos y otro medio millón de individuos de extrac ción diversa, entre
ellos cerca de doscientos mil alemanes y austriacos no judíos (inocen tes con
taras mentales o físicas) y los enemigos del Reich (comunistas, demócratas,
liberales, escritores, periodis tas y sacerdotes); más tarde, también de
oficiales del ejército alemán, bajo sospechas de traición al Führer.

Los altos oficiales de la SS, antes de terminar la gue rra, comprendieron


que estaba perdida, y previendo el rigor con que juzgarían sus actos, se
prepararon para des aparecer e iniciar una nueva vida. Con tal fin, saca ron
del país, de contrabando, enormes sumas de dinero de la SS, que fueron
depositados en cuentas bancarias numeradas, expidieron falsos documentos
de identidad y establecieron contactos para garantizar seguras vías de
escape. Cuando los aliados ocuparon Alemania, la mayoría de los criminales
de guerra había huido.

La organización que constituyeron para llevar a cabo el escape se


nombró: Organisation Der Ehemaligen SS -Angehörigen: ODESSA, significa
en español: Organi zación de Antiguos Afiliados a la SS.

El colegio de San Girolamo degli Illirici, en Roma, en los años que duró
la guerra, servía de hogar para los sacerdotes croatas que visitaban el
Vaticano por diversos asuntos. Al fin de la conflagración mundial, mutó en
resguardo para los ustachis, perseguidos co mo criminales de guerra. Los

57
Eduardo Cordoví Hernández

ustachis (alzados) eran los seguidores del dictador de Croacia, Ante


Pavelic, distin guido pro nazi.

El principal dirigente del colegio San Girolamo era el padre Krunoslav


Dragonovic, descrito por la C IA como el otro yo de Pavelic. El
Maleficarum, pudo determinar que tenía, además, una estrecha relación con
el mismo personaje bajo su atención, pudiendo saber que res pondía al
nombre de Alisthius.

Por aquellos años, Dragonovic, se convirtió en la fi gura principal de lo


que fue llamado Pasillo Vati cano, apoyado por el cardenal , Giovanni
Battista Mon tini, quien llegaría a ser papa. Desde allí pasaron , con
facilidad, a la Argentina: Josef Méngüele, médico en Auschwitz; Klaus
Barbie, el carnicero de Lyon, jefe de la Gestapo de esa ciudad francesa;
Ante Pavelic; Erich Priebke, capitán SS; Hans Fischböck, general SS y el
conocidísino, Adolf Eichmann; entre otros.

El nueve de octubre de 1958, muere Pío X II . El día veinticinco comenzó


el cónclave para ele gir al sucesor. Tres días más tarde el cardenal , Angelo
Giuseppe Ronca lli, se convierte en Juan X X II I . Su pontificado de cuatro
años, siete meses y seis días estuvo dedicado a la preparación del
trascendental, Concilio Vaticano II.

El doce de julio de 1960, muere el cardenal Pietro Fuma soni-Biondi, jefe


del servicio secreto. El papa no nombró sucesor. Era la etapa de un
pontífice no dedi cado a los asuntos terrenales.

El tres de junio del sesenta y tres, muere el papa. El día veintiuno fue
elegido el cardenal, Giovanni Bat tista Montini, asumiendo el nombre de,
Pablo VI, quien puso la jefatura de los servicios secretos en manos de un
simple cura, Pasquale Macchi.

El grupo Maleficarum informa al papa, de ciertos indi cios sobre la


posible actividad de un a base de operaciones en Cuba, relacionada con el

58
Conspiración en La Habana

hombre de negro identifi cado como un ser diabólico, posible mente, un


vampiro español llamado Alisthius Villa nueva.

En 1968, el Sodalitium Pianum, detecta al secretario del papa, el jesuita ,


Alighiero Tondi, como agente encu bierto al servicio de la KG B . Siendo
expulsado de la Santa Sede. A finales de ese año se detectaron infiltra -
ciones de la masonería.

El papa, tenía buenas relaciones con los masones y ar chivó los informes,
así como ordenó detener la investigación.

Pocos años, después, entregaría el poder de la Banca Vati cana a los


masones, Michel Sindona, Umberto Orto lani, Roberto Calvi y Liceo Gelli ,
quien llegara a ser, en el año 1975, gran maestre de la Logia Propaganda
Dos (más conocida como P2) y un peligro para la democracia parlamentaria
de Italia.

El Banco Vaticano, se fundó el siete de junio de 1929 por Pío XI, con un
potencial equivalente a novecien tos millones de dólares actuales ( año
2008). La institu ción financiera, ha sido fuente de escándalos tales como
ventas de armas a países en conflicto, esta blecimiento de sociedades
fantasmas, golpes de estado, lavado de dinero de la mafia y misteriosos
suicidios.

El seis de agosto del setenta y ocho, muere, Pablo VI. El cardenal,


Alberto Luciani, se convierte en, Juan Pablo I , el día veintiséis.

El papa, recibe un informe sobre las actividades ilíci tas de la Banca y la


estrecha relación de toda una se rie de altos dignatarios eclesiásticos con la
Logia P 2 y su partici pación en diversos s ubterfugios financie ros.

El diario Osservatore Político , había publicado un artí culo del periodista,


Mino Pecorelli, donde se brin daba una lista de nombres y apellidos de
ciento veintiún prelados, obispos y cardenales del Vaticano , quienes
pertenecían a logias masónicas.

59
Eduardo Cordoví Hernández

Durante la noche del veintiocho a amanecer veintinueve de setiembre del


setenta y ocho, muere Juan Pa blo I . Los detalles de su muerte , levantan
sospechas de posible asesinato. El informe sobre el deceso, ordenado por el
siguiente papa, fue enviado al Ar chivo Secreto Vati cano. El padre Giovanni
DaNicola, agente de la Santa Alianza , quien informaba al papa sobre las
malversaciones financieras de la Banca, aparece ahor cado en un parque
marginal de Roma.

El dieciséis de octubre el cardenal polaco, Karol Woj t yla, es elegido al


trono de Pedro, como Juan Pablo II . Su pri mera ordenanza secreta a la Santa
Alianza, con respecto a la lucha contra el reino de las sombras en Cuba fue
pasar de la fase investigativa a la operacio nal en la sección Maleficarum.

Entre los años setenta y nueve y el ochenta y dos del siglo XX, cinco
cardenales involucrados en las malversa ciones de la Banca , mueren de
repente.

En el año 1983, la sección Maleficarum de la Santa Alianza, a instancias


del sumo pontífice, designa al agente que habría de investigar la situación
real en la mayor de las Antillas.

Después de dos años de entrenamiento riguroso, el ele gido: un cubano


con descendencia y nacionalidad española, residente en la península , se
encaminaba hacia el Aeropuerto Internacional de Barajas, con docu mentos
que le daban una nueva identidad, a fin de to mar el próximo vuelo de Iberia
hacia La Habana.

60
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO X
Cuba 1603-2007

Luego de establecerse como oidor en la Audiencia Mayor de las Indias


Occidentales, establecida en Santo Domingo, Francisco Manso de
Contreras, viaja, en el año 1603, a Cuba.

Había entablado relación con un extraño sujeto, al pare cer bastante


acaudalado, conocido durante el viaje, quien en medio de conversaciones
triviales le había hecho comprender que, tan lejos de las reales jerarquías,
podía, sin mayores riesgos, desviar hacia su favor mucho más de lo
establecido. A fin de cuen tas era quien sufría la añoran za del terruño, los
mosquitos, el calor y la amenaza de los ciclones tropi cales.

Sus negocios marchaban de maravilla , pero no tenía fami lia en estas


lejanas tierras. Su esposa , no le había dado descendencia y comenzaba a
preocuparse; no podía atender to do su pecunio ni confiar en extraños para
sombrías operaciones, las cuales, requerían de al guien de su más extrema
confianza.

Ante tales premisas pensó en su hermano , Antonio, quien, en España,


disfrutaba de reconocido prestigio y caudal propio por herenc ia.

Así llegó a Cuba, Antonio Manso de Contreras , con su esposa, Catalina.

Se establecieron en el centro de la provincia, en Las Villas, fundando la


Villa de Remedios, y constru yendo la iglesia que, todavía, existe en el
lugar.

Antonio, tuvo tres hijos: Tomás, Nicolás y Andrés Manso de Contreras y


Rodríguez de Mendoza.

Tomás, tuvo cuatro hijos. Nicolás , seis. Y emparenta ron con familias de
abolengos tan ilustres como el Lo yola, de donde descendía san Ignacio,

61
Eduardo Cordoví Hernández

fundador de la Com pañía de Jesús, conocida como, orden de los jesuitas.


Otros apellidos de renombre fueron los Hernán dez de Medina, los Guevara
de Ledesma, etcé tera.

Fue Andrés, quien; continuando el trabajo de sus mayo res, pero siguiendo
las sugerencias técni cas de cierto extranjero, Alistear , amigo de su tío
Francisco, quien decía estar de paso en la isla y con quien había hecho muy
buenas migas; amplió de forma considerable sus negocios y la familia
Manso de Contreras , se convirtió en una de las más acaudaladas, por no
decir la mayor, del p aís. Llegaron a ser propieta rios de grandes extensio nes
de tierra e inmue bles en La Florida y en México, así como en toda Cuba.

Andrés, en 1653, se casó con Antonia Armenia de Campo y Rodríguez de


Arcineaga, quienes tuvieron cua tro hijos: Nicolás, Luci ano, Tomás y
Bartolomé.

En el año 1701, Bartolomé, contrae nupcias con Isabel Hernández de


Medina, con quien tuvo tres hijos: Barto lomé, Andrés y Josef, y dos hijas,
quienes se hicie ron monjas, conocidas como: sor María de Jesús y sor María
del Santísimo Sacramento, destacándose en la capital , en el convento de
Santa Clara.

Este segundo , Bartolomé, se une en matrimonio con Jo sefa Loyola y


Monteagudo, en 1739, teniendo con ella tres hijas que , también, tomaron
los hábitos, siendo conoci das como: sor Isabel, sor María de los Dolores y
sor Manuela de san Agustín.

El veinticuatro de febrero de 1763, Antonio Manso de Contreras y su


nieto, Josef, parten del Puerto de La Habana, en el velero español Titán,
rumbo a Inglaterra. Llevaban consigo cuatro baúles; t res cargados de barras
y monedas de oro, y uno con joyas. Su destino: deposi tarlo en el Banco
Olaya, de Londres, lugar fuera del al cance de los corsarios al servicio de la
corona británica y de los bucaneros y piratas independientes, amén de
transgredir los impuestos peninsulares. Por otra parte, esta institución

62
Conspiración en La Habana

financiera había sido pro puesta por suge rencia de Alito Vila Nova, viejo
amigo de la fami lia quien tenía acciones en ella y que, de cierta forma,
había colaborado indicando artima ñas, subterfugios econó micos y
estrategias de negocios, en apoyo a la ini ciativa familiar de amasar fortuna.

Años más tarde, este segundo Bartolomé, por orienta ción de sus tías,
quienes testan a favor de los descen dientes de la familia, hace un segundo
depósito, similar al anterior, en el mismo banco londinense y en la misma
cuenta.

A partir de entonces, de forma gradual e impercepti ble, los negocios y


propiedades de los Manso de Contreras , comienzan a verse afectados por
administradores avariciosos, por políti cos corruptos, por consejeros legales
sin escrúpulos: abogados, nota rios, leguleyos y picapleitos al servicio de
antagonistas envidiosos. Existen referencias de traspa sos de propieda des a
favor de la Iglesia Cató lica en forma frau dulenta y enriquecim iento de
presidentes de la república, como Laredo Brú, por similar vía.

Ya en las postrimerías del siglo X IX , comienzan los descen dientes del


Manso de Contreras , a interesarse en formas legales para obtener el
patrimonio de la fami lia guardado en las arcas del Banco de londinense.

En La gaceta de Cuba; revista oficial donde se publi can todos los


decretos, disposiciones y leyes del estado; aparecieron, en diversas
oportunidades, llama mientos, de la Audiencia General de la Re pública, a los
herederos de esta familia , pero nunca se concretó nada definitivo.

En 1944, el diario, El país, en su primera plana sos tuvo un espacio


dedicado a reunir información sobre el tema de la extraordinaria herencia
de los Manso de Con treras.

A finales del noventa, algun os descendientes de esta familia, comienzan a


organizar a todos los posibles herede ros. Se trataba de individuos bien
informados, algunos abogados y otros que, por sus actividades labora les,

63
Eduardo Cordoví Hernández

tenían contacto con altos dirigentes del go bierno, autoridades bancarias, y


miembros de todas las organizaciones de masa y políticas del país. Mu chas
de estas personalidades resultaban estar emparenta dos con los Manso.

En sus inicios aquello parecía una quimera. Cuba era un país bloqueado
por una superpotencia eco nómica: los Estados Unidos. El gobierno de la
isla presentaba un historial de ataques mercenarios, boicots económi cos,
subterfugios políticos internacionales contra su estabili dad, por una parte y,
por otra, recién destruido el bloque socialista de Europ a que le apoyaba, no
podía darse el lujo de permitir reuniones masivas que no estuvie ran bajo su
control debido, además, a la apari ción de grupúsculos de disidentes,
luchadores por los derechos humanos y declarados como oposito res a los
criterios de gob ierno establecido desde el año 1959.

El caso fue que; quizás , por todo esto, lo cual gene raba restricciones
económicas tan drásticas como la instaura ción de un Periodo Especial para
Tiempo de Paz; todo el mundo nece sitaba dinero. Los posibles herederos
sumaban mi les y el cálculo de la tal herencia, descontando una ci fra
millonaria de impuestos para el estado, superaba la cifra de doscientos mil
dólares per cápita . Semejante promesa abrió puertas y dio inicio la fiebre
de la herencia en el país.

Comenzaron las reuniones, los viajes, desde todos los puntos de Cuba
donde existían personas que se considera ban herederos, hacia Villa Clara,
Remedios, Caibarién, en busca de partidas de nacimientos, fe de bautismos,
matrimonios y actas de defunción, para el aborar los árboles genealógicos
que dieran prueba le gal de los parentescos. Cientos de familia gastaron mi -
les de pesos, en viajes, sellos de timbre, estancia en hote les, taxis, sobornos
para agilizar trámites, mate rial de oficina y muchísimo tiempo de sus vidas
en esta tarea.

La noticia llegó pronto a la comunidad cubana resi dente en Miami. De


inmediato, se formó una Asocia ción de Herederos en los Estados Unidos, la

64
Conspiración en La Habana

cual instala una oficina en Coral Gables y un sitio web en Internet,


comenzando los viajes a Cuba, para conseguir documen tos acreditati vos. A
fin de impedir que la for tuna multimillonaria cayera en poder del estado
cubano, los de Miami contrata ron una firma internacio nal de abogados en
Houston.

Según la reclamación presentada por l os abogados Ja mes A. Camody y


Bill Davids, al señor R. Warlow, subsecretario del Bank of England, el
primer depósito se realizó en el año 1704, por un total de dieciséis millones
de pesos oro; y el segundo en 1776 , por veintidós millones, junto con
algunas joyas, para un posi ble monto total de unos trescientos mil millones
de dólares oro, considerando el incremento de intereses por casi trescientos
años.

En una primera respuesta , R. Warlow, desechó la posibili dad. Más tarde,


una comunicación menos in flexible, llegó a la firma de abogados en
Houston, expresando que, en el número de la cuenta, una su puesta “O”,
podía ser, además, un cero y se revisarían de nuevo los antiguos archivos.

Todavía, a principios del 2009, muchos herederos (aun que la mayoría ha


perdido la esperanza, pues toda la documentación adquirida perdió validez
jurídica debido a que los sellos de timbre vencen a los seis me ses) están
seguros de que el gobierno cubano, de ntro de pocas semanas, comenzará a
pagar trescientos dólares v italicios a cada uno, a pesar de las declaracio nes
oficiales por TV , de funcionarios jurídi cos del Ministe rio de Relaciones
Exteriores de Cuba , echando por tierra tal posibilidad.

La realidad, sin que nadie la sepa a ciencia cierta, pa rece apuntar a que la
legendaria fortuna de los Manso, cayó en manos del Diablo , dejando a
decenas de miles de cubanos con las ganas de volverse millona rios.

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Eduardo Cordoví Hernández

CAPÍTULO XI
Habana 1985

El Señor X, se sintió como un conejo blanco cuando miró el reloj. Iban a


matarlo.

Este, Señor X, no es el Señor X, que aparece en las Crónicas Marcianas,


de Bradbury, pues soplaba, de vez en cuando, en su armónica los acordes
de, Solamente una vez.

El alfabeto latino h a pasado al dominio de las ciencias exactas, pero en


especial la antepenúltima letra, se usa en las matemáticas para hacer
referencia a las incógni tas, siendo en este sentido que quedó em pleada,
como única referencia, para determinar , con carácter algebraico, a cierto
señor, hasta tanto encontrara apelativo más ade cuado.
La utilización de s olo letras, usadas como seudónimo, tanto para nombres
como apellidos, no es algo ex traño, al menos en La Habana, todos conocen
a X Alfonso, a Eddy K, a NG la Band a o a Paulito FG.
El, Señor X, estaba acorralado, pensó que la mejor de fensa era el ataque
y miró su mano izquierda.

Mirar hacia su mano siniestra tenía una connotada impor tancia que no
debe ser descubierta. Pero hay algu nas pistas: Guy de Maupasant , escribió
una novela llanada, La mano izquierda. En la tribu israelita de Ben jamín,
los guerreros tuvieron fama de dominar el arco y de ser hábiles en el
manejo de la mano izquierda. En las castañuelas: el par de la mano iz -
quierda, tiene un sonido más gr ave. En el estudio de la cetrería, se sabe que
el halconero necesita una protec ción resistente para la mano izquierda , que
recibe el nombre de, mano del halcón . Por otra parte, los modernos directo -
res de orquesta, suelen hacer ges tos con la mano derecha para indicar la
métrica o la cantidad de pulsos por compás, así como el tempo o la
velocidad musical ; mientras que, la izquierda, señala las entradas de los

66
Conspiración en La Habana

diferentes instrumentos y se em plea, asimismo, para comu nicar aspectos de


la interpretación, como son los cambios de intensidad o de volumen. En
quiromancia, la mano izquierda re fleja las cualidades innatas, mien tras la
derecha las características adquiridas. De modo , que no deben pa sarse por
alto los más mínimos detalles de cuanto se observa o no podrán
aprehenderse los vela dos mensajes que la realidad nos brinda.
El Señor X, en ese momento de angustiosa tensión se puso de pié y
vislumbró, en fracciones de segundo, el valor de la existencia. En la que
tenemos en realidad y en la que creemos t ener. Y pensó en sí mismo; en su
importancia existencial, en su nombre, y pensó que , Ió siv Visariónovich
Dzhugachvili, es hoy un geor giano desconocido porque a sí mismo se puso
el apodo de Sta lin, a quien hoy todos consideramos ruso. Pensó en la
desconocida, Norma Jean Mortenson , quien se convirtió en , Maril yn
Monroe. Evocó al ya olvidado húngaro , Ehrich Weiss , quien más tarde fuera
el famoso mago, estadounidense, Harry Houdini; a Marion Mi chael
Morrison, quien decidió borrarse, en la práctica, para dar paso a John
Wayne; a François Marie Arouet , quien prefirió ser Vol taire; al matemático ,
Charles Ludwig Dodgson, quien casi nadie conoce y es hoy el célebre
escritor, Lewis Carroll; al francés , Marie Henri Beyle, quien se volvió Sten -
dall. ¿Cómo deberí a llamarse el desconocido Señor X , para pasar a la
posteridad?
En tales meditaciones comenzaba a sumergirse cuando su crítica
situación le trajo a luchar por la super vivencia en el presente y dejar la
notoriedad fu tura para luego.
¿Miró hacia su mano izquierda? Sí.
Zurdo, al fin, como Da Vinci, como el Inca Lloque Yupan qui, como
Babe Ruth, como los grandes espíri tus guerreros, logró advertir , de una
ojeada, el dramatismo de otra amenaza, no menos preñada de horribles
presagios, y, a la vez, el li bro de, Hans Theodor Storm, El jinete del
caballo blanco, que estaba leyendo en esos días.

67
Eduardo Cordoví Hernández

Muy próximo a la velocidad de la radiación luminosa , tomó asiento de


nuevo. ¡Y como en un acto de magia! En un genial espectáculo acrobático
para nadie, haciendo uso de un magnífico golpe de literatura germá nica,
abatió una periplaneta americana, a cuya esta tura le faltaban tan s olo
escasos centímetros para llegar a la talla de un diplodocus. (Quizás, no
tanto). Pero a la vez, no más soltando el libro, tomó su ya ún ico caballo
blanco, embistiéndolo casi, al preciso, misterioso, oportuno y
correspondiente escaque , mientras decía: ¡Mate!
–¡Muy bien! Usted, ha ganado.
–Ha sido un milagro.
–Quizás pero, usted, tiene madera de triunfador. Tenía el juego perdido
y, de veras, sacó de la manga la jugada oportuna.
–Ha sido la suerte.
–No evada su responsabilidad, eso lo debilita.
–La realidad es la realidad y es dura. Siempre he sido el hombre de las
oportunidades y ¡Vea, usted! Ya no sé ni cómo llamarme a mí mismo.
–¡Señorekys! ¿No es ése su nombre? Suena griego.
–No se burle.
–Tiene dignidad: Señorekys. Debo decirle que de to das las oportunidades
que dice haber tenido, nunca antes, como ahora, ha estado usted tan cerca
de todo lo que ha soñado. Poder, riquezas, placeres, ¡P laceres! Y no le
hablo de parcelas de tierras. Me refiero al disfrute de la juventud, a gastar
dinero, al respeto, y hasta el temor, de los demás. Le estoy hablando de
llevar las riendas, de tener el control de vidas, jajaja Seguro cree que me
burlo.
–Pues sí, pero suena bien.
–Claro que lo suena. Le estoy hablando de cosas que son para siempre, no
para un ratito de la existencia de una vida, sino de la eternidad.
–Lo veo tan tentador que s olo me queda preguntarle: ¿A quién hay que
matar?
–A usted mismo. T iene que entregar su alma.

68
Conspiración en La Habana

–¡Bha!
–Está siendo, usted, captado, de manera oficial, para un pro yecto
ilimitado de escala, no internacional, sino univer sal. –El hombre, no reía.
Acariciaba, eso sí, la empuña dura de su báculo: la cabeza de un dragón , cin-
celada en plata.
–¿Y cómo sería eso? –inquirió el Señor X, aún si guiendo la supuesta
broma.
–Algo pasajero, una mordidita en el cuello, un rato de sueño y despierta
siendo inmortal.
–¡Dirá usted un vampiro!
–No con tanta exactitud así. La mordida es s olo un formalismo. La
literatura, ha extraviado las cosas, y ya la gente no sabe nada de nada.
¡Cree saber! ¡Que es otro asunto!
–¿Y cuán exacto?
–No hablemos de precisiones. No somos matemáti cos. El asunto de los
vampiros, depende de los objeti vos del clan. Hay muchos tipos de vampiros.
No crea que el tema es andar por ahí matando gente para chu par sangre y
poder vivir. No, no. Ni que no pueda us ted salir de día porque el sol ¡puaf!
Ya usted sabe. No, no. Las co sas han cambiado mucho. ¡Pero antes ,
tampoco, era tan así! La propuesta , en sí, es un convenio. Usted , adquiere
ganancias, realizaciones, logros… pero tiene que traba jar en función de un
propósito. ¡Noble, humano, justo! Siempre vamos a tener que utili zar a unos
cuantos estúpi dos, no queda otro remedio, el mundo está lleno de ellos, no
queda otro reme dio que contar con lo que hay; y los mentecatos van a
entender las cosas mal de bido a sus propias limitacio nes. También, están
los locos, me refiero a una tipo logía de personas, no a débi les mentales,
esos no cuen tan aquí ¿Pero quién es culpa ble de que existan estúpidos y
locos? ¿Yo?
– ¿Usted, dice que me va a morder, que me voy a conver tir en vampiro y
que no voy a andar matando gente, ni llorando por los rincones porque
necesito san gre para vivir?

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Eduardo Cordoví Hernández

– ¡Usted, ve! Solito ha llegado, Señorekys, a la exacti tud… Casi.


– ¿Hay más?
–¡Por supuesto! Siempre hay más. La existencia es pro teica.
–Supongo que riesgos.
–También. ¿Dónde no los hay? Pero mínimos. Mien tras más cerca esté
del poder y del dinero: menos ries gos. Y su posición será privilegiada.
–Suena bien.
–Lo primero que hará, si se decide, es comprarse buena ropa, perfumes, …
arreglar todo lo más que per mita este cuartucho, comer en restaurantes
caros…
– ¡Está loco, si no tengo un kilo!
–Disponemos de tanto dinero, fíjese que he dicho disponemos, que
podemos chamuscar, todos los días, miles de pesos, tan s olo por verlos
echar humo. ¿Pero qué objetivo tendría eso? Una cosa es tener dinero y otra
ser tonto.
– ¿Miles? Por qué en lugar de t ostar miles, no me regala quinientos nada
más.
– ¿Señorekys, usted , intenta ofenderme? Preferiría que tuviera fe. Pero ,
tome. ¡Y no estoy ofendido! Sepa, al mismo tiempo, que son los tontos
quienes regalan dinero.
– ¡Aquí, no hay mil pesos!
– ¿Y cuántos?
–No llega a doscientos.
– ¿Por qué razón le regalaría doscientos pesos? Piense en eso. –Se puso
de pie para indicar que se mar chaba. – ¡Ah! Cavile, también, sobre lo otro.
– ¿Cuándo vuelvo a verlo?
–Cuando me vuelva a ver. Será pronto. Y vaya consi guiendo a quien
morder… con preferencia hembra. No creo que , a usted, le guste andar
mordiendo hombres. –Y dio media vuelta.
– ¿Y a usted sí?

70
Conspiración en La Habana

–Yo soy un profesional , Señorekys, yo tengo una misión. Esto es más


serio de lo que se imagina.
– ¡No! Está bien, es que, a mí, si la cosa es de marico nería no voy en esa.
–Y apretó con rabia la armó nica en su bolsillo.
Señorekys, se quedó meditando. Enseguida , le vino a la mente la chinita
que había ligado hacía una semana.

Todo comenzó en un ómnibus atestado. Desde que subió al vehículo


comunitario, la jovencita, le quedó delante. Pensaba, él, en su problemática
existencial , cuando reparó que ella; quien, a menudo, se volvía, al parecer,
molesta por la proximidad. Las guaguas llenas eran el ambiente idóneo para
el desarrollo de jamoneros, disparadores y carteris tas.

–Usted, disculpe; pero, a mí, tampoco, me gusta estar encima de la gente.


–Él, trató de adelan tarse con una breve disculpa, a un posible malenten dido.
De pronto, la cara de la joven le resultó cono cida. Ella se volvió.
–No se preocupe. –Dijo, pero notó en el hombre una expresión de
desconcierto que no esperaba. No era la imagen de quien fue sorprendido in
fraganti, bien conocía semejante aspecto. Era evidente que, el viejo, no es-
taba en tareas deli ctivas ni libidinosas. No más, a ella le gustó de momento.
Fue su razonamiento. Y quiso llegar a esa conclusión. Las muje res, en la
veintena, creen que le gustan a todos los hom bres y si éstos pasan de los
cincuenta, más; con la añadidura de que , entonces, los toman por viejos ver -
des, por babosos…
Todo quedó así. Continuaron viaje. Ella, para diver tirse, quiso sacar de
paso al mayor y en cada movi miento del ómnibus , en la arrancada, al
acelerar, do blar o tomar un bache de la vía , aprovechaba para re costarse a
él y luego se volvía con cara molesta.

– ¡Estas guaguas llenas! –Le decía él, justificándose.


–No tenga pena. No tenga pena.
En realidad, Señorekys , comenzó a sentirse muy bien teniendo a aquella
nena cerca y se devanaba los sesos con dos dilem as, uno: cómo entablar una

71
Eduardo Cordoví Hernández

conversación decente en medio de la guagua ; el otro: ¿Por qué le pa recía


conocerla? En eso , se aproximaban a la pa rada en que, él, debía quedarse y
se adelantó.

– ¡Permiso! Permiso, por favor. –Llegando, al fin, a la portezuela de


salida.
Al bajar, le sorprendió ver a la muchacha , dispuesta a abandonar el
vehículo. Él le tendió la mano para ayudarla y continuaron hablando.

Descubrieron que vivían en el mismo barrio, casi eran vecinos y ella


tomaba esa ruta a diario al regresar del trabajo. Así, se hicieron amigos.
Ella, algo más que co queta; él, motivado por el frescor de la juventud;
comenzaron una extraña relación a pesar de la diferen cia de edades.

Después, de la sugerencia del señor del bastón, salió dispa rado en busca
de, Mávil, la chica a quien le pro puso conocer al acaudalado personaje,
pero, sin mencio nar detalles que pudieran inquietarla.

La cita quedó acordada, con mucho interés por parte de ella y, como si de
tal dependiera su vida, por parte de él. Eran los pr imeros pasos, en una
aventura de pla cer y riquezas que velaban un complot donde estaban en
juego fuerzas y amenazas terribles , las cuales habían dado ini cio en tiempos
de Adán.

CAPÍTULO XII
Por las conversaciones de sus mayores, por lo que oyó decir, por lo que
ha leído o lo que aprendió por experien cia, Rodelio Fandel , sabía que, antes
de 1959, en Cuba, existía miseria, sobre todo hacia el interior de la
república, en el campo y, también, en la capital.
Había pordioseros por toda la ciudad de La Habana. Aunque ahora, año
2015, quedan algunos. Es real que había ni ños que no podían ir a la escuela
(o no tenían padres que les exigieran ir, ni leyes que obligaran a los pa dres

72
Conspiración en La Habana

a hacerlo, como ahora), chicos que vendían periódi cos, limpiaban zapatos, o
parabrisas, o anda ban enganchados de los ómnibus en horario escolar. Es
cierto que hasta los años sesenta a cualquier fonda que se lle gara diciendo
no tener dinero a uno le servían gratis un plato de arroz con frijoles y un
vaso de agua fría. Pero, en realidad, no era digno.
Sorprende que en una sociedad como aque lla, dirigida por un gobierno
que tuvo que ser susti tuido por medio de una revolución, de una guerra, en
un barrio pobre como Lawton, ¡En las afueras de La Habana ! hubiera una
bodega en cada esquina y que , tales negocios, fueran rentables.
Un viejo refrán reza: cualquier tiempo pasado fue me jor. En realidad,
Fandel, no trataría de reafirmarlo. Tam poco, tendría intención de
reivindicar los tiempos pasa dos; mucho menos, haría un esfuerzo por
denigrar el presente. En verdad, no podría hablar de los años anterio res a
mil novecientos cincuenta y nueve sin nostal gia aunque no fuera hijo de una
familia de clase media, porque están matizados por el candor de su infancia.
Sus padres, fueron campesinos de la provincia Habana, recién llegados a la
ciudad, pero en las afue ras.
Lawton era, todavía, una zona de fincas y su padre conti nuaba realizando
trabajos de campesino: traba jaba en una lechería atendiendo el ordeño y
cuidado de las va cas, así como la distribución de leche. No ten ían vivienda
propia. Vivían en una casa propiedad del dueño del negocio. Éste a su vez ,
tampoco, era un gran magnate, no era un político, ni un intelectu al, solo un
comerciante próspero que no pertenecía siquiera a la clase alta.
La madre, de Fandel , no frecuentaba las grandes tien das de La Habana.
Ni para ver las vidrieras. En Lawton, había de todo.
Ver las tiendas o ir a sentarse en el muro del malecó n era, casi, una
tradición hasta principio de los sesenta. Todas las semanas, cambiaban el
decorado de las vidrie ras, las cuales quedaban iluminadas durante toda la
noche participando del ornato público. Todo el mundo se arremo linaba en
los portalones habaneros, para ver los diseños, las telas, lo último que se
estaba ofertando. Desde todos los barrios de La Habana, afluían personas

73
Eduardo Cordoví Hernández

por las tardes hasta altas horas de la noche para ver las tiendas, aunque era
un pretexto para salir de paseo, comer fuera, conseguir pareja, pues, La
Habana, tenía una intensa vida nocturna.
Si no había dinero para comer en un restaurante caro o en una fonda
barata, era fácil resolver el problema, los grosseries, cafeterías, heladerías,
cerraban muy tarde en la noche. Estaban los puestos de fri tas, de perros
calientes o pan con lechón, los tamale ros ambulan tes, los maniseros, los
vendedores de mari quitas de plátano… de manera que mientras mu chos
disfrutaban el paseo nocturno muchos otros esta ban buscándose un peso.
Otra de las tradiciones cubanas desaparecidas (aunque ahora, después de
casi treinta años, si bien no se in tenta recuperar, al menos algunos
dirigentes cultura les de prestigio mencionan como algo que se debe res-
catar) es el pregón.
El pregón es algo más qu e el anuncio a viva voz del pro ducto que se
vende por cuenta propia. Es una expre sión artística primaria, original,
emparentada con el canto, en que intervienen el timbre de la voz, la entona -
ción y el gracejo humorístico del vendedor, su vis cómica, su ángel.
Deambulaban por todos los barrios de La Habana helade ros con sus
campanillas, amoladores de tijeras con sus zampoñas, los carteros con sus
silbatos, pero, de igual forma, los vendedores de aguacates, mangos, limo -
nes, pescado fresco, aquellos que s e dedicaban a esti rar bastido res de
camas, todos: desaparecieron. El trabajo por cuenta propia , quedó fuera de
la ley.
En los últimos años; después del Periodo Especial de los noventa, que dio
lugar a la legalización del ejerci cio de algunos oficios pri vados; se
comienzan a oír de nuevo algunos pregones. Con cierta reserva, eso sí, pues
esta apertura, a su vez, abrió la posibilidad de sa lir a vender cualquier cosa:
productos robados, malversa dos, adulterados, de forma que, a veces ,
pregonan vendedores sin licencia, estafa dores y revendedores de la bolsa
negra.

74
Conspiración en La Habana

El sector de su barrio, el de Fandel, en propiedad, durante su niñez,


estaba enmarcado por la calle Dolores, (hoy ,avenida Camilo Cienfuegos,
aunque aún la mayoría le con tinúa llamando Dolores), y la calle Dieciséis.
Dieciséis, era una calle de mucho tráfico ; baste decir que a pesar de ser
muy corta: apenas unas ocho cuadras, contaba con la terminal de ómnibus
de Lawton. Sus más de siete rutas hacia la urbe expedían, cada una, un
ómnibus cada t res minutos , y minuto y medio en hora rios picos.
Dolores, era de más tráfico, porque conectaba de forma rápida un sector
de la capital con la Carretera Central hacia el Este de la Isla. Estas calles,
Dieciséis y Dolo res, eran las de los grandes establec imientos: tiendas,
ferreterías, farmacias, bares, panaderías, bodegas, tintorerías,
servicentros,... La avenida de Dolores, en todo su recorrido, unos tres o
cuatro kilómetros, (desde Diez de Octubre , hasta la Carretera Central)
contaba con nueve servicentros (hoy s olo hay dos y s olo uno vende en
moneda nacional) ¡Qué trabajo costaba tener que cru zar la calle!
Hoy es distinto aunque, todavía, existe el paradero de ómnibus, hay
menos rutas y de cada una sale un ómni bus cada hora u hora y media (si
sale), porque no hay guaguas o porque hay problemas de combustible o un
chofer no fue a trabajar, pero, por lo general, se trata de un asunto de
rotura, falta de piezas de re puesto, en fin... cosas del bloqueo imperialista,
según se dice, de forma oficial, pero eso es solo una pequeña parte de la
realidad.
A veces, no se aprecia la verdadera magnitud del mundo invisible,
cuando es allí donde residen las cau sas del mundo visible en que vivimos.
Así: se le llama mundo objetivo a éste que vemos y subjetivo al de las
causas, cuando debiera ser a la inversa. En gene ral lo que no se ve resulta
mucho más contun dente, activo y decisivo que lo visible.
Teniendo por caso a aquel célebre iceberg, de una no che de abril de
1912, fue su parte oculta la capaz de hun dir al Titanic. Fueron las
radiaciones invisibles de la pechblenda, el radio y el polonio las que mata -

75
Eduardo Cordoví Hernández

ron de cáncer a María Curié. Los virus y microbios, seres vi vos que no se
ven, quienes atentan contra la salud de los seres vivos, que sí.
Así, extrañas potencias al parecer imposibles, absur das, ridículas,
estrafalarias o producto de imaginaciones afiebradas, incultas o débiles, en
un complot inexora ble, aquí y allá, se iban anotando puntos de ventaja
frente al asom bro de todos.

CAPÍTULO XIII
Existen muchas versiones acerca del origen de los vampi ros. Se han
escrito infinidad de textos sobre el tema; sobre todo, recreaciones literarias
basadas en docu mentos antiguos que narran hecho s sobre probables
asesinatos cubiertos de misterio por las supersticio nes y las tradiciones
orales. El tema de los vampiros está pre sente, en esta forma, desde épocas
remotas en la Europa Oriental, el Medio Oriente, In dia, etcétera, trasladán -
dose a occidente hacia el medioevo.

Su poderosa inclusión en la literatura gótica y de ésta al séptimo arte, así


como la explosión del acceso y difu sión informativa por el desarrollo
cibernético, ha dado lugar a infinidad de nuevas interpretaciones con
ínfulas de autenticidad.

Se dice que en el 7000 a.C. Dissaor, hijo de Caín, re dacta, El evangelio


de los vampiros. Hacia el 3000 a.C. Naqada II, rey de Egipto, ordena a sus
copistas reprodu cir, El evangelio de los vampiros , con el título de, El
crepúsculo y la oscuridad. Para el 1270 a.C. Ramsés II, regala al rey hitita ,
Khattushili, una copia de tal texto cuando firman el acuerdo de paz que
siguió a la expulsión de los hititas de la tie rra de los faraones.

En 1054 d.C., Miguel Cerulario, enviado romano, po see una copia del
libro, ya bajo el título , De profundis clamavi ad té; en el mismo año, los
legados del papa, dirigi dos por, Humberto de Moyenmoutier, carde nal de

76
Conspiración en La Habana

Silva Cándida, depositan en el altar de Santa Sofía de Constantinopla, una


bula de excomu nión en su contra.

Los Templarios, en 1312, (afirman algunos estudio sos) devuelven al libro


su verdadero título: El evangelio… Al ser disuelta la orden por Clemente V,

los altos dignatarios de la orden del Temple son torturados y quemados


vivos, sin rev elar el paradero de este docu mento ni del Speculum aeternum,
considerado por algu nos como el más importante libro de la oscuri dad.

A grandes rasgos la historia que estos libros, y otros textos narran, es


como sigue.

En tiempos de Adán, sus hijos , Abel y Caín, debían hacer una ofrenda de
sacrificio al Creador. Siendo el primero pastor y el segundo agricultor,
hicieron holo causto del producto de sus labores. Abel, entregó la vida de un
cordero, haciéndolo desangrar, lo que fue de mucho agrado al Creador.
Caín, hizo un ofreci miento de viandas y flores , pero no fue bien recibido.

Amaba tanto, Caín , a Dios que, deseando ser agradable a los ojos de su
Señor, le ofreció lo que más amaba, la vida de su hermano menor. Con lo
cual se atrajo el destie rro y la marca para ser reconocido como conde nado,
por Dios, al sufrimiento.

Adán y Eva, para restaurar al perdido, volvieron a te ner otro hijo


llamado, Set, cuyos descendientes fueron llama dos, la raza de Abel.

Caín tuvo un retoño, Enoc, y fundó una ciudad a la qu e puso este nombre.
Más tarde, una de las seiscientas sesent a y seis criaturas de las tinieblas, un
demonio; en forma de mujer de nombre Lilith, seduce a Caín , teniendo un
hijo de éste, quien fue llamado, Dissaor, y quien fuera el autor del libro
titulado, El evangelio de los vampiros , nombrado al inicio.

De este modo, la raza de Caín, tuvo dos ramas en su primera generación:


Los descendientes de Enoc, quie nes podían vivir a la luz del día y los de
Dissaor, que no.

77
Eduardo Cordoví Hernández

Más tarde, la raza de Abel destruyó la ciudad de Enoc.

Las distintas generaciones descendientes dieron lugar a distintas


agrupaciones o clanes. En su inicio ; según los productores de uno de los
juegos digitales más reconocidos de esta temática llamado, La mascarada;
fueron trece: Clan Monárquico, Ventrue; Clan de la Bestia, Gangrel; de la
Luna, Malkavian; de los Ocultos, Nosferatu; Vaga bundo, Rav nos; de la
Rosa, Toreador; de la Noche, Lasombra; de los Escultores, Tzimisce; de la
Serpiente, Setitas; de la Muerte, Giovanni 21; de los Sanado res, Salubri; de
los Cazadores, Assamitas, Eru dito Y Brujah. Más tarde se fundaron otros
como Tremere, Sabbat, Caitiff…

Cada uno de estos clanes tenía, o tiene, característi cas muy específicas
que determinaban sus formas de actuar bien para colaborar, bi en para
establecer alian zas en la lucha contra otros clanes, etcétera. Esto se debe a
distintos criterios para obtener el dominio del mundo.

Se asegura que Cartago fue fundada por intervención del Clan Brujah y
que fue destruida mediante alianza de clane s rivales dirigida por los
Tremere.

Otros investigadores , más serios , no hacen mención a es tos clanes, pero


coinciden en las rivalidades y en las inten ciones de hegemonía global.
Establecen cinco cen tros principales en la geografía europea, los cua les se
conectan con otros centros de menor importan cia, ya sea por la cantidad de
miembros o por su trascen dencia en la inclusión de eventos históricos de
relevancia.

Estos centros son: Londres, Berlín, Madrid, Bucarest y Palermo. Como se


observa, trazando en un mapa líneas rectas entre estas ciudades se dibuja
una estrella, forma geométrica siempre asociada al ocultismo, la alquimia,

21
N . d e l T . d e l a f u e nt e : E l C l a n d e l a M u e r t e e s , s i n d u d a a l gu n a , e l C l a n d e l o s C a p a d o c i o s .
Lo s G i o v a n n i s e c o n vi r t i e r o n e n u n C l a n h a c i a e l a ñ o 1 4 4 4 d . C . p e r o e s t o n o t i e n e v a l i d e z
h i s t ó r i c a p u e s p e r t e n e a u n a s a ga d i gi t a l .

78
Conspiración en La Habana

la brujería y el satanismo. Tal configura ción ha venido en llamarse el Gran


Pentagrama Euro peo. Dentro de esta estrella nef asta se incluyen ciuda des
como París y Roma, las cuales han desarro llado núcleos vampí ricos de
importancia.

En las puntas de este Pentagrama , se han desarrollado las ramas


principales a las que pertenecen las distin tas dinastías o clanes.

Siguiendo el orden geográfico, las Ramas son denomina das: Británica,


Germánica, Española, Ru mana e Itálica. Las Ramas Británica y Germánica
presentan, se afirma, un marcado antagonismo que cons pira contra la unidad
del Pentagrama. La Rama Fran cesa aunque no aparec e en una de las puntas
es, a pesar de ello, impor tante pues ha sido vértice, en diver sas ocasiones,
de la Historia Universal.

La Británica, está compuesta por cuatro dinastías la Von Born, de


Transilvana; la Birmingham, de Lancas hire; la Kingsford, de Manchester y
la Mc Bell, de Lon dres. De este linaje el representante más desta cado fue el
conde, Charles von Born, quien murió en siete de julio de 1815. Otro de
relevancia fue el vizconde, Dicson Birmingham, militó en la masonería in-
glesa y fue muert o en marzo de 1793. De particular notabi lidad fue el
barón, Aurelius Kingsford, quien parti cipó en el complot contra , Francis
Bacon, enemigo de tales monstruos; Kingsford , desapareció sin dejar hue -
llas luego de ser identificado como vampiro.

La Rama Germánica, consta de dos dinastías principa les: la Emmerich ,


que trabaja en Stuggart y la de Berlín, deno minada, Haushoffer, fundada
por el conde, Benedict Carpzov Haushoffer (Wittenberg 1595, Leip zig
1666) fue el autor del Malleus maleficarum, 22 de los protestantes, titulado
Practica nova imperialis saxonica rerum criminalum, (1635), su obra
ejerció gran ascendencia en los procesos contra la brujería y firmó muchas

22
Li b r o e s c r i t o p o r d o s mo n j e s c a t ó l i c o s , H e i n r i c h K r a m e r y J a c o b S p r e n g e r , d o n d e r e f i e r e n l o s
procesos inquisitorios contra la brujería. Fue publicado hacia el 1484.

79
Eduardo Cordoví Hernández

sentencias de muerte debido a su cargo como canciller en Dresde y miembro


de la facultad de jurisconsul tos de Leipzing.

Miembro de esta dinastía fue el general alemán , Kart Haushoffer (1869 -


1946), un ocultista que estuvo en el Tíbet donde fue iniciado en enseñanzas
secretas. Por su defensa sobre la tesis de la preeminen cia de la raza aria, R.
Hess, lo presentó a , Hitler, quien lo consi deró un filósofo, alcanzando,
desde, entonces, gran autori dad pues fue el director del Grupo de Thule,
secta secreta de corte místico con gran influencia en el na zismo, en la cual
militaron los más altos di rigentes del III Reich. A él , se debe la
instauración de la esvástica como emblema del nazismo.

Sin embargo, el considerado más importante de los anti guos vampiros


alemanes fue, Johan Valentinus An dreae, (Wurtemberg 1586, Stuttgart
1654), quien perteneció a la dinastía Emmerich. Fue diácono lute rano, en
Vaihingen, en 1614 y superintendente de la ciu dad de Kaw.

La Rama Francesa , consta de dos dinastías princi pales; una con sede en
París, llamada Du Fleur y la de Nantes, nombrada De Reis.

La dinastía Du Fleur, pudo haber sido fundada por el conde , Antoine Du


Fleur (1521-¿?). Ocupó el cargo de procurador general en la corte de Carlos
IX , y tuvo una participación destacada en la masacre de la No che de San
Bartolomé, contra los hugonotes. Según la tradi ción, prefería la sangre de
recién nacidos. Fue apoyado por Carlos IX , quien reinó en Francia desde
1560, cuando contaba diez años de edad, hasta su muerte en 1574.

La dinastía de Reis , se cree fundada por el militar , barón Gilles de Rais,


hombre de inmensa fortuna la cual per dió por causas de la guerra,
dedicándose desde entonces a la alquimia y el ocultismo para recupe rarla.
Acompañó a Juana De Arco , rumbo a Orleáns, y combatió junto a ella. En el
año 1440, compareció ante los tribunales, acusado del asesinato de más de
cien niños durante ritua les satánicos en los cuales bebió sangre de ellos.
Resulta ser el más reputado vam piro de Francia.

80
Conspiración en La Habana

La Rama Española presenta, de igual forma, dos dinas tías


preponderantes: la Villa Nueva, de Sevilla y la Igles ias, de Madrid. La
primera, parece haber sido fun dada por el astrólogo y alquimista , Arnaldo
Vilanova (1235-1313). La segunda, por, Amarildo Fuentes Iglesias (1355 -
1416).

La Rama Rumana , reúne las dinastías Bruhesesn, de Buca rest;


Katterfelto, de Prusi a; Lobaczewski, de Cracovia, en Polonia;
Nikolaievitch, de Moscú y Emme rich, de Kiev, en Ucrania.

La Rama Itálica , no posee una cantidad crítica de miem bros pero


contrarresta la influencia agresiva del Vati cano, contra el Pentagrama.
Tiene su sede en P alermo, donde se agrupa la más distintiva de sus dinas -
tías, la Cupertino, comandada por el conde, Marcello Murillo de Andreas
Cupertino (1204 -¿?), su fundador.

En cuanto a la conducta social de los vampiros , hay diversas opiniones.


Hay consenso en lo qu e respecta a su proclividad a la melancolía, la soledad
y, por tanto, a ser poco sociales; sin embargo, se sabe que pueden sostener
amistad y estrechos niveles de colabora ción con los humanos fuera de todo
comercio de sangre. Se tienen noticias de muchos clanes que han te nido en
sus filas a muchos humanos reali zando actividades de alta jerarquía.
Algunos vampi ros han llegado a extremos de sacrificio por sus aliados
humanos. Muchos de ellos son capaces de soste ner a sus vasallos con su
propia sangre, la cual puede resultar narcótica.

Otro de los temas, en los que se admite credibilidad en tre los entendidos,
es el alto nivel erótico, sobre todo en las mujeres, quienes pueden llegar al
lesbianismo. El erotismo de los vampiros, sin embargo, no es del t ipo que,
por lo general y como ejemplo, se le atribuye, a los sáti ros del antiguo
mundo griego, sino más sublime, menos sexual y sí mucho más permeado de
sensualidad y de aberraciones fantasiosas tales como, el aderezo de la
relación íntima con largas ses iones de caricias, exquisi tez en la decoración

81
Eduardo Cordoví Hernández

de la alcoba, en un ritual sensua lista poco familiar para el machista latino.


Durante el sexo, dicho en propiedad, el vampiro no expone una conducta
pasional, no parece estar pre sente en el acto, ya que no existe una
participación emotiva ni cerebral.

Uno de sus mayores atributos es la fascinación, lo que en Cuba llamamos


bajeo, que consiste en todo un preám bulo de miradas, diálogo corporal y
hasta técnicas de hipnotismo o su propio magnetismo animal , desarrollado
con amplitud, debido a su condi ción.

En los tiempos modernos , las atrocidades y horrores de las escenas


sangrientas y la violencia de los ata ques, mordeduras, etcétera, van en
decadencia, y aun que puedan aparecer, son parte de un esquema de p roceder
que va dando paso a un vampirismo mucho más elaborado en que la
vitalidad animal atribuida a la materialidad de la sangre va dejando espacio
al concepto de la energía vital desde un punto de vista cuántico que la
percibe como un campo de alta fre cuencia y desde un punto de vista más
comprensible como la voluntad o la atención; que, en defini tiva, es lo que
pretende robar de los huma nos, el vam piro.

Los vampiros, siempre necesitaron siervos, esclavos, vasa llos, que los
atiendan o administren sus bienes du rante el día, mientras duermen, o
cuando entran en lar gos periodos de letargo, los cuales pueden durar hasta
siglos. Por eso entraron en cierta sociedad con los licántropos, quienes
pueden tener una actividad diurna normal y nocturna parcia l, debido a que
se alteran s olo durante la fase de luna llena, perdiendo el control y la
posibilidad de ser gobernados. Quizás, por esto, siempre hayan sido
menospreciados por sus sires, quienes los ven como seres inferiores a los
humanos.

82
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO XIV
La Habana, 1936 – 1985

Servando Durán, de veinte años de edad, había lle gado a Cuba casi a
mediado de los años treinta huyendo de la guerra española, tratando de
abrirse paso en el n uevo mundo.

Era un mocetón fornido. Normal. Como todos los mo zos en la veintena,


excepto por un rasgo privativo: un lu nar, parecido a un tatuaje de los que
ahora, en los años primeros de este siglo iniciador del Tercer Mile nio,
hacen moda en casi todo el mundo juvenil del pla neta. Se trataba de una
pequeña medialuna en el cuello, bajo la oreja derecha, sobresaliendo
indiscreta cada vez que miraba a la izquierda, montada en medio del
esternoclei domastoideo.

Había pensado que lo mejor hubiera sido march arse a los Estados Unidos,
pero no tenía familia res allá. En Cuba, sin embargo, tenía parientes
establecidos en la rama del comercio, algunos amigos y muchos paisanos, lo
cual no dejaba de ser una espe ranza. Una vez que levantara un capitalito ,
pondría proa rumbo al norte, donde en la opinión de mucho, estaban las
oportunidades.

Las cosas, desde el inicio, le fueron bien.

Sus familiares no le tendieron la mano, los amigos tam poco respondieron


y la comunidad española, ver a otro gallego tratando de hacer fortuna, lo
vio como una ame naza, en un medio político -económico nada halagador.
Por otra parte, el pueblo de Cuba aunque estaba muy permeado de las
costumbres españolas, veía a los peninsu lares como emigrantes explotado -
res, avaros... No obstante a tod o, hizo como Hernán Cortés: quemó las
naves. Apenas al mes de haber lle gado, se jugó todo el dinero que traía y se
ganó el premio gordo de la lo tería nacional.

83
Eduardo Cordoví Hernández

Conoció a un joven enigmático que lo ayudó mucho. A pesar de que era


más bien un artista, un escultor con aspecto de alquimista medieval:
Eusebio Fernández, quien le dio orientaciones para invertir el dinero y
colaboró con él dándole consejos, haciendo ges tiones y estableciendo
contactos para conseguir emplea dos confiables.

Servando, en, el año 1940, era dueño ya de tres bode gas y comenzaba a
acariciar su idea inicial de esta blecerse en La Florida. La situación política
en Cuba no le gustaba. Se había casado con la hermana de Eusebio y tenía
la aspiración de que sus hijos vivie ran en el mejor lugar del mundo.

En 1945, su esposa dio a luz un varón. Ese mismo año , partió hacia
Miami a fin de realizar varios contactos de negocios. Le habían hecho
ofertas y estaba en condi ciones y disposición para sentarse a considerar
propuestas.

En Miami, todo marchó bien. Inició negociaciones con un norteamericano


bien establecido quien le ofreció, si en un par de años llevaban un ritmo
ascendente en las ganancias, llegar a firmar convenio de sociedad, lo cual
era ideal para sus planes.

Dadas estas nuevas con diciones en su vida profesio nal, tenía necesidad
de viajar con frecuencia al sur de La Florida.

En uno de esos viajes, ya para finales de 1956 , por septiembre , conoció a


una mujer extraordinaria. Llena de vitalidad y de an sias emprendedoras.
Ella había nacido en Idaho, según le dijo , aparte de su lengua natal, el
inglès, hablaba muy bien el castellano y sabía francés. Era muy divertida, le
encantaban el baile y la música y, su sueño, ser actriz de cine. Tenía mucho
orgullo de su origen indígena, el cua l se remontaba hasta la época en que
los colonos blancos no tenían si quiera mapas del país.

Cada vez que, Servando, viajaba a Miami se veían, y cada vez iba más a
menudo.

84
Conspiración en La Habana

No le ocultó ser casado y tener un hijo en Cuba, pero no fue impedimento


para que el amor surgiera entre ellos con una pasión impetuosa.

En diciembre de 1956 , ella le dio una noticia que lo hizo entrar en una
revisión de valores morales, aun que no se lo comentó. Todo parecía
suponer que es taba encinta. Pero en enero del año cincuenta y siete ya
estaba confirmado. Debía dar a luz para julio.

En febrero del cincuenta y siete, Durán, tiene que regre sar a La Habana
con urgencia. Su esposa había enfer mado de gravedad, falleciendo, nada
menos que, en julio. Aquello , lo interpretó como un c astigo por su pe cado y
decidió poner fin al romance. A través de sus socios comerciales vendió sus
negocios en Miami.

Servando Durán, era católico y amaba a su esposa y a su hijo. Nunca


había sido, en realidad, consciente de te ner una familia constituida .
Casarse, ser padre, tener nego cios; eran eventos que le sucedieron sin darse
cuenta. Tampoco había tenido amantes. Su relación con Wilma, aunque
intensa, había sucedido como algo natu ral, tal como llueve o como oscurece
al anochecer. Pero la muerte de su esposa, en el mismo mes que debía na cer
su hija ilegítima, le hacía revalorar los hechos de su vida desde un ángulo
nuevo.

Por otra parte, amaba a Pocahontas, como él le decía, pues le resultaba


difícil pronunciar el nom bre de la india de quien ella decía descender; pero
la idea de tener una hija espuria, oculta en las sombras, era algo que no le
gustaba y el sentimiento del pecado comenzó a herirlo. Pensaba en las
ironías del destino, en las vuel tas que da la vida. ¿Y si un día, al pasar los
años, su hijo se encontrara la hermana descono cida? ¿Y si…? ¡Vaya , usted,
a saber!

Toda aquella situación lo sacudió. Muy fuerte.

85
Eduardo Cordoví Hernández

Una tarde, en el invierno del cincuenta y siete, agarró un cuaderno de


notas y media botella de coñac que guar daba en su despensa y, acompañado
por su cuñado, Eusebio, fueron a bebérsela sentados en el Ma lecón, a la
entrada de la Bahía de La Habana, en La Punta. Mien tras meditaban sobre la
reciente historia, Servando describió, en pocas líneas, los dramáticos
eventos en una hoja de su libreta. Al terminar, en rolló el pliego y lo
introdujo en la botella, lanzándola al mar.

Pensaron que las olas la estrellarían contra los arreci fes, pero no. Poco a
poco, entre las aguas y las som bras frías de la noche que caía, se fue
perdiendo hacia altamar.

A pesar de que, Eusebio Fernández , se mostró muy com prensivo y


solidario con su cuñado, Servando , se sentía cohibido y evasivo, quizás , por
ser hombre más conservador.

Días más tarde , vendió sus bodegas en La Habana y, con su hijo de trece
años, se marchó a Es paña, tras una breve despedida de compromiso con el
único pariente de su difunta esposa.

Allá, dejó al muchacho al cuidado de su familia y se volcó de lleno en la


vida religiosa, relacionándose con el Opus Dei.

Al principio , Servando y Eusebio se escribieron algu nas cartas. Éstas


demoraban meses en llegar y la distan cia y la dinámica de la vida acabó por
alejarlos de forma definitiva.

En La Habana, Eusebio , continúo su vida bohemia.

La idea de la creación del Opus Dei se debe al Todopoderoso, brindada


por éste, al sacerdote Josémaría Escrivá de Balaguer, un dos de octubre de
1928, según confesara con posterioridad.

La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y el Opus Dei, recibió


aprobación del papa, Pío XII, el once de octubre de 1943, aunque la noticia

86
Conspiración en La Habana

no llegó a la capi tal española hasta la semana siguiente. El ocho de di-


ciembre, el obispo de Madrid , constituyó ,con todo el debido protocolo, La
Sociedad Sacerdotal , en su diócesis.

Para el año 1966, Servando Durán , era un miembro numerario al que se le


auguraba una brillante carrera en tal congregación como sacerdote.

Su hijo, cumplidos los veintiún años de edad, seguía los pasos de su


padre, con una vocación natural para el sufri miento y el sacrificio. La
confesión de su pa dre sobre una hermana desconocida fue un argumento
más para justificar su voto de castidad, su entrega de por vida a las tareas
del Opus y al auto castigo, por el pe cado paterno, por medio del cilicio 23 y
la disciplina 24.

En 1971, ya había pasado sus cinco a ños de oblato en el Opus.


Estudioso, inteligente, devoto y aplicado ; en el año 1975, fue captado por la
Santa Alianza.

Un extraordinario conflicto , de extremo peligro para la Iglesia , parecía


estarse dando lugar, de acuerdo al cotejo de varias informacion es en poder
de la Santa Alianza, y, el hijo de Servando Durán , había sido desig nado
para instruirse en el programa.

Debía pasar cierto entrenamiento, ponerse al día so bre determinados


detalles, estudiar documentos, códi gos de cifrado, etcétera, incluso
someterse a una dis creta intervención quirúrgica para eliminar marcas
personales tales como tatuajes o cicatrices demasiado visible que pudieran
identificarlo. En su caso el lunar hereditario en su cuello, la media luna
bajo la oreja derecha.

23
U n t i p o d e b r a z a l e t e c o n p i n c h o s q u e , p a r a m o r t i f i c a r l a c a r n e , s e a b r a z a b a a l mu s l o o a l
brazo.
24
Especie de azote de nueve ramales a los que se ataban púas y otros metales. Tales
i n s t r u m e n t o s e r a n d e u s o c o mú n e n t r e l o s mi e m b r o s d e l O p u s .

87
Eduardo Cordoví Hernández

Diez años, después, luego de una cuidadosa prepara ción y el


cumplimiento de varias misiones de prueba; una tarde de abril de l año 1985,
en el aeropuerto de Bara jas, Madrid, Durán hijo, con documentos que le
acreditaban otra identidad, aguardaba un vuelo de Ibe ria, rumbo a La
Habana.

CAPÍTULO XV
Lawton, La Habana, 1987 - 1994

Existe una rara recurrencia de eventos en la vida real. A cualquiera , le


parecería que se trata de artilugios litera rios o estrategias publicitarias , si
no pudieran ser corroboradas por la historia. La vida, propicia circunstan -
cias coincidentes, pero la mayoría de las perso nas no aprecia que vivimos
en un mundo cuya magici dad no cesa.

Rafael, el pintor renacentista italiano, nació un Vier nes Santo y murió, a


la edad de Cristo, un Vier nes Santo; aparte de su maestría profesional, este
suceso le dio sobrenombre: El divino. José Martí, após tol de la
independencia cubana y uno de los precur sores del modernismo, prim er
movimiento litera rio iniciado en América, fue bautizado en la iglesia Ángel
de la Guardia, de la hoy Habana Vieja. Poco antes de su muerte, su
custodia, como presidente de la República en Armas, fue encargada a un
mambí, cuyo nombre era: Ángel de la Guardia.

Lo milagroso, oculto tras el velo de nuestras percepcio nes, ha sido


vislumbrado por la Física moderna. Hoy, en cualquier texto científico sobre
Mecánica cuántica, podemos encontrar términos para la nomenclatura de los
guarismos con que se expr esan, de forma matemática, los eventos y
relaciones de la natura leza, que evidencian su carácter fantástico: números
cuánticos de rareza, Princi pio de Incertidum bre, partículas encantadas. La
propia Teoría de la Relatividad y su idea de la curva tura del espacio, la cual
fue ya fotografiada, así como la Te oría de la Gran Explosión , para explicar

88
Conspiración en La Habana

la formación del universo, cuyo eco aún perdura y ha sido hasta grabado,
exigen un nivel de abstracción, que otros lla man fe en la ciencia, muy
semejante al necesario para creer que Dios dijo: Hágase la luz, y que fuera
hecha.

A partir de 1987 y hasta 1994, Rodelio Fandel, ocupó su tiempo libre en


indagar sobre Olidio Olderfán y, de vez en cuando, masturbarse.

Como Vallejo, Olidio Olderfán , murió la tarde de un jueves lluvioso,


pero no en París, sino en La Habana. Fue el autor de la célebre frase: la
vida de un hombre es la historia de todos, sin embargo, pasó inadvertido
para sus contemporáneos.

Tuvo una rara capacidad para realizar una gran canti dad de actividades,
algunas sin ninguna conexión. Por ejem plo, junt o con lo que puede ser
llamado un relativo acierto con los pinceles, realizó trabajos como plomero,
electricista, carpintero, albañil y herrero. Exis ten algunos reportes de su
actividad musi cal pero, Rodelio, no trató de confirmarlos pues no procedían
para los fines de su investigación. Lo que sí pudo compro bar, fue la
realización de varios lienzos, pinta dos al óleo, dispersos, ¡Y anónimos!, 25
por toda Europa y diversos países de América, vendi dos a turistas en la
Feria de la Habana Vieja, cono cida como Feria de la Plaza de la Catedral o ,
más simple, Feria de la Cate dral; denominada así, incluso después, que este
mercado dejara de funcionar en esa locación.

Todo comenzó así…

En el año 1988, Fandel, se encontraba enfrascado en la búsqueda de cosas


de posible utilidad que eran verti das por casi todas las empresas de la
capital en el, entonces, famoso basurero de Cayo Cruz. Allí po dían
encontrarse máquinas de escribir, motores, equi pos electrónicos con
desperfectos, muebles viejos en tre los deshechos, pero era posible rescatar
del fuego aparatos que, con un poco de industria y paciencia, echaban a

25
Sus cuadros se vendieron con la firma de los artesanos que los comercializaron .

89
Eduardo Cordoví Hernández

andar con piezas de otros y no era raro encon trar personas realizando esta
tarea. Por este enton ces, a quienes se dedicaban a este trabajo se les
llamaba: buceadores. buzos.

El caso fue que en este buceo, en las profundidades del desperdicio, hubo
de trabar encuentro con un viejo escrito rio de caoba labrada a medio
quemar. Estaba aún,con suficiencia, sano como para demostrar rancia es -
tirpe y empleo digno. Quizás por ello se aven turó, curioso y atraído por
algunas de las pocas gavetas que con servaba, a revisarlas por tentar la
casualidad de un hallazgo extraordinario: un doble fondo relleno de billetes
de banco, producto de un robo minuciosamente planeado, algún anillo de
oro, alguna cajita de música encha pada con nácar o labrada en mar fil,
cualquier ob jeto antiguo. En fin, cualquier cosa.

En efecto, encontró algunos recortes de periódicos y revistas


conservados, concuidado, en un sobre ne gro de polietileno (de aquellos que
se usaron para enva sar, conservar y trasladar posturas de café catu rra, para
lo que se supuso iba a ser la explosión econó mica de la capital cubana ,
cuando se produjo la fiebre nacional del Cordón de La Habana).

Iba a desechar su hallazgo , cuando encontró el nombre de Odilio


Olderfán, escrito en un recibo de pago pertene ciente a una institución
naturista llamada Vida.

Luego de catalogar como interesantes, las notas y recortes de diarios,


leídas rápido bajo el aluci nante sol y con el apremio de que otros buzos
fueran a llevarle ventaja en la posesión de cosas útiles, incor poró a su haber
el oscuro sobre metiéndolo , con premura, en su bolso y, ávido de
aprovechar aquella insólita ocasión tan deseada, se aprestó a continuar la
búsqueda en la siguiente gaveta.

Sin mayor esfuerzo logró abrirla. Contenía una caja aplas tada de lata, de
unos veinticinco por treinta centí metros y unos diez de espesor. La
oxidación, hizo difícil destaparla.

90
Conspiración en La Habana

Dentro había un legajo de cuartillas de papel bond en formato de ocho y


media por once y media pulgadas, bien presillado y metido en un sobre de
manila.

Sentarse a leer allí , era impropio; así que guardó todo en su bolso y se
marchó sintiendo, más o menos, lo mismo que debieron sentir aquellos
beduinos en los años cua renta; cuando, buscando unas cabras perdi das,
encontraron en una gruta, cerca de Qumran los, más tarde famo sos, rollos
del Mar Muerto.

En casa, con tiempo y comodidad, leyó con rapidez el contenido del


legajo, en busca de datos. Resultó un texto en prosa que parecía ser apuntes
para una novela, pero ninguna dirección ni número telefónico; ninguna carta
u otra referencia donde hallar a Ol derfán.

Con la única pista cons eguida entre aquellos papeles, trató de continuar
la pesquisa.

Le costó trabajo dar con tal asociación.

Vida, tenía su asentamiento en las afueras de la ciu dad, en una finca de


Guanabacoa, en las proximidades del Cementerio Judío. Fue una sociedad
de vegetarianos fundada por emigrantes españoles en los años veinte. Éstos,
compraron algunas hectáreas en la zona rural y edificaron un hermoso
chalecito de madera de dos plan tas.

El movimiento, tuvo su época de oro hasta los años cin cuenta; pero,
como paradoja, durante la llamada Década Prodi giosa, comenzó a declinar
y, a partir de los años setenta de mil novecientos, entró en franca
decadencia. La mayoría de sus asocia dos eran ancianos y carecían de
medios para hacer divulga ción de las bondades natur istas, de modo que la
membrecía era, cada vez, más reducida. Por otra parte, eran personas poco
instruidas en asun tos que no fueran Trofología, Naturismo, Homeopatía, y
ciencias afines, por ello no estaban al tanto del cum plimiento de las exi -

91
Eduardo Cordoví Hernández

gencias que el Registro de Aso ciaciones del Estado , les hacía con
periodicidad.

Uno de sus miembros fue el padre del comandante Camilo Cienfuegos.


Cada vez que el Registro de Asociacio nes imponía una multa o amenazaba
con establecer alguna demanda para la disoluc ión del insti tuto, llamaban al
viejo Cienfuegos y éste a su otro hijo , Osmany, quien ,en aquel momento,
era Secretario de Estado, y el asunto se echaba al olvido.

Existieron otros asuntos al margen.

Dado que los fondos en el Banco decrecían, pues de ellos debían pagarle
al encargado de cobrar las cotizacio nes a los miembros (que, como se ha
dicho, no pasaban de unos diez, de los cuales eran activos tres o cuatro),
pagar la luz, algunas labores de manteni miento, etcétera, la Junta de
Dirección deci dió poner en práctica una solución para ganar dinero.

Según establecía la constitución de la dicha Socie dad, era posible que los
miembros rentaran, hasta el año dos mil, parcelas de los terrenos de la finca
para construir albergues familiares , donde pasar los fi nes de semana por un
módico precio. El único requisito era ser socio pagando la ridícula cuota de
un peso al mes.

Por aquella época, como persiste aún hoy, existía una creciente necesidad
de viviendas en la capital. A esto se sumaba el éxodo de personas qu e
emigraban desde las provincias orientales de la isla, en busca de mejo ras de
vida en la urbe. Este movimiento migratorio interpro vincial inspiró a Juan
Formell, para otro de los éxitos musicales de su orquesta , Los Van Van: La
Habana, no aguanta más.

Con facilidad, encontraron nuevos miembros quienes s olo eran


vegetarianos y naturistas nominales, con el interés de levantar cuatro
paredes ¡con cualquier mate rial! y establecerse bajo un techo.

92
Conspiración en La Habana

La zona rural, en las afueras, era idónea para escapar del control
estadístico de las autoridades de planifica ción física, los CDR e incluso la
policía.

El caso: En poco tiempo se formó un barrio marginal, bajo el amparo le -


gal de la finca naturista.

Después, el padre de Camilo murió.

Entrar en contacto con , Osmany, se hacía difícil. Así y todo, todavía , era
posible dar con él y conmoverlo.

Tal era la situación hasta que llegó, en definitiva, la demanda de


disolución firmada por el Ministro de Justi cia.

En estas circunstancias llegó , Rodelio Fandel, a tan singular institución,


preguntando por , Odilio Olderfán.

No aparecía en el registro de miembros (otra de las cau sas de la orden de


disolución era la falta de contro les). Le informaron que el único que
conocía a todos los asocia dos era el cobrador de recibo s, un robusto anciano
español octogenario y dispuesto, quien le dijo a , Rodelio, que, Odilio
Olderfán, había sido un hombre raro: Lo veía una vez al año pues pagaba
sus recibos de esa forma. Por otra parte, no sabía donde vivía con exacti tud,
una vez estuvo en su casa en la barriada de Law ton, pero no se acordaba de
la dirección. Desde aquella vez, Olderfán, había decidido ir en persona a
pagarle para evitarle el viaje. Supo de su muerte por un cono cido de ambos,
pero, éste, se había ido del país.

Fandel, volvía a quedar en las mismas. Recordó, enton ces, el legajo con
la supuesta novela, quizás se tratara de otra cosa.

Pudo descubrir y atar algunos cabos sueltos. Aunque lo más significativo


resultaba que eran textos escritos por diversas personas quie nes los habían

93
Eduardo Cordoví Hernández

elaborado a partir del hallazgo fortuito del texto anterior, ordena dos hasta
llegar a Olderfán, pero en orden descen dente.

Rodelio Fandel, comenzó a leer las notas de Olidio Ol delfán:

«Admito que esta introducción puede parecer intrascen dente e inconexa


con los hechos que a conti nuación expongo pero un lector atento a los
detalles descubrirá los velados intereses que subyacen entre fragmentos de
texto que otros ojos determinarán inco herentes.

»Mi nombre es Odilio Olderfán ; y si escribo estas líneas se debe a un


extraño suceso que a continua ción relataré y del que solo conoce un amigo.

»Me habían contratado para unos trabajos de albañi lería en una vieja
mansión que le habían entregado a cierta familia que contrató mis
servicios. Comencé a repicar las paredes para retirar los revoques
desconchados, ya que los techos no parecían presen tar problemas.
Repicando con el hacha en una pared, no me fue sorpresa escuchar un
sonido hueco. Este sonido es propio de los repellos cuando se separan de
los ladrillos y dejan un espacio, un intersticio que pro duce este sonido
peculiar. Pero el sonido persistía aún des pués de haber retirado el
revoque.

»Consideré la posibilidad de que los ladrillos estuvie ran sueltos o que


esa zona de la pared estu viera encha pando algún pase de tuberías de
reventilación. El caso fue que, en efecto, advertí unos ladrillos sueltos y.
de inmediato, arremetí contra ellos, más por exami nar la zona interior que
por otra cosa. Era posible que me encontrara con algo se creto, algún
refugio, algún escondite para joyas. De vez en cuando corría la noticia de
que era encon trado en algún caserón anti guo, así mismo, oculto en pisos o
paredes, cuadros de gran valor, dinero y jo yas. Pero no. Lo que pude
encontrar en aquella p equeña cripta fueron papeles. Nada de documentos
legales, simples papeles escritos a mano en apretada caligrafía. Con tinta
roja tal como la usada por los emperadores romanos.

94
Conspiración en La Habana

»Iniciaba mi trabajo en aquel lugar, ni siquiera tenía un ayudante, algo


que evitaba al máximo a fin de poder ganar más, de modo que me tomé unos
minutos para inspeccionar mi hallazgo.

»Realicé una lectura superficial, un simple hojear sin leer páginas


completas. El manuscrito me pareció apun tes para una novela y lo guardé
para leerlo con detenimiento cuando llegara a mi casa. Tales escritos
tenían una particularidad, y de inicio me hizo conside rarlos provenientes
de una persona inculta, esta ban plagados de faltas ortográficas. Más tarde
supe que no eran tales.

»Andrés Bello ha bía hecho recomendaciones revoluciona rias para la


Ortografía en castellano; Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de
Literatura, escri bió su poesía siguiendo sus reglas; José María Vargas
Vila, escribió con un sistema de puntuación muy personal; en inglés,
edward estlin cummings, con su inconformismo tipográfico, hizo lo suyo
hasta con su nombre; James Joyce , escribió el último capítulo del Ulisses
prescindiendo de signos ortográfi cos de mayúsculas y de lógica sintáctica.

»Más tarde, ya en condiciones para un análisis de aque lla obra y con la


curiosidad por ver de qué se tra taba, pude percatarme de otros papeles los
cuales no tenían relación con el texto principal, pues estaban presillados e
independientes.

»Se trataba de apuntes, algunas anotaciones es critas, al parecer, con tal


premura que eran ininteligibles; nom bres, operaciones matemáticas, que
supuse cálcu los financieros, y algunos dibujos geométricos que parec ían
sacados de algún viejo mamotreto de alqui mia.

»Pude concluir que el autor de aqu ellos escritos se lla maba, Lirido
Fandelo. Su nombre, no sé por qué, me suena italiano, aunque no tengo más
que esta aprecia ción subjetiva para atarlo, a esa categoría fi losófico-
matemática que llamamos espacio, con la pa tria de Gio vanni Pappini.
Salvo algunas fechas sin conexión con ningún evento preciso de esta

95
Eduardo Cordoví Hernández

historia, me aventuro a ubicarlo en esa misma necesaria abstrac ción


convencional que llamamos tiempo, como un hombre ya adulto en la década
de los años veinte.

»Pudo haber sido escritor, a l menos alguien que publi cara, pero sus
escritos nunca llegaron a las im prentas. Esto lo supe , después, de algunas
indagaciones, con la finalidad de verificar su existencia pues , hasta donde
pude leer, aquello parecía tan fantás tico que co mencé a pensar en la
imposibilidad de que esta historia pudiera tener contacto con la vida real.

»Lirido Fandelo, había sido en realidad un escritor descono cido. Aunque


no tan así. Con exactitud se puede afirmar que fue, en propiedad, un
escritor. Pero esta definició n se presta a confusiones dado que entende mos,
de forma general, por escritor a alguien que ha logrado publicar al menos
un libro. Sin em bargo, a Li rido Fandelo, nunca le publicaron un libro.

»Aquí de nuevo vuelve a introducirse un error de aprecia ción porque,


Fandelo, publicó tres libros. Los publicó él mismo, picando stencils e
imprimiendo con un viejo mimeógrafo manual , para distribuirlos entre sus
amigos. Supe que se vio obligado, por dificulta des económicas, a emplear
papel gaceta, así como que ho y en día, su nombre, en la Historia de la
Literatura Cubana, no aparece debido a que s olo pudo editar pocos
ejemplares que se han perdido.

»Muy probable es que algún lector, cuyo espíritu fuera afín con las ideas
de Lirido Fandelo, haya conser vado un ej emplar de sus obras. Quizás , en
cualquier cuarto de desahogo de La Habana, olvidado, arru gado, polvo -
riento y siendo pasto de polillas, yazca algún ejemplar de su trilogía. Y si
hoy me decido a escribir sobre este ser desconocido y maltratado por la
vida, es con la espe ranza de que al conocerse su trabajo , se le haga justi cia
y obtenga el reconoci miento merecido, para glo ria de nuestra patria.

»Conversación en la catedral, es uno de sus títulos. No he podido leer


esta obra, ni nada de lo que escri bió, pero encuentro muy extraño que

96
Conspiración en La Habana

Vargas Llosa in crementara su prestigio literario con un rótulo seme jante.


Un segundo trabajo apareció bajo la etiqueta de , El misterio de la
catedral. Es raro, existe un título similar atribuido , a Fulcanelli, editado
en Francia en 1920 , gracias a las gestiones de M. Eugène Canseliet, su
discípulo, quien jamás re veló la identidad del autor. La catedral, parece
haber sido su último esfuerzo narrativo. De nuevo, tengo que aso ciar, con
sospecha, este título con el de uno de los más conocidos números musicales
de los Cinco Latinos; pero, sobre todo, con la marca homó nima de una
reconocida conserva de salchichas en la Cuba de los años cincuenta.

»Pudimos saber que, Lirido Fandelo, había creado dos mil neologismos
con el fin de contribuir al enriquecimiento del idioma español, aunque no
los empleó en sus obras por modestia. De igual forma , fue el creador de un
idioma internacional que llamó lirifande.

»El español , Pedro Bermudo, en 1653, fue el primero en intentar la


creación de un idioma internacional. La interlingua, fue propuesta por el
matemático ita liano, Giuseppe Peano. El volapük, fue creado por J. M.
Schleyer. Lázaro Luís Zamenhoff , creó el esperanto.

»El lirifande, es semejante al gloro o al volapük, al novial o al


esperanto, s olo que más simple y práctico para la especulación filosófica,
por tal cuali dad no es un idioma para ser hablado sino pro pio para pensar,
de ahí que sea catalogado como una lengua muerta.

»Hubo otra faceta extraña en la vida de Lirido Fandelo. Fue el fundador


de la sociedad secreta de Los doce desconocidos o Los docenios. Una secta
hermética de carácter místico poco frecuente en la idiosincrasia reli giosa
cubana.

»Un amigo; persona confiable, seria y profesional; quien ha colaborado


conmigo en seguir la pista de Li rido Fandelo, ha creído hallar, (no
probar), vislum bres, puntos de contacto, y posibles trazas de la existen cia

97
Eduardo Cordoví Hernández

actual, (en forma velada, invisible y, con evidencia, oculta) de la conti-


nuidad de esta secta.

»La misma tenía; o tiene, en su origen; las siguientes características:


Debía estar constituida por una célula de doce hombres con ciertas
condiciones, quie nes eran escogidos por el fundador, de modo que no había
posibilidad de acceder a ella, si antes éste no reco nocía en tal persona las
cualidades requeridas para for mar el clan. Una vez formada La Hermandad
de los Doce y estar todos en conocimiento de sus propó sitos y tareas, el
fundador dejaba de tener sta tus de dirección y pasaba a ser un simple
miembro, deno minándose to dos: discípulos directos de Jesús. Entonces
cada uno se encontraba en capacidad para formar otros grupos de doce,
los cuales no tenían co nexión entre sí.

»De este modo un miembro conocía sol o a los integrantes de su


congregación de origen y aquellos a quie nes escogiera como discípulos.

»El fundador debía considerar como candidatos, co mo ya se dijo, s olo a


hombres, pero que demostraran con espontaneidad, sin presión de
preguntas ni proseli tismo alguno, ser proclives al conocimiento de las ver-
dades ocul tas, al orientalismo, al misticismo, pero sobre todo, a los ideales
de mejoramiento humano, desprovis tos de ostentación y deseos de ser
reconocidos.

»El primer paso era formar el clan inicial. Esto podía durar años pues el
fundador debía ser exigente, por otra parte las personas con tales
cualidades en reali dad no abundan. Pero mientras el grupo llegaba al
número límite de asociados iban estudiando los Evan gelios, en especial el
de Mateo, y poniendo en práctica técnicas de un cierta ps icología esotérica
que, Lirido Fandelo , había elaborado haciendo una sínte sis de taoísmo,
yoga, budismo zen, sufismo, cristianismo, corrientes filosóficas y órdenes
monásticas antiguas.

98
Conspiración en La Habana

»Una vez establecidos en número de doce , debían reunirse una noche de


jueves santo. Cada uno se hacía una herida en forma de cruz latina en la
palma de la mano derecha y vertían su sangre en una gran copa de vino
tinto de la cual todos después bebían por or den de antigüedad. Así quedaba
oficializado el clan.

»En semejante ritual mágico, de evidente paganismo, se establecía el


compromiso de preparar las bases para hacer frente a una supuesta guerra,
que se desen cadenaría en La Habana, entre vampiros y hom bres lobos a
principio de los ochenta y que tendría su base de op eraciones en la antigua
finca Ingenito, al Este de Law ton.

»Propongo a la lectura, y a la reflexión, las páginas siguientes , escritas


por Lirido Fandelo , y que pudiera n titularse:

»LA ENIGMÁTIKA VIDA D WALTRIO OLIBANDO

(Se añade traducción del siguiente texto al final del mismo para
comodidad del lector)

»E pasado mi vida ddikado a las letras. por ello s´ke puedo apresiar
valor n´un allazgo dpaples skritos

n´trar n´ dtalles dkomo llegaron a mí los dokumentos ke precnto dspués


dsta necsaria introduxión, ´ rsulta intrascndnt, bast sabr ke sinplemnt los
n´kontr´ n´un latón dbasuras. No c komo llegaron allí, s olo ke no kreo
fuera sl´ lugar kls korespond

una sinpl og -ada inisial ´m fue suficient p/ perkatarm dke kien los abía
s´crito era un individuo ke c ´m pa rec, al extremo ke una vs konkluida la
lectura ´m ddiké a indagar sobrél

»su nombr s´, o fue, waltrio olibando. dbió aber sido un alma tmibl a
psar d su extraordinaria kapasidad p/ el umor. dos dicípulos ke konforman
mi ermandad m´os podido konfirmar ke o libando fue un magnífico dibujant

99
Eduardo Cordoví Hernández

ke c ddicó a la litratura. Sin abr sido omosxual fue´l fundador d´la primra
asosiasión intrnasional d omosxuals unidos. La intitusión komo tal nunka
llegó a stablcrc n´ realidad, pro waltrio olibando dicñó diplomas d onor ke
la tal asosiasión extndría komo tratamiento onorífiko a mienbros
distingidos o a no mienbros ke c destakaran n´las actividads klran propias.
waltrio olibando nviaba por koreo tals distinsions a sus amigos komo
broma, aunke tanbién las enviaba a sus nmig os kon una diferensia, waltrio
olibando nviaba a todos los vsinos y conpañeros d trabajo d sus nmigos una
nota asiendo públiko l´rekonosimiento ke la asosiasión ´l konfría

»waltrio olibando no s olo c ddicaba a sto

»fuel primero en´inkorporar la jitanjáfora a la narativa. su prosa


jitanjafórika, apart drmosa, s´d alto kontnido umanístiko, bast sitar, en
resumn, pues no pocemos el dokumento íntgro sino apunts sobrél, ke la
dklarasión d labana fue resultado dl trabajo manifestado por el grupo ke
fundó olibando i ke fue konocido nsta siudad konl nonbre d triángulo d
lawton, parafraseando al famoso církulo d praga ke c formó en torno al
príncip ruso trubebetzkoy i ke p/ acr más auténtika la analojía los cgidors
d waltrio olibando comensaron a darlel título d mar kés y d sire. otros
invstigadors presisan kel nonbre d triángulo d lawton c deb al echo d abr
sido un movimiento limitado a tres prsonas. la dklarasión d labana, o
manifiesto d lawton komo más propiament c precntó l´dokumento; plantaba,
entre otros no meno s singulars i renovadors aports, un llamado a la
konsiensia d los intlectuals i artistas, prinsipalment pintors i escritors, a
no komersialisar sus obras, basándoc en´kel art s´patrimonio d la
umanidad i no db cr objeto d lukro, la informasión, l´goc stéti co i
lapresiasión artístik, según l´triángulo d lawton lidreado por waltrio
olibando, db fluir librement i cr d gratuito axeso. por supuesto, tals
konsidrasiones no enkontraron eko sino rpulsa por part d editors,
distribuidors, dueños d galerías, así komo por la malloría d los artistas
konsagrados (i tristement tanbién d los ke staban luchando por

100
Conspiración en La Habana

konsagrarc). olibando fue akusado d komunista por las autoridads polítikas


i d stúpido por los intlctuals.

»l´movimiento lawtoniano no prospró. kedó latnt enl ink onscient


kolektivo dskubierto por carl gustav jung. más tard otros scritors
extranjeros an komensado a acr lo mismo, bastn tres ejenplos:
l´nortamerikano bruce sterling y l´spañol claudio hernández; kiens an
puesto algunos d sus libros d akcso gratis n´int rnet i l´argentino ernesto
sábato, kien en su obra el scritor i sus fantasmas (1987, Edit. Seix Barral,
pág. 98), scribiera: Si nos llega dinero por nuestra obra, está bien. Pero
escribir p/ ganar dinero es una abominación.

otra prueba, d mucho más pso, so n las graduals exijensias al respkto


propuestas e inpuestas, traspasando los límits dl dlito, por la jenración d
phreekers, hackers, crackers i lamers. kisás grasias a la aktividad
¿dlictiva? d sta sosiedad marjinal kada día ca posible nkontrar más
informasión gratuita nel cibrspasio

»abría ke dsir algunas palabras kon relasión al koncpto d la


marjinalidad. tndríamos ke ablar dl art flamnko, nasido d las fiestas d los
jitanos andalucs reprimidos por prckusiones étnikas, mesklados kon judíos,
árabs i nrikesidos kon los ritmos d los ngros ke komnsaban a llegar por
l´puerto d cádiz procdnt d las antillas. abría ke ablar dl soul, dl blues, dl
rock, dl rap, p ro no. cgiremos ablando dl diabóliko waltrio olibando

»ralmnt todo parec cr una artimaña p/ dstruir el kom rcio y k los scritors
c mueran d ambr

»waltrio olibando rdactó su obra n´scritura sifrada i tuvo tres propósitos


p/ acrl el primro parecrc a jesús d nasaret

»no muchos ombrs tinn la surt o la prdstinasión o l´jenio d pasar a la


istoria sin abr skrito, komo sucdió kon l´divino plícano o antriormnt kon
sókrats. ´la maioría d los onbrs clbrs an skrito una obra. sókrats no. jesús

101
Eduardo Cordoví Hernández

tanpoko. pro jesús aunke abló p/ todos no abló realmnt p/ todos. abló en un
lnguaje oskuro p/ muchos. qienes tngan oídos p/ oír oigan , dijo. vló su
mnsaje p/ ke no fuera kaptado por kiens no lo mrsían o p/ kiens no staban
preparados p/ resibirlo. c pued dsir ke fuel prekursor dl lnguaje sifrado.
abló en parábolas, ke rsulta l´sifrado dl lnguaje articulado

»l´lnguaje skrito rekir signos

»l´cgundo, lograr ke sus lctors partisiparan d forma aktiva nl procso


kreativo d la obra. tal ls proporsiona la cguridad d cntir ke, lo leído, ls
prtnc. no lo leieron ¡lo dskubrieron!

»i en tercr lugar waltrio olibando parec no podr sustraerc d su realidad


komo skritor. komo skritor p/ l´gran públiko a psar d cr un autor erudito.
kisás por su tmpramnto umorístiko i su don d jents skribió tanbién p/ acr d
su litratura un simpl ntretnimiento. c dio cuenta ke mucha jent konpra
rompkabsas p/ pasar trabajo n´arm arlos i buska revistas p/ resolvr
krusigramas i puzzles. ¿ké mejor ke dsifrar un txto nkriptado?

»pro no c krea kes fásil dsifrar un texto aunke tnga un sistma fásil d
dsifrar

»julio csar tanbién enpleó un sistma d sifrado p/ sus documntos durant su


reinado. su sistma c basaba en sustituir la letra a nkriptar por otra
distansiada tres posisions adlant. así c obtnían mnsajes inintligibles i
durant su reinado i bastant tienpo dspués el sistma no fue rsuelto

»nl´siglo XII, l´ngls roger bacon, dscribió divrsos mtodos kriptográfikos


al igual ke gabriel di lavinde invntó l´sistma nomemclator i publikó en
1379 una konpilasión d sistmas a ptisión dl´papa clemnt VII. ´la iglesia
tanbién tuvo ke echar mano a sistmas ckretos d skritura

»c sab ke lonardo da vinci, llama do l´jigant florntino, rdaktaba sus


apunts invstigativos eskribiendo d drecha a iskierda siendo ncsario p/ podr
leerlos ponr l´papl frnt a un spjo

102
Conspiración en La Habana

»n´1467 león batista alberti kreo l´primr sistma kriptográfiko


polialfabtico i no fue asta l´siglo XVII, ke f ue dsifrado. en 1790 thomás
jfferson invntó su silindro d transposisions, ke fue utilisdo durant la
cgunda ge-ra mundial por larmada d los stados unidos. l´sistma no duró
mucho ia ke c basaba nun sistma polialfabtiko, en´1861 c abía publikado la
primra solusión jeneralisada p/ rsolvr stos sifrados poniendo fin a 400 años
d silnsio. lejércsito stadounidnc tuvo ke akudir al lnguaje apach p/ mitir
sus komunikasions militars

»La kriptografía no exprimntó parada alguna a psar dllo. Las grands ge -


ras inpulsaron la kreasión d nuevos mtodos más potnts i difísiles. la mákina
enigma dsarrollada por los almans a mdiados d los 70 fue un duro golp p/
el´ kriptoanálisis i sobre todo p/ los exprtos criptógrafos

»kon la aparisión d los mikroprocsadors ke dieron paso a las p c (siglas


en´ingls d konputadoras prsonals), así komo al internet, aparesió l´milagro
d la maior posibilidad d komunikasión rápida i flujo d informasión ke
jamás c konosió en la istoria. pro komo nunka ants lror lógiko umano tuvo
un papl´ tan krusial, kon él aparesió l´tkniko marjinal, l´bandido
intlektual, l´kurioso sibrnétiko i l´joddor sibrnáuta. todo sto dio lugar a la
ncsidad d buskar mjors mtodos p/ nkriptar, mjors sistmas p/ lograr
kontrasñas infrankeabls

»por todo sto waltrio olibando scribió l´txt o ke io ncontré i ke a


kontinuasión ofrsko: »

Traducción del texto anterior

LA ENIGMÁTICA VIDA DE WALTERIO OLIBANDO

He pasado mi vida dedicado a las letras. Por ello , sé que puedo hallar
valor en un hallazgo de papeles escri tos.

Entrar en detalles de cómo llegaron a mí los documen tos que presento,


después de esta necesaria introduc ción, resulta intrascendente, baste saber

103
Eduardo Cordoví Hernández

que los encontré en un latón de basuras. No sé cómo llegaron allí, s olo que
no creo fuera, ése, el lugar que les correspond ía.

Una simple ojeada inicial me fue suficiente para perca tarme de que
quien los había escrito era un indivi duo que se me parece, al extremo que
una vez concluida la lectura me dediqué a indagar sobre él.

Su nombre es, o fue, Walterio Olibando. Debió haber sido un alma


temible a pesar de su extraordinaria capaci dad para el humor. Dos
discípulos, miembros de mi hermandad, han podido confirmar que , Oli-
bando, fue un magnífico dibujante que se dedicó a la Litera tura. Sin tener
orientación homosexual fue funda dor de la primera Asociación
Internacional de Homo sexuales Uni dos. La institución , como tal, nunca
llegó a establecerse en realidad pero , Walterio, diseñó diplomas de honor
que, la tal asociación, extendería como tratamiento honorífico a miembros
distinguidos o a no miembros que se destacaran en las actividades que les
eran propias. Walterio Oli bando, enviaba por correo tales distinciones a
sus amigos como broma, aunque, también, las enviaba a sus enemigos con
una diferencia, Walterio Olibando , enviaba a todos los vecinos y compañe -
ros de trabajo de sus contrarios una nota haciendo público el reconoci -
miento que tal asociación confería.

Walterio Olibando, no se dedicaba, tan solo, a esto.

Fue el primero en incorporar la jitanjáfora a la narrativa. Su prosa


jitanjafórica, aparte de hermosa, es de alto contenido humanístico, baste
citar, en resu men, pues no poseemos el documento íntegro, sino apuntes
sobre él, que la Declaración de La Habana fue resul tado del trabajo
manifestado por el grupo que fundó , y que fue conocido en esta ciudad con
el nombre de Triángulo de Lawton, parafra seando al famoso Círculo de
Praga que se formó en torno al príncipe ruso Trubebetzkoy, y que para
hacer más auténtica la analogía los seguidores de Walterio Olibando ,
comenzaron a darle los títulos de marqués y de sire. Otros investi gadores

104
Conspiración en La Habana

precisan que el nombre , Triángulo de Lawton , se debe al hecho de haber


sido un movimiento limitado a tres per sonas. la Declaración de La Habana
o Manifiesto de Lawton ; como, con propiedad, se presentó el documento;
planteaba, (entre otros no menos singula res y renovadores aportes), un lla -
mado a la concien cia de los intelectuales y artistas, en especial pintores y
escritores, a no comerciali zar sus obras, basándose en que el Arte es
patrimonio de la humani dad y no debe ser objeto de lucro, la informa ción,
el goce estético y la apreciación artís tica, según el Trián gulo de Lawton ,
liderado por Walte rio Olibando, debe fluir libre y ser de gratuito acceso.
Por supuesto, tales conside raciones no encontra ron eco, sino repulsa, por
parte de editores, distri buidores, dueños de galerías, así como por la ma -
yoría de los artistas consagrados ( y tristeza, de los que estaban luchando
por consagrarse). Olibando , fue acusado de comunista , por las autoridades
políticas; y de estúpido, por los intelectuales.

El movimiento lawtoniano no prosperó. No obstante, q uedó latente en el


inconsciente colectivo, descubierto por Karl Gus tav Jung. Más tarde, otros
escritores extranjeros han comenzado a hac er lo mismo, basten cuatro
ejemplos: los norteamericanos Stealmann, autor del GNU, soft ware libre
que intenta desplazar el Windows de Bill Ga tes; y Bruce Sterlin quien,
como el español Claudio Hernández, han puesto algunos de sus libros con
acceso gratis en internet ; por otra parte el argentino Ernesto Sábato, en su
obra El escritor y sus fantasmas (1987, Edit. Seix Barral, pág. 98), escri -
bió: Si nos llega di nero por nuestra obra, está bien. Pero escribir para
ganar dinero es una abomina ción.

Otra prueba, de mucho más peso , son las graduales exi gencias al
respecto, propuestas e impuestas, traspa sando los límites del delito, por la
generación de phree kers, hackers, crackers y lamers. Quizás gra cias a la
actividad ¿delictiva? de esta sociedad marg inal cada día es
posibleencontrar más informa ción gratuita en el ciberespacio.

105
Eduardo Cordoví Hernández

Habría que decir algunas palabras con relación al con cepto de la


marginalidad. Tendríamos que hablar del arte flamenco, nacido de las
fiestas de los gitanos andalu ces reprimidos por persecuciones étnicas,
mezclados con judíos, árabes y enriquecidos con los ritmos de los negros
que comenzaban a llegar por el puerto de Cádiz procedentes de las
Antillas. Habría que hablar del soul, del blues, del rock, del rap, pe ro no.
seguiremos hablando del diabólico , Walterio Oli bando.

En realidad, todo parece ser una artimaña para des truir el comercio y
que los escritores se mueran de hambre.

Walterio, redactó su obra en escritura ci frada y tuvo tres propósitos


para hacerlo, el primero parecerse a Jesús de Nazaret.

No muchos hombres, tienen la suerte o la predestina ción o el genio de


pasar a la historia sin haber es crito, como sucedió con El Divino Pelícano,
o con anterioridad, con Sócrates. La mayoría de l as celebridades, han
escrito una obra. Sócrates no. Jesús , tampoco. Pero, Jesús, aunque habló
para todos, no habló, en realidad, para todos. Habló en lenguaje oscuro
para la mayoría . Quienes tengan oídos para oír oigan , dijo. Veló su men -
saje, para que no fuera cap tado por quienes no lo merecían o no estuvieran
preparados para recibirlo. Se puede decir que fue el precursor del len guaje
cifrado. Habló en parábolas, que resulta el ci frado del lenguaje articu lado.

El lenguaje escrito requiere signos.

El segundo, lograr que sus lecto res participaran de forma activa en el


proceso creativo de la obra. Tal, les proporciona la seguridad de sentir
que, lo leído, les pertenece. No lo leyeron: ¡Lo descubrieron!

Y, en tercer lugar, Olibando, parece no poder sustraerse de su realidad


como escritor. Como escri tor para el gran público a pesar de ser un autor
erudito. Quizás por su temperamento humorístico y su don de gentes,
escribió, también, para hacer de su litera tura un simple entretenimiento. Se

106
Conspiración en La Habana

dio cuenta, que mucha gente compra rompecab ezas para pasar trabajo en
armarlos y busca revistas para resolver crucigramas y puzzles. ¿Qué mejor
que descifrar un texto encriptado?

Pero no crea que es fácil descifrar un texto aunque tenga un sistema


poco complejo. Julio César , empleó la escritura en clave, para sus
documentos, durante su gobierno de Roma. Su sistema, se basaba en
sustituir la letra a encr iptar, por otra distan ciada tres posiciones adelante.
Así se obtenían mensa jes ininteligi bles y durante su imperio, y bastante
tiempo después, el sistema no fue resuelto.

En el siglo XII, el inglés Roger Bacon, describió diver sos métodos


criptográficos , al igual que Gabriel de La vinde, inventó el sistema
Nomenclátor y publicó, en 1379, una compilación de sistemas a petición del
papa Clemente VI I . La Iglesia tuvo que echar mano a sistemas secretos de
escritura.

Se sabe que Leonardo de Vinci, llamado El Gigante Flo rentino,


redactaba sus apuntes investigativos escri biendo de derecha a izquierda,
siendo necesario para poder leerlos poner el pape l frente a un espejo.

En 1467, León Batista Alberti , creo el primer sistema crip tográfico poli-
alfabético y no fue hasta el siglo XVII, que fue descifrado. En el año 1790,
Thomas Jeffer son, inventó su cilindro de transposiciones, que fue utilizado
durante la segunda guerra mundial por la armada de los Estados Unidos.
El sistema no duró mu cho, ya que se basaba en un sistema poli -alfabético,
en 1861 se había publicado la primera solución generali zada para resolver
estos cifrados , poniendo fin a cuatrocientos años de silencio. El ejército
estadounidense tuvo que acudir al lenguaje apache para emitir sus
comunicaciones militares.

La criptografía , no experimentó parada alguna a pe sar de ello. Las


grandes guerras impulsaron la crea ción de nuevos métodos más potentes y
difíciles. La máquina Enigma , desarrollada por los alemanes en los años

107
Eduardo Cordoví Hernández

treinta del siglo veinte , fue un duro golpe para el cripto análisis, sobre todo
para los expertos criptógra fos.

Con la aparición de los microprocesadores ;los cuales dieron paso a las


PC (siglas en inglés de Computadoras Persona les), así como a Internet;
apareció el mila gro de la mayor posibilidad de comunicación rápida y flujo
de información que, jamás, se conoció en la histo ria. Pero , como nunca
antes, el error lógi co humano tuvo un papel tan crucial, con él apareció el
técnico marginal, el bandido intelectual, el curioso cibernético y el jode dor
cibernauta. Todo esto dio lu gar a la necesidad de buscar mejores métodos
para encriptar y mejores siste mas para lograr contraseñas infranqueables.

Por todo esto, Walterio Olibando , escribió el texto que yo encontré y que
a continuación ofrezco:

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108
Conspiración en La Habana

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 

Rodelio Fandel, quedó sorprendido acerca de la su puesta guerra entre


hombres lobos y vampiros que, según el texto, tendría lugar en La Habana ,
en los ochenta. Él , no tuvo noticias de que nada similar hubi era ocurrido y
ya estaban a finales del noventa y tres pero, además, le pareció exagerado,
demasiado fantás tico y, con sencillez, absurdo.

Los párrafos encriptados , tampoco, debían decir mu cho. Supuso.

109
Eduardo Cordoví Hernández

Pero inició el esfuerzo por descubrir su contenido, más bien por


curiosidad.

Le llevó tiempo descifrarlo, aunque en realidad no era difícil. Decía así:

«LA VERDAD OCULTA DE SERVANDO

»Fue una tarde, en la playa de Guanabo , a principios de los sesenta, era


en invierno. Me gusta el paisaje marino en tiempo in vernal.

»De pronto miré a la orilla atraído por algo brillante que traían las
olas. Era una botella. Pensé que es taba vacía, abandonada en una
borrachera de bañis tas del último verano, pero no. Tenía algo dentro. Se
me ocurrió que fuera alguna de esas c artas románti cas de al guna colegiala
enamorada de su profesor, o de algún homosexual indeciso que se
explayaba en el silencio público en una confesión de urgencia, o uno de
esos mensajes de jodedores donde informan que esa botella ha dado la
vuelta al mundo para traerte la suerte pero que debes lanzar al mar diez
botellas similares a cam bio, o de otra manera recibirás una condena
terrible. Pero no era , con exactitud, eso.

»A continuación escribo, encriptado, el texto origi nal. Contiene


información valiosa que no debe caer en ma nos ajenas, pues tiene relación
con la lucha que hom bres lobos contra vampiros llevaran a cabo en La
Habana, Me pareció ser un documento histó rico sobre el futuro y por eso
lo encripto.

»Así dice el texto:

»En julio, nacerá la hija de Wilma, en Miami, pro ducto de la relación


adúltera con el gallego infame que está aquí, en La Habana, pensando
que su hijo algún día pueda encontrarse con ella.

»Servando.

110
Conspiración en La Habana

»Al leer la nota original recordé que hacía cuatro me ses un chino amigo
mío, recién llegado de Miami con sus dos niñas, me contó que la mayor no
era suya sino de su mujer quien la había tenido con un gallego. Traté de
verlo para decirle que la chica tenía un hermano en La Habana, pero no
pude encontrarlo. Después , le escribí a un amigo común en Miami ,
haciéndole el comenta rio, pero me contestó que no supo de él , desde que
éste, regresó a La Habana.

»Estoy en conocimiento de que toda esta historia , está relacionada con


trágicos sucesos por venir; y temo que estoy, por ello, siendo perseguido».

Quedó atónito, Fandel. Al final de toda aquella histo ria y de años de


búsqueda lograba encontrar algo conec tado con la realidad.

Consideró una hipótesis para explicarse cómo , el amigo de su padre, supo


de la existencia de su posible hermana en La Habana: el sentido común le
indicaba que: Olidio Oldelfán, había logrado descifrar el texto encriptado
por Walterio Olibando. El amigo de Olidio , debió ser quien le dijo al
cobrador de la asociación Vida, que, Oldelfán, había muerto. Se había ido
del país, con seguridad a Miami, donde comentó algo, lle gando a oídos del
amigo de su padre.

Pero algo no encajaba: ¿Quién era Servando? Ninguno de los amigos de


su padre se llamaba así. Al menos , los que conocía. El tal , Servando,
conocía la historia de su padre, El Gallego, pero ¿Cuánto pudiera impor tarle
para escribir semejante nota y meterla en una botella? Desde otro punto de
vista podía considerar que , Servando, no conocía la verdadera aventura de
su padre (el de Fandel) , pues lo trataba de: el gallego infame. En la histo ria
referida por su padre; quien le había confesado, antes de morir; haber
procedido con dignidad, nunca supo de la gravidez de Wilma, trató de verla
cuando se enteró que había tenido una niña, dejó encargado a un amigo en
Miami, de modo que no había nada reprocha ble en tal conducta .

Algo había ganado, luego de tantos años de búsqueda:

111
Eduardo Cordoví Hernández

1. Su hermana, tenía una hermana menor.


2. Su hermana, cumplía años en julio.
3. La madre de su hermana, se llamaba Wilma.
4. La madre de su hermana, se había casado con un chino.
¿Sería cierto que existía algo extraño en la finca de las afueras de
Lawton, próxima a su casa , y que tanto conocía?

Aquello espoleó su curiosidad. Su creciente afán de inves tigación lo


llevó a los parajes que no recorría desde su adolescencia.

CAPÍTULO XVI
Apenas, Fandel, aprendió a leer comenzó a consumir con avidez aquellas
revistas que ahora conocemos por Comics pero que, entonces , se les decía
muñequitos y que, en España, llaman tebeos. Llegó a tener más de cien.
Cada vez que su madre iba a la farmacia de Rolando Boch, en la calle
Diecinueve, esquina a Dolores, era una fiesta , porque allí los vendían a
cincuenta centa vos, nuevos, relucientes, con aquel o lorcillo particu lar a
tinta recién impresa. Ella , compraba Selecciones del Reader´s Digest, las
cuales tenían un olor a tinta mu cho más rico, pero él prefería los muñe-
quitos no por el olor, sino por los dibujos, los colores y las historietas.
Eran a todo color, con la cubierta en papel cromo, era increíble la
cantidad de episodios de cada título de muñequitos. Por ejemplo, la serie
del Pato Donald, con su tío Rico Mac Pato y sus tres sobrinos Hugo, Paco y
Luis, y su novia Daisy, pero estaban , también, las historietas del Gato
Félix, de Silvestre y Piolín, de Andy Panda, las del Ratón Micky y su perro
Pluto; Tribilín, Élmer Gruñon , el Conejo Bugs, Súper Ratón, Las Hurracas,
las del Pájaro Loco. Porky y sus Ami gos, La Pequeña Lulú, con el gordito
Toby, los de Archy, que trataban temas de muchachos en la Universi dad,

112
Conspiración en La Habana

Los del Fantasma Gasparín. Estas fueron de las prime ras historietas que
tuvo. Aunque había muchas otras.
Después, que los leía un par de veces , ya no le interesa ban pero, como
eran nuevos, los cambiaba por dos, a veces , hasta por tres muñequitos
usados que no había leído y que para él resultaban nuevos.
Así, descubrió otros géneros más adultos. Comenzó con los Muñequitos
de cowboys: El Llanero Solitario, Red Rider, Roy Roger, Cisco Kid,
Hoppalong Cassidy, Flecha Verde y Veloz. Después los de Tarzán, los del
Fantasma, El Spirit. Luego, aquellos de aviado res, Los Halco nes Negros
que más tarde se llama ban, nunca supo por qué, Los Halcones de Oro,
aunque eran los mismos personajes con los mismos nombres y el mismo
chino. Había otros que se llama ban Frente de Guerra, otros, Comandos en
Acción. Otros de terror: Cuentos del Gato Negro, Cuentos de Horror y
Misterio. Otros de aven turas: La Máscara Roja, Dick Tracy, Batman y Ro -
bin, Superman, Marvila, Aquaman. Otros que eran aventu ras de la policía
Montada de Canadá...
Después, descubrió otros más interesantes: Vidas Ilus tres, Vidas
Ejemplares y Leyendas de América.
Unos años más tarde comenzaron a esca sear, hasta que desaparecieron los
nuevos y comenzaron a vol verse caros los viejos. Llegaron a tener precios
de hasta cinco pesos , los que no tenían portadas y les falta ban hojas, luego
diez, hasta que desaparecieron por com pleto.
Para la época en que fue mayor surgió, otra vez, este tipo de publicación
para niños, pero una sola: Zunzún, para colmo difícil de conseguir.
Después, y siempre deficita ria, la portada era lo único en colores, pero no
tenía brillo y, por otra parte, siempre fue demasiado pedagógica, dema siado
interesada en enseñar , demasiado informativa,... Más tarde, apareció la
revista, Pionero, igual de escasa y descolorida. Seguro que los niños de
ahora recordarán, cuando mayores, estas publicaciones infanti les; tal como ,
la generación de Fandel , recuerda los muñequitos, pero es muy proba ble que

113
Eduardo Cordoví Hernández

con menos fantasía, menos opciones, con menos recursos espiritua les...
según opinan algu nos.
Fandel, vio la televisión por primera vez en 1956. Su madre , lo llevaba
los domingos a ver un programa noc turno para niños: Disneylandia , a casa
de unos veci nos que tenían un aparato de TV. Era en blanco y negro pero ,
él, siempre guardó la impresión de haber visto algo maravilloso.
Para el año 1957, tuvieron que mudarse de la finca en que vivían. El
dueño, un tal Papo, hijo de Fulgencio Batista, el presidente de la república,
la vendió y todos los que tenían en arrenda miento pequeñas parcelas, como
por ejemplo el dueño de la lechería, tuvieron que desactivar sus negocios,
había otros muchos semejantes: floricultores, otra le chería, vivi endas
aisladas, en fin.
Se mudaron cerca. Desde la vecindad , todavía, tenían acceso a la finca, la
diferencia era que ahora eran me nos campesinos y algo más urbanos por
solo cuestión de metros .
Comenzaron a vivir en un pequeño edificio de cuatro apartame ntos
pequeños, construido en el patio de C armen, la dueña. Allí , no se podía
tener animales ni le alqui laban a negros.
Carmen, era una vieja huraña pero su hijo, unos diez o doce años mayor
que Rodelio, lo trataba bien y le invitaba a ver la televisión. Al principio,
por las tardes; después, también , por las noches.
Allí descubrió los seriales de Hoppalong Cassidy (¡ Con actores! Nada de
dibujos animados), los de Roy Rogers, Superman, Tucstown Arizona, Bat
Masterson, La Ley del Revólver, Patrulla de Camino s, Brigada Ocho, Los
Lanceros de Bengala, Tres de Caballería, Botas y Espue las, al perro Rin Tin
Tín y el Cabo Rosty, La pe rra Lassie, el caballo Furia, Investiga ción
Submarina, Perry Mason, Mike Malone, Flash Gor don, Dick Tracy... ¡Sin
contar las pelí culas! Nombrando nada más que de los progra mas
norteamericanos (doblados al español o subtitula dos) porque había infinidad
de programas cubanos muy buenos. Dicen que Cuba fue el primer país de

114
Conspiración en La Habana

América Latina en tener televisión , incluso en colores . No puede negarse


que los yanquis han sido unos locos en eso de la penetración ideológica.
Por esa época, conoció el cine. Su madre , lo llevó a ver un filme de
Tarzán. Le dio miedo y no terminaron de verla. Fueron al cine del barrio, el
Lawton. Hoy es una ruina que ha sido almacén de mil cosas, mien tras sufría
el deterioro por el abandono, durante casi cincuenta años. Así se perdieron
muchos cines en La Habana, in cluso cines-teatro, como el Tosca, a los cua -
les venían afamados artistas. Se destruyeron poco a p oco, el Victo ria, el
Moderno, el Santos Suárez, el Dora, el Apolo, el Luyanó, el Continental,
por citar nada más los más cercanos a la barriada; porque están cerrados en
La Habana: el Bayamo, el Fénix, el Actuali dades, el Rialto, el Jigüe, el
Mantilla, La Palma, el Gran Cinema, el Reina, el Cuatro Caminos, el
Capitolio, el Pionero, los Rex Cinema y D úplex, y los que faltan son más
que los nombrados.
Después, de 1959, ya iba al cine solo, a los del barrio, o con alguno de
sus amigos. Recuerda que ponían do s películas, los avances de todas las que
pondrían durante la semana, pues la programación cambiaba a diario,
además, algunos documentales cortos y dibujos anima dos, así como el
Noticiero ICAIC Latinoa mericano. En la entrada, daban un impreso con el
programa semanal y en algunos de los cines había cafetería y en los otros se
podía salir y comprar galleti cas, maní garapiñado o palomitas de maíz y
regresar a la luneta. Había cines en que regalaban un pomo de emulsión de
Scoot; y todo no costaba más de cuarenta centavos.
Luego, el cine costaba un peso, proyectaban un filme nada más, el cual
era el mismo durante toda la se mana, no te daban impreso y no había
cafetería dentro del cine: si salías para comer algo tenías que pagar de
nuevo el boleto de entr ada. Hoy cuesta dos pesos en peores condi ciones: o
no funciona el aire acondicio nado, o se va la luz, no están limpios los
baños, o las butacas están rotas. Creo que también muchos cobran cinco
pesos.

115
Eduardo Cordoví Hernández

Hace unos pocos días , (2011) en la alocución de un di rigente del Nuevo


Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, se dijo que en Cuba
existen doscient as siete salas de proyección para filmes, es decir cines. La
curiosidad, hizo a Fandel , buscar unos periódicos vie jos y pudo contar que
¡nada más! en la provincia de La Habana había más de trescientos veinte
cines, en los años sesenta.

Mucha gente piensa que todo esto se debe a la mala organi zación
empresarial, a deficiencias en la dirigen cia estatal, otros más atrevidos
consideran que se trata de incap acidad del sistema político. El estado , por
su parte argumenta que sí, que todas estas situacio nes incómodas se deben a
las presiones económi cas que con tra el sistema criollo ejerce el impe -
rialismo unipolar y hegemónico del norte.

Fandel, estaba convencido ya, de que otras fuerzas, escon didas en las
sombras, estaban jugando un papel destructor y macabro.

CAPÍTULO XVII

Después, que, Albaricoque Riesling, recogió sus pertenen cias en la


morgue, dejando (Con la mayor desfa chatez) a un grupo de estudiantes de
medicina sin recibir su práctica de disección, se dirigió, aún atontado por la
intoxicación alcohólica, a casa de su amante , Encarnación la China.

Le dolía un poco la cabeza, y sentía un extraño e scozor sobre el parietal


derecho.

¿Cómo rayos habré venido a parar a semejante lu gar? ¡Mira que querer
hacerme una autopsia! ¿Se habrá visto cosa igual?

Luego de devanarse los sesos con semejantes pensamien tos, sintió sed.
Ya era bien pasado el me diodía, pero el astro rey de un día de diciembre en
La Habana, a cualquier hora, no le envidia nada al de un agosto.

116
Conspiración en La Habana

A media cuadra, divisó una cafetería y se dirigió hacia allí con la


intención de beberse un par de refrescos. Al llegar, el hombre tras el
mostrador, un mulato achi nado, le dirigió una mirada agresiva.

– ¡No hay nada! –Le dijo.


Aquellas facciones chinescas y sus modales de doberman sin cultura, le
recordaron la noche anterior y todo comenzó a tener sentido para él.

Se pasó la mano derecha por l a cabeza y exploró con sus dedos allí donde
sentía escozor. En efecto, tenía un chichón como si le hubiera dado un
cabezazo a una loco motora,… pero no recordaba nada.

Había tenido algunos accidentes en las últimas sema nas; aquel


desagradable asunto en el Parque de Fábrica y luego el extraño asalto de La
Esquina de Toyo.

En efecto: su vida, personal y profesional, no resul taba estar dentro de


parámetros normales. Para colmo , ambas estaban entremezcladas con
peligro, al ex tremo de presentar ciertos antag onismos.

Sus superiores le habían llamado la atención y exis tían sobre él


acusaciones graves pero, como eran infunda das, no les dio mayor
importancia.

No obstante, decidió tomar algunas medidas.

La noche anterior, estando en casa de de su amante sus trajo una fuerte


suma, sin comunicárselo, de los ahorros que guardaban para irse a España
en los próximos meses.

Él, ya había decidido no ir y estaba dispuesto a enfren tarlo todo. Estaba


enamorado de otra mujer, mucho más joven y culta, aunque quizás no tan
exuberante como la espiritista.

No era tarde cuando salió un momento por cigarri llos. Tenía ocho
billetes de cien dólares en la cartera y unos cincuenta en el bolsillo…

117
Eduardo Cordoví Hernández

Ya en la calle, con el calor de la noche le apeteció una cerveza. A pocas


cuadras había un bar abierto las veinticuatro horas del día y, sin percatarse
de dos som bras que venían tras él a prudencial distancia, enca minó sus
pasos hacia el establecimiento.

Era temprano, aún no había sonado el cañonazo de las nueve, quizás por
eso quedaba una mesa desocu pada. Tomó asiento, satisfecho con su suerte y
llamó al mesero.

Ordenó un pollo frito y una cerveza Babaria. Como no había pidió una
Cristal de botella. Siempre le gustó el color verde del vidrio en esta marca.
Pero, como no estaban bien frías, optó por ron.

Dos hombres de mediana edad se acercaron a su mesa. Uno era rubio,


atlético, alto. El otro un mulato achi nado con aspecto de boxeador de pesos
completos.

–Con su permiso… ¿Podemos sentarnos con usted? Todo está lleno…


–No hay problema.
–Gracias. –Dijo el hombre.
– ¿Ya hizo su pedido? –Inquirió, el mulato.
–Estoy en eso.
–A nosotros, una botella de Havana Club,… ¡Añejo!–Volvió a decir el
rubio, dirigiéndose al mesero.
–Lo que consuma, el amigo, va por nosotros. –Añadió su compañero,
señalando a Domingo.
–Gracias, no es necesario…
–De ninguna manera. –Afirmó tajante el de aspecto de pugilista.
–Ya está dicho.
Y comenzaron a hablar y a beber…

Cuando pidieron la segunda botella ya , Domingo, hom bre de mundo, supo


que aquello sería para l argo.

118
Conspiración en La Habana

Pidió permiso para ir al baño.

Allí, con sumo cuidado, se quitó el cinturón. El mismo estaba provisto de


una fina cremallera de plástico en toda su extensión interior. Extrajo la car -
tera y dobló, a lo largo, los ocho billetes, co locándolos en el i nterior del
cinto. Y regresó a ocupar su lugar en la mesa.

Recordó que salieron tambaleantes, muy tarde, al filo de las cuatro de la


madrugada; una trifulca, un golpe en su cabeza… y nada más.

En medio de la acera, se quitó el cinto y abrió un tanto la cre mallera. No


le habían robado. ¿O sí? Quizás no dieron con el dinero. ¿Encarnación lo
habría visto to mar aquella cantidad y en represalia le echaba encima aquel
par de matones? ¿O se trataba de algo más serio?

No, no podía volver a casa de Encarnación. Se estaba moviendo en un


medio donde cualquier error se podía pagar caro.

Lo mejor era mantenerse oculto un tiempo. Eso le daría cobertura para


cambiar de apariencia y poder observar con un mínimo de peligro como
iban las cosas. Si todo se mantenía igual, re iniciaría a sus activida des o
comenzaría otras.

Todo saldría bien. Aquello era una tormenta en un vaso de agua. S olo se
le había ido la mano, un poco, al tomar precauciones. Pero la cautela, a
pesar de todo, nunca está de más.

CAPÍTULO XVIII
Ciudad de La Habana, 1994

La zona Este de las comarcas lawteñas no siempre fue ron como ahora (a
finales del 2008): trazados de impene trable asfalto ni amplias áreas

119
Eduardo Cordoví Hernández

polvorientas donde el sol reve rbera. Tampoco, estuvieron pobladas como


hoy, ni contaminado su ambiente con ruidos de motores, gases y líquidos
agresivos.
Aunque por los años treinta del siglo xx, en esta zona, conocida como
Finca Ingenito, comenzaron a tomar plaza algunos vecinos; nunc a vivieron
lo suficiente cerca, como para formar vecindario, y sus activida des se
mantuvieron, hasta finalizada la década del cincuenta, en un romántico
quehacer bucó lico que mantenía la apariencia de campiña, recor dando sus
orígenes selváticos a las puertas de la capi tal.

Con el triunfo de la Revolución de 1959, se iniciaron trabajos de


desbroce, trazado de calles, construcción de contenes, instalaciones de
alcantarillado, dirigidos por Pastorita Núñez, todo lo cual sentaría las bases
del futuro barrio: Eduardo Chibás.
Nunca se supo que pasó en realidad. A principios de los sesenta ¡Ah
prodigiosa década! Aún existía, en Cuba, la libre empresa y se especuló que
contratistas, que no las tenían todas con la revolución, hicieron gas tar
dinero del jov en estado realizando trabajos de mala calidad, de modo que la
ampliación urbana ter minó siendo un desastre: kilómetros de badenes de
hormigón y entubado de alcantarillas quedaron ahoga dos por la floresta que
veloz crece en estos paí ses tropicales. La realidad, era otra. Mucho más
compleja y miste riosa.
Años más tarde, de nuevo otra invasión de equipos pesa dos comenzó otro
desbroce y poco después La Finca se convirtió en un enorme almacén de
26
automóviles inservibles , que se destinaron para chata rra, la cual le
venderían a no se sabe qué país, luego que los mecá nicos extrajeran
elementos como puertas, guardafan gos, en fin... que se comercializa ran. La
finca, se convirtió para el vecindario en El Rastro, y para los usuarios;
clientes y trabajadores , en La Siberia, quizás por la naciente relación con la
entonces URSS. Allí se encontraba desde un camión Ford de 1920, hasta un

26
Au n q u e , a ú n ( a ñ o 2 0 1 5 ) c o r r e n , p o r l a s c a l l e s d e L a H a b a n a , a u t o s m á s d e t e r i o r a d o s q u e
aquellos.

120
Conspiración en La Habana

Chevrolet de 1957. Hubo hasta un helicóptero e infinidad de cuadros de


motocicletas Harley Davidson , de la policía motorizada perteneciente al
gobierno desplazado por la Revolu ción.
Los muchachos de por entonces , tenían un fascinante mundo para jugar.
Los no tan muchachos hacían de las suyas robando los aparatos de radio de
las pizarras, los parabrisas, y un sin fin de piezas de mecánica automo triz.
Ya por las noches era otra cosa, los autos tenían confortables interiores...
Pero no duró mucho, pues en tre zapateros y tapiceros terminaron con el
vinil de los asientos.

Poco a poco, entre ventas estatales, robos, dete rioro producido por la
intemperie y la extracción de lo inservible para chatarra, l a gran necrópolis
de automóviles, fue decreciendo hasta no ser más que el re cuerdo evocado
por algún que otro chasis retorcido en medio del marabuzal o una cabina
oxidada entre los matorrales.

Por entonces, apareció en la zona un desconocido ne gro en sus treinta y


pico, más o menos, llamado Do mingo, quien se asoció con un vecino
bastante mayor que él , para hacer carbón.

En pocas semanas , en la finca había trillos que daban a clar os en los que
apilaban leña recién cortada, y otros, que daban a un claro mayor, en medio
del monte, donde planeaban levantar el primer horno.

Pero la finca era grande y había suficiente marabú, y otros arbustos, para
hacer leña durante varios años.

A, Rodelio Fandel, le encantaba recorrer las brechas y sentarse a


conversar con ellos, sobre todo cuando iban a encender los hornos y luego
durante todo el pro ceso de cuidarlos, durante la noche, para vigilar la
quema.

Era agradable estar bajo las estrellas cer ca de la fo gata para alejar los
mosquitos, dar luz y hacer café o choco late durante la noche. Siempre le

121
Eduardo Cordoví Hernández

gustó el olorci llo parti cular de los hornos; su padre hizo algunos, pero más
pequeños.

Pero lo que más le gustaba era pasear solo, en las tar des, por la finca. Le
resultaba encantador escuchar los rumores del monte: las aves, el silbido
lejano del tren, el murmullo del agua del río, el aire batiendo en las al tas
pencas de las palmas…

Ya al inicio de los años setenta tampoco estos hom bres merodeaban la


llamada finca y los trillos se hab ían borrado al crecer la hierba.

Así, a veces caminando por una vieja trocha, o co rriendo tramos, se


detenía para explorar entre la ma leza un nuevo senderuelo, una brecha o
algo parecido a un camino.

Durante una experiencia similar, pero ya por los años noventa, con
exactitud en el noventa y cuatro, cuando nuevos vecinos comenzaban a
descontar terreno selvá tico a la finca, y motivado por la lectura del texto
encriptado, comenzó otra vez a explorar la zona. No hab ía hallado nada de
interés. Se disponía a marcharse cuando se detuvo ante un alto muro de pie -
dras imprevisto y desconocido. Sintió deseos de ori nar y se paró frente a
una roca con la intención per versa de socavar su base terrosa con la presión
del chorrillo evacuador.

No obstante, pudo apreciar allí, labrada en otra pie dra, una oquedad de la
cual partía un pequeño canal que se perdía en el interior del muro en ruinas.

Y fue, no más, que; iniciando el espumoso y áureo líquido a llenar el


pozuelo, comenz ó su cauce a rebo zar la canalita en rápida corriente de
aliviadero; se oyó un crepitar primero, luego, quizás porque el pro ducto de
la micción lubricara vetustos engranajes, goz nes o vaya usted a saber, o
porque la descompensa ción de los pe sos específicos del líquido con la masa
pétrea de alguna contra -carga, activara un mecanismo liberador, o tal vez,
por algún sortilegio insospechado que s olo Dios sabe, la enorme piedra

122
Conspiración en La Habana

(como en un Ábrete Sésamo) giró con lentitud y solemni dad para dejar un
boquete promisorio.

Sin pensarlo una vez, porque entonces no lo hubiera hecho, penetró. (No
sin antes bajar la cabeza, no por ninguna supuesta actitud respetuosa ante lo
desconocido, lo cual sería comprensible, sino porque el bajo puntal
amenazaba, con un buen tr astazo, a su frente).

No sabía que traspasar aquel umbral, le involucraría en una serie de


acontecimientos que acabarían con sus días de tedio, descubriéndole los
peligros de la existen cia de una realidad diferente.

CAPÍTULO XIX
A esa hora, más o menos cerca, ocurría otro hecho. Contigua al metálico
tanque de agua elevado que abaste ció, en sus inicios, al matadero de
Lawton, en calle Dieciocho y Concepción; dando el nombre popu lar de La
Loma del Tanque a la elevación topográfica cono cida urbanísticamente,
hasta entonces, como Mira dor de Lawton; existía una caseta de unos dos por
dos metros (Quizás , no tanto) de ladrillos revoca dos y losa de cubierta de
hormigón armado, Los vanos pa ra ventanas y puertas estaban sin
fenestración, quizás fuera diseñada como garita para un custodio , pero
siempre se conoció como escondrijo de mucha chos para jugar por el día, o
fumadero de marihuana por la noche o cómo arriesgado lugar donde pasar
un rato nocturno con muchachas , aunque estaba sucio y apestoso.

En ese lugar, Albaricoque Riesling, preparaba con unas cajas de cartón,


un improvisado lecho donde pasar la noche. Era mediodía, pero era
peligroso para él mante nerse en la calle, a menos que fuer a por una razón
poderosa y no era el caso del momento.

Le quedaba dinero. Había tomado una buena suma de los ahorros que ,
Encarnación la China, había acumulado producto de las labores en el campo

123
Eduardo Cordoví Hernández

místico que él le había sugerido. Debió apropiarse de todo . El dinero nunca


es suficiente pero , tampoco, le convenía andar con una suma de
consideración y mucho menos deposi tarla en el Banco dada sus
circunstancias.

Siempre se había dedicado a labores agrícolas, a cha pear jardines, hacer


carbón en las áreas al edañas al Este de la capital donde abundaban terrenos
yermos y nunca había figurado en la nómina de ninguna em presa estatal, de
modo que llamaría la atención al guien, con tales antece dentes,
presentándose a abrir una cuenta bancaria de unos cuantos mile s de dólares.

Tal como se estaban desarrollando los acontecimien tos no debía volver a


casa de Encarnación. No pen saba que fuera capaz de denunciarlo por robo.
Ella, se vería implicada por complicidad en estafar turistas. Pero nadie
sabe. El verdadero pro blema era que ya la casa estaría siendo vigilada.

Había pensado en marcharse a otra provincia, bien le jos de La Habana,


pero la isla no es tan grande y, en Cuba, no hay quien escape cuando se
ponen para uno. Siempre darían con él. Debía buscar otra soluci ón que le
prometiera mayor seguridad.

Se tendió sobre los cartones buscando comodidad. Es taba cansado. Había


pasado el día caminando en busca de lugares apartados donde conseguir
alimentos, mientras tuviera que mantenerse escondido. Había com prado un
sombrero viejo, un par de botas de uso y cambiado sus gafas de armadura de
oro y cristales ray brand, que lo identificaban, por otras más oscuras, de
plástico.

Se pasó una mano por la cara. Llevaba tres días sin afei tarse. Dentro de
unos cuantos más, su b arba ya habría crecido lo suficiente como para
cambiar su fiso nomía, y alterando su forma de caminar sería muy difí cil
reconocerlo.

124
Conspiración en La Habana

No le parecía lógico que sospecharan de su escondite, nada menos que en


Lawton. Sus operaciones en los últi mos años se concretaban en la urbe
capitalina y en casa de Encarnación, en la barriada de Luyanó. A Law ton,
aunque venía a menudo, era , de forma exclu siva, a establecer contactos
profesionales y otros de orden personal; motivos, am bos, por los cuales su -
ponía que era ahora perseguido.

Debía calcular muy bien sus próximos pasos.

Dentro de tres días estaba citado con un personaje que se movía en los
bajos fondos, pero que tenía magní ficas relaciones para ayudarlo a llevar a
cabo sus propósitos por un precio que, de m omento, podía pagar.

Dudaba. Quizás, no fuera tan grave y estaba llevando todo a extremos


ridículos, paranoides. Poniendo en peli gro sus relaciones, su futuro. Todo.

El día presagiaba los venideros de su encierro: el tor mento de la soledad


y el aburrimiento. Pensó en los pre sos, en las monjas de claustro… pero ya
la idea del tedio no estaba en su mente, sino el sentimiento reli gioso y
pensó, entonces , en su padrino, taita Manué. En calidad de ahijado , podría
solicitarle ayuda. Nadie , como él, para saber y estar convencido de su
inocencia, pues estaba al tanto de todas sus andanzas, proyectos e ilusio nes.
Pero… algo muy interno , le decía que no.

Nada como el silencio y el retiro para propi ciar la meditación.

Meditar no es solo un medio religioso para alcanzar la iluminación


mística. Es un recurso psicoló gico para llegar a la aprehensión de la
realidad y del conocimiento de las cosas. Es una herramienta de aprendi -
zaje, Se trata de lograr dirigir la voluntad, soste ner la curiosidad en un solo
objeto de atención. No. No es una bobada budista, no es una zoncera de los
yogis de la India…

Y, allí, dentro de aquel tugurio convertido ahora en refu gio, Domingo


Riesling, comprendió que la natura leza de su intuición no era infundada.

125
Eduardo Cordoví Hernández

le pareció extraño que , el taita Manué , siempre est uviera solo. Nunca
conoció otros ahijados del taita y, todo el tiempo, estuvo más interesado en
conocer detalles de su vida íntima, personal y de trabajo que en tratar
asuntos religiosos, rituales que era lo que los unía. Además, había sido nada
menos que el ministro de defensa de Lawtonburgo , quien le había
recomendado; de modo que, entre ellos, existía una relación estrecha…
tenían tanto parecido físico… y los dos tocaban armó nica. Terminó conclu -
yendo, semejante a Hamlet: algo está podrido en Dinamarca.

Eran pasadas las diez de la noche cuando decidió rela jarse y ponerse a
contar ovejitas a fin de conciliar el sueño, pero antes dedicó unos segundo
para evocar, en el recuerdo, la abertura breve entre unos labios, que al
hablar, insinuaba n aquellos dientes pequeños y, más atrás, el movimiento de
la húmeda lengua rosa, con la cual, a pesar de su derecho, aún no se había
enroscado la suya.

– ¡Ay, Porfronia ! –Dijo, y se quedó dormido.


Cuán ajeno estaba de su realidad, la cual , era más peligrosa de lo que
podía suponer.

CAPÍTULO XX
La Habana, 1985 – 1994

Señorekys y Mávil , iban a reunirse en la heladería Coppe lia, en el


Vedado, con el doctor Villa; el viejo vestido de negro acompañado ,
siempre, de su vistoso bastón. La muchacha , tuvo un inconveniente y no
pudo asistir, por lo cual, quedaron en encontrarse , allí mismo, otro día. Un
martes, en horas de la tarde.

El día acordado, coincidieron al fin. Mávil , quedó favorablemente


impresionada con el tal doctor; pues, éste, determinó que debían ir a comer

126
Conspiración en La Habana

primero a un restau rante. Eligió, el Monseñor... y, todo el tiempo, fue muy


amable, muy fino.

Durante la sobremesa, el doctor Villa, se echó hacia de lante mirando, con


fijeza, a la joven y comenzó, en voz baja, un extraño monólogo:

–Parece tonto presentar un análisis acerca de , qué es el ser humano ; al


fin y al cabo la mayoría de las personas viven en la seguridad de saber ,
hasta la perfección, qué son y en la conv icción de serlo; y así puede parecer
que viven en la verdad. Pero si nos detenemos en los criterios en los cuales
descansa la definición de lo que el ser humano Es, vemos que se sustentan
en errores. Intentemos llegar a lo que el ser humano Es, partiendo d e lo que
no Es. Las personas , creen que son: el cuerpo; por ello ponen parti cular
énfasis en vestirlo, adornarlo con joyas, ali mentarlo con los mejores manja -
res, fortalecerlo con ejercicios, cuidarlo de accidentes que lo dañen y
llevarlo a reparar cuand o tiene algún mal funciona miento; es por ello que el
deterioro que la vejez pro duce en el cuerpo sea motivo de sufrimiento, pues
el humano se enfrenta a un proceso destructivo de lo que él cree que Es.
Pero si repasamos estos datos nos encontramos que el cuerpo no se viste a
sí mismo, no se alimenta a sí mismo; de modo que es , usted, quien lo
atiende en esas actividades, de modo que el cuerpo viene a ser el lugar
donde vive lo que , usted, Es.
»Us ted, entonces, no es el cuerpo. Quizás, lo que vuestra posible
majestad Es, sea la energía que mueve al cuerpo. Anali cemos esto. ¿Qué es
lo que los lleva o no los lleva (a ustedes) de un lugar a otro? Si a tres
cuadras de aquí, están vendiendo un libro sobre un tema que les interesa , se
dirigen hacia allá. Si van al cine y en camino les infor man que hay
demasiadas personas en cola para ver la película y , dada la hora, con
dificultad, puedan alcan zar a verla, regresarán a casa. Enton ces, la posibili -
dad de pasar horas en la cola del cine y al final no ver la película, es
desagradable. De modo que , lo agradable, les hará sentir bien, satisfechos,
alegres y lo desagradable les irritará, les aburrirá, les hará sentir mal, o sea,

127
Eduardo Cordoví Hernández

que sus emociones se presentan como aque llo que mueve a sus cuerpos. O
sus emociones no son, tampoco, lo que ustedes Son, sino que sus emociones
son estados en los cuales puede estar lo que Son . Sus emociones son como
lugares en donde lo que son, puede estar incómodo o de forma placentera;
haya, o no, movimiento corporal. Cuando se movi lizan hacia el libro que les
interesa hasta obtenerlo, durante todo ese tiempo agradable de expectativa y
éxito, lo que Son, disfruta de un clima agradable. Entonces, si no son su
cuerpo ni sus emociones ¿Qué son? Si han puesto atención a mis palabras
recordarán que aquello que hace agradable o des agradable a sus emociones,
movilizando o deteniendo a sus cuerpo, son sus ideas. Sus ideas acerca de
la posesión del libro les prometen un efecto de bonanza; un tiempo aburrido
en la cola del cine y la posibilid ad de no poder lograr ver la pelí cula son
ideas que producen una emoción desagrada ble que se traduce en un regreso
a casa. El proceso es el siguiente : primero impresión, segundo idea, tercero ,
emoción y cuarto respuesta ac tiva. Es decir, que las emocion es dependen de
las ideas, pero resulta que , tampoco, somos nuestras ideas, pues nues tras
ideas concluyen en ser recursos de los cuales nos valemos para tener
emociones que muevan a nuestro cuerpo hacia los objetos de nuestra
atención. Lo que somos , debía tener el control de nuestras ideas, emocio nes
y acciones. Debía generar , en nuestro interior, propósitos y, si tuviéramos
que darle un nom bre común, tendríamos que identificarlo con: la voluntad.
Lo que el ser humano es, en su aspecto más elemental, deb ía ser: su
voluntad. Digo debía, porque si continuamos obser vando la proyección de
las personas, vemos que la mayoría de ellas llaman voluntad a sus deseos
más o menos fuertes, a cual quier propósito más o menos constante , pero eso
que se llama voluntad , no es ni firme ni único, pues hoy quiere una cosa y
mañana la olvida, para querer otra o bien las quiere las dos a la vez. Pero en
esto no queda el asunto.
»Las personas, en lo interno, no pien san ideas para tener emociones que
muevan sus cuer pos; sino que sus cuerpos reciben impresiones exter nas por
medio de los sentidos y estas impresiones produ cen ideas acerca de ellas,

128
Conspiración en La Habana

por tanto, las emocio nes dependen del exterior y los actos humanos se
producen de forma automática, casi por accidente, para ll amarlo de algún
modo próximo a la realidad. Las per sonas que ustedes conocen, no tienen
algo real in terno que se pro yecte hacia fuera. No tienen, pues, voluntad.
Pero viven convencidos de tenerla. Si tuviéra mos que trazar un es quema
para mostrar el funcionamiento de una respuesta humana a cualquier
estímulo, quedaría resumido di ciendo que funcionan así: De afuera hacia
dentro.
»Desde este punto de vista los seres humanos no son nada. Están vacíos.
El ser humano ordinario se mueve, se dirige y se or ienta hacia algo bonito
que brilla allá, hacia algo que suena acá. Es como un carro loco. Sus
acciones son como un caballo que tira de un carromato (el cuerpo) que no
tiene conductor. El caballo ve allá un arbusto sa broso y para comérselo tira
del carro (el cuerpo), si pasa por el lado un automóvil veloz, se es panta, pu-
diendo dañarse a sí mismo y al carro. El ser humano va a lugares y
experimenta emociones o piensa ideas en dependencia de lo que ocurre
fuera de sí mismo, es como la veleta que apunta segú n sople el viento. Una
persona común y corriente es un equipo cuyo sistema pensante se conecta y
se desconecta desde afuera, las impresiones que afectan sus sentidos le
hacen imagi nar ideas. Estas ideas le producen emocio nes y estas emociones
lo detienen o lo mueven de un lugar a otro. Pero dentro de un aparato
llamado una persona común y corriente , no hay nadie responsable que lo
opere. Si lo hubiera, no se dejaría tener ideas que le produzcan emociones
desagradables como la ira, el odio, la tris teza, el miedo, etcétera. Una
persona común y co rriente es incapaz de tener las ideas que necesita, y no
digamos esto, tal persona no puede siquiera dete ner el flujo incesante de su
pensamiento. No son, en resu men, ni el cuerpo, ni las emociones y los
sentimientos, ni tampoco, el conjunto de sus ideas y pensamientos, porque
el humano, tal como lo conoce mos, no existe en realidad. Para exis tir en
realidad, el humano, debe contar con algo estable y capaz de controlar sus
ideas, debe contar, para decirlo en otr os términos con un cuerpo emocional

129
Eduardo Cordoví Hernández

y con un cuerpo mental. Pero aún si el humano tuviera cristaliza dos dichos
cuerpos, tampoco, se pudiera decir que tu viera una existencia real pues
tales cuerpos (el físico, el emocional y el men tal) estarían faltos d e un
centro de comando. Este cen tro de dirección y control lo llama mos
Voluntad y las antiguas escuelas esotéricas lo llamaban el Amo .»
Ya en este punto de la charla Mávil , había bostezado veinti siete veces y,
Señorekys, mirado su reloj de pul sera, diecinueve; de modo que, el doctor
Villa, determinó que era mejor poner punto final a la conferencia sobre
disgregaciones psicológicas y pasar a conteni dos más objetivos, pero quiso
antes concluir con unas frases fina les para respetarse a sí mismo:
–Volvemos a decir que el hombre ordinario y común, no existe. Aunque
pudiera. Apresar no lo que Es, sino lo que tiene oportunidad de Ser, resulta
un buen tema para otro comentario o , mejor, para una reflexión profunda.
Parecía que ya iban a despedirse para concl uir el encuen tro cuando, al
fin, el extraño personaje dijo que grandes expectativas de lujo y poder se
anunciaban para ellos. A , Mávil, le dijo que sería reina, jefa de estado, que
no tendría que volver a trabajar y que dis pondría de todo el dinero que
quisiera pero, sobre todo, que podría hacer y deshacer a su antojo en todo lo
que fuera darse gusto, sin tener que ren dir cuentas a na die. En este punto,
Mávil, abrió los ojos sorprendida. Todo le parecía bien, menos el asunto de
tener respon sabilidades y jefaturas. El hom bre, le dijo que eso no era
problema, ella podía ser reina y nom brar a alguien para la regencia. Ella ,
pensó en su her mana, y se lo dijo. Al hombre le pareció bien, sobre todo
cuando ella le comentó que, Vilma, leía sobre ciencias ocultas, vampiros,
religiones paganas y asun tos raros.

Tomaron un taxi en dirección a casa de , Señorekys.

Mávil, se maravilló con los cambios del cuarto. Se habían invertido allí
unos cuantos miles de pesos en po cos días. Reparación general, pintura, aire
acondicionado, equipo de música, televisor a color, cortinas, am bientador,
luces, objetos de arte. Tenía para contarle a su hermana.

130
Conspiración en La Habana

Y no hubo que hablarle más para dejarse mor der.

Hizo el regreso a su casa en taxi , con mil pesos en la cartera y loca por
ver a su hermana para contarle los últimos acontecimientos, pero sin interés
en precisar en los más recientes.

A, Vilma, no le hizo gracia el asunto, pero le prome tió involucrarse a fin


de estar cerca de ella y po der cuidarla de aquellos depravados.

Cuando, Vilma, llegó a conocer al hombre de negro intuyó de quien se


trataba. El encuentro con una personalidad de tal experiencia y de tan vas -
tos conoci mientos de las ciencias y de la historia, era una oportuni dad para
sus ansias de saber que no podía dejar escapar.

Eran los meses finales de 1985. A partir de entonces , comenzaron a


relacionarse, más a menudo , los cuatro.

Vilma, creyendo ser inteligente, no dejó que el viejo la mordiera, aunque


le hizo el juego dejándolo esperanzado, con el propósito de conocer de
primera mano los secretos de la vida, de la psicología y lograr la apre -
hensión del conocimiento. Olvidaba, al parecer, aquel versí culo del
Eclesiastés , que reza: el temor a Dios es el principio de la Sabiduría.

En 1994, nueve años más tarde, habían hecho avances considerables , de


acuerdo a los planes perversos del hombre de negro. Su nombre: Alisthius
Villanueva.

131
Eduardo Cordoví Hernández

CAPÍTULO XXI
Cuando, Rodelio Fandel , pasó al otro lad o de la tapia, para su asombro se
encontró con un cartel , cuyo gótico escrito rezaba: Bienvenido a la
República Democrática Independiente de Translawtonia y su capi tal
Lawtonburgo.

El sufijo burg, de indiscutible raíz teutona, denunciaba ancestrales l azos


con las antiguas lenguas germáni cas de la rama oriental y que se confirmaba
sin recato con los caracteres pictográficos del rótulo.

Decidido, avanzó hacia el inhóspito país. Esto sí tiene que ver, se dijo,
pensando en la comicidad de estar en trando en otro estado.

Ya en sus calles, (que no eran más que unos terraple nes entre chozas y
matojos) una sombra rauda atrajo su aten ción. Hubiera jurado que vio entrar
corriendo, en un callejón colateral, a un hombre desnudo tras otra som bra
femenina.
No puede ser. Volvió a pensar.

Más adelante dos transeúntes, un mulato de rasgos achina dos y un


caucasiano, se daban de paraguazos con extraña fruición, ante dos
pasquines que solicita ban: Vote por la Princesa Porfiria 27 . Partido del
Dacrón. Uno, el otro: Vote por la Princesa Porfiria, Partido Li -Kan.

No bien había caminado una veintena de metros, un tu multo asomaba por


una bocacalle con estrépitos de fanfa rria, tímpanos, bombos, platillos y
cornetines chi nos.

– ¡Paso a la reina Sofronia! ¡Voten por la princesa Porfi ria,


correligionarios del Li -Kan!
27
N o mb r e f e m e n i n o . O n o m á s t i c o s i m b ó l i c o d e u n a e xt r a ñ a e n f e r m e d a d p a r e c i d a a l a h i d r o fo b i a
q u e s e t r a n s m i t e p o r m o r d e d u r a y t i e n e c o m o s í n t o ma s c a m b i o e n l a a c t i vi d a d d e l s u e ñ o , e s
d e c i r , l o s e n f e r m o s s e vu e l v e n n o c t á mb u l o s , a gr e s i v o s y a c u s a n h i p e r a c t i vi d a d s e xu a l .

132
Conspiración en La Habana

– ¡Voten por la princesa Porfiria, camaradas del Dacrón! ¡Abran paso a la


reina Sofronia!
A continuación un grupo silencioso de personas de tez morena levantaban
un estandarte que rezaba: Par tido Neutral de Afro -translawtonianos.

De inmediato comprendió que debía actualizarse. Se acercó a un


viejecillo flaco quien, recostado a un poste del que pendía un farol de
kerosén, observaba con lasci via a una atractiva dama que respondía con no
indiferentes miradas de reojo.
–Por favor. ¿Podría, usted, explicarme que sucede?
– ¡Que se acercan las elecciones! –y con la misma le lanzó un sopapo
directo al tronco de la oreja derecha, mientras sonreía; que si hubiese sido ,
el señor, un par de meses más joven, lo cual le propo rcionó ven taja para
esquivarlo, le hubiera noqueado sin remedio.
– ¡Coño! ¿Pero se ha vuelto loco, o qué?
– ¿Forastero? ¡Verdad! –El vejete volvió a mirar a la mu jer, y
aprovechando que ella los miraba en ese momento, le hizo una seña con la
lengua que, Fandel, juzgó grosera. –Acá somos así de amistosos. –Le dijo.
–Pero ¿Cómo es que tienen una reina si estamos en una república, o se
trata de una monarquía constitucio nal?
–No sé, debe ser porque somos democráticos.
Rodelio, dio un paso atrás evitando un a nueva muestra de afecto al ver
que el personaje dejaba de interesarse por la señora.
–Bueno. ¿Y por qué los partidos opositores proponen la misma
candidata?
–Es que no hay más.
–Entonces, ¿para qué hacen elecciones?
–Usted sabe, los chinos son muy tradi cionalistas.
– ¿Y quién es la princesa Porfiria?
–La futura reina Sofronia.
– ¿La reina Sofronia y la princesa Porfiria son la misma persona?
–Bueno. Sí y no.

133
Eduardo Cordoví Hernández

– ¿Cómo, cómo?
–El asunto es un problema de política exterior e inte rior.
– ¡Vaya! ¿Y cómo es eso?
–La población de Translawtonia, o lo que es lo mismo: los habitantes
de Lawtonburgo, es un com puesto de emi grantes chinos de la calle Zanja ,
de la Habana, de judíos polacos de la calle Monte en Cen tro-Habana y de
Muralla, en la Habana Vieja y de neg ros, de todas partes.
– ¿Y eso que tiene que ver? –El individuo dio otro paso hacia delante con
agresividad. Fandel, dos atrás.
–Usted, es poco sociable... Pero le diré: llevo prisa por que debo revisar
el Correo Acuático.
– ¡Un momento! ¿Qué significa es o de Correo Acuá tico?
–No tengo tiempo, pero si quiere informarse vaya a La Laguna de las
Botellas, seguro encontrará al guna carta interesante para usted. –Y volvió
el viejo a acer carse peligroso; de nuevo preparado para lanzarle otro
manotazo.
–Gracias. – Le contestó Rodelio, y dándole, por su puesto, un puntapié en
la canilla izquierda, para mos trarle cuán afectuoso podía ser, partió raudo y
veloz.
Aquello del Correo Acuático y La Laguna de las Bote llas, le intrigó
sobremanera. De inmediato , le vinieron a la mente Olidio Oldelfán, Lirido
Fandelo, Walterio Oli bando y sobre todos el inexplicable Ser vando; pero
decidió informarse, antes, sobre los asun tos ciudadanos, pues veía bastante
comprometida su estabilidad física.

– ¿Quieres ver cómo te mordisqueo todo, hombre -lobo? –Le dijo al pasar
una rubia cuarentona.
– ¡Para nada, para nada! –Y apuró el paso, pues era bizca y rengueaba de
un pie.
No dejó de sentirse halagado. Pensó que lo encon traba sex y con su barba
y como llevaba la camisa a medio abot onar, mostrando el pecho velludo,
hizo aquella referencia. ¡Qué lejos estaba de la trágica reali dad en que se

134
Conspiración en La Habana

sumía! Mientras, la rubia, no satisfe cha con su respuesta, le siguió durante


un tramo de camino, arras trando, como dicho, un pie. No puede a segurarse
con exactitud cual, pero se puede apostar: ¡Mil a uno! Que si no era el
derecho; con toda seguridad, el rengo; era el izquierdo.
No son para contar los tropiezos y desaciertos me diante los cuales llegó a
acopiar la siguiente informa ción; que es , en definitiva, lo que importa.
En efecto, la única ciudad de Translawtonia, si acaso podía llamarse así
semejante villorrio, era Lawton burgo y estaba formada por inmigrantes
habaneros.

Sí, chinos de la calle Zanja 28 , pero inconformes por ser lampiños, s e


reunieron en un clan que devino par tido político denominado Li -Kan,
vocablo así grafi cado para seguir la tradición chinesca junto al dragón rojo,
que los identificaba, y que es figura archi -reconocida y em blemática de los
pueblos amari llos del lejano oriente; pero, en realidad, ocultaba, con este
camuflaje asiático, la voz Lican, apócope de licántropo, o sea, Hombre
Lobo. Por otra parte, los refugiados judíos, en su mayoría pola cos, que
ingresaron en La Habana durante la segunda guerra mundial y que, en su
mayoría se dedica ron al comercio de telas, tejidos, lencería, sas trerías,
etcétera, incluía polacos, algunos rumanos, algún que otro alemán y hasta
turcos, se unieron en el clan del dacrón, nombre, como usted sabe, del
tejido que conoce mos como poliéster, pero que por su poco domi nio del
idioma español, confundieron con la pala bra dracón de inconfundible
etimología latina, derivada de draco, cuyo significado es dragón, quizás
para emparen tar su estirpe con rancios abolen gos aristocráti cos que
subyacen en sus atávicas tradiciones medi evales europeas.

Se requiere, para una correcta interpretación, un breve repaso por la


historia de estos pueblos de la Eu ropa Orien tal.
Para ser precisos, hay que remontarse hasta el año 1408, en que el Sacr o
Emperador Romano Germá nico Segismundo de Luxemburgo (1368 -1437),

28
N o mb r e d e l a c a l l e p r i n c i p a l d e l b a r r i o c h i n o d e l a H a b a n a . E l c h i n e t o w n c u b a n o .

135
Eduardo Cordoví Hernández

fundó la orden del dragón, mientras fuera rey de Hungría, luego de su


matrimonio con la reina María Celli.
El principal objetivo de la orden era la protección de la familia real,
aunque, de acuerdo con sus estatutos, de los cuales se conserva una copia
fechada en 1707, sus iniciados debían participar en las guerras contra los
enemigos comunes. En su origen estuvo com puesta por veinticuatro nobles,
entre los cuales se conta ban señores tan notables como el rey Alfonso, de
Aragón y de Nápoles, y Esteban Lázaro , de Serbia.
En 1431, en la ciudad de Nuremberg, se reunieron, convo cados por
Segismundo, un grupo de nobles y vasa llos que consideraba útiles para
aliarlos a sus propó sitos políticos y militares. Su primer paso fue iniciarlos
en la Orden del Dragón. A esta asamblea asistía Vlad, un ilustre rumano que
aspiraba el trono del principado de Valaquia y a quien, ese mismo año, le
nació su hijo homónimo.
Como es natural al iniciarse en la orden, Vlad consi guió apoyo de
Segismundo y alcanzó sus propósitos cinco años más tarde.
Por la crueldad de su reinado ganó el apodo de Vlad el Diablo, que en
rumano se dice Vlad Dracul. Otros parece res afirman que el apelativo
Dracul, proviene de la voz latina que significa, como dicho, el dragón;
orgulloso por su afiliación y militancia en tal orden.
El caso fue que: su hijo Vlad, quien le sucediera al trono, se hizo llamar
Vlad Draculea, es decir: Hijo de Vlad Dracul o sea: Vlad Hijo del Diablo.
Pero sus contemporáneos prefirieron llamarle Vlad Tepe, o sea, Vlad el
Empalador, debido a una campaña mili tar, con mucho dolor memorable, en
la que hizo empalar a diez mil turcos. En tal personaje histórico , se basó
Bram Stoker, para escribir su novela, Drácula.

Después, de esta argumentación , no queda duda de la mar cada


proclividad de este clan por el folklore vampí rico y su aversión por los
chinos: verduleros, comedo res de arroz, vegetarianos en su mayoría,
hortaliceros, cultivadores de ajos; condi mento de especí fica agresivi dad
contra los vampiros.

136
Conspiración en La Habana

Las comunidades minoritarias , formadas por los clanes del Dacrón y Li -


kan, unidas por el mismo símbolo místico -filosófico, fundaron la villa
clandestina de Law tonburgo en las inmediaciones de Lawton, uno de los
cuarenta y tres barrios de La Habana, y que , con posterioridad, se
proclamaron, en absoluta reserva: la minúscula República Democrática
Independiente de Trans lawtonia.

Estos breves estados son comunes en el orbe, recuér dese a Mónaco,


Andorra, Luxemburgo, San Ma rino, Ciudad del Vaticano, Monte Athos o el
Tíbet ¡Ya us ted sabe!

Conocedores, por supuesto, de enseñanzas ocultas, en posesión y dominio


de las leyes de la Creación; sa bían de la Ley del Tres: manifiesta en el
triángulo pi tagórico, en la estrella de David, en las pirámides egip cias, en
la Trinidad Cristiana; necesitaban de un tercer componente. Así se
asociaron a los negros cuba nos, como elementos neutros, para equilibrar sus
antagonismos y funcionar con coherencia.

Desde los tiemp os de la colonia española, la mezquin dad de los blancos


europeos marginó a la población negra que impuso en las Américas; aunque
si bien aparta ron con preferencia a las negras para sus egoís mos
libidinosos, calumniaron a los negros con la in fame propaganda de su
exorbitante desproporción fálica, con la intención de evitar en sus mujeres,
sus propias inclinaciones hacia el sector oscuro.

Por otra parte, al menos en Cuba, en esa época comen zaba a


incrementarse la población asiática y los aplicados chinos iban haciendo
fama de ahorrativos. Esta minoría étnica se vio, como los negros, infamada
con relación al sexo , pero en sentido inverso. De este modo , lo mismo se le
hacía rechazo a los negros , por exceso; que a los chinos, por defecto.

La verdad, no se supo hasta que, don Fernando Ortiz , la develara en su


obra, El engaño de las razas . De la veracidad de sus hallazgos , da prueba el

137
Eduardo Cordoví Hernández

hecho de que, muchos chinos , hicieran pareja con negras y mulatas. (Es
contradictorio, no obstante, ver pocas chinas con negro s).

Dejando a un lado estos laberintos antropológicos y la problemática de


las dimensiones sexuales ; Fandel, hizo espacio , a la satisfacción de su
curiosidad, en aquellos parajes.

No bien acopió toda esta información, encaminó sus pasos hacia , La


Laguna de las Botellas; por una parte, ensimismado, en la sumatoria de
contrariedades que se daban cita en aquel enclave demográfico; por otra,
debido a la comprobación de las absurdas coinciden cias anunciadas en el
profético legajo de papeles desti nados, no sabía por quien, al basurero.

CAPÍTULO XXII
La bodega de Esteban estaba, como se dice, haciendo esquina. Entre la
acera y la calle estaba el parterry donde crecía un enorme pino (no está
bien explicado por qué en Cuba se llama a tantas cosas con nombres en
inglés, casi seguro tiene que ver con la penetra ción ideológica. ¿De quién si
no?). Le decían así: el pino de la esquina , aunque no era un pino sino una
casuarina. En todas las esquinas de l barrio crecía una casuarina que daba
sombra a la ruleta de jugar los chi cos a las bolas, que en España y
Latinoamérica lla man canicas, que es como se debe decir. Según los que
saben.

Ahí estuvieron los pinos desde antes nacer Fandel. Los tales pinos, que
no eran pinos, eran algo distin tivo de la barriada, pero un buen día; no se
sabe si porque alguien descubrió que ya eran muy viejos, o porque eran un
peligro en tiempo de ciclones para el alambrado eléctrico, o porque podían
atraer rayos; a todo el mu ndo le dio la furia de talarlos.

Por aquellos días, más o menos, estaba en su apogeo aquello de la


Brigada Invasora Camilo -Ché. Se trataba de todo un ejército que venía

138
Conspiración en La Habana

avanzando desde las provincias orientales hasta las de occidente ta lando


árboles, tum bando montes. Era como una guerra para rescatar terrenos a fin
de sembrar más caña de azúcar y pastos para la ganadería. Era eso , casi con
exactitud: ¡Una guerra! pues los bosques se echa ban abajo con técnicas
militares, con equipo militar , personal unifo rmado bajo el nombre de
Ejército Juvenil del Trabajo. Cada semana, en el Noticiero ICAIC
Latinoamericano, en el cine, iban dando los partes bélicos y la información
visual: las hileras de tanques de guerra, atados unos a otros con gruesas
cadenas o cables con pesadas bolas de hierro las cuales iban, a su paso,
aplastando las malezas; los zapadores dinami tando añosos árboles. En fin,
eso: Una guerra.

Hoy, pudiera cualquiera preguntarse con razón ¿Adónde habrán ido a


parar los habitantes del bos que? ¡Del m onte! Que es como se le dice acá.
Esos, que hoy son tan defendidos por los ecologistas. No falta quien vea , en
estas sequías que hoy asolan al país y a las provincias orientales en
particular, el producto de aquellas batallas en el escenario de la flo resta
cubana.

Pero todas aquellas experiencias de los primeros años de la revolución,


que sus detractores llamaron, y lla man, locuras, no fueron siempre
destructivas.

Entre los episodios más emotivos y agradables que guarda Fandel, está
aquella hermosa gesta que se llamó, El Cordón de La Habana.

Fue el intento de convertir a la ciudad capital , en una zona de


importancia económica relacionada con la pro ducción cafetalera. El asunto
era rodear La Habana de sembradíos de un tipo de café de alto rendi miento,
que crece rápido. Se trataba de un ar busto no muy alto, de modo que sería
fácil la recogida del grano, est a variedad de cafeto se llama Catu rra. Y
comenzaron las movilizaciones populares por medio de Los Comités de
Defensa de la Revolución, conocidos por su s siglas, CDR, que han pasado a

139
Eduardo Cordoví Hernández

nombrarlos por antonomasia Cede-erres y que no son más que asociaciones


de masas a nivel de cuadra. Había gran entusiasmo, tremenda
efervescencia, y el apoyo de la población capitalina fue extraordinario. Se
recuerda que l as personas llegaban de sus trabajos, no más comían y se
aseaban salían con niños y todo, para los puntos de concentración en las
zonas de los cede -erres donde esperaban los camiones, rastras, ómni bus y
todo tipo de vehículos para transportar a los vecino s hacia los distintos
lugares de trabajo. A Lawton le correspondía ir hacia Las Guácimas, nom-
bre de un pequeño poblado en las cercanías de la ciu dad, pero que era (lo
es, todavía) una zona casi rural en las afueras .

Allí, la actividad era llenar bolsitas de polietileno con tierra ; las cuales,
servirían para plantar las posturas. Otros , las trasladaban hacia las zonas de
siembra, etcétera. Muchos , trabajaban de día y percibían un sala rio, sin
embargo, la mayor cantidad, de estos impro visados campesinos, eran
personas que habían presentado sus documentos para emigrar hacia los
Estados Unidos y, mientras les llegaba la salida, eran separados de sus
puestos laborales y enviados a traba jar al Cordón de La Habana o como
barrenderos de calles; pero el mayor volumen de actividades era realizado
con Trabajo Voluntario por la población, a diario, por las noches.

Salían sobre las seis o seis y media de la tarde y se regresaba alrededor


de la una o una y media (o más) de la madrugada. Era una gran fiesta, se
cantaba, reía, jugaba, había mucha luz en los campos, como si fuera de día.
Era la oportunidad para esconderse los novios y perderse del control de los
mayores; fue el tiempo de las infidelidades bajo la cobertura del tra bajo
voluntario nocturno. El momento de mayor libertad de las amas de casa y en
que despertó a una gran cantidad de tímidos.

Las meriendas eran abundantes, saludables y gratis: jugos de frutas,


yogur... todo el tiempo con música transmitida por una emisora dise ñada en
especial para esa actividad: Se trataba de la antigua emisora CMCA , la cual
transmitía en idioma inglés y cuyo spot publicitario era recitado por un

140
Conspiración en La Habana

locutor de voz engolada diciendo: Ci-em-ci-ei or the friend voice of Cuba,


Broadcasting from Havana, Cuba, free territory of Americ a; la cual
desapareció para dar paso a Radio Cordón de La Habana.

En forma paralela, existió otro plan anexo, se trató de las famosas


cortinas rompe-vientos. Tal, era otro cin turón, externo al cordón cafetalero,
constituido de al tos árboles como eucalipt os y casuarinas que proteger ían al
café caturra y a la capital misma del embate de los vientos ciclónicos en el
verano.

Más tarde, el fracaso: el café caturra no resultó ser tan bueno; cambiaron
el nombre de la emisora radial, hoy se llama Radio Ciudad de La Habana;
los Puestos de Mando para las movilizaciones fueron desapare ciendo y las
casuarinas y pinos que fueron sembradas en las cercanías de las playas ,
hubo que concluir talán dolos porque descubrieron, al cabo de los años, que
contaminaba las arenas .

Muchos han querido ver , y defienden con ahínco el criterio de, que tales
desatinos han sido producto de la inexperiencia de un estado joven,
sofocado por una superpotencia; otros , que el tal estado usa, como plata-
forma de programa , un sistema político -económico inefi ciente; asimismo, se
apela al fatalismo geográfico y al influjo de las estrellas. Lo cierto es que,
desde inmemoriales siglos, la lucha entre el Bien y el Mal (para bien o para
mal de algunos) ha tenido sus desequi librios y que todo lo que ocurre en el
mundo visible, es parte de una elaborada estrategia de inteligen cia y
contrainteligencia de los factores que intervienen en semejante contienda.

141
Eduardo Cordoví Hernández

CAPÍTULO XXIII
Camino hacia La Laguna de las Botellas, Rodelio Fan del, volvió a
cruzarse con el desfile del cortejo real y pudo apreciar, más de cerca, a la
reina.

Nunca hubiera imaginado que fuera vampiresa dada su apariencia de


modales delicados.

Al llegar a otra intersección de caminos , pudo ver de nuevo, parqueado


en una callejuela apartada, al real carromato que oscilaba conritmo, en un
vaivén que le resultaba familiar. Curioso y con sigilo , se aproximó a una de
las ventanillas traseras. Fue cuando comenzó a sospechar que l a princesa
china Porfi ria, era vampira, al oír los quejidos, con probabili dad de dolor,
de un pobre negro , a quien la augusta dama parecía succionarle la vida
misma, a juz gar por los jadeos estentóreos del moreno. Era pare cer, que le
había clavado los filosos caninos en el glande henchido de hemoglobina.

La confirmación le llegó poco después, cuando sorpren dió, más tarde, al


negro, nada neutral, infes tado ya con la patología vampírica, mientras
martirizaba, con sus incisivos, los pezones de una china inmigrante
zanjoniana, en un afanoso intento por doble gar y subvertir a la asiática
población, al Clan Draconiano. (Aunque la china hacía lo suyo , en aquella
encarnizada lucha de dentelladas y mordis cos).

Preguntando aquí y allá; evadiendo el acoso ca rnal de las vampiresas,


encaprichadas en que era , Fandel, un hombre lobo, así como tratando eludir
las amistosas muestras de bienvenida que intentaban darle los lugareños, no
sin verse precisado, de buen grado por supuesto, a reciprocar algún que otro
trastazo, y sin percatarse de ser seguido; llegó a la di chosa (debe decirse:
maloliente) Laguna. En este punto, es saludable esclarecer que las
referencias a La Laguna , no hacen ninguna alusión a la de Tenerife, en Islas
Canarias.

142
Conspiración en La Habana

Aunque no estaba en extraor dinario concurrida, había varias personas:


unas pocas tratando de atrapar algu nas de las muchísimas botellas (de ahí
supuso su nom bre) que flotaban en la superficie, taponadas con corchos,
con tapas plásticas a presión o enroscadas, para mante ner secas las misivas
que viajaban en sus interio res.

Los matorrales cercanos hospedaban, sin duda, cierta concurrencia,


considerando los gemidos, ayes y suspi ros que se dejaban oír. Supuso , se
trataba de la cam paña electoral o , mejor, de la extraña (se diría , con
superior léxico, sicalíptica) guerra entre hombres lobos y vampiros. Pero , le
observaban dos pares de ojos.

Como no tenía afinidades ni contradicciones con la política del país y


considerándose extranjero, decidió probar suerte con un recipiente flotante ,
perplejo con semejante sistema postal.

Según oyó decir, las que estaban más al centro corres pondían al sistema
de entrega más atrasado pues al principio la gente llegaba y las tiraba lejos.
Luego que comenzó a existir una población de bote llas tal, que llegó a dar
nombre a la Laguna, se prohi bió tirarlas para evitar roturas que
comprometieran el rescate de la correspondencia. De este modo, ahora
quien deseara imponer su mensaje debía colocarlo en la orilla.

Pensó que las ansias primitivas o las necesid ades existenciales de


comunicación más autóctonas, debían estar en las botellas del medio de la
Laguna. Era esto lo que más le interesaba, pero como no llegaba hasta ellas,
con una vara que logró conseguir, pudo, con bas tante esfuerzo, ir
empujando hasta la orilla un frasco, que sin ser de la zona central, estaba
bastante lejos de la ribera. No pudo sustraerse de imaginar a Walterio
Olibando, en las playas de Guanabo , momentos antes de dar con , La verdad
de Servando.

143
Eduardo Cordoví Hernández

Ya en sus manos , destapó el frasco y, no sin lucha, ex trajo un infolio


color rosa-pajizo, arrollado y con un sello , impreso en lacre rojo , el cual
ostentaba la silueta de un dragón.

Como le habían vaticinado estaba, de acuerdo a la realidad de los

hechos, dirigido a él. El encabeza miento concretaba: A quien pueda


interesar .

Se sintió tan aludido que continuó leyendo:


Son tan conspicuos los avatares del destino, que las elevadas
circunstancias, a que nos elevan las responsabilidades de estado, nos
llevan a la renuncia de los más elementales anhelos humanos, las más
de las veces. Es por ello que mi abdicación de los placeres primigenios,
comprime mi espíritu haciéndome volcar mi resignado dolor en estas
líneas, con la esperanza de que el azar las deposite en manos
consecuentes. Esto convierte mi desdicha en esperanza.

Hizo la providencia que los altos cometidos a que estoy destinada,


me relacionaran con Domingo Riesling, comisionado para la misión de
intentar la conquista de Europa por medio de la subversión ideológica,
pues sería encargado de penetrar la orientación católico -cristiana del
Viejo Continente por medio de la instauración allí de las excitantes y
exóticas religiones de ori gen africano, nacidas en estas tierras
caniculares.

144
Conspiración en La Habana

Algo muy grande me impresionó de Domingo (aunque qui zás no fuera


tan grande). Pero suficiente para poner en peligro la consumación de
sus actividades de espionaje, las cuales, comenzaba a realizar
utilizando a su amante, Encarnación La China, quien estafaba a
turistas españoles con sus artimañas espirit uales, a fin de recaudar
fondos para sufragar el viaje de Domingo mediante una tapadera
legal.

En este punto, Rodelio Fandel, detuvo la lectura recor dando unos años
atrás, cuando visitó a esta mu jer, por invitación de un vecino. ¡Qué pequeño
es el mundo! S e dijo, y continuó leyendo.

Resultó que nuestra relación pasional comprometió, como dije, la


misión, pues, Domingo, herido de muerte por Cupido, no quiso al cabo
erigirse como pionero de la “palerización” europea. Tanto los
dignatarios de la corte, como lo s dirigentes de los partidos políticos, se
dieron cuenta de todo y acusaron a Domingo de Alta Traición.
Comenzaron a fraguarse atentados contra su vida durante el ejercicio
de sus tareas diplomáticas fuera de nuestras fronteras. Casi lo matan
en el Parque de Fábrica, en Luyanó, y en la es quina de Toyo.

Ante tal perspectiva, mi elevada condición ve comprometidas las


civiles encomiendas de mi realeza, pues debo, a la vez, servir de forma
incondicional a ambos partidos, cuyos antagonismos coinciden
convergentemente en mi persona.

145
Eduardo Cordoví Hernández

De este modo apelo a que el buen juicio de la Providencia ponga esta


misiva en manos de mi futuro salvador, ya que bien sabe el Cielo
cuánto puede una Reina, acosada por las intrigas políticas de sus
adversarios, así como por los requerimientos de sus seguidores, estar
necesitando del consuelo particular de un hombre.

Por cuanto, dispongo que el portador de este mensaje se presente en


Palacio a fin de pasar las pruebas pertinentes para asumir tan
delicada responsabilidad.

Dado en Lawtonburgo.

Princesa Porfiria, próxima Reina Sofronia de Translawtonia.

Al terminar la lectura, confuso y anonadado, s olo atinó a doblar el papel


y colocarlo en el bolsillo tra sero del pantalón, junto al pañuelo.

De inmediato, dos tipejos estrafalario s se le abalanza ron, y diciendo que


eran funcionarios imperiales lo condujeron, casi a empellones, a palacio
(una destartalada choza de yaguas de palma, cartones y plan chas de cinc
con piso de tierra); arrestado en cali dad de espía, para ser interrogad o por
el ministro de defensa.

Como el ministro de defensa era primer ministro pero, además, primer


secretario del partido neutro, tenía una reunión con el equipo nacional de
jugadores de damas chinas y tuvo que esperarlo en el Salón Magenta (un
pequeño cuartucho pintado de vio leta) porque el calabozo imperial estaba
acabado de remozar.

Por momentos creyó escuchar, a lo lejos, el eco repe tido de una


armónica, como un molesto estribillo, de las primeras notas de Solamente

146
Conspiración en La Habana

una vez, como si fuera lo único q ue el ejecutante supiera tocar. No que -


riendo desesperar en tal situación absurda, se dis puso a controlar sus
emociones tratando de concentrar su atención en lo que le rodeaba.

Absorto en la apreciación de un jarrón de antigua porcelana china;


procedente de las artesanías de la Isla de la Juventud, que otrora fuera de
los Pinos, el cual pretendía imitar un ánfora de la Dinastía Ming; no se dio
cuenta de ser objeto de atención de una mujer de ojos obli cuos, radiante en
su treintena.

– ¿Qué se le ofrece? –Ella.


– ¡Cómo! – Fandel, no sin cierto sobresalto.
– ¿Qué desea, qué hace aquí?
–Pues me han traído a la fuerza unos supuestos gendar mes, acusado de no
sé cuál intriga de espio naje. Espero al ministro de defensa…
– ¡Ah, ése! Y a cuál partido se afilia , usted.
– ¡A ninguno! Estoy aquí por casualidad, casi por acci dente. Soy,
digamos…, forastero, o mejor, ¡extran jero!
–Parece que está, usted, en un grave problema.
La joven le lanzó una mirada que a, Fandel, le pareció, provocativa y
desdeñosa. Fue, entonces, que recordó, horas atrás, a la augusta señora, en
el asiento trasero de su carroza, atareada en complejos asuntos de estado.

Decirle con tal autoridad , que estaba en una circunstan cia desfavorable,
persona de tal jerarquía, le puso como debió haberse puesto Alicia ante la
reina de corazones. Debía estar soñando. Comenzó a sudar.

– ¿Con quién hablas, Porfiria? –Preguntó otra voz feme nina desde el
interior.
–Con un probable espía.
Ya iba a ripostar una negativa con vehemencia; cuando, otra mujer,
apareció en la puerta.

147
Eduardo Cordoví Hernández

–Bueno, Su Majestad, –Continuó, Porfiria, diciendo con sorna cuando,


Fandel, empezó a sentir que el peso del sudor se acopiaba en sus cejas. –le
dejo con el reo. –Y salió del salón dejando abierta la puerta.
–Explíqueme este asunto.
¡Había dos! Porfiria y Sofronia , no eran la misma. ¡En tonces…!

– ¿No me escuchó? –Inquirió, con cierta altanería.


– ¡Sí! –Al sacar el pañuelo, nervioso, para secarse la frente, cayó al piso
la carta. Un golpe de brisa arrastró el papel , casi hasta los pies de la reina,
quien lo recogió con suma elegancia. Al identificarlo , por el color, el
lacrado y la caligrafía, cambió de tono.
– ¿Alguien más conoce de este documento?
–No.
– ¿Lo ha leído?
–Si.
– ¿Qué opinión le merece?
–Bueno… Mmmm… No sé qué decirle, en realidad no entiendo nada, acá
todo es un poco raro para mí…
–Comprendo, comprendo… pero si está , usted, aquí en palacio se
entiende que le ha interesado conocerme…
–En realidad , me trajeron unos guardias. Ahora es pero a que me
interrogue el ministro de defensa, bajo sospecha, no sé por qué, de ser
espía. No entiendo nada y en realidad no estoy para estar pensando en otra
cosa que no sea mi seguridad. Mejor estaría ahora en mi casa…
–Le diré algo, su situación es crítica. El ministro, está tan obsesionado
con los espías que los ve en to das partes y cualquier simpleza la convierte
en una prueba irrefutable. A menos que reciba , usted, mi apoyo personal,
puede encarar una larga condena.
– ¡Soy inocente!
–Eso dice, usted. Al ministro, le bastará probar que un extr anjero, usted,
lleva cierto tiempo en el territo rio nacional, que se ha trasladado de
lugares, hablado con personas… Eso significa búsqueda de informa ción y le

148
Conspiración en La Habana

resulta suficiente para considerarlo labor de espionaje a favor de una


potencia extranjera.
– ¡Esto es una locura!
–Le pido que confíe en mí. –Se le aproximó. Des pedía un aroma
exquisito. Se puso el dedo índice en los labios en señal de silencio y se
detuvo frente a Fan del. Creyó que iba a darle un puntapié de bienve nida,
pero estaba tan embeles ado con su feminidad que le dejó paralizado. De
pronto, sintió como, con sus delicados dedos, buscaba el tirador de su bra -
gueta. Dio un salto atrás.
– ¿Pero, qué es esto?
–Debo tomar mis precauciones. Soy muy sensible. Comprenderá que si
voy a defenderlo es porque será mi hombre de confianza, tendremos
intimidad y debo saber si se parece , usted, a Domingo.
– ¿Y por qué confiaría en mí?
– ¿No debo?
–Mire, yo lo que estoy es ¡loco! por irme para mi casa…
–Sí, me interesa que vuelva, usted, a lo suyo, siempre que vuelva y me
ayude y me dé confianza y aliento en mi tarea. Déjeme continuar.
De veras no le gustaba que la reina lo estuviera compa rando con nadie,
mucho menos , permitirle mano searlo así, sin más ni más, pero si de tal de -
pendía su suerte en aquell a horrible pesadilla, iba a dejar que pasara lo que
pasara. Por otra parte había en su expresión un encanto tan particular, tan
necesitado de comprensión… que: ¡Bueno!

– ¡Me parece bien! –Exclamó, ella, con una sonrisa de aceptación.


– ¿Dónde está el detenido? –Preguntó uno de dos guar das, quienes
bloquearon la puerta de momento.
–El presunto detenido , es mi huésped. Infórmelo así al ministro de
defensa y comuníquele, además, que en breve recibirá credenciales,
condecoraciones y al tos poderes , ya que se encuentra a mi servicio exclu -
sivo. Puede retirarse. ¡Ah! Cierre la puerta.
–No entiendo nada. –Pensó y dijo, Rodelio.

149
Eduardo Cordoví Hernández

–Te pondré al corriente. Ven conmigo. Debes tener hambre.


– ¿Cuándo podré irme?
–Debemos hablar primero. Quiero quedar convencida de que regresarás.
No tengas prisa, no es tan tarde , te irás al anochecer… Más o menos. ¿Bien?
Hablaba con una familiaridad diáfana. Rebosaba fran queza y sinceridad,
con un encanto que daba gusto es tar a su lado.

Ella, ordenó la cena en su alcoba, lugar a don de fueron en seguida.

En una esquina de la habitación (la única confortable) había, tras un


biombo forrado en seda, un pequeño am biente de estar muy cómodo.
Adosada a una pared, una repisa mostraba los lomos desgastados por el uso
de algunos libros. Pudo observar el Kamasutra; el Su Nu Ping, texto chino
del siglo VI a.n.e., así como, Fundamentos de la Cámara de Jade, y Los
Secretos de la Cámara de Jade ; entre otros, tales como las , Obras
completas, del marqués de Sade; el Decamerón, de Bocaccio; las novelas,
Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio ; la correspondencia de Joyce a
su esposa y se quedó en , Lolita, cuando ella le dijo:

– ¡Bien! ¿Por dónde comenzamos?


Le pareció era demasiado pronto para iniciar las intimi dades que toda
aquella historia pr esagiaba como inminente, al sentirse comprometido con
literatura tan asistida , en lugar tan apropiado.

–Creo mejor me explique mejor... Ya le dije: Para mí todo es muy


confuso.
–A eso me refiero.
–Bueno, para empezar si , usted, no es la princesa Porfi ria ¿Quién es? Y
si no es usted ¿Por qué firmó la carta con ése nombre?
–Primero, comienza a tutearme. ¡Bien! La que viste es mi hermana, la
verdadera reina Sofronia. Yo soy la princesa Porfiria. Sucede que ella no
quiere gobernar, así que asumo ser la reina y ella la princesa. Aun que hay
otras razones para camuflar nuestros nom bres. Sabrás que el verdadero

150
Conspiración en La Habana

nombre de Roma era secreto, y Cartago fue destruida –según se dijo –


cuando los romanos se enteraron, por una traición, de su nombre oculto. En
el libro, La rama dorada , sir George Frazer, explica que, en muchas tribus
primitivas, el nombre puede servir de intermediario –igual que los
cabellos, las uñas u otra parte cualquiera de la persona física – para hacer
actuar la magia sobre esta persona . Los indios de América del Norte
consideraban sus nombres como una parte de sus cuerpos; quien maltratara
a su nombre, atentaba contra su vida. Julia Joyaux, en su obra ; El lenguaje,
ese desconocido; observa: El nombre no debe ser pronunciado, pues el acto
de la pronunciación-materialización puede revelar -materializar las
propiedades reales de la persona que lo lleva, haciéndola así vulnerable a
la mirada de sus enemigos . Los esquimales adoptaban un nombre nuevo
cuando se hacían viejos. Los celtas consideraban los no mbres como
sinónimos del alma y del aliento. Volviendo a Frazer; entre los yuins de
Nueva Gales del Sur, en Australia, y en otros pue blos, el padre le revelaba
el verdadero nombre a su hijo en el momento de la iniciación, pero muy
pocas personas lo conocí an. En Australia, se olvidan los nom bres, y se
llama a la gente hermano, primo, so brino.... Los egipcios tenían , también,
dos nombres: el pequeño, se empleaba en público y el grande, que se
disimulaba. Estas ideas , con respecto al nombre pro pio, se hall an entre los
kru del África Occidental, en los pueblos de la Costa de los Esclavos, entre
los wolofs de Senegambia, en las Islas Filipinas, en las Islas Burrú (Indias
Orientales), en la isla de Chiloé (frente a la costa meridional de Chile). El
dios egipcio Ra, al ser mordido por una serpiente, se lamenta: Yo soy aquel
que tiene muchos nombres y muchas formas... Mi padre y mi madre me
dijeron mi nombre; perma nece oculto en mi cuerpo desde mi nacimiento,
para que ningún poder mágico pueda ser adquirido por quien quisiera
echarme un maleficio . Pero acabó por revelar su nombre a Isis, quien se
hizo, por ese mo tivo, todopoderosa. Los hebreos no podían pronunciar el
nombre de Dios por ello le decían adonai. Pudiera estar argumentando sobre

151
Eduardo Cordoví Hernández

el tema toda la noch e pero sé que tienes otras dudas. Para resumir , te diré
que soy y no soy las dos, a la vez.
Aunque por la carta, conocía ya algunos detalles sobre Domingo,
quedaban otros aspectos que le develó y otros, ocultos , para ella, en los
cuales preci saba su ayuda.

–Domingo, fue mi amante y no lo fue. Esto , quizás, produjo su tragedia.


–No entiendo bien…
–Domingo, es un buen hombre, pero muy desesperado. Yo sabía, por mi
hermana; que, a pesar de ser negro, tenía el pirolo poco grande, por eso lo
escogí. Te dije que soy muy delicada y selectiva. Él quería, sin embargo,
conocerme, en el sentido bíblico, sin llegar a conocernos, en el sentido
ordinario, (lo suficiente para mí), por eso se buscó otra amante,
Encarnación la China. ¡Claro! eso tenía otros propósitos de estado, pero a
mí no me gustó, con lo cual se enfrió un poco la relación, de mi parte. De la
suya no, pues, como no había consumado sus deseos, me apremiaba cada
vez más. Eso lo llevó al extremo de renunciar a la tarea de participar en la
expansión del reino, con lo cual levantó sospechas de espionaje y alta
traición sobre él. Ante tales amenazas , decidió no regresar, pero aún así , ha
sido, como te dije, objeto de persecución y de atentados, de modo que no he
sabido nada más sobre él. En este punto entras tú…
– ¿Yo?
–Exacto. Necesito que vuelvas a tu casa y solapes a tu actividad normal
diaria, la de investigar su suerte…
–Pero, ven acá, si vas a tomarme como amante (y no porque yo esté tan
interesado, –Mintió –al fin y al cabo casi me obligaste) ¿Cómo vas a
pedirme que me interese por tu otro amante que no lo fue?
–No se trata de un asunto personal, temo que Do mingo divulgue nuestras
intenciones de dominar el mundo y dé al traste con ellas. Necesitamos que
el gobierno de Cuba , continúe creyendo que sus pr oblemas son producto de
la política de los Estados Unidos; que éstos , a su vez, sigan considerando al
gobierno de Cuba un enemigo potencial que exporta la revolución hacia

152
Conspiración en La Habana

todas partes, que la mayoría del pueblo crea que el gobierno es un desastre
económico, un violador de derechos civiles, etcétera, para que se vayan a
Estados Unidos; cuando en realidad somos nosotros quie nes tratamos de
obtener el dominio mundial, de esta forma podemos colocar allá a nuestros
agentes secretos e infiltrarlos en las alt as esferas para socavar el prestigio
de esta potencia y hacernos nosotros del con trol total. Domingo, tratando de
salvarse de la perse cución de los agentes del ministro de defensa, puede
poner en peligro nuestras hegemónicas ideas. ¿No te das cuenta?
–Perfecto. Pero me jode tener que participar de esto , como si estuviera
interesado.
–¡Déjate de esas! No estás participando de nada. Estás salvando tu
vida, haciéndome un favor perso nal: averiguar el paradero de alguien y le
haces un favor a Domingo, pues si no sabemos nada seguro so bre él,
tendré que mandar a elimi narlo, por si acas o, y a la vez, obligada por
otras razones que, ahora, no puedo decirte . De todas formas, está siendo
buscado por los sicarios del ministro de defensa, con orden de ejecutarlo.
Puedo detener esa orden , pero no lo haré sin estar segura de su inocencia,
por mucho afecto que pueda haberle tenido. Comprenderás que, al fin y al
cabo, soy la reina. Por otro lado, encanto, tú y yo , siempre, tendremos
nuestros ratos felices. Pero, sobre todo, recuerda que en el mundo en que
vivimos, el Bien y el Mal están tan revueltos que ya casi no hay forma de
separarlos; y para bien o para mal, el Bien y el Mal, responden a un único
propósito, y nosotros somos demasiado poco importantes para enjuic iar
eso. ¿Crees que, en lo personal, me im porta algo todo este asunto que
parece que estoy apo yando? ¡Pues para nada! Pero las circunstancias , y
otros intereses personales , me han puesto a jugar este rol. Cuando sacas
tus cuentas, te das cuenta que ninguna cosa es más importante que otra,
que todo lo que hacemos no es más que un desatino. La diferencia está
cuando vives tu locura importándote o haciendo como si te importara,
que es lo que yo hago. Esto es a lo que se llama: estar despierto, apresar
la realidad, haberse realizado o estar iluminado. La mayoría de la gente ,

153
Eduardo Cordoví Hernández

cree que para alcanzar estos estados de conscien cia (que en definitiva son
todos: lo mismo) tienes que irte a un monasterio en el Himalaya, tener un
gurú de la India o pasarte unas vacaci ones en un templo zen en Japón.
¡Tontadas! Pero ¡Bueno! No sé si estos asuntos te interesan…
– ¡Sí! ¿Cómo que no? Lo que , ahora, algo que me llama la atención con
mayor inmediatez es: este pue blo. ¡Es decir este país en medio de La
Habana! ¿Cómo puede exi stir sin ser descubierto por las autorida des…?
–Ese es un tema muy largo de explicar. Requiere toda una argumentación
previa que, quizás, pueda resul tarte densa.
– ¡No, no! Dime.
–Dejémoslo, mejor, para nuestra próxima entrevista. ¿Bien? Requiere
tiempo.
En eso tocaron a la puerta con la cena.

De cierta forma, ella tenía razón. Domingo, estaba en grave aprieto y,


Fandel, era el único, en esos momentos, que podía hacer algo para salvarle
la vida. Por otra parte, el tal Domingo , le recordaba al negro , con quien
tomaba chocolate en las noches de frío mientras cuidaban hornos de carbón
cuando era adolescente. ¿Serían la misma persona?

Después, de la cena, que no fue ni exótica, ni abun dante, aunque si


exquisita; la reina le hizo saber que estaba complacida c on haberlo
conocido y que lo espe raría al término de una semana para conocer deta lles
de sus pesquisas, libres de la interferencia de otros intereses. No confiaba
en los informes del ministro de defensa, ni siquiera en los del servicio
secreto de seguridad (adjunto, por supuesto a tal ministerio); todo allí,
estaba contaminado con intrigas políticas, sobornos, celos y chismes; y,
aunque tenía suficiente poder, no podía pasársela matando gente sin estar
segura.

Fue por esto que, al despedirse, Fandel , le dio palabra de hacer cuanto
estuviera a su alcance por ayudarla. Amén de que la chinita; fuera o no rei-
na, se llamase Sofronia o Porfiria; no estaba para despre ciar.

154
Conspiración en La Habana

Momentos antes de la despedida ella le había entre gado un portafolio en


cuyas tapas de cuero estaba im preso, a relieve y en dimensión ampliada, el
sello real con el dragón rojo. Aquello le daría libre acceso de entrada y
salida en la frontera y le identificaría, en presencia de los innumerables
espías que realizaban sus actividades en La Habana, como un funcionario al
servicio directo de la reina.

Al entregárselo, la reina le dio el beso chino Muérete de las ganas:


Acercó sus labios unos dos milímetros a los suyos y le susurró con lentitud
sádica:

–No dejes de venir en la fecha acordada. –Y, de inmediato, se apartó.


– ¡Por nada del mundo! –Dijo, desesperado porque los labios chinescos
llegaran a hacer contacto con los suyos. ¡Pero no!
Y, a las nueve y diecisiete en punto, pasado el meridiano, escoltado por
dos guardas, salió de palacio, con todas las seguridades, de regreso a casa.

CAPÍTULO XXIV
La mañana en que, Domingo, aún estaba tendido en una camilla de la
morgue, el ministro de defensa de Translawtonia, concluía en su d espacho
una entrevista con dos agentes de su servicio secreto: un mulato achi nado
con biotipo de boxeador y un rubio fornido.

Al marcharse ambos, dejaron , al cerrar la puerta, al ministro complacido


en extremo, revisando el expe diente del caso. Todo se c onducía según lo
previsto.

El ministro de defensa, era un moreno entrado ya en los setenta .

Había vivido algunos años en los Estados Unidos. Llegó a Miami en


1957. A principio s de los años sesenta, conoció a una mujer llamada Wilma ,
con quien inició una r elación amorosa de cierto peligro pues era casada. Él ,
había logrado hacer algunos ahorros y siendo simpatizante de la secta Ku

155
Eduardo Cordoví Hernández

Klux Klan, decidió irse hacia Nueva Orleáns , con el fin de iniciarse en la
orden y hacer realidad su sueño de colocarse la capuc ha blanca ante una
cruz de fuego. Así se lo confesó a Wilma , quien vio los cielos abiertos: era
su oportunidad para escapar con él.

Habían hecho buenas migas. Ella, como él, tenía sus sueños extraviados
pues, siendo hawaiana, añoraba todo lo concerniente a la vida de los pieles
rojas, en especial los de la zona norteña cercana a Canadá.

Wilma, había entrado en los Estados Unidos , casada con un sargento a


quien conoció en una base militar de Kauai. Era un norteamericano ,
descendiente de inmi grantes de Venez uela, con quien mejoró su conoci-
miento del idioma español , pues tenía gran desen voltura para las lenguas.
Con su matrimonio ob tuvo la ciudadanía estadounidense (Hawai no pasó a
pertenecer a la Unión hasta 1959). Apenas legalizó su status, se fue con un
turista parisino , a fin de perfeccionar su francés. Luego tuvo otras
aventuras, de las que tuvo una niña, hasta que se casó con un chino , con
quien tuvo otra.

En el sesenta y uno , cansada de ser ama de casa y an siosa de de ver sus


sueños de penetrar la t ribu shoshone hechos realidad, pues era fanática de la
figura histórica de Sacagawea, se fue con el joven negro que había
conocido; quien, no habiendo podido alcanzar militancia en la mística secta
de los sureños, decidió dedicarse a la cinematografía, po niendo, ambos,
rumbo hacia la Meca del cine donde cambiaron de pla nes y fueron a Idaho
interesados en las costumbres indias de los shoshone. Allí se perdieron de
vista y él marchó a Nueva York , donde entró en contacto con los Panteras
Negras y el Black Power, a fin de satisfacer su afán gregario. Cuando estos
movimientos perdie ron protagonismo con la lucha de , Martin Luter King,
por los derechos civiles de los afro norteamericanos , regresó a Cuba en
1969, como repatriado, para su marse a las tareas progre sistas del naciente
estado revolucionario y escalar peldaños con el objetivo de alcanzar
prerrogativas, pero le desilusionó la irreligiosi dad marxista de aquellos

156
Conspiración en La Habana

años, quedando como un electrón libre en esta isla hasta involucrarse con el
reino de Translawtonia, por medio de su amis tad con Alithius, donde llegó a
convertirse en un alto funcionario.

Recordó, cómo aprovechó la circunstancia casual de un resbalón de


Domingo, con una cáscara de plátano; allá, en el Parque de Fábrica, en
Luyanó, coinci diendo con su impulsiva salida de casa de Encarna ción,
después de una discusión doméstica; en el pre ciso momento en que un
chiquillo se impulsaba en su velocípedo, para hacerlo parecer como un
intento de suicidio.

De la misma forma, tales comentarios fueron echados a rodar en el


vecindario cuando, en la Esquina de Toyo, sufrió una herida leve en la
muñeca, tras el in tento de un ratero, para arrebatarle el reloj de pulsera. Fue
benéfico, para sus propósitos, que aca bara de comprar una boya para el
flotante de la válvula de salida del tanque de l inodoro, a fin de argu mentar
que se cortaba las venas con una bola de billar.

Con anterioridad, habían inducido en Encarna ción, la seguridad sobre los


celos enfermizos de Domingo.

Las verdaderas intenciones del ministro, no eran matar físicamente , al


acusado por él , de alta traición, debido a que sirviera de espía a una
potencia extranjera. Su objetivo real, era eliminar su credibilidad, hacerlo
sucumbir en el escarnio de la ridiculez, excluirlo del grupo de los hu manos
considerados confiables, cuer dos, normales. Su estrategia , estaba
encaminada hacia un criterio mucho más horrible , que el asesinato del
cuerpo carnal que sucumbe en el tiempo. Enrumbaba en pos del vínculo con
la perversidad, con el sata nismo de martirizar el alma, que pertenece a lo
eterno.

Mucho más tarde, pudo confirmarse que el ministro, hombre desconfiado


y quisquilloso, sujeto preciosista en la ejecución de sus planes: intervenía,
de forma personal, en la elaboración de sus intrincadas redes de intriga,

157
Eduardo Cordoví Hernández

asumiendo el rol protagónico de aquellos personajes claves, para dar el


remate de la verosimili tud.

Confiado, se echó hacia atrás, puso los pies sobre el buró mientras en sus
labios se dibujaba una sonrisilla diabólica.

Marín Consuegra, no fue un nombre afortunado para un negrito del barrio


de los Sitios, en La Habana, so brino y hermano de abakúas mentados. Sus
condiscípulos de la escuela primaria pronto comenza ron a llamarlo
mariconcito con suegra, y eso no le gustaba. Además , era gordo y los
gorditos en las escue las son foco de atención de los muchachos , llamados
vivos, despiertos o majaderos pero que , en realidad, son hijos de puta en
miniatura. Quizás, por eso terminó siendo un alumno retraído, un tanto
introvertido. Escurridizo.

A Marín, lo que le gustaba era la música, pero no co mo al resto de sus


amiguitos y hermanos mayores que eran tocadores de tumbadoras, cajones,
bongoes y re quintos. No. A Marín , le gustaba la música, no el ruido. La
melodía, no el ritmo. Su procedencia social y s u entorno no le propiciaban
el acceso al piano ni al violín.

Cuando cumplió los quince años , ya era alto y de gor dito pasó a tener una
apariencia atlética, un negr ón fuerte que metía miedo pero que , en su
percepción, continuaba siendo tímido.

Por ese tiempo, se mudó para el solar donde vivía Marín, un muchacho
flaco, rubio, narizón, de mirada perversa y de unos veintitrés años , quien se
pasaba todo el día, sentado en la azotea de su casa donde criaba palomas,
mientras soplaba una armónica enorme. Aquello , sí sonaba bien… y eso que
el flaco no hacía más que desafinar, pero el instrumento ¡vaya qué si
sonaba! El caso fue que , Marín Consuegra, comenzó a acercarse al joven
hasta que, a pesar de su timidez, logró establecer cierta amis tad con el
chico.

158
Conspiración en La Habana

Fue eso, cierta amistad y no simple amistad , porque el émulo de C yrano


de Bergerac era, en realidad, otro hijo de puta, pero nada de miniatura pues,
para entonces, ya había propuesto , a varios chiquillos del barrio , apuestas
con relación al tamaño de su verga.

Pero el motivo de la atracción de Marín , por el flaco, no tenía nada que


ver con eso. Un día, cuando ya ten ían cierta confianza, le dijo:

– ¡Me gusta como suena la filarmónica esa!


– ¡No jodas! ¡Júralo! –Dijo, el narizón.
–Te lo juro. ¿Por qué no me la p restas a ver si aprendo?
– ¡No jodas! ¿Y crees que voy a dejarte ensalivar mi instrumento?
–Bueno ¡te la compro! Total, ni sabes tocar a derechas.
– ¡Ah, no jodas! Ni tú , tampoco.
–Pero quiero aprender.
– ¡Y yo! –Ripostó el rubio ya algo molesto.
– ¿Para qué? No ves que eso lo que hace es espantar a las palomas.
– ¡No jodas! ¿Tú crees?
–Seguro. ¿Me la vendes?
–No… Mejor te la cambio.
– ¿Qué quieres que te dé?
–Bueno a ver… ¿Serías capaz de dar me el culito?
– ¡Ah, no jodas, tú!
–No, en serio. Aquí, dentro de las jaulas no nos va a ver nadie, eso es
rapidito…
– ¡Déjate de mariconerías conmigo , compadre!
–Esto es un negocio , bate, y nadie se va a enterar. ¿Tú no quieres la
filarmónica?
– ¡Vete pal´carajo! –Y dio media vuelta y se fue.
Marín, estuvo unos días al ejado de la azotea de su ve cino, pero cada vez
que se encontraban, el flaco le enseñaba la filarmónica y le preguntaba:
¿Por fin qué? Y al cabo , Marín, comenzó a evaluar la posibili dad. A fin de

159
Eduardo Cordoví Hernández

cuentas, era un sacrificio, todo en la vida tiene un precio y aquello sería un


momentito y ya. La filarmónica, le gustaba aunque estaba cara; y una tarde ,
subió a la azotea del flaco , como otras veces.

– ¿Va el negocio? –Le preguntó el de la nariz.


–Oye, compa, no sigas con eso ya.
–Panga, yo sé que no eres pato, pero si quieres esto –Y le enseñó la
armónica. –tienes que pagar el precio que pone el dueño. No seas bobo, de
aquí a unos días ni te acuerdas de eso y tienes lo que quieres.
Marín, hizo silencio y el flaco se le acercó bajando la voz.

–Mira, te metes en el cuartico de las palomas y te bajas los pantalones, te


acuestas arriba de la tonga de sacos y te abres las nalgas con las manos y
ya… eso es rápido, si ya la tengo parada y todo… ¡Dale!
El caso fue que , Marín, no lo pensó dos veces y rápido siguió las
instrucciones.

–¡Ya! –Dijo.
El flaco con cara de Pinocho entró, se bajó el zipper de la bragueta y
extrajo el prominente miembro; se lo colocó en posición, hizo contacto el
glande violáceo con el apretado esfínter negro, empujó suave y , con la
misma, lo retiró.

–Ya.
– ¿Ya? –Preguntó asombrado, Marín, volviéndose.
–Mira, muchacho, si yo te meto la tranca ésta, el grito que vas a meter se
va a oír en toda La Habana. –Y se guardó , con dificultad , las casi ocho
pulgadas y media de su apéndice genital. –Coge tu filarmónica y dale.
Marín, no aprendió a tocar el instrumento. No quería que nadie lo viera
soplando la filarmónica que había sido del nariz de zanahoria ¡ Quién sabe a
cuántos, le habría propuesto semejante negocio! Y pasó años tra tando de no
cruzarse en el camino con él, observando la actitud de sus camaradas ,
tratando de descubrir si sabían o sospechaban algo. Pero no. Todo era

160
Conspiración en La Habana

normal. A pesar de todo, él mismo, sí lo sabía y por eso fue que le dio por
irse a los Estados Unidos , donde nadie l o conociera, una tierra de
oportunidades, donde no tendría pasado y podría ser director de cine o
cualquier cosa que quisiera, hacer dinero, ser respetado y respetable, allí
podría ser hasta un líder del Ku -klux-klan aunque fuera negro.

Y, un buen día, enrumbó su destino hacia el Norte; sin saber que, para
lograr su verdadera realización personal, tendría que regresar a la isla.

CAPÍTULO XXV
Cuando llegó a su casa, Rodelio Fandel, se acostó ense guida. No tenía
sueño pero había sido un día de muchas tensiones. Estuvo pensando en
todas aquellas extrañas experiencias durante horas. No supo cuándo le ganó
el sueño, solo que su último pensamiento fue con la grácil imagen de una
mujer china.

A la mañana siguiente, como de costumbre, fue a traba jar, en aquella


oportunidad, estrenando su nuevo portafolio de cuero.

Era lunes. Hasta el fin de semana no debería volver a ver a la reina, pero
antes debía cumplir con la realiza ción de aquellas indagaciones…

Por lo general, siempre terminaba su trabajo temprano y, a más tardar, a


las dos o tres de la tarde ya estaba libre.

Comenzaría visitando a, Encarnación La China. Sofro nia, había colocado


en el portafolio una agenda con la única pista real para iniciar la búsqueda
de Domingo: la dirección de la afamada espiritista, aunque , Fandel, ya la
conocía.

Los lunes son días difíciles en las labores de oficina y terminó tardísimo.

161
Eduardo Cordoví Hernández

A todo el mundo le llamaba la atención su nueva car tera. ¿Serían agentes


secretos de Translawtonia? Casi estuvo por asegurarlo cuando alguien le dio
un pisotón en el ómnibus.

El martes, llovió por la tarde.

El miércoles, había una reunión del sindicato, después del horario de


trabajo, o sea: pasadas las cinco de la tarde, para tratar el as unto del
ausentismo laboral; y temprano en la noche, debía estar en casa; estaba pro -
gramada una asamblea de rendición de cuentas del Po der Popular. La
presidenta del CDR casi le había rogado que asistiera porque casi nunca
tenían quórum, de modo que , tampoco, el miércoles parecía que iba a ser
posible indagación alguna… Pero , Fandel, recordó la conversación de la
reina sobre todo aquel asunto de la importancia de las cosas, de la locura
que era la vida y que ninguna cosa era más importante que otra y dec idió
hacer como que no le importaba estar presente en reuniones laborales sobre
temas de no estar presente.

Ese mismo miércoles; pero por la mañana, Domingo R iesling, asumiendo


una personalidad ficticia, debía entrevistarse , en La Habana Vieja , con un
personajillo del Hampa: Lorenzo , El marqués, conocido como Muerdiuye.
Contrabandista de obje tos de arte, buscavidas, metedor de cabeza, estafa dor
y, ahora, traficante de personas hacia Miami.

En esos momentos, dijo, le faltaba un pasajero para completar un viaje


seguro hacia Tampa, en una lancha rápida. ¡ Mil cuatrocientos fulas! Una
ganga. Setecien tos de inicio ¡Eso sí! y ya estaba en juego.

Domingo, le hizo entrega del dinero para garantizar su pasaje a bordo,


quedándose con unos veinte dólares para ir ti rando hasta entonces.

Ya comprometido, su próximo paso era conseguir el resto del dinero en lo


de su amante. Tenía llave de la casa pero debía esperar una oportunidad

162
Conspiración en La Habana

propicia… No tenía ni idea de las fuerzas que estaban en juego y mucho


menos que estuvier an en su contra.

Esa misma tarde, Rodelio Fandel, logró darse una esca pada hasta Luyanó.
Decidido, al fin, a estar ausente en la reunión de las ausencias.

Gracias a Dios, estaba nublado; presagio de lluvia. Esto hizo el viaje a


pie, por dificultades con el transporte, más llevadero; porque había sombra
y era agradable el airecito húmedo.

Hacía ya unos años , había estado allí por lo que dio fácil con la
dirección. La calle, era una de esas calles secundarias de barrio, con casi
ningún tráfico de automóvi les.

Al llegar, salía, rumbo a la Calzada de Luyanó, un Panataxi a toda


velocidad.

En la esquina había un asiático dispuesto a desafiar el aguacero que


parecía inminente. Al verlo con su porta folio le dirigió una sonrisa pícara,
supuso de com plicidad por lo del dragón rojo…

A media cuadra caminaba un negro con un azadón al hombro, arrastraba


los pies, calzados con unas botas viejas, y se cubría con un sombrero de
yarey bastante maltratado. Al pasar junto a él le llamó la atención que
estaba patilludo d e varios días y cuánto contras taba su barba blanca con los
espejuelos, contra el sol, de plástico negro.

Pobre viejo. –Pensó y siguió andando.

Ya frente a la casa un barrendero con guantes blancos parecía terminar su


jornada dando a la calle los últi mos toques con su escobillón. Se fijó en su
calzado: zapatillas de ballet. ¡Hay cada unos! Se dijo y en trando al
portalito tocó a la puerta.

–Encarnación, no está. Salió ahora mismo con unos yumas. –Le informó
la vecina del lado. – ¡De milagro no la vio en el Tour!

163
Eduardo Cordoví Hernández

–Gracias. ¡Sí, vi el taxi! Pero a ella no la reconocí.


–Ya, ya. Bueno ella consulta todos los días. Venga mañana.
–Gracias. –Y se fue algo contrariado.
Ya en la calle pudo observar al barrendero, ya de reti rada, rumbo a la
esquina donde se apostaba el chino. No quiso volver a encontrarse con la
sonrisita burlesca del hombre amarillo y decidió marcharse por la otra
esquina. Al llegar, encontró que otro perso naje estaba allí, mirando hacia la
casa de la espiri tista. Era un señor bigotudo con un para guas mojado. Le
extrañó. Aún no había comenzado a llo ver.

Al día siguiente realizó la misma travesía pero algo más temprano.

Esta vez, en la esquina, no estaba el oriental sino un mulato quien, al


reparar en su cartera, le dio la es palda como diciendo: ¡Adelante!

Frente a la casa de su visita estaba, afanoso, el barren dero, intentando


llenar con la arenilla de la ca lle el latón acoplado a su carretilla de trabajo.

En la otra esquina, le pareció ver, de nuevo, al bigo tudo del paraguas y


otra vez, ahora viniendo de regreso, el mismo negro viejo arrastrando sus
botas, pati lludo y guarecido bajo el enorme sombrero.

Todo le pareció dudoso.

Tocó a la puerta. Abrieron de inmediato. Una mulata vestida de blanco lo


recibió.

–Buenas tardes. ¿Tiene cita?


– ¿Cita? No.
–Dudo, entonces, que sea atendido… –Comenzó a decir.
–Usted verá… – Iba a iniciar una argumentación a fin de lograr sus
objetivos. En ese momento, la joven re paró en su cartera y, quizás
suponiendo que se trataba de un inspector, o tal vez porque estaba en la
truculencia de los vampiros y los licanes, dijo:

164
Conspiración en La Habana

– ¡Espere un momento! Pase. –Y se dirigió al interior de la casa


dejándolo en la sala en medio de unos cinco turistas españoles.
– ¡Joder, pero qué calor! –Dijo uno.
– ¡La hooostia! –confirmó otro.
Enseguida, otra mulata, de superior estampa, se asomó a una puerta que
daba al pasillo interior.

–Venga, usted.
Era ella. No le sorprendió que tuviera tanto éxito en su vida profesional.

Lo condujo al comedor, lo invitó a sentarse a la mesa y ordenó ha cer


café.

–Usted, dirá. –Inquirió.


Fandel, le explicó que necesitaba hablar con Domingo y que a falta de
otro punto de referencia se había diri gido allí. Ella no se interesó por los
motivos. La espiri tista le informó que no sabía nada de él. Luego de
presionarla diciéndole que se trataba de asuntos oficiales, ella le indicó
que, Domingo, había tenido un accidente y que el oficial que condujo el
caso era un tal, Agosto Dupont, o algo así, quien siempre andaba con un
paraguas. Anotó la dirección de la unida d de policía donde radicaba y se
despidió apenado por tan breve charla con semejante ejemplar de hembra.

Al salir, volvió a ver a los mismos personajes. Sin duda el peligro que
corría, Domingo, era real, de modo que debía darse prisa. Sin dejarlo para
luego fue a la Estación de Policía.

El oficial del caso se llamaba , Augusthe Duphane , no, Agosto Dupont.


Estaba de servicio. Era muy difícil dar con él en su oficina después de las
diez de la mañana.

Al día siguiente, viernes, Fandel , no fue a trabajar. A las ocho en punto


estaba en la unidad policial. No tuvo que aguardar mucho. Enseguida le
dijeron: Es ése.

165
Eduardo Cordoví Hernández

En efecto. Luego de presentarse y decirle que necesi taba conocer el


paradero de alguien que había estado bajo investigación, le llevó a su
oficina. Parecía demasiado interesado. Cerró la puerta y colocó el paraguas
dentro de un cubo instalado en una es quina del habitáculo. A Fandel , le
recordaba a al guien…

–Y bien. ¿Por qué busca a Domingo Riesling? –Le sorprendió.


– ¿Cómo sabe…?
–Recuerde que soy poli cía.
–Bien: asunto de negocios.
– ¿Qué tipo de negocios? ¡Cuidado con lo que dice! Aunque el caso está
cerrado, tengo un interés perso nal en esto, cosa de profesionales. Hable
claro porque puede verse involucrado en un asunto peligroso. –Bien se daba
cuenta, Fandel.
–Mire, compadre, le voy a ser franco. Quiero ayudar al pobre hombre. El
asunto comenzó cuando una tarde libre, dando paseo por la finca. ¡Allí
transcurrió mi infancia! Me topé con un farallón no muy alto, como una
tapia, no me extrañó , porque allí la topografía a variado con los
movimientos de tierra de los bulldozers, usted sabe, a principios de la
revolución iban a hacer un barrio nuevo y luego…
–Sí, sí, obvie los detalles. –El detective alzó los bra zos moviendo la
cabeza.
– ¡Bien! Me dio por mear en un huequito entre las pie dras y ¡Pum! Se
abrió como una puerta. Aquel acci dente atizó mi curiosidad y entré… –Así
le contó sobre su fantástica experiencia en Lawtonburgo con la reina
Sofronia, con temor, no de estar pecando de ingenuo , sino porque al policía
le diera por pensar que se estaba haciendo el tonto para ocultarle la verdad;
empeorando, entonces, las cosas para él.
– ¡Ya sabía yo! –El inspector dio una palmada. –Debemos entrevistarnos
con la única persona que puede darnos una pista, pues esto aparenta ser
peor de lo que imaginaba. ¡Acompáñeme!

166
Conspiración en La Habana

Casi corriendo llegaron a Luyanó. No quedaba lejos, esa fue la suerte,


pues la idea de tomar un ómnibus era una quimera.

Durante el trayecto casi no hablaron. Eso le dio oportu nidad a Fandel de


enfrascarse en sus maquinacio nes. Todavía, se devanaba los sesos pre -
guntándose cómo era posible que el villorrio de Lawton burgo permaneciera
durante tanto tiempo desco nocido para él, caminante consuetudinario de
todos los recovecos de la zona; cómo se había formado toda aquella
estructura social, cómo, cómo… desafiando toda la lógica del sentido
común.

Aquella caminata en silencio, casi a las nueve y me dia de la mañana,


cuando el sol comenzaba a hacer su agosto, le resultaba tediosa.

– ¡Sabe! Cuando estuve ayer en casa de Encarnación vi a alguien que se


le parece.
–Era yo.
– ¡Acabáramos! También , me fije en el barrendero.
–¿El barrendero? ¿Qué hay con él?
–Calzaba zapatillas de ballet y llevaba guantes blan cos…
– ¿Cómo? –Y se detuvo.
–Sí, me pareció raro un barrendero con…
–Debemos ser muy cautelosos. Sospecho que el tal funcionario de
comunales es la persona que vamos a ver. Pero es apresurado para
confirmarlo. ¡Ojala y no estemos cometiendo un error! Este asunto se
vuelve cada vez más complejo. –Echaron a andar de nuevo. –Mejor, no
diga, usted, nada; déjeme a mí. ¿Le llamó la atención alguien más?
–Sí, el viejo patilludo, con un sombrero…
– ¡El de las botas!
–Sí.
– ¿Le sorprende si le digo que juraría que es Do mingo?
– ¿Lo cree?

167
Eduardo Cordoví Hernández

–No podría asegurarl o. Este hombre, por lo que us ted me ha dicho, debe
estar desesperado. Si es capaz de disfrazarse y andar por la calle siendo
perseguido, demuestra ser un tipo arrestado e inteligente.
Llegaron. Así fue como , Rodelio Fandel, conoció al Profe.

– ¿Qué lo trae por acá ahora, Duphane?


–Lo mismo de siempre , Profe, consultas de trabajo.
– ¡Ah, veo que viene acompañado!
–Es un novato que entreno.
– ¿Y qué hay de nuevo?
–El mismo caso Profe.
– ¿Cómo el mismo? ¿No siguió las pistas que le di? Daba todo como
cerrado.
–En efecto, pero en lo personal se me ocurre que queda ron hechos
ocultos, asuntos sin esclarecer…
– ¡Vamos Duphane! Olvide eso…
–Profe, hablando como los locos, me dijeron que ha conseguido un
trabajo de barrendero…
– ¡Cómo se le ocurre! Soy un intelect ual, amigo mío, un erudito, un
artista…
–Por supuesto, pero comunales paga muy bien y quizás un buen salario…
– ¡Por nada de la vida! ¿Quién le ha dicho eso? –Y miró de soslayo , a
Fandel, mientras fruncía el ceño .
–Alguien que le pareció verlo, seguro lo c onfundió con otra persona, eso
pasa. Volvamos al asunto…
–Me deja perplejo con semejante comentario… ¡Barren dero! ¡Por Dios!
Pero qué asco…
–Le decía que algo se oculta tras todo esto.
–Trasto Doesto. Mm…–Meditó unos instantes .–Duphane, yo lo estimo:
Olvide el asunto. –Se inclinó hacia él y bajó la voz. –Está, usted, en lo
cierto, pero esto nos supera. Fuerzas superiores están por desencade narse.

168
Conspiración en La Habana

Sálgase del asunto. Siga mi consejo. Esto es: Otra cosa. ¡Y lo siento! pero
debo ocuparme de otros menesteres. Haga como yo, lea un buen libro.
Y se marcharon en silencio. Eran ¡Exactamente! las once y cuarto, más o
menos, de la mañana.

Cuando estaban en la esquina, a punto de despedirse , el detective le dijo:

–Tenga cuidado. Deme su dirección por si tengo algo qu e decirle más


tarde, luego de una confirmación que debo hacer de inmediato.
–Seguro. –Y le dio una nota con los datos que le pedía.
–Gracias. –Le dijo dándole unas palmaditas en el hom bro.
Aquel gesto en un investigador policial no le resul taba muy oficial que
digamos, de modo que regresó a su casa con la cabeza llena de
interrogaciones. ¿A qué venía aquella simpatía repentina? ¿Sería , Duphane,
homosexual?

Como a las cuatro de la tarde tocaron a su puerta. Era el inspector,


paraguas en ristre.

–Traigo nuevas. Aunque, creo, malas.


– ¿De qué se trata?
–El profe, es de la Seguridad del Estado. Lo seguí y lo he visto entrar en
Villa Marista. Luego visité algu nos contactos, algunas relaciones que me
benefician con información clasificada y me lo han confirm ado. Creen que
se trata de una conspiración contrarrevolucio naria y que la CIA está metida
en esto.
– ¿Usted cree?
–Pudiera ser, pero de lo que sí estoy seguro es que hay mucho más , tras
todo esto. Haga lo posible por hablar con su reina, aunque ya debe e star al
tanto. Por lo que me ha dicho, creo que deben safarle el cuerpo al asunto, y
ella es la única con posibilidad de salvarse. ¡Y usted! Por supuesto.
– ¿Qué sospecha?

169
Eduardo Cordoví Hernández

–No sospecho. Usted mismo se irá dando cuenta. Es pero volver a verle.
¡Cuídese! Y n o lo interprete co mo un decir.
Apenas se marchó, Rodelio Fandel , tomó el portafolio y entró en la
espesura de los matorrales de la finca, rumbo a Lawtonburgo.

CAPÍTULO XXVI
En Cuba todo ha funcionado siempre así, como quien dice a capricho, no
se sabe de quién, aunque hay mu chos que dicen saberlo. Por temporadas
todo el país se vuelca en un torbellino nacional sobre tal o más cual
actividad y de pronto todo pierde fuerza y va des apareciendo, hasta que
aparece una nueva conmo ción nacional, una nueva tarea en la cual todo el
pueblo, o casi todo, encamina sus propósitos hacia ella. El estado da
prioridad a un determinado asunto de ma nera tal, que, en la práctica,
cualquier otra cosa da la impresión de perder sentido, al menos, así piensa
mucha gente.
Así sucedió con el movimiento de Microbrigadas que surgió por los años
setenta del siglo XX, Fue la época en que, Fandel, tuvo un contacto real con
esa realidad. Hasta entonces , estaba cum pliendo su Servicio Militar
Obligatorio, por tres años –ahora son dos y le cambiaron lo de obligatorio
por general, aunque lo siga siendo –por otra parte, en sus años de
adolescencia no estaba al tanto de los detalles socio -políticos, histórico -
sociales, socio-económicos o lo que sean.

Las microbrigadas, como lo indica su nombre, eran, en sus inicios,


pequeñas dotaciones de hombres y muje res para resolver los problemas, a
nivel nacional, que se confrontaban con la necesidad de viviendas. Así se
estructuró un andamiaje administrativo que regía las actividades técnicas,
de aseguramiento logís tico, burocráticas, y de todo tipo pero que respond ían
más a imperativos políticos que a otra cosa.

170
Conspiración en La Habana

Estas brigadas pequeñas de supuestos constructores, debían en el pl azo, a


lo sumo, de un año terminar un edificio de cinco plantas con veinte
apartamentos. Esta ban formadas por los trabajadores que mayor necesi dad
de viviendas hubiera en cada centro labo ral. De tal modo, los centros
laborales pagarían sus salarios esta blecidos mientras estuvieran en el pro -
ceso constructivo.

Las jornadas laborales serían entonces no de ocho sino de diez y hasta


doce horas diarias; incluidos sába dos y domingos, de ser preciso.

Por lo general, no todos sabían sobre los oficios de edific aciones, pero el
ministerio de la construcción brindaba los proyectos urbanísticos, planos
constructi vos típicos, ayuda técnica general, control de calidad, equipos
pesados, etcétera. Con el tiempo; estas personas, que nada sabían de tales
faenas, por supuesto, irían acumulando experiencia, información, destreza y
en no mucho tiempo habría una enorme canti dad de albañiles, plomeros,
electricistas, carpinte ros... Sería maravilloso.
Por otra parte, el personal irremplazable en las empre sas quedaría en sus
puestos de trabajo pero debía entregar la mayor cantidad de horas de trabajo
voluntario durante vacaciones, días festivos, etcétera, tuvieran o no
necesidad de vivienda, a fin de acumu lar méritos para ella o para ganar
algún efecto electro doméstico como , por ejemplo , un televisor, o, al menos,
un diploma honorífico como trabajador destacado , lo cual , iba sirviendo
como aval para militar en las gloriosas filas del partido o de la juventud
comunista.

Aquella época de las microbrigadas, era lo que se llama : un vacilón. Se


trabajaba mucho, es cierto. Pero era una aventura, un desafío, un escape.
Uno se sentía libre, responsable, importante. La comida era abun dante y
bastante buena y barata, las meriendas gratis, suculentas. No faltaba el
yogur, el pan con q ueso, con queso crema, con dulce de guayaba, con
croquetas… Para qué hablar.

171
Eduardo Cordoví Hernández

De veras que todo el mundo se sentía comprometido, interesado,


involucrado porque, en defi nitiva, estaban construyendo su propio techo.

En realidad el movimiento de microbrigada s es el que más tiempo ha


sobrevivido, aunque con sus altas y sus bajas. El problema de la vivienda es
constante y crece en progresión geométrica.

Existen, en la historia de este movimiento, cuarenta mil deficiencias.


Entre ellas el asunto de las entregas de los edificios terminados , que casi
siempre estaba en correspondencia con alguna fecha tope; se progra maba
entregar cierta cantidad de apartamentos, diga mos, para el veintiséis de
julio, aniversario del asalto al cuartel Moncada; o para el cinco de
diciembre Día del Constructor; o sino para cualquier efeméride de
significación revolucionaria. Como resultado se violen taban (y se
violentan) las recomendaciones tec nológicas.

Podía suceder que, como los cabilleros no eran en realidad cabilleros


sino zapateros, mecáni cos, oficinistas o enfermeros realizando esta labor
por necesidad, pues desconocían aspectos básicos de la interpretación de
planos; podían poner aceros de cierto diámetro y forma, o que iban en
determinada posición; en otra, o no colocar los suficientes. Igual sucedía
con los carpinteros, con los plomeros o con los electricistas, con los
pintores...

Algo es real, como se trataba del mismo tipo de edifi cio para todo el
país; el famoso E -14. Un cajón rectan gular de, como ya dicho, cuarenta
apartamentos, dos cajas de escalera y cinco plantas; una vez hecho uno, la
microbrigada era suficiente para repe tirlo, pues todos eran iguales. Pero de
la misma forma existe el problema humano; había alguien que alguna vez
fue albañil pero ahora trabajaba en una imprenta, al llegar a una zona de
microbrigadas donde nadie sabía ni jota de construcción, como dice el
dicho: en el país de los ciegos el tuerto es rey , se convertía en figura
destacada con cierto poder de deci sión, porque los técnicos de nivel m edio

172
Conspiración en La Habana

que asesoraban estas zonas (las cuales correspondían a una futura


urbanización), al atender muchos edificios a la vez, en ocasiones más de
una zona, lo cual la ma yor parte de las veces cubría largas distancias,
tenían horarios de trabajo abiertos, n o había control sobre ellos, y siempre
estaban perdidos, dando lugar a que el tal albañil decidiera sobre un asunto
estructural, lo que a su vez dio lugar a lo que dio en llamarse: libretazo.

El libretazo siempre fue algo desautorizado, criti cado; incluso si salía


bien y, a veces, castigado si salía mal; pero, por todos, asistido.

Si estaba próxima una fecha de entrega y cualquier inconveniente


técnico, alguna actividad constructiva parecía, por su complejidad, atentar
contra ella, o daba por suponerse q ue podía comprometerla, de inme diato
comenzaban a gestionarse variantes de ejecu ción, entiéndase variación del
proyecto oficial; o si no bastaba ir hasta otra Micro para ver cómo ha bían
solucionado semejante embrollo. Enseguida, ¡To dos! dispuestos a co laborar
en colectivo, llegaban a acuerdos para superar tal dificultad.

Otras veces , sucedía que algún dirigente provincial, o nacional que


visitaba las obras, quien s olo hacía un comentario con respecto a cómo
suponía que algo quedaría mejor, más fuerte o más bonito se to maba como
una orden superior.

De este modo , hoy en cualquiera de estas nuevas cons trucciones s e


encuentran pisos cuyas juntas que, con el apuro, no fueron bien rellenas con
derretido de cemento y producen filtraciones a los apartamentos bajos, o
cuando menos, si uno no se encuentra atento, los saltillos de las baldosas,
sin no lo desnucan de un tropezón por lo menos pueden darle trabajo al
zapatero. Escalones disparejos en las escaleras. Puertas que se traban al
cerrar. Rajaduras en las paredes. Paredes desplomadas... y así.

De pronto, alguien se dio cuenta que tal cantidad de edificios iguales


daba una impresión de monotonía que afeaba el entorno. Tanto el E -14;
cuya compleji dad tecnológica conjugaba la construcción tradicional de

173
Eduardo Cordoví Hernández

ladrillos y bloques de hormigón con las losas de entrepiso y cubierta


prefabricadas; como el Gran Pa nel, el cual fue otro sistema empleado para
agilizar las construcciones, pues era todo prefabricado; eran simples
cajones rectangulares. La variedad, en las cartas de colores y en los diseños
no era suficiente, de lejos los nuevos barrios parecían un campo de cajas de
zapatos. Ese alguien , fue el arquitecto, Cordovés, quien aparte de profesor
en la Facultad de Arquitectura en la CUJAE (Ciudad Univer sitaria Julio
Antonio Echeverría) era jefe técnico en la zona de microbrigadas de Alta-
Habana. Él, con un equipo de discípulos, crearon el modelo E-14
modificado o como se llamó: la Modificación Alta-Habana.

Este nuevo edificio , con unas pocas variantes y sin dejar de ser un
estéreo rectángulo, traía sustanciales ventajas en cuanto a funcionalidad y
ejecución. Fue tal , el cúmulo de ventajas, que el Ministerio de la Cons -
trucción y la Dirección Nacional de Microbriga das adoptaron el proyecto y
comenzaron a editarse l os juegos de planos con distintas variantes para
implantarlo en todo el país.

Unos pocos años más tarde, cuando los trágicos suce sos del éxodo del
Mariel, el arquitecto Cordovés , tuvo la idea de mejorar su suerte con su ya
reconocido talento, aprovechan do el desconcierto, que casi fue lo cura
nacional, de aquellos días.

Cuando fue noticia que el arquitecto intentaba irse del país, le


destruyeron el automóvil, le cortaron el teléfono, apedrearon su casa y lo
agredieron hasta te ner necesidad de ser hospi talizado. La crisis del Ma riel
pasó y no pudo irse. Expulsado , como profesor de la universidad; de su
puesto de trabajo en las mocrobrigadas , sobrevivió con la ayuda de algunos
discípulos y amigos temerarios , quienes lo visitaban para darle ánimo y
prestarle ayuda económica hasta que pudo marcharse.

No resulta un hecho arbitrario que el éxodo del Mariel se gestara en


Lawton.

174
Conspiración en La Habana

Se sabe que fue en un ómnibus de la ruta setenta y nueve, de la Terminal


de Lawton en la calle diecisiete y A, que un grupo de jóvenes del barrio
impactaron el vehí culo contra la embajada del Perú, dando inicio a uno de
los acontecimientos más impresionantes de la histo ria cubana. Hecho , que
resultó una jugarreta diabó lica de Alithius Villanueva, con el propósito de
infiltrar hombres lobos y vampiros de su clan, en los Estados Unidos.

CAPÍTULO XXVII
Juan de Dios de la Cruz, apodado el Profe, era, en efecto, la personalidad
encubierta de un agente de la Seguridad d el Estado.

Recién, acababa de resumir a sus superiores un deta llado informe sobre:


Una serie de actividades, con sospe cha de alto nivel de agresividad para la
seguridad nacional, que se venían realizando, desde hacía varios años (a
juzgar por el elevado nivel de compleji dad en su estructura, cohesión de sus
integrantes así como empleo de recursos y capacidad operativa), en las
inmediaciones del reparto Lawton, haciéndose extensivas hacia Luyanó y de
aquí al resto de la capital, con particular compromis o hacia las zo nas
interesadas en el desarrollo turístico.

Los datos relacionados hacían pensar en una red contra rrevolucionaria


asociada a la CIA y a los gru pos reaccionarios de Miami, dado que :

«…uno de sus principales elementos, un hábil estafa dor llamado,


Domingo Riesling, alias Albaricoque, al haber concluido ciertas labores ,
presuntamente relaciona das con las actividades lesivas al estado cu bano y
habiendo cometido algunos fraudes contra sus compinches y ser objeto de
varios atentados, ha ini ciado contactos con uno de nuestros sacrificados
agentes encubiertos a fin de obtener una vía rápida de escape , hacia los
Estados Unidos.

175
Eduardo Cordoví Hernández

»Se teme que esta red disfruta una sólida estructura funcional y
económica, pues cuenta con una base de operaciones en l a antigua Finca
Ingenito, al Este de Lawton, (falta precisar la ubicación exacta). Con inde -
pendencia del seguro apoyo logístico , procedente de los EEUU, todo indica
que son capaces de autoabaste cerse utilizando artimañas místico -religiosas
para estafar a los turistas, así como posibles or gías donde, los excesos
sexuales, exprimen los bolsi llos y los sesos europeos. (Aunque esto no
queda confirmado, hay suficientes elementos que lo sugieren)»

Tras un minucioso estudio del informe , se tomaron las siguien tes


medidas: Evitar la evasión del ciudadano , alias Albaricoque; y, una vez
detenido, a través suyo , obtener información de primera mano , sobre
objetivos inmedia tos y a largo plazo de tal entidad, contactos, nombres de
dirigentes y cómplices , así como formas de penetrar la red
contrarrevolucionaria detectada, tanto en el país como en el extranjero.
Hacer un estu dio electrónico de las frecuencias de radio que se emitie ran
desde Lawton , en busca de mensajes cifra dos hacia el extranjero. Contactar
con la Sociedad Co lombófila y sus afiliados militantes del P CC 29 , con
prioridad en este barrio, establecer un control ex haustivo de los criadores
de palomas mensajeras. Con tactar con los radioaficionados. Reforzar la
frecuencia del patrullaje móvil de la policí a, las guardias cederiles,
etcétera, etcétera.

El Profe, solicitó una acción rápida de las unidades de asalto de las


Tropas Especiales, de los Avispas Ne gras, de las Brigadas de Respuesta
Rápida, a fin de neutralizar, de una vez y por todas, aquel foco ag resivo,
pero se consideró una moción demasiado aventu rada, ya que, según lo
expuesto, todo indicaba un objetivo a largo plazo, posiblemente: atentar
contra objetivos económicos y sociales o la penetración ideológica.

Concluida la reunión , se comenzaron a dar pasos fir mes y seguros a fin


de consolidar los puntos acorda dos.
29
Partido Comunista de Cuba.

176
Conspiración en La Habana

El Profe, sin embargo, pensaba que cometían un error táctico.

CAPÍTULO XXVIII
Serían las cinco y media de la tarde c uando, Rodelio Fandel , por poco
rompe el jarrón de porcelana del salón magenta del palacio imperial, al
entrar de prisa, no tanto para informar a la reina Sofronia , como para volver
a tener el deleite de verla.

Llevando su cartera por delante, a fin de no ser detenido, fue direct o


hasta la real alcoba. La puerta estaba abierta. A pesar de su ansiedad por
revivir el placer de estar en su presencia , se detuvo. El dormito rio de una
dama es siempre un lugar respetable, sobre todo si tiene autoridad para
ordenar que lo maten a uno.

Desde la puerta, podía ver parte del rinconcito de es tar, el estante de


libros, la mesita con el servicio de té y a Sofronia, sentada de espaldas,
conversando, con alguien que el biombo ocultaba.

Semejante situación , le puso tenso. Aquello alteraba sus planes. Pensó


que todo iba a ser llegar y encon trarla esperando por nuevas noticias suyas.

No atinaba qué hacer. Si retirarse con discreción a esperar que terminara


aquella entrevista, caso de que terminara o si toser, hacer algún ru ido que
llamara la atención sobre él… ¡No! No le parecía correcto. Se retiraría en
silencio.

Ya iba a poner en práctica su elección , cuando oyó ro dar las sillas, como
si se hubieran puesto de pié , dando la plática por terminada.

Se apuró en alejarse de l a puerta, volviendo sobre sus pasos por el


pasillo. A escasos metros , se volvió para regresar con lentitud y llegar de
nuevo a la puerta, en el momento en que la visita saliera.

177
Eduardo Cordoví Hernández

En efecto. Casi al llegar, una figura masculina, de espal das, se recortaba


en la puerta, despidiéndose.

–Ya, usted, sabe. Buenas tardes. –Dijo, y se volvió dando con , Fandel. –
Buenas tardes. –Repitió.
–Buenas tardes. –Respondió, Rodelio.
Ella, que iba a cerrar la puerta, se asomó curiosa.

– ¡Llegas en el momento oportuno! –Le dijo sonriente.


–Buenas tardes.
–Tenemos que ponernos de acuerdo, van a ocurrir algu nos cambios.
– ¿Sí?
El hombre, de unos cincuenta y cinco años, calculó Fandel, vestido con
un traje negro con una larga capa , forrada por dentro de un púrpura
satinado, llevando una chistera en la mano izquierda y un bastón en la dere -
cha, tenía aspecto de ser el mago de palacio, aunque caminaba con
distinción, como quien se siente muy seguro de sí. Le miró con fijeza a los
ojos, le pareció, a Fandel, que con cierto desdén. Ll evaba un bigotito fino y
del cabello negro, peinado hacia atrás ; se le levantaban rebeldes, en las
sienes, dos mechones de canas rebeldes que le daban un aspecto raro. Pensó
se trataba del ministro de defensa.

–He pensado mucho en ti. ¿Qué has hecho en es tos días? ¿Lograste
averiguar algo?
– ¿Era el ministro de defensa?
–No. ¡Pero dime!
La puso al tanto de todo lo ocurrido en los últimos días, omitiendo
haberle contado al inspector de po licía la existencia de Translawtonia.

Le contó sobre el Profe y la confirmación que había obtenido el detective


con relación a las actividades encubiertas de aquél; acerca de la sospecha
de Duphane, sobre la nueva identidad de Domingo , y la probabilidad de que

178
Conspiración en La Habana

estuviera escondido en un lugar cercano, lo cual haría más f ácil, de ser


cierto, encon trarlo.

–Pon atención. –Comenzó diciendo, la reina. –Acaban de informarme que


debo disolver Translawtonia y orde nar mezclarnos con los ciudadanos de La
Habana. Mañana , a estas horas , nada de esto estará aquí. La ma yoría tendrá
que volver a sus hogares de procedencia. Aquí , debo preguntarte si estás en
posibilidad de darme albergue por un tiempo…
– ¡Por supuesto! –La interrumpió. Aunque, en su interior, sentía la
impresión de estar cometiendo un error.
–Me alegro. Esto me ayudar á… ¡Y no temas, una vez que salgamos de
aquí será más difícil que se te rela cione con nosotros! Por otra parte, no va
a pasar nada. –Aquellas palabras le confortaban , pero no las creía. Sin
embargo, Ella las dijo con una convicción que le pareció extraño.
–Acababan de informarte que debes disolver… y orde nar… De modo que,
por encima de la reina, existe otra jerarquía… No entiendo bien…
–Te dije que Me informaron que debo y no que me ordenaron que haga...
lo cual fue,con exactitud, lo que me dijeron; ya que te interesa tanto. No
quieras enten der y déjame continuar, no tenemos mucho tiempo; debo
disponer algunos asuntos con el ministro de defensa, acerca del destino de
mis súbditos, etcétera. Tú , debes continuar buscando a Domingo, debes
encontrarlo cuanto antes, mientras más tiempo pase mayor es su peligro.
¡Antes que se me olvide! Debes dejarme tu dirección.
–Enseguida. –Le anotó los datos. –Aquí tienes. ¡Bueno pero explícame
este enredo! ¿Por qué estás tan segura de que no pasará nada? ¿Cómo es que
mañana, nada de esto estará aquí? ¿Qué va a pasar, cómo lo demolerán tan
rápido? ¿Quién te hizo reina? ¿Si la Seguridad del Estado está tomando
cartas en este asunto, entonces, ustedes tienen que ver con la CIA? ¿El
hombre que acababa de salir , tiene algo que ver en este embrollo?... –Iba a
continuar su serie de interro gantes. Opinó que eran demasiadas.

179
Eduardo Cordoví Hernández

–No todo, en la vida, se puede saber. Saber, puede resul tar peligroso. La
vida es un misterio, no olvides eso, y detrás de todo lo que ves , hay oculto
mucho más. Por regla general , lo de veras importante.
– ¡Bueno, pero debe haber una explicación lógica…! –Comenzó a
exasperarse.
–La hay. No sé a qué llamas explicación lógica. Las explicaciones
lógicas deben aceptarse por serlo. En este caso si partimos de que la vida es
un misterio, y no creo que deba argumentar mucho para demostrarlo, lo más
que puedo hacer por el momento, pues no dis pongo de mucho tiempo a
pesar mío, es decirte que se trata de un misterio , porque tratar de develarlo
implicaría que no lo es ; por otra parte, las posibles aclaracio nes nos
llevarían a intentar la aceptación de lo absurdo, de lo increíble, por no decir
imposible. Te prometo que cuando tengamos más tiempo ; si, todavía, te
preocupan estas interrogantes ; te diré hasta donde sé, has ta donde pueda…
– ¡Bien! Si no queda otra alternativa…
–Siento, muchísimo, no poder estar contigo más tiempo ahora. Tienes que
entrenarte en acopiar disposi ción para posponer la gratificación, eso es im -
portante. Debes volver. Veo que eres confiable. Te v eré, a más tardar,
mañana. ¿Estarás en tu casa?
– ¡Sí! Es sábado. Después del mediodía estaré en casa.
–Estoy pensando en ti más de lo que te imaginas. ¡Sa bes! Me gusta eso.
Fandel, iba a responderle que le pasaba lo mismo, pero se contuvo. Y
partió de regreso, más intrigado que cuando llegó.

180
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO XXIX

Al llegar a su casa, Rodelio Fandel, siguió de largo. Venía tan atiborrado


de preguntas sin respuestas, tan preocupado por la forma en que se estaban
desarrollando los acontecimientos y por la gravedad que presa giaban los
eventos del futuro inmediato, que deci dió llegarse unas cuadras más abajo,
hasta la calle dieciséis, a tomarse un refresco.

Serían las siete de la noche, más o men os. Todavía, no era del todo
oscuro y hacía calor. Se dirigió al bar Xonia. Allí, de paso, compraría
cigarrillos.

El bar había sido remozado, por eso había cerveza en venta contra
moneda nacional , no todo el mundo disponía de dólares para consumir en
los establecimientos dispuestos para pagar en divisa. Había música y
mesitas para los consumido res, aunque mantenía su antigua barra fuera del
saloncito para los que tomaban un trago y continuaban viaje, o como él, que
iban a comprar cigarrillos o to marse un refresco sin hacer una estancia
prolongada.

Al llegar hizo sus pedidos. No había refrescos, de modo que salió


enseguida.

Ya en la acera, se detuvo, abrió la cajetilla, encendió un cigarrillo y


recordó el café. ¡Ah, el café! ¡Qué bien una taza humeante de l néctar
negro…! Una cua dra más arriba, en la calle Concepción, vivía una vieja que
se sentaba por la noche en el portal con su termo a vender café; en ese
horario había menos proba bilidad de que un inspector la multara por merca -
dear sin licencia. Fande l, se apartaba un poco del rumbo que hacía más
corto y habitual su regreso a casa, pero un cafecito ahora, aunque fuera
mezclado con chícharos, le acariciaría el paladar. Luego , subiría por todo

181
Eduardo Cordoví Hernández

Concepción hasta la calle Diecinueve y bajaría casi directo a su morada.


Apagó el cigarrillo y echó a andar.

En la esquina de Dieciséis y Concepción, recién insta lado, estaba un


establecimiento, área dólar, de la cadena de panaderías y dulcerías Sylvain,
con aire acondicionado, música y amplia oferta de cervezas, maltas,
refrescos y confituras.

–Buenas noches.
–Buenas... –No podía creerlo. Rodelio, casi quedó para lizado.
Sentado en el murete de la jardinera, rodeado de va rias latas de cerveza
vacías, estaba el hombre con quien se había cruzado al llegar a la alco ba de
Sofronia, vestido de negro ; ahora sin capa, ni bastón, ni sombrero.

–Por favor, tómese una par de cervezas conmigo. Tenga la bondad.


No había dicho: ¿Le apetece una cerveza? Como un cumplido, un
formalismo, un protocolo de urbanidad, un gesto civili zado, debido al hecho
de tener ambos un amigo común. Era una cordial sugerencia de
aproximación genuina y hasta de penosa necesidad de contacto .

–No gracias. Muy amable. –Se excusó. A pesar de que le apetecía una
cerveza, no le parecía correcto acep tar, además, algo en aquel individuo le
resultaba chocante.
– ¡Vamos hombre! Hágame el favor.
La oportunidad no era para despreciar.

–Bien, pero solo una ¡eh! –Le advirtió. Fandel , no era un aprovechado, y
por cierto, el hombre ya se había bebido unas cuantas y no estaba dispuesto
a que le descargara la nota.
–Espere aquí. –Se empinó la cerveza que tenía en la mano terminando de
consumirla y con la misma entró en el establecimiento con paso firme, señal
indicadora de no estar embriagado y que, a Fandel, le hizo bajar la guardia.
Regresó enseguida.

182
Conspiración en La Habana

–Si se le ofrece algo más, usted entre, pida lo que sea y no escatime.
Siéntase, usted mi invitado.
–Gracias. – Le echó mano a la Heineken enlatada que le extendía y se
sentaron en el murito de la jardinera.
Rodelio Fandel, no sabía qué decir. Se suponía que di jera algo, sobre el
tiempo, sobre la cerveza, sobre la reina Sofronia… pero temía quedar como
un sujeto superficial, indiscreto. Y se hizo un larguísimo silen cio mientras
bebían.

–Jamás, me había tomado una cerveza sentado en una esquina. –Comenzó


el vestido de negro. – ¡Cómo cambian los tiempos! Uno trabaja y trabaja…
¿Y qué tiene de recompensa? ¡Qué humanidad tan desagrade cida! –Se
quejaba como si hablara consigo mismo.
–Trate de verle el lado positivo. –Intentó consolarlo, Rodelio. – ¡Mire!
No todo el mundo puede hoy en día invitar a tomar cerveza.
–No se trata de eso. No me refiero a dinero. No a co sas materiales.
– ¡Ah!
–Hablo de cosas espirituales. Antes todo era más fácil, ¡El trabajo!
quiero decir. Con más dignidad, con mayor elegancia. Más solemne. Ahora
todo es una chapucería y tienes que matarte para lograr algo.
–No sé si alcanzo a entender bien.
–No se preocupe. ¿Otra? –Señaló su lata vacía.
–Me queda aún. Usted , bebe rápido.
–Aguarde. –Se levantó por más.
El hombre, debía ser un viejo ricacho añorando los tiem pos antes de la
revolución. Un desafecto del sis tema. ¿Hasta qué punto sería peligroso estar
allí, en un lugar público, con él? Cualquier cosa yo no sé nada, el tipo me
invitó y ya ¡usted sabe! una cerveza, el calor, la tentación. Pero no lo
conozco. ¿Y quién prueba lo contrario?

–Tome. Pues, como le iba diciendo. Antes , por un poco de dinero, un


poco de prestigio, algo de poder, facilidad para los amores, cualquiera era

183
Eduardo Cordoví Hernández

capaz de ven der su alma. Uno se sentía importante, realizado, bondadoso;


entregando lujos, comodidades, placeres, posibilidades, prerrogativas y
poderes. Comías exquisi teces en los mejores restoranes, bebías champán, te
codeabas con duques y princesas, vestías de frac. Ópera , conciertos, teatros.
Hoy, mucho les parece poco. Y míreme , usted, bebiendo cerveza enla tada,
sentado en un murito, en la esquina de un barrio de quinta, en una capital de
cuarta.
–De veras, que cada vez lo entiendo menos.
– ¡Vamos, no se me haga! No cre o que, Sofronia, le haya dicho algo pero ,
usted, parece inteli gente…
–Gracias, pero…
–Soy un pobre diablo, amigo. ¿No se da cuenta?
–No diga eso. No pierda la autoestima.
– ¡Oiga! Con todo lo que he trabajado para disponer de una de las
mayores fortunas d e este mundo y emple arla en hacer de este país un
imperio, en darle una tradición de rancio abolengo, de refinamiento, de
cultura, de jerarquías y aristocracias, de elegancia. Todo por amor a la
humanidad, luchando contra aque llos que intentan desprender los de las
cosas buenas de la vida, de las inclinaciones primordiales e instinti vas... –
Para Fandel, hablaba en chino. No sabía con exactitud a qué se refería pero ,
tampoco, estaba allí para entender nada y el tiempo estaba pasando. –Ahora,
tendremos que empezar de nuevo, mezclados con la chusma. –Continuó el
hombre. –No disponemos de un castillo decente… los que hay están llenos
de militares o los han convertido en museos. He pensado en alguna mansión
en Santos Suárez o El Vedado, pero ¡Imagínese! Los CDR , meten las
narices en todo.
Estuvieron bebiendo , en silencio , por más de un cuarto de hora y, a
Fandel, se le ocurrió que debía decir algo pues el hombre , al fin y al cabo,
parecía estar necesitando un poco de afecto y al no saber cómo ofrecerle
apoyo, terminó por preguntarle:
– ¿Pero, exactamente, de qué se queja?

184
Conspiración en La Habana

–De la ingratitud de la humanidad. De ver mis desve los y esfuerzos por


ayudar a los seres humanos, irse por el caño; de tener que trabajar
escondido, perse guido, mal visto… estoy cansado ya. Son años sobre años
de dedicación y sacrificios, y cada año que pasa , encuentra, usted, más
almas de torpes, vagos, lo cos y estúpidos. A nadie le interesa n ya la
eternidad, ni las convicciones … ¡Y uno podrá ser un demonio! pero tiene
sus principios, su ét ica.
»Mire, usted: siempre, ante la poderosa presencia de la muerte, en los
entierros y velorios, la gente dice: no somos nada. Queriendo significar ,
con esta doble negación , precisamente, que son NADA. Y aunque muchas
veces, quien lo dice, no ha hecho otra cosa que repetir, como un papagayo,
unas palabras que no logra comprender, por que las ha expresado de forma
automática; más o menos por aquello de ser una expresión común que se
dice en tales circunstancias y que se acostumbra a oír en ellas ; resulta que,
quien la oye, siente en lo interior, que le han dicho una de esas pocas
grandes cosas que , en la vida, deben saberse en algún momento. Otras
veces, resulta que quien lo dice, lo dice no como una fórmula, no como una
frase prefabricada, sino como la expresión vívida de un descubrimiento
trascendente y lo comunica en un acto de genuina aproximación humana de
servicio, para compartir su experiencia, s olo que, quien o quienes lo
escuchan, no logran captar todo el horror que hay en tal verdad ; quedando,
así, libres de la angustia de existir. Pero , en ambos casos, la impresión
horrible de estar a merced de algo inevita ble que pone en peligro la
estabilidad y la co hesión física de la máquina humana poniéndola en un
estado de inseguridad y desamparo total, es pasajera. La vida misma , se
ocupa de hacerlos olvidarse de eso, porque el humano no puede soportar esa
verdad por mucho tiempo.
»Además, si el humano no olvidara ese horror, estaría en peligro la
propia economía del uni verso, pero este es un tema que no abordaremos en
esta charla, pues su extensión nos apartaría del tema que nos ocupa. Somos
nada: intentemos, Fandel, aproximarnos a esa afirmación negativa y

185
Eduardo Cordoví Hernández

asomarnos al borde del abismo. Tal decir , se expresa, como le he dicho


desde el inicio, en funerarias y cementerios, pero no se refiere al muerto.
No se dice que el cadáver no es nada , sino que quienes no so n nada son
ellos, los que aún están vivos. Es un aviso. Se avisa que , si los sorprende la
muerte siendo nada, concluye toda posibili dad de ser algo, alguna vez. Algo
que, quizás, pueda sobrevivir a la muerte del organismo físico. Pero esto se
olvida. Si la gente pudiera establecerse en esta verdad y utilizar la energía
de la angustia que produce saber que no se es nada, para trabajar en ser
algo, tendría, entonces, la posibilidad de tener una exis tencia real. La
muchedumbre, vive en la ilusión de ser algo. La mayoría , cree que toma
decisiones, que tiene ideas propias, que hace cosas, que es dueña de sus
emociones.
»Una abrumadora cantidad de per sonas creen tener responsabilidad de sus
actos porque creen ser algo, siendo ese algo un Yo Permanente, que da
orientación y control, pero nada de eso es cierto. Lo cierto, la verdad, es
accesible a lo que Es, no a lo que no Es. La gente , no puede siquiera decir
la verdad. To dos mentimos, todo el tiempo, cuando engañamos y cuando
queremos decir la verdad, casi sin poder evi tarlo.
»Intentemos ver por qué , el humano mayoritario , tiene la ilusión de Ser,
qué es lo que lo engaña hacién dolo creer que Es. La persona, es un ente
vacío, un hueco móvil en el cual penetran ciertas influencias procedentes
del mundo externo. Tal espacio hueco puede, en el transcurso de la vida ,
irse llenando de da tos, impresiones, informaciones y convertirse en un
receptáculo de conocimiento, pero tal no significa que se haya edificado
algo real en él, pues ha sido un cambio de lugar de lo que había fuera hacia
dentro.
»Para que se realice algo en el individuo, todo ese mate rial debe ser
procesado, alterado, cambiado, mez clado, digerido. Esto es: pensar, pasar
revista y ordenar todo ese caudal de ideas, sacar algunas conclu siones
propias y proyectarse a partir de ellas, actividad a la cual va uno a
demostrarse a sí mismo, la real existencia en el mundo. Es un ejercicio con

186
Conspiración en La Habana

el cual uno va edificando algo dentro, lo cual va siendo: uno mismo. Pero
lo que ocurre en la mayoría de las personas no es eso. La generalidad ,
obtiene el material del mundo exterior pero no pasa revista, no ordena y
mucho menos llega a ninguna conclusión propi a, no pudiendo por tanto
proyectarse a partir de ellas y, mucho menos, demostrarse la existencia
real en el mundo, porque casi la totalidad carece de la capaci dad de pensar,
la mayoría lo que hace es usar lo que otros han pensado y asumir que tal
pensamiento ha sido propio.
»De ahí, que la actuación llevada a cabo tenga causas externas y es una
actuación automática , que tiene que ver con lo que se espera que uno haga.
Toda la vida de un hombre tomado de la colectividad , es una sucesión de
actos prefabricados, programados desde afuera. Lo que un hombre hace, si
coincide con lo que se supone que haga, se dice que está en buen camino, ha
acertado. Pero si no corresponde con lo que los demás creen que es
correcto, entonces , ha pecado, ha cometido un error. P or tanto, a este nivel
no puede comenzarse. Hay que ir más atrás. Hay que ir a la causa misma del
asunto. Hay que comenzar haciendo que el individuo se convenza de su
vacuidad, que comprenda su inexistencia. Pero no basta que lo interprete de
forma intelectual, es necesario que lo sufra, que lo sienta de forma emo tiva,
que lo torture la angustia del No Ser ; pero, además, que este su frir sea
duradero, pues si se atormenta hoy y mañana lo olvida, con dificultad,
podrá construir ninguna cosa. Mientras alguien crea que es algo, que hay
algo en él, no hará nada por cons truirlo.
»De aquí que la vida de un ser muestra, tomado del grupo, sea una
continua búsqueda de aproba ción, un perenne rastreo tras el reconocimiento
ajeno. Un ser real, con un Yo permanente , tiene patrones propios y le
importa un comino lo que los otros piensen acerca de lo que él dice y de lo
que hace. Las personas tal como son en su abrumadora ma yoría, no son más
que proyectos de lo que podrían ser; por tanto, tal cual son no tienen una
existencia real. Por ejemplo: el plano de una casa , es algo de una casa, pero
no es una casa real, existe como plano de una casa pero no como casa. Para

187
Eduardo Cordoví Hernández

que exista en realidad, la casa, es necesario construirla. Igual sucede con el


humano. Lo que hacen, en realidad, las religiones, las asociaciones, las
corrientes filosóficas, las tendencias moralistas y los proyectos políticos,
etcétera, así como todos los movimientos que han caído en la mecanici dad
de las instituciones con cuerpo legal, lo que hacen , es mejorar el plano,
reajustar el diseño, po nerlo más bonito, más presentable, más claro, pero no
lo convierten en una cosa real y debe compren derse que ser es: ser
diferente.
»Mientras alguien sea tal cual siempre ha sido, no existe en realidad y la
gran masa de personas que atesta los ómnibus por las mañanas para ir al
trabajo, no son más que imágenes de lo que po drían ser, son simples
fantasmas que no tienen una realidad propia. No son nada, no hay en ellos
nada firme, están vacíos.
»El principio de u n trabajo para ser algo, podría ser comenzar por
cambiar aquello que nos caracteriza de alguna forma. Alguien que es habla -
dor se tornará, al menos por un tiempo, silen cioso. El respetuoso, se hará,
al menos por un tiempo, atrevido, y así... el problema e stá en que el
hablador no se reconocerá como tal, apenas se le diga: Es usted un tipo que
habla demasiado , dirá: ¿Quién, yo? Por otra parte, un hombre con un plano
y nada más no puede hacer mucho. Un hombre con un plano y con un fuerte
deseo de construir, tampoco, puede hacer mu cho. Es necesario que se asocie
a otros con las mis mas pretensiones; pero así y todo puede , todavía, hacer
poco. Lo principal , es que conozca a alguien que ya haya construido o por
lo menos que sepa construir, que tenga cierta expe riencia como constructor.
Entonces, es que habrá posibilidades de lograr algo. Pero mientras el
prisionero se encuentre cómodo en la cárcel, intentar liberarlo es un acto
criminal.
»Hasta aquí , se vislumbra, más o menos clar o, que después de argumentar
con suficiencia, hasta agotar du das sobre el no ser , es que habría que
delimitar qué ser con toda nitidez , a fin de convertirlo en un propósito y,

188
Conspiración en La Habana

luego, buscar métodos, formas, modos de alcanzar el objetivo de Ser.


¿Otra? »
– ¡No, no!
–Sí. La última, si l e parece mejor. –Y dándolo por hecho, entró de nuevo
en el S ylvain.
Se mostraba magnánimo, pero sus ínfulas de gran se ñor le desagradaban ,
a pesar de su tono afligido y su verborrea pesimista. Era , sin duda, todo un
personaje, a pesar de los disparates qu e exponía.

Después, que regresó, aprovechando el silencio del viejo mientras bebía,


Fandel, a fin de intentar enten der algo, se atrevió a decirle:

– ¿Qué le parece , Sofronia?


– ¡Ahí tiene, usted! Esa mujer tiene condiciones, pero se me escapa. El
asunto del reino, no durará mucho con toda la policía pisándonos los
talones. Ahora, todo será más difícil. Otra de las pocas almas valio sas que
estoy a punto de perder… Porque , aunque uno sea un diablo y todo, este
mundo tiene sus limitacio nes y uno tiene sus l abores, sus responsabilidades
y tiene que respetar ciertas reglas ; ya sabe, usted, el refrán: al lugar donde
fueres, haz lo que vieres. Ya le digo, estoy muy desencantado.
Rodelio, apuró su cerveza. Al fin y al cabo no estaba entendiendo nada y
cuando intentaba preguntar para abrirse paso en aquella locura, el pobre
diablo, como el otro se decía, lo enredaba más.

–Amigo, no tengo disponible un minuto más. Ha sido un placer, pero


tengo que marcharme.
– ¡Qué pena! Dígame ¿Qué necesita?
– ¡Nada! No se preocup e.
– ¿Qué tal un poco de dinero?
– ¡No, hombre!
–Ni hablar, tome usted. –Le extendió un billete. –Y gracias por su tiempo.
–Le digo que no. De ninguna manera.

189
Eduardo Cordoví Hernández

–Es un pequeño presente que no significa nada. Lo encontrará , usted,


antes de llegar a su casa, si no lo toma.
–Está muy bien, que así sea…jajaja…
Se marchó sonriendo por la ocurrencia. Tomó Concep ción, loma arriba.
Cavilaba sobre el extraño personaje. Era obvio que , el tipo, había hecho la
noche tomándole el pelo. ¿Cuál sería su extraña relación co n Sofronia?

Al pasar la línea del tren divisó , metros delante, a una figura conocida.
Aminoró el paso y se echó el maletín a la espalda.

El sombrero de yarey, las botas, el mismo andar…en una oportunidad el


individuo miró a un lado y pudo verlo de perfil. ¡Exacto! Era un negro de
barba canosa, con espejuelos oscuros. No podía ser otro que , Domingo
Riesling.

El sujeto, al llegar a la calle diecinueve, torció a la derecha, loma arriba.


Cuando llegó a la esquina , Fandel, se detuve para que ganara distancia. Vio
a Domingo, cruzar la otra calle y continuar subiendo para adentrarse en la
espesura de las casuarinas y la maleza que hacían un bosquecillo en la
Loma del Tanque. ¡El tanque!

Fandel, conocía el lugar. Había estado incluso dentro de la caseta cerca


del gigantesco recipiente. Era per fecta para esconderse, bastante amplia
como la habitación de una casa.

Estaba oscuro, pero había luna, por eso pudo verlo, en tre las sombras.

Esperó unos minutos para acercarse.

–Domingo, soy amigo, estoy solo y vengo de parte de Sofronia. –Susurró.


–Le traigo noticias.
–Entre.
–Las que he pasado para dar con usted.
–Diga lo que tiene que decir.

190
Conspiración en La Habana

–Tiene a los agentes del Ministro de Defensa, a la policía y hasta la


Seguridad del Estado detrás de usted.
–Eso ya lo sé… ¿La Se guridad, también…?
–Sí. Pero ahí no termina todo.
–Sofronia, necesita que le dé su palabra de no decir nada sobre los
objetivos expansionistas del reino de Translawtonia, s olo así firmará un
decreto exonerán dolo de culpas. De este modo , usted tendrá menos perse-
guidores. ¿Lo promete?
– ¡Claro que sí! ¿Y ella, no le dijo cuándo podré verla?
–No. Pero creo que será, en la práctica, imposible dado que el reino se
disuelve, Lawtonburgo será demo lido al amanecer mañana y no se sabrá el
rumbo de nadie.
– ¡Pero eso no puede ser! Ya sabía yo que diablo me tería el rabo en esto.
–Bueno, ya he cumplido. –Dijo tajante, para terminar la entrevista. Había
pensado preguntarle si era el mismo , Domingo, que hacía carbón cuando él
era un muchacho, pero sería entrar en una familiaridad que, evaluó, no le
convenía por muchas razones.
–Espere. ¿Usted, no volverá a ver a Sofronia para informarl e?
–Supongo, mañana envíe a alguien para eso.–Mintió.
– ¿Sobre mí, le ha dicho algo personal? ¿Sabe si tiene un amante?
–Casi estoy seguro. –Confesó Fandel.– ¡Domingo! Ya es tarde.
–Sí, entiendo. Dígale que tiene mi palabra. Tenga cuidado al bajar.
Estaba muy oscuro dentro, por eso, Fandel, no pudo ver la inescrutable
expresión en el rostro del otro.

Salió de la arboleda de casuarinas ru mbo a su casa, adentrándose en la


zona iluminada del reparto. Ca minó tres cuadras, hasta la calle diecinueve y
la avenida de Dolores. Estaba loco por llegar a casa. Las cervezas, poco
antes consumidas ejercían con eficacia su poder diurético y apuró el p aso.
Le faltaban dos cuadras para llegar.

191
Eduardo Cordoví Hernández

Se sentía liberado del compromiso con Sofronia y satis fecho por haber
participado, dentro de los límites de sus posibilidades, en redimir a aquel
hombre de una persecución injusta.

Con la disolución de Translawto nia, se vería fuera de posibles sospechas.


Nada le relacionaba. Suspiró ali viado, pensando que al día siguiente
Sofronia lo visi taría en su casa y tendría tiempo para que le explicara con
detalles, toda aquella historia intrigante, en la cual no encontra ba un solo
asidero real, lógico, obje tivo.

Una cuadra antes, al cruzar la calle pudo ver, en el piso, bajo la


luminaria de la esquina, un objeto cono cido. Se detuvo. Miró a todos lados
para ver si al guien lo observaba.

Ya debían ser las once, cuando no pasadas. Los veci nos que no estaban
durmiendo estaban dentro mirando la TV y no había nadie en la calle. Se
inclinó, recogió una billetera y continuó como si nada.

La revisaría en casa. Buscaría alguna identificación para devolverla. Si


era de algún veci no, la entregaría al día siguiente, si no, la enviaría por
correo. Luego, consideró lo del dinero. Cuando uno se encuen tra una
billetera es como si se ganara la lotería. Podría enviar los documentos y la
billetera por corres pondencia y quedarse con el di nero, a fin de cuen tas,
todo el mundo no es la madre Teresa de Cal cuta. Pero lo cierto era que
estaba ansioso por llegar para ver qué había. Recordó al hombre vestido de
negro que lo invitó a unas cervezas. Había dicho que de no aceptar el
ofrecimiento en metálico, lo encontraría antes de llegar a su destino.
Mmmm…

Llegó. Casi se orina antes de entrar al baño. En plena actividad


evacuativa abrió la cartera. Ni un solo car net, pero bien dobladito un billete
de diez dólares. Nada más. Era raro.

192
Conspiración en La Habana

Lo normal es encontrarse una cartera con documentos sin dinero. El


ladronzuelo, roba la pasta y tira la car tera, no al revés. ¿Sería de veras el
hombre de negro un…? ¡No! Si así fuera no iría a darle unos diez dóla res de
mierda, nada le hubiera costado regalarle u nos trescientos cincuenta que es
lo que cuesta un aparato de TV a color, a fin de cuentas decía poseer una de
las mayores fortunas del mundo.

Se fue a la cama. Cansado , pero con las emociones muy arriba. Se sentía
casi un héroe por ayudar en algo a Domingo , tendría a Sofronia en su casa
por algún tiempo, había bebido cerveza gratis y ganado diez dóla res, que
era casi su sueldo de un mes.

CAPÍTULO XXX
Como acordado, Sofronia , llegó después del mediodía. Ella aseguró que
por sus extremas precauciones no había ido antes. Fandel sintió alivio, sin
embargo estaba turbado por su presencia.

Rodelio, había tenido visitas femeninas en su nidito de soltero. Nunca


chinas, ninguna vez reinas, tampoc o envueltas en situaciones peligrosas y,
jamás, con un bagaje cultural tan amplio. Aquello era algo que fre naba su
iniciativa, su agresividad animal. Comenzaba a verla como alguien
admirable, digna de un trata miento esmerado, como el que se profesa a los
eruditos, a los sabios.

Se daba cuenta que, por parte de ella, la con fianza hacia él aumentaba.
La advertía más relajada. Quizás la falta de decisión de Rodelio , era lo que
la hacía desplayarse. Con exactitud lo contrario había sucedido con
Domingo, cuyas presiones y exigencias por las relaciones amatorias habían
terminado por cohi birla.

Sin embargo, no le nacía, a pesar de gustarle, intentar la proximidad.

193
Eduardo Cordoví Hernández

Sin pérdida de tiempo, informó a la reina sobre la entrevista, tan casual y


oportuna, que sostu vo con Domingo, así como el resultado de la misma. Se
mostró muy halagada y comenzó a redactar el decreto de perdón real para
detener la orden de captura sobre el pobre hombre.

Le comentó, el casual encuentro con el sujeto en el Sylvain de la calle


Dieciséis, la noche anterior. Observó que su rostro adquirió una expresión
indescifrable. No expresó comentario alguno y, Rodelio, no quiso presionar
su manifestación.

Cuando ella concluyó el documento, Fandel, le re cordó la conversación


que estaba pendiente so bre todas sus interrogantes acerca de los extraños
sucesos, que se habían dado lugar en los últimos días, sobre los cuales no
había dejado de pensar.

–Tras todo esto hay una historia macabra, mi querido Rodelio, la cual es
preferible desconocer.
– ¡Habíamos quedado…!
–Sí, sí. Es cierto. Comienza , entonces, a preguntar. Veamos hasta dónde
sea posible ilustrarte. Voy a qui tarme los zapatos. ¿Sí? –Se desabotonó la
faja del blue-jean para subir con comodidad los pies en la única butaca
cómoda en casa de Fande l.
– ¿Cómo te involucraste en esto, quién te hizo reina?
–Espero no seas policía… has arrancado con un es tilo…
–No, no, no.
–Lo sé. Es un relato muy largo que no voy a contarte en detalles. Estoy
en esto por cuidar a mi hermana. Ella , siempre ha sido una contenta y
conoció a quien es hoy, ministro de defensa. Estaba relacionado con Alis -
thius Villanueva, lo viste en mi habitación de pala cio, en Lawtonburgo.
Gestaban la creación de un clan vampírico con intenciones de constituir un
estado independiente, d ominar el país y luego el mundo.
– ¡Pero eso es ridículo!
–No tan así. Llamémoslo absurdo.

194
Conspiración en La Habana

– ¿No es lo mismo?
–No. Mi hermana, a quien no hay que hablarle mucho para convencerla
de gastar dinero y tener sexo, cayó en la trampa de las orgías y la eligieron
reina. No le gustaba gobernar y asumí su papel para estar cerca de ella. Por
otra parte, me interesaba el asunto, desde el punto de vista intelectual. La
búsqueda del conoci miento, la sabiduría, ya sabes. Siempre fui fan a la
investigación del ocultismo. Villanueva, me ve como una persona muy
especial y está interesado en com prar mi alma, a cambio: cosas que no me
interesan o que puedo obtener, de forma más lenta y difícil pero por mis
propios medios: dinero, información, poder, placeres… Así, aprendo de él y
lo mantengo a raya: con una esperanza que no cumplo. Fin del tema. ¿Satis -
fecho?
–En parte. ¿Cómo pudieron mantenerse tanto tiempo en esa finca sin ser
descubiertos?
–Fuimos descubiertos. Eso prueba que no era tan infali ble el proyecto.
–Bien, pero no me negarás que algo así duró dema siado…
–Sí. Es cierto. Hay muchas cosas inexplicables. Pero, si te pones a
estudiar un poco de Física Cuán tica, comienzas a darte cuenta de que el
conocimiento de la realidad está en pañales. Todo lo que vemos y
consideramos consistente, duro y material, se sustenta en simples
vibraciones energéticas que no se sabe con exactitud ni qué son ni dónde
están, lo que se sabe de tales m icro-partículas está, para colmo, alterado por
la actitud del observador. No existen le yes para determinar que los
fenómenos observados describan la realidad en una relación uno a uno. La
Física clásica podía vaticinar , de acuerdo a modelos matemáticos , eventos
futuros en el campo experimen tal. La nueva Física, llamada cuántica, no
puede vatici nar nada, porque todo depende de probabilidades estadísticas.
Todo está lleno de asuntos enigmáticos como agujeros de gusano que te
pueden llevar a otro nivel dimensional, pliegues en el tiempo, espacios cur -
vos, mundos paralelos… para qué continuar…
–No entiendo bien…

195
Eduardo Cordoví Hernández

– ¿Ves? Mejor dejamos eso.


–No, no. Amplía un poco más.
–Servirá para enredar la cosa. Mira, tenemos el caso del spin de las
partículas subatómicas. Sin llegar a ser lo mismo con exactitud, el spin se
puede explicar como una rotación de tal partícula sobre su eje. Cada tipo de
partícula tiene su propio spin. Por ejemplo, un fotón tiene spin uno, el
electrón tiene spin un medio. Se entiende que algo para dar una vuelta
completa sobre su eje lo hace en un ángulo de 360°. Si un electrón da un
giro de 360° no ha completado su vuelta porque es de un medio, necesita,
contra nuestra comprensión del sentido común, 720°. Paul Davis, un físico
de renombre, sugiere que los electrones existen en otro nivel dimensional.
O tenemos el caso del lla mado efecto túnel. No es más que: dada una
barrera energética que ofrece resistencia al paso de un electrón, si ésta es lo
suficiente fuerte lo hará rebo tar, sin embargo, el electrón antes de llegar a
la barrera ¡Desaparece! Y luego aparece del otro lado co mo si se abriera un
canal por donde pasa el susodi cho. ¡Magia! Como esto te podría contar
otras tantas igual de sorprendentes. ¡Y vas a venir a preguntarme cómo
pudieron unos cuantos bajareques pasar inadverti dos por una población de
gente dormida! Hip notizada con telenovelas y noticias del otro lado del
mundo que ni le van ni le vienen. Que si Michel Jackson aquí o allá, en fin.
¡Hazme el favor! Cual quier cosa puede no ser imposible. ¡Hazme el favor!
–Sí. Es posible.
– ¿Vas a hacerme el favor?
– ¿Cuál?
– ¡Vamos! No te me hagas. Sabes muy bien de qué estamos hablando.
Pero si resulta que eres en realidad tan lento para entender no me disgusta,
todo lo contrario. Se trata de nosotros, de ti y de mí, se trata de disfrutar
juntos.
–Sí, sí. Pero no creas que me resulta fácil.

196
Conspiración en La Habana

– ¡Mira! No vengas a decirme que eres casado porque no te estoy


proponiendo matrimonio, ni que eres ma ricón porque sé muy bien que te
gusto…
–Son otras cosas. – Insistió, Rodelio.
– ¿Cuáles otras?
–Te veo demasiado agresiva, actitud que luc e mal para una mujer
decente. ¡No te ofendas! pero es una posición que me parece algo masculina
y a mí siem pre me ha gustado ser quien enamora…
–Mira no me jodas… no me jodas con eso, que ya esta mos bastante
maduros para tanto infantilismo. Si espero por ti, nunca llegaremos a nada y
no me vengas con posturas machistas que no estamos ya en esos tiem pos, ni
con charlas de moralidad e ilusiones sobre muje res decentes porque yo, por
extraño que te pa rezca, soy virgen. VIRGEN. ¿Entendiste? Virgen que ni
siquiera he besado a un hombre. ¡Y ya tengo treinta y siete años!
–No puedo creerte… ¿Cómo es posible?
–Siempre le he tenido miedo al sexo y sobre todo a esa agresividad
masculina de que hablas, prefiero el petting, ese preámbulo al sexo. No te
voy a engañar, me han gustado algunos hombres pero no han pasado mis
pruebas: han estado mucho más interesados en po seerme, en disfrutar, ellos,
conmigo que en ocu parse de mí disfrute. Lo he intuido. Me he dado cuenta.
¡Qué no soy boba!
– ¿Entonces?
–Nada. Que has si do el único menos agresivo, podría mos decir: más
evasivo. Eso me ha interesado pues llenas una expectativa promisoria y
agradable. Dime tú: ¿Qué es lo que ,en realidad, te pasa? ¿No se te para?
–No, no, no. ¡Mira! Es una larga historia, que no voy a conta rte, pero
tengo una hermana a quien no co nozco, a la cual busco desde hace años,
desde que lo supe no he tenido más relaciones con mujeres por miedo al
incesto. Por otra parte, como antes de sa berlo tuve muchas relaciones, cabe
la posibilidad de haber te nido relaciones con ella y detener mi activi dad
sexual es una forma de castigo por ello…

197
Eduardo Cordoví Hernández

–¿Entonces?
–Me masturbo.
–En tal caso no existe problema. Yo lo hago.
– ¿Cómo?
–Bueno, me acaricio el clítoris con el dedo…
–Me pregunto que cómo dices que no hay problema.
–Bien, si los dos tenemos miedo, por diversos moti vos a la penetración,
podemos, juguetear un poco, mas turbarnos sin llegar al coito y resuelto el
asunto.
–Ese jugueteo puede ser peligroso. No sería correcto que entre hermanos
se estableciera una relación lúdicra tan lúbrica. –Rodelio, enfatizó los dos
últimos sus tantivos con toda intención, a pesar de la caco fonía.
–Creo que exageras. Tomas como un hecho un paren tesco conmigo, lo
cual está muy lejos de ser posible. Tengo padre y madre y para colmo mi
padre es chino. ¡Mírame los ojos! ¡Por lo demás! ¡Qué tanto lío te traes con
el incesto! ¿No sabes que los Incas se casa ban con sus hermanas, igual los
faraones de Egipto?
– ¡Mira! No quieras justificar ni darle crédito al in cesto porque haya si do
algo común en civilizaciones de la Antigüedad. Estamos viviendo a las
puertas del siglo XXI, y ahora el incesto es algo mal visto y debe ser por
algo…
– ¡Y dale con el incesto! ¿Pero qué tiene que ver eso entre tú y yo? Ni
siquiera te pido que tengamos sexo. ¿No sé? Te comportas como si tuvieras
tal seguri dad…
–Dejemos el tema para otra ocasión. Además, no lo aseguro . Considero la
probabilidad. Existen coinciden cias… Tú misma has dicho que hasta lo más
absurdo puede ser cierto.
–Eso deja abierta una br echa para el incesto ¿No? Jajaja…
–Visto así, desde el significado frío de las palabras; sí…
–Retomando el tema…
– ¿No querías dejarlo?

198
Conspiración en La Habana

–Me refiero al anterior.


– ¡De nuevo! De veras no me gusta hablar de eso. A veces no puedo ni
explicármelo yo misma y me pongo a atar cabos a mi antojo, a especular;
por tanto no signi fican nada mis palabras. En otros casos, así de sencillo,
no tengo ni idea.
–No importa.
– ¡A ver! ¿Qué pretendes saber?
– ¿Cómo puede explicarse que esté sucediendo toda esta conspiración en
La Habana? ¡Durante tanto tiempo! ¿Sin levantar sospechas?
–Eso tiene que ver con lo que se llama El dominio de las fuerzas… es
algo que se puede discutir; primero porque no está, su conocimiento, muy
difundido y, segundo, porque no todos los que pueden conocerlo, lo
aceptan. Se trata de un cierto equilibrio de las razones, de cierto reparto de
la verdad y de cierto recurso universal para garantizar la estabilidad de lo
que existe. No sabría explicártelo, analizarlo, exponerlo en forma
pedagógica, pero con semejante medio podría comprenderse que pueda
existir un gran número de ateos, una gran cantidad de personas haciendo
grupo en sectas satánicas en medio de una humanidad , en su mayoría
religiosa, así como que puedan coexistir diversas religiones a la v ez. Con
tal procedimiento pudieras justificar que tantos demócra tas y liberales sean
capaces de defender y apoyar a gobiernos dictatoriales, que los guerreristas
defiendan la paz, que los pacifistas puedan descubrir justi cia y razón en la
violencia, en fin… Pero dime: ¿A cuáles coincidencias te refieres?
–Mejor, dejemos eso…
–Aclaremos todo de una vez. ¡Dime!
–Dime tú: ¿En qué mes naciste?
–En julio.
– ¡Te das cuenta!
– ¿De qué?
–Mi hermana cumple años en julio y debe tener tu edad.
– ¡Pero no seas ingenuo, eso es una casualidad!

199
Eduardo Cordoví Hernández

–Sí, pero no es esa nada más. Tiene una hermana menor, como tú y su
madre se casó con un chino.
–Bueno, mi padre es chino y yo , también. Ahí acaba todo.
–Mira, no quiero forzar las cosas para ser tu hermano , porque al fin y al
cabo estoy loco por acabar de descu brir este embrollo , pues no la veo
pasar, no se sabe desde cuándo; por otra parte, estoy poco intere sado en
que seas mi hermana , porque bien sabes que me gustas pero , tampoco, voy a
sucumbir con la única mujer que reúne e l máximo de condiciones para
serlo, después, que me he sacrificado durante tantos años , con otras que no
tenían ninguna posibilidad… pero ahí no acaba todo , como dices… La
madre, de mi hermana, se llamaba Wilma.
– ¡Cómo!
–Wilma. ¿No iras a decirme…?
–Pues sí. Mi verdadero nombre es Vilma y el de mi hermana es Vilma al
revés: Mávil; nos puso nombres semejantes al suyo. ¿Cómo no me habías
contado eso?
–No había caído en la cuenta. ¡O sí! Quizás no quería verlo…
–No jodas, me has tenido hablando sandeces, que si el spin del electrón,
que si frito, que si salcochao’, para dejarme ahora sin saber , a derechas, ni
quien es mi familia.
–A pesar de estas coincidencias, que por supuesto nos obligan a tomar
medidas, no creo que sean conclu yentes…
–Pero yo si voy a av eriguar, de inmediato, la verdad sobre este asunto.
– ¿Cómo?
–Preguntándole a la única persona que sabe la ver dad.
– ¿Quién?
–Alito Villanueva.
– ¡Ese! A mí no me ofrece garantía. ¿Por qué tendría que saber tales
detalles?
–Ese viejo, es el Diablo, Rodeli o.

200
Conspiración en La Habana

–Bueno, pues si es el diablo , menos confío. Sería ca paz de mentir para


enredar las pistas.
–En eso tienes razón.
–El camino es otro. Existen otras personas que po drían conocer la
realidad y ser confiables.
– ¿Sí, quiénes?
–Los docenios.
– ¿Y quiénes ¡coño! son esos?
–Conocí acerca de ellos durante mis averiguaciones sobre cierto
personaje que se suponía tuviera informa ción sobre el paradero de mi
hermana. Por acci dente, tuve un contacto tagencial con un miembro de esta
secta secreta que , por demás, tenía conoci miento sobre todo este rollo que
ha formado, Alito Villanueva.
– ¿Y dónde vive el miembro de esa secta?
–No sé. Ni siquiera lo conozco en persona, por eso te dije que tuve con él
un contacto tagencial.
– ¿Cómo daremos con él , entonces?
–Con él, no sé, pero hay una forma de reconocer a quie nes militan en la
secta de los decenios. Tienen una cicatriz en forma de cruz en la palma de
la mano derecha.
– ¡Pero eso es bastante difícil!
– ¡Pero no imposible!
– ¡Cómo! ¿Vas a salir por la calle pidiénd ole a la gente que te enseñe las
manos?
–Conozco a alguien bien informado que pudiera ayudar nos y que, quizás,
accediera a ayudarnos.
– ¿Y por qué habría de hacerlo?
Este problema nuestro , de alguna manera se conecta con la conspiración
de los vampiros y él investiga eso.
– ¿Un policía? ¿Estás loco o qué? Mi hermana y yo estamos metidas en
esto hasta la cocorotina y vas a enredarnos con un policía. No, no, no.

201
Eduardo Cordoví Hernández

–Confía en mí, el tipo me parece confiable. ¡Y voy a tratar de


entrevistarme con él ahora mismo! –Trasteó entre unos libros, tomó una
carpeta y salió a la calle.

CAPÍTULO XXXI

Son harto conocidas las acusaciones del llamado mundo libre, (presidido
por las autoridades guberna mentales de los Estados Unidos, quizás
presionado por la comuni dad cubana exiliada en Miami y seguido por los
países defensores de la democracia, la libertad de expresión y los Derechos
Humanos, tanto del resto de América como por la Europa occidental),
referentes al silencio periodístico cubano acerca de la problemá tica social
impuesta, a su decir, por la revolución cubana en su afán de garantizar la
permanencia del sistema socialista, al parecer en desuso por su incapaci dad
para generar desarrollo económico y garantías sociales, y que en cierta
forma se prueba, según el criterio de muchos tras la bancarrota del comu -
nismo en la Europa del Este.

No obstante el periódico Juventud Rebelde (JR), se gundo diario de


importancia nacional como voz de la juventud com unista, tal como el
Granma es el primero como órgano oficial del partido; desde hace mucho
viene publicando, día tras día, información de pri mera mano, con nombres,
apellidos y direcciones, acerca de una serie de irregularidades, incongruen -
cias, abusos, etcétera, que se cometen con tra los ciudadanos de todo el país,
que servirían para probar, como paradoja, que en Cuba, si existe libertad de
expresión, para denunciar todo lo mal , hecho por medio de un canal legal,
público, oficial y a voz en cuello y sin tapujos ni miedos, como que, en
definitiva, y debido a eso mismo, el modelo de sistema social cubano es tan
incompetente, ineficaz e inepto que resulta en absoluto increíble que el
pueblo apoye, vote a favor, coopere, contribuya y demuestre aceptación por
un modelo social semejante , en un acto de declarado masoquismo. Pero

202
Conspiración en La Habana

esto, no es lo trágico. Someterse a una lectura diaria , de estas no tas, nos


lleva a un nivel de convencimiento mucho más trascendente y horrible. La
calidad infernal de las agre siones que sufre el ciudadano y su estado de
indefensión, es tal, que la lectura de tales notas, conta das por los propias
víctimas, no semejan ser realida des de la civilización instituida , sino
hechos imagina rios producto de la mente más afiebrada, alucinada y
fantástica. Y esto no es todo. Lo raro es que todo el mundo sigue
comprando la prensa, usándola para sen tarse en los quicios de las esquinas
y no ensuciarse la ropa, para limpiar espejos y cristales o hacer paque tes
para botar la basura. Nadie repara , que está a mer ced de que algo similar le
acontezca. Todo lo cual prueba, eso sí, que fuerzas de un poderío
descomunal y maligno velan la luz de la razón con una idiotez hipnótica,
quizás porque tales fuerzas pertenecen al dominio de las sombras.

(JR, martes 5 feb. 2008. Sección: Acuse de Recibo, por José Alejandro
Rodríguez. Página 2).

Solo quiero que no le suceda a otra muchacha, ex presa en su carta


Beatriz González, de calle 27 número 74 entre 18 y 16, reparto Pueblo
Nuevo, en Holguín. Cuenta que el pas ado 22 de diciembre su hija celebró la
fiesta de los 15, en el Palacio de los Matrimonios de esa ciudad. Y fue muy
triste todo: el auto alquilado a esa institución no apareció, por lo cual, la
quinceañera llegó tarde al lugar, pero sí tuvo que concluirse l a fiesta a la
hora acordada a pe sar del incumplimiento del Palacio. No brindaron el
servicio de música, y el que al fin la ofreció desapare ció cuando menos se
esperaba. El buffet es taba mal elaborado, y aun así les cobraron de más.
La filmación del video pagada a esa entidad es pésima. Cuando se fue a
recoger el ramo de flores, no había flores. El administrador del Palacio
prometió responder el 29 de diciembre acerca de tantos proble mas: pero el
22 de diciembre aún no había res puesta.

¿En quién podemos confiar? Preguntan Alicia Corzo y María Caridad


Scull, trabajadoras de la unidad Terri torial Avícola de Güines, con una

203
Eduardo Cordoví Hernández

permanencia de 35 y 27 años respectivamente. En el 2006 se les asignó a


las dos, por parte de la delegación de la Agri cultura de la provincia de La
Habana, la posibili dad de construir sus propias viviendas, y se le comunicó
a ese colectivo. La obra comenzaría en el 2007. Pero el tiempo pasó, ellas
comenzaron sus gestio nes en la Unidad Municipal Inversionista de la
Vivienda en Güines: no aparecían sus nombres. Se dirigieron a la
delegación provincial de la Agricul tura y no pudieron contactar con el
funcionario corres pondiente: hasta que, por teléfono, les informa ron que se
había reducido el número de vivien das, y ya ellas no tenían ese derecho.
Entonces entregaron su reclamación en el Ministerio de la Agri cultura el
31 de agosto de 2007 y aún no habían recibido respuesta el 22 de enero
Con razón, cuestio nan: ¿Cómo se puede asignar una vivienda ante un
colectivo y después retirarla, sin más explicaciones, jugando con la
necesidad y los principios de un trabaja dor? ¿Por qué el Ministerio de la
Agricultura en cinco meses no ha dado respuesta a JR sobre nuestra
inquietud?

(Domingo 10 feb. 2008)

…Damián Álvarez, vecino de Emilio Núñez 175, aparta mento B, en el


municipio capitalino de Cerro: Él vio con muy buenos ojos el expendio de
café expreso abierto no hace mucho en la Terminal de Ómnibus de La
Habana: aire acondicionado, aspecto acogedor y todos los requisitos para
un buen servici o. Damián ha sido un cliente bastante fiel del mismo, y allá
van sus observaciones:

Al principio el servicio incluía un vaso de agua fría. Ya no. Últimamente


ha fracasado cuando va por allí, por diversas razones: Están limpiando el
establecimiento. Están contando el dinero. Hay una fase caída. No están
vendiendo en ese momento. No hay polvo de café. No hay azúcar. Todavía .
no se ha empezado (a pesar de haber pasado la hora de apertura). Ya se
terminó. Y no siempre con el mejor carácter, esa sonrisa de mar keting,
concluye.

204
Conspiración en La Habana

Dígame usted, Damián. ¿Estaremos ante un caso más de falta de fijador,


como lo calificara el irrepetible Zumbado? ¿Será un designio infalible de
nuestra gastro nomía esa precocidad para languidecer? ¿Cuándo, en esta
vida, los que estamos del lado de acá del mostrador, disfrutaremos de
estables, dignos y excelentes servicios? ¡Qué manera de tropezar tanto con
la misma piedra!

JR. Martes 19 de febrero, 2008

Fue en los primeros días de agosto de 2007, cuenta Odalys García, desde
Prolongación de Pancho Jimé nez sin número, entre Carretera de Jíbaro y
Río Yayabo, en la ciudad de Sancti Spíritus. La Empresa Eléc trica
realizaba trabajos en el barrio, y al abrir un hueco para colocar un poste,
averió la acometida de entrada de agua hacia la vivie nda de Odalys y la de
su vecina Milagros Carvajal. Resultados: se queda ron sin servicio de agua.
Estaban sin ella, todavía, el 1º de febrero pasado, cuando Odalys me escri -
bió, a pesar de que ha tramitado la situación. Han ido al Acueducto en
varias ocasiones, específica mente al Puesto de Mando. Se han quejado en
Atención a la Población del Gobierno Municipal. Fue en enero que se
personó allí la supervisora de Acue ducto, y prometió que irían
urgentemente a arreglar la avería. Nada de nada. ¿Por qué hay que
castigar tanto al vecino cubano? ¿Qué dice la Empresa Eléc trica de lo que
provocó?

¿La ley del embudo? Blas Rolando Díaz me escribe desde calle 13
número 7203, entre 72 y 74, en el munici pio capitalino de Playa, para
quejarse de las incongruencias e n el despacho a domicilio de los bul tos que
llegan por expreso en Ferrocarriles. ¿Cómo es posible que si a usted le
envían un despacho y no lo recoge a tiempo le cobran un recargo, mientras
la Empresa recibe paquetes y no te los lleva a casa en tiempo y f orma, se
demoran en la estación hasta 15 días y un mes, y no pasa nada? Siempre
existe una justificación: combustible, carro roto, o no hay ca rro. Y para
colmo, en el 2005 se extraviaron dos paque tes que me enviaron de Isabel

205
Eduardo Cordoví Hernández

Rubio, en Pinar del Río, con despacho a domicilio. Hice la reclama ción con
el comprobante y expediente 33, y estoy esperando…

Tanto esfuerzo para hacerlo mal: Desde San Genis sin número, en el
poblado de Rancho Veloz, Villa Clara, Aimeé Acosta transmite la inquietud
de muchos vecinos: el 20 de septiembre del 2006 fue reinaugu rado el
policlínico de esa localidad, para alegría de los pobladores. No solo
mejoró la edifica ción, sino que la dotaron de equipos muy modernos. Con
todo ello, su personal brinda un servicio de alta calidad y esmerada
atención. Pero, meses después de la reinauguración, la fosa del policlínico
comenzó a verter hacia la calle. Tal irregularidad fue tramitada con Salud
Pública y el Gobierno municipal, pero la situación permanece igual o peor,
porque ya las aguas albañales se están estacionando sobre la acome tida de
agua potable. Los vecinos averiguaron, y les dijeron que todo fue por un
error constructivo en la fosa: la hicieron más pequeña de lo que re quería el
policlínico. ¿Continuará en el aire lo mal hecho p or miedo a poner la culpa
sobre los hombros del culpable?, cuestiona Aimeé.

Torcidos los derechos del cliente: Milaidys Calvo adqui rió una lavadora
en marzo de 2005, para aliviar la carga doméstica allá en su casa, en calle
51 número 2002, en Nueva Gerona , Isla de la Juventud. La compró en la
tienda El Pinero, de CIMEX en esa localidad, con una garantía por tres
años, que se vence el 14 de marzo próximo. En enero pasado se le averió la
secadora del equipo, y la llevó al taller de esa entidad, pero dejó de
funcionar otra vez. La llevó de nuevo, y posteriormente tenía problemas, ya
por tercera vez. Cuando lee los derechos del cliente, que aparecen en el
certificado de garantía, descubre que ante tres roturas de un equipo en el
tercio del plazo de garantía tot al, se repone el mismo al cliente. Milai dys
va entonces al taller a reclamar sus dere chos, y la atiende el contador,
quien le manifiesta: A usted se le debiera devolver el dinero y prohibirle
que compre en nuestras tiendas, y agrega: lo que ha ocurrido e s que el
técnico de experiencia no está traba jando, y tenemos otro nuevo, cuya

206
Conspiración en La Habana

experiencia es en equipos de refrigeración. Al fin ella se entre vista con el


gerente del taller, el cual le adujo que no importaba lo que dijera la
garantía: había que repa rarla y esa era la opción. Se entrevista entonces
con el gerente general de la entidad en Isla de la Juven tud, y éste le dice:
No importa lo que dice el certifi cado de garantía. Tienes que traer el
equipo y con fiar en los arreglos, pues no lo voy a repone r. Y cuando se
venza la garantía, se venció y se acabó. Milaidys me confiesa que se echó a
llorar de tanto maltrato.

JR. Martes 4 marzo 2008

Dagoberto López, de Maceo 7, entre Pepe Antonio y División,


Guanabacoa, denuncia el abandono en que permanece el lo cal donde antes
estaba situada la ferre tería El Yunque. La unidad comercial que fuera un
orgullo de ese municipio capitalino, se encuentra abandonada y en manos
del olvido, destruyéndose junto a lo que queda de una vivienda en el piso
superior, sin que n adie haga nada. Hoy lo que fue El Yun que es un
multipropósito de todo lo inimaginable: verte dero de basura, baño público
súbito, hedionda e improvisada pocilga de irrefrenables instintos y necesi -
dades, ambientada por ratas, cucarachas y mos quitos. Y lo más triste de
todo, según el lector, es que a solo diez metros radica la Dirección
Municipal de Servicios Comunales en Guanabacoa. Con tantas necesidades
de vivienda, Dagoberto piensa que si se otorgara el local a dos familias,
podrían salvarlo y así reso lver su techo. O al menos higienizarlo y darle un
uso social. Pero no el olvido y la indiferencia.

Etcétera y etcétera…

Esto puede parecer incongruente, al fin y al cabo en todos los países del
mundo se publican hechos de asal tos, asesinatos, robos, abuso s legales,
descuidos, arbitrariedades de los funcionarios públicos, en fin; y tal no se
entiende como prueba de que tales países fun cionen mal, no sean
democráticos o que se ponga en tela de juicio la autoridad de sus gobiernos.

207
Eduardo Cordoví Hernández

Sin embargo, no todos los gobiernos de otros países se la pasan diciendo


que en sus territorios todo es un encanto.

Uno de los grandes problemas , desde finales de los ochenta en Cuba , es


que la gente está perdiendo el orgu llo nacional. La gente ya no quiere ser
cubana. Nadie se quiere poner nada que diga CUBA, y si se lo ponen es
porque no tienen otra cosa que ponerse.

Todo el mundo, hombres y mujeres, están a la caza de conseguirse o por


lo menos sueñan o recomiendan a los más jóvenes, casarse con extranjeros,
buscarse un parient e que sea español o irse aunque sea para Haití.

Semejantes pensamientos , a pesar de la política cultu ral de vigorizar los


valores patrióticos nacionales, no puede ser obra de circunstancias socio -
políticas, ni de desmanes de ciertos dirigentes. Son produc to de un plan
diabólico que trasciende el sentido común .

CAPÍTULO XXXII

Cuando, Rodelio Fandel , salió de su casa ; dejando sumida en hondísimas


reflexiones a la reina Sofronia, quien era en realidad la princesa Porfiria y
que, en mayor realidad , no era otra que la simple Vilma; se dirigió a la
estación de policía, donde radi caba el instructor, Augusthe Duphane.

Después, de horas de espera, indagaciones de pesqui saje, vacilaciones y


extensas caminatas logró dar con el detective.

Temía presentarle , con sinceridad, toda la realidad del asunto. A fin de


cuentas, aquello se trataba de algo muy personal e íntimo y un oficial de la
policía no se interesaría por una tragedia familiar que no comprom etiera el
orden público pero , con inteligencia, Fandel, encontró el resquicio para
atizar el in terés del profesional.

208
Conspiración en La Habana

– ¿Recuerda usted –comenzó –cuando fui a verlo y le conté sobre


Translawtonia, etcétera…?
–Sí.
–Resulta que dejé de contarle ciertos dat os que en aquel momento no me
parecieron de consideración, los olvidé, en fin… pero , ahora, pensando en
todo esto, me asaltan la atención y creo que , por ser tan raros, puedan serle
de utilidad en sus investigaciones.
–Dígame enseguida, de qué se trata.
–Verá, hacia finales de los ochenta , buscando cosas en el basurero de
Cayo Cruz, encontré unos escritos que hablaban sobre todo este asunto de
los vampiros y los hombres lobos en Lawton…
– ¿Cómo dice?
–Eso, con la particularidad de que lo vaticinaban para l os ochenta, es
decir que fueron escritos mucho antes ,diría que hacia finales de los sesenta
o principios de los setenta, ¡digo yo! A juzgar por el estado del papel y la
intención de mantenerlo en se creto, pues estaban redactados en lenguaje
cifrado, al parecer pertenecían a una secta hermética semicris tiana.
–Semicristiana. ¿Y dónde están esos papeles?
–En lugar seguro, pero los revisé mucho en aquel tiempo, eso fue lo que
me hizo aventurarme a explo rar la finca de Lawton y enredarme en toda esta
historia.
–Semicristiana dijo…
–Sí. Los Docenios, se llama la secta y se hacen una cruz en la palma de
la mano derecha. Su fundador fue un tal Lirido Fandelo.
– ¿Pariente suyo?
–Mi apellido es Fandel , pero no creo que tenga nada que ver conmigo.
– ¿Cree?
–Vamos, Duphane, déjese de intrigas. He venido de buena fe a darle
información que , quizás, pueda servirle y va a comenzar dudando de mí.
–Es el hábito profesional. ¿Pero , por qué le interesa tanto este asunto?
–Pues, me parece que hay algo más que la C IA tras todo esto.

209
Eduardo Cordoví Hernández

–Siempre hay algo más tras todo esto, mi querido Fan del; porque todo
esto es lo que creemos que es la realidad, todo esto no es más que el velo de
nuestra imaginación. La realidad es otra.
– ¿Cuál será, entonces, nuestro próximo paso?
– ¿Nuestro qué?
– ¡Vamos, Duphane! No irá a decirme que va a de jarme fuera. Tengo
cierta experiencia como investiga dor, me interesa el caso y estoy
colaborando con infor mación. Por otra parte, usted, se asesoraba con el
Profe; un viejo medio loco…
–No lo crea tan loco, esa es la imagen que quiere dar. El Profe , sabe más
de lo que, usted, se imagina.
– ¿Entonces?
–Está bien, Fandel. Voy a revisar el banco de datos que tenemos. Como
sabe, ahora disponemos de computadoras y todo es mucho más rápido y
fácil. Lo mante ndré informado. No se preocupe. Tendría que revisar los
documentos de que me habló.
–Aquí los tiene. –Y le extendió una carpeta. – ¿Cuándo se supone que
pueda tener algún resultado?
–No sabría decirle. En realidad , el tema me resulta muy sugestivo.
Quizás, dentro de un par de horas vaya por su casa , Fandel. ¿Cuál es la
prisa?
–Nada en particular, curiosidad, a mí ,igual, me parece muy atractiva la
cuestión. Pero no me parece buena idea que pase por mi casa hoy, tengo que
hacer algunas gestiones aún…
–Bueno, espéreme por aquí dentro de tres horas. ¿Está bien así?
–OK.
–Quedamos en eso.

210
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO XXXIII

El título apropiado para rotular este apartado debió ser , Retrato del
artista Ido Lecente, pero iba a presentar la incongruencia de confundirse
con la novela de Joyce.

En la vida real, Ido Lecente , no fue Ido Lecente, sino Eusebio Fernández ;
pero, Eusebio Fernández , eligió ser conocido como Ido Lecente.

Ido Lecente, es cubano; nacido en La Ciudad de La Habana, en la


barriada de Lawton, por demás, en 1915; aunque su nombre, en atención a
su fonía, parezca italiano. No es raro encontrar en la Literatura cubana ecos
foráneos, basten como ejemplo Fajad Ja mis, Jaime Sarusky, Antón Arrufat e
Italo Calvino (quien, aunque no sea cubano , al menos, nació en Cuba) .

En ciertos aspectos , este hombre se parece mucho a Olidio Olderfán;


personaje desconocido, por ironías del destino, sobre quien investigara ,
Rodelio Fandel.

Ido Lecente, fue un artista porque re alizó una obra co piosa en las Artes
Plásticas. Pintó más de doscientos lienzos al óleo de mediano formato (no
mayores de un metro cincuenta por setenta y cinco centímetros) los cuales
expuso en los vestíbulos de algu nas escuelas y centros laborales con l os que
tuvo vínculos en diversas etapas de su vida. Su producción pictórica , le
sirvió para vivir de ella aunque , no pasó de tener una bicicleta.

Estudió, Arquitectura, pero no llegó a graduarse. Dejó la carrera para


dedicarse a las letras. Terminó dedicá ndose a la escultura, con mayor
exactitud a la talla en madera y al modelado en barro.

Ido Lecente, fue el creador de las doce sabicusabias. Son necesarias


algunas palabras sobre esta obra.

211
Eduardo Cordoví Hernández

Sabicusabia, puede parecer un nombre ridículo pero es el término con


que se rotula una serie de produccio nes especiales, que pertenece al
antiguo y olvidado Arte objetivo 30. Debido a esto la obra ad quiere un valor
trascendental.

La sabicusabia es una pieza que pasa por decorativa, pero es más. Fue
realizada con rigor d isciplinario, bajo circunstancias predeterminadas y
con un propó sito definido.

Su objetivo, además , de embellecer el entorno de una sala de estar, es


servir como resonador de radiacio nes cósmicas a fin de poner en sintoní a
las influencias interestelares más remotas, (se refiere al centro de la
galaxia, conocido por algunas escuelas herméticas como Mundo de todos
los soles) las cua les intervienen en la armonía y equilibrio de los cuerpos
físico, emocional, nental y el llamado cuarto cuerpo. Todo esto se traduce
en términos coti dianos en salud, felicidad, etcétera pero, en especial, en
sabiduría para afrontar los avatares de la vida , así como para disfrutarla en
realidad 31 . Por tanto , es una pieza propia para el hogar , no para deco rar
una oficina.

La madera utilizada es de sabicú, árbol maderable le guminoso de Cuba,


parecido a la acacia, que tiene blancas flores de suave fragancia.

Estas piezas fueron talladas en la madera de un sabicú que floreció en


los antiguos terrenos aledaños a la Ciudad de La H abana, propiedad del
estadounidense, William Lawton, donde, más tarde, tomó asentamiento la
barriada de este nombre. Fue cor tado en 1910 y con él se elaboraron
marcos para las puertas y ventanas de la casa de , Fiodor Fiedoro vitch, un
ruso, quien entró en Cuba de polizón, en un barco procedente de España , a

30
Ar t e o b j e t i vo : E s l a a p r o xi m a c i ó n a l c o n c e p t o d e u n a a n t i gu a e xp r e s i ó n a r t í s t i c a c u ya s
c a r a c t e r í s t i c a s y c u a l i d a d e s n o p u e d e n s e r d e s c r i t a s e n e s t a s p á gi n a s p o r f a l t a d e e s p a c i o .
31
E xp l i c a r l o q u e s i gn i f i c a e n e s t e c o n t e xt o l a e xp r e s i ó n E n R e a l i d a d o c u p a r í a d e m a s i a d o
e s p a c i o p e r o e n t i é n d a s e q u e s e r e f i e r e a u n a c o n n o t a c i ó n d e r e a l i d a d mu c h o m á s t r a s c e n d e n t e
d e l o q u e , p o r l o c o mú n , e n t e n d e m o s c o mo t a l .

212
Conspiración en La Habana

principios de la década del treinta y qu ien había sido discípulo de Geor ge


Ivanovitch Gurdjieff , en París, en los años veinte.

A la muerte de Fiodor Fiedorovitch , en 1940, la casa; enclavada en la


entonces llamada finca Ingenito, propiedad de, Papo Batista, hijo del ,
entonces, presidente de la república; pasó a ser arrendada en parcelas a
chinos hortaliceros , a españoles cultivadores de flo res, o criollos que las
plantaban de cañas para abaste cer a las guaraperas de La Habana; quedó
dentro de una de estas parcelas que dada en arriendo a Joaquín Navarro,
dueño de una de las primeras farma cias de Lawton (sita en calle Dieciséis
esquina a Tejar, destinándola para vivienda de quien fuera ad ministrador
de la lechería clandestina en la cual in vertiría sus ahorros. El
administrador, fue el padre de Ido Lecente.
En esa casa, Ido, encontró el tesoro de Fiodor Fiedoro vitch: unos
cuantos libros en inglés , sobre una enseñanza desconocida. Durante
muchos años, guardó con celo dichos textos hasta que estudió, en forma
autodidacta, el sufi ciente inglés como para desentrañar el conocimiento de
aquellos mamotretos.

En la zona vivía el viejo Tejón, un anciano perteneciente a una orden


mística secreta llamada los docenios o La hermandad de los doce, la cual
había sido fundada en la década de los años veinte del vigésimo siglo por,
Lirido Fandelo, (otro cubano de triste suerte para ser reconocido por sus
contemporáneos), según pudo descubrir , Rodelio Fan del, durante su
pesquisaje.

Con el viejo Tejón, aprendió las artes ocultas que lo facultaron para
realizar diversos oficios manuales así como ciertas liturgias,
encantamientos y hechizos para favorecer al género humano, después de su
iniciación en la hermandad.

En 1959, la casa fue demolida y el padre de Ido con servó los marcos de
sabicú, en los cuales, Ido, produjo las únicas doce sabicusabias que

213
Eduardo Cordoví Hernández

existen en el pla neta, todas con diferencias formales pero con idén tica
funcionalidad.

La sabicusabia, aparte de ha ber sido realizada por un genio (pues , Ido


Lecente, será una celebridad hacia finales del próximo siglo XX II por
razones que se argu mentarían más adelante si no fueran obvias), fue
realizada durante los días de luna en creciente y du rante la ejecución del
tallado, cantó,en su mente, los himnos jitanjafóricos tejonianos.

La pieza está diseñada para influir con su campo de acción en un radio


de unos siete metros. El vértice obtuso de su base debe orientarse al Este y
debe tener una posición estable para un a máxima optimiza ción de sus
potencialidades. Aunque su influjo se irra dia para todos los que están
dentro de su campo energético no es menos cierto que su dueño, o per sona
que ejecuta su limpieza y mantenimiento, al es tar más próximo mental,
emocional y, por supuesto, en contacto físico con ella, alcanza un mayor
aprovechamiento de lo que puede brindar de bené fico. (Sus bondades no
van a relacionarse en estas pági nas pues no resulta un asunto comercial).

La obra llegaría a su optimización si , en juevessanto,se limpia,con un


lienzo empapado en vino tinto, teniendo cuidado. Usted, recordará que la
semana santa se instituyó durante el concilio de Nicea , en el año tres-
cientos veinticinco , estableciendo que se celebre a partir del domingo ,
después, de la luna llena posterior al equinoccio de primavera. Esto , tiene
una evidente connotación astrofísica que , tampoco, cabe dilucidar en esta
reseña.

La pieza, aunque tiene nombre, éste , no debe ser pro nunciado. No pasa
nada al decirlo, solo no debe decirse y punto. Pero usted puede hacer lo
que le plazca, en fin, no corre peligro ni pierde nada. La pieza , continuará
brindándole lo mismo. Pero no debería hacerse.
No es un ídolo, no se le ofrece culto. Es como un apa rato que usted usa
pero que no venera. Las, pa ra usted extrañas o misteriosas circunstancias

214
Conspiración en La Habana

que rodean su atmósfera y el proceso durante el cual fue eje cutada, no


tienen nada que ver con brujerías , sino con un tipo de tecnicismo.

Constituye una verdadera lástima que los turistas que compraron esta s
piezas; únicas y especialísimas, en las Ferias de Artesanías de la capital
cubana; desco nozcan estos detalles, pero no se debe a razo nes imputables
al autor sino a los artesanos que las comercializaron, quienes tratan de
borrar toda huella que lleve a los productores reales. Muchos de estos
artesanos hoy viven en ciudades americanas y euro peas invitados por
clientes que les compraron obras que nunca produjeron.

En cuanto al autor, además de escultor especializado en la talla en


madera, modeló barro, produciendo figurillas humanas en diversas
posiciones en especial sentadas en postura meditativa, serie carac terística
de Pensadores que realizó en madera, como un leitmotiv, en
correspondencia con la era de acuario, que recién comienza.

Sobre esta serie podríamos argumentar lo siguiente: representa al viejo


Tejón, personaje cuya celebri dad es desconocida incluso en Lawton, ( uno de
los famosos y antiguos cuarent a y tres barrios de La Habana) su terruño.
Está tallada en la madera del sabicú. Estos árboles crecieron, entre otros,
en los fértiles terrenos que con los años llegaron a ser lugares de
asentamiento de la barriada de Lawton. Nos estamos remontando a los años
de 1890, del pasado siglo XX.

Estas arboledas fueron derribadas y serradas, para elabo rar, con


preferencia, marcos de puertas y venta nas para las nuevas edificaciones que
se realizaban en el naciente barrio, entre ellas la construcción del pri mer
Centro Espiritista de Lawton el cual se levantó en la calle Tejar casi
esquina a avenida dieciséis y que sesionó hasta los años sesenta del siglo
pasado.
Cuando esta instalación fue demolida, para ampliar la escuela primaria
Walfrido Hernández Rosales , que le era contigua, el padre de Ido Lecente ,

215
Eduardo Cordoví Hernández

rescató estos marcos para puertas y ventanas, con intención de utilizar los
para hacer carbón.
Extrañas circunstancias , que no cabe relatar aquí, impidieron que,
propósitos tales,se hicieran realidad y pasa ran esos maderos al patrimonio
de la familia.
Cuando, Ido Lecente, estuvo en posesión de los conoci mientos; vedados
para la mayoría de las personas y que le llegaron por medio de los libros de
Fiodor Fiedo rovitch y del viejo Tejón; trabó conocimiento con Walterio
Olibando, otro miembro de los docenios, escritor fracasado quien le
enseñara a plasmar en e l arte de la talla en madera la práctica de tales
conocimientos ocultos.
Después, de largos años, inmerso en las rigurosas disci plinas y principios
del arte objetivo, Ido Le cente, incorporó a la ejecución de su estilo las
influencias de la corriente arq uitectónica conocida como brutalismo,
impuesta por Le Corbusier , en los años cincuenta del siglo XX. De ahí, que
sus obras no manifiesten un acabado riguroso en cuanto al bruñido de las
superficies, terminado de las texturas ni a la simetría de las formas. (Los
grandes artistas siempre han sido espíritus incomprendidos).
Tales hechos conspiran, en la primera impresión, con tra la valoración
positiva de esta obra. No obstante su verdadero objetivo no está dirigido a
la ornamentación ni a la exaltación del s entido artístico sensua lista, sino
para servir de soporte a una serie de vibracio nes y campos sutiles de
energías, propias para el enriquecimiento de las facultades humanísti cas de
las personas próximas al campo de acción de la pieza. (Que para este cas o
es de un radio de unos cinco metros).
Walterio Olibando, posó para su discípulo , Ido Lecente, a fin de que
ejercitara diversas técnicas plásticas. Ido Lecente , utilizó tales diseños para
ejecutar estas pie zas que intentan reproducir e influenciar, la pr esencia de
ánimo, la capacidad introspectiva y la autoestima de aquel creador.
Una simple observación de estas obras demostrará que , Walterio
Olibando, fue un individuo seguro de sí mismo, despreocupado por todo

216
Conspiración en La Habana

aquello que pueda ser gravoso, negativo. Pue de dar la impresión de abúlico,
pero no, si se observa mejor se aprecia que mantiene una sabia indiferencia
sobre la realidad muy acorde con las enseñanzas del budismo zen, de las
técnicas sufíes y de karma yoga.
Ido Lecente, fue el fundador del Primer Ins tituto Interna cional
Independiente Para la Posible Evolu ción Humana en el II I Milenio, y se hizo
llamar, duque de Lawton. Tal institución, de carácter hermético, des arrolló
cursos sobre Psicología esotérica, Filo sofía de la vida, soluciones para la
problemática existencial y desarrollo de las potencialidades mentales y
emocionales, en un reducido grupúsculo de discípulos seleccionados con
rigor, quienes fueron llama dos, de forma peyorativa, Los pirofláuticos, por
seguidores de otras corrientes filos óficas de orienta ción diferente.
Este señor, pasó por ser un hombre común y ordina rio, un simple
luchador por la supervivencia pero de bemos advertir, sobre todo para
aquellos que de al guna manera se encuentran enfrascados en la búsqueda
de las verdades existenciales, para quienes ocupan tiempo de lecturas, de
tertulias, en iniciacio nes en sectas exóticas o tras el encuentro con un
maestro consagrado, que muy bien puede suceder que todo esto se
encuentre más cerca de lo que creen y sea mucho más fácil de lo que se
dice y aunque no deja de ser un regalo existencial, la persistencia de
ciertos patrones de conducta pueden repetir ciertas experiencias.

Como ya se ha dicho , Ido Lecente, no es lo que,por lo normal,


entendemos como alguien que ha triun fado en la vida, sin embargo, vive
como si lo fuera. Algunos extraños eventos de su vida , así lo atesti guan.
En este sentido, en alguna manera, podemos tra zar un paralelo con aquel
rey de Frigia, Midas, en Asia Menor, a quien por la hospitalidad que le
había brindado al sátiro Sileno, el dios del vino Dionisos, decidió
concederle lo que pidiera, y pidió: convertir en oro lo que tocara.

Muchos, en La Habana, con aptitudes para la tridimensionalidad de la


escultura, abastecían a los artesanos de las ferias y gastaban una buena

217
Eduardo Cordoví Hernández

parte de sus ganancias en comprar maderas preciosas (ébano, ácana,


jiquí…). Ido Lecente, no podía darse ese lujo, pero siempre encontró un
duro madero donde soportar su obra.

Hacia finales de los ochenta, y durante casi la década del nov enta a
fines del siglo XX, con corta dife rencia, a todos les dio por cambiar la
carpintería de madera por hierro y vidrieras; quizás dado por el desarrollo
económico del país o bien por el ascenso en los índices de robo (estos
parámetros suelen estar asoc iados aunque no faltan quienes aseguren que
los atracos ascienden en proporción a la miseria) pero esto es más bien
asunto de sociólogos y políticos. El caso es que se hacía fácil encontrar
marcos de puertas y ventanas de madera dura , en cualquier basurero.

Por alguna razón, en aquellos años noventa hubo , escasez de transporte


para la recogida de basu ras o falta de combustible o quizás otras razones
de más, de modo que se hicieron famosos los llamados planes parecos. Se
avisaba a toda la población por lo s medios de las organizaciones de masa
(FMC, CDR, etcétera) así como por los medios de difusión masiva que ,
para cierto día, se programaba un plan tareco, y todos los vecinos apilaban
en las esquinas todo lo inservible de sus casas. A veces , la recogida
demoraba y daba tiempo a las personas industriosas, observadoras y
audaces, para recorrer e inspeccionar estos focos de desechos donde
lograban encontrar infi nidad de objetos útiles. Una de estas almas era , Ido
Lecente.

Su capacidad artística, como hemos a puntado, tam bién, se canalizó


hacia la Literatura. A continuación uno de sus poemas habla por sí solo:

Estabas allí, al borde de una callejuela:

Infame.

Allí estabas , esperando podrirte poco a poco

rodeado de basura.

218
Conspiración en La Habana

Estabas húmedo, sucio, pestilente.

Sencillamente condenado a muerte,

destrucción y olvido.

Despreciado incluso por aquellos a quienes serviste alguna vez.

Y estabas allí, tendido,

siendo parte común del basurero.

Sin embargo, yo, ¡Hombre prodigioso!, mago habitual (Gracias a Dios),

tan... casi como tú (pues voy notando que , también, me deterioro),

te saqué de allí, madero,

te até a mi bicicleta con cuidado,

mientras, alguno me miraba de soslayo.

Y así nos fuimos,

sucios y apestando, hacia mi casa.

Allí, tan solo, ¡Hice el milagro!

Hoy pienso en ti: sin amor y sin pesar.

Lo más posible es:Jamás, volveré a verte,

Pero, ahora mismo , te encuentras en Europa,

atendido y colocado en lugar distinguido con es mero,

admirado para gloria y orgullo de tus dueños.

Y cuando mueran de viejos mis biznieto s,

continuarás así.

219
Eduardo Cordoví Hernández

Como si así siempre hubieras sido.

Esta es la insospechada gloria silenciosa

que hoy disfruto camino a un basurero,

necesitado de hacer otro milagro.

En estos vertederos , encontró gruesas patas de caoba de butacones


antiguos, viejos muebles de máquinas de coser Singer, cuya estructura,
fundida en hierro, de fina factura pues presenta un diseño muy ele gante,
sirve para soportar mesas si se les eliminan los componentes de pedal y
poleas propios para el me canismo de la maquinaria que cose .

Cuando una vez se quedó sin dinero y venía de re greso, en su bicicleta,


cargado y sudoroso, de las ferias, en las cuales no pudo vender su trabajo ,
se encontró una manilla de oro qu e pudo vender, con facilidad, a un
joyero.

Quizás, se piense que porqu e le asiste la suerte de no faltarle Dios, deja


de pasar hambre. ¡Nada de eso! Pero aunque todos la evitan, el hambre
agudiza los sentidos y templa el alma. Todas las religiones del mundo
restringen de algún modo el desenfreno alimen ticio mediante ayunos y
tabúes. Sabido es, además, por las descripciones de los ayunadores, profe -
sionales o políticos, tales beneficios. Es nues tra naturaleza animal quien
no permite al ángel que dentro de nosotros duerme, salir volando, con todo
y ser un literario lugar comú n.

Jesús, pasó hambre; también, Gandhi. Para citar dos casos en una
comparación que puede llamarse exce siva y pretensiosa. Pero si usted es
justo convendrá conmigo en que , Ido Lecente, de algún modo, merece
cualquier esfuerzo que se pretenda en su favor p orque, con todo y ser
llamado marquéspor sus amigos, el tiempo de su vida ha sido para crear
objetos de rara belleza que perdurarán ,por tiempo indefinido, produciendo
emociones positivas en otras personas.

220
Conspiración en La Habana

Pensó, él, que sus obras nunca estarían en un museo ni se subastarán en


los insospechados precios astronómi cos en que serán vendidas, sin duda, en
los próximos decenios; y que , jamás, se sabrá quién las hizo, a pesar de
haberles infundido tanta dedicada intención , en cada instante de trabajo.

Esta es la razón de que sea dada a conocer la que sus contemporáneos


llamaron, desventurada; pero en reali dad fue: La vida prodigiosa de Ido
Levente.

CAPÍTULO XXXIV

Tres horas más tarde, Fandel, regresó al lugar donde debía encontrarse
con Duphane. Cuando comenzaba a impacientarse llegó el detective,
trayendo bajo un brazo la carpeta que , Fandel, le había dado horas antes.

– ¿Encontró algo nuevo? –Se adelantó a preguntar Rode lio.


–Nada. Estamos en cero.
– ¡Pero no decía, usted, que si un banco de datos, que si las
computadoras…!
–Sí amigo, pero piense que nuestros archivos son de delincuentes:
ladrones, estafadores y asesinos. Gente así no se encuentran en sectas del
corte que buscamos. –Y ladeó la cabeza, mirando hacia abajo.
–Tiene, usted, razón. Más bien la cosa anda entre religio sos e
intelectuales. –Fandel, le dio la espalda para seguir con la mirada a una
mulata que pasaba.
–Religiosos e intelectuales… ¡ Mmm! Creo que pode mos continuar, pues
tengo un posible candidato.
– ¿Quién? –Fandel, se volvió de pronto despreciando el paisaje femenino.
–El Profe.
– ¿El Profe? –E hizo una mueca con los labios, al entrecerrar los ojos.

221
Eduardo Cordoví Hernández

–Sí. Religiosidad: su nombre es Juan de Dios de la Cruz y el de sus


padres, María y José de los Santos; y como intelectual: ¡Imagínese, le dicen
el Profe!
–Me parece un poco traído por los pelos…
–Pero no es eso ¡Y ya! Vea: si recuerda, cuando fui mos a verlo trató de
desvirtuarnos, nos habló de fuer zas ocultas que nos superan o algo así, y no
cabe duda de que está en contra de los vampiros y los hom bres lobos. Por
otra parte, no le llama la atención que siempre usa guantes.
–Cierto, no me había percatado de esos detalles. Pero ¡bueno! usted lo
conoce mejor que yo.
–Es verdad. ¡Hagámosle una visita!
Y se pusieron en marcha. Debían ir caminando hasta Luyanó y era una
tirada larga. Apenas anduvieron me dia cuadra, Duphane, aminoró el paso.

–No se apresure tanto , amigo, vamos a llegar me dio muertos. Además , ir


con calma nos dará tiempo para aclarar algunas cosas.
– ¿Por ejemplo? –Fandel, hizo otro mohín, mientras se rascaba un ojo.
– ¿Usted, leyó bien estos papeles? –Y abanicó la car peta ante su
interlocutor.
–Los encontré hace unos años… y sí, los he leído. –Fandel, le echó mano
a al dosier.
–Como es lógico, ha tenido más tiempo que yo para hacerlo. ¿Qué es lo
que le llama más la atención en ellos?
– ¡Todo!
–No, no, no. No sea superficial o no se haga. –Y detuvo la marcha.
– ¿Qué quiere decir? –Preguntó, Fandel, deteniéndose también.
–Que me da la impresión de que hay algo más tras todo esto.
– ¡Ah, Duphane! Va a empezar otra vez con las sospe chas…
–Ese es mi trabajo Fandel. Pero no lo tome como algo personal,
analicemos esto. ¿No es lo que quería?
– ¡Ajá!
–Bien: ¿Qué encuentra de particular en estos documen tos?

222
Conspiración en La Habana

–Bueno son una serie de escritos como el cuento de La buena pipa, todos
son encontrados de forma simi lar y quien encuentra uno, describe cómo lo
encuentra y añade datos de su investigación sobre el autor del texto hall ado.
Eso.
–Eso es: en general, Fandel. Yo le pregunto en particu lar.
–Mire, Duphane, no me joda, que esto se me está pare ciendo a una
escuelita. Acabe de decirme qué le pa rece ¡a usted! si es que le parece
algo y acabe de una puta vez.
–A mí me cuesta c reer que, usted, no se haya dado cuenta…
– ¿Pero de qué?
–De que todas las historias se parecen en su argu mento y progresan en la
complejidad gráfica del texto: La de Olido Olerán a la de Lirado Fúndelo, la
de, éste, a la de Walterio Olibando y, cuando éste otro, da la impresión de
que va a semejarse a las anteriores , surge la nota de Servando , de quien no
se dice nada, y menos del tal hijo. ¿Usted , sabe quién es , Servando?
– ¿Qué voy a saber? –Y no mentía.
– ¿Y, Wilma?
–¡Ah! –Exclamó, Rodelio, encogiéndose de hombros. –Pero espere
¿Usted ve lo que es llegar a valoracio nes aventureras partiendo de análisis a
la carrera?
– ¿Por qué lo dice?
–Porque ahí no dice que , Servando, tenga un hijo ¿Se da cuenta? El hijo,
es del gallego.
–Déjeme ver… Sí, sí, tiene to da la razón. Pero, de todos modos, hay algo
oculto tras todo esto.
– ¿De veras? ¡Júrelo!
– ¡Ah, no joda, Fandel! –Y continuaron andando.
A las seis y treinta de la tarde tocaban a la puerta del Profe.

–¿Qué les trae por estos lares , Duphane?


–Asuntos profesionales, no oficiales. Acá, el amigo, es de mi entera
confianza, ya estuvo aquí una vez…

223
Eduardo Cordoví Hernández

–Mmm… Sí, lo recuerdo. ¿Y de qué se trata?


–Como le decía tenemos un interés, digamos perso nal, por el aquello de
la curiosidad por lo descono cido, el bichito de la investigación inconclusa,
el deseo de saber, ¡Ya usted sabe! Y a fin de cuentas como estamos en el
mismo bando…
–La curiosidad mató al gato , amigo mío. Pero déjese de rodeos.
–Seguimos la pista de los docenios…
–¿Los qué?
–Profe, no se nos haga el tonto que, usted, se las sabe todas.
–Bien, no voy a negarles que he tenido noticias so bre esa gente, pero he
tenido con ellos un contacto tangencial , una aproximación asintótica, por
demás efímera.
–Profe, usted perdone –continuó Duphane. –pero qui siera hacerle una
pregunta un tanto indiscreta…
–¡Ajá!
–¿Por qué siempre usa guantes?
–Bueno me han salido unas manchitas blancas, creo que es vitíligo, un
problema hepático no sé si sab es…, y como no me gusta que se me vean…
–¿Nos permitiría ver la palma de su palm a derecha?
–¡Ah, Duphane, acabo de decirle que no me gusta …!
–Mire, Profe–dijo, Duphane, poniéndose de pié.–Si no quiere colaborar
con nosotros, podemos enten derlo, está en su derecho, y si hemos sido
demasiado indiscretos, lo comprendemos igual, pero no ofenda nuestra
inteligencia. ¡Buenas Tardes! ¡Vamos , Fandel!
–¡No, no, no! Esperen. No quiero que se marchen con una idea
distorsionada de la realidad. Tomen asiento de nuevo, por favor.
Fandel y Duphane , volvieron a sentarse mientras el Profe, en silencio ,
comenzó a tirar de su guante dere cho por las puntas de los dedos con los
dientes.

224
Conspiración en La Habana

–Vea, usted. –Se dirigió al detective mostrándole la palma , donde la


cicatriz, de dos heridas perpen diculares, evidenciaba la intención de dibu jar
una cruz latina.
–¡La cruz de los docenios! –Duphane, se cruzó de bra zos.
–¡Al fin! –Llegó a decir , Fandel.
–No se dejen llevar por las apariencias. No todo es lo que parece. –
Sentenció, el Profe.
–¿Qué quiere usted decir? –inquirió, Duphane.
–Ya le dije, tuve con los docenios un contacto accidental. Oí una
conversación por casualidad que me puso en conocimiento de su existencia
develándome la identidad de dos miembros y, más o menos , en los pasos
que andaban tras un tal , Alistear Vilanova, o algo así; quien formaba un
clan de vampiros y una re cua de vasallos hombres lobos , con el objetivo de
tumbar al gobierno y tomar el dominio del mundo. Me pareció tan
apasionante todo aquello que quise saber más, me hice amigo de uno; de
cierta forma le caí bien y trató de captarme, lue go vi un par de veces más al
otro y me fijé en la marca de la mano derecha de ambos ; para entonces, ya
me creía saber bastante, craso error mío: Me herí yo mismo y traté de
indagar con otros grupos de docenios. El caso fue que, como no sabía lo
suficiente, se dieron cuenta y me considera ron un infiltrado. Por eso , uso
guantes; todavía, soy perseguido por aquellos a quienes quiero ayudar. Si
quieren un buen consejo: Sálganse de esto . Es más serio de lo que, ustedes,
puedan imaginar.
–El peligro, tiene su encanto. –Esgrimió, Duphane.
–Allá ustedes.
– ¿Y cómo podemos dar con un verdadero docenio? –Preguntó, Duphane.
–Eso es difícil, con probabilidad hasta ya cambiaron la tradición de
marcarse la mano. No son bobos.
–¡Bien! ¿Pero y los que , usted, conoció? –Reaccionó, Fandel.
–Eso fue hace un par de años, ya eran hombres vie jos… no sé si vivirán.
–Pero nombres, lugares, algún dato para continuar la pista.

225
Eduardo Cordoví Hernández

–Al que conocí mejor fue a Ido Lecente, vivía en Law ton y tallaba
pensadores de madera para las ferias de artesanos, pero ya debe tener cerca
de ochenta años , si no ha muerto. Al otro, como les dije lo vi un par de
veces y no recuerdo su nombre, era un viejo menos sociable.
–Trataremos de dar con él, en Lawton , conozco a varios talladores de
madera, más bien jóvenes, pero es tos artistas se conocen entre ellos y se
supone que bus quen ideas, experiencias o herramientas con los más viejos.
–Especuló, Fandel.
–De más está decirles , de mí ni hablen, aunque me gustaría me
mantuvieran al tanto.
–Descuide, Profe. Ti ene mi palabra. –Y le tendió la diestra que , el Profe,
se apresuró en estrechar , mirando con ojos de carnero a punto de ser
degollado.
Ya en la calle, el inspector de policía y Rodelio Fan del, decidieron dejar
para el día siguiente las investiga ciones y se separaron, con la esperanza de
que la próxima jornada, trajera respuestas concluyen tes a sus incógnitas y
se despidieron con un sencillo Hasta mañana, no sin antes acordar un nuevo
lugar de encuentro.

La realidad, ese contexto de exactitudes al que to dos creemos tener


acceso; ese ámbito que es parte , también, de la consecución de eventos
donde suponemos que transcurre nuestra existencia ; rara vez coin cide con la
expectativa humana, por impreci siones sobre tales criterios.

CAPÍTULO XXXV

En aquellos días gloriosos de 1959 y primeros años de la década del


sesenta del siglo veinte, en el barrio de Rodelio Fandel, como en todo el
país, se es taba inmerso en una atmósfera de euforia indescr iptible; todos
hablaban de los rebeldes , quienes andaban por las calles con sus barbas y

226
Conspiración en La Habana

sus collares de santajua nas, peonías y ojos de buey; de la revolución y de


sus líderes. Parecía que se iniciaba una era idí lica de confraternidad entre
los seres humanos, todo se mostraba como el inicio de un mejor tiempo
lleno de justicia y de oportunidades de desarrollo , para lo cual , se habían
sacrificado veinte mil mártires. 32

El máximo líder de la revolución cumplía la edad de Cristo , en ese año de


triunfo. Despu és, del desembarco del Granma, habían quedado, junto a él,
en la dispersión que siguió a un ataque aéreo de las fuerzas del gobierno
dictatorial, doce hombres, reminiscencia de los doce discípulos de Jesús,
número, por demás, simbó lico de las cosas perfe ctas.

Alrededor de los héroes , siempre se han tejido leyen das. Después que los
hombres conquistan la gloria , cualquier cosa que hagan se convierte en un
mito. Sucede, más o menos, igual que con los enamorados, el objeto de
atención amorosa puede ser un adefesio, pero se encuentra divino.
Cualquier disparate que diga, una gracia.
La máxima graduación , de los oficiales del ejército rebelde, era la de
comandante; toda aquella nomencla tura rimbombante del ejercito
constitucional: coroneles, tenientes-coroneles, generales y almirantes, fue
abolida. Comenzó a verse como algo innecesario. Los cuarteles militares ,
fueron converti dos en escuelas; la Policía cambió el uniforme tradicio nal
azul Prusia, por el verde olivo. El Castillo del Príncipe, dejó de ser c árcel
en medio de la capital habanera, el Presidio Modelo , de Isla de Pinos, hoy
Isla de la Juventud, se convirtió en museo. Tales cam bios y tales
coincidencias místicas , prometían una era de paz y un impulso hacia el
progreso.

Parece que es normativa int ernacional que la policía se vista de azul, de


modo que un buen día, a fina les de los ochenta, amaneció con los policías

32
Luego se supo que no fueron tantos. La revista, Bohemia, publicó que, entre ambos
bandos, no llegaron a tres mil muertos.

227
Eduardo Cordoví Hernández

vestidos de este color. Y, desde finales de los setenta, h ubo, de nuevo,


coroneles y generales.

En cuanto al asunto del misticismo, la paz y esas co sas, las esperanzas no


progresaron. Con el ataque contra rrevolucionario por Playa Girón , se
declara el carácter socialista de la revolución ; comenzaron a esca sear los
artículos de primera necesidad y se hace necesaria la instauración de una
libreta familiar de racionamiento para los alimentos 33 y otra para el vestua-
rio. También, surgió la oposición interna para derrocar la revolución, bajo
los auspicios económicos de la comunidad cubana , exiliada en Miami. En
Cuba, adquirió estatura de ge sta epopéyi ca, con el nombre de Lucha Contra
Bandidos, nunca apareció como una oposi ción político-militar digna, con
rasgos de patrio tismo desviado siquiera. Eran mercenarios, asesi nos y
gusanos al servicio de una potencia extra njera, imperialista, col onialista…
sin ningún apoyo del pueblo.
Por aquellos tiempos , se trasladó un poblado com pleto, de campesinos
desde Topes de Collantes, en Las Villas , hasta Pinar del Río, una operación
semejante a las tínimas de los incas. Obligatoria, en tiempo récord,
premeditada; pues llegaron, las familias mudadas, a un pueblo vacío que ya
los estaba esperando. La opera ción no tuvo publicidad , pero se supo y se
comentaba con carácter oculto; se dijo que se debía a la seguri dad de los
campesinos. Algunos de tales , dijeron que se debía al posible apoyo que
brindaban a los alzados.
Después. comenzó la guerra de Viet Nam y la célebre frase guevariana:
Crear uno, dos, tres, muchos Viet Nam… como única vía para acabar con la
hegemonía norteamericana, de forma que no dejab a espacio para la paz
prometida. El presente es de lucha y el futuro es nuestro, fue otro de los
slogans promovidos para erradicar la espera inmediata de los sueños de
próspera tranquilidad.
Por otra parte, estaban las acciones terroristas , unas veces dirigidas por
la CIA, otras por la llamada gusanera miamense, otras por la
33
La que se mantiene hasta la fecha: enero del 20 15.

228
Conspiración en La Habana

contrarrevolución in terna, o por todos a la vez. Al menos , eso, fue lo que


logró atisbar la certidumbre oficialista, el criterio guber namental. La
estrategia satánica había dejado, en la superficie, las pistas que llevab an a
tales certezas.
En la profundidad de la concatenación de los hechos universales, en el
mundo invisible donde ocurren las verdaderas causas de la realidad, la
situación; era otra.

CAPÍTULO XXXVI

Fandel, llegó a su casa a las ocho de la noche. La re ina, Sofronia, casi


recién reconvertida en Vilma, lo esperaba , un tanto ansiosa ; ya que había
ocupado otro tanto en preparar la comida , pues no había huevo s y el agro -
mercado estaba que no había ni donde amarrar la chiva .

–¿Y bien? –Fue lo primero que, a ella, se le ocurrió inquirir.


–Todavía, nada. Pero estamos bien encaminados.
–Bien encaminados…
–No desesperes, mañana se supone que demos con uno de los docenios,
tenemos nombre y apellidos, área de ubicación y varios amigos que deben
conocerlo porque son artesanos como él.
–Y, se supone.
–Te me estás pareciendo a Duphane , con tanto recelo.
–Estoy loca por salir de esta incertidumbre.
–¡Y yo! Ahora, lo que me preocupa es cómo voy a inter rogar al personaje
sobre lo que me interesa saber , sin que el detective se de cuenta, pues
hemos iniciado juntos la investigación y no sé cómo quitármelo de encima.
–¡Fácil! Vas con él y , más tarde, regresas solo.
–Sí, no veo otra forma. Bueno, por lo pronto coma mos y… durmamos.

229
Eduardo Cordoví Hernández

–Sea. –Vilma, ladeó la cabeza de un lado a otro , mientras alzaba las


cejas.
A la mañana siguiente, Rodelio Fandel, salió temprano llevando la
carpeta. Pasó por su trabajo, firmó la tar jeta de entrada, dio una vuelta para
que todos lo vie ran y volvió a salir , para encontrarse con Duphane.

A las nueve y cincuenta , llegó al lugar de encuentro. Ya , Duphane, lo


esperaba. Se saludaron y se pusieron en marcha.

Cerca de las once de la mañana , tocaban a l a puerta de Ruperto Ordóñez ,


un tallador de madera , quien vivía en la esquina de la s calles Doce y San
Francisco, en Law ton, y que era íntimo amigo de un primo de Fandel.

– ¿Qué Volá asere y tu primo?


–En sus cosas, tú sabes, ahora anda por Mantilla insta lado con una temba
¡Ya tú sabes!
–¿Y eso tú por aquí?
–Chico, acá el socio, –Señaló con el pulgar a Du phane. –quiere mandar a
hacer unas piezas de madera y le hablaron de un tal Ido… ¿Es Ido, no?
–Ido Lecente, sí. –Duphane, dio un par de pasos incor porándose al
diálogo.
–¡Ah, sí! El viejo Ido. ¿Y qué tipo de pieza quiere hacer? Conmigo va y
hasta le sale más barato y más rápido. El viejo , es taco, pero se dedica a
cuarenta cosas. ¡Y se demora!
–Sí, pero es que mucha gente me ha hablado de él y ya es m ás la
curiosidad de conocerlo que otra cosa.
–Entiendo, en realidad el tipo es un personaje. Bueno, nada, él vive casi
al final de la calle Pocito, después de pasar la línea del tren. Tú conoces las
calles, Rodelio.
–¡Ya está! Bien, nos vemos.
– Oye, pregúntale si tiene algún buril grande para vender , si tiene me
avisas.
– ¿Sí? Descuida. Chao.

230
Conspiración en La Habana

Veinticinco minutos después , estaban en la dirección preguntando por el


viejo Ido. Conocido por el vecinda rio, enseguida localizaron la casa y, en el
portalito, de nuevo, el binomio de investigadores , esperaba ante una puerta.

Era una casita despintada , pidiendo a gritos una repara ción general.
Algunos desconchados de revoque , mostraban los ladrillos desgastados por
la agresividad de la intemperie. Ubicada en las a fueras del barrio,
comenzaba a evidenciarse un sabor rural en el am biente, con los jardines en
los parterries, olorosos a ruda, albahaca y romero, y los traspatios se
desbordaban por los techos en la tupida arborescencia de man gos, naranjos,
chirimoyas y mameyes.

La puerta se abrió, con brevedad . Una barba blanca, corta y no muy


tupida apareció en la abertura.

–¿Sí? – El barbudo, engurruñó los ojos.


–¿Ido Lecente? –Se adelantó el detective.
–Sí.
–Quisiéramos hablar con usted.
–¿Sobre?
–Nos lo han recomen dado como tallador…
–¿Quién?
–Gente que ha comprado cosas suyas , no podría preci sarle nombres con
exactitud…
–Lo siento, pero ya no estoy trabajando. –Retiró la cara de la hendija ,
dispuesto a cerrar.
–Venimos de parte de Ruperto Ordóñez . –Avanzó Rodelio, carpeta en
mano.
–¡Ah, el Rupe! –El viejo, volvió a asomarse.
–Dice que si tiene algún buril grande en venta , le avise.
–¡El Rupe, como siempre! Buril grande… como si no hubieran medidas.
¡Tú, eres del barrio! –Sonrió, afirmando con un movimiento de ca beza.

231
Eduardo Cordoví Hernández

–Sí, vivo a unas tres cuadras de aquí. Bueno, perdone la molestia. –Y dio
media vuelta dis puesto a retirarse. Duphane , lo miró entreabriendo los
labios.
–No hay nada que perdonar. Tengan buenos días.
–Buenos días. –Terminó diciendo el inspector poli ciaco, para seguir a
Rodelio, quien le llevaba unos pasos de ventaja.
–¡Oiga, Fandel! ¿Pero qué cosa es ést o? ¿Cómo arranca y se va así ,
cuando el viejo se estaba rela jando?
–¿No vio que estaba impenetrable?
–Sí, sí, sí, pero bajó la guardia cuando , usted, le habló de Ruperto y lo
reconoció del barrio.
–¿Qué iba a decirle? No se me ocurrió nada. ¿Y por qué no insistió
usted? Al fin y al cabo es el policía.
–Fandel; sabe muy bien , que este asunto está ya bajo el control de la
Seguridad del Estado y que es tamos en esto , investigando por nuestra
cuenta. Teníamos un acuerdo ¿No? Cómo piensa que voy a meterle una ca -
ñona al viejo , identificándome como policía cuando veo que comienza a
aflojar. ¡Pensé que era la oportuni dad suya y que iba a aprovecharla!
–¡Bueno! ¿Y ahora qué hacemos? –Fandel, se detuvo cruzándose de
brazos.
–¿Qué propone? –El detective, también, dejó de andar y se rascó la nariz.
–¿Le parece esperar un par de días y volver a caerle por acá?
–Está bien. ¿ Lo recojo en su casa?
–No. Mejor nos vem os en casa de Ruperto. Quizás nos dé alguna idea
para que el viejo nos permita , por lo menos, pasar. El Rupe , lo conoce
mejor.
–Está bien, pasado mañana, a esta hora más o menos.
–Me parece divino.
Se separaron en la línea del tren.

232
Conspiración en La Habana

Fandel, pensó que era s u oportunidad de averiguar lo suyo sin


interferencias, y dando un rodeo, quizás para despistar, regresó a casa del
viejo.

Decidido tocó en la puerta. Ésta se abrió en un resqui cio breve y la barba


canosa, corta y no muy tupida, apareció de nuevo en la aber tura.

–¿Sí? –El barbudo engurruñó los ojos.


–Quisiera hablar con usted.
–¿Sobre?
–Disculpe. Se trata de un asunto personal y de una larga historia , de la
cual, de cierta forma, usted , forma parte.
–Una larga historia de la que formo parte. –El viejo frunci ó el ceño e
hizo más amplia la abertura de la puerta y lo invitó a pasar , con un gesto de
la mano.
Aunque era ya mediodía, la salita estaba en penum bras. Ido Lecente,
abrió una ventana lateral para mejo rar la iluminación pues, aunque había
dejado la puerta entornada, no entraba suficiente claridad.
Rodelio Fandel, apreció una habitación de estar pe queña, no muy limpia,
como era de esperar en la casa de un anciano solitario , con sobradas
ocupaciones. A pesar de ello , la atmósfera no era repelente, algo le daba un
toque de agradable magnetismo; quizás , la meticulosa simetría en la
disposición de los cuadros que colgaban de las paredes , que alguna vez
fueron blancas o el diseño de las repisas atestadas de cartabo nes,
curvígrafos, pinceles y libros viejos.
–Toma asiento. – Ido Lecente, le acercó una rústica butaca , toda labrada a
golpe de gubia con el asiento y el respaldo tapizado en cuero crudo. Luego ,
se sentó en la cabeza de un negro, esculpido en un tronco de ácana,
reminiscencia de las famosas cabezas olmecas de Veracruz. – ¿Y bien?
Fandel, le narró la confesión de su padre , la cual lo llevó a hacer votos
de castidad, sus largos años de pesqui sas tras Olidio Olderfán, el hallazgo
de los misterio sos documentos en el basurero de Cayo Cruz, –Le mostró la

233
Eduardo Cordoví Hernández

carpeta –su encuentro con la reina Sofronia y la creciente atracción entre


ambos, su conexión con Duphane , para tratar de ayudar a Domingo Riesling
y cómo llegaron allí , a través del Profe y de Ruperto Ordóñez.
–Déjame ver los papeles que dices. –Y le miró a los ojos de una forma
extraña.
–Aquí tiene.
Ido Lecente, se colocó sus gafas para leer y comenzó a hojear las páginas
del texto. De cuando en cuando , movía la cabeza como negando. Al cabo de
un rato, le extendió los documentos.

–¿Cómo se llamaba tu pad re? –Y se quitó los espejue los.


–Como yo: Rodelio Fandel, pero le decían El Ga llego.
–Entonces, despreocúpate. Esa mujer , no es tu hermana.
–¿Cómo que no? Si todo indica eso: fechas, nombres. Todo.
–Error. No es nada tuyo.
–¿Entonces, quién es mi herma na?
–No sé. Parece que no tienes. Ésta, de quien habla mos no lo es. Quien
tiene hermana es el hijo de Ser vando, otro gallego. Tu padre , se pasó la
vida pensando que la niña era hija suya, porque todo indica que tuvo
relaciones con Wilma.
–¿Y cómo está, usted, tan seguro de eso?
–Porque, Servando, era mi cuñado y yo estaba pre sente cuando escribió la
nota y la lanzamos al mar. Todo ha sido una mala interpretación.
–¡Coñooó!
–Yo tú me quito a esa mujer de arriba, pero no por que vaya a ser tu
hermana, sin o por su relación con El Malo. –Fandel, fue a decir algo pero ,
Ido Lecente, continúo hablando como si le adivinara el pensamiento. –Tú
haces lo que quieras , pero te lo advierto.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y en rectán gulo de luz
apareció, Augusthe Duphane , con cara de policí a traicion ado.

–¿Así que éstas tenemos? –Dijo, el agente.

234
Conspiración en La Habana

Ido y Fandel, se pusieron de pié.

–¿Pero qué cosa es ésta? Esto es una propiedad pri vada y está, usted,
violando mi derecho constitucio nal…
–¿Qué derecho, ni q ué derecho? Usted está viendo demasiadas películas
americanas… esto se trata, se ñor, de un asunto de seguridad nacional. ¿No
lo sabe? Y, usted, está involucrado en todo esto al formar parte de un
grupúsculo clandestino , cuyas actividades entorpe cen las i nvestigaciones
oficiales. ¿Tampoco sabe que lo relacionado con la simple asociación ilí -
cita: fundación, militancia, programación de activida des, proselitismo,
constituye figura delictiva y que existen pruebas y testigos de su
peligrosidad social en este sentido?
–¡Espere, Duphane, que la cosa no es para tanto!
–¡Usted, cállese, que usted , también, está estableciendo complicidad con
este sujeto al ocultar informa ción al proceso de pesquisaje!
–¡Oiga, Duphane! ¿Cuál proceso , de cuál pesquisaje, si esta investigación
era entre usted y yo?
–¡Sí, era! Porque, usted, no ha sido honesto conmigo.
–Es cierto, pero se trataba de asuntos muy persona les y pensé que no me
ayudaría.
–¡A ver! –Duphane, se dirigió, entonces, a Ido Lecente. – ¿Qué gana con
mentirle a este mequetrefe? –Señaló con el pulgar al mequetrefe.
–¡Ya me suponía que no era cierto! –Fandel, pateó el piso.
–¿Y por qué está tan seguro de que miento? –Inquirió el viejo Ido.
–¿Dice, usted, que es cuñado de Servando?
Ido Lecente, asintió con la cabeza sin darle importan cia.

–¿Cómo es la historia? ¿De cuál , Servando, estamos hablando? –Continuó


el policía.
–¿Cómo que de cuál? –Reaccionó, Fandel.– ¿Cuántos hay?
–Los que hayan , Fandel. ¡Déjese de estupideces! Aquí estamos hablando
de uno: El escritor d e cartas embotelladas.

235
Eduardo Cordoví Hernández

–¡Espere un momento! Usted, también, me ha estado ocultando


información a mí, pues ya sabía quién er a Servando y que el hijo era del
gallego. ¿No recuerda, que me lo dijo y cómo se hizo el sueco cuando traté
de rectificarle?
–Bueno, está bien. Una por otra. –Y se acercó , a Fandel, con intención de
darle unas palmaditas en el hom bro.
–Sí, sí, está bien, pero baje , entonces, la guardia con el viejo para ver si
podemos sacar algo en claro. –Fandel, hizo un gesto como para evadir las
palmaditas, pero permitió que se las diera.
El inspector, se volvió de nuevo hacia Ido Lecente.

–¿Quisiera, usted, contestar mi pregunta?


–¿Decía? –El viejo, se llevó la crucificada palma de su mano , tras la
oreja derecha para detener las pala bras.
–Le pregunté, quién era, Servando.
–Ya le dije, era mi cuñado.
–¿Y cuál es el apellido de Servando?
–Durán.
–Pero resulta que el cuñado de Servando , no se llama Ido Lecente.
–¡Ahora sí! –Y, Fandel, volvió a patear el piso, dándo les la espalda,
mientras se llev aba las manos a la cabeza.
–El cuñado, se llama, Eusebio Fernández. –Continuó, con un extraño
acento, el fiana afrancesado, y clavó sus ojos en los del viejo.
–Exacto. Tiene toda la razón. –Ido Lecente, metió su mano en un bolsillo
y extrajo un pequeño paq uete envuelto con cuidado en un nylon
transparente. Fandel , decidió sentarse. El viejo , lo miró e hizo lo mismo. Al
fin, Ido, halló su carnet de identidad y se lo extendió al policía de paisano.
Duphane, lo tomó y, lo mismo, buscó donde sentarse.
Ido Lecente, al sentir la mirada de la autoridad elevó las cejas, ladeó la
cabeza y mostró las palmas de las manos , mientras, bajaba los brazos y
esbozaba una sonri sita inocente.

236
Conspiración en La Habana

–¿Soy o no, el cuñado de Servando?


Fandel, miró a Duphane, como si de la respuesta de éste dependiera su
futuro. Duphane, sin embargo, no habló; se limitó a devolverle a Ido el
carnet, lo cual era ya una respuesta.

– ¿Y, entonces? –Insistió, Lecente, extendiendo la mano para tomar el


documento.
–¡Entonces, nada! Entonces ¿Qué?
–¿Cómo que qué? Usted , es el del asunto y la investiga ción.
–Nada. Olvídese de eso.
–Mire, usted será policía pero si está investigando, con este otro, un
asunto por cuenta propia , el asunto no es tan policiaco para usted. Yo diría
que, también, es personal.
–Mejor no hable tanto y dígame todo lo que sepa so bre el tipo que está
tras todo esto. –Se repuso, Duphane .
–¿Quién?
–Usted, sabe. Está metido hasta el cuello en una sociedad secreta , cuyo
único fin es perseguir al Tipo.
–¡Acabáramos! ya voy comprendiendo. Us ted…–Y su mirada, con
discreción exploró el cuello de Duphane , bajo la oreja derecha , e hizo luego
un gesto de contrariedad.
–¡Yo, nada! Olvídese de mí y trabajemos en esto. Us ted, sabe que el
tiempo apremia.
–¡Es cierto!
–¡Bueno, bueno, bueno! –Rodelio, todavía, con las manos en la cabeza,
se adelantó tratando de separar a los dos hombres , extendiendo ahora los
brazos entre ellos. –Ahora, resulta que volvemos a ser amiguitos y aquí no
ha pasado nada, pero ¿Y yo, qué?
–Usted, vaya para su casa dese un baño y deshágase de esa mujer lo más
rápido que pueda, por su propio bien. –Dijo el viejo.
–¡Nada de eso! Esa mujer es el pasaporte para dar con el personaje que
estamos buscando. ¿No se da cuenta?

237
Eduardo Cordoví Hernández

–Cierto. Pero, acá el socio, correría peligro.


–¡Y, también, la muchacha! –Añadió el policía.
–Y ¿Qué más le da a usted ? si ella y el Malo están en contubernio .
–No crea todo lo que parece ser. Ahora , debemos poner nos de acuerdo
con ella, a ver si está dispuesta a colaborar con nosotros. E n específico,
ustedes, los docenios, con qué cuentan, cuántos son….
–Pocos y, de contra, ya viejos. Algo hemos hecho, pero s olo en el terreno
informativo. Tratando de se guirle la pista desde sus inicios. ¡Eso ha costado
tiempo y dinero, no crea! Pero sí, sin duda, éste, es el Tipo.
–Y ¡Bien! Cuéntenos algo… –Saltó, Fandel, interesado.
–Bien. Todo comenzó, al menos desde el punto de vista en estricto
documental, así:
«Alemania, años veinte, de 1900, poco antes de la entrada de Hitler en
la política, aparece un tal , Heinrich Kurschildgen, en la palestra pública.
Era, al parecer, un joven de pocos estudios ; trabajaba en una fábrica de
tintes. Cierto día , le dio por hacer carrera como científico. Convir tió un
pequeño taller, en laboratorio, y llegó a paten tar un par de inventos.

»Tras ese fundamento comenzó una historia sorpren dente.

»Se las arregló para hacer amistad con un profesor de la Universidad de


Colonia; Kurschildgen , convenció al académico de que había descubierto el
modo de vol ver radiactivo cualquier objeto , por medio de un aparato de su
invención. El profesor , le creyó, quizás, porque el joven tenía cierto
talento, al menos para hablar, el caso fue que la corroboración científica de
tales teorías, por parte de un acreditado catedrático, le abrió las puertas de
los hombres adinerados de la industria alemana.

»El chico autodidacta, se convirtió en moderno alqui mista. De modo que,


transformando en radioactiva la materia inorgánica, lograría fisionar el
átomo y fabri car oro.

238
Conspiración en La Habana

»Kurschildgen, eligió empresarios codiciosos per o quizás de poca


memoria, ya que la historia de Europa es profusa en anécdotas de
charlatanes que embauca ron a la aristocracia del Viejo Continente desde la
Edad Media. Un jurista de Dusseldorf , le donó veinte mil marcos; otro
importante empresario de Col onia, contribuyó con cincuenta mil , para
patrocinar el in vento. Enseguida, los políticos derechistas de Alema nia,
pusieron los ojos en el asunto. De ser posible fabri car oro, Alemania, podría
reconstruir su eco nomía y modernizar al ejército.

»Kurschildgen, comenzó a ascender. Primero , tuvo una cita con, Herr


Perponcher, secretario del Partido Nacio nal Alemán; más tarde, con el
profesor Hennig, miembro prominente del mismo partido, y llegó a entre -
vistarse con el gran Hugenberg, el millonario que contro laba el imperio
industrial, periodístico y cinematográfico.

»El asunto del oro era s olo uno de sus aportes a la cien cia. Presentó
proyectos para un aparato que cu raba el cáncer; otro , que detenía cualquier
motor a dis tancia; también, un método para puri ficar el acero... en fin , para
qué contar. Recibió ofrecimientos de los Estados Unidos y de la Gran
Bretaña, y un rico banquero suizo decidió pagarle un salario anual de
veinticuatro mil francos y, durante un año, mantuvo al inventor y a su
familia.

»Al final, sobrevino el desastre, se desenmascara ron los ardides de


Kurschildgen, se demostró lo infun dado de sus afirmaciones y fue
condenado a diez años de prisión. Sin embargo, durante un período casi
igual de tiempo consiguió desorientar y engañar a algu nos de los mejores
cerebros del país.

»Parte de nuestras fuentes , lograron conocer que la persona que cumplió


la condena, fue uno de sus colabora dores y que, Kurschildgen, no era más
que un impostor que asumió ese nombre para realizar sus fi nes de llamar la
atención y ganar dinero para planes más perversos en el futuro. Otras,

239
Eduardo Cordoví Hernández

aseveran que no era otro que Alithius Vilalova , sobrino de un alquimista


español, Arnaldus Villanova nus, uno de los sabios del siglo X II I : médico,
astrónomo y alquimista, hombre de extraordinaria erudi ción, quien llegara a
ser médico de la corte de los papas Bonifacio V II I y Clemente V. Arnaldus
Villanovanus, se dice, murió aho gado en el mar tras el naufragio de la nave
en que viajaba de Sicilia a Génova. Otros , dicen que luego de haber
conseguido el elíxir de la vida, hizo creer que había muerto y que , Alithius
Vilalova, no es otro que aquel que dicen que fue su tío, reapareciendo en
Alemania, donde terminó involucrándose con uno de los clanes vampíri cos
más poderosos de ese p aís y dónde asumió la mi sión diabólica de
incorporar, al mundo visible que cono cemos, al dominio del mundo
invisible de la Mal dad.

»Otras fuentes lo hacen más antiguo, más perverso y más relacionado con
las fuerzas oscuras, pero no están confirmadas. De una forma u otra, el
individuo, por ello no va a dejar de ser peli groso como para dejar de
andarnos con cuidado ».

Hasta aquí , las palabras del viejo dejaron , en Rodelio Fandel , una cierta
imprecisión; su conversación con el tal Alithius , no le había dej ado la idea
del peligro, sino, más bien, de pena por el pobre diablo.

Al final, se despidieron.

Duphane, no aclaró nada más. El viejo , tampoco. Todo fue, para Fandel,
como si entre ellos se hubiera ten dido una gasa de celo profesional
enredada con un matiz de otro trasfondo personal no revelado, pero que ,
Fandel, asoció con Vilma , sin saber por qué. El po licía, con nombre
francés, estuvo todo el tiempo casi exigiéndole, conocer a Vilma, al punto
que le prometió arreglar un encuentro.

240
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO XXXVII

Riesling, disfrazado de viejo, esa mañana había entre gado a Muerdiuye


setecientos dólares.

A mediodía, se dirigió a casa de su ex -amante en busca de una


oportunidad para entrar y tomar el re sto del dinero que necesitaba. Era
miércoles. Los miérco les por la tarde , ella salía con un valenciano, gerente
de cierta firma comercial acreditada en La Habana , y era el momento
idóneo. La tarde, amenazaba lluvia.

Cuando acariciaba la llave en su bolsil lo, dispuesto a hacer realidad sus


intenciones; llegó la so brina de Encarnación con otra joven, lo más
probable, para hacer alguna labor religiosa; por lo que tuvo que abortar la
tarea.

Al día siguiente, estuvo dando vueltas toda la tarde. A las diez de la


noche, las de la casa, salieron a pa sear con unos vascos. Fue un momento en
que no había nadie en la calle. Casi seguro: horario en que los espías que
vigilaban la morada, cambiaban de turno, iban al baño o daban una vuelta ,
para no levan tar sospechas.

Fue fácil lograr sus propósitos.

Sabía que, Encarnación, se daría cuenta de la falta del dinero y cambiaría


el lugar del clave. Lo que ella no fue capaz de prever era que, él, tenía sus
propios ahorros en otro escondrijo de la casa. Tomó sus mil dóla res y se
marchó sin dificultad.

Desde entonces, pasó todo el tiempo en La Loma del Tanque o , mejor


dicho, en la garita al lado del tanque de la loma. Salía durante minutos, de

241
Eduardo Cordoví Hernández

noche, a com prar alimentos y abastecerse de agua en uno de esos pomos


plásticos, llamados pepinos, en los cuales se expenden refrescos.

Pero aquella noche había sido una de desfavorables impresiones. Primero,


el sobresalto de ser descubierto por un desconocido, lo más probable: un
nuevo vampiro, enviado de la reina. Luego , la noticia de que su ex -novia
tenía otro amante. En realidad , no era su ex -novia. No había existido una
ruptura formal entre ellos. S olo un alejamiento, producto de las incongruen -
cias del ministro de defensa, acusándolo de traición. Había notado, eso sí,
cierta frialdad en la daifa de sus sueños, pero no le había dado mayor
importancia. ¡Las mujeres son así! Animales impredecibles.

No tenía, tampoco, por qué preocuparse. Dentro de un par de días , se


marcharía de Cuba.

La soledad, es fatal para los humanos.

Dicen que, Aristóteles, dijo que: el Hombre, haciendo referencia a la raza


humana, es un animal gregario. Es muy posible que, por eso, los primeros
castigos civilizados fueran la prisión y el destierro. La sole dad, corroe esa
zona sutil de los sentimientos y la s emociones. Pero en la cárcel y en el
exilio, se hacen nuevos compinches. Quizás , por eso, los anacoretas, los
ascetas, los monjes, los peniten tes, se hicieron ermitaños. Se retraían a la
vida solitaria, para forjar allí, un nuevo cuerpo emocional que los
emancipara de los sufrimientos terrenales.

Pero, Domingo, no se encontraba a gusto en su confinamiento y en sus


salidas desconfiaba de todos.

Aburrido de tanto dormir, no podía detener el flujo incesante y


descontrolado de sus pensamientos y, éstos, generaban emociones que
laceraban su alma.

Aún era fuerte, pero ya estaba viejo. No era , en reali dad, un disfraz. No
tenía familia. Perseguido por la policía por un delito estúpido, había caído

242
Conspiración en La Habana

en la trampa de las ideologías y ahora lo buscaba hasta la Seguridad del


Estado. Su destino, parecía terminar en ser, de todas formas, un espía al
servicio de una potencia extranjera.

Sentía que, su vida, no había sido más que el rol de ser un juguete de las
circunstancias y las experiencias de otras personas. Su re alidad, no había
sido otra cosa que: actuar de extra en un filme , a fin de resaltar el pa pel de
los verdaderos protagonistas. Se daba cuenta que había realizado una
brillante actuación de quinta categoría, cuando hubiera podido hacer el
protagónico; pero, además, que había sido así, s olo, porque: así sucedió.
Ocurrió. Él no había funcionado como un ser humano, sino como un
autómata, como un robot, como un títere movido por fuerzas externas
invisibles.

Al fin, llegó el día tan ansiado. A la hora y lugar ac ordados, se encontró


con Muerdiuye. Allí, tomaron juntos un auto hasta una zona de la costa
nordeste habanera, cerca de Tarará. Todo se desarrollaba de ntro de lo
previsto. Cuando llegaron, Muerdiuye, se puso en contacto con otra persona
que estaba esperándolo. Unas horas más tarde , se incorporaron otros dos.

Esperaron la noche. A las once y minutos, el pequeño grupo estaba


azorando mosquitos, salpicados por el romper de las olas en los arrecifes.

Un poco después , llegó una lancha rápida, negra, con dos motores fuera
de borda.

–¡El dinero! –Dijo, Muerdiuye.


Todos pagaron en silencio y abordaron. La lancha, co mo un bólido, partió
rumbo norte.

Se acomodaron. En la oscuridad , sonreían para sí, mien tras una necesidad


de exteriorizar su euforia iba haciéndos e mayor en sus pechos.

De pronto, desde ambos lados de la lancha comenza ron a oír, no muy


distante, el ronroneo fuerte y soste nido de potentes motores, primero.

243
Eduardo Cordoví Hernández

Después, a ver fuertes luces. Por último , altoparlantes conminándolos a


detenerse. Las patrullas guarda-fronteras de la Marina de Guerra cubana , les
requería detenerse.

-------------------------------- --------------------------

– ¿Domingo Riesling, alias Albaricoque?


– ¡Sí!
– ¿Qué puede, usted, decirnos acerca de ciertas activida des sospechosas ,
que se vienen realizando en los terrenos de la antigua finca , a la salida del
reparto Lawton?
–No sé a qué se refiere.
–No se haga el tonto. Conocemos los detalles de sus actividades en
Luyanó y su relación , con cierta espiri tista, llamada Encarnación ; así como
de todo lo demás. Le pedimos que colabore, a fin de que corrija su situa -
ción.
–Por lo visto todo el mundo se empeña en ayudarme.
– ¿A quiénes se refiere? ¡Ha dicho todo el mundo !
– ¡Es un decir! Pensaba en Muerdiuye. –Dijo, con ironía.
–Díganos ¿ Quiénes y cuántos son sus cómplices?
– ¿Qué planes tiene la C IA?
Pensaba en los mil cuatrocientos fulas que le había dado al truhán de La
Habana Vieja, en lo fácil de la captura, en las estúpidas acusaciones del
ministro de defensa, en su promesa a Sofro nia. ¡Ah chinita! Quizás , ahora
mismo, le daba a otro lo que tanto le su plicó él. ¡Y ahora, éstos!
Inculpándolo, nada menos, que de tener relaciones con la C IA…

–Bien, les voy a decir la verdad…


– ¡Eso es!
–Es cierto que hay un plan macabro para derrocar al gobierno…
– ¡Acabáramos!
–…pero la C IA no tiene nada que ver. Se trata de otro asunto.

244
Conspiración en La Habana

–Los americanos , siempre están detrás de todo y si no están muy visibles ,


es porque están detrás de la C IA, que para el caso es lo mismo.
– ¡Nada de eso! El programa es el dominio mundial, quieren gobernar a
los Estados Unidos y a la Unión Europea… ¡A todo el mundo! Es algo
diabólico.
– ¿No irá a decirme que tras todo esto están los musul manes?
– ¿Qué musulmanes ni musulmanes? –Y se pasó las manos por la cara.
Los agentes se retiraron a conferenciar.

– ¡Qué se está haciendo el chivo loco…!


– ¿Quién fue el que instruyó este caso?
–Uno que entró nuevo…un tal Juan de Dios de la Cruz, parece que sabe
mucho porque le dicen el Profe.
–Busque, ahora mismo, información sobre el viejo. Averigüe en el CDR
de su cuadra, con los vecinos, con el jefe del sector de la policía. ¡Eso es
ya!
– ¿Cuál?
– ¿Cómo que cuál? ¿Cuál qué?
– ¡Cuál viejo!
– ¡El detenido!
–Estábamos hablando del Profe, ¿No? Pero no hay problema, si el viejo
que usted dice es el detenido , ya tenemos su expediente en la oficina.
Regreso enseguida.
Los oficiales volvieron a acercarse a Domingo.

–Trate de colaborar y de ser explícito y objetivo. Con tinúe.


– ¡Eso! Que se trata de un complot para dominar el mundo.
– ¡Bien! Pero ¿Quién lo dirige?
Se le hizo un nudo en la garganta. De veras no de seaba faltar a su palabra
pero, tampoco, podía mantenerla y dejarse enredar por cumplir con una
putica de esas, que le gusta hacerse la larga. Con los hombres, no se juega.
Primero tan zalamera, haciéndose la vampi resa y a la hora de los mameyes:

245
Eduardo Cordoví Hernández

No que espera, que si los pasteles son de coco, que yo pensaba… y ahora
seguro que el otro… no digo yo…

–Lo dirige la reina Sofronia.


– ¿La reina Sofronia?
–Ella y el ministro de defensa… aunque, hay otro viejo. ¡El mismísimo
diablo en persona!
– ¡Aquí está capitán! –Dijo al entrar, un sargento , con un expediente en
la mano.
–Veamos eso.
–Mire. –El sargento , le extendió el documento y el superior comenzó a
hojear las páginas con lentitud.
– ¿Pero, qué coño es esto?
– ¿Qué dice?
– ¿A quién se le ocurre?
– ¿Qué cosa capitán?
–Escuche esto. –Se apartaron y, el capitán, comenzó a leer en voz baja. –
Refieren en el barrio donde vive que: Por celos, intentó suicidarse
cortándose las ve nas con una bola de billar. Otra intentona de suicidio :
lanzarse delante de un velocípedo a exceso de veloci dad, en un parque.
Luego, otra pretensión de inmo larse: bebiendo chamba, hay testigos, inicio
de un proceso investigativo…
– ¡Este tipo está loco!
– ¡El loco, es el que instruyó este caso! ¿Cómo el estú pido ése entró en la
Seguridad del Estado?
– ¿No será otro agente de la CIA, capitán?
– ¡Mira, psssch… hazme el favor! Busca al psiquiatra , para que dictamine
el caso de este viejo loco.
–A la orden.
El dictamen facultativo no arrojó elementos neurológi cos positivos en el
caso, así como ninguna patología física , capaz de comprometer la razón del
detenido pero, su presencia de ánimo al constatar la veracidad de sus

246
Conspiración en La Habana

manifestaciones y su no aceptación a ser pue sto en libertad por considerar


que su vida peli graba a merced de hombres lobos y vampiros, eran prueba
de que no mentía. Entonces, si no mentía, había dos opciones: o lo que
decía era cierto o estaba loco de atar.

Chinos licántropos; vampiros descendiente s de polacos y judíos; negros


neutrales; luchas políticas entre partidos con el mismo candidato; un reino
como estado independiente en La Habana, tratando de obtener el dominio
mundial… ¿Quién puede, en su sano jui cio, creer cierta tal retahíla de
sandeces?

Dar continuidad a semejante caso era un descrédito.

Con dudas, pero con satisfacción, el doctor certificó: esquizofrénico


paranoide.

Bajo un fuerte sedante, fue puesto en libertad, con indi caciones para una
atención sistemática del médico familiar d e su cuadra. De otro modo ,
hubiera sido, en la práctica, imposible sacarlo de la celda.

Ya en la calle, con s olo calderilla en los bolsillos, sin un domicilio


decente a donde ir y con temor de volver al tanque de la loma de Lawton, se
quedó deambu lando por La Habana, inmerso en profundos pensamien tos.

Si las autoridades no le creían , tenía que buscar otra forma de vengarse


de Sofronia, del ministro de defensa y del hombre del bastón. Ya le había
perdido el miedo a estar preso. Lo había , incluso, ansiado con toda su alma.

Cada vez más, crecía en su mente la idea de levan tarse como un profeta y
propagar su verdad entre el pueblo; quien era, en definitiva, el único que
estaba sufriendo las consecuencias.

¿Qué podía suceder? ¿Que los sicarios del Ministro de Defensa le dieran
muerte? ¡Bah! De todas formas hay que morirse. Quizás , enviaran a los
lobos chinos o a los vampiros, pero lo dudaba. Tanto licanes como muertos

247
Eduardo Cordoví Hernández

vivos chupadores de sangre, estaban condena dos a la inmortalidad y lo que


necesitaban era eliminarlo no eternizarlo. Recordó , entonces, las charlas de
Sofronia; llevaba cierta razón: no había que pre ocuparse por el futuro. ¡Qué
sea lo que sea!

Eso. Se haría profeta.

Pero, él, no era un hombre culto, no disponía del pre ciado don de la
palabra. El miedo escénico lo cohibía. Estas ideas sobre sí mismo , lo
inmovilizaban. Sin em bargo, tenía una verdad que exponer, y alguna vez
oyó decir algo así como: la verdad os hará libres. De modo que, olvidando
sus propias opiniones sobre sí y recordando la verdad a exponer, resolvería
sus problemas. Tenía, además, el motor impulsor de un trago de ron. Bien
sabía que en una barra, cualquiera camparte su botella a cambio de una
buena historia con la cual olvidar la suya.

Así deambula por La Habana, Domingo R iesling; trasmi tiendo, a viva


voz, su mensaje de alerta sobre la siniestra verdad acerca de todo cuanto
ocurría en la ciudad y que tomaba, ya, proporciones nacionales.

La gente, no obstante, se ríe, tal lo planeado por Señore kis, el Ministro


de Defensa de Lawtonburgo. Sin embargo, era algo que ya habían
vaticinado los chinos; desde los tiempos en que, en El Celeste Impe rio,
surcaban los aires los dragones; refiriéndose a la Verdad Suprema: Cuando
el Hombre superior oye hablar de Tao hace todo por guardar lo. Cuando el
Hombre medio oye hablar de Tao, a veces lo guarda y a veces lo pierde.
Pero cuando el Hombre ordinario oye hablar de Tao, se ríe, si no se riera
no sería el verdadero Tao.

248
Conspiración en La Habana

CAPÍTULO XXXVIII

A Fandel, sin existir una causa razonable, no le hacía ninguna gracia que
el funcionario de policía se entrevis tara con Vilma. No era por celos. A fin
de cuentas, no parecía interesarle hablar con Vilma, sino con la reina
Sofronia, única per sona que estaría en capacidad para darle información
sobre el supuesto vampiro , Alisthius. Pero, no obstante, presentía otra
oculta pretensión. La conversación , que ambos habían sostenido con Ido
Lecente, estaba desbordada de interro gantes y zonas impreci sas; y, a
Fandel, le gusta ban las cosas claras.

Decidió, al fin, hablar de nuevo con Lecente, quien había demostrado


saber mucho más de lo que aparen taba y, por demás, tenía información de
primera mano pues, a fin de cuentas, era medio tío de la hija de Servando
Durán, el verdadero Gallego.

Ido, no pareció sorprendido al verle llegar. Podía enten derse, incluso,


que le esperaba. Pero , Fandel, no sacó nada en claro de la entrevista, muy
por el contrario notó al artesano un tanto desorientado; quien todo el tiempo
se había mostrado tan dueño de las situaciones, no hizo más que hacerle
preguntas so bre Vilma y sobre posibles lunares que tuviera, lo cual no dejó
de preocuparlo.

Ante tal estado de incongruencias e incertidumbres , no vio otra salida


que darle curso al arreglo de la entre vista entre el detective y Vilma. Y esa
misma noche, aprovechando que ella , de nuevo, se interesaba en cómo
marchaban las investigaciones, inició el ataque.

– ¿Y?

249
Eduardo Cordoví Hernández

– ¿Y? ¿Qué cosa? –Fandel, la miró con fijeza a los ojos algo oblicuos y,
de inmediato, su vista fue en dirección a la derecha del cuello femenino,
allí debajo de la oreja, como le había dicho , Lecente.
No vio nada particular aunque la cabellera, negra y lacia de la mujer no
permitían una observación que pudiera llamar se fehaciente. Fandel , se puso
de pie, se le aproximó, extendió su mano para, al acariciarle el cuello y con
el dorso apartar los cabellos. Ella sonrió.

No. No había ningún lunar. Pero , si lo hubiera, no tendría nada que ver
con él; en todo caso con el hij o del tal Servando, así que no tenía caso
seguir explo rando ese camino.

–Bien, parece que las investigaciones han dado fruto . –Se limitó a decir
ella con cierta gracia.
–Pues sí y no.
– ¿Cómo?
–Sí, porque todo parece indicar que, en efecto, no somos herma nos…
– ¿Pero, todavía, nada más parece indicar?
–En realidad, quien puede dar en esto la última pala bra, dice que no
somos nada.
– ¡Menos mal! ¿Y el no?
–El no está dividido en dos partes…
– ¡Contra, Rodelio, la verdad es que para encontrar impedimentos e res lo
máximo! –E hizo un gesto de contrariedad.
– ¡Espera, espera! Porque si son contrariedades o no , dependerá de ti.
–A ver. ¿Cómo es eso? –Y comenzó a desabotonarse la blusa. Fandel , fue
quien sonrió entonces, detenién dola por las muñecas.
–Espera y escúchame: La mayor parte del problema está en que te tienes
que salir de todo este complot diabólico…
–En la práctica ya casi estoy fuera, incluso mi her mana estuvo esta tarde
por aquí y me dijo que apenas encuentre donde esconderse un tiempo , se les

250
Conspiración en La Habana

va a perder a esa gente. Todos andan dispersos. Y ya sabes que yo estaba en


esto, por ella.
–No me habías dicho que ella había estado aquí.
– ¡En qué tiempo! Si no paras en la casa. Además, me temía que no fuera
a gustarte. ¿Bien y qué más?
– ¡Pues claro que no me gusta! ¿Seguro quería me terse aquí también?
–Bueno…
– ¡Ves!
– ¡Bueno ya! Sigue en lo que estábamos. ¿Cuál es la otra cosa?
–Bueno… que, Duphane, quiere hablarte.
– ¿Sobre?
–No sé bien, quiere agarrar, parece, al tal , Alitus, ese.
– ¿Y quiere usarme a mí para eso? ¿Entonces, me salgo o me meto? ¿En
qué quedamos?
– ¿Sabes dónde encontrar a tu hermana?
–Sé por dónde ronda, más o menos. ¿Por qué?
–Se me ocurrió algo… ¿Entonces , aceptarías al menos entrevistarte con
Duphane?
–Mira chico si para dejar de ser virgen y poder ayu dar a mi hermana ,
tengo que entrevistarme con Du phane, sea. Al fin y al cabo , ya yo me he
entrevistado hasta con el mismísimo diablo. –Y comenzó a sacarse el jean,
mirando fijo a Fandel, con una sonrisita en los labios.
-------------------------------- --------------------------

La mañana siguiente , amaneció lloviznando. Vilma y Rodelio , aunque se


acostaron temprano la noche ante rior, no decidieron dormirse, sino que los
venció el sueño pasadas las cinco de la mañana. Se levantaron a las ocho y
minutos, debido a las goteras sobre la cama , pero nada de enfados, todo
parecía un juego: rodar la cama, buscar latas para recoger el agua que se
filtraba por las hendiduras del techo de zinc, colocar las… y no continuaron
el juego porque tenían prisa por acabar la historia con , Duphane.

251
Eduardo Cordoví Hernández

Antes de las nueve de la mañana, con una taza de café por desayuno ,
salió Fandel, abriendo su paraguas, en busca del policía.

A las once, ya había dejado de llover , pero estaba el cielo muy nublado ,
con un color gris cerúleo que, a quien le gust aran los días soleados , le daría
ganas de llo rar. Pero no fue, hasta esa hora , que pudo dar con Duphane.

– ¿Ahora? –Se extrañaba el profesional.


–Mientras antes mejor ¿No? –Bueno, espéreme unos minutos hasta que
termine un par de informes pendientes. ¿Ok?
No fue hasta pasada la una de la tarde , que vino a estar libre y a las dos
con treinta y siete, Rodelio, metía la llave en la cerradura de su puerta ,
mientras Duphane , daba paraguazos al aire para escurrir su arte facto
protector.

Al entrar, Fandel , notó a Vilma nerviosa. Pero le pare ció normal. Luego
de las presentaciones , se sentaron;. Fandel, se dio cuenta que el policía
buscó la forma de sentarse a la diestra de Vilma y que la obser vaba
insistente al cuello, bajo su oreja derecha, tratando de atisbar bajo la
cabellera femenina.

–No Duphane, ella no tiene el lunar de Servando. –Dijo indiscreto. –Por


favor Vilma, recógete el pelo. –Continuó.
–En efecto… –Titubeó el guardia de civil. –Son detalles intrascendentes ,
pero uno debe investigarlo todo, ¿Sabe?
–Es en realidad curioso , pero no le veo a eso nin guna relación con la
investigación que , a usted, le interesa. A mí, por lo menos, si me permite
aclarar un pro blema de familia…
–Todo tiene cierta relación… –continuó insistiendo el policía y se rascó
el cuello bajo la oreja derecha. – ¡Entonces! Supongo que , Rodelio, le haya
puesto al co rriente. ¿No? ¿Tiene usted forma de, al menos, indi carme cómo
puedo dar con Alithius Villanueva?
–Bueno: no y sí.

252
Conspiración en La Habana

– ¿Cómo, cómo?
–No, porque yo no sé con exactitud, en estos momen tos, dónde
encontrarlo. Es probable que en cualquier momento él se ponga en contacto
conmigo, como siem pre ha hecho, pero es algo que parte de él, que él
decide, y que nunca sé cuándo será… puede ser lo mismo pasado mañana
que dentro de seis meses. ¿Se da cuenta?
– ¿Y cómo: Sí?
–Bueno, el sí, está en dependencia de usted mismo.
–No entiendo…
–La persona que sí sabe cómo hallarlo, y que está incluso dispuesta a
propiciar que se produzca un en cuentro entre usted y Alisthius, lo haría solo
si, usted, le diera seguridad…
– ¡Aaaah! –Se quejó el policía.
–Es un pequeño negocio, se trata de mi hermana, que quiere salirse de
esto…
– ¿Y cómo queda todo ese asunto del vampirismo y la inmortalidad…?
–Mire, quizás, usted, no esté al día en tales temas, pero déjeme decirle
que eso no es tanto así. ¿Sabe? Eso no es para todo el mundo. En nuestros
tiempos la cosa no funciona ; en la concreta, tal como en los filmes de Bela
Lugossi, ni como en los best sellers de la novela góti ca moderna, para que
lo sepa. Es algo más tenebroso pero, también, más sutil. Aunque, a usted, lo
muerda un vampiro y comience a compor tarse extraño, tiene un altísimo
porcentaje para esca par de su influjo; basta, no más que, usted, no quiera
seguir el juego. ¿Entiende?
–Sí. Algo he oído decir.
–Entonces, que más le da darle albergue un tiempo a mi hermana…
– ¡Ay, sí, por favor! –Suplicó Mávil, la hermana de Vilma, saliendo del
cuarto donde, hasta el momento, había estado escondida. No más , lo dicho y
ya estaba de rodillas abrazando , a Duphane, por la cintura y apre tando su
cachete izquierdo muy al sur de donde el policía , tenía el ombligo.
Fandel y Vilma, intercambiaron una mirada cómplice.

253
Eduardo Cordoví Hernández

– ¡Bueno, bueno, póngase de pie ya! –Le ordenó el inspector tomá ndola
por los hombros.

Una vez en pie, la joven china, a un par de palmos de las narices del
investigador policiaco, éste sintió un estremecimiento tentador recorrer sus
entrañas. Allí estaba, enfundada en un jean azul, desteñido, ceñido,
desabotonado, fi rme… una modelo de pasarela con unas libritas de más , que
haría morir de envidia, a las mulatas modelos de Tropicana; con una blusita
de algodón anudada a la altura de las costillas , pero abul tada de tal manera
que hacía hasta lo imposible por no saltar los botones. El detective , echó
una fugaz ojeada investigadora al cuello bajo la oreja dere cha y suspiró con
alivio.

– ¿Entonces? –Preguntó, Vilma.


– ¿Y bien? –Indagó, Rodelio Fandel.
Mávil no averiguó nada, pero miraba, a Duphane, de tal manera, que no
era necesario.

– ¡Bien! Pero el tiempo inexcusable. Debemos trazar un plan…


– ¿A quien más se refiere? Porque ni Vilma ni yo va mos a seguir
averiguando más nada, al menos sobre este asunto. –Sentenció , Fandel, y
Vilma, se le colgó del hombro.
– ¡A mí! –Saltó, Mávil. – ¿O no? –Dirigiéndose a Du phane.
– ¡Por supuesto!
–Entonces ¿Qué esperamos?
Entre el cafecito, las despedidas, los parabienes, se ñas maliciosas a
hurtadillas y desearse suerte unos a otros, a las tres con treinta y seis ,
Augusthe Duphane , abría el paraguas saliendo de casa de Rodelio Fandel.
Mávil, quien terminaba de despedirse de su hermana mayor, salió corriendo
para guarecerse de la llovizna bajo el paraguas policiaco y apretándose con -
tra el agente a fin de lograr la protección requerida d el portátil artefacto , ya

254
Conspiración en La Habana

que el agua desplazada por el utensilio, en la escurrida, le goteaba ¡Justo


allí! donde termina la espalda.

CAPÍTULO XXXIX

A Fandel, todo aquello le resultaba intri ncado, absurdo, incomprensible,


pero a la vez sentía una fue rte atracción hacia el misterio, aunque ya todo
parecía estar aclarado o en vías de eso o por lo menos las som bras de
peligro que, en un principio, sintió que pare cían tratar de envolverle , ahora
tendían a disiparse. Todo comenzaba a tener un aspecto más equili brado,
positivo y su vida comenzaba a enrumbarse hacia tareas simples rutinarias y
placenteras.

Un par de días , después; aún sin noticias sobre los pla nes de Duphane,
Mávil y la posible entrevista con Alisthius, el doctor Villa, el señor del
bastón o del pobre diablo que , en definitiva, podría ser el tan perse guido
personaje a quien nunca logró , Fandel, conferirle la peligrosidad que tantos
le atribuían; al regreso del trabajo pasó por el Silvayn de dieciséis y
Concepción, lugar donde tuviera aquel accidental en cuentro con el
personaje que se había convertido en el centro de una historia terrorífica y
grotesca pero que, a Fandel, cada vez más , le parecía exagerada y ridí cula.

– ¡Pshiss! ¡Eah, Fandel!


Se volvió hacia donde le llamaba una voz que le resul taba conocida pero
irreconocible. Al descubrir al individuo que le siseaba , sintió, otra vez, la
incertidumbre, el temor y la misma ansiedad de aquellos días de intrigas…

–Todo está bi en, no tema. Tengo documentos oficia les de actividad


laboral y hasta un carné del Partido, así que no se asuste que no le va a
pasar nada por to marse una cerveza conmigo jajajajaja…
–Pero ¿Está usted loco, no sabe que le buscan…?

255
Eduardo Cordoví Hernández

– ¡Déjese de tontadas! T ómese una cerveza, charlemos un par de minutos


y vaya a ver a su reina , como si tal cosa. –Fandel, se acercó.
–Me sorprende verlo tan campante y no puedo menos que decirle que no
sé por qué, pero hasta me alegra verlo , porque me gustaría saber cuánto de
cierto hay en todo lo que , sobre usted, se dice.
–Me lo imagino, me lo imagino, jajaja siempre es igual jajaja Pero
recuerde, amigo, que la verdad es algo demasiado serio para una sola vida y
más cuando dura poco o por lo menos pasa tan de prisa . De modo que, no se
preocupe. Pero vea; hoy estoy de humor y quiero confiarle gratis algunos
secretos. Recuerde que desde antiguo la sabi duría se representa como una
serpiente que se muerde la cola, nunca olvide que los extremos se tocan y
que la luz no pude existir sin la oscuridad. La vara tiene dos puntas , Fandel.
Mire, tómese esta cerveza, lo vi venir y compré dos. Le voy a contar
algunas cosas que necesita saber y otras que no entenderá hoy , pero que
recordará en otro momento ¡Y, entonces! podrá verlo como un tod o.
¡Escúcheme bien ! y si quiere, piense que estoy loco , pero no creo que
estemos perdiendo el tiempo jajaja oiga no más. Vea , usted, y le juro que no
es borrachera ¡ Eh! Acabo de llegar.
»Mire: de la observación de la conducta de los perros podemos adverti r
que, éstos, como nosotros, tienen un cuerpo físico; una cohesión de materia
sustentada por la fuerza vital y, también, como nosotros, presentan una
serie de proyecciones emocionales: alegría, ira, pereza, asombro, afecto …
Pero ellos, como todos los animales, ¡Menos el ser humano ! encuentran su
ser dado y realizado. Un perro , no tiene que esforzarse en demostrar lo, ni
tratar de ser más perro que otro, o mejor pe rro que el perro que, él mismo,
fue el día anterior. Un perro , no tiene, por tanto, inquietudes existenciales,
no se preocupa por el futuro, no se culpa por el pa sado, no lo atormenta la
idea de la muerte, no tiene una vida ocupada ni preocupada. Es perro y; en
el sentido, de lo que significa ser; el perro de hoy no tiene nin guna y, en lo
absoluto, ninguna diferencia esencial con el perro de cualquier otro lugar o
de cualquier otro tiempo ¡En este sentido! nuestro can es la repeti ción de

256
Conspiración en La Habana

todos los perros que han existido o que exis tirán. De modo que , de forma
individual, no existe, su existencia tiene valor nada más como especie: la
canina.
»El hecho de que baile, traiga el periódico, guíe a un ciego, salve vidas o
descubra criminales tiene un valor potencial como especie , no como ser
individual pues ningún perro , por sí mismo, tiene tales iniciativas. ¿Le
parezco disparatado verdad?
»Como verá, en el perro podemos delimitar , en funcio nes, dos cuerpos:
Uno físico y otro emocional. Sus emociones manejan su cuerpo físico, lo
hacen gruñir, ladrar, mover la cola; pero sus actos , produci dos por sus
emociones, son respuestas a estímulos exter nos; o sea, que él no decide
estar contento, no elige ponerse bravo, no se propone ir a ningún sitio, sino
que se alegra si ve a su dueño, se enfurece si ve a otro perro invadir sus
dominios o se va tras el ti ntineo de una cuchara golpeando sobre un plato.
Los únicos movimientos que parecen tener una causa inte rior en él, son
aquellos para buscar comida o pareja, pero el hambre y el sexo son aspectos
que le suceden como producto del funcionamiento de su apar ato físico. Por
tanto, el perro , es un juguete de las circuns tancias externas en que vive, él,
por sí mismo no puede crear circunstancias favorables, no puede siquiera
elegir un amo. No hay, en él, un centro de direc ción y control que elija
emociones que lo muevan o lo frenen, sino que todo lo que motiva su vida
es externo, por eso es, con facilidad, gobernable, por eso es servil, porque
su patrón es quien le da orientación y control, el dueño piensa por él, toma
decisiones por él. El perro , se vuelve, o es, un instrumento del amo.
»Por otra parte: una máquina no es responsable del trabajo que rea liza,
porque una máquina traba ja debido a influencias externas. Ella, no se
conecta, no decide echar a andar ; todo le viene de fuera. Una máquina en sí
misma, no tiene intención de nada , no puede alterar nada de sí. Si se rompe,
si se acelera o desacelera o si detiene el flujo de su producción , no se debe
a sus intereses o a su sim ple capricho de variar lo que hace.

257
Eduardo Cordoví Hernández

»Un ser humano sí es responsable de sus actos, de sus emociones y de su


pensamiento. Por supuesto, nos esta mos refiriendo a un humano real , pero
debemos decir que las posibilidades de encontrar a un humano real son muy
escasas. Lo que vemos a diario no son seres humanos, sino robots. El
propósito de esta charlita es aclararle algunas ideas sobre esta afirma ción,
las cuales, pueden servirle de herramientas para construirse ¡Usted mismo!
una vida agradable, Fandel.
»Tal como somos, somos incapaces de controlar a vo luntad nuestras
emociones. Y digo so mos, incorporán dome a la idea para que me entienda
mejor, no porque sea yo parte real del asunto jajaja Cualquiera que se
observe a sí mismo o que observe a los demás ¡Lo cual es más fácil ! verá
que la gente no puede refrenar la ira, no puede dejar de eno jarse o de
entristecerse. No pueden, incluso cuando están abatidos, (senti miento que
está de más decir que no les gusta experi mentar), no pueden, Fandel,
cambiar el abatimiento por alegría. ¡Pero no solo esto! no pueden, siquiera,
quedarse en el punto me dio de mostrarse indiferentes y dejar de
experimentar emoción alguna.
»Veamos un ejemplo: una persona sabiendo que cier tos hábitos, como el
cigarrillo o el alcohol , son nocivos a la salud, no puede dejar de fumar o de
beber, así como otras no pueden deja r de comer dulces en exceso, de tomar
café, en fin... Hay personas que sabiendo los inconvenientes que de diver -
sos tipos trae aparejado la práctica de cambiar , muy seguido, de parejas , no
pueden dejar de hacerlo.
»Tal como son los humanos llamados normale s, son incapaces de
controlar sus pensamientos. La mente es como una pantalla de cine , en la
cual ¡Una y otra vez ! hay una imagen y otra, y otra, relacionadas o no , entre
sí. En infinidad de ocasiones les asaltan pensa mientos de que tienen una
grave enfermedad, que la esposa habla demasiado con el vecino, que un
compañero de trabajo quiere darles la mala en algo o que los jefes piensan
que son unos incapaces. Se preocu pan por causas imaginarias. Si el hijo de -
mora demasiado en llegar del cine , piensan que pudo ser atropellado por un

258
Conspiración en La Habana

vehículo. No pueden detener el flujo del pensamiento, no pueden parar de


tener pensamientos feos que no les gustan y poner en su lu gar pensamientos
alegres o solo parar de tener ningún pensamiento. No pueden hacer tal cosa.
Es algo que no controlan , pero que piensan que sí con trolan. Piensan que
piensan lo que les conviene. ¡Piensan que piensan ! Pero son los
pensamientos los que están en ustedes. Sucede que piensan. Ocurre que
idean, tal como llueve o hace calor. Tal como son, son simples aparatos.
Todo les viene de afuera. Cualquier cosa que ocurre, pasa fuera de ustedes
y afecta la produc ción de sus actos. Por ejemplo: en la esquina venden pan
con carne guisada y van allá decididos a comprar pan con carne guisada.
Por el camino, les dicen que son muy pequeños y demasiado caros o que
están salados o que puede ser carne de gato, y regresan, que dando sin efecto
su elección inicial. De hecho, nin guna convención que hagan es real. Si
están en el trabajo y deciden trabajar do s horas más para poder terminar
cierto informe que deben entregar al día si guiente pero , al rato, se les
acerca la nueva trabaja dora rubia quien prepara su informe y les dice que no
entiende ciertos datos ; basta para que la decisión inicial sea pospuesta para
la noche, quedando anulada la anterior promesa de repasarle las tablas de
multiplicar a su hijo.
»Los humanos que conocemos no son más que aparatos que funcionan por
impulsos exteriores. No hay en ellos nada que sea firme y estable. Hoy son
unos, mañana son otros. Ahora, deciden una cosa y al rato otra. Hoy,
deciden una cosa de la cual dentro de un rato pue den arrepentirse. Dicen sí
a cosas que no desean. Se niegan cosas que desean muchísimo. Le niegan a
sus hijos, a sus esposas o a sus subordinado s, cosas que, después,
comprenden que no debieron ser desaprobadas.
»Un humano, se supone sea un ser responsable. Un aparato no. El ser
humano, tal como es, es un artificio; por tanto no es responsable. Pero el
ser humano es una autómata que puede dejar d e serlo, si llega a comprender
su mecanicidad. S olo cuando se agobie con su vacuidad, solo cuando sufra
su inexisten cia y cuando se dé cuenta de su automatici dad ¡Entonces! puede

259
Eduardo Cordoví Hernández

llegarle cierta ayuda para salir de ese estado en que se encuentra y pueda
emprender la ardua tarea de intentar existir en reali dad, pues nadie se
esforzará por buscar algo que ya cree tener.
»Por otra parte tenemos que: La cuarta dimensión es una consecuencia de
la Teoría de la Relatividad de Einstein (1879 -l955, premio Nobel d e Física
en 1929 ¿se acuerda? ). Esta teoría fue probada de forma experimental ;
primero, por la reflexión de los rayos de luz por la masa del sol. Lo que se
llama la curvatura del espacio, y que fuera fotografiado durante el eclipse
de sol del veintinueve de mayo de 1919. Tam bién, por las anomalías en el
perihelio de Mercurio. De la misma forma , por el corrimiento hacia el rojo
en los espectros de las estrellas lejanas. Y por último por la Teoría del Big
Bang. De modo que, el tema de múltiples dimensiones e stá sustentado de
forma experimental y en teoría, con suficiente con senso de la comunidad
científica.
»La idea de la cuarta dimensión , fue expuesta por ma temáticos de la talla
de Gauss, Lambert, Helmholzt, Poncairè, en fin… En la actualidad, se
especula en teoría los conceptos de los hiperespa cios, es decir espacios de
cinco y más dimensiones.
»El pensamiento humano , se proyecta en tres únicas direcciones
esenciales, querido Fandel: En Filosofía, en Religión y en Ciencias.
Algunos dicen que en Arte, per o el Arte tiene que ver con las emociones no
con el pensamiento en sí.
»En Filosofía existe un mundo visible: El de los efec tos, eventos, hechos.
Y un mundo invisible: El de las causas, las ideas. En Religión , existe un
mundo visi ble: el de los ritos, la s ceremonias, los sacerdotes y feligreses,
los templos,… y se observa la existencia de un mundo invisible: Ángeles,
divinidades, demo nios... Y por último en las Ciencias hay dos extremos,
hacia lo pequeño tenemos el micro mundo de las partí culas elementales:
Átomos, electrones, protones, y otros, de los cuales conocemos sus efectos
pero aún son invisibles. Hacia lo grande , tenemos un mundo invi sible que

260
Conspiración en La Habana

se encuentra en la frontera de los radiotelescopios: lo desconocido del


macro mundo. En medio: nuestra realidad tridimensional.
»Habiendo analizado esto así, con rapidez, tenemos que aceptar la
existencia de un mundo invisible tanto en Filosofía, como en Religión como
en Ciencias. ¿Pero existirá además otra realidad objetiva, cercana, paralela
a la nuestra que permanezca invisible a nues tros ojos? Veamos. En síntesis ,
puede decirse que el ser humano contempla dos hechos obvios. Primero: la
existencia del mundo en que vive (que se ve) y se gundo: la existencia de su
vida psíquica (que no se ve).
»Así como que, el mundo en que vive, se compone de: cosas que existen
en el espacio y de fenómenos que existen en el tiempo.
»Todo aquello que se ve en el espacio o que puede reproducirse en el
tiempo, lo llamamos conocimiento objetivo. Lo que no se ve, por tener una
existencia metafísica, como por ejemplo, la energía que puede contener una
palabra dicha en condiciones especiales, como por ejemplo: ¡Fuego!
pertenece al conocimiento subjetivo.
»Por costumbre, tradición o prejuicio se le da mucho más valor a las
cosas objetivas que a las subjetivas. Sin embargo, si vemos que las causas
de todo cuanto existe se encuentra en el mundo invisible de lo subje tivo, se
aprecia un error conceptual ; pues, entonces, lo de veras importante, que se
supone sean las cosas objetivas serían las subjetivas. Veamos un ejem plo,
donde se aprecia que siempre lo que no se ve es mucho más importante y
objetivo que lo que sí se ve.
»Podemos afirmar, con rotundez, quiero decir sin tener que ejemplificar,
que en absoluto todo lo que se ve tien e una contraparte complementaria
invisible donde radica lo de veras importante que pueda haber en la parte
visible.
»Todos sabemos que un Iceberg es un témpano de hielo ; la parte visible
es insignificante con relación a la que no se ve, porque está bajo l a
superficie del agua el noventa y cinco porciento de su masa . Es esta parte,
la contundente y la que pud o hundir a un barco como el Titanic.

261
Eduardo Cordoví Hernández

»Agreguemos, además, que ¡En el mundo invisible! llamado subjetivo, es


donde están las causas del mundo visible … que llamamos objetivo.
»Lo visible, en el ejemplo siguiente, es una enferme dad; lo invisible, el
microbio que la produce. Si ataca mos solo a los síntomas de la enf ermedad
(fiebre, ardor, picazón, dolor...) sin atacar al micro bio, el cual es el
causante del mal, la enfermedad per siste.
»En la medida en que ahondamos en la estructura de la materia vemos
que, cada vez más, las partes esencia les de la misma van perdiéndose hasta
quedar en simples vibraciones energéticas, las cuales , escapan a la
concepción objetiva: Molécula, átomo, proto nes, rayos beta, gamma,
neutrinos… ¿Me sigue?
»Hasta aquí, con simpleza para, más o menos, dejar sentado por
limitación de tiempo, que el conoci miento del mundo invisible, o digamos
mejor, del mundo llamado subjetivo, e ntraña las causas de lo que viene a
manifestarse en el mundo visible.
»Resulta indispensable , para continuar el tema que trata mos, presentar
con brevedad algunas ideas al pare cer sin relación con el asunto y hasta
puede parecer que no tienen nada que ve r entre sí. Esto, de inicio, puede
sorprenderle, pero al final será de utilidad para llegar a una mayor
comprensión del asunto.
»Debemos partir de que aceptamos como cierta y pro bada la existencia de
una cuarta dimensión. Que si guiendo la opinión muy rec onocida del
Heisenberg (premio Nobel de Física) existen cuatro teorías cerra das sobre
el conocimiento del Universo. Tales teorías son válidas para todas las
épocas y se corresponden con la experiencia, pero en estricto son inseguras,
sin dejar de ser part e integral y permanente de la concep ción del mundo.
Tales teorías son: la Mecánica de Newton, la Teoría de Maxwell, la Teoría
especial de la relatividad y la Mecánica Cuántica.
»La experiencia universal no ha podido ser descrita por una teoría
homogénea, Einstein , trabajó en su teoría de los campos unificados, durante
toda su vida, sin obtener resultados.

262
Conspiración en La Habana

»Por otra parte, es un hecho reconocido que c uando el sol de este sistema
planetario consuma todo el hidró geno de su reserva y se apague, la vida en
la Tierra llegará a su fin ; es decir que, dentro de unos cientos de miles de
años, ¡Quizás, millones! la humanidad, tendrá que vérselas con la muerte.
Esto es un asunto en el cual existe consenso general.
»Toda la gloria humana, alcanzada por medio de su cultura, su historia,
en fin, desaparecerá con la Humani dad. La vida eterna planteada por las
religiones y los místicos, pretende una existencia que t rasciende ése
momento, es decir que la vida eterna im plica una vida , después, de la
muerte, no del individuo sino incluso, después, de la muerte del sol.
»Física, matemática y geométricamente es aceptado que al apagarse un
sol éste va en camino de conver tirse en lo que se llama un Hueco Negro y,
se hipotetiza, que esto puede ser un punto de comunicación hacia otro
Universo, es decir hacia otro espacio de dimensión superior. Dicen que
nuestro sol no tiene suficiente masa para conver tirse en un hueco negro
pero ¿Quién sabe, en realidad?
»Lo que sí se sabe es que si, en los primeros años de vida de un ser
humano, éste no recibe entrena miento adecuado para volverse un Ser
humano, pasado cierto tiempo, pierde su capacidad de humanizarse y
continúa siendo un a nimal salvaje. Esto ha sido confirmado por la ciencia,
con los casos de los niños lobos de la India . Me parece necesario
detenerme, en este punto, para argumentarlo, como debe, y para ello voy a
leerle una nota aparecida en el periódico Granma, de Cuba, el martes
veintiséis de febrero de 1985 y que traje , con toda inten ción, mi querido
Fandel, y leo:
»Ramu: el niño lobo de La India . La foto mues tra a Ramu, el llamado
niño lobo, poco antes de mo rir en un centro para desamparados. En 1976,
cuando Ramu fue capturado en la India junto a una cría de cachorros de
lobo, Ramu caminaba como sus compañe ros de crianza y comía carne
cruda. No obs tante, haberse acostumbrado a bañarse y vestirse, el llamado
niño lobo nunca aprendió a hablar ni pudo adaptarse a vivir en sociedad.

263
Eduardo Cordoví Hernández

»Así como esta otra , aparecida en el diario , Juventud Rebelde, el


domingo tres de marzo de 1985, bajo la firma del periodista , Marcelino
Ortiz:
»La noticia que en 1976 recorrió el mundo, nueva mente llamó la
atención de la opinión pública cuan do en estos días se dio a conocer la
muerte de Ramu, el niño lobo criado por esas fieras, quien falleciera en un
asilo cerca de Lucknow, estado de Uttar Pradesh, a unos cuarenta
kilómetros al sudeste de Nueva Delhi, en la India.
»Ramu, que al morir contaba con cerca de veinte años, causó gran
sensación en 1976 cuando fuera captu rado en un bosque, formando manada
en compañía de tres cachorros de lobo.
»Tenía entonces unos diez años, se desplazaba en cua tro patas, comía
carne cruda, su pelo estaba total mente enmarañado y compacto, y sus uñas
habían crecido hasta convertirse en garras, que utili zaba para la caza de
sus presas, tomando actitudes similares a los lobos.
»Cuando Ramu fue capturado, luego de tenaz lucha de él y sus tres
cachorros hermanados por las condiciones inhóspitas de la selva, las
palmas de sus manos y codos, así como las rodillas estaban total mente
encallecidas por años de andar en cuatro patas y comportarse de forma
similar a los lobos, que tal vez lo adoptaron cuando apenas era un ni ño de
meses.
»Podía decirse que corría y tenía la agilidad de los lobos, y según se
dice, hasta había adquirido el ol fato que caracteriza a los animales
salvajes.
»El cable con la noticia de su fallecimiento expresa que en 1976 luchó
enérgicamente contr a sus captores, defendiendo el hábitat que por muchos
años fue predio de sus hermanos lobos.
»Criado a dieta de carne cruda, nunca perdió el gusto por ella, y solía
atacar a gallinas y otros anima les que se cruzaran por su camino para
devorarlos al instante.

264
Conspiración en La Habana

»Tras su captura, Ramu fue entregado a la misión de caridad, donde las


religiosas trataron de humani zarlo. Aprendió a bañarse, después de
negarse durante muchos meses, y vistió ropas que nunca quiso usar.
»Las causas de su muerte no han trascendido pero se conoce que
comenzó a sentir calambres y no respon dió al tratamiento médico que se le
prestó. Lo cierto es que después de ocho años de su retorno a la civiliza -
ción, Ramu, nunca pudo adaptarse a ella. Siem pre añoró la vida en la selva
junto con l a manada de lobos.
»El caso de niños adoptados y amamantados por lo bos no es nuevo.
Desde tiempos remotos se tienen noti cias de esta convivencia entre cánidos
y pequeños que fueron o robados por una loba cuando su lobato murió, o de
la adopción por la m anada cuando éstos se extraviaron o fueron
abandonados a su suerte en la selva.
»Aquí, continúa haciendo una breve reseña sobre la leyenda de la
fundación de Roma , relacionada con los gemelos Rómulo y Remo quienes ,
también, fueron criados por una loba. Per o, más adelante, continúa con
nuevos informes:
»Mucho antes del caso de Ramu, en el año 1926, los periódicos de la
época se hicieron eco del hallazgo, también , en la India, de dos niñas de
dos y ocho años, encontradas en el cubil de una loba.
»En ese tiempo, la India, era colonia inglesa; y, según se relata, fue el
obispo Pakenham, de Calcuta, quien , cuando visitaba el orfanato de Jal
Singh, en Midna pur, escuchó relatos sobre un paraje que los habitantes
denominaban morada del demonio.
»Intrigado por estos rumores, visitó el lugar y allí descubrió en el fondo
de una cueva a dos niñas que habían sido adoptadas por una loba.
»Al igual que Ramu , comían carne cruda, se desplazaban en cuatro patas
y emitían sonidos gutu rales, con los cuales, se entendían con l a loba.
»Para rescatarlas se necesitó de varios hombres, pues tanto la loba ,
como las niñas, lucharon enconada mente contra los intrusos que , al fin,
pudieron captu rar a las niñas y enviarlas al orfanato de Jal Sinh.

265
Eduardo Cordoví Hernández

»La pequeña, de dos años, murió a los pocos días de inadaptación a la


civilización. La de ocho , se mantuvo hosca, destrozaba las ropas que le
ponían y se negaba a comer otro alimento que no fuera carne cruda.
»Cuando la luna llena salía , aullaba como los lobos, recordando sus días
entre la manada, y hubo de transcu rrir muchos meses antes de que se
irguiera en sus dos extremidades.
»No gritaba ni lloraba. Sonidos guturales semejantes al lobo eran sus
únicas expresiones, ya fueran gruñi dos cuando algo no le gustaba, o
sonidos afables, cuando era de su agrado.
»Era muy cariñosa con los animales, prefería a los perros ante que a los
niños.
»Hasta aquí lo poco que hemos podido averiguar so bre estos singulares
casos por la premura de este tra bajo. Quedan aún muchas interrogantes
sobre esta adaptabilidad de niños a la vida salvaje de los lobos, la
disposición de estas fieras para recibirlos en su seno a pesar de su
conocida agresividad y la no integra ción de los rescatados a la vida
civilizada.
» Concluida la breve exposición de estos puntos … ¿ Le aburre, Fandel? »
– ¡No, para nada, siga, siga!
–…es que puedo pasar a desarrollarle el tema que , en estricto, me
interesa develarle.
«La forma, como el ser humano enfrenta la muerte , determina la
evolución del pensamiento. Es decir, la explicación de la muerte, la idea de
la inmortalidad del espíritu, la idea de una posible vida después de la
muerte, hace aparecer; a las religiones por un lado, por otro , a las
corrientes filosóficas y, por otro, a la investigación científica. De este
modo, ya sea en rel igión, en filosofía, como en ciencia, la vida se esfuerza
y se ocupa de comprender a la muerte.
»Primero, vamos a hacer un estudio panorámico sobre qué persigue el
misticismo y cómo intenta alcanzar lo que persigue. Luego , veremos los
distintos medios o caminos que ha aportado a lo largo de la Historia y , en

266
Conspiración en La Habana

segundo lugar, intentaremos demostrarlo de manera más o menos científica,


considerando los avances de la ciencia, en general, alcanzados hasta
nuestros días. Si se aburre, Fandel, no tenga pena, váyase a la mierda y no
escuche nada jajaja »
– ¡Si supiera que me resulta interesante, de ve ras!
–El asunto principal del misticismo es propor cionar un medio de evasión
hacia otro mundo , llamado divino, en el cual se goza de vida eterna. La
existencia humana, en sí misma puede compararse a una prisión. Todas las
situaciones de la vida están al nivel de la depen dencia a otras personas ,
tales como jefes o superiores, o a situaciones exteriores como órdenes,
leyes, costumbres, reglas morales o de protocolo, etcé tera. El vivir en este
mundo, constituye una esclavitud. Lo que uno es ; lo que es en esencia el ser
humano, su ser espiritual ; está prisionero, sin embargo , uno no se da
cuenta.
»Un preso que conozca la libertad que se le niega (haya, o no, razón para
la condena, asunto que nada tiene que ver con lo que aquí tratamos y que ,
en definitiva, tampoco, cambiaría el resultado) todo lo que puede desear,
siendo solo medio inteligente, es: salir de la cárcel, fugarse.
»Pero, para que el preso logre evadirse , debe comenzar por darse cuenta
de su real estado. No tiene otro remedio, pues mientras crea que es libre o
se sienta bien en prisión , nada ni nadie podrá ayudarlo . Incluso, intentar
ayudarlo en contra de su voluntad , sería una violar el derecho humano a la
libre determinación; siendo, entonces, un acto criminal.
»De acuerdo con la terminología de distintas vertien tes del misticismo, el
ser humano, tiene cuatro cuerpos fundamentales y aunque , tales vertientes
cuentan hasta siete, nos detendremos en estos cuatr o.
»Veamos cómo funciona un individuo que tiene un cuerpo físico. Su
cuerpo está sometido a influencias externas agradables o desagradables:
Órdenes, prejui cios, cambios atmosféricos, enfermedades, ¿ Ya? Sus
emociones son producidas por su cuerpo físico: h ambre, sueño, calor,
impresiones… Sus pensamientos , los cuales dependen de sus deseos ,

267
Eduardo Cordoví Hernández

originan distintas volunta des, a veces contradictorias y, a veces, numerosas;


lo cual lleva a la desorientación y al malestar. Este es el prototipo más
corriente.
»Ejemplo: un sujeto ve a una mujer bonita, le gusta y piensa enamorarla,
dirigiendo su atención y sus energ ías en esa dirección. Poco después , ve a
otra mujer bonita o un objeto lujoso que le gusta y , también, piensa en
obtenerlo; de esta forma se dis grega su intensidad y su capacidad de acción.
»Veamos cómo funciona un individuo no corriente, que tiene sus cuatro
cuerpos conformados. El físico , obedece a los deseos y a las emociones,
pero sus emo ciones y sentimientos son producto de sus pensa mientos; pero
resulta que no piensa cualquier cosa, ni muchas cosas, sino lo que su
voluntad decide qué debe pensar.
»Con la obtención de esta fuerza de voluntad, única y concentrada, el
individuo puede sobreponerse a la muerte. El asunto del misticismo es un
manual de instrucciones para hacer cristalizar este cuerpo de estructura
material superfina: la voluntad.
»El cuerpo físico, puede ser comparado con un ca rruaje o coche. Pero el
carro no se mueve por sí mismo, es el caballo quien tira de él, es decir: las
emociones. El caballo, no tiene elecciones, ni preferencias , ni propósitos;
es el cochero quien sabe cómo ir a todas las direc ciones posibles, pero s olo
el Amo (el dueño real del carruaje, del caballo y patrón del cochero) es
quien tiene propósitos, asuntos importantes que tratar y quien le dice al
cochero a dónde debe ir. El Amo , encarna en este simbolismo comparativo a
la Voluntad. Esto es, en síntesis, un esquema del movimiento existencial
desde un punto de vista místico.
»Existen diversas manifestaciones religiosas, más o menos primarias,
más o menos evolucionadas desde el punto de vista filosófico, las cuales
están en el orden animista y/o politeísta, las cuales tienen acceso hasta el
tercer mundo. Veamos esto: Cada manifestación del mundo visible , tiene su
correspondencia en el mundo invisible , del cual es manifestación. En el
mundo visible, se manifiestan de forma sutil , el mundo emocio nal y el

268
Conspiración en La Habana

mental. Tales religiones tienen acceso hasta el mundo mental. En otras


palabras, existe un nivel o mundo suti l, que algunas terminologías llaman
plano, donde existen entidades emocionales y otro ni vel o plano , donde
existen entidades mentales. Estos dos mundos coexisten y se interpenetran
sin interferirse.
»Estas religiones, dan acceso y comunicación con es tos mundos y con
estas entidades pero , las mismas son intrascendentes y perecerán cuando la
Humanidad se enfrente con la muerte del sol. Estas religiones , pueden hacer
que, el ser humano, obtenga cosas y, tales entidades, lo ayuden a la
obtención de placeres o de circunstan cias favorables para evacuar
problemas terrenales. Con la resolución de necesidades de orden material,
emocional o mental , contribuyen a mantener el estado de prisión y
esclavitud, del cuerpo divino o Amo , a las condiciones terrenales de la
tercera dimen sión. Tales religiones o tendencias pseudo -místicas,
relacionadas con la brujería y la magia negra ; llaman a las entidades del
mundo emocional o del mundo men tal, espíritus pero, en propiedad , el
espíritu es una figura del cuarto plano.
»Tales tendencias y/o prácticas , invalidan al ser humano, lo esclavizan
porque lo hacen dependiente de cosas, de eventos y de personas, es decir
que debe buscar la solución a sus problemas, a la problemática de su exis -
tencia (lo cual forma su cotidiana i nteracción con el medio social en que se
desenvuelve su vida) fuera de sí. Tanto la Cábala, la Quiromancia, el Yi -
King, el Tablero de Ifá o la consulta al espiritista , a fin de bus car apoyo
externo, para averiguar lo que tiene que hacer , no hace más que d esviar al
sujeto, acomo darlo, a fin de no buscar dentro de sí, de que no descu bra su
íntima conexión con la sabiduría cósmica, divina, etcétera, (por llamarla de
algún modo) de la cual es parte. Y , mientras salga a buscar fuera lo que
tiene dentro, no tendrá seguridad de sí mismo, ni cuarto cuerpo, ni vida
eterna.
»Pongamos un ejemplo: En ciertas religiones se tra baja con determinados
objetos de culto, para obtener el favor de cierta entidad del mundo

269
Eduardo Cordoví Hernández

invisible, dicho en otros términos; usted, tiene un problema y acude a


cierto oficiante quien manipula, ordena, pone a traba jar, pone a su servicio ,
cierta energía que re suelve, o no, el asunto. Por lo general, estos objetos de
culto están cargados con huesos humanos robados de los cementerios,
sangre de animales sacrificados... tales fuerzas del mundo sutil son
esclavizadas, obliga das a salir del plano evolutivo, para ser emplea das en
tareas egoístas, a veces , con perjuicio para otra persona con toda intención.
Sería mucho más seguro y auténtico que , usted, utilizara su propio
espíritu (su propia energía) en la resolución de sus dificultades, con lo cual
estaría trabajando en el desa rrollo de sí mismo, porque resolver , o no, el
problema no es el asunto, el quid está en que: emplearse a fondo en la
solución de sus propios problemas y resol verlos, o no, con sus propias
decisiones y con sus propias limitaciones, produce la cristalización de una
voluntad que, en el momento de la muerte , se eleve a otro nivel de
existencia; digamos que nazca o se comuni que con otra dimensión superior.
»Las religiones llamadas evasivas (Budismo, Cristia nismo…) ponen, al
ser humano, en contacto con una dimensión o mundo que , sí, trascenderá el
acontecimiento cósmico de la muerte solar , pues tal mundo está fuera de
esta dimensión. Esto lo veremos en deta lles cuando analicemos, más
adelante, la cuarta dimensión ¡Claro! Si, usted, lo soporta… »
Fandel, meneó la cabeza y sonrió, terminando su cer veza.
–Pero la vida eterna se desarrolla en un nivel o plano muy por encima de
los planos, dimensiones o mundos emocionales o mentales. En térmi nos
precisos, un individuo, a través de la ob tención del cuarto cuerpo , se
convierte en un santo , para la correspondencia de este mundo te rrestre y,
para el mundo invisible, en un ángel.
»Todo aquel que mediante un trabajo íntimo, secreto, interno, ha logrado
un estado de santidad se convierte de hecho en un ángel. Por esto , es muy
importante, el momento de la muerte.
»Mucha gente piensa que una muerte sin dolor o una muerte inconsciente ,
es una muerte feliz con la cual , Dios, premia al mortal. En ningún modo nos

270
Conspiración en La Habana

opondremos a tal criterio, pues no sabemos ni podemos asumir , cómo Dios


dispone sus asuntos, pero lo que sí pode mos asegurar es que, el modelo de
Cristo, para obtener la vida etern a, es a través de una muerte dolorosa y por
medio de un gran sufrimiento. El discípulo , no puede ser más que el
maestro, ni el siervo , más que su señor, fueron las palabras de Jesús, y en
todos los evan gelios se hace énfasis en el estado de vigilia, en es tar
despiertos en espera de su regreso, lo cual tiene que ver , con mucha
claridad, con estar atento y consciente , también, en el momento de la
muerte.
»Por tanto, aquellos que temen el dolor y están , todo el tiempo, haciendo
promesas para salvarse de tal o más cual enfermedad entregando a cambio
su alma a tal o más cual divinidad pagana, lo único que hace es atarse a la
Tierra y perderse la posibilidad de la vida eterna.
»¡Ahora! Con relación al asunto de la cuarta dimen sión, comenzaremos
diciendo que es i mposible a un ser de tres dimensiones concebir la cuarta.
Pero de todos modos trataremos de lograr una aproximación a ese
conocimiento.
»Un punto, se ubica en el espacio de tres dimensiones , por medio de un
sistema de coordenadas (x, y, z) que corresponden a largo, ancho y alto.
Este mismo punto , ubicado en un espacio de cuatro dimensiones , se expre-
saría con un sistema de cuatro coordenadas (x, y, z, t) donde el cuarto
vector es: el tiempo.
»Para ver a un objeto en un espacio cuatridimensional , su realidad escapa
a nuestra observación pues , el mismo, estaría ocupando diversos lugares a
la vez. Es decir, que si lo ubicáramos, para un momento dado, estaría
ocupando mucho más espacio de tres dimensio nes que el que podríamos
pensar y si lo ubicá ramos para un espacio fijo, tendríamos que acep tarlo en
presente, pasado y futuro a la vez, lo cual escapa , a nuestra experiencia. En
resumen, no tenemos un sentido , preciso, con el cual adver tir la cuarta
dimensión y tener consciencia de ella.

271
Eduardo Cordoví Hernández

»Si existiera un ser p lano, es decir, perteneciente a un mundo de dos


dimensiones, y éste llegar a a la idea de la tercera dimensión, debe concluir
que si existen tres dimensiones , el cuerpo real de dos dimensiones , no
existe. Tal cuerpo , sería una figura imagina ria, un dibujo de las dos caras ,
del cuerpo de tres dimen siones, la proyección de este cuerpo en un espa cio
de dos. Tal como el plano de una casa, no es en realidad una casa. De este
modo, la casa, existe en la mente del arquitecto y el dibujo es un espa cio
artificial creado por su fantasía.
»Continuando esta idea, si admitimos la existencia de la cuarta dimensión
debemos reconocer, de la misma forma, que si hay cuatro dimensiones , un
cuerpo real de tres no existe. Un cuerpo real , de existen cia verdadera, debe
tener cierta extensión en esa cuarta dimensión para existir en realidad, de lo
contrario sería, una figura imaginaria; el dibujo o la proyección de un
cuerpo de cuatro dimensio nes en un espacio de tres y con esto tenemos que
todo nuestro mundo tridimensional e s una fantasía, algo irreal e inexistente
desde el punto de vista de la cuarta dimensión. No significa que nuestro
mundo no exista, existe sí, pero con respecto a sí mismo, con respecto a la
cuarta dimensión tiene una realidad pasajera y transitoria, no t rascendente.
»Si existiera la cuarta dimensión, como lo prueban la Geometría, las
Matemáticas y la Física, llegamos a una conclusión: somos seres de cuatro
dimensiones y poseemos s olo tres; y en este caso no existimos , de veras,
pues la existencia real y total es de cua tro.
»Si la cuarta dimensión existe, mientras tengamos s olo tres dimensiones
no tendremos existencia propia sino que existimos , tan solo, en la
imaginación de alguien y que todos nuestros pensamientos, sentimien tos y
experiencias ocurren en la mente de un ser superior que nos piensa. Somos
el producto de su imaginación y el vacío en que se da lugar nuestro
universo es un mundo artificial creado por su fantasía.
»Para no sentirnos ofendidos por tal idea horrible , debemos reconocernos
como seres de cuatro dimensio nes y que el sentido , a través del cual
percibiríamos la cuarta dimensión, no está desarro llado. La percepción, es

272
Conspiración en La Habana

el órgano por medio del cual se apre ciaría esta cuarta dimensión. El
despertamiento del sentido para lograr est a función, está relacio nado con
los estados alterados de la consciencia.
»La cultura vela el raciocinio y deja pasar el momento de la formación de
los cuerpos sutiles. Tal como el ser humano nace del animal , en el periodo
entre dos a tres años de edad, más o menos, y pasado este tiempo pierde la
facultad de humanizarse (recuerde el caso de los niños lobos de la India) .
Igual existe determinado momento para la formación de los cuerpos sutiles.
La cuarta dimensión , requiere de otro cuerpo, el cuarto cuerpo (Volu ntad)
el cual pasa a tal dimensión a la muerte del cuerpo físico, tal como se
conectaría (en hipótesis , hasta ahora) con otro universo, un sol al gastar su
combustible.
»El ser humano puede crear mundos de dos y tres dimensiones , los cuales
tendrán correspondencia y vida sutil en ese plano hasta la muerte de la
humanidad, pero no trascenderán ese momento. Un ejemplo de mundo sutil
de segunda dimensión o mundo emocio nal serían las obras de arte, las
cuales tienen manifesta ción en la tercera dimensión (libr o, filme,
arquitectura, música, cuadros, etcétera) y un ejemplo de mundo sutil o
mundo de tercera dimensión o men tal, serían aquellos mundos más
complejos que tienen una vida más evolucionada y proteica, ejemplo: los
partidos políticos, las corrientes fil osóficas, los movi mientos religiosos …
»Con esto tenemos que un ejemplo palpable de un mundo de dos
dimensiones cre ado por el ser humano sería un filme o un juego de béisbol
y su correspondencia tridimensional serían de forma respectiva, la
cinematografía y el mundo de los deportes. En ambos mundos, los cuales
como se ha dicho se interpenetran, se al canza la trascendencia de la muerte
individual humana. Un filme puede convertirse en un clásico, en una joya
artística y trascender a sus realizadores y actor es con lo cual perdurará ,
hasta la muerte de la huma nidad, la imagen, el nombre y el recuerdo de
éstos junto con la obra. Igual ocurre con aquel que entrega su vida (su
alma) al béisbol, a la literatura, a la política o a la religión, puede lograr

273
Eduardo Cordoví Hernández

cierto tipo de vida después de morir físicamente , según sea la superioridad


de sus cuerpos sutiles actuantes. Así , la gloria pasajera o temporal
(décadas, temporadas, etcétera) de ciertos artistas, de tal o más cual obra,
está en relación con la intensidad del c uerpo astral (emocional o caballo).
La fama o reconocimiento más duradero de este mundo y que perdurará
hasta el fin de la humanidad, está en correspondencia con el ter cer cuerpo
(mental o cochero). El humano corriente, sin embargo , no puede crear
mundos de cuarta dimen sión porque tal le es ajena hasta que no active o
despierte su mente.
»Las religiones cristianas (denominadas protestantes, católicas y las
ortodoxas) son mundos de tercera dimen sión que, de por sí, no pueden
lograr la vida eterna de sus seguidores. Estos mundos han sido crea dos para
los llamados, son el lugar donde son capta dos los elegidos; dentro de estos
mundos, muy pocos, algunos sienten la atracción irresistible de Jesús y su
doctrina y se vuelven sus discípulos, entrando en una re lación personal y
sin intermediarios con él. Estos son los únicos que alcanzarán la vida
eterna, es decir aquellos que lograrán existencia en la cuarta dimen sión.
»De acuerdo con esto , podemos afirmar que todo sis tema, mundo, plano,
de dos o tres dimensi ones creado por los humanos y que distraiga la
atención del verda dero objetivo de alcanzar la vida eterna trascen dente, se
torna colaborador del Mal, siendo el Mal todo aquello que se oponga a la
realización de ese obje tivo.
»La concepción de que existe un conocimiento oculto que sobrepasa el
conocimiento ordinario y que es inacce sible a la gente común o por lo
menos a la mayoría de las personas, ya que tal conocimiento se en cuentra
en algún lugar y que está en poder de alguien, es algo que ha estado siempre
presente en el pensa miento humano. Incluso las personas que no sienten
inclinación por buscarlo ni a esforzarse por hallarlo, tienen la convicción de
la existencia de tal conoci miento.

274
Conspiración en La Habana

»En lo cierto, hay quienes experimentan una sensa ción (una cierta
necesidad emocional, un darse cuenta que nada tiene que ver con lo
intelectual) de vacuidad interior , que debe ser llenada con algo.
»Esto se interpreta , por lo general, con el nombre de afán de
conocimientos, y muchos son los que si guiendo este di ctamen se convierten
en grandes reservo rios de información (que puede o no ser inútil) y a
quienes se les llama eruditos o se les tiene por personas cultas, mu y
preparadas, muy inteli gentes o que han llegado a algo en la vida.
»Pero si uno se aproxima u n poco a sus vidas , de modo que pueda
observar sus relaciones interpersona les en el círculo familiar o de sus
amigos íntimos y sus reacciones emocionales ante las incongruencias de la
vida, uno puede advertir , con asombro, que ni son tan inteligentes, ni su
cultura y preparación les sirve para vivir con satisfacción, ni llegaron a
nada real en la vida. Otros , tienen el discernimiento para advertir que, de
forma única, cierta información puede ser utili zada como instrumental o
como materia prima para reali zar, para crear, ese algo, con lo cual llenar
ese vacío que sienten.
»Es esa cierta información la que parece estar siendo preservada para una
minoría exclusiva por algún mo tivo importante que no cabe explicar aquí.
El caso es que, desde la más remota ant igüedad, se reconoce la traza de
sectas, hermandades, cofradías, sociedades, etcétera, las cuales, con
propósitos similares, ense ñan, estudian y practican cierto conocimiento en
el más estricto secreto, con el más riguroso hermetismo.
»En la actualidad, conviven en nuestro medio gran varie dad de
instituciones, las cuales, para quienes no son miembros, están matizadas de
un aura de misterio, tal es el caso de las órdenes de la Rosacruz, la Maso -
nería, los Odfellow, los Caballeros de la Luz... y mu chos se enrolan en sus
iniciaciones. Algunos quedan satisfechos con lo que allí encuentran o con lo
que allí les enseñan o con lo que logran descubrir con sus propios medios ;
otros, sin embargo, pronto se dan cuenta que se equivocaron, que aquel no
es su lugar, porque allí no está lo que ellos necesitan saber.

275
Eduardo Cordoví Hernández

»En las asociaciones secretas, en todos los tiempos, en los actuales


incluso, se aprecia que existe un conoci miento de descripción general,
informativo, quizás especulativo o de recreación el cual se permite que sea
volcado en el mundo profano y se le llama exotérico; en contraposición a
otro mucho más limi tado, restringido para los iniciados según el nivel de su
jerarquía y al cual se le llama esotérico.
»No obstante, el esoterismo en su real acepción no c orresponde a una
cierta enseñanza que , a su vez, corresponde a determinada asociación, que
difiere, a su vez, de otras tantas ; con lo cual podría interpretarse la exis -
tencia de tantos conocimientos esotéricos , como denominaciones de sectas
haya.
»El esoterismo es el círculo de personas que tienen el conocimiento de su
real importancia en el Universo, este es el único vínculo que los une y
ningún otro, pu diendo provenir incluso de diversas sectas. Es decir , que a
este círculo puede llegarse a pertenecer por diversas vías o caminos, unos
más largos, otros más cortos, unos más rápidos, otros más lentos, pero
todos llenos de ciertos peligros.
»El esoterismo es un sector invisible de la Humani dad, el cual está
conectado con la problemática de la inexistenci a del Tiempo, los
hiperespacios y los esta dos alterados de conciencia. De hecho , puede
decirse que diversas Escuelas manejan nada más que la teoría; otras solo la
técnica, la metodología de cómo alcanzar estos esta dos y que, el esoterismo,
tiene que ver con el propó sito, con el para qué lograr alcanzarlos.
»Para estas personas decepcionadas o quizás cansadas por una búsqueda
infructuosa, quienes puedan creer que ese conocimiento es algo fantasioso,
irreal y que tales grupos selectos son cosa del pasado o de países lejanos, es
que están dirigidos mis esfuerzos.
»De forma general , las personas que buscan la apropia ción de estas ideas
se creen con el derecho de exigirlas , porque creen merecerlas, pero hay que
destacar que estas personas están formadas por : un subgrupo de los que
tienen cierta curiosidad y nada más. otro subgrupo de los que quieren tal

276
Conspiración en La Habana

conocimiento con fines efectistas, exhibicionistas, ego tístas,… y el


subgrupo, minúsculo, de quienes pueden hacer con las ideas de este
conocimiento, algo en realidad útil, al menos para ellos mismos.
»Es comprensible, entonces, que existan limitaciones para que no caiga
en poder de personas que, bien lo manipulen convirtiéndolo en cosa común,
con lo cual perdería efectividad, o que lo empleen con error.
»Una idea, mi caro Fandel, es una herramienta real y como toda
herramienta si no se está bien entrenado en su uso puede ser peligrosa por
dos motivos. Uno: su empleo erróneo puede hacer daño a otros o puede
resultar que se haga daño a sí mismo quien use la herramienta; es decir
quien lleve la idea a su realización práctica. Otro: la posesión de cierto
cúmulo de ideas implica una responsabilidad de su ejecución. Una vez
conocidas ciertas cosas no debe vivirse como hasta entonces; debe aplicarse
ese conocimiento y el no estar preparado para ello puede hacerlo perecer
bajo una carga excesiva.
»Se puede decir que , el ser humano, no existe en su totali dad porque un
ser cuya actuación se basa en suposicio nes, consideraciones, conjeturas,
ilusiones,… no puede se r, en totalidad, real pues se basa en realidades a
medias, en falsas realidades, en realida des que existen en su imaginación.
»La primera ilusión en la que vive el humano es la de creer que la
humanidad progresa. La humanidad no progresa, al menos para un a escala
que tenga significa ción para un a persona. El posible progreso de la
humanidad es tan lento , que ni siquiera decenas de generaciones de
personas podrían verificarlo. Por tanto , puede decirse, al menos para una
persona aislada, que no existe tal pr ogreso.
»Si observamos la conducta del ser primitivo vemos que éste ponía la
resolución de sus problemas en el uso de la violencia y en la manipulación
de objetos y animales con fines mágicos. Después de más de siete mil años,
una simple ojeada a nuestra actualidad diaria es suficiente para constatar
que, aún, el humano continúa afrontando la existencia con los mismos méto -
dos. El humano, la humanidad, ha hecho progre sos en las cosas, pero en sí,

277
Eduardo Cordoví Hernández

sigue siendo lo mismo de hace diez mil años. No hay diferen cia entre el
odio, el rencor, la ira que puede generar un garro tazo y el que puede
producir un disparo.
»La expectativa de vida, una persona contemporánea, sigue siendo la
misma de la del hombre de las cavernas: buscar pareja, conseguir comida y
alojamiento, enfren tarse al dolor de las enfermedades, al deterioro físico de
la vejez y a la pérdida de sus seres queridos, de sus bienes y a la propia
muerte.
»Da lo mismo que una persona viaje a pie, en carreta o a lomos de un
burro, que sentado, con comodidad, en un avión de la Pan American o en un
trasbordador espacial. A los efectos de lo que puede ser su vida , lo mismo
da el canto del brujo de la tribu , que el bisturí del mejor cirujano , en la
clínica de los H ermanos Mayo, de New York.
»A los efectos de log rar Ser, es decir , de lograr una existencia total en un
mundo real no imaginario, la persona debe comprender el estado de
embotamiento psicológico en que vive. El humano, tal como vive, está
como si estuviera dormido, su vida transcurre como en un sueño. D ebe
pues, conocerse a sí mismo. Saber cómo funciona en su propia psicología.
El humano, para abordar esta tarea necesita estar consciente, necesita
despertar. Un a persona real, es una que está despierta.
»Me parece interesante que , también, le lea algunas ideas expuestas por
el escritor argentino Jorge Luís Borges , durante una entrevista que le
realizara, George Charbonn, publicada en su libro , El escritor y su obra.
Permítame, robarle unos minutos más y déjeme leerle esto :
»Conozco personas a las que les han aplicado la máquina –se refiere a
una picana eléctrica de tor tura- me dijeron que era necesario gritar antes
de sentir dolor. Que era necesario hacer cualquier cosa. Que se sentía
menos su efecto y que con ello se asus taba un poco al verdugo. Creo que se
trata de gente sencilla que no siente el dolor como nosotros, de la misma
manera. El coronel De Millares, que estaba en el Congo, me dijo, por
ejemplo, que los negros no sien ten el dolor, que no sienten las heridas

278
Conspiración en La Habana

físicas, que tienen organismos mu y simples. Que la mayor parte de las


mujeres del Congo no tienen ninguna idea del placer físico, sexual, y que
los hombres tienen muy poco. Que les satisface una necesidad, Creo que no
lo encuentran, especialmente agradable.
»Esto puede ser cierto, de la misma manera, no sien ten dolor: pueden ser
estoicos, como nuestros indios, por ejemplo a nuestros indios se les mató,
pero cuando había se les podía hacer cualquier cosa. Nunca se quejaban.
Conozco la historia de un gaucho: era indispensable que sufriera una
operación muy dolorosa. Se le sugirió la anestesia y dijo que no: no le
gustaban las drogas, tenía miedo. Se le dijo: ¡Pero sentirá un dolor
espantoso! Respondió: haga lo que quiera. El dolor, yo me encargo del do -
lor. El dolor es mi negocio no el suy o. Se le hizo una operación
dolorosísima ¡Y ni rechistó! Su figura se guía imperturbable, ningún
esfuerzo se le notaba. Quizás no sentía tanto. Era un gaucho, un ser senci -
llo y no se imaginaba las cosas por adelantado. Sabía que sufriría, pero no
pensaba en ello. No le intere saba.
»Creo que tal vez nosotros somos mucho más sensi bles al dolor y al
placer físico que un ser primitivo, lo mismo que ellos son más sensibles,
qué diré yo, a los colores, al valor de las palabras... a todo. Somos cada
vez más complejos. Lo que nos volverá, quizás más cobardes.
»Estas palabras de Borges, de alguna manera apoyan las ideas expuestas
aquí sobre la necesidad de estar despiertos y de que , la cultura, la
educación, la civiliza ción y el llamado progreso humano material, es decir,
el confort, colaboran contra las posibilidades reales de obtener estados
superiores de conciencia, conecten o no con la vida eterna.
»Pero una persona dormida no puede despertar sol a. Y no me refiero a
ese dormir fisiológico que realizamos por la noche sino a ese estado de
embotamiento psicológico que continúa cuando nos levantamos de la cama
al amanecer. Necesita un despertador, o sea un método para desper tar.
Necesita, alguien que lo despierte si a pe sar del reloj se quedara dormido.

279
Eduardo Cordoví Hernández

»Pero, antes de despertar y conocer lo que corres ponde a ese estado de


conciencia; debe, primero, comprender el estado en que se haya, estado de
nadidad, de vacuidad y de sueño. Luego , necesita un conoci miento que le
de comprensión de su razón de ser en el entor no en que vive, necesita una
cosmogonía, conoci miento de sí mismo, un cierto conocimiento de su
funcionamiento psicológico. Necesita un conoci miento que le proporcione
un propósito de vida y expli cación de todo cuanto ocurre. Necesita un len -
guaje con el cual explicarse a sí mismo y al mundo, una terminología
técnica. Necesita métodos de observa ción y de experimentación.
»Al ponernos un par de espejuelos con cristales rojos, el mundo
circundante nos parece rojo, si usamos unos verdes ese mundo cambia en
correspondencia. De modo que, al estudiar las propiedades de la luz, los
científicos descubrieron que , bajo determinadas circuns tancias, la luz actúa
como onda, lo cual dio ori gen a la Teoría Ondulatoria pero que , bajo
circunstancias opuestas, actúa como partícula, lo cual dio origen a la Teoría
Corpuscular... Dicha realidad partícula -onda, se puso de manifiesto cuando
los cientí ficos tuvieron consciencia de que la naturaleza de la luz , parecía
cambiar en dependencia de cómo fuera observada por ellos . La realidad
resultaba ser algo relativo. Neils Bohr (danés, 1885 -1962, premio Nobel de
Física en 1922) descubrió tal dualidad como , El principio de
complementariedad. Así, de acuerdo con su llamada Interpretación de
Copenhague de la Mecánica Cuántica: la materia, es decir, la realidad
objetiva, se comporta de dos maneras complementa rias contradictorias. Si
observamos la materia de una forma, esta aparece como si fuese partículas
bien locali zadas en el espacio... pero si escogemos otro modo de
observación, la propia materia, se asemeja ondas que no se hallan bien
localizadas en el espacio. Pero nunca puede ser ambas a la vez porque una
excluye a la otra. De modo que , el modo en que aparece la materia, está en
dependencia de las selecciones que haya hec ho nuestra mente: la realidad es
asunto de selectividad.

280
Conspiración en La Habana

»De acuerdo con los postulados del Principio de complementariedad, no


existe la realidad hasta tanto la misma no sea observada. La antigua Física
clásica o newtoniana, que es ya obsoleta para la Era atómica, describe al
mundo de manera que, éste, tiene una existencia aparte e independiente del
observador. La Física cuántica establece que tal mundo objetivo es una
ilusión, dado que los cinco senti dos de que nos valemos , a diario, no son
fiables para que puedan ofrecernos una visión total de la realidad.
»El principio de complementariedad, nos recuerda que mientras nos
encontremos observando el tono rojizo de algo, su verdor permanece
invisible a nuestro sen tido de la vista y/o viceversa. Siempre ex iste un lado
que resulta complementario a todo lo que experimenta mos.
»Otra piedra angular de la Física cuántica, refuerza este criterio: se trata
de la Relación de incertidumbre o Principio de indeterminación , de
Heisenberg (alemán, premio Nobel en 1932) el cual expresa que no podemos
conocer, a una vez, la posición y el momentum de un objetivo. Para
observar una partícula, se hace necesario lanzar contra ella a otra, pero al
efectuar tal, estamos perturbando a la partí cula original. Para observar a un
electrón, tendríamos que lanzarle un rayo de luz de alta frecuen cia, el
impacto luminoso saca fuera de órbita al electrón cambiando , así, su
dirección y momentum dentro de formas impredecibles. Si se utilizase una
luz de menor intensidad energética a fin de no perturbar el momentum del
electrón, entonces , sucedería que dicha luz no podría alcanzar una longitud
de onda capaz de hacer observable al electrón, seríamos incapa ces de poder
observar la partícula. En resumen toda intención de localizar a una pa rtícula
altera lo que esta remos tratando de determinar. No se puede obser var algo
– según la Física cuántica – sin que esto sufra cambios.
»Por estos dos Principios (el de Complementariedad y el de
Indeterminación) queda demostrado que el mundo resulta misterioso e
insondable pues, de él, solo tenemos acceso a una parte de su realidad y
porque, además, el acto de búsqueda de conocimiento real que branta ese
mundo a causa de la acción que ejercemos con nuestra observación . De

281
Eduardo Cordoví Hernández

modo, que tenemos acceso a un a realidad alterada, que nada tiene que ver o
tiene muy poco que ver con la realidad originaria y para colmo esa realidad
alterada no podemos predecirla más que dentro de límites estadísticos.
»Igual sucedería si donde se ha escrito electrón, partí cula, etcétera,
pusiéramos: ser humano .
»Podemos discriminar, distinguir o reconocer, con ma yor o menor
facilidad, varios niveles de existencia dentro de nosotros mismos, como si
fuésemos otras personas o como si tuviéramos otros cuerpos, los cua les son
parte indivisible y complementaria de noso tros.
»El primero de ellos sería el cuerpo físico: nuestra estructura osteo -
muscular, la cual no tiene ninguna dificultad para ser reconocida, se
encuentra en el ni vel de la primera dimensión.
»El segundo cuerpo, relati vo a la segunda dimensión, no es material en el
sentido del primero, sino que está conformado de una materia más fina,
pero podemos sentirlo pues , es el que pone en movimiento al pri mero. Este
segundo cuerpo es el cúmulo de emociones y sentimientos que
experimentamos. Las emociones tales como el miedo, la ira, la tristeza,
etcétera, desencadenan movimientos corporales, descargas hormo nales en el
torrente sanguíneo las cuales produ cen erizamiento, palpitaciones, llanto,
sudoración, respuestas musculares para el movimiento, etcétera. Bajo
estados emocionales específicos se realizan actos, se dicen cosas, etcétera,
las cuales no se harían si estos estados no aparecieran. La suma total de
emociones, la gama de sentimientos, la variedad de matices en este sentido
es lo que constituye el se gundo cuerpo, al cual los místicos y algunos
religiosos, llaman: cuerpo astral.
»El tercero, aún más sutil, conecta con la tercera dimen sión del humano,
siendo el caudal de pensamien tos e ideas que podamos tener sobre el mundo
circundante. Es el llamado: cuerpo mental. La mayoría, por lo común, todo
el mundo, tiene, más o me nos, cristalizados estos tres cuerpos , dado que to-
dos estamos en un mundo tridimensional y nos compor tamos de esa forma.

282
Conspiración en La Habana

»El cuarto cuerpo, el cu erpo de la cuarta dimensión, es la voluntad. La


mente, es el sentido para conquistar esta dimensión, pero los hombres
geniales utilizan en tre un ocho y un diez por ciento de su capacidad mental.
»Los cuerpos sutiles nacen, crecen, se desarrollan y mueren con cierta
independencia del cuerpo físico.
»El crecimiento, es decir, el desarrollo de todo cuerpo depende de la
calidad del alimento. El ali mento de los cuerpos sutiles o , mejor dicho , los
alimentos de los cuerpos sutiles, son como en el caso del cuerp o físico
elementos que aportan desde el exte rior y con los cuales por
sedimentación, acumula ción, etcétera se va conformando el tal cuerpo. Es
decir, que usted se come una galleta, la cual hasta ayer estuvo en las
espigas de un campo de trigo y los elem entos de la galleta tales como
proteínas, vitaminas, etcétera quedan conformando el tejido adiposo,
muscular, etcétera y otra parte se quema a fin de producir energía.
»Los alimentos de los cuerpos sutiles (astral, mental y voluntad) son las:
impresiones. Su cuerpo emocio nal requiere ser alimentado de buenas
impresiones. Procure ser espectador de sentimientos amorosos, de
emociones de bondad, etcétera. Ya sea por medio de libros, filmes,
espectáculos, compañía de personas,... Mientras más afine la calida d de las
impresiones que recibe , mejor será su cuerpo emocional. Con el cuerpo
mental sucede lo mismo, procure incorporar buenas ideas y pensamientos.
Serán buenos aquellos que produz can, en usted, agradables sensaciones. Por
lo general, todo aquello que a usted le parece bien (aun que, después,
descubra que no sirve), grato, impor tante, no se lo niegue a sí mismo.
»Por otra parte , recuerde que, usted, está vivo en este mundo y , por tanto,
está produciendo, quiera o no, impre siones; que son alimentos pa ra los
cuerpos suti les de los demás. Reconozca su nivel de responsabili dad en el
mundo y sea creador de impresiones de cali dad a fin de que participe en la
creación de otros mun dos sutiles. Dicho de otra manera: no se queje de sus
achaques, ni de sus d olores a la gente que no se lo va a remediar , pues no
son médicos, con esto lo único que hace es crear una impresión de derrota,

283
Eduardo Cordoví Hernández

de dolor, de pena o quizás esa persona se alegre de que sea , usted, el


dolorido y no él. De las dos formas , usted, crearía, en los demás, una mala
actitud ante la vida. Habrá distorsionado y deformado la realidad de ese
individuo. No convierta la vida ajena en el basurero de la suya. No hable de
riñas, de guerras, de miseria, de enfermedades o errores , los cuales, usted,
no puede erradicar ni la otra persona , tampoco. Si puede erradi carlos,
hágalo, sin comentarios. Si usted habla, co menta o difunde defectos de las
cosas, de las perso nas o del ambiente en que vive , está aumentando la
cantidad de mal que ya existe, pues será: el mal existente más el que usted
introduce en el mundo sutil de los demás ; de este modo , crea usted des -
confianza, miedo, incertidumbre e inseguridad. Esto no quiere decir que no
pueda hablar de defectos, penas, errores, guerras o problemas. No. Usted,
puede hablar de todo esto , pero cuando su participación, su intervención, su
pronunciamiento sobre tales temas sea para resolverlos, calmarlos,
apaciguarlos, o para al menos afrontarlos con decisión cuando no se pue dan
evitar o resolver.
»Identificamos a algui en con un cuerpo astral desarro llado cuando
experimenta emociones gratifican tes, equilibradas, estables, positivas, que
sustentan la seguridad de la base física. A veces , tal individuo es tan raro,
tan fuera de lo común que nos choca, nos pa rece ofensivo, indiferente o
egoísta. El individuo podrá asustarse o encolerizarse (lo cual resulta ser
ejemplo de emociones negativas) pero tales emocio nes las experimenta
cuando algo afecta su integridad . La diferencia con el humano común es que
su respuesta es siempre proporcional al estímulo que la produce , y nunca se
excede porque nunca se re prime, siempre canaliza su energía hacia afuera.
El individuo puede parecer inalterable, quizás loco, pues atiende a un
patrón interno único, desconocido para los demás, por tanto, su respuesta es
imprecisa, no puede ser pronosticada, nunca se sabe cómo va a reac cionar,
es una caja de sorpresas. Es como un electrón cuya conducta, una vez
sacado de su órbita estable, s olo puede predecirse por medios estadísticos,
pues no parece seguir una ley fija. Tal individuo , tiene la apariencia del

284
Conspiración en La Habana

tipo duro a lo Cocodrilo Dundee, a lo Robert Redford, en el filme, África


mía. Es alguien dueño de si. Lo exterior no pa rece afectarlo.
»Un individuo con un cuerpo mental desarrollado es un in dividuo con un
cuerpo de ideas y pensamientos propios, con un cuadro de nociones
completo, con un esquema personal para explicarse el mundo a su alrede dor
y sus interrelaciones. Tal sistema podrá ser cierto o no, pero será coherente ,
al menos para él y actuará en correspondencia con lo que cree. Este sis tema
de ideas es lo que se llama un tipo con criterio propio. Tal sistema le
servirá para o lo utilizará para , funcionar con armonía con todo lo que
sucede a su alrededor. El sistema puede no ser exacto o correspon diente con
la realidad pero, sí sirve para que el individuo se equilibre y los sucesos
sobre los cuales él no tiene elección o forma de controlar no lo afecten
tanto como a otro individuo a quien le ocurriese algo similar.
»Sintiéndose en ar monía con el universo y no estando en discordancia
con él, puede decirse que poco importa que no sea verdadero, el problema
es que funcione, produciendo la felicidad del individuo o por lo menos la
satisfacción de estar siendo lo que quiere ser.
»Se puede ten er un cochero sin amo, es decir un cuerpo mental pero sin
propósitos, sin finalidades ni objetivos. Puede , también, tenerse un cochero
tan eficiente y fuerte que se insubordine al amo , cuando éste es débil o no
está presente. Es el caso de los que diri gen su fuerza volitiva a intensiones
terrenales, pasaje ras e intrascendentes, dicho de otro modo: a propósitos de
tercera dimensión.
»Un cochero que obligue o que suplante al amo y di rija al caballo para
que tire del carruaje hacia empresas tales como la l iteratura, el deporte, la
política, etcétera, ganará éxito y puede que gane trascender la muerte del
cuerpo físico viviendo en el mundo mental y emocional de la humanidad
durante miles de años (tantos como dure la existencia de la vida en la Tierra
hasta la muerte del sol) pero puede haber perdido el acceso a la cuarta
dimensión o vida eterna trascen dente de tal momento cósmico. Por otra
parte, los que ganan la vida eterna con el paso a la cuarta dimensión , de

285
Eduardo Cordoví Hernández

hecho y por añadidura , ganan existencia despu és de la muerte del cuerpo


físico, pero conti nuarán viviendo otra vida a otro nivel de existencia cuando
la humanidad tenga que asumir su finalidad en el orden del universo. En
este punto habrá termi nado la vida sutil de los deportistas y genios científi -
cos y artísticos, en fin la gloria humana, en ese punto termina la celebridad
de los políticos, de los héroes y de todos los llamados triunfadores,
»Los niños son carruajes con un caballo sin cochero, carecen de cuerpo
mental. Son seres sin control in terno que pueden autodestruirse tal como un
vehículo que anda sin conductor. La ventaja del niño sobre el adulto es que ,
su caballo, se dirige solo hacia lo gratifi cante (quiero recalcar que digo
solamente) y se aleja, de forma espontánea, de lo desagradable. Los esque-
mas culturales, la moral, las tradiciones, las normas de conducta social, la
llamada etiqueta, las institucio nes, las reglamentaciones, la religión,
etcétera, hacen que el niño vaya creando un cuerpo mental (un co chero) que
lo dirige hacia zo nas negativas tales como la dependencia psicológica, hacia
la creencia de que existe una forma fija de hacer las cosas, o hacia la
necesidad de buscar reconocimiento ajeno, en fin…
»Un individuo apático, abúlico, incapaz de entusias marse, estimularse...
por ejemplo, un anciano que vive de recuerdos, es un ser inmovilizado, es
decir, su cuerpo astral ha muerto o está agonizante. A pesar de ello , el tal
anciano del ejemplo , puede tener un gran caudal de información, ser un
erudito y tener un formi dable criterio propio, o sea un saludable cuerpo
mental. Es el caso de un cochero con un carruaje pero sin caballo.
»Otros son entusiastas, viven para los demás, son expre sivos, dinámicos,
son servidores porque no tie nen motivaciones propias. Son seres con cuerpo
astral pero no mental. Son carros locos, carruajes tirados por el caballo
nada más, no tienen cochero, por eso necesitan resolver problemas ajenos, o
sea necesitan a alguien que los guíe y dé dirección.
»El ciudadano común tiene sus cuerpos emocional y me ntal en estado
embrionario, en proceso de creci miento, pero no tiene estos cuerpos , en

286
Conspiración en La Habana

totalidad, terminados o desarrollados y en la mayoría de los ca sos, dado que


tales cuerpos no recib an el alimento apro piado, crecen deformes.
»El artista famoso, el d eportista destacado, el héroe victorioso, son
personas de cuerpos astrales más o me nos terminados. Los científicos, los
filósofos, los fundadores de religiones, etcétera, han sido indivi duos de
cuerpos mentales más o menos terminados.
»A veces, el indivi duo advierte que su cuerpo emocio nal, o mental es
horrible y comprende que debiera cam biarlo por otro mejor, pero para ello
deberá destruir el que tiene y hacerse otro lo cual implica un pre cio de
dolor, un impuesto de sufrimiento que no todo el mundo está dispuesto a
pagar. Sin embargo, cualquiera se hace aserrar brazos y piernas o abrirse
las entrañas para amputar un tumor. El cuerpo mental no es más que una
tabla de valores contra la cual se compara el mundo exterior.
»Pasemos ahora a comentar sobre las influencias a las cuales está
sometido el ser humano , lo cual nos lleva al asunto de los caminos. Este
asunto, el de los caminos, es más complejo de lo que se piensa.
»La primera clase de influencias a las que está some tida una persona, se
crea en la vida misma: influencias de raza, nación, patria, clima, familia,
educación, tradi ciones, profesión, sociales, riqueza, pobreza, insti tuciones,
etcétera.
»La segunda clase de influencias está formada por in fluencias que han
sido creadas fuera de la vida, en el círculo interno de la humanidad, son
influencias esotéricas, creadas por leyes diferentes a las de la pri mera clase.
Tales influencias fueron creadas de forma consciente por personas
conscientes, con un propósito consciente (esta mos hablando de personas
reales, no de máquinas). Ta les influencias toman cuerpo en la forma de
corrientes filosóficas, doctrinas religiosas, obras de arte, etcétera y son
lanzadas a la vorágine de la vida con la intención de que se mezclen con las
influencias de prime r tipo.
»Las influencias de segunda clase son conscientes en su origen, después ,
se mecanizan, caen bajo la Ley de Accidente. Tales influencias se alteran

287
Eduardo Cordoví Hernández

por las interpre taciones y la transmisión de una persona a otra,


convirtiéndose en influencias de pr imer tipo, es decir, mezcladas con ellas.
»Todos estamos sometidos a la mezcla de las influen cias. Lo que
diferencia a una persona máquina de otra que comienza a despertar es que
se da cuenta de su mecanicidad pues tiene cierta capacidad para separar las
influencias de tipo I de las de tipo II.
»Si quien las recibe no puede separarlas, tampoco , podrá separar sus
efectos en él. O sea , ambas actuarán en él de igual forma y producirán los
mismos resultados. Pero si alguien las puede separar, las de tipo II se
juntan dentro de él, formando una unidad (las recordará, las sentirá y
sentirá su necesidad, su hambre). Des pués, de cierto tiempo esta
sedimentación de influen cias de tipo II, formarán un centro magnético que
crecerá y comenzará a atraer influencias similares forta leciéndose.
»Si este centro magnético adquiere fuerza y vence a las influencias de
tipo I, así como a aspectos de la per sonalidad del humano, entonces,
comenzará a influen ciar la orientación de la persona en una dirección
precisa: enton ces, ya comprende la idea del camino y comenzará a buscarlo.
»La búsqueda puede durar años e incluso puede nunca hallar lo. Esto
depende del poder de su centro nagnético y de las circunstancias en que
viva, pues, la persona, puede distraerse en el preciso momento en que se le
presente la oportunidad o posibilidad de hallar el camino. Pero si su centro
magnético funciona y la persona es sensible, puede hallar a otra persona
que conozca la ruta, que esté conectado con ella o con personas de quienes
proceden las ideas que crearon el centro magnético. Las ideas de alguien tal
(que conozca el rumbo) se considera n una influencia espe cial pues es
directa y consciente y es llamada influen cia de tipo III.
»Las influencias de tipo I son influencias de comodi dad, de confort, lujo.
Las influencias de tipo II están en los ritos, los libros, las tradiciones, los
sistemas filosóficos, etcétera las de tipo III se transmiten, de una persona
(la que conoce el procedimiento, como llegar ala meta o lo que sea ) a otra
persona (quien lo busca) de forma oral.

288
Conspiración en La Habana

»El momento en que se encuentra a quien conoce el camino se llama El


umbral o Primer escalón. Entre la vida y el camino está La escalera. Al
final de La escalera, está lo que he llamado el camino. El buscador, sube La
escalera, con la ayuda de quien sabe. Una vez subida, ya no necesita ayuda
y se independiza de quien conoce el camino, convirtiéndose él, a su vez, en
otro que lo conoce.
»Debe decirse que hay varios. Aunque la des cripción de ellos implica un
conocimiento ante rior, podemos continuar diciendo que el camino es una
vía para construir algo que el ser humano ordina rio no tiene.
»Las influencias de tipo I o influencias A son, como ya te ke dicho; las
atracciones e intereses por las distracciones, los placeres, la s eguridad,
etcétera. Las de tipo II o influencias B, son originadas en escuelas
filosóficas, grupos místicos, círculos de Arte, etcétera. Las influencias de
tipo II o influencias B, son producidas por cierta escuela o camino definido.
»Se nace en la vida, no en el Círculo interno de la humanidad, pero puede
llegarse a él por selección, por medio de un camino, de un método.
»La naturaleza crea a la especie humana hasta cierto punto y luego l a
abandona a su suerte. Nace un niño y tiene un tiempo promedio pa ra
humanizarse, si pasa ese periodo de tiempo y el niño no aprende a vivir en
sociedad, hablar, etcétera, pierde toda posibilidad poste rior de ser un ser
humano.
»Los seres humanos, tienen cierta capacidad de convertirs e desde un ser
mecánico en un ser más consciente, pero tal capacidad , puede perderse.
»No se trata de pulir su naturaleza con virtudes, cul tura, memorización
de títulos de obras leídas y fechas históricas, etcétera, no se trata de hacer
un dibujo perfecto de una casa , sino de construir una casa. En el mejor
dibujo de una casa no puede habitarse. Ser significa: ser diferente.
»El ser humano tiene que, para evolucionar, dejar de ser la maquinaria
que es y convertirse en: otra cosa. Este es el objetivo de las escuelas
esotéricas, los caminos, etcétera para esto se requiere una ense ñanza, un

289
Eduardo Cordoví Hernández

aprendizaje, un entrenamiento, por demás difícil y largo. Y , para ser


objetivos, tendríamos que decir que resulta una aplicación para toda la vida.
»Vivimos en un mundo falso, en un mundo por tanto, irre al. En un mundo
basado en la mentira: en la men tira de creer que somos mejores de lo que
somos en realidad , y esto es una verdad que de momento cual quiera puede
aceptar pero, después, a la hora d tomar decisiones, de asumir procederes y
conductas, a la hora de poner en práctica nuestro hacer real y mate rial, a la
hora de relacionarnos con los demás , lo olvidamos.
»Vivimos dando por cierto una serie de conceptos que son falsos y
vivimos atribuyéndonos cualidades que no tenemos . Por si fuera poco,
cualidades de las cuales no tenemos ni siquiera una idea clara de su
significado. Veamos tan algunos ejemplos gracio sos que dan medida de lo
que estamos tratando, se tiene por cierto que las rubias son frívolas, que los
gordos son cobardes, que quienes usan esp ejuelos son tímidos, que los
negros tienen el pene grande y que los chinos lo tienen pequeño, todo lo
cual está probado que no es cierto. Somos por tanto una suerte de seres
falsos que al igual que los peces viven dentro del agua, nosotros, en nuestra
psicología vivimos dentro de la men tira, de forma tal que no podemos vivir
sin ella.
»Es lógico suponer que dado este estado de crisis con ceptual para tener
patrones de referencia para la valoración y comparación de las
transacciones interper sonales, es decir para poder medir la eficacia de
nuestra existencia y la de quienes nos rodean, es lógico suponer, repito, que
dada esta situación de tal cúmulo de errores valorativos, nada puede
marchar bien, porque de esta manera, lo que parece bien para unos va a
depender siempre del sufrimiento , en alguna medida, de otros.
»La clasificación científica , nos sitúa dentro de la es cala zoológica con
el título de, Homo sapiens. Somos un cierto tipo de animal que puede
pensar. He dicho , puede pensar. De hecho , el Homo sapiens es el único
animal que tiene un aparato que produce pensamien tos, de ahí surge el error
de creer que el humano piensa. Pero no es así, son los pensamien tos los que

290
Conspiración en La Habana

ocurren en él; quiera o no. Lo que se llama pensar , está fuera del control
personal. La mente es como una pantalla de cine en la cual aparecen l os
pensamientos unos tras otros, en forma desordenada sin que la persona
pueda dirigir, el fluir de sus ideas , en una dirección deseada . Se piensa
sobre una cosa ahora y, después, sobre otra y, de inmediato, sobre otra dis -
tinta. Esta es la situación real de nuestro estado men tal ordinario.
»La persona, incluso, no puede ¡ni siquiera! parar de pen sar. Si
intentáramos tratar de tomar un objeto de atención digamos un lápiz, o
cualquier otro objeto, y pretender pensar solo en él durante apenas un
minuto, veríamos que mucho antes de que conclu yera ese tiempo tan breve ,
nos sorprenderíamos a noso tros mismos, pensando en algo muy distinto. Es
decir, que el aparato pensante es una máquina loca que trab aja sin control, a
saltos, de una idea a otra, fuera del poder de la voluntad. No obstante, a
seres que fun cionan de esta manera , les exigimos responsabili dad sobre sus
actos, sobre las decisiones que toman a partir de los pensamientos que
tienen. Pero como resulta que piensan una cosa ahora y otra luego, decide n
algo ahora y luego hace n algo distinto.
»Una persona así, y de esta forma somos todos los se res llamados
normales, no puede, en propiedad, ser llamada una persona responsable. Y
esta es ¡Solo una! de las cualidades que nos atribuimos con error. Con un
ser irresponsable no se puede convenir nada, no se puede acordar algo, no
se pueden hacer tratos seguros, esta bles y duraderos, no se puede contraer
ningún compro miso serio. No obstante, todo el mundo siendo adulto y
llamado normal, se atribuye la calidad de ser responsable ; cuando en
realidad no se trata de que no lo sea, sino de que , tal como funcionamos , no
podemos serlo.
»Puede suceder que por la necesidad de vencer un curso y graduarse de
algo, o por motivos de trabajo para ganar dinero las personas logren
entrenar su aten ción y lleguen a tener cierto control para dirigir, por
algunas horas su mente, y podría creerse que por ello subió su nivel de
responsabilidad aunque fuera un poco. Es cier to. Pero por poco tiempo ,

291
Eduardo Cordoví Hernández

dado que existen otros errores y otras falsedades y otras atribucio nes, en las
cuales las personas llamadas norma les, sustentan su actividad ; quedando, en
la práctica, siendo tan irresponsables como antes. Por ejem plo, la gente
llamada normal no se conoce a sí misma, no sabe qué Es. Nadie , puede
definir con claridad qué Es; pues, poder llegar a explicar con claridad Qué
Somos, implicaría dar una conferen cia o escribir un ensayo filosófico.
»Por otra parte, además, como si fuesen piececillas de un reloj, las
personas llamadas normales, incluso las que tienen cierto cultivo
intelectual; desconocen su función dentro de la concatenación de los
eventos uni versales o sea; las personas, en general, no saben para qué
viven, sin embargo, creen saberlo.
»Hay que agregar que existe una serie de palabras, vamos a llamar
mágicas, que son, por demás, peligrosas; porque, como son como etiquetas
bonitas, las personas se las ponen para dar una imagen agradable y
confiable, de sí mismas, a los demás. El resultado es que las personas se
han puesto etiquetas de cosas que no conocen , pero que creen conocer. De
esta forma, la gente dice de sí misma: yo soy muy sincero, soy leal, yo amo,
soy maduro, soy responsable o se dice: fulano o zutano es hones to o es
sincero…
»Pero, hay más. Una persona, que le canta las cuarenta a cualquiera ;una
persona, que no se deja pasar una, dice de sí misma: yo soy muy sincero, no
puedo ser hipócrita. Esta persona le llama sinceridad a la expresión de sus
emociones negativas y al escape de su agresividad. Le ha puesto el nombre
de una cosa a otra, porque desconoce el significado de las palabras que
pronuncia.
»Existe toda una serie de criterios errados en los cua les todo el mundo
cree con firmeza, siendo falsos: se cree que se tiene un Yo único, que uno
piensa, se cree que se tiene control sobre el futuro inmediato, se cree que
Dios castiga a los malos, se cree que uno ama, se c ree que uno puede
experimentar amor siendo tal cual es, jaja ¡Qué barbaridad!

292
Conspiración en La Habana

»Y aunque todo esto no sea exacto de forma absoluta, tampoco , es con


exactitud una falacia. Pero hacer una exposición sobre estas consideracio -
nes alargaría muchísimo esta conversación , cuyo propó sito es exponer
algunas consideracio nes, sobre temas de ésta índole, no ag otarlas. Y ¡lo
siento! pero debo irme tengo , una cita importante con otra persona , quien
merece mi atención, un tal , Augusto Dufán, a quien pienso echarle una
parrafada semejante esta noche. ¡Qué bien se la merece! »
Y, sin esperar respuesta, dejó a Rodelio Fandel, quien, atónito, quedó con
cuarenta y siete mil dudas y veinti cinco preguntas por formular.

CAPÍTULO XL
Ciudad de La Habana, 1999

Sí. Fue a distancia. Todos los encuentros son s iempre a cierta distancia.

Era la primera vez que un papa visitaba Cuba, por tanto , fue histórico.

No besó, en el dedo pontificio, El anillo del pescador, el cual, representa


a san Pedro echando las redes al mar; no porque no fuera católico, pues lo
era, sino por la distancia. Esta categoría geométrica siempre es un problema
para muchos asuntos. Por otra parte, siem pre lo juzgó poco higiénico.
Tampoco, pudo apreciar de cerca el bordado, casi seguro, en oro, (¿por
qué no?) de la mitra papal que, como se s abe, se presume que simboliza la
cabeza de un pez. Al camarógrafo del equipo de control remoto de la TV, no
se le ocurrió hacer un close-up a las alturas papales.
La visita de Su Santidad a Cuba, entre otros asuntos no menos
importantes, era una forma de d emostrar su secreta solidaridad , hacia su
arriesgada labor encubierta ; dada la trascendente importancia de la misma.
Pero allí estaban, gracias a la magia de la televisión, frente a frente, a
escasos kilómetros, distantes y, para muchos, ajenos ¡aunque unidos! por
tener en común, aparte de un real afecto por el Señor Jesús, la defensa de la
cristiandad, (y, por extensión, de la especie humana) de las fuerzas del Mal.

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Eduardo Cordoví Hernández

Al día siguiente , debía entrevistarse con un agente del Maleficarum,


sección anexa a la San ta Alianza. Entre garía un mensaje cifrado, cuyo
código, en estricto, solo era accesible al santo Padre, y esperaría hasta la
fecha convenida para un próximo encuentro en algún lugar de la Habana.
En términos generales , explicaba que a pesar de haberse d esarticulado la
estructura de poder del mensa jero del Maligno, éste había logrado doblegar
a una cantidad de personas que, si bien no constituían una amenaza de
consideración a escala global, sí lleva ban una tendencia in crecendo y, cuyo
peligro, se encontraba en adolecer de formas visibles para evaluarla. La
población del breve reino de Trans lawtonia, se hallaba ahora mezclada con
el resto de los habaneros , ejerciendo su actividad perniciosa en forma
clandestina, subterránea. Actividad ésta fácil de ser confundida con la
surgida con espontaneidad en los entornos urbanísticos, capitales y grandes
ciudades del mundo.
El agente del Maleficarum, se arrellanó en su butaca a medio
tapizar…pero miró hacia la ventana al escuchar rui dos metálicos, primero, y
el griterío exaltado de los vecinos , poco después. ¿Otra bronca? Se puso de
pie y se asomó al exterior. ¡Al fin! Los plomeros de comunales, luego de
largos meses, se dignaban a reparar el salidero de los tanques de la azotea.

Pero, eso fue en 1999.

Para el 2008, Augusthe Duphane, debía ser ya Ezequiel Montalbán y


haber dejado de ser inspector pol iciaco, para convertirse en investigador del
Instituto de Biotecnología , según indicacio nes del Maleficarum; no
obstante, él decidió llamarse Au gusto Durán y trab ajar como afinador de
pianos, mudán dose de Lawton para El Vedado.

Quizás por esto , todavía, no han logrado detener a Ali thius Villanueva,
quien sigue haciendo de las suyas con nuevas estrategias y tecnologías de
avanzada.

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Conspiración en La Habana

Augusto Durán; recordando ahora ; asomado a la ven tana, aquella visita


del papa a la capital cubana; sus piró con alivio y volvió a su butaca, apagó
el televisor y se dispuso a echar un sueñito , mientras, Mávil, terminaba de
preparar el almuerzo.

El mundo, afuera, seguía como siempre.

F I N

DATOS DEL AUTOR:


Eduardo N. Cordoví Hernández

Email: edwacor@nauta.cu y eduardo@icl.cult.cu

Nacido en Ciudad de La Habana el 29 de octubre de 1950. Graduado de

constructor civil en el ITC José Martí, ceramista, pintor y escultor autodidacto. Ha

realizado exposiciones personales en instalaciones culturales del municipio 10 de

Octubre. Ha publicado en diarios y revistas del país y en la revista peruana de

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Eduardo Cordoví Hernández

circulación continental Menú Journal. La Editorial Oriente publicó en 1990 su

libro, Bebidas notables, siendo un bestseller nacional según las estadísticas de

venta del Instituto Cubano del Libro, publicadas en la revista Bohemia, obtuvo un

diploma honorífico por esa obra, de la Asociación de Reporteros y Escritores

Gastronómicos de América Latina y España (AREGALA) con sede en Perú. Ha

impartido conferencias de divulgación cultural en la Casa de los Escritores de la

Víbora, en el Video Club de Ave. Camilo Cienfuegos esq. a 21, en Lawton, así

como en diversas entidades religiosas y estatales. Ha escrito para programas de

radio de divulgación científico-técnica. Actualmente trabaja en la Editorial Letras

Cubanas del Instituto Cubano del Libro. AZUPress Digital de New York, le ha

publicado dos libros en Internet: Bebidas notables, en una versión ampliada y su

novela, Conspiración en La Habana. Escribió algunos artículos en la sección de

opinión del periódico digital El Imparcial de N.Y. Ver los sitios

web:www.loslibrosdigitales.com y www.elimparcialny.com, también

www.primaveradigital.com

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