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Leurnóat iBlcaanca Matriarcado II

Mujeres de leyenda

Más historias

de mujeres

maduras

con hombres

jóvenes

Elizabeth Blackwood
Matriarcado II

Mujeres de leyenda

Título: Matriarcado II - Mujeres de Leyenda

Autor: Elizabeth Blackwood

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Fecha 05-ene-2014 16:27 UTC

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Todos los derechos reservados

Existe un mundo gobernado por los hombres,

pero existe otro gobernado por las mujeres…


Ellos
se mueven en la luz del día, pero ellas se mueven,

invisibles, en las sombras. La noche es su dominio

y allí son soberanas. Nadie puede derrotarlas en su

tierra. Prefieren la oscuridad a la luz. La noche a

la claridad. El misterio a la revelación. Porque


son

hijas de la fuerza primordial. Fueron hechas de

jirones de tinieblas…

Para la mujer, el hombre no gobierna, sólo

gestiona. Ella es la que mueve los hilos. Para bien

o para mal. Es así como ellas lo ven. El mundo de

los hombres y el de las mujeres son como mundos

paralelos. Coexisten en un mismo espacio, pero


sin tocarse. Apenas si se miran. Pero a veces esos

mundos se tocan. Entran en cortocircuito. Se

abren pequeños portales. De repente una mujer se

introduce en el mundo luminoso de los hombres

u otras veces es un hombre el que penetra en el

mundo oscuro de las mujeres. Cuando se producen

esos entrecruzamientos, nacen las historias más

extraordinarias. Ambos planos se ven afectados

y tanto hombres como mujeres se alteran. El

hombre, entonces, ve afectada su estabilidad.

Su mundo racional entra en crisis, llegándose a

cuestionar sus valores. La mujer, por su parte, ve


alterada sus emociones. Se siente transformada

por la luz y experimenta el deseo de amar...

Estas historias que compuse para mis lectores

tratan de estos extraños entrecruzamientos. De esta

pérdida del equilibrio entre el mundo de la luz y el

mundo de la oscuridad. En ella los hombres deben

debatirse en un mundo gobernado por poderosas

mujeres. Brujas, lobizonas, vampiras y hasta

simples mortales, todas ellas intentarán poseer sus

corazones para devorar sus almas o protegerlos

de la oscuridad. El hombre, en cualquier caso,

deberá elegir qué camino ha de seguir. Sobre


qué mujer recostarse… Si elige la mujer correcta

se salvará, pero si elije la mujer equivocada,

irremediablemente irá a su perdición. Mientras los

hombres deciden en manos de quiénes pondrán

su destino, las hembras se debaten a duelo para

conquistar el mundo de las sombras... y a ellos.

Elizabeth Blackwood
MATRIARCADO I
INDICE

1 ~ Lobizonas (11)

2 ~ La Mujer Demonio (50)

3 ~ El Campesino y la Princesa (93)

4 ~ Secretos de Familia (102)

5 ~ El Huésped (122)

6 ~ Psicopompo (161)
LOBIZONAS

Samantha no terminaba nunca de arreglarse

y su hermana Sabrina estaba perdiendo la

paciencia. Eran cerca de las 8 de la noche y la


luna llena

ya brillaba en el cielo. Sabrina se levantó de la


silla y

fue a dónde estaba su hermana. Cuando entró en el

dormitorio, la vio parada frente al espejo


probándose

una pollera negra. Samantha se dio vuelta para


mirar a

su hermana y con voz risueña le preguntó: “¿Te


parece
que me queda más sexy la «tubo» o me queda
mejor un pantalón

ajustado?” . Sabrina respiró profundo y en tono


nervioso

le respondió: “¡Ponte cualquiera de las dos cosas


pero salgamos

de una puta vez! ¿No te das cuenta que ya son las


ocho y nosotras

todavía estamos cociendo las habas...? ¡Siempre


me haces lo

mismo!” . Samantha se encogió entre sus ropas.


No le

gustaba ver a su hermana enojada. Ella era una


bruja

poderosa y su enojo podía tomar forma de


maldición…
Se apresuró a dar los toques finales y cuando
terminó,

le avisó que estaba lista. A los pocos minutos


ambas

hermanas estaban caminando en dirección al


pueblo.

Las hermanas Dávalos no eran bien vistas por sus

vecinos. Tenían fama de ser sorginak, y es por eso


que

no tenía amigos. Nunca se las vieron metidas en


líos y

11

MATRIARCADO II

algunos hasta decían que curaban el mal de ojo,


pero
la superstición de la gente del campo era más
fuerte

que el sentido común. Vivían a pocos kilómetros


de

Santiago de Compostela (ciudad de fama mundial


por

los tradicionales peregrinajes cristianos) en una


modesta

casa de madera rodeada por abundantes árboles.


La

cabaña donde vivían se erigía en un paraje


solitario, y la

única forma de llegar hasta allí era siguiendo un


camino

de tierra. Era raro ver a algún ser humano


merodeando
por esa zona y casi nadie elegía internarse por ese
sendero

abandonado. Si se le preguntaba a algún lugareño


si

alguien vivía en ese bosque, éste hacía un gesto


con

la cabeza negando dicha posibilidad. Animales,


solían

decir algunos. Y otros, palabras inentendibles.


Sólo las

hermanas Dávalos decían que allí vivía “gente”, y


sólo

ellas sabían cuál era el trayecto exacto que


conducía

hasta su cabaña.

Sabrina y Samantha se estaban aproximando


a la avenida que las llevaba al pueblo. Habían
estado

caminando cerca de veinte minutos por un camino

de tierra tan oscuro como la boca de un lobo. La


más

joven de las dos hermanas escuchaba música


desde su

mp3. Sabrina, la mayor, sólo escuchaba el susurro


de

los árboles. Esa noche era una noche especial,


pues

en el pueblo celebraban el día de Txitxiburduntzi.

*Sorginak* significa brujas hijas de la Madre


Tierra en la mitología Vasca.

12
LOBIZONAS

En el día de Txitxiburduntzi los campesinos iban


al

monte, preparaban una gran hoguera y cocinaba


allí

productos animales, como carne, chorizo y


chistorra,

que luego servían ensartados en un palo. Dicha


fiesta

se extendía hasta la noche y en algunos lugares se

organizaban romerías con festejos, juegos, música


y

bailes tradicionales. Samantha gustaba de bromear

con ese importante día pues decía que


txitxiburduntzi
significaba, literalmente, “tener sexo”, pero
Sabrina

–siempre indignada– le discutía que no era así, y


que esa

festividad vasca tenía un origen sagrado. Según su


punto

de vista, la fiesta se remontaba a la época de los


antiguos

celtas, que fue una cultura milenaria que


desapareció

hace más de 2.000 años.

– Este día es el que más me gusta porque vamos a


hacer

«txitxiburduntzi» con los hombres…

– ¡Ya te dije que txitxiburduntzi no significa eso


que tú
piensas!

– ¿Ah no? –le contestó Samantha– ¿Y entonces


para qué

nos vestimos esta noche con ropas súper sexys?


¿Acaso para

comprar en la feria y bailar con algún


monaguillo de la

Iglesia?

*Txitxiburduntzi* es un vocablo formado por los


términos “txitxi”, que

significa “carne” y “burduntzi” que significa


“palo”. La unión de los dos

vocablos forman la frase “carne en el palo” o


“carne empalada”.

13
MATRIARCADO II

– Estas fiestas son ancestrales –le respondió


solemnemente

Sabrina– y son fundamentales para nosotras pues


podemos

captar mucha energía del «medio». Esto nos


posibilita elevar

al máximo nuestro poder interior. ¡Mira como


brilla la luna!

¿Acaso te olvidaste que somos buxas?

Samantha no le prestaba atención a los


conocimientos

esotéricos de su hermana pues prefería, en ese


momento,

escuchar la música de Mecano. Casi toda la


música de su
mp3 estaba llena con música de ese grupo.
También

le gustaba escuchar la música del gaitero Hevia.

Especialmente la composición “Taramundi 130”,


que

la usaba por las noches para hacer alguna


invocación.

En ese momento un auto apareció en la ruta. Las


luces

brillaban en la oscuridad como dos ojos de gato.


Sabrina

se acercó a la calzada y le hizo señas a su


hermana.

– Seguro que éste nos lleva. Acércate, que es


hora de partir.

Samantha le vio hacer a su hermana un raro


movimiento con su mano. Si mirabas eso desde
lejos

parecía ser una seña pero si mirabas eso de cerca


veías

que era algo diferente... Una mudra. Eso fue lo que


hizo

Sabrina. Movimientos mágicos con su mano para


atrapar

la conciencia de las personas. El auto se detuvo al


lado de

ellas y éstas se acercaron al vehículo.

*bruxas* significa “brujas” en vasco, aunque


también se utiliza ese término

en el idioma portugués.

14
LOBIZONAS

– Te dije que el tipo nos iba a parar. Mi magia


infalible

siempre funciona.

– No fue tu magia «infalible» hermanita. Fueron


las tetas

carnosas que te brotan por el escote… Coincido


con vos

en que esa «magia ancestral» que tenemos las


mujeres casi

nunca falla. Al menos con los hombres.

Sabrina le miró con ojos de fuego, pero luego se

tranquilizó. Tenía que darle las gracias al


caballero que

esperaba en el auto. El hombre les abrió la puerta


y éstas

se acomodaron en la parte de atrás. Después de


quince

minutos de viaje, las hermanas Dávalos ya estaban


en el

pueblo.

II

Se estaban haciendo las diez de la noche y Paco y

José no podían encontrar el trayecto que los


llevara

a su casa. Había sido una mala idea cortar camino

por el monte boscoso. El camino se extendía por


una

sierra sinuosa mucho más escarpada que las que


había
alrededor. Algunos viajeros acortaban su trayecto

atravesando el solitario monte, pero si no se


conocía

bien el lugar se corría el riesgo de quedarse


perdido.

José le había dicho a su hermano que una vez


había

15

MATRIARCADO II

cruzado por allí, pero ese día los sentidos le


fallaron y

terminaron extraviados en un lugar inhóspito.


Quizás

hubieran tenido más suerte si no les hubiera cogido


la
noche. Y hubiese sido muchísimo peor si esa
noche

no hubiera habido luna llena. A medida que la


noche

avanzaba se hacía más difícil encontrar la salida.


Ambos

adolescentes eran pastores de la zona, aunque ese


día no

tuvieron que sacar los animales. El pueblo


celebraba la

fiesta de Txitxiburduntzi, por lo que se suspendían


las

tareas rurales. Paco y José venían de visitar a un


amigo,

compañero de ellos de la escuela secundaria, pero


se
habían quedado en su casa demasiado tiempo y a
causa

de ello se les había hecho muy tarde.

– ¿Qué hora serán José? Papá y mamá deben


estar muy

preocupados.

– ¿Cómo quieres que sepa la hora? Por cómo


está la luna deben

ser cerca de las once, o un poco más.

– Papá y mamá se van a enojar mucho. Seguro


que cuando

lleguemos se van a enfurecer con nosotros…

– ¡Cállate de una vez y déjame pensar! Necesito


«pensar» para

poder encontrar el camino, coño.


José se detuvo y empezó a mirar alrededor.

Trataba de orientarse mediante la posición de la


luna.

Su hermano no se despegaba ni un centímetro de


él. La

oscuridad del lugar lo ponía bastante nervioso.


Eso hizo

16

LOBIZONAS

que se acordara de una historia que le habían


contado...

– Marcos me contó una vez que por estos lugares


ocurren cosas

extrañas… Su hermana le dijo que una noche


pudo ver a un
hombre con orejas de lobo.

– ¡Ya te dije que esas cosas no existen! Los


hombres lobos son

cosas de las películas. La hermana de Marcos


está un poco

chalada. Él mismo me dijo que vive imaginando


cosas.

– A mí me parece que es una tía bastante cuerda.

– ¡Es una loca, una chiflada, y déjame pensar de


una buena vez!

Si sigues hablando así te ataré la lengua con los


cordones de tus

botas.

Paco se quedó en silencio. Temía que su hermano

cumpliera su palabra. Sacó un crucifijo que


llevaba en el

pecho y empezó a rezar una oración en voz baja.


“Ángel

de la guarda, dulce compañía, no me desampares


ni de noche ni

de día…” . El chico apretaba el crucifijo con


fuerza. Se

acordaba de memoria la oración que había


aprendido

cuando había hecho el catequismo. Los padres de


Paco

eran gente devota. Asistían todos los domingos a


misa

y colaboraban con la Iglesia todas las veces que


podían.

Su padre era gran amigo del padre Ignacio, el


único cura

del pueblo. Él fue uno de los pocos que le había


ayudado

al párraco a refaccionar la Iglesia el día que había


sido

afectada por una terrible tormenta. En la casa de


Paco y

José se veía muy poca televisión. Los chicos


tenían muy

17

MATRIARCADO II

restringido el acceso al popular aparato. Según la


idea

de sus padres “la televisión daba malos


ejemplos” . Su mamá
siempre les repetía que la televisión era “cosa del
demonio”,

y los reprendía severamente si los descubría


viendo cosas

“indecentes” . Los dos asistían a una escuela


religiosa y

no tenían mucho roce con la gente. El ir a una


escuela

religiosa –donde los estudiantes eran todos


varones–

impedía que los chicos se mezclaran con las


chicas. Los

padres de Paco y José tenían una muy mala opinión


de la

educación pública. Sobre todo Isabel, su rigurosa


madre.
Eso de que los chicos y las chicas asistieran todos
juntos

a clase le sentaba a “anormalidad”. “En las


escuelas públicas

siempre aparece una niña embarazada…” era


una de las

frases de la madre cuando salía el tema de la


educación.

“Cuando vivía el «general» esas cosas no


ocurrían…” subrayaba

el padre, lacónico, recordando épocas pasadas.

– ¿Falta mucho para llegar, José?

– No, ya estamos cerca…

– ¿Estamos llegando a la ruta?

– Me parece que sí. No estoy seguro.


– Es porque le pedí a los ángeles.

– Bien. Sígueles rezando…

Paco renovó sus oraciones, pero esta vez con

más entusiasmo. Su hermano le había dicho que la

18

LOBIZONAS

ruta probablemente estaba cerca. Dicha ruta


estaba,

exactamente, a menos de 500 metros de donde


estaban

ubicados. El problema era que del otro lado de los


cerros

(el lugar hacia donde se dirigían) no había ninguna

ruta. José se había vuelto a equivocar y vez de


dirigirse

hacia el norte se estaba desviando hacia el


noroeste. De

repente, a doscientos metros de distancia, José


divisó un

resplandor. Parecía ser una fogata, y eso le brindó


una

nueva idea…

– Parece que estamos con suerte. Veo una fogata


como a unos

doscientos metros…

– ¿Una fogata?

– Sí. Una fogata. Seguramente habrá gente que


sabrá decirnos

dónde estamos.
– Un chico del colegio me dijo que no debemos
seguir las fogatas

si las vemos en el medio del campo…

– ¿Y qué de malo tiene una fogata? ¿Quién fue el


estúpido que

te dijo eso?

– Los chicos lo dicen… Dicen que esas fogatas


son obras del

Diablo. Que si las sigues te irás al Infierno.

– ¡Estupideces! ¿Cómo una fogata te va a llevar


al Infierno? Tú

vives creyendo tonterías.

– Lo dicen en el pueblo…

19
MATRIARCADO II

– El pueblo está lleno de gente supersticiosa.


Nosotros somos

cristianos. Creemos en Dios nuestro Señor.


¿Acaso te olvidaste lo

que nos enseñó el padre Ignacio?

– Y lo que nos enseñó mamá…

– Sí, mamá. Y tú parece que no has aprendido


nada. Ven, camina

rápido, que parece que fueras una niña... No


tenemos mucho

tiempo que perder y nuestros padres han de estar


preocupados.

José y Paco apresuraron su paso en dirección a la

fogata que brillaba a lo lejos. Se abrieron camino


entre

los abundantes matorrales con la esperanza de


encontrar

a alguien que los socorriera. La luna brillaba


sobre un

cielo estrellado, completamente libre de


nubarrones

molestos. Mientras los hermanos caminaban en


medio

del monte, en el pueblo la gente ya estaba de


fiesta. Los

puestos de comida vendían bebidas y variados


platillos

tradicionales de la región. La música alegraba el


espíritu

de la comunidad y una gran fogata cocinaba la


carne. La

calle estaba repleta de personas, participando en


juegos

o recorriendo puestillos. Todos parecían disfrutar


de la

velada, menos Isabel y su marido Francisco. Sus


hijos

tendrían que haber llegado hace rato, pero, hasta el

En el campo se tiene la creencia de la existencia


de los “fuegos fatuos” .

También se le llama “luz mala” o “luz del


demonio” según las culturas. Se cree que el objeto
de esas luces es desviar a los hombres de su
camino para

que se queden extraviados en el campo y no


puedan jamás regresar a sus
hogares.

20

LOBIZONAS

momento, no habían aparecido. Habían llamado a


la

casa de la familia Elcano, pero éstos le habían


dicho que

sus hijos se habían marchado de su casa hacía dos


horas.

Francisco se dirigió a uno de sus amigos y le


comunicó

que José y Paco se habían perdido... El hombre


dejó el

vaso de vino en la mesa y le miró con ojos


asustados.
– ¿Estás seguro que se perdieron en el monte?

– Como que me llamo Francisco Ayala. Seguro


que tomaron el

atajo del bosque y se fueron para el lado de la


vía muerta... Voy a

buscar el rifle. Necesito que alguien me


acompañe.

El hombre tomó el último sorbo de vino y

acompañó a su amigo hasta su casa. Se llevaron,


además

del rifle, unas linternas y dos barras de hierro. Su


mujer,

antes de irse, le ofreció un crucifijo bendecido,


pero el

hombre lo rechazó aludiendo que no era necesario.


Se
subieron a la camioneta y en silencio se marcharon
de

allí. Lo hicieron sin llamar la atención de la gente.


Como

subidos a un carro fantasma. En cuestión de


minutos los

dos hombres ya estaban recorriendo la ruta.

III

Sabrina intentaba reanimar al sujeto que las había

llevado hasta el pueblo. El hombre yacía inmóvil


en el

21

MATRIARCADO II

asiento trasero del auto. Estaba sentada sobre su


pecho,
intentando reactivar su corazón. Pese a los
prolongados

intentos de reanimación, el hombre no daba signos


de

vida. Sabrina no paraba de saltar, inútilmente,


sobre el

cuerpo del hombre. Su rostro lucía preocupado.


Sabía

que se pasó de la raya…

– Por más que le sigas dando culazos no vas a


lograr que

despierte… ¿Por qué no nos largamos ya?


¿Acaso esperas que

nos coja la policía?

– ¡No podemos dejarlo así! Debemos


cerciorarnos de que no esté
muerto.

– No está muerto. Sólo ha sufrido un «desmayo».

– ¿Y cómo estás tan segura de que no palmó?

– Ningún hombre se muere por una follada…

– No fue una follada. Fueron dos. Tú también te


lo follaste.

– Sí, pero yo no apliqué la técnica “caperucita


roja”.

– ¿Y qué tiene que ver mi caperuza? Todas las


bruxas lo hacen

cuando follan con un hombre que les gusta.


Ningún hombre se

muere por eso.

– Por allí tenía un problema en el corazón


¿Quién sabe? ¿Acaso
conoces su historial médico?

Las hermanas Dávalos seguían discutiendo

22

LOBIZONAS

mientras el conductor del vehículo seguía sin


reaccionar.

El hombre sufría desmayos periódicos,


acompañados

con pérdida de la memoria. Su médico le había


prohibido

conducir, pero al hombre le daba igual estar vivo


o estar

muerto. Su mujer lo había dejado por otro tío y,


desde

aquel día, se había abandonado a la bebida.


Trabajaba

en una empresa de seguros y por la noche solía


salir

de juega. Esa noche no había la mejor… O quizás


fue la

mejor de su vida. Depende de cómo se lo viera.


Sabía que

por las noches las chicas que salían de los bailes


hacían

dedo al costado de la ruta para que un buen


hombre

las acercara a su casa. Muchas de ellas venían


medio

ebrias y entonces él aprovechaba y les echaba


manos.

No siempre las cosas le salían bien. Algunas, pese


a su

borrachera, se daban cuenta que él quería


pringarlas

y entonces éstas le paraban en seco. “Oye tío,


¿qué te

pasa? ¿Es que te has fumado un porro…?” . Sin


embargo,

aunque a veces «rebotaba», siempre había alguna


que

cedía y eso hacía que terminara ligando. Allí las


llevaba

a la parte de atrás... Esa noche había salido de


juega,

aprovechando la fiesta de Txitxiburduntzi. No


tenía ni

la más remota idea de que en su camino se


encontraría

con dos brujas. Las hermanas Dávalos trabajaban


con

la energía de la Naturaleza y estaban consagradas


a la

diosa Lilith. Lilith fue una diosa sumeria


relacionada

con la sexualidad, y cuando había algún Sabbat o


se

celebraba una festividad popular –vinculada a


menudo

23

MATRIARCADO II

con tradiciones paganas– salían a nutrirse con la


energía
del sexo. Rechazaban practicar el “vampirismo”.
Habían

hecho un pacto sagrado de no practicar nunca la


magia

negra (salvo que sea en defensa propia o como


respuesta

a una agresión). Algunas de las brujas que


conocían –en

el país Vasco había a montones– absorbían las


energías

de los hombres, volviendo a éstos débiles o tontos.


En

algunos casos extremos, esas brujas aprovechaban


esa

debilidad psíquica para exprimir materialmente a


la
víctima hasta dejarla en la pobreza. Muchos
hombres que

deambulaban por el pueblo quebrados


financieramente

habían sido víctimas de estas arpías. Sabrina y


Samantha,

a diferencia de esas brujas, practicaban la Alta


Magia,

contenida en viejos grimorios que estaban en su


poder.

Pertenecían a un poderoso linaje de brujas vascas

que pasaban la tradición mágica de madre a hija o


de

abuela a nieta, y su especialidad era la magia


sexual. Eran

expertas en el «viejo arte» y habían leído y


practicado casi

TODO sobre sexo, a tal punto que en la antigüedad


las

hubieran considerado prostitutas sagradas. Pero


esa noche

algo les salió mal y un desenlace imprevisto las


había

asaltado. Cuando vieron que no podían hacer nada,

tomaron el celular del hombre y marcaron el


número de

“emergencias”. No tardaron mucho en encontrarlo


pues

lo tenía al lado de la caja de cambio junto a un


paquete

de cigarrillos Marlboro. Después de haber


llamado a una
ambulancia las hermanas Dávalos se largaron de
allí.

24
LOBIZONAS

IV

La calle principal parecía un hormiguero. Las

tabernas y fondas desbordaban de clientes. Cuando

Sabrina y Samantha ingresaron al gentío, no


pasaron

en absoluto desapercibidas. Sus prendas ajustadas


y sus

carnes voluptuosas hicieron las delicias de las


miradas

viriles… También la envidia de alguna mujer y el

rechazo total de las devotas de Dios. A las dos


veteranas

no les importó. Al fin y al cabo ese era el


«objetivo».
Aunque eran mujeres bastante adultas aparentaban,
por

lejos, menos edad. Estuvieron recorriendo el


pueblo

e hicieron de las suyas con los pobres lugareños.


Se

“cargaron” a un conductor de camiones, a un


hombre

que trabajaba en la secretaría de cultura, e incluso

hicieron un trío con el padre Ignacio –que justo


andaba

parrandeando por allí. Ni la Santa Iglesia estuvo a

salvo de estas dos maestras del arte corporal.


Cuando

estuvieron saciadas completamente de sexo, se


colaron
en un auto que viajaba hacia el sur. Mientras
estaban de

regreso en el coche, Samantha acomodó un paquete


con

mercadería.

– ¿Por qué gastaste tanto dinero? ¿No sabes que


debemos llegar

a fin de mes?

26

MATRIARCADO II

– ¿Y quién dijo que no vamos a llegar?

Sabrina la miró y frunció el ceño… Conocía como

nadie a su hermana.

– No me mires así… Lo compré con el dinero del


cura.

– ¡Cómo fuiste capaz de hacer eso! Las Dávalos


somos bruxas

pero no ladronas…

– Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de


perdón.

– ¿Cómo sabes que ese dinero no era del cura?

– Los curas no trabajan. Viven del dinero de la


gente. No te

preocupes por las finanzas de la Iglesia, que


mientras exista el

Vaticano, nunca a los curas les va a faltar


«pasta». El Vaticano

tiene uno de los Bancos más grandes del


mundo… ¿No lo
sabías?

– Eso no es una excusa.

– ¡Bueno! Sólo son unos pocos euros… Tampoco


le robé todo. Le

dejé «algo» de dinero para que pudiera comprar


en las fondas…

Sabrina seguía estando seria, pero a los pocos

segundos se relajó. Sabía que su hermana era


traviesa

pero no una mala persona. Era verdad que habría


sido

incapaz de robarle a un hombre POBRE. Y


también

sabía que a los curas les invitan a comer cuando


hay
una fiesta. Luego, después de un minuto, Samantha
se

27

LOBIZONAS

animó a dirigirle la palabra a su hermana.

– ¿Viste que larga la tenía el padre Ignacio?

– Los curas católicos son buenos sementales –le


respondió ella.

– Yo diría que son los mejores… En el pasado


hubo muchos

casos de bruxas que copulaban con ellos. El


tener sexo con un

sacerdote otorga a la bruxa un poder mayor.

– Es verdad. Como practican la abstinencia y la


devoción, logran
acumular gran cantidad de energía…

– Además son más aguantadores que un hombre


casado, y

eyaculan mucho más.

– No me hagas acordar… ¡No me dejaste probar


ni una gota de

su sabrosa leche!

– No tenías derecho. Tú te bebiste la leche del


camionero y del

hombre de barba… Esta vez era mi turno.

– Zorra… Te guardaste la mejor leche. La de un


hombre

consagrado a Dios.

– ¿Me estás diciendo que yo «sabía» que el


último tío iba a
ser un cura? Ya te dije mil veces que yo no
practico la magia

adivinatoria. Eso fue pura casualidad…

– ¿Casualidad? ¿Y la última vez que te pringaste


a un adolecente

virgen? Esa sí que me la debes…

– ¡Espera!

28

MATRIARCADO II

El hombre del volante manejaba su Peugeot

406 tranquilamente. Era un hombre bastante mayor,

de aproximadamente 68 años. Al lado de él estaba


su

mujer, más o menos de su misma edad. Aunque la


pareja escuchaba la conversación de las hermanas,
no

podían entender ni una palabra de lo que decían.


Ambas

mujeres, cuando estaba en público, se


comunicaban en

una lengua muy antigua. Era un tipo de dialecto


vasco

que se dejó de usar desde la época de la conquista


romana,

cuando el emperador le prohibió al pueblo celta


escribir

y hablar su propia lengua. Solo las brujas


conservaban ese

idioma, que fue trasmitido de generación en


generación
conjuntamente con el saber mágico. Después de
los

romanos vino la Inquisición Católica, pero aún así


la

tradición fue conservada. Una de las mujeres le


avisó al

hombre que detuviera su auto…

– ¿Se van a bajar acá?

– Sí señor. Vivimos detrás de esas colinas… –


dijo la hermana

menor.

El hombre se rascó la cabeza, tratando de imaginar

qué cristiano podía vivir en esos montes .

– No sabía que había un pueblo detrás de las


colinas. Debe ser
un pueblo muy pequeño…

– Bueno, en realidad son una comunidad de


gitanos que se

instalaron allí hace poco tiempo… Nosotras no


somos gitanas

29

LOBIZONAS

pero tenemos una casita allí. Nos gusta la vida


“natural”.

– Bueno. Cada uno es feliz a su manera –


respondió el buen

hombre, no dando crédito a lo que ellas decían–


Tengan cuidado

de no lastimarse pues esos lugares son muy


escabrosos. ¿Quieren
llevarse una linterna?

– ¡Oh, no! No nos va a hacer falta. ¡Se lo


agradecemos

muchísimo! Ya conocemos perfectamente el


camino. Lo hemos

recorrido cientos de veces.

– Bien. Tengan mucho cuidado. Adiós.

– Igualmente y ¡Gracias por llevarnos!

El Peugeot retomó la ruta y se alejó rápidamente

del lugar. Cuando ya había desaparecido, las dos


mujeres

se internaron en el monte.

– ¿Estás segura de lo que vas a hacer?

– Claro que estoy segura. Como que me llamo


Samantha

Dávalos. No soy una bruxa adivina pero sí


bastante intuitiva.

¿Se dice «intuitiva», no? Bueno, no importa... Mi


olfato salvaje

nunca falla. Tú sígueme, que tenemos trabajo que


hacer. No

tenemos mucho tiempo que perder.

Sabrina, la mayor de las dos, siguió a su hermana y

se internaron en el monte. La luna llena seguía


brillando,

ahora, más fuerte que nunca. Un viento se despertó


de

repente y empezó a recorrer las colinas. Las dos


mujeres
30

MATRIARCADO II

desaparecieron en la oscuridad, iniciando su


trayecto al

lugar señalado. Cuando llegaron a dicho lugar,


Samantha

echó un vistazo alrededor. Quería cerciorarse de


haber

llegado al sitio que sus sentidos le habían


indicado.

– Es acá. Ayúdame a juntar muchas ramas.

Sabrina y su hermana armaron una montaña con

palos y hojas secas dispersas en el monte. Una vez


que

el montículo estuvo terminado hicieron juntas una


imposición de manos. Alrededor de un minuto o
más las

ramas empezaron a arder. Cuando la gran hoguera


brilló

en todo su esplendor, empezaron a danzar


alrededor

del fuego. Era una danza que habían aprendido de

las mujeres de su familia cuando fueron pequeñas.

El calor de la hoguera y el ritmo de sus


movimientos

hicieron que se sintieran sumamente excitadas.


Cada

vez que echaban un vistazo a la luna llena, les


parecía

que ésta incrementaba su brillo. Sus cuerpos


femeninos
empezaron a traspirar, y entonces comenzaron a
quitarse

sus ropas. Primero quedaron con el torso desnudo.

Luego, mientras bailaban, se sacaron el resto.


Cuando

ya se habían despojado de la última prenda,


iniciaron un

baile frenético que no dejó indiferente ni al más


antiguo

de los dioses. Sus pies se movían con tanta rapidez


que

parecía que volaban por encima del suelo. Sus


torsos

brillantes se contorneaban como serpientes al


punto que

parecían carecer de esqueletos. En su danza


ancestral

31

LOBIZONAS

dibujaban runas que invocaban poderes olvidados


por

los hombres. Mudras, mandalas y símbolos


extraños que

llamaban la atención de los antiguos espíritus… El


baile

frenético continuó sin pausa hasta que pronto


comenzaron

a cambiar de forma... Se empezaron a


«transfigurar». A

conectarse con su antigua genealogía. Sus naguales

nativos se apoderaron de sus cuerpos y es por eso


que

su danza se hizo más animal. El éxtasis las


invadía. El

poder de la Naturaleza las dominaba. Ya no eran


mujeres

normales sino lobas en época de celo. Criaturas


deseosas

de lujuria, de júbilo salvaje, de placer animal…

De repente un ruido imprevisto las puso en

estado de alerta. Alguien se acercaba por detrás de


los

arbustos. Las mujeres-lobo detuvieron su baile y


se

escondieron rápido detrás de unos árboles. Los


intrusos
ingresaron al lugar del ritual. Uno de ellos echó un

vistazo al terreno y alzó una de las prendas que


estaban

tiradas en el piso. La miró y se dirigió a su


compañero,

sin entender bien lo que pasaba. Intercambiaron


algunas

palabras y después caminaron alrededor de la


hoguera.

Las hermanas Dávalos, mientras tanto,


contemplaban la

escena a escondidas.

32

MATRIARCADO II
El trayecto había resultado más difícil de lo

esperado. Los espinos y los matorrales habían


dificultado

por mucho su llegada. Al final, los dos jóvenes ya


estaban

en el lugar de donde procedía el resplandor.

– ¿Qué es esto? –preguntó Paco– ¿A dónde se


habrá ido la

gente?

José se acercó unos metros y levantó una


bombacha

roja que estaba tirada en el piso. Su rostro


adolescente

se puso del mismo color que el calzón que tenía en

su mano. No estaba acostumbrado a eso.


Rápidamente

se dio media vuelta y volvió a donde estaba Paco.


José

comprendió que esa gente no estaba en


condiciones de

ayudarle...

– Tenemos que largarnos de aquí. Hemos llegado


al lugar

equivocado…

– Te dije que era obra del Diablo. ¡Y tú no me


quisiste hacer

caso! – Paco empezó a lloriquear.

– ¡No seas imbécil! ¡No es obra de ningún


Diablo! Es una

pareja que está haciendo el… bueno ¡Qué va!


Eso no te importa.

Debemos largarnos pronto.

José dejó en el piso la prenda que llevaba en la

mano y empezó a caminar alrededor de la hoguera.

Antes de largarse de allí quería cerciorarse de que


no

hubiera moros en la costa. Su hermano lo seguía


atrás,

33

LOBIZONAS

sin despegarse un centímetro de él. Las prendas de

Samantha y Sabrina estaban esparcidas por todos


lados.

Un corpiño de encaje, una pollera negra, una blusa


semitrasparente, un par de portaligas… Todo daba
la

sensación de que allí había ocurrido una “orgía”.


Una

pareja de amantes excéntricos que se habían


internado

en medio del monte para entregarse a los placeres

del amor. José, mientras caminaba, no podía evitar


la

tentación de mirar lo que había en el piso. Cada


cosa que

observaba le traía el recuerdo de las formas de


mujer.

De repente entró en la cuenta de que había algo


que no

encajaba bien…. Como una pieza fundamental


que faltaba

en un rompecabezas. Su mente daba vueltas y


vueltas

intentando comprender lo que pasaba, hasta que


pronto

se le encendió la «lamparita» y lo vio todo con


absoluta

claridad. Perfectamente, como a través de un


prisma.

Como si estuviera mirando el mundo desde el


último

piso de un rascacielos. Y entonces el terror se


apoderó

de él. Lo que había ocurrido allí no era una


“orgía” de

hippies calentorros. No eran pecados de la carne,


como

decía el padre Ignacio, sino algo mucho peor…


Miró a

su hermano y le dijo:

– ¡Bruxas!

– ¿Bruxas?

– ¡Sí! ¡Aquelarre! ¡Larguémonos de aquí!

34

MATRIARCADO II

José lo tomó por el brazo a su hermano y corrió

en dirección de donde habían venido. Su pié


derecho

se enganchó accidentalmente con una blusa que


estaba
en el piso. Cuando se dio cuenta que venía
arrastrando

algo, sacudió fuertemente su pie logrando


desprenderse

de la molesta prenda. Una vez liberado de aquello,

ambos hermanos se dirigieron hacia el monte. Pero


una

figura lupina les salió al paso y los hizo


retroceder.

– ¿Hacia dónde piensan ir chicuelos?

Samantha los venía observando y se preparó

para cortarles el paso. Se dirigió al otro flanco del


solar

mientras Sabrina se quedó en la parte de atrás. Al


igual
que los lobos grises cuando atrapan a su presa, las

hermanas los habían estado esperando hasta que al


final

pudieron cogerlos. Paco y José retrocedieron


asustados

e intentaron escapar por atrás, pero Sabrina les


cortó el

camino y al final tuvieron que rendirse. Ya no


tenían

posibilidades de liberarse de sus captoras.


Estaban

completamente indefensos frente a esas dos


criaturas

salvajes. Las dos veteranas mujeres condujeron a


los

adolescentes hasta donde estaba la hoguera. El


cuerpo

juvenil de ambos chicuelos hizo que ambas


hembras

se relamieran del gusto. Los hicieron sentar en el


piso,

mientras pensaban qué hacer con ellos.

– Mira cómo me dejaron la blusa. Ahora no sirve


para nada.

35

LOBIZONAS

Sabrina se lamentaba de haber perdido una prenda

valiosa. Le había costado cerca de 80 euros...

– Hay miles de blusas como esa… Deja de


lamentarte por una
simple prenda.

– ¿A cuál de los dos quieres? –le preguntó


Sabrina– Si no te

apresuras me llevo al pequeño…

– ¿Acaso nos van a comer? –preguntó el menor


de los hermanos

que estaba temblando como una hojilla. José, por


su parte, estaba

tieso como una estatua.

– ¿Comer? ¡Oh, sí! Hoy es la fiesta de


Txitxiburduntzi. Y

estamos hambrientas de «carne». Sobre todo, de


tiernos pastorcillos

¿Verdad hermana? –Samantha le guiñó un ojo a


Sabrina.
– ¡Por favor, no nos hagan daño! ¡Les daremos lo
que

QUIERAN pero no nos coman!

José no aguantó más su silencio e imploró

misericordia a sus captoras. En pocos minutos se


había

convertido en algo más pequeño que su propio


hermano.

Su mente campesina y cristiana le hizo ver que


ocurriría

lo peor. Su rostro estaba blanco como la luna y su


frente

transpiraba a raudales. Sabrina empezó a sonreír.

– ¿Comer? ¿Y quién dijo que los íbamos a


«comer»?
Los dos hermanos se miraron extrañados.

Hubieran jurado que, en la oscuridad, habían visto


a dos

36

MATRIARCADO II

mujeres-lobo. Ahora, con la hoguera


iluminándolas,

les parecían más normales que al principio. El


menor, con

bastante cautela, tomó la palabra y les preguntó.

– ¿Acaso ustedes no son lobizonas?

– ¿Lobizonas? Ja, ja. ¿Escuchaste eso hermana?

– Sí, lo escuché. Estos chicos son muy


supersticiosos.
Los chicos se volvieron a mirar. Seguían estando

confundidos pero tenían menos miedo que antes.


José

observó con atención sus cuerpos. Estaban


desnudas,

pero sin nada anormal. Sintió un poco de


vergüenza

al verlas desprovistas de ropas, pero el terror que


había

experimentado le había borrado el pudor. Al final,


ya

más relajado, les formuló de nuevo la pregunta:

– ¿Entonces no nos van a comer?

– ¡Claro que no! Nosotras no «comemos» a


nadie.
– ¿Acaso viste que llevábamos colmillos? –
Samantha se levantó

los labios para mostrarles que eran


completamente «humanas».

Los dos jovencitos respiraron profundo. Por lo

menos las extrañas se parecían a ellos. Aún así, el


peligro

no había pasado. Debían averiguar por qué ellas


no los

dejaban partir...

– Nosotros nos perdimos en el monte… –dijo


Paco, titubeando–

Nuestros padres nos están esperando. Seguro que


cuando nos

37
LOBIZONAS

encuentren nos darán una tremenda paliza. No


les gusta que les

desobedezcamos.

– ¡Que crueldad! –dijo Sabrina– ¿Cómo un padre


puede ser

tan cruel con sus hijos? No os preocupéis, que


nosotras nos

encargaremos de que eso no les ocurra…

– ¿Nos van a ayudar a regresar a casa?

Sabrina miró a Samantha y vio que ésta le hizo

una seña. Luego se dirigió a los chicos.

– Claro que les ayudaremos a volver a sus casas.


Y les diremos
qué tienen que decirles a sus padres para que
éstos no les castiguen,

pero antes tienen que hacernos un favor…

– ¡Haremos CUALQUIER cosa! –respondió José

entusiasmado, al ver que el peligro había


desaparecido.

El chico no veía la hora de regresar a su hogar,

y pensó que no mostrarse «servicial» no era la


mejor

estrategia.

– ¡Muy bien! Veo que sois unos niños dóciles y


eso es bueno

para ustedes y nosotras – Sabrina, con una


sonrisa, le lanzó una

mirada a su hermana– ¿Ya te decidiste a quién


vas a elegir?

–Sí. Me llevo al más chiquillo, si es que eso no te


molesta. Me

muero por probar su…. (mencionó una palabra


en vasco antiguo

indescifrable al oído humano).

– OK. Yo me quedo con el mayor.

38

MATRIARCADO II

– ¿Qué cosa tenemos que hacer? –preguntó uno


de los chicos.

– No se preocupen por eso, en su momento lo van


a saber... – Los

ojos de las dos mujeres, en ese instante,


brillaban como el fuego.
Samantha recogió sus ropas y las metió dentro de

una bolsa. Después cogió a Paco y se lo llevó


detrás de

unos arbustos. Sabrina hizo lo mismo con sus


prendas

llevándose a José a un arbusto más lejano. Aunque


los

arbolillos estaban ubicados a varios metros de


distancia

de la fogata, podía escucharse, desde allí, la


conversación

que ellas tenían con los niños…

– ¿Cuál es tu nombre, precioso?

– Paco –respondió el chicuelo.

– ¿Sabes por qué hoy celebramos Txitxiburduntzi


Paquito?

– No lo sé… ¿Tiene que ver con el Señor?

– Bueno, no exactamente…

– ¿Me dijiste que te llamabas José?

– Sí señorita. José Ayala.

– Los “Joselillos” tienen fama de mujeriegos.

– ¿Mujeriegos? ¡Yo no pienso en las mujeres!

– ¿De veras? Eso lo podemos averiguar...

39

LOBIZONAS

La luna seguía brillando en una noche cada vez

más negra. Las bestias salvajes y los antiguos


dioses eran
los únicos habitantes de ese lugar. Las mujeres
habían

desaparecido entre los arbustos cada una con su


chico.

Ningún humano que pasara por allí tendría alguna

posibilidad de encontrarlos. Sólo los dioses y las


bestias

salvajes podían verlos como si fuera de día. Y


también

algún alma en pena que deambulara errante


buscando

su hogar. Pero si tienes suficiente visión para ver


más allá del

mundo visible, verás, cómo en lo oscuro del


monte, los arbustos

se movían… y no por el viento.


Y pasaba el tiempo y los arbustos se seguían
moviendo...

Y el tiempo seguía pasando...

¡Y los arbustos se sacudían cada vez más!

VI

Estuvieron en el monte alrededor de una hora sin

hallar el menor rastro de los chicos. Ninguna


prenda

enganchada en los arbustos o alguna zapatilla


tirada

por allí. Habían creído escuchar algunos griteríos


en

el medio del monte –como si un grupo estuviera de

40
MATRIARCADO II

juerga– pero no habían podido dar con ellos.


Cuando

se movían siguiendo el origen de esas voces, éstas

cambiaban misteriosamente de lugar, lo que los


obligaba

a reiniciar la búsqueda. Siguieron a esas voces


durante un

tiempo pero se les hizo imposible poder


interceptarlas.

Lanzaron unos disparos pero nada. También unos


gritos

y tampoco. Cansados de girar en círculos, se


dieron

por vencidos y regresaron a la camioneta. Parecía


no
quedar más remedio que avisar a la policía para
que se

encargue del asunto. Francisco se veía abatido.


Cuando

los hombres llegaron a la ruta, divisaron a lo lejos


dos

pequeñas figuras. Eran Paco y José haciendo dedo


a un

camión que pasaba por allí. El vehículo siguió de


largo,

sin prestarle la menor atención.

– ¿Esos no son Paco y José? –dijo el hombre que


acompañaba a

Francisco.

– ¡Por la Virgen! Son ellos. Te dije que se habían


perdido.
Ambos hombres subieron a la camioneta y se

dirigieron a donde estaban los chicos. Los


menores,

al ver a su padre, saltaron de alegría y se subieron


al

vehículo. La camioneta arrancó rápidamente y en

quince minutos ya estaban en casa. Una vez allí,


los

hijos de Francisco relataron lo sucedido. Les


dijeron a

sus padres que un grupo de ladrones quisieron


robarles

y que no tuvieron más remedio que internarse en el

bosque. Allí los delincuentes los perdieron de


vista, pero
42

LOBIZONAS

luego no supieron cómo regresar. Su padre no


estaba

muy convencido de esa historia, pero la madre de


los

chicos aceptó su explicación. De esa forma


quedaron

excusados.

Eran como las once de la noche y la fiesta no había

terminado todavía. Los palos con los pedazos de


carne,

chorizo y chistorra desfilaban por las mesas.


Había vino

y también ensaladas. Y jugo para los niños y las


mujeres.

La música animaba la reunión y todos parecían


disfrutar

del momento. El espíritu de Txitxiburduntzi se


había

adueñado de esa buena gente. Y así fue pasando la


noche

hasta que el reloj de la Iglesia marcó las doce.


Constanza,

en ese momento, venía con una jarra de vino. Se


acercó

a una de las mesas y la cambió por una jarra vacía.

Había tenido mucho trabajo ese día atendiendo a


los

comensales, y aunque la pasaba bien en esas


fiestas, no
veía la hora de irse a dormir. La mujer tenía una
hija de

trece años llamada Margarita. La jovencita


siempre le

ayudaba a preparar los platillos cuando había una


fiesta.

Era una chica muy aplicada que siempre hacía lo


que su

madre le decía. Digamos que era la clase de hija


que toda

madre quisiera tener. Cuando Constanza puso la


jarra

en la mesa, los hombres le dieron las gracias y uno


de

ellos le preguntó por su hija.

– ¿Dónde anda Margarita que hace rato que no


la vemos, doña

Constanza?

43

MATRIARCADO II

– Seguramente debe estar con unas amigas –


respondió la

madre, un poco intrigada– Hoy la pobre ha


trabajado como una

santa…

– Tenga cuidado doña Constanza, que si la sigue


cuidando

así como la cuida, un día va a venir un mocito


guapo y se la

va a llevar “pa” su granja. El hombre tenía


algunas copas
encima.

– Cuando cumpla la mayoría de edad que se vaya


con el mozo

que quiera... pero mientras sea menor de edad,


ya le dije que debe

pensar sólo en el estudio.

Los hombres celebraron la respuesta de doña

Constanza en medio de risas compartidas. El


hombre

pasado de copas también se rió, y se sirvió otro


vaso de

vino. La mujer se retiró de la mesa y se fue a la


cocina

a buscar a su hija. Como no la encontró en la


cocina,
fue a buscarla a su habitación. Tampoco la
encontró

allí. Margarita no estaba durmiendo. Cuando salió


de

nuevo al patio, se topó con Isabel Ayala, la mujer


de don

Francisco.

– ¿No vio a mi Margarita doña Isabel?

– Hace media hora la vi en una mesa levantando


unos

platos…

– Qué extraño… vengo de la cocina y no estaba


allí.

– ¿Y no estará durmiendo en su dormitorio? La


pobrecilla
44

LOBIZONAS

trabajó toda la noche.

– Tampoco la hallé en su pieza…

– Entonces hay que ir a buscarla. Ya es muy


tarde para que una

niña ande sola por la calle…

Las dos mujeres iniciaron la búsqueda,

preguntándole a la gente si la habían visto.


Recorrieron

mesa por mesa pero nadie conocía el paradero de

Margarita. Volvieron a recorrer la casa y luego


molestaron

a algunos vecinos. La calle se estaba vaciando y la


chiquilla seguía sin aparecer. Cuando se
encontraron

con su respectivos maridos, alarmadas, les


informaron

de la situación.

– ¿Que desapareció Margarita?

– Sí Pedro, pareciera que se la tragó la tierra…

– Yo tampoco veo a Paco y José –dijo Francisco–


Estos dos

cabronazos han vuelto a desaparecer. Me parece


que ya se les está

haciendo costumbre esto de perderse.

– ¿Pero a dónde se podrían haber ido esos


mocosos? –se

preguntaron las dos mujeres.


– ¿Revisaron el establo de las cabras? –preguntó
Francisco.

– No…

– Pues vayamos allá.

45

MATRIARCADO II

Los padres de los niños se dirigieron al establo y

cuando llegaron al lugar, encontraron todo


tranquilo. El

establo estaba ubicado detrás de la vivienda de la


familia

Ayala y era el único lugar que quedaba por


revisar. Casi

sin hacer ruido, abrieron el portón principal, y una


vez
que estuvieron adentro encendieron
inmediatamente las

luces. Cuando la luz iluminó todo el recinto, la


sorpresa

los dejó paralizados. Allí estaban los tres


adolecentes en una

situación para nada imaginable…

– ¡Paquillo!

– ¡Margarita!

– ¡¡Niños!!

Los padres de los críos no daban crédito a lo

que veían. Evidentemente, no estaban preparados


para

eso. Los tres jóvenes estaban agolpados


copulando en un
trío perfecto. José montado sobre la espalda de
Marga,

como si fueran cabrito y cabrita, y Paco debajo de


la

jovenzuela saboreando sus pequeñas tetas. Los


chicos, al

verse descubiertos, se separaron con algo de


dificultad.

Tenían sus cuerpos cubiertos de paja y sus ropas


todas

desarregladas. Se acomodaron –como pudieron–


sus

prendas, a la vista de sus atónitos padres. Después


se

sacudieron el pelo y se quedaron parados


esperando el
«sermón». Los chicos no se mostraron
«avergonzados».

Daban la apariencia de ser mayores de edad...


Incluso, en algún

46

LOBIZONAS

momento, pareció que José le sonreía a su


hermano.

Sólo la joven Margarita se mantuvo inexpresiva


como al

principio.

Después de lo sucedido aquella noche, los

adolecentes fueron vistos pocas veces fuera de sus


casas.
Sus padres les tenían terminantemente prohibido
salir

sin permiso o llegar tarde a sus hogares. Habían


sufrido

una fuerte reprimenda la noche de Txitxiburduntzi,

aunque, para fortuna de ellos, no hubo violencia


física.

Por lo que se supo de los vecinos, a la buena de


Margarita

la cambiaron a un colegio de monjas. La habían


puesto

medio pupila, por lo que la dejaban volver a su


casa los

fines de semana. A Paco y a José no les dejaron


por un

año visitar a sus amigos ni jugar a la pelota.


Vivían todo

el tiempo confinados en su casa ayudando en la


granja

o haciendo las tareas escolares. Después de un


tiempo,

a Margarita la expulsaron del colegio por conducta

indecente. Aunque la hermana superiora –para


protejer

la moral de la niña– le había dicho a sus padres


que la

causa de la expulsión había sido su “mala


conducta”.

Cuando Marga retornó a la escuela estatal, volvió


a

reencontrarse con sus viejos amigos. Fue así como


47

MATRIARCADO II

Paco y José volvieron a frecuentarla todas las


veces que

podían, ya que no pudieron olvidarse de quién


había

sido su compañera de juegos. Ya por ese entonces


los tres

amigos eran bastante mayores y, cuando había


alguna

fiesta, se perdían juntos en lo profundo del monte a

salvo de miradas intrusas. Paco y José se turnaban


para

estar con Marga. Uno se quedaba haciendo guardia


a
unos metros del lugar del encuentro mientras que
el

otro se quedaba con su amiga escondido detrás de


unos

arbustos. Y entonces, a los pocos minutos, los


arbustos

se empezaban a mover...

Y pasaba el tiempo y los arbustos se seguían


moviendo...

Y el tiempo seguía pasando...

¡Y los arbustos se sacudían cada vez más!

48
LA MUJER DEMONIO

Me llamo María Salas y tengo 38 años.

Trabajo como asistente social en una

de las Juntas Municipales de Madrid. En mi


trabajo

como asistente social tuve la posibilidad de


conocer a

mucha gente. Sobre todo a gente de bajos recursos


y

pertenecientes a otras nacionalidades. No me


considero

una mujer atractiva, aunque todos me dicen que


soy

bastante agradable. Incluso algunos suelen


bromear
diciendo que he tenido muchos pretendientes. Por

supuesto que eso no es verdad, aunque yo me lo


tomo

con muy buen humor. Más allá de los elogios


ajenos, mi

suerte con los hombres no es mayor que la de


cualquier

otra mujer. Quería contaros esta historia que me


ocurrió

hace un año con un chico que conocí y que ahora


es mi

actual pareja. Sí, dije bien, un chico. Pues el


sujeto en

cuestión no supera los 23 años. Enrique es su


verdadero

nombre y estaba por aquel entonces estudiando en


la

Universidad. Había conseguido un empleo en la


misma

junta donde trabajo yo y allí nos conocimos. Era


un

trabajo de medio turno que le ayudaba a costearse


los

estudios. Pese a la gran diferencia de edad, no me


costó

mucho entablar amistad con él. Soy una mujer que


suelo

tener una buena relación con todos mis


compañeros,

50

MATRIARCADO II
más allá de la edad o del tipo de trabajo que
realicen.

Enrique era un joven entusiasta. De ideas

socialistas, soñaba con un mundo mejor. Era un


chico que

se preocupaba por los otros, y eso hacía que en su


trabajo

siempre estuviera pendiente más de las


necesidades

ajenas que de las propias. Como trabajaba de


asistente

conmigo –lo habían asignado a mi departamento–

siempre estaba involucrado en algún problema que

tuviera algún inmigrante. En aquel momento


estábamos
trabajando con un asentamiento de gente
proveniente

de Europa del este. Rumanos, eslavos y turcos


ilegales

que tenían problemas con sus papeles. Muchos de

ellos tenían pasaportes falsos. Y otros, ni siquiera


eso.

Nuestra función era la de ayudarles a conseguir un

permiso de residencia –siempre que se pudiera– y

sobre todo asistencia legal para que pudieran


defender

sus derechos. Les brindábamos cobertura sanitaria,

conforme a las leyes del Estado Español, y acceso


a

comedores populares, ya que muchos no tenían qué


comer. Como había dicho anteriormente, la gente
que

asistíamos provenía del Este de Europa. Habían


ocupado

unas tierras privadas por la zona de las Sierras del


Rincón

y allí habían levantado sus viviendas. Cuando


nosotros

llegamos al lugar, estaban por ser exportados a su


país,

pero detuvimos ese accionar y reubicamos a la


gente en

unos asentamientos que nos daba el Estado. En ese


grupo

de personas, Enrique conoció a una joven rumana.


Era
51

LA MUJER DEMONIO

una chica casi de su edad, de ojos melancólicos y


cuerpo

enfermizo. Se llamaba Tatiana Potcoava, y había


arribado

a España –según ella– por medio de una


organización de

transporte de gente ilegal. A poco de haberla


conocido,

Enrique entabló una fuerte empatía con ella.


Comenzó

a visitarla seguido y se preocupaba de que no le


faltara

nada. Estaba obsesionado con conseguirle un


empleo
pues quería que tuviera los papeles pronto. Yo
sabía de

su inclinación por los necesitados. Lo había visto


varias

veces hacer cosas por la gente que ni yo hubiera


podido o

querido hacer. Pero no pude entender, por ese


entonces,

a qué se debía tanto interés por ella. Con el tiempo

frecuenté el asentamiento con el objeto de


conocerla y

descubrir qué era lo que a Enrique tanto le atraía.


Pero

por más que me esforcé en descubrir sus


cualidades,

no pude encontrar ni siquiera una. La joven no


parecía

demostrar interés por nada. Ni siquiera por la


ayuda que

le daba Enrique.

Enrique era un buen estudiante y pocas veces

faltaba a clase. Trabajaba en el ayuntamiento hasta


las

catorce horas y a las seis ingresaba a la


Universidad.

Siempre se lo veía de buen humor y era atento y


servicial

con todo el mundo. Llegaba puntual a su oficina y

nunca se retiraba antes de hora. Un día se ausentó


al

trabajo, y con el tiempo eso se hizo más frecuente.


Yo

no quería que lo despidieran. Sabía que si faltaba


era

por algo y además sabía que necesitaba el dinero


para

52

MATRIARCADO II

poder financiarse los estudios. Cuando le pregunté


si

tenía algún problema, me contestó que no, que


estaba

algo «cansado». Le aconsejé que fuera a ver al


médico

para ver si tenía una enfermedad. Me preocupó


que
pudiera tener meningitis, un síndrome de fatiga
crónica,

o lo que es peor, algún tipo de cáncer. Pero


desistió de

ir al médico como le aconsejé, y continuó como si


no

pasara nada. Un día se me ocurrió ir a visitarlo.


Quería

conocer mejor cómo era él en su vida privada.


Pensé que

si sabía cómo vivía, podía comprender mejor su


extraño

cambio de comportamiento. Cuando llegué hasta su

departamento –era un domingo a las diez de la


mañana–

me sorprendió que me atendiera Tatiana.


No esperaba encontrarme con ella. Enrique no

me había avisado que esa chica estaba viviendo


con él.

Cuando ingresé al departamento, Enrique me


recibió

algo soñoliento y con un aspecto bastante


desarreglado.

No es que sea una mujer mal pensada o que me fije


en

lo superficial. Sé que los jóvenes de hoy en día


son muy

liberales en cuanto a formas de vida, pero por el


aspecto

que tenía el muchacho hubiera jurado que habían


hecho

el amor… Me disculpé por haberles molestado.


“No

debería haber llegado tan temprano” , me


excusé. Pero Enrique

me dijo que se habían acostado muy tarde y que no


me

hiciera problema por eso. Al principio esa


respuesta me

convenció. Entendí que habían estado de juerga y


eso

explicaba el aspecto de Enrique. Pero cuando


desvié mi

53

LA MUJER DEMONIO

atención hacia la muchacha, me extrañó que


estuviera
tan bien arreglada… Estuve con ellos toda la
mañana y

cerca de las trece horas me marché. Durante el


tiempo

que estuve con ellos, no encontré nada que


supusiera

anormal. El departamento estaba algo


desordenado,

pero eso era común en los jóvenes de hoy. Tatiana


se

veía más animada que cuando la vi en el


asentamiento.

Sus ojos habían ganado brillo y tenía mayor color


en su

cara. Me alegré de que esa pobre muchacha se


hubiera
recuperado y tuviera dónde vivir. Sin duda
Enrique la

estaba cuidando, aunque me preocupaba sus faltas


al

trabajo.

Ese día regresé a mi casa con la certeza de que

todo iba a cambiar. Enrique estaba enamorado. En


ese

punto no me quedaban dudas. Sus ausencias al


trabajo

se explicaban a que estaba dedicando más tiempo


a su

relación. El trabajo, el estudio y el amor no son


cosas

fáciles de congeniar para nadie. Pero mi impresión


inicial se evaporó cuando noté más cambios
extraños

en Enrique. En los siguientes días que vino al


trabajo

lo noté algo más avejentado. Sus ojos celestes


habían

perdido brillo, aunque su aspecto exterior seguía

siendo impecable. No estoy diciendo que se había

“abandonado”. Enrique lucía limpio y con su


tradicional

saco y corbata. Digo que su semblante físico era


más

“adulto” que el de un chico de su edad. Quizás esa


sea

la palabra exacta; más adulto, no más avejentado.


Un día
54

MATRIARCADO II

que me acercó unos papeles le pude ver varias


canas en

su prolija cabellera.

Los días fueron pasando, hasta que al final fue

despedido de su trabajo. Había acumulado muchas

faltas injustificadas y el secretario general no se lo

perdonó. Como me seguía considerando su amiga,


lo

seguí frecuentando las veces que podía. Por


entonces

la relación con mi ex pareja dormía en el


congelador y
cada uno hacía su vida. Ni él controlaba mis
salidas ni

yo tampoco controlaba las de él. Eso me daba la


libertad

para poder encontrarme con las personas que


quisiera.

Aunque yo no abusaba de esa libertad para


relacionarme

con algún otro hombre. Técnicamente, seguía


siendo

mi pareja. Después que a Enrique lo echaron del

ayuntamiento, supe que había conseguido un


trabajo en

un chiringuito. Eso desde luego me puso muy


contenta

y decidí hacerle una visita a su negocio. Recuerdo


que

fue un sábado a la tarde. Cuando llegué al negocio


se

alegró de verme. Nos saludamos con gran


afectuosidad

e inmediatamente me invitó a beber un trago.


Tatiana

estaba con él, unos metros más atrás, charlando


con

unos clientes. Lucía ropa de moda y su larga


cabellera

brillaba como el oro. Me llamó la atención su


actitud

demasiado “abierta” con esos muchachos. Vi que


se reía

con ellos y que había unos sospechosos roces de


manos.

55

LA MUJER DEMONIO

Cualquier hombre se hubiera puesto celoso al ver


a su

novia comportarse de esa manera. Pero a Enrique


no

pareció importarle eso. Su estado de ánimo seguía


alegre

como siempre. La hermosa rumana se acercó y me

saludó. Y después tomó del brazo a Enrique.


Mientras

charlábamos amenamente los tres, la muchacha no


se

desprendía del brazo del muchacho. Se enrollaba


sobre

él como si fuera una serpiente. Igual que una bestia

cuando le marca a los demás su terrero. Lo sentí


como

si me hubiera dicho “Enrique es mío. Nadie me lo


va a

quitar” . Enrique, por su parte, actuaba como si


fuera

ajeno a eso. Como si no se diera cuenta (o no se


quisiera

dar cuenta) de que su novia lo quería apartar de


mí. Esa

actitud tan posesiva de la chica me molestó, puesto


que

yo no era una mujer así. En las pocas relaciones


que tuve
con los hombres no recuerdo un solo caso en que
yo

hubiera aislado a mi pareja de sus seres queridos.


Pero

viendo que era una chica muy joven y que se sentía


sola

en un país extraño, consideré que su conducta


debía ser

tolerada por mi parte. Y eso fue lo que hice, la


toleré.

Otra cosa que noté, mientras platicábamos juntos,


fue

que de cerca ella era más hermosa de lo que pude


notar

de lejos. Su piel era sumamente tersa y sus ojos


lucían
saltones y brillantes. Ahora no era ni la sombra de

aquella niña enfermiza que conocí al principio.


Aunque

Enrique tenía casi la misma edad que ella, no


parecía, en

cambio, tan joven. Si no lo hubiese conocido como


lo

56

MATRIARCADO II

conocía hubiera afirmado que él era mucho más


mayor

que ella.

Después de aquel día que nos vimos en el

chiringuito, seguí frecuentando a la pareja algunos


fines
de semana. No estaba dispuesta a seguir el camino
fácil de

olvidarme de Enrique y continuar con mi vida


tranquila

en una ciudad cosmopolita como Madrid. Tal vez


haya

sido mi vocación por lo “social” o aquello


especial que

había en Enrique como persona lo que me impulsó


a

seguir sus pasos más de cerca. No quise que su


novia se

diera cuenta de mis intenciones para con ellos.


Aunque

no tenía forma de explicarlo, esa extraña muchacha


no
me sentaba nada bien. Me enteré un día que los
sábados

solían ir a “La Posada de las Ánimas” . Una


discoteca

madrileña ubicada en el corazón del barrio


Salamanca.

Enrique, hasta donde sabía, no era de frecuentar


esos

lugares, por lo que deduje que ella lo había


iniciado en

la vida nocturna. Uno de esos días se me ocurrió ir


a

“La Posada”, y después de buscarlos durante un


tiempo

pude verlos juntos recostados en la barra. Traté de


que
ellos no se dieran cuenta de mi presencia, por lo
que me

quedé ubicada en una posición estratégica.


Mientras los

observaba desde mi privilegiada posición, pude


ver que

ella iba vestida como una diosa. Bebía alcohol del


mismo

vaso de él y se la veía contenta y feliz. En un


momento

se alejó de Enrique y se fue a la pista con otro


hombre.

El sujeto en cuestión la abrazaba y acariciaba por


todas

57

LA MUJER DEMONIO
partes y Enrique lo único que hacía era beber y
beber

y beber... Yo no podía entender nada de lo que


veía.

Me sentí completamente incapaz de poder asimilar


esa

situación. No comprendía por qué Enrique


permitía esa

actitud de su novia. Como no podía salir de ese


estado de

confusión, llegué a dudar de que ambos fueran


novios.

“A lo mejor eran amigos o amantes y yo creída


de que eran algo

más serio” . Cuando vi que Tatiana se perdió con


ese tipo
entre la muchedumbre, me empecé a colar entre la
gente

hasta llegar a donde estaba Enrique.

Enrique sintió sorpresa al verme, pero yo le dije

que había venido con unas amigas. Nos dimos un


beso

en la mejilla, como siempre lo hacíamos, y


comenzamos

a charlar. Le pregunté cómo andaba “Tatiana” y él

me contestó que andaba divirtiéndose. Le pregunté


si

sentía algo por ella, y él me dijo algo que me dejó

fría: “Estoy metido hasta el tuétano” . Su rostro


reflejaba

satisfacción. Quedé perturbada por la respuesta.


No

podía comprender qué cosa le atraía de ella. Era


verdad

que era una muchacha hermosísima, pero su


conducta

no era por nada decorosa. No me agrada


vilipendiar a la

gente y mucho menos si son gente joven, pero la


palabra

que me nace del alma para definir a mujeres como


ella

es ésta: puta. Enrique había caído en manos de una

manipuladora. De una mujer que lo tenía


embobado.

Una mujer que había logrado meter su cerebro


adentro de su
trusa. Pronto descubrí que no era su cerebro…
pero no

58

MATRIARCADO II

os quiero adelantar nada para no romper el hilo de


la

historia. Como decía, me había quedado atónita


ante la

inesperada respuesta de Enrique. No supe qué


diablos

contestar y entonces me quedé en silencio. Pronto


algo

llamó mi atención; observé su cabellera y era


mucho más

blanca. Le pregunté si se había teñido el pelo, y él


me
contestó “Me estoy poniendo viejo...” . Lo
llamativo es que

lo dijo con humor, como si no le importara el


aspecto de

su cuerpo. Cuando me miró a la cara –siempre con


una

sonrisa– noté que sus ojos ya no tenían brillo. Su


piel

estaba más ojeada. O más tosca. No sé cómo


explicarlo.

Quizás fue el efecto de las luces lo que me generó


esa

extraña impresión. La verdad es que no lo sé.


Todo

estaba muy confuso. Es difícil andarse en detalles


en un
ambiente que está semioscuro. Las discotecas no
suelen

ofrecer buena visibilidad y eso perturba la visión.


Estuve

junto a él un rato más y después le dije que tenía


que

partir. “Mis amigas me están esperando” . No


quería que me

sorprendiera Tatiana, ya que la estrategia era no


generar

sospechas. Cuando iba de regreso a mi casa,


reflexioné

largamente sobre lo visto en La Posada. Lo


primero que

me llegó a la cabeza fue que esa “niña” le había


hecho
una porquería. En Rumania hay muchos gitanos y
sé, por

algunos testimonios, que allí es muy común la


práctica

de la brujería y la magia negra. Cuando llegué a mi


casa

encendí mi ordenador y busqué en el Google algún

servicio de brujería. Antes de seguir quisiera


aclarar que

59

LA MUJER DEMONIO

yo no me considero una mujer supersticiosa. En


los

años que tengo de vida jamás recurrí a estos


servicios
“informales”. Pero bien es sabido por todos que
existen

situaciones que sobrepasan lo “normal”, y cuando


una

se ve enfrentada a eso no tiene más remedio que


echar

mano a esos oficios. Hubo una de las brujas que


me

pareció más seria, y entonces anoté en mi agenda


su

dirección. El tiempo me demostró que no me


equivoqué,

pues gracias a ella pude abrirme a otros mundos...

Tardé en concurrir a su consultorio. Como dije

anteriormente, era escéptica a esas cosas. Pero


después
de haber visto lo que vi una tarde, no dudé un
segundo

en contratar sus servicios. Ese día había salido a


comprar

algunos productos a El Corte Inglés y, cuando


regresaba a

mi casa, me crucé accidentalmente con Enrique y


ella. Al

principio no me di cuenta de que eran ellos dos.


Estaba

anocheciendo y no había suficiente visibilidad.


Cuando

quedamos a pocos metros, me percaté de que eran


ellos

y entonces los saludé. El encuentro fue ameno


como
siempre. Mi relación con Enrique nunca disminuyó
en

intensidad. Charlamos algunos pocos minutos y


después

de eso nos despedimos con calidez. Durante el


tiempo

en que duró la charla hubo dos cosas que me


dejaron

perpleja. Por un lado la chica rumana, que


estaba más bella que

nunca. Y me equivoco si digo sólo “bella”, pues


además

60

MATRIARCADO II

de bella parecía transformada. Los rasgos de su


cara eran
más angulosos y sus ojos lucían mucho más
rasgados.

Y no era para nada el efecto del maquillaje, que


era

deslumbrante por cierto, no. Una mujer sabe


distinguir

a la perfección cuando las formas de otra mujer


son

reales o ficticias. Eso puedo asegurarlo como


mujer que

soy. Ella estaba transformada de verdad. Era


exactamente

la misma mujer, pero mucho más perfecta, como si


fuera

una ninfa. Lo otro que me dejó perpleja fue el


aspecto
de Enrique; una sombra al lado de lo que era
ella… Su

pelo ahora era blanco como la nieve, y además lo


tenía

cortado como un militar… Su rostro se veía


bastante

estropeado, como si en los últimos años de su vida


se

hubiera dedicado a la noche y al alcohol. No pude


verle

con claridad sus manos. La poca iluminación que


había

no me permitía observarlas con detalle. Pero la


imagen

que me quedó en la retina fue la de unas manos un

poco arrugadas. Su piel se parecía a un papiro,


como las

de un hombre de cincuenta años. Lo doloroso de


todo

eso era que Enrique, pese a tener ese aspecto


decrépito,

estaba vestido de una forma impecable, con su


cuerpo

con olor a colonia y su piel absolutamente limpia.


Si

hay algo que caracterizaba a Enrique era la forma


en

que cuidaba su aspecto. Siempre lucía una


“pinturita”.

Prolijo a más no poder. Lo mismo podía decir de


su

carácter; tan cuidado como su aspecto exterior.


Puedo

asegurar que en ningún momento pude percibir en


él

61

LA MUJER DEMONIO

infelicidad. Aunque sus ojos habían perdido el


brillo, la

alegría de su mirada se mantenía impune. Y eso


fue lo

más chocante para mí; que él no fuera consciente


de su

progresivo derrumbe. Cuando lo conocí era un


joven

precioso. Ahora era un joven desvencijado, un


fantasma
errante, un alma sin cuerpo… Un alma sin cuerpo.
¿Dije

eso? Sí, eso fue lo que dije. Un alma sin cuerpo.


Nada

más exacto ni más oportuno. Un alma sin cuerpo


era la

definición exacta. Porque no era el alma de


Enrique lo

que se estaba muriendo. Su alma seguía igual,


lozana

y jovial como siempre. Lo que se estaba


derrumbando

era su cuerpo, ese templo divino en donde mora


nuestro

preciado espíritu.

Al día siguiente, cuando salí del trabajo, me dirigí


al consultorio de esa bruja o parapsicóloga.
Cuando al final

pudo atenderme, me hizo pasar a su oficina y la


puse

al tanto de la situación. Le expliqué todo con lujo


de

detalles. Qué clase de persona era Enrique, cuáles


eran

sus intereses, incluso su fecha de nacimiento.


También

le hablé de Tatiana, de su supuesto origen rumano


y

de las condiciones en que la habíamos encontrado.


La

supuesta bruja o parapsicóloga me escuchaba con


suma
atención, sin interrumpir en ningún momento nada

de mi extraordinario relato. Mientras más


avanzaba en

detalles la mujer denotaba mayor interés. Le hablé


sobre

el deterioro de Enrique y de cómo ella crecía más


en

belleza. Poco a poco su cara empezó a cambiar.


En sus

62

MATRIARCADO II

ojos percibí un sesgo de preocupación. Cuando


llegué

al punto de la “transfiguración” de Tatiana,


jurándole
por Dios que no era el maquillaje, su
preocupación se

convirtió en espanto y me dijo bruscamente que me

marchara de allí… Perpleja por su inexplicable


reacción,

le pedí por favor que me diera alguna ayuda, pero


ella

me dijo, tajante, que no tenía forma de ayudarme...

Que ninguna magia conocida podía contrarrestar


ese mal. Le

pregunté que cómo era posible que ninguna


«magia»

pudiera servir. Incluso le pedí que me


recomendara a

otra bruja que conociera una solución. Pero la


mujer,
con mucho fastidio, me contestó que no había
NADIE

a quien pudiera acudir. Me dijo que intentara


alejar a ese

muchacho de ese «bicho». “¿Bicho? ¿A qué se


refiere? ¿Qué

intenta decirme con eso?”. “Sí ¡bicho! ¿Es que


no me escuchó?

¡Esa mujer es un DEMONIO!” .

Salí del consultorio consternada. Por primera vez

en mi vida me sentí totalmente impotente. Durante


los

años que he venido trabajando como asistente


social me

había topado con un sin número de problemas.


Tener
que pelarme con altos funcionarios públicos y
hasta

enfrentarme a golpes con la policía. Siempre


luchando

a favor de aquellos que el sistema expulsa, nunca


en

defensa de mi propio interés. Pero esta vez sentí


que

tenía las manos atadas. Superada por una realidad


que

no tenía forma de abarcar. No estaba preparada


para eso.

Nadie en mi lugar lo hubiera estado. En la


Universidad

63
LA MUJER DEMONIO

te inculcan que el hombre puede llegar a superar


las

adversidades. Te dicen que todo es explicable.


Que la vida

es un acertijo que hay que saber resolver. Durante


toda

mi vida había creído en eso, que los problemas


estaban

allí para ser solucionados. Ahora me encontraba


con un

acertijo irresoluble. Y la respuesta era que «eso»


no era

un acertijo. No era un truco de la vida como los


juegos

de magia de la TV sino una verdad abominable. Y


una

verdad que debía enfrentarla... Que debía


ponerle cara, sin saber

cómo.

En los días que pasaron después de mi frustrada

visita a la parapsicóloga estuve pensando a


menudo en

Enrique y en Tatiana. Trataba de imaginar cómo se


las

estaría arreglando para vivir al lado de esa mujer.


Me

costaba creer que podían existir cosas así y que el


joven

pudiera terminar en una fosa. No sé por qué pensé


en la
muerte. La parapsicóloga no me había dicho que
Enrique

iba a terminar muerto. Sólo me dijo que alejara a


ese

muchacho de ese “demonio”. ¿Demonio? Demonio


me

era un término familiar. Un espíritu maligno que


llevaba

a los mortales a la perdición. Una tarde que salí de


mi

trabajo, se me dio por recorrer las librerías de la


ciudad.

En una de ellas me llamó la atención un libro de un


tal

Simon Pieters, “Diabolus” . Lo empecé a hojear y


me
pareció interesante. Lo compré y a la noche,
mientras

65

MATRIARCADO II

tomaba una taza de café, lo empecé a leer. “El


Diablo

es la encarnación del Mal Supremo –decía– y


está presente en

todas las religiones y culturas del mundo. Pero


sus orígenes son

oscuros y sus características han variado a lo


largo del tiempo...”

La lectura del libro era amena y me pareció un


trabajo

riguroso. El autor se presentaba así mismo como


un
especialista en el tema. En el libro busqué alguna
figura

demoníaca que tuviera que ver con la mujer. Con


su

poder erótico ancestral y su capacidad para


apoderarse

de un hombre. Habían muchos de esos «demonios

femeninos» pero una de ellas me llamó


particularmente

la atención. Tomé nota de su nombre y empecé a


buscar

más información por la web. El demonio en


cuestión

era Rusalkis. Según las leyendas eslavas, era un


súcubo

que adoptaba la forma de una hermosa mujer con


una

cabellera rubia como el oro. Vivía en el fondo de


los

ríos y a la medianoche salía a danzar por las


praderas.

Si veía un hombre que le atraía, lo seducía y lo


llevaba

a las profundidades. Cuentan que sus ojos


brillaban

como el fuego y que el hombre que caía en sus


brazos

alcanzaba las cotas más altas del placer sexual. El


hombre

en cuestión vivía con ella, pero a la larga moría en


sus

brazos…
Me costaba mucho creer en esas cosas. Habían en

esas leyendas algunas incoherencias. No entendía


cómo

un hombre podía “vivir” debajo del agua sin


ahogarse.

O para qué una ninfa querría vivir “debajo el


agua” con

66

LA MUJER DEMONIO

un ser humano. También otros decían que Rusalkis


era

un súcubo, pero los súcubos frecuentaban a los


hombres

en sueños y se diferenciaban claramente de las


ninfas o
sirenas. Las leyendas no me explicaban muchas
cosas y eso

aumentaba mi frustración. Aún así no quise darme

por vencida. Si hay algo que me caracteriza es ser


una

“taurina” muy persistente... y jamás me entrego


antes

de agotar todas las posibilidades. Una tarde me


dirigí a

la Universidad Autónoma de Madrid. Quería saber


si

existía un docente que conociera bastante sobre


culturas

antiguas. La persona que me atendió me dijo que


debía

dirigirme al departamento de Antropología, que


allí

podrían informarme sobre el tema. Fui hasta allí y


tuve

la suerte de hablar con el jefe de ese


departamento.

Me atendió muy amablemente y me dijo que en la

Universidad había profesores que me podían


interiorizar

sobre eso, pero que si quería conocer sobre “esas


cosas”

a fondo, sólo había una persona en toda España


que era

la máxima autoridad en esa materia. Y esa persona


no

trabajaba en la Universidad… Ansiosa por


conocer a esa
eminencia, le pregunté cómo podía hacer para
llegar hasta

ella. Me dio la dirección donde trabajaba el


docente.

Afortunadamente, no estaba tan lejos como


imaginaba,

aunque tenía varias horas de viaje. Al día siguiente


me

comuniqué con la Universidad donde trabajaba esa

persona y arreglé una reunión con ella…

Su nombre era Victoria Valdés, y daba cátedras en


la

67

MATRIARCADO II

Universidad de Cantabria. Era doctora en


Antropología,

Arqueología, Historia Antigua y Religión. Tenía


en su

haber varios Másters, entre ellos Mitología,


Historia

Medieval y Ciencias Ocultas. Y había dado, según


sus

palabras, conferencias por todas las Universidades


del

mundo… Me sorprendió de ella que, siendo una


mujer

tan joven –no aparentaba más de treinta años–


tuviera

un currículum tan halagador. Me recibió en su


pequeña

oficina y allí mantuvimos una larga conversación.


No le

hablé de la situación de Enrique. Temía que me


tratara de

loca. Aunque no dudé en ningún momento de que


ella

sabía que le ocultaba algo. Le expliqué mis dudas


sobre

los mitos y en especial, el mito de Rusalkis.


Quería saber

si en todo eso había algo de realidad o era parte


del viejo

folklore. La mujer me escuchaba atentamente. Su


forma

de mirar era profunda. Me daba la sensación de


que podía

leer mi mente antes de que abriera la boca. Su


forma de vestir

y sus maneras eran propias de una persona


aristocrática.

La conversación que tuvimos fue amplia. No se


limitó

solamente a los mitos. Tuvo que explicarme


muchas

cosas para introducirme de lleno en el asunto.


Jamás se

me había ocurrido que esa cuestión de los mitos


fuera

algo tan complejo. Por un momento me sentí como

“atareada”. Algunas cosas me costaron


comprenderlas.

Sin embargo debo aclarar que en ningún momento


me sentí intimidada. Su trato fue agradable y fluido
y

jamás me hizo sentir una ignorante. Se tomó el


trabajo

68

LA MUJER DEMONIO

de contestar cada cosa que le pregunté. Incluso fue


más

allá de lo que yo le había preguntado. Cuando


acabé de

explicarle mis dudas la profesora Valdés comenzó


su

exposición…

“Lo primero que tiene que entender es que


cuando
hablamos de mitos no estamos hablando de
simples imaginerías…

Si usted visita a una comunidad rural o algún


pueblo originario

de Sudamérica, y se permite convivir con ellos


durante un tiempo,

comprobará que en el fondo son gente igual a


usted. Puede que

a ellos les impresione su nivel cultural o se


fascinen por alguna

tecnología que desconozcan, pero si los intenta


engañar con algún

truco tonto o con mentiras, como hacen los


políticos, le aseguro

que a la larga lo descubrirán. Es cierto que son


gente crédula, ya
que carecen de la malicia del hombre de ciudad,
pero no son para

nada idiotas. Y, lo más importante, creen en lo


que VEN. Y más

si eso es visto por toda la comunidad. El espíritu


comunitario en

ellos es muy fuerte.”

“Regresando a la ciudad, que es el lugar en


donde nos

movemos, nosotros estamos convencidos de que


estamos libres de

mitos. Pensamos que hemos superado las


creencias de nuestros

ancestros... Pero ya ve lo que está pasando en


España, incluso,

en muchas partes de Europa. La gente se mata en


las calles por

un plato de comida, muchas adolescentes


entregan sus cuerpos

por dinero, la droga está avanzando sin pausa.


Vivimos en

Democracia y ¿qué es la Democracia? Una


superstición menos

real que las ninfas y diosas de los pueblos


paganos… Votamos

69

MATRIARCADO II

para tener trabajo, para tener una vivienda


propia, votamos por

libertad de expresión… Pero ya ve, nuestros


gobiernos les están
dando todo nuestro dinero a los Bancos y nuestra
gente se está

quedando sin viviendas, sin trabajo, sin acceso a


la salud. Y si los

ciudadanos salen a la calle a protestar para que


el Estado no los

abandone, como bien marca nuestra


Constitución, el gobierno

los acusa de inadaptados y manda a las fuerzas


de seguridad a

reprimir. Pero aún así, pese a que la Democracia


es pura ilusión

y aquellos que la manejan son siempre los


mismos, millones de

españoles creen que viven en una verdadera


Democracia, que
el país que habitan les pertenece y que tienen
pleno control de

su destino. Y lo mismo puedo decir de Grecia, de


Portugal, de

Italia… Como puede ver, hemos cambiado viejos


mitos por

otros. Nuestra mente supersticiosa no se ha


modificado. Subyace

en lo más hondo de nosotros…”

“Pero yendo al tema que a usted le interesa,


quiero que

sepa que cuando hablamos de «demonios» hay


que tener bastante

cuidado, porque no siempre estamos hablando de


lo mismo. La

Iglesia Católica, durante siglos, intentó ocultar a


los europeos

todo el conocimiento sobre el mundo invisible. Y


observe usted

que digo «invisible» y no «oculto», porque nunca


estuvo «oculto».

Ese mundo siempre estuvo allí, delante de


nuestras narices. El

problema es que ahora no lo vemos porque la


Iglesia Católica

se encargó de ocultarlo… a la mayoría, no a


TODOS desde

luego... Muchos de nosotros lo reconocemos. Y


entre esa gente está

incluida la misma Iglesia. Ellos saben que el


«otro lado» existe.

Y no sólo lo saben sino que se comunican con él,


ya que la Iglesia

70

LA MUJER DEMONIO

necesita PODER para seguir gobernando


Europa… Rusalkis

–eso que usted define como demonio– no tienen


nada que ver con

Lucifer. No es otra forma del Demonio como


ellos nos quieren

hacer creer. Rusalkis es el espíritu de una


muchacha muerta que

busca un amante para que esté con ella…”

“Los antiguos adoraban a la Muerte porque


pensaban

que ella nos daba poder. No poder como lo


entendemos ahora,

sino poder como forma de conocimiento. Para los


antiguos, la

Muerte era la puerta que nos conectaba al


mundo invisible. A

ese mundo que es el responsable del nuestro… Es


por eso que

hacían sacrificios de animales. Incluso de seres


humanos. Porque

los muertos siempre llaman la atención de los


espíritus. Incluso

los moribundos. Nosotros no los vemos pero


cuando alguien

muere o está por morir «ellos» están con él… En


el África

muchos guerreros elegían «morir» para adquirir


más poder.

Creían que podían reencarnar y traerse consigo


el conocimiento

del mundo invisible. Para lograrlo, bebían una


infusión mágica

que preparaba el brujo de la tribu y que les


producía una

muerte temporal... Ese breve contacto con la


Muerte los volvía

más intuitivos, más telepáticos, incluso más


resistentes. De esa

forma los guerreros podían leer las intenciones


del enemigo y

así derrotarlo. La leyenda de Rusalkis no es


diferente a otras

leyendas parecidas que conocemos. Por ejemplo


los sumerios

hablaban de un súcubo llamado Lilith. Y en la


India se hablaba

de las Churrels. Usted ya sabe qué es un súcubo,


normalmente

es un espíritu de apariencia femenina que seduce


a los hombres

en sueños. Pero para los antiguos los sueños no


eran imaginerías.

71

MATRIARCADO II

Tampoco fenómenos del inconsciente. Los


antiguos creían que los

sueños conectaban a los hombres con el mundo


invisible. Es por
eso que los dioses del sueño eran también los
dioses de la Muerte.

Por ejemplo Hypnos era el dios griego del sueño,


pero su hermano

Tánatos era el dios de la Muerte. Ambos dioses


eran dos caras de

un mismo linaje divino. A Shakespeare le gustaba


jugar con eso

de la Muerte como una forma del sueño. Y no lo


decía como una

metáfora, aunque en la Universidad lo enseñan


así… Entonces

¿qué es «soñar»? ¿Qué nos pasa cuando


soñamos? Ocurre que

salimos del mundo físico para ingresar al mundo


invisible… Y
tome nota que no le digo que salimos de nuestro
«cuerpo», no,

porque nuestro cuerpo es parte de esto que


llamamos «realidad».

Vivir conectado al cuerpo es vivir atado a esta


realidad. En el

sueño tenemos la única posibilidad de liberamos


de esta realidad

para ingresar a la otra realidad que no vemos.


Que no vemos

mientras estamos en ésta, claro. ¿Y qué hay en la


otra realidad?

TODO. Tanto lo que hay aquí como lo que no hay


aquí. Todas

las cosas buenas pero también las cosas más


terribles. Y usted me
decía que no entendía por qué un hombre podía
vivir con una

ninfa en el fondo de un río. Y claro que un ser


humano no puede

vivir sin respirar oxígeno. Pero si salimos de


esta realidad y nos

movemos libremente con nuestro verdadero


cuerpo, entonces sí

podemos vivir en el fondo del rio con quien


queramos. ¿Y cuál es

nuestro verdadero cuerpo? ¿Cómo sabemos cuál


es nuestro cuerpo

«verdadero»? El verdadero es el que llevamos


SIEMPRE y lo

otro no es más que un traje. Yo prefiero llamarlo


«interfase». O
«avatar», si le resulta más familiar. Por ejemplo,
usted ahora me

72

LA MUJER DEMONIO

está oyendo, y si esta noche se va a dormir y


tiene un sueño oirá

a otras personas. Pero si quiere saltar un puente


con su cuerpo

físico lo más probable es que se mate. Pero si en


sueños se tira de

un puente, seguro que saldrá ilesa. Es decir


tenemos un «cuerpo»

para esta dimensión y tenemos otro «cuerpo»


para TODAS las

dimensiones, incluida ésta. Pues ese es su


«verdadero» cuerpo;
el que le sirve para todas las dimensiones… Y ese
cuerpo es lo

que llamamos, erróneamente, MENTE. Porque la


mente es el

verdadero cuerpo, lo otro es una interfase. Es


por eso que un

súcubo es bastante similar a una ninfa. Y no


todas las ninfas

son criaturas de la Naturaleza. Muchas de ellas


son mujeres que

han muerto en circunstancias trágicas. En la


antigüedad muchas

mujeres eran abandonadas por sus maridos y, al


perder la

posibilidad de sustento, se suicidaban


arrojándose al rio. Otras se
tiraban desde un barranco y morían ahogadas a
orillas del mar.

El agua era fuente de vida pero también se


cobraba las suyas.

Ahora sabemos que la mujer también era la


principal recolectora

de agua en los pueblos primitivos. Y fueron las


primeras en

descubrir sus propiedades curativas cuando las


mezclaban con

hierbas especiales; lo que hoy le llamamos


«infusiones». Es

por eso que en los mitos de los ríos y los mares


las ninfas son

las protagonistas principales. Desde tiempos


inmemoriales las
mujeres del mundo han tenido una profunda
relación con el

agua. Normalmente de empatía, otras veces de


rechazo, pero

pocas veces de indiferencia. Entonces ¿Qué hace


una mujer

cuando está sola? Puede que tenga deseos de


estar con un hombre.

Por ende, si es un espíritu, es decir si está libre


de su interfase, lo

73

MATRIARCADO II

busca cuando éste está dormido y se lo lleva a


sus aposentos para

amarle... Recuerde que para el hombre antiguo


sus sueños eran
«reales». Él vivía en un mundo «bidimensional».
Nosotros, en

cambio, vivimos en un mundo de una sola


dimensión. Y sujetos

a lo que quieren nuestras instituciones


políticas...”

“Los antiguos eran gente práctica que contaban


lo

que vivían. No eran dados a perderse en


detalles… El

pensamiento analítico era manejado por pocos, y


buena parte

de ese pensamiento fue ocultado por la Iglesia.


No «combatido»,

ocultado, pues la Iglesia quemaba a los herejes


pero guardaba en
sus sótanos los grimorios… Los libros que
quemaban eran los

menos importantes. Muchos de ellos eran copias


de originales

o burdas chuladas. Los buenos libros no los


destruían. El papa

Honorio III poseía uno de ellos, pero todos los


papas tenían acceso

a esos textos. Todos, sin excepción, practicaban


la magia. A veces

camuflada en los rituales cristianos para no


levantar sospechas.

De hecho que el Vaticano era y sigue siendo uno


de los centros de

actividades esotéricas más importantes del


mundo. Pero yendo al
tema que nos compete, para no irme demasiado
por las ramas,

los antiguos no se andaban en detalles, es por


eso que los mitos

suelen ser algo confusos. Algunas de esas


mujeres, me refiero a

las «muertas», aprendían a conectarse mejor con


la dimensión

física, y eso les permitía tener acceso a la mente


y a la vida de los

mortales. Esas leyendas urbanas de casas


encantadas o extrañas

muñecas que «hablan» no siempre eran


supercherías... Incluso

algunas hasta podían tomar posesión de un


cuerpo de mujer e
interactuar, como impostoras, con los parientes
de la poseída. Si

74

LA MUJER DEMONIO

el espíritu no lograba tomar posesión total del


cuerpo, se producía

entonces una «simbiosis», lo que llevaba a que


las conductas y las

conciencias de ambos seres se confundieran.


Esto de la simbiosis

psíquica era muy común en los casos del «juego


de la copa»... Por

supuesto que esto de la manipulación del mundo


físico o posesión

de personas eran casos muy excepcionales. Es


muy difícil para
un espíritu hacerse de esas habilidades… En la
antigua Britania

hubo un caso registrado de una princesa llamada


Is Dahut, que

era una mujer poseída por una incontenible


lujuria. Dicen que

llevó a la muerte por «agotamiento» a muchos


nobles y guerreros

de la corte hasta que su padre el Rey, ya


desconsolado, no tuvo

más remedio que deshacerse de ella. Otras


versiones dicen que

Is Dahut estaba poseída por un demonio


femenino que se

alimentaba de la vitalidad de los hombres. No es


que se morían de
cansancio, es que se consumían en vida…
Rusalkis, a diferencia

de Is Dahut, no poseía el cuerpo de ninguna


mujer. Ella se movía

en el plano invisible, pero sabía poseer a los


hombres operando

en ese nivel. Es por eso que esperaba a que éstos


se durmieran

y, cuando ellos cruzaban el umbral, los seducía y


los llevaba a

las profundidades del río. El poder seductor de


esta entidad se

incrementaba al ser los hombres más vulnerables


a los encantos

de una mujer cuando están dormidos. Es una


regla general que
los estados oníricos potencian los sentidos. Se
decía que Rusalkis

tenía ojos de «fuego». Eso era una metáfora. No


era que le salía

fuego por los ojos. Eso hubiera espantado a


cualquier hombre.

Fuego quería decir «ganas de tener sexo».


Cuando los hombres

advertían que ella buscaba ser poseída, los


hombres se enervaban

75

MATRIARCADO II

e iban tras ella. Es lo mismo que pasa en nuestra


dimensión, sólo

que en una vibración mucho más alta. La


alegoría de los ojos
de fuego podemos verla en el mito griego de
Medusa, que con su

terrible mirada transformaba a los hombres en


piedra. Esto tenía

una clara connotación sexual; Medusa era una


sacerdotisa que

adoraba a una antigua diosa africana. Era tan


bella que podía

conquistar a cualquier príncipe. Cuando uno


dice que tal hombre

se puso «duro» cuando estuvo frente a tal mujer,


está diciendo que

estaba muy excitado. De allí que los griegos


decían que Medusa,

cuando miraba a un hombre a los ojos, lo ponía


duro como piedra.
No era casualidad que ese poder de Medusa sólo
funcionaba con

los hombres, nunca con las mujeres. En el mito


de Perseo, la

cabeza de Medusa fue usada sólo con guerreros


enemigos. La

excepción a esa regla fue Hydra, un monstruo


marino de siete

cabezas. Pero Hydra era un símbolo fálico,


representaba el poder

de los dioses. En este caso de Poseidón, rey de


los mares. Cada

cabeza simbolizaba un pene. Probablemente


Hydra haya sido

un guerrero muy poderoso o una horda de


guerreros temibles, eso
nunca lo sabremos. Rusalkis y Medusa tenían ese
mismo poder;

un mirada encendida que erotizaba a los


hombres...”

La profesora Valdés dejó de hablar. Su exposición

había sido lo suficientemente clara. Se quedó en su


silla

en silencio –mirándome– esperando a que dijera


algo.

Como había dicho al principio, no le hablé en


ningún

momento de Enrique. Aunque sabía que ella se dio

cuenta de que mi consulta se debía a un caso real.


Le

pregunté por qué los hombres no se podían liberar


de
76

LA MUJER DEMONIO

un súcubo como Rusalkis. A qué se debía esa


obsesión

de los hombres por ella…

“Rusalkis y otros tantos súcubos –dijo Valdés–


tenían

el poder de llevar al hombre a experimentar el


éxtasis sexual

más absoluto. Esclavizaban a su víctima con el


poder del deseo.

Podían ofrecerle al hombre todo lo que ellos


quisieran e incluso

mucho más. De esa forma el hombre se volvía


adicto a sus
encantos y artes femeninas, por eso le costaba
librarse… Y eso

pese a manifestar claros signos de


debilitamiento. No siempre

buscaban matar al hombre. Los súcubos no eran


todos iguales.

La mayoría buscaban una compañía para llenar


sus solitarias

vidas. La muerte era una condición necesaria


para que el hombre

se quedara a vivir en el otro mundo. Pero otros


súcubos eran

más ambiciosos y buscaban alcanzar una suerte


de condición

«divina», es decir tener el poder suficiente para


influenciar sobre
la vida de los humanos. Estos súcubos solían
hacerse presente en

los rituales de brujería haciéndose pasar por


dioses. Muchos de

los dioses paganos no eran realmente dioses sino


«bajos astrales».

El Vudú está lleno de ellos y también la religión


Umbanda.

Habrá oído alguna vez hablar del Barón Samadi


o la Pomba

Yira… Cuando estando en esos rituales esos


bajos astrales veían

que se abría un «portal», ingresaban por el


chacra coronario de

la persona para tomar posesión de su cuerpo.


Lograr la toma
de un cuerpo implicaba disponer de mucha
energía. Y una de

las formas de adquirir esa energía era


succionando la libido de

los hombres, pues la libido se produce en el


chacra basal, que es

donde se enrosca la Kundalini... Y la Kundalini


es la que lleva

77

MATRIARCADO II

la energía al resto de los chacras, por lo que si


un hombre pierde

libido, pierde energía para todas las demás


actividades. Lo que

descubrió Freud sobre la naturaleza sexual de la


energía humana
lo sabían los hindúes hace miles de años... Estos
súcubos que

se dedicaban a «chupar» la libido de los hombres


eran los más

peligrosos y recibían el nombre de« bichos».


Porque lo que hacían

era justamente eso: chupar como insectos la


sustancia vital de

sus víctimas. Los hombres que llegaban a caer en


manos de estas

criaturas siniestras se consumían lentamente en


vida. Podríamos

decir que estos seres practicaban una suerte de


vampirismo

vital. No succionaban sangre, como lo hacen las


vampiras
tradicionales, sino energía… Tampoco utilizaban
la fuerza para

someter a su víctima sino que proponían un


intercambio; ellas

otorgaban el placer total y ellos, como pago, les


daban su energía

física. Pero esa transacción escondía una


trampa. Una vez que

se concretaba el vínculo, el hombre no podía


renunciar a él y al

final quedaba reducido a ser una indefensa


mosca en manos de

una araña fatal que le inyectaba el veneno más


dulce. La víctima

quedaba atrapada en una telaraña de deseo del


que le era casi
imposible escapar. Y ella, como araña de
ensueño, le consumía

su vida hasta dejarlo seco. Noche tras noche


hasta el último día,

el hombre se consumía en los brazos del súcubo,


hasta que al

final moría feliz, adorando a su poseedora. En


algunos casos el

hombre era rescatado, generalmente por un


familiar o amigo,

pero la mayoría de las veces la víctima no


lograba salvarse.”

El relato de la profesora Valdés parecía sacado de

78
LA MUJER DEMONIO

una crónica de terror. Me costaba creer que en


nuestro

mundo existieran horrores como éstos. El saber


que por

el mundo había gente invocando a criaturas del


infierno

llenó mi alma de espanto. Una se resiste a creer,


en

principio, que esto pueda ser verdad. Pero al


pensar en

el pobre de Enrique, y en su extraño deterioro


físico, no

tuve más remedio que tomarme en serio sus


palabras.

Me devolvió un poco la esperanza el saber que a


Enrique

podía salvarlo… Aunque no tenía idea de qué


forma lo

podría hacer. Me moría por decir la verdad.


Decirle a

esa mujer lo que había visto. Sentí en lo más


hondo de

mí que ella podía comprenderme y ayudarme. Pero


mis

prejuicios de quedar como una excéntrica fueron


más

fuertes y es por eso que callé. Sabía que lo que


había

visto no era un súcubo o una ninfómana … ¡Tatiana


era

un monstruo real! Alguien de carne y hueso que


andaba por

la vida alimentándose de hombres. No tenía duda


alguna de

eso . Mis ojos no me habían engañado. El


deterioro físico

de Enrique era palpable y no tenía explicación.


Había

sido testigo de su envejecimiento en tan poco


tiempo. El

pelo blanco como la nieve, la piel rugosa como el


papiro,

sus ojos celestes faltos de brillo y ahora que lo


pienso

hasta su delgadez… ¿Y ella? ¿Cómo estaba ella?


Ella

también había cambiado desde el día en que


empezó a

salir con él... De ser una niña enfermiza pasó a ser


una

joven rebosante. De pesar unos cuarenta kilos pasó


a

pesar casi sesenta. Sus pechos, sus piernas, su


rostro,

80

MATRIARCADO II

cada parte de su cuerpo se había remodelado. Y


ahora era

una diosa insoportable, un derroche de


sensualidad casi única...

En fin, toda la juventud de Enrique –ahora


convertido
en estropajo– había servido para engrosar su
belleza y su

juventud. Lo estaba chupando en vida.

Antes de irme de su oficina me acordé de pedirle

su correo electrónico para realizarle alguna


consulta.

Inesperadamente, la profesora Valdés me dio su


número

de celular, aparte de su correo… “Si tiene alguna


inquietud

no dude en llamarme. Y recuerde; en este mundo


las cosas no son

lo que aparentan...”. Cuando salí de la


Universidad, ya era

casi de noche.
Pasé una semana planeando cómo poder ayudar

a Enrique. Indudablemente era para mí un desafío


muy

grande. Ahora estaba segura de que ella era algo


muy

malo y que se estaba llevando la vida –o algo


peor– de ese

chico. Tuve la certeza de que si intentaba alejarlo


de ese

monstruo de una manera frontal iba a fracasar. Eso


sería

darle ventajas a mi enemiga. Una mujer


desquiciada

espanta hasta el hombre más sensato. La idea que


se me

ocurrió en ese momento fue que él comparara la


vida

que había tenido antes y lo que había sido con lo


que

era ahora y con la vida que llevaba. Si había en él


una luz

de razón, ese plan podría funcionar. Para lograrlo


debía

buscar más información sobre sus actividades


actuales y

81

LA MUJER DEMONIO

fotos que mostraran cómo él era antes y cómo era


ahora.

Una vez juntado todo ese material, el paso


siguiente
era tener una charla en privado con él, tranquila y
sin

exabruptos, y exponerle, con pruebas claras, mi


punto de

vista respecto de su situación. También mi


preocupación

sobre lo que le estaba pasando. Debía mostrarme

afectuosa, casi maternal si era posible, pues el


hombre

confía más en una mujer que le quiere a otra que es


fría.

Si lograba hacerlo dudar, aunque sea un poco, de


que su

vida se estaba deteriorando, podría esperanzarme


de que

abandonara a esa espantosa «mujer». Puse toda mi


fe en

ese conocido axioma que dice que “la duda es el


puntapié

inicial de la sabiduría” .

Las fotos fueron lo más fácil de encontrar. Había

algunas guardadas en su computadora cuando


trabajaba

en mi oficina y otras que le había podido sacar con

mi celular. No eran muchas fotografías y no todas

tenían la mejor vista, pero era lo único que tenía


en

ese momento, así que las guardé en un pendrive


para

imprimirlas luego en mi impresora. Después


accedí a su
currículum y tomé nota de sus antecedentes
laborales.

Eso lo adjunté a su último trabajo en el chiringuito,

donde tenía aún su dirección. Lo último fue ver


cómo

iba su evolución en sus estudios, por lo que me


dirigí a

la Universidad donde asistía. Me llevé una mala


sorpresa

cuando me informaron que hacía más de una


semana

que no concurría a clases. El terror me invadió. Mi

82

MATRIARCADO II

mente imaginó lo peor. Salí inmediatamente de allí


y

tomé un ómnibus en dirección a su trabajo.


Esperaba

encontrarlo en el chiringuito atendiendo a toda la


gente.

Pero mis esperanzas fuero vanas. No había rastros


de

él. Cuando llegué al negocio de comidas había


otro

joven atendiendo. Hablé con el nuevo empleado


para

saber qué había sido de Enrique. Sólo me dijo que


no

sabía nada y que él estaba trabajando allí desde


hacía

una semana. Entonces no vi otra posibilidad que ir


a

buscarlo a su departamento. Era el último lugar


que me

quedaba. Tomé un ómnibus y en cuestión de


minutos

ya estaba en la puerta del edificio.


Afortunadamente el

transporte público aquí en Madrid funciona muy


bien.

Eso me tranquilizó. Cuando quise entrar al


edificio,

nadie me atendía el contestador… Mis nervios


volvieron

a crecer. Llamé al portero y le expliqué la


situación, y al

minuto ya estaba en la puerta. El hombre era de


baja

estatura y aparentaba tener sesenta años. Estaba


vestido

con botas y un prolijo overol azul. Me miró a


través del

vidrio y después me hizo pasar. Creo que se dio


cuenta

que estaba bastante nerviosa. Le mostré mi


credencial

de asistente, pero el hombre me hizo un gesto con


la

mano indicando que no era necesario. Por fin ya


estaba

adentro del edificio.

Recuerdo la mirada del portero en el momento


en que me hizo pasar. El hombre me miró a la cara

con la expresión de estar al tanto de algo. De esos

83

LA MUJER DEMONIO

que saben cosas pero las tienen bien guardadas.


Que

callan. Que no las dicen. Caminamos juntos por el

pasillo encerado y luego subimos por las


escaleras. El

ascensor estaba descompuesto así que no tuvimos


más

remedio que caminar. Ya en el 2do. Piso nos


dirigimos

al departamento de Enrique. Yo, para mis


adentros,
rezaba para que todo estuviera bien. “¿El
muchacho del

2do.B ? Sí, lo conozco. Yo acá conozco a toda la


gente”, me iba

diciendo el portero mientras subíamos las


escaleras. “Es

un muchacho canoso, joven, que vive con una


chica de nombre

Tatiana…Nos conocemos desde hace meses


porque él trabajaba

en el ayuntamiento conmigo” fue lo que le


respondí en

medio de la ansiedad. “No sabía que vivía con


una mujer…

La vez que lo vi siempre estaba solo” . ¿Solo? ¿A


qué se
refería? Yo esperaba que no se hubiera mudado.
Tal vez

me estaba hablando de otra persona en vez de


Enrique.

En ese momento temí encontrarme con alguien que


no

fuera él…

El portero tocó el timbre y esperó. Luego, tocó por

segunda vez. “Tendremos que entrar” me dijo.


Nadie nos

abría la puerta. Metió la llave en la cerradura y la


giró.

Luego giró la perilla de la puerta y ésta se abrió de


par en

par. El departamento estaba completamente a


oscuras.
Cuando el hombre encendió la luz, el recinto
estaba

todo en orden aunque un poco descuidado.


Ingresamos

al departamento y recorrimos el interior de living.


Había

restos de comida y unos vasos vacíos en una de las


mesas.

84

MATRIARCADO II

Al aproximarnos al dormitorio escuché el suave


sonido

de una música. Noté que venía del dormitorio,


entonces

le pedí al portero permiso para entrar allí. Él me


hizo
señas que sí y me siguió hasta la habitación.
Cuando

pasé el umbral de la puerta vi a un hombre sentado


en la

cama. Se estaba poniendo el calzado, como si se


acabara

recién de levantar. En la mesita de luz había una


radio

encendida. De allí procedía la música que


escuchábamos

desde el living. Me sentí en ese momento


avergonzada

al ver que me había equivocado de persona, por lo


que

tuve unas ganas enormes de largarme rápido de


allí. Ese
no era el hombre que buscaba. Mi desesperación
me había

hecho equivocarme… Un sujeto de unos setenta


años,

de pelo canoso y con barba, intentaba incorporarse


con

dificultad mientras nosotros lo mirábamos en


silencio.

El hombre se giró para mirarnos, pero no dijo una


sola

palabra. Daba la impresión de que estaba


borracho,

aunque en la habitación no había olor a alcohol. En


mi

vergüenza me acerqué al sujeto para disculparme


por mi
insolente intromisión. No sabía cómo pedirle
disculpas

pero sabía que lo tenía que hacer. Era necesario


salir

de esa incómoda situación de una manera


decorosa.

Entonces, me dirigí a él. El hombre, algo


adormecido,

alzó su cara para mirarme, y cuál fue mi horror


cuando

en sus ojos pude ver que ese hombre era...


Enrique.

“¡Enrique!” dije azorada, no pudiendo creer lo


veía... ¡Allí

estaba mi ex compañero convertido en un


vejestorio! En
85

LA MUJER DEMONIO

un triste despojo humano cual sombra de lo que


había

sido. Desesperada y no dando crédito a lo que mis


ojos

me trasmitían, intenté alzarlo con mis brazos


mientras

el portero se acercaba a ayudarme. Enrique se


levantó

con dificultad, pero cuando lo hizo se me zafó de


las

manos y fue a dar contra el piso. Estaba


completamente

debilitado. Apenas si podía moverse. Llamamos


de
urgencia a una ambulancia y lo trasladamos hasta
el

Hospital Virgen de la Torre, donde quedó


internado un

par de días hasta que al final pudo recuperarse.


Durante

todo ese tiempo que Enrique estuvo internado en el

hospital yo lo asistí diariamente. Le llevaba


comida y

algo de beber, y algunos días me quedé a pasar la


noche.

El día que le dieron el alta le di gracias a Dios por


dejarle

vivir. Por haber permitido el milagro. La pesadilla


había

terminado y Enrique estaba en el mundo de los


vivos.

Cuando creí que la noche se hacía eterna, abrí la


ventana

y pude ver el Sol…

Hace un año que pasó todo esto, como bien dije

al comienzo del relato. Y confieso que jamás


pensé que

podría vivir una cosa así. No le conté esta historia


a

nadie salvo a personas de mi íntima confianza.


Aquí

86

MATRIARCADO II
en España la gente, por lo general, sólo cree en lo
que

dicen las instituciones. Y si sales un día a contar


cosas

como ésta, no te saludan más y pasan a


considerarte una

loca. Yo creo más en lo que he vivido, en lo que


me ha

lastimado y en lo que ha ayudado a curarme.


Nunca fui

una persona religiosa ni vivo pendiente de lo que


dice la

Iglesia. Creo, sí, que existe un orden superior que


pone

con el tiempo cada cosa en su lugar. Al final, las


cosas se
acomodan, aunque no sea siempre como uno lo
espera.

Después que Enrique saliera del hospital le


propuse que

se viniera a vivir a mi casa. Ya por ese entonces


yo y mi

ex marido nos habíamos divorciado y yo estaba


viviendo

sola hacía más de un mes. Al principio Enrique


rechazó

mi propuesta, pero yo le insistí y al final aceptó.


Ya en mi

casa y bajo mi cuidado, el amor resultó


inevitable… Una

mujer sola y un hombre solo viviendo bajo el


mismo
techo ¿por cuánto tiempo pueden negarse? La
pasión no

se hizo esperar, pero quiero aclarar que yo sentía


algo por

él. Y creo que en mi relato eso ya se traslucía...


No soy

de esa clase de mujeres que se acuestan con el


primer

hombre que ven. Él ahora me está agradecido.


Siempre

me dice que yo “le salvé la vida”. Aunque nunca


pudo

recuperar completamente su aspecto veinteañero,


al

menos se lo ve más joven y muy entero


físicamente.
Su recuperación por suerte fue notable. También
me

dijo que jamás va a volver a caer en los brazos de


una

«mujer» como esa. Que ya aprendió bien la


lección.

87

LA MUJER DEMONIO

Sí, tal vez deba creerle si no fuera porque hay


mujeres

que merecen en la historia de un hombre un


capítulo

aparte. Y por qué no decirlo también en la historia


de

las mismas mujeres ¿O es que acaso podemos


escribir
la historia de un hombre sin hablar de las mujeres
que

le rodearon? Debo confesaros, para serles fiel,


que hay

cosas que Enrique no sabe… No se lo dije hasta el


día

de hoy para preservar su equilibrio mental. Hay


cosas

que es mejor tenerlas guardadas en el último


cajón. Eso

me lo enseñó mi madre, que de estas cosas sabía


mucho.

Y es que mientras Enrique estaba recuperándose


en el

hospital, regresé al edificio donde él vivía y


mantuve
una charla con el amable portero. Me hizo pasar a
su

pequeño apartamento, donde pude conocer a quien


era

su mujer. Allí, mientras compartíamos un café, me


dio

más detalles sobre la vida de Enrique.

Lo primero que me dijo –y que me dejó

anonadada– es que nunca lo vio junto a ninguna

mujer. Aunque Enrique le habló, algunas veces, de

una tal “Tatiana”, nunca pudo verla entrar o salir


del

departamento. También coincidió conmigo en que

lo notaba físicamente más deteriorado, a tal punto


que llegó a pensar que consumía drogas o padecía

alguna enfermedad. Una noche, uno de los


inquilinos

del departamento bajó a planta baja para quejarse


de

sus constantes ruidos. El portero se dirigió hasta el

departamento de Enrique y le pidió por favor que

88

MATRIARCADO II

bajara la música. Me comentó que mientras


hablaba con

él tuvo la sensación de que allí había una fiesta…


Lo

extraño fue que no alcanzó a ver –a través de la


puerta
que había quedado semiabierta– a ninguna otra
persona

aparte de él. Esa “fiestillas” se siguieron


sucediendo,

pero ya no venía nadie a quejársele. Los inquilinos

lindantes al departamento de Enrique se mudaron,


con

el tiempo, del edificio. Aunque nunca escuchó


rumores

que explicaran por qué se marcharon.

La conversación que tuve con el portero aquel

día me abrió un abanico de misteriosos


interrogantes.

¿Quién era Tatiana entonces? O qué era, si es que


era
algo. Al principio no tenía dudas de que ella era
un ser

de carne y hueso. ¿Se puede dudar de aquello que


podemos

ver y tocar? Pero después de hablar con el portero


me

sentí desconcertada y no sabía qué pensar. Y


entonces

me acordé de aquello que dijo la doctora Valdés


respecto

a que las cosas no son lo que aparentan...


¿Estaremos

viviendo la «realidad» o es que esta realidad es


sólo un

sueño? Para mí es una pregunta sin respuesta.


Quizás
soñar y vivir sean lo mismo... Desde el día en que

Enrique abandonó el edifico, a Tatiana no le vimos


más

la cara... Era como si se hubiera esfumado. Como


si

nunca hubiera existido. Enrique, estando en el


hospital,

preguntó por ella sin hallar respuesta. Le contesté


que

desconocía su paradero y que nunca había venido


a

verle. Para mí era todo muy confuso. Él también se

89

LA MUJER DEMONIO

veía confundido. Estando un día en el ayuntamiento


preparando un informe sobre la pobreza en
España,

se me ocurrió preguntarle a un compañero de


trabajo

si se acordaba de esa rumana de pelo rubio. Él


había

estado conmigo el día que trasladamos a ese grupo


de

inmigrantes al asentamiento. Su respuesta me dejó


en

la nada. “Había varias rumanas rubias… ¿Cómo


quieres que

me acuerde?” . Busqué luego en el registro de


personas el

nombre de esa muchacha, pero tampoco pude


encontrar
nada que se vinculara con Tatiana Potcoava,
salvo lo que

yo había informado de ella cuando fue trasladada.


La

chica no era más que una palabra inscripta en una

base de datos. Ese era su único vínculo con la


realidad.

¿Habré estado yo también engañada? Quizás me


usó

como vínculo para entrar en la vida de Enrique...

Más allá del misterio que rodeaba y rodea a esa

extraña criatura, lo cierto es que mientras ella


existió

nuestras vidas transcurrieron en un túnel. Siempre

pienso en cómo habría terminado Enrique si no


hubiera

ido a su departamento ese día. El doctor me había


dicho

esa noche que lo había encontrado extremadamente

debilitado. “Pensé que tenía cáncer o algún tipo


de enfermedad

en los huesos. Me extrañó su envejecimiento de


piel. Es por

eso que ordené hacerle estudios” . Una vez que le


dieron el

alta y le propuse irse a vivir a mi casa, tuve una


charla

privada con él respecto a su relación con esa


muchacha.

Quería conocer más detalles de su relación


sentimental
90

MATRIARCADO II

con ella para poder descifrar el enigma que esa


criatura

encerraba. Saber si habían mantenido relaciones


sexuales

demasiado “fogosas” y también si eran ciertas las


cosas

que me había dicho el portero en su casa. Al final


todo

había sido cierto... Más cierto y espantosamente


cierto de lo que

mi mente era capaz de imaginar. Esto fue lo que


me contó

Enrique. Sus palabras me dejaron sin aliento...


“Las veces que fuimos a la cama fueron de
común

acuerdo… Ella me proponía que lo hiciéramos y


yo le decía que

sí… Hubo noches que Tatiana invitaba a un


grupo de amigas y

allí bebíamos y practicábamos sexo en grupo


toda la madrugada.

También poníamos música y nos tirábamos


algunas líneas…

Habían luces y cosas muy bonitas ¡Era todo muy


delirante!

Un día el portero vino a molestarnos, pero


Tatiana me dijo

que no me preocupara. Que ella iba a encargarse


de eso. Y así
fue, ella se encargó. Ningún vecino volvió a
molestarnos... Y

entonces pudimos continuar con las fiestas. Esta


vez con más

locura que antes. Cada noche venían más


mujeres... Y todas

ellas querían tener sexo conmigo... Al principio


fueron dos o

tres, pero a lo último ¡ya eran como quince!


Todas amigas de

Tatiana... Imagínate, María, cómo estaba ¡Yo


solo encerrado en

mi departamento con todas esas hembras


queriendo enfiestarme!

¿Puedes comprender eso María? –me dijo


mirándome a los
ojos– ¿Puedes COMPRENDERLO?” .

91
EL CAMPESINO Y LA PRINCESA

En un pueblito de la vieja Inglaterra había

un muchacho llamado Jason. Jason era un

joven inteligente y muy valiente. Pero Jason era el


hijo

de un pobre campesino. Sus días pasaban en el


campo

ayudando a su padre a sembrar. Un día, su padre le


dijo,

“Jason, debes irte a buscar tu destino. Ya eres lo


suficientemente

mayor y si sigues a mi lado acabarás enfermo


como yo”. Jason

quería mucho a su padre pero entendió que éste le


daba
un buen consejo, por lo que un día salió a caminar
para

pensar qué cosa iba a hacer.

Mientras transitaba por un camino de tierra vio

pasar un lujoso carruaje, y vio que en su interior


viajaba

una joven y hermosa princesa. La hija del Rey era


tan

bella que Jason se enamoró de inmediato.


Entonces

se dijo a sí mismo “Quiero conquistar el corazón


de la

princesa ¿Pero cómo puedo hacer para merecer


su corazón?”.

En aquel momento vio que uno de los guardias


arrojaba
un panfleto al suelo. Jason lo recogió intrigado y
allí

encontró la respuesta…

“Nuestro soberano se siente desahuciado por


causa

de un terrible monstruo. Desde hace un año un


enorme

Dragón viene asolando nuestras tierras,


llevándose la

93

MATRIARCADO II

vida de campesinos y de hombres fieles al Rey.


Aquel

valiente caballero que sea capaz de matar al


Dragón
tendrá como recompensa… ¡La mano de la hija
del

Rey!”

Jason era valiente y no tenía miedo de enfrentarse

a un Dragón, por lo que tomó cartas en el asunto y


fue

hasta el castillo del soberano. El Rey, cuando lo


vio,

sintió lástima de su aspecto tan enclenque. Su


apariencia

física distaba mucho de los fuertes caballeros que


habían

partido. Preocupado por perder inútilmente las


pocas

buenas armas que le quedaban, llamó a uno de sus


súbditos y le ordenó, por lo bajo, que le diera a
Jason lo

peor que encontrara.

Fue así como Jason partió del castillo del Rey a

enfrentarse al Dragón; con un caballo longevo,


una espada

vieja y una armadura oxidada. Mientras


atravesaba los

campos verdes, se detuvo en la casa de un


campesino.

Jason tenía mucha sed y su caballo empezaba a


flaquear.

El hombre que lo recibió le dio comida para que


llevara

en el viaje y una vejiga con agua fresca para que


pudiera
calmar su sed. También trajo una cuba con agua y
un

poco de pasto para su caballo. Antes de


despedirse de

Jason el campesino le advirtió que se cuidara de la

bruja... Que no se le ocurriera detenerse por nada


del

mundo si cruzaba por el bosque. Jason le


agradeció su

consejo pero como no quería perder tiempo le


desoyó.

Cortó camino por el bosque solitario y en una hora

94

EL CAMPESINO Y LA PRINCESA

estuvo al pié de las montañas.


Mientras estuvo viajando por el bosque su caballo

pisó una trampa para lobos, por lo que no tuvo más

remedio que detenerse y auxiliar a su compañero.


En ese

momento pasó una anciana, que lo miró y le


ofreció su
ayuda. El animal sangraba mucho y no podía
ponerse en

pie. Jason sospechó que esa mujer era la bruja de


la que

habló el campesino, pero al ver que estaba en


aprietos

no tuvo otra opción que ceder. La anciana lo llevó


a su

cabaña y allí le ofreció unas medicinas. “Con esto


podrás

curar a tu amigo” le dijo, y Jason le curó.


También le

dio unos consejos para protegerse del terrible


Dragón.

Después de agradecerle a la anciana, que en todo

momento se mostró amable, Jason continuó su


viaje en

dirección a la guarida del monstruo.

Mientras cabalgaba en dirección a la cueva,

pudo ver los cuerpos despedazados de los


caballeros…

Espadas nuevas y brillantes como el Sol aparecían

partidas como caña seca. Yelmos lujosos y


armaduras

de acero aplastadas sobre el piso como frágil


hojalata.

Jason era valiente pero entró en la cuenta de que


iba

muy desarmado. Comprendió que no tenía chances

de dar muerte al Dragón. En un momento de


extrema
sensibilidad se acordó de sus queridos padres. De
sus

amigos del pueblo y de todos aquellos que lo


querían.

Detuvo su caballo y se puso a pensar si realmente


valía la

pena perderlo todo por una princesa… Pronto se


acordó

95

MATRIARCADO II

de los consejos que le había dado la anciana. Y


entonces

algo indescriptible lo animó y así pudo tener


fuerzas

para poder continuar.


Cuando entró en la inmensa cueva, recordó lo que

le había dicho la anciana. “Deja tu caballo atado


a un arbusto

y ponle un poco de hierba. Luego, avanza por el


interior de la

caverna costeando el peligroso río”. Jason hizo


lo que le dijo

la anciana y avanzó por un estrecho sendero.


Mientras

costeaba el tormentoso río, unas rocas se


desprendieron

de los costados de la caverna y cayeron con


violencia

sobre él. Jason las esquivó a tiempo y pudo


continuar

sin dificultad. Si hubiese avanzado montado a


caballo,

probablemente hubiese muerto junto al animal.

Después de pasar la primera prueba, Jason llegó

hasta el borde de un precipicio. Del otro lado el


camino

continuaba, pero para llegar hasta allá debía hacer

bajar un puente. Movió la palanca y el puente bajó.

Su estructura estaba bastante deteriorada. Cuando


ya

casi lo había atravesado, recordó lo que la anciana


le

había dicho. “Traba la rueda del puente con tu


espada antes

de cruzarlo. Luego sigue hasta la cueva del


Dragón” . Jason
hizo lo que la anciana le indicó y de esa forma
atravesó

la plataforma. Cuando llegó al otro extremo del


mismo,

pudo ver a pocos metros el cadáver de un soldado

muerto… Ahora entendió el consejo de la anciana.


Si

no trababa el puente con su espada, éste se


levantaba y

era imposible regresar. El soldado muerto había


querido

96

EL CAMPESINO Y LA PRINCESA

escapar, pero al no encontrar salida quedó


atrapado y
murió de hambre. Jason se acercó a él y tomó su
espada,

que era mucho mejor que la que él tenía.

Una vez superada la segunda prueba, Jason se

dirigió a la guarida del Dragón. Cuando llegó


hasta allí

encontró al Dragón dormido. Jason se relamió. Era


su

día de suerte. Se aproximó con sigilo a la bestia


para

rematarlo con su espada, pero luego recordó lo


que le

había dicho la anciana... “Cuando llegues a la


guarida del

Dragón, despójate de todas tus armas incluida tu


armadura. Una
vez que estés cerca de él, prepara tus polvos
mágicos” . Jason hizo

caso al consejo, retrocedió en sus pasos y se


despojó de

su armadura y su espada. Una vez libre de ellas,


volvió a

aproximarse al Dragón. Notó que al no tener


armadura,

no hacía ni el más mínimo ruido. Una vez que


estuvo a

unos metros, pudo ver que el animal sangraba.


Tenía una

herida abierta en una de sus patas. Jason se acordó


de su

caballo herido en el medio del bosque y luego se


acordó
de las palabras que la anciana le dijo antes de
marcharse;

“Busca su herida en alguna parte del cuerpo…


El animal fue

herido por uno de los caballeros del Rey. Luego,


cúrale con este

ungüento” . Jason sacó su medicina y la arrojó


sobre la

herida abierta. Entonces la herida del Dragón se


cerró

como por arte de magia, y cuando estuvo


totalmente

cerrada la enorme bestia se despertó…

Jason se sintió aterrorizado. Pensó que su vida

ya estaba acabada. Pero el Dragón dirigió su


mirada a
97

MATRIARCADO II

su herida y luego alzó sus alas y se marchó. En su


lugar

había dejado un rubí enorme, rojo como el fuego


y con forma

de corazón. Jason recogió la joya y la guardó en la


bolsa

donde tenía sus medicinas. Después regresó por


donde

había venido hasta rencontrarse con su viejo


caballo. El

animal se había comido toda la hierba que Jason le


había

dejado, entonces montó sobre él y marchó de


regreso
al castillo. Ya había superado, felizmente, la
tercera y

última prueba. Cuando iba atravesando el bosque,


se

acordó de la pobre anciana... Decidió antes pasar


por su

cabaña para agradecerle la ayuda que ésta le había


dado.

Cuando llegó a la humilde propiedad, bajó del


caballo

y golpeó la puerta. Pero al ver que nadie le


atendía,

ingresó a ella pidiendo permiso. La pobre anciana


estaba

acostada en una catrera, profundamente dormida.


Su
aspecto exterior lucía enfermizo pero su rostro
reflejaba

una profunda paz. Jason temió despertar a la


anciana,

por lo que le dio un tierno beso en su mejilla y se


alejó.

Pero antes de que Jason atravesara la puerta, una


voz

muy joven de mujer le detuvo…

“No te vayas todavía, pues soy yo quien tiene que

agradecerte. Haz logrado destruir el maleficio


que una bruja de

la Reina había hecho sobre mí… Ahora he vuelto


a ser lo que

era antes y todo gracias a tu noble corazón” .


Cuando Jason se
dio vuelta para mirar a quien le hablaba, no podía
creer

lo que veía. Aquella mujer avejentada y enferma


era

ahora una hermosa doncella. “Yo estaba


prometida para el

Rey pero mi rival –la actual Reina– me echó un


maleficio. Dejé

98

EL CAMPESINO Y LA PRINCESA

de ser una hermosa princesa para pasar a ser


una mujer vieja y

enferma. Con ese ardid me sacó del medio y


logró casarse con el

Rey, quedando yo en una situación de lo más


triste y calamitosa.
Llena de vergüenza y dolor huí de mi palacio y
me refugié en

este oscuro bosque. Aquí encontré un puñado de


gente buena que

me dio asilo y me ayudó a sobrevivir. Fui


aprendiendo las artes

mágicas buscando una cura para acabar con mi


maldición. Y fue

eso lo que hizo que me ganara el mote de bruja y


que la gente me

temiera. Pero fracasé en todos mis intentos ya


que lo único que

podía liberarme de ese embrujo era el beso de un


hombre joven…

Como podrás ver ¿Qué jovencito querría besar a


una vieja fea y
desdentada? Pero tu beso, aunque fue en la
mejilla, estuvo lleno

de amor y compasión… ¡Y eso, increíblemente,


me liberó del

maleficio!” .

Jason se despidió de la doncella no sin antes

prometerle que regresaría. Llegó hasta el castillo


del Rey

y allí le entregó la prueba de su proeza. El Rey,


con la

ayuda de un experto, inspeccionó la extraordinaria


joya,

y el veredicto fue que esa piedra no podía ser otra


cosa

que el corazón de un Dragón. Por lo que dieron


por
verídica la historia del campesino de que había
logrado

dar muerte a la bestia y así Jason se adjudicó el


derecho

de obtener la mano de la princesa. Pero Jason


rechazó la

oferta aludiendo que su corazón estaba en manos


de otra

mujer… y que para él ya era un honor saber que


había

salvado a Inglaterra. Pidió que se le diera, como


premio a

su heroísmo, el título de caballero. El Rey,


impresionado

por su hidalguía, le contestó que un verdadero


caballero
99

MATRIARCADO II

debía tener bienes y tierras, por lo que le ofreció,


como

recompensa, grandes territorios y una mansión


para

vivir. Jason aceptó la oferta del Rey y así se


convirtió en

un hombre muy rico. Cuando ya estuvo instalado


en

su mansión, regresó al bosque montado en un


hermoso

caballo. Allí se encontró con la doncella –tal


como le

había prometido– y se la llevó a vivir para


siempre a su
fastuosa propiedad.

Cuenta la historia que ambos se casaron, que

tuvieron muchos hijos y fueron felices. Los hijos


del

campesino también fueron prósperos gracias a la


fortuna

que les dejaron sus padres. La Reina en poco


tiempo

enfermó, hasta que un día fue hallada muerta en las

afueras del castillo. Dijeron que no soportaba


verse vieja

y enferma y que por eso decidió matarse


arrojándose

desde una torre. El Rey falleció de viejo, como


tantos
reyes que aparecen en los libros. Y el Dragón
nunca más

fue visto ni en Inglaterra ni en algún otro lugar.

“A la memoria de Nelson Mandela,

que venció al Dragón con la medicina del amor”

100
SECRETOS DE FAMILIA

A diferencia de la mayoría de los varones, yo

me crié entre mujeres. En mi familia éramos

papá, mamá, yo y cuatro hermanas. Mis primos


eran en

su mayoría chicas y mis tíos eran en su mayoría


señoras.

Es por eso que cuando mi familia organizaba algún


tipo

de reunión, las cosas por lo general las decidían


siempre

ellas. Mi mamá me decía que nuestra familia


funcionaba

como un matriarcado, y que por eso todo en casa


caminaba
sobre ruedas. Y aunque mi papá no creía en ese
tipo de

cosas, lo cierto es que en mi familia los problemas


eran

la excepción. Como les dije anteriormente, en mi


familia

no todos eran mujeres. Cuando era niño solía jugar


con

un primo llamado Ben, que era unos años mayor


que

yo. Cuando Ben venía a mi casa, siempre junto a


sus

hermanas, nos íbamos a la playa –que estaba a


cuadras

de donde vivía– a jugar futbol. Nos pasábamos


horas
pegándole a la pelota, hasta que caía la tarde y mi
tía

Clara –su mamá– nos llamaba a cenar. Nos


divertíamos

mucho con mi primo Ben, hasta que un día creció y


no

lo pude ver más. Mamá me dijo que está viviendo


en

Canadá con una chica que conoció en el barco


cuando

se dirigía rumbo al Golfo Pérsico. Ben se anotó en


el

ejército y estuvo en Irak y Afganistán. Apenas


volvió de

102

MATRIARCADO II
la guerra, se casó con ella y se fue a vivir a ese
país. A

veces nos escribe por el Facebook o nos envía


alguna

postal. Y cuando llama a casa por teléfono, en


ocasiones

le hago recordar las viejas épocas que pasábamos


en la

playa. Así que no se asombren si, mientras relato


mi

extraordinaria historia, aparecen en mi vida


situaciones

que no son comunes en un chico «normal».

En este momento tengo 17 años y me falta poco

para empezar la Universidad. Mis hermanas se


fueron de
casa y a mis primas apenas las veo. Pero lo que
me pasó

y que voy a contaros ocurrió el verano pasado. Yo


en ese

momento tenía 16. En realidad todo comenzó


cuando

yo era muy pequeño, pues esta historia se remonta


varios

años atrás... Nuestra casa está ubicada muy cerca


de una

playa, por lo que el mar ha sido una parte


importante de

mi vida. Por aquella época, todos los veranos,


recibíamos

la visita de mi tía Emma. Una mujer muy especial


que
ha marcado mi vida enormemente. Tía Emma era
una

mujer extraordinaria, podía pasarme horas


hablando con

ella. Tenía una cultura impresionante y daba la


sensación

de haber viajado por todo el mundo. Podía hablar


de las

costas del Japón o de los pescadores de los


puertos de

Australia como si hubiera vivido allí. Recuerdo


que

un día, mientras caminábamos juntos por la playa,


me

relató la historia de los navíos más importantes


que
se habían hundido en el mar. Todo surgió después

que estrenaron la película Titanic, protagonizada


por

103

SECRETOS DE FAMILIA

Leonardo DiCaprio. Yo había ido al cine con mi


madre y

mis hermanas y había quedado impactado por las


escenas

del hundimiento. Los efectos especiales de la


película

me parecieron de un realismo casi perfecto. Tía


Emma

me habló del Titanic y de otros barcos que


terminaron
como él. Y de los personajes famosos que
murieron en

sus viajes por altamar. Lo que me llamó la


atención de

sus relatos eran los detalles que daba de tales


eventos.

Conocía situaciones inverosímiles que no


aparecían en

ningún libro especializado sobre el tema. Muchas


de

las joyas de la aristocracia más importante de


Europa

todavía yacían intactas sepultadas en las


profundidades

del mar. Afirmó con mucha seriedad que si el mar


le
devolviera al hombre todas las riquezas que le
quitó en

siglos los hombres podrían fundar una nación


entera.

Tía Emma no era sólo una mujer instruida sino

también sumamente atractiva. Cuando salíamos por

las tardes a caminar por el pueblo junto a mi


madre y

mis hermanas, era común que los hombres se


dieran

vuelta para mirarla. Parecía desprender algo que


le era

irresistible a los hombres. Yo también, a medida


que fui

creciendo, fui sintiendo esa extraña atracción. Y


eso fue
lo que derivó en un suceso que relataré más
adelante.

Las veces que íbamos a la playa en familia, tía


Emma

sobresalía sobre el resto de mis tías. Solía


internarse

en el mar y alejarse de la costa hasta una distancia


en

donde nadie podía ya alcanzarle. Ninguna de mis


tías se

104

MATRIARCADO II

animaba a ir hasta donde iba ella, incluyendo mi


propia

madre. Se sumergía por debajo de las olas y


aparecía cien
metros más lejos. ¡Ni que fuera un auténtico pez!
Un

día yo le dije que quería aprender a nadar como


ella. Y

entonces ella me tomó de la mano y me llevó lejos


mar

adentro. Yo al principio estaba muy asustado.


Temía no

poder resistir. Pero ella me sujetó fuerte de un


brazo e

impidió que me hundiera en el agua. ¡Fue uno de


los

momentos más fascinantes de mi vida! Recuerdo


que

estaba como a 500 metros alejado de la costa y


podía
flotar en el mar tan liviano como un corcho. Me
enseñó

a mover los pies y los brazos con regularidad


mientras

me sostenía por detrás de la espalda para evitar


que me

hundiera. Cuando vio que había perdido el miedo,


me

soltó y empecé a nadar solo… Después me dijo


que no

debía tenerle miedo al mar. Que si le tenía miedo


sería

mucho peor. “El mar no se lleva a aquellos que


luchan por

sobrevivir –dijo– Cuando estás en el mar,


recuerda que tienes
que ser uno con él” . Cuando regresé a la costa
con mi tía,

le conté a mamá mi gran hazaña. Ella sonrió y no


le dio

demasiada importancia. Me dijo que con tía


Emma,

hasta los muertos podían nadar bien. Tardé tiempo


en

comprender sus palabras, pero ahora sé por qué


me lo

dijo.

Otra cosa que tenía mi tía era su extraordinaria

capacidad para contar historias. Ella decía que


eran

historias verdaderas pero mi papá me decía que


eran
105

SECRETOS DE FAMILIA

cosas inventadas. Por supuesto no lo decía delante


de

ella. Cuando terminábamos todos de cenar, mi


madre

se levantaba de la mesa para prepararnos café.


Entonces,

mientras el café se hacía, tía Emma daba comienzo


a

sus extraordinarios relatos. Cuando ella hablaba


en la

mesa todos prestaban mucha atención. Nadie hacía


un

gesto que denotara descreimiento o burla. Una vez


nos
contó la historia de un famoso salvavidas que
murió en

los mares de China por la década del 70`. Ese día


estaba

rescatando a gente de un barco pesquero que se


estaba

hundiendo en el Pacífico por causa de un tifón. Fue


con

su equipo de rescate hasta el lugar donde estaba el


navío.

Cuando rescató al último sobreviviente, la puerta


por

donde debía salir se cerró y entonces no pudo


escapar.

Su cuerpo nunca pudo ser recuperado, quedando


en el
fondo del mar junto al pesquero hundido. El
gobierno

Chino le condecoró con honores y su nombre está

inscripto en uno de los barcos de la armada. Desde

ese día hasta la fecha, mucha gente que se ha


perdido

en los mares de ese país o que ha naufragado


producto

de un hundimiento, afirman haberlo visto en el mar

ayudándoles para que no se ahoguen… y que hasta


el

día de hoy su espíritu sigue socorriendo a aquellos


que

quedan extraviados en el mar. Otra noche que cenó


con
nosotros nos contó la historia de un barco
fantasma. Esta

fue una de las historias más increíbles que escuché


en mi

vida. No conozco a nadie que crea en historias de


barcos

fantasmas, pero tía Emma me ha dicho que esos


barcos

106

MATRIARCADO II

existen de verdad. Uno de ellos fue el “Santa


Helena”,

un navío de la armada española que se hundió en


el mar

Mediterráneo en el siglo XVII. Había partido de la


isla
de Córcega en dirección al puerto de Lisboa, y se
hundió

cuando fue atacado por un barco de la armada


inglesa.

Aunque el hundimiento del Santa Helena fue hace


más

de tres siglos, el barco sigue navegando por esas


aguas

hasta la actualidad. La leyenda dice que todavía


sigue

buscando la ruta que lo lleve hasta el puerto de


destino.

Ese puerto al que sus tripulantes no pudieron


llegar

jamás... Se dice que el Santa Helena siempre va


viajando
en la misma dirección. Es decir de Córcega hasta
el

peñón de Gibraltar. Generalmente ha sido visto de

noche o poco antes de que se ponga el Sol. Dicen


que su

casco se ve todo iluminado, como poseído por un


aura

sobrenatural. Las velas son de un blanco


impecable y la

cubierta bellamente ornamentada. Tía Emma


cuenta

que han habido navíos modernos que han ido


detrás del

Santa Helena cuando han tenido la suerte de verlo.


Pero

cuando han estado a punto de cogerle, el barco se


acelera

y se vuelve inalcanzable. Otras veces se sumerge


en la

oscuridad de la noche y aparece en otro lado, a


muchos

metros de distancia de su perseguidor. Esto no es


lo

más llamativo, porque historias como ésta


conocemos

a montones. Lo interesante fue lo que le ocurrió a


una

embarcación griega que se hundió en el


Mediterráneo

por los años 80`. Las autoridades les daban por


muertos,

pero al final los encontraron en el mar flotando en


cajas

107

SECRETOS DE FAMILIA

de madera. Cuando los sobrevivientes fueron


llevados a

la costa, éstos le dijeron a la prensa que cuando su


barco

se hundió por la acción de una tormenta fueron


pronto

rescatados por un buque antiguo. Al principio


pensaron

que era un «barco de museo» que estaba viajando

ocasionalmente por allí. Pero cuando los


tripulantes de

la nave los subieron a cubierta, éstos vestían


ropajes de

la época de la conquista. Una vez a salvo en el


barco, sus

tripulantes les dieron ropas secas para que se


cambiasen

y luego los invitaron a cenar. Contaron que toda la


vajilla

del barco era lujosa. Incluso los muebles, de la


madera

más cara. Bebieron en copas de plata que


«brillaban como

un espejo» y comieron con cubiertos ornamentados

que hoy costarían miles de dólares. El vino sabía


de lo

mejor, a tal punto que no se cansaban de beberlo, y


la
carne era tan deliciosa que no recordaban haber
probado

nada igual. Después de pasar toda la noche junto a


estos

extraños marineros, éstos les informaron que


debían

abandonar el barco, pues una nave venía por ellos.


El

capitán los hizo bajar en unas balsas que tenían


allí y

los dejaron varados en medio del mar a la espera


de la

supuesta nave. No había pasado media hora que ya


vieron

despuntar los primeros rayos del Sol. Cuando se


hizo
completamente de día, el barco de rescate los
encontró.

Los sujetos en cuestión no llevaban ropas nuevas


ni

flotaban en ninguna balsa. Llevaban las mismas


ropas

que habían tenido antes del hundimiento y flotaban


en

cajas de madera que eran los restos del barco


hundido.

108
MATRIARCADO II

Desde luego, nadie dio crédito a la historia de los

sobrevivientes y la versión que se difundió en los


medios

fue la dada por un médico. Éste explicó por


televisión,

que cuando la gente queda extraviada en el mar,


suelen

tener alucinaciones y sueños fruto del mismo


pánico.

Dijo que esas visiones son un mecanismo de


defensa

que crea el cerebro para evitar la angustia. Tía


Emma

dijo que todos creyeron la versión que había dado


el

médico, menos los propios sobrevivientes, que


hasta el

día de hoy siguen sosteniendo su versión.


Yo siempre me ponía triste cuando mi tía Emma

se marchaba. El día que eso ocurría, me invadía


una

profunda nostalgia. Normalmente estaba con


nosotros

una semana y después retornaba a su pueblo. El


día que

se despedía, yo me quedaba en casa mientras mi


madre

la acompañaba hasta la ruta a la espera del


ómnibus que

la llevaba. Siempre se marchaba a la tarde, justo


antes

de ponerse el Sol. Eso me sentaba fatal, pues ese


era el

momento del día en que yo me sentía más sensible.


Yo

siempre quería ir con ellas hasta la ruta para verle


partir.

Poder darle el último adiós mientras la veía


alejarse en

el ómnibus. Pero mi madre no quería que fuera y


yo no

tenía más remedio que obedecer. Mamá decía que


ella

vivía en Colorado junto a unos parientes lejanos.


Pero

yo no recuerdo que alguna vez hayan ido hasta allá


a

visitarla. Siempre era ella la que venía a vernos,


lo cual

era para nosotros una comodidad.


110

SECRETOS DE FAMILIA

Cuando cumplí los trece años ingresé a la escuela

secundaria. Y como es lógico suponer, me


empezaron a

interesar las chicas. Tía Emma por ese entonces ya


era

un poco más mayor, aunque siempre conservaba un

aspecto bastante jovial. Cuando íbamos con mis


primas

a la playa, ella, como siempre, se perdía lejos de


la costa.

Yo me quedaba con mis primas y hermanas


jugando en

la arena a la vista de mi madre o una tía. Cuando


tía

Emma regresaba del mar, todas mis hermanas y


mis

primas –incluyendo yo– corrían a su encuentro. ¿A

qué se debía tal alboroto? Es que mi tía, cuando


volvía,

siempre traía algún trofeo del mar. Casi nunca


venía con

las manos vacías. Un día regresó con un pulpo


enorme

de color rosado colgando de sus manos. Estuvimos

contemplando la criatura durante un tiempo y


después,

cuando ya nos cansamos, tía Emma lo devolvió al


mar.
Ella odiaba matar a los animales
innecesariamente. Otra

vuelta había venido con una caracola enorme.


Medía

como ocho pulgadas de diámetro y media yarda de

longitud. Recuerdo que todos queríamos quedarnos

con esa caracola, lo que originó que entre nosotros


se

produjera una gran reyerta que por poco no


terminó

mal. Mi madre, para zanjar la cuestión, decidió


hacer

un sorteo entre nosotros y así se resolvió la


trifulca. La

favorecida de la diosa Fortuna fue mi prima Lisa,


que
se llevó la caracola a su casa con una cara que
explotaba

de felicidad. Yo esa tarde había quedado muy


enojado.

111

MATRIARCADO II

Estuve sin hablar en lo que restó del día pues


quería tener

esa caracola en mi cuarto. Apenas si abrí la boca


para

comer la comida que me sirvieron en la cena.


Cuando ya

estaba en mi dormitorio acostado, tía Emma entró


por

la puerta trayendo un obsequio consigo… Mis ojos


no
podían dar crédito a lo que ella traía en sus manos.
No

era una caracola gigante ni tampoco un animal


exótico.

Era la perla más enorme que había visto en mi


vida. Era

de un color blanco dorado y medía ¡casi tres


centímetros

de diámetro! Tía Emma me dijo que en el mar


habían

perlas mucho más grandes, pero estaban en lugares

muy profundos y que por eso no se conocían…


¿Cómo

sabía mi tía que existían perlas tan gigantescas? Si


en

verdad no eran “conocidas”, ella tampoco tenía


por qué

conocerlas.

Hacía tiempo que yo me hacía preguntas sobre

la tía más querida por todos. De niño, como era


lógico,

no indagaba sobre esos interrogantes. Todo me


parecía

maravilloso y simplemente me limitaba a vivir.


Pero

cuando me hice un adolecente, mi sentido lógico se

empezó a desarrollar, y fue entonces cuando quise


saber

más cosas sobre la vida de mi tía. Si de niño sus


relatos me

parecían verosímiles, de mayor me parecían poco


menos

que absurdos. Y ya no me resultaba divertido


reunirme

en la mesa a escuchar sus historias. Cuando cumplí


los

16 años ya tenía acumulada bastante información.


Sabía

que muchas de las historias que ella nos contaba


eran

112

SECRETOS DE FAMILIA

imaginerías. Al menos eso decían mis profesores y


los

libros de ciencia que había podido leer. Una


noche,
cuando estábamos en la playa, tía Emma me
confesó

su gran secreto. Me relató una historia que había


vivido

y que me costó bastante creer, pero la forma en


que se

dirigió hacia mí me pareció profundamente


sincera.

Me dijo que cuando era una niña vivió por un


tiempo

a orillas del mar. Su padre había conseguido


trabajo en

el puerto y se mudaron a vivir allí. Estando un día


en la

playa jugando con unas caracolas, vio a lo lejos la


silueta
de una mujer recostada sobre la arena que le llamó

mucho la atención. Corrió hacia donde estaba la


mujer

y cuando llegó hasta allí vio que le faltaba un


pedazo…

Cuenta que se asustó de lo que vio, pues sólo la


mitad de

ella era completamente humana. La otra mitad,


pegada a

su cuerpo, tenía la forma de un pez. La extraña


criatura

parecía débil y tenía serias lastimaduras en su


cuerpo.

Deba la sensación de haber estado luchando contra

alguien que había querido capturarla. Mi tía relató


que
fue hasta su casa, recogió unas medicinas y regresó
hasta

donde estaba la criatura. También se llevó consigo


una

lata de sardinas que había en la heladera. Intentó


curarle

las heridas y abrió la lata para que pudiera comer.


La

criatura –que era una sirena– comió el alimento,


pero más

tarde lo vomitó. La alzó luego en los brazos para


llevarla

hasta el mar, pero era tan pesada para ella que no


pudo

transportarla. Se detuvo unos segundos para


descansar, y
113

MATRIARCADO II

entonces vio cómo la criatura se ahogaba.


Comprendió

que le faltaba el oxígeno, entonces, desesperada,


tomó

una decisión drástica. La cogió por uno de sus


brazos y

la arrastró violentamente hasta llegar al agua. Tía


Emma

me contó que usó todas sus fuerzas… “Tiraba y


tiraba

para poder salvarle la vida. No quería que


muriera. Mis ojos se

llenaron de lágrimas al sentir que ella podía


morir… Cuando la
sirena tocó por primera vez el agua, sentí un
fuerte dolor en uno

de mis brazos. Fue como una punzada. Como si


fuera atravesada

por el aguijón de una mantarraya… Miré para


saber cuál era

la causa de ese pinchazo, y vi a la sirena. Su


boca repleta de

dientes estaba hundida en lo profundo de mi piel.


La criatura se

me quedó mirando con esos ojos fríos e


impenetrables. Luego me

soltó el brazo y se fue nadando entre las olas.


Nunca más volví

a verla… Cuando llegué a mi casa esa tarde, mi


cabeza volaba
de fiebre. Mi brazo se había hinchado y tuvieron
que llevarme

al hospital. Les mentí a mis padres diciéndoles


que me había

mordido un pez. Pero el médico le dijo a mi


madre que los peces

de la costa no mordieron a nadie en años. Al


final todos creyeron

que el causante de la mordida había sido la cría


de un tiburón, y

todo quedó ahí, por lo que pude guardar mi


secreto”. Mi tía me

siguió relatando los cambios que le ocurrieron


después.

Cómo empezó a entender las cosas de otro modo y

cómo cambió su relación con las personas… “Con


el

tiempo me volví más sensitiva. Empecé a sentir


amor por todas

las cosas. Hasta por el más pequeño insecto…


Comprendí que

los humanos éramos muy egoístas, que estábamos


atacando la

114

SECRETOS DE FAMILIA

vida y que no estábamos cuidando como


debiéramos el planeta…

Fue así como me volví más huraña. Me


molestaba mucho estar

junto a otras personas…. Entonces, fue cuando


regresé de nuevo
a la costa. El estar cerca del mar me infundía
una profunda

paz… Pasaba horas nadando entre las olas,


hasta que un día

me di cuenta que tenía habilidad para nadar…


Con el tiempo

me fui animando a nadar más seguido. Al


principio cerca de

la costa, y finalmente a kilómetros de ella… Me


convertí en la

mejor nadadora del pueblo. En las competencias


que se hacían,

yo era insuperable… Finalmente vinieron los


sueños. En ellos yo

podía sumergirme en el mar…” .

Yo escuchaba muy atento el relato de mi tía. Por


primera vez en tanto tiempo, sentí que ella me
hablaba

con el corazón. Le seguí escuchando en silencio,

mientras caminábamos por la solitaria playa. La


brisa

del mar refrescaba nuestros cuerpos y el murmullo

de las olas relajaba nuestras almas. Era temprano


para

regresar a casa. Sabíamos que nuestros padres


estaban

todavía despiertos… “En mis sueños –prosiguió–


comencé a

conectarme con las sirenas. Al principio pensé


que eran fantasías

mías, pero luego supe que había algo real en


esos encuentros…
Un día una de las sirenas me dijo que pronto iba
a haber un

gran desastre en el mar. Me dijo que miles de


peces iban a morir

y que el daño al océano se iba a prolongar por


mucho tiempo.

A la semana de haber tenido ese sueño, la


televisión americana

mostraba el hundimiento de un barco petrolero


en el golfo y la

muerte atroz de millones de animales… Otra


noche ellas me

115

MATRIARCADO II

llevaron a las profundidades del océano Pacífico


y me mostraron
una gran rajadura en el suelo. Pude ver a la
tierra abrirse como

una gran herida y devorarse a millones de peces.


Al día siguiente

ocurrió el terrible tsunami en Hawai, que


devastó toda la isla y

dejó un tendal de muertos…”.

Mi tía me confesó, al final, que casi todas las

historias que conocía le habían sido relatadas por


las

sirenas. Me dijo que la televisión no decía


siempre la

verdad y que el gobierno de EEUU ocultaba cosas.

Afirmó que las sirenas habían intentado conectarse

con lo humanos pero que el gobierno había


frustrado

el intento, con el objeto de continuar su proyecto

militar. Ellas querían advertirnos sobre el peligro


que

se ceñía sobre el planeta pero que los gobiernos


no

habían querido escuchar y que un desastre


inminente se

avecinaba.

Después de confesarme su historia, yo le propuse

a tía Emma meternos en el mar. Esa noche justo


había

luna llena, por lo que nadar en el mar no


representaba

demasiado peligro. Mi tía se sacó sus ropas


quedándose

sólo en bombacha y corpiño. Yo me saqué mis


prendas,

incluyendo mi propio slip. Mi tía se rió


sorprendida

al verme completamente desnudo. Pero yo le dije


que

prefería nadar así pues me era mucho más cómodo.

Ella decidió seguir mi ejemplo. “Tienes razón y


voy a

hacerte caso. Total, no hay nadie en la playa que


pueda vernos” .

116

SECRETOS DE FAMILIA

Tía Emma se sacó la bombacha y después el


corpiño,

quedando ambos como Dios nos trajo al mundo...


Nos

metimos juntos en el mar y empezamos a chapotear

entre las olas. Después nos metimos mar adentro y


fue

allí donde ella empezó a guiarme. Temía que


perdiera

el control y terminara ahogado como el salvavidas.

Mientras flotábamos juntos en el mar, pude sentir


la

suavidad de su cuerpo. Cuando venía una gran ola


ella

me agarraba y yo sentía sus pechos sobre mi piel.


Para
un chico como yo, sentir por primera vez la piel
mojada

de una mujer fue una experiencia única e


irrepetible.

Cuando sentí que el mar se tranquilizó, me arrojé


sobre

el cuerpo de mi tía y me apreté muy fuerte a ella.


Sentía

deseos de tocar su piel. Suave y resbaladiza.


Voluptuosa

y sensual. Ella me abrazó fuerte, me protegió con

sus brazos y entonces… yo ya no pude contener mi

excitación. La miré a los ojos y la besé en la boca.


Y nos

quedamos así, mirándonos en silencio... Al


comprobar que en
sus ojos no había ni el más mínimo reproche, la
rodee

con mis brazos y le acaricié los pechos. Ella se


dejó tocar,

entonces yo me animé a seguir… Quería saber


hasta

dónde mi tía me dejaba hacer. Cuál era el límite


que ella

estaba dispuesta a aceptar. Yo, por mi parte,


quería llegar

al extremo. Estaba completamente excitado y


rogaba que

mi tía no me pusiera frenos. Cuando estaba a punto


de

ir más lejos con mis caricias, una ola enorme nos


separó.
Nuestros cuerpos se alejaron unos metros y
entonces

117

MATRIARCADO II

me hizo señas que debíamos regresar. Yo me sentí


muy

enojado con el mar por haberme quitado ese


tiempo

feliz. Pero aún quedaba tiempo para que


siguiéramos

jugando, por lo que no me importó demasiado


haber

perdido mi chance. Nadamos hasta la costa hasta


llegar

a la playa. Una vez en la arena, ella se me acercó y


me
abrazó. Estaba de buen humor y se reía por la
situación.

No parecía sentirse molesta por las caricias que


yo le

había propinado. Quizás porque ella era una mujer

madura y comprendía que yo estaba en la flor de


mi

adolescencia. Entonces me llevó abrazado hasta el


lugar

donde estaban nuestras ropas, y antes de llegar allí


la

tomé del brazo y le declaré mi amor…

Primero fueron unas caricias y después nos

tiramos en la arena. Allí me abrí paso entre su


gruta, que
la sentí húmeda, carnosa y caliente. Mi tía me
advirtió

sobre el período. Me dijo que estaba en su semana


“roja”.

Yo le contesté que no me importaba. Que la


amaba

tanto que me bañaría en su sangre… Copulamos


como

animales en celo. Libres de vergüenzas humanas.


No

nos guardamos nada. La playa estaba


completamente

inhóspita. Cuando terminamos lo empezado en el


mar,

nos pusimos nuestras ropas y regresamos a casa.


Durante
los días que siguieron al evento, no hablamos
nunca de

lo ocurrido en la playa. Sin embargo yo tuve que


sufrir

unos fuertes ardores en la zona de mis genitales.


Parecía

que tenía fuego, pero no me importó pues


recordaba lo

118

SECRETOS DE FAMILIA

vivido... La felicidad que sentía era tan grande que


no

pensé, en ese momento, las consecuencias que


aquello

podía tener para mi salud. La tarde que mi tía se


marchó,
yo estaba escribiendo unas notas en mi ordenador.
Mi

tía me saludó con un beso y mi madre, como


siempre,

la acompañó hasta la ruta. Como ya me estaba


haciendo

mayor, tomé la decisión de seguirlas. Nunca había

despedido a mi tía desde el ómnibus, así que pensé

que ya era lo suficientemente mayor como para no

quedarme en casa como un crío. Suspendí la PC y


partí.

Me llevaban como cien metros de distancia.


Cuando

llegué hasta la carretera, vi que mi madre y mi tía


se
desviaban del camino. Cruzaron la carretera
dejando la

parada atrás hasta llegar a un pequeño hotel que


conocía.

Allí ingresaron al edificio y, minutos más tarde,


salieron.

Ya no llevaban el bolso ni la valija. Mi tía,


además, había

cambiado sus ropas. Intrigado, me escondí en un


lugar

y las observé. Las dos mujeres regresaron a la


ruta, la

cruzaron y marcharon hacia la playa. Cuando


llegaron

hasta allí, se pararon y se pusieron a conversar.


Luego se
despidieron con un beso y vi a mi tía caminar
hacia el

mar…

119

MATRIARCADO II

A diferencia de la mayoría de los varones, yo me

crié entre mujeres. En mi familia éramos papá,


mamá,

yo y cuatro hermanas. Mis primos eran en su


mayoría

chicas y mis tíos eran en su mayoría señoras. Y tía


Emma

ha sido –y es– la tía más extraordinaria de todas.


Mi
mamá me decía que nuestra familia funcionaba
como

un matriarcado, y que por eso todo en casa


caminaba sobre

ruedas. Pero mi familia escondía un secreto. Un


secreto

guardado por años. Y puede que sólo las mujeres


fueran las

únicas que conocían ese secreto. Ahora yo sé ese


secreto. Lo

descubrí aquella tarde en la playa. Sé que tía


Emma no es

humana. Al menos, no completamente. Ahora ella


está

en algún lugar del mar, junto a esas sirenas que


veía en
sus sueños. Y también sé que mis cosas han
cambiado

desde la noche que hice el amor con ella. Yo


tampoco

soy el mismo de antes. Ahora contemplo la vida


con

otros ojos. Cuando mi tía regrese del mar y nos


visite

la próxima vez, le invitaré a ir a la playa y allí le


contaré

lo que sé. Le diré que la vi aquella tarde


despedirse de

mi madre y hundirse en el mar. Y que yo he


empezado

a tener sueños que recuerdan esas historias que


contaba
ella en la cena. Entonces la besaré en la boca y si
ella

quiere, haremos el amor. Y después le pediré que


me

lleve a recorrer los mares y a conocer las


sirenas…

120
EL HUÉSPED

Rita caminaba a paso de hombre en dirección

al contenedor que estaba en la calle. Su

pequeña hija miraba desde la ventana. Lloraba


sabiendo

lo que ella iba a hacer. Cuando Rita llegó al


contenedor,

arrojó con fuerza la muñeca dentro de él... “¡Vete


al puto

infierno!” le dijo . La muñeca rodó sobre la


basura y quedó

a un costado entre medio de unas bolsas. Eran las


siete

de la mañana y pronto pasaría el recolector de


residuos.

La mujer se sintió más aliviada. Controló sus


nervios

y regresó a su hogar. Una vez adentro de su casa,


miró

a su hija y la abrazó. “Te compraré una muñeca


nueva, mi

vida. Una más bonita…” . Rita intentaba consolar


a su hija.

La pequeña lloraba en sus brazos. A los veinte


minutos

pasó el recolector llevándose la basura que había


en

el contenedor. Ahora era Rita la que miraba desde


la

ventana viendo cómo se alejaba el camión de


residuos.

Cuando el camión desapareció de su vista, lanzó


un

suspiro y se tiró en el sofá.

Triana, Sevilla – España_3 meses después…

122

MATRIARCADO II

Vanesa estaba en el taller de su casa intentando

recuperar un florero. El florero era de porcelana y


tenía

uno de los bordes rotos. Vanesa rellenaba ese


pedazo que

faltaba con una macilla especial. Cuando terminó


de
arreglarlo lo llevó al patio para que se secara
rápido bajo

el Sol. “Una vez que esté seco lo pinto con laca y


¡listo!” dijo,

orgullosa del trabajo que había hecho. Dejó el


florero en

una mesa que tenía en el patio y luego regresó a su


taller

para continuar haciendo otras cosas. Al llegar allí,


vio

que estaba su sobrino. Éste sostenía algo en su


mano.

– ¿De dónde sacaste eso?

– Lo encontraron los chicos en el basural. Es una


muñeca que

habla…
– ¿Una muñeca que habla?

– Sí. Mira tía… –El chico le apretó la panza y al


instante la

muñeca habló; “¡Te quiero mucho mamá!”.


Luego le preguntó

su nombre y ésta le respondió “Me llamo


Florencia y tengo 7

años” –

– Ya te dije que no tienes que meterte en ese


basural porque es

muy peligroso. Una vez un chico se pegó una


infección y otro se

lastimó la pierna con un chapón oxidado…

– Yo soy cuidadoso tía… A mí no me va a pasar


nada –El niño
dejó la muñeca en la mesa y salió corriendo a la
calle.

123

EL HUÉSPED

– ¡Siempre hay una primera vez! –le gritó ella


mientras le veía

marcharse. Su sobrino apenas le escuchó.

Vanesa miró la muñeca que su sobrino había

dejado sobre la mesa. La misma tenía la cara un


poco

aplastada y le faltaba el ojo derecho. Con una


espátula

especial volvió su rostro a la normalidad y luego


le

colocó un ojo nuevo que había sacado de una


muñeca

vieja.

– Ahora estás mejor…

Se dirigió a una caja que tenía en una esquina para

ponerle un bonito vestido. La muñeca tenía sus


prendas

rotas y además bastante mal olor. Revolvió dentro


de la

caja y sacó un vestidito floreado. “Ésto te


quedará perfecto” .

Limpió la muñeca con un paño con alcohol y la


roció

con un poco de perfume. Luego le colocó el


vestido y la

peinó como si fuera su hija. Cuando vio que la


muñeca

estaba hecha una pintura, la miró a la cara y le dijo

“¿Cómo te sientes ahora preciosa?” . La muñeca


respondió

“No me gusta este vestido mamá” . Vanesa se


sobresaltó.

Las muñecas normales no hablaban así. Pensó que

había tocado sin querer algún botón oculto dentro

de su cuerpo. Disimuló un poco los nervios e


intentó

seguirle el juego. “¿Por qué no te gusta el vestido


que te puse,

si es hermoso?”. La muñeca no le respondió. Se le


quedó

mirando a la cara con sus ojos celestes y fríos.


Vanesa

miró el reloj que estaba colgado en la pared. Las


agujas

124

MATRIARCADO II

marcaban las doce menos diez. Guardó la muñeca


en

un armario de chapa y se fue a la cocina a preparar


la

comida. Sacó la mercadería que tenía en una bolsa


y

empezó a separar los alimentos. Norberto, su


marido,

estaría por llegar en una hora.

Eran las once de la noche y Vanesa y Norberto


estaban en la cama. Él estaba mirando la televisión
y ella

estaba leyendo una revista. Vanesa dejó la revista


a un

costado y se abrazó al cuello de su esposo…


Norberto

la miró sonriente. Sabía lo que quería su mujer...


Ella

le mordió la oreja y él gritó como si fuera un niño.

Vanesa no paraba de reírse. Le gustaba provocarlo


con

esos juegos sádicos. Él se le tiró encima y


empezaron

a pelearse en la cama. Era como una lucha libre


pero

entre un hombre y una mujer. Las manos iban y


venían

por todas partes del cuerpo buscando someter al


otro

tocando sus partes sensibles. Él le hacía cosquillas


en su

panza para lograr que aflojara los brazos y ella le


tiraba

de las bolas para poder sacárselo de encima. A lo


último

tuvieron que hacer las paces abrazándose y


besándose

como amantes... Afrodita reemplazó al dios Marte


sobre

una cama completamente desarreglada.

Vanesa era 11 años mayor que Norberto y


lo conoció un día en que él fue a su casa a hacerle

un arreglo. Norberto trabajaba para una empresa

125

EL HUÉSPED

constructora y ella se había separado hacía años.


Vanesa

se dio cuenta que el joven era muy capaz y lo


contrató

para que le hiciera algunas refacciones. Charla va,


charla

viene, al final se terminaron enamorando. Ella no


tenía

hijos ni compromisos de ningún tipo y él, con 26


abriles,

tampoco. Después que hicieron el amor un día en


la

cocina ella le propuso irse a vivir a su casa. Todo


esto

había ocurrido aproximadamente un año atrás.


Meses

después, contrajeron matrimonio. Norberto, más


tarde,

perdió su trabajo en la constructora pero pudo


encontrar

uno de medio turno gracias a un amigo. Y ella


también

perdió su antiguo empleo, entonces se dedicó a


vender

artesanías para algunos comercios de la zona.

Cuando el reloj marcó las 11:20 la casa estaba


completamente en silencio. La habitación estaba a

oscuras pero una luz tenue entraba por la ventana.

Norberto estaba sobre el cuerpo de Vanesa,


moviéndose

acompasadamente. Ella gemía y gemía gozosa,


sintiendo

el falo de su joven marido. Él le levantó una de las


piernas

y la enganchó en el hombro derecho. Luego le


levantó

la otra y la enganchó en el hombro izquierdo. Así,


en esa

posición, empezó a arremeter con más fuerza…

– ¡Ay! ¡Así mi amor…! ¡Así! Dame así mi vida,


por favor…
Norberto había aprendido esa posición de Rocco

Siffredi y a menudo la practicaba con su madura


mujer.

Desde el día en que perdieron sus trabajos,


empezaron a

126

MATRIARCADO II

tener más tiempo para dedicarlos a la pareja.


Salían más

seguido que antes y hacían el amor casi todos los


días. Al

principio les sentaba mal tener menos dinero para


gastar.

Estaban acostumbrados a ganar bien y a comprarse


todo
lo que querían. Pero pronto descubrieron que el
tener

menos dinero les generaba, a cambio, más


TIEMPO.

Y cuando vieron que los grandes placeres de la


vida

–como el sexo y otras pequeñas cosas– eran


baratos en

términos monetarios, se empezaron a acostumbrar


a esa

vida y entonces todo se normalizó. Mientras la


pareja

mantenía relaciones, se escuchó un ruido en el


interior

de la casa…

– ¿Qué fue eso? –dijo Vanesa.


– No sé, ahora voy a fijarme…

Norberto se calzó su jean y se dirigió hasta la

cocina. Prendió la llave de la luz y miró alrededor.


Todo

estaba tranquilo. No había nada anormal. Luego


fue

hasta el living y revisó cada recoveco. No había


ningún

objeto roto. Cada cosa estaba en su lugar. Regresó

entonces al dormitorio donde le esperaba su mujer.

– No encontré nada. Quizás fue un ratón.

– Qué raro… Mañana iré a comprar veneno.

– No le demos importancia. Sigamos haciendo el


amor… Un
ratón no nos puede arruinar la noche.

127

EL HUÉSPED

La pareja reanudó sus juegos terminando lo que

habían empezado. Practicaron varias posiciones


hasta

que al final sobrevino el clímax. Luego él echó su


cuerpo

a un costado y tomó la mano de su esposa. Cuando


se

sintieron más relajados, empezaron una


conversación.

– ¿Qué harías si mañana encuentro un trabajo de


turno

completo?
– Supongo que me pondría contenta… –No
parecía muy segura

de lo que decía.

– ¿Y si vengo cansado de trabajo y ya no soy


bueno en la cama

como antes?

– Entonces hablo con el dueño de la empresa y le


pido que te

despida.

– ¿De veras harías eso? –Norberto la miraba


asombrado.

Vanesa se dio media vuelta y le dio un beso en la

boca. Luego le dijo sonriente “Haría eso y algo


peor…” .

Ambos se quedaron en la oscuridad tomados de la


mano a la espera del sueño. Habían tenido una
noche

agitada, de profunda pasión y de amor. Sus


cuerpos se

empezaron a relajar y el sueño se apoderó de sus


mentes.

Poco a poco. Lentamente. Como una mancha de

humedad en la pared. Otro ruido se escuchó dentro


de

la casa… esta vez más fuerte que el anterior. Pero


ellos

no lo escucharon. Ya estaban profundamente


dormidos.

128

MATRIARCADO II
II

Oscar era el sobrino de Vanesa. Tenía por


entonces

11 años. Sus padres vivían en un departamento a


pocas

cuadras de donde vivía ella. A veces el chico se


quedaba

en su casa a comer y a dormir. La casa de su tía


era para

él su “guarida” y allí encontraba su propio


espacio. Ella

lo quería como a un hijo pues no tenía ni había


criado

un niño. Lo consentía en todo lo que podía aunque

sabía que eso no estaba bien. Esa mañana su


sobrino la
visitó. Había venido junto con un amigo. Saludó a
su

tía –que estaba trabajando en el jardín– y se fue al


living

a jugar con la Play Station. A los papás de Oscar


no les

gustaban mucho esas “juntas” de niñatos en su


casa, por

lo que el crío aprovechaba para irse a lo de su tía


cuando

estaba junto a sus amigos. Al medio día Vanesa se


puso a

cocinar un guiso. Puso la olla al mínimo para que


no se

quemara, corrió un poco la tapa y se fue hasta el


living.
Les avisó a Oscar y a su amigo que pronto estaría
la

comida y después se dirigió hasta el taller para


acomodar

un par de cajas. Cuando pasó el umbral de la


puerta, vio

que la muñeca estaba sobre la mesa… Tomó la


muñeca

y regresó al living. Una vez allí les habló de nuevo


a los

niños.

129

EL HUÉSPED

– ¿Quién sacó la muñeca del armario? Ya te dije


Oscar que no
tienes que andar tocando las cosas del taller…

– Esa muñeca tiene un embrujo… La tuvimos que


sacar para

que no nos moleste –fue la respuesta de su


sobrino.

– ¿Un embrujo? ¿Qué quieres decir con eso?

Vanesa los miraba con desconfianza. Miró la

muñeca y no vio nada anormal. La revisó y estaba

en condiciones. Los niños no le habían hecho


daño.

Entonces Oscar puso en pausa el juego y se dirigió


a su

tía con estas palabras.

– ¡Está embrujada! Ramón está de testigo…


Cuando estábamos
jugando a la Play, escuchamos unos ruidos
extraños en el taller.

Pensamos que había sido un gato y fuimos allí


para correrlo.

Pero no era un gato. Era la muñeca… Pues el


ruido venía de

adentro del armario. Abrimos la puerta y la


muñeca se cayó. Y

entonces nos asustamos porque le escuchamos


decir “¡Ay!”. Y

no era la voz de Ramón, porque chilló como si


fuera una niña.

Fue como una “nena” ¿Verdad Ramón? Entonces


la agarramos

y la devolvimos de vuelta al armario y nos fuimos


a jugar de
nuevo. Pero volvimos a escuchar los mismos
ruidos y entonces la

tuvimos que sacar… Cuando la pusimos sentada


sobre la mesa,

la muñeca no nos molestó más. Se quedó en


silencio sin chistar.

Vos no la escuchaste porque estabas en el


jardín…

Vanesa los miró extrañada y los reprendió por

excusarse de esa forma. “Si escucharon ruidos


debieron

130

MATRIARCADO II

llamarme, no sacarme mis cosas sin mi


autorización…” . Guardó
la muñeca dentro del armario, acomodó algunas
cosas y

regresó a la cocina. Esa tarde, después del


almuerzo, se

metió en el baño a darse una ducha. Su esposo


estaba

cortando el césped y los niños seguían jugando a


la Play.

Mientras se estaba secando con el toallón sintió


unos

pasos detrás de la puerta. Pensó que era Norberto


que

quería entrar al baño. Se apresuró a secarse y se


vistió,

pero cuando quiso salir de allí la puerta estaba


trabada…
Se agachó y miró por debajo del umbral. No había
nadie

parado tras la puerta. Intentó abrir la puerta de


nuevo,

pero ésta se negaba a abrirse. Parecía como si una


mano

estuviera sosteniendo el picaporte del otro lado.


Volvió

a forcejear con fuerza y la puerta, repentinamente,


se

abrió… Salió rápido del baño para ver si había


alguien

en el pasillo. No había nadie salvo ella misma.


Tampoco

escuchó pasos alejándose. Asustada, caminó hasta


el living
y cuando llegó allí vio a los niños jugando. Se
convenció

de que no habían sido ellos. Tampoco Norberto, a


quién

veía desde la ventana. Regresó hasta el baño y


revisó la

puerta. Estaba en perfectas condiciones. Buscó el


toallón

para secarlo en la soga, pero éste había


desaparecido. No

estaba por ningún lugar. A la noche, mientras


cenaba

con su esposo, le dijo que había que arreglar la


puerta

del baño. No le mencionó lo del toallón, que


seguía
sin aparecer. Esa madrugada no hicieron el amor.
Se

quedaron juntos mirando una película. Oscar


estaba

131

EL HUÉSPED

durmiendo en el living, pues sus padres le habían

permitido quedarse. Vanesa y Norberto, como


todos

los viernes, ya habían preparado su “cine”. La


escasez

de dinero y las ganas de vivir los habían obligado


a usar

su imaginación… Tenían un par de cervezas


enfriándose
en la heladera y una cesta de pochoclos caseros
hechos

con maíz pisingallo. También una Coca Cola para


poder

«pasar» los pochoclos, y café por si les agarraba


el sueño.

A los dos les gustaban mirar películas. Era uno de


sus

pasatiempos favoritos. Iban al centro a comprar


DVD`s

piratas y después las miraban cuando tenían


tiempo. Era

cerca de la medianoche cuando Norberto puso a


andar la

película. Se acomodó en la cama junto a su esposa,


estiró
las piernas y apretó el “play”. La película empezó
a rodar.

Era una película de acción. Diez minutos más tarde

Vanesa se le acercó y lo rodeó con su brazo. Le


agradaba

sentir su cuerpo y acariciarle el pecho con sus


manos. Él

se dejó acariciar. Le gustaba que le hicieran


mimos. De

repente se escuchó un golpe en el living que


interrumpió

las caricias de la mujer… Fue como si alguien


hubiera

golpeado una mesa de madera con un bastón.


Norberto se

levantó de la cama y en calzoncillos salió del


dormitorio.

Vanesa le seguía por detrás. Por alguna razón


temía

quedarse sola. Oscar dormía en el sofá como un


tronco.

El living se encontraba en orden. Recorrieron


juntos los

otros habitáculos pero no hallaron al responsable


del

ruido. No habían excrementos ni paquetes rotos.


Nada

132

MATRIARCADO II

que aludiera a un roedor… Después de recorrer


toda la
casa regresaron a su dormitorio. Continuaron
mirando

la película, aunque aún no salían del estupor.


Vanesa

volvió a acurrucarse junto al cuerpo de Norberto.


Apoyó

el rostro sobre su hombro y le cruzó el brazo sobre


el

abdomen. Esta vez no fue un golpe seco sino


pasos detrás de la

puerta. Se escucharon cortitos y rápidos, como si


fueran

de un pequeño animal… Vanesa se sobresaltó. Las


tripas

se le hicieron un nudo.

– ¿Escuchaste eso? –le dijo ella.


– No... ¿Qué ocurrió?

– Unos pasos detrás de la puerta… Algo se nos


metió en la

casa.

Norberto volvió a levantarse y abrió la puerta

del dormitorio. Vanesa no se despegaba de él.


Estaba

muerta de miedo. Miró para ambos costados y no


vio

rastros de ninguna entidad. Luego prendió la luz y


salió

para el living nuevamente. Vio a su sobrino


dormido

y le acomodó un poco las colchas. Después se


dirigió
hasta el taller, pero no encontró nada extraño.
Miró en

dirección al armario. La puerta estaba cerrada.


Apagó la

luz y regresó al dormitorio. Vanesa le seguía desde


atrás.

Cuando estuvieron juntos en la cama, ella le


manifestó

su preocupación. Le dijo que últimamente estaban

ocurriendo cosas extrañas. Norberto se rió de ella.


“A lo

133

EL HUÉSPED

mejor la casa está embrujada” . A Vanesa no le


causó gracia.
Se le quedó mirando con una expresión muy seria.

Aunque no podía explicarlo, su corazón le decía


que eso

no era «embrujo». Sentía que algo indescriptible


y oscuro se

había metido dentro de su casa y que ese algo


deambulaba por las

habitaciones noche y día. Debería haberle dicho a


Norberto

lo ocurrido esa tarde en el baño. La puerta que no


se

abría y la extraña desaparición del toallón. Pero


sabía que

habría sido inútil. A los hombres les cuesta


creer… Se

quedó recostada mirando la película pero esta vez,


sin

tocar a su marido. Vació ella sola la cesta de


pochoclos,

buscando calmar su ansiedad. Norberto bebía su


cerveza,

completamente ajeno a esos temores. Su esposo


estaba

convencido que aquello tenía una explicación


racional.

En todo el tiempo que duró la película ningún


ruido se

volvió a escuchar. Ni siquiera un rasguño tras la


puerta.

Sólo el sonido del televisor. Cuando ambos se


quedaron

dormidos, tampoco se escuchó ningún ruido.


III

Norberto estaba en el baño inspeccionando los

cerrajes de la puerta. Aunque revisó cada parte del

mecanismo no halló ninguna parte averiada.


Colocó las

piezas en su lugar y se dirigió al taller de su


esposa.

134

MATRIARCADO II

– La puerta del baño está bien. Abre y cierra sin


ningún

problema.

– Pues para mí debe tener algo, pues se trabó


cuando quise salir
del baño…

Norberto, para conformarla, le propuso llamar a

un cerrajero. Vio que estaba vistiendo a la muñeca


y le

preguntó de dónde la había sacado. Ella le


contestó que

la trajo su sobrino. Que la encontró tirada en el


basural.

También le dijo que era una muñeca que hablaba.


Y que

los chicos creían que la muñeca tenía un embrujo.

– ¿Un embrujo? ¿Y por qué lo dicen?

– No lo sé… Dicen que la escucharon hablar.


También moverse

o provocar ruidos. Tú sabes cómo son los niños…


– Bueno, entonces si habla me puede decir cómo
se llama… –se

agachó y se acercó a la muñeca– ¿Cómo te


llamas preciosa? –le

preguntó.

– Me llamo Florencia y tengo 7 años –Norberto


quedó

fascinado.

– ¿Apretaste algún botón? –le preguntó él a su


mujer.

– No. Debe tener un programa. De esos que


detectan la voz.

– Entonces debe ser una muñeca bastante cara.


Los materiales

que la conforman son de buena calidad… Bien


Florencia, yo me
135

EL HUÉSPED

llamo Norberto.

– ¡Hola Norberto! Yo amo a papá Norberto –le


respondió la

muñeca. Su voz sonó distorsionada.

– Ja, ja. ¿Escuchaste eso? ¡Esta muñeca es


genial! Me parece que

me la voy a llevar a la pieza –Vanesa no se


sonrió– ¿Quieres venir

a dormir a la cama de papi Florencia? –le volvió


a preguntar.

– A la cama de papi. Yo amo a papá Norberto. A


la cama con

papi –respondió el mecano.


– ¿Escuchaste eso? –dijo Vanesa nerviosa.

– ¿Escuchar qué?

– Eso. Dijo a la cama «con» papi…

– Te habrá parecido. Yo escuche «de papi».

– ¡No, joder! La segunda vez dijo «con papi» Lo


escuché bien

clarito.

– No lo sé… Su voz sonó distorsionada. Puede


que el reproductor

de audio esté fallado.

– No está fallado. Yo lo escuché perfecto. Eres tú


el que tienes

sabañones. Mejor dejemos esta discusión.. .

Vanesa le puso el vestido nuevo y vio que le


quedaba bien. Luego la llevó al armario, la
acomodó en el

fondo y cerró la puerta... “¡Espero que este


vestido te guste!”

136

MATRIARCADO II

–le dijo antes de guardarla. Norberto la


contemplaba

extrañado. No comprendía la actitud de su mujer.


Antes

de marcharse del taller le habló a ella de su


toallón…

– Te saqué tu toallón del baño y lo metí en la


pileta del lavadero.

Pareciera que ha estado metido en una cuneta


durante una
semana. Tiene un olor que te parte… No te
olvides de lavarlo.

Cuando Vanesa llegó al lavadero y se reencontró

con su toallón, casi se descompuso del olor.


Estaba

mojado y cubierto de moho.

Esa tarde Oscar vino a su casa, pero se quedó

jugando unas horas. Su tía lo invitó a pasar la


noche pero

el niño no aceptó. En esos días de la semana Oscar


siguió

frecuentando la casa. Pero ya sin la compañía de


Ramón.

Se quedaba solo jugando con la Play. También, en


esos
días, los ruidos se hicieron menos frecuentes.
Aunque

Vanesa seguía sintiendo la sombra de una


presencia

extraña. Una noche, después de darse una ducha,


vio

algo que le desagradó. Salió del baño envuelta en


una

toalla y cuando entró al dormitorio vio a su esposo


con

Florencia…

– ¿Qué haces jugando con esa muñeca?

– Me pareció una buena idea traerla aquí.


Podría ser nuestra

hija postiza ¿No es una niña encantadora?


137
EL HUÉSPED

– Pues a mí no me parece una buena idea.

– Es una muñeca, Vanesa ¿No me digas que estás


celosa de un

juguete?

– No sé… Pero hay algo raro en ella.

– Y si hay algo raro ¿Por qué no te deshaces?


¿Por qué diablos la

tienes en el taller?

– Supongo que podría venderla… Sabes que


necesitamos el

dinero.

– Pues bueno, hasta que la vendas, déjame que


me entretenga
con ella… Quiero mostrarte una cosa –Norberto
paró la muñeca

encima de la cama. Luego le habló– ¿Cómo se


llama tu mami,

Flor?

– Vanesa –respondió Florencia.

– ¿Y tu papi?

– Norberto.

– ¿Cómo sabe que me llamo Vanesa? –le espetó


su mujer.

– Porque yo se lo enseñé… Tiene un programa


inteligente que le

permite guardar todo lo que escucha. Sólo tienes


que formularle

la pregunta exacta. Sin ambigüedades. Y ella


aprende. Es como

si fuera el Windows. Ahora escucha esto: Flor


¿Quieres mucho

a papá?

139

MATRIARCADO II

– Mucho a papá –respondió Flor.

– ¿Y a mamá?

– Mucho a mamá…

– ¡Lo ves! Es una niña muy buena.

Vanesa no estaba convencida. Alzó la muñeca y la

miró irritada. Sus ojos eran celestes y fríos.


Entonces la
mujer le habló:

– ¿Te gusta el vestido que mamá te hizo? –


Florencia no

respondió… Le volvió a formular la misma


pregunta, pero la

muñeca no emitió respuesta alguna.

– Es una muñeca común y corriente –dijo Vanesa


con sorna–

Como mucho le podré sacar un par de euros…

La mujer arrojó la muñeca sobre la cama.

Florencia quedó patas para arriba con su


bombacha al

descubierto.

– Tú no sabes cómo manejarla. A las muñecas


hay que tratarlas
con cariño ¿Acaso de niña no jugaste con
muñecas? Mira

–Norberto volvió sentar a la muñeca en la cama.


Le acarició el

pelo y le acomodó el vestido. Luego le habló–


Flor ¿Te gusta el

vestido que te hizo mami?

– No me gusta este vestido –respondió.

Vanesa estalló de rabia. El vestido era precioso.

140

EL HUÉSPED

Había comprado una tela carísima y le había


puesto

unos volados fantásticos. Alzó a la muñeca con


violencia
y le arrancó el vestido que llevaba puesto. Su
esposo la

miraba asombrado. Nunca había visto a su mujer


así.

– ¡Así que no te gusta este vestido! ¡Pues ahora


te quedarás

desnuda porque no pienso hacerte otro!

Vanesa arrojó el vestido a la cama y se llevó la

muñeca al taller. La metió dentro del armario y


luego

regresó a su habitación.

– Mañana mismo me deshago de ella. Creo que


tienes razón en

eso de para qué la tengo.

Norberto intentó calmarla. Le contó una historia


fantástica para que olvidara lo ocurrido. Era una
historia

de duendes que le había contado su abuela sobre


una

casa de campo donde aparecían y desaparecían


cosas. O

cambiaban de lugar sin razón. Creencias de las


zonas

rurales. Cuando acabó de contar su historia, invitó


a su

mujer a meterse en la cama. Apagaron la luz del


velador

y rápidamente se echaron a dormir. Vanesa esa


noche

soñó. Se vio reunida con su abuela en una playa.


El
relato de duendes de su esposo le había removido
viejos

recuerdos. Norberto también tuvo un sueño. Pero


fue

un sueño distinto a cualquier otro. Un sueño que no

se parecía en nada a los sueños comunes que todos

tenemos…

141

MATRIARCADO II

Norberto estaba con su mujer y un grupo de

amigos en el patio de su casa. Estaban tomando


café y

charlando de cosas triviales. El césped estaba


bien cortado
y había unos naranjos plantados alrededor.
Norberto se dio

cuenta que eso era un sueño pues recordó que en


su patio

no habían naranjos. Los contempló y sonrió para


adentro.

Era como vivir una realidad virtual. Después


miró hacia el

cielo. El Sol no se veía por ningún lado. Aún así


sabía que

era tarde pues era la hora de tomar la merienda.


Se quedó

en su silla escuchando la conversación con esas


personas

imaginarias. Era su sueño y podía hacer allí


cualquier cosa
que se le viniera en gana. Luego miró hacia
donde estaba

la casa. Más precisamente hacia la ventana del


taller. Algo

fuerte se despertó en su interior y entonces se


levantó de

la silla. Era una llama de placeres prohibidos y


oscuras

tribulaciones del alma. Dejó a su mujer y a sus


amigos

charlando y caminó en dirección a la vivienda.


No se

sintió culpable de lo que tenía pensado hacer.


Nadie podía

interferir en sus sueños. Ese reducto era el único


espacio en
la cual era libre de su mujer… Mientras se
acercaba a la

puerta de su casa, ese fuego crecía cada vez más.


Norberto

sabía que ella estaba allí. Esperándole ansiosa


en el taller

de su esposa. Cuando atravesó el umbral de la


puerta, la

encontró apoyada sobre la ventana…

– ¿Florencia?

– Sí mi amor… ¿Por qué te demoraste tanto? –La


mujer

142

EL HUÉSPED

corrió hacia él, se le colgó por el cuello y luego


lo besó. Era

una hermosa joven de tez morena, pelo azabache


y ojos

almendrados. Llevaba puesto un vestidito de


verano, esos

que usan las mujeres en los días de calor.

– ¿Demorarme? Si vine enseguida… –Norberto


la tomó

por la cintura. Pudo sentir su piel a través del


vestido.

– No. Tardaste un montón… Te estuve llamando


desde

el primer día que vine a vivir a tu casa. Te


llamaba

como loca todas las noches pero tú, no sé porqué,


no me
escuchabas…

– ¿Te refieres a los ruidos nocturnos…? ¿Eras tú


la que

hacía todo eso?

– ¡Sí! Era yo... ¿Quién otra más?

– No lo sabía. Pero eso ya no importa. Ahora


estamos, por

fin, solos los dos…

– Es verdad. Pero te olvidas de algo… Hoy no


pude

dormir en tu cama. Dejaste que tu mujer me


echara...

– Sabes que no podía hacer nada. No podía


pelearme con

mi mujer.
– Podrías haberla engañado. Haberle dicho que
quería

estar con ella...

– Tú dijiste que no te gustaba el vestido y eso la


puso

143

MATRIARCADO II

fatal…

– Es verdad… Ese vestido era horrible. Pero


bueno,

no hablemos de eso. ¡Empecemos a disfrutar de


nuestro

encuentro! Me muero por tener sexo contigo…

Norberto le levantó la falda y la alzó cogiéndola


de
las nalgas. Luego la besó en la boca y la llevó
contra la

ventana. Miró a través de ella y vio a su mujer y


a sus

amigos reunidos. Jaló el vestido de un solo tirón


dejándola

en corpiño y bombacha. Se sacó su remera y la


abrazó.

Quería sentir el cuerpo de ella sobre su piel.


Metió sus

manos entre sus nalgas y las acarició con


inusitada lujuria.

Luego la dio media vuelta y la puso contra la


ventana.

Le bajó el calzón y la penetró por atrás mientras


ella se
apoyaba sobre el marco. El coito fue salvaje y
rápido, pero

altamente gratificante. Nunca había sentido algo


así y su

pasión de hombre rebalsaba su ser. Florencia


sonreía feliz.

Se sentía dichosa de tenerlo en sus manos. Había


logrado

lo que quería. Hacer que se olvidara, por un


momento, de

Vanesa...

IV

Estaba podando unas rosas cuando Oscar apareció

por la puerta. Venía con varios amigos, pero vio


que no
144

EL HUÉSPED

estaba Ramón. Los niños la saludaron con un beso


y se

fueron al living a jugar a la Play. Al mediodía,


mientras

preparaba unos sándwiches, vio a su sobrino


entrar a la

cocina.

– ¿Qué pasó con Ramón, Oscar? ¿Ya no te juntas


más con él?

– Ya no es más mi amigo. Lo dejé por chorro…

Oscar le contó la verdad que pocos sabían sobre


su

ex amigo. Ramón se dedicaba a robar. No a los


mayores

sino a otros niños. Le contó que el año pasado


Ramón

le había robado su mejor auto. Un autito de


colección

que le habían regalado para su cumpleaños.


Vanesa le

preguntó por qué estaba seguro que el ladrón había


sido

él…

– Florencia me lo dijo… Me contó que lo tenía


guardado en una

caja de cartón. Esa caja estaba escondida debajo


de su cama. Al

otro día fui a su casa para ver si era verdad.


Cuando él se fue al
baño a hacer pis, busqué debajo de la cama. Allí
estaba la caja

con mi Chevrolet rojo dentro. Tenía un montón


de coches. La

mayoría robados…

Oscar mencionó a Florencia y Vanesa pensó que


era

la hermana de Ramón. Pero Ramón no tenía


hermanas…

La Florencia a la que se refería era nada menos


que su

muñeca. Oscar le dijo que Florencia sabía muchas


cosas,

incluso cosas que ellos habían soñado. Oscar salió


de la

cocina después de beber un poco de Coca, dejando


a su

145

MATRIARCADO II

tía totalmente anonadada. Al mediodía Vanesa se


puso a

cocinar un pollo. Lo abrió por la mitad con un


cuchillo

y le sacó las menudencias que tenía. Lo limpió y le


metió

el relleno. Prendió el horno y esperó a que


calentara.

Minutos más tarde metió el pollo adentro y se fue


hasta

el taller a realizar unas tareas. Al llegar allí se


encontró
con Oscar y el resto de los niños reunidos en la
mesa.

Estaban manteniendo una conversación con la


muñeca,

que estaba sentada justo en el centro. Vanesa, al


verlos,

se ofuscó. Levantó la muñeca por el brazo y la


guardó

de nuevo en el armario. Luego reprendió a los


niños y

los sacó rápido del taller. Una vez que estuvieron


en el

living, les dio un duro sermón…

– Es que la muñeca habla –intentó justificarse su


sobrino–

¿Verdad que habla Ricardo?


– Sí. Ella se sabe todos los nombres de mi
familia. También el de

mi primo Roque, que murió cuando tenía tres


años aplastado por

el auto de su papá… Si le haces preguntas, ¡ella


te responde!

– ¡Sí tía! ELLA SABE TODO.

La mujer no daba crédito a sus palabras. Pero

sentía que los niños no le mentían.

– ¿Sabes tía? Florencia dijo que el padre Jorge


no se violó a ese

pibito… La madre del chico lo acusó a la policía


porque el padre

Jorge no quería hacerle un hijo. Lo hizo por


venganza, porque
estaba enamorada…

146

EL HUÉSPED

Vanesa sacó a todos los niños a la calle,

incluyendo a su sobrino. No le gustaba que los


niños le

desobedecieran y menos que hurgaran el taller. A


Oscar

le prohibió –como escarnio– visitar su casa hasta


nuevo

aviso. Quería mucho a su sobrino pero esto último


la

había rebalsado. Cuando vino su esposo al


mediodía le

contó lo sucedido, incluido lo del sacerdote. Esto,


lejos de

inquietarlo, despertó aún más su interés por la


muñeca.

Aunque su mujer no lo sabía, su esposo había


empezado a

sentir algo por ella. Esa tarde Vanesa tuvo que


salir. Era su

día de peluquería. Estuvo ausente más de dos


horas, por

lo que Norberto se quedó solo en la casa.


Aprovechando

que su mujer no estaba fue hasta el taller y se paró


frente

al armario. Sacó la muñeca y la miró durante unos

segundos. Luego se la llevó a su dormitorio y se


acostó
en la cama con ella. Antes de llevarla hasta allí,
pasó por

la cocina y sacó una cerveza. Empezó a beber


recostado

en la cama pensando en el sueño que había tenido


la otra

noche. Norberto deseó de repetir ese extraño


sueño.

Fue una experiencia tan real que no podía


sacársela de la

cabeza. Empezó a conversar con la muñeca y ésta


parecía

responderle. No sabía si era su imaginación u otra


cosa

lo que llegaba a su mente, pero creyó que


Florencia le
escuchaba… Mientras conversaba lánguidamente
con

ella, la botella se iba vaciando hasta que al final


quedó

totalmente vacía. Dejó la botella a un costado y se


quedó

dormido abrazando a la muñeca...

147
MATRIARCADO II

De golpe algo lo sobresaltó. Vio entrar por la


puerta

a una mujer…

– No te asustes mi vida, soy yo… –Florencia


llevaba

puesto un vestido de nena. Era de color rosado y


tenía unos

hermosos volados blancos.

La joven mujer se echó sobre él. Le estampó un

beso y lo arrastró hasta el living… “Quiero


jugar con mi

papi –le dijo– ahora que mami no está”. Una vez


que

estuvieron en el living, una música se empezó a


escuchar.

Era rítmica y sumamente sexy. El sonido venía de


todos

lados. Florencia comenzó a bailar. Parecía una


niña

diabólica. Movía rítmicamente sus caderas


dejando entrever

cada tanto sus nalgas… Norberto la miraba


extasiado.

Todo parecía tan real. La cara de Florencia era


inocente y

dulce, y sus ojos le trasmitían un amor


incondicional. Sin

embargo esa inocencia se esfumaba cuando se la


miraba

cintura para abajo, pues una tanga de infarto se


asomaba,

cada tanto, por debajo de la falda. Y no sólo una


tanga de

infarto sino también unas ligas sugerentes. Y


unas medias

de color carne… Y eso no era para nada “dulce”.


Norberto

no aguantó más y se abalanzó sobre esa niña


perversa.

Ese cóctel de lujuria desató sus instintos


primitivos. La

tiró sobre el sofá con rudeza y le arrancó la


tanga con los

dientes. Luego la penetró con violencia. Estaba


totalmente

enceguecido. Florencia fingió que lloraba. Le


gritaba

“¡Papito no me violes!”. Pero papá se había


vuelto loco.

Con una hija tan PUTA, era imposible conservar


la

razón...

149

EL HUÉSPED

Vanesa encontró a Norberto dormido con la

muñeca a su lado. La botella yacía en el piso y sus

pantalones estaban húmedos… El asco y el


espanto se

apoderaron de ella. Alzó la botella del piso y


zamarreó
a su marido con fuerza. Éste se despertó
sobresaltado.

No entendía nada de lo que estaba ocurriendo.


Tuvieron

una fuerte discusión y Norberto esa noche tuvo que

dormir en el sofá. La muñeca fue a parar a la


basura,

pero luego la sacaron y la metieron en el armario.

Esta vez encerrada con llave para que nadie –


salvo su

dueña– la cogiera. Al día siguiente, a primera


hora,

Vanesa puso un cartel de venta en el almacén


donde

compraba mercadería. Decía “Se vende una


muñeca que
habla en excelente estado a 20 euros…” . Justo al
mediodía

apareció una abuela que andaba buscando una


muñeca

para su nieta. Tocó el timbre de la casa y Vanesa


la hizo

pasar al taller. Sacó la muñeca del armario y la


puso en la

mesa para que la viera… Antes de llevarla hasta


el taller,

la clienta parecía no sentirse bien. Cuando la vio


parada

en la vereda la mujer se mostraba algo incómoda.


Una

vez que la señora tuvo la muñeca en sus manos,


hizo
una mueca de espanto, se descompuso y la tiró al
piso…

“Perdóname que me vaya –le dijo– pero en esta


casa hay un

tremendo olor a muerto. A cuerpo en


descomposición...” . Vanesa

–muy avergonzada– condujo a la mujer hasta la


vereda.

Estando parada en la puerta, vio cómo ésta se


alejaba

150

MATRIARCADO II

despavorida.

Después del desagradable percance volvió a

encerrar a la muñeca en el armario. Cuando vino


Norberto del trabajo, apenas si lo saludó. Él le dio
un

beso en la mejilla y se fue al baño a darse una


ducha. A

la hora del almuerzo ambos se mantuvieron en


silencio.

Las heridas producidas por la discusión todavía


estaban

abiertas. Esa tarde Vanesa salió al centro a


comprar

unas cosas. Norberto se quedó en el living


mirando un

partido de fútbol. Cuando la mujer venía de


regreso a su

casa vio a un perro parado en la puerta. El perro


parecía
enfermo y la miraba con ojos sospechosos. Vanesa
se

acercó con cuidado, pero el perro se le abalanzó y


la

mordió. El médico que la atendió le dijo que tenía


rabia

y que debía vacunarse inmediatamente. Durante


toda

la semana que pasó Vanesa estuvo recuperándose


en

la cama. Sentía mareos periódicos y a veces


vomitaba

la comida. Norberto la atendió con paciencia. En


todo

ese tiempo cuidó bien de ella. Sin embargo notó


que
en varios momentos del día no lo sentía caminar
por la

casa. Era como si ésta se hubiera quedado vacía.


Pronto

descubrió la razón de esas desapariciones.


Revisando

una mañana sus cajones descubrió que la llave del

armario no estaba… No le quiso decir nada a su


marido

pues más tarde la llave apareció. Después del día


en

que se recuperó de su enfermedad intentó hablar y

reconciliarse con él. Quería pedirle perdón por


haberlo

151
EL HUÉSPED

insultado aquella tarde. Norberto le había cuidado


pese

a que ella le había echado de la pieza. Pero su


esposo,

extrañamente, no se mostró entusiasmado por su

cambio. Incluso le dijo que le sentaba bien dormir


en el

living; que prefería quedarse allí...

En los días que le siguieron a su recuperación

ninguna mujer vino a comprarle la muñeca.


Atribuyó

eso a la casualidad y esperó a que se presentara un


cliente. También cambiaba la llave de lugar casi
todas las

mañanas, pero Norberto se las ingeniaba para


descubrir

dónde estaba escondida. Como ella lavaba la ropa


de su

esposo, no tardó en darse cuenta que tenía


poluciones

nocturnas. Sabía que él era un hombre fogoso, y


sintió

vergüenza saber que se masturbaba. La causa de


ello

tenía un nombre. Y ese nombre era el suyo. Pero


pronto

se acordó de la muñeca y del día en que lo


encontró con
ella en la cama. Fue hasta el armario y sacó la
muñeca.

La revisó y no vio nada sospechoso. Le preguntó


cuál

era su nombre y la muñeca respondió lo mismo de

siempre; “Me llamo Florencia y tengo 7 años”.


Le apretó

la panza y al instante dijo “¡Te quiero mucho


mamá!”.

Vanesa no le creyó. Decidió esa mañana llevarla a


un

152

MATRIARCADO II

mecánico amigo. La metió en un bolso y la cargó


en su
bicicleta. Cuando éste la vio, le dijo que era una
muñeca

importada. Que en Japón hacían muñecos


sofisticados

como ese. Sacó un destornillador y la abrió por


dentro.

Le mostró la plaqueta interna y la revisó. Allí


estaban

los cables y unos pequeños altavoces. También un

micrófono receptor. Cuando el mecánico le habló


a la

muñeca, ésta no respondió. Intentaron comunicarse

varias veces pero la muñeca se había quedado


muda.

Revisó a ver si tenía pilas, pero los tornillos de la


tapa
estaban oxidados; “Hace mucho que no le
cambian las pilas”

le dijo. Sacó un destornillador e intentó abrir la


tapa.

Fue inútil, los tornillos parecían soldados. Hizo


fuerza

y el destornillador zafó. La punta del


destornillador

le lastimó la mano. Vanesa sacó su pañuelo y lo


puso

sobre la herida. De la mano del mecánico emanaba

mucha sangre. Fueron hasta el botiquín y lo curó


con

alcohol y curita. “Tendremos que romper la tapa”


dijo el

mecánico, resignado. Sacaron la tapa de las


baterías con

un destornillador de punta plana. Hicieron palanca


en

uno de los bordes y la tapita se quebró y salió. No


había

pilas adentro. La muñeca no podía hablar. Vanesa


le juró

por su madre que antes de llevarla la muñeca


hablaba,

pero no tenía manera de probar que sus


afirmaciones

eran ciertas. También le contó que la muñeca


hablaba

desde el primer día que la llevaron a su casa. El


mecánico

la miró extrañado. No sabía qué responderle.


Antes de

153

EL HUÉSPED

despedirse de su amigo, éste le dijo “Dale un


baño a esa

cría que parece que durmió en un cementerio…”


. Al oírlo, a

Vanesa se le anudaron las tripas. Antes de pasar


por su

casa, paró su bicicleta en el almacén donde


compraba.

Un extraño presentimiento se presentó de repente

en su mente. Ingresó al local y saludó al


almacenero.

Charló un poco con él y fue al vidrio a mirar su


cartel.

El papel había desaparecido. Se notaba que lo


habían

arrancado. El dueño del local se excusó


diciéndole que

probablemente habían sido los niños. “A veces


viene mucha

gente y es imposible controlar lo que hacen” .

Cuando Vanesa entró en el living de su casa, dejó

el bolso en el piso y cayó exhausta en el sofá. Se


sentía

turbada y molesta. También estaba un poco


asustada.

Algo malo había en ese bolso y sabía muy bien lo


que
tenía que hacer. Vio a su marido llegar a casa.
Estaba en

la vereda abriendo la puerta. Escondió el bolso


detrás

del sillón y se fue a la cocina a preparar la


comida.

Cuando Norberto entró a la cocina le avisó que no

iba a comer… “Hoy me voy de tu casa. No hagas


nada para

mí” . Vanesa se quedó paralizada. Sentía que su


vida se le

iba al traste. Primero la pelea con su sobrino,


luego su

trabajo que no venía bien y al final Norberto que


quería

marcharse. Las cosas no podían ser peor. Discutió


con

su marido cuestionándole su decisión. Intentó, en


vano,

convencerlo que se quedara. Pero Norberto ya


había

meditado sus acciones. Hacía una semana que lo


venía

154

MATRIARCADO II

pensando…

– Sé que te estás viendo con un hombre.

– ¿Qué?

– Eso. Te ves con un tipo.

– ¡De dónde sacaste ese disparate!


Norberto le habló de su ex pareja. De los mensajes

que se enviaban por mail y las conversaciones que

mantenían mientras él no estaba. Vanesa reconoció


que

todo eso era verdad… Pero le juró que con su ex


no había

pasado nada. Que desde el día en que se separó


nunca

más se volvieron a ver. Vanesa no mentía. Al


menos no

en lo esencial. Una mañana vino a verla a su casa


pero ella

le dijo que no pensaba separarse de Norberto.


Desde ese

día su ex pareja nunca más regresó. Vanesa, por su


parte,
se sorprendió de los detalles que Norberto tenía
de sus

contactos. Nadie más que ella conocía la clave de


su mail

y nunca le habló de sus conversaciones telefónicas


con

su ex.

– ¿Cómo sabías que yo me comunicaba con


Fernando?

– Porque Florencia me lo dijo... ELLA SABE


TODO. Tú

pensabas que era una simple muñeca, pero yo


descubrí que era

mucho más que eso...

ELLA SABE TODO fue la frase que le perforó el


155

EL HUÉSPED

cerebro. Fue la misma frase que le habían dicho


los niños…

pero ella no había querido escuchar. Ahora era


demasiado

tarde. Su enemiga le había hecho jaque mate...

– Florencia me dijo la clave para ingresar a tu


correo privado. Y

me advirtió de las llamadas de tu ex que yo


corroboré llamando

a Telefónica. También fui yo el que te saqué el


cartel de venta.

Florencia me dijo que vos te querías deshacer de


ella y entonces fui
al almacén y retiré el cartel… Eso me dio tiempo
para averiguar

más cosas sobre vos... Sobre todo de tu pasado.


Ese pasado que

siempre me ocultaste…

Norberto se refería a lo que encontró una noche

en el armario del taller. Cuando fue a sacar a la


muñeca

–todas las noches la sacaba– vio entre una pila de


libros

algo que parecía un cuaderno. Nunca se había


fijado

en esa pila pero algo ocurrió en su mente y dirigió


la

mirada hacia allí. Lo sacó y lo leyó. Era el diario


íntimo de
su esposa. Metió su mano en la funda del sofá y le
arrojó

el cuaderno sobre la mesa…

– ¿Me vas a dejar por esa muñeca? –Vanesa


tenía los ojos

llorosos.

–Te dejo porque no quiero que me engañen. Y


porque estuve

viviendo todo este tiempo con una mujer que no


CONOCÍA.

Puedes quedarte con la muñeca si quieres.


Supongo que a esta

altura todo nos da igual. Y puedes también


deshacerte de ella,

ya que el espíritu de esa muñeca va a seguirme a


cualquier lugar
156

MATRIARCADO II

en donde esté. No se puede matar a una muerta y


mucho menos

escapar de ella…

Norberto tomó sus cosas y se marchó. La dejó

sola en el living con la muñeca y su diario íntimo.

Vanesa se sentó en el sofá y lloró


desconsoladamente.

Había vuelto a perder aquello que más quería.


Ahora

tendría que empezar a rehacer su vida. Ser fuerte y


mirar

hacia adelante. Lamentarse no serviría de nada.


Terminó
pagando caro su falta de autenticidad. Se levantó
y se fue

a su dormitorio, se echó en la cama e intentó


dormirse.

Quizás Norberto algún día regrese y la perdone –


se

ilusionó. Pero faltaba mucho para eso. Por el


momento

debía dormir. El sueño calmaría su dolor. Le haría

olvidar su presente… aunque sea por un par de


horas.

En la localidad de San Carlos de la Provincia de

Mendoza (Argentina) los principales diarios y


medios
radiales de la región se hicieron eco de un suceso
macabro;

en Enero del 2014 comenzó a correrse el rumor de


una

extraña muñeca parlante. La muñeca fue


encontrada por

unos niños en un basural y trasladada a la casa de


una mujer

de 64 años que se dedicaba, entre otras cosas, a


embalsamar

animales. La muñeca en cuestión empezó a hablar


ya

157

EL HUÉSPED

mantener conversaciones con su dueña. Decía


llamarse
Sandrita, Paola y Fiorella y tener 5, 7 y 9 años.
Cuando

la muñeca estaba sola con los niños también


conversaba

con ellos. Hacía referencia a lugares y hechos


ocurridos en

la zona y conocía detalles de la vida de las


personas. Los

testimonios sostienen que la muñeca se volvía


agresiva si

la ofendían, revelando algunas de las situaciones


personales

dolorosas de los ofensores. También que le decía


a su dueña

que la llevara a un lugar oscuro y lejos... y que


quería irse a
vivir sola con ella. Era tanta la fascinación que
este artificio

había provocado en su dueña, que ésta no se


despegaba de

ella y la llevaba a todos lados. Esto generaba


problemas

porque algunas personas se asustaban, ya que la


muñeca

solía revelar secretos de la gente. Entre tanto, en la


casa

de la mujer se solían sentir olores nauseabundos y


a veces

se extraviaban cosas. Un sacerdote de la zona le


habría

indicado a la mujer que devolviera la muñeca al


lugar donde
la encontró pues “esas no son buenas cosas” . La
mujer hizo

caso al sacerdote y devolvió el macabro objeto al


basural,

pero los niños la sacaron de allí y la llevaron a


una plaza a la

vista de todos. Dado que todo el barrio estaba


enterado de

los «poderes» de la extraña muñeca, algunos iban


a la plaza,

hablaban con ella y grababan la conversación. Lo


insólito

era que, cuando intentaban reproducir la


grabación, ésta

se había borrado misteriosamente de los


dispositivos. La
historia terminó cuando la muñeca fue quemada
por una

mujer muy creyente, que la llevó al fondo de su


casa y la

158

MATRIARCADO II

redujo a cenizas. La mujer le dijo a la gente “No


es en estas

cosas en las que hay que creer, sino en Dios” .

Vanesa, a diferencia de este caso, no quemó la


muñeca.

Ésta dejó de hablar desde el día en que Norberto


se fue de

la casa. También se dejaron de escuchar ruidos


extraños
durante la noche y no se sintieron nunca más olores

desagradables en las habitaciones. La mujer, al


mes de

quedar sola, encontró un empleo en un local de


ropas.

Abandonó su trabajo en el taller y le regaló la


muñeca a una

vecina.

159
PSICOPOMPO

Axel ya estaba cansado de todo. Quería huir

de la vida que llevaba y no sabía cómo coño

hacerlo. Su relación con Rocío hacía aguas por


todos

lados y el divorcio estaba a un paso de


concretarse. Once

años duró el idilio. Demasiado para los tiempos


que

corren. En medio de todo ese rollo estaban Franco


y

Matías, los hijos de Rocío y Axel, que serían los


máximos

perjudicados si se concretaba la separación.


Ambos niños
no superaban los ocho años de edad y estaban
cursando

la escuela primaria. El problema era quién se iba a


hacer

cargo de ellos una vez que estuvieran divorciados.


Ese

era uno de los puntos de discusión entre ellos dos


y

nunca terminaban de ponerse de acuerdo. ¿Por qué


los

niños debían pagar –tan tempranamente– por el


fracaso

sentimental de sus padres? Para muchos niños del

mundo nacer en esta Tierra era una maldición…

Faltaba una hora para que el bar cerrara y Axel


Garrido ya iba por su quinto vaso de whisky. Si
bien

no era un hombre bebedor, sabía que era resistente


a la

bebida. Al día siguiente no tenía que trabajar y


entonces

pensó que era una buena idea salir de noche a


beber

un poco. Unos tragos nunca venían mal si uno era


un

161

MATRIARCADO II

hombre de verdad. Y mucho más si ese hombre


veía que

toda su vida se le iba al traste. Hizo señas al mozo


con
la mano y cuando éste vino a su mesa le pidió una
taza

de café. Axel se quedó esperando a que el mozo


viniera

mientras su mente no paraba de buscar una salida.


Miró

su reloj. Eran cerca de las nueve de la noche.

Hacía como una hora que Axel estaba bebiendo

en “La Carabela”, un bar ubicado a orillas del mar

Mediterráneo, en los suburbios de la ciudad de


Málaga.

El lugar todavía estaba lleno de gente, pero


algunos

clientes ya se empezaban a ir. Málaga es un lugar


especial
para aquellos hombres que les gusta la bohemia.
Está

plagada de bares y discotecas nocturnas, de


angostas

callejuelas y oscuros castillos. Todo ese ambiente


recrea

una atmósfera única donde el pasado y el presente


viven

juntos. Fue fundada por los fenicios en el siglo


VIII a.

C, siendo considerada por muchos como la ciudad


más

antigua de Europa. Actualmente es un nodo


comercial

y turístico muy importante para España, y sigue

manteniendo su actividad pese a la crisis que azota


al país.

Axel había nacido allí, aunque sus padres eran de


origen

italiano. Su familia no sintió ese desmadre de su


tierra

cuando tuvieron que huir de la guerra, porque


Málaga

lleva consigo la fragancia de los pueblos


mediterráneos.

Ella acoge como madre a los desterrados, a los


marineros

de tierras remotas y a los negros que huyen del


África.

Fue como mudarse de casa. Axel se crió en el seno


de

162
PSICOPOMPO

esa tierra arcaica y cuando cumplió los veinte


años de

edad conoció a Rocío, una joven malagueña como


él.

Se conocieron en la Universidad y cuando


terminaron

los estudios se casaron. Al principio se llevaban


bien,

salían juntos los fines de semana y habían


conseguido

un préstamo del banco para comprarse una bonita

casa. Pero las cosas cambiaron para peor cuando


nació

Franco, su hijo mayor. Después de que Franco


naciera,
Rocío se volvió una mujer más exigente. Le
regañaba

por cualquier cosa y le exigía que la ayudara en


casa.

También en la cama las cosas habían cambiado.


Cada día

que pasaba se acariciaban y se tocaban menos. Al


final

ella se fue a dormir al sofá. Cuando Franco no


había

nacido aún, ellos hacían el amor seguido.


Cualquier

lugar les venía bien con tal de poder estar juntos.


Pero

cuando nació “Fran” y hubo que hacerse cargo de


él,
las relaciones empezaron a disminuir hasta
terminar

cada uno en ambos extremos de la cama. De


repente su

mujer había sufrido una transformación. De ser el


hada

encantada del bosque pasó a ser la temible


Morgana.

Toda una decepción. Fue allí donde empezaron a


hacer

terapia juntos, aunque eso tampoco funcionó.

Axel era un buen esposo y un trabajador

incansable pero tenía en sus venas sangre italiana,


ya

que su familia provenía de Nápoles. En la casa


donde
había vivido de niño los quehaceres domésticos lo
hacía

su madre, ayudada siempre por sus dos hermanas.


Él

163

MATRIARCADO II

sólo se sentaba en la mesa y esperaba a que su


“mamma”

le atendiera, lo mismo que su papá. Su fuerte no


era

precisamente lidiar con niños o limpiar la cocina.


Y

esa era la razón principal de por qué no le ayudaba


a su

esposa. O mejor dicho por qué le ayudaba,


siempre que
no hubiera un partido de fútbol o lo vinieran a
visitar

sus amigos, entre otros contratiempos cotidianos.


Pero

Rocío no comprendía que su hombre no era un


babysitter

ni tampoco un metrosexual. Que no se había


casado con

un andrógino sino con un macho napolitano que no

había sido educado para eso y que jamás de los


jamases

sería bueno en la casa, salvo que le hicieran una


transfusión

de sangre. Tampoco ella comprendía por qué no


pudo

prever eso cuando decidió tener un hijo con él,


pues

esa “visión de futuro” le hubiera ahorrado muchos

problemas. Sobre todo a él.

El mozo vino con la taza de café. Axel le dijo que

le trajera la cuenta. El mozo escribió algo en su


libreta

y luego le arrimó un papel. Eran 65 euros. Axel


pagó

con 70. “El vuelto es para usted” , le dijo.


“Muchas gracias”

le respondió el mozo, y luego se marchó. El bar


estaba

lleno hasta la mitad. O quizás un poco más. Tenía


poco

menos de una hora para quedarse, así que su


cabeza

podía seguir dando vueltas. Pensaba en dónde se


iba a

vivir si se llegaba a separar de su mujer. Rocío no


era la

mejor de las madres, pero a la justicia española


eso no le

importaba. Y la casa en donde vivían la estaban


pagando

164

PSICOPOMPO

los dos, por ende allí también había un problema.


Axel

sabía que tenía un buen trabajo, pero que no podría

hacerse cargo de dos casas. Es decir aquella en


donde

vive con su familia y la otra que tendrá que


buscarse

cuando se divorcie. El asunto de la separación era


todo

un rollo.

No había sido sólo la cuestión del cuidado de los

hijos lo único que los había separado. También


habían

sido los celos de ella. Axel estaba bien en su


puesto de

trabajo hasta que un día la empresa hizo


restructuración.

Allí lo movieron al área de reparto, cuyo rol era


distribuir
los productos por toda Andalucía. Su jefe le tenía
en

buena estima y había hablado con el dueño de la


empresa

para que no lo despidieran. El sueldo era casi el


mismo,

por lo que Axel no tuvo más remedio que aceptar.


Por

aquel entonces los parados eran muchos tanto en


España

como en el resto de Europa, y formar parte de ese

ejército creciente de excluidos no era la mejor


elección.

El trabajo de reparto era muy irregular, por lo que


había

días que llegaba tarde a su casa. Eso hizo que


Rocío

empezara a controlarle sus contactos. Desconfiaba


de

la fidelidad de él. Un día Axel conoció a una


mujer. Su

nombre era María del Carmen. La había conocido


en

sus repartos y en poco tiempo se convirtió en una


gran

clienta. La mujer en cuestión tenía un pequeño


negocio

y le encargaba mucha mercadería a la empresa.


Era una

excelente pagadora, por lo que su jefe le dio


órdenes de

165
MATRIARCADO II

que le diera prioridad a ella. Axel la frecuentaba


seguido,

y eso hizo que la confianza entre ellos creciera.


Por una

cuestión de comodidad, Axel guardó su número de

celular en el celular de él y ese fue el comienzo de


una

cadena de discusiones. Rocío estaba convencida


de que

su pareja lo engañaba con esa “vieja”, y él no


sabía cómo

explicarle que esa idea era un rotundo disparate.


Al final

ella no pudo demostrarle nada y las discusiones


dejaron
de producirse. Pero la relación ya había sufrido
una

herida y las sospechas de infidelidad nunca


acabaron.

En el bar sólo quedaban él y una sola pareja

platicando. No quería ser el último en irse, por lo


que

se levantó de la silla, saludó al mozo y se marchó.


Afuera

en la calle hacía frío, entonces se arropó con su


campera

de lana. Era la campera que le había regalado


Rocío un

año después de irse a vivir juntos. Metió la mano


en el

bolsillo de su camisa y sacó un cigarro y un


encendedor.

Lo encendió y se lo llevó a la boca. El fumar le


calmaba

el ansia. Dobló en la primera esquina que encontró


y

atravesó una plaza vacía. Cuando llegó al final de


la

plaza, continuó por una estrecha calle de


adoquines. La

calle estaba flanqueada por altas y viejas casonas


y apenas

había algo de iluminación. Axel se adentró en ella


y dejó

que su mente volara... Se permitió, por un


momento,

abstraerse de esta realidad. Caminó bastante


tiempo por

esas calles semioscuras. Todas ellas rodeadas de


un aura

de misterio. Imaginó a las brigadas rojas correr


por esas

166

PSICOPOMPO

viejas calles resistiendo el embate asesino de las


huestes

del general Franco. Sintió cómo pasaba a su lado


una

horda de jinetes bereberes cabalgando hacia el


norte del

pueblo para encontrarse con su comandante.


Conectarse
con el pasado también era una forma de escapar.
Una manera

de trascender ese cuerpo que lo mantenía atado a


una realidad

que odiaba. Siendo niño, Axel había recorrido y


jugado

en esas calles. Y en la escuela había aprendido


sobre la

guerra civil y la conquista árabe. Recordó cómo en


una

obra teatral él tuvo que representar a un califa. Y


vio

en un montón de películas la lucha heroica del


pueblo

contra el General. Pero esa noche fue distinta para


él,
pues esos personajes cobraron vida entre las
sombras.

Se agolparon sobre su frágil mente como los


naipes de

una baraja española. Y entonces se corrió un velo


y los

antiguos dioses dejaron que Axel pasara a través


de él...

En una de las calles que transitaba se cruzó, de

repente, con unos gitanos. Pasaron caminando a su


lado

como si fueran una nube fantasmal. El olor a


cigarrillo

que brotaba de sus ropas se unía al sabor de su


boca

en una extraña complicidad. Axel sintió el deseo


de

fumarse otro cigarro y volvió a encender uno


nuevo

para poder seguir en ese mundo. Al doblar una


esquina

pudo ver a lo lejos la imagen de un inmenso


castillo.

Los muros de piedra de la vieja fortaleza se


elevaban

varios metros por encima de las casas. Axel nunca


había

pensado en el suicidio. La idea de quitarse la vida


no

167

MATRIARCADO II
había pasado jamás por su cabeza. Pero en esa
noche de

dioses y fantasmas la idea de matarse aterrizó de


repente

en su mente. ¿Acaso era mejor opción asesinar a


Rocío en

vez de a él? ¿Tomar un revólver, volarle los


sesos y después

entregarse a la policía? En verdad lo había


pensado, pero

al final de cuentas desistió. Muchas mujeres en


España

caían muertas en manos de sus parejas. Las


crónicas

policiales estaban llenas de casos como esos.


Imaginó a
Rocío apareciendo en alguna de esas páginas
policiales y

él manchando sus dedos en una seccional policial.


Pero

luego pensó en Franco y Matías… ¿Quién se iba a


hacer

cargo de los niños? ¿Qué iban a pensar ellos de él


si él

asesinaba a su madre? Se atormentó pensando que


esa no

era para nada la mejor opción. Entonces miró de


nuevo

al castillo y se vio caer por una de esas torres.


Después se

vio levantarse del suelo y vagar libre como un


fantasma
recién nacido… La muerte era volver a nacer. La
idea de

nacer fue lo que le sedujo.

Se detuvo en una cervecería atraído por el sonar

de unas guitarras. Dos hombres tocaban una


canción

flamenca mientras una mujer golpeaba sus tacos


contra

el piso. Esa imagen le hizo recordar aquella época


en que

conoció a Rocío. A ella le gustaba bailar el


flamenco, y

podría haber sido una buena bailarina si se hubiera

dedicado a eso. Pero decidió estudiar en la


Universidad
y dio al traste con el baile y la música. Se acordó
cómo

se perdía con ella por las oscuras callejuelas de


Málaga y

168

PSICOPOMPO

hacían el amor a oscuras o se besaban por largo


tiempo.

Todo eso después de ir a algún cine o comer


juntos en

algún figón. ¿Por qué todo se tuvo que ir al traste?


¿Por

qué las cosas habían terminado tan mal? Axel


sintió que

ella no le había respondido. Que no había sido esa


mujer
compañera o contenedora, como él esperaba.
Ahora

se sentía abandonado… La canción que cantaban


los

músicos lo puso mucho más triste.

Noches de bohemia y de ilusión

yo no me doy a la razón

tú cómo te olvidaste de eso.

Busco y no encuentro una explicación

sólo la desilusión

de que falsos fueron tus besos.

Ya no sé cómo olvidarte

cómo arrancarte de mis adentro…


Axel sintió deseo de un abrazo. Deseó que la
noche

se cerrara sobre él y lo acunara como a un


pequeño niño.

Lo deseó y lo deseó y lo deseó hasta que, por un


momento,

sintió que Ella lo escuchaba.

169

MATRIARCADO II

Un hombre que recorría las mesas pasó por su

lado y le entregó una tarjetilla. Axel la miró y


leyó:

“Copas, mujeres y algo más…”. Era lo único que


decía,

además de la dirección del lugar. Las letras eran


de un

brillante color dorado. Y en el reverso tenía


escrito “Una

consumición gratis” , con bolígrafo de color azul.


Guardó

la tarjeta en el bolsillo de su camisa y miró hacia


los

costados. El hombre de las tarjetas había


desaparecido.

Cuando los guitarristas dejaron de tocar, Axel


abandonó

la cervecería y continuó su caminata por las


callejuelas.

Atravesó una larga diagonal hasta llegar a una


iluminada

avenida. No había nadie caminando por las


veredas ni

vehículos violentando el silencio. El barrio entero


se

había entregado a los dulces brazos de Morfeo.


Sacó

la tarjeta que llevaba en su bolsillo y acercándola


a sus

ojos la volvió a leer. Sonrió para sus adentros. No


le

pareció mala idea echarse un polvo después de


todo…

Hacía varios meses que no tenía sexo con su


mujer, y

seguir manteniendo la fidelidad no tenía sentido en


esas

circunstancias. Memorizó correctamente la


dirección y

se dirigió al lugar que le indicaba la tarjeta. Para


Axel

fue una forma más de demorar la llegada del dios


Febo.

De tomar mayor distancia de la perturbadora luz


del

día. Caminó cinco cuadras por la misma avenida y


al

llegar a una esquina giró a la izquierda. Se metió


en otra

diagonal hasta llegar a un callejón oscuro. Y allí


terminó

su trayecto. No había por dónde continuar.

170
PSICOPOMPO

Axel no recordaba haber estado en un lugar como

ese. Pero Málaga estaba llena de sorpresas,


recorrerla

entera llevaría una vida… Vio a unos cincuenta


metros el

resplandor mortecino de una luz roja, entonces


supuso

que ese era el lugar y hacia allí se dirigió.


Mientras se

acercaba a lo que suponía que era un cabaret o


club

nocturno, Axel podía sentir cómo la noche lo


envolvía

lentamente. Miró hacia el cielo colmado de


estrellas y
sintió como ellas caían sobre él como águilas. Sus
pies

se le hundían en el suelo y las paredes de las casas


se

ondulaban como víboras. Pudo escuchar la voz de

Rocío, como si fuera un eco exótico, rebotando a


través

de las viviendas. Las palabras de su mujer se


dirigían a

un hombre… Estaba manteniendo una


conversación

con aquel. ¿Era acaso su amante secreto o algún


familiar

que desconocía? ¿Era su hijo Franco siendo adulto


o su

futuro marido cuando él ya esté muerto? Axel no


tenía

forma de saberlo, pero supuso que eso era el


efecto de

la bebida. También podría haber sido el porro que


se

había fumado en lugar del cigarrillo... Pero no. No


era

el alcohol ni el porro. Tampoco su subconsiente ni


sus

sentidos narcotizados. Era una Noche más allá de


su tiempo

que había despertado acudiendo a su llamado...


Cuando Axel

llegó a la puerta, pudo escuchar el sonido de una


música.

El lugar no tenía ningún cartel. Tampoco tenía en


la

pared la dirección. Axel miró de nuevo su tarjeta y


giró

su cabeza para ambos lados. No había otro lugar


como

171

MATRIARCADO II

ese en toda la cuadra, por lo que dedujo que la


dirección

debía ser esa. Empujó la puerta y entró. Una luz


rojiza

iluminó sus ojos.

El lugar tenía el aspecto de un bar nocturno

venido a menos. En boca de su mujer “una posada


de
mala muerte”. Había hombres bebiendo en varias
mesas

junto a mujeres algo ligeras de ropas. Más al


fondo una

barra con un barman y una escalera a un costado


que

llevaba a un piso de arriba. Axel se acomodó en


una de las

mesas, se sacó la campera y esperó. A los pocos


segundos

apareció una joven. La mujer se llamaba Dahia, y


era de

tez morena y pelo negro. Llevaba puesto un


corpiño rojo

y una braga del mismo color. Esa era toda su


vestimenta,
además de un collar en el cuello. Le preguntó a
Axel

qué deseaba de beber y él le contestó que quería


una

cerveza. La mujer se volvió hacia la barra dejando


a la

vista su agraciado trasero. Al minuto ya estaba de


regreso

trayendo la cerveza y algo más para picar. Destapó


la

botella de cerveza y le sirvió el contenido en un


vaso. La

botella era más grande de lo normal, parecía


contener

mucho más de un litro. Axel miró la picada. “Esto


va
incluido con la bebida” le dijo, y se sentó en una
silla al

lado de él. Axel miró la etiqueta de la botella que


decía

Ambrona. Esa marca no se conocía en España.


Axel le

preguntó si era “buena” y Dahia le respondió “Es


la mejor

que jamás se ha hecho en España. Es la cerveza


de la casa. No

te cansarás de beberla…” . Axel comenzó a beber


y a mirar a

172
PSICOPOMPO

su alrededor. El ambiente era muy tranquilo y cada


uno

parecía estar en su propio mundo. Los hombres


echaban

mano a las mujeres y ellas, impasibles, bebían de


sus

jarros. Había cuadros y dibujos en las paredes del


local.

También algunas esculturas y adornos que


sobresalían

de las paredes. Todas esas imágenes exóticas


parecían

tener vida propia. Como si fueran fetiches salidos


de la

mente de un chamán africano. Axel tenía la


sensación

de que esos objetos le miraban. Como si le


estuvieran

diciendo “Chico, sabemos por qué has venido


aquí” . Pronto

se dio cuenta que su acompañante no estaba


bebiendo y

sacó su tarjeta... “Tengo una consumición gratis.


Tráela para

ti” . Dahia le contestó que no era necesario;


“Quiero beber

de tu vaso, si no te molesta” . Axel le invitó un


trago y ella

se pegó a su lado. Cruzó su brazo sobre el cuello


de él y

luego bebió de su vaso. Axel se sintió relajado y


dejó que

Dahia le abrazara. Hacía tiempo que no sentía el


verdadero

calor de una mujer. Ya no se acordaba cuánto


tiempo había

pasado desde la última vez que Rocío le abrazó


así. Hasta

había olvidado qué sensación había sentido las


veces

que lo hizo. Axel se animó a abrazarle… El


cuerpo de

Dahia era grácil y delgado. Estuvieron juntos


bebiendo

en silencio hasta que el alcohol abrió las puertas


de la

comunicación. Entonces Axel le hablo de Rocío.


De

lo mucho que la había amado y de lo pronto que


había

empezado a odiarla. Le habló de cuando pidieron


el

préstamo al banco para poder comprarse la casa.


Y de

174

MATRIARCADO II

cuando tuvieron a Franco, su primero hijo. Le dijo


que

luego empezaron a venir los problemas. Al


principio

pequeñeces domésticas. Después los celos y una

discusión delante de los niños. Se sucedieron


después

más discusiones hasta que un día dejaron de hacer


el

amor. Finalmente ella le pidió el divorcio y allí


supo que

su matrimonio estaba muerto. “Pensé en


suicidarme –le

dijo– Pero nunca tuve el valor para hacerlo” .

Dahia escuchó todo lo que Axel quiso decirle.

Escuchó lo que dijo y también lo que guardó. Ella,


por

su parte, le contó a su vez muchas historias. Todos


los

Axel que había conocido y todos los Axel que


estaría por
conocer. “¿Por qué los hombres como yo tenemos
mala suerte

Dahia?”. Axel estaba con su cara apoyada sobre


sus pechos

cuando le formuló esa pregunta. “El mundo ya no


es como

antes, Axel... Los humanos perdieron la fe en sus


dioses” fue

lo que ella le respondió. “¿Cómo podemos


recuperar esa fe?”

indagó Axel. Los pechos de Dahia parecían


almohadones

de pluma. “Volviendo al ORIGEN” , le respondió


ella.

Luego acotó “Al mundo hay que HACERLO de


nuevo. Muy
pronto el dolor va a terminar…” .

Dahia acariciaba la cabellera de Axel mientras él


se

hundía cada vez más en sus senos. Ella le contenía


como

si fuera una madre. Era su MADRE en ese


momento.

Axel vio que un hombre se levantó de la mesa


junto

a una de sus acompañantes. Ésta lo condujo hacia

175

PSICOPOMPO

donde estaba la barra y se perdieron luego


subiendo las

escaleras. No era el primer hombre en toda la


noche

que había subido con una mujer. Desde que Axel


estuvo

allí otros dos habían subido. No recordaba que


esos

hombres hayan bajado luego y eso le llamó un


poco la

atención. ¿Estarían todavía divirtiéndose? Puede


que

sí o puede que no, pensó Axel. O quizás los


mataron allá

arriba... Pero eso a Axel no le importó. A esa


altura del

partido, perderse en el coño de una mujer valía


por

mucho el desaparecer de este mundo… Al fin y al


cabo

eso era lo que quería. Entonces Axel sintió deseos


de

Dahia. La miró y le propuso subir arriba para tener

sexo en una de las habitaciones. Dahia le miró con

afecto y luego le tomó de la mano. Caminaron


juntos

hasta la escalera, que carecía de suficiente


iluminación.

No más unos cuantos peldaños y lo demás era todo

penumbras. Dahia subió primero y Axel le siguió


por

detrás. La escalera no tenía un trayecto largo pero


al

subirla, parecía más prolongada. Mientras Axel


ascendía

por la escalera podía escuchar a su alrededor


voces

remotas... Algunas le resultaron familiares y otras


le

eran desconocidas. No sintió miedo, sólo


fascinación.

Le pareció estar viajando en el tiempo. A su


alrededor

pudo ver las imágenes de dioses paganos que ya


habían

muerto. Se erguían, inmensos frente a él, como


tótems

de ónix; solemnes e imperturbables. Miró hacia


donde

estaba Dahia, pero sólo alcanzó a ver una oscura


silueta.

176

MATRIARCADO II

Al igual que aquellos dioses ancestrales, su


tamaño era

inmenso y su andar, majestuoso... Parecía estar


subiendo

sobre el mundo. Cada peldaño era igual a un


continente. Axel

caminaba detrás de ella, sintiéndose una hormiga


frente

a tamaña deidad. Cuando llegaron al final de la


escalera,

Dahia tenía el aspecto de antes.

El pasillo estaba iluminado y se veían puertas


tanto

a la izquierda como a la derecha. Avanzaron juntos


por

el pasillo hasta que Dahia se detuvo en una de


ellas. La

abrió, casi sin hacer ruido, y le hizo señas a Axel


para que

entrara. El lugar estaba en penumbras, parecía


cómodo

y sumamente acogedor. Las paredes eran


circulares y el

techo tenía forma de bóveda. En el centro del


habitáculo

había una cama matrimonial antigua, iluminada,


desde

arriba, con una lámpara de luz roja. Todo era rojo


en ese

lugar. Las sábanas, el piso, el cielorraso... Un


nicho cálido

y rojo como la sangre que invitaba a la lujuria y al


olvido.

Dahia le tomó la cara y le besó en el medio de la


boca.

Luego le pidió que se desvistiera. Y Axel así lo


hizo.

Después ambos se abrazaron, y mientras se


acariciaban

Dahia le habló:

“¿Quieres acabar con tu dolor Axel? ¿Quieres


que este

mundo no te lastime más?”. “Sí –le respondió él


– Quiero
olvidarme de TODO…” .

“De TODO” fue lo que salió de su boca, y Dahia

tomó nota de eso. Axel quería olvidarse de todo.


De

177

PSICOPOMPO

todo lo que le había defraudado… De las mujeres


que había

conocido y de aquellas que le habían ignorado. De


tener

que vivir de alquileres. De tener que trabajar para


otros.

De una justicia ciega que deja a un padre sin su


casa y

sin sus hijos… Axel quería que toda aquella puta


bosta

desapareciera… Que en los brazos de esa


desconocida se

hiciera justicia aunque sea una vez. Dahia lo


sostenía en

sus brazos. Dejó que Axel se relajara. Acarició


con su

mano su cabeza y Axel se vio a sí mismo montado


en un

caballo... Los romanos no habían llegado a


España. La

península Ibérica estaba libre de intrusos. Axel


cabalgaba

libre con una mujer que había sido su esposa...


Luego algo

explotó en su cabeza. Fue como un brillante


destello…

Alrededor de él habían personas que estaban


preparando

un ritual. El sumo sacerdote tomó un cuenco con un

líquido oscuro dentro. Lo ungió en la frente con


ese

líquido y pronunció unas palabras irreconocibles.


Axel

es consciente de que él es alguien importante


aunque

tenga doce años. Todos le rinden reverencia al


Axel niño

y eso le agrada. Se siente muy orgulloso de la


posición

que ocupa en esa comunidad… Dahia lo deja con


su
pasado, se saca sus prendas y se arroja sobre la
cama.

Luego le mira y le sonríe. Axel despierta. Está de


nuevo

en la habitación. La mujer se abre de piernas, le


muestra

su vulva y le llama lánguidamente. “Ven Axel.


Olvídate de

todo y hagamos el amor. Necesito que entres


dentro de mí…” .

Axel le miró y se acordó de su esposa. Recordó


cuando

178

MATRIARCADO II

ella le decía esas mismas palabras. Sintió deseos


de Dahia
y caminó en dirección a ella.

Empezó a subir por uno de los extremos de la

cama. Dahia le esperaba en el otro extremo.


Caminó en

cuatro patas para alcanzar a la mujer. La cama


parecía

inmensa. De repente su mente volvió a las épocas


de la

adolescencia. El reloj del tiempo se movía hacia


atrás…

Estaba en un campamento con sus compañeros de

colegio. Luisa y él estaban en una de las carpas.


Ella le

acarició y le dijo que le deseaba. Axel subió sobre


ella
y empezó a desabrocharle la camisa. Luego besó
sus

senos y Dahia suspiró. “Bésame así Axel. Quiero


que me

regales tu virginidad” . Axel la penetró con


dificultad y se

hizo uno con ambas mujeres. Pujaba dentro de


Luisa.

Sentía el calor de Dahia… La luz roja de la


habitación

comenzó a perder intensidad. La carpa se empezó


a

oscurecer. Ahora Luisa no parecía tan joven. Su


cuerpo

se asemejaba al de una mujer de cuarenta. Sus


manos
se aferraron a las piernas de la mujer. Las sintió
pesadas

y gruesas. Su rostro se hundió entre sus pechos.


Eran

carnosos y enormes. Todo su cuerpo era enorme.


Y

Axel se aferró a esa enormidad… Un arrebato de


placer

intenso y el tiempo volvió a retroceder... Axel


corría

a esconderse con Esteban. Tenía por entonces


nueve

años. Treparon por la ladera de una montaña y


llegaron

hasta una gran caverna. Esteban se acercó y gritó.


Un
eco le devolvió el grito. Axel imitó a su primo y el
eco

179

PSICOPOMPO

sonó diferente. Fascinado por su gran hallazgo,


Axel se

sumergió en la gruta. Esteban le miraba desde


afuera.

Su primo le temía a la oscuridad. Axel decide


avanzar

por esa gruta oscura y mientras más avanza más


fuerte

se escuchan los gemidos… La vagina de Dahia


tiene el

tamaño de esa caverna y Axel no puede evitar


hundirse
en ella. Esas carnes son tan acogedoras que siente
que

está a punto de tener una erección. Entonces Axel


puja con

todas sus fuerzas para llegar hasta el fondo y el


placer estalla…

La mente de Axel se queda en blanco. Su pasado

entero ha desaparecido. Se siente deslizarse a


través de un

túnel en dirección al útero de Dahia. Al final del


túnel le

espera la LUZ. Y Axel quiere llegar a esa luz.


Cuando Axel

llega hasta el vientre de la Diosa, ésta lo levanta


en sus

resplandecientes brazos. Borra su nombre del


Libro de

la Vida y traslada al no nacido al lado Iluminado.


Ahora

Axel ha dejado de sufrir… La Diosa se ha


apiadado de su

alma. Por primera vez, después de tantos años, ha


vuelto

a sentir la LIBERTAD.

180
Elizabeth Blackwood

p
CREDITOS

Diseño de Portada: Elizabeth Blackwood

Bruja de la Portada por ROCA

Ilustraciones Internas:

Pag.10 ,79 , 160 “Coven” Varios Autores

Pag.41 “María Dolores” por PAOLO SERPIERI

Pag.25,49,64,101,181 “The Art of Roca” por


ROCA

Pag.121 “Reflections of Myth” por LARRY


ELMURE

Pag.92 “Vampirella” por DAVE STEVENS

Pag.109 “Erotic Art” por FRED FIELDS

Pag.148 “Erotic Art” por WETZ


Pag.173 “Erotic Art” por PENA

Pag.185 “Mirage” por BORIS VALLEJO


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